El manifiesto, que busca crear conciencia sobre el problema del cambio climático y sus efectos para la Tierra, publicado este 4 de septiembre en el famoso diario francés Le Monde, fue firmado por celebridades como los cineastas Win Wenders y Pedro Almodóvar.
A través del diario francés Le Monde, 200 artistas y diferentes personalidades entre los que se encuentran Pedro Almodóvar, Isabel Coixet, Juliette Binoche, Jude Law, Isabella Rossellini, Wim Wenders, David Cronenberg, Isabelle Adjani, Alain Delon, Laetitia Casta y John Turturrose, entre otros, se pronunciaron este 4 de septiembre para hacer un llamado mundial a salvar el planeta Tierra. Es “el mayor desafío de la humanidad”, escribieron.
“Vivimos un cataclismo planetario. Calentamiento climático, disminución drástica de los espacios habitables, hundimiento de la biodiversidad, contaminación profunda del suelo, del agua y del aire, deforestación rápida”, son algunas de las aseveraciones con las que los artistas denunciaron el grave estado actual del planeta.
El mensaje fue claro y contundente para los actuales gobiernos del mundo que aún no priorizan el problema del cambio climático en sus agendas. “Es una cuestión de supervivencia que, por definición, no puede ser secundaria. “Consideramos que un gobierno que no convierta en su prioridad la salvaguarda de lo que aún queda no puede ser tomado en serio”, aseguraron, “al ritmo actual, en unos decenios no quedará apenas nada” y sostienen que los humanos y la mayor parte de los espacios vivos están en una situación crítica. Pese a ello, consideran que “no es demasiado tarde para evitar (…) la sexta extinción masiva”, para lo que es preciso que “toda acción política” vaya en el sentido de “luchar contra el cataclismo”.
Editan libro infantil para divulgar el tema en las aulas y los hogares
Jugando también se aprende sobre cambio climático
También se prevé la conformación de una red ciudadana.
América del Sur/Venezuela/Vanessa Ortiz Piñango
Los efectos del cambio climático se sienten en todas partes: olas de calor en épocas de temperaturas frescas, cielos cubiertos de partículas tóxicas, desaparición de plantas o animales, surgimiento de enfermedades extintas, rompimiento de grandes masas de hielo en el Polo Sur, océanos inundados de desechos humanos.
¿Pero qué tanto conoce la gente del cambio climático? ¿Realmente asocian esos desajustes de la naturaleza con un problema global? ¿Sabrán que ese desequilibrio planetario es causado, en parte, por el trabajo que realizan y su estilo de vida? ¿Niños y adolescentes están informados al respecto?
Una forma de mantener a todos al día en este tema, es promoviendo el uso de herramientas didácticas y lúdicas que además de enseñar, diviertan. Ese es el objetivo del libro-juego No al cambio climático. #EmpiezoPorMí, editado por el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic) en formato digital.
La obra fue concebida como “un ejercicio para contribuir a estimular el sentido holístico en los participantes y, al mismo tiempo, una oportunidad para encontrar respuestas, plantear inquietudes y proponer otras acciones en torno a este importante tema”, afirmó la autora, Ivonne Fernández.
El texto narra la historia de una adolescente de 17 años, quien empezó a investigar en internet acerca del cambio climático, luego de enterarse de alarmantes noticias ambientales. Navegando en la red supo de la existencia de La Guía de los vagos para salvar el mundo, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que incluye pequeños aportes que las personas pueden dar para combatir este fenómeno, dentro y fuera del hogar.
El libro recrea el juego de su invención, que en la vida real se convierte en una interesante práctica educativa donde los niños mayores de 7 años de edad, junto a sus padres y maestros, pueden ayudar a la Tierra a través de cinco maneras distintas o retos. Para ello, deben formar grupos de trabajo, consultar internet y proponer alternativas ecológicas.
Del dicho al hecho
Según Fernández, el libro-juego ya fue probado por 15 equipos, quienes respondieron la convocatoria lanzada por la Coordinación de Integración de la Ciencia, la Tecnología y los Saberes a la Comunidad (Cictsc) del Ivic, en Mérida. La campaña se efectuó por la red social Twitter, usando la etiqueta #EmpiezoPorMí.
