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Covid-19: El asesino y su cómplice

Por:  Jesús Aller

Tal parece que un minúsculo virus ha puesto a la humanidad contra las cuerdas. El cómputo de sus víctimas crece desbocado día tras día, mientras las ciudades se ven desconocidas, trasmutadas en un paisaje insólito de avenidas y plazas desiertas con las gentes recluidas en sus casas. Los jefes de la barraca, esos políticos de hábil facundia, mantienen el tipo y explican, didácticamente, que todo irá bien dentro de poco, que tengamos paciencia. Los mass media informan a medias y nos tienen entretenidos para que no nos desmandemos. Mientras tanto, en hospitales vetustos o improvisados, héroes vestidos de astronauta lo entregan todo tratando de paliar el desastre. Sería hora de preguntarnos, por lo que nos va en ello, quién es responsable de la desgracia que se ceba con nosotros.

Lo cierto es que sabemos mucho de virus en estos momentos, y cualquier experto reconoce que las muertes que se están produciendo podrían y deberían haberse evitado en su mayor parte. Ante la emergencia de un elemento infeccioso como éste, existen soluciones de manual que podrían y deberían haberse aplicado con rigor y contundencia. Estaríamos entonces en un escenario distinto, sin lamentar tanta desgracia, tanto dolor, tanta pérdida de vidas. ¿Qué ha ocurrido entonces? ¿Por qué estas medidas necesarias de contención no se aplicaron en el momento en que surgió el problema, cuando los especialistas sabían que de no hacerlo teníamos una alta probabilidad de acabar como hemos acabado?

No es difícil darse cuenta de lo que ocurrió. El covid-19 destruye los pulmones de la gente y los mata, él es sin duda el asesino, pero su poder maléfico sólo ha sido capaz de materializarse con tanta crueldad porque ha contado con un cómplice necesario. Cuando se requerían una decisión rápida y una actuación enérgica, éstas no se produjeron porque otro virus más letal que el covid-19 había cegado y endurecido a los que tenían la responsabilidad de atajar el problema. Es hora de comprender que los poderosos no son en realidad tan poderosos, sino simples gestores de un sistema que prioriza el beneficio sobre cualquier consideración y cuyo nombre no es otro que capitalismo. La necesidad de salvar vidas significaba poco ante el peligro de desatar la cólera de los mercados o comprometer el sacrosanto crecimiento.

El miedo cerval a la cólera del monstruo y sus reacciones destempladas hacía imposible una respuesta razonable y abrió el camino al desastre. Además, un sistema sanitario debilitado por recortes no estaba en las mejores condiciones para resistir el envite. Ésta es, en resumidas cuentas, la explicación de lo ocurrido, y muestra a las claras el carácter criminal del sistema económico imperante. Aparte de esto, hay que reconocer que en el caso de nuestro país ha existido también una inconsciencia que no deja de asombrar. Cómo es posible que en un momento crítico en que las autoridades sanitarias europeas ya desaconsejaban actividades multitudinarias, desde nuestra clase política no dudaran en convocar a las masas a las calles. La irresponsabilidad de estos comportamientos es difícil de entender.

La anatomía y la fisiología del capitalismo son casi tan bien conocidas como las del coronavirus, y entre los dos, a cual más siniestro y dañino, nos han metido en esto. Mientras nos absorben las rutinas de cada día, apenas tenemos energía para analizar lo que ocurre, y es por ello que este momento, con toda su tragedia, puede transformarse en una oportunidad que nos haga reflexionar. La experiencia servirá de algo si nos ayuda a comprender que sólo la vida y la realización del ser humano son valores esenciales, más allá de la dinámica de una economía desquiciada. No tenemos más remedio que estar alerta, porque cuando el covid-19 sea vencido al fin, y esperemos que sea pronto, podéis apostar a que nadie de la clase política va a decirnos la verdad, y el otro virus, más peligroso y letal, seguirá campando a sus anchas.

Otro mundo es posible, y estos días estamos viendo con claridad lo necesario que es.

Fuente: https://rebelion.org/covid-19-el-asesino-y-su-complice/

Imagen: https://pixabay.com/photos/hooded-man-mystery-scary-hood-2580085/

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Libro: Colapso del capitalismo global y transiciones hacia sociedades ecomunitarias. Mirando más allá del empleo

Por: Luis González Reyes.

La dependencia del alto consumo material y energético de nuestro sistema, el límite de disponibilidad de estos recursos y la falta de opciones marcan la inevitable quiebra de la civilización industrial. Esta no ocurrirá de forma súbita y total, sino que será un proceso largo, complejo y diferencial, con altibajos. Habrá momentos de reactivación de la capacidad económica y del viejo orden social, pero seguirán nuevas crisis que terminarán en una mayor degradación de la complejidad. El declive de la sociedad industrial se parecerá más a una piedra rodando por una pendiente irregular que cayendo por un precipicio. Así, se irá pasando de lo complejo, grande, rápido y centralizado, a lo sencillo, pequeño, lento y descentralizado.

Los distintos sistemas (ciudades, Estados, subjetividades, tecnología, economía) no colapsarán a la vez, sino que serán los elementos más vulnerables los que lo hagan primero y, a partir de ellos, se irá extendiendo el proceso mediante múltiples bucles de realimentación positiva.

