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Colombia: Fecode anuncia apoyo de maestros del país al Sí en el plebiscito

www.elpais.com.co/07-09-2016/Fecode dice que más de 1074 maestros han muerto en el marco del conflicto armado colombiano.“La paz es consustancial con los educadores y con la educación. Colombia y los colombianos nos merecemos esta oportunidad”, dijo Rafael Cuello Ramírez, secretario general de la Federación Colombiana de Educadores, Fecode, a propósito del decidido respaldo que esta organización sindical le ha dado al proceso de paz.

En tal sentido, por mandato de su Junta Directiva Nacional, Fecode ya inició una campaña para promover en el país el apoyo a la paz y al ‘Sí’ en el plebiscito, que incluye varias circulares que envió a sus 23 sindicatos filiales, la distribución entre los educadores de 300 mil cartillas explicativas de los acuerdos de La Habana, 100 mil afiches para fijar en escuelas y sitios emblemáticos, pendones y pasacalles, y ocho millones de cartas que los maestros entregarán a sus estudiantes para que estos a su vez las entreguen a sus padres.

En estas cartas Fecode explicará sus razones para apoyar la paz.

“Invitaremos a los padres de familia a votar por el SÍ, para que sus hijos tengan un futuro de paz y no de guerra, como la que hemos tenido nosotros hasta hoy”, explicó el secretario general de Fecode.

Descargue aquí el acuerdo final entre Gobierno y Farc

Por otra parte, con el auspicio de la Internacional de la Educación (IE), federación que agremia 40 millones de educadores en los cinco continentes, Fecode realizará el Encuentro Internacional de Maestros por la Paz de Colombia, como un gesto de los educadores del mundo en respaldo al magisterio colombiano en su lucha por la paz.

Además, los días 31 de agosto, 1 y 2 de septiembre se realizará en Bogotá el Encuentro de Secretarios de Prensa y Comunicadores de Fecode y la CUT, con el fin de definir el papel de las comunicaciones sindicales en la difusión de la información que la comunidad necesita conocer en torno al acuerdo de paz Gobierno – Farc y el plebiscito refrendatorio, según le explicó a esta agencia el secretario de prensa de Fecode, Jairo Arenas Acevedo.

En este encuentro abordarán el papel del comunicador en el posconflicto, especialmente en el ámbito sindical. El objetivo, según Fecode, es construir una agenda comunicacional común y trazar estrategias que permitan a las organizaciones sindicales posicionar el tema de la paz, la memoria histórica y la reconciliación, así como el empoderamiento democrático de los trabajadores.

La campaña nacional de Fecode por la paz de Colombia también incluye una serie de seminarios-talleres en las distintas regiones del país. Ya realizó el primer taller piloto en Medellín, conjuntamente con la ENS y Viva la Ciudadanía.

“Somos gestores de cultura, de ciencia, de pedagogía, somos formadores del mañana, y en esa medida queremos aportar nuestro grano de arena en el propósito de tener un país más democrático y con más justicia social”, puntualizó el secretario general de Fecode.

Desde 1985 a la fecha han sido asesinados 1074 maestros, ha habido más de 5 mil amenazados, desplazados y exiliados. “Hemos padecido una guerra que no hemos propiciado, y hemos sufrido sus consecuencias por el simple hecho de luchar por más democracia y el derecho a la movilización y la sindicalización”, agregó Rafael Cuello.

Sin embargo –anotó el directivo– en reunión sostenida con el presidente Juan Manuel Santos el pasado 7 de julio, Fecode dejó claro que su apoyo al proceso de paz y al SÍ en el plebiscito es independiente de la confrontación que esta federación sindical tiene con el Gobierno Nacional y sus políticas neoliberales. “No compartimos la mayoría de las políticas de ese gobierno, pero vamos a izar la bandera de la paz y del SÍ al plebiscito”, puntualizó.

El encuentro por la paz

El Encuentro Internacional de Maestros por la Paz de Colombia que tendrá lugar el 5 de septiembre en el Hotel Tequendama de Bogotá, contará con la participación de unos 400 delegados de los 23 sindicatos de Fecode, y la presencia de unos 50 enviados especiales de diferentes países del mundo.

Ya confirmaron su asistencia maestros de Estados Unidos, Argentina, Bélgica, Holanda, Alemania, Portugal, España, Uruguay, Chile, Paraguay, Finlandia, Suecia, México y Noruega, todos afiliados a la Internacional de la Educación, entre ellos Fred Vaan Leewuen, secretario general de esta organización.

También está por confirmar la presencia del argentino Adolfo Pérez Esquivel, destacado defensor de los Derechos Humanos y de la no-violencia, Premio Nobel de la Paz en 1980. Incluso, anunció Fecode, es posible que el papa Francisco envíe al encuentro un mensaje de respaldo a los maestros colombianos en su esfuerzo por la paz.

Y en horas de la tarde de ese mismo 5 de septiembre tendrá lugar en la Casa de Nariño la reunión del presidente Santos con un grupo de delegados Internacionales, en la cual estos ratificarán el respaldo de la Internacional de la Educación y los docentes del mundo a la paz en Colombia.

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Siria: El desesperado rostro de la guerra

Asia/ Siria/30 de agosto de 2016/ Fuente y Autor/Siempre/Bernardo González Solano

El mundo sufre fortísima crisis humanitaria. Por atender el bosque se pierde el árbol. El siglo XXI empezó mal: los atentados terroristas que derrumbaron las Torres Gemelas en la ciudad de Nueva York el 11-S de 2001, dieron paso a un imparable derramamiento de sangre desde el centro mismo del último imperio: Estados Unidos de América (EUA), que se ha extendido al Viejo Continente (en varias de sus milenarias capitales), a Asia y al Oriente Medio, donde no ha parado la matanza (por todas las razones ideológicas y religiosas posibles).

Desde hace un lustro, en Siria, lo que se inició como una revuelta popular se ha convertido en una guerra civil en la que se han implicado varios países de la región, y varias de las potencias que forman parte del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Esta guerra ya casi suma 300,000 muertos y millones de heridos. Aparte de las víctimas mortales castrenses (que no son la mayoría), la población civil y especialmente los niños, son los que sufren principalmente las consecuencias de ese enfrentamiento en el que EUA y Rusia ya están implicados.

