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Argentina: Salario docente: SITECH Sudeste reclama reunión con el ministro de Educación

Argentina/Julio de 2017/Fuente: Diario Chaco

SITECH SUDESTE reclama a través de un comunicado, una reunión con el ministro de Educación de la provincia, para reanudar conversaciones respecto a los salarios de los docentes. Según informaron, se dirigieron al ministro «con la finalidad de reclamar el reinicio de las conversaciones en el seno de la Comisión de Política Salarial, a los efectos de darle continuidad en el tiempo a la discusión salarial, tal como se prometiera desde el inicio del ciclo escolar de que se garantizaba la discusión permanente».

Agregaron además que «el sindicato reafirma el valor del diálogo para esta cuestión como para todos los temas inherentes a la marcha del sistema educativo. Este convencimiento surge de la experiencia de los últimos años en los que todas las mejoras, tanto en lo salarial como en otros órdenes, surgieron de la discusión en el ámbito de la Comisión de Política Salarial».

«El reclamo se sustenta en que se hace imperioso definir incrementos que sostengan el poder adquisitivo del salario frente al alza incesante del costo de vida, máximo cuando hoy un sueldo de un maestro de grado inicial sin antigüedad no llega a los doce mil pesos de bolsillo, cifra bastante alejada de lo que se considera un piso de ingresos para no caer en situación de pobreza», explicaron.

«SITECH SUDESTE recuerda, además, que aún se adeudan puntos del básico a gran parte de los cargos del escalafón; a modo de ejemplo al maestro de grado a valores de hoy se le debe más de pesos trescientos, diferencia que es mayor en otros casos y que este sindicato reclamo se regularice esa situación», finalizaron.

Fuente: http://www.diariochaco.com/noticia/salario-docente-sitech-sudeste-reclama-reunion-con-el-ministro-de-educacion

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Universitarios y profesores franceses critican recorte de 331 millones de eur

Francia/Julio de 2017/Fuente: El Periódico

Los sindicatos de estudiantes y profesores universitarios franceses criticaron hoy el recorte de 331 millones de euros en la educación superior y los centros de investigación, anunciado por el Gobierno el miércoles.

La promesa de «proteger el presupuesto de la educación superior» hecha por el nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, cuando era candidato a la jefatura del Estado «no ha durado ni dos meses», denunció la principal agrupación de profesores e investigadores universitarios, el SNESUP-FSU.

Macron prometió el pasado abril, un mes antes de ganar en segunda ronda las elecciones presidenciales, que dicho presupuesto era «sagrado» y no mermaría, recordó, por su parte, el principal sindicato estudiantil, la Fage, en un comunicado.

«El Ejecutivo priva a las universidades de un presupuesto que de por sí era ya insuficiente», pero que les habría permitido lanzar un plan de inversiones para recibir a los nuevos inscritos, que no han dejado de crecer en número en los últimos años, añadió.

Fuente: http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/universitarios-profesores-franceses-critican-recorte-331-millones-eur-6167188

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La ilusión de los planes de estudio

Por: Alberto Sebatián Barragán

La semana pasada Aurelio Nuño presentó la primera etapa de los planes de estudio para educación básica, la cual se aplicará a partir del ciclo escolar 2018-2019; y la segunda etapa en el ciclo 2019-2020. Otra vez se pasó lista a los puntos claves del cambio pedagógico: 1. Aprendizajes claves; 2. Habilidades socioemocionales; 3. Autonomía curricular; 4. Mejor articulación en los niveles; 5. Cambio y transformación en la manera de la enseñanza.

Todo modelo curricular tiene un gran calado en el futuro de una sociedad. Ya que plantea las acciones que deben realizarse para formar al ciudadano del futuro. Si volteamos a ver nuestra sociedad actual, encontraremos la necesidad de una reforma educativa; si vemos al que soborna y al que lo acepta, si vemos a los que venden votos y a quienes los compran, si vemos la violencia y tanta indiferencia, es claro que necesitamos renovar con urgencia nuestra educación. Pero no con cualquier reforma, ni tampoco de cualquier manera.

Muchos de los referentes del nuevo plan de estudios son de orden internacional, que corresponden a referentes teóricos de otros países, con otras condiciones. La idea de aprendizajes claves, o aprendizajes básicos imprescindibles, ya lleva un tiempo de maduración en España. Sólo se retoma el qué, pero no se retoma el cómo. Entonces resulta necesario exigir congruencia en la transformación que pretenden lograr. Esa misma idea de cambiar hectáreas de extensión por niveles de profundidad se tendría que aplicar, por ejemplo, al número de alumnos por grupo. No se le puede exigir lo mismo a un docente de secundaria con grupos de 50 o más alumnos, que a otro que atiende a 20 o 25 estudiantes.

Hay que reconocer que existen algunos cambios relevantes en el nuevo plan de estudios, pero también subrayar que hay mucha continuidad. Hay un recorte de extensión y una promesa de profundidad. Sobre la reforma educativa diversos especialistas se han encargado de señalar el fetiche de la evaluación docente y desmitifican la novedad del modelo educativo. La Secretaría de Educación Pública (SEP) ocupó todas sus fuerzas y recursos para aplicar, a como diera lugar, la evaluación de los profesores, pero prácticamente no ha invertido en capacitarlos.

Para la formación docente, la política educativa ha perfilado cuatro ejes incongruentes entre sí. Primero, descalifica y culpabiliza a los docentes de la mala calidad educativa. Segundo, se han impuesto distintas versiones de evaluación docente, desde el ordenamiento y la indicación hasta el sorteo. Tercero, la formación inicial ha estado minada por los exámenes de oposición, y la formación continua será encomendada a los Consejos Técnicos Escolares, que normativamente se perciben bien, pero que en la realidad no han reportado los beneficios que de ellos se esperan. Cuarto, la confianza de volver realidad los aprendizajes claves está fervientemente depositada en los profesores, como si después de ser señalados y denostados, sólo estuvieran esperando ansiosamente la nueva forma de trabajar.

