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La justa demanda de igualdad de género

Por: Carmen R. Ponce Melendez

Para la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal) la igualdad es un imperativo que posibilita el desarrollo integral de la sociedad y la pone en el centro del debate. Concibe la igualdad en varias dimensiones:

La igualdad de derechos y la igualdad de medios; la de capacidades, el reconocimiento recíproco y la igualdad de género, como un punto esencial en el imperativo de la igualdad.

Uno de los muchos obstáculos que conlleva la igualdad de género es la posibilidad de una autonomía económica, en gran medida limitada por la capacidad de las mujeres de generar ingresos propios.

En México el porcentaje de mujeres sin ingresos propios alcanza 30.1 puntos porcentuales, en sus pares varones apenas es del 7.5. Sin duda un factor de desigualdad.

Pero México no es la excepción, esta situación se repite –con sus variantes- en los demás países latinoamericanos y del Caribe. En general la brecha de ingresos propios en América Latina es de 31.1 versus 11.4, con efectos importantes en las demás brechas de género.

De acuerdo al documento: “EL IMPERATIVO DE LA IGUALDAD. Por un desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe”, de Alicia Bárcena y Antonio Prado.

Tanto el enfoque de género como en particular el feminismo contribuyeron al impulso de la autonomía con reconocimiento recíproco y enfatizaron no sólo los procesos de adquisición y desarrollo de aquella sino también las circunstancias de opresión y dominación manifiestas en las relaciones sociales encarnadas en las instituciones y en los vínculos intrafamiliares. El pensamiento feminista articuló indisolublemente las nociones de igualdad y libertad, de distribución y reconocimiento, como principios y objetos del desarrollo; de esta manera, mostró que la igual- dad sólo puede ser ejercida con autonomía, es decir, si las decisiones, las capacidades y el desarrollo personal no dependen de otros.

Además, el feminismo aporta una visión crítica a la noción individualista de autonomía y concibe dicha autonomía en su carácter relacional.

En primer lugar, la igualdad de medios y la igualdad de oportunidades resultan insuficientes desde una perspectiva de género. Una política de igualdad de oportunidades no puede omitir las diferentes condiciones iniciales entre mujeres y hombres en cuanto a socialización, la historia de acumulación masculina del poder, el mantenimiento de la división sexual del trabajo ni los patrones socioculturales discriminatorios.

No es, pues, sólo cuestión de garantizar la igualdad en accesos básicos (por ejemplo, la educación), pues las desigualdades de género están enquistadas en relaciones de poder desde el ámbito de la política hasta el doméstico. Además, las relaciones de género conspiran contra la igualdad a lo largo de todo el ciclo vital y las disparidades por motivo de género están internalizadas en múltiples mecanismos de reproducción cultural; de allí la importancia de plantearse la autonomía con reconocimiento y la igualdad de derechos.

En segundo lugar, las demandas de género plantean la necesidad de revertir desigualdades seculares mediante tratos diferenciales de acción positiva. Paradójicamente, la igualdad requiere fórmulas de desigualdad normativa a fin de eliminar las consecuencias desfavorables que derivan de las diferencias de hecho.

En tercer lugar, la perspectiva de género obliga a reformular el alcance de la ciudadanía en la relación entre lo público y lo privado. La igual- dad de derechos no sólo atañe a la esfera pública o de la sociabilidad extendida, como reza la concepción predominante, pues en el ámbito privado –y sobre todo, en el doméstico– se dan relaciones entre actores cuyo poder es, a las claras, asimétrico en desmedro de las mujeres.

Un aspecto en que la desigual relación de poder entre hombres y mujeres pone en tensión esta dicotomía entre lo público y lo privado es el de la violencia contra las mujeres.

Esta constituye la expresión extrema de la discriminación contra ellas y de su falta de autonomía –no sólo de autonomía física, sino también de la económica y en la toma de decisiones–; por ende, la violencia contra las mujeres no puede analizarse ni enfrentarse de manera aislada, sino vinculada a los factores de desigualdades económica, social y cultural que operan en las relaciones de poder entre hombres y mujeres, los que tienen su correlato en la desigualdad de recursos en el ámbito privado y en la esfera pública y están en directa relación con la desigual distribución del trabajo, en especial el trabajo doméstico no remunerado.

En las demandas de género se puso de relieve otra dimensión de la desigualdad: la desigualdad en la disponibilidad de tiempo entre hombres y mujeres, lo que, sin duda, redunda en desigualdad para un adecuado desarrollo de medios y capacidades.

En síntesis, en México existe una enorme brecha económica que representa una fuerte carga para las mujeres, pero también para toda la sociedad en su conjunto y que obstaculiza el desarrollo sustentable. Por eso el imperativo de la igualdad.

Fuente: http://www.cimacnoticias.com.mx/node/73322

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Cómo se las ingenia el capitalismo para hacer invisibles los horrores que están a la vista

Por: Fernando Buen Abad

A pesar de que la Industria de la Guerra campea impúdica e impune por todo el planeta, ninguna de las corrientes y definiciones “al uso” de la Ética ocupa las “primeras planas” de la prensa. Salvo episodios de conveniencia comercial, para temas mayormente intrascendentes, la Ética y sus comités son materia de olvido sistemático. Eso expresa con toda claridad qué realmente le interesa a la ideología de la clase dominante enemiga acérrima de la vida, del planeta, de la honestidad y de la verdad. Arte paradojal de licuar valores sociales con silencio propagandista. Y lo pasan por la tele.

Urge esclarecer los innumerables problemas que la Industria de la Guerra que nos ha impuesto. Urge la crítica sobre los valores belicistas y su violencia como praxis hegemónica global. Y también urge un mundo en Paz y con Ética nueva como ciencia indispensable para el análisis científico del conjunto de las relaciones sociales, sus penurias, sus contradicciones y sus planes de salida del Capitalismo. Ciencia Ética con rigor teórico, creatividad y búsqueda de nuevos horizontes pero con fidelidad a lo mejor del espíritu de los clásicos, de la Ética emancipadora que debe servir a la humanidad frente a las aberraciones macabras de la Industria de la Guerra en “tiempo real”.

No vamos a enloquecer a pesar de lo irracional de la “modernidad” maquillada con desarrollo tecno-científico mercantil insaciable; anárquico, inequitativo, anti-democrático, gobernado por la mediática monopólica, el secuestro de la economía, la privatización y transnacionalización de los monopolios productivos. El desempleo descarnado, la esclavitud y la humillación de millones de personas sometidas a los caprichos del mercado, a las aberraciones de la propiedad privada y a la acumulación del capital, mundialmente.

La Ética hoy, que no es “noticia”, es una necesidad prioritaria contra las matazones de un negocio apocalíptico. Vivimos una época urgida de libertad, igualdad y fraternidad contra la irracionalidad del negocio de la Guerra. La Ética no es “cabecera” de los diarios como vía para la realización de un nuevo paradigma de relaciones sociales. No es noticia la Ética dirigida a emancipar toda la vida intelectual desde la esfera de las ciencias –también- para nutrirse con esperanzas y credibilidad nueva producto de su propia praxis bajo el conjunto de condiciones concretas que se desarrollan en el período histórico actual.

