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¿Qué hay detrás del discurso de la reducción de las profesiones y titulaciones universitarias?

¿Qué hay detrás del discurso de la reducción de las profesiones y titulaciones universitarias?

Luis Bonilla-Molina

  1. Introducción

A partir de los debates que impulsa el Foro Económico Mundial (WEF), -que han venido asumiendo como propios las Bancas de Desarrollo (Banco Mundial, OCDE, BID), el multilateralismo (UNESCO) y muchos gobiernos- parece inminente que alrededor del 2030 se puede producir el estallido de la “burbuja educativa” o un “crash escolar”, si las universidades y ministerios de educación no trabajan en el sentido de redefinir los campos profesionales.

Se argumenta que la Inteligencia Artificial (IA) y la Transformación Digital de la Educación (TDE), pueden acelerar la unificación de los campos profesionales, para hacerlos corresponder a los nuevos empleos que se van a generar.

Klaus Schwab (2016) ha anunciado que en el horizonte de corto plazo se vislumbra la primera crisis humanitaria laboral en Europa, cuando se enciendan las fábricas 4.0, que dejarían sin empleo a por lo menos seis millones de personas en esa zona, lográndose recuperar en el mediano plazo solo 4 millones de trabajos, pero para hacer cosas que nunca ha hecho la humanidad, oficios vinculados a lo virtual-digital, metadatos e inteligencia artificial generativa.

Ciertamente estamos ante una importante disrupción paradigmática, pero sus efectos dependerán de como encaremos la transformación de los paradigmas asociados. Y en esto tiene que ver mucho la educación, los sistemas escolares y la universidad.

  1. ¿Podremos salir del paradigma disciplinar, atravesando el fracasado intento de construir institucionalidades y formas de aprender transdisciplinarias?

Este es el debate de fondo que lleva más de sesenta años intentando institucionalizarse, por lo menos desde la Conferencia Internacional de la Crisis Mundial de la Educación (1967), convocada por el presidente norteamericano Lyndon Johnson y, el Informe Faure (1973) resultante de la constitución de un grupo de expertos por parte de UNESCO. Y es que el modo de producción capitalista, en la tercera revolución industrial, mostraba desde ese momento, que demandaba no solo el desarrollo de modelos de enseñanza y aprendizaje transdisciplinarios, sino la creación de una institucionalidad transdisciplinaria.

Esto implicaba romper con siglos de cargas epistémicas disciplinares, pero sobre todo con el estatus de titulaciones profesionales, en la academia y fuera de ella. Es decir, ya la sociología, antropología, derecho, ciencias políticas, filosofía, química de materiales, para solo citar algunas titulaciones, comenzaban a aparecer obsoletas para las nuevas demandas de empleo, producción y reproducción del sistema.

Los académicos y autoridades educativas intentaron “correr la arruga”, hablando del cambio, pero sin que este ocurriera. Todas las universidades adoptaron en su visión o misión la transdisciplinariedad y los sistemas escolares hicieron lo propio, creando un eje transversal denominado transdisciplinariedad.

No engañamos a nadie, menos al capital, quien optó por crear sus propios centros de investigación y formación, con la flexibilidad necesaria para que lo nuevo (en sentido de su utilidad para el modo de producción) fuera parido por trabajo transdisciplinario.

A tal punto llegó esta bifurcación entre formación profesional y producción de tecnología de punta, que, para muchas empresas como Google, Microsoft, Apple, entre tantas, el título es lo que menos vale (o no vale), sino la forma como los innovadores construyen conocimiento, saltando las barreras de los campos disciplinares. Pero de eso poco se habla en la academia, porque lesiona el orgullo del “estatus quo intelectual”.

El cambio pareciera ser tan drástico en el performance laboral diario, que mejor es apurar el tiempo que resta para la jubilación y, la transformación que la hagan las nuevas generaciones.  Esa pareciera ser la conclusión de un sector importante de la educación superior, justificado en muchos casos con la necedad del discurso de “nativos” y “migrantes” digitales, como si el cambio fuera una cosa de edades.

La mayor cachetada a la luz pública -que no logró que despertáramos- la dio la pandemia del COVID-19, cuando las universidades tuvieron que doblegarse ante la tecnología privativa, porque no tuvieron como montar de manera contingente plataformas virtuales propias.

Incluso hasta el orgullo de la autonomía se ha venido diluyendo porque hoy las GAFAM controlan más del 70% del tráfico de correos electrónicos que se usa en las universidades de Latinoamérica.  Pero de ello es mejor no hablar.

No se trataba solo de la creciente desinversión en presupuesto educativo en la égida neoliberal, sino que no pudimos asumir la transdisciplinariedad como forma de trabajo real. Las universidades y escuelas transdisciplinarias no nacieron, mucho menos los laboratorios de experimentación transdisciplinarias, salvo algunos honrosos casos.

Seguimos apegados a nuestros campos disciplinares y ahora peor, muchos académicos ven a la tecnología con recelo y tratan de “hacer control de daños”, intentando organizar un aterrizaje suave y lento de la innovación, “habilitando una pequeña pista de aterrizaje para ello”, mientras en el aire cientos de nuevas tecnologías piden pista para aterrizar. La innovación va a 120 km/h y su adopción a 20 Km/h en las universidades, lo cual está creando un gran desfase. De hecho, muchas de nuestras universidades ni siquiera cuentan con internet de acceso libre para todos y todas.

Y para colmo, cuando se superan estas limitantes, entra en escena la hegemonía neoliberal que procura flexibilizar el mundo del trabajo, precarizando el “know how” pedagógico, procurando economizar sustituyendo horas de trabajo humano por tecnologías. Y los universitarios les seguimos el juego cuando asumimos modelos híbridos de enseñanza sin cuestionar la privatización implícita en ella, porque son estudiantes, docentes y familia quienes están pagando los costes de las formas multimodales de aprendizaje (internet, planes de datos, equipos de conexión remota, acceso a plataformas privativas).

Tamaña disrupción se basa en la lógica del mercado, de lucro, que quiere usar la innovación para elevar sus ingresos. En este escenario, muchos sindicatos, gremios y colectivos pedagógicos no terminan de entender el presente y siguen combatiendo solo las formas de mercantilización y privatización del pasado, llegando a la peor de las conclusiones: “quienes hablan de cambio universitario son agentes del capital”

De pronto, la “carreta se ha colocado detrás de los bueyes”, y el “inmovilismo” se viene convirtiendo en sinónimo de revolucionario. Por supuesto que hay una versión del cambio que es capitalista, pero la universidad como el mundo debe estar en permanente transformación, eso si desde la lógica del trabajo, del mundo laboral, de los que no tienen riqueza. Que no nos quede duda, hay que cambiar si queremos que en el futuro los pobres y desheredados cuenten con la posibilidad de acceder a universidades públicas presenciales.

Pero el cambio no puede ser asumido como simple dotación de equipos y nuevas infraestructuras, se trata de un cambio radical de paradigma que exige, de verdad, salir del atasco del paradigma disciplinar.

  1. La convergencia teórico-experiencial como paradigma para la enseñanza y el aprendizaje

No hay tiempo de espera, la demora afecta las posibilidades concretas de defensa de la educación pública presencial.

Lo que anuncia la cuarta revolución industrial es un nuevo paradigma del conocimiento, más allá de la frontera de la transdisciplinariedad: la convergencia teórico-experiencial.

Pero, ¿cómo podemos llegar allí, sino nos quedamos anclados en el paradigma disciplinar y no nos sumergimos en la transdisciplinariedad?

Un especialista en video juegos ya no es solo un programador, sino que maneja las reglas básicas de la psicología social, sociología, antropología, diseño, matemáticas diferenciales, comunicación y currículo educativo, entre otras muchas capacidades. Ha tenido que aprender a ensamblar sus formas de percibir el mundo y hacerlo operativo en un solo producto. Y no hay universidad en el mundo que forme en eso, por ello, las corporaciones tecnológicas no priorizan las titulaciones para contratar, sino los estilos de trabajo creativo.