En el discurso de Aurelio Nuño hay que destacar algunas ideas sobre el tiempo. Por primera vez, no se escucha victorioso sino mesurado. Al momento de responder por qué se dará en dos etapas la aplicación, se percibe que ha entendido que hacer una reforma a los planes de estudio y los libros de texto no es tan fácil como pensaba de inicio. Refiere que, en atención a sugerencias de las mentes más brillantes en materia educativa, los materiales entrarán en dos fases por el tiempo que toma elaborarlos, porque no se quieren hacer al vapor. Porque también está a punto de presentarse el plan de fortalecimiento de las escuelas normales, el cual debe ir de la mano del plan de estudios de educación básica pero otra vez no llegó al mismo tiempo.

El secretario de Educación habló de la necesidad de presupuestos plurianuales para la aplicación de la reforma. Recordemos que ésta ha sido una demanda de las universidades públicas para establecer planeaciones prospectivas que no se limiten por la temporalidad del financiamiento. Se menciona la necesidad del gasto plurianual para los proyectos de la SEP, pero no se han pronunciado sobre el presupuesto para las universidades.

El funcionario federal reconoció que la continuidad de la reforma va a ser parte del debate de 2018 y va a depender del juicio ciudadano si se mantiene o no esta política educativa. Entonces, si se presenta una reforma por etapas cuya continuidad depende del juicio ciudadano, estamos hablando de una reforma incompleta. Si vemos que la reforma apuesta por los planes de estudio, pero no por los maestros, estamos frente a una reforma insuficiente. En términos de la actual evaluación, el resultado es: una reforma no idónea. Algunos ven a lo lejos los buenos resultados, pero es una ilusión óptica, porque en realidad no existen.

La semana pasada Aurelio Nuño presentó la primera etapa de los planes de estudio para educación básica, la cual se aplicará a partir del ciclo escolar 2018-2019; y la segunda etapa en el ciclo 2019-2020. Otra vez se pasó lista a los puntos claves del cambio pedagógico: 1. Aprendizajes claves; 2. Habilidades socioemocionales; 3. Autonomía curricular; 4. Mejor articulación en los niveles; 5. Cambio y transformación en la manera de la enseñanza. Todo modelo curricular tiene un gran calado en el futuro de una sociedad. Ya que plantea las acciones que deben realizarse para formar al ciudadano del futuro. Si volteamos a ver nuestra sociedad actual, encontraremos la necesidad de una reforma educativa; si vemos al que soborna y al que lo acepta, si vemos a los que venden votos y a quienes los compran, si vemos la violencia y tanta indiferencia, es claro que necesitamos renovar con urgencia nuestra educación. Pero no con cualquier reforma, ni tampoco de cualquier manera. Muchos de los referentes del nuevo plan de estudios son de orden internacional, que corresponden a referentes teóricos de otros países, con otras condiciones. La idea de aprendizajes claves, o aprendizajes básicos imprescindibles, ya lleva un tiempo de maduración en España. Sólo se retoma el qué, pero no se retoma el cómo. Entonces resulta necesario exigir congruencia en la transformación que pretenden lograr. Esa misma idea de cambiar hectáreas de extensión por niveles de profundidad se tendría que aplicar, por ejemplo, al número de alumnos por grupo. No se le puede exigir lo mismo a un docente de secundaria con grupos de 50 o más alumnos, que a otro que atiende a 20 o 25 estudiantes. Hay que reconocer que existen algunos cambios relevantes en el nuevo plan de estudios, pero también subrayar que hay mucha continuidad. Hay un recorte de extensión y una promesa de profundidad. Sobre la reforma educativa diversos especialistas se han encargado de señalar el fetiche de la evaluación docente y desmitifican la novedad del modelo educativo. La Secretaría de Educación Pública (SEP) ocupó todas sus fuerzas y recursos para aplicar, a como diera lugar, la evaluación de los profesores, pero prácticamente no ha invertido en capacitarlos. Para la formación docente, la política educativa ha perfilado cuatro ejes incongruentes entre sí. Primero, descalifica y culpabiliza a los docentes de la mala calidad educativa. Segundo, se han impuesto distintas versiones de evaluación docente, desde el ordenamiento y la indicación hasta el sorteo. Tercero, la formación inicial ha estado minada por los exámenes de oposición, y la formación continua será encomendada a los Consejos Técnicos Escolares, que normativamente se perciben bien, pero que en la realidad no han reportado los beneficios que de ellos se esperan. Cuarto, la confianza de volver realidad los aprendizajes claves está fervientemente depositada en los profesores, como si después de ser señalados y denostados, sólo estuvieran esperando ansiosamente la nueva forma de trabajar. En el discurso de Aurelio Nuño hay que destacar algunas ideas sobre el tiempo. Por primera vez, no se escucha victorioso sino mesurado. Al momento de responder por qué se dará en dos etapas la aplicación, se percibe que ha entendido que hacer una reforma a los planes de estudio y los libros de texto no es tan fácil como pensaba de inicio. Refiere que, en atención a sugerencias de las mentes más brillantes en materia educativa, los materiales entrarán en dos fases por el tiempo que toma elaborarlos, porque no se quieren hacer al vapor. Porque también está a punto de presentarse el plan de fortalecimiento de las escuelas normales, el cual debe ir de la mano del plan de estudios de educación básica pero otra vez no llegó al mismo tiempo. El secretario de Educación habló de la necesidad de presupuestos plurianuales para la aplicación de la reforma. Recordemos que ésta ha sido una demanda de las universidades públicas para establecer planeaciones prospectivas que no se limiten por la temporalidad del financiamiento. Se menciona la necesidad del gasto plurianual para los proyectos de la SEP, pero no se han pronunciado sobre el presupuesto para las universidades. El funcionario federal reconoció que la continuidad de la reforma va a ser parte del debate de 2018 y va a depender del juicio ciudadano si se mantiene o no esta política educativa. Entonces, si se presenta una reforma por etapas cuya continuidad depende del juicio ciudadano, estamos hablando de una reforma incompleta. Si vemos que la reforma apuesta por los planes de estudio, pero no por los maestros, estamos frente a una reforma insuficiente. En términos de la actual evaluación, el resultado es: una reforma no idónea. Algunos ven a lo lejos los buenos resultados, pero es una ilusión óptica, porque en realidad no existen.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/07/06/opinion/015a2pol

