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Los 10 libros africanos que destacamos del 2019

Reseñas/04 Enero 2020/El país

Repasamos en esta lista las novedades que nos trajo el año, tal como hemos venido haciendo desde 2016. Hay más, mucho más; lo sabéis, lo sabemos, pero el número elegido marca las reglas del juego

Sería un error no aprovechar el interés que suscitan las listas para tratar de mostrar parte de lo que ha dado de sí este 2019 en el ámbito literario. Un año fulgurante en el que tuvimos la suerte de que nos visitaran tantos escritores: Leila Slimani (Operación ogro. Cabaret Voltaire), Mona Eltahawy, Mia Couto, Ngugi wa Thiong´o (La revolución vertical. Rayo Verde, también en euskera, catalán, gallego y aranés y Gerra garaiko ametsak. Txalaparta, la traducción a euskera de Sueños en tiempos de guerra, primera parte de las memorias del escritor), Ben OkriFelwine SarrChimamanda Ngozi Adichie, Mohamed Mrabet (El limón. Cabaret Voltaire) y Helen Oyeyemi (Lo que no es tuyo no es tuyo. Acantilado).

Ha sido también el año en el que Guinea Ecuatorial ha consolidado su presencia entre las novedades de las librerías. Junto a Hija del camino (Grijalbo) de la periodista Lucía Mbomío, se ha mostrado lo nuevo de veteranos como Justo Bolekia (Quien es quien entre los escritores de Guinea Ecuatorial. Sial), prolíficas como Trifonia Melibea Obono (Yo no quería ser madre. Eganes), diferentes como Óscar Nchaso Bekari (Dreams, Universo de letras), reflexivas como Ángela Nzambi (Mayimbo. Sial), autobiográficas como Carolina Nvé Diaz San Francisco (Mis madres son estrellas. Sial) o antólogicas como Juan Riochí (Nuevas voces de la literatura de Guinea Ecuatorial. Diwan).

Pero, además de novedades, 2019 nos trajo un documental, que ha visto la luz, gracias al crowdfunding, bajo la dirección de Marc Serena con el significativo título de El escritor de un país sin librerías, en torno a Juan Tomás Ávila Laurel. Este, aun siendo uno de los escritores que más reconocimiento ha recibido por su trayectoria, sobre todo gracias a su obra Arde el monte de noche (Calambur, 2009), sigue siendo un desconocido. Este mismo año, precisamente, publica su última obra Cuando a Guinea se iba por mar (Carena) en la que recupera la historia del periodo colonial español.

Lo triste lo dejamos para el final. Las pérdidas irrecuperables, la nostalgia de lo leído y creado por voces que no volverán a narrar más, que no volverán a cogernos de las manos para sumergirnos en sus mundos. Se fueron Gabriel Okara, el gran poeta nigeriano y Bernard Dadiéla biblioteca ambulanteNos quedamos sin tambores para decir adiós a Binyavanga Wainaina, que se llevó su ironía, su inteligencia y su brillo demasiado pronto. Se nos vino a la boca el grito cuando se fue ese tejedor de palabras que fue Antonio Lozano, el escritor siempre en marcha, dispuesto, comprometido… necesario, tan necesario. Se fueron, es cierto, pero también esto lo sabéis, lo sabemos, quedan sus obras para reencontrarnos siempre con ellos.

Ahora sí, esta es la lista. En esta ocasión hemos añadido una cita de cada libro como regalo. Esperamos que la disfrutéis.

FICCIÓN

1. Hermanos de alma, de David Diop. Traducción: Rubén Martín Giráldez. Editorial Anagrama. En 2018 se celebró el centenario del final de la I Guerra Mundial y Diop publicó esta novela que descubría otras voces silenciadas por el relato histórico. Original y magnética la trama nos sumerge en la historia de un tirador senegalés, un joven reclutado para luchar muy lejos de su tierra natal. Diop nos ofrece descubrir otra ángulo de la Historia no tan conocido y también sentir en las venas la guerra con todo su horror.

La cita: “Pensar demasiado por cuenta propia es traición” (pág.113).