Es la convergencia teórico-experiencial, como paradigma de conocimiento y trabajo, lo que lleva al Foro de Davos y sus colegas a plantearse que alrededor del 2030 no deben haber más de 30 profesiones en el mundo. ¿Dónde estamos discutiendo esto con la seriedad y profundidad requerida?

Seguimos aferrados a nuestros modelos de universidades formadas por facultades y escuelas, disciplinares, y nos cuesta siquiera hacer el ejercicio de cómo sería una universidad inclusiva con 30 campos formativos en nuestras propias casas de estudio.

Como si estuviéramos ante el tablero de un juego nuevo, pretendemos preguntar por las reglas del mismo, obviando que esas reglas deben ser una construcción colectiva, eso sí para la transformación. Las preguntas que se suelen hacer son ¿Dónde quedo yo? ¿cuál va a ser mi campo de trabajo académico? ¿pero si yo soy es sociólogo, como encajo en una carrera que integre antropología, ciencias políticas, educación, trabajo social, sicología, derecho, comunicación y diseño gráfico? Como en la expresión popular de “no hay cama para tanta gente”, el temor nos asedia y el conservadurismo se impone. Mejor nos quedamos como estamos, pareciera ser la respuesta colectiva no declarada.

Todas las teorías de desarrollo organizacional, que estudian las resistencias al cambio, se quedan cortas en este caso, porque no se trata de una reforma universitaria, manejable, suave y que no rompe las comodidades establecidas, sino de un tsunami paradigmático que exige formatear nuestra forma de entender la enseñanza y el aprendizaje.

Solo si nos atrevemos a explorar sus profundidades lograremos ser parte del futuro desde una perspectiva de la clase trabajadora, de lo contrario corremos el riesgo de caer en la obsolescencia programada que está instaurado la lógica del capital para las universidades.

Para quienes defendemos la universidad pública, éste es el debate más importante del momento. No digo que tienen que ser 30, 50 o 100 titulaciones las que queden, pero es evidente que algo está cambiando en la sociedad producto del choque tecnológico, la aceleración de la innovación y la disrupción paradigmática. O le damos respuesta a estos asuntos para defender la universidad pública presencial y evitar que sea arrasada por la lógica devastadora del capital con consenso social, o, vamos a ser testigos del momento en el cuál las antorchas se ciernan sobre la esperanza para los pobres que ha sido la universidad.  Cambiamos o erramos diría Simón Rodríguez.

 

  1. Pensamiento crítico operacional

El pensamiento crítico fue por siglos el oxígeno de las universidades, especialmente de las públicas y autónomas. Y el pensamiento crítico se orientaba a cuestionar el estatus quo, la legitimación de la división de clases y lo que conlleva, el acceso diferenciado a la ciencia, tecnología y el desarrollo humano integral.

Enseñábamos en informática como ese software que estábamos usando o produciendo, ayudaba o no a impulsar un cambio en el entorno del usuario, como la medicina no se convertía en una mercancía sino en un derecho humano, problematizábamos respecto al prototipo que se estaba diseñando y como pudiera llegar a ser usado por los más pobres, generando la menor transferencia posible de recursos a las grandes corporaciones.  Ese pensamiento crítico, del cuál nos hemos sentido orgullosos, era en esencia anticapitalista o por lo menos promovía la democracia económica, que es otra forma de anticapitalismo.

Ahora, el capital está usando el tema de la innovación tecnológica para:

a. Ocultar las formas e implicaciones del cambio paradigmático. Es como si dijeran, “si no se dan cuenta mejor, así  podemos limitar y eliminar la inversión pública en universidades, con mayor legitimidad social»,

 

b. La tecnología digital-virtual se ha convertido en una caja negra para el mundo académico, donde nos asignan el rol de aprender a usarla, no a comprender su estructura, mucho menos a crearla. Instalan la idea que eso es un tema de tecnólogos y la zona de confort académico lo ha aceptado pasivamente,

 

 

c. Promueven la lógica del operario ilustrado en la academia, que se limita a aprender a encender, usar y apagar un hardware, software o desarrollo de IA, sin interrogarnos respecto a cómo podemos crear ese “milagro”,

 

d. Están legitimando la lógica del creyente culto, que asume que la tecnología es neutra y que nuestra relación con ella es funcional, no de posible alienación

 

A partir de estas premisas han instalado la noción de “pensamiento crítico operacional”, es decir, que no pensemos el impacto de la innovación tecnológica en las relaciones de poder y las estructuras de clase, sino en las “fallas” o “vacíos” que se presentan a la hora de operarla.

Convierten al pensamiento crítico en una faceta de la mejora continua de la mercancía, propia de los modelos de producción post fordistas.

Ahora, los programas educativos critican al “viejo pensamiento crítico” como “política que se había introducido a la educación”, y reafirman el nuevo “pensamiento crítico operacional” como la neutralidad ideal, que hay que adquirir para obtener empleo.

Pero lo que no terminamos de entender es que esta es una operación de transición, a la destrucción de la educación presencial. Si todos lo limitamos a lo operativo, pronto tendremos que aceptar que es más viable aprender detrás de una pantalla, con contenidos elaborados y supervisados por las empresas, orientados al mundo del trabajo.

El ”pensamiento crítico operacional” promueve desarrollos curriculares que van dando viabilidad a la integración profesional, a las nuevas profesiones de convergencia teórico-experiencial, especialmente a través de las micro acreditaciones. Hay que aprender lo que se necesita y los procesos de “micro learning”, de conocimiento situado, lo que hacen es enseñar habilidades que integran técnicas y conocimiento de antiguas disciplinas estancos.

Por dejar de hacer, no va a dejar de ocurrir.

 

  1. La larga marcha: competir para sobrevivir

La cereza del pastel es el emprendimiento, la auto gestión de la vida y el conocimiento, que ha impuesto el neoliberalismo y su psicopolítica (Chul-Han, 2021). Como todos tenemos que ser competitivos, lo que hay es que adquirir habilidades, no saber a que paradigma corresponden. Entre más “competencias” se tengan, sean viejas o nuevas, se va a ser más competitivo y se tendrá más posibilidades de tener empleo y “éxito” laboral.

Las universidades han entrado a esta lógica con la bibliometría, que enseña a estudiantes y profesores a ser competitivos con la publicación, ahora se complementa con las convocatorias a aprender IA y gestión de datos.

Por supuesto que estos aprendizajes son necesarios, pero en un marco epistemológico distinto.

Aunque muchos, para evitar comprometerse, vean el tema de la perspectiva de clase como algo añejo, hoy más que nunca las contradicciones entre capital y trabajo se expresan en el mundo universitario y la construcción de conocimiento. Eludirlos es una forma de complacencia que no nos podemos permitir.

  1. ¿Qué hacer?

Nadie tiene hoy todas las respuestas. No hay genio personal que pueda encarar un proyecto de transformación tan radical desde la perspectiva del derecho humano a la educación. Solo la inteligencia colectiva nos puede salvar.

Pero lo colectivo no puede seguir siendo un acto retórico en foros, seminarios, congresos, papers y charlas. Necesitamos que se multipliquen espacios de pensar-convencer-hacer que abran paso al cambio y la transformación radical.

En este camino, necesitamos renovar la alianza entre académicos, investigadores, estudiantes, familias y sindicatos de trabajadores de la educación. El neoliberalismo logró lo que parecía imposible, satanizar las formas organizativas que tenían tradición clasista y que hoy cobran especial vigencia. Eso tiene que cambiar.

