La formación por hileras y estaturas es parte de un conjunto de tácticas de control que dio comienzo a finales del siglo XVIII, cuando el filósofo alemán Jeremy Bentham desarrolló el concepto de panóptico, presente hasta la actualidad en prisiones, hospitales, y por supuesto, en escuelas.
Hace algunos meses prometí en este mismo espacio que escribiría sobre la relación de la pedagogía con el giro de las perillas en las puertas de los consultorios médicos. Era un chiste, claro está. Un chiste hecho sólo con la intención de reafirmar que la educación tiene que ver con todo lo que existe en este mundo. Sin embargo, en ese momento no imaginé que un día, entre mis artículos, vendría éste que escribo ahora, y cuyo título original podría ser parte de la misma lista que aquél: La estatura de los estudiantes como determinante de su desarrollo escolar. En este caso, no era un chiste.
El asunto empieza con la siguiente anécdota.
Hace no mucho me hallaba platicando con un par de amigos de la primaria en una reunión de generación escolar. Los tres rebasábamos el uno ochenta de estatura.
.─ ¿Se dan cuenta ─dijo uno de ellos, Gonzalo─ de que nosotros tres seguimos siendo amigos cercanos porque hace cincuenta y tantos años, el día en que entramos a la preprimaria, la maestra formó a nuestro grupo por estaturas, y nosotros tres quedamos hasta atrás de la fila, juntos?
Nunca lo había pensado. Gonzalo y Alan, el tercer amigo, fueron en efecto dos de los compañeros con los que mantuve más comunicación durante aquellos años de primaria y secundaria, y unos de los que más marcaron mi desempeño escolar. Conocí a sus familias, frecuenté sus casas y nuestra amistad tuvo que ver con casi todo lo que me ocurrió en el colegio en aquellos años.
Todo por ser altos.
El hecho de coincidir en las filas puede parecer azaroso, pero tiene su historia. Formar a los niños y niñas en hileras por estaturas no es sólo la útil ocurrencia de alguien. A todos nos parece lógico y hasta natural que la directora desee dominar con la vista a cada uno de los estudiantes; incluso sin problema podemos imaginar a nuestros ancestros primitivos recurriendo a esta tipo de estrategias al dirigir grupos. Pero no. Hasta donde entiendo, la formación por hileras y estaturas es parte de un conjunto de tácticas de control que dio comienzo a finales del siglo XVIII, cuando el filósofo alemán Jeremy Bentham concibió un modelo de prisión en el que los guardias ocupaban un puesto central desde el cual podían vigilar a los presos, ubicados en celdas a su alrededor. El concepto se llamaba panóptico y de ninguna manera fue algo trivial. Como modelo de prisión se llevó a la práctica escasas veces, pero como concepto de vigilancia y control materializó una mentalidad omnipresente en la época, la cual se extiende hasta nuestros días. Según el filósofo francés Michel Foucault el concepto/modelo de Bentham está presente en la sociedad moderna en prisiones, hospitales psiquiátricos, cuarteles y por supuesto, escuelas, pero también de forma oculta en todas nuestras concepciones del mundo (los foucaultianos actuales no vacilan en estudiar el fenómeno de Google y las redes sociales con este mismo enfoque, delatando la hipervigilancia a la que todos somos sometidos por un poder tan objetivo como interiorizado).
Suena exagerado (y seguramente lo es, como toda posición filosófica), pero al menos yo puedo aceptar la agudeza de este pensamiento con sólo imaginar lo siguiente: es el inicio del día en una primaria de gobierno como todas; la directora da un anuncio a niñas y niños, no desde un sitio central y en alto sino desde cualquier lugar del patio, a ras de piso, mientras los chavitos la escuchan, no formados en filas ni por estaturas sino acomodados a su antojo en pequeños o grandes grupos, de pie o sentados, dondequiera. Todos ellos están atentos, escuchando ─o al menos en silencio─, y cuando la maestra acaba de hablar, se encaminan a sus clases.
Fin de la fantasía.
En esta utópica imagen todo es igual a nuestras escuelas de hoy, salvo que en ella la directora no ha tenido a la vista a todos y cada uno de sus estudiantes; ahora bien, ese solo detalle es tan determinante que, para mí, sólo podría ocurrir en una sociedad por completo distinta a la nuestra: calles distintas, casas distintas, transporte distinto, personas relacionándose de maneras distintas, vistiendo incluso ropa diferente, y por supuesto, todo ello en tal contacto con la naturaleza que en sus ciudades proliferarían ventanas como la de ese edificio de la ciudad de México de la que emerge un árbol.
El orden escolar actual tiene sus fortunas, como la mía de haber coincidido con aquellos dos amigos. Pero no podemos negar que, a muchos estudiantes, la rigidez de “detalles” como el de las estaturas les afecta duramente. Hablo de “detalles” y por el momento sólo me estoy refiriendo a la planeación logística y dejando de lado otros órdenes más hondos que influyen en los satisfactores básicos de los niños (si la formación por estaturas determina tantas cosas, no quiero ni pensar las consecuencias de haber nacido en cierto medio social, de asistir a ciertas escuelas, de tener acceso a ciertos alimentos, de vestir de determinadas formas…).
Sin tener que entrar todavía en estas profundidades, puedo extenderme un poco y platicarles otra anécdota que deja ver cómo esto de la mirada panóptica crece hasta invisibles horizontes. Para hacerlo, es momento de comentar un rasgo del modelo original de Bentham, que no mencioné antes: resulta que en éste, las ventanas del puesto del vigilante están hechas de un material que le permite a él ver a los presos sin que ellos lo vean, e incluso sin que sepan si en realidad se encuentra en su puesto, observándolos, o si ha abandonado el lugar para irse a casa. De esa manera, el vigilante se convierte en una especie de mirada omnisciente que los presos interiorizan y que cargan siempre sobre sí (además, como el vigilante puede o no estar ahí físicamente, el panóptico significa un gran ahorro en sueldos de personal para la institución carcelaria).
Pues bien, mi segunda anécdota, que tiene que ver con esto, es la siguiente. Resulta que en mi escuela, como en tantas otras, los niños éramos divididos en grupos que se identificaban con letras, en mi caso A, B y C. Todos sabíamos que los alumnos del A eran los más aplicados y mejor portados (puedo decir que en mi recuerdo eran también los más peinaditos); en el otro extremo, los del C éramos los más inquietos, los menos aplicados e incluso los menos dotados académicamente (y claro, los menos preocupados por permanecer peinados); los del B eran un nivel intermedio entre ambos. Está de más decir que cuando se trataba de concursos académicos entre los tres grupos, ganarles a los del A e incluso a los del B, significaba para los del C (o para mí, al menos) sobreponernos a una especie de humillación siempre latente.