Los infantes sirios nacidos hace cinco años no conocen otra vida que la de los sótanos, los refugios, la escasez de alimentos, de medicina, la muerte de sus padres, hermanos y el resto de la familia. En el último de los casos, abandonar el país, en calidad de refugiados con el propósito de tratar de llegar a la Unión Europea, cruzando el Mediterráneo donde muchos miles ya han perdido la existencia. A últimas fechas, fotografías de infantes supervivientes y de cadáveres de pequeños ahogados, han impactado en todo el planeta. La crudeza de las imágenes de dos niños sin futuro podrían representar una oportunidad para que la guerra en Siria llegara a su fin, lo cual no es seguro.

Pero, al mismo tiempo, también significan el desinterés de la Humanidad por el sufrimiento de nuestros semejantes en países que la mayoría no saben ubicar en los mapas. En resumen, el mundo se ha deshumanizado. El sufrimiento de millones y millones de seres humanos no les importa a la mayoría. Cada quien se preocupa únicamente por lo suyo. Lo que significa, simple y llanamente que “cada quien se rasque con sus uñas”. Esa es la verdad. Lo demás es hipocresía.

De acuerdo a United Nations Children´s Fund (UNICEF: Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), 8.4 millones de niños están afectados por el conflicto armado en Siria. En lo que va del mes de agosto, ningún convoy con ayuda humanitaria internacional ha podido llegar a ninguna de las zonas asediadas por los combatientes en territorio sirio, ni en Alepo, al norte del país, la segunda ciudad más importante donde residían 1.5 millones de habitantes, dividida por los enfrentamientos desde 2012, ni en otras partes donde más de 500,000 civiles carecen de lo elemental para sobrevivir.

Por esto, de acuerdo con Peter Salama, director regional para Oriente Próximo y el Norte de África de UNICEF, 3.7 millones de sirios han nacido tras el inicio de la guerra civil en 2011, y entre ellos 151,000 son refugiados desde el primer día de sus vidas porque nacieron en el seno de familias cuyos jefes tuvieron que abandonar su patria. Asimismo, apunta el funcionario internacional: “Las vidas de estos niños están marcadas por la violencia, el miedo y el desplazamiento”. Además, dos millones de infantes no reciben ningún tipo de educación en el país, según SaveThe Children en el país, y tampoco otros 700,000 niños nativos de países vecinos.

Las cifras de UNICEF son apabullantes: en territorio sirio, de los 13.5 millones de personas en situación desesperada, la mitad son menores de 18 años, y 6.5 millones de niños tuvieron que huir de sus hogares convirtiéndose en desplazados forzados, aparte de otros dos millones que todavía viven en lugares difíciles donde no pueden llegar los pocos  organismos internacionales de ayuda humanitaria que todavía tratan de hacerlo. El organismo de la ONU asegura que las violaciones contra menores de edad son asunto cotidiano. El año pasado se registraron más de 1,500 agresiones graves. Más del 60% fueron asesinatos y mutilaciones por el estallido de todo tipo de bombas en sitios de tránsito, incluso para ir a la escuela.

La angustiosa situación se da no sólo en Alepo, sino en las áreas leales a Damasco bajo el asedio de los adversarios del “gobierno”. En ese cerco están encerrados, por lo menos, más de 100,000 niños que viven en sótanos donde apenas sobreviven, como el resto de una población exhausta tras cinco años de carnicería e impunidad en Siria. Parte de los civiles que aún se encuentran en la desdichada ciudad de Alepo están bajo el control de los rebeldes. De tal suerte, los sitios a los que los somete el régimen impide la llegada de alimentos, electricidad, agua, medicinas y productos de primera necesidad. Además, algunas ONG denunciaron un aumento de los ataques contra los colegios en las ciudades de Idlib y Alepo. Seis centros educativos fueron atacadas en menos de siete días.

Entre bombardeos indiscriminados de escuelas y hospitales –más de 25 en lo que va de 2016–, el régimen de Bashar al-Asad usa armas no “convencionales” como los barriles bomba, gases químicos como el cloro o el temible napalm (que en la guerra de Vietnam causó miles de muertos), prohibido por todos los tratados de protección de civiles en conflicto. La razón del veto mundial para este tipo de materiales mortíferos, es la imposibilidad de dirigirlas con precisión sobre objetivos militares.

Muchos niños tienen que permanecer en Siria y otros tratan de escapar –con sus familias o solos–, con destino a Europa y algunos países vecinos con la esperanza de encontrar una vida más segura. De acuerdo a información proporcionada por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), en el mes de junio último había dos millones y medio de infantes sirios con la condición de refugiados. En la Unión Europea hay 214,355, la mayoría de los cuales se encuentran, en Alemania (82,520); Hungría, 45,625; y en Suecia, 27,975, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Así, los refugiados infantiles son el grupo más débil y vulnerable. Los niños sufren abusos, tráfico, enfermedades y explotación laboral y sexual. Y muchos mueren ahogados en el mar Egeo y el Mediterráneo.

En 2015, más de la mitad de los casos estudiados por la ONU los “niños soldados” eran menores de 15 años, un 30% más que el año anterior. “Los niños están siendo utilizados para matar”. El mejor ejemplo de lo anterior se presentó en la noche del sábado 20 de agosto en la ciudad de Gaziantep, Turquía, en una fiesta nupcial, cuando un menor de entre 12 y 14 años de edad, se convirtió en un suicida-terrorista al estallar una carga explosiva que causó por lo menos 51 muertos y 94 heridos. Este atentado es el más mortífero registrado en el país en lo que va del presente año –el acto terrorista en el aeropuerto de Estambul en junio pasado causó 45 muertos–, y al momento de escribir está crónica todavía nadie se atribuía la autoría del mismo, aunque el presidente Recep Tayyip Erdogan acusó al Estado Islámico como probable autor de la masacre.