Solo lograremos pensar-convencer-hacer para defender la universidad pública TRANSFORMÁNDOLA si logramos construir un potente músculo social de pensamiento y acción. Necesitamos que las agrupaciones de rectores universitarios, las redes académicas y los sindicatos construyan un frente unificado para actuar en el corto plazo. Procrastinar en este momento equivale a       elaborar el obituario de la universidad pública.

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México – Inteligencia Artificial: ¿puede la tecnología sustituir a los maestros?

Inteligencia Artificial: ¿puede la tecnología sustituir a los maestros?

Pluma Invitada

Hugo Romero, Director de E-Tech Evolving Education*

La especulación acerca de que estamos próximos a ser reemplazados por la inteligencia artificial en la mayoría de las profesiones, dejando a los humanos sin sus puestos de trabajo, ha gobernado las discusiones y debates más recientes.

Pero en el ámbito educativo, ¿podrían las nuevas tecnologías, ocupar el lugar de los profesores y educar a nuestros niños?

Estas tecnologías protagonizan desde hace años una auténtica revolución en la educación, en lo que se ha definido como la cuarta revolución industrial, donde la forma de trabajar en la escuela y en los roles del profesor y del alumno están transformando muchos aspectos de los centros educativos.

El científico informático Eric Cooke asegura que, en los próximos 15 años, las máquinas inteligentes reemplazarán en gran medida a los maestros humanos, por eficiencia, capacidad y efectividad, mientras que Anthony Sheldon, un educador e historiador británico, pronosticaba que para 2027, las máquinas inteligentes ya habrían reemplazado a maestros y docentes.

Sin embargo, aunque es una realidad que la inteligencia artificial ha llegado ya a revolucionar la educación, este escenario de ciencia ficción no es factible aún, al menos, en un corto plazo. No podemos perder de vista que, siendo una fuente de recursos ingente que facilitan el acceso a la información y globalizan la comunicación y el aprendizaje, no dejan de ser herramientas que no podrán sustituir a un profesor.

Si bien es cierto que en las aulas ya no podemos avanzar sin el uso de las tecnologías digitales, es necesario que encontremos un equilibrio entren éstas y la colaboración del profesorado y los estudiantes. La educación y el aprendizaje son una relación social, en un medio digital o presencial, que se celebra entre sujetos y que, al menos hasta hoy, no existe aplicación que sea capaz de reemplazarlos.

De este modo, el profesorado deberá desarrollar habilidades de tipo emocional para que sean definitivamente su principal valor. Emociones y sensibilidad por encima del conocimiento técnico.

Claro que habrá aspectos que un software o un robot puedan hacerlo mejor que una persona. Pero habrá otros, los de tipo emocional, en los que definitivamente un humano no podrá ser reemplazado”, comenta Hugo Romero, Director de E-Tech Evolving Education, un evento dedicado al sector Edtech que se realiza del 26 al 28 de septiembre en la ciudad de Puebla. “La educación requiere de pausa, sosiego y reflexión. Por ello, incluso aún, cuando una máquina pueda replicar el valor de un profesor, no olvidemos que hay cosas en la vida que no debieran acelerarse más allá de un determinado punto”.

Marc Vidal, un divulgador económico, inversor tecnológico, consultor en transformación y estrategia digital, prevé que la educación ya sólo será personalizada. Pronto, la imagen cerebral revolucionará el sistema de aprendizaje, el uso de imágenes cerebrales nos permitirá afinar la educación al probar qué métodos de enseñanza funcionan mejor con cada alumno y así daremos paso a una personalización del estudio. Con ella, los estudiantes pasarán mucho tiempo involucrando a los profesores individualmente, y se ejecutará como tutorías individuales.

Al fin y al cabo, las innovaciones tecnológicas van a ir cambiando a la sociedad, por lo que la educación debe incluir estas nuevas herramientas y preparar a los estudiantes para que sean capaces de usarlas correctamente y puedan extraer todo su potencial. Excluir estas tecnologías de la práctica educativa no hace más que encapsular las actividades escolares en un contexto totalmente artificial y anacrónico del que está el estudiante acostumbrado a interactuar en su entorno más cercano, donde las tecnologías se utilizan en forma cotidiana.

Acerca de E-Tech Evolving Education

E-Tech Evolving Education es el gran evento latinoamericano que reúne a líderes y actores de la industria EdTech con el objetivo de impulsar ideas, conexiones y proyectos entre la comunidad global educativa y empresarial a través de interacciones y negocios.  ¡Con E-Tech Evolving Education vive la educación del futuro! www.etechevolvingeducation.com


*Hugo Romero Gracia es el Director General de Integra Meetings, compañía mexicana con más de 15 años dentro de la industria de reuniones de negocios y organizadora del evento E-tech Evolving Education.

Romero se ha destacado por ser líder en el desarrollo de negocios que ha gestionado a partir de la conceptualización hasta la implementación con un gran enfoque estratégico.

Como emprendedor y empresario ha dirigido sus propias empresas especializadas en diferentes rubros e imparte la certificación de Business and Executive Coaching.

Además, funge como asesor de ejecutivos y dueños de negocios para orientarlos en el diseño de estrategias que generen crecimiento y estabilidad a sus empresas a través del pensamiento crítico, toma de decisiones y acciones eficaces.

 

Fuente de la Información: https://www.educacionfutura.org/inteligencia-artificial-puede-la-tecnologia-sustituir-a-los-maestros/

 

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La falacia del solucionismo tecnológico para los problemas sociales

“Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia” -Tercera ley de Clarke, Perfiles del Futuro, Arthur C. Clarke

Desde siempre en la historia humana, los descubrimientos e invenciones han tenido un gran impacto en el modo de conocer y de vivir. Pero también han surtido un efecto psicológico potente, siendo catalogadas en numerosas oportunidades como milagros o magia.

Célebre fue la invención de Herón de Alejandría, basada en sus múltiples aportaciones al campo de la mecánica y la matemática,quien en el siglo I creó un sistema de apertura automático para las puertas de un templo, que para los presentes era sin duda producto del poder de los dioses.

Mientras los fieles veían que (Guevara Pezoa, 2019) “el sacerdote encendía una llama en la entrada para invocar a los dioses, los cuales respondían abriendo las puertas para permitir la entrada, tras bambalinas, la llama calentaba un receptáculo lleno de agua, oculto a la vista de quienes acudían al templo. Al producir la ebullición del agua contenida en el recipiente, el vapor generado accionaba una serie de contrapesos que ponían en funcionamiento un sistema de poleas que finalmente abrían las puertas.”

Tomasso Campanella, uno de los filósofos más influyentes del Renacimiento, afirmaba que “la tecnología es siempre llamada magia hasta su comprensión, pero después de un tiempo se transforma en ciencia común”[1]

La magia de lo tecnológico, lejos de ser un recuerdo de museo, propio de una distante infancia humana, continúa vigente. Al igual que en épocas pretéritas, hay todavía autoproclamados chamanes que atribuyen a estos prodigios técnicos la virtud de curar todos los males.

Tal es el caso de quienes hoy anuncian que la revolución tecnológica en curso, en cuyo centro se encuentra la digitalización de los procesos de producción material y simbólica, será el instrumento exclusivo para superar las falencias estructurales del sistema actual.

Dichos intérpretes omiten que, de modo similar a lo ocurrido en otras épocas, el artilugio técnico sirve ante todo al enriquecimiento exorbitante de unas pocas personas y que los avances que estos instrumentos generan no es accesible por igual a todos, exacerbando las desigualdades.

Por último, tampoco se dice que las lógicas que subyacen a estos vistosos mecanismos, fortalecen las dependencias inhibiendo otros múltiples caminos de desarrollo e impactando fuertemente en la visión del mundo.

El truco es publicitario, pero también político.

