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Una crítica metodológica de las evaluaciones PISA

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

Lo que debe suceder en el futuro, es la revisión final sobre los avances o retrocesos que se registren como producto de la evaluación internacional.

La semana pasada, durante el revuelo que causó un comunicado del Departamento o área de Educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organismo que diseña las pruebas del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA por sus siglas en inglés), en el sentido de que el gobierno mexicano no aplicaría la prueba en su versión o edición más reciente, varios observadoras y observadores nos dimos a la tarea de revisar la información disponible al respecto.

El desmentido: Según el boletín de prensa No. 88 de la SEP: “La secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, informó que no será suspendida la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), y que para el próximo año está programada la aplicación internacional, con una fase piloto que sirva de antecedente, para ser aplicada este año.” Por lo tanto, el rumor de la no aplicación de la evaluación internacional de estudiantes (de 15 años de edad) en México, quedó despejado.

La Mtra. Delfina “Puntualizó que es voluntad de la dependencia a su cargo continuar con la aplicación de la prueba PISA, y reconoció la importancia que tiene la evaluación para las maestras y maestros como un diagnóstico para detectar las fortalezas y debilidades que contribuyan a un plan de trabajo con base en los resultados que se obtengan.”

La ficha técnica de la evaluación PISA (1) indica que ésta: “… evalúa hasta qué punto los estudiantes, que están a punto de concluir su educación obligatoria, han adquirido los conocimientos y habilidades fundamentales para una participación plena en las sociedades modernas. La evaluación se centra en las materias escolares básicas de Ciencia, Lectura y Matemáticas. También se evalúan las capacidades de los alumnos en un ámbito innovador (en 2015, ese ámbito fue la resolución colaborativa de problemas).”

“La evaluación no determina únicamente si los estudiantes pueden reproducir lo que han aprendido, sino que también examina cómo pueden extrapolar lo que han aprendido y aplicar ese conocimiento en circunstancias desconocidas, tanto dentro como fuera de la escuela. Este enfoque refleja el hecho de que las economías modernas recompensan a los individuos no por lo que saben, sino por lo que pueden hacer con lo que saben”. (Tomado del Informe 2015, p. 3, versión digital)

La visión “economicista” de la Prueba PISA es quizá uno de sus inconvenientes principales, que han sido señalados por los especialistas, porque ésta no evalúa otro tipo de habilidades distintas de aquellas que son identificadas como del tipo “llave” (key skills), en términos de las llamadas “competencias educativas” (que puedan ser evaluadas por su desempeño).

¿Acaso no hay otros procesos de aprendizaje escolar que, hasta el momento, no han sido evaluados por esos proyectos internacionales y nacionales, tales como son los casos de los aprendizajes generados a través de la educación artística, la educación física, la formación cívica y ética, o la formación en ciencias sociales y humanas? Más que pensar en las evaluaciones educativas de las y los jóvenes para el mundo del trabajo y los círculos de la mercancía (con visión instrumental) ¿no sería conveniente evaluar los procesos educativos y aprendizajes que están implicados a lo largo de la vida?

Por otra parte, el contexto social e institucional en que se llevan a efecto dichos procesos de aprendizaje y las oportunidades para transferirlo a distintos escenarios (laborales o no laborales), son aspectos aparte que habrán de tomarse en cuenta, para arribar a conclusiones más completas sobre el estado en que se encuentran los sistemas educativos nacionales.

Por eso, cada día se habla con más frecuencia sobre la pertinencia de diseñar y llevar a cabo evaluaciones situadas. Para ello, los expertos en evaluación educativa consideran que será importante revisar tanto las aplicaciones de las pruebas como los resultados de manera estratificada: ¿Los jóvenes evaluados están matriculados en la escuela pública o privada? ¿Cuál es el grado de escolaridad de los padres? ¿En qué condiciones sociales, económicas y culturales viven estos jóvenes? Al respecto, tengo entendido que en las versiones 2012 y 2015 de PISA se trabajaron estos aspectos contextuales durante la evaluación.

Aun cuando se ha dado y existe un amplio debate científico técnico sobre esta evaluación estandarizada, tanto en lo que concierne a los aspectos macro sociales como en la consistencia interna de la prueba referida, uno de los textos, con visión crítica, que encontré en internet para identificar las fortalezas y áreas de oportunidad metodológicas de la prueba en cuestión, es el que lleva por título: “Una crítica metodológica de las evaluaciones PISA”, escrito por Antonio Fernandez-Cano, de la Universidad de Granada, España.

