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Con el COVID-19 se derrumban paradigmas

Por: Franklin González

Toda teoría, querido amigo, es de color gris, pero   el árbol dorado de la vida brota siempre verde. (Johann Wolfgang von Goethe).

No estableceremos el paradigma en los términos en que lo plantea Thomas Kuhn en su conocido texto: La estructura de las revoluciones científica, donde lo define como: “Logros científicos que generan modelos que, durante un período más o menos largo, y de modo más o menos explícito, orientan el desarrollo posterior de las investigaciones exclusivamente en la búsqueda de soluciones para los problemas planteados por estas”.

Más bien, modestamente, nos interesa entenderlo como todo modelo o ejemplo a seguir que está arraigado en el imaginario colectivo de la gente. Paradigma en términos griegos παράδειγμα o parádeigma.

El Covid-19 ha producido en más de un creyente, y no sólo de lo divino, sino también de lo profano, un shock en su alma, una cachetada a sus formas de pensamientos.

Para algunos ha aparecido lo que aquí llamaremos, dolor del alma, dolor al dogma, dolor a la creencia, dolor de la “verdad que era mentira”..

Hay quienes siempre han proliferado la creencia de que los mejores sistemas de salud se encuentran en Estados Unidos y los países de la Unión Europea, pero ahora observan impávidos, incrédulos, que es precisamente en esos lugares donde esté incubado el epicentro de la pandemia.

Para muchos analistas internacionales de lo que se trata es que el Covid-19 está tocando los cimientos de un modelo civilizatorio y a sus “avances científicos y tecnológicos”, trastocando la forma de ver el mundo de algunos cuantos millones de seres humanos.

En este ensayo intentaremos reflexionar en algunos paradigmas que se derrumban en esta era del Covid-19.

SE DERRUMBA LA CERTIDUMBRE

Si algo ha puesto en evidencia el Covid-19 es que el determinismo absoluto se derrumbó. Las evoluciones lineares, la reversibilidad del tiempo no es lo que está prevaleciendo en el firmamento.

Hoy hace presencia el principio del desorden y el principio de indeterminación, todo en el contexto de un diálogo de saberes, en una óptica dialéctica donde los diferentes actores intercambian visiones, percepciones, conocimientos, muy diversos, donde se transversaliza lo faber, lo demens, lo ludens, lo sapiens y lo politicus, lo civicus, lo religiosus y lo oeconomicus .

Para el científico británico, Stephen Hawking en su Breve historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros (1988), estaríamos cerca del fin, del momento en que podríamos descifrar el “pensamiento de Dios”.

Para el físico ruso Ilya Prigogine en su texto El fin de las certidumbres (1996), la aventura “recién comienza” porque se asiste al “surgimiento de una ciencia que ya no se limita a situaciones simplificadas, idealizadas” que nos instala “frente a la complejidad del mundo real, una ciencia que permite que la creatividad humana se vivencie como la expresión singular de un rasgo fundamental común en todos los niveles de la naturaleza”. También afirma que: “nociones como el caos se han popularizado e invaden todos los ámbitos de la ciencia, de la cosmología a la economía”.

Mientras que Immanuel Wallerstein, en el ensayo “El fin de las certidumbres y los intelectuales comprometidos” (2005) dice que: “Debemos inventar un nuevo sistema histórico sin estar seguros de salir victoriosos. Debemos hacerlo porque existe la posibilidad de reinventar el mundo, pero repito, sin la certeza de que vayamos a triunfar”.

Por tanto, estamos en presencia de la incertidumbre y lo no lineal, del rompimiento con ese conocimiento estructurado, con categorías determinadas en el plano horizontal y consecuencial, únicamente producidas por el hombre, como movimiento lineal de sujeto-objeto, pero sin historicidad, sin conciencia de que lo humano y las comunidades humanas al margen de sus propias historias no se entienden, como de alguna manera lo narra Juan Bautista Segalé (2014) en el texto ¿Qué significa pensar desde América Latina?

Todo ello evidencia una realidad compleja y por tanto, parafraseando Edgar Morín en el texto La Vía para el futuro de la humanidad, hace falta un pensamiento complejo, más allá de la lógica y de la razón, a los fines de un aporte de conocimiento no alineado, no fragmentado, no binario y con bucles retroactivos.

Con el Covid-19 se plantea el dilema de si todo seguirá igual o el ser humano entenderá que para asegurar su especie es necesario cambiar profundamente.

¿Cuál de los dos será el camino que se escogerá?

Al parecer aún no se sabe en esta era de incertidumbres.

VENEZUELA: ¿EPICENTRO DEL COVID-19?

El 28/01/2020 se difundió un informe elaborado por Global Health Security Índex en cual se estableció una tipología de países para enfrentar el Coivid-19.

Por un lado, los países mejor preparados eran Estados Unidos, Reino Unido y Países bajos. De América del Sur, Venezuela era el menos preparado.

Según la información que circuló, ese informe se realizó mediante el análisis cuantitativo de varios indicadores como los niveles de prevención ante patógenos emergentes, los protocolos de detección temprana de epidemias, la velocidad de respuesta y mitigación, la suficiencia de los sistemas de salud para tratar a personas afectadas y trabajadores de la salud, el apego a normas internacionales y el riesgo general de los países con distintas vulnerabilidades generadas por el entorno.

Desde adentro y desde afuera, se aseguraba que Venezuela, que pasa por muchas dificultades y que nadie puede negar, agravadas por el bloqueo económico y comercial de Estados Unidos, no aguantaría esta pandemia; que habría una mortandad por “los niveles de pobreza y miseria” que existen, que ni siquiera habría tapabocas ni muchos menos centros hospitalarios para atender los miles de casos que se contagiarían y tampoco médicos, porque la inmensa mayoría se “había ido del país”.

Resulta que como una bofetada en la cara, a quienes esto afirmaban, el epicentro del contagio hoy es Estados Unidos, su modelo societal, su ejemplo a seguir.  Al ver las estadísticas en América, EEUU tiene, para el 27/05: 1.695.776 casos positivos por COVID-19, 100.047 fallecimientos y 384.902 recuperados, mientras que para la misma fecha en Venezuela el número de contagiados llega a más 1.245 personas, con 11 personas fallecidas y los dados de altas a 302.

Como la crisis en EEUU es inocultable, ya sus admiradores no miran hacia su modelo de referencia, pero siguen vaticinando malos resultados para nuestro país, no tanto con la seguridad que lo hacían al principio, ahora se trata de deseos macabros, malévolos, porque quieren, hasta que por desgracia divina (parece un oxímoron), que en Venezuela se contagie la mayor cantidad de compatriotas y haya mortandad por doquier. Son los necrófilos

Y pensar que la mayoría profesa una creencia divina, creen en Dios y Jesucristo y algunos -no todos, por cierto-, acuden a la iglesia, rezan, se comulgan y así y todo le “desean mal al prójimo”.

Los médicos infectόlogos, Julio Castro y Jaime Torres, en declaraciones dadas al diario Clarín de Argentina, publicadas el 02/03/2020, pronosticaron lo siguiente: “Venezuela no está preparada para afrontar la posible llegada del Covid-19”, por “la carencia de medicamentos e insumos, las dificultades del sector público de salud y la falta de centros de diagnósticos”.

También afirmaron que los médicos venezolanos no están preparados para diagnosticar, para realizar medidas de aislamiento, ni protección de equipos”.

Por último, el infectόlogo Castro sentenció que, según el índice de preparación de un país y los indicadores de resultados: «Estamos entre los últimos del mundo» y esto es así, “porque implica preparación de recursos humanos, insumos, medicamentos, infraestructura, sistemas de pruebas, notificación de casos y no los tenemos”.

Que objetividad la de estos médicos, metidos a brujos o a oráculos.

Una pregunta para ellos: ¿Cómo harán para pararse frente a sus estudiantes, de pregrado y postgrado, y explicarles que sus pronósticos, nada científicos y sí con mucho contenido político, se estrellaron con la realidad? Y la ética, que a diferencia de la moral que puede diluirse en lo colectivo, es absolutamente individual: ¿Dónde queda?

Como esas opiniones nacionales están bien engranadas, el 20/03/2020, el editorial del diario estadounidense The Washington Post tituló: “¿Por qué la propagación del covid-19 en Venezuela es una perspectiva particularmente aterradora?”, aseguró:

“La propagación aparentemente rápida de la epidemia allí presenta una perspectiva particularmente aterradora, dado que el sistema de salud del país ya estaba en un estado de colapso, sus ciudadanos han huido a otros países latinoamericanos a un ritmo de miles por día, y el gobierno ilegítimo y corrupto es completamente incapaz de enfrentar el nuevo desafío” y que “en Venezuela, según una encuesta, más del 30 por ciento de los hospitales carecen de electricidad y agua , y el 80 por ciento carece de suministros básicos o personal médico calificado, muchos de los cuales se encuentran entre los 4.8 millones de personas que han huido del país”.

También se dijo que: “las agencias humanitarias ya han estado luchando contra brotes de sarampión, difteria y malaria en Venezuela. Mientras tanto, una encuesta de personas mayores de 50 años en septiembre mostró que el 80 por ciento carecía de suministros adecuados de alimentos, lo que significa que la población más vulnerable al virus ya está debilitada”.

Para remate: la señora Carrie Filipetti, subsecretaria de Estado norteamericana para Cuba y Venezuela, en una videoconferencia, afirmó, el 26/03/2020 que: “La situación en Venezuela es extremadamente nefasta (…) Si Venezuela no puede hacer frente al Covid-19, en el futuro éste irá a Brasil, Colombia y la región circundante como estamos viendo con la crisis de refugiados” y agregó: “Veremos una expansión de la pandemia del Covid-19 en la región, si no a nivel global, si Venezuela como país no puede enfrentar la crisis”.

Hasta el momento de concluir este ensayo (28/05/2020) la pandemia se ha logrado contener. Venezuela tiene una de las tasas de letalidad más baja por el Covid-19 del mundo. Por supuesto, victoria aún no se puede cantar.

Pero lo que sí se puede cantar es que el paradigma del apocalipsis se cayó y lo que les queda a sus profetas es algo que se llama dolor del alma, dolor que no se cura tan fácil porque afecta la endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina, hormonas de la felicidad.

¿SALVAR LA ECONOMÍA?

El Covid-19 ha puesto en discusión el dilema: ¿quién es primero: la economía o la vida? Aquí estamos en presencia de una cuestión moral y material.

Veamos el razonamiento de que primero es la economía.

En el artículo “Reflexión sobre el covid19: la economía no son unos señores de sombrero que juegan a la bolsa”, consultado por internet (06/04/2020), de Luis Fernando Ángel M, extraemos las siguientes consideraciones.

La economía no es sólo dinero, la bolsa de valores y unos cuantos millonarios con sombreros que juegan al dinero. La economía es mucho más que la riqueza. Es el sustento básico, el sistema de salud depende de la economía para sobrevivir.

La economía es tener alimentos en la mesa, tener transporte para esos alimentos, quien los distribuya y quien los venda. La economía es poder ir a comprar esos alimentos y no morir de hambre.

La economía es que usted en su casa tiene energía, agua, internet. Es que los hospitales tengan luz, agua limpia, tengan suministros, tengan dinero para los médicos y tengan medicamentos.

La economía es que usted puede quedarse tranquilo en su casa provisionado, tomando vino, viendo netflix y poniendo en Instagram #QuedateEnCasa mientras millones de personas en el mundo no tienen NADA que comer hoy porque no pudieron trabajar, viven en unos pocos metros cuadrados y no tienen Netflix para entretenerse mientras pasa la cuarentena, lo único que están viendo es si los mata primero el hambre o el COVID19.

Si la economía colapsa muchas personas no tendrán hogar, no tendrán salario. Por lo tanto no tendrán alimentos, no tendrán como pagar un servicio médico y menos comprar medicinas. Si la economía colapsa no tendremos como pagar a los médicos ni sostener los hospitales.

Los millones de pacientes que sufren de otras enfermedades no tendrán como comprar sus tratamientos, ni pagar sus medicinas o sus seguros. Si la economía colapsa, la salud ahí si colapsa.

Por tanto, la economía, en definitiva, para este autor, lo es todo, es el motor de la historia y de la civilización.

Esa concepción se ha puesto en ejecución para enfrentar el “enemigo invisible” (Covid-19), bajo la concepción de “inmunidad colectiva o de rebaño”. Es la misma que sostiene que el número de contagios y de muertes es insignificante respecto a otras pandemias porque la tasa de letalidad (resultado de la división de las personas muertas con el Covid-19 entre el número de casos totales confirmados) es muy baja.

Expresiones de esa concepción la encontramos en políticos como Dan Patrick, vice gobernador de Texas, para quien, sin sonrojo alguno, «salvar vidas del Coronavirus a través de un cierre económico no vale la pena» y les hizo un llamado a los ancianos de EE.UU a sacrificar sus vidas en beneficio de la estabilidad económica.

Aquí morir es un acto de responsabilidad social. Parafraseando la biopolítica sería: “déjate morir viejo para que vivan los jóvenes”.

Cuando la muerte se convierte en una razón política para mantener cohesionada a la población, ergo, no es el COVID-19 el objetivo, son los contagiados.

Igualmente se habla de un código moral cuyo principio central es la  instrumentalización generalizada de la existencia humana, presente en el dilema al cual se ven sometidos el personal que atiende a los afectados por el virus para priorizar, – según las edades y las patologías- las atención de los pacientes, esto es, quiénes deben ser atendido con todos los medios y quiénes no, según los protocolos establecidos, sobre todo tomando en cuenta que los medios disponibles son escasos, no llegan a tiempo y por tanto deben establecerse prioridades.

Surgen preguntas como ésta. Al estar tres pacientes -un adolecente de 15 años con diabetes, una madre de 25 años y un abuelo de 75 años- en la sala de triaje de un hospital y los tres luchan por respirar en un sitio donde sólo hay un respirado. ¿A quién se le coloca?

La respuesta está, en decir, por ejemplo: “Bueno, los mayores ya vivieron suficiente y es hora de que las personas más jóvenes tengan la oportunidad de llegar a viejos también”.

También se dice que los ancianos no deben ser hospitalizados. El mandato es claro: no traigan a los débiles y a los ancianos al hospital.  Dicho de otra manera, quienes se preocupaban por la eutanasia, ahora promueven, sin empacho alguno, la eugenesia.