El nuevo “consenso tecnológico-empresarial” de Davos

Ante la evidente crisis que atraviesa la humanidad, signada por la violencia en sus distintas expresiones (física, económica, cultural, psicológica, de género, ecológica, etc.), el Foro Económico Mundial, con el apoyo de muchas de las principales corporaciones financieras y de negocios de alta tecnología , está generando e intentando imponer un consenso ideológico supuestamente “novedoso”: el de la innovación tecnológica y el emprendedurismo revestido de un aura social y ecologista como camino de solución a las diversas problemáticas.

Lejos de promover la esencial redistribución de la riqueza y del poder, el bienestar sería alcanzado – según estos cultores del dinero como valor central – a través de la aplicación “ética” de la técnica, la asociación (¿co-optación?) público-empresa privada y la afirmación de la utilidad del lucro como motor en la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible planteados en la Agenda 2030 de Naciones Unidas.

Todo problema social, desde el hambre, la enfermedad, el cambio climático, la inequidad, incluso la soledad o la muerte pueden – según estos propulsores de la reconversión capitalista- tener una solución tecnológica, siempre y cuando exista una oportunidad de negocios, o sea, siempre.

Como añadido imprescindible, y legitimados por ellos mismos, organizan desde su think tank Centro para la Cuarta Revolución Industrial un intento de diseño estratégico para la gobernanza mundial denominado Consejos Globales de la Cuarta Revolución Industrial.

Entre las funciones de estos consejos, según su documento descriptivo, estaría “identificar brechas en la política pública o la práctica privada que podrían beneficiarse del desarrollo de marcos de política y protocolos de gobernanza por parte de múltiples partes interesadas”. Otro cometido pretendido es el de “crear un proceso estructurado pero informal entre los principales responsables políticos, profesionales y expertos para el intercambio de información, experiencias y aprendizajes de experimentos innovadores de política y gobernanza en todo el mundo, para dar forma a la trayectoria de las tecnologías emergentes” como así también “actuar como primeros adoptantes y embajadores para probar, perfeccionar y mejorar la interoperabilidad de las políticas y protocolos de la Cuarta Revolución Industrial.”

Lo que suena a teoría conspirativa es una realidad en curso. En el listado aparecen el Consejo Global de Inteligencia Artificial, el Consejo Global de Internet de las Cosas, el Consejo Global sobre Tecnología Blockchain, el Consejo global sobre Movilidad Urbana y Autónoma, el relacionado con Drones y Movilidad Aérea, y el de Medicina de Precisión.

Para prevenir intrusiones democráticas, el panfleto es explícito: “participación solo por invitación”.
No por nada, el fundador del Foro Económico Mundial y autor del libro “La Cuarta Revolución Industrial”, el economista y empresario alemán Klaus Schwab, también ha sido miembro del consejo de administración del Club Bilderberg.

Esta aspiración de suplantar todo mecanismo interestatal por una gobernanza global en manos de las corporaciones de negocios estaba plasmada ya en la Iniciativa de Rediseño Global en 2009. En un comentario introductorio de sus tres co-presidentes Schwab, Malloch-Brown, (entonces  vicepresidente del FEM) y Samans (su director ejecutivo), al informe de 600 páginas presentado en Doha “Un asunto de todos: Reforzar la cooperación internacional en un mundo más interdependiente” – citado en el libro de Manahan y Kumar que mencionamos más adelante – puede leerse: «Ha llegado el momento de un nuevo paradigma de gobernanza internacional de las partes interesadas, análogo al plasmado en la teoría de la gobernanza empresarial de las partes interesadas sobre la que se fundó el propio Foro Económico Mundial».[2]

La estrategia tecno-política corporativa

La iniciativa del Foro Económico de Davos conocida como “el gran reinicio” aspira a ser el lanzamiento de una nueva etapa (o “reseteo”, para mejor utilizar términos de tecnología digital) del capitalismo.

Siguiendo la interpretación de un viejo adagio empresarial derivado del vocablo “crisis” en japonés y chino (kiki y wēijī respectivamente, ideograma compuesto por los términos “peligro” y “oportunidad”), el FEM ve en las consecuencias globales de la pandemia no el correlato lógico del deterioro de un sistema de apropiación y destrucción, sino la posibilidad de insuflar al capital con nuevos horizontes a través del modelo concebido por el propio Schwab y denominado “capitalismo de las partes interesadas”.

Este capitalismo vendría a reemplazar al “capitalismo del accionariado” -predominante en las corporaciones occidentales- y al “capitalismo de Estado”, de importante desempeño en las economías emergentes del Asia. Capitalismo que, según el mismo autor, aspira a “que las empresas paguen un porcentaje equitativo de impuestos, muestren tolerancia cero frente a la corrupción y respeten los derechos humanos en sus cadenas de suministro mundiales”. Como si fuera poco, se sugiere respetar la competencia en igualdad de condiciones, también cuando operen en la «economía de plataformas», para lo cual son necesarios nuevos parámetros de medida y un nuevo propósito en las inversiones que contemple objetivos «ambientales, sociales y de gobernanza».[3]

El marketing positivo de esta propuesta, un continuismo de la fracasada idea de “responsabilidad social empresarial”, luego de la catástrofe social ocasionada por el neoliberalismo impuesto a sangre y tratados en las últimas décadas del siglo pasado, ha entusiasmado a muchas corporaciones. Aunque no lo sabemos a ciencia cierta, posiblemente las donaciones con las que apoyan el desarrollo de esta estrategia innovativa en términos propagandísticos, sean deducidas de sus declaraciones de impuestos, hoy tendientes a mínimos absolutos.

A gran distancia de ser una broma de mal gusto, este lavado de cara ecológico y caritativo del capital (siempre afecto a los lavados), está avanzando con cada vez más incidencia en el sistema multilateral de Naciones Unidas. La captura del sistema de parámetros de la gobernanza global se produce a través del homónimo “sistema de múltiples partes interesadas” (multistakeholder system).

En el libro “The great takeover” (“La gran captura”) los autores Mary Ann Manahan y Madhuresh Kumar, mapearon y realizaron un análisis de 103 iniciativas de “múltiples partes interesadas” con participación prominente de corporaciones, en los ámbitos de educación, medioambiente, salud, internet y datos y alimentación y agricultura.

En la introducción al texto, los editores señalan: “Al desplazar el centro de las decisiones políticas clave del sistema multilateral a mecanismos mixtos en los que manda el sector privado -con el apoyo de algunos Estados, instituciones internacionales y grandes filántropos-, el fenómeno de la «multistakeholderización» de la gobernanza mundial se ha convertido en algo sistémico.”

La crisis financiera de Naciones Unidas, motivada entre otras cosas por la disminución de aportaciones de sus miembros más ricos, particularmente los Estados Unidos de América, abrió las compuertas para una cada vez mayor participación de las transnacionales y la filantropía en alianzas de acción sectorial con la organización multilateral.

“Con el tiempo, la creación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París de 2015, que incorporaron las asociaciones de múltiples partes interesadas como piedra angular de su aplicación y realización, afianzaron aún más el multistakeholderismo en el sistema de la ONU.”, precisan los autores.

Correlato de este proceso “el 13 de Junio de 2019 Naciones Unidas y el Foro Económico Mundial, firmaron un Marco de Trabajo de Alianza Estratégica bajo el pretexto de «profundizar en los acuerdos institucionales para acelerar la aplicación de los ODS»”.

No al determinismo de la tecnología… y de los fondos de inversión

Es habitual identificar a las compañías de tecnología digital con sus fundadores. Así, hablar de Amazon, de Google, de Facebook-Meta, de Microsoft, es decir Bezos, Brin, Page, Zuckerberg o Gates. Sin embargo, aun cuando estos empresarios conservan una parte importante de las acciones de sus empresas, los reales poseedores de las mismas son los gigantes del mundo financiero.

