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México: Docentes preparan Huelga Nacional

CNTE/ 19 de Abril de 2016

Numerosos trabajadores de la educación en México se reúnen en distintos lugares organizando lo que parece ser un inminente Paro Nacional del Magisterio en oposición a la contrarreforma educativa que impulsa el gobierno de Peña Nieto.

En las reuniones circulan comunicados como el que anexamos a continuación

 

LA INFAMIA LOS SEPARO DE SUS HIJOS.

EL AMOR Y LA CARCEL

Él no dejaría que la detuvieran; ella no se apartaría de él si lo detenían. Hoy los dos maestros están presos en un penal de máxima seguridad a miles de kilómetros de la casa (Tuxtla Gutiérrez) donde habitan sus tres hijos. Ellos, sus retoños, ahora están solos. El menor no ha comido ni dormirá por segundo día y no alcanza a entender porqué no están sus padres. De ellos depende totalmente porque sufre síndrome de down. Desde sus celdas sus padres (ambos maestros chiapanecos) tampoco podrán conciliar el sueño pensando en que no estarán para atenderlos, para velar los sueños del menor. Hoy dos esposos y tres hijos se pensarán entre si, se amarán con dolor. Aunque no los veo. Lo se. Que dolor. Cuanta injusticia !!!

Anónimo.

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España: XV Congreso Nacional de Educación Comparada

XV CONGRESO NACIONAL DE EDUCACIÓN COMPARADA

CIUDADANÍA MUNDIAL Y EDUCACIÓN PARA EL DESARROLLO.

UNA MIRADA INTERNACIONAL

Desde el Comité Organizador del XV Congreso Nacional de Educación Comparada: Ciudadanía Mundial y Educación para el Desarrollo. Una mirada internacional, les recordamos que hasta el 2 de mayo se encuentra abierto el plazo de inscripción y presentación de resúmenes para dicho evento, el cual tendrá lugar en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), los días 16, 17 y 18 de noviembre de 2016.

Para enviar la propuesta de comunicación o póster debe cumplimentar el BOLETÍN DE INSCRIPCIÓN habilitado en la Web del Congreso https://www1.upo.es/biblioteca/formularios/congreso_educacion En dicho formulario se incluye el resumen de comunicación o póster a presentar y autoría). Para el envío de resúmenes no es necesario haber formalizado la matrícula, puede hacerse posteriormente.

La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) colabora con el XV Congreso Nacional de Educación Comparada becando un porcentaje de las tasas de inscripción de los profesionales en activo cuya residencia o nacionalidad sea la de un país perteneciente a la OEI, excepto España y Portugal.

Los Ejes Temáticos a los que se pueden enviar contribuciones son:

  1. Movimientos poblacionales transnacionales e internos
  2. Género y ciudadanía mundial en Europa e Iberoamérica
  3. Políticas socioeducativas para una ciudadanía planetaria
  4. Diversidad e inclusión educativa a nivel local y global
  5. Participación política y ciudadanía. Una perspectiva comparada
  6. Educación Ambiental y Ciudadanía Mundial
  7. Educación para el Desarrollo y Derechos Humanos
  8. Aportaciones metodológicas de la Educación Comparada

Existen dos modalidades de participación:

A) COMUNICACIONES Y PÓSTER (modalidades PRESENCIAL y ONLINE)

B) CONGRESISTAS sin presentar Comunicación (modalidades PRESENCIAL y ONLINE)

Libro de Actas del Congreso: Se editará en formato electrónico con ISBN. Dicho libro de actas estará compuesto por las ponencias y comunicaciones presentadas en el Congreso de la SEEC de 2016. Podéis consultar lasInstrucciones para autores/as para más información sobre las normas y formas de presentación.

Publicaciones en Revistas Internacionales: Aquellos trabajos originales que, según el criterio del comité editor constituido para tal fin, destaquen por su calidad y/o relevancia de la temática tratada en los distintos ejes temáticos, podrán ser publicados tras oportunas modificaciones en una serie de revistas científicas que colaboran con el congreso. Dichos trabajos serán objeto de revisión de doble ciego, tal y como está previsto en las normas de las publicaciones. Hasta la fecha, colaboran con el XV Congreso Nacional de Educación Comparada las siguientes revistas:

Para más información sobre los plazos, cuotas de inscripción o temáticas, podéis consultar la página web:

http://www.upo.es/ocs/index.php/congresoseec2016/seec2016

Comité Organizador

congresoseec2016@upo.es

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Levantando el peso del mundo ¿qué opciones tengo? (I)

William Ayers

En La Caverna, José Saramago ofrece un gris pero, por extraño que parezca, esperanzador retrato de la alienación y del mundo moderno: A Cipriano Algor, un alfarero de 64 años, quien vive en su alfarería con su hija Marta, con pocos meses de embarazo, y con su yerno Marcial Gacho, quien es guardia del monolítico Centro ubicado en el corazón de la ciudad, le informan que no se venderán más piezas de alfarería y que sus contratos serían cancelados. La razón que le dan es que la cerámica se quiebra y el plástico es más práctico. Cipriano siente que es un hombre fuera de época, un anacronismo. Esta mala noticia llega al mismo tiempo que Marcial se entera que será ascendido a guardia residente lo que le da el derecho de vivir en un pequeño apartamento dentro del Centro. Cipriano se niega a
mudarse por un tiempo, pero es algo inevitable, y pronto los tres se encuentran mudados dentro de su nueva casa.

El Centro les dice a los nuevos residentes que no lleven nada: “Aquí tenemos todo para ustedes: galerías, tiendas, escaleras mecánicas, puntos de encuentro, cafés, restaurantes… un carrusel de caballos, un carrusel de naves
espaciales, guardería, ancianato, un túnel del amor, un puente colgante, un tren fantasma… tiro al blanco, campo de golf, un mapa gigante, una puerta secreta… una muralla china, un Taj Mahal, una pirámide egipcia, un tempo de Karnak, un acueducto, fiordos, un río Amazonas con indios y todo … un caballo de Troya, una silla eléctrica… un gran enano, un pequeño gigante…” Todo incita a la gente a consumir para ser feliz, a deleitarse con el deslumbrante carnaval y desconectarse de cualquier compromiso real o logro, preguntar poco, sentir nada. Para Cipriano todos parecen estar anestesiados.  Siente como si estuviera flotando, sin peso alguno, en un mundo ilusorio.

Cipriano recorre desorientado, sintiéndose como una reliquia, hasta que un día se siente tentado a tocar cierta puerta. Un guardia aparece y le dice a Cipriano que no hay nada detrás de esa puerta, “pero nos indica quien está sintiendo curiosidad en el Centro”. Cipriano está curioso y ahora más que nunca que algo inquietante parece estar a la mano.
Ya tarde una noche, Cipriano sigue a Marcial hasta un segundo sótano donde estaban taladrando y excavando mucho. Dentro de una cueva había un banco de piedra donde ve esqueletos humanos fijados con clavos de metal mirando hacia una pared. Los excavadores, al parecer, habían desenterrado un tesoro arqueológico: “La Alegoría de la Caverna” de Platón. “No quiero seguir viviendo aquí”, anuncia Cipriano. Siempre se sintió fuera de lugar en el Centro, pero de repente ve como su problema se reaviva, representa la causa de preocupación de cada uno de nosotros: ser engañados creyendo que sombras, reflejos e imágenes son una realidad, ser cegados por formas sin sustancia, actuar sin ninguna preocupación. Cipriano le dice a su hija y a su yerno que él no pasará el resto de sus días “amarrado a un banco de piedra mirando hacia una pared” como todos los demás.

