España: Académicos e investigadores de Ciencias Sociales de Ceuta se suman a la iniciativa #NoSinMujeres

Un amplio número de investigadores y académicos del ámbito de las Ciencias Sociales de toda España, entre ellos varios de la Facultad de Educación, Economía y Tecnología de la UGR en Ceuta como Julio Gacía Ruda, Santiago Real, Santiago Ramírez, José Antonio Liébana, entre otros, ha firmado el compromiso #NoSinMujeres a través del cual se comprometen públicamente a «no participar como ponente en ningún evento académico (Conferencia, Congreso, Jornadas o similar) o mesa redonda de más de dos ponentes donde no haya al menos una mujer en calidad de experta».

Igualmente, instan al cumplimiento de lo establecido en la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.

El Grupo de Investigación HUM-840 ‘Conocimiento Abierto para la Acción Social’ apoya esta iniciativa y se ha comprometido a «respetarla y promoverla tanto en los eventos que organicemos como en aquellos a los que seamos invitados o en los cuales participemos».

Los académicos o profesionales de las Ciencias Sociales que quieran sumarse a la iniciativa y dar otro paso «para evitar la invisibilización de la mujer en todos los ámbitos de la vida pública» pueden hacerlo rellenando un sencillo formulario.

Evaluación del profesorado universitario

El Grupo de Investigación también sintoniza con el colectivoUNI-Digna, integrado por miembros del PDI de distintas universidades, para «reivindicar un sistema de evaluación y acreditación del profesorado universitario comprensivo, razonable y justo».

«Creemos que sus reivindicaciones y el manifiesto que han redactado son positivos para la universidad española y, además, nuestro grupo se reconoce en la defensa de la investigación y el conocimiento abierto, por lo que animamos a conocer la iniciativa, a valorarla y a que quien lo estime oportuno firme para «derogar el RD 415/2015, habilitando transitoriamente el anterior sistema de acreditación (RD 1312/2007) a fin de negociar un nuevo sistema consensuado con la comunidad académica».

Fuente: http://www.ceutaldia.com/articulo/educacion/facultad-educacion-ceuta-nosinmujeres/20180521182911180576.html

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Dora Barrancos: «La ciencia es patriarcal»

Por Universidad Nacional de La Plata /Mujeres y Ciencia

Compartimos la mirada de Dora Barrancos, una de las dos mujeres que integran el directorio del CONICET

Si bien el 52% de las personas que investigan en el CONICET son mujeres, en su directorio sólo hay dos representantes entre 9 cargos y sólo un 25% ocupa cargos directivos. Dora Barrancos, especialista en estudios sobre género, doctora en Historia, licenciada en Sociología, docente e investigadora universitaria, es una de ellas.

La estructura de la ciencia tiene una matriz patriarcal desde sus orígenes -reconoce Barranco- las mujeres fueron apartadas de las Universidades y sólo pudieron conquistar su ingreso en la segunda mitad del XIX. Participaron en la producción del conocimiento pero sin reconocimiento y ese criterio patrialcal se evidencia en situaciones cotidianas, como que para los estudios de inteligencia que se hacen con animales generalmente se eligen machos de las especies, según marcan las biólogas feministas.

Según la científica, Argentina tiene una proporción muy notable de mujeres y ha mejorado bastante la condición de posibilidad del ascenso al sistema científico hegemonizado por el CONICET. De todos modos, la base de la pirámide es suculenta en mujeres, más del 52%, mientras que la cresta de la pirámide sólo tiene 25% de mujeres.

Las causas de esta situación son múltiples, en primer lugar las mujeres científicas tienen las mismas obligaciones del sistema patriarcal nuestro respecto de las gerencias de su casa, el cuidado de los chicos, y esto dificulta producir la misma cantidad de papers que un varón. En segundo lugar, muchas científicas se casan con varones científicos y muchas veces ven condicionadas sus oportunidades porque se prioriza la carrera del hombre. Y la tercera cuestión que señala Dora Barrancos, es que las mujeres, están con bastantes más dificultades para creer en sus oportunidades. A menudo hay una especie de auto impugnación («esto no es para mí», «esta no es mi oportunidad») ante una situación de mayor complejidad.

