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Ecuador: Estudiantes tendrán 10 días de vacaciones por Navidad y Año Nuevo

América del Sur/Ecuador/08-12-2023/Autoría y Fuente: www.lahora.com.ec

Por las festividades de Navidad y Año Nuevo, los estudiantes del país tendrán 10 días de vacaciones. El Ministerio de Educación socializó el cronograma.

Los 4,5 millones de alumnos que conforman el sistema de educación del país, tendrán 10 días de descanso por las festividades de Navidad y Año Así se detalla en en el cronograma del años escolar del Ministerio de Educación.

Los días libre se aplican tanto para estudiante de la Sierra- Amazonía como para la Costa- Galápagos.

Según el cronograma, los estudiantes tendrán clases hasta el 22 de diciembre.

Cronograma

Lunes 25 de diciembre: Feriado Navidad

-Del 26 al 29 de diciembre: vacaciones

-Sábado 30, domingo 31 de diciembre y lunes 1 de enero de 2024:  Feriado de Fin de Año

-Martes 2 de enero de 2024: Regreso a clases.

Fuente e Imagen: https://www.lahora.com.ec/pais/vacaciones-navidas-ano-nuevo-estudiantes-ministerio-eduacion/

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Cuba: Educación Superior realiza reajustes para retomar calendario habitual

América Central/Cuba/01-12-2023/Autoría y Fuente: www.cubadebate.cu

Luego de profundos análisis de un grupo de trabajo creado al efecto y tras consulta con los organismos empleadores y directivos de las universidades se ha elaborado el calendario para los futuros cursos académicos, el 2024 y el 2024-2025, explicó Deysi Fraga Cedré, directora general de Pregrado del Ministerio de Educación Superior (MES).

En conferencia de prensa, puntualizó que es imprescindible retomar el calendario habitual, el cual tuvo que ser variado por la pandemia de la COVID-19, “y lo vamos a hacer garantizando la calidad del proceso docente educativo, en todos los niveles de enseñanza”.

El curso 2024 iniciará el 15 de febrero y concluirá el 27 de septiembre y contará con 30 semanas lectivas, además se respetarán las vacaciones de verano y el receso docente de la Semana de la Victoria de Girón. “En ese período académico participarán los estudiantes continuantes, así como aquellos que realizaron en octubre último las pruebas de ingreso para la Educación Superior”, destacó.

Fraga Cedré expresó que los cursos habituales tienen entre 42 y 45 semanas lectivas, por lo tanto, la afectación en tiempo no es alta, además hacia dentro las universidades pueden hacer adaptaciones, como pasar asignaturas para el curso siguiente, mientras los que culminan estudios podrán alargar su tiempo hasta diciembre de ser necesario.

Por su parte el siguiente curso escolar 2024-2025 tendrá un calendario académico de 42 semanas lectivas para los estudiantes de 1er. año y 38 para los continuantes, respetando también las habituales semanas de receso docente y vacaciones de verano.

En este sentido, precisó que el curso inicia para 1er. año el 16 septiembre (son los estudiantes que realizarán sus pruebas de ingreso en el próximo mes de mayo) y los continuantes comenzarán el 14 de octubre.

“Cada universidad, en función de la fecha de inicio y de fin de curso, organiza el proceso docente en correspondencia con sus particularidades y atendiendo a las carreras y técnicos superiores que desarrollan; y para lo cual se han emitido un grupo de recomendaciones generales desde el MES para la organización del proceso docente educativo en aras de garantizar la calidad y pertinencia del proceso de formación de los futuros profesionales”, puntualizó.

Fuente e Imagen: http://www.cubadebate.cu/noticias/2023/11/23/educacion-superior-realiza-reajustes-para-retomar-calendario-habitual/

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El calendario escolar 2022-2023, entre la administración y lo vivido

Por: Abelardo Carro Nava

«Hace unos días se “filtró” en las redes sociales, la propuesta de Calendario Escolar de Educación Básica 2022-2023»

Como ya se ha hecho una costumbre durante este gobierno, hace unos días se “filtró” en las redes sociales, la propuesta de Calendario Escolar de Educación Básica 2022-2023, de 190 días que, posiblemente, entraría en vigor en el mes de agosto pues, como se sabe, el actual ciclo escolar concluye el 28 de julio. Filtración que bien a bien no se entiende, salvo por el hecho de que, a través de su difusión por estos medios de comunicación, la autoridad educativa “sondea” las reacciones de los diversos actores educativos y no educativos sobre tal o cual tema para que, derivado de dichas reacciones, “pueda” tomar algunas decisiones para corregir o mejorar dichas propuestas.

