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La generación del Coronavirus: ¿Cómo viven los padres y los hijos de la pandemia?

Por: Miguel Ángel Pérez

Aunque ha corrido mucha tinta en torno a este reciente fenómeno social llamado coronavirus, no se ha dicho todo; aun los juicios que podamos hacer son parciales y prematuros. Sin embargo, en apenas dos meses ha surgido una nueva generación: aquella que puede ser la de los hijos, los padres y los abuelos del coronavirus.

El coronavirus junto con la pandemia, el virus microscópico y letal, se ha tornado en todo un fenómeno social, sus implicaciones han tocado el tejido social y han modificado algunas costumbres, el uso social de la decisión de los otros y las otras y la forma concreta de relacionarse con el entorno inmediato.

Estoy de acuerdo con Manuel Castels cuando habla de que más que vivir en una época de cambios hemos pasado a un cambio de época, el coronavirus es un síntoma que se suma a este cambio de época y cuyas complicaciones han tocado las fibras microscópicas de la sociedad.

Las escuelas sin clases formales (presenciales) los espectáculos sin espectadores ni personajes pagados para animar, las competencias deportivas sin competidores ni público que les aplauda, esto no solo es nuevo, es también la nueva forma de asumirnos y definirnos en esta posmodernidad agolpada que no la soñó ni la pensó ni Foucault, ni Bauman, ni el mismo Leotard.

En estos pocos días hemos vivido cambios estructurales como no había sucedido en centurias, el “quédate en casa” el “lávate las manos” el “no saludes de beso”, son las nuevas consignas o el nuevo corpus que será internado en las mentes infantiles y juveniles y cuyo sentido aun no cuenta con escenarios predecibles.

Hoy en este caluroso mes de abril, las formas de relación social se han transformado de tal manera, que reconocemos que han surgido nuevas formas de solidaridad social, “pensar en el cuidado de los otros y en el propio”, pero por el otro ha emergido una nueva paranoia, al asumir este temor condicionado al relacionarse con los demás.

El coronavirus se asocia con la plaga, la peste, o con todas aquellas cosas fincadas con aquellas enfermedades relacionadas con el vínculo y la interacción social ¡que gran paradoja!

Ante todo, ello la educación se ha virtualizado, pero nada más, los contenidos son los mismos, los roles de docentes y de alumnos han cambiado muy poco, y las formas de gestionar el conocimiento ha quedado prácticamente inamovibles, entonces en términos verdadera y profundamente educativos ¿Qué estamos dispuestos a aprender ante este cambio de época? Esa es la gran pregunta que tendrían que hacerse educadores y educadoras, docentes, investigadores, políticos de la educación etc.; si el cambio de época nos está orillando ante el surgimiento e inminente desprendimiento de una nueva generación social, (los hijos del coronavirus); los retos la educación que está dispuesta a contribuir ante este escenario inédito. O van a hacer como pasa en otro tiempo a replegarnos en la cola de la historia y desde ahí recoger lo que otros han hecho y repetir el discurso especializado en los demás.

Asistimos por último ante una brillante oportunidad para dar cabida a una nueva pedagogía dentro de la tormenta del cambio social. La pedagogía de la pandemia y del riesgo universal y humano.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-generacion-del-coronavirus-como-viven-los-padres-y-los-hijos-de-la-pandemia/

Imagen: https://pixabay.com/illustrations/man-silhouette-briefcase-umbrella-96587/

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Las que cuidan

Por: Josefina Martínez

En diversos países del mundo, las ciudadanas y los ciudadanos salen a aplaudir a quienes se hacen cargo del cuidado en tiempos de coronavirus. Son, en su mayoría, mujeres. Hay una lección de género que sacar de esta pandemia.

Una auxiliar de ayuda a domicilio en Madrid o una enfermera en Nueva York. Una teleoperadora que hace teletrabajo desde casa mientras cuida a sus hijos. Una trabajadora del hogar inmigrante y una trabajadora de la logística en Italia. Mujeres que ponen el cuerpo en la primera línea del combate contra la pandemia y la crisis social.

«Somos las grandes olvidadas», nos dice Isabel Calvo, auxiliar de ayuda a domicilio en Madrid. Son miles las mujeres que, como ella, salen cada día a trabajar en tiempos de cuarentena, porque no pueden dejar sin servicio a personas enfermas o mayores. «En una jornada completa podemos llegar a ver a seis usuarios, les ayudamos con las actividades básicas de la vida, el aseo, la comida, una cita de un médico, recoger un poquito la casa». Sin embargo, aunque están en contacto estrecho con personas en riesgo, no reciben la protección adecuada por parte de las empresas empleadoras. En los últimos días, Calvo ha tenido que contactar personalmente con diferentes asociaciones para conseguir material de protección, mascarillas o batas. «Parece que tiene que suceder, ojalá que no, la muerte de alguna compañera para que esto se visibilice, que se ponga en el mapa». Y aunque ellas actúan como una barrera protectora para que muchos casos no lleguen a la sanidad pública, nadie las cuida. «Necesitamos protección, para poder proteger a los demás», asegura.