La matrícula universitaria se ha feminizado notablemente, pero en algunas disciplinas no, por ejemplo en ingeniería donde el ingreso apenas supera el 22 %. Esto marca que hay algo estructural y que hay algo también que obviamente es consonante con la personalidad de los varones que dirigen laboratorios. El problema del patriarcado es su triunfo en la subjetividad de las mujeres, muchas jefaturas de laboratorios que son mujeres encarnan los mismos procedimientos valorativos que los varones, y esto es un problema, porque allí radica el triunfo del patriarcado, explica Barrancos.

El cambio debe ser mas amplio, no solamente desde la estructura científica sino en toda la vida de la socialización que tienen los niños y las niñas en escuelas, colegios y las propias Universidades. «Estamos viendo cómo se extiende los protocolos para atender la violencia y eso es comenzar a darse cuenta en el propio territorio de las Universidades. Porque en realidad la segregación de las mujeres de la ciencia, el no darle las mismas posibilidades de desarrollarse en laboratorios, el menguar su presencia en un paper, etcétera, es violencia» recalca Dora Barrancos.

Fuente: http://www.exactas.unlp.edu.ar/articulo/2017/3/10/la_ciencia_es_patriarcal

Imagen tomada de: http://perio.unlp.edu.ar/sites/default/files/u5/img_5234.jpg

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¿John or Jenniffer? Sexismo en la ciencia

Reseña del artículo “Science faculty’s subtle gender biases favor male students.”

Reseña de Paula Bergero
¿Existe en los miembros de las instituciones de ciencia un sesgo en contra de las estudiantes mujeres?

Un grupo interdisciplinar de la Yale University, integrado por  Corinne Moss-Racusin, John Dovidio, Victoria Brescoll, Mark Graham y Jo Handelsman, publicaron en PNAS en el año 2012 un artículo de investigación realizado con el objetivo de relevar de modo experimental si existe en los miembros de las instituciones de ciencia un sesgo en contra de las estudiantes mujeres, que pudiera ser un factor contribuyente a la disparidad de género reconocida en el mundo académico. (1)

Para esto, los investigadores de los Departamentos de Biología, Psicología, Psiquiatría y la Escuela de Management de Yale, seleccionaron 127 personas de los Departamentos de Química, Biología y Física de 6 grandes universidades de Estados Unidos (3 públicas y 3 privadas, distantes geográficamente y con tradición en investigación). La selección fue realizada con el cuidado de que resultara una población representativa y generalizable (Los detalles de los estudios previos y los criterios de selección están en el Material suplementario del trabajo, bajo el título Materials and Methods: Subjects and Recruitment Strategy). A estos participantes se los convocó como evaluadores para considerar la postulación de un estudiante avanzado a un puesto en un dado laboratorio (digamos, extrapolando a nuestro ámbito, como si evaluaran un candidato para una beca doctoral). Los evaluadores creían que estaban evaluando un candidato real y además que participar de la evaluación los proveía de un antecedente para su propio CV. Los antecedentes de los candidatos ficticios fueron preparados por los investigadores en colaboración con un panel de investigadores con gran experiencia en la evaluación de recursos humanos y en la contratación de personal, con éxito tal que ninguno de los evaluadores del experimento manifestaron sospechas de que no se tratara de personas reales. Toda la información de los antecedentes generados fue mantenida constante, de modo de garantizar que cualquier diferencia en la calificación se debiera exclusivamente al género del postulante. Incluso los nombres asignados a los candidatos fueron previamente testeados para ser equivalentes en agrado, e igualmente reconocibles.

