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¿Por qué insultan los pueblos a sus gobernantes?

   

“Si no hay Justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno”. Emiliano Zapata

Viejos como la lucha de clases, los insultos proferidos por los oprimidos suelen tener una misma base histórica y un mismo propósito político. Son formas de la “expresión” popular que no siempre son “fáciles” ni siempre proliferan masivamente, pero marcan (como pocas) los territorios de la lucha simbólica donde, frecuentemente, el sentido del humor más corrosivo surte efectos demoledores en la moral de los “amos” y en sus ínfulas de prestigio. Desde luego, nunca falta el ingenioso genuflexo que se cree capaz de neutralizar los “dardos” del insulto popular con escudos de silogismos chatarra y tandas represivas a mansalva. Moral y palos.

Hay insultos de todo tipo contra las clases dominantes. Se producen en todas las formas y en todos los géneros. Hay canciones, bailes, poemas… dramaturgia, pintura, cine y humor variopinto. Ironías, sarcasmos, chungas… e incluso afrentas francas basadas, casi exclusivamente en la procacidad fermentada por el hartazgo o en la necesidad profunda de herir al poderoso en alguna de sus fibras sensibles: madres, hijos o parientes cercanos. Aunque no tengan culpa directa de los “pesares” (humillación y explotación) que se acumulan en los lomos de la clase trabajadora.

Hay un sentido subversivo en el insulto popular, contra los gobernantes del dinero y los gobernantes de la política, que se desliza de maneras diversas entre los territorios semánticos de cada época. La mayor o menor intensidad del insulto suele ser coyuntural y es siempre eco de conformaciones culturales predominantes. Nada escapa a los efluvios del insulto escupido por los pueblos en el rostro de sus verdugos. Lo supo Cervantes como lo supo Daumier… lo supo Chaplin y los supo Cantinflas. Abarca a las personas y a las instituciones, cruza los mares de la furia social para levantar tormentas de adjetivos, sustantivos y verbos… gestos, muecas y contorsiones. Todo sirve si el insulto es certero, si pone a temblar las estructuras del ego en sus más caras fortalezas del poder y logra ridiculizar todo aquello que sustenta la autoridad de unos cuantos contra la inmensa mayoría. Incluso hay insultos finísimos.

Eso produce pánico en la clase dominante que necesita como el aire algunos reductos de “respeto” o miedo para mantenerse en pie. Un “subordinado” que se empecina en insultar a la autoridad, producto del ascenso de la conciencia o de la fatiga, comienza a ser temido y reprimido. En los casos más conspicuos se fragua un circulo virtuoso que, más temprano que tarde, precipitará la caída de algún verdugo y facilitará un paso, así sea pequeño, en el camino de la emancipación. Son testigo de eso las mejores tradiciones del grotesco y de los carnavales. Por aludir a algunos casos.

Pero en el insulto también se reproduce la ideología de la clase dominante infiltrada en las cabezas de los dominados. Por ejemplo el sexismo que reina a sus anchas en el imaginario hegemónico burgués, escurre sin control ni filtro sobre el arsenal de los se ejercitan para insultar u ofender a los “patrones”. Por ejemplo, todo género de fetichismo de los genitales y toda clase de subordinación coital machista, suele florecer en la metralla ofensiva popular cargada con su sello de clase y con fuerza irreverente. Eso hace una diferencia clara pero plantea un desafío semántico nodal. No mediremos aquí con la misma vara la intensidad humillante de los insultos de la clase dominante frente a los arsenales de la clase subordinada. No caeremos en esa emboscada.

El “modo” en el insulto popular es determinante. Implica a los matices y a las intenciones. Hay insultos que vienen de la picaresca y del humor sexualizado y hay insultos que emergen del miedo y de la rabia. No pocas veces son combinaciones barrocas con resoluciones explosivas. Pero en su tesitura áspera, el insulto al poderoso implica un rompimiento. No hay insulto popular contra los oligarcas que no pondere el enérgico tesoro de la rebeldía. Contundentes y expresivos los insultos enriquecen en su intensidad, y en su calidad, muchas de las fórmulas de la lengua española pero con la jactancia de quien descubre una fuerza ofensiva cargada con analogías que ven el léxico como un arma que tiene, indudablemente, aristas destructoras. La defensiva pasando a la ofensiva. Igual que los tesoros, los insultos suelen estar a flor de tierra y así, a lomos de muchos siglos, los lenguajes peyorativos de clase se ha fortalecido, pacientemente. Es un arsenal popular de palabras que al hacer temblar la vanidad del poder y el poder de la explotación, extienden su ejemplo y se contagian más allá de la perspectiva común y de la comarca del sometimiento (no hay límites idiomáticos ni gestuales). Es un jardín fértil donde se rehacen los armamentos de las batallas diarias y su poderío se vuelve potencialmente infinito. Pésele a quien le pese.

También es posible crear nuevos insultos mediante la formación de conceptos y de vocablos contra los estereotipos impuestos que caracterizan una conducta determinada o el nombre de una clase de individuos (pero esto no es una cátedra de gramática) por cuanto el insulto refleja al modo de producción y a las relaciones de producción degeneradas en hartazgo y en rebeldía de pueblo contra sus “amos”.

Quedan fuera de ésta reflexión aquellas manías burlonas que son sólo desplantes del individualismo burgués infiltradas en los pueblos como formas de catarsis reducidas a banalidades. De esas, no obstante, conviene rescatar lo que de ingenioso puedan desarrollar gracias la creatividad personal y que bien pueden dar un salto de calidad movilizadas por el abrigo de consensos que recojan lo que de fuerza rebelde aporten. Algunos ejemplos muy valiosos están fermentando, por ejemplo, en USA contra Donald Trump y las esquizofrenias mafiosas en sus empresarios de la guerra.