Pues bien, no hace mucho tuve la oportunidad de platicar con uno de los directores de aquellos años. Para mi enorme sorpresa, me contó que los grupos siempre habían sido conformados al azar, sin que mediara ninguna característica personal en las decisiones: nada de mayor capacidad intelectual, ni medios sociales distintos, ni diferencias de comportamiento: ¡nada! Todo eso era ─me dijo─ una especie de mito que corría de forma inevitable entre los estudiantes y que los hacía autoclasificarse de esa manera, provocando conductas como las que describo.
¡Quién sabe cuántas cosas habrá determinado aquel “detalle” en nuestras vidas! Debo decir que todavía mantengo un chat de amigos con aquella generación, y en él aún aludimos a esas diferencias. Lo hacemos con humor, pero hay amigas y amigos que recuerdan, por ejemplo, su paso por el grupo A como una experiencia angustiante, de competencia feroz, depresión y estrés constantes. Por otra parte, si doy mi testimonio como alumno del C, debo confesar que no puedo dejar de asociar esta letra con ser flojo y un poco tonto (lo cual, por otra parte, siempre me abrió grandes oportunidades de diversión). La mirada omnipresente del panóptico foucaultiano sigue de alguna forma dentro de mí.
*
¿Cuántas arbitrariedades como esas unen y separan a los niños? ¿Por cuáles caminos prestablecidos llegan a conocerse unos a otros, o a desconocerse? ¿Cuántos prejuicios operan para que decidan a quién quieren acercarse y a quién no, configurando no sólo el universo social que los acompañará por largo rato sino distorsionando el sentido mismo que tiene y tendrá en sus vidas el tomar decisiones? Una tercera historia personal me permitirá darles la vuelta a estas preguntas e intentar responderlas de forma positiva, buscando una salida a esas rutas inconscientes que determinan nuestras relaciones y comportamientos. Se trata de un ejercicio que un grupo de personas llevamos a cabo hace muchos años en una escuela de la Ciudad de México. Formaba parte de un amplio proyecto llamado Taller de Integración, que habíamos creado con la simple intención de apoyar la convivencia entre estudiantes de cuarto y quinto grados de primaria, y de explorar prácticas de comunicación e inclusión. Mediante charlas, juegos y dinámicas de grupo, aspirábamos a aportar nuevos canales de encuentro entre niños que se mantenían separados entre sí por motivos de los que ellos mismos no eran conscientes.
El ejercicio en cuestión consistía en trazar una raya al centro del aula, con los niños colocados en torno. Los maestros hacían una pregunta: “¿A quién le gusta la música?”, y en vez de decir “A mí”, los niños debían colocarse sobre la raya. Era una forma de crear efímeros grupos con quienes estaban unidos por esa característica. Si bien al principio las preguntas convocaban a un montón de niños a ir a la línea, poco a poco apuntaban hacia inclinaciones menos comunes (¿a quién le gusta pintar?, ¿a quién le gusta tener momentos de soledad?) hasta aludir a condiciones íntimas (¿quién ha perdido a un ser querido?, ¿quién siente enojo con frecuencia?). Los niños sobre la raya formaban ahora grupos más reducidos, y teníamos la esperanza de que algunos pudieran identificar coincidencias que los unían con compañeros que no eran sus amigos, o a los que rechazaban, o incluso con quienes tenían una relación de bullying. Recuerdo bien que una de nuestras principales dudas era hasta dónde podíamos llevar las preguntas sin violentar la intimidad de nadie.
Años después tuve la fortuna de ver repetido este ejercicio ─que, por cierto, no habíamos inventado nosotros─ en un experimento social en el que ocurría lo mismo, sólo que con mayor cantidad de gente, toda adulta. El objetivo era evidenciar las coincidencias que había entre habitantes de distintas zonas de una ciudad conflictiva. En un inicio los participantes formaban seis o siete grupos, unidos por edad o por medio social, no recuerdo. Comenzadas las preguntas, los grupos se iban disolviendo para formar otros con nuevas características (los que eran hijos únicos, los que habían perdido un hermano, etc). Resultaba conmovedor ver a toda aquella gente desplazándose por el gran salón para formar conjuntos con nuevas e inesperadas diversidades. De todo aquello tengo dos recuerdos entrañables: la imagen de un motociclista gigantón, vestido de cuero oscuro y con todo el cuerpo tatuado, agachándose para recibir el abrazo de una anciana de aspecto tímido y conservador, y llorando juntos por haber coincidido en no sé qué pregunta. La otra imagen conmovedora fue la de un chico que recorrió el escenario, él solo, para colocarse tímidamente al centro, único participante que respondía a la pregunta: “¿Quién de ustedes es bisexual?”
Creo que es un ejercicio que todos deberíamos hacer en nuestras comunidades. La educación que yo quiero lo incluye definitivamente. No sé a ciencia cierta si esta interacción puede abrir ventanas oxidadas en nosotros y hacernos pensar y actuar distinto. Quiero creer que la anciana y el motociclista nunca volvieron a ser los mismos después de aquel abrazo; que al verse uno reflejado en otro, ambos derrumbaron grandes prejuicios sobre sus diferencias. Quiero también pensar que alguno de nuestros estudiantes del Taller de Integración se dio la oportunidad de acercarse a algún compañero “desconocido” después del juego aquel. Quiero creer que dinámicas como ésta pueden abrir vías de solución a problemas, por ejemplo, al bullying, el cual presumiblemente opera cuando una persona no se quiere ver reflejada en otra.
Tal vez este ejercicio no sea suficiente para revelar a los participantes que llevan dentro de sí una mirada vigilante que los persigue y los induce a creer ciertas cosas. Para mí, bastaría con que les permitiera vislumbrar que nuestros atributos y experiencias están más repartidos de lo que creemos, y les dejara sospechar que los seres humanos estamos más unidos unos con otros que con ese deber omnisciente que se la pasa vigilándonos.
Quisiera, en última instancia, volver al inicio de este texto y pararme frente a aquellos niños de mi preprimaria para gritar con voz tierna y firme: ¡Rompan filas! Algunos de ellos se quedarían con sus amigos recién conocidos, pero otros seguramente se irían a rondar por ahí, atraídos por una mirada, una sonrisa o una estatura diferentes.
Todos se sentirían súbitamente libres. En nuestro mundo hipervigilado, eso resultaría un respiro insondable.
Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/el-modelo-panoptico-en-las-escuelas/
«Para pocos es desconocido que el SNTE, después de la detención de la profesora Gordillo, fue cooptado y maniatado por la élite política mexicana a través de lo que se conoció como El Pacto por México…»
Desde hace varios años, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), se ha caracterizado por simular una férrea defensa de los derechos laborales y profesionales de sus agremiados.