Todo el proceso será largo. La total reorganización social se producirá durante un Largo Declive. La velocidad del colapso de los sistemas complejos depende del grado de integración de sus nodos y de la velocidad de funcionamiento de todo el sistema. A más integración y más velocidad, mayor celeridad. En el pasado, los colapsos societarios fueron relativamente lentos, como su metabolismo. El Largo Declive será rápido al principio (quiebra de la economía financiera y productiva global) pero, conforme avance, transcurrirá con más lentitud (desmoronamiento de lo urbano, quiebra del Estado fosilista) y el ritmo irá siendo más (cambio de subjetividades) y más (reorganización ecosistémica y climática) pausado. Además, el proceso tendrá distintas velocidades en los diferentes territorios.

Lo altamente probable

Entre los cambios que ya han podido empezar, hay cosas que sucederán con una alta probabilidad:

  1. Derrumbe monetario-financiero. Crisis de la banca, los mercados especulativos y el crédito. También de las monedas globales.
  2. Desglobalización y decrecimiento. La energía escasa y el estrangulamiento del crédito ahogarán el comercio, especialmente el internacional. La economía se relocalizará.
  3. Fuertes migraciones. Serán consecuencia de los cambios en el entorno, y de decisiones económicas y políticas.
  4. Reducción demográfica. Esta será una de las etapas lentas que empezará con el agravamiento de la crisis económica y de las condiciones ambientales, pero que se irá profundizando. Habrá serios problemas para sostener la fertilidad de los suelos por la falta de abonos provenientes de la minería (fosfatos) y de los hidrocarburos, y del cambio climático. Tampoco se podrá mantener el vigente sistema sanitario, empezando por la potabilización del agua. Pero los descensos poblacionales podrán ser de formas muy distintas.
  5. Ruralización urbana, éxodo hacia espacios rurales y conversión de las ciudades en minas. La imposibilidad de un transporte rápido y masivo hará insostenibles las ciudades, obligando a un éxodo de ellas y/o a producir una parte importante de la alimentación en ámbitos urbanos. En cambio, será en las urbes donde se podrán extraer los minerales que son cada vez más difíciles de encontrar mediante la minería convencional.
  6. Metabolismo agrícola. Sin combustibles fósiles disponibles de manera masiva, el metabolismo socioeconómico tendrá que tornar a ser, inevitablemente, mayoritariamente agrícola.
  7. Menor especialización social. Las personas se dedicarán a tareas más homogéneas, que probablemente pasen por el sector primario. Solo es posible mantener sociedades especializadas con flujos de energía densos y abundantes que les permitan no tener que dedicar el grueso de sus esfuerzos a la obtención de energía.
  8. Menos información disponible. En el mismo sentido del punto anterior, un sistema educativo complejo que permita sostener una gran cantidad de información solo puede producirse en sociedades con una alta disponibilidad energética. En todo caso, la información disponible puede ser más útil para construir sociedades justas, democráticas y sostenibles que la actual. Esta etapa será lenta y se irá produciendo tras el derrumbe de la economía global.
  9. Tecnologías más sencillas basadas en energías y materiales renovables.
  10. Menos medios para sostener las jerarquías. Esto se debe a varios factores entre los que destaca una menor potencia bélica posible, unas tecnologías y fuentes energéticas de acceso más universal o que las sociedades sean más locales y, con ello, potencialmente con una gestión democrática más sencilla.
    Además, instituciones claves para mantener sociedades desiguales, como el Estado, tendrán menos fuerza. El Estado se fortaleció mediante cinco mecanismos fundamentales: burocratización; estabilización e incremento de los ingresos; monopolización de la fuerza; creación de legitimidades; y homogeneización cultural de la población. Todos ellos retrocederán como consecuencia de la menor disponibilidad de energía y la consiguiente simplificación social.
    En todo caso, las jerarquías que se expresan en lo micro, como el patriarcado, contarán con los mismos medios.
  11. Cambio de los valores dominantes. La sostenibilidad y una vuelta a una concepción más colectiva de la existencia serán elementos inevitables en los tiempos complicados por venir.

De todo ello, surgirán nuevas luchas y articulaciones sociales que se moverán entre neofascismos o autoritarismos, y cuidados de la vida ecomunitarios.

Link para descargar el libro: https://rebelion.org/download/colapso-del-capitalismo-global-y-transiciones-hacia-sociedades-ecomunitariasluis-gonzalez-reyes/?wpdmdl=602381&refresh=5e82ba5043fa91585625680

Fuente de la reseña: https://rebelion.org/escenarios-futuros/

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Coronavirus: el perfecto desastre para el capitalismo del desastre

Por: Leonardo Boff 

La pandemia actual del coronavirus representa una oportunidad única para que repensemos nuestro modo de habitar la Casa Común, la forma cómo producimos, consumimos y nos relacionamos con la naturaleza.

Ha llegado la hora de cuestionar las virtudes del orden capitalista: la acumulación ilimitada, la competición, el individualismo, el consumismo, el despilfarro, la indiferencia frente a la miseria de millones de personas, la reducción del Estado y la exaltación del lema de Wallstreet: “greed is good” (la avaricia es buena). Todo esto se ha puesto en jaque ahora. Aquel ya no puede continuar.

Lo que nos podrá salvar ahora no son las empresas privadas sino el Estado con sus políticas sanitarias generales, atacado siempre por el sistema del mercado “libre”, y serán las virtudes del nuevo paradigma, defendidas por muchos y por mí, el cuidado, la solidaridad social, la corresponsabilidad y la compasión.