 

Desde luego que las apreciaciones que a continuación expongo parten de esta idea, de que el documento fue “filtrado” por quién sabe quién en las redes sociales y, por tanto, no goza de la oficialidad requerida, pero sí de un análisis que posiblemente aporte al conocimiento de maestras y maestros.

En realidad, pocos estudios o investigaciones se han hecho con relación al calendario que ha venido organizando el trabajo escolar en las escuelas mexicanas. Al respecto, más adelante compartiré tres de trabajos que, desde mi perspectiva, aportan algunos elementos importantes para su posterior reflexión. Comencemos.

 

Desearía iniciar por mencionar que, conceptualmente, dicho calendario escolar puede concebirse como una norma o disposición de naturaleza administrativa que regula el funcionamiento de las instituciones escolares de, prácticamente, todos los niveles educativos. Por un lado, permite la organización de las actividades escolares, desde lo pedagógico, didáctico y administrativo, pero también, puede verse como un instrumento de política educativa gubernamental mediante la cual se emprende tal o cual proyecto educativo.

En este sentido, tiempo y actividades, resultan ser fundamentales para comprender la esencia de lo que implica la puesta en marcha de un calendario escolar; esto, en virtud de que, como tal, la programación de dichas actividades deberá corresponder a los tiempos que, de acuerdo a las disposiciones normativas o administrativas se hayan estipulado. En razón de esto, no es de extrañar el uso del término periodos o ciclos lectivos en tal calendario, debido a que éste alude a un periodo de tiempo determinado, desde que inicia hasta que concluye el proceso de enseñanza y de aprendizaje.

Dicho lo anterior, recomendaría revisar el texto “De cuándo a cuándo. La transformación del calendario escolar en las escuelas mexicanas del siglo XIX” de Anne Staples, Doctora en Historia y Profesora de El Colegio de México, en el que traza un recorrido muy interesante sobre este tema, partiendo del movimiento independentista de nuestro país hasta el porfiriato; en dicho texto Staples señala contundente: “Uniformar la educación en México fue justamente una de las metas de los gobiernos ilustrados desde la constitución de la monarquía española de Cádiz, de 1812. Se logró en el papel por primera vez en el México independiente con el Plan General de Estudios de 1843, que daba pie para normar las vacaciones y los días de estudio en todo el país”. Sin embargo, detalla la misma Anne más adelante: “Ni el orden y progreso del porfiriato fueron suficientes para resolver el problema de los tiempos escolares. Todavía no se ponían de acuerdo en cuanto a los horarios, planes de estudio, método de enseñanza, etc.” (Staples, 2004).

De esta breve referencia saltan a la vista dos conceptos que me parecen importantes resaltar uniformar y tiempos escolares; esto, en virtud de que un rasgo que ha caracterizado la elaboración de un calendario escolar ha sido el de lograr esa uniformidad estableciendo tiempos para las actividades escolares en las escuelas de nuestro país. Asunto que, en el lapso del tiempo en el que la autora realizó este estudio no se concretó como debiera, por varias razones, entre las que destacan la incipiente organización del Sistema Educativo Mexicano – si es que así podría concebírsele en ese entonces –, los constantes conflictos y luchas políticas sociales que se vivieron durante varios momentos de la historia de México, la injerencia del clero en los asuntos del estado, entre otras. En fin.

Con la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en 1921, este asunto no fue un tema menor pues, hasta 1966, de acuerdo al texto “Los calendarios de México. Administración Pública, educación y cívicos, y trabajo”, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), publicado en 1969, particularmente, en el apartado de Luis Álvarez Barret titulado “El calendario escolar”, se señala la existencia de dos calendarios, el Tipo “A” y el Tipo “B”. En el primero, el Tipo “A”, las labores iniciaban en febrero para concluir en noviembre, con variaciones finales en diciembre y enero; y el Tipo “B”, comenzaba en septiembre y terminaban en junio, con vacaciones finales en julio y agosto. Sin embargo, como bien argumenta Álvarez, “la adopción de uno u otro calendario no siempre se ajustó a las razones que debían justificarla; por el contrario, pronto se cayó en la más completa anarquía” (Álvarez, 1969) pues cada estado ajustaba el calendario de acuerdo a su criterio e intereses.