Así y todo sabemos bien que sólo con insultos a los “poderosos” no se transforma la realidad. Que, incluso, una época fértil en denuestos no implica, “per se”, saldos positivos en materia de organización ni de elaboración de programas revolucionarios con vocación de praxis sistematizada. La proliferación de los insultos contra la clase dominante, por sí misma es sólo un síntoma que, para crecer en sus valores rebeldes, debe construir conciencia y acción. De nada sirve quedarse complacido con una concatenación de vociferaciones peyorativas si eso se torna sólo reducto que tranquiliza. Una vez que estemos seguros del genuino origen popular de los insultos a los victimarios del pueblo trabajador, es necesario acordar los pasos que conducen a la salida emancipadora, de lo contrario quedaremos muy contentos insultándolo todo para que nada cambie. Como reformistas vulgares.

 Fuente: http://contrahegemoniaweb.com.ar/por-que-insultan-los-pueblos-a-sus-gobernantes/
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Polarización y nuevos movimientos

Por: Raúl Zibechi

Lo peor, como en buena parte del mundo, el ascenso de la represión estatal, de la mano de políticas de ajuste que perjudican a los sectores populares. El panorama general que presenta la región es de creciente polarización política, social, económica y cultural.

En el terreno político se verifica una potente confrontación derecha-izquierda o conservadores-progresistas, con resultados dispares que anticipan la continuidad de las fricciones. Mientras en Chile y Argentina se fortalecen las derechas, en otros países las cosas están más parejas.

La movilización social es en gran medida consecuencia de una mayor desigualdad económica y del aumento de tarifas de servicios públicos. Pero en otros casos, como en Perú, se registra una amplia movilización contra el indulto al dictador Alberto Fujimori concedido por el presidente Pedro Pablo Kuczynski, para salvar su mandato de las acusaciones de corrupción.

En el plano socio-cultural asistimos a una batalla con epicentro en Brasil, pero que atraviesa toda la región, entre las iglesias y las derechas contra las mujeres y los colectivos LGBT. El momento más fuerte de esa ofensiva reaccionaria se produjo durante la visita de la feminista Judith Butler, con movilizaciones y una campaña mediática en contra de la «ideología de género».

Butler fue agredida en el aeropuerto y quienes acudieron a sus presentaciones fueron acosadas por multitudes que creen, porque lo expresan pero también lo sienten, que sus hijos e hijas corren riesgo de «contagio», como si la opción sexual de cada quien fuera un virus contagioso.

La oleada conservadora –respuesta de las clases medias al crecimiento de la autoestima de los sectores populares, de las mujeres, los indígenas y los afros– anticipa un 2018 más tenso aún. Porque la polarización no es solo política, sino que expresa en ese terreno una intransigencia que nace en la vida cotidiana, levantando muros de odio y desprecio que nos acercan a sociedades estilo apartheid, donde a la segregación de clase suman la racial, sexual y residencial.

Por ahora, el movimiento que mejor resiste es el de las mujeres, ya que la violencia está escalando casi tanto como las movilizaciones y debates públicos que muestran dos caras irreconciliables de las sociedades. Si miramos el tiempo largo, podemos observar alineamientos similares a los que se produjeron en la guerra civil española o durante las dictaduras latinoamericanas. Las iglesias y las clases dominantes, junto a sus aparatos de poder armado y no armado, como la «justicia», casi impermeables a los cambios culturales y sociales de las últimas décadas.

Esto nos indica que estamos ante una profunda grieta social que divide el mundo en mitades más o menos equilibradas y llegó para quedarse, en este período de crisis sistémica que provoca angustias y desazones en todas las clases y sectores sociales. Todo lo que parecía estable o relativamente consolidado, se deteriora a pasos de gigante. Casi nada va quedando en su lugar.

En América Latina, los gobiernos progresistas se evaporan de diversos modos: en Chile y Argentina porque las derechas ganan elecciones; en Brasil por una ilegítima destitución de la presidenta; en Honduras por un fraude electoral evidente; en Ecuador, por increíble que parezca, el progresismo pierde por haber ganado en las urnas ya que los dos principales dirigentes (Rafael Correa y Lenín Moreno), tomaron caminos antagónicos.

Sería demasiado simplista atribuir estas derivas a traiciones o maniobras de unos u otros. Las cosas son mucho más complejas. Las derechas, obvio, hacen su trabajo. Tienen a su favor el poder económico, los aparatos estatales armados y burocráticos, el conservadurismo de gran parte de la sociedad, los medios de comunicación, el sistema financiero internacional, las grandes potencias y, también, la profunda división de las izquierdas.

Los progresismos han llegado a una meseta y desde 2013 asistimos a su declive. Tienen en su contra el desgaste de ser gobiernos durante más de una década, la corrupción galopante, la deserción de las clases medias y de sectores populares deslumbrados por el consumo, la caída de los precios de las materias primas, la falta de autocrítica y de humildad, entre las más importantes.

La vida tienen ciclos. La vida política también. Es seguro que estamos en el otoño del progresismo, que ya dio de sí lo que podía dar: reducción de la pobreza, ampliación de los servicios de salud y educación, y un clima político que redundó en el empoderamiento de los excluidos. Al no haber realizado cambios estructurales (reformas agraria, urbana y de la renta, entre las más urgentes), las políticas públicas hacia la pobreza se agotan y en períodos de crisis son revertidas por gobiernos de signo opuesto. La oleada conservadora navega cómoda en esta aguas que contribuye a contaminar.

