Cómo la CIA financió la película de «Rebelión en la granja» para hacer propaganda anticomunista

Una versión de este artículo se publicó en 2018.

Rebelión en la granja, uno de los clásicos más populares de la literatura del siglo XX, el libro que que llevan leyendo la mitad de los preadolescentes anglosajones de los últimos 70 años, no es exactamente lo que nos habían contado. Hasta donde llegaba el comentario escolar, se trata de una fábula satírica que nos pone en aviso de la corrupción a la que conduce el poder. Los cerdos de este cuento consiguen expulsar a los hombres opresores del recinto animal sólo para, poco a poco, terminar caminando a dos patas.

Se obliga al grupo a abandonar el sueño de una comunidad igualitaria y permitir el dominio porcino sobre gallinas, caballos u ovejas bajo el dogma «todos los animales son iguales, pero unos más iguales que otros». Mismo perro con distinto collar.

La metáfora política era obvia para los lectores de 1945, como también para cualquiera que se haya acercado después conociendo un mínimo del contexto de la obra. Se trata de un ensayo antiestalinista, un despliegue psicológico del proceso de revolución forzosa que el líder ruso impuso sobre su población. Pero George Orwell, escritor de la novela, no se olvidó de señalar ambos frentes: para la granja era tan tirano el gobierno de los comunistas como el de los capitalistas, representados en la distante figura del señor Jones.

Dependiendo de si queremos hacer una lectura pesimista u optimista, podemos llegar tanto a la conclusión de que el pueblo llano no encontrará nunca justicia o de que debe comprometerse a fondo con una revolución, esta vez sin dejarse llevar por los cantos de sirena de líderes moralmente corruptos como Stalin.

Avanzamos en el tiempo nueve años. Orwell ha muerto y alguien está adaptando su historia a la gran pantalla. A una película animada que verán miles, si no millones de niños. La compañía Halas and Batchelor nace en Londres en 1940 para dar salida a toda la producción de propaganda bélica de Gran Bretaña, y años después contacta con ellos el director norteamericano Louis de Rochemont. Les dice que tiene los derechos de la obra de Orwell y una idea muy avanzada del guión.

Cerdito Stalin

Un cerdo llamado Stalin.

Como explicaría la periodista Frances Stonor Saunders para su libro La CIA y la guerra fría cultural, y confirmaría también la propia agencia, Louis de Rochemont actuaba como tapadera para la agencia de inteligencia estadounidense. Ellos fueron los auténticos productores del filme. Halas and Batchelor contó con 300.000 dólares de presupuesto y 80 animadores a su cargo para poder realizar la obra, aunque el guión incluía algunos retoques con respecto a la obra original del escritor.

Primero y por encima de todo, en la nueva versión animada el régimen del cerdo Napoleón (alegoría de Stalin) no debía ser igual al de los humanos, sino «peor y más cínico». En segundo lugar, Snowball, el cerdo que luchó contra Napoleón y que representaba los valores troskistas, no debía parecer tan justo y equitativo como en la novela. Si Snowball parecía «inteligente, dinámico y valiente» en el texto original, ahora debía ser un «intelectual fanático cuyos planes, si se hubiesen llevado a cabo, habrían llevado a un desastre no inferior que al que los animales llegaron bajo el régimen de Napoleón».

Los animadores aceptaron las sugerencias y todo ello se ve reflejado en la película final.

La Guerra Fría cultural, demonizando a Stalin

Porque sí, la Guerra Fría también se luchó en el campo cultural. Orwell y su película se convirtieron así en parte del engranaje cultural con el que Estados Unidos se mostraba al mundo como eje capitalista pero abierto de ideas, promocionando indirectamente a una masa de intelectuales de izquierdas pero democráticos y anticomunistas (en episodios puntuales ahí estuvieron Nabokov o Hannah Harendt), válidos para la ideología capitalista.

En los tensos ’50, cuando ambos bandos aún estaban equilibrados, los estadounidenses temían que el comunismo cautivase a los europeos, como en Italia o especialmente en Francia, donde una parte de los intelectuales y jóvenes simpatizaban con el régimen socialista y había una mirada más o menos equidistante con los sistemas a ambos lados del telón. En los años ’70 el propio país americano difundió papeles con los que se explicaba su programa financiero de eventos como el Congreso por la Libertad de la Cultura, de la revista Encounter, o su versión española Cuadernos para la Libertad de la Cultura.

Otros ejemplos de esta propaganda norteamericana fue la influencia de la CIA a la hora de incorporar secundarios negros en sus películas, ya que un reproche típico del comunismo era hablar del racismo del pretendido país de la libertad. Por esta misma razón también se promocionaron económicamente los tours de Louis Amstrong por todo el viejo continente.