El primero en ver la urgencia de este cambio ha sido el presidente francés, neoliberal y proveniente del mundo de las finanzas, E. Macron. Lo dijo bien claro: “Queridos compatriotas, “Mañana tendremos tiempo de sacar lecciones del momento que atravesamos, cuestionar el modelo de desarrollo que nuestro mundo escogió hace décadas y que muestra sus fallos a la luz del día, cuestionar las debilidades de nuestras democracias. Lo que revela esta pandemia es que la salud gratuita, sin condiciones de ingresos, de historia personal o de profesión, y nuestro Estado de Bienestar Social no son costes o cargas sino bienes preciosos, unos beneficios indispensables cuando el destino llama a la puerta. Lo que esta pandemia revela es que existen bienes y servicios que deben quedar fuera de las leyes del mercado”.

Aquí se muestra la plena conciencia de que una economía sólo de mercado, que mercantiliza todo, y su expresión política, el neoliberalismo, son maléficas para la sociedad y para el futuro de la vida.

Todavía más contundente fue la periodista Naomi Klein, una de las más perspicaces críticas del sistema-mundo, que sirve de título a este artículo: “El coronavirus es el perfecto desastre para el capitalismo del desastre”.

Esta pandemia ha producido el colapso del mercado de valores (bolsas), el corazón de este sistema especulativo, individualista y anti-vida, como lo llama el Papa Francisco. Este sistema viola la ley más universal del cosmos, de la naturaleza y del ser humano: la interdependencia de todos con todos; que no existe ningún ser, mucho menos nosotros los humanos, como una isla desconectada de todo lo demás. Más aún: no reconoce que somos parte de la naturaleza y que la Tierra no nos pertenece para explotarla a nuestro antojo; nosotros pertenecemos a la Tierra.

En la visión de los mejores cosmólogos y astronautas que ven la unidad de la Tierra y la humanidad, somos esa parte de la Tierra que siente, piensa, ama, cuida y venera. Sobreexplotando la naturaleza y la Tierra como se está haciendo en todo el mundo, nos perjudicamos a nosotros mismos y nos exponemos a las reacciones e incluso a los castigos que ella nos imponga. Es madre generosa, pero puede rebelarse y enviarnos un virus devastador.

Sostengo la tesis de que esta pandemia no puede combatirse solo con medios económicos y sanitarios, siempre indispensables. Exige otra relación con la naturaleza y la Tierra. Si después que la crisis haya pasado no hacemos los cambios necesarios, la próxima vez podrá ser la última, ya que nos convertiremos en enemigos acérrimos de la Tierra. Y puede que ella ya no nos quiera aquí.

El informe del profesor Neil Ferguson del Imperial College de Londres declaró: “este es el virus más peligroso desde la gripe H1N1 de 1918. Si no hay respuesta, podría haber 3.2 millones de muertes en los Estados Unidos y 510,000 en el Reino Unido”. Bastó esta declaración para que Trump y Johnson cambiasen inmediatamente sus posiciones. Mientras, en Brasil al Presidente no le importa, lo trata como “histeria” y en las palabras de un periodista alemán de Deutsche Welle: “Actúa criminalmente. Brasil está dirigido por un psicópata y el país haría bien en eliminarlo tan pronto como sea posible. Habría muchas razones para ello”. Es lo que el Parlamento y la Suprema Corte por amor al pueblo, deberían hacer sin demora.

No basta la hiperinformación ni los llamamientos por todos los medios de comunicación. No nos mueven al cambio de comportamiento exigido. Tenemos que despertar la razón sensible y cordial. Superar la indiferencia y sentir con el corazón el dolor de los otros. Nadie está inmune al virus. Ricos y pobres tenemos que ser solidarios unos con otros, cuidarnos personalmente y cuidar de los otros y asumir una responsabilidad colectiva. No hay un puerto de salvación. O nos sentimos humanos, co-iguales en la misma Casa Común o nos hundiremos todos.

Las mujeres, como nunca antes en la historia, tienen una misión especial: ellas saben de la vida y del cuidado necesario. Ellas pueden ayudarnos a despertar nuestra sensibilidad hacia los otros y hacia nosotros mismos. Ellas junto con los trabajadores de la salud (cuerpo médico y de enfermería) merecen nuestro apoyo sin límites. Cuidar a quien nos cuida para minimizar los males de este terrible asalto a la vida humana.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8798786-coronavirus-el-perfecto-desastre-para-el-capitalismo-del-desastre/

Imagen: Ria Sopala en Pixabay

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Entrevista a David Bueno: “Lo primero será cargarse de ánimos; y si el curso no se termina, no pasa nada”

Cuando acabe el confinamiento habría que hacer un homenaje a todos los colectivos profesionales que se están poniendo en riesgo por el resto de la sociedad, dice David Bueno, pero mientras tanto nos tenemos que cuidar manteniendo una rutina que sea ilusionante, para salir lo menos tocados posible de esta experiencia.

Los medios de la Fundación Periodismo Plural (Diario de la Educación, Diari de l’Educació, Catalunya Plural, Diari de la Sanitat, Diari del Treball, Revista XQ) iniciamos una serie de entrevistas con personalidades de perfil muy diverso que nos pueden ayudar a entender dónde estamos ahora mismo pero, sobre todo, a pensar en el día después del coronavirus. Empezamos con David Bueno, doctor en Biología, profesor de genética en la Universidad de Barcelona y, sobre todo, conocido por su tarea divulgadora en el ámbito de la neuroeducación. Con él hablamos el jueves 19. Sería un error, nos advierte, que cuando todo esto acabe el mensaje que reciban los niños sea que hemos perdido un mes de clases y que las tenemos que recuperar a toda prisa.

¿Cómo ve todo lo que está ocurriendo?

