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Entrevista a François Houtart, sociólogo y teólogo «El bien común de la humanidad como matriz de la nueva sociedad»

América del Sur/8 Octubre 2016/Autora: Cira Pascual Marquina/Fuente: Rebelión

Esta conversación con el sociólogo y teólogo de la liberación François Houtart, que apareció por primera vez en el número 17 del mensuario PolítiK, explora los límites de los procesos de cambio en América Latina y el concepto de bien común de la humanidad.

-Cira Pascual Marquina (CPM): En el libro Más allá de la economía, el bien común de la humanidad (2013), planteas que para asegurar la continuidad de la humanidad y de la vida en el planeta hay que construir un nuevo paradigma en el que el bien común esté por encima del bien individual. ¿Podrías explicar el concepto de “bien común de la humanidad”?

-François Houtart (FH): El concepto de bien común de la humanidad tiene varias dimensiones. La primera es la dimensión de lo que se llaman los comunes o en inglés the commons: los bienes que no son individuales sino comunes, por ejemplo la tierra antes del capitalismo y hoy en día los servicios públicos. Hay muchas luchas en el mundo para proteger, recuperar o aumentar la dimensión de los bienes públicos. Ahora tenemos como bienes públicos la educación, la salud, pero también el agua, la comunicación, etc. Este es un primer nivel de lo que podemos llamar el bien común de la humanidad.

Sin embargo hay un segundo nivel, y el segundo nivel es el concepto clásico del bien común: cosas que le pertenecen al conjunto de la sociedad y que no pueden ser propiedad de individuos como, por ejemplo, en una ciudad, los parques o los espacios verdes, etc. Eso es un bien común. Pero hay sectores que no son directamente materiales, que son más bien de tipo jurídico, por ejemplo el código de circulación (si no se organiza, es el caos). En verdad este es un concepto que existe ya desde la filosofía griega, en particular Aristóteles, que reconoce que hay espacios en la vida colectiva que son espacios comunes, de bien común, y esta fue la base sobre la que la iglesia católica construyó su doctrina social.

Pero pienso que debemos ir un poco más allá y por eso he hablado del bien común de la humanidad: un principio de organización de la vida colectiva de la humanidad en el planeta que se base sobre la vida y no sobre la muerte… así este concepto se opone al concepto fundamental del sistema capitalista. Y cuando digo que el nuevo paradigma se basa sobre la vida, esto implica la posibilidad de crear, de conservar, de mejorar la propia vida –la vida en su sentido completo, no solamente la vida física, biológica, sino también la vida cultural, la vida espiritual–. Y no solamente construir en función de la vida de los seres humanos, sino también de otros géneros: los animales, las plantas, etc. Lo que se llama hoy el derecho de la naturaleza.

Este concepto es más amplio que el concepto de los comunes y que el concepto del bien común, pero integra estos dos conceptos. Este concepto que he llamado el bien común de la humanidad, es evidentemente un nombre; no importa el nombre, lo que importa es el contenido. Podemos darle otros nombres, por ejemplo el sumak kawsay que es el buen vivir, el concepto de los indígenas andinos, o podemos llamarlo socialismo del siglo XXI.

-CPM: En el libro que mencioné anteriormente enumeras cuatro elementos clave para aterrizar el concepto del bien común de la humanidad; podríamos decir que estos elementos son una especie de hoja de ruta para organizar la tarea colectiva en cuanto a la definición de la nueva sociedad postcapitalista. ¿Puedes explicárnoslos?

-FH: Sí, debemos concretar las cosas porque todo esto puede parecer algo abstracto. Precisamente he tratado de ver, como sociólogo, qué significa esto en la práctica de la vida colectiva humana. Por eso he tomado cuatro realidades fundamentales de toda sociedad, que son, por una parte la relación con la naturaleza, ya que ninguna sociedad puede vivir sin la naturaleza; después la producción material de la vida, porque la vida no es una abstracción y sin producción material no hay vida; la organización social de la vida, que debe ser colectiva en lo social y en lo político; y finalmente la cultura, porque el género humano es el único que puede reflexionar sobre su propia realidad y eventualmente anticipar el futuro, y que es, como dicen los mayas, “la parte consciente de la naturaleza”.

Reflexionando sobre estos cuatro elementos fundamentales de toda sociedad podemos entrar en detalles, especialmente comparando con la situación actual del sistema capitalista. Por ejemplo, en cuanto a las relaciones con la naturaleza: ¿cómo ve el capitalismo la naturaleza? Para el capitalismo la naturaleza es recursos naturales, es decir, una naturaleza que se debe explotar, y explotar en función de los intereses del capital y de la acumulación del capital. Por el contrario, en lo que se refiere a la nueva organización del bien común de la humanidad, la naturaleza debe ser respetada: es la fuente de toda vida, de la vida física, biológica, cultural, espiritual, y en este sentido la naturaleza no es solamente un objeto de explotación.

Esto, si queremos ir más allá en la práctica, tiene muchas consecuencias para la vida cotidiana y también para la organización nacional e internacional. Por ejemplo, si aceptamos que la naturaleza es la fuente de la vida, no podemos aceptar que personas individuales o corporaciones, grandes empresas multinacionales, se apropien de la naturaleza (y en particular las riquezas naturales que son los minerales, las fuentes de energía, etc.) por la simple razón que estas cosas deben entrar en la concepción del bien común. Aquí no digo que no se debe extraer, porque la madre tierra es generosa, sino que se debe hacer respetando los derechos de la naturaleza, la posibilidad de regenerarse y de continuidad de la vida. Este es un ejemplo práctico. También, por ejemplo, no se puede aceptar la mercantilización de bienes básicos para la vida como las semillas o como el agua. Ese es un primer paso.

El segundo es la producción de la base material de la vida. Como he dicho, cada vida tiene su base material y no se puede continuar sin esta base. Ahora la base material de la vida –la economía–, está organizada por la lógica del capital. El capital es el único motor de la economía, con su necesidad inagotable de tener ganancias para poder acumularse. Frente a esto la lógica debe ser absolutamente diferente: no una lógica de acumulación del capital, de valorización única del valor de cambio. Porque hay dos tipos de valores para todo servicio o bien: el valor de uso, es decir lo que es útil para la humanidad, para la naturaleza, para el mundo, y el valor de cambio o lo que permite ganancia. Solamente el valor de cambio, es decir, si una cosa es una mercancía, contribuye a la acumulación del capital. Por eso en el capitalismo todo debe convertirse en mercancía. Esta es la lógica del capital. Debemos salir de esta lógica, con todas las consecuencias en cuanto a la propiedad de los medios de producción, significa, en lo práctico, que no podemos aceptar la dominación del capital financiero, los paraísos fiscales, etc.

Un tercer elemento es la organización social y política, que debe ser democrática, para permitir que todos los seres humanos sean actores y no solamente sujetos de una política decidida desde arriba o por una minoría. No hay nada menos democrático que la economía capitalista que concentra el poder y desconoce lo que se llaman las “externalidades”: los daños ambientales y los daños sociales, que no paga el capital. Se deben promover procesos democráticos en todas las instituciones, desde las políticas y económicas hasta las culturales, sociales, religiosas. Esto también debe extenderse a todas las relaciones sociales, como las relaciones entre hombres y mujeres. Este es el tercer aspecto que tiene muchas aplicaciones en el mundo.

Finalmente, en cuanto a la cultura, hablamos de la interculturalidad. El hecho de no permitir que la cultura occidental, totalmente inmersa en el concepto de modernización, absorbida por la lógica del capital, sea la única cultura aceptable en el mundo, y comprender que todas las culturas, los saberes y las espiritualidades pueden contribuir al bien común de la humanidad y a la ética necesaria para esta construcción.

