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Entrevista a Juanjo Vergara. Maestro y profesor de instituto.:

Por: Daniel Sánchez Caballero

«Los docentes quieren cambiar, pero luego llegan a los centros y solo tienen papeleos que hacer»

Reformar el sistema curricular por materias estancas, «casi contradictorias»; evaluación de la práctica docente o buscar experiencias para enriquecer los aprendizajes. Estas son algunas de las ideas de Juan José Vergara, maestro y docente desde hace 32 años.

Juan José Vergara podría vivir de dar conferencias y sus libros. Se lo han propuesto, pero no se ve. Este profesor de Intervención Sociocomunitaria y maestro no quiere dejar el aula porque, dice, “perdería credibilidad”. Y ahí sigue 32 años después. Autor de Aprendo porque quiero (SM, Biblioteca de Innovación Educativa), le ha dado continuidad con el recién publicado Narrar el Aprendizaje. La fuerza del relato en el Aprendizaje Basado en Proyectos (SM) en el que cuenta “cómo construir la enseñanza utilizando los recursos narrativos de guionistas, literatos, etc.” y expone otras ideas. Por ejemplo, Vergara cree que la educación se ha quedado estancada en un modelo antiguo, de los 70, que necesita grandes reformas, por ejemplo: acabar con el modelo de asignaturas “casi contradictorias entre sí”. También sostiene que todo iría mejor si se preguntara “a quien sabe”. O sea, a los profesores que están en clase.

Una pregunta quizá muy amplia para empezar. ¿Cómo debe ser un buen docente?

Doy algunas claves que me parecen interesantes: alguien que es capaz de generar experiencias educativas y no exclusivamente transmitir contenidos. Alguien que se cuestiona su perfil como líder de esas experiencias educativas, reconociendo que el centro del aprendizaje es el alumno, asumiendo que el aprendizaje no solo se produce en su cabeza y no solo dentro de las clases. Se produce dentro y fuera de las aulas y sobre todo a partir de las experiencias de los alumnos. Alguien que deja de ser un transmisor y pasa a ser un provocador de proyectos y aventuras.

¿Los sistemas formativos empujan a los maestros a ser estas personas?

Vivimos una situación un poco enloquecida. Sabemos que es importante que los alumnos aprendan en el SXXI. Y se da una dejación inercial tecnocrática representada por los currículums educativos. Esta es la encrucijada. Estamos por un lado en modelos legislativos que organizan la enseñanza ordenando los contenidos en asignaturas, bloques, cursos, incluso momentos de evaluación en cuanto a rendición de cuentas y que no reconocen lo que es importante que aprendan los alumnos en este mundo que nos ha tocado vivir. El desafío es ser capaz de construir modelos educativos que respondan a una visión más global de la enseñanza que la que tenemos. No creo que el gran desafío sea seguir en una dinámica de responder a políticas de derechas o izquierdas en relación a la defensa de unas asignaturas u otras, sino más bien dar un salto cualitativo y entender que el aprendizaje se produce de otra manera y es necesario que sea así si queremos educar a chavales para el mundo que estamos viviendo.
Fotografía: Teresa Rodríguez

Hay cierta polémica entre si en la docencia debe primar el conocimiento o la pedagogía. Si es más importante el qué o el cómo. ¿Qué opina?

Creo que se nos olvida algo fundamental. La educación es algo político, es el compromiso con cómo queremos entender que una persona es capaz de habitar el mundo y le dotamos de las habilidades personales para hacerlo, tanto a nivel personal, ciudadano, etc. ¿Qué es lo importante? Que el alumno o aprendiz seamos capaces de analizar la realidad, ver dónde está en nuestras vidas, en nuestra realidad concreta, y ver cómo el aprendizaje mejora la comprensión de esta realidad y de lo que hacemos con ella. Cómo actuamos, cómo realizamos acciones innovadoras. El qué es importante, hay que tratar cosas que son importantes para los alumnos. El cómo también, hay que adaptarse a cómo se producen los aprendizajes de forma real. Heredamos un modelo educativo en el que el qué, los contenidos, han sido muchas veces elementos no demasiado relevantes y el cómo se ha organizado de una manera lógica que no responde a cómo aprendemos que es, sobre todo, habitando los contenidos. Creo que ese es el problema.

¿Qué le parece la evaluación que propone el Gobierno para docentes?

Sobre la evaluación, llevo años diciéndolo: no es lo mismo evaluar que calificar. Calificar es etiquetar, poner un número. Evaluar es invitar a la reflexión. Creo que es importante que los docentes nos evaluemos y nos evalúen y nos ayuden a reflexionar sobre nuestras prácticas educativas. Para eso sería fantástico que se haga en torno a elementos que nos ayuden a esa reflexión. Luego está la parte de calificación. Si evaluar a los docentes se trata exclusivamente de ponerles en un ránking y calificar habría que ver cómo se genera ese ránking, en virtud de qué, etc. y ahí ya entramos en unas arenas movedizas.