Los participantes conformarán la Red de Aliados de Acción por el Clima (Raac) – Venezuela y “tendrán el importante rol de aportar ideas, opiniones y soluciones para la ejecución de las campañas futuras”, acotó Fernández. También deberán validar los proyectos o actividades que surjan en materia de cambio climático.
Uso de energías limpias y renovables, como la eólica y solar; construcción de biodigestores en granjas, a fin de aprovechar el excremento animal para producir energía eléctrica; reforestación del territorio nacional y empleo de envases reusables en supermercados, charcuterías y carnicerías, llevados por los usuarios, fueron algunas de las sugerencias hechas por los participantes en la fase de prueba del libro-juego.
El equipo de la Unidad de Manejo y Reciclaje de Residuos del Ivic fue uno de los concursantes del libro-juego en esta etapa inicial. Su coordinadora, Carla Alceste, explicó que la iniciativa, además de enganchar al lector con un tema de interés actual y urgente, abarca diversas facetas del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Asimismo, aseguró que para lograr un cambio de actitud en las personas es necesario generar conciencia colectiva, “vernos en los demás, salir de nuestro metro cuadrado y transformarnos en una sociedad menos egoísta y superficial. Creo que el aporte de cada ciudadano cuenta más que una política de Estado costosa y compleja”, precisó Alceste.
De principio a fin, el libro cuenta con increíbles ilustraciones, elaboradas por María Gabriela Soto, que impiden abandonar la lectura sin remordimientos. Fue validado por el siguiente personal científico del Ivic: Alexander Briceño, Carlos Méndez, Meimalín Moreno, Pedro Borges, Eloy Sira y Juan Alfonso; mientras que la corrección de textos estuvo a cargo de María Teresa Curcio y Pamela Navarro. Eugenia Romero, Franreinaldo Castellano y Antonio Ballesteros también colaboraron en el proyecto.
La obra No al cambio climático. #EmpiezoPorMí, puede ser consultada y descargada gratuitamente en la página web www.ivic.gob.ve
América del Sur/Uruguay/24.07.18/Fuente: www.eldiario.es.
Uruguay recibió hoy la visita de jóvenes agricultores australianos en el marco de una jornada de debate sobre los principales retos que afronta el sector agropecuario, tales como «alimentación, crecimiento de la población global, cambio del medio ambiente o cambio climático».
En ese marco, la integrante de la Climate Wise Agriculture Anika Molesworth destacó «los principales retos» que vive el sector y cómo «la gente joven puede aportar para afrontar estos retos».
«La gente joven tiene nuevas ideas, son muy creativos, pueden usar nuevas tecnologías (…) Ellos traen todas estas nuevas habilidades a la agricultura. Es muy importante que traigamos a la gente joven y hagamos que se involucre en esta industria», dijo la especialista australiana a Efe.
Otro de los temas en el que se puso más énfasis durante el encuentro titulado «Jóvenes que promueven conciencia agropecuaria: un encuentro entre agricultores de Australia y Uruguay» fue el cambio climático, para el cual Molesworth ve fundamental la «formación» de los más jóvenes y «compartir información entre diferentes países».
Los asistentes al evento tuvieron también la oportunidad de escuchar el testimonio de Tristan Baldock, miembro de Karinya Ag. Australia, quien trató, entre otros temas, la forma en que se puede unir la población rural a la urbana.
«Hay que empezar por la educación de los jóvenes, y cuanto más joven mejor, para construir los cimientos de los lazos entre lo rural y lo urbano, y darles la reapreciación y reconexión con la comida», detalló Baldock a Efe.
Este joven agricultor considera que la problemática en materia agropecuaria que se vive en Australia y Uruguay presenta «similitudes», como «desconexión social, sequías, acceso a mercados o infraestructuras».
Uno de los problemas que comparten es el cambio climático, un fenómeno que, según Baldock, «no se puede frenar».
«El clima ha estado cambiando durante millones de años. Ahora, estamos viviendo un periodo de cambio acelerado (…) No creo que podamos pararlo, el reto para la agricultura es adaptarse a él, incluir tecnologías y cambiar nuestros hábitos de cultivo», subrayó.
En el evento estuvo presente también el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca uruguayo, Enzo Benech, quien aseguró a la prensa que en Uruguay hay «un poquito» de conciencia agropecuaria.