Así que la conciencia individual y el derecho a decidir libremente qué hacer en encrucijadas morales como la planteada por la Covid-19, cuenta poco.

El 12/04/2020, en una entrevista realizada en la Residencia de Olivos por el periodista Jorge Fontevecchia para Net TV, el Presidente Argentino Alberto Fernández afirmó:

«De la muerte no se vuelve, pero de la economía se vuelve» y «prefiero tener 10 por ciento más de pobres y no 100 mil muertos en la Argentina por coronavirus. Los que plantean el dilema entre la economía y la salud, están diciendo algo falso”.

En resumida cuenta, el paradigma del derecho a la vida, sobre todo de los ancianos y de muchos otros también, lo está derrumbando el Covid-19.

“BRUJOS CON BATA BLANCA”

Como se sabe, aquí en Venezuela y en otros países latinoamericanos se ha desarrollado el programa de formación de médicos comunitarios sobre la base de la experiencia de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM).

Esa experiencia ha sido demeritada hasta tales extremos que, por ejemplo, entre médicos venezolanos, formados bajo la concepción curativa/mercantilista de la medicina, ha circulado la leyenda según la cual los galenos cubanos no eran tales, no eran ningunos médicos, sino unos “brujos con bata blanca”. El desprecio y la ignorancia a su máxima expresión.

Resulta que en Cuba donde se forman esos “brujos con bata blanca”, se ha creado un medicamente, el Antiviral Interferón Alfa 2B recombinante (IFNrec), que está siendo aplicado a pacientes contagiados con el coronavirus sars Cov-2, causante de la enfermedad Covid-19, con buenos resultados. China ha sido uno de los países, más allá de Cuba, que ha hecho uso de ese medicamente y los resultados están a la vista.

Pero no sólo eso hacen esos brujos, también es requerida su presencia y colaboración en otras latitudes. Son cubanos los que han socorrido a países como Italia, China, Venezuela.

Al respecto, el escritor estadounidense, Noam Chomsky, ha dicho que la Unión Europea se ha olvidado de sus Estados miembros que padecen el Covid-19. Alemania, la gran locomotora de esa “unión”, se ha hecho de la vista gorda con la crisis aguda de Italia y España. Pero afortunadamente están “recibiendo ayuda de una «superpotencia» como Cuba, que está mandado muchos médicos”

“El único país que ha demostrado un internacionalismo genuino ha sido Cuba, que ha estado siempre bajo estrangulación económica por parte de EE.UU. y por algún milagro han sobrevivido para seguir mostrándole al mundo lo que es el internacionalismo. Pero esto no lo puedes decir en EE.UU. porque lo que has de hacer es culparles de violaciones de los derechos humanos. De hecho, las peores violaciones de derechos humanos tienen lugar al sudeste de Cuba, en un lugar llamado Guantánamo que Estados Unidos tomó a punta de pistola y se niega a devolver” (Noam Chomsky, en entrevista publicada El Mundo, 21/04/2020, Agencia EFE).

Los “brujos con bata blanca” practican la solidaridad que va más allá de las ideologías y de las concepciones política.

Pero los que de esto no entienden nada, porque sus intereses son más importantes, salen ahora con el cuento de la violación a los derechos humanos que “practica el régimen cubano” contra esos médicos de la solidaridad. Nunca se había visto tamaño despropósito.

Las misiones de médicos cubanos funcionan desde 1963 y según cifras oficiales de Cuba más de 600.000 trabajadores de la salud han prestado servicios médicos en más de 160 países. Actualmente, unos 30.000 médicos cubanos estarían activos en 67 países.

Por ese comportamiento y logro de la medicina cubana muchos sufrieron un shock al observar a los “brujos con bata blanca” socorriendo a naciones del primer mundo ¡Qué cosa más buena!

Ahora el Covid-19 derrumbó el paradigma de los “brujos de batas blancas” y está colocando la situación en su justa dimensión.

EL ESTADO MINIMO

La tesis de Estado mínimo ha entrado en franco cuestionamiento en esta era del covid-19

Uno de los más conspicuos representantes de esta tesis es Robert Nozick, profesor estadounidense, quien en su texto: Anarquía, Estado y utopía (1974), insistirá en que el Estado debe garantizar la seguridad de la propiedad y la integridad física de los ciudadanos. Todo lo demás se deja a la libre iniciativa privada de los individuos. Es lo que se denomina, un “Estado mínimo”, sin mayores estructuras de servicios públicos y una generosa dimensión para el libre mercado y la competencia entre agentes económicos.

Los neoliberales, que han estado en franco auge, y que representan muy bien la tesis del “Estado mínimo”, en esta era del Covid-19, no tienen empacho alguno en acudir ante él para que socialice las millonarias pérdidas de sus multinacionales y del sistema financiero mundial.

La vida da sorpresas. Las ganancias se capitalizan entre una minoría muy pírrica mientras que las pérdidas terminan asumiéndola millones de trabajadores, campesinos y sectores medios.

Lo que se observa es que el mercado y sus leyes no aplican para nada en esta ocasión y los sistemas de salud de los Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia y España,  se derrumban por su incompetencia.

El sociólogo y ex vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia Álvaro García Linera, en una video conferencia titulada: «El Estado post-coronavirus: entre la protecciòn proveedora y el autoritarismo patrimonializado» (08/05/2020), afirmó: «Los estados oscilarán entre dos asíntotas: más democratización o más monopolio».

Destacó que frente a esa realidad inédita «las personas han acudido a la llamada de instituciones estatales que justifican las medidas de aislamiento para frenar a un virus letal» y cómo «ese estado, que se supone subordinado para reproducir el orden económico dominante, decide suspender la reproducción ampliada del capital colocando por encima la salud».

Para García Linera, el estado asoma como una «demanda de protección colectiva»: a él se acude porque hay un riesgo, la covid-19 que amenaza a la población, situación que no escapa ni siquiera a aquellos que demandaban un estado mínimo y el triunfo final de los mercados sobre el «populismo estatista», porque ahora temen una «oleada de muertes sorteada en relativa igualdad».

El Sociólogo boliviano cree que a partir de la pandemia, «los estados oscilarán entre una u otra de las asíntotas del aparato estatal: más democratización social o más monopolio». En relación al segundo camino, destacó el ejemplo de Estados Unidos, donde la mayor parte de su billonario paquete de salvataje está destinado a la «liquidez para recompra de acciones y subvenciones a empresas, en tanto la ayuda social no es ampliación de derechos sino que sólo se utiliza para no caer en la indigencia».

En suma, para los fervientes defensores del capitalismo se trata de una «nueva fase de la patrimonialización de bienes públicos que incluirá nuevas formas de disciplinamiento social».

El Covid-19 ha derrumbado, en los hechos, el paradigma del “Estado mínimo”. Lo que está por verse es si este derrumbe será el “fin del final”, como diría el escritor venezolano Eduardo Liendo, en Contigo en la distancia, o una caída más de la cual termine luego volviendo por sus fueros.

¿ES DEMOCRATICO EL COVID-19?

Hay quienes han sostenido la tesis de que ninguna persona está inmune y que cualquier ser humano esta propenso a contagiarse y hasta morir producto del Covid-19. Que no distingue color de piel ni origen étnico.

Sin embargo la realidad es terca en evidenciar que el Covid-19 no es nada democrático. Va al unísono con la sociedad de clase. Es censitario y profundamente desigual. Esto es, no es sólo un problema médico, que lo es, sino también y sobre todo, es un problema de índole social.

Para el filósofo Byung Chul Han, en entrevista publicada el 17/05/2020, el Covid-19: “Está mostrando que la vulnerabilidad o mortalidad humanas no son democráticas, sino que dependen del estatus social. La muerte no es democrática. La Covid-19 no ha cambiado nada al respecto. La muerte nunca ha sido democrática. La pandemia, en particular, pone de relieve los problemas sociales, los fallos y las diferencias de cada sociedad. Piense por ejemplo en Estados Unidos. Por la Covid-19 están muriendo sobre todo afroamericanos. La situación es similar en Francia. Como consecuencia del confinamiento, los trenes suburbanos que conectan París con los suburbios están abarrotados. Con la Covid-19 enferman y mueren los trabajadores pobres de origen inmigrante en las zonas periféricas de las grandes ciudades. Tienen que trabajar. El teletrabajo no se lo pueden permitir los cuidadores, los trabajadores de las fábricas, los que limpian, las vendedoras o los que recogen la basura. Los ricos, por su parte, se mudan a sus casas en el campo”.

La Covid-19 muestra que vivimos en una sociedad de clases. Ese “enemigo invisible”, es muy agresivo, contagioso y produce muertes, pero no lo hace conscientemente. No tiene tácticas y estrategia para su arremetida. Pero cuando o hace, en su inmensa mayoría, lo hace contra los inmigrantes, los negros, los pobres, los más desvalidos o el desecho que va dejando el capital o el descarte en palabras del papa Francisco.

Para evidenciar eso baste con tomar como ejemplo lo que ocurre con el Covid-19 en Estados Unidos, foco actual de la pandemia.

Según el cirujano general de EE.UU, Jerome Adams, uno de los portavoces del gobierno en temas de salud pública, en entrevista con CBS, el 08/04/2020: «Muchos estadounidenses negros están en mayor riesgo ante el covid-19».

Estemos claro en que no es una condición genética lo que hace a los afroamericanos más vulnerables ante el virus, sino una serie de factores sociales que los ponen en desventaja.

Para Amitabh Chandra (08/04/2020), director de investigaciones de políticas de salud en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard, además de las condiciones de salud hay otros tres factores que ayudan a explicar por qué la población afro en EE.UU. es más vulnerable ante el coronavirus: Tienen menos seguros de salud respecto a otros sectores de la población, tienen menos ingresos y menos ahorros y son parte de una población que sigue trabajando en las calles durante la pandemia, como policías, empleados de aeropuertos, bodegueros, domiciliarios, etc.

Y si hablamos de los latino la cosa es aún peor. En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, las cifras muestran que el 34% de las muertes son de hispanos, un porcentaje incluso más alto que los afroamericanos.

El 16/05/2020, en declaraciones a los medios internacionales, el expresidente de EE.UU, Barack Obama, indicó que la crisis del coronavirus ha recalcado “las desigualdades subyacentes y las cargas adicionales con las que históricamente las comunidades negras han tenido que tratar en este país”.

“Lo vemos en el desproporcionado impacto de la Covid-19 en nuestras comunidades, así como cuando un hombre negro se va a correr y otros sienten que le pueden parar y cuestionar y disparar si no se pliega a su interrogatorio”.

Obama se refería al homicidio de Ahamaud Arbery, un joven deportista negro asesinado el pasado febrero al ser supuestamente confundido con un ladrón en Georgia.

Por tanto, no es cierto que el Covid-19 sea una amenaza para la humanidad entera, pero si los es para los negros, inmigrantes y los más vulnerables socialmente y también, por cierto, lo es para la inmensa mayoría de los pueblos latinoamericanos y caribeños.

¿QUÉ PASARÁ CON LA GEOPOLÍTICA?

Las palabras que más suena en estos tiempos de Covid-19, en el mundo son: crisis y decadencia. Ambas aluden a la economía y el orden capitalista aún prevaleciente.

China, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), tendrá un crecimiento de sólo 1,2% del Producto Interno Bruto (PIB) para este año 2020 y otras fuentes hablan de un crecimiento de 2,2%.

Sea cuál sea al final ese porcentaje, lo cierto es el profundo impacto que eso generará en el planeta tierra, tomando en cuenta que el gigante chino es una de las principales locomotoras de la economía mundial y su crecimiento original se había calculado en 6% del PIB.

La empresa Bloomberg dijo que la economía global perdería alrededor de 3 billones de dólares y algunas de las principales economías industriales verían caer su PIB hasta un 3% y en el caso de Estados Unidos el FMI habla de 5,9%. Lo peor de todo es que la “caja de herramientas” que poseen, no es muy adecuada para la tarea de enfrentarse el daño económico que está causando la pandemia.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) también avizora un panorama nada favorable para la económica mundial

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, habló de un ‘shock’ económico para la Unión Europea importante similar a la crisis financiera del año 2008.

El Covid-19, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), ya ha causado una pérdida de muchos millones de dólares en la economía mundial y su duración y profundidad dependerán de tres cosas: cuán lejos y cuán rápido se propagará el virus, cuánto tiempo pasará antes de que se encuentre una vacuna y qué tan efectivos serán los gobiernos para mitigar el daño.

A quienes aseguran que el Covid-19 lo que ha hecho es poner de relieve la realidad de un paciente que estaba sufriendo ya de algún tipo de dolencia previa y pareciera ridículo esperar que un patógeno, como el Covid-19, pueda revertir una trayectoria que lleva desarrollándose mucho tiempo. Por tanto, el Covid-19 puso en evidencia lo que era una gran verdad: la gran crisis que padece el modo de producción capitalista.

El 10/05/2020, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador aseguró:

“No fue la pandemia lo que tiró la economía, lo cierto es que ya la economía neoliberal estaba en crisis, estaba mal. Lo que hizo la pandemia fue acelerar, precipitar el derrumbe económico, sostuvo”

El filósofo, Surcoreano, Byung Chul Han, ya citado, ha dicho: “La Covid-19 ha dejado latentes las diferencias sociales, así como que “el principio de la globalización es maximizar las ganancias” y que “el capital es enemigo del ser humano”.

Y agregó: “El virus no detiene el avance de China. China venderá su estado de vigilancia autocrática como modelo de éxito contra la epidemia. Exhibirá por todo el mundo aún con más orgullo la superioridad de su sistema. La Covid-19 hará que el poder mundial se desplace un poco más hacia Asia. Visto así, el virus marca un cambio de era”.

Según el escritor uruguayo, Raúl Zibechi, en un artículo titulado:” Coronavirus. A las puertas de un nuevo orden mundial” (25/03/2020) menciona que: “una encuesta de Foreign Policy entre doce intelectuales destacados concluye que Estados Unidos perdió su capacidad de liderazgo global y el eje del poder mundial se traslada a Asia. La pandemia es la tumba de la globalización neoliberal, en tanto la del futuro será una globalización más amable, centrada en China y Asia Pacífico”.