Fernández-Cano escribe en el resumen general del artículo científico lo siguiente: “En este trabajo realizamos una evaluación metodológica de las evaluaciones internacionales PISA, presentando un análisis crítico de sus deficiencias y limitaciones.”

“Presentamos una revisión metodológica o meta-evaluación de los múltiples informes PISA, en un intento de demostrar la validez plausible de las inferencias que PISA mantiene, teniendo en cuenta una serie de limitaciones metodológicas tales como: una lógica incoherente, toma de muestras opacas, diseño evaluativo inestable, instrumentos de medición de validez cuestionables, el uso oportunista de las puntuaciones transformadas por la normalización, la confianza reverencial en la significación estadística, la ausencia de estadísticas sustantivamente importantes centradas en las magnitudes de los efectos, una presentación problemática de los hallazgos e implicaciones cuestionables extraídas de los resultados para las prácticas y las legislaciones educativas.

“Recae sobre PISA la responsabilidad de proporcionar y demostrar mayor rigor metodológico en los futuros informes técnicos y la consiguiente necesidad de ser cuidadosos para no mostrar inferencias sin fundamento a partir de sus hallazgos.” (2)

“Los factores explicativos que PISA propone como relevantes son de naturaleza correlacional y no causal; en consecuencia, ninguna decisión causal puede generalizarse como subrepticiamente hace PISA utilizando modelos de regresión múltiple o modelo de multinivel.”

“Estos modelos son estadísticos y no admiten relaciones causales por mucho que los hallazgos de PISA obtenidos y expuestos en los propios informes sean erradamente interpretados como inferencias causales ad nauseam; una relación sobre advertencias acerca de inferencias en PISA 2009 puede leerse en Ercikan, Roth y Asil (2015). Concretamente su inferencias sobre los que hace que las escuelas sean exitosas (OECD, 2015b; Vol. IV); la relación entre alumnos y dinero-gasto (OECD, 2015b; Vol. VI); la causación espuria por única y lineal de que la predisposición para el aprendizaje es condicionada por el compromiso, dirección y auto-creencias del alumno (OECD, 2015b; Vol. III)”

“El contenido de la pruebas PISA se define antes bien por el juicio de expertos nacionales (un supervisor por país) que por una derivación de los contenidos curriculares nacionales; aunque PISA se sustente sobre un marco curricular (una teoría del currículo) funcional no siempre coincidente plenamente con los currículos convencionales, centrados en el logro de conocimientos más académicos.

La consecuencia de tan emergente y sutil currículo para las políticas educativas nacionales es clara: adaptemos los currículos a las demandas de PISA; la evidencia de cambios curriculares auspiciados por PISA es abundante: Chisholm (2015) en Alemania y Sudáfrica; Dolin y Krogh (2010) in el contexto danés, y especialmente en Turquía (Gur, Celik & Ozoglu, 2012) donde las autoridades educativas ya decidieron realizar reformas del viejo currículo mucho antes de antes de que saliesen los resultados de PISA 2003, y que después utilizaron para justificar tales reformas. Debe entonces comprenderse que, aunque PISA es una encuesta intencional a gran escala, es difícil pero no imposible y quizás necesario conectarla con los currículos nacionales.”

En fin, sería interesante ir a la lectura completa de este reporte de investigación (ver liga al final de este comentario) con la intención de contar con más elementos de juicio para opinar, de manera informada, sobre las ventajas y las desventajas que tiene tanto el diseño como la aplicación de la prueba (PISA).

Por último, considero que en el futuro, sin duda, será necesario realizar revisiones finas sobre los avances o retrocesos que se registren como producto de la evaluación internacional motivo de este comentario. Me refiero específicamente al análisis de los valores o puntuaciones, “del desempeño o de logro, en términos competenciales”, que se obtengan por entidades federativas, para el caso de México, y qué medidas se habrán de poner en práctica tanto por parte del gobierno federal como por los gobiernos estatales, como políticas públicas educativas específicas, siempre en colaboración con las maestras, los maestros y directivos escolares.

Fuente consultada:

(1) OCDE (OECD, por sus siglas en inglés). PISA. Informe 2015. Paris.