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Entrevista a Ignacio Mantilla: “De tanto ahorrar en educación, nos hemos hecho ricos en ignorancia”

“De tanto ahorrar en educación, nos hemos hecho ricos en ignorancia”

En septiembre esta institución cumple 150 años de fundación. Semana.com habló con su rector, Ignacio Mantilla Prada, sobre la importancia de este aniversario y los problemas que atraviesa la educación superior pública, entre ellas la estigmatización de la que es víctima.

SEMANA: La Universidad Nacional de Colombia está cumpliendo 150 años, ¿qué representa este aniversario?
Ignacio Mantilla: Es una fortuna para nosotros cumplir 150 años y ser la universidad pública más grande del país. Sobrevivir siglo y medio a todas las convulsiones que ha tenido Colombia es un gran logro. Queremos aprovechar este aniversario para recordar el pasado, pero también para reflexionar sobre el presente y el futuro. Ahora la educación superior vive una coyuntura particular. La tendencia a privilegiar el subsidio a la demanda, con programas como ‘Ser Pilo Paga’, pone en aprietos a la Universidad Nacional y a la educación pública en general, entonces creo que en esta conmemoración también debemos pensar sobre cuál es el modelo de educación que le conviene a Colombia, máxime si se tiene en cuenta que la Nacional ha sido pionera en muchos campos; por ejemplo acá nacieron los primeros doctorados en 1986.

SEMANA: ¿Cómo ha hecho la Universidad Nacional para sobrevivir tanto tiempo?
I.M.: Creo que se debe a que, pese a las dificultades, la universidad ha sido una institución crítica, que siempre ha utilizado el argumento como su mejor arma, pero que a la vez se ha convertido en guardián tanto del avance de la ciencia y la tecnología, como de la política y el conocimiento social, cualidades labradas durante 150 años, que el país reconoce. Esto es evidente en el acompañamiento que ha hecho al proceso de paz por solicitud de los actores involucrados (Gobierno y Farc-EP), quienes manifestaron su confianza total en la Institución.

SEMANA: En los rankings internacionales y nacionales, la Nacional siempre queda como la mejor institución educativa del país. Si uno de los problemas que tiene la Nacional es la financiación, ¿cómo ha hecho para mantener esos altos estándares de calidad?
I.M.: A pesar de los problemas presupuestales, la universidad tiene una riqueza muy grande en sus estudiantes. De hecho, hoy en día nuestros alumnos de pregrado prefieren hacer un posgrado antes que ir a buscar un trabajo. Cuando ellos compiten por cupos para ser admitidos en las universidades del exterior les va muy bien. Por otra parte, la Nacional siempre ha contado con un equipo de profesores con formación de alta calidad, quienes gozan de un salario digno no obstante las condiciones económicas de la Institución, y tienen libertad para enseñar e investigar lo que ellos consideran pertinente para el desarrollo del país.

SEMANA: ¿Cuáles son los aportes más valiosos que la Universidad Nacional le ha hecho al país en estos 150 años?
I.M.: Son innumerables, pero rememoro los 135 años en los que la Nacional estuvo en el Hospital San Juan de Dios, durante los cuales se hicieron investigaciones que trascendieron internacionalmente. Como ninguna otra institución de educación superior hemos tenido una vida cultural sumamente rica. El Auditorio León de Greiff es reconocido como el mejor escenario musical de Bogotá, y además contamos con cerca de 20 museos solo en la ciudad. En el área de las ciencias, fuimos herederos del trabajo de José Celestino Mutis, el Sabio Caldas y Humboldt, gracias a lo cual poseemos un robusto inventario de la flora y fauna colombiana. La universidad ha formado a los protagonistas más importantes de la política nacional del siglo XX, como el presidentes Carlos Lleras Restrepo, y a grandes líderes como Jorge Eliécer Gaitán y el sacerdote Camilo Torres, no el guerrillero que todo el mundo ve, sino al destacado sociólogo. Incluso García Márquez fue alumno de la Escuela de Derecho. Sin duda, la Institución ha dejado una huella imborrable en el país.

SEMANA: Si la universidad ha sido tan importante para el país, ¿por qué la clase política no se la ha jugado para fortalecerla y ha preferido apoyar la educación superior privada?
I.M.: Eso forma parte de la opción que ha tomado el Estado colombiano de privilegiar el subsidio a la demanda, que prácticamente le quita su obligación de proveer de educación superior a todos los colombianos. Y el mejor ejemplo es ‘Ser Pilo Paga’, que termina destinando más dinero a la universidad privada que a la pública. Para el Gobierno es más fácil y rentable mediáticamente lanzar 40.000 becas para estudiantes de escasos recursos, que crear 400.000 cupos en las universidad públicas. Un modelo excluyente porque con ‘Ser Pilo Paga’ se quedan por fuera jóvenes que podrían ser ‘repilos’, pero que no tienen la oportunidad de obtener una beca porque su formación en la educación básica fue deficiente, lo cual no significa que no sean brillantes.

SEMANA: En ese sentido, ¿cuál es la importancia de la educación superior pública?
I.M.: Creo que muchas políticas neoliberales ven la inversión en educación sólo en términos de retorno y ganancia económica. Frente a esa postura dominante, pienso que un país que abandone la educación pública le abre las puertas a la desigualdad y a la exclusión. ¿Qué futuro le vamos a ofrecer a los jóvenes que no pueden pagar una universidad privada? ¿Qué posibilidades tienen de ascenso social? Se podría resumir en la siguiente frase: “De tanto ahorrar en educación, nos hemos hecho ricos en ignorancia”. Eso es lo que lograría un país que no ve la educación como una gran inversión, sino como un costo que debe asumir sin ninguna convicción. No debería haber dudas sobre la necesidad de tener una universidad pública fuerte y completamente subsidiada.