2. Asesinato entre las yucas, de Bai T. Moore. Traducción, prólogo y notas Guillermo López Gallego. Editorial La Umbría y la Solana. Se agradece la recuperación de obras del pasado. Esta fue publicada en 1968 y, partiendo de un asesinato, el hallazgo del cuerpo mutilado de una joven, Moore nos sumerge en una trama en apariencia sencilla, exenta de visión crítica, que nos sumerge en el tejido liberiano de manera muy realista, proporcionando la sensación de estar dentro de ese mundo. La obsesión amorosa hasta el extremo emerge como fondo de una novela que huye de los tópicos de la literatura de su tiempo.

La cita: “Ves, cuando las mujeres hacen bien las cosas, les llueven las alabanzas” (pág.80)

3. Bajo las ramas de los udalas, de Chinelo Okparanta. Baile del Sol. Trad. Iballa López. Ijeoma, cuya orientación sexual le lleva a elegir a mujeres y no a hombres que es lo que todos; familia, sociedad y país esperan de ella, es la protagonista de una novela que ha abierto muchas conversaciones en Nigeria. Volvemos a la guerra de Biafra dentro de una trama en la que la religión tiene una gran presencia mostrándonos la vida cotidiana cuando transcurre en medio de una guerra, un internado, una familia o un matrimonio.

La cita: “Quizá el amor era una mezcla de amistad y encaprichamiento. Un profundo afecto unido a una suerte de asombro reverencial” (pág. 149)

4. La expedición al Baobab, de Wilma Stockenström. Traducción: Lorenzo Luengo. Editorial Siruela. Escrita en afrikáans en 1981 fue un J.M. Coetzee rendido quien la tradujo al inglés. La voz íntima y personal, poética, de la protagonista sin nombre nos adentra en su vida de esclava, en los horrores soportados, en las claudicaciones padecidas, hasta encontrarse a si misma en el interior de un baobab en algún lugar del veld sudafricano. Desde allí su mente volará libre hacia todos los lados.

La cita: “Y guardar silencio, también, tal vez guardar silencio hasta el punto de soñar hacia fuera pues el sueño es nuestro séptimo sentido” (pág.2)

5. La sociedad de los soñadores involuntarios, de Jose Eduardo Agualusa. Traducción: Claudia Solans. Editorial Edhasa / La societat dels somiadors involuntaris. Traducción Pere Comellas. Editorial Periscopi (catalán). Huyendo de la realidad, llena de personajes unidos por el sueño, ya sea porque alguien sueña con ellos, porque ellos sueñan los sueños de otros o porque quieren llegar a grabarlos, así se puebla la última novela escrita por el angoleño. En esta, de nuevo, nos habla de un país que arrastra muchos dolores de la guerra de independencia, pero que tiene la capacidad de emprender nuevos caminos para salir de la cerrazón y la imposición que ha venido después. Una joven mostrará la necesidad de las utopías cuando se sueñan de manera colectiva.

La cita: “Un tipo sabe que nació en el tercer mundo cuando tiene más miedo a los policías que a los ladrones” (pág.127).

6. Cuentos de los niños perdidos, de Diriye Osman. Traducción: Héctor F. Santiago. Team Angelica Publishing.  Las historias que conforman este volumen nos adentran en las experiencias y vivencias de jóvenes homosexuales somalíes. La confrontación con una sociedad y un entorno familiar que se manifiesta brutalmente contra ellos complementa el periplo de los campos de refugiados, del exilio, de la migración. Muchos personajes soportan además de esta carga un estrés postraumático, otros el tabú de las enfermedades mentales. Son niños perdidos en búsqueda de su lugar.

La cita: “En la cultura somalí hay cosas que no se expresan: cómo amamos, a quién amamos y por qué”.