Ahora, todo esto puede parecer una bella utopía pero no lo es. No es una utopía en el sentido de ilusión, porque en el mundo hay millares de grupos que luchan por construir mejores relaciones con la naturaleza, por otro tipo de economía social y solidaria, por los derechos de todos los grupos humanos y finalmente por la interculturalidad. Esto significa que existe ya en la realidad la posibilidad de perseguir valores que no son puramente abstractos, sino que ya son el proyecto concreto de muchos movimientos y organizaciones en el mundo. Por eso pienso que sobre esta base se puede construir una perspectiva nueva.

-CPM: En algunas intervenciones has planteado que los procesos de cambio en América Latina se caracterizan por ser posneoliberales, pero todavía no se han dado pasos concretos hacia el postcapitalismo. ¿Podrías profundizar sobre esta caracterización de los procesos en Nuestra América y cómo avanzar hacia el postcapitalismo?

-FH: Sí, yo pienso que hay muchos aspectos en todos los dominios. Voy a tomar solo un ejemplo práctico: el problema de la agricultura. Los países que se dicen progresistas en América Latina –y que realmente han sido posneoliberales en el sentido que han reconstruido un Estado que trabaja por una cierta redistribución de la riqueza y también por un mejor acceso a los servicios como la educación o la salud para las clases desfavorecidas– promueven el monocultivo para la exportación, con todas sus consecuencias ambientales: destrucción de la selva amazónica, destrucción de los suelos, contaminación de las aguas, y también, finalmente, daños muy graves para las poblaciones, para la salud, y en cuanto a los efectos sociales como las migraciones hacia las grandes ciudades o al exterior.

Así han promovido esta agricultura en detrimento de la agricultura campesina, que podría dar una respuesta muchísimo mejor a la primera función de la agricultura, que es nutrir la población: es un hecho que la agricultura campesina en América Latina está nutriendo más del 60% de la población del continente. Una segunda función es participar en la regeneración de la Madre Tierra: muchas veces los campesinos trabajan con agricultura orgánica y de manera respetuosa de la naturaleza. Y, finalmente, el bienestar de los campesinos, frente a una agricultura de monocultivos, mucho más productiva, pero que proletariza al campesino o lo integra al sistema capitalista de monopolios, que crea dependencia de las grandes multinacionales de producción o de distribución. La agricultura campesina no es una cosa arcaica, del pasado, sino una cosa del futuro, y esto es reconocido incluso por la FAO.

Lo que hemos visto en América Latina es un intento de construir sociedades posneoliberales –pero no postcapitalistas, y en este sentido continuando con la idea de la modernización de las sociedades, y finalmente con un “capitalismo moderno”; esto tiene como consecuencia, por ejemplo en el campo de la agricultura, que no se promueve una nueva agricultura campesina que podría resolver muchos de los problemas de la pobreza rural y también de la producción de alimentos y de la soberanía alimentaria. Este es un ejemplo, pero podríamos dar otros ejemplos de otros aspectos que nos permiten decir que los ensayos de cambio, de los países progresistas, que fueron muy interesantes y tuvieron varios logros muy reales, finalmente no han transformado la lógica fundamental de la organización de las sociedades. Por eso me parece que desarrollar el concepto de Bien Común de la Humanidad podría ser un paso adelante frente a la crisis que afecta a todos estos países actualmente.

-CPM: Hablando de la crisis, un camino que impulsa el Gobierno Bolivariano para la salida es el Arco Minero. Se supone que explotar el oro y otros minerales en la enorme cuenca del Orinoco nos ayudará a salir de la crisis. Así, tras el anuncio de apertura, más de 150 corporaciones mineras han expresado interés, y ya se han firmado contratos con la canadiense Gold Reserve y con empresas chinas. ¿Qué opinión tienes sobre este tipo de propuestas?

-FH: Esta situación no es particular a Venezuela aunque el caso del Arco Minero es impresionante. Encontramos situaciones similares, tal vez a menor escala, en Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina. El problema es que la única respuesta que ven los gobiernos progresistas actuales frente a la crisis, que es una crisis a escala mundial y que afecta a muchos de estos países porque son exportadores de bienes primarios (explotación minera, petrolera o agrícola), es abrirse más al mercado y entrar en políticas de tipo neoliberal. Evidentemente es una contradicción fundamental. Pienso que estos gobiernos no han reflexionado suficientemente sobre las alternativas al capitalismo.

Debemos reconocer la realidad: Estas medidas contradicen de manera fundamental lo que se ha planteado como meta, y vemos un creciente abismo entre el discurso y las prácticas. La verdad es que estas prácticas van a llevar a una mayor concentración del capital y al desconocimiento de las externalidades, es decir, la destrucción de la naturaleza y la destrucción social y cultural. Eso debemos reconocerlo y debemos tratar de ver qué soluciones podemos encontrar que no entren en contradicción con lo que se había propuesto.

-CPM: Tenemos una tarea clara: la superación del capitalismo. Pero también nos encontramos con múltiples barreras como la enajenación o la pérdida de la esperanza. ¿Qué hacer en estas circunstancias difíciles?

-FH: Precisamente por la situación que vivimos debemos tratar de redefinir la tarea de la izquierda y reflexionar sobre las estrategias posibles. Por eso me parece que un trabajo de conjunto entre movimientos sociales e intelectuales va a ser necesario primero para redefinir las metas (definir qué tipo de sociedad queremos); aquí entra la propuesta de Bien Común de la Humanidad, donde tocamos un espectro que va desde la relación con la naturaleza hasta la organización colectiva de la política y la sociedad, y también la espiritualidad, la manera de vivir las cosas en lo cotidiano…

Entonces, el primer aspecto significa que juntos debemos trabajar por una redefinición colectiva de las metas de la sociedad, no solamente con intelectuales que tienen toda la verdad que se debe imponer a las masas. No, este concepto de vanguardia es obsoleto. Debe ser un trabajo colectivo: por una parte con la experiencia de los movimientos políticos y sociales de izquierda que debemos recoger y tratar de sistematizar, y por otra parte, con el trabajo de los intelectuales. Con todos los logros que hemos desarrollado en los dos últimos siglos, la reflexión fundamental del marxismo, pero también de otras corrientes intelectuales que pueden ser útiles. La cuestión es cómo redefinir la meta fundamental de la humanidad y de la sociedad.

El segundo aspecto es cómo definir las transiciones. Es evidente que no podemos construir el socialismo o comunismo instantáneamente. Eso provocaría catástrofes económicas derivadas del boicot y de los embargos o incluso intervenciones militares. Eso no es posible, pero sí, podemos pensar transiciones, es decir, pasos que nos ayudan a construir el paradigma nuevo. No se trata de adaptar el capitalismo a nuevas situaciones sino de construir una sociedad diferente. En cuanto a la cuestión de cómo construir transiciones, hay que hacerlo desde una perspectiva dialéctica, sin caer en la idea del progreso de la modernidad –un progreso lineal sobre un planeta inagotable (un concepto muy capitalista de la “modernidad”, por cierto.

Es necesario redefinir la modernidad, encontrar transiciones y actores que pueden actuar en cada aspecto. Este es el gran reto no solamente para América Latina sino también para el mundo entero. Y ya podemos empezar, de forma humilde y cotidiana, a pequeña escala, como lo han hecho por ejemplo los zapatistas, y después poco a poco ampliar esta visión para construir otra matriz de desarrollo humano. Esto es absolutamente necesario frente a la destrucción de la naturaleza que el capitalismo está provocando, y también de destrucción humana, cultural y espiritual.

-CPM: Has mencionado en algunas intervenciones que para entender la sociedad hay que hacerlo en términos de clase. En el periódico PolítiK estamos absolutamente de acuerdo. ¿Podrías profundizar sobre la necesidad del análisis de clase?

-FH: El análisis de la sociedad desde una perspectiva de clases es ciertamente importante. También es verdad que en el siglo XIX –en la Europa en que Carlos Marx reflexionó y escribió– la clase obrera era la clase fundamental para iniciar el cambio. En este sentido el papel de la clase obrera para cambiar el conjunto de la sociedad era absolutamente fundamental. Hoy en día debemos reflexionar frente a la realidad actual: una clase obrera muy segmentada por el sistema capitalista y que ha cambiado en los países industrializados, donde han desplazado la actividad de producción hacia las periferias y que se especializan en servicios.