SEMANA: ¿Cómo ve en el futuro a la universidad?
I.M.: Con optimismo. Observo que en sus dos últimas legislaturas, el Congreso ha apoyado la educación superior pública, y espero que la tendencia continúe. Por eso considero que allí, obviamente sin dejar a un lado el Ejecutivo, es donde debemos dar los debates y las batallas para fortalecerla, mejorar la financiación y, en últimas, convencer a la sociedad colombiana sobre la importancia de la universidad pública.

Puede leer: Los amigos de la Nacional

SEMANA: ¿Tenemos Universidad Nacional para otros 150 años?
I.M.: La Universidad de Salamanca cumple 800 años el próximo año; la de Bologna va a cumplir mil años en las próximas décadas. Eso significa que las universidades son las instituciones más antiguas que hay en Occidente. Y lo han logrado porque se equivocan menos que los gobiernos y no toman decisiones al vaivén de las modas, sino que se convierten en depositarias de un conocimiento y a la vez en gestoras del cambio social a partir de análisis e investigación. En ese sentido, tenemos Nacional para rato.

SEMANA: Por último, a raíz del acto terrorista en Andino ¿Por qué su indignación por un artículo del diario ‘El Tiempo’? 
I.M.: Porque es inaceptable que se relacione directamente al terrorismo con la universidad. La expresión “extremistas de la Universidad Nacional”, indica que aquí graduamos extremistas y no es así, nosotros formamos geólogos, físicos, ingenieros. Esa es una estigmatización que hemos tenido que cargar por décadas, es como el sentimiento que tenemos los colombianos en el exterior cuando se generaliza y dicen que todos somos narcotraficantes. No podemos seguir cargando esa cruz y los medios no pueden seguir relacionándonos con grupos terroristas.

SEMANA: ¿Por qué se continúa con la estigmatización?
I.M.: Hay un lastre que llevamos, ese de creer que la universidad es el centro de operaciones de grupos guerrilleros, y no lo hemos podido borrar. Cada vez que salen a la luz actuaciones negativas de algún egresado o estudiante lo primero que se dice es que pertenece la Nacional, no ocurre lo mismo con alumnos o profesionales de otras instituciones. En estos casos no se habla de los “ladrones graduados en tal universidad” o de los “defraudadores o violadores de tal otra”. La Nacional no tiene responsabilidad en las actuaciones de los egresados cuando no están en el ejercicio profesional para el que se les formó. Se nos puede criticar por la mediocridad de un profesional mal formado en la universidad, pero no por otras cosas.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/entrevista-con-el-rector-de-la-universidad-nacional-ignacio-mantilla/529221

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EDUCACIÓN S.A (el mercado ataca de nuevo)

Por: Pablo Gentili

Aunque quizás pocos lo hayan notado, la educación ha sido la verdadera protagonista de algunos de los principales acontecimientos políticos de la última semana en América Latina. El hecho parece inédito. El estrellato de la educación no se debió esta vez a ninguna mala noticia, como suele ser habitual, sino más bien a un inusual reconocimiento acerca del valor que ella tiene para resolver providencialmente los principales problemas que deberán enfrentar los países de la región.

El hecho debería alegrarnos. Finalmente, la educación parece estar ganando el lugar que le cabe como gran apuesta al futuro, como oportunidad para hacer de las nuestras, sociedades más democráticas y justas.

Entre tanto, una revisión de las razones y argumentos que dirigieron hacia la educación el centro de las atenciones en el debate regional, no dejan de ser frustrantes y, de cierta forma, lamentables.

Los días 5 y 6 de diciembre pasado, se celebró en Santiago de Chile la Conferencia “Desafíos para asegurar el crecimiento y una prosperidad compartida en América Latina”, organizada por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Allí, diversos funcionarios del organismo alertaron que el ciclo de reformas sociales de la última década se había agotado y que las bajas tasas de crecimiento económico del continente, en un contexto global cada vez más incierto y riesgoso para la región, obligaban a un mayor rigor fiscal y a una inmediata reorientación de las políticas macroeconómicas. La reunión contó con la participación de algunos ministros de economía, presidentes de bancos centrales de diversos países latinoamericanos y un destacado conjunto de intelectuales y representantes de organizaciones internacionales. En la ocasión, la titular del FMI, Christine Lagarde, expuso algunas de las recomendaciones elaboradas por el organismo para enfrentar los desafíos futuros, poniendo especial énfasis en que, la necesidad de reactivar las economías, dependerá de una progresiva y sistemática mejora de “la educación, la infraestructura y la promoción de políticas que conduzcan a un crecimiento más equilibrado, inclusivo y sostenible”.

Difícil es saber si alguno de los presentes, en su sano juicio, pudo haber confiado en semejante aspiración de buena voluntad, por parte de un organismo que mucho ha tenido que ver con los mayores desastres económicos que ha vivido América Latina durante los últimos cincuenta años. Lagarde no perdió oportunidad de exponer su particular visión sobre los avances en los procesos de integración regional, descalificando con una metáfora gastronómica al Mercosur, la Unasur y el Alba, a los que tildó de “plato de espagueti”, al mismo tiempo en que señaló magisterialmente a Chile como “un alumno que trabaja duro y trata de mejorar su destino”. (Esto último no se supo si era un elogio o una advertencia al gobierno de Michel Bachelet). Por cierto, nunca ha sido la delicadeza ni la cordialidad la marca del trato que los funcionarios del FMI le han dispensado a América Latina, algo habitual en sus anteriores gerentes, como el promotor de crisis globales Michel Camdessus, la poco amigable señora Anne Krueger, el eximio administrador de empresas Rodrigo Rato, o el festivo Dominique Strauss-Kahn.