7. Mi hermana, asesina en serie, de Oyinkan Braithwite. Traducción: Montse Meneses. Editorial Alpha Decay. Como un fogonazo ha sido el debut de la nigeriana. Lluvia de críticas, de reconocimientos y de premios para una obra que, bajo el paraguas de “thriller”, se adentra en las relaciones familiares y fraternales. Las protagonistas son dos hermanas antagónicas a las que les une un pasado en el que les quitaron la ingenuidad de forma abrupta.La trama muestra también a las nuevas generaciones que desde Lagos viven a través de las redes sociales mientras siguen sumergidas en una sociedad patriarcal que las ahoga. Ágil, con tono de juego y pinceladas de humor negro, es un experimento irónico con cierto aire Nollywood,

La cita: “Todo el mundo está obsesionado con su físico, Muhtar” (pág. 79).

8. Doce relatos urbanos. Doce voces africanas. Edición de Ángeles Jurado. Traducción: Iballa López Hernández, José Luis Márquez, Sandra Moradell Cabello y Ángeles Jurado Quitana. Editorial Baile del Sol y Casa África. Las mil caras de las ciudades bajo las lentes de las miradas de doce escritores de diferentes partes del continente africano. En el prólogo Ángeles Jurado destaca que “Ben Okri habla de la literatura como un billete de avión imaginario cuando el viaje físico es imposible”. También es una manera de adentrarnos en voces poco o nada conocidas que a través de pequeñas ventanas nos dejan entrar de manera tímida a unos universos que podemos seguir conociendo, en una excitante exploración que ya únicamente le corresponderá al lector. Destacamos la presencia de Armand Gauz, ganador este año del “Gran Premio literario del África negra”.

NO FICCIÓN

9. Las mentiras que nos unen, de Kwame Anthony Appiah. Traducción: María Serrano Giménez. Editorial Taurus. El libro, ya lo dijimos, invita a más de una reflexión sobre quiénes somos, una cuestión central y muy viva en el mundo global. Appiah ha escrito una texto con la idea central de echar por tierra un error en el que solemos caer: «el de dar por hecho que en el corazón de cada identidad residen unas similitudes profundas que vinculan a todas las personas que comparten dicha identidad». Dando muestras de gran erudición, contando historias de su propia historia personal, habla sobre las etiquetas que nos construyen y de la dificultad de liberarnos de ellas, pero al mismo tiempo asume que no podemos prescindir de las identidades, ya que a pesar de todo, sirven para unirnos.

POESÍA

10. Antología poética, de Gabriel «Mwènè» Okoundji. Traducción Leandro Calle. Editorial Pretextos. De versos como este está lleno este libro: «Se necesita todo el silencio de las palabras para decir tu nombre». El del poeta, admirador de Césaire, es uno de los más reconocidos. Originario de República del Congo, en 2010 le concedieron el “Gran Premio del África negra”. Su traductor y prologuista, Leandro Calle, recoge las palabras de Okoundji, quien afirma “No somos ante todo seres de inteligencia, somos ante todo seres emocionales”.

MENCIÓN ESPECIAL

Dejamos un espacio para tres libros más.

El primero es una Antología de poesía tunecina contemporánea, traducida del árabe por Ridha Mami y editada por Sial, a la que hemos llegado tarde pero que creemos es una apuesta interesante siendo, además, la única antología de este tipo y uno de los escasos libros que se pueden leer en castellano de la rica e interesante literatura tunecina que se está produciendo hoy en día.

El segundo es fruto de la incesante labor de la editorial 2709Books que publica únicamente en formato digital. Este año, traducido por Alejandra Guarinos, nos ha llegado la última parte de la trilogía político-social marfileña de Venance Konan, bajo el título Catapila, jefe del pueblo que “puede leerse como relato independiente o como continuación de Robert y los Catapila y Los Catapila, esos ingratos». 

El tercero que destacamos es la reedición tantas veces esperada de un “clásico” de las letras africanas, Mi carta más larga de Mariama Bâ (Traducción de Sonia Marín Pérez. Editorial Wanafrica). Bâ eligió contar su historia desde la perspectiva de tres generaciones de mujer, salpicando el texto de ideas y pensamientos sociales y políticos en un texto que sigue manteniendo vivo su interés.

Con la cita de este último libro nos despedimos por este año:

“Celebro de corazón cada vez que una mujer surge de la sombra” (pág.135).