Bajo el viejo y arcaico discurso que emula las “conquistas” como un logro sindical o seccional, ha intentado demostrar que todos los “beneficios” de los que goza el magisterio han sido producto de las “intensas” luchas que han sostenido con distintos gobiernos, federales y estatales, y no de una serie de derechos que los trabajadores tienen y que están plasmados en la Ley Federal del Trabajo. Vaya, si de luchas se tratara, sería obvio que, a través de éstas, se conseguiría un aumento salarial que realmente significara un beneficio inmediato en los bolsillos de los trabajadores de la educación y no lo contrario pues, derivado de los paupérrimos incrementos que ha “negociado” con las élites del poder, de 2013 a la fecha, dicho aumento ha ido en declive: 3.9%, 3.5%, 3.4%, 3.15%, 3.8%, 3.4%, 3.3%, 3.4% y 3.4%. Entonces, ¿qué será aquello lo por lo que ha luchado? Porque en los hechos, estos aumentos salariales son insignificantes dada la inflación que se ha tenido en los últimos años.
Ahora bien, ya que estamos en este ejercicio de luchas y conquistas “constantes” habría que hacer notar, que los pliegos nacionales de demandas que anualmente se elaboran con la participación democrática de “todos” los trabajadores de la educación son otra simulación que se suma a otras tantas más que caracterizan a esta organización sindical. Y es que, cada año, con bombo y platillo, se anuncia la apertura de sendas convocatorias para la construcción de un documento que, supuestamente, recoge el sentir del magisterio nacional. Un evento que, por sí mismo, goza de escasa credibilidad, dado que ni todos los agremiados participan ni todas las posibles propuestas se incorporan, por ejemplo, una demanda que fue muy sentida por las maestras y maestros desde que comenzó la pandemia en 2020, fue la reactivación del fideicomiso del Programa Tecnologías Educativas para que les fueran entregados equipos de cómputo para que contaran con una herramienta que les permitiera continuar con los procesos formativos de sus alumnos de manera virtual, sin embargo, poco o nada se logró al respecto. Sí, es cierto, hubo un pronunciamiento por el máximo dirigente de este sindicato ¿y luego? En pocas, muy pocas entidades del país, se entregaron computadoras a algunos profesores. Entonces, ¿seguimos hablando de luchas y conquistas sindicales?
Regresando un poco al tema de los aumentos salariales, para pocos es desconocido que el SNTE, después de la detención de la profesora Gordillo, fue cooptado y maniatado por la élite política mexicana a través de lo que se conoció como El Pacto por México; la mal llamada reforma educativa, sin menoscabo de esta organización sindical en manos de Juan Díaz de la Torre, fue aprobada y, de ello, se derivaron violentos atropellamientos a los derechos laborales y trabajadores de la educación, pero también, una incisiva y lacerante denostación del magisterio. Durante el sexenio peñanietista, ¿qué lucha emprendió el SNTE y sus dirigentes sindicales para aminorar los efectos de esa reforma educativa?, ¿cuáles fueron sus “conquistas” sindicales? Bien se dice que el olvido es una laguna en la memoria, pero hay de olvidos a olvidos y de memorias a memorias, y aquí estamos para recordar ciertos eventos que, por donde quiera que se mire, nada más no acaban de desaparecer, siguen tan frescos como el día en que la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD), y Aurelio Nuño, acometían en contra del gremio.
Y es que, como en reiteradas ocasiones lo he escrito y referenciado, hoy día, la Unidad del Sistema de la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM), copia mal hecha de la CNSPD, sigue vulnerando a su antojo los derechos de los trabajadores de la educación y, aunque el actual dirigente sindical, a mediados de diciembre del año pasado, dijo estar preparando una propuesta para reformar la ley de la USICAMM, la verdad de las cosas es que todo sigue igual, nada ha cambiado. Gatopardismo puro pues. ¿Por qué no luchar por un aumento salarial que mejore las condiciones laborales y profesionales de todos los trabajadores de la educación en lugar de permitir y hasta impulsar un programa de estímulos salariales que discrimina y clasifica a los profesores dejando en estado de indefensión a otros tantos más por la emisión de criterios de valoración alejados de lo que ocurre en el salón de clases? Entonces, ¿por qué, para qué y para quién “lucha” este sindicato?
Y bueno, ya que estamos hablando de algunas cuestiones que ocurren en el salón de clases, para nadie es desconocida la infame postura que esta organización sindical tomó desde que inició el confinamiento educativo en marzo de 2020; la tibieza en las declaraciones, pero también, la inacción que ha caracterizado a sus dirigentes para exigir se garanticen las mejores condiciones para todos los trabajadores de la educación, ha sido una constante. Es más, me atrevo a decir, que la parsimonia con la que ha actuado en las tres o cuatro olas de contagios que se han vivido en nuestro país, es castrante. Las autoridades educativas han hecho y desecho lo que han querido al abrir y cerrar los planteles escolares, sin que esta organización sindical haya movido un solo dedo para exigir esas condiciones, mejoras en la atención médica, entre otras cuestiones. Entonces, habría que preguntarse, ¿por qué y para quién “lucha” esta organización sindical?, ¿cuál es su razón de ser?, ¿cuál es su objeto y objetivo?
Tengo claro que, el origen de lo que alguna vez fue conocido como el sindicato más grande de América, fue auspiciado por las élites del poder político en México; poder que, por donde quiera que se mire, sigue mandando al interior de esta organización sindical, y bueno, seguramente por ello, la defensa irrestricta de los derechos laborales y profesionales de sus agremiados seguirá esperando, obviamente, si los jóvenes trabajadores de la educación se lo permiten. Creo, en sus manos está la posibilidad de construir una estructura sindical con otra visión, alejada de las mentiras y los intereses personales que han llevado al poder a Jonguitud Barrios, Gordillo Morales, Díaz de la Torre o Cepeda Salas.
Por: Aleida Rueda, Fabiola Torres, Juan Ugarte / Salud con Lupa
La ciencia ya ha ofrecido suficientes pruebas de la ineficacia y perjuicio de algunos medicamentos usados en la lucha contra la pandemia, promovidos incluso por algunos gobiernos. Éste es un análisis con las pruebas científicas existentes sobre su efectividad
En el ondulante camino por contener al covid-19, los médicos de todo el mundo han usado desde antiinflamatorios y antivirales hasta plasma sanguíneo y células madre. A pesar de que la ciencia ya ha ofrecido suficientes pruebas sobre la ineficacia o perjuicio de algunos de ellos, ciertos gobiernos de América Latina insisten en mantenerlos en sus tratamientos oficiales. Medicamentos como la hidroxicloroquina o la azitromicina ya no deberían aplicarse en los hospitales, sin embargo países como Perú, Brasil o México continúan ofreciéndolos sin atender a las advertencias de la comunidad científica internacional.
En este especial, con la colaboración de la Fundación Epistemonikos, hemos analizado la evidencia disponible para algunos de los tratamientos y medicamentos más usados contra el coronavirus. Luego hemos elaborado una clasificación de siete niveles (desde “altamente efectivo” hasta “la ciencia no lo avala”) que describe la utilidad de estas terapias. La clasificación se actualiza cada semana de acuerdo a la nueva evidencia disponible.