En lo relativo al ámbito médico, esta epidemia se está comportando como una epidemia clásica. Conste que no soy epidemiólogo ni virólogo, pero tengo muchos conocidos que lo son y todos coinciden que tiene este comportamiento clásico: una primera fase de poco crecimiento en el que todo el mundo piensa que nos escaparemos, una segunda fase de crecimiento exponencial, que es en la que estamos ahora, después se llega a un equilibrio y poco a poco empieza a bajar. Y la única diferencia que puede haber es cuánto rato dura todo este proceso, pero no dura nunca menos de un mes.

¿Quiere decir que menos de un mes encerrados en casa lo ve imposible?

Imposible. De hecho, en la Facultad de Biología todos tenemos muy claro que como mínimo hasta el 14 de abril no volvemos. El confinamiento empezó el 13 de marzo. Un mes es lo mínimo, y a partir de aquí puede durar algo más, ya veremos (el Gobierno ya ha anunciado su intención de alargar el estado de alarma hasta el 11 de abril).

Será una epidemia clásica, pero nunca antes habíamos estado confinados…

Se comporta igual que cualquier epidemia, pero lo que vemos es que este virus es más infeccioso que la gripe a la que estamos acostumbrados cada año. Y el número de casos graves, en porcentaje, es superior al de la mayor parte de gripes convencionales, porque cada año la gripe es un mundo. Lo que ha hecho saltar las alarmas es que es un virus completamente nuevo y por eso no hay ningún tipo de vacuna disponible. Cuando llega la gripe siempre hay una vacuna, que no siempre funciona, aunque normalmente se acierta. El hecho de que este año no haya ninguna hace que las personas que pertenecen a los grupos de riesgo lo pasen mal. Y el confinamiento tiene como objetivo reducir el número de casos graves para que no se llenen los hospitales. La mayor parte pasaríamos esta neumonía como una dolencia que te hace estar incómodo porque no respiras bien, tienes fiebre y dolor de cabeza, pero no pasaría de ser como una gripe fuerte. El problema es que, sin vacuna, el número de personas con afecciones graves es más alto que con la gripe convencional y esto puede acabar colapsando, como ya está pasando, la sanidad pública. Se necesita este confinamiento para que el sistema sanitario no entre en quiebra.

¿Saldremos mentalmente tocados de tanto tiempo encerrados a casa? ¿Cómo nos preparamos para esto?

Saldremos tocados, eso seguro, porque no es fácil romper la rutina de este modo y entrar en otra diferente. La mejor manera de salir lo menos tocados posible es mantenernos activos. Es conservar una rutina, que no tiene que ser necesariamente la misma de antes. Yo, por ejemplo, antes me despertaba a las seis y media y ahora lo hago a las ocho. Ahora bien, me levanto, desayuno, y me pongo a trabajar. O dando clases online con los alumnos, o preparando artículos que tenía pendientes… es decir, me voy sacando trabajo de encima. Y trabajo hasta el mediodía, cuando voy a preparar la comida. Es importante marcarse una rutina. Y si no es con trabajo, porque quizás hay gente que no puede hacer teletrabajo estando en casa, tiene que ser de otro tipo. Hago un poco de gimnasia, preparo recetas de cocina que no he hecho nunca… La rutina no puede ser pasarse todo el día apalancado mirando la tele.

Con niños es más difícil. Tienes que tener tu rutina y conseguir que ellos tengan la suya…

Es lo mismo, es montar una rutina con los hijos. No hay que despertarse a las siete para ir a la escuela, nos podemos despertar a las nueve, y desayunamos tranquilamente. Si antes el desayuno lo teníamos que hacer en 10 minutos, ahora nos sentamos a la mesa y desayunamos tranquilos, dependiendo también de los trabajos que tengan el padre o la madre, y entonces podemos hacer un poco de deberes, o miramos un programa divulgativo en la tele. Ahora bien, mirar este programa no consiste en apalancar a los niños ante la tele, sino que uno de los adultos de la casa se tiene que sentar con ellos para mirarlo, para que ellos valoren que aquello es un momento importante del día. Y después dibujamos o hacemos lo que sea, cada familia tiene que saber cómo son sus hijos. Pero lo importante es mantener esta rutina, porque libera el cerebro de estar pensando constantemente qué haremos. El hecho de estar pensando constantemente qué haremos a algunas personas les activa mucho –yo sería una de ellas–, pero hay otras a las que les condiciona mucho hacia un pesimismo. Y pueden entrar en aquellos bucles de repetirse a uno mismo que llevamos seis días encerrados, que no sé qué hacer, etc. Tiene que ser una rutina alentadora, no puede ser un palo. Tiene que generar momentos agradables, que esperas, y que te mantienen en esta alegría interna que se vincula con el optimismo, así será más fácil soportar estos 30 días o más que estaremos confinados.

¿Algún mensaje especial para los pequeños que no pueden seguir un programa divulgativo?

Lo mismo. Se trata de mantener una rutina con ellos. Es evidente que no podrás tener largas conversaciones de sobremesa, pero puedes hacer juegos de construcciones, y si no tienes ninguno puedes coger cartones u otros elementos que tengas por casa y empiezas a construir una ciudad, por ejemplo. Con un cartón suave, que ellos puedan cortar con tijeras, y después los puedan pintar, estás practicando una serie de habilidades manuales que son muy útiles porque se relacionan con otros muchos aspectos cognitivos; estás practicando la imaginación, la visión tridimensional. Y cada día haces una casita, y ya tengo aquella hora ocupada haciendo esto. Lo pongo como ejemplo, pero se trata de buscar alguna actividad que cada día sea diferente, pero que al mismo tiempo haya una continuidad de día en día, porque así esperas al día siguiente con ganas. Lo más importante para no salir tocados de un mes de confinamiento es mantener la ilusión del “y mañana haré”.