En tales circunstancias, el miércoles 17 de agosto, circuló en los medios una fotografía  que dio la vuelta al mundo por el efecto viral de las redes sociales que tanto bien y tanto daño causan en los días que corren. La imagen del pequeño Omran Daqneesh, de cinco años de edad, ensangrentado y polvoriento como su patria, Siria, recorrió todo el planeta en segundos. “El niño de la ambulancia”, se tituló la foto. Su corta y  dramática historia está ligada a la guerra en Alepo.

Un vídeo proporcionado por el Aleppo Media Center –activistas enemigos del régimen de Bashar al-Asad–, proyecta el momento en que los rescatistas sacan a Omran, conmocionado, de entre los restos de su hogar, en el barrio de Qaterji, junto a sus cuatro hermanos, uno de los cuales moriría pocos días después.

La foto que ya se hizo famosa, muestra a Omran sentado en una silla color naranja. La imagen es el símbolo de la sinrazón de la guerra civil en Siria. La impresión es apabullante: el horror en grado sumo. El niño mira sus manos, manchadas con su propia sangre y trata de limpiarse en sus sucios pantalones cortos. La expresión vacía, en shock. El autor de la foto, Mahmud Rslan, dijo a la agencia AFP. “He tomado muchas fotos de niños muertos o heridos por los bombardeos, lo que ocurre cotidianamente en la parte rebelde de Alepo…lo normal es que estén desmayados o lloren. Pero Omran estaba ahí sin voz, con la mirada perdida. Es como si no comprendiera muy bien lo que le acababa de suceder”. No era para menos.

Era forzoso que está fotografía remitiera a otra imagen fotográfica, la de un niño ahogado en una playa turca cuando intentaba llegar, con su familia, a la isla griega de Kos. El nombre del pequeño: Aylan Kurdi. Recorrió el mundo como sucedió con Omran Daqneesh . El fenómeno fue similar en ambos casos, el seguimiento de la noticia fue masivo. Todo el mundo se impactó con las imágenes. Pero nada cambió. Todo sigue igual. La guerra continúa en Siria y en muchas otras partes. La suerte de los niños es la misma. VALE.

Fuente: http://www.siempre.com.mx/2016/08/el-desesperado-rostro-de-la-guerra/

Imagen: www.siempre.com.mx/wp-content/uploads/2016/08/3298-Berna.jpg

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Los mitos sobre el proceso de paz

Por. Oto Higuita

Los diálogos de La Habana para la terminación del conflicto armado, han por fin calado y se han convertido en parte aguas de la historia reciente del país. Se ha avanzado tanto, que estamos ad portas de la firma del Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera. Asimismo, el Presidente convocará un plebiscito para la refrendación de los mismos, donde podremos expresar a través del voto por el Sí, nuestro apoyo a los acuerdos alcanzados que pondrán fin a la larga guerra entre hermanos que tanta tragedia, dolor y muerte ha causado.

Los mitos sobre el proceso de paz

La lucha por alcanzar este acuerdo definitivo ha sido ardua, y llevado a que se conformen dos posturas, una por el Sí y otra por el No. También se han difundido mitos, tergiversaciones y mentiras sobre los acuerdos de paz que es importante desenmascarar, si queremos un debate informado y objetivo sobre los mismos, y así impedir que fuerzas oscurantistas de extrema derecha que se oponen a los Acuerdos con el No, ganen espacio con propaganda negra, metiendo miedo y generando dudas infundadas sobre lo acordado.

Uno de las grandes mitos que se han difundido por quienes se oponen al fin del conflicto armado, con el objetivo de infundir miedo en la población, es que el país se le va a entregar a las FARC y al Castro-Chavismo. Quienes difunden esta gran farsa no han explicado de qué forma se va a entregar el país, custodiado y vigilado por medio millón de soldados y policías, a un movimiento armado que no fue vencido ni tampoco derrotó al Estado, que no supera los 20.000 hombres y que además va a dejar las armas, tal y como lo estipulan los acuerdos en el punto 3, Fin del Conflicto, en tres plazos y porcentajes a fuerzas de la ONU que serán las encargadas de recibirlas y custodiarlas hasta el día 180, después que se firme el Acuerdo General para la terminación del conflicto. Si Santos no se aceptó llevar a la mesa de discusión de La Habana el modelo económico, la política extractivista, ni el papel de las Fuerzas Armadas en el posacuerdo, ¿por qué razón va a entregar el país a las FARC? Nada más ingenuo y ridículo la idea de que Colombia caerá en manos del Castrochavismo.

Otra mentira que se difunde es que habrá impunidad para los que cometieron crímenes de lesa humanidad y violaciones graves de Derechos Humanos. Los crímenes de guerra no quedarán impunes, eso es completamente falso. La Jurisdicción Especial para la paz, que contará con Salas de Justicia y un Tribunal para la paz, se creó precisamente para que los que cometieron graves crímenes de guerra o de lesa humanidad no quedaran impunes. Todos los que hayan cometido crímenes de esta naturaleza, tendrán que contar la verdad, reparar a las víctimas, resarcirlas, y tendrán una pena restrictiva de la libertad que tendrán que pagar con trabajo social, ayudando en obras públicas, y resocializándose. Sean agentes del Estado, guerrilleros o civiles. Habrá penas entre 5 y 8 años para quienes confiesen la verdad, y hasta de 20 años en prisión ordinaria para quien no lo hagan. El objetivo de la Jurisdicción Especial para la paz o Justicia Transicional, es reafirmar y restablecer la dignidad de millones de víctimas del conflicto armado, que haya verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.

Que los jefes guerrilleros no podrán ser elegibles a cargos públicos. Falso, precisamente el Acuerdo para la terminación del conflicto se hace para que una vez las guerrillas dejen las armas y haya garantías de participación, los jefes guerrilleros puedan participar en política y ser elegibles a cargos públicos que ganen en elecciones libres, sin coacción armada, sin ser asesinados sino respetadas sus vidas como voceros o líderes políticos de la organización o partido legal que creen, tras la dejación de armas. Para eso es que se van a convertir en un movimiento político legal, para participar en política pero esta vez sin el uso de las armas. En eso consiste el Acuerdo. Pero muchos en la extrema derecha tienen miedo del nuevo actor político que surja de los Acuerdos, porque si bien es cierto dejarán las armas, seguirán con sus ideas de cambio para Colombia.