Sin embargo, por debajo de la polarización, más allá incluso de la creciente represión (como hemos visto días atrás en Buenos Aires), se están configurando nuevas realidades sociales. Pequeños cambios que suceden por debajo de la línea de atención mediática, en espacios considerados como poco trascendentes por los partidos y los políticos del sistema. En los márgenes de nuestras sociedades, se multiplican las señales de un nuevo ciclo de luchas y de nuevos movimientos.

He mencionado al principio el movimiento de las mujeres. En cifras, el 8 de Marzo pasado millones de mujeres en las calles. Las concentraciones más concurridas que se recuerdan en Montevideo (Uruguay) con 300.000 personas reclamando contra los feminicidios. En Argentina se han realizado desde el fin de la dictadura 32 encuentros nacionales de mujeres. En los tres últimos acudieron entre 50 y 70.000 de todo el país, que debatieron durante tres días en cientos de talleres autogestionados, sin dirigentes ni caudillos.

Hay muchísimo más. En Colombia existen 12.000 acueductos comunitarios que suministran el 40% del agua a las zonas rurales y el 20% a las ciudades. Cada acueducto fue construido y es sostenido por una o varias comunidades.

En Brasil hay 5.000 asentamientos del movimiento sin tierra (MST), que ocupan 25 millones de hectáreas recuperadas del latifundio improductivo, donde viven dos millones de personas y funcionan 1.500 escuelas gestionados por el movimiento, además de cooperativas de producción y distribución.

En Argentina existen casi 400 fábricas recuperadas y cien bachilleratos populares donde finalizan la secundaria los adultos que no han podido terminar sus estudios. Son gestionados por docentes y alumnos de forma igualitaria y los modos de aprendizaje están inspirados en la educación popular de Paulo Freire. Además hay 200 revistas culturales autogestionadas (impresas y digitales) que ocupan más 1.500 personas y son leídas por siete millones.

A todo lo anterior habría que sumar las millones de personas que se desempeñan en la «economía popular» (cooperativas populares, centros sociales y culturales, emprendimientos del más diverso tipo que producen alimentos, bienes y servicios que se distribuyen por canales propios). Y, por supuesto, al zapatismo.

Este es el mundo que está levantando cabeza en plena oleada conservadora y que va a sorprender a muchos en los próximos años. Sobre todo a los gobiernos de derecha.

Fuente: https://www.naiz.eus/es/hemeroteca/gara/editions/2018-01-07/hemeroteca_articles/polarizacion-y-nuevos-movimientos-en-america-latina

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Debemos comparar a Martin Luther King con Rosa Luxemburgo

 

Análisis de sociólogo James Petras, 15 de enero de 2018, en CX36. Escuchar: http://www.ivoox.com/james-petras-15-1-2018-audios-mp3_rf_23171813_1.html

Hernán Salina: Empecemos por lo que está siendo noticia a nivel internacional, un episodio más de Trump, pero para conocer si esto tiene derivaciones políticas importantes, esto de los insultos del presidente de EEUU hacia algunos países latinoamericanos y africanos en una reunión con congresistas, ¿qué ha significado? ¿Hay algún cambio? ¿Esto genera algún movimiento político en la interna estadounidense?

JP: Bueno, sí, porque los demócratas están aprovechandolo para debilitar a Trump, y como Trump utiliza el lenguaje del imperialismo, han tenido resonancia entre la izquierda. Pero debemos ir al fondo del asunto, Trump es la culminación de una política norteamericana, no es la iniciativa hacia una nueva política.

Por ejemplo, entendemos que en Haití está el gobierno de Clinton, Bush y Obama, que han destruido la economía de Haití, particularmente con la invasión y el desplazamiento del presidente Aristide. Entonces, lo que Trump está diciendo, acusando a Haití de ser un país de mierda, es una reflexión del debilitamiento, la destrucción de la economía, los fraudes que cometiera la Fundación Clinton que robó 300 millones de dólares que debían ser para Haití.

También con El Salvador, debemos recordar que EEUU fue el apoyo de los derechistas en ese país que lanzaron las masacres, destruyeran el país y forzaran a cientos de miles de salvadoreños a salir del país. Los insultos de Trump son producto de lo que hicieran los gobernantes anteriores.

Con África tenemos muchos casos del pasado, el colonialismo que hiciera tanto daño a África y causara las condiciones deterioradas de lo que ahora Trump llama la basura del mundo. Para citar un hecho, Obama lanzó la invasión de Libia. Libia era un país rico, positivo, con muchos beneficios sociales hasta que Obama con Clinton invadieron el país fomentando la violencia, tirando bombas sobre el país, destruyendo la economía.

Como consecuencia de todo eso, los migrantes tenían que salir, migrantes de Haití, de El Salvador, de Libia y otros países de África. Entonces, cuando Trump empieza a atacar a los inmigrantes, debe hacer una autocrítica, llamar a EEUU el país de mierda. Mierda por los asesinatos de años y el robo de la riqueza de los países.

HS: ¿Petras, ante esta situación, esta posibilidad de que cientos de miles de inmigrantes sean expulsados, puede esperarse algún tipo de reacción del sistema político estadounidense y de las comunidades hispanas?

JP: Bueno, van a denunciar los insultos, van a denunciar la política de Trump, que está bien, que deben denunciarlo, un presidente payaso que ha hecho mucho daño a los pueblos. Entonces, deben denunciarlo.