¿Por qué es relevante para covid-19?
La dexametasona es un corticoide que disminuye la inflamación (efecto antiinflamatorio) y reduce o suprime la respuesta inmune de nuestro organismo (efecto inmunosupresor). Estos efectos son los que se busca controlar en los casos más graves de covid-19 porque hay inflamación del pulmón y otros órganos, además de una respuesta inmune «exagerada» de nuestro organismo.
Tipo de medicamento
Antiinflamatorios
Tipo de pacientes
¿En qué casos se propone su uso?
El uso de corticoides, como la dexametasona, se ha propuesto principalmente en pacientes graves que requieren atención en unidades de cuidados críticos, en especial en aquellos que requieren apoyo de un ventilador mecánico.
¿Se propone su uso en otros casos?
No, en los pacientes de menor gravedad aún no se propone su uso, aunque se está investigando si tienen algún rol. Otros tipos de corticoides, por vía inhalada, se están evaluando para la prevención de covid-19.
¿Qué dice la evidencia?
Conocemos los resultados de tres ensayos aleatorizados (en los que participaron más de 6000 pacientes) que muestran que la dexametasona disminuye el riesgo de muerte en los casos graves de covid-19, además de otros beneficios.
Aún falta conocer los resultados de otros ensayos. Con ellos podremos confirmar lo que sabemos e, idealmente, determinar si la dexametasona es mejor que otros corticoides, cuál es la mejor forma de administrarla y cuál es el rol que cumple en casos de menor gravedad, como los pacientes hospitalizados fuera de unidades de cuidados intensivos.
En el caso de las personas con síntomas leves que no requieren hospitalización, la dexametasona no tiene beneficios. Tampoco juega un rol en la prevención del contagio.
Dónde acceder a la evidencia y mantenerse actualizado sobre esta intervención: Corticosteroids for covid-19
Evidencia actualizada al 28/01/2021.
Los principales estudios:
Los principales ensayos que han reportado datos totales o parciales son: RECOVERY (Reino Unido), DEXA-covid19 (internacional) y CoDEX (Brasil).
Países de América Latina que lo usan contra el covid-19:
Ya se usa para pacientes hospitalizados por covid-19 en Brasil, Colombia, México y Perú.
Patentes: Genérico
Fabricantes principales: Kern Pharma (España)
Postura de la OMS:
La OMS recomienda el uso de corticoides para el tratamiento de pacientes con covid-19 en estado grave y crítico. No sugiere usarlos en casos leves, ya que los estudios no reportaron beneficios en estos casos y podría resultar perjudicial. La terapia debe estar bajo la supervisión de un médico.
Posibles efectos adversos:
Los corticoides tienen múltiples efectos adversos, en especial en quienes los utilizan por tiempo prolongado. Sin embargo, en el tratamiento de pacientes con covid-19 grave, el único efecto adverso importante es el aumento del nivel de glucosa sanguínea, que es controlable y no tiene consecuencias a largo plazo.
¿Por qué es relevante para covid-19?
La ivermectina es un antiparasitario con efectos probados en animales y seres humanos en el tratamiento contra algunos parásitos intestinales o externos, como la pediculosis.
Tipo de medicamento
Antiparasitarios
Tipo de pacientes
¿En qué casos se está investigando?
La ivermectina se está investigando tanto para la prevención como para el tratamiento de covid-19 en etapas iniciales.
¿Qué dice la evidencia?
La semana pasada un equipo internacional dio a conocer los resultados de varios ensayos, con lo cual ya contamos con 22 ensayos que evalúan el rol de la ivermectina en la prevención o el tratamiento de covid-19.
La mayoría de estos ensayos son pequeños y tienen limitaciones importantes. A pesar de ello, al combinar todos los resultados concluimos que el uso de ivermectina podría resultar en una evolución más favorable de los pacientes con covid-19 y que incluso podría disminuir la mortalidad. Por esta razón, la ivermectina sube a la categoría de «prometedora» en nuestro ranking.
Ahora bien, que la ivermectina sea «prometedora» no significa que esté lista para su uso. Para que la ivermectina esté «lista» es importante seguir evaluándola en nuevos ensayos aleatorizados con un número mayor de pacientes reclutados y un mejor diseño metodológico.
Por otra parte, la evolución de la evidencia sobre la ivermectina nos recuerda la importancia de contar con los resultados de todos los ensayos que se han llevado a cabo, incluidos los que son desalentadores. Aparentemente, durante la pandemia se ha exacerbado el «sesgo de publicación». Este sesgo es un problema habitual en la ciencia y consiste en la publicación selectiva de los ensayos con resultados «positivos», dejando sin publicar los «negativos». Cuando esto ocurre, la evidencia queda incompleta y las conclusiones basadas en ella puedan estar equivocadas. En el caso de la ivermectina, sabemos que el ensayo colombiano EPIC no observó beneficio. Se trata del ensayo más grande realizado hasta ahora con ivermectina y los resultados se anunciaron en una conferencia de prensa el 30 de diciembre. Sin embargo, al día de hoy EPIC aún no ha dado conocer la totalidad de la información, con lo cual no es posible integrar sus datos al conjunto de la evidencia existente.
Dónde acceder a la evidencia y mantenerse actualizado sobre esta intervención: Ivermectin for covid-19
Evidencia actualizada al 28/01/2021.
Los principales estudios:
Los ensayos que han reportado datos totales o parciales son: IVE-COV (Pakistán), Raad H et al (Irak y el Líbano), ERC-DMC/ECC/2020/117 (Bangladesh), Rezai y colaboradores (Irán), RIVET-COV (India), Okumuş y colaboradores (Turquía), Spoorthi y colaboradores (India), ZU-IRB#6150 (Egipto), Chachar y colaboradores (Pakistán), Mohiuddin y colaboradores (Bangladesh), SAINT (España), Kirti y colaboradores (India), IVERcovid (Nigeria), IVERCAR-TUC (Argentina), EPIC (Colombia), Chachar y colaboradores (Pakistán), Ahmed y colaboradores (Bangladesh), Niaee y colaboradores (Irán), Elgazzar y colaboradores (Egipto), Krolewiecki y colaboradores (Argentina), IVM-DOX (Irak), Podder y colaboradores (Bangladesh).
Países de América Latina que lo usan contra el covid-19:
Guatemala, Bolivia, Perú, Honduras, Brasil y México (ensayos clínicos)
Patentes:
Genérico
Fabricantes principales:
–
Postura de la OMS:
No recomendado como tratamiento para covid-19
Posibles efectos adversos:
Lesiones en la piel como llagas y úlceras profundas (si se aplica de forma subcutánea); posible toxicidad si se combina con otros medicamentos; además hay evidencia de una vulnerabilidad en el sistema inmune.