Es que el desafío de la Ética contra la lógica del mercado bélico no es la negación de las relaciones económicas sino su control socializado con justicia social y contra la versión burguesa que no toma en cuenta el desarrollo armónico de las naciones ni le importa la pobreza extrema que hoy existe por la explotación feroz y el secuestro de la plusvalía cada día más cínico e impune. La Industria de la Guerra (perogrulladas aparte) no conduce sino al colapso de la vida toda. Es una industria que todo lo convierte en mercancía destructiva para derrotar, también, a los valores en sus condiciones actuales de existencia y demoler lo racional para manipular en clave alienante todas las potencialidades humanas. No es ocioso exigir los aportes de la Ética para crear un mundo nuevo, el mundo de lo social y de la dignidad humana, lo mismo individual que colectiva. La reivindicación de la Ética es un clamor humano, que exige su realización política para la comprensión crítica y la superación de la sociedad capitalista sus procesos políticos, económicos y morales. Ética en defensa de la Humanidad.

Siendo como es la Industria de la Guerra, la actividad económica más fuerte del planeta y que no sólo implica la fabricación de armas sino el desarrollo de especialidades médicas, textiles, químicas, físicas… la Ética que necesitamos es la del espíritu crítico para defender el derecho a discrepar de la muerte impuesta, para asegúranos valores en la participación y en la socialización en nuevas vías revolucionarias hasta devolvernos el derecho al desarrollo de la creatividad y forjar una nueva sociedad. Ya que la Ética se ha quedado con “poco público” en los mass mediadominantes, una tarea urgente es lograr que el trabajo humano recobre su verdadero sentido humano y que la Ética sea el medio de satisfacer una alta necesidad de dirección revolucionaria y no un simple medio de juicios individualistas, relativistas y universalistas.

Hoy más que nunca el papel de la Ética es rejuvenecerse como herramienta social, como forma de la praxis transformadora del mundo y contribuya a elevar la conciencia de la realidad para ser útil en la construcción de una nueva sociedad. Muchas verdades burguesas se han venido a tierra, cientos de dispositivos ideológicos de clase no han resistido el contraste con la realidad y algunas esperanzas oligarcas se hayan desvanecido bajo el soplete de la lucha de clases. No obstante el negocio de la Guerra sigue intacto. Reclamemos con insistencia una Ética para la supervivencia de la humanidad.

Nos urge una Ética como herramienta de análisis científico que no sea a-política, que no sea indiferente al conflicto histórico entre las clases sociales y que no sea sólo para la contemplación. Ética con carácter histórico para responder a las necesidades concretas en expresión normativa y dialéctica, que entrañe la crítica al capitalismo y resalte los valores de comportamiento práctico para convertir en transformación real la lucha. Ética imbricada con la praxis para la crítica de lo existente, concretamente del capitalismo, y crítica de todos los males sociales engendrados por él. Ética para la acción directa en lo “deseable, lo posible y lo realizable”. Sánchez Vázquez dixit.

Es verdad que la Ética por sí misma no garantiza que la transformación del mundo se cumpla, pero ese es su reto si pretende ser Ética nueva como programa humanista que no quede en ilusión, imposible de realizar, en una entelequia o en un fracaso. Ética para los actos organizados y efectivos que se dirijan a la práctica y, en particular, para resolver la crisis de dirección revolucionaria que es determinante hasta hoy.

Contra toda ética camaleónico-reformista de fuente subjetivista, consumista o individualista… contra los antivalores de la esclavitud de cuerpos y conciencias, contra el inmediatismo relativista, contra el empirismo y contra el criticismo… la Ética para la emancipación es más necesaria que nunca porque el capitalismo, en su expresión como Industria de la Guerra, no hace más que empeorarlo todo incesantemente. El capitalismo no es eterno por eso la perspectiva de una Ética renovada “necesaria, deseable y posible” es cada día más una urgencia para el presente. No podemos seguir esperando, estamos bajo la metralla y bajo los bombardeos que son letales y que son un gran negocio burgués. Hay que hacer visible lo que no se aunque esté a la vista.

Fuente: http://universidaddelafilosofia.blogspot.com/

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“El regreso del joven príncipe”: literatura para meritócratas, resilientes y resignados

Por: Ana Belinco

De la mano de Alejandro Roemmers y Esteban Bullrich, la meritocarcia macrista se hizo presente en las escuelas porteñas en formato novela de autoayuda dirigida a estudiantes de séptimo grado.

No se explicita nada novedoso al sostener que todo proyecto político tiene a su vez un proyecto económico definido para el cual se necesita construir, formar, delinear subjetividades que se adapten a los márgenes establecidos por el grupo dominante de turno.

La concepción del ciudadano meritocrático, resiliente y resignado acorde al modelo económico, político y social macrista ya se venía vislumbrando, a paso lento pero firme, desde los primeros tiempos de nuestro actual presidente como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Retomando las visiones elitistas y liberales de fines del SXIX, el Pro convirtió a Sarmiento en canto obligado para todos los actos escolares y en línea interpretativa para sus propios lineamientos pedagógicos.
En este sentido, durante el año 2013, en el marco del Programa Leer para crecer, vigente desde el año 2003, el gobierno del PRO envío, para ser leído y entregado a todos los estudiantes de séptimo grado de la ciudad, el libro ¨El regreso del joven príncipe¨ del autor A.G Roemmers publicado por la editorial Emecé.

La novela en cuestión intenta constituirse en continuación de ¨El Principito¨ de Antoine de Saint-Exupéry. El autor de la pretendida saga es uno de los dueños del reconocido laboratorio e integrante de la familia con la cual Mauricio Macri mantiene una estrecha relación afectiva. Esto último queda demostrado ya que, la familia del presidente, pasó sus últimas vacaciones en la propiedad de Villa La Angostura de los Roemmers.

El regreso de un joven príncipe neoliberal

Que el gobierno de la ciudad haya seleccionado dicha obra no es sorprendente dada su profunda orientación neoliberal, pero sí es muy cuestionable por variadas razones, entre ellas se destacan que no es apropiado para la edad de los niños a los que fue asignado y que viola el carácter laico de la escuela pública ya que reiteradamente refiere a Dios como el principio y el final de todo lo creado.
Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en el capítulo XIV -página 78-, “Quiero decir que el hombre ha sido creado por Dios como un ser espiritual, con una chispa de libre albedrío (…) él es lo que es, su propio principio y su propio fin, y por consiguiente el principio y el fin de todo lo que existe”. Cabe destacar que este es un extracto, entre muchos otros que aparecen en el libro, que hacen a esta cuestión infringiendo la constitución porteña sobre el carácter laico de la escuela pública argentina.

Además, no respeta los lineamientos del diseño curricular para el área de Cs. Sociales que dice en su enfoque para la enseñanza que, “a través de su enseñanza, se espera que los alumnos conozcan la complejidad del mundo social, la existencia de identidades compartidas y diversas, y que construyan una visión crítica teniendo en cuenta las posibilidades de transformación de la sociedad”. La falta de adecuación a dicho documento queda evidenciada a lo largo de la obra ya que el texto reproduce y naturaliza la ideología estilo Ravi Shankar del “si sucede conviene”.