Un breve repaso: Bezos es el mayor accionista individual de Amazon (9,81%), pero el 60% de las acciones está en manos institucionales. Los 5 primeros grupos (Vanguard, Black Rock, State Street Corp., Price/T. Rowe Asoc., FMR Llc) detentan en conjunto 21,8%.

Larry Page y Sergei Brin, quienes fundaron google (hoy Alphabet Inc.) en 1998, tienen hoy un 2,96% y 2,82% de las acciones, mientras que los 5 grupos financieros mencionados antes, prácticamente en el mismo orden de prelación, captan un 22,75%. Dos tercios de esta compañía es propiedad de fondos de inversión.

El caso de Meta Platforms (antes Facebook) es similar. Mientras casi el 65% de las acciones están en manos institucionales, Mark Zuckerberg redujo, según Forbes, su porcentaje accionario a algo menos de un 15%. En el top list del accionariado institucional figuran los mismos 5 fondos, totalizando un 28%.

Dos de los grupos financieros señalados (Black Rock y State Street Corp.) junto a todas las GAMAM y fundaciones conexas están en el selecto listado de empresas que apoyan las tareas del Foro Económico Mundial.

Hablando sobre la transición hacia la descarbonización y un hipotético “net zero” en las emisiones, Lawrence (Larry) Fink, ceo de Black Rock, en su carta 2022 a sus inversores, dice: “Nos enfocamos en la sostenibilidad no porque somos ambientalistas, sino porque somos capitalistas y fiduciarios de nuestros clientes”. En otra parte de su mensaje, aparece el nuevo mantram de Davos: “El capitalismo de múltiples partes interesadas consiste en ofrecer rendimientos duraderos y a largo plazo a los accionistas.”

Por su parte, el presidente y director general de State Street Corp. Ronald P. O’Hanley, es aún más explícito: “La era del capitalismo de las partes interesadas ha llegado”, indica en una notatitulada “Por qué el camino hacia el capitalismo de las partes interesadas comienza con consejos de administración diversos”. Con el término “diversidad”, efectivamente O’Hanley parece adherir a la idea de la inclusión, diciendo “es una definición que parte de la no uniformidad de pensamiento y abarca la raza y la etnia, el género y la orientación sexual, la religión y la edad, los orígenes geográficos y socioeconómicos, etc.”.

¿Ceos progresistas? ¿O el mismo capitalismo salvaje vestido de color verde, lila y hasta multicolor?

Quienes nos han traido hasta aquí no van a sacarnos de la crisis estructural y antihumanista del sistema. No es un pretendido solucionismo tecnológico en sus manos, lo que va a hacer la diferencia.

Los severos problemas sociales serán solo resueltos a través de una democracia multidimensional y participativa, no solo política sino también económica, comunicacional, cultural, de género (y tantos etc. como se quiera), que tenga como objetivo la descentralización y desconcentración del poder. El futuro anida en las comunidades humanas, en la base social, no en las cúpulas.

Esta nota está incluida en la publicación digital Internet Ciudadana N° 7 – Marzo 2022 “Camino a ser gobernados por las corporaciones?”

(*) Javier Tolcachier es investigador del Centro Mundial de Estudios Humanistas y comunicador en Pressenza, agencia internacional de noticias con enfoque de paz y No Violencia.

Notas:
[1]     Watson, L. J. (1997). The Influence of the Reformation and Counter Reformation upon Key Texts in the Literature of Witchcraft. Reino Unido: University of Newcastle Upon Tyne. Citado por Guevara Pezoa, F. en Eurekadabra: ciencia, tecnología y magia PAAKAT: rev. tecnol. Soc. Vol.9 no.16, Guadalajara, mar. 2019

[2]https://www.umb.edu/gri/an_overview_of_wefs_perspective#fn-4-a

[3]     ¿Qué tipo de capitalismo queremos? Schwab, K. https://es.weforum.org/agenda/2019/12/que-tipo-de-capitalismo-queremos

Fuente: https://rebelion.org/la-falacia-del-solucionismo-tecnologico-para-los-problemas-sociales/

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Por: Miguel Gallegos

Desde mi óptica, el gran reto que tiene la SEP es el de impulsar con más fuerza y rumbo la oferta tecnológica en todos los niveles, desde la educación básica hasta la superior…

El lunes 3 de octubre de 1921, el Diario Oficial, órgano del Gobierno Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, daba a conocer mediante Decreto, lo siguiente: (1) Se establece una Secretaría de Estado que se denominaría Secretaría de Educación Pública; (2) Corresponde a la Secretaría de Educación Pública, entretanto se expide la ley completa de Secretarías de Estado, que asigne definitivamente sus dependencias a dicha Secretaría, lo siguiente: Universidad Nacional de México, con todas sus dependencias actuales –además de una larga lista de más de treinta instituciones educativas, aunque ninguna enfocada a temas tecnológicos­–; (3) El lugar que ocupara la Secretaría de Educación Pública entre las demás Secretarías.

Esta es la fecha en que se estableció la fundación de la SEP, así como el patrimonio e infraestructura con que inició, por lo que, en el marco del aniversario de su fundación, es conveniente hacer una breve reflexión en cuanto al mayor reto que enfrenta la SEP a 100 años de su creación.

Don José Vasconcelos, primer secretario, fue quien propuso la federalización de la educación, a través de esta nueva Secretaría de Estado. Justo ahora, a cien años de su creación, veinte presidentes de la República han echado mano de esta dependencia para dirigir la educación, designado entre todos ellos, a cuarenta y tres secretarios, contando a la actual titular maestra Delfina Gómez Álvarez.

Cada lector juzgará a su parecer, cómo ha sido el papel que ha desempeñado cada uno de los cuarenta y tres titulares, así como de las políticas educativas que en su momento implementaron cada presidente junto con sus respectivos secretarios de educación, ya que, en estos veinte mandatos presidenciales hubo hasta cinco titulares en un mismo sexenio.

La responsabilidad de la SEP es muy grande, influye de manera transversal en diferentes dimensiones: infraestructura, enseñanza, aprendizaje, organización, administración, finanzas, modelos educativos, planes y programas de estudio, materiales y tecnologías, docencia, capacitación, recursos, economía e integración de la comunidad, todo ello para construir al fin y al cabo una mejor sociedad. Sin duda todavía hay mucho por hacer y mejorar.

Como es sabido, paralelo a la actual pandemia llegó el uso y consumo masivo de tecnologías y recursos digitales. La sociedad tecnologizada con artefactos digitales está naciendo y al mismo tiempo desde el año 2016, inicio la cuarta revolución industrial, según Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial. Ante lo cual, es de esperarse que está, como las pasadas revoluciones industriales, traerá nuevas formas de participación económica, social y por tanto educativa. La pregunta es, ¿A cien años de su fundación, esta lista la SEP para continuar impulsando la educación tecnológica que demanda la cuarta revolución industrial y la transformación socio-digital generada por la pandemia?