Preocupada con los altos índices de desigualdad y de violencia en la región, Christine Lagarde sostuvo convencida que “hay que realizar reformas estructurales, y eso incluye mejorar el nivel de educación, asegurando que la formación responda a las necesidades del mercado”.

Desde este punto de vista, los problemas de competitividad y productividad que limitan las posibilidades de crecimiento de las naciones latinoamericanas en el actual contexto internacional, dependen de la necesaria y urgente orientación de la educación a los requerimientos de la economía. Por otro lado, en un contexto potencialmente recesivo, la disminución del fondo público obliga a orientar el gasto social de forma más efectiva, priorizando la formación profesional y el desarrollo de competencias que permitan una inserción más competitiva de los individuos en el mercado, contribuyendo al dinamismo de la economía. En otras palabras, la educación debe reducirse a la capacitación laboral ya que es el déficit de formación lo que explica, en buena medida, las trabas que impiden el desarrollo de las naciones latinoamericanas.

El desafío atribuido a la educación contrasta, naturalmente, con un diagnóstico muy negativo de las condiciones en que se promueven las políticas educativas en la región: la improductividad del sistema escolar, su pésima calidad, la mala formación docente y los bajísimos niveles de aprendizaje de los alumnos, sumados a una mala gestión y administración de los recursos invertidos. Reorientar la educación hacia las demandas y necesidades del mercado es la solución propuesta por el FMI, así como por el Banco Mundial, una receta que vienen repitiendo desde hace más de treinta años y que siempre plantean con una sorprendente pretensión de originalidad.

En una línea semejante, el día de ayer, 9 de diciembre, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la Corporación Andina de Fomento (CAF) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), presentaron su publicación conjunta, Perspectivas Económicas de América Latina 2015: Educación, Comptencias e Innovación para el Desarrollo. El documento alerta también sobre las incertidumbres y desafíos que impone la nueva coyuntura internacional a las economías latinoamericanas:

“Para impulsar el crecimiento potencial y la equidad es necesario seguir avanzando en reformas estructurales. El crecimiento de la productividad continúa siendo modesto con relación a los países de la OCDE y otras economías emergentes y, a pesar de las reformas recientes, América Latina es la región más desigual del mundo. En particular, las bonanzas de los recursos naturales y los flujos de capital de corto plazo hacia la región no se han reflejado en un incremento del crecimiento económico potencial de la región. Reformas para fortalecer la educación, las competencias y la innovación han de favorecer la expansión del potencial de crecimiento y la productividad a través de una mejora de las capacidades de los trabajadores. Igualmente, deberán garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a una formación de calidad”. (+)

No deja de llamar la atención que la CEPAL y la CAF, cuya contribución ha sido fundamental para entender críticamente los procesos de desarrollo y la situación social latinoamericana durante las últimas décadas, ofrezca una visión tan limitada de la educación y de su potencial como medio promotor del progreso y del bienestar. Reducida a un mecanismo de transmisión de competencias y capacidades laborales, la acción del sistema escolar acaba así subordinada a las demandas económicas, a un mecanismo de valorización y dinamización de la fuerza de trabajo que debe adaptarse a las exigencias del mercado. El documento presentado se aleja de la perspectiva más amplia y crítica a partir de la cual estos organismos han entendido los derechos sociales, entre ellos el derecho humano a la educación, predominando aquí la visión tecnocrática y economicista que la OCDE, el FMI y el Banco Mundial siempre han defendido. El gran desafío de la educación queda reducido a mejorar las competencias laborales y a reducir (o, en el mejor de los casos, priorizar) toda aspiración de reforma educativa a la ampliación de la formación profesional.

El capítulo uno del documento, “Educación, competencias e innovación para una América Latina más dinámica e inclusiva”, amplía estos argumentos, afirmando que el aumento de la productividad y de la capacidad competitiva de las naciones latinoamericanas dependerá de la mejora en las condiciones de formación para el empleo, actualizando las competencias y la movilidad de los trabajadores. En tal sentido, “la participación y coordinación con el sector privado es muy importante tanto para orientar las demandas presentes y futuras de las empresas, como para proveer directamente formación en el lugar de trabajo”. (+)

El parámetro de la formación educativa son las demandas y necesidades empresariales y, por tal motivo, nadie mejor que los empresarios para determinar qué y cómo deben aprender nuestros alumnos.

Las referencias al carácter de la educación como un factor de inclusión social se reducen así a un problema estrictamente laboral y de inserción productiva. Un argumento al que la OCDE nos tiene ya bastante acostumbrados, pero que no era la perspectiva de la CEPAL ni de los valiosos aportes que nos ha brindado su excelente División de Desarrollo Social en los últimos años.

El problema planteado no deja de ser muy semejante al del FMI: los sistemas educativos latinoamericanos deberán salvar nuestras economías de un desastre quizás inminente. Y para hacerlo, deben cambiar, ya que son de bajísima calidad, como lo demuestran, según ellos, las pruebas PISA.

El documento citado fue divulgado mientras concluía la XXIV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno llevada a cabo en Veracruz los días 8 y 9 de diciembre. Su lema ha sido: “Iberoamérica en el siglo XXI: Educación, Innovación y Cultura”. Un evento de fundamental importancia para consolidar y ampliar los acuerdos de cooperación e integración educativa regionales. La Cumbre de Veracruz se realiza a cuatro años de la XX Cumbre de Mar del Plata, cuyo tema había sido “Educación para la Inclusión Social” y en cuyo ámbito se realizaron importantes acuerdos como las “Metas 2021: la educación que queremos para la generación de los Bicentenarios”.

Los acuerdos de la Cumbre de Veracruz significaron un avance en el recorrido sinuoso de la integración educativa regional, gracias a la creación de una Alianza para la Movilidad Académica iberoamericana, el fortalecimiento y ampliación del Programa Neruda para la movilidad estudiantil de posgrado y el relanzamiento del Programa Iberoamericano de Alfabetización.