¿Nos hará falta algún tipo de entrenamiento para la vuelta?

En el ámbito educativo creo que iría muy bien que hubiera algún tipo de material, que se podría ir preparando estos días, primero porque a los niños, de cualquier edad, se les tiene que explicar que esto de vez en cuando ocurre, y por qué es importante la higiene, y quedarse en casa, y no solo esto, sino para valorar también a aquellos profesionales que tienen que estar trabajando. Y no hablo únicamente de los servicios de emergencia, médicos, enfermeras, sino que pienso en las trabajadoras y los trabajadores de los supermercados, cuando todo esto se acabe se les tendría que hacer un homenaje también. Ellos también se arriesgan, quizás no tanto como una médica o una enfermera, pero se están arriesgando. En algunos casos les han aumentado un poco el sueldo, eso está muy bien, pero no compensa el riesgo que estás asumiendo.

Hay más colectivos: los cuidadores de las personas dependientes, las mujeres y hombres que limpian los hospitales, los basureros, los transportistas de comida y material sanitario…

Pues pienso que habría que hacer un homenaje colectivo a toda esta gente.

¿Y los maestros y maestras?

También tendrán que tener presente que cuando vuelvan a la escuela este tema se tendrá que abordar, desde la escuela no se puede esconder. Los niños vendrán más o menos tocados, según cómo la familia lo haya sabido gestionar en casa, pero claro, esto es una alteración de su ritmo, y cuando lleguen el mensaje no puede ser “hemos perdido un mes, y vamos a recuperarlo trabajando más”; no es esto, sino que hemos estado un mes confinados y esto se tiene que valorar como una cosa positiva, hemos sabido responder bien ante una emergencia.

Es decir, primero nos tendremos que cargar de ánimos, de refuerzo positivo, de decirnos: “Qué bien que hemos sabido estar un mes encerrados en casa”. Esto ya te permite hacer un cambio de chip, y a partir de aquí ir recuperando la normalidad, pero con cierta tranquilidad, y si al final del curso no se termina todo, no pasa nada, no se acaba el mundo. Ya lo haremos el próximo año.

O sea que sería un error pretender acabar el temario como sea.

Totalmente. Pienso, por ejemplo, en un maestro de 2º de primaria que ahora iba a enseñar a restar. Y que considere que sus alumnos tienen que acabar el curso sabiendo restar. Y ahora, cuando vuelvan, ¡venga a hacer restas! No es esto. Otra cosa es introducir el concepto, que se familiaricen con él, y hablar con el tutor de 3º y que tenga claro que el próximo curso te llegarán un poco cojos en esto. Ya está. Porque, si no, será un doble trauma, primero un mes encerrados y ahora venga, corre, corre, corre.

Cuando veíamos las imágenes de China nos parecía un peligro absolutamente lejano y de otro planeta, nadie podía pensar que llegaríamos a estar como ellos, creo que incluso que cuando veíamos las de Italia nos pasaba lo mismo.

Totalmente.

¿Hemos sido muy ingenuos y nos volveremos más desconfiados a partir de ahora?

A corto plazo creo que todo esto nos cambiará. A las personas nos gusta la estabilidad porque nos da confianza y seguridad. Y esto demuestra que la estabilidad, en la naturaleza, no existe. Hay periodos de mucha estabilidad, hasta que, no sabes nunca por dónde, te surgirá un descalabro como éste, que no es lo primero. Con la gripe española, en 1918, pasó exactamente el mismo, lo que pasa es que tenemos poca memoria histórica. En el Cuaderno gris de Josep Pla hay una entrada del 8 de marzo de 1918 (por lo tanto, 102 años y cuatro días antes de nuestro confinamiento) en la que escribe que hoy han clausurado la universidad durante 15 días por la epidemia de gripe. Y pasó con las pestes en la Edad Media, y con la fiebre de la lana en el siglo XVI en las comarcas de la Cataluña central, son episodios que van sucediendo y que seguirán sucediendo, la naturaleza tiene estas cosas.

Sí, pero uno se imagina que hoy tenemos mucho más conocimiento científico que hace un siglo, o que esto puede ocurrir en Asia o en el tercer mundo, pero que estas cosas no ocurren en Occidente…

Porque siempre tenemos tendencia a valorarnos a nosotros mismos como si fuéramos más de lo que somos, y a pensar que los otros son menos de lo que son. China es una gran potencia mundial, ellos han sido los primeros pero podría haber pasado en cualquier otro lugar. Ahora, durante un tiempo, viviremos muy pendientes de estas posibles epidemias y lo ideal sería que esto nos sirviera de experiencia para tener los sistemas sanitarios a punto, con un plan de contingencia que permitiera activar todo esto con mucha más rapidez y sabiendo lo que se tiene que hacer. Pero no soy especialmente optimista, me recuerda demasiado a la crisis de 2007-2008, cuando el presidente de EEUU, que entonces era Barack Obama, dijo que nos teníamos que replantear el capitalismo. ¿Y qué se ha replanteado?

Nada.