(2) Fernandez-Cano, Antonio (2016). Una crítica metodológica de las evaluaciones PISA. RELIEVE, 22(1), art. M15. DOI:

http://dx.doi.org/10.7203/relieve.22.1.8806

Fuente e imagen: sdpnoticias.com

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¿Hablamos de escuela o de educación?

Por: Juana M. Sancho

  • Está claro que la educación no se circunscribe únicamente al espacio escolar. Va mucho más allá, y abarca todo lo ancho y profundo de la vida de las personas. Parece un buen momento para plantearse la necesidad y la posibilidad de caminar hacia una sociedad educativa.

Comencé a pergeñar esta columna a finales del curso pasado. ¡No hace ni dos meses y parece que ha pasado una eternidad! (¡Qué diferencia entre el tiempo medido y el tiempo vivido!). No profundicé en la idea (a la que en realidad llevo muchos años dándole vueltas) porque como muchas personas me sentía tocada (y en cierta forma me sigo sintiendo a pesar del descanso estival) por el síndrome de la sobrecarga informativa. Me sentía infoxificada e infobesa. Y, al mismo tiempo, con la desoladora sensación de “no tener ni idea”. Desde mitad de marzo, no solo me inundan las noticias, sino que he sido invitada a participar en paneles, ponencias, entrevistas, monográficos sobre “Covid 19 y educación”, a revisar artículos, etc., etc., etc. Las noticias me llenaban de estupor, no por el panorama desolador que nos ofrecían (y ofrecen) los medios de comunicación, sino por el abordaje que estábamos dando al tema en el campo de la educación. La primera dimensión de mi asombro se vincula con la idea repetida de que “no estábamos preparados para la pandemia” a lo que me preguntaba ¿hemos estado preparados para algo alguna vez? Yo no tengo constancia.

Según la historia a la que he tenido acceso, cuando parecían soplar aires de guerra, en vez de prepararse para evitarla y encontrar formas de convivir, los hombres en el poder (en este caso no me siento inclusiva) aumentaban el armamento y enviaban a otros a luchar. A lo largo de mi vida he visto venir con mis ojos de persona curiosa varias crisis económicas, pero a nadie que se pusiese manos a la obra para prevenirlas y evitarlas. Diferentes organismos internacionales pagan a distintos profesionales para realizar informes que nos advierten del aumento del hambre en el mundo e, incluso, de cómo acabar con esta lacra, y esta particular pandemia sigue para más 900 millones, que, según Oxfam Intermón, tampoco tienen acceso a agua potable u otros servicios básicos como la salud y la educación. Eso a pesar de todo el desarrollo tecnológico, sobre todo digital, de los últimos años. Distintos especialistas vienen advirtiendo de que el destrozo sistemático de los ecosistemas está produciendo y producirá efectos imprevisibles, en general, poco favorables para la vida humana, pero seguimos ahí. Incluso para algunos especialistas es el responsable de la aparición de la Covid-19. El consumo y las ganancias, sobre todo para unos pocos, parecen lo único importante. Pero luego ¡no estamos preparados para lo imprevisto! Cuando lo único de lo que podemos tener certeza en este mundo es de la incertidumbre. Pero ¿quién nos puede ayudar a vivir sin angustia en la incertidumbre si no es la educación? Y aquí viene la reflexión de esta columna. La Educación no es la Escuela.

La segunda dimensión de mi asombro que me ha reavivado mí ya constante deseo de aprender, es la sensación de que todo el mundo sabe todo. Junto al discurso de “no estábamos preparados” está el de “la solución al problema”. Considerando la cantidad de “debes” que aparecen en la mayoría de los textos y discursos en torno a la Covid 19 y la educación, parece que casi todo el mundo tiene claro lo que “se debe” hacer. Y aquí me planteo, acompañada de otros muchos pensadores, la distancia entre lo que “se debe”, lo que “se puede” y lo “se sabe” hacer. Porque, como argumentaba Lawrence Stenhouse, “nadie puede poner en la práctica las ideas de otro”. Todos estos discursos han puesto el foco de la educación y el aprendizaje en la Escuela, olvidando, como argumenté en una columna anterior, que no solo aprendemos en la Escuela sino en todo momento a lo largo, lo ancho y lo profundo de la vida. Y aquí sigue la reflexión que aporta esta columna. La Educación no es la Escuela.