Dicho pensamiento filosófico-ideológico es llevado a los niños de la escuela pública a través de un libro de autoayuda con una visión empresarial que busca ciudadanos individualistas, competitivos, sumisos y resignados que no cuestionen ni busquen transformar su realidad. En el capítulo IV -página 30- el empresario devenido escritor lo expresa sin tapujos, “todos aquellos que luchan contra los malos vecinos y familiares, contra la injusticia de sus jefes, contra la sociedad (…) tengan o no razón, están luchando contra sí mismos…aquel que está en conflicto con su ambiente está condenado a la derrota (…) La mayor parte del sufrimiento humano deriva de la resistencia a las circunstancias que nos rodean (…) El hombre sabio está en armonía con todo lo que existe. Contempla la realidad y se da cuenta de que todo cuanto existe, le guste o no, es como debe ser. Sabe además que antes de mejorar algo en el mundo, hay mucho que mejorar dentro de uno mismo”. Así también encontramos otros ejemplos en el capítulo V -página 34- “sea cual fuere tu suerte, deberías estar agradecido a la vida que te da esta oportunidad de evolucionar” o en el XV -página 85- “luego están otras personas…que, cuando se enfrenta a la realidad, incapaz de renunciar a sus ideales…tratan de protegerlos tanto que terminan construyendo un muro a su alrededor”.

Instando a la resignación, a la resiliencia, es decir, el hacerse fuerte y tolerante a las circunstancias adversas de la vida, no se busca más que formar cuerpos y almas funcionales al estado de situación actual que es presentado como el único posible. Si sos Roemmers o Macri seguro que la vida que tuviste te convino, pero es altamente violento decirle si sucede conviene o no te rebeles contra tu situación contextual a un pibe o piba que pasa hambre, frío, que es golpeado o abusado.

Como si fuera poco, literariamente deja mucho que desear. El autor se define a sí mismo como un escritor poco convencional que no asiste a bibliotecas, sino que sólo lee libros que le regalan, aspecto que se nota ampliamente en su paupérrima prosa. Ante semejante auto-descripción, se impone la sospecha de que la mentada amistad del Presidente Macri con la familia Roemmers haya influido en la elección de la novela como parte de un negocio entre amigos del poder porque, como ya se señaló, no es un texto que fuera a enriquecer el acervo cultural o léxico de los estudiantes.

La herencia sarmientina

Sarmiento, padre del aula argentina, le asignó esta tarea formadora de subjetividades a la escuela y sus docentes desde el inicio de la formación del Estado Nacional argentino. El gaucho y el extranjero debían ser formados, por el sistema educativo, en el espíritu nacional dejando de lado sus costumbres, ya que éstas, para la generación de Sarmiento y la posterior generación del 80 que heredaría sus concepciones, impedían el progreso de la nación atascándolo con la vagancia y la barbarie. La sangre era lo único que tenían de humano los gauchos animalizados por Sarmiento y si era necesario que ella corriera para que la Nación prospere no había que resistirse. La sangre gaucha corrió para hacer correr, al mismo tiempo, la sangre de los pueblos originarios a los que ni rastro de humanidad se les concedía. El ciudadano modelo-modelado ocupaba el lugar de los masacrados en el sistema productivo imperante de la época.

Hoy, a más de 150 años de la escuela sarmientina, se busca, desde el gobierno PRO, refritar las concepciones liberales y elitistas del prócer ensalzado. Los docentes de la zona sur de la Ciudad Autónoma de Bs. As. vemos y vivimos junto a nuestros estudiantes muchísimas situaciones de injusticia social que no deben ser naturalizadas ni aceptadas desde el discurso escolar. Desde la escuela, debemos brindarles las herramientas necesarias para que se construyan como ciudadanos críticos de la realidad y activos, es decir, como actores sociales con poder de transformación de la historia colectiva e individual.

La tarea asignada a la educación desde Sarmiento hasta la actualidad no responde más que a un servilismo funcional al sistema capitalista que degrada la condición humana objetivándola, convirtiéndola en valor intercambiable de mercado. Se impone reformular la tarea de la institución educativa que debe constituirse como motor de resistencia, de lucha y de transformación profunda desarrollando una pedagogía liberadora y colectiva, no una pedagogía sujetadora e individualista que salva a título personal según supuestos merecimientos.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/El-regreso-del-joven-principe-literatura-para-meritocratas-resilientes-y-resignados

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Jóvenes latinoamericanos: “¿sospechosos?”

Por: Marcelo Colussi

El 80% no se mete. Hay jóvenes invisibles, son la mayoría: viven escondidos para evitarse problemas. Joven de una barriada pobre de Guatemala

En el que ahora parece muy lejano año 1972 –lejano no tanto por la distancia cronológica sino por otro tipo de lejanía– decía el en ese entonces presidente de Chile socialista, Salvador Allende, que“ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.

Hoy, casi cuatro décadas después y habiendo corrido mucha –¿quizá demasiada?– agua bajo el puente, esa afirmación parece fuera de contexto. ¿Se equivocaba Allende en aquel momento? ¿Cambiaron mucho las cosas en general? ¿Cambió la juventud en particular? Y si cambió, ¿por qué se dio ese fenómeno?

Por lo pronto, hablar de “la” juventud es un imposible. De hecho, “juventud” es una construcción socio-cultural, por tanto sujeta a los vaivenes de los juegos de fuerza de la historia, de los entrecruzamientos de poderes, cambiante, dinámica. Como mínimo, habría que hablar de distintos modelos de juventud, situándolos explícitamente: ¿juventud urbana, rural, de clase alta, pobre, marginalizada, varones, mujeres, estudiante, trabajadora, desocupada? ¿Juventud que emigra a los Estados Unidos? ¿Juventud rural emigrada a la ciudad viviendo en zonas precarias y marginales? ¿Juventud que practica golf y piensa en su doctorado en Harvard? El rompecabezas en cuestión es complejo. ¿De qué “juventud” hablamos? Para muchos –en las áreas rurales fundamentalmente– a los 30 años ya se es un adulto consumado, con hijos, quizá con nietos, mientras que en ciertas capas urbanas –minoritarias por cierto– a esa edad, siguiendo patrones del Norte del mundo, aún se vive lo que podríamos llamar “adolescencia tardía”, sin trabajar, disfrutando aún la condición de estudiante y el dulce pasar que trae la falta de carga familiar. En toda Latinoamérica este rompecabezas adquiere mayor complejidad aún si consideramos el tema étnico: ¿juventud indígena?, ¿juventud no-indígena? Más allá de la edad, no hay muchos elementos en común entre tantas y tan diversas realidades.

Las sociedades latinoamericanas en general tienen un perfil especialmente joven. O “joven”, al menos, para los parámetros que imponen las visiones dominantes, que no son las nacidas en estas latitudes precisamente. Es algo así como la noción de belleza: se es “bello” o “bella” siguiendo esquemas eurocéntricos; el hueso que atraviesa la nariz, el poncho o los ojos color castaño no gozan de la mejor reputación en este ámbito, y la belleza va de la mano del modelo de “conquistador blanco”. Dicho de otro modo: el esclavo piensa y reproduce la cabeza del amo. ¿Por qué es atractivo para los “morenitos” del Sur teñirse el cabello de rubio? La ideología dominante es la ideología de la clase dominante, sin dudas.

A partir de esa cosmovisión hegemónica que concibe expectativas de vida superiores a, por lo menos, 60 años, puede decirse que las categorías niñez, adolescencia y juventud comprenden, sumadas, más de la mitad de la población total de la región latinoamericana. Es decir: son colectivos jóvenes, con tasas de natalidad muy altas. A diferencia, por ejemplo, de Europa –donde la población envejece sin recambio generacional– en América Latina, con índices de crecimiento demográfico elevados, la población total se viene duplicando a gran velocidad en estas últimas décadas, lo que hace que el grupo etáreo menor de 30 años crezca muy rápidamente. Y justamente ahí, en ese gran segmento, se encuentran problemas crónicos que no están recibiendo las respuestas adecuadas.