Pero deben ir al fondo de lo que causa este tipo de insulto. Como decía, los países latinos deben criticar a Macri, deben criticar a Temer, deben criticar a Santos porque son ellos los que están colaborando con Trump ahora. Debemos denunciar los insultos de Trump, pero debemos ir más allá, debemos profundizar y decir, sí, Trump es un payaso, es una persona no potable. ¿Pero de qué trata Trump? Trata lo que hicieron los años anteriores los gobernantes en América Latina y los EEUU que facilitaron la destrucción de la economía en estos países y mucho más.

HS: Hemos leído que EEUU ha confirmado la creación de una fuerza de 30 mil combatientes, aduce que es para proteger la estabilidad territorial de Siria en la frontera con Turquía. Además tendría influencia en Irak que es vecina. Turquía está rechazando esta noticia como preocupante e inaceptable, el gobierno sirio ha declarado que condena enérgicamente esta decisión, que es un atentado a la soberanía. ¿Qué cabe esperar de esta decisión de EEUU?

JP: Bueno, Washington busca en primera instancia financiar a los terroristas. Una vez que los sirios, con apoyo de Rusia, empezaran a ganar la lucha, Washington aumentó el número de combatientes norteamericanos y kurdos, para ocupar una parte del terreno del norte de Siria. Debemos entender entonces que la política actual de EEUU es la colonización de regiones de Siria frente a la oposición de Siria en el sur y Turquía en el norte.

El hecho es que Washington está usando a los kurdos como fuerza de choque, pero atrás de los kurdos hay miles de fuerzas especiales norteamericanas, hay armas norteamericanas, son las mentiras de Washington tratando de decir que ellos están creando un territorio de protección contra el terrorismo cuando ellos mismos son el respaldo del terrorismo. Y Turquía va a meterse en el conflicto ahora, porque los kurdos no quedan simplemente con la idea de ocupar una porción de Siria, quieren también ocupar parte del sur de Turquía, el distrito poblado por kurdos.

Entonces vamos a tener un conflicto muy complicado, Turquía contra los kurdos y contra Siria, Siria contra los kurdos, los norteamericanos y los turcos. Todos están luchando dentro del territorio de Siria y cada cual tiene sus propias ambiciones contra la soberanía de Siria. Incluso hay algunos izquierdistas despistados que están hablando sobre la lucha de liberación de los kurdos, que ahora mismo son colonia de EEUU, es una cosa difícil de entender

HS: Pero va a haber un delicado equilibrio ahí ante las acciones militares de Siria con Rusia, con los aliados en esa línea donde va a haber presencia militar estadounidense. Habrá que ver hasta dónde pueden llegar con acciones militares que no generen una mayor tensión directa con EEUU ¿no?

JP: Sí, pero creo que los rusos son muy cautos y los sirios no van a atacar las bases de ocupación norteamericana. La otra cosa es que los norteamericanos están mezclados con los kurdos y los kurdos tienen ambiciones más allá de Siria. Entonces, lo más probable, lo vamos a ver en pocos días, es el conflicto turco – kurdo. Yo creo que es muy probable que en los próximos días Turquía vaya a lanzar un ataque fuerte contra los kurdos que sirven como punta la lanza de EEUU. Hasta qué punto Turquía va a cruzar la frontera y entrar en el territorio ocupado por los kurdos, es algo para ver

HS: Estamos en 15 de enero y hemos mencionado en la Radio que corresponde a un aniversario del nacimiento de Martin Luther King en EEUU y del asesinato de la revolucionaria alemana Rosa Luxemburgo.

JP: Martin Luther King representaba una gran movilización de masas de afroamericanos, los progresistas blancos y la izquierda, tenía enorme respaldo en todas las acciones. Y lo más importante de Martin Luther King es que empezó con una lucha contra las leyes segregacionistas, las leyes racistas. Pero con el tiempo empezó a ampliar su lucha contra el guerrerismo norteamericano, las guerras en Indochina, Vietnam y contra la República Dominicana.

Más allá de eso, Martin Luther King empezó a mezclarse con la lucha de clases, los obreros sanitarios en el sur y también empezó a visitar los grandes centros urbanos donde vivían y viven muchos afroamericanos trabajando con salarios bajos, desocupados, sufriendo todas las consecuencias del capitalismo. Entonces, no es la imagen que celebran hoy en la fiesta de Martin Luther King, sólo quieren tratarlo como un luchador contra el racismo y no en la lucha social, la lucha contra las guerras y contra el imperialismo

HS: Por eso fue asesinado, por ese papel creciente que estaba teniendo…

JP: Absolutamente. Y luego del asesinato, la policía federal hizo la investigación con poca profundización, poco interés, nunca buscaron a los que dirigieron el asesinato. Buscaron a un tipo de bajo nivel, un incapaz, no explican cómo pudo escapar, cómo pudo enfrentar a toda la policía de EEUU. Después lo encontraron y lo juzgaron anulando de cualquier testimonio que quería dar sobre los autores intelectuales del crimen.

Yo creo que debemos comparar a Martin Luther King con Rosa Luxemburgo porque ambos lucharon contra la guerra. En el caso de Rosa Luxemburgo, la Primera Guerra. Segundo, como Martin Luther King, Rosa Luxemburgo era muy crítica a los colaboracionistas, los socialdemócratas que hablaban de socialismo y trabajaban con el imperialismo. Y Martin Luther King también puso distancia con las organizaciones de negros que sólo buscaban terminar con las leyes racistas sin querer ir más allá en la lucha por la liberación social y la política antiguerrerista.

Entonces, los dos eran revolucionarios más allá de las leyes liberales, querían cambios sociales, económicos, antimilitaristas. Y la gente no quiere hacer esta comparación, tratar de compatibilizar, hablar del socialismo de Rosa Luxemburgo pero sin vincularlo con las luchas por el mundo anticolonial en China, en India y otros países. En este sentido Rosa Luxemburgo era internacionalista.