Es importante que los docentes tengamos procesos de reflexión sobre nuestra práctica. Hay experiencias claras: que varios profesores trabajen juntos y comenten su labor. Eso es evaluación por pares. Que los alumnos sean capaces de evaluar a sus profesores, que los docentes sean capaces de evaluar y vean si se adecuan o no a sus necesidades. Que los docentes sean capaces de ver cuáles son sus demandas en cuanto a innovación metodológica y que haya organismos. Eso es un proceso de evaluación interesante, que no tiene mucho que ver con la calificación.

¿Se siente señalado por la administración como culpable de (casi) todos los males de la educación, tal y como lamentan muchos docentes?

En educación los cambios son muy lentos y esto es algo que no se termina de entender. El cambio no es ideológico ni legislativo solo, exige un cambio de mentalidad y estos son muy lentos. Hay que ir hacia ellos, pero son lentos. La salida fácil entonces es decir que el docente tiene la culpa. Creo que estamos en un momento realmente estupendo en relación a la iniciativa y las ganas de los docentes, lo veo a diario. Se generan centenares de foros con docentes que quieren cambiar, que se preguntan cómo mejorar sus clases y responder a las necesidades educativas. Vas un sábado a un foro y te encuentras a 500 docentes. Me dicen que quieren cambiar, pero luego llegan a los centros y solo tienen papeleos que hacer. Los docentes han cubierto una masa crítica y hacen que el cambio sea imparable. Pero está en la mesa de los administradores facilitar que esto suceda. Se tienen que sentar con ellos y darse cuenta de que son los expertos en sus alumnos.

Yo llevo 32 años dando clase, no he hecho otra cosa en mi vida. Veo que los docentes tienen una desconfianza importante respecto a la administración y esta también tiene desconfianza por alguna razón. Legislar al margen de ellos es un error. Creo que habría que subirse a la ola de esa ilusión que está habiendo en los docentes, que es generar un cambio y, a partir de ahí, trabajar en un cambio real que se adecue. La administración sigue generando modelos basados en cursos, asignaturas. Ahora quitan los estándares o no. No son elementos de calado.

Lo ha mencionado un par de veces. ¿Cree que las asignaturas están obsoletas?

Todos los que hablamos o escribimos sobre las necesidades educativas o cómo hacerlas (yo me centro sobre todo en el cómo hacer las clases y desarrollarlas), decimos lo mismo. El aprendizaje es algo global, holístico. No nos podemos quedar en herederos de modelos de los 70 del siglo pasado, de hace 50 años. Los alumnos aprenden globalmente y no hay diferencia entre lo que aprenden dentro de las aulas y fuera, todo se ha roto. Las empresas exigen de los profesionales no ya que desarrollen saberes técnicos, si no de otro tipo. A mí no me gusta mucho citar a Finlandia, pero allí están trabajando en su currículum. Nosotros insistimos en asignaturas casi contradictorias entre unas y otras.

Fotografía: Teresa Rodríguez

Pero no parece que esto esté en los debates educativos a nivel administrativo ahora…

No, pero al margen de eso, no me parece lo más importante. Al alumno un docente le tiene que generar una experiencia, ponerle una serie de retos. Lo que está sucediendo es que seguimos en el modelo en el que recibe una serie de contenidos que parece que son los buenos. Vamos a dejar esto. A nivel organizativo, en los centros de secundaria, por citar un ejemplo, seguimos con el modelo de departamentos, de tal manera que hay departamentos unipersonales que se reúnen. Una persona consigo misma. Es el colmo. Claro que hay que cambiar cosas, pero son cosas ridículas.

¿Cómo ve la formación inicial? ¿Hace falta un MIR educativo?

Con la formación inicial creo que hace falta generar un cuerpo de docentes. Existen personas que cuando terminan el Bachillerato y van a las universidades quieren ser docentes porque es su vocación, y luego hay otros con vocaciones dispares y por avatares de la vida acaban convirtiéndose en docentes. Y eso no puede ser. El reto es saber cuál es el sistema para que los que lleguen a la docencia. Ellos mismos reconocen que sus lagunas metodológicas son espectaculares. Los sistemas que ha habido hasta ahora, desde luego, no han funcionado bien. El modelo MIR habría que verlo. Un modelo en el que los docentes que empiezan, entren a trabajar colaborativamente con otros docentes que tienen más experiencias y se vean inmersos en procesos metodológicos, no tendría por qué ser negativo.

¿Es apropiado que un alumno pueda obtener el Bachillerato sin aprender todas las asignaturas como propone el Ministerio de Educación?

No voy a entrar, necesitaría leer la propuesta directa. Como concepto general que todo lo que sea adaptarse a las necesidades educativas de la gente es fantástico, pero tengo que ver el detalle. Me parece ridículo hablar de suspensos y aprobados. Deberíamos cambiar de concepto, y en vez de que sea la escuela la que aprueba o suspende, que eso solo genera exclusión, lo haga la sociedad.

¿Me desarrolla un poco este concepto?