¿Por qué es relevante para covid-19?
El ibuprofeno es un antiinflamatorio no esteroidal ampliamente utilizado en infecciones y otras enfermedades para el control de síntomas como la fiebre y el dolor. Además de ser relevante por su rol en el manejo sintomático, cobró importancia al comienzo de la pandemia porque algunos científicos advirtieron de posibles efectos perjudiciales en pacientes con covid-19 que utilizaban ibuprofeno. Actualmente, se está investigando un posible rol como tratamiento en ciertos casos de covid-19.
Tipo de medicamento
Antiinflamatorios
Tipo de pacientes
¿En qué casos se está investigando?
El ibuprofeno se está investigando en pacientes con covid-19 que desarrollan una forma grave de daño pulmonar llamada síndrome de distrés respiratorio agudo.
¿Qué dice la evidencia?
Varias decenas de estudios no aleatorizados han despejado bastante las dudas iniciales sobre la posibilidad de que el ibuprofeno causara un agravamiento de la enfermedad.
Ahora, dejando atrás esa polémica, algunos investigadores han planteado que el ibuprofeno podría tener un efecto curativo en ciertas etapas de la enfermedad. Existe un ensayo en curso para evaluar esta hipótesis, pero todavía no contamos con resultados que permitan sacar conclusiones. Es decir, no sabemos si el ibuprofeno tiene un rol en el tratamiento del covid-19.
Aún no hay ensayos aleatorizados finalizados. El más importante que se encuentra en curso es el ensayo LIBERATE (Reino Unido).
Países de América Latina que lo usan contra el covid-19:
Disponible en farmacias: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
Patentes:
Genérico
Fabricantes principales:
–
Postura de la OMS:
Aceptado como tratamiento para síntomas leves.
Posibles efectos adversos:
No produce efectos adversos importantes en las dosis recomendadas.
¿Por qué es relevante para covid-19?
La vitamina D tiene múltiples funciones en nuestro organismo. Actualmente se le atribuyen innumerables propiedades, entre ellas, ayudar a prevenir o acelerar la recuperación de infecciones virales, como el covid-19.
Tipo de medicamento
Suplementos nutricionales
Tipo de pacientes
¿En qué casos se está investigando?
La vitamina D se está investigando tanto en la prevención como en el tratamiento del covid-19.
¿Qué dice la evidencia?
El ensayo aleatorizado más importante sobre el efecto de la vitamina D en el tratamiento de covid-19 se publicó la tercera semana de noviembre de 2020. El resultado fue desalentador. Si bien la terapia incrementó los niveles de vitamina D de los pacientes, esto no se tradujo en ningún beneficio clínico.
Antes de esta publicación, otros estudios mostraron resultados alentadores. Muchos sugirieron que las personas con niveles bajos de vitamina D podrían tener mayor riesgo de contraer covid-19, y que las personas que se contagian podrían tener una peor evolución. Luego, dos ensayos aleatorizados que usaron vitamina D para tratar a pacientes con covid-19 hospitalizados mostraron una importante reducción en los riesgos de que su estado se agravara. Se trata, sin embargo, de ensayos pequeños, con múltiples limitaciones metodológicas, que requerían confirmación. Finalmente, el uso aparentemente exitoso de vitamina D para tratar al presidente de EE.UU., Donald Trump, no redujo la incertidumbre, aunque sí contribuyó a aumentar las expectativas sobre el desempeño de este medicamento.
La comunidad científica esperaba, entonces, la confirmación de la efectividad de la vitamina D en covid-19. Al agregar la nueva evidencia al conjunto, la conclusión es, lamentablemente, que la vitamina D ha dejado de ser un tratamiento prometedor.
Dónde acceder a la evidencia y mantenerse actualizado sobre esta intervención: Vitamin D for covid-19
Evidencia actualizada al 28/01/2021.
Los principales estudios:
El principal ensayo reportado es el de Murai y colaboradores (Brasil; Universidad de Sao Paulo). Otros ensayos reportados son covidIOL (España) y SHADE (India). Existen decenas de ensayos en desarrollo.
Países de América Latina que lo usan contra el covid-19:
–
Patentes:
Genérico
Fabricantes principales:
–
Postura de la OMS:
No indicado como tratamiento para covid-19.
Posibles efectos adversos:
Consumir demasiada vitamina D (conocida como toxicidad por vitamina D) puede ser perjudicial. Los signos de toxicidad incluyen náuseas, vómitos, falta de apetito, estreñimiento, debilidad y pérdida de peso.
¿Por qué es relevante para covid-19?
El paracetamol es un fármaco ampliamente utilizado para el control de la fiebre, el dolor y otros síntomas que se observan en las personas con covid-19.
Tipo de medicamento
Analgésicos
Tipo de pacientes
¿En qué casos se está investigando?
El paracetamol no se está investigando activamente en covid-19.
¿Qué dice la evidencia?
Posiblemente, el paracetamol es lo primero que se receta en pacientes con síntomas de covid-19. Sin embargo, hasta ahora no existen estudios que evalúen su efectividad en personas con esta enfermedad. Se ha planteado como alternativa a los antiinflamatorios no esteroidales, que sí han sido objeto de una intensa investigación.
No hay ensayos en ninguna etapa que evalúen este medicamento, aunque es razonable extrapolar lo que sabemos sobre su eficacia y seguridad en otras enfermedades.
Países de América Latina que lo usan contra el covid-19:
Disponible en farmacias de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela
Patentes:
Genérico
Fabricantes principales:
–
Postura de la OMS:
Recomendado para los primeros síntomas: dolor y fiebre.
Posibles efectos adversos:
Ninguno, siempre y cuando no se superen los 4 gramos diarios
¿Por qué es relevante para covid-19?
El remdesivir es un antiviral de amplio espectro que fue utilizado sin éxito para el tratamiento de la hepatitis C, Ébola, MERS y SARS. En estudios de laboratorio mostró actividad importante contra el SARS-CoV-2, por lo que se transformó en uno de los fármacos más investigados durante la pandemia.
Tipo de medicamento
Antivirales
Tipo de pacientes
¿En qué casos se propone su uso?
El uso de remdesivir se ha propuesto principalmente en pacientes hospitalizados con gravedad moderada.
¿Se está investigando su uso en otros casos?
Sí, su uso se está investigando en todo tipo de pacientes con covid-19. A diferencia de otros antivirales, no se está investigando su uso en la prevención de la enfermedad.
¿Qué dice la evidencia?
