La Asociación de Educadores del Atlántico, Adea, informó que 12 maestros han fallecido en los últimos 10 días.
Este viernes 19 de junio y el próximo martes, 23 de junio, serán días de luto para los profesores del Atlántico, quienes no darán clases ni desarrollarán ninguna actividad académica virtual en estas fechas, para llamar la atención sobre los 12 docentes que han fallecido en el departamento durante los últimos 10 días.
Entre los fallecidos recientemente en Barranquilla está José Luis Beltrán, rector de la Institución Educativa Distrital La Luz, quien perdió la batalla contra la COVID-19.
De acuerdo con Jesús Ávila, presidente de la Asociación de Educadores del Atlántico, Adea, también han fallecido coordinadores y profesores de distintas áreas, la mayoría de ellos por coronavírus y otros por problemas de salud derivados del estrés laboral.
«La verdad es que nosotros nos mantenemos en un estado bastante fregado, estresados totalmente, porque no solo son los compañeros que han fallecido, sino que recibimos llamadas todo el tiempo de maestros que denuncian que su estado de salud se está deteriorando por el estrés», expresó Ávila.
El directivo de Adea sostuvo que la decisión de suspender las clases por 48 horas también busca llamar la atención sobre el panorama que están afrontando los maestros en medio de la pandemia.
Los maestros piden que se mejore el proceso de toma de muestras y entrega de resultados, así como los servicios de teleconsulta para atender su salud física y mental.
Desgraciadamente, hemos consolidado una sociedad cada vez más desigual y hemos aceptado situaciones de menosprecio, de explotación y de marginación de algunos colectivos. Con la crisis sanitaria a raíz de la Covid-19 y la crisis económica que ya tenemos encima, está rebrotando uno de los males que más barbaridades ha infligido a nuestra humanidad: el racismo.
Vemos como los EE.UU. están en llamas por las protestas antirracistas a partir del asesinato de un hombre negro a manos de la policía, pero este hecho no es más que la punta del iceberg de la marginación constante de los afroamericanos en ese país. Pero también en nuestra Europa estamos viendo como aumenta la xenofobia y como nadie se inmuta ante los miles de muertos en el Mediterráneo de personas que huyen de la guerra y el hambre. Y también aquí: en Lleida, los hoteleros se han negado a aceptar a 200 trabajadores que recolectan la fruta y que están viviendo en la calle, a pesar de que un futbolista de origen senegalés ha querido pagarles la estancia. Racismo y clasismo en estado puro.
El racismo no se basa en las preferencias individuals o en el grado de simpatía o antipatía hacia las personas que son diferentes. La diferencia existe siempre dentro de cualquier sociedad. La principal característica del racismo es la defensa de un sistema social que
niega una serie de derechos a un colectivo, en función de alguna de sus características. La negación puede ser al trabajo, a la vivienda, a la sanidad, a la educación, a circular libremente y, en circunstancias extremas, a la vida. Y el colectivo varía también en función de las necesidades del momento: los indios en la América colonial, los negros en las plantaciones americanas, los judíos en la Alemana nazi y, en la actualidad, los inmigrantes no comunitarios en la Unión Europea.
El racismo no es innato ni natural, sino que es una construcción social que tiene como objetivo justificar algún tipo de explotación. Es también una manera de dar salida al malestar social, de buscar una «cabeza de turco» a quién traspasar la responsabilidad de los males que sufre una sociedad en un momento dado. Por eso el racismo crece en momentos de crisis, y algunos líderes políticos lo utilizan en beneficio propio, estimulando el odio a partir de falsas informaciones y estereotipos que ayudan a fabricar enemigos y a desviar el malestar hacia los más débiles.