Desde luego que las razones por las que, durante el periodo del entonces Secretario de Educación Pública, Agustín Yáñez, se unificó el calendario escolar en todo el país, son diversas y que, por razones de espacio no de tiempo, no expongo en este momento, sin embargo, con ello, se dijo, que la SEP no sólo buscaba elevar el rendimiento escolar, sino también, acabar con los problemas derivados de la existencia de dos calendarios – el Tipo “A” y “B” expuestos –, debido a, por ejemplo, cuando por cualquier circunstancia algún estudiante debía cambiar de residencia a una entidad donde regía un calendario distinto, éste se veía obligado a perder hasta un semestre por la disparidad de tiempos; o también, porque para los maestros, implicaba problemas al solicitar cambio de plaza y, en el área administrativa a la llegaba, realizar cualquier trámite se complicaba al tener que satisfacer las necesidades de dos regiones (Álvarez, 1969).

En cualesquiera de los casos, el dato no hay que perderlo de vista, desde la década de los sesenta se unificó el calendario escolar en nuestro país, un tema que no es menor porque ello permite contar con elementos para la comprensión de la organización escolar (tiempos y actividades escolares) que de éste se han desprendido hasta nuestros días.

Finalmente, con la llegada de la década de los noventa – y, desde luego del año dos mil – y las reformas emprendidas a partir de lo que se denominó Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) y Reforma Integral para la Educación Básica (RIEB), México se vio envuelto en una oleada reformista y “transformadora” derivada de las políticas internacionales que, en materia educativa, se implementaron en el territorio mexicano. Para nadie es desconocido que, en nombre de la “calidad educativa”, los calendarios escolares se fueron modificando sustancialmente pues los procesos de gestión escolar dotaron de “nuevos” significados el quehacer docente: equidad, pertinencia, relevancia, eficacia y eficiencia fueron algunos rasgos que intentaron caracterizar ese quehacer y, por tanto, los tiempos y actividades escolares se fueron incrementado hasta reducir al máximo posible los periodos vacacionales o de receso escolar tal y como eran conocidos (de septiembre a junio en la década de los sesenta, setenta y ochenta, a agosto a julio tal y como ahora los conocemos).

Algunos años después, con la llegada el peñanietismo a la presidencia y, desde luego, con la aprobación de la mal llamada reforma educativa de 2013, conocimos la existencia de algo que se denominó “flexibilidad del calendario escolar” puesto que, palabras más palabras menos, los “Consejos Técnicos” podrían elegir entre un calendario de 200 días (en marcha en 2016) o uno de 185 o 195 días (Lamoyi y Armenta, 2019), pero con jornadas más largas dependiendo de las características de cada región. De nueva cuenta el tema de la tan prometida y anhelada “calidad educativa” no dio paso a otra concepción sobre el tema que estamos abordando, el del calendario escolar; parecería ser que incrementar más días de actividades en las escuelas agregándolos al calendario como parte de las tareas escolares y/o clases por mes, traería mejores y mayores aprendizajes en los estudiantes.

Este principio, el de más días de clases (es igual a) mayores aprendizajes, desde mi perspectiva, ha sido la base que ha sostenido iniciar un ciclo escolar en agosto para terminarlo en julio, sin embargo, dadas las condiciones actuales que nuestro país enfrenta, ¿no habría la imperiosa necesidad de hacer un estudio o investigación que permita vislumbrar los efectos emocionales, físicos e intelectuales de todos los involucrados con un calendario escolar cuyo inicio se de en los últimos días de agosto y terminen en los últimos días de julio?, ¿no cabría la posibilidad de hacer un estudio o una investigación sobre esa premisa para ver si se cumple en razón de determinados criterios que permitan comprobar que efectivamente a mayor cantidad de días de clase mayores y mejores aprendizajes?, ¿no existiría la posibilidad de acotar los días de clase “efectiva” para realizar otro tipo de actividades donde el arte, la cultura, la música o el deporte adquieran la importancia que merecen?