Tenemos que pasar a este concepto, es importante. Se empezó a decir que era importante que las familias entren en la escuela, que la comunidad participe. Tenemos que empezar a creernos que la educación no es una tarea solo de la escuela, tiene que ser de toda la comunidad. El fracaso o el éxito de un aprendiz no depende de la escuela, sino de que la comunidad en su conjunto… En una familia con altos niveles socio-culturales el índice de fracaso escolar son realmente menores que los de una familia en una situación de mayor vulnerabilidad. ¿Esto por qué es? Porque en un caso la tarea educativa se ha relegado a un solo agente (la escuela) mientras en la otra se apoya en la familia: clases particulares… Es una cuestión social. Entiendo que esto llevarlo a la práctica desde el punto de vista legislativo es complicado, pero creo que es dónde tenemos que ir.

¿Le molesta que “gente que nunca ha pisado un aula” —queja que realizan muchos maestros— pretendan decirles a los maestros y profesores de instituto cómo dar clase?

Tienen toda la razón, no se me caen los anillos en decirlo. El modelo de formación docente que se está realizando desde las universidades deja mucho que desear. Es raro encontrar docentes de universidad que sean expertos en didáctica. Es muy excepcional y maravilloso cuando sucede. El modelo de formación universitaria está muy orientado a la investigación, a la reproducción de contenidos y poco a la implementación en la práctica. Los docentes de la universidad que quieren hacer algo distinto, muchas veces se ven en problemas en las universidades para sacar a los alumnos, llevarlos a colegios, etc.

Juan José Vergara es experto en innovación educativa y metodologías activas. Docente en ejercicio, es autor -entre otros- de los libros “Narrar el aprendizaje. La fuerza del relato en el aprendizaje basado en proyectos” (2018)https://www.juanjovergara.com/copia-de-aprendo-porque-quiero-1 y “Aprendo porque quiero. El aprendizaje basado en proyectos paso a paso” (2015)https://www.juanjovergara.com/aprendo-porque-quiero

[juanjovergara.com@juanjovergara

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/11/15/los-docentes-quieren-cambiar-pero-luego-llegan-a-los-centros-y-solo-tienen-papeleos-que-hacer/

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David Franco: Empleo del futuro con educación del pasado

Por: La Prensa

No es secreto que en Panamá el sistema educativo deja mucho que desear. Los temas y habilidades que le estamos enseñando a nuestros estudiantes no es lo más adecuado para prepararlos al ambiente laboral competitivo y globalizado ni de hoy ni mucho menos del futuro. Si bien estamos mejorando, es a un ritmo que no es proporcional a lo que requerimos para convertirnos en un país aún más dinámico a las fluctuaciones de mercados por razones externas. Entonces, ¿cuáles son los trabajos que tendrán más demanda dentro de 10-15 años y cómo podemos asegurar que nuestros estudiantes y profesionales se estén preparando para los mismos?

Según el “MGI Skills Shift Automation and Future of the Workforce”, la automatización e inteligencia artificial serán los impulsadores principales del cambio que veremos en las labores que se realizan dentro de las empresas. El aumento principal de requerimiento de habilidades será en: habilidades tecnológicas (un aumento de 55%) y habilidades sociales y emocionales (aumento de 24%). Las habilidades que se verán desplazadas serán principalmente la entrada de datos (descenso de 15%) y operación de equipos genéricos (descenso de 14%).

¿Cuáles son los trabajos y habilidades que se van a requerir?

En cuanto a tecnología, se van a requerir más profesionales en programación, análisis de datos, ingeniería tecnológica, investigación y desarrollo, desarrollo de software, estadística y robótica.

En cuanto a habilidades sociales y emocionales, se va a requerir mayor cantidad de personas con habilidades de comunicación y negociación, liderazgo, toma de iniciativa, docentes, gerentes, desarrollo de negocios y entrenadores.

¿Cuáles son los trabajos y habilidades que se van a requerir menos?

Operación y navegación de equipos generales, inspección y monitoreo, ingreso de datos, escritura avanzada y reparación de equipos.

¿Entonces, si sabemos que los trabajos del futuro están cambiando, qué podemos hacer para asegurar que Panamá aumente su nivel de competitividad?

El enfoque en realizar cambios dentro de la educación panameña ha cambiado cada cinco años. Sin lugar a dudas, enfocarnos en la creación de políticas de Estado, en vez de políticas de gobierno, le dará mayor rango de movimiento a aquellas personas encargadas de asegurar un nivel de educación meta a 5, 10, 15 y 20 años. Es la diferencia entre tener una visión cortoplacista y crear un país donde el enfoque de la educación es la competencia.

Según el Banco Mundial, los retos principales que vemos en Panamá no son exclusivos de nuestro país centroamericano. Podemos notar que los retos se comparten con los demás países de la región. Entre todas las oportunidades de mejora, hay dos que resaltan, que pudieran ser: la calidad de la formación de docentes y el acceso y uso eficiente de la tecnología en las aulas.

La tarea de atraer a docentes altamente capacitados y con vocación no es una fácil ni que se debe tomar a la ligera. Atraer talento en educación es muy similar que atraer talento en otras industrias. Hay que asegurar que los salarios sean competitivos y atractivos, que las herramientas que se utilicen dentro del aula sean conducentes al aprendizaje y que la cantidad de estudiantes por salón se mantenga bajo. Esta mezcla, junto con encontrar una manera que tengamos suficientes profesores a mediano plazo, puede ser el punto de inflexión para atraer a un mayor número de profesionales en orientarse hacia ser docentes y realmente preparar al país para dar lo mejor de sí.