Aunque desde su fundación la SEP recibió una infraestructura poco enfocada en la oferta tecnológica, en estos cien años se crearon, fusionaron y conformaron algunos entramados, precedentes y aparatos educativos orientados al enfoque tecnológico, veamos:

  • 1922, Departamento de Enseñanza Técnica, Industrial y Comercial.
  • 1930, Estructuración de un sistema de Enseñanza Técnica: Institución Politécnica y Escuela Politécnica (Preparatoria Técnica).
  • 1936, Fundación del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
  • 1941, Sistema de Enseñanza Técnica Industrial.
  • 1941, Departamento de Enseñanzas Especiales: escuelas de artes y oficios, comerciales y escuelas técnicas elementales.
  • 1958, Subsecretaría de Enseñanza Técnica y Superior.
  • 1959, Dirección General de Enseñanzas Tecnológicas Industriales y Comerciales (DGETIC).
  • 1959, Enseñanza Secundaria con actividades tecnológicas, adscrita a la DGETIC (Origen de la Secundaria Técnica en México).
  • 1966, Escuela Nacional de Maestros de Capacitación para el Trabajo Industrial (ENAMACTI).
  • 1968, Creación de los Centros de Estudios Tecnológicos.
  • 1969, Fusión de Prevocacionales del IPN y de las Escuelas Secundarias Técnicas Agropecuarias a la DGETIC.
  • 1971, Subsecretaría de Educación Media, Técnica y Superior (SEMS).
  • 1971, Dirección General de Educación Tecnológica Industrial (DGETI), adscrita a SEMS.
  • 1975, Consejo del Sistema Nacional de Educación Técnica.
  • 1976, la SEMS pasa a ser la Subsecretaría de Educación e Investigación Tecnológicas (SEIT).
  • 1976, Dirección General de Institutos Tecnológicos (DGIT).
  • 1978, Conformación de la Dirección General de Educación Secundaria Técnica (DGEST).
  • 1978, Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP).
  • 1991, Colegios de Estudios Científicos y Tecnológicos de los Estados (CECyTE).
  • 2005, Conformación de la Subsecretaría de Educación Media Superior (SEMS), –absorbió a varias dependencias y direcciones generales–.
  • 2005, Transformación de la DGIT en la Dirección General de Educación Superior Tecnológica (DGEST).
  • 2006, la Dirección General de Educación Secundaria Técnica fue asignada a la Administración Federal de Servicios Educativos en el Distrito Federal.
  • 2014, creación del Tecnológico Nacional de México (TecNM).
  • 2017, conformación de la Autoridad Educativa Federal de la Ciudad de México, la cual es un órgano desconcentrado de la SEP que se responsabiliza de la educación básica y de la Educación Secundaria Técnica en la CDMX.

Como se observa, se ha trabajado en el enfoque tecnológico e industrial, pero en la actualidad, la SEP administra, dirige y brinda educación concretamente desde tres niveles: Básica, Media y Superior. Sin embargo, a la fecha, en cada subsistema se atiende el ámbito tecnológico como se puede y con lo que se tiene.

En el nivel superior existe un robusto aparato de Universidades Tecnológicas, Universidades Politécnicas e Institutos Tecnológicos, sin dejar de mencionar la amplia oferta tecnológica que ofrece el IPN y el TecNM, entre otras.

En el nivel medio superior, se cuenta con una amplia estructura que brinda desde enseñanza técnica, agropecuaria, industrial y de servicios hasta capacitación para el trabajo, además de en algunos casos bachillerato junto con carrera técnica.

Sin embargo, en el nivel básico esta tarea ha estado olvidada por muchas décadas. El único sector que se sigue esmerando en sentar bases con enfoque tecnológico a la niñez –desde los años sesenta– es el de Escuelas Secundarias Técnicas, lo que es de reconocerse y de replicarse.

Sin duda que se puede mejorar lo que se ha hecho y ante la emergente necesidad de una sociedad cada vez más centrada en la tecnología, será conveniente fortalecer este ámbito con el nuevo siglo de vida que iniciará la Secretaría de Educación Pública. Por ello, desde mi óptica, el gran reto que tiene la SEP es el de impulsar con más fuerza y rumbo la oferta tecnológica en todos los niveles, desde la educación básica hasta la superior, porque es una necesidad que ha llegado junto con la Pandemia y con la Cuarta Revolución Tecno-Industrial.

Fuente de la información: https://profelandia.com

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La Cuarta Revolución Industrial: el gran reto de las universidades dominicanas

Por: Héctor Rodríguez Cruz

Ojalá que muy pronto podamos contar la historia de “conversión” a Universidad 4.0 de todas las universidades e IES del país.

Estamos frente a la Cuarta Revolución Industrial, una era que está borrando los límites entre las esferas físicas, digitales y biológicas, y transformando las relaciones productivas, económicas y comerciales, hasta modificar radicalmente nuestra forma de vivir, de trabajar, de estudiar  y de relacionarnos. ¡Afrontar los retos del futuro exige ver el mundo desde nuevas perspectivas!

En este escenario, el mayor reto de las más de 40 universidades e instituciones de educación superior del país consiste en ajustar/actualizar/convertir su visión y sus competencias institucionales de cara a la Cuarta Revolución Industrial (Revolución 4.0) como cambio disruptivo que trae desafíos para todos los sectores de la industria, del gobierno, de la educación y miembros de la sociedad.

El concepto de la Cuarta Revolución Industrial fue acuñado por  Klaus Schwab  en el contexto del Foro Económico Mundial del 2016, un acontecimiento que reúne anualmente en Davos, Suiza, un millar de personas capaces de influir en esas transformaciones como jefes de gobierno, empresarios, académicos,  científicos, líderes y emprendedores.

Schwab desarrolla su idea de la Cuarta Revolución Industrial en un libro con el mismo nombre y expresa así la dimensión de la misma: “Pensemos en la impresionante confluencia de avances tecnológicos que abarca amplios campos, como la inteligencia artificial (IA), la robótica, el internet de las cosas (IoT), los vehículos autónomos, la impresión 3D, la nanotecnología, la biotecnología, la ciencia de materiales, el almacenamiento de energía y la computación cuántica”.

Totalmente alineada con la Revolución 4.0, llegó  la Universidad 4.0. Nos encontramos, por tanto, frente a la “Revolución de las Competencias», que dará lugar a nuevas profesiones, a la modificación amplia de las existentes y la desaparición de muchas de ellas, así como a la formación de nuevas habilidades y competencias, determinantes en la empleabilidad de las personas.

En el marco de la Cuarta Revolución Industrial y de la Universidad 4.0,  las universidades e instituciones de educación superior deberán poner la mirada  en el  “Core work-related skills”, que presenta un perfil  de la mayoría de ocupaciones, consistente en una gama de combinaciones de 35 habilidades y competencias relevantes, además del conocimiento especializado específico de cada ocupación.

La Universidad 4.0 deberá reinventar la universidad tradicional y contemplar en sus programas otras competencias  que impactan de manera directa en la calidad del ejercicio de la profesión, tales como liderazgo, emprendimiento e innovación, curiosidad, pensamiento crítico, solución de problemas, ética, ciudadanía  y visión global.  Evitando definir los currículos en términos de competencias. Menos aún, si se especifican erróneamente mediante capacidades, ya que “una cosa es ser capaz y otra muy diferente es ser competente”.

La Revolución 4.0 ya entró en muchas universidades. ¡Y habrá de entrar en las universidades dominicanas!  Veamos algunas experiencias latinoamericanas. En Colombia, en el 2019 se dio una alianza entre el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA Antioquia, la Universidad de Antioquia, UdeA, y Amazon, para formar a 2000 estudiantes en programas relacionados con Cuarta Revolución Industrial.

La Universidad CES de Medellín  desarrolla  nuevos programas en modalidad virtual como Ganadería de Precisión, Gestión de Big Data en Salud y Nanotecnologías para la Salud. La universidad EAFIT ofrece la Maestría en Ciencias de los Datos y Analítica. En la Universidad EIA, también de Medellín, ofrece la Especialización en Big Data e Inteligencia de Negocios.

En México, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, ANUIES, que agrupa más de 200 universidades, en su Asamblea General del 2019 presentó el Modelo “ANUIES frente a la Cuarta Revolución Industrial”.

El Instituto Tecnológico de Monterrey a partir del 2019  estableció un currículo para todos los estudiantes, incluyendo los de primer ingreso, que incluye: Urbanismo Sostenible, Ciencia de Datos, Inteligencia de Negocios Vinculada a Big Data y Analytics, Transformación Pública, Innovación Educativa, Sistemas Digitales, y Nanotecnología. Carreras tradicionales como Contaduría o Arquitectura, integrarán materias de analítica de datos y tecnologías digitales.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en los últimos cinco años  ha creado más de 10 licenciaturas nuevas, como Neurociencias, Desarrollo Comunitario para el Envejecimiento, Física Biomédica, Materiales Sustentables, Negocios Internacionales, Ingeniería Ambiental, Tecnologías para la Información en Ciencias, Economía Industrial y Geociencias. Así como el “Centro de Ciencias de la Complejidad”, conocido como C3 y creado para  tender puentes entre las ciencias exactas, naturales, sociales y humanísticas.