En este sentido debemos profundizar nuestra visión de los dos, la visión de internacionalismo, justicia social y liberación de los pueblos, no solamente los africanos sino los asiáticos y también los pueblos oprimidos de trabajadores blancos.

HS: Muy bien, para redondear, profesor Petras, lo dejamos con algún tema más que usted quiera mencionar esta semana.

JP: Bueno, dos temas en particular, aquí debemos hablar de las dos Coreas, que están negociando y buscando soluciones inmediatas, como compartir la bandera en los Juegos Olímpicos, pero es un paso, es un puente hacia mejoramientos en Corea denunciando la política de Trump, que busca provocar una guerra.

Hace pocos días en Hawái lanzaron una alarma de misiles por error, pero todo el pueblo en Hawái estaba preocupado, pensaban que ya había empezado la Tercera Guerra Mundial. Escondieron a los niños en los sótanos porque demoraron una hora para reconocer que no había misiles que venían de Corea.

Y esa es una indicación dle peligro de la política bélica que existe, cuando un tipo equivocado, loco o lo que sea comete un error precipitando una alarma de que ya empezó la guerra de misiles, es una cosa muy preocupante, cuando todo el mundo podría ser destruido simplemente por el mal cálculo sobre los sistemas de misiles.

Y finalmente quiero anotar una cosa, como estoy en California aquí hay muchos trabajadores mexicanos que están trabajando en todos los niveles, no simplemente como jardineros y agricultores, son técnicos en tecnología norteamericana, especialistas en muchas las actividades. Por eso hay una lucha en inmigración, porque Trump está tratando de jugar el anti-inmigrante a favor de los fascistas y los derechistas, pero los capitalistas aquí saben que si expulsan a los inmigrantes van a destruir un tercio de toda la economía. Y los acomodados que buscan de alguien que cuide sus vidas y les facilite sus ganancias, van a sufrir.

El problema inmigrante no es simplemente un acto humanitario, es también un asunto económico. Los inmigrantes sirven en California, el Estado más rico de EEUU vive de los inmigrantes.

Extractado por La Haine

Texto completo en: https://www.lahaine.org/debemos-comparar-a-martin-luther

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Insurrecciones silenciosas

Por: Raúl Zibechi

Los grandes  cambios comienzan siempre por pequeños movimientos invisibles para los analistas de arriba y para los grandes medios, como señala uno de los comunicados del zapatismo. Antes de que miles de personas ocupen las grandes alamedas suceden procesos subterráneos, donde los oprimidos ensayan los levantamientos que luego hacen visibles en los eventos masivos que la academia denomina movimientos sociales.

Esos cambios suceden en la vida cotidiana, son producidos por grupos de personas que tienen relaciones directas entre ellas, no son fáciles de detectar y nunca sabemos si se convertirán en acciones masivas. Sin embargo, pese a las dificultades, es posible intuir que algo está cambiando si aguzamos los sentidos.

Algo de esto parece estar sucediendo en países de América Latina. Un compañero brasileño consideró, durante un encuentro de geógrafos con movimientos sociales (Simposio Internacional de Geografía Agraria- SINGA), que en este país estamos ante una insurrección silenciosa. La intuición se basa en hechos reales. En el seno de movimientos sociales y en los espacios más pobres de la sociedad, las mujeres y los jóvenes, están protagonizando cambios, se están desplazando del lugar asignado por el Estado y el mercado.

Los verdaderos movimientos son aquellos que modifican el lugar de las personas en el mundo, cuando se mueven en colectivos y rasgan los tejidos de la dominación. En este punto, debe consignarse que no hay una relación directa o mecánica de causa-efecto, ya que en las relaciones humanas las predicciones no son posibles por la complejidad que contienen y por la interacción de una multiplicidad de sujetos.

En los últimos años pude observar esta tendencia de cambios silenciosos en el interior de varios movimientos. Entre los indígenas del sur de Colombia, grupos de jóvenes nasa y misak re-emprenden la lucha por la tierra que había sido paralizada por las direcciones, focalizadas en la ampliación de las relaciones con el Estado que les proporciona abundantes recursos. Algo similar parece estar sucediendo en el sur de Chile, donde una nueva generación mapuche enfrenta la represión estatal con renovadas fuerzas.

Entre los movimientos campesinos consolidados, donde existen potentes estructuras de dirección, mujeres y jóvenes están emprendiendo debates y propuestas de nuevo tipo, que incluyen la movilización y organización de las personas que se definen LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales).

Observamos también un creciente activismo en el seno de los movimientos tradicionales de militantes negros que construyen quilombos y palenques, incluso en las universidades, como puede apreciarse en las academias brasileñas y colombianas donde abren espacios propios.

Durante la escuelita nos explicaron que la mitad de los zapatistas tienen menos de 20 años, algo que pudimos apreciar. La participación de las mujeres jóvenes es notable. Quienes participaron en los encuentros de arte y ciencia convocados por el EZLN enfatizan esta realidad. En otros movimientos aparece la organización de niños y niñas con asambleas que excluyen a sus mayores.

Qué reflexiones podemos realizar sobre esta insurrección silenciosa, que abarca a toda la sociedad y de modo particular a los movimientos antisistémicos. Sin pretender agotar un debate incipiente, propongo tres consideraciones.