Al contrario, se ha fortalecido el neoliberalismo. Por eso, ahora estaremos unos meses o unos años hablando de esto, y lo ideal sería que no se olvidara y que cada Estado, y que como sociedad global, tuviéramos muy claro cómo tienen que ser los planes de contingencia. Al coronavirus no se le combate sacando al ejército a la calle, se le combate sacando a los científicos, a los médicos y a los educadores a la calle, porque nos tenemos que educar por si esto vuelve a pasar, y tenemos que estar científicamente y médicamente preparados porque volverá a pasar, tarde o temprano. Quizás dentro de 20 años, o de 100, o solo de 3, no lo sabemos. Se trata de tener unos stocks adecuados y unos mecanismos. En la Facultad de Biología, por ejemplo, hemos dado todo el material que teníamos en el almacén de guantes, mascarillas y batas desechables. Lo hemos dado sin que lo reclamaran. ¿Por qué no tenemos un plan de contingencia donde se diga que si pasa esto tenemos ya localizados y actualizados los lugares a los que podemos recurrir para buscar todo esto porque está disponible?

¿La falta de un plan de contingencia sería para usted el principal error que se ha cometido? ¿O tal vez el hecho de que nos quisieron tranquilizar demasiado cuando lo que hacía falta era advertirnos más claramente de lo que se acercaba?

Creo que los mensajes estuvieron bien. Tenían que ser de tranquilidad y de confianza. Pero hacía falta una segunda parte, que era decir que esto nos llegará y por tanto estemos pendientes porque tenemos más del 90% de probabilidades de tener que confinarnos también en casa. Mientras el número de casos aumenta muy ligeramente no hay que confinar a nadie, no sirve de nada, más vale que trabajemos para prepararnos para cuando haga falta confinarnos en casa. Cuando se detecta esta inflexión en la curva, que hace que los casos crezcan de forma exponencial, es el momento de quedarse en casa. Quizás se habría podido actuar dos o tres días antes de lo que se hizo, y más radicalmente. Hemos perdido mucha energía con aquella primera apuesta de “para ir a trabajar sí que puedes salir de casa”. Perdona, todos trabajamos… y por tanto todos podemos salir de casa.

O la empresa te decía que te quedaras en casa o tenías la obligación de ir a tu puesto de trabajo.

Eso sí que ha sido un error estratégico. El confinamiento tiene que ser total. Y se tienen que cerrar los territorios. Es igual que lo hagamos en el ámbito de un pueblo, de una provincia o una comunidad, es decir, el virus se ha escampado mucho porque cuando se empezó a hablar de que quizás tendremos que cerrar, mucha gente salió a la segunda residencia. Muchos barceloneses se fueron a la Cerdaña, y muchos madrileños se fueron a Murcia o al Valle de Aran. Quizás ahora ya no hace falta cerrar nada porque está por todas partes, pero se hubiera podido limitar muchísimo el alcance. No es lo mismo tener dos o tres focos importantes y el resto de la península relativamente limpia, porque le puedes dedicar muchos esfuerzos a los hospitales de esas zonas. Para mí, el paradigma de cómo se tiene que actuar es lo que hizo la Generalitat con Igualada. Detectas un foco importante, lo cierras y te ahorras que se vaya filtrando hacia los pueblos vecinos.

Ilustración: Pol Rius

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/03/23/lo-primero-sera-cargarse-de-animos-y-si-el-curso-no-se-termina-no-pasa-nada/

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El “Chronos” y la Pandemia

Por: Alberto Croce

Como siempre hice, quiero compartir con ustedes, mis amigxs, algunas perspectivas que vamos pensando en el proceso de estos días diferentes y a la vez tan fuertes, que estamos viviendo todxs.

La inmensa mayoría, dentro de las propias casas. Casas tan diferentes como historias y realidades se viven en cada una de ellas. Casas con comodidades y casas atiborradas, casas que protegen y casas que amenazan, casas cálidas y casas que hielan los huesos… Y “no casas”.

Otro grupo de personas, más pequeño en número,  saliendo a cubrir tareas indispensables y valiosas para el resto, muchxs exponiéndose a riesgos que son desconocidos en su magnitud y extensión.

De pronto es como que estamos viviendo en realidades o dimensiones paralelas.

En mi casa: silencio, re-encuentro conmigo mismo, con tiempos de paz y también de angustia, de serenidad y de miedo… de conexión espiritual y de despojo… situación que se repite cuando me asomo a la ventana…

Por otro lado, al prender la televisión o la radio, aparece el mundo atrapado por el coronavirus. Cada canal es un torrente de información sobre el avance de la pandemia, lxs muertos, los médicos que no saben cómo frenar esto, las predicciones calamitosas, el crash económico global…

Y el tercer plano que a mí se me presenta es el de las redes sociales. Allí aparece otro mundo. Un mundo militante, de amigxs, familiares, compañerxs… que comparten allí sus sentimientos, alegrías, temores, perspectivas conspirativas, dimensiones espirituales y religiosas, recetas saludables, mensajes de todo tipo y reuniones virtuales de las más diversas…

Les confieso que me resulta difícil articular esos tres planos dentro de mi propio “cronos”. Por momento me cuesta reconocer cuál de ellos es el real de veras… Porque ninguno de ellos lo es del todo y ninguno es completamente falso.

Cada uno de esos planos tiene, a su vez, una dinámica interior diferente, un ritmo propio, que no se ajusta con los otros dos. Eso hace que por momentos no sepa ni qué hora es, ni qué día es, ni qué es lo próximo que debería o convendría hacer…

Al mismo tiempo, tengo la sensación de que, desde una mirada un poco más amplia y menos personal, estamos pasando a otra etapa de este proceso que vivimos.