En los momentos actuales, es más fácil culpar los inmigrantes o los negros del paro y la carencia de servicios sociales que no a los banqueros y especuladores. El racismo, además, cumple otra función perversa, que es la de dividir a las clases menos favorecidas, para que no sumen sus fuerzas. Otro factor que estimula el racismo es la desaparición de los modelos tradicionales de confrontación social: la lucha de clases y las organizaciones sindicales y vecinales que habían articulado propuestas de lucha y de cambio, canalizando así el malestar social. Los proyectos de cambio, como el que proponía el movimiento obrero, ofrecían un eje para organizar las demandas de los sectores menos favorecidos. Cómo afirmaba M. Wieviorka, «cuanto más se organiza una sociedad a partir de un conflicto propiamente social, más restringido es el espacio para el racismo». Se trata, pues, de resituar los conflictos dentro del eje social y no de la pertenencia a una etnia, raza o nacionalidad.
Nos esperan tiempos de nuevas crisis. Una vez controlada la sanitaria en que la Covid-19 nos ha sumergido durante casi tres meses, nos esperan tiempos difíciles económicamente hablando, en los que azuzar la xenofobia en lugar de enfrentarse a los poderosos es una salida fácil y vergonzosa que la derecha no duda en utilizar. Hay que construir un nuevo discurso basado en la ciudadanía y la igualdad de derechos, un discurso en qué a los inmigrantes no se les tiene que tolerar porque hacen el trabajo que nosotros no queremos hacer, o porque les necesitamos para pagar nuestras pensiones, sino un discurso que valore a las personas que emigran, que se les reconozcan todos los derechos sociales y laborales y que se resalten los valores positivos de la diversidad cultural, ententdida como riqueza. Y en esto tienen que colaborar la escuela, los medios y los discursos oficiales.
Es imprescindible una alianza de todas las instancias sociales y políticas de izquierdas para exigir una salida de la crisis que no pase por el aumento de las desigualdades, el desmantelamiento de los servicios sociales, la violencia o la exclusión. No olvidemos que la desigualdad alimenta el racismo y este puede acabar convirtiéndose en fascismo. Y esto no nos lo podemos permitir.
Buscan alternativas que permitan la habilitación de jardines maternales
El secretario de Educación de Santa Fe Víctor Debloc, sostuvo que «desde el Ministerio de Educación se comprende la dificultad laboral y productiva que atraviesan todas y todos los trabajadores de las guarderías, jardines maternales y centros de cuidado infantil».
Cabe destacar que los jardines maternales dependen de la ley nacional de Educación. Por lo tanto es Nación quien tiene que habilitar su funcionamiento. No obstante, la provincia está trabajando en la temática y las autoridades recibieron a las personas que se manifestaron frente a Casa de Gobierno.
En tal sentido, Debloc aclaró que “la crisis sanitaria provoca consecuencias que todos padecemos, por ello hay que tener en cuenta que los epidemiólogos y especialistas, tanto en Nación como en la provincia, son los que definen las aperturas o no. La provincia está trabajando junto a las autoridades nacionales para buscar las alternativas que permitan algún tipo de excepción para habilitar a este sector”.
Debloc brindó detalles del regreso a las aulas provinciales y sostuvo que “estamos trabajando en conjunto con los Ministerios de Educación y Salud de la Nación, con el Consejo Federal de Educación y con el Ministerio de Salud de Santa Fe para avanzar en el armado de protocolos sanitarios preventivos, que serán herramientas claves para el pensar el regreso a las aulas”.
Al respecto, el funcionario señaló que “el ministro Trotta y nuestra ministra Adriana Cantero han sido muy claros cuando manifiestan que después del receso invernal o al inicio de agosto será el momento de volver a las escuelas”.
En tanto que, respecto a las alternativas que se manejan para el reinicio de la presencialidad escolar, Debloc subrayó que “a nuestra provincia, en general, le está yendo muy bien en el manejo de la crisis sanitaria y no podemos descuidar en el momento de volver a la escuela, la salud de nuestros niños, niñas y adolescentes”.
“Estamos manejando los documentos preliminares de Nación que plantean escenarios áulicos con 15 alumnos como máximo y, en ese contexto, desde la cartera educativa pensamos que el regreso a la escolaridad presencial deberá iniciarse con los primeros grados por la cuestión de la escritura; los séptimos grados por su promoción a otro nivel educativo y los que finalicen la educación secundaria, sean de quinto o sexto año, para continuar con sus trayectorias educativas en el nivel superior o insertarse al mundo laboral”.