Ahora bien, no hay que perder de vista que, hoy día, las maestras y maestros operan en las instituciones educativas dos planes de estudio, el 2011 y el 2018, cuyo carácter “enciclopédico” evidencia un exceso de contenidos y que, desde luego, poco favorecen su pertinente abordaje en un tiempo determinado; esto, sin olvidar, la terrible y abrumadora carga administrativa que tienen todos los docentes de nuestro país; entonces, sobre el segundo tema: ¿para qué sirve elaborar una serie de reportes de naturaleza administrativa que nadie lee o, peor aún, que se desconoce su destino?, ¿para qué sirve cumplir con las disposiciones administrativas que se dan a conocer en los Consejos Técnicos Escolares si no hay una debida retroalimentación o realimentación de lo realizado por parte de las autoridades educativas o agentes correspondientes? En fin.

Regresando al tema que me ocupa y que dio origen a la escritura de estas líneas, tengo que decir que calendario escolar 2022-2023 difundido en las redes sociales, no rompe con lo dicho en los párrafos anteriores en cuanto al número de días contemplados pues, claramente, establece 190 días de clases “efectivas” – sea lo que eso pueda significar para la SEP –; tal vez, el cambio que observo tiene que ver con la formación continua que se plantea con relación al Marco Curricular 2022 puesto que está sería de manera continua y permanente durante todo el ciclo escolar en referencia, un tema que desde luego varios colegas de la pluma y papel habíamos solicitado se revisara e incluyera, ya sea como parte de los Consejos Técnicos o como Actividades complementarias – pero en el transcurso de la jornada escolar, no a contra turno – para que se lograra este propósito.

En este sentido no está de más mencionar que, desde mi perspectiva, no es nada descabellado y desafortunado la intención de programar un Taller con la participación de padres de familia y alumnos porque, por ejemplo, si la idea es que este currículo responda tanto a la imperiosa necesidad de lograr un vínculo con la comunidad y territorio, habría que considerar las formas en las que se daría ese vínculo, sobre todo, si pensamos en términos de roles y/o funciones de cada uno de esos actores; roles y/o funciones que no solamente correspondan al hecho social y comunitario, sino, muy probablemente, con el hecho pedagógico o socioeducativo.

Ahora bien, la idea de incorporar a los alumnos a esos talleres, quiero pensar que se está pensada, por la forma en la que se podría dar un viraje al quehacer docente puesto que, si tal y como se ha contemplado en el Marco Curricular 2022, abordar los contenidos de los campos formativos a través de diálogos, el trabajo por proyectos, los centros de interés o las actividades relacionadas con un enfoque globalizador, bien podrían desarrollarse durante dos semanas de trabajo compartido entre todos los integrantes de la comunidad educativa.

El meollo fino de todo este asunto es: ¿quién se encargará de coordinar las actividades de formación continua en cada uno de los estados si, como se sabe, éste ha sido el gran pendiente en nuestro Sistema Educativo? Vaya el que se mencione que la Pedagógica Nacional, las escuelas normales o los Centros de Actualización del Magisterio ofrecerán algunas propuestas, NO ASEGURA que se trazará una ruta fina de formación en este rubro; ojo, no para operar un plan de estudios sino para conocer, analizar, comprender, reflexionar y trabajar con el plan de estudios que se le ponga enfrente al docente. En fin. Ya veremos.

Por cierto, ya que en las últimas semanas se viene habla y hablar de romper con las hegemonías y todo aquello que el neoliberalismo dejó como una maldición en nuestro sistema educativo, ¿por qué no pensar en la posibilidad de que cada territorio, comunidad y comunidad educativa fije sus propios calendarios escolares a partir de una normativa establecida porque, no es desconocido que lo que en el centro o federación sucede (atrás de un escritorio), no es lo vivido en cada uno de esos territorios o comunidades educativas. ¿Estaríamos hablando de respetar y atender la diversidad no es cierto?

Al tiempo.

Fuente de la información: https://profelandia.com

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Ya te extrañamos, escuela

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz* 

Fue un adiós inesperado. Ni siquiera a nuestros alumnos del último grado los despedimos como merecían. No hubo ceremonias de fin de curso y, si existieron, fue a través de las frías pantallas en las que nadie se puede abrazar ni mucho menos bailar un último vals. No se formó un nudo en la garganta al escuchar Las golondrinas, ni los alumnos corrieron al final del evento a tomarse una última fotografía con su maestro. La escolta de sexto grado no entregó la bandera a sus compañeros de quinto que, en su debut en tan digno cargo, batallaban nerviosos por sincronizar el paso al doblar a la derecha. No hubo padrinos y madrinas con ramos de flores y globos vistosos. En esta ocasión faltaron las camisas en las que se escribieran mensajes para recordar el paso por una escuela a la que ya no se ha de volver.