Fuente: https://www.prensa.com/opinion/Empleo-futuro-educacion-pasado_0_5397210270.html

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¿Hacia dónde debe ir la educación en Colombia?

América del Sur/Colombia/publimetro

El mundo avanza rápidamente y que los modos de aprendizaje de los jóvenes cambian constantemente.

Hoy se hace más que necesario deshacerse de las viejas estructuras e indagar por nuevos modelos de educación más acordes a los estudiantes del siglo XXI, que tienen más y diferentes formas de asimilar el aprendizaje. ¿Hacia dónde debe ir la educación en Colombia?

En ese sentido, el Colegio Bilingüe Hispanoamericano Conde Ansúrez , en el marco de sus 60 años y su programa de responsabilidad social, llevará a cabo el II Simposio Hispano – Competitividad Organizacional y Educativa para el siglo XXI, un evento sin costo dirigido a educadores en donde habrá seis ponentes especialistas en temas de excelencia, liderazgo, responsabilidad social, tecnología, educación para la compresión y disciplina positiva, temas de vanguardia para formar a niños del siglo XXI.

“Queremos hacer una extensión de la educación pata mejorar la calidad. La idea es que los asistentes puedan darse cuenta de nuevas experiencias y retarse para que puedan llevar nuevas experiencias de enseñanza a las aulas”, explica Javier Gil, gerente del colegio.

Gil, especialista en educación y formación de niños y jóvenes, habló con PUBLIMETRO acerca de varios aspectos generales para mejorar la educación en Bogotá y en Colombia.

¿Cuáles cree que son los principales retos de la educación en Colombia?

Necesitamos formar ciudadanos para el Siglo XXI. Los estudiantes de hoy no son los mismos de hace 5 o 15 años. Estamos hablando de estudiantes que son nativos digitales, que están aprendiendo por medios audiovisuales y que tienen un desarrollo a fin por el cuidado del planeta y la buena convivencia. Son estudiantes que necesitan otra metodología para aprender. El reto es preparar a estos niños para que en esa globalidad sean ejemplares en liderazgo, en ética digital, en responsabilidad social y convivencia con los demás, y también en temas de investigación y acción. El docente se tiene que formar para trasgredir las barreras que existen y actualizar los contenidos y sus planes curriculares.

¿Considera que la brecha todavía es grande entre los colegios públicos y privados?

Claro que sí. Una brecha es la de la educación rural contra la de la ciudad y otra es la brecha de la educación pública. Aunque hay que decir que hay buenos esfuerzos hoy sobre desarrollo de la educación pública por parte del Ministerio de Educación y las secretarías. Hay instituciones públicas reconocidas por sus buenos resultados.

¿Qué condiciones necesitan los docentes para volverse mejores formadores?

Hay un tema histórico, que lleva décadas, y todo parte de no visualizar la educación con un sentido social. Si impactamos la educación y todos nos la jugamos a mejorar los estándares que cada institución tiene, y estos se alinean a los mejores a nivel nacional, y por qué no a nivel internacional, cada institución tiene que superarse para impactar al estudiante.

¿Qué es la disciplina positiva?

Es una nueva tendencia de educación. Es olvidar ese pasado del prefecto de disciplina castigador o la familia castigadora en casa. Se trata de trabajar con los niños y jóvenes un proceso de autorreflexión de sus actos. Es corregir, pero con amabilidad y firmeza. Es hacer las reflexiones de las condiciones que son optativas y correctas, en el momento adecuado, con la persona adecuada. Es una filosofía en la que se respeta el valor de la persona, pero se fomenta la autorreflexión para formar mejor seres humanos, que se relacionen más por el ser que por el hacer.

¿Qué es lo primero que debe hacer una institución para dar el primer paso hacia el cambio?

El primer paso es estar convencido de que hay que actualizar los currículos y las experiencias de aprendizaje y enseñanza y después buscar las rutas, porque hay muchísimas fuentes y buenas practicas llevadas a cabo en el mundo que se pueden llevar a una institución y a un aula. Y hay que llevarlas a la acción en medio de un proceso. La educación no es un evento mágico, es un proceso de formación de hasta 15 años en un colegio.

¿Cómo asistir?

El II Simposio Hispano se llevará a cabo el 18 de septiembre en el Centro de Convenciones Cafam Floresta, de 7:30 a.m a 5:30 p.m.

Los interesados pueden enviar un correo a simposio@hispanoamericano.edu.co con nombre, institución en la que trabaja y cargo. A vuelta de correo le llegará  la invitación digital para que pueda ingresar al evento.

Fuente e imagen: https://www.publimetro.co/co/noticias/2019/09/13/hacia-donde-ir-la-educacion-colombia.html

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El aprendizaje basado en la resolución de problemas en diez pasos

Por: Educación 3.0

La metodología Problem-Based Learning (PBL) o aprendizaje basado en la resolución de problemas quiere que los alumnos solucionen situaciones de la vida real con sus propias estrategias través del conocimiento, la investigación y la reflexión.

