Por: Adrián Cordellat.
Montserrat Domènech es psicóloga y pedagoga. De su experiencia en consulta, en la que ha atendido a numerosos niños víctimas de acoso escolar, nace Bullying, ¿por qué a mí? (Libros Cúpula), en el que precisamente busca dar respuesta a esa “terrible pregunta” que se plantean todos los protagonistas del acoso escolar. Sin embargo, no rehúye en el libro otra pregunta, “¿Por qué yo?”, la que se hacen los acosadores, que en su opinión “necesitan más ayuda psicológica si cabe para mejorar su autoimagen y crecer en empatía”. Y empatía es, precisamente, la palabra clave para luchar desde el aula contra el drama social del acoso escolar.
PREGUNTA. Como explicas en el libro, el concepto de bullying surgió en 1974. Sin embargo, ¿piensas que en países como España no ha adquirido relevancia hasta hace relativamente poco y solo a través de casos que han acabado en tragedia?
RESPUESTA. Exactamente, ha tenido mucho que ver la irrupción de las redes sociales y otras tecnologías. Las noticias se expanden fácilmente y contagian los modelos sociales de manera muy negativa. Por mi experiencia, el bullying o acoso ha existido siempre, de un modo más leve, pero igual de importante. Cualquiera de nosotros podemos haber detectado algún caso cercano a lo largo de la etapa escolar.
P. Y pese a todos estos casos, cada vez más recurrentes, ¿crees que muchas veces se sigue minimizando el problema maquillándolo como “son cosas de niños”?
R. Es cierto, es un tema incómodo de tratar, tanto por parte de los colegios como por los propios acosados. Nadie tiene la fórmula para que esto no ocurra y es más fácil mirar hacia otro lado.
P. Los datos de bullying son cada vez más preocupantes (especialmente con el auge del ciberbullying), ¿crees que se están tomando las medidas necesarias para hacer frente a un problema de esta dimensión?
R. Afortunadamente, cada vez hay más información y más conciencia sobre este tema y más profesionales que trabajan en este ámbito, pero todavía es insuficiente. En cierta manera hemos llegado tarde a afrontarlo como un problema social importante.
El acoso conlleva unas consecuencias psicológicas a corto y largo plazo
P. Te lo pregunto porque mi sensación es que se van haciendo cosas puntuales (algunos profesores, algunos colegios…), pero no hay medidas a nivel estatal. ¿Ayudaría en España la implantación de un programa como el prestigioso Kiva finlandés?
R. Por supuesto, hay muchas experiencias puntuales que realmente están trabajando con mucho criterio y efectividad, pero no trascienden a nivel más general. El programa Kiva es un buen modelo que podría adaptarse y aplicarse en nuestro país perfectamente. Los países nórdicos nos llevan mucha delantera en el ámbito educativo y han creado modelos muy eficaces.
P. ¿Por qué a mí? ¿Por qué yo? Uno de los capítulos del libro tiene por título una pregunta que se harán todas las víctimas: “¿Por qué a mí?”. ¿Por qué a ellas? ¿Qué predispone a un niño a ser víctima de acoso escolar?
R. Hay muchos componentes que confieren un rol de víctima del bullying, relacionados mayormente en la inseguridad del sujeto, la falta de autoestima, la timidez, las características físicas…, pero es importante destacar que el acosado tiene que cruzarse con un/unos acosadores que lo señalen como víctima. Hay muchos niños que, con perfil de “acosado”, no van a vivir el acoso porque no se han encontrado con esta situación.
P. ¿Y qué consecuencias puede tener para la víctima ese acoso cuando se vuelve recurrente y diario?
R. El acoso conlleva unas consecuencias psicológicas a corto y largo plazo. Mientras ocurre de manera frecuente, el sufrimiento es muy profundo y, generalmente, el sujeto se esconde de esta situación por vergüenza, por miedo a la reacción de los acosadores. Se producen unos cambios muy evidentes: tristeza, bloqueo emocional, problemas de sueño, de alimentación, de relación con la familia, desmotivación por salir de casa… Afortunadamente, los padres, observan alarmados estos cambios y pueden pedir ayuda.
A largo plazo, hay muchos datos que indican que un adulto que ha sufrido bullying en edad escolar mantiene un comportamiento marcado por este trauma. Son más inseguros, susceptibles, desconfiados e insociables.
P. Dices que los padres observan alarmados estos cambios, pero ¿pueden llegar a pasar desapercibidos?
R. Los cambios que se producen en un hijo o hija no deberían pasar inadvertidos para los padres, porque son muy llamativos. Generalmente comentan que su hijo no es como antes: “lo han cambiado”. Deberían observar si está triste, menos comunicativo, más cerrado, si tiene problemas con la alimentación y el sueño, si deja de acudir a actividades, incluso si no quiere ir al colegio.
P. Muchas veces, como dices en el libro, “se olvida que este conflicto responde a una relación simétrica: el acosador es a su vez víctima de una serie de problemas psicológicos o discapacidades que lo conducen a la expresión de violencia”. ¿Cuesta más aceptar a los padres incluso que su hijo es un acosador? ¿Cómo afrontarlo?
R. Desde mi punto de vista es más grave aceptar la situación del acosador porqué arrastra unos rasgos de personalidad muy negativos, difíciles de corregir ya que no saben identificar el daño que hacen a la víctima. El acosador necesita más ayuda psicológica si cabe para mejorar su autoimagen y crecer en empatía.
P. La escuela es el epicentro de esta realidad que calificas de “incómoda”. Propones en el libro una serie de ejercicios contra el bullying para llevar a cabo en el aula. ¿Pasan muchos de estos ejercicios por trabajar precisamente esa empatía que mencionabas?
R. Exactamente. La mayoría se basan en reproducir situaciones para saber distinguir el lado del acosado y el lado del acosador y para proponer un trabajo de equipo y buscar soluciones. La labor de equipo en una clase es imprescindible, ya que se consigue que todos tomen partido de una manera u otra, nadie tiene que excluirse del problema.
P. Te hacía esta pregunta porque supongo que, en relación con trabajar el bullying, es importante implicar a los testigos, a los alumnos que ven el bullying, que en muchos casos (el 75% según datos que presentas en el libro) oscilan entre la pasividad o la intervención activa en el hostigamiento…
R. Es frecuente que en un grupo-clase, haya un gran numero de alumnos que tengan conocimiento de un caso de bullying y que no se quieran implicar por comodidad o porque en cierta manera apoyan la acción. Hay otros casos que, por no perder popularidad se apuntan a acosar la víctima por miedo a ser ellos acosados o a perder la relación con el acosador.
Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2018/11/05/mamas_papas/1541421364_527093.html