El trabajo de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) ha sido, en este sentido, destacado y de gran valor. Sin embargo, las ausencias de los mandatarios de países de enorme importancia en la promoción de cualquier acuerdo regional, como Brasil, Argentina, Bolivia y Venezuela, sin lugar a dudas, poco ha ayudado a fortalecer una perspectiva de la educación que supere las visiones reduccionistas y economicistas que amplifican los gobiernos más conservadores y organismos como la propia OCDE.

Las Cumbres, a pesar de todas sus complejidades, fueron un espacio central para fortalecer una perspectiva que valoriza la dimensión de la educación como un derecho humano fundamental y de la política educativa como un factor de promoción de la igualdad y la justicia social. Algo bastante diferente a la visión que allí mismo manifestó el Secretario General de la OCDE, Ángel Gurría, al sostener que “si deseamos evitar una década de bajo crecimiento económico en América Latina, debemos mejorar el nivel educativo, fortalecer las capacidades de los trabajadores e impulsar la innovación”.

El economicismo reduccionista de la OCDE quizás sólo haya sido ofuscado por las desatinadas declaraciones del presidente español Mariano Rajoy. Pareciendo querer justificar el éxodo científico que vive España, Rajoy propuso en la Cumbre que los países con “excedentes de talentos” cooperen con las naciones menos desarrolladas de la región. Además, como si uno de los méritos de su gobierno hubiera sido la promoción de más y mejores aportes financieros a los estudiantes más pobres, sostuvo la necesidad de implementar amplios programas de becas para fomentar la formación de calidad, “evitando que la falta de recursos sea un obstáculo”. Vaya, vaya…

Mariano Rajoy y el presidente de México, Enrique Peña Nieto en la Cumbre de Veracruz. Foto: Henry Romero (Reuters)

¿Qué problema hay en todo esto?

Si Ud ha llegado a esta altura de la nota, quizás se pregunte qué problema puede haber en destacar la necesidad de que la educación responda a las demandas productivas, que nuestros jóvenes tengan una mejor formación y que puedan insertarse competitivamente en el mercado de trabajo, mejorando sus ingresos y contribuyendo así con el desarrollo nacional.

Por supuesto que ninguno.

El problema no está en reconocer que la educación puede y debe contribuir con la economía. El problema reside en reducir todas las funciones educativas a las demandas y necesidades que formula el mercado y, más operativamente, a las demandas y necesidades de las empresas. Educar para el desarrollo social es algo más complejo que educar para las Sociedades Anónimas. Pensar políticas educativas de inclusión supone un desafío mucho más amplio, más complejo, y ambicioso que desarrollar políticas de formación profesional.

Es absolutamente verdad que América Latina es la región más desigual del planeta. Entre tanto, una perspectiva educativa como la defendida por el FMI, el Banco Mundial y la OCDE no hace otra cosa que cristalizar las enormes desigualdades que imperan en el sistema escolar, revirtiendo los importantes avances logrados por casi todos los países de la región en la última década.

América Latina ha vivido una importantísima transformación democrática durante los últimos años. Los niveles de pobreza, que a comienzos de los años 90 alcanzaban a casi la mitad de la población, se redujeron drásticamente llegando hoy a menos del 28%. En el período transcurrido entre el 2002 y el 2013, más de 60 millones de latinoamericanos superaron la línea de la pobreza y, la mitad de ellos, la línea de la indigencia. La región pasó de tener algo más de 225 a 168 millones de pobres en diez años. La desigualdad, aunque más tímidamente, también disminuyó, inclusive en algunos de los países en que parecía haberse impreso como la marca estructural e indeleble de un modelo de desarrollo que siempre benefició a unos pocos, despreciando los derechos y negando cualquier oportunidad de bienestar a las grandes mayorías. Podría haberse hecho muchísimo más, sin lugar a dudas. Pero las transformaciones vividas comenzaron a revertir un ciclo de estancamiento económico y de cristalización de injusticias sociales promovidas por las políticas neoliberales que se multiplicaron en la región desde los años 70 y, particularmente, con una radicalidad expresiva en los 90.

En este marco, uno de los más significativos avances sociales del continente fue la ampliación de las oportunidades educativas a millones de latinoamericanos y latinoamericanas. Los niveles de acceso y permanencia en la escuela aumentaron de forma exponencial, permitiendo que sectores tradicionalmente excluidos del sistema educativo accedieran a él o superaran las barreras que les impedían su progresión hacia niveles que nunca antes habían alcanzado. La matrícula universitaria creció. Y lo hizo porque los hijos de los sectores populares, en algunos de los países de la región, comenzaron a cursar, por primera vez, los estudios superiores, invadiendo un nivel del sistema que siempre había permanecido como privilegio de los más ricos.

Lejos está América Latina de haber alcanzado la igualdad educativa. Pero los avances fueron notables y pusieron de relevancia no sólo la dramática persistencia de la desigualdad escolar, sino la posibilidad de revertirla por medio de políticas públicas orientadas por gobiernos que, ampliando la inversión social y promoviendo programas de gran escala, asumieron ésta como una de sus deudas y como uno de sus desafíos más ambiciosos en la promoción de la democracia y la justicia social. El inventario de lo que aún falta hacer en el campo educativo es enorme. Pero solapar o desconsiderar los avances alcanzados no puede ser otra cosa que un gesto de indiferencia hacia una conquista colectiva que ha comenzado a cambiarle la vida a millones de personas.

El gran desafío de la educación latinoamericana es contribuir a afirmar y consolidar sociedades fundadas en los derechos humanos, ampliando el ejercicio de la ciudadanía y la participación democrática. Querer hacerlo por medio de la subordinación de la educación al mercado, no parece un buen camino. El mercado es el imperio de la desigualdad, de la necesidad, es el espacio de la diferenciación y la clasificación. Cuando la educación se subordina al mercado acabamos aceptando que su función no es ampliar la igualdad entre los seres humanos, sino profundizar sus diferencias sociales, de clase, de género, de raza, de origen. Atribuimos a la competencia y al mérito individual la virtud de seleccionar y elegir a los mejores, justificando así las injusticias y la reproducción sistémica de la desigualdad.