El Aprendizaje Basado en la Resolución de Problemas (ABP) es una metodología que utilizan los centros educativos que dan un giro al clásico proceso de aprendizaje de las aulas: con ella se plantea a los escolares un problema o una situación que debe resolverse, y para ello necesitan recabar la mayor cantidad de información posible para dar con la respuesta correcta.

Dentro de este contexto, la metodología ABP fomenta el trabajo en equipo y los alumnos trabajan de manera cooperativa para que juntos alcancen el objetivo final. Es habitual, además, que los docentes se conviertan en guías y planteen a los estudiantes una serie de retos que, si son superados con éxito, les son útiles para su fin. Junto a la capacidad para resolver problemas, el ABP potencia habilidades y destrezas claves para la vida adultacomo la toma de decisiones y una mejor capacidad de investigación y de comunicación.

¿Qué pasos hay que dar para llevar a cabo una implantación con éxito? Planificación, organización de los grupos, lluvia de ideas o formulación de los objetivos de aprendizaje son algunos de ellos, tal y como recoge aulaPlaneta en su decálogo.

1. Planificación

Definir los objetivos y las competencias que deben adquirir los alumnos, elegir el problema de la vida real en el que basarse para llevarlo a cabo y establecer el tiempo de entrega y los criterios de evaluación.

2. Organización de los grupos

El siguiente paso consiste en dividir a los alumnos en equipos de 5 a 8 personas, asignando los papeles de moderador y secretario a dos de los integrantes del grupo.

3. Presentación del problema y aclaración de términos

El docente plantea el problema a los alumnos y resuelve cualquier duda que puedan tener. Además, les indica el tiempo de entrega y los criterios de evaluación.

4. Definición del problema

Los equipos dialogan para identificar el problema, mientras el profesor adquiere el rol de tutor o guía.

5. Lluvia de ideas

aulaPlaneta

Cada alumno expone sus conocimientos sobre el caso, anotando y respetando todas las ideas para su posterior evaluación.

6. Planteamiento de respuestas e hipótesis

Una vez estructurado el problema, los estudiantes deben exponer los conocimientos adquiridos en clase, relacionar ideas y plantear posibles respuestas, dando su opinión de forma ordenada. En este punto, el docente debe cuestionar las propuestas para que sus alumnos puedan descartar las hipótesis fallidas.

7. Formulación de los objetivos de aprendizaje

Durante este diálogo irán surgiendo conceptos y dilemas que los alumnos serán incapaces de resolver. Es en este momento cuando deben formularse los objetivos de aprendizaje y definir las estrategias. El profesor, en todo momento, debe mantener su papel de guía y animarles a ser creativos.

niños

8. Investigación

A través de libros, revistas, diarios, páginas de Internet, entrevistas a expertos, experimentos o la realización de estudios de campo y maquetas, los alumnos adquirirán los datos y conocimientos necesarios para afrontar el problema.

9. Síntesis y presentación

Ponen en común la información recopilada, la sintetizan y desarrollan una respuesta al problema en el formato que consideren más adecuado. Después, se presenta la solución ante el resto de la clase.

10. Evaluación y autoevaluación

El docente evaluará el trabajo de los alumnos y les animará a evaluarse tanto a ellos mismos como a sus compañeros, lo que les ayudará a desarrollar un espíritu de autocrítica.

*Fuente: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/aprendizaje-basado-resolucion-problemas/35840.html

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Los márgenes de las aulas

Por: Francisco Javier Lozano

La travesía por las aguas agitadas del sistema educativo es un viaje iniciático que, con una intensidad que a menudo tendemos a relativizar, nos va a moldear como ciudadanos, es decir, como individuos que vivimos en comunidad.

Nuestra capacidad de convivencia y nuestra manera de ejercer la disidencia, nuestras habilidades negociadoras, nuestro grado de aceptación de las diferencias, el modo en que integramos nuestra individualidad en el grupo, en suma, nuestras fortalezas y carencias sociales, todo ello se conforma, tanto o más que en los hogares, en los pasillos, los patios y las aulas de nuestras escuelas, desde la más tierna infancia hasta el último día de nuestra travesía formativa.

Para entender la encrucijada en la que nos encontramos en las España(s), en el resto de Europa también y, salvo excepciones, en buena parte de nuestro mundo posmoderno, deberíamos mirar atentamente lo que está ocurriendo, día a día, en esos pasillos, patios y aulas en donde la infancia y la adolescencia inician el camino de la socialización y son instruidas y educadas para el asalto a las trincheras, cada vez más inhóspitas e inciertas, de la edad adulta.