A la primera la llamaría “la emergencia”.  De pronto, y muy rápido, hubo una toma de conciencia en los diferentes países de que estábamos ante una situación desconocida y peligrosa y que había que actuar rápidamente para que el daño que se venía fuera el menor posible, aún sabiendo que iban a ser inevitables dolores significativos.  Asumir esta etapa no fue sincrónica en todos los países. Algunos reaccionaron más rápidamente, otros con más recursos, otros con mejores decisiones. Pero, pasados algunos días de aceleración de los procesos, el planeta entero fue llamándonos a quedarnos en nuestras casas, no complicar el trabajo de los cuerpos de salud, y organizar la reacción a la pandemia con diferentes estrategias de políticas sanitarias.  Hoy, con “toques de queda”, aislamientos obligatorios, policías y ejércitos en las calles…

A este “momento” llegamos, más o menos, casi todos los habitantes del planeta en pocas semanas.

Pero resulta que parecería que estamos introduciéndonos en una nueva etapa del proceso. Ya no la de la “emergencia” sino algo que puede prolongarse en el tiempo y que requiere de ajustar muchas de las decisiones que se han ido tomando.

La llamaré por el momento, la etapa de “crisis sostenida”.  Personalmente tengo la sensación de que, con mucha suerte, al menos en Argentina, no será posible interrumpir esta cuarentena antes de mediados o fines del próximo mayo. Con lo cual, deberíamos prepararnos, al menos, para dos meses para vivir en una situación de aislamiento preventivo más o menos parecida a la que hoy vivimos.  La diferencia es que ya no alcanzarán las decisiones que se tomaron “para la emergencia”, y habrá que tomar otras bastante más estructurales… En distintos campos, áreas y situaciones. Las respuestas a la etapa de “emergencia” resultarán muy insuficientes para esta nueva etapa. Etapa que es tan desconocida o más que la evolución de este virus que nos tiene jaqueados a todxs.

Creo que cada unx de nosotrxs debería pensar con la mayor calma posible, en medio de las tensiones que estamos viviendo, en qué estrategias deberíamos asumir para esta nueva etapa del proceso. Y considerarlo para los diferentes aspectos de la vida de cada unx de nosotrxs. Pienso como aspectos a nuestras familias, nuestra salud, nuestro trabajo, nuestros amigos, nuestra comunidad de referencia, nuestros proyectos personales, nuestros sueños…

Cada uno de nosotros deberíamos reflexionar -y sentir- acerca de qué sería necesario hacer para prepararnos para esta nueva etapa.

En particular quienes tienen responsabilidades políticas y sociales, deben pensarlo con mucha atención. No es lo mismo, por ejemplo, reaccionar a la emergencia educativa para una suspensión de 15 días de clases presenciales… que enfrentarse incluso a un período mucho más extenso en donde estas clases estén interrumpidas por un largo plazo. Todo se hace muy diferente y nos exige de una manera inimaginable respuestas para las que nunca nos habíamos preparado.

Por otra parte, en esta nueva etapa del proceso, si bien la salud sigue siendo el valor fundamental que está en juego, todxs somos más o menos conscientes de que lo que está crujiendo es el mismo sistema económico y social tal como lo conocemos. Y creo que ningunx -NINGUNX- tiene total conocimiento de qué es lo que tenemos por delante al respecto.

Nuestro mejor horizonte es mirar lo que empieza a suceder en esa ciudad en donde comenzó todo este drama, Wuhan, deseando que ese sea el futuro que se nos presente a todos los países. Tenemos cierta memoria histórica de otros episodios similares en donde pestes y epidemias terminaron “pasando” luego de dejarnos las huellas dolorosas de miles de fallecidos. Pero… pasaron.

También deseamos con fruición que los científicos encuentren vacuna o tratamiento para poder enfrentar este virus invisible a los ojos pero que, esencialmente, nos ahoga y nos deja sin aire.

Sea como fuere, mi intención al compartir estas líneas es llamarnos a reflexionar y prepararnos para esta nueva etapa que tenemos por delante y a la que estamos entrando. Curiosamente, no la podemos pensar solos, pero no podemos juntarnos para pensarla. No saldremos aislados, pero tenemos que organizarnos usando herramientas virtuales, que afortunadamente tenemos disponibles.

Por último, mucha gente, en todo el mundo, está sintiendo muy fuertemente que ya nada podrá volver a ser igual que antes… no sé cuánto hay de constatación o cuánto de deseo en esta afirmación. Sea como sea, algo le está diciendo a la conciencia universal que nos estábamos confundiendo demasiado de camino y que estábamos yendo en una dirección totalmente equivocada.

Me siento demasiado pequeño para poder visualizar esa perspectiva con algo de claridad. La capacidad del capitalismo y del poder de recrearse, reorganizarse y reatacar… es sumamente fuerte.

Pero este virus que nos deja sin aire y nos mata sin sentido, y quizás es solo el anticipo de una atmósfera contaminada y un egoísmo global, al que miles de militantes de todo el mundo y de todas las causas están diciéndonos, gritándonos, clamando… que debemos cambiar sin demoras.

Hoy me pregunto, más que nunca, ¿Será que Otro Mundo es Posible?