Luego, toda la familia parte en un camión saltando a lo desconocido, como si los arrastrara un río. Marcial les comenta que cuando abandonó el Centro leyó un gran cartel que decía: PRONTO, LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA DE PLATÓN ABIERTA ALPÚBLICO. UNA ATRACCIÓN EXCLUSIVA… COMPREN SUS ENTRADAS YA.

Todo un espectáculo y todo espectáculo empaquetado para la venta. Nada con sustancia o vitalidad o significado real. La odisea de la familia es hacia un mundo donde ellos podrán participar más activamente y vivir más plenamente, donde ellos estarán una vez más con los pies en la tierra y experimentarán el peso del mundo.
***
He intentado esbozar una pedagogía de esperanzas y posibilidades, un enfoque para enseñar por la libertad, el cual es, necesariamente, una pedagogía de conflicto y lucha. He descrito la enseñanza como un acto de devoción para ayudar a todos los seres humanos a que alcancen su humanidad, su iluminación y su liberación, pero a su vez como una forma de resistencia a la persistencia de utilizar la escolarización como un medio para obtener control y para
oprimir. Enseñar para humanizar, como ya he dicho, es una opción que es tomada por aquellos que enfrentan, clara y resolutamente, los obstáculos ante ellos, cuando llegan a comprender las dimensiones de lo que está en juego. Así, podemos entender la enseñanza como un sitio para la esperanza y lucha, como un espacio disputado que involucran ideas sobre el mundo que queremos tener y habitar a futuro.
Asimismo, argumenté estar a favor de ser explícitos en cuanto a nuestro compromiso moral ya que éste opera a un nivel más profundo y con una base más firme que, por ejemplo, las habilidades o disposiciones mentales. Sabiendo donde estamos parados y que representamos, deberíamos ser capaces de sortear las turbulentas aguas de la enseñanza y de la escolarización de una manera más efectiva y fiel.
Para mí, nuestro primer compromiso debería ser hacia nuestros estudiantes: nos ponemos de su lado. Nos ponemos del lado de ellos como aprendices, apoyando sus esfuerzos para ser más sabios, más capaces, más iluminados, y nos ponemos de su lado como ciudadanos, alentándolos en sus sendas hacia la libertad. Reconocemos y apoyamos la completa humanidad de nuestros alumnos. Nos oponemos a cualquier circunstancia que pueda degradarlos, minimizarlos o reducirlos.

Nuestro segundo compromiso es crear una república de muchas voces, un ambiente y una pedagogía que honre la humanidad de cada uno y que sea un lugar de encuentro para todos. Ahora toca otro compromiso fundamental, el sentir el peso del mundo sobre los hombros. Ya hemos puesto un ojo en nuestros estudiantes y el otro en nosotros. Tenemos un ojo en los espacios físicos, emocionales, sociales y políticos para la enseñanza. Pero ahora propongo que desafiemos la psicología y el sentido común para encontrar un cuarto ojo, el cual vamos a utilizar para observar el contexto mucho más amplio en que vivimos y trabajamos. Pienso que es una obligación.
***
La poeta Jane Hirshfield dice que la poesía puede ayudar a “encontrar un camino a una vida más larga de lo que tendrías que vivirla”. Esa vida más larga es tanto en el por dentro como por fuera y requiere de viajes al
interior de cada quien y compromiso en lo exterior. Los viajes al interior provocan a la imaginación que yace en el corazón del cambio. Sin imaginación todo está ahí, inmóvil y liso en la superficie, inerte, estático, inmutable.
Una persona intolerante podría ser definida de manera práctica como alguien cuya imaginación ha sido mutilada o asesinada. Pero con imaginación el mundo que encontramos no es más real que una pista de lanzamiento.
Por supuesto, ésta debe ser empleada en contacto con el mundo. Hirshfield motiva la activación interna, aún cuando ella rechaza cualquier clase de preocupación hacia uno mismo, “eso es narcisismo y no el camino a la sabiduría”, dice. El balance se encuentra a través de encuentros más amplios: “el peso del mundo solo lo puedes sentir al levantar tus propios brazos y hombros”, dice. El mundo es irreconocible hasta que es tocado, desconocido hasta que se experimenta. Nosotros percibimos el mundo, observamos su alcance, sus fronteras y las opciones que ofrece, y comprendemos nuestro lugar especial en él solo cuando lo sujetamos e intentamos levantarlo.
En un conflictivo y alocado poema de amor a Estados Unidos,
Langston Hughes describe el mundo según su perspectiva, con sus barreras y sus límites, con sus alambres de púas y sus barrotes, a medida que el siente el peso del mundo al levantar sus hombros y brazos. Comienza de esta manera:
Que América vuelva a ser América.
Que sea el sueño que solía ser.
Que sea el pionero en las llanuras
Que busca un lugar donde ser libre.
(América nunca fue América para mi)
Que sea el sueño soñado por los soñadores
Que sea esa grande y fuerte tierra de amor
Donde nunca los reyes intriguen y los tiranos conspiren
Para aplastar de arriba a los hombres
(Nunca fue América para mí).
Oh, que mi tierra sea la tierra donde la Libertad
No sea coronada con una falsa corona de flores,
Con una oportunidad real, y una vida libre,
Que la igualdad se respire en el aire.
(Nunca existió tal igualdad para mí,
Ni libertad en esta “tierra de libres”)

La imaginación de Hughes está tanto afectada como afinada por lo que se ha denominado la acusación social de negro en la América blanca. Hughes decide no huir de la acusación, sino más bien la asume, para abrazarla y plegarse a ella, para utilizarla para sus propios fines humanistas. Describe un mundo de muros y cadenas y, simultáneamente, sueña con la posibilidad del mundo que podría ser pero aun no es. Langston Hughes es para mí una luz brillante y clarificadora que me recuerda que ser completamente humano y libre significa utilizar los
obstáculos para alcanzar tu propia libertad, los impedimentos para expandir la humanidad y para resistir a las fuerzas que intentan reducir a las personas y categorizarlas para convertirlas en objetos. La verdadera sustancia de la
libertad se encuentra en las plazas públicas donde la gente se enfrenta una a otra con autenticidad, donde se unen para identificar y superar barreras. Esos son los espacios donde encontramos nuestras propias voces, potencialidades, poder y esperanzas.
A menos que vivamos en un mundo perfecto (y todo lo que yo se sobre mundos perfectos y utopías de cualquier tipo, ya he intentado vivir en más de una, es que nunca me sentiré satisfecho), parte de nuestro trabajo consiste en identificar los leones en la ruta hacia nuestra propia identidad. No tenemos que saber necesariamente que hacer, pero sabemos que las oportunidades para hacer bien están por todas partes. W.E.B. DuBois dijo: “Debemos quejarnos. Sí, una queja franca y directa, una agitación incesante, una demostración constante contra la deshonestidad y lo que está mal. Este es el viejo e infalible camino a la libertad y debemos seguirlo.” Tenemos
que quejarnos cuando observemos un sufrimiento injusto, dolor innecesario, una penuria no merecida, al menos deberíamos reconocerlo, mirar y escuchar. También podemos insistir en nuestro derecho de permanecer escépticos de cara a la credulidad, agnósticos y cuestionadores de los verdaderos creyentes. Aun así, en un mundo profundamente desbalanceado, hay situaciones más que suficientes para que cada uno de nosotros encuentre
que hacer.
Derrick Bell escribe en sus reflexiones sobre el activismo que “todo en la vida es temporal y lo aceptamos sin poner resistencia”. Debemos, continúa, buscar la satisfacción durante la travesía y encontrar nuestra integridad en la lucha porque no importa cuanto nos esforcemos por buscar la justicia nunca la encontraremos: “La perfección nos evadirá”. Siempre hay más por hacer y siempre habrá más por hacer.

