España / 1 de febrero de 2018 / Autor: Lola Luceño Barrantes / Fuente: El Periódico Extremadura
Los docentes aprenden reggae, jazz, pop y hasta flamenco con el fin de impartir una asignatura de música dinámica H Isidoro García les enseña composición, arreglos e improvisación en un curso pionero
La genialidad de Mozart, Beethoven o Chaikovski no tiene discusión, pero seamos sinceros, Coldplay, Imagine Dragons, Shakira o Rihanna parecen compañeros de pupitre más divertidos a la hora de aprender música y disfrutar con ella. Representan estilos muy familiares para los alumnos, ya que se cuelan en su día a día a través de los medios de comunicación. Por ello, Isidoro García Díaz, profesor de Guitarra, Armonía, Improvisación, Lenguaje Musical y Conjunto Instrumental en la Femae (Fundación Escuela Oficial de Música y Artes Escénicas de Cáceres), está impartiendo un curso pionero en la región que forma a profesores de Infantil, Primaria y Secundaria en blues, rock, reggae, flamenco, pop, jazz, música brasileña y bandas sonoras, para que puedan llevar estos recursos al aula.
«La música juega un papel muy importante en los procesos de formación de las personas, y es en la música moderna donde el alumnado puede dar rienda suelta a su creatividad e imprimir su sello personal en cada una de las interpretaciones, haciendo uso de la herramienta más poderosa que brindan estos géneros: la improvisación», explica Isidoro García (Cáceres, 1983). Mediante el curso, los docentes mejoran su formación y eficacia a la hora de desarrollar las habilidades de los alumnos. «Damos un aire más renovado a la formación musical», explica.
Con estas enseñanzas, tanto teóricas como prácticas, los profesores adquieren destrezas para adaptar la música moderna a las clases: aprenden nociones básicas de armonización, contrapunto y empleo del ritmo con guitarra, ukelele, flauta de pico e instrumentos orff, y aprenden técnicas de composición, arreglos e improvisación, cuya puesta en práctica «proporciona un nivel de conexión-interacción entre intérpretes difícilmente alcanzable en cualquier otro tipo de disciplina», destaca el profesor.
De concierto en clase
Todo ello permite a los alumnos disfrutar en el aula haciendo música con los sencillos instrumentos de los que están dotado los centros: carillones, metalófonos, xilófonos, flauta dulce o de pico, instrumentos de pequeña percusión… El curso ya se ha desarrollado en el Centro de Recursos y Profesores (CPR) de Cáceres y ha comenzado en Plasencia. En marzo se impartirá en Navalmoral. Incluso el CPR de Badajoz lo ha planificado para abril.
Sin duda, «a los niños les encanta la música, pero hay que conectar con ellos y hay que saber con qué géneros, dentro de su variedad de gustos», precisa el docente. «A través de la música moderna es posible que improvisen y compongan partiendo de unos conocimientos muy básicos, les da una libertad de creación muy importante, que sin embargo no les facilitan las piezas clásicas», matiza. Los profesores están encantados con la idea.
Esto no quiere decir que no se siga cultivando el género clásico y estudiando a sus grandes autores, cuyo conocimiento resulta fundamental, «pero generalmente para los alumnos la música no es Vivaldi, en su entorno suelen estar en contacto con otros estilos más actuales», indica el profesor.
«Sin duda, una forma muy didáctica de hacer partícipes a los escolares de la música, que pueden interpretar ellos mismo con los instrumentos disponibles en cualquier colegio», destaca Antonio Luis Suárez, Director de Femae. De hecho, el proyecto incluye conciertos didácticos desde una perspectiva moderna (blues, rock, jazz…), que se llevarán a cabo en los escenarios de los distintos municipios ya de cara al próximo curso.
Venezuela pasa hoy por una serie de transformaciones, que toca la estructura del sistema educativo, en donde el rango experimental, tiene una connotación real, la oportunidad que se le brinda a cada docente , de compartir experiencias de lo cotidiano, que contribuyan, en la formación para la vida de cada uno de los estudiantes, espacio que recibe la Connotación GCRP (…..).