Que a los guerrilleros se les pagará un salario de 1.800.000 pesos. Falso, no hay en ninguna parte de los acuerdos un solo renglón que diga eso. Los sectores de extrema derecha quieren hacer creer esta mentira cuando en realidad en todo proceso de paz, amnistía, desmovilización y dejación de armas se acuerdan proyectos y procesos de reinserción y reconciliación que brinden seguridad jurídica, política, social y económica a quienes pasen a ser parte de la vida civil, es decir, los combatientes.

Los que promueven estos mitos y mentiras sobre los acuerdos, no aceptan que la solución al largo conflicto armado que ha sufrido en carne propia los más pobres, sea por medios pacíficos y el diálogo. No aceptan por nada del mundo, que al opositor que estaba alzado en armas, se le den garantía para la participación política y entre en el juego democrático en igualdad de condiciones. Quienes esto temen son los mismos que han explotado, corrompido, abusado y utilizado el poder del Estado para preservar sus intereses capitalistas y la acumulación de tierras y riquezas. Ese es el verdadero miedo de los señores de la guerra: que de los acuerdos surja un movimiento político legal, que les dispute el poder con el apoyo del pueblo para producir los grandes cambios que necesita el país. Temen perder sus grandes privilegios, las enormes extensiones de tierras arrebatadas en la guerra a los campesinos, y se les acabe la mermelada, la corrupción y la vida de grandes magnates que siempre han llevado. Es la hora de la esperanza y la paz, las mentiras y los mitos sobre los Acuerdos no les alcanzará para continuar una guerra que parecía imposible finalizar, porque un nuevo día ha empezado a descollar.

Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/Los-mitos-sobre-el-proceso-de-paz-20160822-0003.html

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Un millón de niños sirios refugiados siguen privados de educación

Siria/ Agosto de 2016/Euronew

Es una de las conclusiones del informe publicado por la organización Their Word que denuncia que la comunidad internacional solo ha entregado 400 millones de dólares de los 1.400 prometidos en financiación escolar para los países de la región que acogen a los refugiados sirios.

“Creo que cualquier padre del mundo entiende que la gente se vaya a otro paós , y por eso en este informe insistimos en que la Unión Europea debe invertir menos en alambradas de cuchillas para sus fronteras y más en libros y aulas en los países vecinos que acogen a estos refugiados”, declara Kevin Watkins, director ejecutivo de Overseas Development Institute (ODI) y autor del informe.

Naciones Unidas ha registrado a dos millones y medio de niños entre las familias de refugiados que han huido de la guerra en Siria.

Una guerra que parece lejos de acabar.

En Alepo, en la parte suroccidental de esta ciudad siria, se mantienen los bombardeos y los intensos enfrentamientos. Hace dos días la oposición lanzó una contraofensiva para romper el asedio a los barrios de esta zona de Alepo, rodeados por el Ejército y bajo el control de la oposición.

Fuente: http://es.euronews.com/2016/08/03/un-millon-de-ninos-sirios-refugiados-siguen-privados-de-educacion

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Africa: Cesan finalmente los fuertes combates en Sudán del Sur

http://www.ipsnoticias.net/Por:Aruna Dutt y Lyndal Rowlands/

NACIONES UNIDAS, 15 jul 2016 (IPS) – La situación en Yuba el jueves 14 era “tensa”, pero “calma” tras los intensos combates vividos esta semana en la capital de Sudán del Sur, informó el portavoz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Stephane Dujarric.

“La relativa calma abrió una ventana de oportunidades para que las organizaciones humanitarias respondieran y se visitaran todas las áreas donde se habían registrado personas desplazadas”, informó Dujarric el jueves 14.

“Las organizaciones humanitarias responden a las necesidades más cruciales, como distribuir galletas de alto contenido energético, complementos nutricionales y artículos higiénicos, crear sistemas de reunificación y seguimiento familiar, reabastecer medicamentos vitales y distribuir suministros básicos ligeros para las personas más vulnerables”, detalló.

El cese del fuego anunciado el martes 12, que todavía se mantiene, permitió poner fin a cinco días de intensos combates entre las fuerzas leales al presidente Salva Kiir y las del vicepresidente Riek Machar.

La difícil situación del país responde principalmente al conflicto armado entre el gobierno y fuerzas opositoras, que comenzó en diciembre de 2013 y que ya dejó miles de personas muertas desde entonces.

Ese país de África oriental, que logró su independencia el 9 de julio de 2011, se encuentra, además, al borde del colapso económico, advirtió la organización humanitaria Oxfam el 5 de este mes.

El actual episodio de violencia obligó otra vez a miles de sursudaneses a abandonar sus hogares y dejó a más civiles muertos.

La misión de la ONU en Sudán del Sur protege a unas 33.000 personas desplazadas en Yuba, la mayoría de las cuales encontraron refugio en locales civiles y del foro mundial.

Quizá sea imposible saber cuántas personas murieron en combate, declaró la responsable de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en la República de Sudán del Sur (Unmiss), la danesa Ellen Margrethe Løj, en teleconferencia para la prensa el miércoles 13.

El propio personal de la ONU y de organizaciones no gubernamentales también fueron blanco de ataques en una clara violación del derecho internacional. El foro mundial pidió el jueves 14 que se investigaran los hechos.

Løj también denunció el saqueo de instalaciones de la ONU con suministros humanitarios durante los combates, cuando el personal se vio obligado a guarecerse por su seguridad.

La maternidad del hospital de la organización International Medical Corps en el centro de Protección de Civiles (PoC), en Yuba, también fue bombardeada el lunes 12.

Por su parte, el personal de Médicos Sin Fronteras (MSF) informó que escucharon relatos terribles de los pacientes que atendieron cuando finalmente cesó la violencia.

“Las historias que estamos escuchando son terribles, incluso relatos de cosas que están ocurriendo ahora, desde que cesaron los combates”, subrayó Ruben Pottier, coordinador de campo de MSF.

“Conocí a un niño de ocho años, cuyos dos padres fueron asesinados y ahora no tiene quién se ocupe de él”, relató Pottier.

“Vi llegar a una niña de 12 con su hermana de tres en brazos para una consulta diciendo que habían perdido a ambos padres. Mis colegas en la clínica móvil atendieron a por lo menos otros tres niños que llegaron solos porque habían matado a sus padres”, añadió.