Debido a que hay tanto por hacer, día a día me siento más atraído por los activistas: ese montón de andrajosos, rebeldes, soñadores, excéntricos, románticos e idealistas. La gente que dice estar en contra, siempre moviéndose en dirección de lo que ellos esperan que sea un mundo mejor, se definen a si mismos con las acciones. Mi imaginación, mi sentido de lo moral y de lo bueno, es nutrida y desafiada por aquellos que rompen con el sentido común de las multitudes y actúan a favor de algo más justo y más nuevo. “Todo en orden”, repite el pregonero todas las noches por cada cuadra. Pero la vocación activista nos recuerda que no todo está bien, así es amigos, todavía hay más que debe hacerse.
El activismo es tan vasto como la imaginación, tan profundo como el ser humano, tan osado como el corazón, el cual “es un músculo del tamaño de tu puño”, como dice la joven, brillante y dinámica Dalia Sapon-Shevin. El activismo no debe ser confundido con tácticas específicas, sino más bien una posición contra el mundo, una que capta nuestra atención de las cosas que tienen que arreglarse. Los activistas se comprometen, participan, contribuyen, se levantan, protestan, inician, se mueven, esas son sus principales características. Cuestionan la sabiduría recibida, se preguntan que podrá ser, pero no es suficiente así que actúan. Abren sus ojos, identifican las injusticias y las traen a la luz para que otros vean la verdad de las cosas más claramente. Dramatizan un hecho o envían un mensaje y crean un espacio
público donde la gente puede reunirse de manera auténtica para crear algo nuevo. Luego, participan con cada vez más público que está muy ocupado informándose y educándose. Toman riesgos no solo cuando infringen la ley,
también cuando ellos rompen con normas de educación o con la persuasión imperante en la tribu o multitud. A veces se niegan a participar así como a veces toman parte en cosas olvidadas por ellos, para así crear el mundo en el
cual ellos querrían vivir.

Los activistas aparecen en todos los capítulos de la historia de Estados Unidos: El Motín del Té en Boston, las batallas de Lexington, los ferrocarriles subterráneos, la toma del arsenal de Harpers Ferry, la revuelta de Haymarket, el movimiento por el sufragio femenino, Flint, Selma, Atlantic City, Tierra del Sur. Los activistas se negaron a participar en algunos hechos quemando sus cartillas militares. Algunos fueron a la cárcel por negarse a enlistarse en el ejercito para ir a la guerra en Vietnam o cuando, aquellos que pelearon en Vietnam, tiraron sus medallas en la Casa Blanca en señal de protesta por lo que ellos ahora consideraban una aventura inmoral.
Asimismo, los activistas tomaron parte en hechos que estaban oficialmente prohibidos en el Sur segregacionista. Recrearon el mundo que ellos imaginaban en autobuses y oficinas públicas, anunciando que aquellos actos
representaban la manera en la cual iban a vivir: negros y blancos juntos. Estas fueron expresiones auto-transformadoras y a su vez expresiones que transformaron al mundo.
El Movimiento de los Derechos Civiles creó la agenda moral para una generación y se convirtió en parte del paisaje y del aire que respiraba la gente. Las nociones de libertad, liberación, justicia social y paz pasaron a ser más que abstracciones, de hecho, se personificaron y se convirtieron en cosas reales y concretas para ser promulgadas y para vivir. La democracia participativa fue algo para vivir, respirar y experimentar en el diarismo al igual que sucedió con la insurrección cultural que le sucedió. Toda esta gente simplemente se veía a sí misma como personas que estaban rompiendo las barreras que les habían impuesto y que les impedían alcanzar su humanidad plena, individuos que soñaban más allá de las fronteras y por lo tanto transgredían los límites de lo establecido. Muchos han vivido como si ya estuvieran en el mundo que ellos desean, reticentes a suplicar poder o rogar por el fin de la injusticia (deberíamos poder sentarnos en el mostrador de este restaurante para ordenar comida y así lo haremos; las escuelas deberían
ser sitios enfocados en la liberación de los niños, así las construiremos) y con tales acciones han ayudado a crear el mundo de sus sueños. Gran parte de este cruce de fronteras involucra un cambio radical en la conciencia, un
rechazo tanto a la corriente conservadora como a los reformistas liberales y a favor de una transformación personal y estructural más fundamental. El mundo de las posibilidades abierto ante nosotros.

Y el trabajo sigue y sigue: protestas constantes en la sede de la OMC; movilizaciones en contra de la guerra; foros para discutir temas controversiales, blogs y revistas de poca circulación; miembros del Frente de Liberación de la Tierra sentándose en frente de los tractores para evitar que los bosques sean destruidos; tiendas de campaña en los campus de las universidades para protestar por los niños explotados laboralmente que manufacturan los uniformes escolares; ciclistas de la organización llamada Masa Crítica cierran la autopista Lake Shore Drive en Chicago, lo cual
conlleva a que la gente no salga en sus carros ese día; homosexuales y gente que los apoya llenan los pasillos de la Gobernación de Massachusetts; artistas del lado oeste de Chicago pintando sobre publicidades de tabaco y alcohol con jeroglíficos urbanos que contenían mensajes importantes sobre la salud pública. Movilizándonos, dramatizando, negándonos, insistiendo, comprometiéndonos, arriesgando… Y a veces, cuando no sabemos que hacer, simplemente siendo testigos. Por ejemplo, a principios de la crisis del SIDA, cuando el virus no había sido ni siquiera identificado y antes de que la protesta pudiera ser claramente articulada, un grupo de activistas creó el impactante y hermoso Proyecto Edredón. Así como los escuadrones sanitarios en La Peste de Albert Camus, el Proyecto Edredón dijo: Porque tenemos que hacer algo, miraremos y escucharemos, prestaremos atención y seremos testigos, más que nada, nos negamos a no poder remediar nuestro sufrimiento.
Pero cualquier afirmación sobre lo correcto de un acto yace en la solitaria rectitud de lo que se demanda, en actuar contra la injusticia a favor de algo mejor. Dorothy Day, fundadora del Movimiento Católico de Trabajadores y activista atareada toda su vida, dijo, “estoy trabajando por un mundo en el cual se le haga más fácil a la gente comportarse decentemente”. No perfecto sino mejor.
El activismo nos empuja hacia el mundo de las posibilidades morales, pero no tiene un valor propio ni da valentía ni drama ni resistencia. Ni siquiera la virtud proclamada u obvia de sus actores tiene valor por sí sola. Al final, todo depende de la verdad de los asuntos que se expongan, se describan o a los que uno se oponga ¿Acaso la acción resiste heridas injustas, sufrimientos innecesarios o el dolor que puede ser evitado? ¿Acaso la acción abarca o al menos otorga espacio para el cambio? ¿Ha educado a otros?
Ésta última es la pregunta por la cual el activismo es medido. Aunque no hay manera de saberlo de antemano, representa la parte esencial del crecimiento posterior: ¿La acción tomada informó, iluminó, alteró o expandió
nuestra conciencia colectiva?, ¿Educó a participantes y testigos?, ¿Sirvió para construir una comunidad más amplia?