Las poblaciones jóvenes de las mega-ciudades que cada vez se expanden más en la región (donde se encuentran algunas de las urbes más grandes del mundo, con alrededor de 20 millones de habitantes, y que siguen recibiendo sin parar inmigrantes internos que huyen de la pobreza crónica del campo), por una compleja sumatoria de factores, en vez de verse como el “futuro” del país, en muy buena medida esos grupos poblaciones constituyen un “problema”. Problema, claro está, para el discurso dominante. ¿Por qué problema? Porque los modelos de desarrollo económico-social vigentes no pueden dar salida a ese enorme colectivo, y lo que debería ser una promesa hacia el porvenir, una “semilla de esperanza” –para decirlo en clave de político en campaña proselitista– en muy buena medida es una carga, un trastorno para la lógica del poder que no encuentra salida digna para tanta gente.

Por lo pronto vemos que no hay “una” juventud, sino situaciones diversas, con proyectos disímiles, antagónicos en muchos casos. Pero hay un común denominador: en ningún caso está presente esta figura que evocaba Salvador Allende. La vocación revolucionaria de la juventud parece haberse extinguido; o, al menos, está muy adormecida. ¿Qué pasó? ¿Tanto se equivocaba el presidente chileno, o tanto han cambiado las circunstancias?

Según puede leerse en un análisis de situación sobre la realidad de los países centroamericanos –extensible a otros de Sudamérica también– formulado por una de las tantas agencias de cooperación que trabajan la problemática juvenil (en este caso, la estadounidense USAID), “la falta de oportunidades de educación, capacitación y empleo limita severamente las opciones de los jóvenes y la mayoría se ven obligados a ser trabajadores no calificados antes de los 15 años. Esto es particularmente grave entre los jóvenes del área rural. Desesperados, muchos de ellos emigran a las ciudades y otros países en busca de trabajo y un número cada vez mayor cae en el “dinero fácil” provisto por el crimen organizado y las pandillas juveniles”.

Es evidente que para la visión dominante hoy día la juventud, o buena parte de ella al menos, ha pasado a ser un “problema”; de esa cuenta, rápidamente pude “caer en el dinero fácil”, en los circuitos de la criminalidad, en la marginalidad peligrosa. En ese sentido, es siempre un peligro en ciernes. Sin negar que estas conductas delincuenciales en verdad sucedan, desde esa óptica de cooperación a que nos referimos, “juventud” –al menos una parte de la juventud: la juventud pobre, la que marchó a la ciudad y habita los barrios pobres y peligrosos, la que no tiene mayores perspectivas– es intrínsecamente una bomba de tiempo. Por tanto, hay que prevenir que estalle. Y ahí están a la orden del día las sacrosantas campañas de prevención.

¿Prevención de qué? ¿Qué se está previniendo con los tan mentados programas de prevención juvenil? ¿Cuáles son los supuestos implícitos ahí?

Es evidente que cierta juventud (la que no tiene oportunidades, la excluida, la que se encuentra en los grandes asentamientos urbanos pobres –que, dicho sea de paso, alberga a una cuarte parte de la población urbana de Latinoamérica–) constituye un “peligro” para la lógica de las élites dominantes. Hoy el peligro no es, como festejaba casi cuatro décadas atrás Salvador Allende, ser “joven revolucionario”. Pareciera que la sociedad bienpensante ya se sacó de encima eso; el peligro de la revolución social y las expropiaciones salió de agenda (al menos por ahora). En estos momentos la preocupación dominante respecto a los jóvenes –a estos jóvenes de urbanizaciones pobres, claro– es que puedan “ser un marginal”, caer en las pandillas, buscar el “dinero fácil”.

La idea de prevención en ciernes pareciera que apunta a prevenir que los jóvenes delincan, ¡pero no que no sean pobres! Este último punto pareciera no tocarse; lo que al sistema le preocupa es la incomodidad, la “fealdad” que va de la mano de lo marginal: ser un pandillero, ser un asocial, no entrar en los circuitos de la buena integración. Lo que está en la base de este pensamiento es una sumatoria de valores discriminatorios: ser morenito, estar tatuado, utilizar determinada ropa o provenir de ciertas áreas de la ciudad ya tiene un valor de estigma. Como dijo sarcásticamente alguien: “la peligrosidad de los jóvenes está en relación inversamente proporcional a la blancura de su piel”. ¿Por qué tanta policía de “gatillo fácil” ensañada con cierta juventud? ¿Qué es lo que se busca prevenir entonces cuando se hace “prevención” con los jóvenes?

Las causas por las que se dan determinadas conductas –las delincuenciales para el caso– no se tocan allí; la prevención, en esa lógica, es ese mecanismo aséptico que apunta a los síntomas, a lo visible, lo superficial. Se busca cosméticamente que no se vea la punta desagradable del iceberg; pero la masa principal se desconoce. ¡Y ahí está justamente lo más importante! ¿Por qué ahora hay un imaginario que liga en muy buena medida juventud con peligro? Porque ese sector, ese enorme colectivo, el que años atrás se movilizaba y, rebelde, emprendía la crítica al sistema –tomando las armas en más de un caso, con una mística de abnegación que hoy parece haberse esfumado– hoy día está pasando cada vez más a ser un problema para el equilibrio sistémico en tanto el capitalismo se empantana cada vez más no pudiendo asimilar cantidades crecientes de población que buscan incorporarse al mercado laboral y a los beneficios de la modernidad. Ante ello, ante esa cerrazón estructural del sistema capitalista, la masa crítica de jóvenes en vez de verse como “promesa de futuro” termina siendo una carga. Al no saber qué hacer con ella, y siempre desde autoritarios criterios adultocéntricos, termina identificándola en gran medida con la violencia, con el consumo de droga, con el alcoholismo y la haraganería; en definitiva, con todo lo que pueda ser negativo, reprochable. Si años atrás la policía podía detener a un joven por “sospechoso de guerrillero subversivo”, hoy día puede hacerlo por sospechoso de ¿“violento”?, de ¿“pobre”?, simplemente de ¿“joven”?

Ahora bien: el sistema también genera antídotos, prótesis que le permiten seguir funcionando. Si bien es cierto que la juventud dejó de ser ese fermento “biológicamente revolucionario” (y molesto para la dinámica dominante) de años atrás, y en buena medida hoy es sinónimo de “sospechosa”, paralelamente aparece otro modelo, nuevo sin dudas: el joven “comprometido”. Pero no con un compromiso como puede haber sido el de aquel modelo de juventud politizada de algunas décadas atrás, sino un compromiso mucho más “light”, para decirlo con términos que ya nos marcan el ámbito cultural dominante: globalización neoliberal triunfante, individualismo, ética del sálvese quien pueda, fin de las ideologías, pragmatismo y lengua inglesa como insignia del triunfo en juego: el “number one” como aspiración, para no ser un looser.

Cultura “light”, actitud “light” … ideología “light” por lo tanto. Eso pareciera que es lo que está en juego, y buena parte de la juventud, la que no es sospechosa de peligrosidad, la que no remeda la pandilla, ahora presenta este perfil. Hablamos de una juventud comprometida, pero no como lo era en otro momento histórico, lo cual la llevó en muchos países latinoamericanos a tomar actitudes radicales –que, no olvidar, se pagó con la propia vida–. Pareciera que esta juventud actual que se “compromete” con su entorno no pasa de participar en actividades de voluntariado social, ayudando a sus congéneres en servicios que, si bien no son llamadas “caritativos”, no están muy lejos de ello. ¿Qué son, si no, todos estos voluntariados que surgen cada vez más con más fuerza? El compromiso llega hasta ir a atender niños pobres en un orfelinato un fin de semana, o viejitos en un geriátrico. Loable, claro… pero ¿qué significa eso? ¿No es eso lo que siempre han hecho los Boys Scouts o las Damas de Caridad? ¿Eso es el “compromiso” social?