«Nosotros somos un país que vivimos de la actividad agropecuaria y tenemos permanentemente conflictos (…) Necesitamos trabajar mucho más en esto, trabajar la educación, lo necesitamos como Uruguay y como habitantes del planeta», afirmó.
Benech se refirió también al cambio climático, sobre el que destacó la «gran población bovina» que tiene el país y el consecuente problema del «efecto de los gases invernaderos, especialmente metano».
Fuente de la noticia: https://www.eldiario.es/economia/Uruguay-expertos-australianos-agricultura-juventud_0_795821348.html
Con el hambre en aumento, las bolsas de pobreza estancadas en algunas regiones del mundo y el progreso en las energías renovables avanzando a ritmo lento, dos altos funcionarios de la ONU instaron este lunes a los Estados a redoblar sus esfuerzos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible previstos en la Agenda 2030.
A 12 años de que se venza el plazo para la Agenda 2030, la vicesecretaria general de la ONU y el presidente de la Asamblea General aseguraron que los esfuerzos son lentos y que persisten muchos desafíos.
“Entre 2015 y 2016, el número de personas desnutridas aumentó de 777 millones a 815 millones” advirtió Amina Mohamed ante los ministros que participan en el Foro Político de Alto Nivel sobre el Desarrollo Sostenible, destacando que la pobreza se ha vuelto urbana y los jóvenes tienen tres veces más probabilidades de estar desempleados que los adultos.
Para Miroslav Lajčák, los avances logrados contra la pobreza extrema no beneficiaron a todos. «En algunas partes del mundo, especialmente en el África subsahariana, la gente sigue viviendo en condiciones que la mayoría de nosotros ni siquiera podíamos imaginar», dijo ante ese mismo Foro, cuyas reuniones comenzaron la semana pasada y se prolongarán a lo largo de esta.
Entre 2015 y 2016, el número de personas desnutridas aumentó de 777 millones a 815 millones.
El presidente de la Asamblea General recordó que muchos siguen muriendo de enfermedades que pueden curarse o prevenirse, que los niños aún no reciben educación de calidad y que muchas mujeres y niñas siguen siendo excluidas u oprimidas.
“El acceso al saneamiento aún está fuera del alcance de millones de personas”, expresó Mohammed. En 2018, una de cada seis personas todavía no tiene acceso al agua potable. «Esto significa que cada minuto muere un niño a causa de agua contaminada o falta de saneamiento«, aseguró Lajčák haciéndose eco a las palabras de la vicesecretaria.
Además, el avance en el acceso a la energía renovable no es lo suficientemente rápida. En África, más de 250 millones de personas no tienen acceso a energía limpia para cocinar. «Y, es casi difícil de creer que hoy, en la era digital, todavía haya personas (casi mil millones) sin electricidad en sus hogares», comentó el presidente de la Asamblea General.
ONU/Loey Felipe
El presidente de la Asamblea General, Miroslav Lajčák, durante la apertura del segmento de alto nivel del Foro de Desarrollo Sostenible.
El cambio climático, otro gran desafío
Tanto Lajčák como Mohammed resaltaron que la emergencia climática es otro gran desafío. «El planeta se está derritiendo, literalmente», afirmó el presidente de la Asamblea, que deploró la disminución de los esfuerzos para combatir el cambio climático recordando que 2017 fue uno de los tres años más cálidos de la historia.
El planeta se está derritiendo, literalmente.
“La Tierra todavía está experimentando una disminución alarmante en la biodiversidad, un aumento del nivel del mar y de la erosión costera, unas condiciones climáticas extremas y un incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero”, recalcó la vicesecretaria.
Lajčák llamó a los Estados a desarrollar un enfoque intersectorial e inclusivo al involucrar a más mujeres y jóvenes, así como al sector privado, la sociedad civil y los actores regionales para luchar contra este flagelo y lograr los demás Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Falta de recursos
Durante la reunión, los líderes de la ONU lamentaron una vez más la falta de recursos destinados a alcanzar a esos Objetivos.
«No tenemos suficiente dinero para lograr nuestras metas«, advirtió Miroslav Lajčák, señalando que la participación del Estado «no es suficiente». «Debemos invertir para lograr resultados tangibles”, remachó Amina Mohammed.