Por lo tanto, el activismo es cuando menos un evento pedagógico conectado a la educación. Los activistas intentan enseñar y los educadores abren posibilidades para una variedad más amplia de opciones. Therese
Quinn, profesor del Instituto de Arte de Chicago, ha creado junto con sus estudiantes una serie de afiches deslumbrantes que conjugan la enseñanza con el activismo. Cada afiche tiene una foto de algún educador/activista
(Paulo Freire, Myles Horton, James Baldwin) y alguna cita de alguno de sus trabajos junto con una osada invitación: “Se un activista/Se un educador.Cambia el mundo”. La cita que seleccionaron de Horton decía lo siguiente:
“Una buena educación radical… no tiene nada que ver con métodos o técnicas, sino en colocar al amor en primer lugar… Y eso incluye a cualquier persona en cualquier parte, no solo a tu familia o a tus compatriotas o a los
de tu propia raza. Significa desear para ellos lo mismo que deseas para ti. Luego sigue el respeto a la capacidad de la gente de aprender, de actuar y de moldear sus propias vidas. Tienes que tener confianza en que la gente puede
hacerlo. El tercer punto consiste en valorar las experiencias de los demás. Tu no puedes pedir que se respete a la gente si tu no respetas sus experiencias”. Quinn continúa reclutando artistas para su programa de Educación
Artística y ella obtiene algo más profundo que un simple trabajo. Para ella, la enseñanza está llamada a cambiar el mundo.
***
La alemana socialista Rosa Luxemburgo, en una carta enviada desde la prisión a un amigo, dijo lo siguiente acerca de llevar una vida balanceada y ser activista: “¡Míralo como que tu sigues siendo un Mensch! Ser un Mensch significa tirar la vida de uno ‘a la buena de dios’ de ser necesario, pero a la vez, disfrutar de cada día soleado y de cada bella nube…” Ella le hace un llamado a su amigo para que sienta el peso del mundo junto con su belleza.

Justo después de los ataques terroristas del 11 de septiembre hubo una apertura y curiosidad inusual entre muchos estadounidenses, un impulso para intentar captar la magnitud de los hechos, para sentir el peso, pero también para pasar del estado de shock a la comprensión, a la posibilidad de despertar. No había duda que había ocurrido algo inmenso, pero ¿De dónde vino y cómo se podía medir según la escala de horror global? ¿En qué clase de mundo vivimos?
Yo estaba agradecido de ser maestro, porque un maestro, no importa que suceda, siempre asiste a sus clases. El enseñar me dio un lugar a donde ir, un lugar donde estar, gente con quien hablar y con quien pensar. Siempre
les digo a mis estudiantes que tenemos que tener un espacio seguro para nosotros en nuestra clase, un espacio para la consulta, para la búsqueda de la verdad y del alma. Debemos dirigirnos a los demás con respeto, insisto, con la esperanza de ser escuchados y comprendidos y a su vez escuchar al otro con la posibilidad de que sus palabras nos lleguen o incluso que nos cambien. En las semanas después del ataque, todos nos sentíamos agresivos y agraviados, así que les dije a mis estudiantes que debíamos esforzarnos por ser más gentiles, más preocupados, y que de seguro íbamos a escuchar múltiples estallidos emocionales, pero debíamos resistir tanto como pudiéramos a cualquier gesto de arrogancia moral y sustituirla por compasión, generosidad e imaginación. Les pedí que dibujaran a pulso un mapa del mundo y para todos ellos habían vastos espacios en blanco casi por todos lados: África del Norte y Asia Central, los Balcanes y el Medio Oriente, el Golfo Pérsico y los países musulmanes. En esos espacios en blanco yace el
fracaso de la educación, quizás, la falla de profesores anteriores para servir de inspiración o para informar; o quizás esos espacios revelen un problema que acompaña el fácil confort de vivir en el regazo del privilegio ¿Quiénes somos en este mundo? Nos preguntamos ¿Cuáles son nuestras opciones en el mundo?
Los estadounidenses somos famosos en el mundo por no tener sentido de la historia ni de la geografía ¿Quiénes somos en este mundo? ¿Dónde estamos? Estas preguntas causan una vaga sensación de satisfacción o de desagrado, todo depende de cada quien, pero para la mayoría simplemente le es indistinto. En lugar de curiosidad, estudio, análisis o al menos una valoración honesta de las lagunas y confusiones, todo lo que tenemos son bandas marciales y banderas que ondean, lemas publicitarios, pequeñas frases y relaciones públicas: “la única superpotencia mundial”, “la nación más grande sobre la Tierra”, “el país de la libertad y de la democracia”.
Hace poco, escuché una entrevista que le hicieron a un soldado en Irak: “Estamos orgullosos de lo que hemos hecho aquí. “Todavía hay mucho por hacer, pero cuando llegamos aquí no había nada”. Está hablando de la Cuna de la Civilización. Uno puede decir cualquier cosa de Irak, pero “que no había nada” está definitivamente fuera de lugar ¿Quiénes somos y dónde estamos?, ¿Qué está pasando?, ¿Cuáles son mis opciones?

 

(continuara………)

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España: URGENTE el Foro Mundial de la Educación apoya la campaña para un “Diálogo por la educación”

Fuente Foro Mundial de Educación /19 de Abril de 2016

Ante el clamor que exige la derogación de la LOMCE y una nueva ley de educación que sea fruto de un acuerdo social y político, la plataforma La educación que nos une lanza la campaña “Diálogo por la educación” con el deseo de impulsar una Ley de Educación:

  • Democrática: elaborada con la participación de la comunidad educativa y la ciudadanía.
  • Estable: centrada en las necesidades de las personas y no en los intereses de los partidos.
  • Comprometida con un mundo más justo.

Concluye una legislatura del Partido Popular marcada por la imposición de una ley educativa elaborada sin consenso y de espaldas a la comunidad educativa y al conjunto de la sociedad. La práctica totalidad de los partidos políticos se comprometieron a derogar la LOMCE apenas cambiara el juego de mayorías parlamentarias. Confiamos en que esta sea una de las primeras medidas adoptadas en la próxima legislatura. La segunda promesa con que abrió el Ministro Wert su trabajo al frente del Ministerio de Educación fue la elaboración del Libro Blanco de la Función Docente, encargado por su heredero, el señor Méndez de Vigo, a José Antonio Marina a tres meses de las elecciones. Un nuevo pilar del sistema educativo construido sin diálogo y sin consenso. No son estas las formas que esperamos de la nueva legislatura.

Por todo ello, reclamamos un proceso de diálogo abierto a la ciudadanía y a la comunidad educativa que permita el alumbramiento de una nueva ley de educación fruto de un acuerdo social y político que le augure, al fin, una estabilidad más allá de los vaivenes electorales. No aceptamos un Pacto de Estado entre partidos políticos y organismos económicos que excluyan a la comunidad educativa y la sociedad civil.

Apoya nuestra petición de forma individual o colectiva para reclamar un Diálogo por la Educación.
El enlace de la campaña, el vídeo promocional de la campaña y el espacio para firmar en apoyo disponible aquí
 Diálogo por la educación

Diálogo por la Educación

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Desobediencia pedagógica como astucia pedagógica

Miguel Andrés Brenner[1]