Pero me temo que la mirada a esos lugares no está siendo todo lo atenta que se merecen. Es tentador quedarse con un juicio exultante por la indiscutible universalización del acceso a la educación, y dejarnos seducir por el sinfín de cambios vividos durante las últimas cuatro décadas en las escuelas (hablo de las que conozco, las españolas), desde sus contenidos formativos a sus herramientas de trabajo, desde su oferta extracurricular a la organización de los pupitres en clase, desde lo formal a lo informal, desde lo moral a lo lúdico. Algunos de esos cambios (interconectividad, tecnología, integración cultural) eran imprescindibles porque la escuela (a diferencia de los antiguos monasterios) no puede quedar al margen del mundo en el que convive. Otros podrían ser más discutibles. Pero mi mirada se dirige ahora hacia los maestros y maestras, las figuras más capitales del proceso formativo y, en mi opinión, las más olvidadas, cuando no abandonadas a su suerte y a su capacidad de automotivación, huérfanas de amparo y de reconocimiento por parte de una sociedad (ahí incluyo a Estado y familias) que tanto depende de su buen o mal hacer.

“Para los tiempos que vienen, no soy yo el maestro que debéis elegir, porque de mí sólo aprenderéis lo que tal vez os convenga ignorar toda la vida: a desconfiar de vosotros mismos”

Juan de Mairena/ Antonio Machado

Apunta con fina ironía el filósofo Fernando Savater (El valor de educar, 1997) que ‘los encargados de esa primera enseñanza de tan radical importancia son los profesionales a cuya preparación se dedica más celo institucional, los mejores remunerados y aquellos que merecen la máxima audiencia en los medios de comunicación. Como bien sabemos, no es así’. Y añade, más serio: ‘… todos los demás que intentamos formar a los ciudadanos e ilustrarlos, cuantos apelamos al desarrollo de la investigación científica, la creación artística o el debate racional de las cuestiones públicas dependemos necesariamente del trabajo previo de los maestros’. Sin embargo, la consideración hacia su papel deja mucho que desear. Abandonados a las inclemencias de la crisis de actitudes de la sociedad a la que sirven (de la que algunos alumnos y padres no son sino su más palpable reflejo), maestras y maestros navegan como pueden entre el orgullo por su profesión y la frustración. Cierto es que la autoridad moral es algo que debe ganarse el propio maestro, pero la sociedad debería crear las condiciones para favorecerla. Si pretendemos que, por generación espontánea, nuestros profesores sean como el sabio Juan de Mairena, alter ego de Antonio Machado, o como el irreverente e incombustible Merlí, y que nuestros alumnos actúen como sus queridos ‘peripatéticos’, es que vivimos instalados en la ficción y lo estamos confiando todo al azar.

No quiero, sin embargo, parecer un paternalista utópico, anclado en una visión romántica del oficio de docente. Vocación y pasión por enseñar son, no cabe duda, deseables actitudes, pero para preparar a nuestros jóvenes a un mundo tan complejo y velozmente cambiante debemos sobre todo exigir aptitudes.

Uno de los más reconocidos expertos en la ciencia del aprendizaje y el talento, el pedagogo y pensador José Antonio Marina, advierte que ‘la formación de los profesores no se ha tomado nunca en serio en España, tal vez porque nunca se ha tomado en serio la profesión docente. Se pensaba -y se piensa- que cualquiera puede enseñar. Pero eso pertenece a una cultura trasnochada. La docencia va a ser una profesión de elite. Tiene que serlo’ (Despertad al Diplodocus -Una conspiración educativa para transformar la escuela… y todo lo demás-, 2015).

Este déficit de exigencia no es sólo imputable al legislador o al gobernante, también a los padres. Orientados al expediente académico de sus hijos y al segundo decimal del promedio de notas, a la oferta de extraescolares y la calidad de las instalaciones, en raras ocasiones se cuestionan si sus hijos están en las mejores manos posibles para educarles. ¿Harían lo mismo si se les asignara al azar un cirujano para operarles? ‘Nos parecería criminal que los médicos no actualizaran sus conocimientos, pero somos más condescendientes con los docentes que no lo hacen’, apunta Marina.

Acepto que estas reflexiones puedan sonar injustas. Pero sólo pretenden ser provocadoras. Tengo la convicción de que tenemos la sociedad que nos merecemos. Cada vez que oigamos decir que vivimos en una sociedad mediocre o que nuestra clase política es mediocre, pensemos en nosotros mismos, seamos autocríticos. En estos tiempos recientes de cabreo colectivo por el reparto de los costes de la última crisis, de corrección a la baja de las expectativas intergeneracionales de prosperidad y de naufragio de antiguas certidumbres, si queremos algo mejor tendremos que apostar por mejorar la base sobre la que se sustenta todo el edificio: la escuela. De ella no podemos esperar ya, como antaño, un pasaporte a un trabajo bien remunerado, pero sí que debemos pedirle hornadas de ciudadanos responsables. Allí, en la escuela, conviven maestros excelentes con otros acomodados y pasivos, alumnos responsables o brillantes con otros conflictivos o apáticos, padres involucrados con otros indiferentes. Que siempre haya sido así no lo convierte en aceptable. Debemos preguntarnos quiénes queremos que ocupen los márgenes de las aulas y quiénes el centro: ¿los primeros o los segundos? Y deberemos contrastarlo con lo que realmente está pasando.