Orwell Doble

Orwell, cuyo nombre real era Eric Blair, era hijo de aristócratas británicos, y en su juventud se alistó a la policía imperial, lo que le llevaría a hacer servicio en Birmania. Al ver los horrores del imperialismo británico empezaría a coquetear con ideas socialistas. Homenaje a Cataluña es el resultado de los años que estuvo al lado de anarquistas y republicanos luchando contra el franquismo, aunque el cóctel de vertientes ideológicas era enorme, él se sentía cercano a posiciones leninistas y sobre todo troskistas.

Con los años, y con la deriva stalinista, se distancia ideológicamente de Rusia, pero no de la mirada izquierdista o al menos reformista. Orwell es también el escritor de 1984, obra posterior a Rebelión en la Granja, y ahí donde el Gran Hermano era el Papá Estado que todo lo ve y que crea Ministerios de la Verdad o el doblepensar puede estar el rostro de Stalin, pero también de cualquier otro Estado autoritario que abuse de su poder de control de la ciudadanía.

Paradojas de la vida, Orwell también se traicionó, o hizo algo cercano a esto, momentos antes de su muerte en 1950. Cuenta Timothy Garton Ash, director del Centro de Estudios Europeos, en Oxford, que Orwell delató a un buen puñado de sus compañeros de izquierdas en una lista negra de «38 criptocomunistas» que acabaría en manos de la formation Research Department (IRD), una sección semisecreta que la Foreign Office y parte del sistema propagandístico estadounidense. La hipótesis más cercana es que Orwell estaba enamorado de una mujer de izquierdas a las órdenes del IRD que pidió al escritor que le ayudase a luchar contra la propaganda estalinista lanzada por el Cominform soviético.

Realmente nunca sabremos por qué la escribió, pero el hecho es que identificó a 38 personalidades, entre ellas Charlie Chaplin o el historiador E. H. Carr, que le parecían dignos de vigilancia por sus ideas. Sólo con un año de distancia de cuando escribió su obra magna contra la intolerancia, él mismo ayudó a luchar contra esa libertad de pensamiento y a apoyar a un todopoderoso Estado vigilante.

Lo que está claro es, después de todos estos años, quién ha ganado.

Fuente: https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/como-cia-financio-pelicula-rebelion-granja-para-hacer-propaganda-anticomunista

Comparte este contenido:

Cuba vs. terrorismo mediático

Por: Carlos Fazio

El pasado 11 de julio Cuba fue el blanco de una renovada y sofisticada operación de guerra cibernética, que a la par de la campaña de intoxicación (des)informativa de los medios masivos cartelizados, de las noticias falsas ( fake news), del uso de cuentas influenciadoras y de ONG como herramientas de infiltración en la sociedad, está dirigida a desestabilizar de manera caótica y violenta a la isla, y cuyo objetivo principal es justificar la injerencia militar de Estados Unidos bajo la pantalla de una intervención humanitaria.

Las acciones encubiertas de la administración Biden se inscribieron en el marco de la Guerra No Convencional (GNC) del Pentágono; una guerra irregular, asimétrica y de desgaste, que con eje en una estrategia de espectro completo abarca una política donde lo militar (incluidas operaciones sicológicas de inteligencia, guerra híbrida, ciberguerra, terrorismo, sabotajes), lo económico, comercial y financiero (el bloqueo y las sanciones y leyes de alcance extraterritorial como la Torricelli y la Helms-Burton) y lo cultural (el uso de la consigna Patria y Vida en contraposición a la simbólica frase de Fidel, Patria o Muerte), tienen objetivos comunes y complementarios.

Las guerras de cuarta generación requieren del control y la conversión instrumental de los medios (radio, TV, prensa escrita) en armas de la guerra sicosocial, en combinación con las redes informáticas (fibra óptica, cables, computadoras y dispositivos electrónicos para el tráfico y generación de información) utilizadas como herramientas para la difusión de matrices de opinión elaboradas en los sótanos del Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia.

La dimensión humana es la esencia misma de la guerra irregular. Entender la cultura (identidad, valores, creencias, percepciones), así como los factores políticos, económicos y religiosos son cruciales para las actividades de subversión y espionaje. Desde 2007 la CIA consideró prioritario garantizar el acceso a Internet en Cuba sin el control del gobierno, y en 2011 engendró una red social clandestina similar a Twitter llamada ZunZuneo, impulsada por mensajes de texto para incitar a los jóvenes a manifestarse contra el gobierno como en la Primavera Árabe. En 2018 se creó una Fuerza de Tarea de Internet para Cuba, subordinado al Grupo de Acción Política que forma parte del Centro de Actividades Especiales, una división de la CIA que realiza análisis basados en el big data y procesa perfiles de sujetos de interés. Ese grupo operativo contrata netcenters, cibersicarios y haters (hostigadores) que realizan campañas de descrédito cívico o de la reputación de personas mediante campañas de rumores y noticias falsas, y de la manipulación de materiales digitales, fotos, conversaciones grabadas, correos electrónicos y el robo de contraseñas para suplantar identidad.