  • Obediencia proviene del latín “obaudire”, significa escuchar al otro, escuchar atentamente al otro.
  • Etimológicamente tiene un significado diferente al mero cumplir con las normas y su opuesto no cumplirlas. Sin embargo, en nuestra lengua española, obedecer quiere decir cumplir con las normas de quien manda.
  • La fuerte carga normativa y de control en las políticas educativas, en última instancia, son significantes de una obediencia ajena a docentes pensantes, críticos y creativos, nada tienen que ver con el sentido etimológico recién señalado, priorizando ser atento a las necesidades del Otro, con disposición a escuchar. Es por ello que, al ingresaren el sistema educativo, se nos marca con un “pecado original” o falta originaria al desear subsumirnos o chuparnos[2] en la política educativa.
  • Así, en el marco de los Acuerdos del Consejo Federal de Educación, la Provincia de Buenos Aires, cuando era Directora General de Cultura y Educación la Doctora Adriana Puiggrós, publicó en el año 2007 el “Marco General de la Política Curricular”[3]  para todos los niveles y modalidades del sistema educativo, cuyas “perspectivas conceptuales, filosófico epistemológicas, ideológicas y ético políticas”  pretenden  dar sustento a todos los documentos curriculares de la jurisdicción provincial. Dicho documento establece con carácter de ley un currículum prescriptivo, donde se establece “qué y cómo enseñar”[4]ya imposible de cumpliren la medida en que se instituye en cada área o materia una excesiva cantidad de contenidos a enseñar, y aún en las condiciones actuales. Sin embargo, ¿qué acontece en las prácticas escolares?
  • De hecho simulamos cumplir con las normas.Podemos simular que los alumnos saben cuando aprueban, simular construir el conocimiento cuando los alumnos copian y pegan de manuales a preguntas que les solicitamos de los mismos manuales, simular enseñar aunque los alumnos no aprendan, simular enseñar a estudiar aún cuando los alumnos lleguen al último año del nivel primario o secundario y no saben estudiar (entonces les echamos la culpa a ellos), simular un PEI -proyecto educativo institucional o proyecto institucional[5]-, simular un Acuerdo de Convivencia que se resume en un régimen disciplinario para los alumnosy no para los docentes en tanto les decimos que ya hay una normativa -además que las ramas jerárquicas más allá de la escuela, supuestamente,  no necesitarían de un acuerdo de convivencia con las escuelas-, etc.Es por ello que diferencio entre el conocido currículum oculto y el que propongo como currículum simulado[6]: el primero referencia aparentar no enseñar lo que se enseña, el segundo aparentar enseñar lo que o se enseña.
  • Desobedecemos muchas veces, o simulamos, como mecanismo de resistencia porque el Estado no se hace cargo, el Estado solamente establece normas y nosotros debemos cumplirlas, y si no las cumplimos estamos en falta. El Estado pretende culpabilizarnos. Cierto, individualmente existen docentes sin compromiso con los alumnos, pero un sistema no puede funcionar a partir de compromiso o no compromiso individual, sino desde un régimen que establezca las condiciones de posibilidad para que podamos enseñar y así nuestros alumnos aprendan. Ej. fábrica Firestone/Bridgestone: si esa empresa no controlara el ingreso y egreso de sus trabajadores confiando en el compromiso individual, luego de un mes quebraría. O sea, así como una empresa capitalista establece las condiciones de posibilidad para que funcione según sus criterios, el Estado debe establecer las condiciones de posibilidad para una educación digna sin responsabilizar prioritariamente al docente (aunque individualmente hayan docentes carentes de empuje, de compromiso).
  • La desobediencia pedagógica que propongo apunta al ob-audire: estar atentos al otro/nuestros alumnos, así ellos estén atentos a nos-otros. Es algo mutuo.
  • La desobediencia pedagógica que propongo apunta al modo de la técnica del jiujitsu: utilizar la fuerza del oponente para vencerlo. ¿Y vencerlo en qué?: en el control (normas) y la simulación (debemos actuar como si y cumplir para no ser sancionados).
  • Por ejemplo:
  1. El PEIse estableció parafragmentarnos y culpabilizarnos, pero exijamos la participación en el mismo, todos, así establecer nosotros las líneas de trabajo y dentro de nuestro tiempo pago laboral, b) y para evitar la fragmentación, exijamos dentro de nuestro tiempo laboral dialogar así aunar criterios dentro de las diferencias con los PEIs de otras escuelas, evitar el “divide y reinarás” en el sistema educativo y en la lucha.
  2. Que el Acuerdo de Convivencia sea dentro de la institución escuela, que se acuerde según lo que cada sector espera del otro y no solamente lo que los adultos esperan de niños o jóvenes, que también se acuerde con otras instituciones escuelas, y también con los inspectores, las direcciones de rama, las autoridades político/educativas. Todos estamos involucrados, ¿o las instancias jerárquicas señaladas nada tendrían que acordar con nosotros, con las comunidades escolares? Así, por ejemplo, ¿cuántas veces los docentes sentimos el abandono pedagógico de los inspectores/autoridades?, ¿cuántas veces nos sentimos apabullados por las normas que “bajan”, según nuestro decir, con “cumplimientos” a realizar de “hoy para ayer”, etc. Aquí vale lo que le pediríamos a los niveles jerárquicos superiores si fuera posible.
  3. Si no sabemos cómo enseñar para que nuestros alumnos aprendan, exijamos a las autoridades que nos enseñen cómo, que establezcan mecanismos de acompañamiento y no nos dejen solos. No bastan normas o circulares y sus anexos que expliquen, no bastan conferencias o charlas.
  4. Si hay bullying[7] (intimidar, acosar), los docentes debemos exigir a las autoridades no solamente que nos “bajen” normas, también ¿qué hay en ellos para que nos consideren sujetos punibles en vez de sujetos con derecho a enseñar, cuáles son sus actitudes que no favorecen afrontemos mejor el problema todos juntos y qué es lo que debieran modificar en sus actitudes al no ver la viga que tienen sobre el propio ojo? Cuando digo autoridades no me refiero únicamente a los inspectores, pues ellos son el salame del emparedado, apunto además hacia arriba y a los compromisos en el ejercicio de un poder que se ramifica con el entramado de una comunidad de victimarios que acusa con el dedo a la comunidad de víctimas, donde también pueden haber victimarios (el ejemplo más conocido: el pobre contra el pobre, el maestro contra el maestro, el alumno contra el alumno, etc.).
  5. Cuando se nos “bajen” líneas pedagógicas, textos o libroso autores, a tal efecto, orienten in situ, “situadamente”, a docentes de sectores populares apreciándose, así, la efectividad de sus propuestas.Los docentes no necesitamos que los intelectuales nos convoquen nada más para que aprendamos de sus textos (orales o escritos), sino que “bajen” a nuestras escuelas a comprometerse cabalmente con nuestras prácticas didácticas, haciendo la unidad teoría-práctica tan proclamada por Paulo Freire. La trinchera de los intelectuales pedagogos tiene que ser sí la de los congresos, los debates, las revistas, los artículos y las mesas de discusión, pero sobre todo, también la escuela, el aula, el patio escolar, el trabajo con maestros y profesores[8]. Deben participar en la comunidad escolar para que no seamos meros “objetos” de investigación, ser intelectuales con un compromiso ético político, mancharse sus manos con tizas.
  • No deseamos ser meros sujetos de control o sujetos de derecho pasibles de castigo, sino sujetos de enseñanza. No deseamos ser sujetos a quienes siempre se nos culpabilice pedagógicamente con el conocido “Pero mi hijita, Ud. deberíahaber establecido las estrategias de recuperación…”.
  • No deseamos ser como delincuentes. Así se nos trató durante el último paro docente, mencionando a los alumnos “rehenes” nuestros (los alumnos son rehenes de los docentes). Esta metáfora alude o bien a la acción de delincuentes o a la de terroristas o a la de un bando en guerra que se apropia de seres humanos quienes se encuentran por ende indefensos, simbólicamente es una forma de criminalizar la protesta. Es entonces que, en el imaginario, solamente cabría la acción violenta contra los “malhechores”, ¿nosotros, educadores? Precisamente, los alumnos realizan un aprendizaje social de la poca valía del docente, lo que resulta problemático en la medida que ese docente presenta consignas de trabajo a sus alumnos  (“¿si no vale, por qué le escucharé, estaré atento a su palabra?”)
  • Sabemos que la desobediencia pedagógica implica una lucha teórica con compromiso ético político.No es cuestión de un simple “no hacer caso”, sino de crítica pero creatividad a la vez, no fácil.Considerando la rigidez normativa vigente, requiere en múltiples oportunidades dentro del aula de una “astucia pedagógica”[9] en sentido comunitario. Sería oportuno, además, que los gremios se hagan cargo de la cuestión, porque los diseños curriculares y las líneas pedagógicas que “nos bajan” constituyen el núcleo básico de nuestras condiciones laborales, es decir, si luchamos por una escuela pública y popular, ante todo luchar por una política pedagógica justa y digna, a partir de donde sí tiene sentido bregar por el salario, la infraestructura, etc. Es un desafío, porque estamos solos, sin Estado, sin Academia, sin Sindicatos (salvo excepciones como la presentey excepciones de pocas agrupaciones sindicales), de ahí que valga la pena juntarnos, como en este Foro Pedagógico.