En lo particular, he venido trabajando con Canto, Cuatro y Música Popular. En el curso del año pasado trate de abordar el cuatro desde su origen, características generales y algunas instrucciones aprovechando las experiencias en la ejecución de este por parte de algunos de los participantes en el curso. A su vez, conformamos un pequeño repertorio, desde Gaitas Zulianas como: La Voy a Tocar a Pie, La Grey Zuliana, Una Gaita para Cagua, De imprevisto, entre otros; canciones como: Venezuela, La Vaca Mariposa, Brisas del Torbes, La Fundadora, Viejo Soguero, Luna de Margarita… como parte de la identificación con nuestra cultura popular.
En un mundo, donde la penetración foránea, se identifica con trastocar los aspectos culturales, la defensa de la identidad nacional es fundamental, como lo señala Reinaldo en una de sus canciones: “Y recordemos que somos, pueblo querido, braza de un mismo fogón, copleros de un mismo rumbo, criollitos de corazón y capaces de luchar contra cualquier opresión”.
Despertar en la nueva generación, la idea de defender nuestros valores y nuestra identidad que indudablemente, parte de la construcción de nuestra ciudadanía y del republicano del siglo XXI, como parte de elementos contra hegemónicos que nos identifican como nación, parte de la venezolanidad que nos señala Mario Briceño Iragorry en su obra: Mensaje sin Destino.
En este sentido, considero que la formación del republicano parte de la familia, la escuela y la comunidad creando mecanismos de interdependencia fundamentales en la creación de cuidadanía, en tal sentido considero oportuno citar una poesía para cantar, de mi autoría.
“Rescatando mis valores”
Venezuela, Venezuela Aquí te traigo mi canto
De Aragua tierra central
Joropero destacado
Yo nací, aquí en Maracay
Pero, el llano es mi pasado,
Cojedes tierra querida, la madre engendrado
Para ti estado Falcón
Mira lo que he preparado La Vela
Que es de mi padre
Bello terruño adorado
Y defendiendo el folklore con orgullo
Y con agrado.
Hoy recuerdo aquí a mi gente que el folklore
Sea rescatado, desde Oriente hasta Occidente
Sea gaita o galerón,
Ciudades y los poblados
Y defendiendo el folklore al exterior han llevado
Jesús Moreno, Montoya
Teo Galíndez y el carrao
Reinaldo número uno del folklore modernizao y el gran amigo
Simón que en mundo es recordao
Por aquel caballo viejo
Que todos, han escuchado
Me perdonan los colegas
Aquellos, que no he nombrado,
Pero un pueblo, como el nuestro
No puede ser descuidado,
Costumbres y tradiciones deben de ser recodados
Del anciano, al más pequeño deben de tener inculcao,
Que lo nuestro es lo primero
Halla lo que halla llegao
Y no crean compañeros
Que esto aquí se ha teminao
Pues defendiendo el folklore un aragüeño
Al pie del Arpa sonora
Aquí se encuentra resteao
Defendiendo lo más puro del Pueblo Venezolano…
Fomentar lo nuestro, es fundamento de una realidad que nos abraza y de la lucha de cada uno de nosotros, fomentando la idiosincracia del venezolano dentro y fuera de nuestro pueblo.
México / 1 de octubre de 2017 / Autor: Samuel Maynez Champion / Fuente: Proceso
Pirécua Tsik Tsik Tsapiratiecha (florecita). Arreglo de Luis Sandi
2. Luis Sandi – Hoja de Albúm No. 2
3. Luis Sandi – Scherzando de la Sinfonía No .2
En nuestro texto anterior (Proceso 2128) abordamos un problema de extrema gravedad: el destierro de la música dentro de las aulas, argumentando con hechos concretos su papel crucial dentro de la formación del ser humano, sin embargo, no hubo desmentido ni refutación de parte del eximio Aurelio Nuño, titular de la Secretaría de Educación Pública, a quien sólo parece importarle su carrera política, en vez de hacer bien su trabajo para revertir la severa penuria educativa en la que se encuentra sumido el país.
Como era de preverse, la ausencia de diálogo nos compele a enunciar algunas aclaraciones pertinentes, amén de dirigir el soliloquio hacia los integrantes del magisterio quienes son, a fin de cuentas, las correas de trasmisión entre las directrices gubernamentales y el alumnado. Huelga decir que corresponde al maestro crear conciencia, primero dentro de sí mismo, y después hacia sus discípulos y sus familias sobre la imprescindible función formativa de las artes ‒y de la música en especial‒ para la equilibrada evolución del estudiantado. Es un inexcusable error seguir negándole al arte sonoro la preeminencia que le corresponde dentro de la curricula escolar (en otras épocas se situaba en el mismo nivel que las matemáticas, la geometría y la astronomía). Por no hablar de su penosa impartición, cual materia optativa, de la que se desprende que se recurra a música pedestre ‒con teclados electrónicos y sus deshumanizados ritmos y sonidos‒ para satisfacer la garrafal necesidad de “adornar” con tonterías ‒entiéndanse los violentos sonsonetes de nuestros perturbados jóvenes‒ el espacio acústico, so consigna de que hay que llenarse de ruido para que parezca que el ambiente está vivo.