Así, los antecedentes de 63 Johns y 64 Jenniffers fueron aleatoriamente asignados (sólo uno por persona) a los evaluadores.   Cada evaluador tuvo que calificar la competencia del postulante, analizar su contratabilidad («hireability»), seleccionar un sueldo anual inicial y especificar el potencial para dirigir a alguien que podría ofrecer el candidato («career mentoring»).

Las conclusiones no son del todo inesperadas, pero aún así, no dejan de sorprender.  Los aplicantes hombres fueron calificados como significativamente más competentes y contratables que su (idéntica) versión femenina. Y se les concedió además más potencial de dirección («willigness to mentor»)

Otro resultado interesante del estudio es que el género de los evaluadores no afectó sus respuestas sobre el postulante: los hombres y mujeres que evaluaron los antecedentes mostraron el mismo sesgo contra Jenniffer (tabla 1). El estudio informa que los miembros evaluadores no exhibieron ninguna hostilidad ni desagrado explícito hacia las mujeres. La existencia de idéntico sesgo en hombres y mujeres en su rol de evaluadores tampoco sorprende, pero ayuda a entender por qué falla la concepción habitual de que la mera presencia de mujeres en los espacios de evaluación garantiza un adecuado equilibrio de género en el resultado final. El estudio reporta además que el campo disciplinar de los evaluadores, su edad y su posición en la universidad tampoco tuvieron efecto en las respuestas sobre el postulante, es decir, el sesgo a favor de los hombres no parece estar limitado a un subgrupo demográfico particular. ¿Qué interpretan los investigadores sobre este hecho? Que el sesgo parece no ser intencional y estaría originado por los estereotipos culturales predominantes más que por una intención consciente de perjudicar a las mujeres.

El sutil sesgo a favor de los hombres que informa el título del artículo ocasionó que en las 6 universidades de USA que participaron del estudio, la hipotética Jenniffer fue menos contratada, con motivo de haber sido percibida como menos competente que su gemelo académico John. Pero ese no fue todo su infortunio: cuando la contrataron, le pagaron del orden de 12% menos

En la tabla 1 los autores presentan los resultados de las evaluaciones en los 4 ítems (competencia, contratabilidad, mentoring y salario), discriminados por género del postulante y del evaluador. Excepto el salario, cada ítem tiene un rango de escala de 1 a 7 puntos. Resulta interesante observar que aún dentro de un mismo grupo (por ejemplo mujeres evaluando a John) existe una SD de alrededor de 1 punto en las puntuaciones otorgadas.

El trabajo de Moss-Racusin y colaboradores es más extenso y complejo que lo que se plasma en esta  breve reseña. La discusión y conclusiones del trabajo merecen una lectura completa; elegimos resaltar aquí un aspecto central: los resultados destacan la importancia de establecer criterios de evaluación y admisión de estudiantes que sean objetivos, transparentes y que los resguarden de la tendencia (no intencional) de usar diferentes estándares para hombres y mujeres.

El trabajo sugiere nuevas preguntas y cuestionamientos. Por ejemplo, la dispersión en las evaluaciones estimada en 1 punto pone en discusión la existencia del criterio objetivo y único de evaluación, basado exclusivamente en méritos académicos, tan frecuentemente esgrimido en nuestro ámbito.

La necesidad que plantean los autores de nuevos mecanismos de evaluación nos da pie para agregar, de modo más general, que si realmente se desea fomentar la presencia de la mujer y la niña en la ciencia, y garantizar la igualdad de oportunidades, entonces es necesario que la comunidad académica se ocupe activamente mediante políticas y recomendaciones concretas, provenientes de una adecuada mirada de género, que permitan irrumpir en la lógica dominante con soluciones creativas.

Paula Jenniffer Bergero

Investigadora Asistente CONICET

INIFTA – UNLP

Fuente: http://www.exactas.unlp.edu.ar/articulo/2017/4/13/john_or_jenniffer__2

Imagen tomada de: http://2.bp.blogspot.com/-dDmok78hr8Y/U5-tFNqWLtI/AAAAAAAAAI4/dJTtKJ4KLWo/s1600/STEM.jpg

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