Resulta imposible reseñar o considerar la enorme cantidad de “soluciones” y propuestas a las que he tenido acceso (en diferentes lenguas) durante los últimos meses. En la mayoría, la tecnología digital (para la satisfacción de las multinacionales tecnológicas que están recopilando más datos que nunca) ocupa un papel relevante. Lo que conlleva la necesidad de profundizar en las consecuencias colaterales para nuestros cuerpos y cerebros (no se pueden separar). Ojalá estén sirviendo para retomar el trabajo que venían realizando los centros educativos, pero mi pregunta es (yo siempre suelo hacerme preguntas) ¿el mismo tipo de trabajo? ¿con los mismos pros y contras? Mientras me resuena la frase, atribuida a Albert Einstein y a Rita Mae Brown en Sudden Death, “locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”.

Una pregunta o preguntas que me llevan a otra de más calado ¿hablamos de Escuela o de EDUCACIÓN? No me cabe duda, la historia nos proporciona evidencias, del papel fundamental que puede tener la Escuela en el proceso de formativo (también deformativo) de los individuos que tienen acceso a ella. Pero la Escuela, como han argumentado distintos autores (Foucault, Mecklenburger, etc.) no deja de ser un dispositivo, una tecnología artefactual, organizativa, simbólica e incluso biotecnológica, que podría adoptar formas muy diferentes, pero suele acabar “devorada” por su propia gramática (Tyack y Tobin). Una institución que parece fundamental y a la vez criticada por obsoleta, por estar desbordada en estos momentos por la avalancha de información y experiencias propiciadas por las tecnologías digitales, por incapaz de transformarse y aprender, por lo que para algunos autores (Senge) estaría al borde de la extinción. Aunque resulta difícil de momento encontrar un recambio. Porque organizar el sistema educativo de otro modo requiere un caudal de imaginación, una capacidad de cambio y unos recursos con los que ningún país parece contar.

Lo primero que dilucidar es la diferencia entre Escuela y Educación, entre el aprendizaje escolar y el aprendizaje (orientado o no) de la vida. La noción de aprendizaje escolar sigue demasiado anclada en la idea de “transmitir” unos contenidos, a menudo descontextualizados y ajenos a la vida social y cultural de los estudiantes, “medibles” a través de pruebas de papel y lápiz. De ahí que, en principio, parezca fácil (y para algunos “más efectiva”) la enseñanza a distancia mediada por los dispositivos digitales. Pero la Educación va mucho más allá del consumo de información, comienza mucho antes de que los individuos lleguen a la Escuela e implica mucho más que el “consumo de información”. Empieza en el momento de ser concebido (el estado anímico y físico de los progenitores ya marca la diferencia) y sigue sin solución de continuidad, como he señalado, a lo largo, lo ancho y lo profundo de la vida. Está configurada por todas las vivencias, experiencias, afectos, intercambios, posibilidades, carencias…, que jalonan nuestra vida, una parte de ellas relacionadas con la Escuela. Porque como argumenta Mlodinow (Subliminal. Cómo tu inconsciente gobierna tu comportamiento. Barcelona: Crítica. 2013), asimilamos un buen número de estímulos sin ser conscientes de ello, por eso la importancia del contexto.

De ahí que lo que me ha faltado en prácticamente todo lo que he sido capaz de leer y escuchar durante este tiempo especial, o lo que a mí me gustaría explorar y profundizar, es cómo abordar la Educación de los individuos de forma holística, es decir, con la participación de todos y cada uno de los agentes y organizaciones sociales. Como una gran red colaborativa orientada al desarrollo individual y social. La finalidad: propiciar una Sociedad Educativa, encaminada al bienestar común, en la que, desde luego, la Escuela tenga un papel. Pero una concepción de Escuela que no dé a entender que es “la única que educa”, porque nunca ha sido así.

Este año, por primera vez, para planificar el curso, se han reunido responsables del Ministerio de Sanidad y de Educación. Aunque la finalidad era claramente otra, a mí me ha llevado a pensar y proponer: ¿Por qué no promover comisiones formadas por representantes de todos y cada una de los ministerios, organismos internacionales y sociedad civil para discutir, imaginar y promover una Sociedad Educativa? ¿Una sociedad basada en el cuidado, la cultura, el afecto, el trabajo digno y la calidad de vida para todos?