Pensamos que el Día del Niño ya estaríamos de nuevo en las escuelas y no fue así. Se fue esa celebración en la que los maestros hacen las veces de animadores y hasta se disfrazan de los personajes infantiles del momento, con tal de arrancar una sonrisa a sus alumnos en esa fecha tan especial. Ese día tan anhelado que, aunque misteriosamente no está marcado en el calendario escolar, provoca que hasta niños por semanas ausentes milagrosamente aparezcan en la escuela. Además de ése, perdimos otros momentos, desde sagrados festejos como el de la madre o el del maestro, hasta acciones espontáneas como un abrazo o un “¿cómo estás?”, que nos hacen confundir las palabras escuelas y hogar, padre y maestro, colega y amigo y compañero y hermano. ¿Quién dijo que a la escuela se va sólo a aprender los quebrados?

Por eso tienen razón los niños cuando dicen que el momento que más se extraña de la escuela es el recreo: no es desprecio del aprendizaje, es sabia preferencia por lo afectivo. No es casual esa explosión ensordecedora que desencadena el timbre que anuncia el comienzo de esos treinta minutos que se van como un suspiro entre juegos, risas, goles y tortas compartidas. Nos recuerdan los niños la justa dimensión de algo tan extraordinario como el encuentro humano que se da día con día.  ¿Estaremos entendiendo bien la escuela? ¿O mejor le pedimos a un niño que nos la explique?

Aquel día de marzo nos despedimos también, sin saber que era para siempre, de casi 3,000 maestros a los que la pandemia les arrebataría la vida en los siguientes meses. No se imaginaban entonces que habían dado su última clase, ni dijeron a sus alumnos que esa tarea que habían anotado en el pizarrón ya no la revisarían. Tuvieron su ceremonia de despedida trabajando como cualquier otra jornada, sin escuchar el poema “Maestrito de pueblo” de labios de algún distinguido exalumno que se lo dedicaba con gratitud en emotiva ceremonia. Faltarán al regreso a la escuela también padres de familia, abuelos y muchas personas más, rostros familiares todos, que pasaron a formar parte de los casi 200,000 mexicanos que hasta hoy la enfermedad se ha llevado.

Sin duda la pandemia nos ha hecho extrañar a la escuela y, sobre todo, valorar aquello en lo que rara vez reparamos, aquello que inexplicablemente parece ordinario: las personas y los momentos. El aprendizaje formal, de una u otra manera se sigue intentando realizar, en algunos casos con más éxito que en otros. Pero difícilmente se puede emular, desde la pantalla o desde la mensajería instantánea, lo que sólo la escuela da físicamente.

Se pensaba inicialmente que sería sólo por un mes, pero ya ha pasado un año desde que las escuelas cerraron sus puertas. El entonces secretario de Educación anunció el 14 de marzo de 2020 que los centros escolares suspenderían sus actividades presenciales durante cuatro semanas ante la amenazante pandemia que recién llegaba a nuestro territorio. El tiempo ha pasado y las escuelas siguen ahí, silenciosas, con sus puertas cerradas. La lejanía sigue haciendo que anhelemos y valoremos eso que sólo ellas nos dan físicamente: el encuentro humano en todo su esplendor.

Fuente: educacionfutura

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La educación de niños y jóvenes haitianos, rehén de una crisis política

Sentado sobre el techo de la casa en construcción de su tío en Puerto Príncipe, Kervens Casséus utiliza un bloque de cemento como pupitre para apoyar su libro de geología.

Tiene 20 años y no fue ni una vez a clase en febrero. La crisis política que paraliza Haití le impide a él y a sus compañeros continuar normalmente sus estudios. Peor aún, les obliga a sumar otras preocupaciones a su escolaridad.

«La oposición y el poder: son ellos que destruyen el país», estima este joven, que cursa el último año de bachillerato científico y no ha recibido consigna alguna de sus profesores para continuar sus estudios. Ni siquiera está seguro de las fechas de las pruebas finales de tanto que ha sido modificado el calendario escolar este año.

El sector público educativo, al que asiste Kervens, está subfinanciado en Haití, donde el 80% de las escuelas son privadas.

– Miedo a salir –

Cuando debería aprovechar su edad para divertirse, Kervens vive encerrado. «Tengo miedo», admite este joven ya adulto, que cohabita desde hace tres años con su tía en una habitación precaria, ya que sus padres viven fuera de la capital.