Mientras tanto el filósofo esloveno, Slavoj Žižek (06/05/2020), en una entrevista hablará del “comunismo”, “no como un sueño inconcreto, sino simplemente como el nombre para lo que ya está sucediendo (o al menos lo que muchos perciben como una necesidad): medidas que ya se están contemplando, e incluso haciendo entrar en vigor parcialmente. No es la visión de un futuro luminoso sino más bien de un “comunismo del desastre” como antídoto del “capitalismo del desastre”. El Estado no solo debería asumir un papel mucho más activo, reorganizando la fabricación de los productos más necesarios, como mascarillas, kits de pruebas y respiradores, requisando hoteles y otros complejos de vacaciones, garantizando el mínimo de supervivencia a todos los desempleados, etc., sino hacer todo esto abandonando los mecanismos del mercado. Solo hay que pensar en los millones de personas, como los que trabajan en la industria turística, cuyos trabajos, al menos en algunos casos, se perderán y ya no tendrán sentido. Su destino no se puede dejar en manos de los mecanismos del mercado o de estímulos puntuales”

Y agrega: “Las líneas que nos separan de la barbarie son cada vez más claras. Uno de los signos de la civilización actual es que cada vez más gente comprende que la prolongación de las diversas guerras que recorren el planeta es algo totalmente demencial y absurdo. Y también que la intolerancia hacia las demás razas y cultura, y hacia las minorías sexuales, resulta insignificante en comparación con la escala de la crisis a la que nos enfrentamos. Por eso, aunque hacen falta medidas de guerra, me parece problemático el uso de la palabra “guerra” para nuestra lucha contra el virus: el virus no es un enemigo con planes y estrategias para destruirnos, es sólo un estúpido mecanismo que se autorreplica”.

Lo que parece un hecho evidenciado, en esta era del Covid-19, es que la geopolítica actual se derrumbará. Ya Estados Unidos no será su epicentro, ahora otros actores globales están haciendo presencia. En la zona euroasiática está Rusia y en el Continente Asiático China.

Así que la geopolítica que ya se está conformando, en pleno desarrollo del Covid-19, es una geopolítica de varios centros de poder.

Pero lo que no parece muy claro es si estaremos en el definitivo derrumbe del paradigma capitalista, aunque muchas veces los deseos son capaces de hacer que se realicen afirmaciones poco cónsonas con la realidad.

Fuente: El autor escribe para el Centro Internacional de Investigaciones «Otras Voces en Educación»

 

 

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Sent home over Covid-19, laid-off workers still waiting for their checks in Spain

Europe / Spain / 05/27/2020 / Author: Gorka R. Pérez / Source: https://english.elpais.com/

Delays processing ERTE claims have left thousands of families in a precarious financial situation.

 

Thousands of workers in Spain are still waiting to receive unemployment assistance after being placed on a temporary layoff scheme known as ERTE (or expediente de regulación temporal de empleo in Spanish).

Under the scheme, employers can send workers home without pay for a certain amount of time, but must take them back once this period ends. Workers can claim unemployment during this time, and companies can also put staff on a reduced schedule.

Nearly half a million companies filed for ERTEs in response to the coronavirus lockdown, which forced the temporary closure of businesses across the country. While this measure brought relief to some workers, thousands more are still waiting for their unemployment benefits.

Labor Minister Yolanda Díaz announced last Friday that the national agency SEPE, which handles jobless claims, had recognized and paid 3.3 million beneficiaries within 33 days. According to the minister, 46,000 more requests were set to be resolved in the following days. “It is not true that payments will be delayed until June 10 due to a lack of liquidity,” Díaz told Congress on Wednesday.

But the government’s claims have been contradicted by organizations such as the General Council of Administrative Gestores of Spain, an association of professionals who help the public with the paperwork involved in administrative processes such as taxes or property registration.

According to a survey published by this group on Wednesday, more than 900,000 workers placed on the ERTE scheme had still not received their unemployment assistance by mid-May. Meanwhile, the Madrid Hospitality Association says that 40% of workers in the sector have not yet received any payments.

Sara is one such case. This 31-year-old worked at a bingo hall in Xirivella, Valencia, until she was placed on an ERTE. The mother of three has been fighting since March 14 to receive her unemployment benefits. Sara’s husband, who harvests oranges, has just returned to work after recovering from Covid-19, which kept him on sick leave for one month and a week.

“In April, I didn’t receive any payment form March, and in May I was only paid 17 days from April. It is all that I have received in three months,” says Sara by phone. “SEPE tells me that if it [the payment] hasn’t been processed it is because the company had to send some files and hadn’t yet.”

“It is not just a problem with my own gestoría, it is happening with many others across Spain. They have not been given enough information to know what to do, nor even what type of ERTE they were dealing with,” she continues. According to Sara, some of her 35 colleagues have only received €48 in all this time. She figures that, after having sent in all the necessary documents, she will be paid the €500 owed to her from April on June 10.

According to the Independent and Civil Servants Union (CSIF), SEPE is managing 530% more jobless claims than in 2019, as revealed by figures from the Labor Ministry. Although the workload has increased exponentially, the union complains that staff numbers have only risen by 10%.

€280 in two months

María Victoria Gómez is a cook in a bar in Valencia. She stopped working there on March 12, and since then has only received €280 owed to her from that month. The bar, which has an outdoor eating area, is set to open soon under Phase 1 of Spain’s deescalation plan. “I am going to return to work having received no unemployment assistance whatsoever,” she says. “For 15 days, I’ve been waking up at 9am and making calls and sending emails until 2.30pm. I live alone, I have a daughter to look after, I have rent, electricity and water bills to pay, and all the payments are late because I can’t do anything with €280. Unfortunately, I don’t have relatives to help me out.”

Gómez is one of 11,255 members of a support group for workers who have been placed on ERTEs. On social media, they share their experiences. “It’s awful what you find there,” says Gómez. “Although some people have been paid, there are 17 families who have only been paid the equivalent of four days of March, and others whose jobless claims have not even been processed despite being filed two months ago.”

English version by Melissa Kitson

Source and image:  https://english.elpais.com/economy_and_business/2020-05-22/sent-home-over-covid-19-laid-off-workers-still-waiting-for-their-checks-in-spain.html

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“Sin pensar agarré lo que pude y escapé con mis hijas”/México

América/México/27/05/2020/ Autorxs: Gloria Muñoz Ramírez, Karen Moreno, Iolany Pérez Y Héctor Madariaga/Fuente: desinformemonos.org

Especial “Coronavirus desde otras miradas”

Tercera Entrega

 

El confinamiento forzoso para evitar la propagación del coronavirus se ha convertido en caldo de cultivo de otro virus de efectos devastadores: la violencia machista. Las llamadas de auxilio y denuncias de mujeres maltratadas se han disparado en México, El Salvador y Honduras.

Alejandra, de 19 años, y Lucero, de 30, (ambas utilizan seudónimos por motivos de seguridad) están ingresadas desde hace unas semanas en un refugio para mujeres maltratadas en la Ciudad de México. Intentan recuperarse del tormento. En plena pandemia del Covid-19 el marido de Alejandra mató a su bebé de nueve meses y la emprendió a golpes contra ella. Lucero vivía encerrada en casa. Su pareja no la dejaba salir y el abuso era constante. Ante la amenaza de la violencia machista y del coronavirus, el confinamiento en una casa refugio es la protección de Alejandra y Lucero, que no tienen ningunas ganas de volver a su “normalidad”.

Las cifras por violencia de género en México eran alarmantes antes de la pandemia. María de la Luz Estrada, coordinadora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), que agrupa a 40 organizaciones de 22 estados del país, señala que unas diez mujeres eran asesinadas cada día. Según el Sistema Nacional de Seguridad Pública, el primer trimestre de 2020 ha sido el más violento para las mujeres mexicanas en los últimos cinco años, con 964 homicidios. Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador declara que la tendencia en el feminicidio “está a la baja”.

Con apenas 19 años de edad, Alejandra vive refugiada durante la contingencia sanitaria. Foto/ Refugio de mujeres

Lo que ocurre, precisa María de la Luz Estrada, es que de los 964 asesinatos, 720 están clasificados como homicidios dolosos y sólo 244 como feminicidios. Este último término define el asesinato de una mujer por la condición de serlo, cometido siempre por un hombre y con una clara connotación machista. Un número creciente de países han incorporado el feminicidio a su legislación penal.

El primer caso de Covid-19 en México se detecta el 28 de febrero. En las semanas siguientes se dictan medidas de aislamiento preventivo, y el 23 de marzo, con 316 casos confirmados y dos muertes, la Secretaría de Salud declara la Jornada Nacional de Sana Distancia, y poco después la campaña “Quédate en casa”. El 30 de marzo se declara una “emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor” y el 21 de abril comienza la fase 3, con medidas que extienden el confinamiento. Los casos de violencia de género, –agresión físicas, sexual y emocional—se disparan de manera alarmante, según advierten mujeres víctimas de violencia, madres de mujeres asesinadas, activistas, y organizaciones feministas y de defensa de derechos humanos.

Machismo y misoginia en El Salvador

Son más de las 2 de la madrugada del 29 de abril en una vivienda humilde del municipio de Mejicanos, en San Salvador. Cristina, de 17 años, salta de la cama al escuchar ruido. A través de la cortina que divide el cuarto minúsculo vislumbra la silueta de su padre. “¡Qué haces!”, le grita. Salta por encima de la litera donde duerme su hermano de 10 años, enciende la luz y ve una escena dantesca. La madre ensangrentada en su cama, con el cuerpo del marido encima que trata de ahogarla. La muchacha consigue apartar al padre, y levanta a la mujer malherida.

Los gritos despiertan a su tío, Marvin Regalado, quien da un brinco y ve en el cuarto contiguo a su cuñado Edwin Alexander López Rivas, con los brazos extendidos, cubiertos de sangre. “Mátame, mirá lo que he hecho”, susurra el agresor. Detrás ve a su hermana, Susan Daly Regalado, que se tambalea agonizante.

Marvin avisa a la policía, mientras su sobrina recuesta a su madre, con los ojos cerrados y la lengua fuera. De camino al hospital Marvin graba con su teléfono celular a Susan, recostada en el asiento posterior del vehículo policial, con una toalla ensangrentada en la cabeza. Tiene puñaladas en el cuello, mejilla y frente. En pocos minutos llega a la casa otra patrulla de la Policía, que detiene al agresor.

A las 3 de la madrugada, frente al Hospital Zacamil, en San Salvador, un médico sube a la parte trasera del vehículo policial para auxiliar a Susan. Demasiado tarde. “Lo siento, ya no se puede hacer nada. Está muerta”.

El 1 de mayo se presenta ante el juzgado el requerimiento fiscal contra Edwin Alexander López, por el delito de feminicidio agravado de Susan Daly, que en El Salvador está tipificado y sancionado con una pena de entre 30 y 50 años de prisión. López Rivas está detenido por orden judicial y Fiscalía sigue realizando diligencias en la etapa de instrucción.

Edwin Alexander López, antes de la audiencia inicial en el Juzgado Segundo de Paz de Mejicanos, San Salvador. Foto/Émerson Flores

El confinamiento forzado de la población a causa de la pandemia ha agravado la violencia contra las mujeres. El Gobierno ha olvidado otro virus, más letal y menos combatido: el machismo y la misoginia. Desde la entrada en vigor de la cuarentena en marzo, el covid-19 ha causado la muerte de al menos cinco mujeres hasta el 13 de mayo. En el mismo período ha habido 18 asesinatos de mujeres, según la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (Ormusa), y el Centro de Atención Legal ha recibido 158 denuncias, que representa un aumento de la violencia del 58% respecto de meses anteriores.

Una “condena” de dos meses en Honduras

En los últimos cuatro meses el Sistema de Emergencia 911 de Honduras ha registrado más de 32.500 llamadas telefónicas de auxilio de mujeres, que denuncian agresiones de su marido o de algún otro miembro de la familia. Según el Ministerio Público, durante el confinamiento se presentan entre 15 y 20 denuncias diarias por violencia doméstica sólo en Tegucigalpa y San Pedro Sula, las dos principales ciudades del país.

Una de las llamadas es de una joven, Angie García, hasta ese momento desconocida para el gran público, que denuncia a su marido por maltrato físico y verbal. La noche del 13 de abril, la Policía detiene en su domicilio, en Tegucigalpa, a Román Rubilio Castillo, futbolista de la selección hondureña y delantero centro del emblemático club Motagua.

El vídeo de la detención se hace viral en redes sociales, así como una foto de la paliza que Castillo propinó a su esposa y madre de un hijo. El futbolista pasa 24 horas en dependencias policiales, tal y como estipula la legislación de Honduras, donde la violencia doméstica es tipificada como falta y no como delito.

El Ministerio Público confirma que el deportista estaba ebrio cuando fue detenido. Después de varios rodeos el caso ingresa en el juzgado de familia, y Castillo es “condenado” a dos meses de trabajo comunitario. Melvin Duarte, portavoz del poder judicial, afirma que el acusado reconoció los hechos denunciados por su esposa, “por violencia psicológica y física”, lo que fue confirmado “por un dictamen preliminar en materia forense”.

En Honduras 390 mujeres fueron asesinadas en 2019. El 60% de las víctimas, por ataques de sus parejas, exparejas o alguien con quien tuvieron una relación afectiva, según un informe del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Las organizaciones de mujeres registran más casos, y alertan sobre la altísima impunidad: nueve de cada 10 crímenes contra mujeres no se investigan y los asesinos están libres.

Cristina Alvarado, dirigente feminista de la Organización de Mujeres Visitación Padilla, asegura que la violencia de género en las familias es una constante en Honduras. “La pandemia del Covid-19 sólo ha evidenciado la realidad histórica que viven las mujeres, producto de la violencia en el hogar. Esto lo venimos denunciando desde hace años las organizaciones feministas y de mujeres”, dice Alvarado.

La presión de la sociedad civil

En México, durante el primer mes de confinamiento las llamadas y mensajes de auxilio a los refugios de mujeres aumentan en un 80%, según explica Pilar Sánchez Rivera, directora de Espacio Mujeres para una Vida Digna y Libre de Violencia, uno de los 69 centros de la Red Nacional de Refugios. Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador declara en una de sus conferencias de prensa “mañaneras” que el 90% de las llamadas de auxilio sobre violencia contra las mujeres son falsas, aunque los registros oficiales hasta marzo digan lo contrario.

Marilú Rasso, directora ejecutiva del mismo refugio, asegura que en la situación de encierro por el covid-19 “a las mujeres se les vuelve a meter en un papel de servicio obligatorio, y cualquier pretexto funciona para que el agresor ejerza violencia”.