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/12/30/africa_no_es_un_pais/1577739992_192956.html

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Nepal: El infierno de menstruar

Redacción:

En países como India o Nepal, las mujeres que menstrúan son discriminadas por ser consideradas “impuras” o fuente de desgracias.

Las mujeres menstruamos una vez por mes y durante al menos tres décadas de nuestras vidas: es un hecho natural e inevitable. Desde que tenemos la primera menstruación hasta la menopausia, se estima que producimos aproximadamente 20 litros de sangre, repartidos en un promedio de 1.872 días. Es un proceso fisiológico que puede afectar físicamente –con dolores pélvicos, sensibilidad en los senos, hinchazón, dolor de cabeza– y también puede provocar cambios en el estado de ánimo. Ninguna mujer puede escaparle al período menstrual, no importa su origen, religión, cultura o nivel socioeconómico.

Según ONU Mujeres, 26% de la población mundial está en edad reproductiva. Eso significa que, mientras estás leyendo esto, cerca de 1,8 millones de mujeres están menstruando, acaban de terminar el período o están a días de empezarlo.

Por todas los alteraciones que provoca en los cuerpos de las mujeres, menstruar puede ser una molestia en cualquier parte del mundo. Sin embargo, según el país, puede convertirse en una incomodidad, un obstáculo o, directamente, en un infierno.

En Nepal, por ejemplo, esos días de sangrado son motivo de destierro. En este país del sur asiático, obligan a las mujeres que están menstruando a vivir en una choza apartada de la casa, para evitar que mantengan contacto físico con familiares, animales e incluso plantas, ya que existe la creencia de que contagian su “impureza”. Bajo ese argumento, los nepalíes responsabilizan a las mujeres de posibles desastres naturales, desgracias o enfermedades que sucedan en sus comunidades.

Por eso, mientras están en la etapa de sangrado del período menstrual, son obligadas a dormir en refugios que no tienen las condiciones mínimas para vivir de manera digna. Esto suele generar problemas de salud derivados del frío del Himalaya y de la mala alimentación. También es un riesgo para la seguridad, ya que las mujeres allí suelen ser atacadas por animales salvajes o por hombres. Esta tradición se conoce como chhaupadi, una palabra que en hindi significa “intocable”.

En enero de este año, en un pueblo de Nepal, una mujer que dormía en una choza mientras estaba menstruando falleció tras inhalar el humo de una fogata que había encendido para soportar el frío. Tenía 23 años. Se llamaba Gauri Bayak. Es la cuarta muerte en estas condiciones que ha salido a la luz en el último año: otras dos mujeres murieron por hipotermia y una por la mordedura de una serpiente.

El chhaupadi se sigue realizando en varias regiones del país, especialmente en pueblos del oeste, a pesar de que la Corte Suprema de Justicia nepalí prohibió la práctica en 2005. Consciente de que esa prohibición no cambió la realidad, el Parlamento aprobó en agosto de 2017 una ley que castiga a quienes lleven adelante esta práctica.

La nueva ley, que entra en vigor a partir de hoy, establece que las mujeres que estén menstruando no deben ser “confinadas en chhaupadi o tratadas con ningún tipo de discriminación similar o comportamiento inhumano”. Quienes lo hagan, se enfrentan a tres meses de cárcel y a una multa de 29 dólares. Habrá que esperar para ver cómo se regula.

Para Clara García Ortés, fundadora de Be Artsy –una organización que imparte educación e higiene menstrual en aldeas de Nepal a través de proyectos creativos–, la realidad es complicada. “El gobierno nepalí y las activistas intentan luchar contra el chhaupadi, pero no se llega a nada por la corrupción y por la falta de recursos. Los profesores no saben cómo abordar este tema y nadie quiere hacer nada contra algo que está tan arraigado a las creencias”, afirmó al diario digital español El Mundo.

Los programas de Be Artsy involucran a niñas, madres, padres y docentes. La activista, que centra su actividad en la promoción del uso de copas menstruales, asegura que las niñas que participan en sus proyectos “cada vez se involucran más, no se sienten sucias y no ven motivos para hacer el chhaupadi”. Es un comienzo.