La polémica por el remdesivir se encuentra en un punto álgido con distintas organizaciones que dan recomendaciones discordantes sobre cuándo usar este medicamento y cuándo no. Por un lado, en octubre la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de Estados Unidos y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) aprobaron el uso del remdesivir en pacientes con covid-19. Esto permitió que la farmacéutica Gilead cerrara tratos de venta multimillonarios. Por otro lado, hay variadas acusaciones de irregularidades en esos procesos de aprobación. Se sospecha, por ejemplo, que las aprobaciones fueron aceleradas para evitar hacerse cargo de los resultados del ensayo SOLIDARITY, de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estos resultados fueron difundidos el 15 de octubre y mostraron que remdesivir no tendría ningún beneficio. En consecuencia, el 20 de noviembre la OMS publicó la recomendación de no utilizar remdesivir en pacientes con covid-19, cualquiera sea la severidad de la enfermedad.
Polémica aparte, hasta ahora se han publicado cinco ensayos aleatorizados que evalúan el efecto de sumar remdesivir al tratamiento de pacientes con covid-19 y ninguno ha logrado demostrar un efecto sobre la tasa de mortalidad ni sobre el número de pacientes conectados a ventiladores mecánicos.
Aún falta aclarar cuáles pueden ser las razones detrás de las diferencias que se observan en los distintos ensayos. También falta evaluar la información de los múltiples ensayos en curso, que seguramente darán más luces sobre el rol del remdesivir. De hecho, aún no se puede descartar que remdesivir tenga un beneficio pequeño, aunque sea a un costo alto. Por lo tanto, es demasiado pronto para decir si remdesivir está listo para ser abandonado. En base a la información existente, sigue tratándose de un medicamento poco prometedor.
Dónde acceder a la evidencia y mantenerse actualizado sobre esta intervención: Remdesivir for covid-19
Evidencia actualizada al 28/01/2021.
Los principales estudios:
Los principales ensayos que han reportado datos totales o parciales son: SOLIDARITY (OMS, internacional), CAP-China remdesivir 1 y CAP-China remdesivir 2 (China), ACTT-1 (internacional) y SIMPLE 2 (internacional).
Países de América Latina que lo usan contra el covid-19:
Venezuela, Brasil, Colombia y México (en ensayos clínicos)
Patentes:
Gilead Sciences tiene la patente exclusiva de fabricación hasta el 2037.
Fabricantes principales:
Gilead Sciences (Estados Unidos)
Postura de la OMS:
No lo recomienda para el tratamiento de covid-19 en ninguna etapa.
Posibles efectos adversos:
Aparentemente es un fármaco seguro, aunque aún se requieren más datos para descartar si fue la causa de daño en el hígado, daño renal e hiperglicemia en algunos pacientes que lo recibieron en los estudios.
¿Por qué es relevante para covid-19?
Se ha planteado que las células madre tendrían una gran variedad de propiedades terapéuticas. Entre ellas, su supuesto efecto antiinflamatorio las haría potencialmente útiles en el tratamiento del covid-19. Las células madre (o troncales) se llaman así por su capacidad de dividirse y luego transformarse en cualquier tipo de tejido. Es decir, pueden ‘procrear’ múltiples células.
Tipo de medicamento
Terapias celulares
Tipo de pacientes
¿En qué casos se está investigando?
Las células madre se están investigando para el tratamiento de covid-19 en etapas graves.
¿Qué dice la evidencia?
Hasta ahora, sólo se han completado pequeños ensayos aleatorizados con este tratamiento. Estos no permiten afirmar si las células madre son o no efectivas. Además, se trata de un tipo de tratamiento de alto costo.
Los ensayos que han reportado resultados son: Shi L y colaboradores (China) y Shu L y colaboradores (China) y Lanzoni y colaboradores (Estados Unidos). Hay más de 50 ensayos en curso que están probando diferentes tipos de células y técnicas.
Países de América Latina que lo usan contra el covid-19:
Brasil y México (estudios clínicos)
Patentes:
–
Fabricantes principales:
–
Postura de la OMS:
No hay información disponible.
Posibles efectos adversos:
En experimentación
¿Por qué es relevante para covid-19?
Un estudio no aleatorizado que tuvo gran repercusión mediática al comienzo de la pandemia puso la azitromicina entre los tratamientos más utilizados contra el covid-19. Sin embargo, se trata de un antibiótico usado frecuentemente en enfermedades causadas por bacterias, mientras que el covid-19 es una infección viral. Las teorías que justificarían su uso como terapia para el covid-19 no están del todo probadas.
Tipo de medicamento
Antibióticos
Tipo de pacientes
¿En qué casos se propuso su uso?
La azitromicina se propuso para prevenir el covid-19, pero también se postuló como tratamiento contra la enfermedad en diferentes etapas.
¿Qué dice la evidencia?
La publicación de los resultados del ensayo RECOVERY, basado en datos de más de 7 mil pacientes, no hizo más que confirmar lo que ya sabíamos gracias a otros ensayos: azitromicina no tiene ningún beneficio en el tratamiento de covid-19.
Dónde acceder a la evidencia y mantenerse actualizado sobre esta intervención: Azithromycin for covid-19
Evidencia actualizada al 28/01/2021.
Los principales estudios:
Los ensayos que han reportado datos son el RECOVERY (Reino Unido), COALITION I y COALITION II (Brasil) y Sekhavati y colaboradores (Irán).
Países de América Latina que lo usan contra el covid-19:
Argentina, Brasil, Colombia, México, Perú, Venezuela
Patentes:
Genérico
Fabricantes principales:
Fabricante de Zithromax: Pfizer (Estados Unidos)
Postura de la OMS:
No recomendado como tratamiento para covid-19.
Posibles efectos adversos:
Es un antibiótico, lo que conlleva los riesgos personales y poblacionales del uso innecesario de antibióticos.
Plasma convaleciente
¿Por qué es relevante para covid-19?
Los pacientes que se han recuperado de cuadros infecciosos poseen anticuerpos en su sangre que los protegen de futuras enfermedades producidas por el mismo agente. Estos anticuerpos pueden obtenerse desde el plasma de la sangre, que en este contexto pasa a llamarse plasma convaleciente.
Tipo de medicamento
Productos sanguíneos
Tipo de pacientes
¿En qué casos se está investigando?
El plasma convaleciente se está investigando para el tratamiento de covid-19 en etapas graves.
¿Qué dice la evidencia?
El 15 de enero se conocieron preliminarmente los resultados del ensayo RECOVERY, que confirmó lo que habían mostrado la inmensa mayoría de los 11 ensayos aleatorizados cuyos datos ya conocíamos: el plasma convaleciente no otorga ningún beneficio en el tratamiento del covid-19.
A pesar de la reciente aprobación para su uso por la FDA y de tratarse de una de las intervenciones terapéuticas que más interés suscitaba en todo el mundo, la evidencia ya es abrumadoramente desfavorable para esta terapia.
Aún persiste una pequeña duda sobre si podría existir beneficio al utilizar cierto tipo de plasma en un subconjunto específico de pacientes. Sin embargo, el interés en seguir investigando esta intervención tan poco prometedora, de alto costo y complicada logística, probablemente irá decayendo.