Esto significa que la clase obrera hoy es diferente a la clase obrera del siglo XIX europeo o norteamericano. Así, otras clases sociales, como los campesinos por ejemplo, están también afectadas por la lógica del capital, y hoy vemos que frente a esta destrucción sistemática del pequeño campesinado, hay movimientos que son más radicales que el movimiento obrero. En particular, en el plano internacional, la Vía Campesina, la organización mundial de los campesinos, es más radical contra la Organización Mundial del Comercio o el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional que la organización Internacional de los sindicatos. Este es un hecho y debemos reflexionar sobre las nuevas realidades.

Es verdad que son los trabajadores los que enfrentan la contradicción fundamental con el capital, pero ya no son solo los trabajadores industriales, también están los trabajadores del campo, los precarizados, todos estos grupos sociales que son afectados hoy por la lógica del capital , y por eso la lucha y la organización de la lucha social debe ser pensada de otra manera que en el siglo XIX. Esta es una de las tareas para los movimientos sociales y los movimientos políticos de izquierda, para no equivocarse ni en el vocabulario –lo cual es secundario pero importante–, ni en las prácticas sociales y políticas, es decir: la definición de las luchas sociales.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=217095

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El sexismo público educativo: cambiarlo sin oportunismo idealista

Por: Iván Salinas

«La crisis de la educación pública hay que enfrentarla desde cimientos más radicales que los que ofrece nuestro tiempo, pero también sobre condiciones materiales más adecuadas. La acogida de la demanda por una educación no sexista debiese apuntar hacia el cuestionamiento de la existencia de la educación particular pagada, y también de la particular financiada con fondos públicos (hoy mayoría del sistema)».

Asumiendo el ejercicio mental –el ideal liberal- de que todos somos iguales ante la ley, se vería muy injusto que un individuo tuviere más privilegios que otro cuando se enfrenta a la institucionalidad, al derecho. De allí que lo público, lo que se ajusta al contrato social que asume tal “igualdad ante la ley” tenga que ser enjuiciado por el incumplimiento de tal ideal.

Una niña de 11 años envió una carta a la Presidenta de la República pidiendo entrar al Instituto Nacional. Lo hace con la racionalidad obvia de quien siente vulnerado un derecho: el derecho a recibir la educación que reciben los estudiantes del Instituto Nacional, que son individuos con pene, con más de 200 años de tradición de ser educados así, entre otros que igualmente tienen pene. Esa gran diferencia biológica es inaceptable como excusa para negar el derecho, y abre un flanco muy necesario de debate sobre la posibilidad de pensar una educación pública inclusiva, y no sexista. Bien por el debate, y ojalá que se profundice.

La izquierda criolla actual, como es razonable y esperable, ha actuado condenando la segregación por género. Es una demanda de años, pero que ha adquirido más notoriedad a partir de los movimientos estudiantiles del 2006 y gracias al incansable y crecientemente organizado movimiento feminista chileno. Sin embargo, en todo esto hay una precaución que debe tomarse, y debe tomarse en serio si es que se buscan cambios serios.

Una pregunta de fondo que debemos hacernos sobre el espacio escolar es sobre su sentido de inclusión social. Por diseño, en Chile sabemos que las escuelas más que inclusión social lo que hacen es separar socialmente a quienes en ellas ingresan. El prolífico filósofo educativo John Dewey solía decir que la escuela no es un lugar en el que se prepara para la vida, sino más bien es la vida misma. Y hoy en Chile esa certeza filosófica tiene una profunda expresión material: niñas y niños pasan muchísimo tiempo en la escuela, donde comparten, hacen sus amigas y amigos, aprenden lo que les enseñan y lo que no les enseñan, y generan sus relaciones y afectos de largo plazo. Una escuela segregada es una receta para crear comunidades segregadas, y en Chile esas comunidades se definen por la plata que tiene tu familia (o cualquier otro marcador social que quepa en la nueva legalidad del voucher refundado de la Nueva Mayoría).

Hace unos años salió un estudio que hizo el mismo diario que publicó la carta de la niña que quiere entrar al Instituto Nacional. El estudio decía que la mayoría de los gerentes en Chile había egresado de colegios privados. No se trataba de una mayoría relativa: el 84% de los gerentes de las empresas que venden más de US$80 millones por año eran egresados de colegios privados. La otra cifra: el 50% de los gerentes había egresado de solo cinco colegios privados donde la mensualidad supera el sueldo mínimo: El Verbo Divino, Sagrados Corazones de Manquehue, Saint George, San Ignacio, y Tabancura. El primero es, por cierto, católico y sexista. De esta lista también egresan una gran cantidad de políticos actuales, según la misma fuente. Si asumimos la noción Deweyana de que la escuela es la vida, podemos asumir que la política y los negocios en Chile están controlados por un mismo sector social que crece segregado y separado de la educación pública. El sexismo en esta segregación es rampante en la educación a la cual el Estado no puede intervenir pero de la cual egresan sus dirigentes políticos. Bonito corolario de la “libertad de enseñanza”: que viva para el poder, que se norme para el resto.

Que la educación pública hoy represente el 38% de la matrícula escolar también representa una limitación al Estado y su capacidad de hacer realidad modificaciones ultra necesarias en la inclusión social de grupos históricamente oprimidos. Si a los 11 años una niña escribiera a la presidenta queriendo entrar al Verbo Divino, acusando la extremadamente evidente desigualdad que no solo se debe al sexo, sino también a la cuna, quizá estaríamos hablando de otro conflicto: uno inexistente y sin posibilidad de expresión mediática. Pero como ocurre con el baluarte de la educación pública, un liceo emblemático, la cosa toma otro cariz. El liberalismo del “buen sentir” se toma la palabra y se une a una izquierda que se lanza, idealista como el liberalismo mismo, a “normar” el deber ser de esa educación pública, una que quizá no han vivido. Allí está la trampa de asumir como imposición una demanda que debiese surgir desde la organización de sus actores centrales: la comunidad escolar.

Pero hay limitaciones obvia a las capacidades actuales de las comunidades escolares en la educación pública. El abandono sostenido de parte de gobierno tras gobierno, la precarización de sus docentes (puestos hoy a competir entre ellos y con colegios desde donde salen los gerentes de Chile), su financiamiento-voucher(o continuo desangramiento del Estado hacia los privados), el despojo del profesionalismo pedagógico (a través de su formación entregada al mercado, la constante responsabilización de la calidad educativa, y la externalización privada de la mejora escolar mediante asesorías técnicas educativas), se cuentan entre las limitantes estructurales para el desarrollo de capacidades en la comunidad escolar. Nuestra educación pública debe reconstruirse, de eso no hay duda. La izquierda está llamada a contribuir a esa reconstrucción. Pero para eso, es relevante tomar en su peso el contexto histórico y las posibilidades de desarrollo y éxito de una demanda tan racional y necesaria como la educación no sexista.

El sexismo en la educación pública tiene que acabarse. Pero para eso no es necesario poner al Instituto Nacional o los liceos emblemáticos como blanco. Las balas de los enemigos de la educación pública disparan contra tales blancos, generando una onda expansiva difícil de detener cuando la izquierda se asume tras esas balas. Lo que necesitamos es educación pública en serio, fortalecida, bien financiada, que permita que los proyectos educativos acojan demandas de educación integral, no sexista, con modernización y sentido, en comunidad y en colaboración. No queremos más competencia, ni entre las escuelas por estudiantes-voucher, ni entre los docentes por un sueldo decente. La izquierda podría tener eso en su centro para evitar el oportunismo de usar al Instituto Nacional, o cualquier liceo emblemático, como el blanco perfecto de autodestrucción cultural y política.