Para finalizar, Víctor Debloc manifestó que “no sólo se trabajan con los equipos técnicos y pedagógicos sino también con los gremios docentes y de trabajadores estatales, porque ellos tienen mucho para aportar desde sus miradas y desde su trabajo territorial para permitir poner a la educación en cuidado con lo sanitario porque lo determinante es la salud pública”.
Fuente de la Información: https://www.unosantafe.com.ar/santa-fe/buscan-alternativas-que-permitan-la-habilitacion-jardines-maternales-n2590913.html
Más de 20 organizaciones y personas vinculadas al área de la educación han decidido conformar esta instancia y abordar la situación que se vive en la pandemia.
En medio de la crisis que enfrenta nuestro país por COVID-19 y que ha afectado diferentes áreas, diversos actores sociales y políticos se unieron en una mesa amplia por la educación.
“Hemos decidido autoconvocarnos para conformarla y coordinar a actores sociales y gremiales, del mundo académico, universidades y centros de estudios, así como a alcaldes de la Asociación de Municipalidades y a parlamentarios de las Comisiones de Educación de la Cámara y del Senado, para abordar los desafíos y aprendizajes del confinamiento y la crisis sanitaria”, indicaron los adherentes a través de un comunicado.
Entre los propósitos de la instancia está realizar propuestas e impulsar acciones frente a la contingencia legislativa y las decisiones inmediatas a adoptar en educación, entre ellas: las condiciones sanitarias y socioemocionales para el regreso a clases; el rechazo a la realización de la prueba Simce y de la evaluación docente o la necesaria modificación del curriculum y la evaluación del año escolar desde un centro en el bienestar psicológico y emocional y aprendizajes fundamentales significativos.
El Colegio de Profesores, la Confech, la Agrupación de Universidades Regionales, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de Educación Particular Subvencionada, el Consejo Nacional de Organizaciones de Asistentes de la Educación de Chile, la Confederación Nacional de Asociaciones de Funcionarios Asistentes de la Educación Municipalizada de Chile, la CONES y la Coordinadora de Padres y Apoderados por el Derecho a la Educación, son solo parte de algunos de los integrantes de esta mesa.
En la instancia también se incluye el Consorcio de Universidades del Estado de Chile (CUECH), y su presidente, el rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, valoró que se pueda generar este tipo de organización para analizar y proponer mejoras a la educación chilena.
“Yo creo que sobre todo hoy día ante el drama del COVID-19, que haya toda esta convocatoria que esté decidida a repensar y hacer una propuesta de cómo reconstruimos un sistema público de educación creo que es lo más importante que ha ocurrido, felicito de todo corazón a quienes llevaron a cabo esta iniciativa y estoy seguro de que va a tener un éxito y va traducirse en una contribución importantisima al futuro de Chile“, comentó.
Desde la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), su vocera Catalina Magaña, indicó que “Chile y nuestra familias exigen un cambio, un cambio que no puede esperar. Hoy la pandemia es razón para generar un nuevo modelo que permita ser conducente a la garantía de derechos humanos y sociales, por eso hacemos el llamado a todas y todos los actores de la educación para unirse a esta Mesa Amplia de la Educación que estamos conformando para resguardar a todas y todos los integrantes de las comunidades educativas”.
Por otra parte, Mario Aguilar, presidente del Colegio de Profesores, comentó la importancia de esta nueva mesa por la educación ante el poco diálogo al que se ha dispuesto el Gobierno.
“Lo que apreciamos es una convergencia amplia para enfrentar la coyuntura actual de la educación pero, además, para pensar, debatir, y llevar a cabo un gran proceso deliberativo en todo Chile que surge desde los territorios, desde los barrios, desde las comunas, desde la escuelas, para pensar la educación que Chile necesita, la educación que queremos, cosa que no se ha hecho nunca en la historia de este país”, comentó.