La menstruación, ese gran tabú

Si bien no existe la tradición de enviar a las mujeres a dormir afuera de sus casas, la situación en India no es muy diferente a la de su vecino Nepal. En este país, mujeres y niñas también son a menudo consideradas “impuras” y son objeto de discriminación mientras tienen su período menstrual. Por ejemplo, no se les permite ir al templo a rezar y no pueden cocinar ni tocar alimentos. Esto último es porque se cree que “una mujer con la regla puede agriar la comida”, según explicó Ina Jurga, integrante de la organización especializada en higiene Wash United, al diario madrileño El País.

A estas restricciones se le suman las burlas, comentarios peyorativos y señalamientos, que afectan especialmente a las niñas y a las adolescentes. La situación les avergüenza y genera que durante esos días eviten ir al colegio, salir de compras o, en general, relacionarse con gente.

En agosto de 2017, una niña de 12 años se suicidó en el estado de Tamil Nadu, al sur de India, como consecuencia de esa discriminación. La niña dejó una nota en la que explicaba que estaba triste porque una profesora la había “maltratado”. Unos días después, sus padres se enteraron de que la docente la había humillado en frente de toda la clase porque tenía el uniforme manchado con sangre.

La cultura del silencio en torno a la menstruación también se traduce en una falta de conocimiento sobre el tema, que no siempre es fácil de combatir, especialmente en las zonas rurales. Las cifras son impactantes: 50% de las niñas y adolescentes indias desconocía qué era la menstruación cuando les llegó por primera vez, de acuerdo con un informe elaborado en 2016 por la publicación británica especializada en salud BMJ Open. En tanto, 10% de la población femenina de la India rural cree que es una enfermedad.

Encuestas recientes muestran que, además, 20% de las niñas abandonan la escuela cuando empiezan a menstruar, lo que las condena a la dependencia económica o a los matrimonios forzados.

La mejor herramienta para revertir el tabú es la educación, y no sólo para las niñas y adolescentes. La educación sexual y reproductiva, que incluye el tema de la menstruación, debe incluir también a los varones, que son generalmente quienes discriminan, y a los padres, quienes transmiten las ideas y creencias a sus hijos. De hecho, según datos de la organización Water Aid en India, 70% de los padres considera que la menstruación es “sucia” y “contaminante”.

La joven Nikita Azad se hartó de que las indias tengan que arrastrar ese estigma social y en 2016 decidió convertir un proceso tan natural como la menstruación en un arma de reivindicación. Por eso, lanzó en internet la campaña #HappyToBleed” (“feliz de sangrar”). Su lema se convirtió rápidamente en símbolo de orgullo para cientos de jóvenes indias que en las redes compartieron sus fotos y sus experiencias. Las imágenes de las mujeres sosteniendo las toallitas con la frase “Happy to bleed” escrita en rojo recorrieron el mundo.

La lucha contra el “impuesto de sangre”

En India, como en otros países, las mujeres no sólo luchan contra el estigma en torno a la menstruación. Otro de los principales obstáculos que enfrentan es el acceso a los productos de gestión menstrual que, lejos de ser considerados artículos de primera necesidad, parecen ser más bien artículos de lujo.

A un año de que aumentaran 12% los impuestos a los productos de gestión menstrual, la semana pasada, las indias ganaron la primera batalla en este sentido cuando el gobierno decidió eliminar este impuesto a las toallitas y a los tampones. La medida había despertado una ola de protestas en un país en el que estos artículos son tan caros que las mujeres se ven obligadas a usar trapos o retazos de tela –lo que acarrea infecciones o enfermedades– o bien faltar al trabajo y a la escuela, lugares donde tampoco disponen de las instalaciones sanitarias básicas.

En relación a este último punto, el aumento del impuesto había sido interpretado por muchas mujeres como una barrera más para acceder a la educación. En India, los problemas de salud son la principal fuente de ausentismo escolar femenino.

“Este era el paso más esperado y necesario para ayudar a que niñas y mujeres permanezcan en las escuelas y en sus trabajos”, celebró Surbhi Singh, fundadora de Sachhi Saheli, organización nacional dedicada a generar conciencia sobre la higiene menstrual. “Esto las ayudará a crecer para mostrar su verdadero potencial”, agregó Singh, en declaraciones a la agencia de noticias Reuters.