Mientras esto no se ponga en el centro del debate público, en los medios, en los Parlamentos y en las calles, la capacidad de enfocar bien la salida de nuestra compleja encrucijada estará cercenada.
Podrá haber apaños de corto plazo, pero no soluciones duraderas.

Fuente: https://www.elperiodista.cl/francisco-lozano-los-margenes-de-las-aulas/

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¿Qué es la ‘ansiedad matemática’ y cómo se coló en las aulas?

Por: Sofía García

La ‘ansiedad matemática’ se define como la falta de confianza del estudiante en sus habilidades para aprender matemáticas y resolver problemas de esta materia. No es un trastorno de aprendizaje, pero puede llegar a tener los mismos alcances de uno.

Un alumno con ‘ansiedad matemática’ puede experimentar desde nerviosismo o incomodidad, hasta bloqueos de la memoria de trabajo del cerebro lo que detona un ciclo de bajo rendimiento en la materia.

El discurso de que las matemáticas son difíciles y que solo los alumnos con talento superior, habilidades especiales o intereses peculiares pueden aprenderlas, convierte al aprendizaje de las matemáticas en una especie de club de élite que deja fuera al grueso de la población estudiantil.

El problema es tan prevalente que el Fondo para la Ansiedad Matemática fue creado en Inglaterra para ayudar a niños y adultos en esta situación. La asociación inglesa afirma que el 25 % de los alumnos de 11 años están por debajo del desempeño esperado en niños de esta edad debido a la ansiedad matemática y más de un tercio de los estudiantes entre 15 y 24 años experimentan nerviosismo al momento de mostrar sus resultados en ejercicios matemáticos.

Si se trata de una dificultad tan diseminada en nivel de desempeño de los estudiantes, quizás no estemos hablando de un problema de aprendizaje, sino de enseñanza.

Las matemáticas son una ciencia exacta, la enseñanza no

La idea de que las matemáticas son difíciles no viene solamente de los alumnos con bajo rendimiento, la forma en que se enseña la materia también influye significativamente. Según datos del Fondo para la Ansiedad Matemática, el 80 % de los adultos no está familiarizado con el término.

Esta limitación de conocimiento causa que identifiquen el bajo rendimiento de los alumnos como falta de habilidad o trastornos de aprendizaje, cuando en realidad, la explicación podría ser más simple:

“En las matemáticas solo hay una respuesta correcta y una equivocada, por eso la gente se siente ansiosa, tienen miedo de verse como tontos”

Celia Hoyles, profesora de matemáticas en el University College de Londres (UCL), describe la raíz de la ansiedad matemática y llama a reflexionar sobre el peligro de asociar el fallo o la equivocación, con el nivel de habilidad.

Las matemáticas, como cualquier otro campo de conocimiento, no se dominan a base de la perfección, sino del trabajo constante y la apertura a seguir aprendiendo cuando llega información nueva y de los propios errores. Bajo este contexto, la enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas son una disciplina social, no una ciencia exacta.

Puede que el ejercicio de las matemáticas se base en las habilidades de la exactitud y la lógica, pero su enseñanza y entendimiento requiere de habilidades como la comunicación, la creatividad y discernimiento. ¿Qué soluciones podemos generar partiendo de un acercamiento flexible y humano hacia el aprendizaje de las matemáticas?

El propósito de los números es humano

¿Para qué voy a usar esto? Es la pregunta más recurrente en las aulas de las clases de matemáticas. Problemas razonados, ecuaciones, operaciones fraccionarias… no hay maestro que pueda enseñar ninguno de estos temas sin tener al menos a un estudiante que dispare la pregunta, que, aunque parezca casual y demostrativa de la falta de interés, encierra entre líneas información mucho más valiosa.

Cuando un alumno hace esta pregunta no está cuestionando la validez de la materia, está buscando una forma de conectar con el aprendizaje de la misma. La mayoría de las personas con carreras que requieren habilidades matemáticas están ahí porque descubrieron su propia relación personal con las matemáticas.

El estadista al que le empezó a ir bien en clase cuando descubrió que los números le podían servir para medir la cantidad de personas con alguna desventaja social y contabilizar las causas para ayudar a resolver el problema; la programadora que comenzó a subir su promedio en matemáticas cuando se dio cuenta que los juegos que más disfrutaba se hacían a base de código; el ingeniero civil que se convirtió en estudiante destacado al percatarse que era el dominio de los números lo que le permitiría construir los puentes que amaba de niño. Tanto ellos, como todos nosotros, aprendemos más fácilmente aquello que conecta con nosotros a nivel cognitivo, emocional e intelectual.

Como docentes, decir que las matemáticas son difíciles y enseñarlas de una sola manera, pone una distancia que complica al alumno encontrar el propósito y gusto por aprenderlas; lo que puede reducir el número de personas con medio y alto rendimiento en la materia y limitar el número de profesionales que ejercen carreras en matemáticas.

La enseñanza de las matemáticas puede beneficiarse de un enfoque más humano, menos enclaustrado en las pruebas con tiempo límite o los problemas razonados y más dirigido como un objeto visual o musical, por ejemplo. Los patrones visuales y la rítmica pueden ser excelente aliados para entender la mecánica de los números.