Desde el Ministerio de Educación se ha descartado crear una mesa de diálogo para abordar la situación educacional en la pandemia, y el futuro, por ejemplo, del regreso a clases, a pesar de que esto ha sido solicitado tanto desde el mundo social como político.
Al respecto, la senadora Yasna Provoste, miembro de esta mesa e integrante de la Comisión de Educación de la Cámara Alta, comentó que esta postura del Ejecutivo “refleja el ánimo del gobierno, ellos están preocupados del negocio, están preocupados del lucro y aquí hay un espacio que refleja que estamos preocupados no solo de darle un sentido distinto a la educación, sino también de pensar un modelo de sociedad distinta. Creo que es lamentable, pero ya la ciudadanía se da cuenta en que hoy el único propósito que tiene el gobierno, y en particular el Ministerio de Educación, es que está preocupado del negocio”.
Durante los próximos días esta mesa por la educación tendrá su primera reunión oficial, y según informó el diputado del pepedé Rodrigo González, parte de sus primeras acciones será conversar con el Ministerio de Educación para saber si tienen interés en dialogar con esta mesa respecto de temas como el regreso a clases.
A la vez, a largo plazo se espera a partir de esta instancia de conversación organizar un Congreso de la Educación Chilena, “gestado desde los territorios, en un proceso ascendente hasta el nivel nacional, que considere en igualdad de condiciones la participación de los diversos actores involucrados en el sistema educacional”.
Este proceso tendría como objetivo la construcción participativa de una nueva educación para Chile, que aborde no solo la realidad postpandemia y los cambios globales, sino también los procesos de legislación actual en la materia.
Las conclusiones y contenidos de este actividad serán puestos a disposición del órgano constituyente que surja del plebiscito de fines de octubre 2020, informaron desde la mesa.
Fuente de la noticia: https://radio.uchile.cl/2020/05/19/todos-menos-el-gobierno-mesa-social-por-la-educacion-trabaja-en-un-nuevo-modelo-para-chile/
Sucedió tras el ébola en 2015 y puede volver a repetirse con el coronavirus. Entonces se detectó un aumento de madres adolescentes. Los expertos aplican las lecciones de esa crisis para garantizar que las niñas regresen a la escuela después de la pandemia
En abril de 2015, después de que el ébola asolara Sierra Leona y paralizara África Occidental, comenzaron a reabrir las escuelas. Miles de niños regresaron con ilusión al colegio tras nueve meses encerrados en sus casas. Pero Isatu, de 13 años, y sus hermanos no pudieron hacerlo. La adolescente, huérfana a causa del ébola, al igual que alrededor de 9.000 niños más, tenía que cuidar de un bebé recién nacido. Un hombre de veintitantos años que había ayudado a dar de comer a la hambrienta familia de Isatu durante el brote la había violado y dejado embarazada.
Al final del brote, Isatu se vio sola para cuidar de su hijo y de sus dos hermanos pequeños. En lugar de volver a sus clases de matemáticas, lectura y escritura, se pasaba el día vendiendo basura reciclada para sobrevivir. Durante el brote del ébola de 2014-2016, los embarazos de adolescentes se incrementaron nada menos que en un 65% en algunas comunidades de Sierra Leona. Hasta marzo de 2019, las escuelas en este país prohibían a las niñas embarazadas asistir a las clases. Miles de ellas abandonaron sus estudios o no recibieron escolarización en los años siguientes, según dicen los expertos, debido a la combinación de los embarazos de adolescentes, los matrimonios precoces, la pobreza, la pérdida de cuidadores, las actitudes negativas de los padres con respecto a la educación, así como la precaria calidad de la enseñanza.
Ahora la comunidad internacional está lidiando con una nueva crisis sanitaria por la covid-19 que ha agudizado la inseguridad económica y alimentaria, ha cerrado escuelas y ha llevado a un aumento de la violencia de género en el mundo entero. Los expertos señalan que deberían extraerse lecciones de la crisis del ébola y que de inmediato deberían implementarse medidas de respuesta para garantizar que los niños, en especial las niñas, puedan regresar a la escuela una vez que remita la crisis.