La primera es que las insurgencias en curso de las mujeres, de los pueblos negros e indígenas y de los jóvenes de todos los sectores populares, están impactando en el interior de los movimientos. Por un lado, están produciendo un necesario recambio generacional sin desplazar a los fundadores. Por otro, ese recambio va acompañado de modos de hacer y de expresarse que tienden a modificar la acción política hacia direcciones que, por lo menos quien escribe estas líneas, no es capaz de definir con claridad.

La segunda es de carácter cualitativo, estrechamente relacionada con la anterior. La irrupción juvenil/femenina es portadora de preguntas y culturas elaboradas en el interior de los movimientos, con sus propias características. Las mujeres de abajo, por ejemplo, no enarbolan el discurso feminista clásico, ni el de la igualdad ni el de la diferencia, sino algo nuevo que no me atrevo a conceptualizar, aunque hay quienes mencionan feminismos comunitarios, negros, indígenas y populares.

El deseo de los jóvenes zapatistas por mostrar sus músicas y danzas, es algo más que una cuestión artística, del mismo modo que sus preguntas sobre la ciencia. En algunos casos, como el mapuche o el nasa, se pueden observar cambios que, desde fuera, podemos valorar como una radicalización que no se focaliza sólo en las formas de acción política, sino también en la recuperación de tradiciones de lucha que habían sido casi abandonadas por sus mayores.

La tercera, y quizá la más importante, es que la irrupción de los abajos jóvenes y mujeres va perfilando otra concepción de revolución, que se aparta de la tradicional teoría de la revolución de cuño leninista. Aquí aparece otra cuestión: ¿cómo se hace política en clave quilombo/palenque? ¿Cómo es la política en clave mujer? No me refiero a la participación de las mujeres y los jóvenes de abajo en las estructuras ya existentes.

Las respuestas las darán los propios pueblos, que están abriendo caminos nuevos, aunque el analista de arriba siempre tiende a verlos con ojos y conceptos del pasado. Se trata de construir, más que de ocupar las instituciones existentes. Se van creando mundos nuevos o sociedades nuevas, si se quieren nombrar con los conceptos de antes: poderes propios, justicia propia en base, muchas veces, a tradiciones y en otras al sentido común de los pueblos; salud, educación y maneras de ocupar el espacio en base a lógicas no capitalistas.

El mundo, nuestro mundo, está cambiando de manera acelerada. Rechazar esos cambios, sería tanto como anular la capacidad transformadora que está enterrando el capitalismo y levantando un mundo nuevo sobre sus escombros.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/11/10/opinion/020a1pol

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¿Cómo terminará el capitalismo?

Por: Fander Falconí

Arthur Schopenhauer, pensador prusiano de la primera mitad del siglo XIX, es considerado el más pesimista de los filósofos. En nuestro tiempo, no ha faltado quien considere al alemán Wolfgang Streeck como el más pesimista de los sociólogos.

En su libro ¿Cómo terminará el capitalismo?, Streeck (2017, Ensayos de un sistema fallido, Verso, Nueva York) predice que tras la caída del capitalismo, vendrá una era caótica para la humanidad, una especie de Edad Media. Aunque uno no comparta tan desesperanzador final y tampoco el determinismo social, hay que admitir que su análisis del capitalismo es impecable. Streeck era poco conocido hasta que algunas de sus predicciones se cumplieron con la crisis de 2008 y muchos empezaron a leerlo.

Streeck afirma que ya estamos viviendo la descomposición del capitalismo, con las crisis periódicas que vive este sistema desde 1973. Cada crisis se ha arreglado tapando un hueco del barco que se hunde, pero abriendo otro. Cada medida tomada para salvar el capital, resulta perjudicial para la mayoría de la población, y viceversa. Los gobernantes no pueden alcanzar un término medio, porque el desequilibrio entre economía y política es intrínseco al sistema capitalista. El descontento acompaña a la ganancia.

El sociólogo cree que desde la crisis de 2008, entramos en la última manga de esta loca carrera desbocada. Como un profeta apocalíptico, hasta nombra a los tres jinetes del apocalipsis capitalista: estancamiento económico, deuda y desigualdad. Claro que el capitalismo no admite su final y emprende programas sociales que son una burla: para combatir el desempleo, establece programas de subempleo.

La desigualdad ha llega a una fase en la cual los más ricos han olvidado que su riqueza depende de la supervivencia de un enorme sector poblacional, que es a la vez productor y consumidor de sus bienes y servicios. A veces, se presentan como filántropos y así alcanzan legitimidad social. La sociedad no necesitaría filántropos si los ricos pagaran sus impuestos.

Como cada vez es más difícil compaginar capitalismo y democracia, aparecen nuevas formas para burlar la voluntad popular, como la teoría de que hay que dejar que los expertos decidan sus cosas. Los médicos deciden cuánto cuesta una consulta y los banqueros deciden cuánto pagar de interés. Al fin y al cabo, esa costumbre de dejar que los expertos sean juez y parte es igual en el poder legislativo: los legisladores legislan hasta sobre sus propios sueldos.

El capitalismo de posguerra (1945-1973), según Streeck, dependió de cierto equilibrio entre la política de los trabajadores y las necesidades de las economías nacionales. Desde 1973, las clases dominantes optaron por la globalización. Ahí nace el neoliberalismo.

No importa al neoliberalismo el aumento de la desigualdad si hay más ganancia para los capitalistas. Si baja el poder adquisitivo dentro de un país, no importa porque los bienes se venderán en el exterior. Estamos en la era de la globalización. Ahora los Estados están dentro de los mercados, ya no los mercados dentro de los Estados.
Al globalizarse, la banca ya no tiene controles nacionales, es supranacional. La democracia ya no existe, ha sido sustituida por una auténtica plutocracia (del griego ‘plutos’: riqueza). La seudo democracia actual ya no redistribuye la riqueza, solo aparenta ser el gobierno del pueblo (‘demos’).

