Orar para comprometerse

Por: Antonio Pérez Esclarín

Un simple virus, tan diminuto que ni es visible, nos ha obligado a encerrarnos en nuestras casas y salir del ruido, de la prisa, del trabajo. La amenaza de la enfermedad e incluso la posibilidad de la muerte, ha relativizado la importancia de nuestros proyectos, ha puesto también en cuarentena nuestras aspiraciones y sueños, y nos ha hecho comprender que la vida es el valor más importante y que, sin el, no tienen sentido los demás. Porque el virus nos amenaza a todos, estamos comprendiendo el sinsentido de nuestras divisiones políticas, raciales, económicas, religiosas y sociales, y lo absurdo de una vida de espaldas a los sufrimientos de los demás. También estamos valorando y agradeciendo a todas esas personas que se la están jugando por nosotros.

SÍ bien la rápida propagación del virus nos ha llenado de problemas y preocupaciones, nos está regalando una gran oportunidad para encontrarnos con nosotros mismos y con nuestra familia, para hablarnos en lo profundo del corazón, para revisar nuestros proyectos y aspiraciones, para conversar con Dios, es decir, para orar.

Orar es experimentar el amor de Dios. Dios nos ama siempre, sobre todo cuando estamos preocupados, tristes; cuando nos sentimos agobiados, enfermos, maltratados. Cuando nos sentimos solos es cuando nos busca Dios con más interés para cargarnos en sus brazos y recostarnos sobre su corazón. Sobre ese amor, como sobre roca firme, debemos levantar nuestra esperanza y nuestro compromiso. La oración deberá hacernos más generosos, serviciales, solidarios. Al amor sólo se puede responder con amor. Lo maravilloso es que esa respuesta al amor de Dios debe incluir también el amor a los hermanos, especialmente a los más débiles y vulnerables, como los ancianos que son las víctimas preferidas del virus, pues un supuesto amor a Dios que no se traduzca en servicio a los demás es un amor falso.

En consecuencia, en estos días debemos orar mucho. La oración no es para huir de la vida, ni tampoco para meramente pedirle a Dios que resuelva nuestros problemas. La oración debe fortalecer el coraje y la decisión de vivir combatiendo al coronavirus y todo lo que daña o mata la vida. Si la oración no lleva al compromiso, si no alimenta las ganas de combatir todas las expresiones del mal y de dedicar la vida al servicio y defensa de la vida para todos, no tiene sentido. Se trata de, como lo hacía Jesús, alimentar en la oración la firme decisión de cumplir la voluntad del Padre y vivir entregados a la construcción de un mundo fraternal, donde todos, especialmente los más pobres y los que sufren las consecuencias de este virus y también de los otros virus como el hambre, la miseria, la ignorancia, la exclusión, puedan vivir con dignidad. La oración debe llevarnos a la acción comprometida.

Si auténtica, la oración nos cambia la vida. La oración nos mete en un mundo nuevo, el de Dios, y nos sitúa con más fuerza en el corazón de los hombres. En la oración aprendemos agradecimiento y gratuidad. Aprendemos a no usar a Dios, a no servirnos de Él para que resuelva nuestros problemas, sino que le pedimos fuerza para que se cumpla su voluntad y seamos capaces de luchar con decisión contra el mal y todas sus manifestaciones. En la oración aprendemos a recibir y dar en gratuidad. Aprendemos a estar con el que llora, con el que sufre, con el enfermo, con el que está sólo, con el que no tiene apoyo. Aprendemos a no dar consejos, sino a darnos.

Fuente: https://diariodelosandes.com/site/orar-para-comprometerse-por-antonio-perez-esclarin/

Imagen: Nay Lin Aung en Pixabay

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Japón pone a prueba robots como cuidadores de ancianos

Asia/Japón/27-10-2019/Autor y Fuente: www.laverdad.es

Las principales ventajas de recurrir a las máquinas son «reducir la carga física y mental» para los trabajadores y «mejorar la calidad de los servicios»

Androides parlantes, camas inteligentes o exoesqueletos que ayudan a caminar son algunos de los robots a prueba en residencias de ancianos de Japón como posible solución a la falta de trabajadores y al apremiante envejecimiento demográfico.

Un grupo de personas mayores toman el té y resuelven crucigramas guiados por un vivaracho autómata en un salón. Varios ancianos juegan con mascotas robóticas frente a la televisión, y otros se desplazan con un cinturón motorizado acoplado a la cadera que refuerza la movilidad en las piernas y endereza la espalda.