La educación es el espacio que las sociedades democráticas disponen para producir sentidos, conocimientos, saberes y prácticas que nos ayudan a construir sociedades más justas, igualitarias, solidarias y humanas.

Se trata de politizar la educación, como una herramienta de transformación y emancipación social. Reducir toda aspiración educativa a la capacitación laboral no nos lleva a otro camino que a pensar en el sistema escolar de los pobres como una gran agencia de formación profesional para empleos flexibles.

No debe así sorprender que, justo cuando América Latina comienza a transitar de forma incipiente por un proceso de ampliación de oportunidades ciudadanas, se activen de forma drástica los discursos que insisten en recordarnos que a los pobres les cabe ocupar el lugar que siempre ocuparon, y que su tránsito por la escuela no debe ser otra cosa que la apropiación de un aprendizaje supuestamente útil para su rápida inserción como fuerza de trabajo adaptada a las necesidades de aquellos que los contratarán, los cuales, por cierto, nunca aceptarían que a sus hijos les toque como única oportunidad educativa un curso corto de inserción profesional.

La estrategia discursiva parece ser siempre la misma, aunque algunos términos se modernicen y ganen nueva fisonomía: se atribuye a la educación un poder redentor (salvar a la nación del subdesarrollo y del atraso económico), mientras se condena el sistema educativo realmente existente, aquel en el que se educan, día a día, millones de niños, niñas y jóvenes; aquel en el que trabajan miles de docentes, muchos de ellos quizás mal preparados, pero que poco tienen que ver con el imagen caricaturesca que los presenta siempre como sujetos perezosos e indolentes. Hay una educación salvadora que se dibuja en el horizonte de la esperanza conformista de un mercado que sólo aspira a ser competitivo y dinámico (sólo eso). Y una educación real, digamos de carne y hueso, degradada y despreciada por los que aspiran a reformarla desde su totalitarismo economicista, especialmente cuando ella es pública y la garantiza el Estado; esa educación que, en apariencia, nos impide cumplir nuestro justo deseo de abandonar, de una vez por todas, el subdesarrollo.

Ya lo sabemos, ya lo hemos visto, escuchado y vivido a lo largo de los últimos cincuenta años: para los economistas oficiales, para el mainstream político y empresarial latinoamericano, la educación pasa a tener alguna función relevante cuando la economía va mal y cuando hay que elaborar un pase de magia que permita prometer una salida rápida y milagrosa a los problemas que se avecinan. Así, la economía latinoamericana creció gracias a la inteligencia y a las brillantes ideas de los economistas. Como ahora enfrentará problemas por la caída del precio de las materias primas, la desaceleración de China, el alto costo del financiamiento externo y las bajísimas perspectivas de ingreso de capitales en los países de la región, al sistema educativo le toca, providencialmente, cumplir su papel. Si no lo hace, estaremos mucho peor y la culpa será de él. ¿De quién? De los docentes, de los funcionarios educativos, de las familias y los jóvenes, de los sindicatos, de la “cultura nacional”… o de quien sea, pero nunca del mercado.

Cuando el mercado funciona bien, los méritos son del mercado. Cuando funciona mal, la culpa es de la educación.

“Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”, decía mi abuela. Menos en este caso. El argumento ha sido utilizado hasta el hartazgo. Y se lo repite, se lo repite y se lo vuelve a repetir.

No deberá sorprender que, en este marco, en toda América Latina, se multipliquen los cursos de formación profesional como la mejor opción de educación para los más pobres y se amplifiquen las demandas y reclamos empresariales por una educación que se adapte a sus necesidades de productividad y sus casi siempre poco modestas aspiraciones de ganancia. Tampoco deberá sorprender que cada vez más la voz y la participación empresarial en el campo escolar, inclusive en la formulación y ejecución de las políticas educativas, tienda a ampliarse y multiplicarse; una tendencia que se observa de forma clara durante los últimos 20 años.

La política latinoamericana muchas veces parece una sesión de cine continuado: siempre vuelve a comenzar. Los avances sociales, uno de cuyas causas y al mismo tiempo consecuencia fue la ampliación de las oportunidades educativas de los más pobres, parecen irrelevantes porque, ante la posible inminencia de una nueva crisis económica, los empresarios vuelven a reclamar que no producen más y mejor porque no disponen de una fuerza de trabajo calificada y que contribuya a aumentar la calidad y la productividad de las empresas. Una vez más, la culpa es del Estado y de los pobres.

Las discusiones de la Conferencia del FMI y el documento analizado, casi nada mencionan acerca de los problemas que hoy existen y persisten en el mercado de trabajo de los países latinoamericanos (y mundiales), como el racismo, la discriminación de género, la negación de oportunidades a las personas con discapacidad, a los jóvenes, o las precarias condiciones de protección y respeto a los derechos de los inmigrantes o a los que siendo del mismo país son tratados como si fueran indocumentados invisibles.

Tampoco mencionan que si hubo una disminución de la pobreza (algo que todos festejan), pero la desigualdad no se redujo con la misma intensidad, esto quiere decir que, en estos últimos años, a los más ricos mal no les ha ido. Los pobres dejaron de ser tan pobres, pero los ricos no dejaron de ser tan ricos; por el contrario, en algunos casos, se volvieron aún más ricos.

Frente a los obstáculos que enfrentarán las economías latinoamericanas, el FMI, el Banco Mundial y la OCDE proponen cambiar a los pobres haciéndolos más productivos, sin preocuparse siquiera cómo los ricos producen y acumulan riqueza, cómo la reproducen y garantizan intergeneracionalmente, en sociedades marcadas por la injusticia, la exclusión y falta de garantías para el ejercicio de los derechos fundamentales. Nada indica que arriando a las agencias de formación laboral a los jóvenes más pobres, sus condiciones de vida mejorarán substantivamente. Lo que sí parece claro es que el actual modelo de desarrollo económico latinoamericano ha generado formas predatorias de apropiación de ganancias que han beneficiado a algunos pocos. Por lo tanto, que colocar el problema en las capacidad de innovación del sistema científico o tecnológico y en el formación profesional de los jóvenes, aunque no deja de ser importante, puede distraernos más que concentrarnos en el asunto fundamental: para revertir los altos índices de desigualdad hay que cambiar primero a los ricos, no capacitar a los pobres para que se conformen con lo que tienen.