Dado que la pandemia y los confinamientos tienen a millones de personas en sus casas, y que países como Sierra Leona ya viven una delicada economía post-ébola, algunas organizaciones en África Occidental como Plan International, Unicef y Street Child se apresuran para facilitar enseñanza suplementaria fuera de las aulas y asistencia económica, además de trabajar con los Gobiernos y los agentes educativos para garantizar que los niños puedan regresar a la escuela. “Creo que es crucial que todos trabajemos colectivamente con los Gobiernos y con todos los actores para planificar la reapertura de las escuelas con mucho cuidado y de un modo muy proactivo para llegar a los más vulnerables”, afirma Robert Jenkins, director de Educación de Unicef.
Se repite la historia
Algunos padres en Sierra Leona comenzaron a sacar a sus hijos de los centros educativos antes de que estas cerraran sus puertas en marzo debido al riesgo de infección por coronavirus. Hoy miles de niños en África Occidental están sin escolarizar, exactamente igual que durante el estallido del ébola. Las comunidades que todavía tienen que recuperarse económicamente de la anterior crisis temen no ser capaces de llegar a fin de mes y dar sustento a sus familias.
Las niñas como Isatu, que ya no tienen padres que las protejan y cuiden de ellas, son algunas de las más vulnerables. “Los hombres y los chicos se aprovechan de ellas ofreciéndoles, por ejemplo, sustento y ayuda a cambio de sexo y, durante ese proceso, muchas se quedan embarazadas”, asegura Sia Lajaku-Williams, nativa de Sierra Leona y directora de programas de Street Child, una organización internacional centrada en infancia y la educación.
Esta y otras entidades ofrecen educación sobre planificación familiar y salud reproductiva. Sin embargo, estos mensajes pueden ser difíciles de comunicar durante una crisis como la del ébola o la covid-19. “Lo que sucede es que las mujeres y las niñas no pueden acceder a los servicios de salud reproductiva”, explica Yeva Avakyan, vicepresidenta adjunta de igualdad de género en Save the Children. “Nosotros abogamos por que estos servicios sigan estando abiertos y siendo accesibles”, añade.
«Los hombres y los chicos se aprovechan de ellas ofreciéndoles, por ejemplo, sustento y ayuda a cambio de sexo y, durante ese proceso, muchas se quedan embarazadas»
Según los expertos, las organizaciones tienen que prestar apoyo a las poblaciones vulnerables ahora con el fin de abordar la salud, la educación y otras necesidades. Unicef y Save the Children están desarrollando planes de estudio alternativos en diferentes medios de comunicación, como la televisión y la radio, para que estos sean utilizados mientras las escuelas permanecen cerradas. Pero sin una escuela física a la que asistir, muchos niños no pueden cubrir sus necesidades básicas, como comer. Lajaku-Williams y su equipo de Street Child, por ejemplo, han respondido estableciendo programas de reparto de alimentos —para la comida y la cena— para unos 800 menores que, de otro modo, podrían pasar hambre mientras las escuelas están cerradas. El acceso a agua potable es otra de las prioridades según Unicef, que intensificará sus esfuerzos en la purificación del agua en África occidental mientras persista la pandemia.
La frágil coyuntura económica del país y la actitud subyacente ante la educación —la creencia de que ellas deberían consagrarse a casarse y tener hijos— también supusieron un desafío para que las niñas volvieran a las escuelas una vez que estas reabrieron. “Mandar a los hijos al colegio cuesta dinero”, explica Tessie San Martin, presidenta y directora ejecutiva de Plan International EE UU. “Hay que proporcionarles dinero para el transporte, el uniforme, los libros y demás. Si una familia no tiene recursos o si sus medios son limitados y tiene… varios hijos, le aseguro que no serán las niñas las que los recibirán”, remacha.