En Chile, el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (Cruch) realiza esfuerzos para la adecuación de las universidades chilenas a la 4RI. En Centroamérica, el Consejo Superior de Rectores, en el 2019  celebró en Costa Rica el Diálogo Regional  Centroamérica Digital en la Cuarta Revolución Industrial: Ciencia, Tecnología e Innovación al Servicio de la Región.

Aquí, bajo de Modelo “Triple Hélice”, universidades-empresas-gobierno cargan con la responsabilidad de promover y realizar la Cuarta Revolución Industrial en la República Dominicana. Ojalá que muy pronto podamos contar la historia de “conversión” a Universidad 4.0 de todas las universidades e IES del país.

Mientras esto sucede, invitamos a las comunidades académicas d educación superior a leer y debatir el libro “La Cuarta Revolución Industrial” de Klaus Schwab. Y si se animan,  que lo asuman como libro texto en todas las carreras. ¡Eso esperamos”.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-cuarta-revolucion-industrial-el-gran-reto-de-las-universidades-dominicanas-8930680.html

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Luis Bonilla-Molina: «La otra escuela emancipadora en contextos de cuarta revolución industrial». Mundo

Mundo/América Latina/10-02-2021/Autor: Luis Miguel Alvarado Dorry/Fuente: OVE

Este Lunes 08 de febrero, la Alianza Pedagógica Social Internacional CEIP-Histórica de Argentina, MAEEC-CLACSO de México, KAVILANDO de Colombia, MASA CRÍTICA de Panamá, RED GLOBAL GLOCAL por la Calidad Educativa de América Latina, SAVIA de Paraguay, Universidad de Panamá, CIPCAL de América Latina, KAICHUK MAT DHA de México, EMANCIPACIÓN de Chile, Mujer Pueblo Magisterio-CNTE-Durango de México, el Centro Martin Luther King de Uruguay y CII-OVE de Venezuela, organizó su segundo conversatorio en el ciclo de debates denominado «La Otra Educación Posible«, en esta ocasión estuvo nuestro querido Luis Bonilla-Molina dialogando sobre «La otra escuela emancipadora en contextos de cuarta revolución industrial«, el cual, fue transmitido por el canal de YouTube de Otras Voces en Educación y presentado por les moderadorxs Guadalupe Ramos Ortiz y Rubén Darío Merlín Velázquez del Centro MAEEC-CLACSO México.

En este conversatorio Luis Bonilla-Molina inició alzando la voz por los 6 meses de la desaparición del Educador Popular venezolano Carlos Lanz Rodríguez exigiendo respuestas sobre paradero de este importante educador popular de América Latina.

Para entrar al debate pidió Bonilla-Molina “tener el compromiso de atrevernos a mirar la escuela desde otro lugar, mirar a la educación desde otro lugar, mirar los sistemas escolares desde otro lugar” diferente a la costumbre y programación que tenemos de estos, es decir, llevar a cabo análisis y reflexiones desde otras aristas sobre educación.

Esto es debido a que “estamos en un momento crucial de transformación radical de la sociedad mundial, pero también de la educación y cuesta mucho entender la dinámica profunda de cambio si lo hacemos desde los lugares acostumbrados”, aseguró. En este sentido recordó que desde el 2015 han venido denunciando un “Apagón Pedagógico Global”, es decir, “el pase abrupto, violento a modelos de educación virtual, sin que existiera una adecuada preparación de nuestros sistemas escolares educativos, incluso de las educaciones populares para trabajar en contexto de este tipo”, afirmó.

Asimismo, dejó en claro que la pandemia aceleró este proceso, dejando a millones de estudiantes excluidos de una educación real, esto debido a una restructuración de “los modos de producción” y de la vinculación con la educación.

Mencionó también sobre la conclusión central del Foro Económico de Davos que fue realizado recientemente que “las metas que tenían previstos en la restructuración de este sector del capital vinculado al área tecnológica y al capital emergente transnacional es que las metas que se habían establecido para el 2030 fueron aceleradas en el marco de la crisis de la pandemia”, al mismo dijo que “esas metas que se tenía previstas para ese año deben ya de ejecutarse”. Estos temas, a su juicio, Bonilla-Molina dijo que “deben ser centrales en los debates en materia educativa”.

Por lo anterior, aseveró que es preocupante ya que esos temas no se están debatiendo por los movimientos alternativos, mientras que el capital viene haciendo alianzas “para impulsar en esa dirección”.

De la misma manera, menciona que “se está comenzando a hablar de un nuevo contrato social en educación valorados por cuatro grandes variables”, las cuales, son:

  1. “La interdependencia de la educación con el sistema económico y con la aceleración de la innovación.
  2. La capacidad de la escuela de acompañar la velocidad de la aceleración de la innovación.
  3. Requerimiento para la educación y los sistemas educativos de abordar en los procesos de enseñanza-aprendizaje en un contexto de complejidad de los conocimientos y su vinculación a distintas áreas.
  4. Una convergencia disciplinar en la necesidad de generar nuevos empleos que sean la fusión de viejas profesiones y viejos modelos de empleos”.

Estas cuatro variables “serán a corto y mediano plazo por el desembarco de la cuarta revolución industrial”, afirmó.

En este cambio rotundo de las distintas áreas (económica, social, cultural, tecnológica y política) y, por tanto, educativa, lo preocupante es que “las alternativas, hay una especie de caos cognitivo, de parálisis ante la necesidad de dar respuestas urgentes a una situación y un contexto radicalmente distinto a todo lo que se conoce y a toda la teoría previa que se había formulado” aseguró.

Para intentar explicar su punto de vista, Bonilla-Molina desarrolló diez tesis, “diez enunciados para abrir un debate al respecto”, algunas de ellas son:

  1. “Ratificar que la escuela que conocemos tiene tareas asignadas por el capital.
  2. Las propuestas educativas de los sistemas escolares están vinculadas al curso de las revoluciones industriales.
  3. La crisis escolar se abre en la tercera revolución industrial y la falta de comprensión sobre las nuevas exigencias del gran capital.
  4. La cuarta revolución industrial impacta en el modo de producción, la organización social y en el mundo del trabajo. La escuela, desde ese punto de vista no entiende lo que está pasando y, por lo tanto, está en riesgo de caer en el desuso.
  5.  La crisis de los relatos alternativos.
  6. La viabilidad del modelo actual de formación docente […]”.

Posterior a ello, Luis Bonilla-Molina responde dos preguntas planteadas por integrantes de la alianza, una de Leticia Pacheco por parte de la CEIP-Histórica de Argentina y la otra de Carlos Bracho por parte de la RED GLOBAL GLOCAL por la Calidad Educativa de América Latina.

Después, nuestro querido Luis Bonilla-Molina termina el conversatorio con un mensaje muy enérgico y profundo para les docentes de todo el mundo diciendo “Reivindicar nuestra enorme potencialidad como colectivo, no hay otra profesión que esté tan extendida en el mundo, que llegue a tantos territorios, hasta el último territorio como el de la profesión docente. Tenemos hoy una capacidad enorme de transformar, por eso nos tienen tanto miedo, por eso nos convirtieron en administradores curriculares para manejar hasta el último segundo de lo que hacemos en la escuela y no dar espacio al pensamiento crítico”.