El futuro nos señala la luna. El FMI, el Banco Mundial y la OCDE, sólo le miran el dedo.

Las economías latinoamericanas enfrentan, sin lugar a dudas, enormes desafíos. Y los enfrentarán en la próxima década. Sería bueno comenzar democratizando las relaciones humanas en el mercado de trabajo, mejorando las condiciones de distribución de la riqueza (cada vez más concentrada), ampliando los derechos de los trabajadores, promoviendo reformas fiscales que reduzcan la regresividad tributaria estructural que tenemos y que poco se ha modificado.

Que el FMI, el Banco Mundial y la OCDE se dediquen a opinar acerca de cómo mejorar todo esto. Si lo hacen, otros, bastante mejores que ellos, se ocuparán de la formación humana de las futuras generaciones, sabiendo que al salir de la escuela los esperará un sistema económico inclusivo, democrático y que no antepone la competitividad de las empresas al bienestar de los ciudadanos de una nación.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2014/12/10/contrapuntos/1418224298_141822.html?rel=mas

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Argentina: El Gobierno va a tener que entender que el sindicato más importante de Mendoza tiene una nueva dirigencia

Argentina/Junio de 2017/Fuente: La Izquierda Diario

Esta mañana, la conducción electa del SUTE dió su primera conferencia de prensa en el local central del gremio, luego de haber ratificado su triunfo en las elecciones del sindicato docente de Mendoza. .

El FURS, se impuso en las elecciones del sindicato con el 36% de los votos, superando al Frente Azul-Naranja, que sacó el 34%. Por último, frente Celeste de Gustavo Maure quedó en tercer lugar con el 30% de los votos. El FURS, además se impuso en las seccionales de Ciudad, Las Heras, Tunuyán, Guaymallén, Godoy Cruz y Luján de Cuyo.

Sebastián Henríquez, flamante Secretario General del sindicato, remarcó que el mismo ahora es de todos los trabajadores y trabajadoras de la educación. También destacaron desde la nueva conducción que las decisiones que se tomen para enfrentar los ataques del gobierno provincial a la educación pública, serán tomadas en asambleas de escuela y en plenarios.

Henríquez, además declaró que «la primera tarea ahora es construir un sindicato con verdadera participación de las bases. Otra es dejar de naturalizar las condiciones precarias en las que trabajan docentes y celadores y que los gobiernos dejen de maltratar y de culparlos a ellos de la crisis del sistema educativo«.

Al concluir la conferencia, delegadas y activistas de todas las agrupaciones que conforman el FURS cantaron desde el escenario las consignas de salario Igual a la canasta familiar, contra el al ítem aula y por la reincorporación de Paola Vignoni, perseguida por el gobierno provincial por criticar en su escuela el Operativo Aprender.

Precisamente Paola Vignoni, referente de la Corriente Nacional 9 de Abril y flamante Secretaria de Finanzas de la seccional Guaymallén, también recuperada de la conducción celeste, destacó que: «ayer ha sido un día histórico, porque recuperamos el sindicato para todos los trabajadores y trabajadoras. Después de 20 años, hemos sacado a la burocracia sindical de nuestro sindicato». Además, en relación a los dichos del gobernador Cornejo sobre la victoria de la izquierda en el sindicato, Paola remarcó que «Está claro que las bases no quieren el Ítem Aula, el gobierno va a tener que entender que el sindicato más importante de la provincia ahora tiene una nueva dirigencia

Fuente: http://laizquierdadiario.com/Sute-El-gobierno-va-a-tener-que-entender-que-el-sindicato-mas-importante-de-la-provincia-ahora

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German lessons for America: Second Look

Alemania/Junio de 2017/Fuente: USA Today

Resumen: Estoy de acuerdo con el editorial de USA TODAY «Lo que Estados Unidos puede aprender de Alemania». Sé que los esfuerzos de Alemania para tener trabajadores bien formados, fabricación fuerte y una avanzada base industrial y tecnológica es un modelo para que Estados Unidos aprenda. Pero viene de la ayuda del gobierno. Este enfoque debe incluir el respeto por la ciencia, que carece de esta administración. También podemos hacer mejor en dar a americanos el acceso a la educación comprable – los alemanes consiguen la educación universitaria libre. Alemania también proporciona atención de salud universal que hace para una mano de obra más productiva.

Letter to the editor: 

I wholeheartedly agree with USA TODAY’s editorial “What U.S. can learn from Germany.” I know that the German efforts to have well-trained workers, strong manufacturing and an advanced industrial and technology basis is a model for America to learn from. But it does come from government help. This approach must include respect for science, which is lacking in this administration. We can also do better in giving Americans access to affordable education — Germans get free university education. Germany also provides universal health care that makes for a more productive workforce.

I have to disagree with the idea of a national sales tax (also called a value-added tax). It is regressive and would weigh on the majority of Americans with a modest income. It’s better to increase personal taxes on the rich and get rid of our many loopholes in our tax system that favor them.

But above all, we need to increase international trade, encourage competition, and build an economy that respects science rather than discredits or denies facts. We need to make sure that much of our infrastructure investments concentrate not only on physical elements — such as bridges and railroads — but also on education, access to universities and advanced research. That is the opposite of what the president’s 2018 budget will do, and his effort at privatizing is only going to be more costly to taxpayers and ultimately counterproductive.

Fuente: https://www.usatoday.com/story/opinion/2017/06/11/german-lessons-america-second-look/102556612/

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