Ambos instaron una vez más a los gobiernos a ser más creativos y proactivos en el financiamiento del desarrollo sostenible. «Tenemos que ver resultados sobre el terreno. No tenemos tiempo para perder», expresaron.
Fuente de la Noticia: https://news.un.org/es/story/2018/07/1437952
Centro América/Honduras/10.07.18/Fuente: www.elinformativo.hn.
Se busca aplicar esta normativa en los más de 23 mil centros educativos.
• Participarán organizaciones gubernamentales, no gubernamentales, el Instituto de Formación Profesional (INFOP), Plan Internacional y la Universidad Nacional Pedagógica Francisco Morazán.
El cambio climático y las situaciones de riesgo con la presencia de fenómenos naturales en el ecosistema, son acontecimientos frecuentes en la actualidad, es por ello que las autoridades de la Secretaría de Educación, a través del Departamento de Educación, Comunicación Ambiental y Salud (DECOAS), realizaron la presentación de la validación de la normativa de los centros educativos verdes y seguros.
La Directora del Departamento de Educación, Comunicación Ambiental y Salud de la Secretaría de Educación (DECOAS), Arely Argueta, comentó que con esta normativa se busca fortalecer las enseñanzas de los estudiantes en la parte teórica.
“Ya es tiempo que se pueda implementar una normativa para hacer un cambio en el comportamiento y en la conducta de nuestros estudiantes; es por ello que van a conocer esta normativa en la gestión de riesgos y en el cambio climático”, expresó.
Argueta, indicó que es esencial fortalecer la parte ambiental con los docentes, estudiantes y con la comunidad en general, porque el presidente de la República Juan Orlando Hernández se ha comprometido en reforestar un millón de hectáreas de bosques en el país y nosotros como compatriotas tenemos que decir presentes.
La funcionaria, detalló que el propósito es empoderar a los docentes para que puedan implementar estas buenas prácticas ambientalistas en las instituciones educativas, para poder contar con centros educativos verdes y seguros.
Argueta, afirmó que las instituciones educativas que presenten avances, esta dependencia les otorgará un certificado que les va a convertir en un modelo a seguir.
“El reto es llevar a cabo este trabajo y aplicar esta normativa en los más de 22 mil centros educativos a nivel nacional, con el apoyo de aliados estratégicos como instituciones gubernamentales y no gubernamentales, organismos de cooperación, representantes de los que trabajan con salud ambiental y los que trabajan con cambio climático”, exteriorizó.
Normativa
Expresó que las instituciones que van apoyar este proyecto son los Jóvenes Contra el Calentamiento Global, la Comisión Permanente de contingencia (COPECO), el Instituto de Formación Profesional (INFOP), Plan Internacional, la Universidad Nacional Pedagógica Francisco Morazán, la Secretaría de Recursos Naturales y ambiente, UNICEF, FORTA y COACEHL.
De igual manera, dijo que se busca generar un cambio de conducta en los docentes para poder lograr los objetivos.
Fuente de la noticia: http://www.elinformativo.hn/archivos/65142
El autor de ‘El arte y la ciencia de no hacer nada’ se pregunta qué podemos entender sobre nuestra conciencia gracias al despertar de la inteligencia artificial
El 16 de abril de 1943, el químico suizo Albert Hofmann se convirtió en el primer hombre en consumir LSD aquella tarde en la que percibió “un flujo continuo de imágenes fantásticas y formas extraordinarias con un juego de colores caleidoscópico”. El 11 de mayo, el ordenador Deep Blue venció en una partida de ajedrez a Gary Kaspárov. Y el 6 de mayo de 2010, el día del “crack relámpago”, el Dow Jones cayó 600 puntos en cinco minutos a causa de un ataque informático. Son tres acontecimientos sin aparente relación que, no obstante, forman parte de la narrativa de ‘Más allá de ceros y unos‘, el último libro del científico e ingeniero Andrew Smart.