Ante la crudeza de los combates, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) pidió el martes 12 a los países vecinos que abrieran sus fronteras para asistir a los sursudaneses que escapaban de la violencia.

Pero la organización Amnistía Internacional, con sede en Londres, informó el jueves 14 que las Fuerzas de Seguridad Nacional pueden haber impedido que las personas salieran del país.

“Las fuerzas de seguridad sursudanesas impiden a propósito que las personas salgan del país en una clara violación del derecho a la libertad de desplazamiento”, señala el comunicado de Amnistía.

Miles de sursudaneses se habrían concentrado en la frontera sur del país tratando de ingresar a Uganda, pero les impidieron el paso, informó la organización.

“La conducta arbitraria de las fuerzas de seguridad sursudanesas es totalmente inaceptable. Sudán del Sur debe respetar el derecho a la libertad de desplazamiento de las personas, incluso el de abandonar su propio país”, subrayó Elizabeth Deng, investigadora local de Amnistía.

“Es absolutamente crucial que las partes enfrentadas en el conflicto no obstruyan la circulación de civiles que buscan refugio tanto dentro como fuera del país”, indicó Deng.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió el lunes 11 al Consejo de Seguridad que impusiera un embargo de armas a Sudán del Sur, pero sus 15 integrantes todavía están por ponerse de acuerdo.

Traducido por Verónica Firme

  • Informacion de la imagen: Una patrulla de la misión de mantenimiento de la paz de la ONU recorre la aldea de Yuai, en Sudán del Sur, a principios de 2016. Crédito: Jared Ferrie/IPS.
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Afros: el origen de un pueblo

Por Zulia Mena (*)

Un recorrido por el nacimiento de las comunidades afrodescendientes del país desde la esclavitud hasta hoy: las deudas históricas del Estado, sus amenazas, sus oportunidades en una Colombia en paz.

La población afrocolombiana, palenquera y raizal es descendiente de prisioneros y secuestrados de una guerra que Europa le declaró a África desde el siglo XVI. Tras el genocidio indígena la dinámica de la modernidad y la colonialidad estaba urgida de mano de obra para explotar las inmensas riquezas americanas, principalmente agrícolas y mineras. Sin esa mano de obra, altamente especializada, el desarrollo de la economía colonial-capitalista no hubiera sido posible.

Los prisioneros africanos fueron sacados de sus territorios de diferentes regiones del litoral Atlántico desde Senegambia (lo que es hoy Senegal y Gambia). En esa área encontramos una selva húmeda tropical y un bosque tropical, todos con una fachada marítima atravesada por ríos importantes como el Zambeze, el Congo, el Senegal, el Gambia y el Casamansa. En esa extensa faja habitaban grupos étnicos como malinkes, fulas, biafaras, lucumies, ibos y la gran familia bantú.

Algunos de ellos constructores y edificadores, expertos en saberes y técnicas mineras y metalúrgicas, ganaderas y agrícolas, artísticas y artesanales. Ellos construyeron avanzadas civilizaciones como la Akan, grandes reinos como el de Ghana y el Congo, poderosos imperios como el de Malí.

Hoy los descendientes de los antiguos esclavizados habitamos, en su gran mayoría, las regiones Atlántica y Pacífica, donde inicialmente se nos llevó a realizar labores agrícolas, ganaderas y mineras. Así mismo en los valles interandinos y ciudades como Bogotá, Cali y Medellín, donde desde un comienzo fuimos imprescindibles en muchas labores; estas ciudades concentran en la actualidad un alto porcentaje de nuestra población.

Junto a esta localización geográfica y espacial se creó la idea de que las comunidades afrodescendientes habitan las regiones más deprimidas del país y los barrios más pobres de las ciudades. Así se generó una relación entre necesidades básicas insatisfechas –salud, educación, servicios públicos, vivienda–, pobreza y miseria, como condición de la gente negra y su habitabilidad.

El primero de enero de 1852, cuando entró en vigencia la ley que abolió la esclavitud en Colombia, los nuevos libertos siguieron pensando como esclavizados y los antiguos amos no dejaron de pensar como tales. Nunca hubo un proceso de reeducación de los imaginarios, de intentar desmontar el chip de la esclavización de las mentes de las víctimas y los victimarios. Cuando los descendientes de los antiguos esclavizados tuvieron acceso a la educación, esta se impartía potenciando los valores de la monoculturalidad europea, moderna, blanca y colonial, a través de una raza (la blanca, europea, criolla), una religión (la católica) y una lengua (el castellano).

Este proyecto de un país monocultural se consolidó y reforzó con la Constitución Política de 1886, y su correlato del Concordato entre la Iglesia Católica y el Estado firmado en 1887. Por tanto la población colombiana en general, y la afrocolombiana en particular, necesita una nueva manera de educarse para no invisibilizar o eliminar al otro porque es diferente. Solo una educación intercultural, democrática y tolerante es la garantía de que la sociedad del posconflicto nos permitirá la convivencia, el diálogo en igualdad de condiciones entre diferentes, la equidad y las oportunidades.

Una de las principales preocupaciones de las comunidades negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales es la extensión del conflicto armado hasta nuestros territorios. Etnocidios como los de Machuca, La Chinita y Bojayá amenazaron nuestra cosmovisión y provocaron la pérdida del territorio y el desplazamiento. De otro lado está el recrudecimiento del racismo, la intolerancia y la xenofobia en ciudades como Bogotá, Cartagena, Medellín, Cali y Villavicencio, donde siguen en aumento las denuncias por discriminación que han llegado a la agresión física e incluso al asesinato, únicamente por ser afrodescendientes. Nuestra población se siente amenazada e insegura.

El desmonte de los imaginarios es otra de nuestras luchas. Hay lugares comunes en los que nos destacamos, como el deporte y el arte. Aunque esos espacios son importantes porque han logrado visibilizar y resaltar aspectos de nuestra cultura, e inclusive se han convertido en un camino para que mucha de nuestra gente salga de la pobreza, son también un refuerzo del imaginario creado y aceptado pasivamente de que solo somos buenos para eso.