Tre Kwon es enfermera en el Hospital Mount Sinai de Nueva York. Junto con sus compañeras, personal sanitario y de limpieza, han creado el Grupo de trabajadoras de primera línea de la Covid-19, una especie de escudo humano para sortear la tormenta que se desata sobre las salas de emergencia cada día. Mientras Donald Trump declara en los medios que «estamos todos juntos en esto», Tre Kwon piensa algo muy distinto. «Somos nosotras las que ponemos nuestros cuerpos en la línea de frente. Somos las que ponemos en riesgo a nuestras familias y a nosotras mismas en el trabajo». Ella tiene una beba de tres meses y había ahorrado algún dinero para poder tomarse una licencia maternal, pero al ver por televisión la gravedad de la crisis ha decidido volver al hospital junto a sus compañeras y compañeros. Enfermeras y personal médico de Nueva York, California, Missouri y Texas están protestando por la «falta de preparación» de los hospitales para enfrentar la pandemia en el país más poderoso del mundo.

Las trabajadoras del hogar y los cuidados son un sector totalmente feminizado, que ocupa a más de 700.000 personas en España. La mayoría son migrantes y una parte importante trabaja como internas, en la economía sumergida y en situación irregular, debido a los requisitos de la Ley de extranjería, que no son fáciles de cumplir. En la última semana, el Gobierno calificó a este sector como parte de los servicios esenciales si tienen a su cargo el cuidado de personas enfermas o mayores.

Marina Díaz lleva trece años como trabajadora del hogar y pertenece a la Red de Hondureñas migradas. «Con esta crisis sanitaria, económica y social estamos sufriendo mucho más la precariedad y vulnerabilidad, debido a que las medidas tomadas por el gobierno no son las suficientes». La situación se agrava, ya que no reciben insumos de protección para evitar los contagios. «El subsidio extraordinario aprobado por el gobierno no cubrirá a todas las trabajadoras del hogar y los cuidados y además se tardará para poder obtener esa ayuda, pero la crisis la estamos viviendo ya», explica. Díaz hace una pregunta simple: «Dicen que somos esenciales, que sostenemos la vida y la economía y facilitamos a personas, principalmente mujeres, que puedan trabajar fuera de sus hogares. ¿Entonces por qué no tenemos los mismos derechos que los demás trabajadores de España? ¿Qué es lo que impide la entrada al Régimen General de la Seguridad Social?»

Maddy era una trabajadora inmigrante, empleada en la empresa DHL de Piacenza, cerca de Milán. Estaba organizada junto al sindicato de base Si-Cobas y participó de las huelgas que se desataron en el norte de Italia para exigir condiciones de protección sanitaria y el cierre de las empresas no esenciales cuando empezó la cuarentena. Falleció el 24 de marzo, después de contagiarse coronavirus. Sus compañeras y compañeros de trabajo prometen no olvidarla. El lema de muchas de estas huelgas era «Nuestra salud, antes que sus ganancias». Cuando se tiene que ir a la huelga para no morir, es que hay un sistema que merece perecer.

La pandemia, con epicentro en Italia, España y Estados Unidos, ha puesto al desnudo las profundas contradicciones del capitalismo patriarcal donde los trabajos de cuidados y los empleos más precarios siguen recayendo en las mujeres. Durante las décadas de ofensiva neoliberal se desplegaron múltiples tendencias que aumentaron como nunca el entrelazamiento de los agravios de clase, género y racismo para las mujeres trabajadoras.

Mientras el Estado recortaba drásticamente los presupuestos de salud, educación y servicios sociales –preparando así el colapso del sistema sanitario ante pandemias como la actual– se incentivó la expansión de empresas privadas en estos sectores, que emplean trabajo femenino, precario y sin derechos. Al mismo tiempo, el ingreso al mundo laboral de millones de mujeres en todo el planeta, especialmente en los países más ricos, supuso un aumento de la demanda de mano de obra de mujeres migrantes, tercerizando el trabajo del hogar como trabajo asalariado.

Pero la mayor feminización de la fuerza laboral no implicó una reducción de la carga del trabajo doméstico en los hogares para gran parte de las mujeres. Y en esta crisis, esa contradicción también estalla. ¿Cómo combinas el teletrabajo con cuidar a tus hijos durante todo el día? ¿O cómo cuidas adecuadamente a tu familia, si has sido despedida y tienes que elegir entre pagar el alquiler o comprar comida?

Si la conciliación familiar ya era una tarea titánica para la mayoría de las mujeres en tiempos «normales», qué decir cuando tienes que sortear la presión de los jefes y el cuidado de los niños, al mismo tiempo, dentro de las cuatro paredes del hogar. ¿Y qué ocurre cuando no se puede establecer un espacio físico de teletrabajo separado del resto de la familia, en pequeños pisos sin condiciones adecuadas?

La crisis múltiple que estamos atravesando (crisis sanitaria, económica, geopolítica y social) desvela la barbarie de un sistema capitalista patriarcal que no puede asegurar ni siquiera la atención médica a gran parte de la población, donde algunas corporaciones capitalistas se lucran con la producción e investigación de vacunas, mientras se trata a las personas mayores o las que están enfermas como material descartable. Un sistema que se encamina hacia una probable depresión y que intentará, una vez más, reconstruir el ciclo de acumulación sobre los cuerpos cansados y explotados de las mujeres y el conjunto de la clase trabajadora, a costa de la vida de millones.

Pero algo está cambiando. Cuando miles de personas aplauden desde sus balcones a las enfermeras y al personal médico, cuando se viraliza un video aplaudiendo a las limpiadoras de un hospital, cuando alguien le agradece a la cajera de un supermercado, está empezando a coger fuerza una idea: podemos vivir sin banqueros, sin grandes empresarias que rompan los techos de cristal, pero no podemos vivir sin las trabajadoras del campo, sin las que cuidan a niños y ancianos, sin las que producen nuestros alimentos y nuestra ropa. Una vez que esta idea prenda, será difícil apagar el fuego.

Fuente e imagen: https://nuso.org/articulo/las-que-cuidan/

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Hambre y redes solidarias

Por: Claudia Espinoza.

 

Si en la memoria histórica de la pandemia iremos de incluir la muerte de una niña de 12 años por hambre, es señal de que Bolivia anda muy mal. Somos el país líder en tristeza. ¿Qué nos muestra esta aciaga realidad? Que en ausencia de políticas sociales más certeras, queda agudizar la sensibilidad e intensificar los lazos solidarios en las redes familiares, vecinales y comunitarias que nos rodean para soslayar la muerte.

Las redes solidarias son prácticas precoloniales que permitieron soportar la vida en momentos de dureza y crisis de diferente índole. La ciencia y la tecnología a esta altura del siglo XXI han demostrado no ser suficientes para prevenir y enfrentar crisis sanitarias como la actual, por lo que tendremos que echar mano de un bien cultural valioso, como la solidaridad.

Las tendencias en el mundo vislumbran que la pandemia del coronavirus no presenta una temporalidad exacta. Esa variabilidad en los periodos de su desarrollo irá a desencadenar, inevitablemente, escasez, desempleo, hambruna, angustia y miedo ante la incertidumbre del hoy y el mañana, tanto de lo material como primera necesidad como lo utilitario, generado por la sociedad de consumo capitalista.

En ese devenir, la autoorganización de la sociedad desde su experiencia comunal, urbana y rural, alumbra un camino alternativo que puede reducir las carencias y quién sabe, ojalá, salvar vidas. Varias acciones ya han montado el andamiaje de esa estructura societal hace algunas semanas y esperemos perduren.

Carteles con “Toma lo que necesita” acompañan alimentos puestos en mesas callejeras y bolsas colgadas en las rejas de los garajes. Camiones de frutas distribuyen en casas de zonas populares. Ollas comunes se preparan en colegios e iglesias. Empieza a moverse la máquina de la solidaridad en los difíciles y complejos días que irrumpen en la vida cotidiana.

Los mercados y ferias están ahí puntuales, pero la oferta sube cada vez más los precios para bolsillos que se achican como uno de los efectos de la Covid19. Esa es la suerte de la población más carente de condiciones para enfrentar las restricciones que provoca la enfermedad, pero que también provoca la política social del gobierno transitorio, insuficiente e insostenible. Amplios sectores no recibirán los bonos o no aguantarán el peso del calendario.

La respuesta provisoria de la solidaridad a través de las redes vecinales, populares, familiares, gremiales y de organizaciones sociales y religiosas, es y será absolutamente imprescindible. Pequeñas y medianas empresas también aportan de acuerdo a sus posibilidades. En algunas plazas se pueden ver bolsas colgadas con pan, verduras y con el desprendimiento de la gente. La persona o familia que lo necesita va y lo toma. No hace falta ningún resguardo uniformado.

También existen donaciones mayores, como los camiones desplazados desde el Trópico hacia el Altiplano y los Valles. Esas acciones malinterpretadas y castigadas, fueron el bienestar de muchas familias. En algunas iglesias y colegios, las ollas comunes, donde vecinas y vecinos entregan alimentos, por turno, puede comer la gente que vive en la calle, que fue abandonada u olvidada. Incluso en Pisiga y Colchane, donde han confinado a varios compatriotas, la olla común ha mitigado el hambre de centenares de personas.

Así cual telaraña, la red de redes solidarias se extiende por el territorio nacional. En ese sentido, el aislamiento obligatorio encierra nuestra individualidad, mas no nuestro “yo colectivo”. Que así sea.

Fuente del artículo: https://rebelion.org/hambre-y-redes-solidarias/
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COVID-19: pueblos indígenas de Perú enfrentan escasez de alimentos y deficiencias en atención de salud

Por:

 

  • Líderes indígenas solicitan se atienda abastecimiento de artículos de primera necesidad en las comunidades y se definan los protocolos para llevar insumos.
  • Monitores forestales ayudan en la divulgación de información para prevenir contagio por coronavirus.

El cierre total de sus territorios fue la primera medida que adoptaron las comunidades indígenas cuando el gobierno peruano, el 16 de marzo, decretó el Estado de Emergencia ante el avance del coronavirus.

Cerraron caminos, puentes, impidieron el ingreso de embarcaciones por ríos e incluso prohibieron los vuelos a lugares lejanos. Así, casi un millón de personas que viven en comunidades indígenas amazónicas de Perú apostaron por el aislamiento como la mejor forma de protegerse de la amenaza del nuevo virus.

Los pueblos indígenas se abastecen con los productos que cultivan o que obtienen de los ríos. Foto: Archivo Mongabay Latam.
Los pueblos indígenas se abastecen con los productos que cultivan o que obtienen de los ríos. Foto: Archivo Mongabay Latam.

Ahora, a un mes del inicio del aislamiento en Perú, las comunidades enfrentan más de un problema. Escasez de productos básicos, falta de servicios de salud y la ausencia de protocolos para atender a esta población ya de por sí vulnerable ante cualquier enfermedad.

“Durante las tres primeras semanas de cuarentena hemos insistido para ser visibles ante el gobierno”, dice Lizardo Cauper, presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep).

El líder indígena señala que entre las propuestas presentadas al Ejecutivo consideran como las más importantes la atención en los servicios de salud, la implementación de un mecanismo de apoyo económico, la entrega de alimentos de primera necesidad y de mascarillas para su protección. “Se tienen que tener listos los protocolos desde el Estado. ¿Por qué han demorado tanto en visibilizar a los pueblos indígenas?»

El presidente Martín Vizcarra informa todos los días sobre el avance del COVID-19. Foto: Agencia Andina.
El presidente Martín Vizcarra informa todos los días sobre el avance del COVID-19. Foto: Agencia Andina.

El jueves 9 de abril, el presidente Martín Vizcarra dijo que el gobierno está preparando un plan específico para las comunidades indígenas y amazónicas. “Como Estado debemos tener una propuesta integral de atención”, manifestó. Sin embargo, el tiempo pasa y los planes aún no se concretan.

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Problemas de abastecimiento

 

Por lo menos 200 miembros de comunidades indígenas estaban de paso en Iquitos cuando el gobierno peruano decretó el Estado de Emergencia y el inicio de la cuarentena. La mayoría había llegado a la ciudad para hacer trámites de rutina o recibir atención médica.

Desde entonces, la situación se tornó crítica para estas personas que no contaban con los recursos suficientes para permanecer en la ciudad durante la cuarentena.

Las poblaciones indígenas son las más vulnerables debido debido a los altos índices de anemia y desnutrición. Foto: Ministerio de Cultura.
Las poblaciones indígenas son las más vulnerables debido debido a los altos índices de anemia y desnutrición. Foto: Ministerio de Cultura.

“Incertidumbre, abandono, necesidad, son los sentimientos de nuestros hermanos que vinieron a Iquitos sin saber que no iban a regresar a sus comunidades por la cuarentena”, dice Jorge Pérez, presidente de la Organización Regional de Pueblos Indígenas del Oriente (Orpio).

El líder indígena cuenta que algunos de ellos dormían en sus botes anclados en los puertos y trataban de sobrevivir como podían, mientras otros recibían ayuda de sus familiares. “Sus viviendas son muy precarias y comparten espacios muy reducidos”, apunta.

Hasta ahora, la única atención que han recibido ha sido la entrega de canastas con productos básicos que ordenó el gobierno se entregue a las familias de menos recursos.

Las comunidades indígenas tomaron la decisión de cerrar sus territorios desde que se decretó el Estado de Emergencia en Perú. Foto: Ministerio de Cultura.
Las comunidades indígenas tomaron la decisión de cerrar sus territorios desde que se decretó el Estado de Emergencia en Perú. Foto: Ministerio de Cultura.

Pero no ha sido el único caso. “Hemos mapeado unos 500 indígenas que viven en Lima que son awajún y wampís. Y desde Ucayali nos ha llegado una lista que solicita el bono de 380 soles”, dice Ángela Acevedo, viceministra de Interculturalidad del Ministerio de Cultura.

Loreto es una de las regiones con mayor cantidad de casos de COVID-19 en Perú, hasta el momento se han reportado 332 casos en esa región y son nueve las personas fallecidas.

Hace una semana, el virus llegó al centro poblado San Lorenzo, en Datem del Marañón, habitado por indígenas y colonos. El temor ante la llegada del coronavirus está presente en todas las comunidades indígenas.

Los pueblos de la Selva Central vigilan los ingresos por carretera a sus comunidades. Foto: Agencia Andina.
Los pueblos de la Selva Central vigilan los ingresos por carretera a sus comunidades. Foto: Agencia Andina.

“No hay abastecimiento de insumos básicos. Los pueblos indígenas están abandonados. Solo una cooperante pudo llegar a tiempo con ayuda de víveres a los sectores de Santa Clotilde y Cushillococha”, agrega Pérez de Orpio.

El miércoles 8 de abril, una comisión multisectorial se reunió para evaluar la situación de Loreto. “Hemos establecido el comando Covid en esa región y continuaremos con las otras regiones amazónicas”, explica Acevedo, viceministra de Interculturalidad.

Acevedo señala que han sido las mismas organizaciones indígenas las que han colocado los temas en la agenda. Uno de estos puntos es la escasez de productos básicos en las comunidades. “Estamos evaluando cómo llegar a las comunidades para complementar su canasta básica. Pero tenemos que hacerlo con las mejores condiciones. El protocolo lo tenemos que diseñar con el sector Salud. Si se toma la decisión de llevar algo tiene que ser con toda la seguridad necesaria”, aclara.

Por su parte, el presidente de Orpio reclama que el tema indígena no es una prioridad. “Tuvimos que insistir para que nos escuchen”, comenta con relación a la reunión de todos los sectores para analizar las acciones en Loreto.

Una comisión multisectorial se reunió en Loreto para evaluar la situación de la región por el avance del COVID-19. Foto: Orpio.
Una comisión multisectorial se reunió en Loreto para evaluar la situación de la región por el avance del COVID-19. Foto: Orpio.

“En Ucayali hay migrantes indígenas que viven en las ciudades en los denominados Asentamientos Urbanos Interculturales”, comenta Berlin Diques, presidente de la Organización Regional Aidesep Ucayali (ORAU).

Diques señala que estas comunidades urbanas congregan a una gran cantidad de personas. Le preocupa que se trata de población vulnerable porque ganan su sustento diario con trabajos informales. “Ahora no pueden realizar sus actividades y los problemas de falta de alimentos se agudizan para ellos”.

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El control de las vías

 

Julio Cusuriche, presidente de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), señala que cumplir la cuarentena está resultando difícil para las 37 comunidades que pertenecen a esta organización.

El 25 de marzo, Fenamad envió una carta a la ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Ariela Luna, solicitando que se incluya a las comunidades nativas en la entrega del bono de 380 soles que ha dispuesto el gobierno para las familias de escasos recursos económicos. “Ha empezado la escasez de los productos que no se producen en el campo. Y el bono de 380 soles no llega a las comunidades”, precisa Cusuriche.

Las comunidades se organizan para vigilar el ingreso a sus territorios. Foto: Agencia Andina.
Las comunidades se organizan para vigilar el ingreso a sus territorios. Foto: Agencia Andina.

El presidente de la Fenamad precisa que los líderes indígenas de la organización se mantienen en constante comunicación para tener un panorama de lo que sucede cada día en las comunidades. “No se permite el ingreso ni salida de los territorios. Las comunidades nativas fueron las primeras que cerraron sus fronteras para cumplir el aislamiento social. El control lo hacen los mismos comuneros, sin la presencia de policías y militares”.

Walter Quertehuari, presidente del Ejecutor del Contrato de Administración de la Reserva Comunal Amarakaeri (ECA-RCA), señala que su mayor preocupación es la posibilidad de que ingresen personas ajenas a la comunidad por el acceso que hay hacia la región Cusco. “Sabemos que hay personas que están escapando para la selva, además que transitan vehículos que trasladan alimentos. Tememos que el virus llegue porque somos una población muy vulnerable”.

En Loreto el aislamiento de las comunidades no ha sido del todo respetado. Cuando ya se había decretado la cuarentena, embarcaciones que salen desde Iquitos hacia Mazán y el río Napo partieron evadiendo la orden de inamovilidad.

La vigilancia también se da en las riberas de los ríos por donde transitan embarcaciones hacia as comunidades. Foto: Orpio.
La vigilancia también se da en las riberas de los ríos por donde transitan embarcaciones hacia as comunidades. Foto: Orpio.

“Hemos tenido que bloquear los ríos para impedir que transite cualquier tipo de embarcación”, cuenta Betty Rubio, presidenta de la Federación de Comunidades Nativas del Medio Napo Curaray y Arabela (Feconamncua).

La viceministra de Interculturalidad, Acevedo, señala que uno de los ejes considerados para atender a la población indígena es el control territorial.  “Existen demandas para lograr un control efectivo en ríos y puertos y estamos coordinando con los gobiernos regionales y las Fuerzas Armadas. Inicialmente no hubo un control efectivo en los ríos”, reconoce.

Acevedo confirma que durante la primera semana de aislamiento social hubo embarcaciones que partieron de Iquitos, pero que el gobierno regional ha tomado el control. Sin embargo, la funcionaria señala que la realidad de cada región es distinta y por ello deben actuar de acuerdo a cada lugar. “En la selva central el acceso es principalmente por carretera, mientras que en Madre de Dios los ingresos se pueden dar por Puerto Maldonado o Cusco. Esto nos plantea más retos para resguardar sus vidas”.

Desde la Selva Central, Irupé Cañari, asesora legal del Comité Central de Autodefensa del Valle del Río Ene (CARE) también se refirió a los problemas de tránsito que se han presentado en la Selva Central. “Existe mucho traslado de colonos de la cuenca del Ene, trabajadores migrantes que se habían trasladado de Ayacucho, Junín y Cusco hacia el VRAEM. Ahora están tratando de regresar a su localidad tomando la ruta que va desde Pichari en Cusco hasta Satipo en Junín”.

En la ruta de Pichari a Satipo existen varias comunidades nativas. Fuente: Google maps.
En la ruta de Pichari a Satipo existen varias comunidades nativas. Fuente: Google maps.

En este caso preocupa a Cañari que quienes circulan por esta vía se conviertan en un riesgo de contagio para las comunidades indígenas ubicadas a lo largo de la carretera. “La semana pasada hubo movimiento masivo por esta carretera. Nos preocupa porque potencializa el riesgo”.

Cañari también menciona que hasta el momento no hay ningún caso de COVID-19 en las comunidades nativas de la Selva Central. “Eso es alentador”, agrega. Sin embargo, le preocupa que ya se han reportado dos contagios en Pichanaki, ciudad ubicada a una hora de Satipo, zona de ingreso a las comunidades nativas del VRAEM.

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Vigilancia comunal

 

Los monitores forestales de Loreto están usando ahora la tecnología que tienen al alcance para difundir entre las comunidades indígenas las acciones de prevención contra la pandemia.

Monitores forestales utilizan la tecnología para informar sobre prevención por el coronavirus. Foto: Orpio.
Monitores forestales utilizan la tecnología para informar sobre prevención por el coronavirus. Foto: Orpio.

“Enviamos las cartillas e infografías con información de cómo prevenir el contagio a través del whatssapp de los teléfonos que usamos para el monitoreo de las acciones ilegales en nuestros territorios”, cuenta Betty Rubio, presidenta de Feconamncua e integrante de la red de monitores forestales creada por la organización Rainforest Fundation US.

Así, relata Rubio, las medidas de prevención están llegando a las comunidades del río Napo en Loreto, además de que pueden intercambiar información de lo que sucede en cada lugar.

Los monitores han descargado la infografía elaborada por Orpio en los teléfonos y tablets que normalmente usan para rastrear la deforestación. Estas herramientas tecnológicas ahora las utilizan para brindar información a las comunidades.

En las comunidades se elaboran paneles con información relevante sobre el COVID-19. Foto: Orpio.
En las comunidades se elaboran paneles con información relevante sobre el COVID-19. Foto: Orpio.

Una acción que busca, de alguna forma, suplir las serias deficiencias que presentan los servicios de salud en las comunidades nativas. Según el censo de 2017, de cada diez comunidades indígenas en Perú, menos de cuatro cuentan con un centro de salud en sus territorios, situación que coloca a los pueblos indígenas en mayor riesgo.

Según la antropóloga Beatriz Huertas, la situación de los pueblos indígenas es de extrema vulnerabilidad. La desnutrición y anemia, así como la alta prevalencia hepatitis B, tuberculosis, malaria o dengue los dejan sumamente expuestos a otras enfermedades.

Zebelio Kayap, líder indígena de las etnias awajún y wampís en la zona de frontera con Ecuador, menciona que en muchas comunidades nativas no se cuenta con centros de atención médica y en la situación actual de cuarentena tampoco llegan las brigadas de salud para que informen sobre el coronavirus.

“Brindamos información por teléfono. Pero donde no hay cobertura telefónica ni radio, no podemos alertar de los riesgos ni de las medidas de prevención”, comenta el líder indígena.

Las organizaciones indígenas difunden por redes sociales mensajes de prevención y atención de la emergencia. Fuente: Orpio.
Las organizaciones indígenas difunden por redes sociales mensajes de prevención y atención de la emergencia. Fuente: Orpio.

“El Estado hasta ahora no tiene un plan de contingencia para las poblaciones vulnerables. Los puestos de salud de las comunidades nativas, cuando existen, están muy mal implementados. Si ocurre un caso de contagio en una comunidad, sería devastador, porque no estamos preparados”, dice Diques, presidente de ORAU.

Irupé Cañari de CARE también se refiere a los problemas de atención de salud en las comunidades. “No se han habilitado espacios específicos para atender a pacientes con COVID-19, tampoco hay protocolos de atención para pueblos indígenas. No sabemos cómo proceder en el hipotético caso de que se presente una persona afectada por el virus, ni como sería el traslado”.

La viceministra de Interculturalidad, Ángela Acevedo, comenta que los problemas de los últimos años en el sector salud en esta situación de emergencia se han hecho más evidentes. “Si bien no ha llegado el virus a las comunidades, existe un alto riesgo. Estamos viendo el mejor mecanismo para definir un protocolo de salud adecuado”.

Desde Amarakaeri, el líder indígena Quertehuari recuerda que hay muchas comunidades sin agua potable y que el abastecimiento de este recurso depende de pozos o directamente de los ríos. “El lavado de manos es muy importante, pero como cumplirlo si no se cuenta con agua potable ni jabón”.

Un derrame en la Refinería de Iquitos ocurrió el 8 de abril. Foto: OEFA.
Un derrame en la Refinería de Iquitos ocurrió el 8 de abril. Foto: OEFA.

Además de la falta de servicios básicos, muchas comunidades están expuestas a los derrames de petróleo que afectan directamente su provisión del recurso. En plena cuarentena, el 8 de abril, un derrame de hidrocarburo se produjo en la Refinería de Iquitos, ubicado en el distrito de Punchana, en Maynas, Loreto. La filtración del crudo afectó las localidades de Santa Clara del Ojeal y Barrio Florido.

El Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) ha informado que se está supervisando la implementación del plan de contingencia de PetroPerú, empresa estatal a cargo de la refinería, así como las acciones de contención y limpieza de la zona afectada.

Fuente del artículo: https://es.mongabay.com/2020/04/covid-19-pueblos-indigenas-alimentacion-salud-peru/

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Noam Chomsky habla sobre el coronavirus: «Estamos ante otro fallo masivo y colosal del capitalismo»

Por: rebelion.org.

Para el filósofo y lingüista Noam Chomsky, la primera gran lección de la actual pandemia es que estamos ante “otro fallo masivo y colosal de la versión neoliberal del capitalismo”, que en el caso de Estados Unidos está agravado por la naturaleza de los “bufones sociópatas que manejan el Gobierno” liderado por Donald Trump.

Desde su casa de Tucson (Arizona) y lejos de su despacho en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), desde el que cambió para siempre el campo de la lingüística, Chomsky repasa en una entrevista con Efe las consecuencias de un virus que deja claro que los gobiernos están siendo “el problema y no la solución.

—¿Qué lecciones positivas podemos extraer de la pandemia?

—La primera lección es que estamos ante otro fallo masivo y colosal de la versión neoliberal del capitalismo. Si no aprendemos eso, la próxima vez que pase algo parecido va a ser peor. Es obvio después de lo que ocurrió tras la epidemia del SARS en 2003. Los científicos sabían que vendrían otras pandemias, probablemente de la variedad del coronavirus. Hubiese sido posible prepararse en aquel punto y abordarlo como se hace con la gripe. Pero no se ha hecho.

Las farmacéuticas tenían recursos y son superricas, pero no lo hacen porque los mercados dicen que no hay beneficios en prepararse para una catástrofe a la vuelta de la esquina. Y luego viene el martillo neoliberal. Los Gobiernos no pueden hacer nada. Están siendo el problema y no la solución.

Estados Unidos es una catástrofe por el juego que se traen en Washington. Saben cómo culpar a todo el mundo excepto a ellos mismos, a pesar de que son los responsables. Somos ahora el epicentro, en un país que es tan disfuncional que ni siquiera puede proveer de información sobre la infección a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

—¿Qué opina de la gestión de la administración Trump?

—La manera en la que esto se ha desarrollado es surrealista. En febrero la pandemia estaba ya haciendo estragos, todo el mundo en Estados Unidos lo reconocía. Justo en febrero, Trump presenta unos presupuestos que merece la pena mirar. Recortes en el Centro de Prevención y Control de Enfermedades y en otras partes relacionadas con la salud. Hizo recortes en medio de una pandemia e incrementó la financiación de las industrias de energía fósil, el gasto militar, el famoso muro…

Todo eso te dice algo de la naturaleza de los bufones sociópatas que manejan el Gobierno y que el país está sufriendo. Ahora buscan desesperadamente culpar a alguien. Culpan a China, a la OMS… y lo que han hecho con la OMS es realmente criminal. ¿Dejar de financiarla? ¿Qué significa eso? La OMS trabaja en todo el mundo, principalmente en países pobres, con temas relacionados con la diarrea, la maternidad… ¿Entonces qué están diciendo? “Vale, matemos a un montón de gente en el sur porque quizás eso nos ayude con nuestras perspectivas electorales”. Eso es un mundo de sociópatas.

—Trump empezó negando la crisis, dijo incluso que era un bulo demócrata… ¿Puede ser esta la primera vez que a Trump le han vencido los hechos?

—A Trump hay que concederle un mérito… Es probablemente el hombre más seguro de sí mismo que ha existido nunca. Es capaz de sostener un cartel que dice “os amo, soy vuestro salvador, confiad en mí porque trabajo día y noche para vosotros” y con la otra mano apuñalarte en la espalda. Es así cómo se relaciona con sus votantes, que lo adoran independientemente de lo que haga. Y recibe ayuda por un fenómeno mediático conformado por Fox NewsRush LimbaughBreitbart… que son los únicos medios que miran los republicanos.

Si Trump dice un día “es solo una gripe, olvidaos de ella”, ellos dirán que sí, que es una gripe y que hay que olvidarse. Si al día siguiente dice que es una pandemia terrible y que él fue el primero en darse cuenta, lo gritarán al unísono y dirán que es la mejor persona de la historia.

A la vez, él mismo mira Fox News por las mañanas y decide qué se supone que tiene que decir. Es un fenómeno asombroso. Rupert Murdoch, Limbaugh y los sociópatas de la Casa Blanca están llevando el país a la destrucción.

—¿Puede esta pandemia cambiar la manera en la que nos relacionamos con la naturaleza?

—Eso depende de la gente joven. Depende de cómo la población mundial reaccione. Esto nos podría llevar a estados altamente autoritarios y represivos que expandan el manual neoliberal incluso más que ahora. Recuerde: la clase capitalista no cede. Piden más financiación para los combustibles fósiles, destruyen las regulaciones que ofrecen algo de protección… En medio de la pandemia en EE.UU. se han eliminado normas que restringían la emisión de mercurio y otros contaminantes… Eso significa matar a más niños estadounidenses, destruir el medio ambiente. No paran. Y si no hay contrafuerzas, es el mundo que nos quedará.

—¿Cómo queda el mapa de poder en términos geopolíticos despúes de la pandemia?

—Lo que está pasando a nivel internacional es bastante chocante. Está eso que llaman la Unión Europea. Escuchamos la palabra “unión”. Vale, mira Alemania, que está gestionando la crisis muy bien… En Italia la crisis es aguda… ¿Están recibiendo ayuda de Alemania? Afortunadamente están recibiendo ayuda, pero de una “superpotencia” como Cuba, que está mandando médicos. O China, que envía material y ayuda. Pero no reciben asistencia de los países ricos de la Unión Europea. Eso dice algo…

El único país que ha demostrado un internacionalismo genuino ha sido Cuba, que ha estado siempre bajo estrangulación económica por parte de EE.UU. y por algún milagro han sobrevivido para seguir mostrándole al mundo lo que es el internacionalismo. Pero esto no lo puedes decir en EE.UU. porque lo que has de hacer es culparles de violaciones de los derechos humanos. De hecho, las peores violaciones de derechos humanos tienen lugar al sudeste de Cuba, en un lugar llamado Guantánamo que Estados Unidos tomó a punta de pistola y se niega a devolver.

Una persona educada y obediente se supone que tiene que culpar a China, invocar el “peligro amarillo” y decir que los chinos vienen a destruirnos, nosotros somos maravillosos.

Hay una llamada al internacionalismo progresista con la coalición que empezó Bernie Sanders en Estados Unidos o Varoufakis en Europa. Traen elementos progresistas para contrarrestar el movimiento reaccionario que se ha forjado desde la Casa Blanca (…) de la mano de Estados brutales de Oriente Medio, Israel (…) o con gente como Orban o Salvini, cuyo disfrute en la vida es asegurarse de que la gente que huye desesperadamente de África se ahoga en el Mediterráneo.

Pones todo ese “reaccionarismo” internacional en un lado y la pregunta es… ¿serán contrarrestados? Y solo veo esperanza en lo que ha construido Bernie Sanders.

—Que ha perdido…

—Se dice comúnmente que la campaña de Sanders fue un fracaso. Pero eso es un error total. Ha sido un enorme éxito. Sanders ha conseguido cambiar el ámbito de la discusión y la política y cosas muy importantes que no se podían mencionar hace un par de años ahora están en el centro de discusión, como el Green New Deal, esencial para la supervivencia.

No le han financiado los ricos, no ha tenido apoyo de los medios… El aparato del partido ha tenido que manipular para evitar que ganase la nominación. De la misma manera que en Reino Unido el ala derecha del Partido Laborista ha destruido a Corbyn, que estaba democratizando el partido en una manera que no podían soportar.

Estaban dispuestos hasta a perder las elecciones. Hemos visto mucho de eso en EE.UU., pero el movimiento permanece. Es popular. Está creciendo, son nuevos… Hay movimientos comparables en Europa, pueden marcar la diferencia.

—¿Qué cree que pasará con la globalización tal y como la conocemos?

—No hay nada malo con la globalización. Está bien ir de viaje a España, por ejemplo. La pregunta es qué forma de globalización. La que se ha desarrollado ha sido bajo el neoliberalismo. Es la que han diseñado. Ha enriquecido a los más ricos y existe un enorme poder en manos de corporaciones y monopolios. También ha llevado a una forma muy frágil de economía, basada en un modelo de negocio de la eficiencia, haciendo las cosas al menor costo posible. Ese razonamiento te lleva a que los hospitales no tengan ciertas cosas porque no son eficientes, por ejemplo.

Ahora el frágil sistema construido está colapsando porque no puede lidiar con algo que ha salido mal. Cuando diseñas un sistema frágil y centralizas la manufacturación y la producción solo en un lugar como China… Mira Apple. Hace enormes beneficios, de los que pocos se quedan en China o en Taiwán. La mayor parte de su negocio va a parar a donde probablemente han puesto una oficina del tamaño de mi estudio, en Irlanda, para pagar pocos impuestos en un paraíso fiscal.

¿Cómo es que pueden esconder dinero en paraísos fiscales? ¿Es eso parte de la ley natural? No. De hecho en Estados Unidos, hasta Reagan, era algo ilegal. Igual que las compraventas de acciones. (…) ¿Eran necesarias? Lo legalizó Reagan.

Todo ha sido diseñado, son decisiones… que tienen consecuencias que hemos visto a lo largo de los años y una de las razones por las que encuentras lo que se ha mal llamado “populismo”. Mucha gente estaba enfadada, resentida y odiaba al gobierno de forma justificada. Eso ha sido un terreno fértil para demagogos que podían decir: soy tu salvador y los inmigrantes esto y lo otro.

—¿Cree que, tras la pandemia, Estados Unidos estará más cerca de una sanidad universal y gratuita?

—Es muy interesante ver esa discusión. Los programas de Sanders, por ejemplo, sanidad universal, tasas universitarias gratuitas… Lo critican en todo el espectro -ideológico-. Las críticas más interesantes vienen de la izquierda. Los columnistas más liberales del New York TimesCNN y todos ellos… Dicen que son buenas ideas, pero no para los estadounidenses.

La sanidad universal está en todas partes. En toda Europa de una forma u otra. En países pobres como Brasil, México… ¿Y la educación universitaria gratuita? En todas partes… Finlandia, Alemania, México… en todos lados. Así que lo que dicen los críticos en la izquierda es que Estados Unidos es una sociedad tan atrasada que no se puede poner a la altura del resto del mundo. Y te dice bastante de la naturaleza, la cultura y de la sociedad.

Fuente de la entrevista: https://rebelion.org/estamos-ante-otro-fallo-masivo-y-colosal-del-capitalismo/
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