En el volumen, el colaborador de la Universidad de York se pregunta acerca del funcionamiento del cerebro humano desde una perspectiva neurológica y filosófica y sobre la posibilidad de que una inteligencia artificial pueda desarrollar una verdadera conciencia; entre nuestro cerebro y el fantasma en la máquina, el LSD se convierte en la bisagra olvidada que nos puede ayudar a entender por fin nuestra subjetividad. Una pregunta pertinente en un momento en los avances en inteligencia artificial nos hacen preguntarnos si en muy poco tiempo no podremos encontrarnos con un robot tan humano como cualquiera de nosotros. Smart no está muy seguro sobre dicha posibilidad, sugiriendo que aunque posible, quizá estemos exagerando las probabilidades.
Pero lo que de verdad interesa a Smart es comprender el funcionamiento de la conciencia humana, mucho más que el producto de un simple órgano gestor de información como la neurociencia actual parece defender. Como él mismo concluye en el libro, no cree “que sea una locura empezar a intentar diseñar ordenadores con el propósito de ofrecerles experiencias psicodélicas, pues es posible que al intentarlo logremos resolver por fin el misterio de la consciencia natural y artificial, y con ello salvar a la raza humana”. ¿De qué? Smart nos da la respuesta a través del correo electrónico.
Asusta que ni siquiera los ingenieros que construyeron esos sistemas puedan explicar cómo funcionan
PREGUNTA. Una idea que se repite en el libro es que estamos aún muy lejos de crear una verdadera inteligencia artificial, y que estamos exagerando las consecuencias negativas de que ello ocurra. Entonces, ¿quién y por qué esta interesado en que pensemos que una inteligencia artificial divina nos gobierne dentro de 30 años?
RESPUESTA. Mi sensación es que la tecnología de aprendizaje de las máquinas está acercándose a lo que los humanos hacen en determinadas áreas, como jugar al Go o reconocer una voz y mantener conversaciones aparentemente humanas. La gente se asusta porque nos estamos acercando al valle inquietante, así que atribuimos poderes mágicos a esos sistemas. Pero es importante recordar que la inteligencia artificial (o el aprendizaje de las máquinas) es una abstracción estadística de unos datos dados. No es más que utilizar una cantidad inimaginable de información con ordenadores súper rápidos y poderosos y algoritmos sofisticados para hacer predicciones cada vez mejores. Por supuesto que asusta que ni siquiera los ingenieros que construyeron esos sistemas puedan explicar cómo funcionan; por ejemplo, el aprendizaje profundo funciona muy bien en ciertas áreas, pero nadie sabe por qué.
La creencia en un Dios de la inteligencia artificial probablemente se deriva de ciertos impulsos religiosos residuales entre algunos grupos de Silicon Valley. Dios, en el sentido religioso, no existe, pero puede que ahora seamos capaces de resucitar (valga la redundancia) esa creencia en fuerzas sobrehumanas. Para mí la idea de una inteligencia artificial divina, como un oráculo que puede predecirlo todo, es ridícula. Es cuestionable si es posible, e incluso si lo es no quiero vivir en un mundo de dioses, sean ordenadores o no. En parte, hablar de dioses de la inteligencia artificial mola en términos de ciencia ficción, y hay mucha gente en Silicon Valley intentando llevar esas fantasías a la vida real.
P. Tendemos a creer a pies juntillas en la metáfora del cerebro como un ordenador. Una vez más, señala que es incorrecto. ¿A quién le conviene? ¿A compañías como Google/Alphabet, que comercian con información?
R. Es cierto que entre la gente que trabaja con la inteligencia artificial hay una visión profundamente arraigada de que el cerebro es, literalmente, un código que ejecuta algoritmos, neuronales en su caso. Intento refutar esta idea en el libro. No estoy seguro de quién puede beneficiarse económicamente de ello, pero es una conjetura popular incluso en la neurociencia –existe un campo llamado neurociencia computacional– que asume que el cerebro es un sistema de ordenador.
Esta idea que apenas se ha discutido ha sido reforzada por los recientes avances en inteligencia artificial que han sido inspirados por las teorías sobre el funcionamiento del cerebro. Así que la lógica es la siguiente: desarrollamos algoritmos basados en las teorías del cerebro y funcionan muy bien, así que el cerebro está hecho de algoritmos. En el libro señalo que son modelos. Buenos, pero nada más que modelos. Esto nos lleva al debate filosófico sobre el realismo, y diría que soy un realista científico, pero no entendido como información o algoritmos. Creo que son invenciones culturales: el mundo no está hecho ni de información ni de algoritmos.