Los afrocolombianos nos hemos destacado en muchos campos en la construcción de patria, desde el momento del desembarco en un territorio que solo a partir de 1821 (con la Ley de Libertad de Vientres) empezó a acogernos como sus hijos. Desde entonces la Nueva Granada dejó de ser nuestra madrastra para convertirse en nuestra patria, lo que se consolidó en la Constitución de 1991, cuando el Estado reconoció la raíz africana del pueblo colombiano. Pero esta madre patria aún tiene deudas con sus hijos.

En Cartagena de Indias cientos de ellos la amurallaron para protegerla de los corsarios ingleses y franceses; miles de ellos ayudaron a hacerla libre del yugo español y algunos se destacaron como ejemplares militares, entre ellos el general –apodado almirante– José Prudencio Padilla, quien nos dio la libertad en los mares y en los ríos, derrotando a la armada española en la batalla del lago de Maracaibo; y el caso muy significativo del afrodescendiente coronel Juan José Rondón. Hemos tenido un expresidente del cual nada se dice porque ha sido borrado e inclusive blanqueado en la lista de nuestros mandatarios: Juan José Nieto Gil (1805-1866), quien en 1861 fue presidente de los Estados Unidos de Colombia. Si en el relato de la construcción del Estado, a través de la narrativa histórica, de los museos, del sistema educativo, se hubiera formado a las generaciones enseñándoles el aporte de los afrocolombianos, hoy la pregunta sobre en qué nos hemos destacado no tendría razón de ser.

Sin embargo, hay un aporte que es ignorado: la cultura de la paz. Somos pueblos de familia, en los que es tradición solucionar las diferencias a través del dialogo y sin recurrir a la violencia; este fenómeno es de aparición reciente entre nuestras comunidades, ha llegado por extensión del conflicto que tenía como escenario otras regiones del país.

Las comunidades negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales somos parte esencial de la construcción del perfil definitivo del ‘Nuevo País’.

*Viceministra de Cultura. Trabajadora social. Nació en Quibdó. En 1992 se convirtió en la primera mujer afrodescendiente en llegar al Congreso y en 2011 fue nombrada alcaldesa de Quibdó. Su mayor identidad es el trabajo con las comunidades.

Fuente: http://www.semana.com/nacion/articulo/el-poder-de-las-razas-afros-origenes-en-colombia-amenazas-y-oportunidades/478248

Imagen: http://static.iris.net.co/semana/upload/images/2016/6/18/478341_1.jpg

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“Se acabó la guerra, ojalá que nunca vuelva”

Por:  Enrique Santiago

La firma de los acuerdos sobre “Cese bilateral  y definitivo del fuego y de hostilidades”, “Dejación de armas” y “Garantías de seguridad y desmantelamiento del paramilitarismo” suscritos el jueves 23 de junio en La Habana, suponen el fin de la guerra que desde hace más de 52 años ha enfrentado en Colombia a la guerrilla campesina de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC–EP) y al Estado colombiano.

Tras tres intentos de paz fallidos, en 1984, 1992 y 1998, el actual proceso de conversaciones de paz iniciado en Oslo y en La Habana en noviembre de 2012 se acerca a su fin y al inicio del llamado “post conflicto”, sin duda más difícil aún que las conversaciones de paz, fase que consiste en la reincorporación a la vida civil de los antiguos combatientes guerrilleros y en la implementación de los distintos acuerdos parciales alcanzados para acabar con las causas estructurales de esta cruenta y prolongada guerra que ha provocado más de 250.000 muertos, medio millón de exiliados  y 7 millones de desplazados internos.

A pesar del discurso abonado por los enemigos de la paz, el actual proceso de conversaciones  ha avanzado rápidamente, habiendo sido el segundo proceso de paz más corto en el tiempo de los habidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El proceso de paz de El Salvador duró 10 años, 11 años el de Guatemala, más de 10 años el de Irlanda del Norte, 14 años el de Angola, y así podríamos seguir con los procesos de Sudáfrica, Burundi, Tayikistán, Sierra Leona… Todos ellos duraron en torno a los 10 años.  Únicamente el proceso de paz de Nepal ha durado algo menos que el actual proceso de paz en Colombia, 4 años exactos. Sin duda no es lo más importante la duración de un proceso de paz sino que este llegue a buen término, pero desgraciadamente la Mesa de Conversaciones de La Habana ha trabajado desde hace más de dos años con la espada de Damocles del tiempo pendiendo sobre sus cabezas, falaz argumento esgrimido por los distintos sectores económicos y políticos que pierden su razón de ser, o sus beneficios, con la llegada de la paz, argumento que el Gobierno de Colombia –siempre pendiente de las encuestas de opinión política– ha utilizado en más de una ocasión para presionar a su contraparte en la mesa de conversaciones.  Pero hoy estamos de enhorabuena, porque la firma del Acuerdo Final de paz es algo ya cercano –quizás un mes, dos como mucho– y sobre todo es irreversible.

Esto no significa que los problemas en Colombia, las desigualdades entre el campo y la ciudad, entre los más ricos y los más pobres, entre las mujeres y los hombres, entre los criollos y los indígenas o los afro descendientes –es el país más desigual de América Latina y uno de los más desiguales del mundo, según el coeficiente de Gini–, desigualdades que ocasionaron este último  conflicto armado y los muchos que lo precedieron, vayan a desaparecer por la firma del Acuerdo de Paz. En Colombia el 53% de la tierra aprovechable está en manos de 2.300 personas y el 58% de los depósitos bancarios en manos de 2.681 clientes.

El post conflicto será una intensa batalla contra esas desigualdades y del éxito de la implementación de los acuerdos parciales alcanzados, dependerá que Colombia entre irreversiblemente en la senda de la paz, la consolidación democrática  y el progreso o que este acuerdo pase a la historia como uno más de las decenas de acuerdos de paz fallidos para poner fin a conflictos internos que, de forma sucesiva, ha habido en Colombia desde su independencia del dominio español el 7 de agosto de 1819. La principal responsabilidad  recaerá en los poderes públicos y las instituciones colombianas, quienes con el apoyo de la comunidad internacional –un apoyo ojalá que irrestricto– deberá garantizar la implementación de los acuerdos, eludiendo la maldición que ha asolado a la inmensa mayoría de los procesos de paz habidos en el mundo en los últimos sesenta años, en los cuales el cumplimiento de las medidas de desarrollo social y económicos plasmados en los acuerdos finales ha sido más que deficiente, como acreditan la mayoría de las evaluaciones de cada uno de esos procesos de paz realizadas a fecha de hoy.