En marzo, Alejandra y su hija de nueve meses sufren una vez más las agresiones del marido y padre. La pequeña pierde el conocimiento y la madre logra escapar con el bebé, que llega al hospital sin vida. El personal sanitario llama al Servicio Médico Forense y a la Fiscalía. “Les dije que en casa vivía amenazada, y que el papá nos golpeó a mi hija y a mí. No estaba borracho ni drogado, sólo se aburría porque no trabajaba”.

Diez mujeres son asesinadas en México todos los días. Foto / Brian Torres

Un informe de la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) da cuenta de un 97% de impunidad en los feminicidios. Entre el 3% restante se encuentra el marido de Alejandra, que está en la cárcel por homicidio.

La historia de maltrato de Lucero empieza poco después del comienzo de la relación con su pareja hace 11 años. Madre de cuatro hijas de 10, 8, 6 y 5 años de edad, Lucero es víctima primero de violencia emocional. “Me insultaba, me decía que yo no valía nada y que si salía de la casa no iba a poder sola”. Cansada de los golpes y del engaño, Lucero da el paso: “Sin pensar agarré lo que pude y me fui con mis hijas. Una amiga nos acompañó hasta el Centro de Justicia.” Los exámenes físicos y psicológicos demoran una semana por falta de recursos humanos derivada de la contingencia, y después envían a la madre y a tres de sus hijas a un refugio. La mayor inquietud de Lucero es que la hija mayor está con el padre.

Despliegue militar contra el virus y las pandillas

En El Salvador, el Gobierno del presidente Nayib Bukele convierte una base militar en el primer centro de confinamiento para las personas que llegan del exterior. El 14 de marzo, la Asamblea Legislativa aprueba la “Ley de Restricción Temporal” o régimen de excepción, y el estado de emergencia y calamidad, para hacer frente al coronavirus. El plan Control Territorial, cuyo contenido era desconocido por la sociedad civil, había permitido anteriormente el despliegue militar y policial en todo el país para actuar contra las pandillas Mara Salvatrucha-13 y Barrio 18. El Salvador, un país de 6,7 millones de habitantes, tiene uno de los índices de violencia más alto del mundo.

Los datos del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública indican que en 2019 se cometieron 230 asesinatos de mujeres, de un total de 2.398 homicidios, casi 1.000 menos que el año anterior. El Gobierno presenta esta tendencia a la baja como un éxito del plan Control Territorial, que entró en vigor en junio de 2019.

Con la ejecución del último decreto aprobado “la Fuerza Armada mantiene el 100% de sus efectivos colaborando en la lucha contra el covid-19”, declara el ministro de Defensa, René Merino Monroy. Las personas que, a juicio de las fuerzas de seguridad, no tienen una justificación válida para salir de casa, son detenidas. Más de 2.420 personas están retenidas en condiciones inmundas en centros de contención por violar la cuarentena.

Los militares y policías comandan los más de 800 cordones sanitarios implementados en el territorio nacional. Foto/Émerson Flores

La arbitrariedad de la actuación policial en muchos casos ha provocado choques del presidente con la Corte Suprema de Justicia (CSJ). Bukele ha desafiado al alto tribunal al hacer caso omiso a las resoluciones judiciales, y la CSJ ha admitido innumerables habeas corpus de personas que denuncian arbitrariedades.

Si bien El Salvador fue uno de los primeros países en cerrar el aeropuerto para vuelos comerciales, la improvisación ha sido la nota predominante en la estrategia de Bukele. Adultos mayores, los más vulnerables ante el contagio, han sido confinados en los mismos centros que las personas procedentes de países considerados focos infecciosos.

El regreso a casa del agresor

La pasividad de la Justicia hondureña provoca que muchas mujeres retiren las denuncias, y que los familiares de las víctimas renuncien a luchar. El miedo se apodera cuando el Estado es claramente ineficiente y no responde a las víctimas.

El caso del futbolista Castillo, denunciado por agresión por su esposa, da un vuelco en cuestión de días, cuando Angie García se retracta de sus acusaciones y dice, a través de las redes, que su marido puede volver a casa.“No entraré en polémica, simplemente quiero aclarar que las fotos expuestas en redes sociales no son de mi persona. Pido respeten mi privacidad, no es justo que mi familia sea el centro de atracción”, escribe la cónyuge del jugador.

La legislación permite a las autoridades ordenar la puesta en libertad del agresor, para regresar a casa y convivir de nuevo con la víctima, si no es un caso reincidente. En opinión de la dirigente feminista Cristina Alvarado, la vuelta del agresor al hogar supone un alto riesgo para la víctima. “Lo que estamos promoviendo como organización es que las mujeres agredidas vayan a las casas refugio, o con familiares o amigos. Por lo general, el gran problema es que la violencia doméstica está tipificada como una falta y no como un delito, entonces el enfoque de la ley es preventivo nada más”.

Jueza Claudia Isabela López – Honduras / Foto Radio Progreso

La jueza Claudia Isabela López puntualiza que, si el agresor no cumple con las medidas que dicte un juzgado, el proceso se convierte en penal. “El antecedente de violencia doméstica, cuando es reiterativo, pasa a ser un proceso judicial”.

Ciudad Juárez, cuna del feminicidio

La propagación del virus ha provocado la suspensión de las clases en todos los niveles educativos de México. Muchas madres y padres que aún trabajan han dejado a sus hijos en manos de familiares. Es el caso de Miguel Ángel Z y María Guadalupe M, en Ciudad Juárez (Chihuahua), que quedan al cuidado de su nieta de seis años. El padre de la niña no vive en la ciudad. El 11 de abril, en plena contingencia sanitaria, la pequeña presenta una insuficiencia respiratoria grave que acaba con su vida. La primera sospecha de los padres apunta a coronavirus, pero el informe médico revela que la niña fue violada, golpeada y estrangulada.

El abuelo es el principal sospechoso y es detenido junto con su esposa. Yadira Soledad Cortés, coordinadora de la Red Mesa de Mujeres Juárez, dice que éste es uno de los muchos casos en plena pandemia: “La violencia sexual infantil se da principalmente por un conocido o un familiar, y las niñas confinadas están más expuestas”.

Ciudad Juárez es un municipio emblemático de los asesinatos de mujeres en México. En los primeros años de la década de los 90 se propagó en esta ciudad fronteriza una ola de homicidios de mujeres, en su mayoría trabajadoras de las maquilas y habitantes de las colonias populares. Aquí nacieron organizaciones de defensa de mujeres como “Ni una más”, “Nuestras Hijas de Regreso a Casa” y “Mesa de Mujeres Juárez”, que aglutina a una decena de colectivos.

Del 1 de enero al 14 de mayo se han registrado en esta ciudad 65 feminicidios, un 27% más que en el mismo periodo de 2019, según la Mesa de Mujeres.

El aumento de la violencia de género se repite en todo el país. En enero hubo 15.851 denuncias por violencia familiar en México, en febrero, 13.000, y en marzo, ya con las medidas de confinamiento, se abrieron 20.000 casos. Las llamadas al teléfono oficial de emergencia (911) se multiplican cada mes.

El panorama ya era difícil antes de la pandemia, señala Irinea Buendía, madre de una joven estrangulada por su pareja y referente nacional en la búsqueda de justicia. “Vivíamos una emergencia nacional, pero nadie nos hizo caso, y por eso hubo una manifestación histórica el 8 de marzo, y un paro nacional de mujeres, sin precedentes en México, el 9 de marzo”. Pero al presidente López Obrador “en ese momento le importaba más el sorteo simbólico del avión presidencial y despreció nuestras denuncias”, acusa Buendía.

Mensaje de impunidad

La historia de El Salvador está marcada por la muerte, la guerra, levantamientos campesinos, mártires y dictaduras militares. El conflicto armado de los años 80 entre la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el Ejército, generado por la injusticia social, se prolonga 12 años, hasta la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec en 1992. El problema de fondo, como en toda la región, se resume en dos palabras: desigualdad y exclusión de la gran mayoría. Según Oxfam, los 160 más ricos acaparan el 87% de la riqueza. Y la mayoría vive al día.

“El presente no está desvinculado del pasado”, subraya Silvia Juárez, de la organización de mujeres Ormusa, que cita como ejemplo el informe De la locura a la esperanza, elaborado por la Comisión de la Verdad tras la firma de la paz. Dicho informe describe la violencia sexual como un hecho colateral y no como una violación sistemática contra las mujeres.

Tras la firma de los acuerdos de paz no hay un proceso de reconciliación nacional. El año siguiente, en 1993, la Asamblea Legislativa aprueba la ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz, que pone en libertad a todos los presos involucrados en violaciones de derechos humanos durante la guerra civil.

Después de décadas de reclamos por parte de las víctimas, en 2016 la Corte Suprema anula la ley de Amnistía. Los enfrentamientos en la Asamblea Legislativa continúan y el 26 de febrero pasado, el pleno aprueba una ley de amnistía disfrazada, la llamada Ley Especial de Justicia Transicional, Reparación y Reconciliación Nacional. “Si ni siquiera se reconoce esta violación, estamos lejos de construir la paz”, lamenta Silvia Juárez.

En El Salvador, la violencia deja las trincheras y muta en forma de grupos pandilleros. Hasta el 30 de abril, la Fiscalía General de la República (FGR) reporta dos casos en los que hay indicios de asesinatos de mujeres a manos de pandillas o maras desde que comenzó la cuarentena domiciliaria.

Las autoridades policiales y militares cierran las calles para implementar el cerco sanitario y habilitan un acceso. Foto/Emerson Flores

La coordinadora de la mujer de la Fiscalía, Graciela Sagastume, explica que no hay diferencia en cuanto al procedimiento de mujeres asesinadas por integrantes de maras, porque en todos los casos se aplica el protocolo de feminicidio. Según las reglas de las pandillas, las mujeres no tienen voz y no pueden opinar ni decidir. La coordinadora fiscal considera que los feminicidios dentro del mundo de las pandillas son un problema estructural. “En la medida que el Estado invierta en problemas sociales, las mujeres podrán salir de ese mundo”.

San Pedro Sula, violencia y emigración

Iberoamérica es la región más violenta del planeta, según un estudio de la ONG mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. De las 50 ciudades con más homicidios 15 están en México (con Tijuana a la cabeza), dos en Honduras (San Pedro Sula y Tegucigalpa), y una en Guatemala (Ciudad de Guatemala) y una en El Salvador (San Salvador).

San Pedro Sula, la capital industrial de Honduras con 1,1 millones de habitantes, estuvo considerada durante cuatro años consecutivos, de 2011 a 2014, la ciudad más violenta del mundo. Llegó a registrar 142 homicidios por cada 100.000 habitantes, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Autónoma de Honduras. San Pedro Sula es también el epicentro del éxodo migratorio de Centroamérica hacia Estados Unidos.

Una de las zonas más conflictivas de la ciudad es Chamelecón, un suburbio pobre, de calles de tierra, donde pandillas y grupos criminales ligados al narcotráfico libran su propia guerra por el control territorial. Aquí se registra el 5 de mayo un caso de violencia que sacude la ciudad. Un abogado asesina a su esposa, después a su hijo y finalmente se suicida. Los vecinos declaran que escucharon gritos y una fuerte discusión.

Para la abogada y feminista Karol Bobadilla, quien integra el Foro de Mujeres por la Vida, en Honduras no hay condiciones para que las mujeres permanezcan en cuarentena y, sobretodo en casos donde tienen un agresor al lado.

¿Qué explicación tiene tanta violencia en Honduras? Tiene raíces profundas, según detalla un análisis político del sacerdote Ismael Moreno: “La acumulación de riqueza, tierra y recursos en pocas manos, y la acumulación de poder en instituciones del Estado controladas por esas mismas personas ha generado una violencia que hoy nos parece incontrolable”.

La oligarquía hondureña, bajo la tutela del capital multinacional y con el aval de las instituciones del Estado, ha logrado el control de todos los hilos: del capital comercial, especulativo y agroindustrial, de la energía, las comunicaciones, el turismo y el transporte. “Las decisiones que de verdad pesan son las que toman estas familias, que en su conjunto no pasan de doce apellidos”, explica Moreno.

Una segunda característica es la cantidad de conflictos sin resolver: “Educación y salud deficientes, recaudación de impuestos, inseguridad y violencia. Es como una enorme olla de presión a punto de estallar”.

El tercer rasgo, según Ismael Moreno, es la subordinación del Estado al sistema de partidos políticos. “Es una institucionalidad que genera violencia, y que sirve como refugio a personas que se dedican a delinquir, a establecer alianzas con organizaciones criminales transnacionales, convirtiendo a instituciones enteras, como la Policía Nacional, en maquinarias delictivas”. La violencia impregna toda la sociedad hondureña y abona el sistema patriarcal, que convierte muchos hogares en campos de batalla, donde muchas de las víctimas son mujeres.

Inseguridad en la UNAM

Antes de que el coronavirus llegue a México, las movilizaciones de mujeres contra las distintas formas de violencia de género están en un punto álgido. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la de mayor prestigio de América Latina, según la página UniRank, vive una convulsión inédita debido al incremento de la violencia y a la falta de respuesta de las autoridades universitarias.

Una joven es encontrada sin vida el 2 de mayo en la Ciudad de México, en plena fase 3 de la pandemia. Foto / Brian Torres

Durante más de cinco meses, hasta el 14 de abril, la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM ha estado ocupada por un colectivo de mujeres estudiantes denominado Mujeres Organizadas, que exigen el fin del acoso sexual, de las violaciones y desapariciones de estudiantes en la facultad y en el resto de la Universidad. La alumna Mariela Vanessa desapareció en 2018 sin dejar rastro, cuando se dirigía desde su casa a la facultad.

Mientras dura la protesta, las ocupantes de la facultad de Filosofía y Letras son “vigiladas, perseguidas por todos los medios posibles, agredidas y criminalizadas”. Lo que no consiguen las amenazas ni las autoridades lo logra la pandemia, y finalmente tienen que desalojar las instalaciones al no contar con “las herramientas necesarias para hacer frente” al covid-19.

****

Las historias de México, El Salvador y Honduras, reflejadas en este trabajo colectivo, ponen de relieve que la pandemia del covid-19 sólo echa más leña al fuego de la violencia machista. El confinamiento forzoso ha convertido muchos hogares en auténticos infiernos para las mujeres.