P. Al final del libro, recuerda que Google es ya un poco como una inteligencia artificial maligna, al reducir la experiencia humana a algoritmos. ¿Cuál es el peligro de herramientas como esa, ahora y en el futuro?
R. Lo que más asusta es que nuestro comportamiento está influido por nuestras interacciones con los ordenadores en formas de las que no somos conscientes, por lo que los algoritmos se perfeccionan y predicen mejor lo que haremos, lo que nos lleva a hacer aquello que han predicho los algoritmos, y nos empuja a un ciclo de retroalimentación donde nuestra libertad está constreñida a ser consumidores perfectos, clicando en las cosas en las que el sistema quiere que pinchemos. Tengo miedo de que el mundo algorítmico nos haga menos conscientes de nuestras decisiones, y que seamos empujados a patrones predecibles de consumo.
P. ¿Qué piensa de gente como Ray Kurzweil, Sergey Brin, Larry Page o Elon Musk? ¿Creen realmente en lo que dicen sobre el futuro, o simplemente están sirviéndose a sí mismos vendiendo trucos de magia?
R. No creo que crean de verdad en ello; si tienes razón o no, es otra cuestión.
P. Al mismo tiempo, muestra que, al contrario de lo que Kurzweil defiende, hay un gran margen para que ocurran graves errores de funcionamiento en los ordenadores que empleamos, por ejemplo, en el ‘high speed trading‘, que puede tumbar la bolsa en cuestión de segundos. ¿Estamos ciegos ante los problemas a los que podemos enfrentarnos si estos sistemas se viniesen abajo de repente?
R. Sí, es un área de investigación muy activa. Los defensores de la inteligencia artificial piensan que esta corregirá nuestros sesgos y debilidades humanas, pero recientes investigaciones recientes han mostrado que es al revés: el aprendizaje de las máquinas de hecho amplifica nuestros prejuicios. Por ejemplo, en la política predictiva o el sistema de justicia criminal, los algoritmos son más racistas que los policías y jueces humanos. Esto se debe a que los datos que alimentan los algoritmos vienen de informes policiales sesgados, que vigilan especialmente determinados barrios, así que si utilizas dichos datos un algoritmo estadístico preverá que hay más crimen donde hay una mayor presencia policial. Y sí, en términos de sistemas complejos y seguridad, puede haber eventos catastróficos acechando de los que no somos conscientes porque damos por hecho determinadas probabilidades. A medida que somos más dependientes de estos sistemas, más frágil será la economía global.
La creencia de que la naturaleza está formada por información es ideológicamente útil
P. ¿Nos hemos convertido en neoplatónicos que consideran que todo es información? ¿Cuál es el problema con este nuevo paradigma?
R. Científicamente es importante dirigir nuestras conjeturas sobre la naturaleza de la realidad en la dirección correcta, de lo contrario nos perderemos en cuestiones absurdas, por ejemplo, buscando información en el cerebro. El otro problema que veo es que esta creencia de que la naturaleza está formada por información puede funcionar a un nivel ideológico, ya que se supone que todos somos consumidores racionales de información. Esto puede entorpecer los movimientos críticos y la organización social contra el poder del capital. También me resulta interesante la relación entre la información y el capital: nadie piensa que el universo esté formado por capital, y aun así hay una equivalencia entre el capital y la información como ideas abstractas que sin embargo tienen un impacto real en el mundo. ¿Por qué somos tan rápidos al asumir que las cosas están hechas de información, y suena absurdo decir que los átomos son capital?
P. Una de las posibilidades relacionadas con la inteligencia artificial es que terminemos creando algo muy parecido a una conciencia, que hable como una conciencia, se comporte como una conciencia e incluso piense como una conciencia… pero que para nada sea una conciencia. ¿Es imposible saber si hemos creado realmente una conciencia semejante a la humana, o siempre habrá un margen de duda?