Son escenas cotidianas en la residencia especial de ancianos Shintomi, un centro privado ubicado en el barrio tokiota de Ginza que tiene en marcha un programa piloto para introducir robots y sistemas de inteligencia artificial (IA) en sus servicios.

«Los resultados son por ahora positivos. Al principio hubo cierta sorpresa por el uso de robots, pero por ahora no hemos tenido ninguna reacción negativa de nuestros clientes ni de sus familiares», explica el presidente de la empresa gestora del centro, Kimiya Ishikawa, en una entrevista a Efe.

Su compañía comenzó a aplicar estas tecnologías en 2013 en tres residencias que operan en Tokio, en cooperación con empresas tecnológicas niponas y con apoyo financiero del Gobierno Metropolitano de Tokio.

Centenares de centros de ancianos de todo Japón aplican iniciativas similares desde que el Gobierno central lanzó en 2015 una estrategia para promover la aplicación de robots e IA, a la que se han destinado subsidios por un valor cercano a los 10.000 millones de yenes (83 millones de euros/ 92 millones de dólares)

¿Máquinas para sustituir a los humanos?

Las principales ventajas de recurrir a las máquinas en el cuidado de ancianos son «reducir la carga física y mental» para los trabajadores y «mejorar la calidad de los servicios» para los clientes, subraya Ishikawa.

La automatización de tareas antes desarrolladas por cuidadores concede «una mayor independencia» a los ancianos y al mismo tiempo permite a los empleados «dedicar más atención personal», destaca el directivo, quien también afirma que no se ha recortado la plantilla de unos 70 trabajadores desde la llegada de los robots.

Este centro emplean actualmente una veintena de modelos de robots o aparatos con IA entre cuyas funciones están la vigilancia de los ancianos mientras duermen, ayudarles a ir al baño, transportarles o mantenerlos activos física e intelectualmente con distintos juegos y actividades.

Aunque a simple vista no parece un robot, una de las máquinas más populares entre las usadas en el centro es un camastro capaz de transformarse automáticamente en silla de ruedas, de registrar los patrones de sueño de sus ocupantes y de alertar a los cuidadores si éstos se caen mientras duermen o si se levantan repentinamente.

«Nos ahorra mucho tiempo y esfuerzos a nosotros, y sufrimiento innecesario a los residentes al moverlos de un sitio a otro», dice a Efe el trabajador del centro Nobuyuki Yamazaki.

Robots terapéuticos y androides ‘showman’

En la sala de ocio de Shintomi, el conocido androide Pepper ejerce como «maestro de ceremonias» para diferentes actividades, mientras que otros modelos más pequeños y sencillos, como el también humanoide PALRO, el perro robot Aibo o la foca de peluche Paro desempeñan funciones de compañía o incluso de terapia.

Una risueña anciana toca las palmas y baila frente a un ejemplar de Paro, que responde moviéndose al ritmo de estos estímulos. Este modelo desarrollado por la empresa nipona AIST es capaz de reducir el estrés de ancianos con demencia senil, según varios estudios.

El robot de Fujisoft PALRO, por su parte, se ha mostrado eficaz para mejorar la memoria y otras capacidades cognitivas de personas con alzheimer al interactuar con ellos con preguntas y respuestas simples, señala el antes citado responsable del centro.

Una apuesta de futuro para Japón

Entre los obstáculos para la mayor implantación de los robots, Ishikawa destaca la dificultad de formar continuamente a los empleados para su manejo y la necesidad de que las empresas tecnológicas adapten mejor sus diseños a las necesidades de las residencias.

Estos aparatos, además, tienen un coste considerable que va desde los 400.000 yenes (3.315 euros/3.700 dólares) en el caso de Paro hasta los 14.000 dólares (12.500 euros) de Pepper entre precio base y mantenimiento.

Aunque la demanda global de los robots para la sanidad y el cuidado de ancianos es aún pequeña, Japón, el líder mundial del sector, estima que solo el mercado doméstico crecerá hasta los 400.000 millones de yenes (3.216 millones de euros /3.690 millones de dólares) para 2035, 25 veces más que su volumen actual, según datos del Gobierno.