La conclusión más tremenda, a la luz de lo que ocurre en estos tres países, es que la violencia intrafamiliar o de género no es por temporadas, ni se detendrá una vez pasada la pandemia. Como afirma la fiscal salvadoreña Gabriela Sagastume, la violencia hacia la mujer está sostenida por los patrones socioculturales que imperan en El Salvador, que no difieren mucho de los de México o de Honduras.

Antes del coronavirus las agresiones de toda magnitud a mujeres, incluido el feminicidio, se repetían diariamente en cada uno de los tres países. La pandemia esboza una nueva realidad llena de claroscuros. Las instituciones del Estado brillan por su ausencia cuando son más requeridas que nunca, pero en contrapartida la sociedad civil muestra vigor y capacidad de presión para ser tenida en cuenta. En medio, las mujeres, las víctimas, empiezan a perder el miedo y a romper el silencio.

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*Otras Miradas es una alianza de periodismo colaborativo integrada por medios independientes de México y Centroamérica. Como parte de esta iniciativa presentamos la serie “Coronavirus desde otras miradas” en la que participan Desinformémonos (México), Chiapas Paralelo (México), Agencia Ocote (Guatemala), No-Ficción (Guatemala), Gato Encerrado (El Salvador), Contracorriente (Honduras), Radio Progreso (Honduras) Nicaragua Investiga (Nicaragua), Onda Local (Nicaragua) y Confidencial (Nicaragua).

Fuente: https://desinformemonos.org/sin-pensar-agarre-lo-que-pude-y-escape-con-mis-hijas-2/

Imagen:  Brian Torres

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La lógica de salvarse quien pueda: Covid-19 y comercio mundial

Por:  Eduardo Camin

La falta de información dificulta que los países puedan adaptar sus decisiones de compra de alimentos y de productos médicos, situación especialmente nociva para quienes quieren adquirir materiales esenciales para el combate al Covid-19, señalan los informes de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

La Secretaría de la OMC publicó semanas atrás un informe sobre el comercio de productos médicos esenciales para la respuesta mundial a la pandemia del COVID-19, en el cual se hace un seguimiento de las corrientes comerciales de productos, como artículos de protección personal, suministros hospitalarios y de laboratorio, medicamentos y tecnología médica, y se proporciona información sobre los aranceles de esos productos.Cuando el coronavirus se multiplica por 10: lo que preocupa a los ...

Entre esos productos se destacan: aparatos de tomografía; desinfectantes/productos de esterilización; mascarillas; guantes; jabón y soluciones antisépticas para las manos; monitores de pacientes y pulsioxímetros; gafas y viseras protectoras; esterilizadores; jeringas; termómetros; aparatos de exploración ultrasónica; respiradores, mascarillas de oxígeno; aparatos de rayos X; otros dispositivos médicos.

En general, los países, las organizaciones internacionales y los medios de comunicación se refieren a esos productos como bienes escasos. Según el informe, el comercio de los productos médicos que ahora se describen como productos críticos y en grave escasez durante la crisis de la Covid-19 se cifró en alrededor de 597.000 millones de dólares, lo que representa el 1,7% del comercio mundial total de mercancías.

Las 10 principales economías proveedoras representaron en 2019 casi tres cuartas partes de las exportaciones mundiales totales de los productos en cuestión, mientras que los 10 principales compradores representaron aproximadamente dos tercios de las importaciones mundiales.

Los compromisos contraídos en el marco de diversas negociaciones y acuerdos de la OMC han contribuido a reducir los aranceles de importación sobre esos productos y a mejorar el acceso a los mercados; el arancel aplicado a los productos médicos relacionados con la Covid-19 se sitúa en promedio en el 4,8%, un nivel inferior al arancel medio aplicable en general a los productos no agrícolas, del 7,6%.

Las estadísticas muestran que el 52% de los 134 miembros de la OMC imponen un arancel del 5% o menos a los productos médicos. Entre ellos, cuatro miembros no aplican aranceles en absoluto: Hong Kong, China; Islandia; y Singapur. Sin embargo, en el informe también se identifican mercados en los que los aranceles siguen siendo elevados. Por ejemplo, los aplicados a las mascarillas pueden llegar al 55% en algunos países.

Las claves en cifras

China entrega suministros médicos donados a Afganistán para lucha ...-Alemania, los Estados Unidos y Suiza suministran el 35% de los productos médicos;
-China, Alemania y los Estados Unidos exportan el 40% de los productos de protección personal;
-Las importaciones y exportaciones de productos médicos ascendieron a unos 2 billones de dólares incluido el comercio intra-UE, que representó aproximadamente el 5% del comercio mundial total de mercancías en 2019;
-El comercio de productos descritos como críticos y en grave escasez en la crisis de la COVID-19 totalizó alrededor de 597.000 millones de dólares, es decir, el 1,7% del comercio mundial total en 2019;
-Los aranceles aplicados a algunos productos siguen siendo muy elevados. Por ejemplo, el promedio de los aranceles aplicados al jabón para las manos es del 17% y algunos Miembros de la OMC aplican aranceles de hasta el 65%;
-Los suministros de protección utilizados en la lucha contra la COVID -19 atraen un arancel medio del 11,5% y llegan hasta el 27% en algunos países;
-La OMC ha contribuido a la liberalización del comercio de productos médicos de tres maneras principales:

Esta crisis ha revelado con crudeza las lagunas de nuestro orden mundial, lagunas que son fruto de la injusticia social, la desigualdad de ingresos, la pobreza y la mala gobernanza. En unas pocas semanas, la COVID-19 ha aplanado el mundo, volviéndonos a todos vulnerables y temerosos, pero también recordándonos hasta qué punto somos todos interdependientes.

En el informe se indica que las nuevas prohibiciones y restricciones a la exportación afectan principalmente a suministros médicos como mascarillas, fármacos, respiradores y otros equipos médicos. Algunas de las medidas han ampliado los controles, por ejemplo, a los productos alimenticios y el papel higiénico.

Sin embargo, solo 13 miembros de la OMC (o 39, si los Estados miembros de la UE se computan por separado) han presentado información sobre estas nuevas medidas en consonancia con las normas de la OMC en materia de restricciones cuantitativas. Tres de ellos han notificado restricciones a la exportación de productos alimenticios de conformidad con el Acuerdo sobre la Agricultura de la OMC.

En el informe se mencionan los daños y demoras que padecen los países que tratan de adquirir materiales para combatir la pandemia de COVID-19 a consecuencia de la falta de información y se orienta a los Miembros de la OMC sobre cómo notificar sus medidas.

En marzo de 2020 únicamente se presentaron un puñado de notificaciones, si bien el número se ha incrementado en abril. En el informe se reconocen las excepciones previstas en las normas de la OMC en cuanto a las prohibiciones o restricciones a la exportación, aunque también se destaca el costo que tanto las economías importadoras como las exportadoras afrontarán a largo plazo, sobre todo respecto de la disminución de la oferta y el aumento de los precios de productos indispensables.

Toda la hipocresía al servicio del capital

Hoy el comercio mundial abarca todos los temas que están en la OMC desde su nacimiento, por ejemplo, derecho de propiedad intelectual, servicios, inversiones, compras de los Estados. A los cuales se le agregaron otros temas, como la incorporación de agricultura que no estaba en el espacio de negociación de la posguerra en temas comerciales.

La pandemia de COVID-19 pone al mundo frente a un desafío de salud pública sin precedentes. Las medidas destinadas a frenar la propagación de la enfermedad han provocado el cierre de grandes sectores de la economía mundial. La demanda internacional de productos médicos para luchar contra la pandemia ha alcanzado niveles inauditos.

Restricciones a la exportación de insumos. UNCTAD | RM ForwardingTodos los países dependen del comercio internacional y las cadenas de valor mundiales para obtener dichos productos, lo cual constituye un desafío a la luz de las perturbaciones de que está siendo objeto el transporte internacional y, más en concreto, el transporte de carga aérea, que a menudo va de la mano del transporte de pasajeros.

Otro factor que dificulta la situación es el aumento del número de prohibiciones y restricciones a la exportación que algunos Miembros de la OMC han establecido para atenuar una escasez aguda a escala nacional. Para dar respuesta a la COVID-19 es urgente que la producción de suministros médicos esenciales aumente de forma significativa a nivel mundial.

La OMC destaca que el buen funcionamiento de las cadenas de valor puede ayudar a acelerar la producción y contener al mismo tiempo el aumento de los costos. A medida que los nuevos productos vayan estando disponibles, el comercio será fundamental para trasladarlos desde donde abunden hasta donde escaseen, sobre todo dado que, en función del lugar, el punto álgido de la enfermedad se alcanza en momentos distintos.

Sin embargo, la dinámica constante esta siendo falta de cooperación internacional, que obstaculiza esta respuesta a pesar de las consecuencias.

Hace falta una mayor transparencia a nivel multilateral. En principio, todas estas medidas se deben notificar sin demora a la OMC de conformidad con la “Decisión sobre el procedimiento de notificación de restricciones cuantitativas” de 2012, y las medidas relativas a productos alimenticios se han de notificar asimismo al Comité de Agricultura.

Sin embargo, hasta la fecha son 13 los Miembros de la OMC (o 39, si los Estados miembros de la UE se computan por separado) que han notificado el establecimiento de nuevas medidas con arreglo a la norma citada, y tres los que han notificado restricciones a la exportación de productos alimenticios de conformidad con el artículo 12 del Acuerdo sobre la Agricultura.COVID-19: La OMS advierte que la pandemia se acelera y en ...

Los agentes económicos y los miembros están teniendo que hacer frente a un alto grado de incertidumbre, ya que sigue sin saberse con claridad qué medidas ha adoptado cada país y no dejan de establecerse nuevas medidas. La falta de información dificulta que estos puedan adaptar sus decisiones de compra de manera eficiente y encontrar nuevos suministradores.

Esta situación podría ser especialmente nociva para quienes tratan de adquirir los materiales necesarios para combatir la pandemia de COVID-19.

Existe una gran variedad entre los productos abarcados por estas nuevas prohibiciones y restricciones a la exportación; la mayor parte de ellas se han centrado en los suministros médicos (como las mascarillas y las caretas protectoras), los fármacos y el equipo médico (como los respiradores).

Pero otras han ampliado los controles, por ejemplo, a los productos alimenticios y el papel higiénico. Las prohibiciones y restricciones a la exportación aplicadas por los grandes exportadores pueden hacer que, a corto plazo, disminuyan los precios y aumente la disponibilidad de los bienes en cuestión en el mercado interior.

Sin embargo, esta estrategia de la oferta y la demanda no está exenta de desventajas: las medidas reducen la oferta mundial de los productos de que se trate, lo que repercute negativamente sobre los países importadores que no tienen la capacidad de fabricar dichos productos.

La carrera contra el tiempo para aumentar pruebas de coronavirus ...Los exportadores, por su parte, también corren el riesgo de salir perdiendo a largo plazo. Por un lado, el descenso de los precios en el mercado interior reducirá los estímulos para producir los bienes en cuestión en el país, los precios superiores en el mercado exterior incentivarán las exportaciones de contrabando de esos bienes y ambas situaciones podrán reducir la disponibilidad del producto en el mercado interior.

Por otro lado, las restricciones puestas en marcha por un país pueden acabar provocando un efecto dominó. Si el comercio no proporciona un acceso seguro y previsible a bienes esenciales, es posible que los países sientan la necesidad de abandonar las importaciones y promover la producción nacional, aunque los costos conexos sean muy superiores.

Una situación tal podría resultar en la disminución de la oferta y el aumento de los precios de mercancías indispensables. Las repercusiones a largo plazo podrían ser notables. En este triste panorama, asistimos día tras día al vergonzoso espectáculo del capitalismo neoliberal; por lo tanto, no se puede hablar hoy de la crisis del multilateralismo, es algo que viene de larga data.

Desde la Ronda de negociaciones de Doha (2001), mucha agua paso, bajo los puentes del egoísmo y la ignominia caracterizada por la globalización.

 

*Periodista uruguayo acreditado en ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/05/12/la-logica-de-salvarse-quien-pueda-covid-19-y-comercio-mundial/

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Teorías conspirativas y visión desconfiada (crítica)… ¿Por qué no?

Por: Marcelo Colussi
«Todo poder es una conspiración permanente”.

Honoré de Balzac

Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud, en el que, gracias al consumo y al entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre” .

Aldous Huxley

El peligro mayor al que nos enfrentamos no es que las cosas «se queden como estaban», sino que vayan a bastante peor”.

Jorge Riechmann y Adrián Almazán

I

Pese a que se hable hasta el cansancio de “democracia” (palabra manoseada que da para todo: para invadir países, asesinar impunemente, torturar, mentir, manipular), lo que menos hacen “los pueblos” es justamente eso: decidir su futuro, gobernarse. El mundo moderno, el capitalismo surgido en Europa desde el Renacimiento en adelante que hoy día se globalizó aplastando otras opciones, tiene en la “democracia” y en la “libertad” sus íconos por antonomasia. Íconos, sin embargo, que no pasan de una deslucida opacidad muy engañosa.

Lo que hacemos, pensamos, consumimos, cómo nos divertimos, nuestra forma de relacionarnos con el mundo, en otros términos: nuestra vida en general, cada vez más está digitada por poderes que nos sobrepasan en manera inconmensurable. Inmediatamente hay que hacer una imprescindible y capital aclaración: decir esto no es ninguna conducta paranoica, una delirante visión de conspiraciones que obran en nuestra contra.

La paranoia, llamada por Freud “demencia paranoide” a inicios del siglo XX, hoy día preferiblemente conocida, según los manuales de psicopatología al uso, como “Trastorno de ideas delirantes”, es un “Grupo de trastornos caracterizado por la aparición de un único tema delirante o de un grupo de ideas delirantes relacionadas entre sí que normalmente son muy persistentes, y que incluso pueden durar hasta el final de la vida del individuo. El contenido del tema o conjunto de ideas delirantes es muy variable. A menudo es de persecución, hipocondríaco o de grandeza, pero también puede referirse a temas de litigio o de celos o poner de manifiesto la convicción de que una parte del propio cuerpo está deformada o de que otros piensan que se despide mal olor o que se es homosexual”.

El delirio paranoico existe, sin lugar a dudas; de hecho, en muchos casos esa “desconfianza” patológica (las celotipias extremas, por ejemplo) puede llevar al asesinato. El otro, el “perseguidor”, es vivido como enemigo: antes que me agreda, lo aniquilo. Lamentablemente, dada la precariedad del abordaje de los “problemas mentales” que se sigue padeciendo (el Psicoanálisis aún es resistido y prima la Psiquiatría manicomial), los “enfermos paranoicos” suelen terminar en el loquero (donde, por supuesto, nadie se cura).