Dicho así, en frío, se me dirá que es una locura. Sí, no se me escapa que es difícil. Sin embargo, leemos día tras día propuestas interestelares que “compramos” como futuro. Cuando nuestro único futuro es el presente, lo aprendí de un párvulo de cinco años: hoy ya es mañana. Y yo os/me pregunto ¿qué hoy y mañana queremos?

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/09/14/hablamos-de-escuela-o-de-educacion/

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Kenya reabrirá escuelas en enero del próximo año

El gobierno de Kenya decidió reabrir todos los centros escolares de este país el 4 de enero próximo, luego de que los planteles educacionales resultaron clausurados hace nueve meses por causa de la Covid-19, informó hoy una fuente oficial.

 

El secretario de Gabinete de Educación, George Mahoga, declaró a emisoras de radio locales que el Ejecutivo garantiza la reapertura segura y buenas condiciones para el aprendizaje en las escuelas, de forma tal que los alumnos y profesores no se contagien con la dolencia, causada por el coronavirus SARS-CoV-2.

Indicó además que en Kenya diversas instituciones y organismos ya preparan metodológica y materialmente la reanudación del curso escolar, el cual –auguró- será exitoso.

Mahoga hizo tales declaraciones cuando el secretario del Gabinete de Salud, Mutahi Kagwe, reportó este lunes que en la última jornada en este país de África Oriental se detectaron 559 nuevos casos de la dolencia, con 19 decesos.

De esa forma, Kenya acumula desde marzo pasado 70 mil 804 infectados por el mal, incluidos mil 287 fallecidos.

Para hacer frente a la propagación de la Covid-19 en el territorio nacional, el propio Kagwe reiteró que la ciudadanía debe proseguir con el cumplimiento de los protocolos sanitarios, como el lavado frecuente de manos y mantener el distanciamiento físico, entre otras medidas.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php/component/content/?o=rn&id=411669&SEO=kenya-reabrira-escuelas-en-enero-del-proximo-ano
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Libro (PDF): Desarrollo y aprendizaje en el ciclo inicial: valoración y abordaje pedagógico. Una reflexión a partir de la experiencia

Reseña: CLACSO

Esta publicación da cuenta del proceso de formación y acompañamiento desplegada por el IDEP en los últimos años con el fin de contribuir al mejoramiento de los procesos pedagógicos del ciclo inicial. Dada la incidencia de este período educativo, se desarrolló el estudio centrado en la valoración y el abordaje pedagógico de los procesos de aprendizaje y sus dificultades en el ciclo inicial, cuyos resultados se dan conocer en este libro. El proyecto vinculó a más de 4.400 personas, entre docentes, directivos docentes,orientadoras y estudiantes de 37 colegios distritales.

 

Autor/a:   Acuña Beltrán, Luisa Fernanda –  Albarracín Lizcano, Luz Clemencia –  Amaya Rosario, Gladys –  Bustamante Ramírez, Andrea Josefina –  León Canro, Jenny Rocío –   Ortiz Espitia, Geidy –   Zea Silva, Liced Angélica –   Blanco Carrillo, Yolanda 

Editorial/Editor:  Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico, IDEP

Año de publicación:  2015

País (es):  Colombia

Idioma: Español.

ISBN :   978-958-8780-34-4

 

Descarga:   Desarrollo y aprendizaje en el ciclo inicial: valoración y abordaje pedagógico. Una reflexión a partir de la experiencia

Fuente  e Imagen:  http://biblioteca.clacso.edu.ar/colecciones/saladelectura/index.php?a=q&r=1&hs=1&t=1&q=aprendizaje&j=dl&c=general&fqf=TX&Submit=buscar+en+CLACSO

 

 

 

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Siempre ha habido mucha educación sin escuela y mucho aprendizaje sin educación

España / 2 de septiembre de 2018 / Autor: Carlos Magro / Fuente: Asociación Educación Abierta

Preparar para la vida

No enseñamos a capturar peces con el fin de capturar peces, sino para desarrollar una agilidad general que no se puede obtener mediante la mera instrucción. No enseñamos a cazar caballos a garrotazos por cazar; lo hacemos para desarrollar una fuerza general en el aprendiz que nunca podrá obtenerse con algo tan prosaico y especializado como la caza de antílopes. No enseñamos a asustar tigres de dientes de sable con el fin de asustar tigres; lo hacemos con el propósito de dar ese noble coraje que se aplica a todos los asuntos de la vida y que nunca podría provenir de una actividad tan básica como cazar osos.