Ofrecer a las familias los recursos para que puedan sustentar a todos sus hijos evita que sean ellas las que tengan que decidir, aseguran varias voces. Por otro lado, las actitudes que rodean la educación femenina están cambiando lentamente en Sierra Leona. Entre 2004 y 2018 la tasa de alfabetización de las chicas entre 15 y 24 años aumentó en más de un 25%, lo cual redujo las diferencias entre sexos en casi 15 puntos. Ese respaldo vital es lo que brindó a Isatu una segunda oportunidad. En 2016 pudo regresar a la escuela secundaria gracias a una ayuda económica y a la asistencia de Street Child. En 2017, sus hermanos también se matricularon.
Lajaku-Williams afirma que, mientras los colegios de todo el mundo permanecen cerrados debido al coronavirus y mientras pequeños como Isatu están de nuevo en sus hogares, lo esencial es apoyar ahora a las comunidades con el objetivo de garantizar que puedan regresar a las aulas cuando estas abran, lo mismo que después de la crisis del ébola. “Fuimos capaces de tener un efecto positivo en sus vidas y de invertir la situación”.
‘Caperucita y el CovidLobo’ es una historia gráfica dirigida a que niños y mayores aprendan a minimizar las consecuencias que la crisis sanitaria puede tener para el desarrollo de los pequeños
– “¿Por qué te lavas las manos cada vez que me tocas?”
– “Es para protegerme mejor”.
– “¿Y por qué llevas esa mascarilla tan fea?”
– “Es para protegerte mejor”.
Cuando, durante la crisis, se anunció la apertura de las escuelas de cero a seis años, se armó no poco revuelo entre madres, padres y maestros. ¿Podía garantizarse el distanciamiento social, prevenir el contagio, y desinfectar convenientemente los edificios y la ropa de menores y adultos? Urgía conciliar, sí, pero apremiaba aún más proteger tanto a los pequeños en las escuelas como a los mayores en casa: por aquel entonces, aún se creía que los niños eran grandes transmisores de la covid-19, algo que no se ha llegado a determinar, según la evidencia científica existente. Medidas sanitarias, sociales, económicas: los políticos se esforzaban por acertar con el paso siguiente ante un enemigo desconocido, pero pocos alcanzaban a preguntarse cómo se sentían los niños cuando toda su realidad cercana se desmoronaba.
A lo largo de media docena de viñetas, en Caperucita y el CovidLobo se repasa cómo sería esa vuelta a la escuela para los niños y niñas de la pandemia de coronavirus. “Lo escribí, como Tonucci con Frato, poniéndome en el lugar de lo que el niño o la niña puede sentir con esas medidas, lo que estamos transmitiendo con ellas. Y quería que los adultos tomaran conciencia de que no solo hablan las palabras; también lo hacen los gestos, y ese lenguaje no verbal es el primero que los niños perciben”, cuenta Heike Freire, autora del texto y experta en pedagogía verde. Un mensaje que se puede ver en cada página: “Yo procuré generar esas distancias sociales en prácticamente todas las viñetas. Cada cosa en un extremo del folio; estiro el brazo, pero no llego a mi amigo, que ni siquiera se inmuta… Eso, un adulto lo entiende a la perfección, y también el niño, a partir de una cierta edad”, añade Rocío Peña, su ilustradora.
¿Es este un cuento para niños o para adultos? Pues depende de cómo se mire. Más allá de unas viñetas amables, y una niña, una escuela y unas estanterías con las que los niños van a sentirse familiarizados, “el cuento se dirige a los padres, para que puedan reflexionar sobre el miedo y la angustia que muchos pequeños están sintiendo con todo lo que está pasando”, explica Freire. Cuando esta reflexión se produce, cuando el adulto se lo ha leído y sabe lo que siente, puede entonces usarlo con los niños y las niñas. “La idea es que sirva para poder sacar miedos, porque creo que todos hemos pasado mucho durante el confinamiento y que todavía estamos asustados. Es importante que los niños se puedan expresar”, añade.