El mundo, sin dudas, está atravesado por una serie de ideas de talante paranoico, muchas veces tomadas con cierta seriedad o, al menos, presentadas con un grado de credibilidad, pero absurdas e insostenibles, en definitiva: “los judíos o ciertas sectas esotéricas (Illuminati, masones, etc.) manejan el mundo”, “los extraterrestres están entre nosotros”, “las vacunas son un experimento en masa que provocan autismo”, “la actual enfermedad COVID-19 se activa por las emisiones de ondas 5G”, “la aparición de un cometa anuncia el fin de nuestro planeta”, “las pirámides de Egipto fueron construidas por alienígenas”, y un largo etcétera.

Por supuesto que la dinámica de las sociedades no puede explicarse por estas elucubraciones, sin base ni sustento científico. El delirio, definitivamente, está entre nosotros, a veces medianamente tolerado, lo cual evidencia que la “normalidad” es siempre una pregunta abierta, una cuestión de grado. Es decir: no hay una normalidad definitiva, dada de una vez, única e inamovible (Hitler era un loco que creía en la eugenesia, aunque no debe olvidarse que el pueblo alemán masivamente lo siguió). Pero ni la historia de la humanidad ni el mundo actual no se mueven por ideas delirantes, por fuerzas sobrenaturales ni mensajes apocalípticos de seres extraordinarios: son las relaciones sociales, concretas y materiales, que establecemos los seres humanos para asegurar nuestra existencia (individual y colectiva) las que explican la arquitectura general de las cosas. De ahí que el materialismo histórico, por ejemplo, y su concepto de lucha de clases da mucho más en el blanco para entender las sociedades y sus conflictos, que la apelación a poderes malignos o conjuras de grupos ocultos en las sombras. Dicho de otro modo: una clase social, detentadora de los medios de producción (tierra, maquinaria, dinero) explota la fuerza de trabajo de una mayoría, la otra clase social, la clase trabajadora, con lo que se genera una riqueza que queda mayoritariamente en la clase explotadora.

Ahora bien: esa clase beneficiada, que asienta su riqueza y poderío en el trabajo de enormes mayorías a las que sojuzga, hace lo imposible para mantener sus privilegios. Para ello, apela a los mecanismos más sórdidos, más perversos, más sanguinarios llegado el caso. Como sin miramientos lo dijo uno de los más connotados intelectuales orgánicos de esa clase dominante, el polaco-estadounidense Zbigniew Brzezinsky, miembro de connotados tanques de pensamiento de Estados Unidos y catedrático en la Universidad Johns Hopkins: “La sociedad será dominada por una elite de personas libres de valores tradicionales que no dudarán en realizar sus objetivos mediante técnicas depuradas con las que influirán en el comportamiento del pueblo y controlarán con todo detalle a la sociedad, hasta el punto que llegará a ser posible ejercer una vigilancia casi permanente sobre cada uno de los ciudadanos del planeta. (…) Esta elite buscará todos los medios para lograr sus fines políticos tales como las nuevas técnicas para influenciar el comportamiento de las masas, así como para lograr el control y la sumisión de la sociedad”.

Pensar, entonces, que hay grandes, inconmensurables grupos de poder que le dan forma al mundo en que vivimos, que nos obligan a seguir siendo esclavos (asalariados), mundo “en el que, gracias al consumo y al entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre”, como agudamente dijera Aldous Huxley, no es ningún delirio paranoico. Es la constatación de una cruda y descarnada realidad: hacemos, pensamos y actuamos según lo que poderes determinados nos dicen. No importa si esos grupos son judíos, católicos, musulmanes, ateos, hombres, mujeres, bisexuales, amantes del samba brasileño o la salsa colombiana: son grupos de poder que tienen en sus manos monumentales decisiones. Eso ¿es paranoico?

II

Para ejemplificar lo anterior, dos rápidos ejemplos.

1) En Guatemala, Centroamérica, pequeño país “bananero” con una gran riqueza acumulada (onceava economía latinoamericana) injustamente distribuida (grandes familias que viven como magnates de Wall Street con una inmensa población precarizada -el salario mínimo cubre apenas un tercio de la canasta básica-), la corrupción es una constante histórica. Corrupción e impunidad son parte absolutamente normalizada del paisaje social. Pero en ese escenario sociopolítico y cultural surgió hacia el 2015 una fabulosa “cruzada contra la corrupción”. Eso resultó altamente llamativo, por cuanto Guatemala se caracteriza -como todos los países de Latinoamérica- por una inveterada cultura de corrupción que alcanza todos los niveles. Para ese entonces, llamativamente todos los medios de comunicación comerciales (de derecha, conservadores, grandes empresas privadas lucrativas al fin, corruptas en muchos casos) pusieron en la agenda pública como tema totalmente dominante la lucha contra la corrupción. Por unos meses no se hablaba de otra cosa: la corrupción pasó a ser la peor plaga bíblica sufrida, causa última de todos los males del país. Queda claro ahora que eso fue un muy sofisticado mecanismo geoestratégico de Washington, probado en estas tierras para luego iniciar su trabajo de reversión (roll-back) de gobiernos que no le eran muy afines (el PT en Brasil, Cristina Fernández en Argentina).

Esa desatada “lucha monumental contra la corrupción” (se llegó a decir que “Guatemala daba un ejemplo al mundo”) trajo como consecuencia una relativa movilización de la sociedad, terminando en una crisis política que finalizó mandando a la cárcel al por entonces binomio presidencial (Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti). Pero luego de esa bien manejada crisis (asegurando “gobernabilidad” con la llegada a la presidencia de un candidato idóneo para seguir el guión: Jimmy Morales, supuestamente no tachado de corrupto) la corrupción salió de escena. Años después corrupción e impunidad siguen marcando el pan nuestro de cada día, y no volvieron a aparecer en la agenda mediática. ¿Es paranoico pensar que hubo allí una bien montada operación de “psicología militar de masas”? ¿Por qué sería delirante? ¿Qué argumento científico de peso puede oponérsele? ¿Movilización popular espontánea? Nada lo indica, porque las clases oprimidas siguieron tan oprimidas como siempre.

2) Hasta hace unos años, las mujeres occidentales solían pintarse las uñas de las manos con los cinco dedos llevando el mismo color. De pronto, cuatro dedos empezaron a mostrar un color, y un quinto dedo -preferentemente el anular- otro. Se hizo moda, y una enorme cantidad de mujeres empezó a hacerlo así. Puede parecer superficial la pregunta, pero pretende no serlo, en absoluto: ¿quién marcó esa pauta? Seguramente no fueron los platos voladores, los masones ni los Illuminati. Sin dudas, alguien lo decidió (así como se deciden las modas). ¿Es paranoico, delirante, es apelar a teorías conspirativas considerar que alguien estableció una pauta de consumo determinado? ¿No es eso la moda acaso?

Estos dos ejemplos intentan poner en evidencia que las conductas de las masas, del grueso de la población, no son -en general- producto de una reflexión sopesada, de actitudes críticas. Esto no significa que las masas sean “tontas”, que la población sea felizmente una esclava silenciosa que “gracias al consumo y al entretenimiento, amaría su servidumbre”. Las masas a veces reaccionan, se enardecen, revolucionan lo existente, y el mundo cambia. Eso, y no otra cosa, es la lucha de clases. El mundo sigue cambiando (de la Edad de Piedra o la época de los faraones a la fecha hubo muchos cambios), pero justamente los grupos detentadores del poder hacen lo imposible para que las cosas no cambien. Y desde las sombras elucubran cómo mantener el estado de cosas. ¿O acaso es distinta la historia de la Humanidad?

¿Por qué ahora la Embajada de Estados Unidos en Guatemala, según un paper secreto recién filtrado, está tan sumamente preocupada por la situación de la pandemia del COVID-19? No por la salud de la población, sino por la posibilidad real de estallidos sociales a que el hambre podría dar lugar. Si algo se busca a toda costa, es la “gobernabilidad”, es decir: que nada cambie (que los privilegios de la clase dominante se mantengan). Un estallido social puede encender mechas que luego se vuelven inmanejables (por eso, por ejemplo, Mike Pompeo, Secretario de Estado de Estados Unidos, pudo decir refiriéndose a las protestas populares de Chile del año pasado: “América del Sur se nos puede embrollar de modo incontrolable si no tenemos siempre a la mano un líder militar, y en el caso de Chile, esto reclama un jefe de la calidad solidaria del general Augusto Pinochet”). ¿Es acaso paranoico pensar que la recomendación de la Embajada de Estados Unidos en Santiago a las fuerzas armadas trasandinas se cumplió al pie de la letra? Cada explicación alternativa a los discursos oficiales (siempre mentirosos, manipuladores, que trastocan los hechos), cada explicación que contradice el “mundo feliz” que nos transmiten los medios masivos de comunicación, ¿es un delirio paranoico, es ver marcianos y conspiraciones? Pero… en Chile mucha gente perdió la vista por la represión de los carabineros. Alguien dio esa orden, ¿verdad? ¿Por qué Pompeo diría eso en una reunión en Washington? No parece muy delirante pensar que unos cuantos funcionarios en Estados Unidos deciden lo que debe pasar en Latinoamérica. ¿O hay que mandar al manicomio a quien denuncie algo así?

III

La marcha del mundo tiene una lógica. Lo que hacemos cada día, responde en muy buena medida a planes trazados. Y esos planes no los traza la mayoría en decisiones populares, en asambleas abiertas. ¡En absoluto! Eso que se nos presenta como democracia es la más artera mentira, manipulada muy eficientemente. Por supuesto que sí, hay formas auténticas de democracia de base, de poder popular donde se deciden las líneas por donde transitará una comunidad. Pero, a todas luces, esas son de momento expresiones muy embrionarias. Solo las experiencias socialistas las han permitido en parte, de ahí que el socialismo siga siendo la única esperanza real de un mundo más justo. Este mito de la democracia parlamentaria actual no es sino eso: mito, ficción, fantasía, burda manipulación.

El orden del mundo no lo decide el “ciudadano” votando cada cierto tiempo. Eso es patéticamente absurdo. Los presidentes -todos, de todos los países- son, en definitiva, empleados de los verdaderos tomadores de decisiones. ¿Quién establece el precio del petróleo, lo que un país debe producir, el inicio de las guerras, el entretenimiento para mantener “felices a los esclavos”? La gente, el ciudadano de a pie, la persona que está leyendo este mediocre opúsculo: ¡no! Eso se decide a puertas cerradas entre muy pocas personas en el mundo. En las sociedades de clase, siempre fue así: el rey y su séquito, el faraón, el sumo sacerdote, los mandarines, la gente que maneja el Fondo Monetario Internacional o los que se sientan en un lujoso pent house climatizado con enormes jacuzzis, esos a los que “la plebe” no puede acceder jamás, esos de quienes ni siquiera conocemos sus nombres, esos son los que deciden (¿quiénes son los dueños de la Exxon-Mobil, o de la Coca-Cola Company, o del JPMorgan Chase & Company?). ¿Cuándo cambiará eso? …, no lo sabemos ni lo estamos previendo. Lo que sí está por demás de claro, como dijo el francés Honoré de Balzac, que “todo poder es una conspiración permanente.” Las leyes, lo sabemos, no son justas ni equitativas, y no las deciden las mayorías: “La ley es lo que conviene al más fuerte”, expresó Trasímaco de Calcedonia en el siglo IV antes de nuestra era. “Las leyes están hechas para y por los dominadores, y conceden escasas prerrogativas a los dominados”, dijo Sigmund Freud en 1932.

¿Por qué ahora los Estados, a partir de las políticas neoliberales vigentes en estas últimas décadas, se adelgazaron terriblemente siendo reemplazados por la “beneficencia” de eso que se llama “cooperación internacional”, o sustituidos por grandes mecenas? ¿Una forma de precarizar cada vez más la vida de la clase trabajadora global, para someterla más y más? Los servicios básicos los debe brindar el Estado y no bienhechores magnánimos. Daniel Espinosa nos informa que “Los “Silicon Six”, como se conoce a Microsoft, Google, Apple, Facebook, Netflix y Amazon, son expertos en elusión tributaria, una realidad que han sabido ocultar tras su imagen de modernidad, de empresas “cool” (y muchos millones en donaciones “caritativas” a medios de comunicación). De acuerdo con una investigación reciente de Fair Tax Mark, esas seis compañías lograron ahorrarse cerca de 100 mil millones de dólares en impuestos entre 2010 y 2019”. ¿Qué mortal de a pie decidió acabar con los Estados nacionales y precarizar sus servicios básicos: salud, educación, infraestructura, seguridad? ¿Es una elucubración delirante pensar que esa desaparición del estado de bienestar se hizo para explotar más aún a los explotados de siempre?

¿Por qué sería un “trastorno de ideas delirantes” típico del Presidente Schreber (caso de psicosis teorizado por Freud a partir de la lectura de “Memorias de un neurópata”) pensar que grupitos minúsculos de poderosos magnates deciden lo que pasa en el mundo?

De lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional, que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de una elite de técnicos y de financieros mundiales”, pudo decir el recientemente fallecido David Rockefeller, nieto del legendario John Davison Rockefeller, en su momento la persona más acaudalada del mundo, fundador de la mítica dinastía de banqueros e industriales petroleros de Estados Unidos. “Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial”, agregó en su momento, él, que  fuera uno de los más grandes conspiradores, arquitecto de la política mundial, factótum de importantes grupos “selectos” que deciden la marcha de la sociedad planetaria, donde no puede llegar “la chusma”, instancias por el Grupo Bilderberg, o la Comisión Trilateral (Estados Unidos, Europa Occidental, Japón), según su propio decir, “altas personalidades” que deciden lo que ha de suceder en la humanidad: “el conjunto de potencias financieras e intelectuales mayor que el mundo haya conocido nunca”. ¿Es ver fantasmas pensar que todo eso existe? El 1% de la población mundial detenta el 50% de la riqueza mundial; y de ese mínimo porcentaje, solo el 0.01% es el que da las órdenes a los presidentes. Decir eso, ¿es ser paranoico?