La crisis de la educación pública hay que enfrentarla desde cimientos más radicales que los que ofrece nuestro tiempo, pero también sobre condiciones materiales más adecuadas. La acogida de la demanda por una educación no sexista debiese apuntar hacia el cuestionamiento de la existencia de la educación particular pagada, y también de la particular financiada con fondos públicos (hoy mayoría del sistema). Emanciparse de la opresión también implica emanciparse de sus formas de procesar los conflictos. Discutamos cómo hacemos una educación pública no sexista, pero no hagamos que sea la izquierda la que termine sepultando a la educación pública sumándose con oportunismo a los idealistas del mercado.

Fuente: http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2016/09/28/el-sexismo-publico-educativo-cambiarlo-sin-oportunismo-idealista/

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El plebiscito en Colombia: una oportunidad perdida

Por: Atilio Borón

El resultado del plebiscito colombiano reveló la profundidad de la polarización que, desde el fondo de su historia, caracteriza a la sociedad colombiana. También, la grave crisis de su arcaico sistema político incapaz de suscitar la participación ciudadana que ante un plebiscito fundacional -¡nada menos que para poner fin a una guerra de más de medio siglo!- que apenas si logró que una de cada tres personas habilitadas para votar acudiera a las urnas, una tasa de participación inferior a la ya de por si habitualmente baja que caracteriza a la política colombiana. La del día de ayer fue la mayor abstención en los últimos veintidós años y su resultado fue tan ajustado que hizo que la victoria del NO, como hubiera ocurrido ante un eventual triunfo del SI, sea más un dato estadístico que un rotundo hecho político. Los partidarios del SI habían dicho que lo que se necesitaba para consolidar la paz era una amplia victoria, que no bastaba simplemente con superar en votos a los partidarios del NO. Lo mismo cabe decir de sus oponentes. Pero nadie logró ese objetivo, porque la diferencia de un 0.5 % a favor del NO podría sociológicamente ser considerada como un error estadístico y que un nuevo recuento de votos podría eventualmente llegar a revertir.

Es prematuro brindar una explicación acabada de lo ocurrido. Habría que contar con información más pormenorizada que por el momento no está disponible. Pero no deja de ser sorprendente que el anhelo de la paz, que era algo que cualquiera que haya visitado Colombia podía percibir a flor de piel en la gran mayoría de su población, no se haya traducido en votos para ratificar esa voluntad pacifista y refundacional de un país sumido en un interminable baño de sangre. En lugar de ello la ciudadanía reaccionó con irresponsable indiferencia ante la convocatoria para respaldar los acuerdos trabajosamente conseguidos en La Habana. ¿Por qué? Algunas hipótesis deberían apuntar, en primer lugar, a la baja credibilidad que tienen en Colombia las instituciones políticas, corroídas desde largo tiempo por la tradición oligárquica, la penetración del narcotráfico y el papel del paramilitarismo. Este déficit de credibilidad se expresa en una retracción del electorado, tanto más importante cuanto más alejadas se encontraran de las zonas calientes del conflicto armado las regiones en las cuales el NO triunfó con holgura. En cambio, aquellos departamentos que fueron teatro de operaciones de los enfrentamientos se manifestaron mayoritariamente a favor del SI. Para decirlo en otros términos: allí donde los horrores de la guerra eran experimentados sin mediaciones y en carne propia –principalmente las regiones agrarias y campesinas- la opción por el SI triunfó de manera aplastante. Tal es el caso del Cauca, con el 68 % votando por el SI; el Chocó, con 80 % por el SI; Putumayo, 66 % por el SI; Vaupes, 78 % por el SI. En cambio, en los distritos urbanos en donde la guerra era apenas una noticia que divulgaban los medios, satanizando de manera implacable a la insurgencia, quienes acudieron a las urnas lo hicieron para manifestar su rechazo a los acuerdos de paz.

Lo anterior remite a una segunda consideración: la debilidad del esfuerzo educativo hecho por el gobierno colombiano para explicar los acuerdos y sus positivas consecuencias para el futuro del país. Esta falencia había sido señalada por diversos observadores y protagonistas de la vida política de ese país, pero su llamado de atención al presidente Juan M. Santos fue desoído. El confiado optimismo que primaba en los círculos gubernamentales (y también en algunos sectores cercanos a las FARC-EP) unido a la imprudebte confianza puesta en los pronósticos de las encuestas -que, una vez más, fracasaron escandalosamente- hizo que se subestimara la gravitación de los enemigos de la paz y la eficacia de la campaña basada en el visceral rechazo a los acuerdos promovida por el uribismo. El papel desempeñado por la derecha vinculada al paramilitarismo y los medios de comunicación, mismos que reprodujeron sin cesar las acusaciones de “traición” dirigidas al presidente Santos, galvanizaron un núcleo duro opuesto a la ratificación de los acuerdos que pese a ser minoritario en el conjunto de la población logró prevalecer porque sus adherentes acudieron masivamente a las urnas, mientras que sólo una parte de los que sí la querían se atrevieron a desafiar las inclemencias del tiempo y fueron a votar. Persuasiva resultó ser pues la “campaña de terror” orquestada por la derecha, que en sus ominosas caricaturas presentaba al comandante Timoshenko ya investido con la banda presidencial y presto a imponer la dictadura de los “terroristas” sobre una población indefensa y sumida en la ignorancia, misma que encontró en el voto por el NO el antídoto necesario para conjurar tan pavorosa amenaza.

En suma: es imposible abstraerse de la sensación de frustración que provoca este resultado. Como se dijo una y mil veces, la paz en Colombia es la paz en América Latina. Tremenda responsabilidad le cabe a las FARC-EP ante este deplorable resultado electoral. La sensatez demostrada por la guerrilla en las arduas negociaciones de La Habana deberá ahora pasar por una nueva prueba de fuego. Y es de esperar que la tentación de retomar la lucha armada ante el desaire electoral sea neutralizada por una actitud reflexiva y responsable que, desgraciadamente, no tuvo la ciudadanía colombiana. Las declaraciones del comandante Timoshenko ratificando que ahora las armas de la insurgencia son las palabras permiten albergar una semilla de esperanza. Lo mismo las manifestaciones de la dirigencia del ELN y la alocución del presidente Santos poco después de conocidos los resultados del plebiscito. Ojalá que así sea y que esta guerra de más de medio siglo, que a lo largo de estos años tuvo un costo equivalente a casi la mitad del PBI actual de Colombia; que despojó de sus tierras y desplazó de sus hogares a casi siete millones de campesinos; que produjo 265.000 muertes oficialmente registradas; que victimizó por la vía indirecta a dos millones y medio de menores de edad; que esa pesadilla, en suma, que ha enlutado a la entrañable Colombia pueda hundirse definitivamente en el pasado para abrir esas grandes alamedas evocadas por el heroico presidente Salvador Allende por donde habrán de pasar los hombres y las mujeres de Colombia para construir una sociedad mejor . Ayer se perdió una inmejorable oportunidad para avanzar por el camino de la paz. Habrá otras, sin duda alguna.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=217461

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Doble vara para medir

Por: Boaventura de Sousa Santos

¿Cuál es el significado del acto de rendición judicial detrás del golpe que se ha producido en Brasil? El papel central del sistema judicial brasileño en los equilibrios y desequilibrios del periodo posterior a 1985 debe ser analizado en detalle, ya que puede ayudar a comprender comportamientos posteriores. La operación Lava Jato presenta grandes ambivalencias. Si, por un lado, hizo que grandes empresarios, políticos y contratistas fueran procesados penalmente, rompiendo, de algún modo, con la sensación de impunidad; por otro lado, su gran base de apoyo es el involucramiento de personajes de la izquierda brasileña, sobre todo del PT. Es decir, el gran apoyo social y mediático que recibe la operación Lava Jato se debe a que persigue a la izquierda. Esto resulta evidente cuando comparamos la operación Lava Jato con la operación Satyagraha, que investigó casos de corrupción y blanqueo de capitales que involucraban, principalmente, al banquero Daniel Dantas con las privatizaciones del gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Esta última fue dirigida por el juez Fausto de Sanctis y por el delegado de la Policía Federal Protógenes Queiroz. La reacción del Supremo Tribunal Federal (STF) a esta operación fue muy diferente a la actual: Queiroz fue condenado penalmente y expulsado de la Policía; el juez De Sanctis sufrió la persecución del entonces presidente del STF, Gilmar Mendes, que dirigió un oficio en el Consejo Nacional de Justicia (del que también era presidente) para investigar la conducta del juez. El arresto del banquero Daniel Dantas, que llegó a ser esposado, fue, en el fondo, el origen real del sumario vinculante 11 del STF, que establece: “Solo es lícito el uso de esposas en casos de resistencia y de riesgo fundado de fuga o peligro para la integridad física propia o ajena, por parte del preso o de terceros, justificada la excepcionalidad por escrito, bajo pena de responsabilidad disciplinar, civil y penal del agente o de la autoridad y de la nulidad de la prisión o del acto procesal al que se refiere”.