«Esta mañana salí a la calle principal por primera vez en febrero. Y me sentí extraño», describe. «Hay menos gente caminando que de costumbre. La calle es diferente de lo que era en enero. Desde el 7 (de febrero), realmente todo cambió», explica.

En esa fecha, la oposición y una parte de la sociedad civil decidieron no reconocer a Jovenel Moïse como el presidente legítimo del país, quien estima que su mandato terminará el 7 de febrero de 2022.

Sectores completos de la sociedad haitiana son rehenes de esta pulseada política.

– ¿Abrir la escuela, un gesto político? –

En este contexto, recibir a los alumnos en la escuela es percibido por algunos como un respaldo político al oficialismo. En consecuencia, desde comienzos de mes, la mayoría de las instituciones escolares de la capital están cerradas.

«Hay que dejar que los alumnos vayan a la escuela. Pero decir eso en Haití hoy en día hará que algunos te encasillen políticamente», cuenta una docente que, por temor a represalias, pidió el anonimato.

Las profundas desigualdades económicas que imperan en Haití se reflejan en el sistema escolar y se ven agravadas por esta tensión política.

Abandonado solo con sus libros, Kervens tiene dificultades para pagar por una recarga de su teléfono celular.

A menos de dos kilómetros, instalada en una gran butaca rosada, la pequeña Lucie sigue con atención a su maestra que da clases en línea.

Sola delante de un ordenador, la niña de 5 años viste uniforme, como exige su escuela.

«No creo que todos los padres haitianos dispongan de material informático a domicilio, de una conexión a internet de banda ancha y además está el problema de la electricidad», recuerda su padre, Jean Romuald Ernest, consciente de su suerte.

«La semana pasada, el profesor debió interrumpir las clases justamente porque su aparato no tenía más carga», cuenta este padre de tres niños, dos de los cuales volvieron a la escuela.

– Canas a los 11 años –

El médico y su esposa contadora son parte de la minoría con poder adquisitivo de un país donde el 60% de la población sobrevive con menos de dos dólares diarios.

Pero no por ello escapan a la crisis y el clima de violencia que reina en el país.

«No tenemos niños, tenemos pequeños adultos», reflexiona Jean Romuald.

«Un niño que sobre la banquina de una ruta ve ruedas en llamas, una persona muerta, y que pregunta: ‘¿Papá qué es esto? ¿Por qué está pasando? Y el niño escucha disparos… Está estresado», se alarma este padre.

«Descubrí horrorizado que mi hija de 11 años ya tiene canas. ¡Eso muestra su nivel de estrés! Debería ser un llamado de atención para todos», señala preocupado el hombre.

Ante la incertidumbre política y la proliferación de pandillas armadas que cometen cada día secuestros, la ansiedad es el sentimiento compartido por todos los haitianos.

A pesar de las tragedias que sufren quienes dejan el país en las rutas de los inmigrantes, Kervens entiende a quienes se van.

«Tenemos nuestros sueños, pero no se pueden cumplir debido a la crisis del país. Es por eso que la mayoría de los jóvenes quiere irse al extranjero», concluye el joven.

Fuente: https://www.france24.com/es/minuto-a-minuto/20210224-la-educaci%C3%B3n-de-ni%C3%B1os-y-j%C3%B3venes-haitianos-reh%C3%A9n-de-una-crisis-pol%C3%ADtica

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Panamá: Meduca publica el nuevo calendario escolar a distancia para el 2020

Redacción: Prensa

El periodo de receso escolar será una semana: del 5 al 9 de octubre.

El Ministerio de Educación (Meduca) publicó en Gaceta Oficial este viernes 3 de julio el nuevo calendario escolar para el 2020.

Se trata del calendario de clases a distancia, no presencial, de manera transitoria, en las escuelas oficiales y particulares del país, el cual iniciará del 20 de julio al 18 de diciembre.

Las clases del primer trimestre iniciarán del 20 de julio al 2 de octubre. El periodo de receso escolar será una semana: del 5 al 9 de octubre.

El segundo trimestre comenzará del 12 de octubre al viernes 18 de diciembre.

En tanto, el balance de actividades y graduaciones de los estudiantes será desde el 21 de diciembre al 30 de diciembre.

Meduca publica el nuevo calendario escolar a distancia para el 2020
Calendario escolar 2020.