Hay que dominar los miedos
A falta de otros instrumentos, muchos padres han recurrido a la herramienta del miedo al virus hasta convertirlo, efectivamente, en el lobo del cuento. Pero esta dista mucho de ser la más adecuada. Para la Asociación Francesa de Pediatría, “es urgente que dominemos nuestros miedos y que sigamos adelante, por la salud y el bienestar de los niños y de las niñas”, a la vez que lamentan lo que consideran unas medidas excesivas de protección, “más ligadas a los temores de los adultos que a los hechos y a los resultados de las investigaciones en países como Dinamarca, Holanda, Islandia o Italia”, argumenta Freire. Unos estudios que ya han demostrado que los niños están lejos de ser esos grandes contagiadores que se creía que eran al inicio de la crisis, unos “transmisores silentes, que es lo que en repetidas ocasiones ha dicho la Asociación Española de Pediatría”.
En la misma línea, la autora de Caperucita y el CovidLobo, también psicóloga y filósofa, afirma que las medidas de distanciamiento, que sí pueden estar indicadas en aquellos mayores de 20 años que, por ejemplo, trabajan presencialmente, no se justifican en niños y niñas, en los que además pueden ocasionar traumas psicológicos, o como poco ansiedad y miedo: de hecho, una encuesta de Save the Children afirma que uno de cada cuatro niños sufre angustia y ansiedad por el encierro. “Todos tenemos miedo, y eso es normal. Nos faltan los argumentos para explicarles a los niños y las niñas cómo comportarse; por qué salir a la calle o por qué no hacerlo; por qué hacerlo a una hora sí y a otra no, o por qué podemos salir dos personas, pero no cuatro. De ahí que muchas familias necesiten recurrir al miedo, porque son cosas que ni nosotros mismos, los adultos, a veces comprendemos”, se cuestiona Freire.
Sin embargo, para dominar esos miedos, hay que saber reconocerlos y expresarlos, para poder tomar conciencia de ellos y que no te dominen a ti, sino al revés. “Y es urgente que lo hagamos por la vida de esos niños y niñas que tienen derecho a vivir su infancia, y porque, desde el punto de vista del desarrollo y del aprendizaje, una criatura angustiada y con miedo no se desarrolla ni aprende bien”, sostiene Freire. “Por millones de razones, pero sobre todo porque pierde la seguridad y la confianza en la vida, y entonces no se atreve a tomar riesgos; y uno no puede desarrollarse ni aprender sin arriesgarse. Si no te atreves a nada, ni te desarrollas, ni creces, ni aprendes”.
Ser conscientes de nuestros propios temores hace a su vez que podamos ser transparentes con los niños, y que ellos perciban que es normal sentir miedo en circunstancias como las que vivimos. “Si yo le digo a mi hijo que tengo miedo por lo que está pasando, él podrá separarse fácilmente y decir, “es mi madre la que tiene miedo”. Pero si no digo nada y me comporto de una determinada manera, el niño puede recibir esos sentimientos sin saber si son suyos o de otra persona, y ocasionar muchos más conflictos a la larga”.
¿Una escuela más humana?
Más allá de la crisis sanitaria, la pandemia de de la covid-19 representa también, para las autoras del cuento, una oportunidad única para construir una escuela más íntima y humana en la que, para empezar, no se gestione solo desde el punto de vista epidemiológico y a golpe de decreto, sino donde se tomen en consideración otras dimensiones del ser humano, que de alguna manera incluyan las opiniones y los criterios de las familias, los psicólogos o los pedagogos, “porque la salud no solo es el coronavirus, sino que es algo mucho más complejo, que tiene que ver con el bienestar y muchas otras cosas”, afirma Freire. “Ningún coronavirus puede reinar en la escuela”.
El debate sobre cuándo y cómo abrir las escuelas ha de extenderse, aseguran, a otros profesionales, empezando por un comité de expertos pluridisciplinar, a nivel nacional, que contemple a la infancia en todas las dimensiones que tiene, donde se comparta y debata. Un órgano que de unas pautas generales para que luego cada escuela, cada comité o cada pueblo pueda crear sus propias regulaciones: “Hay mucho que aportar desde las familias o desde otros grupos de trabajo. Se trata de ampliar el debate, la reflexión y las soluciones, porque saldrán propuestas concretas y soluciones viables. No sé hasta dónde estamos contando con estas redes, pero me parece, en principio, que muy poco”, asegura Peña.