Desafortunadamente, en base al conjunto de información con la que contamos, el plasma convaleciente se encuentra en la categoría de «poco prometedor» en nuestro ranking.
Los ensayos reportados hasta ahora son PLACID (India), PlasmAr (Argentina), RECOVERY (Reino Unido), Li L y colaboradores (China), CONcovid (Países Bajos), Rasheed AM y colaboradores (Irak), ConPlas-19 (España), Balcells ME y colaboradores (Chile), ILBS-covid-02 (India) y Bandopadhyay y colaboradores (India), PlasmAr (Argentina) y FundacionINFANT-Plasma (España).
Países de América Latina que lo usan contra el covid-19:
Se hacen ensayos clínicos en Argentina, Brasil, México, Chile, Colombia, Panamá, Costa Rica, Paraguay. En Venezuela, Bolivia y El Salvador se usa como protocolo de emergencia.
Patentes:
–
Fabricantes principales:
–
Postura de la OMS:
Autorizado bajo condiciones experimentales y dentro del marco regulatorio de cada país.
Posibles efectos adversos:
En experimentación
Tipo de medicamento
Pseudociencia
Tipo de pacientes
¿En qué casos se ha planteado su uso o investigado?
No se ha planteado su uso para ningún tipo de pacientes, pero se ha extendido la falsa noticia de que podría prevenir el contagio del covid-19. Tampoco se han iniciado investigaciones sobre este producto.
¿Qué dice la evidencia?
Probablemente el dióxido de cloro nunca será evaluado en estudios clínicos porque existe información suficiente que advierte de sus riesgos para la salud. Más aún, no hay investigación de laboratorio o de ningún otro tipo que haga suponer que tendría un beneficio. Se trata más bien de un caso típico de “terapia” cuyo estatus no responde a razones científicas.
Evidencia actualizada al 28/01/2021.
¿Por qué es relevante para covid-19?
Al comienzo de la pandemia, un estudio no aleatorizado que tuvo gran repercusión mediática puso la hidroxicloroquina y la cloroquina entre los tratamientos más utilizados contra el covid-19. La recomendación de utilizarla que hizo una guía china (sin haber publicado los datos que la sustentaban) y la promoción realizada por los presidentes Donald Trump y Jair Bolsonaro (sin base científica) también contribuyeron a su popularidad.
Tipo de medicamento
Antimaláricos
Tipo de pacientes
¿En qué casos se propuso su uso?
La hidroxicloroquina y la cloroquina se propusieron para prácticamente todo el espectro de casos posibles, tanto de prevención como de tratamiento del covid-19.
¿Qué dice la evidencia?
La evidencia sobre el rol de la cloroquina y la hidroxicloroquina en el tratamiento del covid-19 es categórica: no son efectivos. Se trata de evidencia que proviene de más de 40 ensayos que ya han reportado datos de más de 15 mil pacientes.
En cuanto al rol de estos fármacos en la prevención del covid-19, la evidencia también es desalentadora. Todos los ensayos aleatorizados sobre prevención con los que contamos han reportado que no se observó ningún efecto beneficioso. A pesar de ello, a principios de octubre se reactivó la controversia cuando dos grupos de investigadores afirmaron que al combinar todos estos estudios sí se observaría un beneficio. Lamentablemente, estas afirmaciones están basadas en revisiones muy poco rigurosas de los datos. Lo más razonable es ignorarlas hasta que contemos con los análisis más completos, que estarán disponibles muy pronto.
El 17 de diciembre la OMS publicó la recomendación de no utilizar hidroxicloroquina o cloroquina en pacientes con covid-19, cualquiera sea la severidad de la enfermedad.
Estos ensayos son algunos de los principales que han reportado resultados: RECOVERY (Reino Unido), SOLIDARITY (OMS/internacional), covid-19 PREP/PEP/PET (3 estudios en Estados Unidos), BCN PEP CoV-2 (2 estudios en España), COALITION I (Brasil), Kamran y colaboradores (Pakistán), Tang y colaboradores (China), Tang y colaboradores (China), Chen ZW y colaboradores (China), Chen L y colaboradores (China), Chen PC y colaboradores (Taiwán), HC-nCoV (China), Huang M y colaboradores (China), Abd-Elsalam S y colaboradores (Egipto), Mohiuddin y colaboradores (Bangladesh), NO covid-19 (Noruega) y ORCHID (Estados Unidos).
Países de América Latina que lo usan contra el covid-19:
Argentina, Brasil, Colombia, México, Perú, Uruguay Venezuela
Patentes:
Genérico
Fabricantes principales:
–
Postura de la OMS:
No recomendado como tratamiento para covid-19.
Posibles efectos adversos:
Arritmias y otros problemas cardiacos, bajos niveles de azúcar en la sangre, anemias, y algunos problemas neurológicos y de visión.
Lopinavir/Ritonavir
¿Por qué es relevante para covid-19?
El lopinavir/ritonavir es una combinación de antivirales que se utiliza para tratar el VIH y que se comercializa como Kaletra®. Como es un fármaco con relativamente pocos efectos adversos y que se encuentra disponible en casi todos los países, apenas comenzó la pandemia se iniciaron múltiples ensayos para evaluar su efectividad.
Tipo de medicamento
Antivirales
Tipo de pacientes
¿En qué casos se propuso su uso?
La combinación de lopinavir y ritonavir se propuso para prevenir el covid-19, pero especialmente se postuló como tratamiento contra la enfermedad en diferentes etapas.
¿Qué dice la evidencia?
De los múltiples ensayos realizados para evaluar la efectividad del lopinavir/ritonavir, cinco tienen datos que permiten concluir que este fármaco no tiene ningún beneficio para los pacientes con covid-19.
El 8 de octubre se conocieron los resultados del ensayo RECOVERY que indicaron que no mostró beneficios. Una semana después, el 15 de octubre, se difundieron los de SOLIDARITY y se confirmó la ausencia de eficacia. Ambos ensayos son los más grandes realizados hasta la fecha.
El 17 de diciembre la OMS publicó la recomendación de no utilizar lopinavir/ritonavir en pacientes con covid-19, cualquiera sea la severidad de la enfermedad.
Dónde acceder a la evidencia y mantenerse actualizado sobre esta intervención: Lopinavir for covid-19
Evidencia actualizada al 28/01/2021.
Los principales estudios:
Los principales ensayos que han reportado datos totales o parciales son: RECOVERY (Reino Unido), SOLIDARITY (OMS/internacional), LOTUS (China), ELACOI (China), Chen YK y colaboradores (China), y Zheng F y colaboradores (China).
Países de América Latina que lo usan contra el covid-19:
Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, México, Uruguay, Venezuela
Patentes:
Fabricantes principales:
AbbVie (Estados Unidos)
Postura de la OMS:
No recomendado como tratamiento para covid-19.