Desde noviembre de 2012 en La Habana se han alcanzado acuerdos sobre “Reforma Rural Integral” –el abandono por el Estado del campo y de los pequeños campesinos  y la negación del derecho de propiedad de la tierra a estos, es el origen del actual conflicto armado–; “Participación Política” –en Colombia los partidos tradicionales, el llamado “establecimiento”, ha acostumbrado a exterminar físicamente a cualquier alternativa política organizada que amenazara la continuidad de la alternancia entre liberales y conservadores–; “Sustitución de cultivos de uso ilícito” –los cultivos ilícitos han sido en la practica el único medio que para sobrevivir han tenido los pequeños campesinos y las comunidades rurales, los únicos productos que podían comercializar–; “Descontaminación de Restos Explosivos de Guerra, Municiones sin explotar y minas antipersonas” –Colombia es uno de los países del mundo más contaminado por estos explosivos, obviamente en las zonas rurales–;  “Victimas. Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de No repetición” –el único acuerdo sobre justicia transicional alcanzado en un mesa de conversaciones que respeta estrictamente los contenidos del derecho internacional en vigor y que supone el sometimiento de ambas partes a una justicia especial para la paz–; “Búsqueda de personas desaparecidas” –según datos oficiales, en Colombia existen más de 50.000 desaparecidos por motivos relacionados con el conflicto interno, solamente desde los años 80 hasta hoy–; y ahora los acuerdos sobre  “Cese bilateral  y definitivo del fuego y de hostilidades”, “Dejación de armas” y “Garantías de seguridad y desmantelamiento del paramilitarismo” .

Este último acuerdo sobre desmantelamiento del paramilitarismo es de una especial importancia. El fenómeno de los ejércitos privados en Colombia, habitualmente creados y al servicio de los terratenientes y ganaderos, los denominados “paramilitares”, hace tiempo que escapó del control del Estado, a pesar de haber sido utilizados en especial por la Fuerza Publica en su combate contra las distintas insurgencias guerrilleras. Según los datos de la “Unidad de victimas” del Ministerio de Interior de Colombia, entre 1980 y 2012 se produjeron 1.166 masacres ejecutadas por grupos paramilitares, 1 cada 10 días. En muchos casos las masacres duraban días, hasta semanas, y se producían en la cercanía de bases militares. En ninguna de esa masacres la Fuerza Pública llego a intervenir, ya fuera para impedirlas o para detenerlas, nunca hubo enfrentamientos entre Ejército y paramilitares.  Hoy día, las denominadas “bandas criminales” u “organizaciones sucesoras del paramilitarismo” controlan en monopolio las rutas de exportación de cocaína a Europa y a los Estados Unidos, así como innumerables fenómenos de delincuencia organizada común. Tras el proceso de paz de Casa Verde, iniciado en 1984 entre las FARC EP y el Gobierno de Belisario Betancur, grupos paramilitares en connivencia con agentes del Estado asesinaron a más de 5.000 militantes de la Unión Patriótica, la fuerza política de izquierdas nacida en el seno de dicho proceso de paz. Ese riesgo, muy cierto hoy día, es el que el Gobierno colombiano, con el apoyo de toda la comunidad internacional, debe conjurar, dando un combate frontal hasta el desmantelamiento total de los ejércitos privados, objetivo alcanzable con la estricta implementación del acuerdo alcanzado en la Mesa de Conversaciones sobre “Garantías de Seguridad”, garantías no solamente para los guerrilleros que van a dejar las armas, sino necesariamente extensivas a las comunidades campesinas, fuerzas políticas, grupos étnicos, defensores de derechos humanos, sindicalistas, periodistas, y tantos otros y otras ciudadanos colombianos en permanente amenaza o riesgo a su integridad por trabajar por un país más justo y equitativo.

La Unión Europea ha venido acompañando este proceso en los últimos años, de forma activa en los últimos meses. El Enviado Especial de la UE para el proceso de paz, el ex ministro irlandés Sr. Eamon Gilmore, ha acudido a La Habana en varias ocasiones, reuniéndose con ambas partes y ofreciendo ayuda económica para la construcción de la paz, si bien se trata de una ayuda aún insuficiente: el apoyo financiero de la UE será distribuido en tres etapas,  la primera pondrá a disposición recursos inmediatos para atender 24 requerimientos que ya fueron acordados con el ministro para el post conflicto, Rafael Pardo. La segunda etapa girará en torno al denominado Fondo Fiduciario de la Unión Europea, que actualmente alcanza la muy limitada cifra de 90 millones de euros, y su uso principal será apoyo al desarrollo rural. La última fase será la financiación de proyectos de infraestructura para el post conflicto, a través del desembolso de créditos hasta por 400 millones de euros que saldrán de la Banca de Inversión Europea. Créditos reembolsables, es decir, no se trata estrictamente de cooperación. Habremos de estar atentos a las condiciones de reembolso que se impondrán a dichos créditos para que realmente ayuden y no lleguen a dificultar la construcción de la paz.

Alemania ha sido el país de la UE que más activo se ha mostrado en el apoyo al proceso de paz en Colombia, con la designación hace más de un año del Diputado Tom Koenigs como Comisionado del Ministro de Relaciones Exteriores para el proceso de paz, mientras que el Banco de Crédito para la Reconstrucción y el Desarrollo, entidad pública alemana, ha comprometido a fecha de hoy 75 millones de euros para el post conflicto  y la construcción  de paz.