En definitiva, se trata de implementar estrategias que se centren no solo en protegernos de la enfermedad, sino también en inyectar vida en una escuela renaturalizada y abierta al entorno, con grupos más pequeños que sirvan para aprovechar los espacios de la ciudad: “Es un enfoque que, por ejemplo, ya utilizaba la Institución Libre de Enseñanza antes de la Guerra Civil. Giner de los Ríos tenía una extensa lista de todos los lugares donde había que hacer escuela, aprovechando todo lo que tengas alrededor: una playa, un parque, un río, una montaña o un jardín público, pero también en una biblioteca, el centro de ocio y tiempo libre e incluso la cárcel”.
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/05/26/mamas_papas/1590462043_255092.html
América del Sur/ Chile/ 26.05.2020/ Fuente: www.cnnchile.com.
Uno de los análisis que más se ha planteado en torno a la pandemia es que revela, o acrecienta, la desigualdad del país. Un ejemplo de aquello es la educación online que ha impuesto el gobierno para continuar con el aprendizaje durante la cuarentena que muchas comunas viven, pero esta medida no estaría beneficiando a todos por igual.
Así como en cualquier otro establecimiento público, las y los apoderados llegan hasta sus portones para retirar el material de estudio necesario para sus hijos, principalmente ante la imposibilidad de acceder a un computador.
Nancy Sepúlveda, profesora de la Escuela Alexander Graham, señaló que “con el correr del tiempo nos fuimos dando cuenta que no todos tenían acceso a entrar a la página, porque no había Internet o no tenían computador”.
A esto se suma que hay zonas completas del país en las que una conexión a Internet no es más que un sueño, algo que se espera cambiar.
María Alejandra Grebe, directora nacional de Educación, afirmó que entre los Ministerios de Educación y Transportes anunciaron “un convenio para iluminar Chile, y que ojalá de aquí a 2022 Chile esté iluminado, llegando con acceso a Internet a todas esas zonas que no lo tienen”.
Si bien se toma como un gran avance, no sería suficiente considerando todas aquellas familias que no tienen el dinero para costear un servicio que poco a poco toma mayor preponderancia.
Casi la mitad de los estudiantes de la educación pública no cuenta con una conexión de Internet en sus hogares. Para ellos no existe la educación online, sólo el trabajo duro en guías impresas.
Quienes no pueden acceder a la plataforma Aprendo En Línea reciben ayuda de sus establecimientos para que cuenten con sus guías y textos de trabajo que no pueden revisar por su cuenta.
Incluso, la directora Grebe señala que han sido los mismos estudiantes que mediante WhatsApp se han contactado con los docentes para resolver sus dudas. En otros casos han sido los mismos profesores los que han viajado a las casas de los estudiantes afectados.
Esta pandemia sin dudas pilló mal parados a varios recintos educacionales. Por ejemplo, el Instituto Superior de Comercio (Insuco) ni siquiera contaba con un sitio web. Allí, han logrado habilitar antiguos computadores para que los alumnos que no tengan uno puedan utilizarlos.
Andrea Bravo, directora del Insuco, aseguró que la dura realidad de algunos estudiantes más vulnerables se ha agudizado con la crisis sanitaria, pero que está presente siempre. “En tiempos normales sabemos que las primeras dos horas de clases, si bien es cierto debieran ser las más productivas, es difícil, porque los niños están esperando que toquen el timbre para alimentarse en el desayuno“, afirmó.
Así, esos pizarrones en las aulas aún vacías siguen a la espera del retorno de sus estudiantes, mientras algunos de ellos aún deben resolver cómo poder continuar con su aprendizaje ante tan desigual panorama.
Fuente de la noticia: https://www.cnnchile.com/coronavirus/reportaje-realidad-estudiantes-educacion-online_20200520/
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