Aunque dicho demasiado esquemáticamente quizá, hoy pareciera que la juventud en América Latina básicamente discurre entre estos modelos: o se es sospechoso (por ser pobre, por estar excluido, por portar los emblemas de la disfuncionalidad –tatuajes, cierta ropa, provenir de una barriada pobre y marginal, el color de la piel, etc.–) o se es un joven “comprometido” desde estos nuevos esquemas de participación: compromiso light, despolitizado, en sintonía con la idea de responsabilidad social empresarial. Aunque, claro está, la realidad es infinitamente más compleja que eso: la juventud, retomando lo dicho por Allende, no puede dejar de ser rebelde. Y eso, guste o no guste, es un eterno fermento de cambio, aunque se la disfrace de lo que se quiera.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=215223&titular=j%F3venes-latinoamericanos: %93%BFsospechosos?%94-

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Comités de Ética para evaluar la Ética: Aberraciones (no pocas) de la “Reforma Educativa” en México

Por: Fernando Buen Abad

Todo anda mal con el gobierno neoliberal que tiene secuestrado el poder en México. Aconsejaban los más sabios -y los más viejos- evitar ser “juez y parte” a la hora de evaluar cualquier cosa. Recomendaban tomar posición clara en defensa de los pueblos y no mentir ¡jamás!. Enseñaban que es obligación, de quienes tienen responsabilidades públicas, subordinarse al interés de los pueblos y comportarse con nitidez Ética, coherencia de intereses y transparencia de bolsillos. Sin abusos, sin mentiras, sin bravuconadas. La “Reforma Educativa” y sus vendedores hacen todo lo contrario.

Comités de Ética para evaluar la Ética: Aberraciones (no pocas) de la “Reforma Educativa” en México

Además del carácter inconsulto, insuficiente y tendencioso de la “Reforma Educativa” de Peña Nieto, tenemos una lista larga de barbaridades procedimentales y Éticas que han producido efectos muy dañinos a la Historia, nada sencilla, de la Educación Pública en México. Es el sello del neoliberalismo que pudre y carcome todo a fuerza de infectar la realidad con su lógica de mercado y su servilismo al peor de todos los intereses que es el interés burgués por mantener a los pueblos ignorantes, acomplejados, humillados y resignados.

Un estrago Ético terrible, producido desde los cenáculos de esas “autoridades”, radica en mentir con premeditación, alevosía y ventaja. A mansalva se llena la boca el gobierno mexicano cuando hay que idealizar y hacer retórica sobre “la importancia crucial de la educación como motor básico del desarrollo”. Bla, bla, bla. Enciende las turbinas de la mentira oficial y ensordece a las audiencias con demagogia retacada con clichés y con poses de oradores épicos. Bla, bla, bla… “mienten a sabiendas” porque su idea de “educación para el desarrollo” no explica qué educación, cuál desarrollo ni para beneficio de quién.

Mienten -y lo saben- porque esconden bajo la manga su silogismo traidor: dicen que la Educación es un “gran valor humanístico e histórico” pero a punta de eufemismos deslizan el anhelo orgásmico neoliberal radicado en privatizarlo todo… especialmente la educación. Se les nota a leguas, no somos tontos. Mientras tanto acusan de ineficiencia y holganza al eslabón más débil que son los profesores y las profesoras. Ética de mercenarios. Mientras tanto organizan congresos, coloquios bla, bla, bla.

Mienten cuando dicen que quieren “diálogo” con la sociedad y con los docentes pero sólo quieren darse tiempo hasta que sus campañas mediáticas logren hacer efecto para linchar, por la TELE burguesa, a los líderes sociales y a las causas que defienden. Mienten con el rostro endurecido entre sonrisas de mercadeo, mienten con perfumes caros y con corbatas de seda, con camisas de moda y con movimientos ensayados y sutiles de la cabeza y de las manos. Mienten orgánicamente, estructuralmente. Ese es un crimen de lesa humanidad y un quebrantamiento Ético para los pueblos que contemplan al poder hundido en estercoleros de mentiras rentables. Reina la impudicia y la impunidad. Muy mal ejemplo.

Esa “Reforma Educativa” del neoliberalismo salvaje, está plagada no sólo con atrocidades propias de la estulticia y de la mala voluntad del “poder ejecutivo”, atrocidades contra el trabajo de los docentes, atrocidades pedagógicas y didácticas, atrocidades administrativas y atrocidades políticas… está plagada de ausencias y omisiones de consulta popular, de faltantes de sustento científico, de abandono a la coherencia histórica y del muy poco respeto al pueblo mexicano y a su historia pasada, presente y futura. Todo es cosa de leer la “Reforma” con mirada crítica, leer sin perder de vista lo que han hecho realmente los gobiernos PRIAN en todos los años sufridos por el país bajo, leer con mucho compromiso por la emancipación del pueblo mexicano y leer con buena memoria.[1]

En las páginas del documento de “Reforma” ni una sola mención al capitalismo. Nada sobre el desastre humanitario, cultural, ecológico y educativo causado por un sistema fabricante de muerte y miseria. Nada sobre un sistema económico que es el peor ejemplo para la humanidad. Nada sobre cómo educar y educarnos para hacer surgir una especia humana emancipada. Ni una sola palabra sobre, por ejemplo, recoger las tradiciones educativas de los pueblos originarios, sistematizarlas y aprovecharlas en un país con herencia de culturas y civilizaciones extraordinarias, pirámides, lenguas distintas y millones de indígenas.[2]
Nada sobre la prioridad en Educación -de valor crítico- y la inversión del, por ejemplo, 10% del Producto Interno Bruto necesario para salir de las fanfarronerías.

“Según el ranking en inversión e incentivo a la educación realizado por el Banco Mundial (BM) en el período 2009-2013, Cuba, Bolivia y Venezuela figuran entre los 10 países del mundo que más invierten en educación… El estudio, comprendido en el período 2009 y 2013, ubica a Cuba como el número uno a nivel mundial que destina un gran porcentaje de su PIB en educación, cuya cifra fue de 13.1 en 2009 y 12.8 en 2010… En el resto de América Latina, Costa Rica y Argentina también destacan con 6.3 por ciento del PIB cada uno, seguidos por Jamaica 6.1, Brasil 5.8, Uruguay 5.3, México 5.2, Paraguay 4.8 y Chile 4.5.”[3]

Mucho manoseo de conceptos como “calidad”, “evaluación” con tufo de lógica mercantil y policíaca donde el profesor es una especie de operario que, cuanto más calificado esté, más se lo vigile, y más dócil sea más ganancias dará a los que privaticen (lo disfracen como lo disfracen) una de las actividades estrategias más importantes para todo país. Ni una referencia al carácter protagónico del docente que construye la Historia de país haciendo con el saber una lucha emancipadora en serio. “Reforma” de reformistas y avalancha ideológica empeñada en borrar categorías fundamentales en materia de Independencia y Revolución tal como están marcadas a fuego en la Historia de México. No pasarán.