Pero mejor cedámosle la palabra a una verdadera autoridad en estos relevantes asuntos, pues su larga trayectoria como educador la avala. Digamos, para dar un perfil somero de su estatura artística, que fue vicepresidente del Consejo Interamericano de la Música, presidente de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), columnista de El Universal, El Sol de México y El Nacional, Director de Bellas Artes, presidente de las Juventudes Musicales de México, Jefe del Departamento de Música de la SEP, miembro del Consejo Internacional de la Música de la UNESCO, maestro del Conservatorio Nacional, cantante, director de orquesta, fundador del Coro de Madrigalistas de Bellas Artes y, por supuesto, un compositor de sólida tendencia nacionalista. De su autoría son importantes partituras vinculadas al pasado indígena, junto a una ingente cantidad de transcripciones de nuestra música autóctona.[1] Tocante a su labor como maestro es de señalar que fue, nada menos, creador de los primeros métodos ‒hoy en desuso‒ de educación musical que incorporaron cantos en lenguas vernáculas y responsable de la elaboración de los primeros planes de estudio ‒para la enseñanza no profesional de la música‒ donde se incorporó el mejor repertorio coral que jamás hayan tenido nuestras primarias, secundarias y normales. La carta que reproducimos fue escrita en 1946 y a pesar de sus 7 décadas de vida sigue siendo de una atroz actualidad (va citada casi en su totalidad y con ligeras adecuaciones léxico-formales debidas al paso del tiempo).
A los Directores de Escuelas Normales y a los Maestros de Música
Muy estimables señores:
Uso este medio tan indirecto porque quiero hablar con ustedes largo y tendido, con más confianza que la que permite el documento oficial. Esta carta va además, sin envoltura, para que puedan leerla muchos a los que, a lo mejor, les interese sin yo saberlo, y sin ellos pensarlo.
Va, para comenzar, una revelación: la música es entre nosotros una miseria. Hay en el país muy pocas orquestas para la cantidad de habitantes que somos, la Ópera Nacional no tiene de nacional sino el dinero que la sostiene, no hay concertistas mexicanos de cartel internacional y hay unos cuantos compositores que ni siquiera pueden dedicarse en serio a componer.
Todos estos males tienen un origen común: no hay músicos en número y calidad satisfactorios porque no hay demanda para ellos y porque la cultura del mexicano es, en este sentido, ínfima.
¿Qué es lo que le gusta al mexicano medio? La vulgaridad, cursilería y vacuidad musicales. Tiene con relación a la música muchas supersticiones: cree que hay que saber de ella para poder gustarla, que es necesario entenderla, que es aburrida, que es innecesaria, lujo inútil de gente acomodada. Cree, en cambio, que la otra música, o la basura sonora de que se rodea, es música de verdad, buena para ser oída en toda ocasión, y paga cantidades crecidísimas a los que se la ofrecen, pero escatima para la que merece llamarse buena música.
El mexicano medio no debe preferir esta música de pacotilla a la otra hecha con todas las reglas del arte, por la misma razón por la que no debe preferir la hechicería a la medicina: porque debe gozar de los beneficios de la verdad y librarse de los males de la superstición. Con relación a la buena música, la verdad es que no se necesita ser músico para gozar de ella; no hay que “entender” a la música, ya que no va dirigida al intelecto sino a la sensibilidad, bastando sólo un par de orejas en buen estado y una mente libre de prejuicios para gustar de la buena música; misma que tampoco puede ser aburrida puesto que es de una variedad infinita.
Es necesario librar al pueblo de estas como de tantas otras supersticiones ilustrándolo con la luz del verdadero saber.
Y entramos con esto en los terrenos del maestro. Pero si el maestro puede enseñar a sus alumnos que no hace daño cortarse las uñas en viernes y que no pasa nada si se sale de casa con el pie izquierdo, no debe desconocer a quienes nos han legado el gran arte sonoro, porque en esto sería tan ignorante como sus discípulos.