Posibles efectos adversos:
Trastornos del hígado, inflamación del páncreas, así como reacciones alérgicas graves.
América del Norte/México/22.09.2019/observatorio.tec.mx
By: Sofía García-Bullé
We live in a culture that sees intelligence as part of a person’s value. Smart people get into the best schools, obtain the best jobs, receive the highest salaries, are the leaders, the examples everyone else should follow. If you are the smartest person of a designated group, it is normal that people follow you and that a lot of doors open for you, figuratively. Being smart is a crucial component of success, but… do we measure it correctly?
IQ tests are a fundamental tool to measure student intellectual capacity. We consider them mathematically and scientifically precise, but are they really that? Or are we purposely blinding ourselves to the cultural contexts that power the biases behind the very concept of the intelligence quotient and the tests we use to measure it?
A historical overview of IQ tests
Ideally, to generate a resource that helps us understand cognitive capacity and the potential for success is so necessary that we cannot even imagine an educational system without this. Nonetheless, IQ tests are barely a century old, and their origins are not as noble as we might believe. The purpose of these tests was not to enrich the educational offerings but to filter them.
In the early 1900s, psychologists, academicians, and politicians were looking for criteria to rank access to education. From the general population, those who were on the higher strata would get the best education. Those who faired lower would have their educational opportunities diminished in comparison. The Lewis Terman intelligence test gave them just what they needed to build this filtering system.
In 1916, Terman published a revised version of the Binet-Simon scale, created by the French psychologists Alfred Binet and Theodore Simone. The test classified children’s performances according to their intellectual aptitudes and their skills to solve exercises that required abilities in math, logic, reading, reasoning, and adaptation.
The test was so successful that it is still being used today in both children and adults to measure cognitive capacity and the potential for success. But like every other scientific breakthrough, this one was linked to the perceptions and cultural dimensions of the academicians who created and applied its set of criteria.
Cultural bias and the use of IQ tests as a political weapon
To understand the weak point of intelligence tests, we need to take into consideration the time in which they were created. At the beginning of the 20th century, an evolutionist philosophy dominated science and humanities. This way of thinking influenced even the way people constructed and shared knowledge.
When the first tests came out, the idea was not to use the test results for educational innovation to create new teaching strategies that could work to improve different ways of learning. The objective was to secure the survival of the fittest; the fittest were the smarter ones; the smarter ones got higher scores. But were the people who fared better the most intelligent, or were the high-scorers people with an advantage because the tests were culturally designed for them?
Back then, cognitive science supported the evolutionary theories that paved the way for eugenics. If Binet, Simon, and Terman took into consideration only the psychological profiles, mindsets, and circumstances of people of their same race, class and even gender to map how intellectual capacity works, can we say that their test is impartial and accurate?
Is it ok for us to ignore the historical proof that these tests justified racial discrimination and educational gentrification? The notion of people of diverse races having different levels of mental capacity was prevalent at the time, even among the scientific community. This misguided belief impacted the way these tests were created and applied.
Terman himself thought that racial minorities like Native Americans, African Americans, and Latin Americans had less capacity to understand abstract ideas than white people. He also believed that they made up for it in resilience, which from his point of view, made them hard workers and good at following orders.
These arguments are proven false and are indefensible nowadays. But back then they dictated who would receive the best education and who would be better trained to pass the IQ tests. This self-fulfilling prophecy was never about education; it was about maintaining the social order. And that purpose succeeded; people saw IQ test results as an indisputable scientific truth, not a consequence of cultural and social inequity.
What do intelligence tests measure anyway?
Intelligence is defined as the capacity to understand concepts or ideas and to solve problems. Under this definition, the Stanford-Binet scale meets its objective. It assesses people’s skills to understand questions and to resolve the situations included on the test. The mechanism of the exam is not under discussion, but after 100 years, the way we devise its content should be analyzed and updated.
To Antonio Andrés Pueyo, Lecturer in the Psychology Department at the University of Barcelona, intelligence is a very complex concept, especially in a time in which we make machines with artificial intelligence. According to him, there are aspects of intelligence that do not fit the mechanical vision from which the first IQ tests were created.
«There are tests that evaluate different types of intelligence that combine with IQ. This is what happens with the Weschler scale. Tests can also be built to assess a single skill, like the Raven test,» explains Pueyo.
All of these tests have their strengths and shortcomings. In the case of the Bidet- Stanford Test, it still has the right components to measure how apt is a student to navigate standardized learning but not how to apply that knowledge creatively or to think outside the box.
Those who got the highest scores when the test was first created were followed by Terman throughout their careers. Those students went on to get into the best universities and, subsequently, the highest paying jobs, but very few of them went beyond their expected social roles. They did not reinvent the wheel; instead, they mastered spinning along with it.
The test was not perfect. It detected talents like those of Ancel Keys, Norris Bradbury, and Shelley Smith. But it also failed to discover the potential of Luis Álvarez, a student who was rejected by Terman for followup because he fell short of the IQ score cutoff; yet Álvarez went on to win the Nobel Prize for Physics in 1968.
The need to rethink what we know about intelligence and the skills that matter
The challenges that people faced at the beginning of the twentieth century are not the same that we deal with today. They did not have to worry about digital literacy, and similarly, we do not need to know all of our close friends’ phone numbers by memory as they did.
If the problems we solve now are different, the skills and intellectual aptitudes required to resolve them should differ too. We live in an era of automation; machines are being improved with artificial intelligence to do jobs previously performed by humans.
This automation is not limited only to mechanical jobs but also more tasks that require analysis are being automated; for example, the profiling of information of people online to use the data to direct ads to them that align with and impact their consumer habits.
In 2018, an AI system analyzed the most awarded commercials in the last 15 years and used the information to write the script for a Lexus ad. The results were impressive for a machine, and it leads us to question what jobs humans can do that machines cannot in a not-so-distant future.
Some intellectual activities can be mechanical and therefore performed by a machine, such as the compilation, data analysis, and pattern identifications that the AI system utilized to write the script for the Lexus ad. However, the creative thinking and artistic sensibility to direct the ad could only be executed by a human, in this case, the director Kevin Macdonald.
The demands of the modern labor market require that intelligence tests must register and measure more than just mechanical and intellectual skills. They also need to consider everything related to soft skills, now rebranded as “power skills.” We must learn how to measure and nurture creative thinking, social intelligence, emotional intelligence, and other qualities beyond the existing educational standards.
We must abandon the idea of measuring a person’s worth by just one IQ, or seven types of intelligence measurements, or even fifteen or thirty. What we need in these tests is that they assess the diverse ways in which people approach knowledge and problem-solving and how these can be taught. Otherwise, intelligence tests will continue to be a tool for proponents of social dominance instead of the educational resource that would improve the acquisition of knowledge for a better world.
Information Reference: https://observatory.tec.mx/edu-news/iq-tests
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