Deberíamos contar con muchos comités populares de Ética dispuestos a interpelar la Ética burguesa del gobierno que opera contra los intereses del pueblo mexicano. Comités de lucha crítica para reprobar al reformismo y probar que esa “Reforma” es un quebranto Ético muy grave (también) y que eso es un asunto de importancia suprema.

Y (digámoslo nuevamente) Ética aquí significa lo que Adolfo Sánchez Vázquez[4]definió y propuso como una ciencia social de la conducta humana, ciencia que debe servir a la clase trabajadora para orientar sus luchas y defenderse de los anti-valores burgueses y la palabrería de sus leguleyos. Ciencia que plantea miradas críticas, que detecta amenazas contra la humanidad y que define límites históricos para que no reine el “todo vale” posmoderno ni reine la dictadura de mercado. Ética de los pueblos para la Educación consensuada socialmente, para la producción y distribución social del conocimiento, que son necesarios para desarrollar pensamiento y acción transformadores y para formar revolucionarios de las ideas y de las luchas en la praxis (como Zapata, Villa, Morelos…) Ética para Educar seres humanos solidarios dispuestos a combatir juntos toda calamidad, toda opresión y toda ignorancia funcional a los opresores. Ética, pues, revolucionaria. Lo que debe ser.

Notas:

[1] www.presidencia.gob.mx/wp-content/uploads/2012/12/Reforma-Educativa.pdf

[2] De acuerdo con la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, México cuenta actualmente con 68 pueblos indígenas, que representan cerca de 11 millones 132 mil 562 habitantes. http://revoluciontrespuntocero.com/cuantos-y-cuales-pueblos-indigenas-hay-en-mexico-interactivo/

[3] http://www.telesurtv.net/news/Conozca-los-paises-que-mas-invierten-en-educacion-20141112-0001.html

[4] https://es.scribd.com/doc/57142809/Sanchez-Vazquez-Adolfo-Etica-1969

Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/Comites-de-Etica-para-evaluar-la-Etica-Aberraciones-no-pocas-de-la-Reforma-Educativa-en-Mexico-20160804-0003.html

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«Hay que hablar de por qué la mujer negra es la mayor víctima de violación en Brasil» Entrevista a Djamila Ribeiro, investigadora y profesora de filosofía política en la Universidad Federal de São Paulo y Subsecretaria de Derechos Humanos en la ciudad de São Paulo

Brasil/06 Agosto 2016/Autora: Marina Novaes/Fuente: El País

La violación en grupo de una de 16 años en Río de Janeiro provocó un intenso debate acerca de la cultura de la violación y una serie de manifestaciones en todo el país contra el machismo y también contra el racismo. La razón: la violencia contra las mujeres negras se disparó y, a pesar de que hay quien quiere descalificar el debate (llamándolo cantinela[1] feminista), más allá de este hecho concreto (la víctima era una joven negra y pobre), los datos del Mapa de la Violencia (2015) confirman el problema. Para Djamila Ribeiro, de 35 años y una de las activistas más conocidas del movimiento feminista negro actual, solamente desconstruyendo el mito del país en armonía y libre de racismo será posible crear políticas eficaces para abordar la violencia de género.

Djamila es investigadora y profesora de filosofía política en la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), blogger, madre de una niña de 11 años y, desde hace dos meses, Subsecretaria de Derechos Humanos en la ciudad de São Paulo. En una entrevista con El País, habló sobre las diferentes luchas dentro del movimiento feminista y el racismo enraizado en nuestra cultura.

-Marina Novaes: El caso de la violación colectiva en Río en el mes de mayo provocó una reacción muy fuerte entre las mujeres de este país. Además, planteó un debate sobre el tema del racismo y la cultura de la violación. ¿Cuál es la relación entre estas dos cuestiones?

-Djamila Ribeiro: La cultura de la violación era evidente porque se trataba de un acto brutal en Rio. Pero quedó claro que la mayor parte de la sociedad ve eso como un fenómeno, como algo puntual. Ese debate, desarrollado por el movimiento feminista es importante para demostrar que ese hecho no es sino parte de una cultura, una rama del machismo. En cuanto a la cuestión racial, tenemos que analizar por qué las mujeres negras son las que más sufren este tipo de violencia. La encuesta Violencia Sexual, realizada por UNICEF, muestra que las mujeres negras son las principales víctimas de este tipo de violencia. No es un fenómeno. Es parte de una estructura. Si consideramos el contexto histórico de Brasil, tenemos un país con una con herencia esclavista de más de 300 años de esclavitud. Y en el período esclavista las mujeres negras eran sistemáticamente violadas por sus dueños. Cuando hablamos de cultura de la violación es necesario establecer esa relación directa entre la cultura de la violación y la colonización. Todo está conectado, un grupo que combina la doble opresión: además del sexismo, sufre el racismo. Por supuesto, todas las mujeres son vulnerables, susceptibles de ese tipo de violencia sexual. Pero cuando hablamos de las mujeres negras existe ese componente adicional que es el racismo. También está el tema de la ultrasensualización de la mujer negra, haciendo de ella un objeto sexual lascivo… Están tan deshumanizadas que, de alguna manera, incluso se quiere justificar la violencia que se ejerce contra ellas. Si lucho contra el machismo, pero ignoro el racismo, sigo alimentando la misma estructura.

-MN: ¿Hay falta de diálogo dentro del movimiento feminista?

-DR: Dentro del feminismo, hay un tema que las mujeres negras tratan de poner encima de la mesa desde los años 70, referido al hecho de que las mujeres blancas, de alguna manera, universalizaron la categoría mujer, sin darse cuenta de que hay varias posibilidades de ser mujer: la mujer negra, la mujer blanca, la mujer indígena, la mujer lesbiana, la mujer pobre… No obstante, mientras no pensemos con esas categorías entre nosotras, dejaremos un gran grupo de mujeres fuera del debate. El movimiento feminista, durante mucho tiempo, no fue más que un movimiento de mujeres blancas de clase media que estaban preocupadas únicamente por las opresiones que les afectaban a ellas, haciendo caso omiso de las opresiones que sufrían otras mujeres en una posición más vulnerable. No tener esa perspectiva de que somos diferentes a menudo provoca que mujeres que han gozado de algún privilegio reproduzcan opresiones sobre quienes están en una posición más vulnerable. Esta es la cuestión que el movimiento feminista negro pone encima de la mesa. También queremos estar representadas en el movimiento. No se puede pensar sólo en lo que nos afecta, pues en ese caso acabaremos perpetuando el mismo poder que queremos combatir. En ese sentido, es necesario que las mujeres que tienen algún privilegio se abran a ese debate, no que lo vean como una afrenta o un insulto.

-MN: Usted escribió en uno de sus artículos sobre esas luchas diversas dentro del movimiento feminista, señalando cómo en el momento en que las mujeres blancas luchaban por el derecho al voto, las mujeres negras se esforzaban por ser reconocidas como seres humanos en la sociedad. Centrándonos en el momento actual, ¿cuáles son las principales diferencias entre bandos dentro del movimiento?