Adscritos al capitalismo de vigilancia (Shoshana Zuboff) y al gran reinicio del Foro Económico Mundial, los ciberataques contra sitios web cubanos buscaban congestionar, bloquear y/o dañar los canales de comunicación; obtener información de valor y tomar el control de los servidores, y hacer colapsar la visibilidad y credibilidad del gobierno de Miguel Díaz-Canel y su capacidad para difundir información a través de medios oficiales respecto a la situación real en Cuba.

Inducidos por agentes provocadores (guarimberos que protagonizaron disturbios callejeros y tomas violentas de instalaciones para inducir a la policía a tomar acciones represivas que generaran la percepción de violaciones de derechos humanos), en las manifestaciones participaron sectores populares que sufren los efectos de la crisis de la pandemia, el bloqueo y las sanciones estadunidenses, y algunos revolucionarios inconformes y confundidos por la manipulación de las emociones en las redes digitales. Activadas por la agenda política de la contrarrevolución, las manifestaciones fueron parte de una operación política y de inteligencia que incluyó llamados de odio y a cometer linchamientos y asesinatos, pero fueron precedidas por un planificado trabajo de socavamiento simbólico, que buscó erosionar las bases de los vínculos barriales y comunitarios, el sentido común y la moral y el entendimiento colectivos, bombardeados desde los medios masivos de transmisión de datos e imágenes.

Propia del terrorismo mediático y afín a los manuales de las revoluciones de colores (golpes suaves), la imagen que de manera intencional utilizó la ONG Ar­tículo 19 para golpear al gobierno cubano, haciendo pasar una marcha en Egipto como si fuera en el malecón de La Habana, se sumó a las mentiras y manipulaciones de paraperiodistas y al uso intensivo de robots, algoritmos y cuentas recién creadas, en las que estuvo implicado el gobierno de EU a través de una campaña en Twitter, que contó con recursos multimillonarios y sofisticadas plataformas tecnológicas instaladas en territorio estadunidense −en particular en Miami, asiento de la industria de la contrarrevolución− y el apoyo de los senadores Marco Rubio, Ted Cruz y Lindsey Graham, republicanos, y Robert Menéndez, demócrata por Nueva Jersey.

Para incitar al cambio de régimen, la guerra cultural incluyó raperos, la industria de la música hip hop y sectores de la farándula cubana financiados por la Usaid y la Fundación Nacional para la Democracia −ambas tapaderas de la CIA− y fundaciones como la Open Society (Soros) y la Red Atlas. La etiqueta #SOSCuba y #CorredorHumanitario fue usada por mercenarios cibernéticos junto con la canción Patria y vida (en lenguaje orwelliano Anexión y Odio), catapultada por artivistas del Movimiento San Isidro como himno de manifestantes espontáneos que enarbolaban banderas de Estados Unidos.

La soberanía y la autodeterminación de Cuba deben ser resueltas por los cubanos. La historia demuestra que la guerra híbrida sólo se derrota con pueblo consciente movilizado. Quienes seguimos al proceso cubano desde la gesta del Granma, la guerra de liberación nacional de Fidel y los barbudos en la Sierra Maestra y el trabajo clandestino del Movimiento 26 de Julio, sabemos que hay que defender a la Revolución sin vacilación, confusión ni condicionamiento alguno. Por su historia, por la construcción de un socialismo a la cubana y por su labor internacionalista, Cuba es merecedora de apoyo y solidaridad. Nadie dude, que, como dijo Martí, en Cuba son más los montes que los abismos: más los que aman que los que odian. En el mundo también.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2021/07/26/opinion/015a1pol

Comparte este contenido:

De película: así reclutan a los científicos las agencias de inteligencia

12 Noviembre 2017/Fuente:sputniknews /Autor:sputniknews

La Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) gastó millones de dólares en organizar conferencias por todo el globo para atraer y reclutar a científicos, en su mayoría expertos nucleares iraníes, con el objetivo de que se trasladasen a EEUU, abandonasen su país y así retrasar el programa nuclear de Irán.

Los tejemanejes de la CIA acaban de ser publicados en el libro ‘How the CIA, FBI, and Foreign Intelligence Secretly Exploit America’s Universities’ (‘Cómo la CIA, el FBI y las agencias de inteligencia se aprovecha en secreto de las universidades de EEUU’), de Henry Holt. Desde The Guardian se han hecho eco del proceso, digno de la mejor película de espías hollywoodiense.