Según la abogada y diputada india Sushmita Dev, el precio de las toallitas es tan alto que 70% de las mujeres del país no podía comprarlas. Incluso antes de que los precios aumentaran. Ni hablar de los tampones, que se convirtieron en productos a los que solamente tienen acceso las mujeres de clases más acaudaladas, y sólo cuando están disponibles en el mercado. Por eso, muchas mujeres acuden a soluciones caseras insalubres.

Aunque la decisión del gobierno fue aplaudida por la mayoría de los sectores que exigían eliminar el impuesto, muchas activistas y empresarias piensan que el problema no se ha erradicado. Es que el gobierno eliminó el impuesto sobre la comercialización de toallitas y tampones, pero su producción sigue sujeta a un fuerte gravamen de hasta 28%. “No sólo defendemos la exención de impuestos sobre el producto final, sino sobre las materias primas y la maquinaria usada en su manufactura. Estos suponen una carga insuperable para empresas como la nuestra, que trabajan para mujeres desfavorecidas y sin formación”, explicó a medios locales Jaydeep Mandal, directora de Aakar Social Ventures, una empresa india premiada por sus estudios pioneros en la producción de toallitas ecológicas y económicamente accesibles.

No es fácil tirar abajo una creencia que está profundamente arraigada a la cultura. Pero, a pasos lentos, la cosa empieza a cambiar. El rechazo masivo que provocó el “impuesto a la sangre” sacudió a la sociedad y plantó dudas y cuestionamientos. En la capital es donde más se ven los esfuerzos. La sociedad civil impulsa distintas iniciativas, como la campaña “Romper el tabú ensangrentado”, con la que la organización Sacchi Saheli visitó 70 colegios de Nueva Delhi para hablar con las estudiantes, compartir sus experiencias, resolver sus dudas y generar en las niñas la conciencia de que la menstruación no es una enfermedad ni nada por lo que deban avergonzarse. La organización también impulsa intercambios con las madres y los padres para que no inculquen en sus hijas las supersticiones, el estigma y la vergüenza que rodean a la menstruación.

Por su parte, el gobierno de la capital reparte toallitas gratuitas a más de 700.000 estudiantes de escuelas públicas. El desafío es llegar a las áreas rurales, que tienen los índices más altos de desinformación, infecciones y ausentismo escolar femenino. Estas zonas son abordadas especialmente por la sociedad civil.

Una creencia extendida

India y Nepal no son los únicos países de la región donde la menstruación viene acompañada por un kit de supersticiones. En Japón, por ejemplo, muchos creen todavía que la menstruación –también tabú en este país asiático– influye en la preparación de alimentos. Por eso, casi la totalidad de los itamae (cocineros de sushi) son hombres.

El reconocido chef japonés Yoshikazu Ono lo explicó en una entrevista concedida en 2011 a The Wall Street Journal: “Ser profesional significa tener un sabor constante en la comida, pero debido al ciclo menstrual, las mujeres tienen un desequilibrio en su gusto, y es por eso que no pueden ser chefs de sushi”. A pesar de este mito, cada vez son más las mujeres que desafían estas creencias y se dedican a la cocina.

Más al oeste del continente, en Afganistán, se cree que higienizar la vagina durante la menstruación puede causar infertilidad. Un informe de UNICEF y el Ministerio de Educación afgano reveló que ese mito lleva a que más de 70% de las adolescentes afganas no se bañen cuando está menstruando. El documento señala, además, que el tabú es tan fuerte que las adolescentes ni siquiera se animan a pedir medicamentos para paliar los dolores menstruales.

Al lado, en Irán, todavía hay tanta desinformación ligada a la menstruación que 48% de las chicas del país piensa que se trata de una enfermedad, según un estudio realizado en 2015 por UNICEF.

En este país también existe el mito de que lavarse puede provocar infertilidad. Sin embargo, las intervenciones educativas han demostrado ser eficaces. Un estudio publicado por el Centro Nacional de Información sobre Biotecnología de Estados Unidos reveló que cuando las iraníes recibían educación sobre la menstruación asimilaban activamente la información; 61% de ellas comenzó a ducharse durante los días de sangrado menstrual.