-DR: Creo que el diálogo ha mejorado bastante desde hace unos años. No obstante, detengámonos en el tema de la violencia doméstica. El estudio Mapa de Violencia 2015 demostró que en los últimos diez años, un período en el que estuvo vigente la Ley Maria da Penha[2], disminuyó un 9,6% el asesinato de mujeres blancas en Brasil y aumentó en un 54,8% de las mujeres negras. Es un número absurdamente alto. Si nos fijamos en el mercado de trabajo, por ejemplo, en el número de trabajadoras domésticas: las mujeres negras siguen siendo la mayoría. La cuestión del aborto: las mujeres negras son las más mueren porque, siendo el aborto un crimen, las mujeres que tienen una mejor condición económica abortan en unas condiciones de seguridad e higiene, por lo que no se .mueren al abortar… Es necesario comprender que las mujeres negras necesitan una mirada específica. Es necesario romper con esa mirada universal que a menudo alcanza solamente a un grupo específico. Si hay un grupo que es más vulnerable, ese grupo es el que necesita más atención. Es una minoría dentro de la minoría.

-MN: El hecho de que no reconocer que las mujeres negras son más vulnerables, ¿tiene su origen en la dificultad que el brasileño tiene para reconocer que es racista? ¿Viene de nuestra educación?

-DR: Esa es una buena pregunta. Brasil es un país de mayoría negra, pero la gente no debate con eficacia contra el racismo. Y creo que eso se debe, en parte, al mito de la democracia racial que se creó en Brasil. Un mito que nos hace pensar que aquí no hay racismo. Que racismo era lo que existía en los Estados Unidos o en Sudáfrica, porque allí el racismo estaba recogido en la Constitución, mientras que aquí, en Brasil, eso no pasa… No reconociendo que aquí hay racismo institucional. Siempre pongo el ejemplo de la Universidad de São Paulo, porque creo que es un clásico: si vas allí y ves, ¿cuál es el color de la gente que está limpiando y cuál el de las personas que están en clases? Además, en tanto que en Brasil la segregación es muy evidente, lo que necesitamos es discutir sobre el racismo de una manera más eficaz, porque hemos crecido en el mito armónico de las razas, de que la gente se lleva bien, de que somos un país de mestizaje, olvidando que el principal motivo de ese mestizaje fue la violación de mujeres negras, de mujeres indígenas… Se quiere alabar los puentes que existen, pero no se quiere hablar de las barreras que nos separan. Y eso, en gran parte, se debe a la dificultad de considerar a Brasil como un país racista. Tenemos que trabajar en ello de manera más efectiva en la educación.

-MN: ¿Cuál debe ser el papel del hombre para ayudar a terminar con el machismo?

-DR: Creo que sobre todo lo que hay que discutir es la cuestión de la masculinidad. La masculinidad hegemónica, tal y como está construido, está directamente relacionado con la cuestión de la violencia y la agresión. Desde muy pequeño los niños son educados para ser el macho, el proveedor, violento, agresivo. Si vivimos en una sociedad donde los hombres violan a las mujeres, es porque estamos creando hombres que piensan que pueden hacerlo. Este debe ser el punto principal: ¿cómo se deconstruye esa masculinidad violenta? Discutiendo entre ellos, creo que sería fundamental. Ellos pueden y deben ser compañeros y aliados apoyando nuestra lucha, dando visibilidad… Si usted es profesor, debatiendo sobre el tema en el aula. Si usted es empleador, pagando el mismo salario a hombres y mujeres por el mismo trabajo, creando alternativas para las madres trabajadoras. Si usted es un profesor de la universidad pública, apoyando la lucha de las estudiantes para que se abran guarderías en las escuelas, ya que la guardería es también residencia de estudiantes. Si está con amigos y un amigo acosó a una mujer, hable con él para decirle que eso es acoso, no una galantería. Si está en casa, divida las tareas del hogar, la responsabilidad de cuidar a los niños. Esa es una gran ayuda para el movimiento feminista, sin necesidad de tener que coger un micrófono y hablar por nosotros. Es mucho lo que los hombres pueden hacer, deben hacer, con esa acción concreta, ya que es la masculinidad hegemónica lo que nos está matando. Es importante que los hombres estén dispuestos a deconstruir.

-MN: Hay mujeres que tienen miedo a considerase feministas, que piensan que el feminismo es malo. ¿Cómo lo ve? DR: Nadie nace conociendo la opresión que sufre. Ahí se llega después de un proceso de toma de conciencia que adquirimos con el tiempo. Además, hay otra cuestión que el machismo sabe hacer muy bien: crear una serie de mitos en torno feminismo, que fue una forma más de evitar que las mujeres se unieran. De hecho, cuanto más se unan las mujeres, mejor se manifestará la ideología feminista. Por eso se inventaron los mitos de que la mujer feminista odia a los hombres, de que la mujer feminista es una mujer muy agresiva… como una forma de aparatar a las mujeres de esa acción. Cuando se entienda qué es el feminismo, no habrá ninguna razón para que no se quiera ser feminista. Si ser feminista es luchar por la igualdad de las mujeres, para que las mujeres sean tratadas como seres humanos, para que podamos vivir en una sociedad igualitaria y justa, no hay ninguna razón para no ser feminista.

-MN: ¿Qué es la interseccionalidad del feminismo?

DR: Los movimientos operan con la misma lógica que la sociedad. Excluyen y eligen su propio objeto de trabajo. En consecuencia, el movimiento negro que lucha contra el racismo, por ejemplo, tiene una mirada muy masculina; el movimiento feminista, tiene una mirada muy blanca; el movimiento LGBT privilegia al hombre gay blanco… En ese sentido, la interseccionalidad busca crear formas de orientar nuestras políticas de manera que nos demos cuenta de esa diversidad. De lo contrario, seguiremos eligiendo qué vidas son importantes y cuáles no. (…) En el momento de pensar políticas necesito tener una mirada interseccional para llegar a los grupos vulnerables, porque si universalizo un grupo o una lucha, no nombro el problema. Y si no lo hago así, esas personas permanecerán invisibles, sus problemas no serán nombrados y, si no nombro sus problemas, nunca seré capaz de pensar una solución.

-MN: Cambiando un poco de tema, ¿qué piensas del movimiento escuela sin partido [3]?

-DR: Es un retroceso. Me parece gracioso el argumento, pues no hay nada exento de ideología. Desde el momento mismo en que usan ese argumento, están hablando de una ideología, una ideología excluyente. Una ideología que supone el fortalecimiento del orden establecido, para conseguir que esas cuestiones permanezcan al margen. Debatir estas cuestiones es sólo para nosotros entender que estas personas existen, hasta qué punto es necesario educar en el respeto. No me gusta el término «tolerancia». Las personas tienen que ser respetadas. Es muy importante tratar esos temas en las escuelas, que pueden ser un espacio muy importante en la transformación mentalidad. Pero, de la manera en que, por lo general, se encuentra en la actualidad, acaba reproduciendo la violencia. Hay que enseñar portugués y matemáticas, pero se deben enseñar temas de género, temas raciales… porque todos esos temas son transversales y tienen que ser trabajados en todas las disciplinas. Cuando la gente empieza a estudiar estos temas, estamos emponderando a esos grupos, dando voz a los grupos que nunca la han tenido, y entonces la gente comenzará a reclamar sus derechos. Y todo eso significa la pérdida de privilegios de quienes están en el poder.

Traducción del portugués: Alfredo Iglesias Diéguez

Notas del traductor

[1] En el texto original la expresión usada es mimimi, una expresión usada de forma peyorativa para describir o imitar a una persona que reclama; es una onomatopeya que imita el sonido de un lloro quejumbroso.