Harold Benjamin. 1939. El currículo de dientes de sable 1.

Hubo un tiempo en el que la educación no competía en tiempo ni con el trabajo ni con el ocio. Casi toda la educación era compleja, vitalicia y no planificada, escribió una vez Iván Illich(2). Hubo un tiempo en el que la educación sucedía en cualquier lugar y en cualquier momento(3). Un tiempo en el que la distancia entre lo que sucedía en la escuela y la vida era pequeña. Un tiempo en el que se aprendía a pescar, a cazar caballos lanudos y a ahuyentar tigres diente de sable porque esas eran las tres actividades más importantes para la supervivencia de la tribu. La escuela y los aprendizajes que ésta proporcionaban tenían pleno sentido. A los niños les gustaba aprender así. Los aprendizajes escolares estaban conectados a sus intereses y a su vida.

Pero el entorno cambió y la vida, que una vez había sido segura y feliz, se volvió incierta e inquietante. Con la llegada del frío, dejaron de verse peces en el río, los caballos lanudos fueron sustituidos por veloces antílopes y los tigres dientes de sable se extinguieron dejando su lugar a osos polares. La vida había cambiado y había que adaptarse a las nuevas condiciones rápido. La escuela también debía cambiar. Las materias principales del currículo habían perdido su sentido. Estaban lejos de aquello que era relevante para la vida de los jóvenes y la supervivencia de la comunidad. ¿Por qué no cambiar entonces el currículo?, preguntaron los más inquietos del grupo. La respuesta que recibieron es la cita que encabeza este texto. No enseñamos a capturar peces con el fin de capturar peces, sino para desarrollar una agilidad general que no se puede obtener mediante la mera instrucción […] La esencia de la verdadera educación, respondieron los ancianos y los sabios de la tribu, es la atemporalidad. Es algo que perdura a través de condiciones cambiantes, como una roca sólida que se encuentra firmemente anclado en medio de un tumultuoso torrente. ¡Debes saber que hay verdades eternas, y el currículum de dientes de sable es una de ellas! La escuela tenía que haber cambiado, pero no lo hizo. La escuela había dejado de preparar para la vida.

Desde entonces, no hemos dejado de reclamar a la escuela más relación con la vida y con los intereses de los alumnos y la hemos criticado por ser demasiado abstracta y superficial en relación con la educación extraescolar, mucho más vital, profunda y real.

Preparar para la vida ha sido y sigue siendo la gran promesa de la escuela. Todos, antes y ahora, sin importar la concepción que tengamos sobre la enseñanza y el aprendizaje, nuestras preferencias metodológicas, el currículo que defendamos o la evaluación que practiquemos afirmamos con rotundidad que el fin de la escuela es el de educar a los más jóvenes para la vida. Todas las reformas escolares, sin importar dónde, cuándo, quién las haya propuesto o cómo estén articuladas proclaman sin ambages su intención de preparar mejor para la vida.

Son muchos los que a lo largo de la historia han reclamado una mayor conexión entre la escuela y la vida, entre el aula y lo que sucede fuera de la misma. Son muchos los educadores para quienes el lema “dejad que la vida entre en la escuela” ha sido y sigue siendo su norte pedagógico(4). Abrir la escuela y salir al barrio, al museo, al campo, expandir, en definitiva, la educación ha sido una constante de todos los movimientos reformistas. John Dewey, por ejemplo, entendía la educación como un proceso vital y no solo como una preparación para la vida futura y reclamaba que la escuela debía ocuparse también de preparar para la vida actual de los alumnos. El fin de la escuela era aprender, decía Dewey, pero antes que todo vivir. Aprender a través y en relación con la vida.

La sátira de Harold Benjamin(5), escrita en 1939, recoge bien esta inquietud por minimizar la distancia entre los aprendizajes escolares y la vida. Una inquietud que, si cabe, se ha visto incrementada en la actual sociedad de la información, y en particular con el despliegue del ecosistema digital, que ha ensanchado cada vez más la distancia entre aprendizaje, educación y enseñanza(6).