No es ninguna novedad (¿o es un delirio paranoico, una voz alucinada?) constatar que infinidad de hechos políticos que suceden están pergeñados en oficinas de la más alta secretividad, sin que las poblaciones tengan la más remota idea: Pearl Harbor, el asesinato de Kennedy para continuar con la guerra de Vietnam a la que él se oponía, la caída de las Torres Gemelas, las supuestas armas de destrucción masiva en Irak, el ataque a Nicaragua antes de que el sandinismo -cuando aún era revolucionario- “invadiera Texas”, el financiamiento de la Ford Motors Company al nazismo en sus inicios -para que invadiera y terminara con la Unión Soviética-, los experimentos sobre la sífilis hechas, sin conocimiento de las autoridades, con población guatemalteca en la década de 1950, armas bacteriológicas desconocidas por el público, los secretos revelados por la crisis de conciencia del ex espía estadounidense Edward Snowden, y la lista puede continuar interminable. El medicamento cubano Interferón alfa 2B recombinante sirvió para parar la epidemia en China, ¿por qué no se dijo una palabra de eso en el “mundo libre”? ¿Es ser un desubicado psicótico preguntarse el porqué de ese silencio? ¿Son todas elucubraciones paranoicas, afiebradas visiones conspirativas del mundo, delirios insanos para mandar al manicomio a quien exprese preguntas sobre todo esto?

IV

Hoy día cursamos una pandemia de un virus nuevo, desconocido en todo su potencial, el coronavirus.

La nueva neumonía por coronavirus no es tan grave como otras enfermedades contagiosas de clase A (peste y cólera) todavía. Sin embargo, debido a que es una enfermedad recién descubierta, con un riesgo relativo considerable para la salud pública, todos deben estar atentos y bien protegidos. Tomar las medidas de control de Clase A genera notificaciones y publicidad más rápidas; Esto facilita a los trabajadores de la salud en la prevención y el control de la enfermedad, así como al público en la adquisición de la información más reciente para una mejor respuesta a la epidemia”, puede leerse en el Manual de prevención del coronavirus puesto a circular por el gobierno de la República Popular China recientemente, al aparecer el brote en la ciudad de Wuhan.

Efectivamente, no es tan grave, pues según el grado de letalidad, tenemos que hay afecciones mucho más dañinas: Peste (Yersinia pestis): 100%, peste pulmonar: 100%, VIH-SIDA: 100%, leishmaniasis visceral: 100%, rabia: 100%, viruela hemorrágica: 95%, carbunco: 93%, ébola: 80%, viruela en embarazadas: 65%, MERS (Síndrome respiratorio de Oriente Medio): 45%, fiebre amarilla: 35%, dengue hemorrágico: 26%, malaria: 20%, fiebre tifoidea: 18%, tuberculosis: 15%. El índice de letalidad del COVID-19 está alrededor del 4% (puesto en entredicho, incluso, por estudiosos del tema, que estiman que es menor).

Como es un agente patógeno nuevo, no se sabe mucho acerca de él. Lo que sí ya se ha podido ver es que tiene un potencial de contagio muy alto, de ahí que las autoridades sanitarias recomendaron confinamientos. De todos modos, hay algo llamativo en esta cuarentena militarizada que vivimos. El mundo se detuvo prácticamente, cuando hay voces -tan autorizadas como quienes dicen lo contrario- que alientan sobre lo llamativo del pánico creado. El destacado inmunólogo colombiano Manuel Elkin, quien trabajara en una vacuna contra la malaria, llama la atención sobre “la desproporción que supone que la malaria aflige entre 230 a 250 millones de personas al año y, de ellos, mueren de 1.250 a 1.500 al día”. Nos llama a reflexionar: “Paremos un poco esa histeria colectiva. Desde el principio de la enfermedad del coronavirus nos metieron un pánico excesivo; es una enfermedad a la que hay que ponerle cuidado, pero no para una histeria colectiva que no sirve para nada”.

Del mismo modo Johan Giesecke, destacado epidemiólogo consejero del gobierno sueco y miembro del Grupo Asesor Estratégico y Técnico para Riesgos Infecciosos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dijo que “Esta enfermedad se propaga como un incendio y lo que uno hace no cambia demasiado. Todos se van a contagiar, todo en el mundo al final”.

Lo curioso es que una enfermedad que no es especialmente letal (el 96% de infectados se recupera), que ataca mortalmente solo a un segmento pequeño (ancianos, gente con inmunodeficiencias, población que se puede reinfectar muchas veces como el personal sanitario), ha causado un revuelo sin precedentes, paralizando el mundo. El epidemiólogo británico de la Universidad de Oxford, Christopher Fraser, considera que la proporción de casos sin reportar podría ser del 50%, por lo que “la tasa de letalidad rondaría el 1%”. El experto en virus, el español Adolfo García-Sastre, investigador del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, piensa que “existen de cinco a diez veces más infectados que lo que se está contabilizando actualmente, lo cual reduce mucho su letalidad”.

Considerando que la curva epidemiológica comenzó a aplanarse en los países que mayor número de contagios presentaron -con tasas de mortalidad diversas, pero siempre manteniendo una tasa de letalidad similar, que no supera el 5% (o quizá mucho menos)- la proyección en muertes nos muestra que al final del año el número total de decesos podría ser similar a la de la gripe estacional: entre 600 y 700 mil. Seguramente las medidas de confinamiento podrán haber evitado más muertes. Pero allí es donde se abre la pregunta.

Acusar de paranoia a quien se plantee preguntas críticas puede ser peligroso. Como dijo Luis Tuchán: “Llamar teoría conspirativa a toda explicación alternativa a la del poder, es ahora la forma de satanizarla”. La crisis actual, sanitaria en principio, abre preguntas. No es ninguna novedad -porque está reportado hasta el cansancio, incluso por las mismas Bolsas de Valores de distintas partes del mundo-, que el sistema capitalista en su conjunto entró en una terrible, tremenda, catastrófica crisis, similar -o peor- que la Gran Depresión de 1930. “No solo la crisis financiera estaba latente desde hacía varios años y la prosecución del aumento de precio de los activos financieros constituían un indicador muy claro, sino que, además, una crisis del sector de la producción había comenzado mucho antes de la difusión del COVID, en diciembre de 2019. Antes del cierre de fábricas en China, en enero de 2020 y antes de la crisis bursátil de fines de febrero de 2020. Vimos durante el año 2019 el comienzo de una crisis de superproducción de mercaderías, sobre todo en el sector del automóvil con una caída masiva de ventas de automóviles en China, India, Alemania, Reino Unido y muchos otros países”, anunciaba una voz autorizada como el economista Erick Toussaint. Es ahí, entonces, donde entran las preguntas críticas, acusadas de delirio paranoico por algunos.

Sabemos que el sistema capitalista, o más aún, quienes disfrutan los beneficios de ser la clase dirigente allí, están dispuestos a hacer lo imposible para mantener sus prebendas: ¿no alcanza todo lo dicho para entenderlo? ¿Habrá que agregar dos millones y medio de muertos en Irak y más de un millón para mantener, respectivamente, el petróleo y el gas/negocio de la heroína? ¿Habrá que agregar Guantánamo? ¿Habrá que agregar dos bombas atómicas arrojadas impunemente sobre población civil no combatiente en Japón cuando la guerra ya estaba decidida? ¿Habrá que agregar todos los golpes de Estado en Latinoamérica, y su cohorte de muertos, torturados y desaparecidos, aconsejados por “expertos” estadounidenses? (recuérdese la cita anterior de Mike Pompeo). El sistema está dispuesto a hacer cualquier cosa para mantenerse: por eso miente, embauca, distorsiona. Las enseñanzas de Goebbels (“Una mentira repetida mil veces se transforma en una verdad”) fueron amplificadas en un grado sumo en la tierra “de la democracia y la libertad”. Se nos vive mintiendo todo el tiempo, y eso no parece un delirio paranoico. En Guatemala se hizo creer que la “ciudadanía” sacaba del poder a un presidente corrupto…. Y no era así. ¿Quién dijo que la uña del dedo anular de una mujer es más bonito y que hay que seguir el dictado de la moda pintándoselo de otro color? ¿Los marcianos? ¿Los masones? ¿Los Rosacruces? ¿O quienes fijan la moda, y venden las mercaderías correspondientes?

Pensar que hay “gato encerrado” en las políticas que digitan nuestras vidas parece muy sano, porque demuestra una actitud crítica, algo más que la feliz y pasiva aceptación del entretenimiento con que se mantiene a la esclavitud. El tratamiento militarizado y compulsivo que se le da a la actual pandemia, según se puede pensar, perfectamente podría entenderse como “honrosa” salida del capitalismo global ante una crisis fenomenal. La desocupación y el hambre son “culpa” de este agente patógeno entonces.

¿Estaba todo esto ya pergeñado? ¿Hay agendas ocultas trazadas? Como son temas álgidos, complejos, con infinidad de aristas en juego, se hace difícil -con la orfandad de datos que existe todavía- expedirse categóricamente. Las ciencias, por otro lado, nunca se expiden “categóricamente”: formulan saberes, que son siempre cambiantes, relativos (la física newtoniana no alcanza para ciertas cosas, por lo que surge la física cuántica; la descripción psiquiátrica no alcanza, por lo que surge el Psicoanálisis, la geometría euclidiana es ampliada por la geometría fractal, etc.). No puede aún darse una visión globalizante del fenómeno de esta pandemia, pero quedan cabos sueltos.

¿Es realmente necesaria la militarización de la vida cotidiana, o hay allí otras perspectivas en juego? ¿Un ensayo de lo que vendrá? “La crisis sanitaria ha sido la oportunidad perfecta para reforzar nuestra dependencia de las herramientas informáticas y desarrollar muchos proyectos económicos y políticos previamente existentes: docencia virtual, teletrabajo masivo, salud digital, Internet de las Cosas, robotización, supresión del dinero en metálico y sustitución por el dinero virtual, promoción del 5Gsmart city A esa lista se puede añadir los nuevos proyectos de seguimiento de los individuos haciendo uso de sus smartphones, que vendrían a sumarse a los ya existentes en ámbitos como la vigilancia policial, el marketing o las aplicaciones para ligar en internet. En conclusión, el peligro mayor al que nos enfrentamos no es que las cosas «se queden como estaban», sino que vayan a bastante peor”, razonan Jorge Riechmann y Adrián Almazán.

Definitivamente hay manejos en todo esto que dejan interrogantes. Hay una crisis sanitaria, porque la enfermedad existe y los muertos ahí están, pero también existe el peligro real que las cosas vayan a bastante peor, y no por el coronavirus precisamente. ¿Es paranoico pensar que el mundo que seguirá a la pandemia (vigilancia absoluta, distanciamiento de las personas, control omnímodo de nuestras vidas) puede ser aterrador? ¿Ya no más apretones de manos ni besos en la mejilla? Pero peor aún: ¿quién manejará esa información total, completa, omnímoda de nuestras vidas, información a la que no podremos resistirnos suministrar? Más aún: ni siquiera habrá que suministrarla, porque las técnicas de control la obtendrán de otra manera, sin esfuerzo, sin violencia. ¿Ese es el mundo post pandemia?

Está claro que se ha creado un pánico monumental, evidentemente desproporcionado en relación a lo que es la enfermedad del COVID-19 propiamente dicha. Ningún otro hecho colectivo había causado tamaño estupor. Y como los números lo indican, la nueva enfermedad no es sinónimo de muerte inmediata y masiva (según algunas voces autorizadas, muchísima gente la cursa asintomáticamente, o se cura sola. Solo población en riesgo -tercera y cuarta edad e inmunodeprimidos- tiene posibilidades reales de fallecer). ¿Por qué tanto pánico? ¿Está inducido? Recuérdese el manejo sobre la corrupción en Guatemala antes citado. Los climas sociales, esto no es ninguna novedad, se crean. ¿Por qué masivamente se piensa que “los musulmanes son terroristas”, o que “los colombianos son narcotraficantes”? ¿Por qué nos la pasamos hablando de fútbol o de series chabacanas y no podemos pensar críticamente en otros asuntos? ¿Alguien lo decide? ¿Es delirante pensar que allí hay agendas de grandes poderes que digitan la vida colectiva? “La televisión es muy instructiva, porque cada vez que la encienden, me voy al cuarto contiguo a leer un libro”, dijo Groucho Marx. ¿Delirio paranoico?

Luego de la pandemia de coronavirus todo indica que viene la vacunación masiva. Bill Gates, uno de los mayores magnates actuales del planeta -propietario de una de esas empresas antes citadas, campeonas de la evasión fiscal- es uno de los más grandes filántropos en el mundo y promotor de esa vacunación. “Las próximas guerras serán con microbios, no misiles”, dijo repetidamente. De hecho, él y su cónyuge Belinda constituyen uno de los principales sostenes financieros de la Organización Mundial de la Salud -OMS-, mecenas preocupado por la salud de la humanidad. ¿Seremos paranoicos si nos abrimos preguntas al respecto, si desconfiamos de tanta bondad? (porque alguien que evade impuestos da que pensar, ¿no?). La sociedad global cada vez más se encamina hacia tecnologías de vanguardia, revolucionarias (en las que China ya le está tomando la delantera a Estados Unidos). Las fortunas más grandes se van acumulando ahora en las empresas ligadas a la cibernética, la inteligencia artificial, la informática, la robótica. Como ejemplo representativo, el cambio que se ha venido dando en la dinámica económica de la principal potencia capitalista, Estados Unidos: para 1979, una de sus grandes empresas icónicas, la General Motos Company, fabricante de ocho marcas de vehículos, tenía un millón de trabajadores -daba trabajo a la mitad de la ciudad de Detroit, de tres millones de habitantes-, con ganancias anuales de 11,000 millones de dólares. Hoy día Microsoft, en Silicon Valley, mientras Detroit languidece como ciudad fantasma con apenas 300 mil pobladores, ocupa 35 mil trabajadores, con ganancias anuales de 14,000 millones de dólares. El capitalismo está cambiando. En el año 2017 la familia Rockefeller se alejó del negocio petrolero. ¿Vamos hacia las energías renovables? ¿Las próximas guerras serán por el agua? ¿Quién decide eso?

Llama la atención que un mecenas como Gates (que no parece tan “trigo limpio”, si es tamaño evasor fiscal y destructor de los Estados nacionales -la beneficencia no puede suplir al Estado-) se preocupe tanto de las vacunaciones. Quizá deba incluirse también en los negocios de futuro (¿el petróleo dejará de serlo?) a la gran corporación farmacéutica, la Big Pharma. Según datos que llegan dispersos, representantes de la GAVI, la Global Alliance for Vaccines and Immunization, y su fundador y principal financista, Bill Gates con su benemérita Fundación, insisten cada vez más en la necesidad de una inmunización universal. Como todo esto de la pandemia está aún muy confuso, nadie puede asegurar categóricamente nada.