R. Es una pregunta muy difícil de contestar pero estoy de acuerdo en que muy pronto tendremos sistemas que no será fácil diferenciarlos de los humanos. No estoy seguro de si habrá un robot humanoide así, pero mientras interactúes con un ordenador, será cada vez más difícil saber si es una persona o una inteligencia artificial. Si no estás seguro, siempre habrá preguntas que solo un humano con cierta experiencia pueda responder. Esta prueba de conciencia subjetiva es muy difícil: por ejemplo, asumimos que todos con los que interactuamos son también conscientes, pero no podemos comprobarlo más que observando un comportamiento que asumimos que el de un humano consciente. Podemos medir toda actividad cerebral relacionada con las distintas etapas de la conciencia; pero incluso en esos casos, no sabemos si “objetivamente” alguien está experimentando algo. Así que una vez los ordenadores comiencen a comportarse de formas cada vez más humanas, ¿cuál es la diferencia? No conozco la respuesta, porque por supuesto, si le preguntas al ordenador si es consciente, te dirá “sí”. Pero a menos que veamos a una persona desmayarse, no le vamos a preguntar “¿estás consciente?”
P. Mientras leía el libro, recordé su anterior trabajo, ‘El arte y la ciencia de no hacer nada‘. Me hizo pensar que quizá no hacer nada, ser un poco vago, puede jugar un papel semejante al del LSD que propone en su libro: ¿podría una inteligencia artificial decidir ser vaga, al igual que los humanos pueden hacerlo? ¿Qué demostraría?
R. Por ahora la inteligencia artificial no tiene sus propios objetivos. La arquitectura de la red neuronal está creada por humanos, así como los datos que los alimentan, y el algoritmo de aprendizaje, y las tareas… y por ahora ninguno ha aprendido a cambiar sus objetivos o su propio algoritmo, pero esto está evolucionando, y probablemente más rápido de lo que algunos creen. Pronto serán capaces de aprender a aprender: es lo conocido como “metaaprendizaje”. Pero no está fuera de nuestras posibilidades que en el futuro cercano un sistema de inteligencia artificial pueda ser capaz de entender algo sobre su proceso de aprendizaje, y entonces darse cuenta que determinadas cosas le pueden ayudar, ¡como descansar! Si esto ocurre, puede ser muy interesante.
P. En el libro defiende que el LSD es una herramienta para comprender cómo funcionan nuestra percepción y conciencia (tanto para humanos como para robots). ¿Cuál es el mito más peligroso que existe sobre el LSD?
R. El LSD, junto a la terapia de conversación, tiene un enorme potencial para ayudar a la gente adicta a otras sustancias o al alcohol. Aunque suene paradójico, hay muchas investigaciones sobre esto en los años sesenta que se han perdido a causa de la histeria que existe sobre la droga en EEUU. Así que durante 50 años podríamos haber disfrutado de un tratamiento muy efectivo para la adicción que nadie podía conseguir a causa de esta controversia sobre la droga. Albert Hoffmann terminó decepcionado por lo que ocurrió con el LSD, ya que realmente creía en su potencial terapéutico y creo que tenía razón. Afortunadamente ahora está resurgiendo esta clase de investigaciones.
P. ¿Qué cree que ocurrirá con el LSD en el futuro inmediato? ¿Volverá a ser investigado desde un punto de vista médico? ¿Se convertirá en una forma habitual de conocernos a nosotros mismos en las sociedades occidentales, quizá poniéndose de moda en Silicon Valley?
R. Sinceramente espero que las investigaciones continúen desde un punto de vista médico, y esto está ocurriendo de forma exponencial. Puede llegar a generalizarse. Sin embargo, espero que la cultura cambie para integrar la experiencia del LSD, en lugar de simplemente utilizarlo para ser más productivo como alguna gente hace con las microdosis. Incluso la gente en Silicon Valley se ha dado cuenta de que estamos en crisis y que se necesita una transformación cultural fundamental para atajar el cambio climático, la desigualdad y la fragmentación/polarización. El LSD por supuesto que podría facilitar esta clase de cambio, como empezó a hacer en los años 60, pero hay poderosos intereses que no desean que se produzca una transformación cultural a un mundo más consciente, medioambientalmente viable, igualitario y justo. Como en los 60, podría haber una especie de reacción si comienza a cambiar la cultura. Lo veo como una coproducción: la cultura debe ser receptiva a ser transformada y el LSD puede conseguirlo.
También tiene que ver con la edad y el conservadurismo político, según un estudio
La negación del cambio climático tiene que ver con la edad, el conservadurismo político y el racismo, ha descubierto una investigación realizada sobre la sociedad norteamericana. Esta mezcla de racismo y política en lo que respecta al cambio climático es especialmente peligrosa porque provoca programas discriminatorios y ahonda la brecha social.