[1] El presente texto es un punteo en función de la exposición en el Foro Pedagógico.

[2] Chupar: en la jerga de la última dictadura militar, acción de desaparecer a otro.

[3]Resolución N°3655/07

[4]http://cedoc.infd.edu.ar/upload/planificacion_institucional_y_didactica.pdf (consulta: 3/06/2014)

http://servicios2.abc.gov.ar/lainstitucion/organismos/consejogeneral/disenioscurriculares/documentosdescarga/marcogeneral.pdf  (consulta: 3/06/2014)

[5] Como por arte de magia, sin explicación que llegue al conjunto de los docentes, de pronto puede cambiarse PEI por PI -Proyecto Institucional-. El documento marco señalado, reconoce experiencias a rescatar del PEI, y para que no se confundan las políticas educativas  de la década del noventa con las nuevas, reemplaza un término por el otro.

[6] Brenner, Miguel Andrés. “Currículum simulado.” Marzo de 2012 (inédito)

[7] ¿Será su difusión en lengua inglesa por quienes pretenden que el enfoque práctico sea desde los parámetros opresores del Norte político?

[8]Encuentro una sintonía con el Documento de Balance y Relación de Propuestas, resultado del Simposio de Filosofía y Liberación realizado en el XVII Congreso Internacional de Filosofía, organizado por la Asociación de Filosofía y Liberación. Morelia, México. Abril de 2014. “A nosotras y nosotros, intelectuales comprometidos con la liberación, se nos exige mucho más que al resto de los miembros del gremio. Nuestra trinchera tiene que ser sí, la de los congresos, los debates, las revistas, los artículos y las mesas de discusión, pero sobre todo, también la calle, el campo, la manifestación, el trabajo voluntario, la protesta social e incluso, la de la guerra revolucionaria.”

[9] Término propuesto por Juan Ignacio Pernía, joven profesor en letras. Astucia, del latían “astutus”. Según la Real Academia Española, agudo, hábil para engañar o evitar el engaño o para lograr artificiosamente cualquier fin.http://lema.rae.es/drae/srv/search?id=hpvB488aJDXX2lKQowup (consulta: 3/06/2014)

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Por qué el modelo ‘multicultural’ norteamericano es una catástrofe política en Europa e Israel

Gadi Taub

Tan rutinario ha llegado a ser el uso de la palabra “multiculturalismo”, que ahora se invoca para describir cosas harto distintas. En alguno de sus uso populares, es meramente un sinónimo de pluralismo. No hay, huelga decirlo, problema ninguno con esta forma de presentar la perspectiva liberal-progresista democrática. Sin embargo, originariamente, el término refiere a algo mucho más drástico, a una criatura de la ideología posmoderna. Porque, en la medida en que el posmodernismo sostiene que no existe la verdad, el multiculturalismo asevera que todas las culturas están a la par y valen lo mismo. A sus propios ojos, la actitud multiculturalista no sería sino una ampliación de la democracia, una extensión de esta desde de los seres humanos hasta los valores. No bastaría con reconocer          que todos los seres humanos son iguales; la verdadera igualdad requeriría que respetáramos igualmente también todas sus culturas.

El sencillo argumento contiene una contradicción: acordar igual valor a las culturas puede tener por efecto el socavamiento de la igualdad entre humanos, y no sólo su expansión. Garantizar igual estatus a una cultura en la que las mujeres son propiedad de los hombres, o en la que se permite la esclavitud, no es extender la democracia. Pero a despecho de esa contradicción flagrante, la retórica multiculturalista ha llegado a arraigar en amplios segmentos de la elite occidental hasta convertirse en la piedra angular de la corrección política. Del “Otro” sólo puede hablarse en términos que (a oídos liberal-progresistas) sólo pueden ser positivos. En esta conversación, el Otro es usualmente percibido sólo como víctima y como santo.

Si escuchamos atentamente el discurso de los elementos progresistas en Europa sobre la cuestión de los refugiados, nos percataremos de lo profundamente arraigado que ha terminado por estar este discurso. Lo que a uno le está permitido decir es que los encuentros culturales son productivos, que la diversidad enriquece y que el contacto con la “otredad” expande nuestros horizontes.

Pero hay algo engañoso en esa celebración acrítica de la multiciplicidad. Habla de la “Otredad”, pero se niega a mirarla de frente; se declara partidario de la diversidad, pero presume de uniformidad. En otras palabras, es una forma de autoengaño. A pesar de su (confundente) nombre, la postura conocida como “multiculturalismo” se funda en un supuesto de monoculturalidad, y es a saber: que por debajo de todos los malentendidos, todos compartimos las mismas creencias liberal-progresistas básicas. Lo cierto es que el colorido mosaico que quienes abrazan esos enfoques crean en su mirada mental sólo funciona cuando no es en realidad tan colorido. O tal vez sea mejor decir que el mosaico sólo puede existir cuando todas las partes son ellas mismas entusiastas de los mosaicos, es decir, sólo cuando todos los elementos comparten la misma pasión por la multiplicidad y están igualmente encantadas con la diversidad.

Paradójicamente, cuando todo el mundo cree en la diversidad, la diversidad no existe realmente. Por debajo del superficial parloteo sobre la multiplicidad, lo que encontramos es el supuesto liberal-progresista de la unidad. Evidentemente, si todas las “culturas” fueran liberal-progresistas, no habría el menor problema con esta posición. Sin embargo, si una de ellas no lo es, esta posición no ofrece solución ninguna. El multiculturalismo, así pues, nos ofrece una solución sólo en el caso de que no tengamos un problema. Como en el resto de Occidente, en Israel compramos también este punto de vista errado, conforme al cual el liberalismo progresista presenta su unidad como multiplicidad: se lo compramos a los EEUU, bajo los auspicios de modas académicas que, aun vendidas bajo rótulos diversos, no dejan de guardar relación entre sí. Las más extendidas son el posmodernismo (las versiones que llegaron a destacar más tienen una impronta antes norteamericana que francesa), la teoría crítica (las versiones que llegaron a destacar más tienen una impronta antes norteamericana que marxista), los estudios culturales, los estudios de género, los estudios poscoloniales y otras modas académicas similares. Todas ellas están incardinadas en el liberalismo progresista norteamericano, y al comprarlas, hemos comprado también sin saberlo el liberalismo progresista norteamericano. Para los académicos norteamericanos, el liberalismo progresista es tan manifiestamente evidente, que su presencia, como el aire que respiramos, resulta transparente e intangible.

Dios es liberal-progresista

El liberalismo progresista norteamericano, que se desarrolló en el seno de una sociedad de migrantes, tuvo que lidiar desde el principio mismo con la cuestión de crear unidad a partir de la multiplicidad. Y encontró soluciones eficaces. También en Norteamérica el punto de vista multiculturalista entraña autoengaño. Pero, en su caso, el autoengaño fue beneficioso, asentadamente yuxtapuesto como estaba sobre el fundamento de un consenso profundo y de amplio alcance.