Los robots podrían ser la respuesta al acelerado envejecimiento de un país donde se prevé que para 2060 el 40 % de la población sea mayor de 65 años, y en el que hay una grave carencia de mano de obra debido a factores como la baja natalidad y a las restrictivas políticas migratorias.

Fuente e Imagen: https://www.laverdad.es/tecnologia/japon-pone-prueba-uso-robots-20191024101755-ntrc.html

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Necesitamos a nuestros mayores: su rol es importante

05 de octubre de 2016 / Por: Esther Camuñas / Fuente: http://www.consumer.es/

El papel de las personas mayores

Según Naciones Unidas, en la actualidad hay alrededor de 700 millones de personas mayores de 60 años en el mundo, una cifra que se duplicará en el año 2025 y llegará casi a los 2.000 millones hacia el año 2050. En este planeta que envejece tan rápido, las personas mayores desempeñan un papel cada vez más importante, a través del trabajo voluntario, transmitiendo su experiencia y conocimientos, cuidando a sus familias y nietos e incluso con una creciente participación en la fuerza laboral remunerada.

Además, el impacto de las personas mayores en un entorno urbano es mayor, pues tienen más probabilidades de generar ingresos y más oporunidades de educación y de acceso a viviendas asequibles, instalaciones públicas y transporte seguro.

El papel de las personas mayores es muy común en los países en desarrollo de África, donde millones de adultos enfermos de SIDA son cuidados en sus hogares por sus padres. Al morir los hijos, los nietos huérfanos (hoy en día 14 millones menores de 15 años) son en su mayoría cuidados por los abuelos.

En España, el cuidado de personas dependientes y enfermas está en manos principalmente de las mujeres mayores. Según un estudio de la Fundación BBVA, el tiempo dedicado durante el día al cuidado es mayor si los cuidadores son personas de 75 a 84 años (318 minutos) que si tienen de 65 a 74 años (201 minutos) o 30 a 49 años, que solo dedican 50 minutos al día.

Los abuelos en la sociedad actual

En nuestra sociedad, el rol de los abuelos en el cuidado y el crecimiento de los niños ocupa un lugar preferente. La presencia de los mayores se ha hecho por completo necesaria, debido a los horarios y las jornadas laborales extensas de los padres.

Las personas mayores se encargan no solo de cuidar a sus nietos y de llevarles y recogerles del colegio, sino también de ensanchar el horizonte emocional de los pequeños. Les enseñan otra visión del mundo al compartir sus historias de vida y su experiencia, dedicándose con tranquilidad al cuidado y disfrute sin preocuparse de la formación y la educación que corresponde a los padres.

El rol de los abuelos en la sociedad actual es muy beneficioso tanto para los niños como para ellos, que sienten que su vida tiene sentido y tienen una labor que realizar; eso les mantiene sanos y activos. Las personas mayores que ven habitualmente a sus nietos tienen menos problemas de salud y más estabilidad emocional.

¿Qué puedo hacer yo para incluir a las personas mayores?

Cada vez son más los proyectos e iniciativas puestos en marcha para favorecer la relación entre los mayores y personas de otras edades, jóvenes y niños. Estas son algunas propuestas para seguir cuidando de los mayores, incluirles en la sociedad, beber de sus conocimientos y hacerles partícipes de actividades propias de cualquier edad:

  • Participar en los Authentic Tours, una forma de conocer los rincones de la ciudad de Madrid a través de la experiencia y los conocimientos de personas mayores. Esta iniciativa puesta en marcha por la fundación Amigos de los Mayores permite disfrutar del arte y redescubrir el Museo de arte Thyssen-Bornemisza, aprender qué plantas se pueden cultivar en una maceta de un huerto urbano o perfeccionar la técnica de punto y ganchillo.
  • Aprender con las abuelas a través de los talleres que Show me Yaya promueve. Este proyecto, como lo cuenta su creadora Cristina Rubio, favorece el intercambio generacional y permite que las abuelas enseñen todo lo que saben sobre manualidades, cocina y otras labores.
  • Pasar tiempo con las personas mayores, ya sea con abuelos, padres o con otras personas que no tienen familiares y necesitan compañía. En este caso hay muchas iniciativas voluntarias, como el proyecto Grandes Vecinos que conecta a personas mayores con otros habitantes del barrio para hacer la compra, pasear al perro, ir al teatro o tomar un café.

Fuente artículo: http://www.consumer.es/web/es/solidaridad/economia_solidaria/2016/09/30/224343.php

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