Agregando que “Tenemos que recuperar nuestra confianza en nuestra labor, recuperar nuestro saber pedagógico en clave de transformación radical, y por supuesto, fomentar la unidad del magisterio y esa unidad se fomenta en el trabajo de colectivo pedagógico, en el trabajo de educación popular desde la escuela, en el trabajo de educación popular con nuestros estudiantes, con las familias, con la comunidad”, esto con el hito de defender a la escuela del ataque del gran capital.

Finaliza diciendo que “los docentes hoy tenemos la tarea urgente de iluminar el mundo salvando la escuela y salvar la escuela implica ponerla patas a arriba, significa crearnos nuestras propias crisis epistemológicas para producir el cambio que requiere la escuela en el siglo XXI”.

A continuación, el video completo del debate:

Fuente del Video: https://www.youtube.com/watch?v=rfBIW-7LoXo&t=458s

Imagen: Alianza Pedagógica Social Internacional

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Colombia: La unión, una herramienta para enfrentar el cambio en la educación

La unión, una herramienta para enfrentar el cambio en la educación

Actualmente y durante los próximos meses, la educación no será la misma y es la oportunidad para que los diferentes actores trabajen conjuntamente

Por Informes especiales

En esta primera parte del año el formato clásico de la educación dio un giro de 360 grados por la llegada del COVID-19. Para salvar el semestre se puso sobre la mesa una práctica de la que se hablaba hace mucho tiempo, pero nunca había tenido la atención necesaria, la educación virtual.

Más allá de trasladar las prácticas tradicionales del salón de clases a las pantallas de los computadores y los celulares, la educación virtual es un cambio total y profundo en la manera en la que una institución educativa, los profesores, y los estudiantes entienden las posibilidades que traen consigo las herramientas digitales en la Cuarta Revolución Industrial.

“La virtualidad tiene unos componentes diferenciales profundos que garantizan la calidad de la educación que se da. Es mucho más que tener al profesor conectado en una pantalla, es todo un modelo pedagógico e instruccional que le permite al docente apropiarse de las herramientas digitales para una educación que realmente impacte”, afirma José Leonardo Valencia, rector nacional de Areandina, institución con más de una década en experiencia en virtualidad y la tercera IES privada en esta modalidad en Colombia, con cerca de 14.000 estudiantes virtuales.

Trabajo de todos.

Según Valencia hay dos conceptos esenciales para entender cómo funciona la modalidad virtual: la interacción sincrónica, que es cuando el estudiante y el docente interactúan simultáneamente (como las clases a través de videoconferencias que remotamente se están impartiendo en el mundo a causa del COVID-19) y la interacción asincrónica, en la que el alumno puede acceder a materiales que están disponibles en cualquier momento y lugar.

“Las interacciones sincrónicas permiten que los planes de estudio en el mundo digital sean realmente integrales. En ellas los estudiantes complementan todo lo aprendido en clases, cuentan con la posibilidad de detenerse a mirar un tema con profundidad y tienen un acompañamiento constante de su docente al punto de que casi se llega a una personalización del proceso académico”, añade el experto.

De hecho, gracias a que cada clase queda grabada, el estudiante puede repasar las explicaciones una y otra vez hasta que entienda la lección o, de ser necesario, puede contactar al docente a través de foros, correos, mensajes y todo tipo de espacios para aclarar sus dudas. Esto demuestra que la presencialidad no es la única manera para que un profesor esté al tanto del progreso y de las inquietudes de sus estudiantes.

Gilma Camargo Romero, directora del Centro de Excelencia Docente de Unicosta, explica que mediante la triada: docente, estudiante y tecnología. Se requiere que estos tres componentes estén en interacción. Las instituciones educativas deben contar con la tecnología necesaria que permita la conectividad, con las estrategias y herramientas para el buen funcionamiento de los procesos académicos. De igual forma, es importante la constante capacitación a sus docentes en

herramientas tecnológicas, estrategias pedagógicas y didácticas adecuadas a espacios virtuales, así como en habilidades blandas tan importantes como la comunicación asertiva, el manejo de la frustración y la tolerancia, “se debe garantizar al estudiante unas plataformas adecuadas para su formación, con unos docentes altamente capacitados para dar respuesta a sus inquietudes y desarrollar en ellos sus aprendizajes”, anota.

Infraestructura y contenidos digitales.

Acuerdos interinstitucionales, plataformas digitales y contenidos interactivos (videos, documentos, foros de discusión, entre otros) son algunos de los elementos que hacen del entorno de aprendizaje de un estudiante virtual todo un ecosistema de conocimiento del que puede sacar provecho para auto gestionar su proceso académico.

La preparación que existe en el diseño y creación de los materiales pedagógicos van más allá de la típica ‘fotocopia’ y cuenta con un trabajo exhaustivo y coordinado entre ingenieros de sistemas, ilustradores, diseñadores gráficos, diseñadores web, expertos en pedagogía digital, creadores de contenidos y los docentes para que el estudiante tenga a su disposición un contenido de valor y que está pensado en cada detalle para impactar positivamente en su aprendizaje.

Marcial Conde Hernández, funcionario de la Unidad de Evaluación del Centro de Excelencia Docente de Unicosta, considera que, si bien se requiere de plataformas tecnológicas, esta son herramientas que cumplirán su propósito de garantizar una buena educación virtual, con la gestión del profesor, el cual debe contar con buenas competencias en lo disciplinar y tecnológico, pero también en lo pedagógico y lo didáctico.

“Un profesor que, a pesar de la distancia, logre generar motivaciones intrínsecas en sus estudiantes, que lo muevan a aprender. Profesores capaces de conectar el material de estudio, con los intereses de los estudiantes”, manifiesta.

Acompañamiento y adaptabilidad.

Si la autogestión es la palabra que define a los estudiantes virtuales, acompañamiento y adaptabilidad son las que definen a los buenos docentes o tutores en el mundo digital. La figura del profesor que sencillamente dicta al frente de la clase debe quedar atrás para empezar.

En la virtualidad, funge como acompañante durante el proceso de autogestión del conocimiento de los estudiantes. Por eso, debe estar dispuesto a adaptarse a las nuevas formas de enseñar e impartir el conocimiento y explotar al máximo todas las herramientas que están a su disposición.

En palabras de Valencia, se trata de maestros “flexibles, adaptables, ‘todo terreno’ que son recursivos y que saben trabajar sus temas, desde la creatividad a la hora de impartir sus enseñanzas en este nuevo mundo.

Una cultura de la virtualidad.

Valencia, rector de Areandina es enfático cuando dice que lo más importante en este proceso de migración hacia lo digital es la consolidación de una ‘cultura de la virtualidad’ dentro de las instituciones. “Solo después de haber apropiado la tecnología, la gente entiende bien las capacidades de la educación virtual y se da cuenta de que no solo se puede garantizar la calidad de la educación, sino también potenciarla”.

De lo contrario, por más inversión en nuevas tecnologías que se hagan, no se sacará provecho al potencial real de esta nueva forma de enseñar y aprender para ser la educación que afronte los desafíos que trae consigo la Cuarta Revolución Industrial.

Siendo un proceso que requiere de tantos actores y de un cambio de ‘chip’ total, “Esta transformación no se puede hacer en un día, ni en medio año, ni en un año, es algo que toma mucho tiempo.

Solo a través de un esfuerzo transversal en todas las áreas de la institución educativa es posible repensar todo un modelo académico para que tanto la dimensión humana como la tecnológica se potencien en una educación integral”, expresa Valencia.

Todos estos elementos demuestran que la educación virtual es mucho más que replicar modelos tradicionales de educación en línea. Es un proceso de transformación profundo y consciente en el que se abre un horizonte amplio de todo lo que puede ser el futuro de la educación.

Fuente de la Información: https://www.elheraldo.co/informes-comerciales/la-union-una-herramienta-para-enfrentar-el-cambio-en-la-educacion-730427

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