Para olvidar nuestra desgracia, el sistema respalda recursos como la fe en un futuro mejor o tolera el uso de amortiguadores ilegales, como las drogas. El sistema incentiva una droga de su propia creación: el ‘shopping’.
Nunca hemos estado mejor, dice el neoliberalismo. Nunca hemos estado peor, responden los trabajadores. No se puede dialogar así. Aunque no predijera el caos, la tesis del alemán se queda en la denuncia, bien fundamentada es cierto. Pero no hay síntesis.

Fander Falconí Benítez: economista ecológico y académico ecuatoriano. Actualmente es ministro de Educación de Ecuador.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=236033&titular=%BFc%F3mo-terminar%E1-el-capitalismo?-

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Diciembres traumáticos

Diciembre es un mes que, políticamente hablando, pocas veces trajo buenas noticias para los argentinos. Desde la recuperación de las formas democráticas –que no de la consolidación de una verdadera democracia, tarea aún pendiente- casi invariablemente cada fin de año vino signado por la intensificación de los conflictos sociales y la respuesta represiva de las “fuerzas del orden”.

La crisis de la deuda que agobiaba al gobierno de Raúl Alfonsín nutría sin respiro la protesta social. De las ruinas del experimento alfonsinista brotó un programa ortodoxo de ajuste estructural y estabilización dictado letra a letra por el FMI y el BM que, bajo la batuta del peronista neoliberalizado Carlos S. Menem, profundizó la explotación económica, la desigualdad y la exclusión sociales generando innumerables motivos de protesta que alcanzaban su cota más elevada a medida que se acercaba el fin de año.

La Alianza, ese matrimonio de conveniencia entre un sector del peronismo (el Frepaso) y el radicalismo lejos de abandonar esta ruta suicida persistió de la mano de Domingo Cavallo en llegar hasta el final del camino iniciado por Menem, pese a las reiteradas alertas de que el rumbo llevaba al abismo, al que se llegó precisamente en Diciembre del 2001 con su corralito y el saldo luctuoso de las jornadas de lucha del 19 y 20 de ese mes.

En Diciembre del 2015 el peso argentino era devaluado por el nuevo gobierno de Mauricio Macri en un 30% en cuestión de horas. Y ahora esto, cual si este país fuese víctima de una maldición bíblica, un gobierno escandalosamente clasista, que tiene como meta excluyente el enriquecimiento de los muy ricos, extorsiona a diputados y gobernadores, blinda al edificio del Congreso, apalea multitudes de gentes que pacíficamente se oponían a la iniciativa (debidamente infiltrada por “agentes provocadores” para justificar la represión) y saca entre gallos y medianoche una ley reaccionaria e inconsulta, mera expresión del capricho oficial. Una ley ilegítima hasta la médula, mal concebida, incoherente, chapucera e inconstitucional hasta para los juristas de cabecera del gobierno pero que persigue un objetivo imprescindible e impostergable: reducir progresivamente los ingresos de los jubilados y, por esa vía, tratar de ordenar las cuentas fiscales y aliviar la presión tributaria que según el macrismo agobia a los grandes empresarios y al capital concentrado e impide la llegada de la venturosa –e ilusoria-lluvia de inversiones.

O sea, hacer que el ajuste fiscal lo paguen los pobres y, sobre todos, los más vulnerables: los jubilados y pensionados, que no tienen sindicatos que los defiendan. La combinación de la reducción de los haberes jubilatorios junto con la debacle del PAMI, el programa de atención médica a los adultos mayores que ofrece cada vez menos medicamentos gratuitos, lo que hará es acelerar una silenciosa eutanasia de los viejos y así mejorar, en una verdadera apoteosis de la maldad, las cuentas de la seguridad social porque cada vez sobrevivirán menos ancianos y los afortunados lo harán por menos tiempo.

Y esto es apenas el preludio de nuevas leyes fundamentales (reforma laboral, impositiva, ganancias, consenso fiscal, presupuesto 2018, etc.) que el gobierno tratará de conseguir con la misma metodología, amparada por la complicidad de los grandes medios de comunicación que hicieron de la mentira su religión; el desmoronamiento de los pilares del Estado de Derecho y la indiferencia de sus custodios; y la inescrupulosidad de amplios sectores de la dirigencia política peronista y radical cuya identidad ideológica muta con más rapidez que los colores de un camaleón en función de la melodía que proviene de la Casa Rosada.

Todo ello en el marco una de una democracia crecientemente vaciada de contenido, en realidad un híbrido apropiadamente caracterizado como una “democradura”; y de una sociedad hábilmente ganada por el odio racista y el resentimiento hacia los perdedores del sistema sobre todo cuando tienen la osadía de organizarse y luchar: los piqueteros, los “planeros” y las que “se embarazan para cobrar la Asignación Universal por Hijo” (¡monto en Septiembre 2017: 1.412 pesos!) envalentonados por “la yegua” que los empoderó y les hizo creer que había un lugar para ellos en esta sociedad.

Horrorizados e indignados ante la insolencia plebeya amplios sectores clasemedieros creyeron encontrar en un demagogo millonario de ojos azules al redentor que pondría las cosas en su lugar; que prometía derramar sobre ellos bienestar y felicidad en medio de un mar de globos amarillos que ocultaban las intenciones de la pandilla oligárquica que había exitosamente completado el tránsito desde el poder que ejercía desde siempre al gobierno, al que se encaramaban por primera vez sin las molestas mediaciones de partidos políticos o caudillos militares.