Las personas que no creen que el cambio climático sea real tienen más probabilidades de ser viejas, más propensas a ser republicanas y más propensas a ser blancas. También tienen más probabilidades de tener creencias racistas, según un estudio publicado en Environmental Politics, del que informa la revista norteamericana Sierra.
Esta relación es un fenómeno relativamente reciente, que ocurrió a raíz de las elecciones de Barack Obama en 2008. Las personas que impulsaron a Obama a tomar medidas sobre el cambio climático a menudo lo criticaron por ser demasiado cauteloso en relación con los riesgos económicos, ambientales y de salud pública que plantea el cambio climático.
Pero el estudio plantea que, por moderadas que fueran las políticas de Obama, la mera existencia del primer presidente afroamericano de Estados Unidos que habló de cambio climático en el discurso sobre el Estado de la Unión y se unió al acuerdo climático de París, se relaciona con un número significativo de estadounidenses blancos que decidieron no secundar la política sobre el cambio climático.
Esta relación también se ha documentado con respecto a la reforma de la atención de la salud: después de que el gobierno de Obama la convirtiera en una prioridad, un conjunto de estadounidenses blancos que habían apoyado el tema durante la administración Clinton, repentinamente cambió su posición.
«No estoy tratando de afirmar en el estudio que la raza es el componente individual más importante o necesariamente masivo de todas las actitudes ambientales», explica Salil Benegal, autor del estudio, pero es algo significativo que deberíamos observar».
Benegal llegó a esta conclusión al observar dos colecciones de datos: Pew Data y los Estudios Electorales Nacionales de Estados Unidos (ANES), que entrevistan a una muestra nacional de votantes, antes y después de cada elección presidencial, sobre lo que denominan “resentimiento racial» contra los afroamericanos.
Obama destapa el racismo
Descubrió que el porcentaje de estadounidenses blancos que dijeron que creían que el cambio climático es un problema muy grave, disminuyó durante la administración Obama. También que los republicanos blancos mejor posicionados por su resentimiento racial tenían tres veces más probabilidades de estar en desacuerdo con la afirmación de que el cambio climático era real.
En otro artículo publicado por Benegal y Lyle Scruggs en la revista Climatic Change, se puso de manifiesto, a través de las encuestas Gallup sobre el estado de la opinión pública, que la creencia en el cambio climático como real y causada por los humanos, ha disminuido entre los votantes republicanos en el último año.
Anteriores encuestas de Gallup, realizadas a finales de los años 90, reflejaron una pequeña brecha entre demócratas y republicanos en sus respuestas al cambio climático. Sin embargo, hoy los votantes demócratas tienen casi el doble de probabilidades que los republicanos de estar de acuerdo con el consenso científico sobre el cambio climático, posiblemente porque los políticos republicanos están bajo una mayor presión por parte de los donantes y otros republicanos, para no reconocer su existencia.
Los políticos han desplegado incesantemente mensajes políticos con trasfondos racistas, porque recurrir a los prejuicios y la paranoia realmente motiva a las personas racistas y paranoicas a presentarse y votar, señala Benegal.
Esta mezcla de racismo y política en lo que respecta al cambio climático es especialmente peligrosa porque, históricamente, cuando el racismo y la política se juntan, el resultado es una política realmente terrible, añade.
Tomar decisiones políticas sin tener en cuenta el racismo ha tenido efectos desastrosos en el pasado, entre otros el hecho de que las industrias contaminantes se hayan desplazado a comunidades no blancas, en lugar de limpiar su actividad tóxica o cerrar sus instalaciones.
En la actualidad, el criterio racista conduce todavía a que programas estatales, locales y federales, respondan selectivamente a la amenaza planteada por el cambio climático y consideren que algunas comunidades son más dignas de ayuda que otras, después de los desastres climáticos.
Benegal concluye: “creo que lo importante es entender que las actitudes raciales y la identidad partidista se están alineando más estrechamente y van de la mano para un número creciente de problemas. Estamos notando las interacciones entre estos factores con mayor frecuencia. Es importante entender cómo la raza y el partidismo están unidos en tantos asuntos».
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