[2] La Ley Maria da Penha, es la denominación popular de la Ley 11.340, de 7 de agosto de 2006 (bajo el mandato del presidente Lula da Silva y auspiciada por Jandira Feghali, del PCdoB), por la que se crean mecanismos para combatir la violencia doméstica y familiar contra la mujer. Su nombre procede de la farmacéutica Maria Penha, quien fue víctima de violencia de género durante los 23 años que duró su matrimonio.

[3] Escuela sin partido es el nombre que se le da al proyecto de Ley 193/2016 de la autoría de Magno Malta, representante de la bancada evangélica en la Cámara de los Diputados, aunque hay otros proyectos en tramitación con el mismo objetivo: lograr la aprobación de una ley inspirada en el movimiento fundado por Miguel Nagib, quien dice estar preocupado ‘por el grado de contaminación político-ideológica en las escuelas brasileñas’. Este proyecto es un elemento clave del gobierno ilegítimo de Temer para desmantelar la educación pública en Brasil y su objetivo es anular el carácter crítico de la formación académica, censurar toda discusión y posicionamiento político y cortar de raíz cualquier discusión que se pueda originar en las aulas sobre temas de género, racismo, políticas de igualdad…

Fuente: http://brasil.elpais.com/brasil/2016/07/14/politica/1468512046_029192.html

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Momo, una niña en resistencia

Por: Ana Belinco

¿Es posible desarrollar una pedagogía liberadora? A través de una prosa filosófica, Michel Ende nos sumerge en el mundo de Momo, una niña que resiste la dictadura de los hombres de gris.

Las ocasiones de lectura en las aulas son espacios fructíferos para generar espacios de reflexión, de debate, de intercambio intersubjetivo. Espacios donde los niños pueden imaginar, crear, recrear mundos imaginarios y posibles así como extender estas prácticas al mundo real que los circunda.

Impulsar el gusto y el amor por la lectura puede ser, por lo tanto, una manera de formar subjetividades críticas, reflexivas, creativas y transformadoras de la realidad. La literatura se presenta así como herramienta de quiebre, de resistencia.

A través de la prosa fluida, filosófica y fecunda de Michel Ende nos llega una excelente novela llamada Momo. Este escritor alemán del SXX, cuya novela más conocida es “La historia interminable”, desarrolló a lo largo de su actividad una serie de obras literarias dentro del género de la literatura fantástica y de ficción para niños, adolescentes y adultos.

En las afueras de una ciudad italiana, en un anfiteatro en ruinas, vive una niña llamada Momo. Ella no tiene un origen cierto. Ninguno de los habitantes de la ciudad sabe de dónde o cómo llegó allí pero todos conocen su extraordinaria habilidad de saber escuchar. Momo tiene amistad con todos y todos recurren a ella para ser escuchados, con tiempo, con pausa, atentamente.

Este clima amistoso y distendido termina con la llegada de los hombres grises. Estos extraños individuos representan al Banco de Tiempo. Como representantes de tal entidad promocionan la idea de ahorrar tiempo entre la población. El pack ofrecido implica que el tiempo puede ser depositado en el banco y devuelto al cliente posteriormente con intereses como corresponde a cualquier entidad bancaria seria y responsable que se precie de tal. El objetivo real de estos hombres es hacer que la gente lo olvide todo menos su obsesión por ahorrar todo el tiempo posible para su posterior uso. La ciudad, y sus habitantes, se ven fuertemente modificados ante el desembarco de semejante institución en ella. Se pierde el sentido en lo rutinario.

Actividades como el arte, la imaginación o dormir (y por lo tanto soñar), pasan a ser considerados como pérdidas de tiempo. Los prototipos de ciudadano, de moda, de gustos se estandarizan. Pero como todos imaginarán, cuanto más tiempo ahorra una persona, esta acción ahorrativa redunda en una real disminución de dicho bien tan preciado en su haber. Los hombres grises consumen lo ahorrado en forma de cigarros hechos de pétalos secos de las flores horarias que representan el tiempo. Estos oscuros personajes, cual parásitos, no pueden existir sin consumir esos cigarros, es decir, sin consumir el tiempo ajeno.

Con su flagrante falta de valoración del tiempo en los términos en el que éste es presentado por los hombres grises, Momo se convierte en una molestia punzante, en una piedra en el zapato del Banco de Tiempo. Los hombres grises buscan deshacerse de ella por todos los medios posibles. Momo, junto a Casiopea la tortuga, animalito que se comunica con ella a través de mensajes luminosos en su caparazón, se enfrentará a la dictadura de los hombres de gris. Para ello la niña deberá ir al manantial del tiempo, tras lo cual logrará rescatar a la ciudad de la opresión de esta entidad nefasta.

Momo en la escuela de hoy

El actual mundo capitalista globalizado, asiste una vez más, a un nuevo ciclo de crisis económica, política y social pauperizante de la humanidad. Basta mirar las noticias de E.E U.U corcoveando con discursos totalitarios y xenófobos a lo Trump tratando de capear su crisis económica y política; de Medio Oriente con sus guerras intestinas o impuestas por potencias imperialistas que generan miles de exiliados, refugiados y muertos; de la Europa de fronteras cerradas frente a la desesperación humana y sin ir tan lejos de la avanzada neoliberal en América latina, para confirmar lo anteriormente dicho. Estamos, por lo tanto, ante la necesidad de la transformación profunda, radical y revolucionaria de las estructuras de poder propias de un sistema que expone sus más grandes miserias, basado en la existencia de explotadores y explotados, de merecedores y excluidos, de comidos y hambreados.

Frente a este estado de situación se impone que la escuela y sus docentes analicemos críticamente cuál debe ser nuestra tarea. En Pedagogía del oprimido Paulo Freire sostiene que “Sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica”. Los docentes debemos reconocernos como parte de la clase trabajadora desmarcándonos de la concepción de que como profesionales formamos parte de una pequeña burguesía superior a las clases populares, así como también de la tarea que se nos quiere imponer desde el SXIX según la cual debemos ser formadores de subjetividades acordes a las necesidades de los sistemas económicos y políticos imperantes.

La educación formal capitalista ha dado muestras de sobra de su poder de formación de subjetividades extrañadas. Se hace urgente, en este sentido, la tarea de buscar el quiebre, la grieta, la contradicción dentro del sistema educativo capitalista mismo y usarlo de modo contra hegemónico estimulando subjetividades críticas, no conformadas.

Expropiarle a las clases dominantes uno de sus aparatos ideológicos más efectivos, expropiación-apropiación por parte de y para los trabajadores. Prenderles fuego el rancho desde adentro hablando en criollo.

Momo es una novela, que nos ofrece a los docentes, la posibilidad de poner en debate de nuestros estudiantes cuestiones como el consumismo y la explotación. Permite pensar sobre las características del mundo actual, sobre el peligro de verse seducido por los intereses ocultos de empresas que cuentan con el suficiente poder como para influir en el estilo de vida de la gente, en sus deseos, en sus aspiraciones.

También permite elaborar una mirada crítica sobre el modelo racional de concebir el tiempo, un modelo economicista que busca reducir al mínimo o extinguir los momentos de ocio en búsqueda de un rendimiento eficiente del tiempo dentro de la valoración capitalista del mismo, tiempo que debe ser usado para producir aquello que luego va a ser expropiado a sus productores por parte de los dueños de los medios de producción.

Cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia. Novela excelente para abonar una pedagogía liberadora de conciencias que den batalla, que revolucionen lo establecido por el sistema económico imperante en la actualidad desde una mirada antisistémica, humanista y solidaria.

Fuente: http://laizquierdadiario.com/Momo-una-nina-en-resistencia

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