Tal vez esto baste para concluir que en Brasil el éxito de la justicia criminal contra ricos y poderosos parece estar fuertemente relacionado con la orientación político-partidaria de los investigados. Pero hay más. La nominación del ex presidente Lula como ministro llevó al juez Sérgio Moro a cometer uno de los actos más flagrantemente ilegales de la justicia brasileña contemporánea: permitir la divulgación de un audio entre la presidenta Dilma y el ex presidente Lula cuando ya sabía que él no era competente para el procesamiento. El ministro del STF Teori Zavascki escribió en su despacho: “Fue también precoz y, al menos parcialmente, equivocada la decisión que anticipó juicio de validez de las interceptaciones, obtenidas, en parte importante, sin abrigo judicial, cuando ya había determinación de interrumpir las escuchas”. Esa divulgación dio un nuevo impulso al movimiento a favor del impeachment de la presidenta Dilma. A propósito, el hecho de que la presidenta Dilma haya nominado a Lula como ministro, incluso si la motivación exclusiva fuese la alteración del foro competente para el juzgamiento, no constituye por sí sola una obstrucción de la justicia. En efecto, en la época en que era presidente, Fernando Henrique Cardoso dio status de ministro al entonces Abogado General de la Unión, Gilmar Mendes, con un objetivo semejante. De hecho, a fines del siglo pasado e inicio del siglo XXI, por cuenta de las privatizaciones y el aumento de la carga tributaria, varios jueces federales comenzaron a pronunciar decisiones preventivas (interrumpiendo acciones en curso) y a intervenir en el programa económico neoliberal de Cardoso. El ministro Mendes era entonces Abogado General de la Unión y criticaba fuertemente la postura de los jueces. Hubo varias acciones de improbidad y acciones populares en contra del gobierno de Cardoso y del propio Mendes. Ante el peligro de que Mendes tenga que responder a procesos en primera instancia fue decretada la Medida 2049-22, del 28 de agosto de 2000, que le garantizó un fuero de privilegio y lo preservó. En su artículo 13 dispuso: “Son ministros de Estado los titulares de los ministerios, el jefe de la Casa Civil, el jefe del Gabinete de Seguridad Institucional, el jefe de la Secretaría General y el jefe de la Secretaría de Comunicación de Gobierno de la Presidencia y el Abogado General de la Unión”. En ese momento no hubo ningún tipo de cuestionamiento, ninguna alegación de inconstitucionalidad o “criminalización” del presidente Cardoso por obstrucción de justicia.

La idea de que en la justicia brasileña hay dos pesos y dos medidas parece confirmada y es altamente probable que pronto surjan más pruebas. A título de ejemplo valdrá la pena observar la discrepancia entre el ritmo de la operación Lava Jato centrada en Curitiba y el ritmo de la misma operación centrada en Río de Janeiro, la que investiga a los empresarios ligados más a la derecha, al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), al ex gobernador Sergio Cabral y al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSBD).

Es necesario no perder de vista dos hechos importantes. Por un lado, el sistema judicial continúa teniendo un papel central en la institucionalidad democrática brasileña, sobre todo mientras prevalezca el actual sistema político. Por otro lado, hubo fracturas al interior del sistema judicial y, dependiendo de las circunstancias, estas pueden ser una contribución importante para renovar la credibilidad de la democracia brasileña. En el momento en que el sistema judicial parece apostar a criminalizar a cualquier precio a una personalidad de la talla nacional e internacional del ex presidente Lula, tal vez sea bueno recordar a los jueces que en la época de Cardoso fueron objeto de vigilancia y persecución cuando intervenían con medidas preventivas contra la política económica neoliberal del gobierno. La política económica que viene de ahí no será menos dura y llega poseída por un fuerte impulso revanchista. También la derecha tiene su “¡Nunca Más!”. La mayor incógnita es saber si las condiciones que en el pasado construyeron la credibilidad del STF y dieron verosimilitud a la idea de un sistema judicial relativamente independiente del poder político, desaparecerán para siempre después de esta lamentable trama político-judicial. El letargo del Consejo Nacional de Justicia (CNJ) y del Consejo Nacional del Ministerio Público (CNMP) es verdaderamente preocupante.

Luchas institucionales y extrainstitucionales. Lo más probable es que el acto de ruptura institucional provocado de arriba hacia abajo (de las elites contra las clases populares) tendrá que confrontarse en el futuro con actos de ruptura institucional de abajo hacia arriba (de las clases populares contra las elites). En ese caso, el sistema político funcionará durante algún tiempo con una mezcla inestable de acciones políticas institucionales y extrainstitucionales, dividido entre luchas partidarias y decisiones del Congreso o de los tribunales, por un lado, y acción política directa, protestas en las calles o acciones ilegales contra la propiedad privada o pública, por otro. Estas últimas serán combatidas con elevados niveles de represión y su eficacia es una cuestión abierta.

Con el golpe parlamentario-judicial, el régimen político brasileño ha pasado de ser una democracia de baja intensidad (eran bien conocidos los límites del sistema político y del sistema electoral, en particular, para expresar la voluntad de las mayorías sin manipulación por parte de los medios y del financiamiento de las campañas) a una democracia de bajísima intensidad (mayor distancia entre el sistema político y los ciudadanos, mayor agresividad de los poderes fácticos, menos confianza en la intervención moderadora de los tribunales). Siendo este el régimen político, ¿cuál será la mejor estrategia para que las fuerzas democráticas puedan llevar a cabo luchas políticas que frenen la deriva autoritaria y refuercen la democracia? De las fuerzas democráticas de derecha no es posible esperar una acción vigorosa. Cuando están en el gobierno, las diferentes fuerzas de derecha se unen más de lo que lo hacen las fuerzas de izquierda. La razón es que las fuerzas de derecha tienen el control del gobierno y también el control reforzado del poder económico que siempre ejercen en las sociedades capitalistas. En cambio, cuando las fuerzas de izquierda están en el gobierno, no tienen el control del poder económico. Las fuerzas democráticas de derecha son importantes, pero tenderán a ser relativamente pasivas en la defensa de la democracia aún existente. Por eso, guste o no, es en las fuerzas de izquierda donde reside la defensa activa de la democracia y la lucha por su refuerzo.

 Fuente:http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-310807-2016-10-03.html
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¿La pobreza es rentable?