Fuente e Imagen: https://albertocesarcroce.wordpress.com/2020/03/28/el-chronos-y-la-pandemia/

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El mundo en la incertidumbre, con una boca de chocolate y las sociedades baten que baten

Por: Rose Mary Hernández Román
 El orden global del mundo se encuentra en una completa vacilación.
Con la llegada de la pandemia, algunos aspectos se denotan desde una perspectiva común: El coronavirus agudiza  la lucha de las ideologías, en un contexto  donde se demuestra que la mayor parte de los conflictos actuales se deben a que el enemigo de hoy es el vecino de ayer y resurgen viejas y nuevas formas de racismo, discriminación y xenofobia.
El covid 19 ha llegado y pertenece a la nueva orden que domina todo política biológica económica. Ha precipitado el curso de la historia, que ya iba apresurado y, que ahora, con el  sistema económico social del capitalismo colapsado, amenaza con el rompimiento de consecuencias que  no se pueden prever. Desde hace muchos años, las sociedades se encuentran sumergidas en un orden vigente incapaz de responder a los desafíos planetarios, a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, al cambio climático,  a las crisis sanitarias, a las crisis educativas, a las crisis éticas y, por ende, se ven comprometidas ante desafíos que vendrán.
El mundo está en incertidumbre, con una boca de chocolate y la gente bate que bate buscando respuestas  donde  se enfrentan sociedades, se agudiza aún más la lucha de poder y por el control global, dentro de un «neo-orden» que  reclama severos impedimentos de la libertad en ofrenda de una supuesta seguridad, donde resaltan las violaciones de derechos que por tiempo prolongado e ininterrumpido han propiciado gobernantes carentes de amor al pueblo, de amor y preocupación a su gente, sometiéndoles s a la burla y la pobreza.
Ante esta realidad, es necesario que los sistemas educativos de las regiones constantemente minimizadas por sistemas dominantes o por las malas políticas de gobierno, se alineen para permitir una neo-formación del individuo, plenamente emancipado y descolonizado, con un perfeccionamiento espiritual, ético-moral, capaz de desarrollar una conciencia crítica, humanista y de libertad, donde se supere el colapso social y que pueda  hacer frente la crisis sistémica en la cual nos encontramos atorados.
Es necesario un ser pensante  que contrarreste las imparables tendencias hacia la relajación y del no-pensamiento, o hacia la mediocridad y la estupidez, o hacia el llamado pensamiento igual, lineal, único, que se cuela peligrosamente sobre nosotros, imponiéndonos corrección, socavando las ideas, violando y burlando la  comprensión e inteligencia, mutilándonos la lengua con la misma fuerza con que lo hizo ~con~ la desdichada Filomena, el brutal rey legendario de la mitología griega, Tereo, quien le cercenó  la lengua y encerró en una solitaria prisión en el bosque para que no pudiese explicar el abuso sexual  que consumó en  ella.
Luego de este caos, el mundo ya no será el mismo. Sin la noción de la humanidad como gran comunidad de miembros interconectados, se puede imponer, una visión del cosmos basada en el egoísmo y la simplificación, que deja pista libre a los visionarios del enojo, que son al mismo tiempo los mesías de la restauración del orden. Ese es un gran costo,  al que se enfrenta la existencia.

Fuente: la autora escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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Análisis de Jorge Forero Coronel sobre la acción judicial estadounidense contra el presidente y altos funcionarios del gobierno de Venezuela

1. Se trata de una acción que profundiza la tendencia de la administración actual de Washington, a marcar diferencias respecto a las posiciones de la UE y también en relación con el sistema multilateral de la ONU (este último es señalado como inútil e intrascendente por el mismo Trump).

2. El gobierno de los EEUU está en una situación muy compleja. La «guerra comercial» contra China ha resultado un fiasco para sus intereses declarados; el crecimiento económico tan cacareado por Trump y sus voceros, nunca llegó; además,  sus reveses Geopolíticos en oriente medio, Eurasia y el sudeste asiático, así como en la península de Corea, lo ubican en una situación de retroceso de su influencia y su dominio.
3. El covid-19 se ha convertido en la chispa de la inminente gran recesión global que estaba en plena ebullición, y que tarde o temprano se iba a desencadenar. Esta nueva etapa de la crisis (catastrófica etapa) le explota en la cara a Trump en el marco de una campaña electoral signada por la incertidumbre y primordialmente para el gobierno actual, en un momento de gran debilidad y pérdida de legitimidad. Por tanto, las acciones judiciales planteadas (tradicionalmente concebidas como un prerrequisito para barnizar de legitimidad las acciones bélicas de los EEUU), se percibe como una jugada con fines electorales.
4. La jugada con fines electorales no tiene sentido, y mucho menos impacto en la opinión pública estadounidense, a menos que derive en algún hecho político de gran resonancia. Tal parece que el gobierno de Venezuela se percibe desde el gobierno de los EEUU, como el lado de la cuerda más débil y vulnerable, y por tal motivo, susceptible de un golpe -y de un trofeo electoral- con el menor costo posible.
5. El concepto de narco-terrorista tiene la intención de dotar de legitimidad y de «legalidad» una operación o probablemente un conjunto de operaciones de naturaleza bélica, cuya finalidad sería proporcionar el ansiado trofeo con fines electorales, y además, desviar la atención mediática sobre la gravedad de la situación de salud pública en los EEUU, así como el Tsunami de efectos económicos del covid-19.
6. El estado de conmoción producido por el covid-19, genera las condiciones para una recomposición sistémica, en ese escenario, contar con los recursos naturales de Venezuela (cercanos geográficamente y vulnerables de ser súper explotados a muy bajo costo por la situación económica y social del país), sería una gran ventaja geopolítica.
7. Una operación militar estadounidense nunca redunda en democracia, justicia social o libertad, mucho menos en un escenario de shock como el actual. El interés de los EEUU es potenciar su hegemonía y sus circuitos de capital.
8. Más allá de las posiciones críticas hacia el gobierno venezolano, espectro político en el que me ubico desde una posición de izquierda,   vendría nada bueno para el pueblo venezolano si nuestro país cae bajo la égida del imperialismo estadounidense.
Fuente: El autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación
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