¿Seguirá a toda esta parafernalia una vacunación obligatoria con insumos que habrá que pagar? ¿Será toda esta militarización de la vida cotidiana una muestra de cómo es el futuro inmediato? China, con un “socialismo” en el que no puede mirarse la clase trabajadora mundial -por ser un capitalismo desaforado disfrazado de socialismo-, al igual que las potencias occidentales -o más aún-, desarrolla un hipercontrol monumental sobre su población. Las tecnologías informáticas sirven para eso (y no hay duda que en eso llevan la delantera, pues ya están en la 5G, preparando la 6G). ¿Ese es el modelo a seguir?

“¡Los marcianos existen, son verdes y con antenitas!” Asegurar con toda convicción cosas de las que no se tiene pruebas es patológico: “aparición de un único tema delirante o de un grupo de ideas delirantes relacionadas entre sí que normalmente son muy persistentes”, según la oportuna descripción psiquiátrica. Pero abrirse preguntas críticas no es enfermizo: es muestra de salud. Definitivamente la pandemia nos ha venido a conmover. Dado que las cosas están confusas, nadie tiene la verdad con certeza ni puede predecir con exactitud qué continúa ahora. Lo que está claro es que seguirá más capitalismo (socialismo no se ve cercano por ahora), quizá más reconcentrado en menos manos y más controlador (¿alguien puede explicar por qué Estados Unidos reacciona tan desesperadamente anta la delantera china en la 5G?). La organización popular para plantearse cambios no parece muy en alza hoy. Si estamos antes la presencia de grandes poderes que deciden sobre la vida de la Humanidad con planes a largo plazo de los que nada sabemos, preguntarse por todo ello no es un delirio enfermizo: es casi una obligación.

Marcelo Colussi

Analista político e investigador social, autor del libro Ensayos

mmcolussi@gmail.com,

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https://www.alainet.org/es/articulo/206737

Fuente e imagen: https://www.tercerainformacion.es/opinion/opinion/2020/05/23/teorias-conspirativas-y-vision-desconfiada-critica-por-que-no

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Escuelas y universidades: ¿Abrirlas o mantenerlas cerradas?

Por:  Héctor Rodríguez Cruz 

 

La epidemia del COVID-19 se ha dejado sentir más profundamente en la vida cotidiana a nivel mundial, intensificando las perturbaciones y daños a la educación de más de 360 millones de estudiantes en todo el mundo, de acuerdo con las Naciones Unidas. Por su importancia e impacto, en todos los países del mundo el tema se ha convertido en un asunto de “seguridad nacional”.  ¡Aquí deberá suceder lo mismo!

La abrumadora preocupación está más que justificada porque las escuelas y universidades brindan una estructura y soporte para las familias, comunidades y economías enteras. ¡El efecto de cerrarlas durante días, semanas y meses podría tener repercusiones incalculables en los estudiantes, profesores, padres y las sociedades en general!

Sobre  la apertura de las escuelas y universidades del país, se tienen más preguntas que respuestas. Pero unas y otras gozan de igual  importancia porque impulsan la reflexión que deberá aportar pautas para tomar la mejor decisión, que no puede ser, como tampoco puede serlo en los demás sectores, producto de un decreto, una autorización presidencial o de una medida unilateral de las instituciones educativas. La responsabilidad de su apertura debe ser producto de la decisión concertada del gobierno, las autoridades educativas y todos los sectores del país. ¡Ni más ni menos!

Sin embargo, en este sentido no estamos partiendo de cero.  Resultan alentadores los esfuerzos logísticos y financieros que ha venido desarrollando el Ministerio de Educación desde el inicio de la pandemia. En el marco de su “Plan Nacional  Orientación Preventivo del COVID-19”, fueron distribuidos unos tres millones de brochures y otros materiales gráficos informativos en las 18 regionales y  los 122 distritos escolares del país. También hizo la transferencia de cerca de 380 millones de pesos a los centros educativos, colegios católicos, politécnicos y a las juntas de regionales y distritos escolares, para que dispusieran de los recursos necesarios en el plan preventivo.

Lo que sigue ahora de cara a la apertura resulta ser más complejo, amplio, delicado y costoso. Requerirá  duplicar, o más, los esfuerzos técnicos, logísticos y colaborativos y los recursos financieros. No se trata de una simple “apertura de las puertas”,  sino de la “reconstrucción” mancomunada de “la nueva normalidad” de la educación dominicana. Pongamos en “pause” las urgencias, prejuicios, intereses particulares y autoritarismos. ¡Constituyámonos en una “comunidad pensante y dialogante” para proteger la salud en las aulas y elaborar un  vigoroso plan resiliente para su apertura!

Para todo el país la apertura de las actividades educativas, tiene una dimensión comparable a la apertura de las  actividades económicas.  Se trata de la defensa del derecho a la salud en el aula de una población educativa de  más de 5 millones compuesta por estudiantes, profesores, investigadores, laboratoristas, bibliotecarios, personal administrativo, personal de limpieza, de apoyo al almuerzo escolar, animadores culturales y deportivos;  padres, madres, tutores y amigos de la escuela, así como grupos empresariales, religiosos y comunitarios comprometidos con una educación de calidad para todos los dominicanos. 

No se trata simplemente de volver al  segundo “dulce  hogar” con las manos en los bolsillos, sin planes ni proyectos de vida. De lo que se trata es de regresar con esperanza al templo de la sabiduría donde se  forman  los hombres y mujeres para construir una sociedad digna, justa, transparente, solidaria y democrática.  De lo que es   volver a aprender y vivir la “nueva realidad” de la educación dominicana,  pero sin miedo al contagio y a la muerte que trae el COVID-19. ¡Se trata de volver a las escuelas y universidades garantizando la salud en el aula de la mitad de la población  dominicana!

Por eso es esencial que las escuelas y universidades del país reabran sus puertas con todas las garantías para asegurar la salud en el aula y de que todas las autoridades educativas trabajen para hacerlo posible y que cada comunidad educativa, los sectores económico y social,  cada uno de sus miembros, se haga responsable de las medidas necesarias para una vuelta a las aulas con todas las garantías sanitarias, higiénicas, de salud y seguridad. ¡Aquellas escuelas y universidades que no estén en condiciones para garantizarlas, mejor será que permanezcan cerradas hasta puedan hacerlo!

La estrategia para la apertura de las escuelas y universidades deberá ser por etapas. Debe enfocarse en la metodología  de  una estrategia “progresiva y escalonada”.  El proceso debe cumplir con los criterios y requisitos de claridad, seguridad y certidumbre; y privilegiar siempre la salud y la vida. En algunas zonas y poblaciones  con alta letalidad y alto riesgo de contaminación se dificultará más la apertura. Así, la apertura de las escuelas y universidades de estas zonas sólo podrá realizarse cuando las condiciones sanitarias se lo permitan.  ¡Por eso, no todas podrán abrir al mismo tiempo!

La apertura puede realizarse siguiendo el paradigma del “semáforo actualizable de cuatro colores”: rojo, anaranjado, amarillo y verde. ¡El rojo representa las mayores restricciones y el verde la apertura de todas las actividades! El anaranjado permite realizar más actividades esenciales. Es moverse un poquito de la situación del rojo; las personas vulnerables podrán incorporarse a las actividades, pero con máximo cuidado. El semáforo amarillo implica una ampliación de las actividades sin restricción, podrán operar todas las actividades esenciales y no esenciales, pero con restricciones en espacios abiertos y cerrados.

Según este paradigma las escuelas y universidades en color rojo, es decir, de  zonas geográficas y poblaciones muy afectadas por el COVID-19, no podrán abrir.   Aquellas en color verde, situadas en zonas no afectadas y poco afectadas por el COVID-19, podrán abrir sin restricciones. Las situadas en las franjas anaranjadas y amarillas podrán abrir con restricciones y riesgos calculados. Todos los “colores” deben ir acompañados y administrados  por “protocolos y guías” para el cumplimiento de la medidas de prevención y control del COVID-19.

Las escuelas y las universidades del país no pueden detenerse durante el COVID-19, ya que constituyen una parte esencial de la recuperación en una crisis: aporta normalidad, un sentido de la rutina, conocimientos y habilidades necesarias para el desarrollo, la resiliencia en casos de especial vulnerabilidad social y económica y sirve de puente para salvar las distintas brechas sociales, económicas y educativas a las que se enfrenta parte de la población. ¡Pero el COVID-19 no puede dejarse  suelto, hay que prevenirlo y controlarlo!

Para evitar contagio y muertes en las aulas debido al COVID-19,  y facilitar su pronta apertura aboguemos por la estrategia de la  “apertura escalonada y progresiva” de las escuelas y universidades, siguiendo el paradigma del “semáforo actualizable de cuatro colores”.  Hasta ahora nos hemos centrado en la acción inmediata, en la atención de las “urgencias”, en la improvisación  y en el exceso de un optimismo  que da ánimos y reconforta en medio del desconcierto  pero, cuanto antes, hemos de dar paso a la “planificación”  y  la “preparación” de la “nueva realidad” de la educación dominicana. 

Es conveniente que el COVID-19  encuentre a las escuelas y universidades del país abiertas. ¡Pero sólo aquellas que llenen las condiciones para estar abiertas! Las que puedan garantizar y defender la salud y la vida de los más de 5 millones que componen la comunidad educativa nacional.  Las que no lo estén deberán ajustarse a un programa para adecuarse para la apertura. No nos dejemos contagiar  por  el espíritu conformista del “todo va a salir bien”. Hagámoslo posible. ¡Hagamoslo juntos!

Fuente:  https://acento.com.do/2020/opinion/8819100-escuelas-y-universidades-abrirlas-o-mantenerlas-cerradas/

Imagen: https://pixabay.com/photos/nurse-stethoscope-medicine-2141808/

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Historias humanas y resiliencia

Por: Rubí Román

“Más que seres de carne y hueso, las personas somos seres hechos de emociones que se convierten en una narrativa” – Regina Freyman

Los educadores son mentores que acompañan y forman a los héroes del futuro. Todos los días, maestras y maestros se arriesgan a través de una pantalla a motivar a su alumnado a ser la mejor versión de su propia historia. De acuerdo con la experta Regina Freyman, más que seres de carne y hueso, las personas somos seres hechos de emociones que se convierten en una narrativa, la cual hace posible que nos levantemos todos los días para escribir nuestra historia de vida. Así lo explicó Regina en nuestro webinar. Si no tuviste oportunidad de seguirlo en vivo lo puedes consultar aquí, cada segundo de este webinar vale oro.

La pandemia por COVID-19 y el confinamiento que vivimos, nos ‘quitaron’ la libertad de salir de casa para realizar las actividades que nos gustan, para reunirnos con la gente que más amamos, la familia y los amigos. Nos sentimos atemorizados de perder la salud o la vida misma. Hoy más que nunca nos aferrados a vivir y comprender, ¿por qué un virus nos tiene encerrados? Esto nos hace replantearnos la vida, el trabajo y nuestro papel en esta nueva realidad.

Si aprendemos a contar una historia de unidad y resiliencia saldremos victoriosos de la crisis que vivimos por COVID-19 y de cualquier otra. La humanidad necesita recuperar la posibilidad de contar historias colectivas que nos ayuden a comprender que somos uno con el entorno y que entre nosotros estamos ligados como neuronas de un gran cerebro colectivo, así lo explica Regina en esta sesión de gran inspiración para todos lo que seguimos el webinar.

“La idea de narrar nos da coherencia poniendo al dolor en palabras, sacándolo de ti lo puedes ver con claridad y perspectiva, convirtiéndolo en algo manejable que tiene límites y rostros. Narrar un suceso traumático nos hace superar la agonía”.

A continuación, te comparto un resumen de los conceptos principales que nos compartió Regina en la sesión en vivo o también puedes revisarlos con mayor profundidad en el video.

  • La resiliencia es un concepto que proviene de la Física. Es la capacidad que tienen los metales para amoldarse fácilmente a la estructura que los contiene. En este sentido, la resiliencia es la capacidad que tiene una persona de adaptarse a nuevas situaciones.

  • El relato es la única forma de reconstruir y poner orden al dolor sin palabras. Sin ser conscientes de ello, todos los días nos relatamos algo que nos ayude a salir adelante y darle sentido a la situación que vivimos.

  • Un maestro es un tutor explícito de resiliencia. Por ello su labor es tan importante.

  • Existen tres factores que impiden la resiliencia: el aislamiento afectivo, la falta de sentido y la vergüenza.

  • Tipos de resiliencia: nula, recuperación de la capacidad de vivir y compensatoria.

  • Antes de contar algo, en la mente revolotean mil ideas y en el cuerpo mil señales, a eso se le llama relato preverbal. ¿Qué te dicen los relatos preverbales de tus alumnos y el tuyo mismo? ¿Cómo manifiesta el cuerpo y el lenguaje no verbal el relato por venir?

  • Una vez que las ideas se ordenan y escuchamos a nuestro cuerpo, surge una voz interior que se expresa, a eso se le llama relato solitario. Los maestros, las familias y los líderes podemos influir enormemente en la construcción de esa historia.

  • Una vez que exteriorizamos la historia de lo que somos, de nuestros sueños y anhelos nos sentimos capaces de compartirlos. Todos nos necesitamos para contar una historia, a esto se le llama relatos compartidos.

  • La cultura es un murmullo, miles de voces que se acomodan para contar nuestra historia social, la de familia, la de la comunidad, la del país, la del mundo incluso. A eso se le llaman relatos colectivos.

Revive este webinar (video)que nos ayudó a descubrir por qué la inteligencia emocional se sostiene sobre la capacidad de contar la mejor historia posible cada vez que nos enfrentamos a un conflicto o a una crisis. Una historia es capaz de cambiar al mundo. De hecho, es lo único que siempre lo ha logrado.

Regina Freyman es adicta… a las historias. Sabe por experiencia que las historia salvan, desde el divorcio de sus padres hasta la dolorosa muerte de su hermana. En busca de palabras estudió letras en la UNAM, se especializó en cuento en la IBERO y tiene 15 años narrando la vida desde el TEC.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/historias-humanas-y-resiliencia

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