Por: Fausto Segovia Baus

La pobreza es un concepto que va más allá de lo político, religioso y económico. Tiene resonancias espirituales, éticas e inclusive literarias. La historia de la humanidad es, en cierto modo, el relato sobre los pobres y su ansiada liberación. No hay cultura o civilización que no incluya estas reflexiones, que se han traducido en estructuras políticas, filosóficas y religiosas que dejaron hondas fisuras en diversos escenarios y que todavía subsisten. Desde que tengo uso de razón sentí la pobreza, leí sobre la pobreza, estudié para salir de la pobreza y actué sobre la pobreza, en el entendimiento que la única forma o estrategia para salir de la pobreza era la educación. Mis padres no estaban equivocados. En realidad la pobreza forma parte de la historia de muchos países, comunidades y personas. Pero más tarde entendí que no había una sola pobreza –la económica-, sino otras pobrezas: la pobreza moral, la pobreza política, y la madre de todas las pobrezas –la injusticia, de la mano del egoísmo, la codicia y la insolidaridad-. Y que la pobreza, así concebida y aplicada, no era un destino divino para llegar a los cielos, sino un modelo económico-político creado por los seres humanos con una parafernalia de leyes, normas y sistemas asumidos, inclusive, en nombre de la democracia. • Diversos discursos El título de este ensayo es actual y en forma de pregunta, porque resulta curioso reconocer –en tiempos electorales o no- que se usa y abusa del término para fines diferentes. ¿Por qué sería rentable la pobreza? Para los redentores como Cristo, que fue un líder asertivo, la pobreza tiene en las bienaventuranzas las respuestas más efectivas; para Marx en la organización del proletariado; para Gandhi en la no violencia activa, y para la mayoría de políticos los pobres y la pobreza integran un discurso que se vende bien, gracias a la propaganda, porque es una utopía que sirve para ascender al poder, pero una vez allí los agentes de reproducción del sistema siguen intactos. ¿Qué ha sucedido? El manido cambio se ha convertido en ‘obras’, por acción de un Estado benefactor u ‘ogro filantrópico’, y las obras no han logrado superar las causas de la pobreza. Y el círculo vicioso de la pobreza continúa. La rentabilidad política de la pobreza es evidente. • Objetivos del Milenio Por eso, las Naciones Unidas no se equivocan cuando plantean superar –con el concurso de todos los Estados- la pobreza y sus causas, el calentamiento global, el acceso a la educación de calidad con equidad, la promoción de las mujeres y el respeto de los derechos humanos. Los Objetivos del Milenio van en esa línea, y ya se preparan nuevos desafíos hasta el 2030. ‘La ONU ha descubierto los derechos de propiedad de los pobres’ que serían la base para combatir la exclusión, dice una información internacional de cercana data. Es increíble, pero al parecer ‘un aspecto único e ignorado de los derechos es el vínculo inexorable en la pobreza dominante –en cerca del 60% de la humanidad- y la ausencia de protecciones jurídicas para los pobres’. • Hernando de Soto: el otro sendero Las investigaciones del economista Hernando de Soto, de nacionalidad peruana, –conocido por su obra ‘El otro sendero’- apuntan en esa dirección. La idea básica es lograr el ‘empoderamiento de los pobres’, que consiste en formular políticas en todo el mundo orientadas a crear un sistema de propiedad legal, ‘que determinará que los empresarios individuales y las economías nacionales tengan oportunidades’, en los países en vías de desarrollo. De Soto, en la mencionada obra, probó que un sector importante de la economía en los países del Tercer Mundo es informal, y que no por ser informal el movimiento de los recursos se lo puede desestimar; al contrario, según el investigador, las economías informales ‘mueven’ valores y transacciones por montos que superan el setenta por ciento de la población. El contexto de esta propuesta es el drama de millones de personas integradas a economías informales, subterráneas, sin relación de dependencia –algunos la llaman ‘ilegales’- pero que representan, en la práctica, millones de dólares en giro, y que en su conjunto, pesan sobre las economías nacionales. En la práctica el proyecto ideado por Hernando de Soto significó la legalización en Perú de 300 empresas, que antes operaban en la informalidad (léase, clandestinidad), es decir, ‘fuera de los libros’ de contabilidad. Los resultados han sido sorprendentes en Perú. Los dirigentes políticos se dieron cuenta que estas reformas movilizaron a medio millón de trabajadores, al pasar de la economía subterránea a la economía legal. Se generó más empleo, más oportunidades de producción, y más ingresos tanto para los trabajadores como para el Estado, por más de 300 millones de dólares anuales. Con estos resultados en tierras peruanas De Soto fue contratado por Egipto, para que dirigiera los derechos de propiedad del programa de reforma económica. Y siguieron otros países: Honduras, Tanzania, Haití y otros. La ONU creó una comisión de alto nivel que preside Hernando de Soto y Madeleine Albrigth, ex secretaria de Estado con un objetivo concreto: establecer el vínculo inexorable entre la pobreza dominante y la ausencia de protecciones jurídicas para los pobres. • Yunus: no más caridad, sino oportunidades ‘El tema de fondo pasa necesaria e ineludiblemente por la creación de condiciones y oportunidades’, según Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz, quien estuvo entre nosotros hace algún tiempo. Los pobres no deben recibir bonos, donaciones –decía Yunus-. Eso crea dependencia y no va a las raíces del problema. Los pobres necesitan oportunidades. Y una de esas oportunidades es el Banco del Micro crédito, dirigido especialmente a las mujeres. Estas reflexiones pueden servir para aclarar el tema de la pobreza, y que los discursos y sobre todo las acciones de los dirigentes políticos y sociales se orienten en la dirección correcta.

Fuente:http://www.elcomercio.com/blogs/la-silla-vacia/pobreza-rentable-sillavacia-faustosegovia.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com

Imagen: notenemossitio.files.wordpress.com/2010/08/crisis-y-pobreza-p-blog2.jpg
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“Las élites se toman muy en serio algo aparentemente tan divertido y banal como la cultura popular”

24 Septiembre 2016/Autor: Salvador López Arnal/Fuente: Rebelión

Entrevista a Jon E. Illescas sobre «La dictadura del videoclip. Industria musical y sueños prefabricados» (y III)

Las últimas preguntas, he abusado demasiado. ¿Qué tienen que ver Obama, Cameron o el Pentágono con todo esto? ¿Al Pentágono le gustan los videoclips?

A la oligarquía y sus mandarines les importa todo aquello que tenga poder social. Y el videoclip tiene mucho poder entre los jóvenes pues es la mercancía cultural, de lejos, más consumida por ellos. No tiene ese poder o prácticamente ninguno contigo ni conmigo Salvador, pero sí con los jóvenes (15 a 24 años) e incluso antes, en una fase de máxima influencia que va de los 13 a los 18 años.

Obama y Cameron deben llevarse bien con las estrellas del pop porque son mucho más populares para conquistar electoralmente a los jóvenes que ellos mismos, para fidelizarlos a su marca electoral y de este modo continuar con la reproducción de la hegemonía burguesa en todas las edades.

-Dedicas un capítulo a John Lennon. ¿Qué representa para ti su música y su figura?

-No es un capítulo sino un epígrafe de un capitulo. No soy un estudioso ni un experto musical de los Beatles ni de John Lennon así que no me atrevería a pronunciarme. Es evidente que pese a que contaron con el apoyo de grandes capitales de la industria eran jóvenes con talento. Su repercusión en el mundo del pop y en la iconosfera-mundo está fuera de toda duda aunque la mayoría de los jóvenes consumidores de videoclips actuales no saben quiénes son. La figura pública de Lennon, en cambio, cuando se fue paulatinamente a la izquierda y comenzó a comprometerse con diversas causas progresistas fue interesante porque marcó los límites a los que podía llegar una estrella en el marco del capitalismo de finales de los sesenta y principio de los setenta. Esto es algo que la propia Yoko Ono advirtió lucidamente y que recojo en el libro.

-¿A qué llamas sexocracia? ¿No estarás haciendo un llamamiento al “puritanismo bien entendido”?

-Para nada Salvador. Para mí el sexo es fuente de inspiración artística, sólo tienes que ver mi producción pictórica para darte cuenta. El problema es el modo en que se trata en el videoclip, una forma en la que todo vale para llamar la atención. Un modo degradante y cosificador que a veces es sexista, machista e incluso violentamente misógino. Y esto, cuando el público es tan joven, es peligroso. Y utilizo la palabra “peligroso” con toda la fuerza que tiene adrede. Es peligroso y preocupante para la salud y la virtud pública. Sobre todo cuando “se supone” que todos estamos preocupados por la violencia interpersonal entre los jóvenes, hombres y mujeres, etc. ¿No es degradante y peligroso para las mujeres que uno de los artistas más importantes del momento haga un videoclip advirtiendo a los chicos adolescentes que no se fíen de las mujeres porque son unas “putas” mientras las bailarinas sonríen encantadas, ligeras de ropa, a los insultos de la “estrella”?