Pero lo más importante es entender que el ejercicio de las matemáticas se trata de ser ingenioso, creativo, determinado, concentrado y capaz de aterrizar los números a propósitos que signifiquen algo. Las matemáticas nunca han sido el fin, sino más bien el medio para conocer, entender y medir una gran cantidad de cosas en nuestro mundo; quizás si las viéramos así, y no como esta materia extraña y difícil que nos da dolor de cabeza, tanto alumnos como docentes tendríamos menos miedo de invitarlas al aula.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/ansiedad-matematica

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Uso del podcast en la educación

Redacción: E-learningmasters

El uso del podcast en la educación promueve el desarrollo de habilidades verbales y un primer paso para integrar las TIC’s en el aula, creando así una experiencia de aprendizaje dinámica.

El estudiante y docente realizan un intercambio de información constante, el uso del podcast así como del screencast, digitalizan este proceso y en paralelo aprenden a utilizar las TIC’s.

¿Qué es un podcast?

El podcast es un archivo multimedia distribuido en servicios digitales asociado generalmente con la profesión del periodismo o comunicación, pero por su valor, su uso ha trascendido a otras áreas como la educación.

El docente que busca crear experiencias de aprendizaje dinámicas puede utilizar herramientas web gratuitas, como el podcast, para incentivar a sus estudiantes a experimentar con diversos formatos.

El podcast es un recurso para contar historias, su beneficio radica en que el contenido puede ser descargado y escuchado a conveniencia del usuario, el horario ya no es limitante para los “radioescuchas”.

Esta modalidad se asemeja a la educación asincrónica, en la cual el estudiante puede cumplir con su proceso de aprendizaje a su propio ritmo, tomar la lección la cantidad de veces que sea necesario y en el lugar que desee.

¿Cómo hacer un podcast?

La creación de un podcast tiene un proceso similar al de un vídeo educativo, a grandes rasgos tiene tres pasos clave: Preproducción, Producción y Postproducción.

  • Preproducción: Es importante identificar el tema a tratar, realizar la investigación correspondiente y desarrollar un guión del contenido que se abordará.

 

  • Producción: En esta etapa se realiza la grabación del podcast, utiliza la grabadora del celular o la computadora, si no posees una grabadora de voz profesional.
  • Postproducción: Se escucha la grabación y se edita de ser necesario, puedes colocar música de fondo o efectos de sonido para realizar un audio con armonía.

Posterior al desarrollo del podcast utiliza un servicio de distribución para enviar a tus estudiantes un único enlace. Explora herramientas como:

  • Soundcloud: En él puedes encontrar podcast de diversas temáticas y compartir grabaciones propias. Es gratuito con un límite de 180 minutos, posee versión pro de pago.
  • PodOmatic: Ofrece el servicio de distribución de podcast con la oportunidad de aprovechar herramientas de promoción y generar ingresos. Es gratuito con un límite de 6 horas de grabación.
  • Spreaker: Posee un sistema más sofisticado para realizar podcast en vivo y está conectado con servicios como iTunes, Youtube y SoundCloud para la distribución. Es gratuito con un límite de 5 horas de almacenamiento.

Uso del podcast en la educación

Ahora que tenemos claro qué es un podcast y cómo crearlo, podemos generar ideas para incluirlo en un proceso de enseñanza-aprendizaje.

El podcast puede complementar o reemplazar tus sesiones de clase, dependiendo del método de enseñanza que utilices y la facilidad de adaptación del grupo de estudiantes.

Si decides complementar tus clases con el podcast, puedes hacer lo siguiente:

  • Grabar instrucciones: Utiliza el podcast como recurso para dar instrucciones de actividades o tareas. El objetivo es que el audio tenga claridad suficiente para que el estudiante no tenga consultas futuras.
  • Lecciones cortas: Puedes crear tus propios podcast relacionados a un tema en específico de clase y discutirlo en clase, luego de escucharlo.

Si eliges reemplazar tus sesiones con el podcast te aconsejo que revises el método flipped classroom. Puedes dar instrucciones de escuchar el podcast en casa y en clase realizar actividades basadas en ese contenido, de esta manera identificarás si fue o no comprendido.

Motiva a tus estudiantes a realizar sus podcast

Si has practicado el uso de podcast en la educación o en tus clases será muy sencillo pedir a tus estudiantes que realicen los propios, con una guía clara y objetivos específicos.

Motiva en primer lugar a que busquen por su cuenta un podcast con una temática que les interese y lo escuchen, para entender cómo se realiza a nivel profesional.

El estudiante desarrollará habilidades de expresión verbal, ya que tendrá que entender los conceptos para explicarlos claramente. De esta manera, el docente tiene la oportunidad de utilizar el podcast como una herramienta de evaluación indirecta.

¿Qué te parece incluir los podcast como herramienta de enseñanza en tu clase? ¿Crees que a tus estudiantes los motivaría?

Fuente: http://elearningmasters.galileo.edu/2017/11/21/uso-del-podcast-en-la-educacion/

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