Siempre ha habido aprendizaje sin educación y educación sin enseñanza. Siempre ha habido mucha educación sin escuela y mucho aprendizaje sin educación. Aprender no ha sido nunca algo que sólo suceda dentro de espacios acotados e institucionalizados para ese fin. La vida es un continuo de experiencias que significan oportunidades para aprender(7), pero en el proceso de institucionalización de la escuela, como bien ha señalado Fernández-Enguita(8), hemos identificando aprendizaje, educación y enseñanza, reduciendo, cada término al siguiente.

Ignorando o borrando artificialmente la distancia entre cada uno de esos términos, hemos llegado a confundir los planes de estudio, los libros de texto, los estándares, los objetivos y las pruebas como fines en sí mismos, en lugar de como un medio para un fin(9). Hemos confundido enseñanza con saber, promoción de curso con educación, diploma con competencia y fluidez con capacidad para decir algo nuevo(10). Hemos estandarizado y burocratizado no sólo lo que ocurre dentro de la escuela sino también gran parte de lo que sucede fuera. Creyendo ingenuamente que podíamos disciplinar la vida. Pero la vida no está organizada por disciplinas. La vida encaja difícilmente dentro de un currículo, más aún si éste es rígido y está muy compartimentado. No parece que la solución pase por disciplinar lo que sucede más allá de la escuela. Parece mejor idea, sin duda, abrir ventanas y puertas y sustituir las rígidas paredes que delimitan las aulas y los centros escolares por membranas móviles y porosas.

Si el gran desafío de la escuela es el de preparar para la vida en una sociedad cambiante, aspectos como la flexibilidad, la innovación y la interdisciplinariedad deben primar sobre la rigidez, la repetición y la disciplinariedad(11). La solución ante los enormes desafíos que enfrenta hoy la escuela no pasa ni por una vuelta al pasado, ni por más de lo mismo, reforzando los sistemas actuales en una huida hacia adelante, ni por acabar con la escuela institucionalizada a favor de nuevos de mecanismos de mercado, desescolarizando la sociedad. Al contrario, la escuela importa(12).

Preparar para la vida pasa por reclamar más escuela, pero una escuela distinta, caracterizada por una nueva cultura del aprendizaje y por una cultura organizacional de la colaboración, la innovación, la autonomía, la atención a la diversidad, la apertura y la vinculación con las familias, la comunidad y el entorno.

Preparar para la vida pasa por poner a los alumnos en el centro de su aprendizaje, implicándoles activamente en procesos de búsqueda, estudio, experimentación, reflexión, aplicación y comunicación del conocimiento(13). Pasa por hacerles responsables de su aprendizaje. Por darles la voz y escucharles. Pasa por dejarles elegir y por vincular el aprendizaje a los problemas cotidianos que afectan a su vida.

Preparar para la vida, pasa por entender que, en la escuela como en la vida, aprendemos cuando queremos y aprendemos para algo. Aprendemos de muchas maneras. Aprendemos solos y aprendemos con otros. Aprendemos haciendo y aprendemos reflexionando sobre lo que hemos hecho. Aprendemos haciendo las cosas bien y aprendemos equivocándonos. Aprendemos exponiendo y aprendemos escuchando. Aprendemos reproduciendo y aprendemos creando.

Preparar para la vida pasa por aprender a movilizar y combinar, en tiempo real, los recursos intelectuales y emocionales(14) adquiridos en la escuela para entender el mundo y poder actuar sobre él. Pasa por comprender, como dice Juan Ignacio Pozo, que aprender a decir y a hacer son dos formas diferentes de conocer el mundo y, por tanto, no basta con tener conocimiento para saber usarlo(15).

Preparar para la vida pasa por estimular la metacognición de cada estudiante, su capacidad para comprender y gobernar su propio y singular proceso de aprendizaje. Pasa por desarrollar la capacidad de aprender a aprender.

Si algo nos han enseñado las ciencias del aprendizaje en las últimas décadas es que desarrollar la facultad de aprender tiene mucho que ver con actitudes, creencias, tolerancia emocional y valores. Tiene que ver con fomentar la confianza, con creer que se pueden resolver los retos, con saber gestionar con calma la incertidumbre que rodea cualquier problema relevante de la vida, con no desanimarse cuando las cosas no salen como pensábamos, con mantener el esfuerzo.