-¿Es posible una industria cultural contrahegemónica? ¿Con qué medios? ¿Quiénes podrían abonarla?

-Esta pregunta requiere una respuesta larga y ni siquiera estoy seguro de que sea lo suficientemente extensa la que plasmé en el libro así que aquí sólo podré ofrecerte un resumen que para quien esté interesado deberá ser complementado con la lectura de la obra. Y no es publicidad para que “me compren” un ejemplar, que el público lo lea de un amigo o en una biblioteca si lo desea, es la realidad. Pero vamos a intentarlo.

-Inténtalo por favor

-¿Es posible una industria contrahegemónica? Sí, con los mismos medios contrahegemónicos que tenemos desperdigados unificándolos bajo una empresa cooperativa multinacional con un programa de mínimos bien organizado donde las diferencias no sean un problema sino un enriquecimiento. Todos esos esfuerzos unificados producirían sinergias mucho más ilusionantes y poderosas en la población entre otras cosas por las facilidades de la economía de escala y la mayor presencia en el tejido social. Ayudaría el hecho de que la gestionara o estuviera íntimamente asociada a una nueva internacional obrera con un proyecto socialista internacional. ¿Respecto a la financiación? La de sus abonados y quien quisiera sufragarla pero con un método de gestión democrática en que cada afiliado (socio cooperativista de producción y/o de consumo en realidad) contara un voto sin importar la cuantía de su aportación. Como digo en el libro es absolutamente imposible luchar contra películas, programas de TV, música y videoclips dominantes consumidos por cientos, cuando no miles de millones de jóvenes, con artículos o libros leídos, en el mejor de los casos, por miles de personas. Sujetos marginales que, además, ya están previamente convencidos y pese a ello siguen expuestos al flujo de la cultura dominante o lo que es lo mismo: la cultura burguesa.

¿Cómo quieres que la gente vote socialista (y no me refiero al PSOE) cuando la cultura financiada por el capital les rocía las mentes en una relación de un millón frente a uno? ¿Has visto el porcentaje de jóvenes en las organizaciones políticas contrahegemónicas? Compáralos con su tasa de paro. Por favor, seamos serios. Es un tema impostergable. Necesitamos unidad para construir una cultura contrahegemónica. La cultura de izquierdas se hunde en la mayoría de las regiones del mundo porque entre otras cosas, no hemos entendido nada de esto. Las campañas políticas no duran 15 días en nuestras modernas sociedades capitalistas sino los 365 días del año y la propaganda omnipresente y seductora es la suya, no la nuestra. ¿Lo cambiamos o seguimos dándonos golpes de pecho cuando la clase obrera vote elección tras elección a los mismos que la explotan en la economía, la ningunean desde la política y la dominan desde la cultura?

-Hablas de los 100 videoclips contrahegemónicos en un anexo del libro ¿Qué videoclips son esos? ¿Qué artistas, qué colectivos los promueven? ¿Por qué nadie o casi nadie los conocemos? Los que no sabemos de su existencia, ¿vivimos en Marte?

-Son videoclips que desde un punto de vista cultural, ideológico o de ambos, reman a contracorriente de la cultura y la ideología promovidas por el gran capital. En general son artistas menos conocidos que pueden o no estar en grandes discográficas, pues si lo están son infrapromocionados con respecto a los otros. En bastantes casos se encuentran en compañías independientes o bajo criterios de autoproducción. En realidad, es justo lo contrario: están más cerca del Planeta Rojo aquellos que los conocen que la inmensa mayoría que no.

-¿Canciones censuradas, afirmas, por Clear Channel? ¿Por qué esa censura?

-Porque “algunos” entendieron desde las altas esferas que tras el atentado del 11S, en los días inmediatamente posteriores, radiar ciertas canciones podría tener inesperados y problemáticas consecuencias entre la población estadounidense. Observa lo en serio que las élites se toman algo aparentemente tan divertido y banal como la cultura popular. Algunas canciones fueron desterradas por sus letras críticas contra el capitalismo o el gobierno, otras por sus alusiones emocionales o a palabras que se pudieran relacionar con los atentados. Se trató de la ingeniera social de siempre que practican las élites del poder con la cultura de masas y que, a diferencia de la izquierda, se toman tan en serio. Lo curioso fue que muchos artistas que censuraron tras el 11S desaparecieron de Clear Channel (ahora rebautizada como iHeart Radio) no sólo los días posteriores a los atentados, sino hasta el presente. ¿La razón? ¿La guerra contra el “terrorismo” no ha acabado verdad? El miedo y la paranoia deben continuar sin partituras que desentonen su consabida melodía de guerras imperialistas disfrazadas de “intervenciones humanitarias”.

-Entre muchos otros nombres, el de Shakira, la señora de Piqué, no queda muy bien parada en tu libro. ¿Le tienes manía a la “estrella colombiana”, muy amiga según parece de Obama y Santos? ¿No te gusta cómo canta o es distancia hablando ideológicamente?

-¿Crees que no queda bien parada? Bueno, en realidad lo único que hago en el libro es contar lo que ella misma manifiesta públicamente en diversos lugares como su propia cuenta de YouTube, pero no suele aparecer en los medios de masas. Simplemente unifico y doy un poco de sentido a retazos que están allí y allá en la inmensidad del flujo de información pero que no interesa que sea conocido por el público mayoritario, pues quizás empañaría su imagen de simpática cantante preocupada por los más pobres. Shakira simplemente es, partiendo de Gramsci, una intelectual orgánica de la clase burguesa y una reconocida militante del filantrocapitalismo con conexiones con muchos de los hombres más poderosos del mundo, desde la oligarquía política a la económica mundial. Desde Obama o Santos a Carlos Slim. ¿No está mal para una cantante colombiana afincada en Barcelona verdad?

-¿Quieres añadir algo más?

-Sí. Me gustaría animar a los lectores a hacerse con mi libro: que lo compren, lo cojan prestado de una biblioteca o lo compartan con los amigos, pero que lo lean crítica y reflexivamente. ¿Sabes por qué? No sólo porque es necesario que comencemos a debatir estas cuestiones desde la izquierda con urgencia sino porque es casi un milagro que este libro exista, con todos los errores y/o carencias que seguro tendrá. Pero la existencia de esta obra es uno de esos fallos del sistema que hay que aprovechar.

No sabes la serie de afortunados y accidentados pasos que tuvieron que darse para que alguien como yo pudiera dedicar siete años de su vida a hacer un análisis netamente marxista de un fenómeno de masas como la industria del pop y el videoclip. Estuve a punto de perder el trabajo en la universidad como becario de investigación por emplear la perspectiva marxista. Si no hubiera sido por el trabajo remunerado durante cuatro años y el apoyo de profesores como Juan Antonio Ríos Carratalá, Ángeles Diez Rodríguez o María Teresa Molares ni la investigación hubiera podido ser lo profunda que fue ni, desde luego, este libro habría salido al mercado nunca. Además, y lo quiero dejar claro, que esta obra haya salido con el excelente formato y la fuerza con la que lo ha hecho ha sido posible gracias al trabajo de un editor tan comprometido e imprescindible en nuestro país como Miguel Riera.

Otra de las cuestiones por las que considero interesante su lectura es por la propuesta inédita que realizo del concepto de “renta del cuerpo” para explicar, desde la perspectiva del valor-trabajo de Marx, porqué las estrellas de la industria cultural son tan ricas. Esto no sólo incluye cantantes sino ases del deporte, estrellas del cine, presentadores de TV o esa extraña y polimorfa especie conocida bajo el nombre de “famosos”. Además, el libro tiene ilustraciones inéditas de un artista de la talla de Miguel Brieva y el tono con el que está escrito intenta ser entretenido a la par que científicamente riguroso y teóricamente profundo. Todo un reto o una locura, según se mire… Animo a que los lectores me digan si lo he conseguido y me escriban para debatir los temas tratados que seguro no dejarán indiferente a nadie.