Irán ejecuta a un científico nuclear por espiar para EEUU

La agencia intentó retrasar el desarrollo de las tecnologías nucleares en Irán aprovechándose de la internacionalización del mundo académico y engañó masivamente a aquellas instituciones que organizaban conferencias y a los profesores que asistían a ellas y con los que entablaban conversación, apunta The Guardian.Una ‘buena conferencia sobre terrorismo’ a la que asista un reputado experto en energía nuclear puede ser el escenario perfecto para que alguien de la CIA se acerque al susodicho e intente camelarlo.

«Las agencias de inteligencia estadounidenses asisten en bandada a las conferencias por la misma razón por la que quienes reclutan en el Ejército se centran en aquellos que viven en barrios de mala muerte: es el mejor caldo de cultivo. Mientras que en el campus de una universidad puedes encontrar a uno o dos profesores que puedan llamar la atención de las agencias de inteligencia, en una buena conferencia —sobre drones o, quizás, sobre los grupos terroristas— puedes encontrar docenas», asegura Daniel Golden en The Guardian a propósito del libro.

Y es que como apunta Mark Galeotti, investigador jefe en el Instituto de Relaciones Internacionales de Praga, «reclutar es un largo proceso de seducción».
El primer paso es acabar en el mismo evento académico que el objetivo y relacionarte con él de alguna forma. «La próxima vez que lo veas, puedes preguntar ‘¿No te vi hace poco en Estambul?'».

Irán confirma que no tiene intención de producir armas nucleares

Pero la CIA no es la única, asegura un exempleado de la agencia de inteligencia estadounidense. Todas las agencias de espionaje del mundo «asisten a conferencias o las organizan y buscan formas de atraer a gente a ellas».Tanto es así que en 2011 el mismo FBI avisó a los profesores estadounidenses del peligro de asistir a este tipo de eventos. El ‘modus operandi’, siempre el mismo: el investigador recibe una invitación para asistir a una conferencia internacional sin ni siquiera haberla solicitado para presentar un artículo. Los organizadores conectan un ‘pen drive’ al ordenador portátil del profesor y se descargan, sin que este lo sepa, toda la información.

Lea también: Irán espera que triunfe el sentido común en EEUU respecto al pacto nuclear

Camelarse a un investigador para que sirva a los intereses de la agencia comienza, a menudo, con un encuentro ‘casual’ durante una de esas conferencias, señala un antiguo empleado de la CIA.

«Yo recluté a muchísima gente en conferencias. Era bueno en mi trabajo y no era tan difícil».

Hacer una lista de las conferencias que se están por celebrar aquí y allí, escoger una y elegir un científico que sea fácil de persuadir, generalmente a uno con el que ya se haya entablado cierta amistad en alguna otra ocasión. El siguiente paso, buscarse una tapadera. Normalmente la del hombre de negocios de una empresa inventada con una página web inventada y tarjetas de visita.Cuando llega el momento, la agencia de investigación ofrece a su objetivo una nueva vida en Estados Unidos junto a toda su familia. Todos los gastos pagados; incluida la educación de sus hijos.

Así que para los científicos iraníes que desean escapar de su país e irse a Occidente, las conferencias académicas son una buena forma de empezar, reza The Guardian. Y la CIA lo sabe y ha aprovechado al máximo durante las últimas décadas ese filón.

Con el presidente George Bush, el Gobierno de Estados Unidos contó con ‘todo el dinero que hiciese falta’ para retrasar encubiertamente que Irán desarrollase armas nucleares, explica David Albright, fundador del Instituto de Ciencia y Seguridad Internacional de Estados Unidos.Uno de los programas gubernamentales fue la ‘Operación Fuga de Cerebros’ de la CIA, que pretendía incitar a los científicos nucleares iraníes más destacados del momento a desertar del país.

«Como en aquel tiempo era difícil acercarse a los científicos en Irán, la CIA los seducía para que fuesen a conferencias que se organizasen en el territorio de un país neutral», dice un exoficial de inteligencia a The Guardian.

Incluso después de que el científico aceptase desertar, a veces al final se lo pensaba dos veces y daba media vuelta. «Estás constantemente reclutando de nuevo al mismo tipo», cuenta el mismo exoficial.

Pero una vez que el científico ya estaba bien sentado en el coche de camino al aeropuerto, la CIA se encargaba de todo lo demás: del visado, del papeleo para el vuelo y de mantener informado al resto de agencias de inteligencia aliadas. La agencia se encargaba incluso de sacar de Irán a la esposa a los hijos a los Estados Unidos.

«Aunque no a su amante», como uno de los científicos reclutados por la CIA solicitó, aclara.

Fuente de la noticia: https://mundo.sputniknews.com/politica/201711081073807413-iran-cia-eeuu-programa-nuclear/

Fuente de la imagen: https://cdnmundo2.img.sputniknews.com/images/105535/42/1055354223.j

Comparte este contenido: