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Noche sin estrellas

Por: Luis Hernández Navarro

Cuando los xiñá (sabios y sabias) de la Montaña de Guerrero divisaron los relámpagos en el norte, supieron que 2020 sería funesto, cuenta el Centro de Derechos Humanos Tlachinollan. No sólo visualizaron en el horizonte el incremento de la violencia, sino la fuerza irascible del hambre, acompañada de una nube grisácea, que de momento no pudieron interpretar, pero que, al final de cuentas, resultó ser el anuncio de una enfermedad desconocida.

Sus rezos –explica Tlachi– se intensificaron entonces para calmar a las potencias sagradas y contener los malos vientos, que traen la enfermedad y la guerra. En la cima de los cerros quemaron vela.

Como toda persona asceta –describe el Centro de Derechos Humanos de la Montaña en su 26 Informe de actividades– guardaron para sí estos mensajes y los transmitieron a los mayores y mayoras, y a las autoridades que están en la mesa. Su objetivo fue asirse a su costumbre, como el ancla más segura para las comunidades que se encuentran en extrema vulnerabilidad, ante el olvido gubernamental y el empoderamiento de las fuerzas oscuras del crimen organizado, pudieran enfrentar las adversidades.

Como una noche sin estrellas se llama el informe de Tlachinollan. Su título evoca, como lo dice el poema que lo acompaña, el eclipse del sol de justicia y la forma en que la milpa comunitaria se marchitó en la región. En él, se documenta tanto la etapa de sorda oscuridad que la región y Guerrero vivieron durante el último año, como la capacidad para hacer frente y salir adelante en la adversidad, de pueblos, comunidades y organizaciones indígenas y campesinas en el estado.

La obra es una formidable y vasta (396 páginas) narración, similar a las que los grandes novelistas sociales del siglo XIX (Balzac, Zola, Dickens) produjeron. En ella, la pluma de Tlachinollan traza una visión panorámica de la política, la sociedad y las luchas sociales de la Montaña y el Guerrero de abajo, al tiempo que describe los personajes colectivos que hacen la historia regional: comunidades indígenas, movimientos populares, buscadoras de sus desaparecidos, nuevos defensores de derechos humanos, migrantes.

Al hacerlo, retrata a figuras excepcionales que expresan a los sujetos colectivos y que parecen extraídos de una novela de Gorki, como el dirigente del Frente Popular de la Montaña Arnulfo Cerón Soriano y el líder campesino Ranferí Hernández. Ambos fueron asesinados por su participación política en momentos distintos. O a la migrante doña Amelia, quien en 1980 salió de Ixcateopan, en un viaje sin retorno, a Nueva York, a buscar a su hijo, y a quien ya no le alcanzaron las fuerzas para vencer al coronavirus.

Como si fuera un textil elaborado con los más diversos hilos, el informe de Tlachi entreteje la historia de grupos criminales imbricados con políticos y fuerzas de seguridad, que se dedican a labores de contrainsurgencia; la descomposición de la vida urbana en la ciudad de Tlapa; el avance incontenible del Covid-19; las penurias y el heroísmo de los montañeros migrantes en Tlapayork; el surgimiento de un grupo de buscadores de desaparecidos, la continuidad de la lucha de los familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y muchos acontecimientos más.

Las historias se suceden vertiginosamente unas a otras. El Covid-19 no ha pegado igual a todos. Se ha cebado especialmente con los más pobres, que ya de por sí padecían hambre, marginación y violencia ancestrales. Sin médicos ni medicinas, ni centros de salud en las comunidades, la llegada de la pandemia a la Montaña resultó aciago. Los pueblos han improvisado el cuidado de sí mismos. Como recomendaron los xiñá, echaron mano de la tradición y alrededor de ella se unieron para enfrentar la adversidad.

Guerrero es un enorme camposanto clandestino. Como si vivieran en un país aparte, en los terrenos de los negocios inmobiliarios con los que el narco lava sus ganancias ilícitas, han instalado casas de seguridad y depósitos de restos humanos.

Antes que hospitalizarse, por temor a la migra y las deportaciones, cuando enfermaron los montañeros que partieron a Nueva York a buscar el sueño americano, los que mandaban a los suyos 300 dólares al mes como bálsamo para la penuria familiar, se encerraron hacinados en sus viviendas. Para muchos, contagiarse lejos de la casa resultó más doloroso que la sola afección. Como fue mayor el calvario de los familiares de quienes fallecieron por el mal, que debieron pagar pequeñas fortunas para incinerar los cuerpos y trasladar las cenizas de sus deudos a México, sin ni siquiera poder despedirlos como se debe.

Sin ingresos y sin trabajo, las familias rurales tuvieron que salir a buscarlos en los campos agrícolas del norte. Carentes de la higiene adecuada, en transportes en los que viajan hacinados, se han convertido (más de lo que ya eran) en fácil presa del coronavirus.

Decía Vaclav Havel que a veces se necesita tocar el fondo de la miseria para poder entender la verdad, igual que hay que lanzarse hasta el fondo del pozo para llegar a ver las estrellas. En un mundo sordo, en medio de un mar de dolor, muy cerca de lo más profundo del pozo, en Como una noche sin estrellas se atisban los astros de la esperanza comunitaria que permiten comprender la verdad de los de abajo.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/12/08/opinion/019a2pol

Imagen: https://www.flickr.com/photos/chou2006/649796088/in/photolist-2jwgbFN-2hHAVRp-2jJ5BBK-EUT4Jb-9izMzv-dcxjxb-AptyuM-pFq3CF-eEWdZG-2gSkAT1-69PaC7-ZqnJQ-8U16WL-7ivhYx-6tS5a8-6tWdAs-6tS6r4-6tWebj-6tWdTU-21WgsFi-3VYi4f-bSQiA2-8wkaZF-bfQ88V-cKigmJ

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Zizek: There will be no return to normality after Covid. We are entering a post-human era & will have to invent a new way of life

By: Slavoj Zizek

It’s time to accept that the pandemic has changed the way we exist forever. Now the human race has to embark on the profoundly difficult and painful process of deciding what form the ‘new normality’ is going to take.

The world has lived with the pandemic for most of 2020, but what is our situation with regard to it now, in early December, in the middle of what the European media is terming ‘the second wave’? Firstly, we should not forget that the distinction between the first and second wave is centred on Europe: in Latin America the virus followed a different path. The peak was reached in between the two European waves, and now, as Europe suffers the second of these, the situation in Latin America has marginally improved.

We should also bear in mind the variations in how the pandemic affects different classes (the poor have been hit more badly), different races (in the US, the blacks and Latinos suffer much more) and the different sexes.

And we should be especially mindful of countries where the situation is so bad – because of war, poverty, hunger and violence – that the pandemic is considered one of the minor evils. Consider, for example, Yemen. As the Guardian reported, “In a country stalked by disease, Covid barely registers. War, hunger and devastating aid cuts have made the plight of Yemenis almost unbearable.” Similarly, when the short war erupted between Azerbaijan and Armenia, Covid clearly became less of a priority. However, in spite of these complications, there are some generalisations we can make when comparing the second wave with the peak of the first wave.

What we have discovered about the virus

For a start, some hopes have been dashed. Herd immunity doesn’t appear to work. And deaths are at a record level in Europe, so the hope that we have a milder variation of the virus even though it is spreading more than ever doesn’t hold.

We are also dealing with many unknowns, especially about how the virus is spreading. In some countries, this impenetrability has given birth to a desperate search for guilty parties, such as private home gatherings and work places. The oft-heard phrase that we have to ‘learn to live with the virus’ just expresses our capitulation to it.

While vaccines bring hope, we should not expect they will magically bring an end to all our troubles and the old normality will return. Distribution of the vaccines will be our biggest ethical test: will the principle of universal distribution that covers all of humanity survive, or will it be diluted through opportunist compromises?

It’s also obvious that the limitations of the model which many countries are following – that of striking a balance between fighting the pandemic and keeping the economy alive – are increasingly being demonstrated. The only thing that appears to really work is radical lockdown. Take, for example, the state of Victoria in Australia: in August it had 700 new cases per day, but in late November, Bloomberg reported that it “has gone 28 days with no new cases of the virus, an enviable record as the US and many European countries grapple with surging infections or renewed lockdowns.”

And with regard to mental health, we can now say, in retrospect, that the reaction of people at the peak of the first wave was a normal and healthy response when faced with a threat: their focus was on avoiding infection. It was as if most of them simply didn’t have time for mental problems. Although there is much talk today about mental problems, the predominant way people relate to the epidemic is a strange mix of disparate elements. In spite of the rising number of infections, in most countries the pandemic is still not taken too seriously. In some strange sense, ‘life goes on’. In Western Europe, many people are more concerned if they will be able to celebrate Christmas and do the shopping, or if they will be able to take their usual winter holidays.

Transitioning from fear to depression

However, this ‘life goes on’ stance – indications that we have somehow learned to live with the virus – is quite the opposite of relaxation because the worst is over. It is inextricably mixed with despair, violations of state regulations and protests against them. Since there is no clear perspective offered, there is something deeper than fear at work: we have passed from fear to depression. We feel fear when there is a clear threat, and we feel frustration when obstacles emerge again and again which prevent us from reaching what we strive for. But depression signals that our desire itself is vanishing.

What causes such a sense of disorientation is that the clear order of causality appears to us as perturbed. In Europe, for reasons which remain unclear, the numbers of infections are now falling in France and rising in Germany. Without anyone knowing exactly why, countries which were a couple of months ago held as models of how to deal with the pandemic are now its worst victims. Scientists play with different hypotheses, and this very disunity strengthens a sense of confusion and contributes to a mental crisis.

What further strengthens this disorientation is the mixture of different levels that characterises the pandemic. Christian Drosten, the leading German virologist, pointed out that the pandemic is not just a scientific or health phenomenon, but a natural catastrophe. One should add to this that it is also a social, economic and ideological phenomenon: its actual effect incorporates all these elements.

For example, CNN reports that in Japan, more people died from suicide in October than from Covid during the entirety of 2020, and women were impacted most. But the majority of individuals committed suicide because of the predicament they found themselves in because of the pandemic, so their deaths are collateral damage.

There is also the impact the pandemic is having on the economy. In the Western Balkans, hospitals are pushed over the edge. As a doctor from Bosnia said, “One of us can do the work of three (people), but not of five.” As France24 reported, one cannot understand this crisis without reflecting on the “brain drain crisis, with an exodus of promising young doctors and nurses leaving to seek better wages and training abroad.”  So, again, the catastrophic impact of the pandemic is clearly caused also by the emigration of the workforce.

Accepting the disappearance of our social life

We can therefore safely conclude that one thing is sure: if the pandemic really does proceed in three waves, the general character of each wave will be different. The first wave understandably focused our attention on the health issues, on how to prevent the virus from expanding to an intolerable level. That’s why most countries accepted quarantines, social distancing etc. Although the numbers of infected are much higher in the second wave, the fear of long-term economic consequences is nonetheless growing. And if the vaccines will not prevent the third wave, one can be sure that its focus will be on mental health, on the devastating consequences of the disappearance of what we perceive as normal social life. This is why, even if the vaccines work, mental crises will persist.

The ultimate question we are facing is this: Should we strive for a return to our ‘old’ normality? Or should we accept that the pandemic is one of the signs that we are entering a new ‘post-human’ era (‘post-human’ with regard to our predominant sense of what being human means)? This is clearly not just a choice that concerns our psychic life. It is a choice that is in some sense ‘ontological’, it concerns our entire relation to what we experience as reality.

The conflicts over how best to deal with the pandemic are not conflicts between different medical opinions; they are serious existential ones. Here is how Brenden Dilley, a Texas chat-show host, explained why he is not wearing a mask: “Better to be dead than a dork. Yes, I mean that literally. I’d rather die than look like an idiot right now.” Dilley refuses to wear a mask since, for him, walking around with a mask is incompatible with human dignity at its most basic level.

What is at stake is our basic stance towards human life. Are we – like Dilley – libertarians who reject any encroaching upon our individual freedoms? Are we utilitarians ready to sacrifice thousands of lives for the economic wellbeing of the majority? Are we authoritarians who believe that only a tight state control and regulation can save us? Are we New Age spiritualists who think the epidemic is a warning from nature, a punishment for our exploitation of natural resources? Do we trust that God is just testing us and will ultimately help us to find a way out? Each of these stances relies on a specific vision of what humans are. It concerns the level at which we are, in some sense, all philosophers.

Taking all this into account, Italian philosopher Giorgio Agamben claims that if we accept the measures against the pandemic, we thereby abandon open social space as the core of our being human and turn into isolated survival machines controlled by science and technology, serving the state administration. So even when our house is on fire, we should gather the courage to go on with life as normal and eventually die with dignity. He writes: “Nothing I’m doing makes any sense if the house is on fire. Yet even when the house is on fire it is necessary to continue as before, to do everything with care and precision, perhaps even more so than before – even if no one notices. Perhaps life itself will disappear from the face of the earth, perhaps no memory whatsoever will remain of what has been done, for better or for worse. But you continue as before, it is too late to change, there is no time anymore.

One should note an ambiguity in Agamben’s line of argumentation: is “the house on fire” due to the pandemic, global warming etc? Or is our house on fire because of the way we (over)reacted to the reality of the pandemic? “Today the flame has changed its form and nature, it has become digital, invisible and cold – but precisely for this very reason it is even closer still and surrounds us at every moment.” These lines clearly sound Heideggerian: they locate the basic danger in how the pandemic strengthened the way medical science and digital control regulate our reaction to it.

Why we cannot maintain our old way of life

Does this mean that, if we oppose Agamben, we should resign ourselves to the loss of humanity and forget the social freedoms we were used to? Even if we ignore the fact that these freedoms were actually much more limited than it may appear, the paradox is that only by way of passing through the zero point of this disappearance can we keep the space open for the new freedoms-to-come.

If we stick to our old way of life, we will for sure end in new barbarism. In the US and Europe, the new barbarians are precisely those who violently protest against anti-pandemic measures on behalf of personal freedom and dignity – those like Jared Kushner, Donald Trump’s son-in- law, who, back in April, bragged that Trump was taking the country “back from the doctors” – in short, back from those who only can help us.

However, one should note that in the very last paragraph of his text, Agamben leaves open the possibility that a new form of post-human spirituality will emerge. “Today humankind is disappearing, like a face drawn in the sand and washed away by the waves. But what is taking its place no longer has a world; it is merely a bare and muted life without history, at the mercy of the computations of power and science. Perhaps, however, it is only by beginning from this wreckage that something else can appear, whether slowly or abruptly – certainly not a god, but not another man either – a new animal perhaps, a soul that lives in some other way…

Agamben alludes here to famous lines from Foucault’s Les mot et les choses when he refers to humankind disappearing like a figure drawn on sand being erased by waves on a shore. We are effectively entering what can be called a post-human era. The pandemic, global warming and the digitalisation of our lives – including direct digital access to our psychic life – corrode the basic coordinates of our being human.

So how can (post-)humanity be reinvented? Here is a hint. In his opposition to wearing protective masks, Giorgio Agamben refers to French philosopher Emmanuel Levinas and his claim that the face “speaks to me and thereby invites me to a relation incommensurate with a power exercised.” The face is the part of another’s body through which the abyss of the Other’s imponderable Otherness transpires.

Agamben’s obvious conclusion is that, by rendering the face invisible, the protective mask renders invisible the invisible abyss itself which is echoed by a human face. Really?

There is a clear Freudian answer to this claim: Freud knew well why, in an analytical session – when it gets serious, i.e. after the so-called preliminary encounters – the patient and the analyst are not confronting each other face to face. The face is at its most basic a lie, the ultimate mask, and the analyst only accedes to the abyss of the Other by NOT seeing its face.

Accepting the challenge of post-humanity is our only hope. Instead of dreaming about a ‘return to (old) normality’ we should engage in a difficult and painful process of constructing a new normality. This construction is not a medical or economic problem, it is a profoundly political one: we are compelled to invent a new form of our entire social life.

Source and Image: https://www.rt.com/op-ed/508940-normality-covid-pandemic-return/

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Uruguay: El 30% de las escuelas de Montevideo están afectadas por COVID-19

América del Sur/Uruguay/11-12-2020/Autor(a) y Fuente: www.republica.com.uy

Se vive una «altísima inestabilidad» dijo la secretaria general de ADEMU.

Daysi Iglesias, secretaria general de la Asociación de Maestros de Montevideo (ADEMU), calificó a la situación de COVID-19 en las escuelas de la capital «como un sarampión». Aseguró que desde la gremial viven la situación con alarma por el aumento de escuelas afectadas.

Un sondeo realizado el pasado miércoles arrojó que el 10% de las escuelas estaban afectadas, sin embargo, para el lunes la cifra había aumentado a un 30%. «¿A qué le llamamos escuelas afectadas? Vamos a ser claros. Aquellas escuelas que tienen casos positivos o que tienen situaciones de cuarentena o situaciones con hisopados», explicó a Subrayado.

A solo dos semanas de terminar las clases Iglesias dijo que se vive una «altísima inestabilidad». Contó el caso de una escuela en la que tuvieron que «tramitar con el Consejo de Primaria, que finalmente lo dispuso, el cierre de la institución que atiende niños con características muy especiales. Inicialmente decían que no y después se cerró, pero fíjate que vivimos en la admirable alarma, una especie de falta de paz en el trabajo».

«Nosotros estamos pidiendo que el Consejo Directivo Central (Codicen) envíe partidas extras de materiales de limpieza a todas las instituciones. En algunas quedan muy poco material y en otras no ha llegado», concluyó.

Fuente e Imagen: https://www.republica.com.uy/el-30-de-las-escuelas-de-montevideo-estan-afectadas-por-covid-19-id802301/

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Deseo laudable, pero insostenible

Por: Dinorah García Romero

La presencialidad ha de volver a tener vigencia, aunque con modalidades distintas. Este es un proceso que el MINERD debe estar preparando para no improvisar.

El mundo está siendo impactado por diversas pandemias -corrupción, feminicidios, narcotráfico, coronavirus-; este último tiene en estos momentos tal incidencia, que provoca pavor y desolación. En la geografía mundial, se cuenta con más de sesenta millones de personas infectadas y más de un millón de fallecidos. Son cifras que dejan a pocas personas impasibles, por el bloqueo que producen en el desarrollo humano, económico y social del planeta.

La República Dominicana, aunque todavía con ritmo lento, va incrementando el número de personas contagiadas, 140, 922; y 2, 317 de fallecimientos. Este ritmo puede acelerarse por los problemas de educación ciudadana. Hasta el momento hay bastante información sobre la pandemia para que la población comprenda la gravedad de la situación. Pero la ignorancia de unos y la indisciplina de otros hace que diariamente haya personas que irrespeten las medidas que pueden contener el avance de esta enfermedad letal. Estas personas se empeñan en desconocer las orientaciones de los especialistas del campo de la virología y, particularmente, de los que les están dando seguimiento especializado a la COVID-19. Esta pandemia ha permitido constatar con mayor pujanza la importancia de una educación situada y de calidad. La falta de este tipo de educación en la República Dominicana contribuye a que personas de diferentes estratos sociales se burlen diariamente de las orientaciones generales que los ciudadanos hemos de observar para controlar el avance de la pandemia.

A lo planteado en el párrafo anterior se han de añadir las precarias condiciones que tienen muchos centros de educación, tanto del ámbito público como del privado. Generalmente la educación privada se asocia solo con los colegios más suntuosos y de abolengo. No. El sector privado va más allá de aquellos que siempre suenan y van delante. Con esto lo que planteo es que desear educación presencial ahora es un deseo laudable, pero insostenible. El reclamo de la presencialidad, para que se pueda concretar, requiere que el Gobierno honre su promesa de que va a mejorar las condiciones de los centros educativos públicos, que son la mayoría, para que haya condiciones humanas que alienten los aprendizajes de los estudiantes y la motivación de los docentes en su tarea de enseñar.

Las dificultades para volver a la presencialidad no son solo por el problema para mantener la distancia social y las condiciones que requiere la biología humana. No. Es que hay muchos centros educativos que carecen de los servicios básicos.  Los profesores y directivos de esos centros -salvo escasas excepciones-, por miedo a perder el trabajo o por lealtad a su partido político, se han acostumbrado a trabajar en un contexto institucional que niega los derechos fundamentales. Un centro educativo que carece de agua y no cuenta con las condiciones sanitarias necesarias no puede desarrollar clases presenciales. No estoy de acuerdo con que Salud Pública insista solo en la fórmula de la distancia social y la mascarilla. Este Ministerio ha de sugerirle o urgir a su homólogo, el Ministerio de Educación de la República Dominicana, para que le preste atención integral a la diversidad de factores que pueden profundizar la pandemia.

La presencialidad ha de volver a tener vigencia, aunque con modalidades distintas. Este es un proceso que el MINERD debe estar preparando para no improvisar. Esperamos que ya haya un equipo estudiando la nueva configuración de la presencialidad en la educación dominicana. Es recomendable que se aproveche este tiempo para avanzar en la concreción de planes y de acciones que garanticen una presencialidad segura y sostenible.

Este es un tiempo propicio para que el MINERD ponga en acción toda su creatividad y capacidad de gestión inteligente e innovadora. De igual manera, puede avanzar estudios sobre la modalidad de enseñanza híbrida; para que cuando la realidad lo permita, cuente con diversidad de posibilidades que garanticen una educación coherente con las necesidades del país.

Apoyamos todas las medidas que se tomen para crear entornos educativos decentes y robustos; pero, principalmente, humanos. Las razones económicas no han de primar ante las razones de salud y de vida. Necesitamos movilizar la economía, pero no creando contextos de muerte. Reclamar presencialidad educativa es un derecho. Sin negarles este derecho a madres y a padres, les sugiero análisis más consistente de la realidad educativa y de salud del país. Hay una canción que nos recuerda que “esperar es un reto y una tarea”. Mantengamos el deseo de presencialidad; exijámosle al Gobierno, a través del MINERD, que propicie condiciones integrales para ello; y nosotros aportemos todo lo que pueda contribuir a esta causa

Fuente: https://acento.com.do/opinion/deseo-laudable-pero-insostenible-8888308.html

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Perú: Programa otorgará becas a estudiantes que no pueden seguir estudios superiores

América del Sur/Perú/11-12-2020/Autor(a) y Fuente: andina.pe

Por impacto de la pandemia de covid-19.

Los estudiantes talentosos de diversas regiones del país que no pueden continuar sus estudios superiores a causa de la crisis económica y sanitaria provocada por la pandemia de covid-19 podrán acceder a becas de estudio, se informó.

El programa Becas BCP-Carreras técnicas prevé otorgar más de 70 becas para que los jóvenes accedan a las carreras de negocios que ofrece Cibertec en sus sedes de Arequipa, Trujillo y Lima.

El programa  se aplica para las carreras de Administración de Negocios Bancarios y Financieros, Administración de Empresas, Negocios Internacionales, Contabilidad, Administración y Sistemas, Marketing, Computación e Informática, y Administración de Redes y Comunicaciones. Cada beca cubrirá el 50 % de los costos académicos y la matrícula durante los tres años de estudio.

Alberto Bejarano, director general de Cibertec, explica que el programa está dirigido a los alumnos de colegios públicos y privados que hayan culminado la secundaria en el 2019 o estén por egresar en el 2020. Deberán contar con buen rendimiento académico, ser de nacionalidad peruana y no contar con los recursos económicos suficientes para cubrir en su totalidad los estudios de educación superior.

En los próximos tres años, Cibertec y BCP esperan otorgar más de 300 becas para facilitar la formación de profesionales en carreras con gran demanda laboral y brindarles un aprendizaje permanente para que logren sus metas. Los jóvenes que deseen acceder al beneficio pueden registrarse y obtener más información en la página web de Cibertec: https://www.cibertec.edu.pe/conocenos/por-que-cibertec/becas/beca-bcp/.

Fuente e Imagen: https://andina.pe/agencia/noticia-programa-otorgara-becas-a-estudiantes-no-pueden-seguir-estudios-superiores-824450.aspx
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Hacia un nuevo modelo educativo

 Manuel Alberto Navarro Weckmann

Con los recientes acontecimientos en donde el planeta entero se encuentra sumido en una transformación en prácticamente todos los sectores por el impacto de la llegada del COVID-19, en donde por supuesto, la educación ha sufrido severos cambios, podemos apreciar ante nuestros ojos, el nacimiento de un nuevo modelo educativo.

Los modelos, como representaciones de la realidad, asumen diferentes características en las que se puede apreciar la forma en que una sociedad, en este caso, a través de la educación, intenta formar un tipo específico de ser humano y, por supuesto el futuro de la sociedad.

Pocas dudas podemos tener sobre la manera en que han cambiado las características de la participación de los diferentes sujetos educativos que intervienen en el proceso de enseñanza – aprendizaje.

Por una parte, el propio personal docente, ha tenido que modificar diferentes actividades, como es el caso de la respuesta con sus propios recursos para aportar al sistema educativo sus elementos tecnológicos, la manera de comunicarse con sus estudiantes, la llegada de infinidad de estímulos y distractores en derredor de éstos, el tiempo de capacitación y recursos de conectividad, así como la necesaria y forzada necesidad de adaptar sus prácticas pedagógicas para responder a las nuevas condiciones en que se desarrolla el proceso educativo, situación que le ha traído extenuantes y estresantes jornadas ampliadas de trabajo

Por otra parte, la inmersión de la escuela en cada uno de los hogares, o de los hogares en la escuela, como quiera apreciarse,  ha generado cambios importantes en las familias. En el caso de los padres y madres de familia, su coparticipación en el proceso educativo se ha hecho más vivible y ha representado no solo un reto para ellos, sino para el propio docente, en donde ahora debe de quedar claro no solo para su estudiante, sino para la propia familia o personas de apoyo, la ruta de aprendizaje.

Y por supuesto la complejidad para las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, no solo por el reto que plantea en sí la falta de elementos tecnológicos y conectividad para dar seguimiento a su educación, sino el modelo educativo de la propia educación a distancia que plantea sus propios retos, el aislamiento social de sus compañeros, así como la carga de violencia en el hogar que se ha incrementado, que sin duda todo ello, además de otros factores, han contribuido a la sensible baja de estudiantes que siguen adelante en el Sistema Educativo, misma situación que nos debe de preocupar pero más que todo de ocupar.

Todo lo anterior, debe de generar una profunda reflexión, sobre los aprendizajes que son prioritarios, eliminar la carga enciclopédica, privilegiar el aprendizaje basado en el propio contexto de las y los estudiantes, el rápido desarrollo de metodologías que, basadas en competencias, permitan enfrentar esta nueva realidad que ya supera los nueve meses y cuyo desenlace en el corto y mediano plazos parecen integrar elementos propios de una educación que incorporará elementos del ayer, pero sobre todo, del mañana…


manuelnavarrow@gmail.com

https://manuelnavarrow.com

Fuente: https://profelandia.com/hacia-un-nuevo-modelo-educativo/

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Colombia: Los niños, valentía ante la pandemia

América del Sur/Colombia/11-12-2020/Autor(a) y Fuente: www.elespectador.com

El 2020 fue un año difícil para todos, pero algunos de los que resistieron con más valentía los cambios que trajo la pandemia fueron ellos. Invitamos a Isabella Casas Sánchez, una niña bogotana de siete años, a que nos contara su experiencia.

La primera vez que escuché del coronavirus fue en el colegio. Mi profesora nos dijo que era un virus que causaba una gripa muy fuerte, que daba mucha tos, que no te dejaba respirar. Incluso nos explicó que si nos contagiábamos teníamos que ir al médico. Desde ese momento, que fue a comienzo de año y el último día que fui al colegio, nos insistió en que debíamos cuidarnos, usar siempre tapabocas y lavarnos las manos más seguido. Un consejo que nos sigue repitiendo aún, de manera virtual, en la media hora que tenemos todos los días de dirección de curso.

Aún recuerdo lo caótico que fue el día en el que me dijeron que no iba a ir por dos semanas al colegio porque el coronavirus, ese virus que ya nos había explicado mi directora de grupo, estaba en muchas personas y a otras las había matado. Estábamos en la sala de mis abuelitos y empezaron a salir letreros rojos en las noticias, esos de última hora, en los que anunciaban que las universidades y colegios habían empezado a cancelar sus clases.

En el listado que comenzaron a leer los periodistas nunca decían el nombre de mi colegio, hasta que en el chat de Whatsapp los directivos escribieron que se iban a tomar dos días para preparar todo virtual y realizar adecuaciones. Como yo no entendía muy bien, no presté mucha atención. Creía que iba a tener dos días de vacaciones y estaba emocionada. Por dos días ya no iba a madrugar.

Pero, dos días se convirtieron en cinco. Me acuerdo que anunciaron algo como de una cuarentena de tres días, que iba a ser un ejercicio en todo el país. Con mis papás, hermanito, tíos y primos nos fuimos a quedar a casa de mis abuelitos, hicimos una pijamada porque creíamos que solo iba a ser tres días en casa. Esa noche mi papá se me acercó y me explicó que no podía salir de la casa, que no iba a entrenar en un largo tiempo, que no iríamos al parque, ni al centro comercial. Y repitió una y otra vez que teníamos que seguir lavándonos las manos y usar tapabocas en la calle, cuando pudiéramos salir.

Para que yo entendiera la importancia de usar el tapabocas, él jugó con un ejemplo muy lindo, una anécdota que sucedió en mi casa. Mi hermano, Juan Diego, nació de ocho meses y estuvo una semana en cuidados especiales de la clínica. Cuando lo llevaron a casa todos debíamos usar tapabocas siempre y lavarnos las manos. Esa noche me repitió esa historia y me dijo: “Isa, haz de cuenta que nos toca tener los mismos cuidados, esa precaución que tuvimos esos meses, pero ahora lo debemos cumplir todas las personas del mundo”.

Desde ese momento nuestra vida se volvió virtual, hasta las clases. Debo confesar que al principio fueron un desastre. Mi papá era el que me ayudaba pero como en junio regresó a su trabajo, mi mamá tuvo que aprender de tecnología en tiempo récord. Menos mal que estábamos con mi primo Andrés, porque era el que me salvaba cada vez que teníamos un problema con el computador. Si era algo imposible, como la plataforma de mi colegio, ahí me ayudaba mi tío Mario que es ingeniero de sistemas y él sí que se las sabe todas.