Me apresuro a decir que la culpa de tal ignorancia no la tienen los maestros sino la escuela que los formó: el plan de estudios que no incluía la asignatura, el programa de la asignatura que no correspondía a su finalidad, o las enseñanzas del maestro de música que no correspondían al programa. De todo esto ha habido. Porque es opinión común que la música en las escuelas sirve para solaz vacuo o para nada; muy pocos ven su valor educativo y no le asignan un papel análogo, en la formación del futuro maestro, al de las matemáticas o al de la pedagogía.
Señores Directores, concedámosle a la música una categoría semejante a la de las otras asignaturas formativas e informativas, de la carrera de maestro. Si éste necesita saber pedagogía y psicología para poder llegar a la mente del niño, no necesita menos de la música para llegar a su sensibilidad y modelarla también formando su gusto y su juicio estético. Si el maestro necesita no tener vicios en su lenguaje para poder enseñar a hablar a sus alumnos, también necesita saber música y tener educado el gusto para iniciar a sus alumnos en el cultivo del arte sonoro.
La finalidad de la clase de música en las escuelas normales es dar cultura musical, lo más sólida posible, a los futuros maestros. Enseñarles solfeo que es la base del saber musical, historia de la música para que conozcan lo más importante que en este arte ha producido la humanidad, historia que no ha de consistir en una acumulación de datos, sino en el aprendizaje de la música de las distintas épocas y países: han de aprender canto coral con dos propósitos: ponerlos en contacto con la buena música y enseñarles los cantos que transmitirán posteriormente a sus discípulos.
Sólo después de que estas finalidades se hayan cumplido puede desempeñar la música en la escuela otras funciones. Es preciso que sea hasta haber llenado su papel de instrumento formativo, cuando la música empiece a ser fuente de sano y elevado deleite, porque sólo la buena música es la que ha de difundirse en la comunidad circundante para bien de nuestra cultura patria.
Es conveniente insistir en que sólo la buena música merece ocuparse de ella, porque es en la escuela donde suele colarse, sin tropiezos, la mala música. La educación supone siempre un esfuerzo; y el aprender a estimar la buena música también lo supone, pero no es tan grande como algunos temen, ni deja de tener compensaciones inimaginables.
Esta tarea de educar musicalmente se parece mucho a la de limpiar el idioma. En una y otra hay que hacer que los educandos puedan expresarse correctamente y que logren entender a los otros, a fin de que sean capaces de captar y valorar las excelsitudes del pensamiento humano.
Así, señores míos, no permitan que los alumnos flaqueen; no justifiquen sus faltas, no usen el tiempo señalado para la clase de música en otra actividad, piensen ustedes que la música no es fácil de asimilar y que el futuro maestro ha de aprenderla para ser un educador completo; no le pidan al maestro que enseñe a los muchachos ninguna canción de moda, ni que enseñe instrumentos “de oreja”. Pídanle, sí, que forme un coro, que enseñe algún instrumento, pero por nota, que colabore en los programas cívicos de la escuela con lo mejor del repertorio coral. No se alarmen si ven en el programa el nombre de Bach o de Mozart: no pasa nada si se cantan bien.
Les diré que mi propia experiencia me ha enseñado que los públicos sencillos gustan de las obras más exquisitas de manera extraordinaria. He recorrido el país con mi Coro de Madrigalistas y he hecho oír, por ejemplo, la distante pero maravillosa música del Renacimiento a niños de primaria, a muchachos de secundaria, a campesinos, a obreros, a indígenas, siempre con éxito.
Les ruego señores directores y maestros que hagan suyo mi propósito de desterrar de nuestras escuelas la música canallesca y el corito escolar bobo y mal hecho, y den forma a nuevas generaciones de mexicanos completos y de buen gusto.
Su respetuoso amigo
Luis Sandi
[1] Se recomienda la audición de algunas de sus obras más representativas. Audio 1: Pirécua Tsik Tsik Tsapiratiecha (florecita) Arreglo de Luis Sandi. (Coro L´Altalena Ensemble Vocal. NESTLÉ, 2003)
Audio 2: Luis Sandi – Hoja de álbum n° 2 . (Omar Hernández, viola. Mauricio Nader. Piano.QUINDECIM, 2007)
Audio 3: Luis Sandi – Scherzando de la Sinfonía n° 2. (Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México. Fernando Lozano, director. (CONACULTA, 1998)
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