Las fuerzas asimilacionistas en Norteamérica son tremendas, y las presiones que esas fuerzas ejercen sobre las gentes para que se adapten son asimismo tremendas. Por varias vías, tanto de facto como de iure, la asimilación exige que los migrantes acepten los valores morales básicos del país: el individualismo, los derechos naturales, la igualdad de género, la democracia, el capitalismo y una concepción contractualista de la sociedad y de las relaciones humanas. Eso es condición necesaria para llegar a ser parte del sueño norteamericano. Si tú tienes otros sueños, Norteamérica no tardará en pulverizarlos y aventarlos eficientemente, no vaya a ser que pongan en peligro el consenso moral. Es verdad: la diversidad tiene un lugar bajo ese paraguas liberal-progresista, pero no fuera.

Uno de los más importantes progenitores de la fórmula norteamericana que con tanta eficacia transformó la multiplicidad en unidad fue Thomas Jefferson, quien redactó el Estatuto de Virginia para la Libertad Religiosa de 1786. Jefferson halló una vía de salida cuadrando el círculo mediante un desplazamiento de énfasis en los argumentos a favor de la libertad de religión. Huelga decir que no estaba sólo a la hora de creer en la libertad de religión. El grueso de los progresistas de su tiempo coincidían en que era malo para el Estado intervenir en las creencias religiosas de los ciudadanos. Pero los argumentos habituales pasaban generalmente por sostener que nadie tenía acceso directo a las intenciones divinas. En la medida en que también el Estado carecía de ese acceso, no debía decidir por nosotros qué creer. Ello es que Jefferson invirtió la fórmula. El Estatuto por él redactado se abre con esta rotunda declaración: “Dios ha creado la mente libre”. En otras palabras, la libertad de religión misma es un mandato divino. La razón que debemos avanzar no es falta de acceso a las intenciones de Dios, sino todo lo contrario: ahora sabríamos que Dios mismo es un progresista. Y así comenzó a santificarse la unidad a través del lenguaje de la multiplicidad.

La fórmula de Jefferson experimentó con el tiempo múltiples transformaciones. Pero la versión relevante para lo que aquí interesa es la que surgió del fracaso y derrota de la rebelión estudiantil de los años 60 del siglo pasado, que reflejó una seria decepción de los jóvenes norteamericanos con su país. Esa versión anduvo inextricablemente amalgamada al amargo sabor de esa decepción, y trajo entonces consigo el kitsch moral que convirtió la  autoflagelación en un fácil substituto teatral de la verdadera autocrítica.

La gran campaña y el kitsch moral sesantaiochesco en los EEUU

La revuelta de los 60 en los EEUU fue varias cosas muy distintas. Pero por unos momentos pareció como si todas las facciones convergieran en una protesta común contra un único adversario: “el sistema”. Se llegó a creer que el sistema –el establishment— genera varios tipos de males allí donde penetra: la discriminación contra los negros en el Sur, la guerra de Vietnam, el machismo, el tratamiento de los gays como pacientes psiquiátricos, la criminalización de la disidencia, etc. Todos esos males serían curados cuando las masas –el pueblo— se los sacudiera de encima. Y entonces, en vez del uniforme cemento gris de la opresión del establishment, florecerían mil flores, cada una con su propio color y a su propio modo. El movimiento estudiantil, el movimiento de derechos civiles, el feminismo, las manifestaciones de Stonewall de la comunidad gay y la protesta contra la guerra de Vietnam: todo formaba parte de la misma campaña. O eso parecía.

El primer revés serio y profundo experimentado por ese supuesto de partida llegó en 1966, cuando el movimiento de derechos civiles de Martin Luther King Jr. Quedó bajo el control de los partidarios del “poder negro” y del “orgullo negro”. Stokely Carmichael resultó elegido líder del Comité Estudiantil de Coordinación No-violenta (la rama juvenil del movimiento de King) e, inmediatamente, exigió que todos los blancos que lo habían apoyado fueran expulsados. Los Panteras Negras comenzaron a ocupar la primera fila, y Malcom X se convirtió en una celebridad. Mientras que King hablaba en nombre de los valores comunes y abrazaba la integración, la generación de líderes que le sucedió se rió de él como ejemplificación de un nuevo Tío Tom que se allanaba a l os caprichos del establishment con tal de resultar aceptable para los blancos. La integración misma se convirtió en algo peyorativo, en símbolo de la pérdida del autorrespeto y de la identidad. En vez de integración, los jóvenes líderes decían querer la segregación voluntaria, el orgullo de la propia identidad diferencial y una cultura separada.

Luego vinieron los choques entre los partidarios de los Panteras Negras y el movimiento feminista. En la última convención del movimiento estudiantil organizado –celebrada en 1969 en Chicago—, los Panteras Negras descalificaron a las feministas como “el poder de las mininas”. Furiosas, las mujeres se largaron.

La protesta contra la guerra en Vietnam tuvo una dinámica propia. En sus márgenes, se transformó en un apoyo incondicional al comunismo fanático del Vietnam del Norte. Algunos de los líderes del movimiento buscaban explícitamente, en efecto, la derrota del propio país, una posición que les costó el apoyo de los partidarios moderados de la paz. Poco después del fin de la década, los distintos tributarios de la revuelta parecían haber florecido en un sinnúmero de direcciones. Cada quien fue por su propio camino y se atuvo a su propia lucha. Por un tiempo.

En las dos décadas que siguieron, volvieron a reagruparse paulatinamente bajo los auspicios de la academia y bajo la bandera del posmodernismo. A partir del activismo social y político, el movimiento de protesta se convirtió en una teoría académica, y, en teoría, todas las luchas podían volver a verse como una sola lucha. El marco posmoderno, según se entendió en Norteamérica, podía volver a conjurarse en la magia jeffersoniana: todas las fes están en pie de igualdad, a condición de que acepten la igualdad de todas las fes. El pluralismo se convertía así en una fuerza unificadora. El Dios del nuevo discurso –eso parecía— era él mismo pluralista.

Por lo pronto, el nuevo espíritu posmodernista pareció tener un impacto diferenciado en los distintos veteranos de las luchas de los 60. Los participantes en las turbulentas manifestaciones contra la Guerra de Vietnam encontraron en Edward Said el oportuno adalid de su oposición al imperialismo y al colonialismo. De acuerdo con el historiador y crítico literario, las raíces del colonialismo y el imperialismo occidentales en todas sus encarnaciones descansan en el patrocinio del discurso occidental que “construye” a Occidente como un sujeto racional-científico y al Este, como un objeto primitivo de “nuestro” conocimiento. Así justificaríamos “nosotros” nuestro papel. Para quienes hubieran leído a Herbert Marcuse en los 60 y a Foucault en los 70, nada resultaba más fácilmente aceptable.

El feminismo de la época, que se hallaba en medio de una crisis propia, adoptó lo que sus partidarios llamaron inicialmente la “teoría de la perspectiva”. También el feminismo desplazó el peso del discurso para dar primacía al concepto de “género” (que ya había tenido su momento entre los enterados a fines de los 60). Como en el caso de Said, y conforme a esa posición, el conocimiento referido a la feminidad y la masculinidad habría sido producido por hombres desde la perspectiva masculina, razón por la cual estaría concebido para justificar la desigualdad existente. Y también como en el caso de Said, el discurso construiría al Hombre como sujeto y a la Mujer como el objeto.

Análogamente, la lucha de Stonewall Inn, en la que la comunidad gay exigía que la policía dejara de molestarlos, encontró una renovada expresión en la deconstrucción del discurso psiquiátrico y en la reencarnación en un nuevo campo académico escindido de los estudios de género: los estudios queer.