En mi colegio tuvimos que experimentar con varias aplicaciones para las videollamadas. Inicialmente, muchos niños debían entrar a clase solos, no sabían apagar el micrófono o no entendían las actividades que dejaban en clase y la a la profe se le hacía difícil manejar el grupo. Luego encontramos una en la que podíamos levantar la mano, como cuando estábamos en el salón de clases, y además, se podían silenciar los micrófonos cuándo alguien olvidaba hacerlo. También podíamos dejar ahí nuestros trabajos, como en un buzón.

Pero mis compañeros y yo tuvimos suerte. Muchos niños en Colombia, sobre todo en las zonas más alejadas, ni siquiera tienen acceso a un computador, mucho menos iban a tener clases virtuales. – Fernando Vita, coordinador de la Mesa Nacional de Educación Privada, asegura que alrededor del 80 % de las instituciones pequeñas se encuentran en serias dificultades para seguir enseñando en medio de la pandemia-.

En una zona de esas alejadas, La Mojana, por la costa caribe, por cuenta de mi prima pude conocer que solo hay una escuela como para 100 niños en Pasifueres, un pueblo que está muy, muy lejos de mi casa. Allá no hay ni agua ni internet. Los niños, me contó mi prima, estudian con unas fotocopias que les llevan los profesores todos los lunes para repasar sus conocimientos. – La falta de capacitación en las TIC y la baja cobertura en internet en zonas rurales son los principales problemas identificados por los 101 profesores de Enseña por Colombia-.

Como las profesoras de Pasifueres, las mías también fueron muy recursivas. Ellas encontraron páginas en las que podíamos hacer actividades y juegos en línea, como rompecabezas, sopas de letras o concursos para atraer la atención de todos en el salón – somos como 25 -. Además, en los “descansos”, si no entendíamos algún tema nos sugerían conectarnos a un refuerzo. Y, entre el caos, risas y varias reuniones virtuales, conseguimos acabar segundo. Espero que tercero no sea tan difícil.

En este aislamiento no solo me tocó adaptarme a las clases virtuales, también tuve que dejar de lado mis clases de patinaje y de natación. En los primeros días de encierro me ponía brava con facilidad e incluso llegué a tirar la puerta de la impotencia que me daba no poder hacer otras actividades. – El primer gran informe sobre el impacto de la cuarentena en los menores de edad en el país, entregado por el Instituto Colombiano de Neurociencias, aseguró que el 88% de los pequeños tiene signos de haber sido afectado por el confinamiento-.

Varios expertos concluyeron que es normal que con el tiempo las niñas y niños empiecen a experimentar estrés, retraimiento, enojo o agitación por la situación de la pandemia a la que se enfrentan. Solicitarán más tiempo y atención para poder expresar sanamente esas emociones- . Por eso, mi abuelita que es psicóloga, me recomendó acercarme de nuevo a mis amigos del colegio. Con mi mejor amiga, Estefanía, hacemos videollamada todos los viernes. Jugamos, vemos videos, hablamos como lo hacíamos antes.

Ahora ya estoy acostumbrada a toda esta nueva realidad que trajo el coronavirus. Tanto así, que a veces salgo al parque y cuando regreso olvido quitarme el tapabocas. El otro día me senté a comer y no me había dado cuenta que todavía lo traía puesto. Y aunque ya estoy acostumbrada, extraño mucho mi colegio y a mis amigos. Anoche mis papás me preguntaron si quería regresar a clase presencial y entre los tres decidimos que sí, que ya es el momento y que estamos preparados para hacerlo.

Estoy muy feliz de volver a ver a mis amiguitos, sobre todo de reencontrarme con Estefy, y de regresar con mis profesoras. Mis papás ya me advirtieron – y me repiten todo el tiempo – que al ver a mis amigos no podré abrazarlos y que siempre debo usar el tapabocas. También me dicen que recuerde el distanciamiento social y que ya no me puedo sentar muy cerca a ellos, ni siquiera en la hora del almuerzo que era cuando más hablábamos. Y aunque al comienzo será alternancia y todos los de mi curso – mis 25 compañeros – no iremos al tiempo, espero que el próximo año podamos hacer todo lo que no pudimos hacer este año con mis amigos.

* Texto editado por Natalia Pedraza.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/los-ninos-personajes-del-ano-2020/

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