ADJUNTOS

Calendario escolar 2020.pdf

Las clases, que iniciaron el 2 de marzo, fueron suspendidas debido a la panademia por el coronavirus. Recientemente, el Meduca anunció la plataforma virtual ESTER que servirá para el reinició de clases en escuelas públicas el próximo 20 de julio.

Fuente: https://www.prensa.com/sociedad/meduca-publica-el-nuevo-calendario-escolar-a-distancia-para-el-2020/

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Verano divertido

Por: Carlos Ornelas

 

Este lunes comenzó el nuevo dispositivo de la Secretaría de Educación Pública para lidiar con la pandemia y el encierro, todavía necesario. No pienso que sea la panacea, pero tampoco que sea un mero paliativo, satisface una necesidad. No obstante, al igual que como Aprende en Casa, amplía la brecha digital entre los vástagos de clase media y niños pobres, aunque para el Verano Divertido (VD) no se requiere de computadora, una ventaja.

Si entendí bien el mensaje del secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, las cápsulas del nuevo programa son libres, no están ligadas a planes de estudio, aunque si se estratifican por niveles de acuerdo con los grados escolares. “A diferencia de los contenidos del programa Aprende en Casa, que tenían una contraparte de trabajo o tarea en el hogar, Verano Divertido tendrá una programación solamente para divertirse aprendiendo, sin generar obligación alguna para alumnos, maestros, madres y padres de familia” (boletín 148 de la SEP, 07/06/2020).

El VD consiste en 101 cápsulas que, con juegos y acertijos, induce a los niños a adquirir conocimientos y, de ser posible, a desarrollar habilidades analíticas.

Esta opción no se acopla con lo que los educadores llaman método lúdico. Éste se desenvuelve en la formalidad escolar, con el fin de crear ambientes armónicos en las aulas. Persigue reforzar el aprendizaje con juegos, la colaboración entre pares y bajo la guía del docente; por lo regular incluye temas del currículo.

Se difundirá por televisión abierta (con apoyo de Televisa), Televisión Educativa de la SEP y las plataformas de YouTube y Facebook. Cavilo que por no ser obligatorio y no implicar a maestros para revisar tareas, el VD tendrá más aceptación entre los infantes. Acaso pueda proporcionar ideas a los padres para entretener a los críos, incluso, sin apuro de supervisión.

No he revisado ninguna de las cápsulas, no puedo hacer juicios sobre su calidad, pero sospecho que valen la pena; esta vez no se elaboraron con la misma prisa que las lecciones para Aprende en Casa. También espero que la SEP haya diseñado artefactos para medir la recepción y eficacia de las cápsulas.

El año escolar fue un caos, la pandemia echó a perder lo que el gobierno consideraba un logro trascendente: ni un día de huelga magisterial, aunque desestimó las tomas de vías férreas en Michoacán y Puebla, así como bloqueos de casetas de peaje por militantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

Es probable que el 10 de agosto la emergencia siga vigente; existen muchas dudas de que la curva se aplane o que esté domada. Sin embargo, esperemos que todo marche bien. El covid-19 y sus secuelas en la economía y la sociedad, agregadas a las atrocidades de la violencia criminal, lastiman al país, a la educación en especial.

El regreso a la escuela no será normal, no habrá una nueva normalidad, al menos no en corto plazo. Tomará más tiempo retomar la regularidad, acaso varios meses. Tal vez las escuelas no estén equipadas para proteger a los educandos y educadores. ¿Se habrá alguien puesto a pensar cuánto costará tener espacios limpios y salubres, agua potable, papel para el baño y otros insumos?, ¿de dónde saldrán los fondos en tiempos de austeridad franciscana?

¡Qué bueno que la SEP instituye el Verano Divertido!, será útil. Pero qué mal que eche campanas al aire por un calendario que está sostenido con alfileres.

RETAZOS

Tal y como se había previsto, los estudiantes de educación básica y media acreditarán el curso 2019-2020 y en lo posible seguirán con el mismo maestro en el siguiente ciclo escolar. No es la solución ideal, pero es la menos perjudicial, pienso.

Quizá las consecuencias del coronavirus en la educación nacional serán más profundas de lo que podemos estimar hoy.

Sospecho que habrá más brotes de “federalismo”. Varios gobernadores modularán el calendario escolar de acuerdo con la situación de sus estados; no con el semáforo del gobierno central. Lo veremos en agosto.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/verano-divertido/

Imagen: https://pixabay.com/

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