El enviado especial Koenigs se ha mostrado especialmente comprometido con la paz, ayudando a la buena marcha del proceso con pronunciamientos sobre los problemas concretos que enfrenta el post conflicto: “Los sucesores del paramilitarismo contradicen claramente a todos los protagonistas (guerrilla, gobierno, sociedad civil, víctimas, etc.) y contenidos (reforma agraria, reparación a víctimas, devolución de tierras, fin del narcotráfico, justicia, no repetición, etc.) de los acuerdos de paz, y son una grave amenaza para su realización” o “Resulta sorprendente que las víctimas de todas las partes y sus asociaciones correspondientes, con unas pocas excepciones, apoyan el acuerdo (de Justicia Transicional y Victimas) y están dispuestas a adjudicar una mayor importancia a los elementos de verdad, reparación y no repetición que a la severidad de las penas judiciales, mientras que los políticos de la derecha quieren ver restablecida la dignidad de las víctimas únicamente por penas de prisión” (2º Informe al Bundestag de T. Koenigs, 30 abril 2016).

En comparación, la diplomacia española, dependiente de su trabajo en América Latina para mantener su peso específico en el panorama diplomático internacional, ha estado ausente de este proceso de conversaciones, especialmente si se compara con su activa participación en los tres anteriores procesos de paz, fallidos, habidos entre las FARC EP y el Gobierno de Colombia. Este desentendimiento probablemente tiene que ver con el papel muy activo que la diplomacia española –tanto en los gobiernos de Aznar, de Rodríguez Zapatero como en el de Mariano Rajoy– desempeñó en el apoyo a la llamada “doctrina de la seguridad democrática” en Colombia, implementada por el Presidente Álvaro Uribe entre los años 2002 y 2010, y que lejos de acabar militarmente con la guerrilla –como se proponía– provocó pavorosas situaciones de violaciones a los derechos humanos, como los llamados “falsos positivos” –más de 4.000 ejecuciones extrajudiciales de jóvenes colombianos desempleados o marginales a los que el Ejército hacía pasar por guerrilleros abatidos en combate con el fin de mostrar resultados–  o las denominadas “chuzadas del DAS”,  espionaje a defensores de derechos humanos, jueces, políticos opositores y periodistas, que acabó con la disolución del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) –servicio de inteligencia dependiente directamente de la Presidencia de la República–  y el procesamiento de la mitad de su plantilla, tras ser calificado por los tribunales colombianos como una “organización criminal”.

El proceso de paz está llegando a buen término gracias al acompañamiento internacional, especialmente de los países de la América Latina que han visto en la paz de Colombia la paz de todo el continente. Junto al activo papel desempeñado como país garante por Noruega –sin duda la diplomacia con mayor especialización y eficacia en procesos de paz de cuantas existen hoy día–, Cuba  ha sido el otro país garante, que además de poner a disposición su territorio y las debidas condiciones de seguridad para que avanzara el proceso, ha sabido garantizar el apoyo político de la región al proceso, a la vez que –conjuntamente con Noruega– ha desplegado un imprescindible pragmatismo diplomático que ha permitido sortear los muchos desencuentros que entre las partes ha habido durante las conversaciones. El papel de países acompañantes desempeñado por Venezuela y Chile han ayudado a destrabar problemas y a sumar más apoyos a la causa de la paz. Finalmente, a partir de enero de 2015 la Administración estadounidense del Presidente Obama, con la designación del diplomático Sr. Bernard Aronson como enviado especial para el proceso de paz, también ha desempeñado un papel constructivo en las conversaciones, quizás no todo lo comprometido que pudiera haber sido a la vista de la influencia internacional de los EEUU, pero sin duda un apoyo a la paz en Colombia que nunca antes de forma tan explícita comprometió una administración estadounidense. La reunión celebrada el pasado mes de marzo entre el Secretario de Estado Sr. Kerry y la comandancia de las FARC EP en La Habana, supuso un evidente reconocimiento político a esta organización guerrillera, a pesar de que, inexplicablemente, aún sigue incluida en las arbitrarias listas de organizaciones “terroristas” de la Unión Europea, del Reino Unido y de los propios Estados Unidos.

Aún quedan acuerdos imprescindibles de alcanzar para la firma del Acuerdo Final de Paz. Los más importantes, los relacionados con la reincorporación de los antiguos combatientes a la vida civil, las zonas donde se producirá dicha reincorporación, la imprescindible y urgente  amnistía –prevista expresamente en las Convenciones de Ginebra a la finalización de un conflicto armado interno–, las necesarias Garantías de No repetición –revisión de la doctrina de seguridad y militar de Colombia y su adaptación a una sociedad en paz donde la población civil nunca más sea considerada un enemigo– y la puesta en marcha de la Jurisdicción Especial para la Paz, entre otras cuestiones de índole menor. Pero la firma este jueves en La Habana de los tres acuerdos que de facto ponen fin a la guerra, es la mejor garantía para alcanzar los acuerdos parciales restantes, de forma irreversible, en unas pocas semanas.

A partir de la firma del Acuerdo Final de Paz, será la comunidad internacional la que deba coger el relevo de la Mesa de Conversaciones de La Habana. Sin un acompañamiento firme e imparcial de la comunidad internacional, en especial de los países de América Latina y el Caribe y de las Naciones Unidas, será muy difícil verificar el cumplimiento de los acuerdos y acabar con las causas del conflicto. Es imprescindible garantizar un periodo de post acuerdo eficaz, donde la implementación de lo firmado sea una realidad y no se defrauden las expectativas de los colombianos y colombianas, en especial de aquellos que han vivido en primera persona la guerra, generación tras generación, en las zonas rurales del país. Una Colombia en paz abrirá la puerta a la solución de varios problemas mundiales, entre ellos el los cultivos susceptibles de unos ilícito y el narcotráfico o el desplazamiento de población. Colombia es un país dotado de inmensas potencialidades, sin duda la más importante reside en las personas que habitan en él, gente trabajadora y cordial, culta y emprendedora, con una envidiable formación académica y científica. El compromiso  de la comunidad internacional con esta paz que viene, tan difícil y generosamente construida entre todas, se verá cumplido cuando portar un pasaporte colombiano sea definitivamente motivo de orgullo y dignidad, nunca más un estigma.

Fuente: http://elordenmundial.com/tribuna/se-acabo-la-guerra-ojala-nunca-vuelva-enrique-santiago/

Fuente de la imagen: http://static.emol.cl/emol50/Fotos/2015/10/06/file_20151006160553.jpg

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