Preparar para la vida pasa entonces por desarrollar la capacidad para tolerar la frustración y la confusión. Pasa por saber actuar sin saber qué sucederá y por aprender a vivir en la incerteza sin sentirse inseguro. Preparar para la vida requiere también sentirse apoyado y legitimado, saber que se tiene el derecho a ser curioso, a hacer preguntas incómodas, a discutir, a llevar la contraria, a imaginar cómo las cosas podrían ser otra manera y a equivocarse.

Aprender es más que nunca un asunto no circunscrito únicamente a unos espacios concretos (las instituciones educativas, las aulas), ni a unos tiempos (los de escolaridad, la educación formal), ni a unos ámbitos de conocimientos determinados (conocimientos declarativos, abstractos o factuales), ni a unas habilidades (las cognitivas), ni, por supuesto, a un único currículo, a unas metodologías únicas o a unos programas formativos normalizados y estandarizados. Preparar para la vida pasa por lograr aprendizajes más profundos y más permanentes. Pasa por enseñar menos y aprender más.

Preparar para la vida pasa por introducir mecanismos de flexibilidad y de conexión entre los aprendizajes formales e informales. Pasa por reducir la brecha entre la forma en que se “hace” el aprendizaje en las escuelas y la forma en que se “hace” en el mundo exterior. Y pasa por crear un clima y un entorno de aprendizaje adecuado donde todo esto se dé.

Pasa, en definitiva, por abrir la escuela y salir al barrio, al museo y al campo, defendiendo la idea de una escuela en la que el aprendizaje no está artificialmente separado del resto de la vida. Una escuela en la que aprendamos no solo a vivir, sino que también aprendamos cómo se vive. Una escuela que asume que el aprendizaje es vida. Preparar para la vida pasa por entender que vivir es aprender y que aprender es vivir.

Referencias:

  1. Harold Benjamin (1939). El currículo de dientes de sable. Disponible enhttp://users.ugent.be/~mvalcke/OWK_1415/toetsing/thesabertoothcurriculumshor.pdf
  2. Ivan Illich (1985). La sociedad desescolarizada. Disponible enhttp://www.mundolibertario.org/archivos/documentos/IvnIllich_lasociedaddesescolarizada.pdf
  3. Rubén Díaz y Juan Freire (eds) (2012). ZEMOS98. Disponible enhttp://www.zemos98.org/descargas/educacion_expandida-ZEMOS98.pdf
  4. Philippe Perrenoud (2012). Cuando la escuela pretende educar para la vida. Graò.
  5. Harold Benjamin (1939). Op. cit
  6. Fernández-Enguita (2018). Más escuela y menos aula. Morata
  7. Juan Freire (09/09/2013). Del aprendizaje expandido a la transformación de la educaciónhttp://nomada.blogs.com/jfreire/2013/09/transformacion-educacion.html
  8. Mariano Fernández-Enguita (2018). Op.cit
  9. Ron Ritchhart (2002). Intellectual character. What it is, Why it matters, and How to get it. Jossey-Bass
  10. Iván Illich (2012) ¿Por qué debemos privar de apoyo oficial a la escuela?
  11. Álvaro Marchesi & Elena Martín (2016). Calidad educativa. Alianza Editorial
  12. La escuela no importa fue, simplificando mucho, la principal conclusión del informe Coleman solicitado por la estadounidense Ley de Derechos Civiles de 1964 que cambió profundamente la manera de abordar las reformas educativas.
  13. Ángel Pérez Gómez (2007). La naturaleza de las competencias básicas y sus aplicaciones pedagógicas
  14. Philippe Perrenoud (2012). Op. cit.
  15. Juan Ignacio Pozo (2016). Aprender en tiempos revueltos. Alianza

 

Fuente del Artículo:

“Siempre ha habido mucha educación sin escuela y mucho aprendizaje sin educación.”

ove/mahv

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Programa Tenemos Tarea: 689. Videojuegos Educativos (Audio)

México / 19 de noviembre de 2017 / Autor: Tenemos Tarea / Fuente: Radio Educación

En este programa conoceremos una propuesta divertida que promueve el aprendizaje escolar a través de los videojuegos; Bruno Bautista de la fundación LEARNY nos habla sobre los vastos conocimientos que brinda el contenido de los videojuegos que han creado.

 

 

Fuente:

http://www.e-radio.edu.mx/Tenemos-tarea/689-Videojuegos-Educativos

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