Dos años más tarde la ilusión ya se había comenzado a esfumar, pero en los últimos días al compás del operativo mafioso puesto en marcha para reformar el régimen jubilatorio aquellos sectores medios se estremecieron al comprobar, como en las películas de terror, que una infausta metamorfosis se había producido y que el mesías que encumbraron a la Casa Rosada se había convertido en su verdugo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Imagen tomada de: http://www.resumenlatinoamericano.org/wp-content/uploads/2017/11/reforma_jubilatoria_primerafuente_com_ar.jpg_1718483347.jpg

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Noam Chomsky: Antifa es un «regalo importante a la derecha»

Un académico de renombre mundial hace críticas por sus comentarios sobre el movimiento antifascista a raíz de Charlottesville

Noam Chomsky ha criticado al movimiento antifascista y ha argumentado que sus acciones son erróneas en principio y es un «gran regalo a la derecha».

El eminente intelectual, que se describe como el padre de la lingüística moderna, argumentó que el movimiento era autodestructivo y constituía una pequeña facción en la periferia de la izquierda.

Antifa, abreviatura de las organizaciones antifascistas, se refiere a una coalición de grupos militantes, descentralizados y de base que se oponen a la extrema derecha.

El movimiento, que se fundó en Europa en la década de 1920, ha dominado los titulares a raíz de una reunión de supremacía blanca en Charlottesville a principios de este mes. Neo-Nazis, miembros de KKK y partidarios de «alt-right» se enfrentaron con antifascistas y una mujer fue dejada muerta después de que un automóvil arrolló a una multitud de manifestantes antifascistas.

A raíz de la violencia mortal, el presidente Donald Trump ha incitado a la ira por establecer una paridad moral entre los supremacistas blancos y los antifascistas, diciendo que los manifestantes eran tan violentos como la extrema derecha y los grupos » Muy bien «la gente.

Chomsky, una de las principales voces de la izquierda, famosa por su crítica de la política exterior estadounidense, el neoliberalismo y los principales medios de comunicación, ha criticado a Antifa.

«En cuanto a Antifa, es una franja minúscula de la Izquierda, al igual que lo fueron sus predecesores», dijo el lingüista y filósofo político al Washington Examiner . «Es un regalo importante a la derecha, incluyendo la derecha militante, que son exuberantes».

«Lo que hacen a menudo es un error en principio -como bloquear las conversaciones- y el movimiento es generalmente autodestructivo», dijo el funcionario de 88 años al periódico conservador.

Y añadió: «Cuando la confrontación cambia a la arena de la violencia, es la más dura y brutal la que gana – y sabemos quién es eso, aparte de los costos de oportunidad – la pérdida de la oportunidad de educación, Activismo constructivo «.

Aunque muchos sólo asocian el movimiento antifascista con la acción directa militante, vale la pena señalar que adopta una amplia variedad de tácticas. Esto incluye la organización sindical, la solidaridad de los emigrantes, los programas de educación pública, el derrocamiento de los supremacistas blancos y los neonazis a sus vecinos y empleadores, y la presión a los locales a cancelar los eventos de extrema derecha.

Chomsky lo ha declarado anteriormente en contra del cierre de reuniones de extrema derecha, argumentando que es tácitamente autodestructivo y que el énfasis debe estar en la educación.

Chomsky, que recientemente dejó su puesto como profesor enérito del Instituto de Tecnología de Massachusetts para convertirse en un profesor de la Universidad de Arizona, ha provocado críticas por su evaluación de Antifa.

Eleanor Penny, que ha escrito extensamente sobre el fascismo y la extrema derecha, dijo a  The Independent : «Chomsky trata la batalla contra el fascismo como una batalla por la pureza moral que se puede ganar cuando la izquierda permanezca respetuosa, educada y deferente».

Desde la Batalla de Cable Street en 1936 hasta enfrentamientos similares en Lewisham y Wood Green en Londres en 1977, la resistencia física ha protegido una y otra vez a las poblaciones locales de la violencia racista y ha impedido que un grupo de fascistas Nuevas incursiones en la corriente principal de la política «.

Los críticos de las redes sociales argumentaron que Chomsky, que es uno de los estudiosos más citados de la historia, se había vuelto menos izquierdista en su vejez y las declaraciones significaban que se había vuelto irrelevante.

Asa Winstanley, un periodista, dijo: «Triste: Chomsky se acerca a Trump culpar a» ambos lados «; Dice que Antifa es «un regalo importante para la derecha».

«¿Puedes creer que vivimos en un mundo donde Mitt Romney se queda de Noam Chomsky en Antifa», dijo otro usuario

El movimiento antifascista, que está a favor de la popular oposición de base al fascismo en lugar de confiar en la policía o el Estado, no es una organización centralizada homogénea. Tiene una historia larga y variada que se remonta a la lucha contra los camisas negras de Benito Mussolini en la década de 1920 y, a continuación, los camisas marrones de Adolf Hitler en las tabernas de Munich.

En el Reino Unido, los antifascistas se movilizaron contra los «camisas negras» dirigidos por Oswald Moseley, líder de la Unión Británica de Fascistas, en Cable Street, en el este de Londres en los años treinta y en muchos otros casos.

Chomsky ha advertido antes de combatir el aumento del fascismo en Europa y la situación en América hoy. También ha argumentado que las tácticas deben ser reevaluadas a la luz del contexto actual.

Fuente: http://www.independent.co.uk/news/world/americas/noam-chomsky-antifa-major-gift-right-wing-anti-fascist-alt-left-a7906406.html

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