-Yo soy uno de esos lectores. Lo has conseguido sin duda. Y tienes razón: los temas tratados no dejan o no deben dejar indiferente a nadie.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216685&titular=%93las-%E9lites-se-toman-muy-en-serio-algo-aparentemente-tan-divertido-y-banal-como-la-

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La afrenta de Peña Nieto a México y Latinoamérica

Por: Ilka Oliva Corado 

Cuando el candidato a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump por el partido Republicano se refirió a México con insultos, el primero en alzar la voz fue el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro: “Yo como presidente de Venezuela de Bolívar y Chávez alzo mi voz en defensa del pueblo de México, ofendido por este pelucón. Qué indignación. Quien se mete con México se mete con Venezuela. Repudio total las declaraciones de este bandido y ladrón.”

En ningún momento lo hizo Peña Nieto y ninguno de los presidentes del triángulo norte de Centroamérica. Y eso que era a ellos a quienes les concernía, pero no; lo hizo Maduro, desde el Sur del continente. Ninguno de ellos tampoco jamás se pronunció cuando Obama firmó la Acción Ejecutiva contra Venezuela, o cuando Clinton y Biden pidieron de emergencia una invasión militar estadounidense en el país venezolano. Lo digo, para reseñar la diferencia entre la sangre roja, hirviente y el chilate ralo que se toman los coches.

Cuando Trump dijo mexicanos, se refirió a toda Latinoamérica. El insulto y las calumnias fueron para todos los latinos que vivimos y trabajamos en este país, con y sin documentos. Por esa razón Maduro que entiende perfectamente el concepto de Patria Grande, de hermandad y solidaridad se pronunció inmediatamente. No lo hizo República Dominicana que tiene llena a Nueva York de dominicanos indocumentados, no lo hizo Guatemala, ni El Salvador y mucho menos Honduras que son como México: la mano de obra más barata y más explotada que existe en Estados Unidos. No lo hizo Colombia que tiene llena Miami de colombianos. Lo hizo Maduro, en nombre de la dignidad del pueblo mexicano y de toda Latinoamérica. ¿Será porque Maduro y los pocos gobiernos progresistas no fueron colocados en el puesto por las embajadas de Estados Unidos en la región?

No sorprende que Peña Nieto se mantuviera al margen y no por desentendido sino por cobarde y afín. Tampoco sorprende que el día miércoles 31 de agosto mientras 61 atracadores corruptos votaban para destituir a Dilma como presidenta de Brasil, Peña Nieto recibiera en Los Pinos a Trump y no solo sino que también se mostrara sumiso y pusilánime ante un personaje catastrófico como lo es el candidato republicano.

No tan distinto a Obama que con su doble moral y con oratoria actoral, se va con tres Golpes en Latinoamérica, la militarización de México y del triángulo norte de Centroamérica y las manos manchadas de sangre con miles de migrantes asesinados, torturados y desaparecidos a consecuencia; y de miles de migrantes deportados, eso por mencionar algo.

Peña Nieto no debió recibirlo y mucho menos que la invitación la hiciera el gobierno de México. Esa acción no solo humilla al pueblo mexicano, también muestra con claridad lo apocado y ruin de un personaje que trabaja obediente a las órdenes de la cúpula empresarial y de Estados Unidos.

¿Y por qué guardan silencio México, Guatemala, El Salvador y Honduras, en específico? Porque hablando de migraciones forzadas, aceptaron militarizar la región, con la aprobación del Plan Frontera Sur y Maya-Chortí que propuso Estados Unidos. Que Trump ahora hable de un muro es agua pasada, que no nos digan que están descubriendo el agua azucarada; el muro ya está, y va desde Honduras hasta el Río Bravo, militarizado por Estados Unidos, y lo hizo Obama y lo están pagando con sus vidas miles de inmigrantes indocumentados.

Porque ha raíz del Plan Frontera Sur y Maya-Chortí han desaparecido miles de indocumentados en tránsito, lo que viene siendo una especie de limpieza social que va desde Honduras hasta México, con el pretexto de luchar contra el tráfico de armas, de indocumentados y de droga. En la frontera entre México y Estados Unidos esta matanza corre a cuenta de la Patrulla Fronteriza. Lo que sucede con los migrantes en tránsito que viajan hacia Estados Unidos es un genocidio, con todas sus letras.

Porque aceptaron echar a andar el Plan de la Alianza para la Prosperidad, y Estados Unidos ha dado 750 millones de dólares a Guatemala, El Salvador y Honduras, y abonado 500 millones más. Y ni hablar del Plan Mérida o Plan México.

Mucho es pedirle a Peña Nieto integridad y respaldo moral a su pueblo, ante los insultos y la farsa, cuando somos testigos de lo que ha hecho siguiendo a sus antecesores; es la continuidad del gobierno de Felipe Calderón: quien inició una supuesta guerra contra el narcotráfico, apoyada por Estados Unidos, que solo ha servido para reprimir al pueblo mexicano y avalar así cada tortura, cada asesinato y cada desaparición. Han sido miles de niñas, adolescentes y mujeres ultrajadas por policías y militares, con el pretexto que trabajan para los carteles de droga o la trata de personas.

Vemos que lo ha convertido en una fosa inmensa, ríos de sangre por doquier, desapariciones forzadas, masacres, torturas y el genocidio latente que se lleva cientos de vidas diariamente. Pedirle a Peña Nieto que se pronuncie en defensa de su pueblo es como pedirle la renuncia al cargo. ¿Qué dice la OEA de todo lo que acontece en México en materia de Derechos Humanos? ¿Qué dice Estados Unidos? No dicen nada porque uno hace y el otro solapa.

Peña Nieto no tiene moral para defender a su pueblo de acusaciones extranjeras porque él mismo es peón de la injerencia estadounidense en el país, gobierna para Estados Unidos y la oligarquía mexicana. Para los consorcios de empresas transnacionales. Si hablamos de ecocidios, de minerías, de robo de tierras; de muertes, desapariciones y torturas a defensores del medio ambiente y de Derechos Humanos; el gobierno mexicano tiene una larga cuenta pendiente con la justicia. Y ni tocar el tema de abusos sexuales a niñas, niños, adolescentes y mujeres. Ni hablar de feminicidios.

No necesita tanta explicación la afrenta de Peña Nieto a México y a Latinoamérica, invitando y recibiendo en casa mexicana a Trump, con esto sirviendo de alfombra organizando un acto protocolario para su carrera presidencial. Común entre seres de la misma calaña.

Pero no desviemos tanto la atención en el tema Trump y Peña Nieto, porque la visita fue estratégica, lo que realmente es preocupante es el cuarto informe de gobierno y la farsa que ahí se detalla. El pueblo mexicano clama por justicia. ¿Cuántas personas fueron torturadas, asesinadas y desaparecidas durante esa visita? ¿Cuántas niñas, niños, adolescentes y mujeres fueron violados? ¿Cuántos feminicidios? ¿Cuántos migraron hacia Estados Unidos, forzadamente, transitando las fronteras de la muerte? ¿Cuántos murieron en la miseria de la pobreza extrema y la hambruna? ¿Y hoy, en este momento, qué está sucediendo en ese México del que no nos hablan los medios de comunicación monopolizados? Guardar silencio ante el genocidio que está viviendo el pueblo mexicano en manos del gobierno de Peña Nieto es inhumano, nos convierte a todos es cómplices.

La afrenta de Peña Nieto no es haber recibido a Trump en tierra mexicana, es gobernar para Estados Unidos y las oligarquías nacionales e internacionales; sacrificando a su gente, dejando lo más por lo menos. Así de ruin. Es una afrenta a México, a Latinoamérica y a la humanidad.

Fuente: https://cronicasdeunainquilina.com/2016/09/02/la-afrenta-de-pena-nieto-a-mexico-y-latinoamerica/

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