El movimiento de derechos civiles, la más antigua de las manifestaciones de rebelión de los 60, no tuvo problemas para adaptar el separatismo negro a la nueva terminología. El “discurso hegemónico” es “blanco”, y la manera de erradicar la opresión sería sacar a la cultura negra de su influencia. Los problemas sociales, políticos y económicos se reencarnaron en una discusión de identidades, culturas y discursos.

Una tras otra e imperceptiblemente, todas esas nociones convergieron, se identificaron unas con otras y empezaron a reconstruir, ladrillo a ladrillo, la vieja imagen de la lucha común contra el “sistema”. Este término fue substituido por otro nuevo –“discurso hegemónico”— en el que todos los grupos marginalizados, por lo mismo que eran sus víctimas, eran también socios en la lucha por su desmantelamiento. De esta forma, la diferenciada separación de cada movimiento terminó siendo la base definitoria de lo que todos tenían en común. El separatismo negro, la perspectiva feminista, la singularidad queer y la confianza en la autodeterminación del Tercer Mundo, todo se fundía en una sola visión con sólo fijar un adversario común y fantasear una estrategia de combate contra él.

La imagen del círculo central del monopolio hegemónico

Aunque la jerga se hinchó y las formulaciones derivaban en enredizos, la tesis misma era pegadiza y simple. El núcleo del nuevo paradigma es la idea de que el grupo dominante (definido, en remedo de Gramsci, como “hegemónico”) posee el monopolio de la fábrica de conocimiento. Ese grupo crearía el discurso que construye el mundo social al servicio de la continuación de su dominio. El discurso se presentaría a sí mismo como “universal”, pero eso no sería sino la manera de justificar su deseo de imponerse banderizamente a los demás.

Imaginen ustedes, si quieren, un círculo central que contiene al grupo hegemónico: varones tan blancos y europeos como rectos. Son quienes fabrican nuestro conocimiento, y ese conocimiento está concebido para justificar su estatus dominante. Ahora tracen ustedes círculos más pequeños fuera del círculo hegemónico principal, cada uno de los cuales representa a un grupo: mujeres, negros, gays y el Terecr Mundo. Bueno, pues ya tienen ustedes el formato de la concepción multicultural. Todos esos grupos necesitan asaltar al centro desde distintas direcciones, desmantelar su discurso y reemplazarlo por otro diferente, liberador y cuyo pluralismo contrasta con la uniformidad de la hegemonía.

Es un modelo de claridad cegadora. Es elegante y económico. Pero lo que gana en elegancia lo pierde en su incapacidad para iluminar la compleja realidad de los cruces culturales. Sin una multiplicidad de culturas, y cuando todas las culturas comparten un amplio y profundo consenso, como en el caso del liberalismo progresista norteamericano, los problemas saltan con menor frecuencia. Pero una vez se sale de los EEUU y se entra en ámbitos en los que ese consenso no existe –Europa, pongamos por caso, o la sociedad de inmigrantes que es Israel— el modelo se desploma a la primera de cambio. No hay razón para suponer –digámoslo con cautela— que la lucha de un migrante musulmán en Alemania para preservar su identidad frente al centro hegemónico lo convierte en un aliado natural de los gays alemanes que pugnan por el matrimonio del mismo sexo.

El aislamiento de los ultraortodoxos haredim en Israel frente a la hegemonía del discurso sionista no necesariamente promueve las aspiraciones de las mujeres haredim. Análogamente, la campaña de las mujeres egipcias contra la circuncisión femenina no necesariamente va de la mano de quienes buscan proteger la identidad egipcia contra las influencias occidentales. Porque, a despecho de todos esos modelos elegantemente simples, no todas las formas de opresión dimanan del “centro hegemónico”.

La confusión creada por el modelo multicultural puede llegar a observarse desde dentro de su propia pureza geométrica. Es analíticamente engañoso. Porque los grupos marginales que dibuja –mujeres, negros, indígenas, pueblos del Tercer Mundo, gays, etc.— no son grupos “separados”, sino categorías sociales intersectantes. El modelo no funciona, porque las categorías se solapan. Resulta que, sorprendentemente, hay mujeres que son negras, lesbianas que son árabes, haredims que son gays, y así todo. Por eso el modelo oculta un hecho palmariamente simple, y es a saber: que algunos tipos de opresión se generan en los márgenes. Pero los márgenes están fuera del alcance de la crítica, ni que decir tiene.

Lo cierto es que, así que hurgamos un poco en la jerga de la retórica multicultural, caemos inmediatamente en la cuenta del absurdo de su núcleo. Saturado como está por el espíritu del liberalismo progresista, de uno u otro modo viene a suponer que ese liberalismo no es lo suficientemente progresista, mientras que todos los adversarios del mismo, por una u otra razón, lo serían más que él. Así pues, no es tan sorprendente que, para ocultar tamaña contradicción, se precise de jerga tan superlativamente fosca.

Los Panteras Negras no eran feministas; Ho Chi Min no era uno de los Justos Entre Las Naciones; los rabinos del partido Sha no son defensores de los derechos de la comunidad gay; y el final de la ocupación israelí de la Franja de Gaza no convierte a Hamás en una organización amiga de los Derechos Humanos. El supuesto de que el pluralismo democrático y la libertad política han de dimanar necesariamente de los márgenes carece de todo fundamento en la realidad. El ilogismo admite una formulación sumaria: todo el modelo descansa en un kitsch moral que identifica victimización con justicia. Desgraciadamente, sin embargo, en el mundo real las víctimas no son necesariamente santos, y mucho menos santos liberal-progresistas.

Consciencia de élites

Pero el modelo multicultural no versa sobre la realidad; versa sobre la consciencia de las elites. Ignora el hecho de que, en una sociedad migrante, la multiplicidad es, por lo pronto, el problema, y no, por lo pronto, la solución. Porque una sociedad de este tipo necesita, para empezar, sentar los fundamentos comunes sin los cuales la solidaridad resultaría inviable, un escenario político congruente, imposible, e inconcebible un igual acceso a los recursos. Sólo luego de resolver eso puede empezar a tener sentido el disfrute de la multiplicidad. En contra de la impresión creada por su retórica, el multiculturalismo es una ideología generada en el centro, no en los márgenes.

En el actual clima de opinión, como es harto sabido, está terminantemente prohibido decir nada bueno sobre el melting pot del mestizaje israelí. Y en efecto, la institucionalización del mismo es susceptible de crítica. Pero debería recordarse que su otra cara es la igualdad, así como un sentido de pertenencia, y que ambas caras son interdependientes. Una común identidad significa solidaridad, responsabilidad común, destino compartido.

Mapai, el precursor del laborismo de izquierda en Israel, también puso por obra agresivas políticas a favor de la igualdad económica. En vivo contraste con eso, el ataque de los multiculturalistas al melting pot israelí es parte del espíritu neoliberal de la época de la sociedad de mercado. La “privatización de la identidad”, como ha llamado a estas tendencias el Dr. Daniel Gutwein, es el espejo cultural de la privatización económica, y el ataque al éthos común es un ataque al más importante baluarte con que cuenta la defensa de los débiles: la solidaridad generalizada.

El multiculturalismo representa, así pues, y en resolución, un ataque a la igualdad concreta, un ataque apenas camuflado tras la pantalla de humo de la igualdad simbólica. Publicita y vende la indiferencia como preocupación por el “Otro”, el narcisismo como empatía y las inquietudes de la consciencia de la elite como sentido imaginario de responsabilidad para con los márgenes de la sociedad.

 

Fuente : Publicado inicialmente en Sinpermiso /http://www.sinpermiso.info/textos/por-que-el-modelo-multicultural-norteamericano-es-una-catastrofe-politica-en-europa-e-israel

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