Fuente: https://feminismos.ladiaria.com.uy/articulo/2018/8/el-infierno-de-menstruar/

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Padres contra un colegio que prohíbe uso de hiyab en Reino Unido

Reino Unido/25 enero 2018/Fuente: Hispantv

El director de la calificada como ‘mejor escuela pública’ del Reino Unido, ha prohibido a niñas del centro, hasta de 11 años, el uso de hiyab, y pretende además que los niños no participen en el ayuno durante Ramadán. Cerca de 20.000 firmas se han recogido por Internet para anular la polémica medida.

Un centro de enseñanza en el municipio de Newham, al este de Londres, ha saltado a la actualidad británica al pedir públicamente al Gobierno que adopte una postura clara en lo que llama, la islamización de los centros educativos.

En una entrevista al diario The Times, Arif Qawi, director del centro, afirma “estar en una cruzada personal para limitar el proceso de islamización y convertir a los niños en modernos ciudadanos británicos”.

Cerca de 20.000 firmas han sido recogidas para pedir a la dirección de este centro de enseñanza que anule la prohibición impuesta a menores de 11 años de no poder usar el velo islámico (hiyab) a la escuela. El director del centro pretende también que los alumnos eviten el ayuno durante el mes sagrado del Ramadán.

Desde el ayuntamiento de Newham, se ha redactado una carta denunciando que esta práctica viola la libertad de los padres de poder otorgar a sus hijos una educación dentro de la fe deseada.

A nivel nacional, la Oficina para la Calidad de la Educación (Ofsted) ha sido acusada de islamofobia por preguntar a niñas musulmanas por los motivos por los que llevan el hiyab, tachando la conducta de divisoria y contraria a los valores británicos, según una carta firmada por más de 1100 profesores y académicos.

A última hora del viernes, el centro anunciaba a través de un comunicado que estudiará la modificación de sus reglamentos.

Fuente noticia: https://www.hispantv.com/noticias/el-reino-unido/366104/denuncia-newham-colegio-prohibe-hiyab-ayuno-ramadan

Fuente imagen: https://cdn.hispantv.com/hispanmedia/files/images/thumbnail/20160514/21395104_m.jpg

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Libro: Algunas observaciones a la relación entre la ética budista y el desarrollo sostenible, el consumo y la felicidad

Algunas observaciones a la relación entre la ética budista y el desarrollo sostenible, el consumo y la felicidad

Documentos de Trabajo #7

Arturo Eduardo Arroyo. [Autor] 

…………………………………………………………………………
Colección Red de Posgrados en Ciencias Sociales. 
ISBN 978-987-1543-76-2
CLACSO.
Buenos Aires.
Junio de 2011

*Disponible sólo en versión digital 

En este trabajo haremos una exploración sobre la relación que se hace entre el budismo y el desarrollo económico, en lo que tiene que ver con el consumo,la economía sustentable y la felicidad. La selección de este tema de estudio obedece a la importancia que genera para cualquier estudio sobre el desarrollo económico las interconexiones que se hacen entre los postulados y/o las lógicas económicas y las costumbres y/o discursos culturales, sobre todo de qué manera interactúan y qué posibilidad tienen unas de permear a las otras. Hemos encontrado una serie de disparadores interesantes sobre cómo el budismo puede proporcionar algunas nuevas ideas sobre problemas como el desarrollo sostenible y la felicidad en las sociedades modernas. Estos disparadores sirven para comprender un poco más a la milenaria religión oriental, pero también para realizar una observación sobre las sociedades modernas y la cultura occidental misma.

Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?id_libro=619&campo=titulo&texto=etica

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Fernando Reimers: «La escuela tendría que alfabetizar en temas religiosos»

19 Noviembre 2017/Fuente: El Periodico /Autor: María Jesús Ibáñez

Fernando Reimers, experto en integración escolar, aboga por enseñar cultura de las religiones para acabar con los extremismos. El profesor de Harvard alerta también del aumento de las desigualdades entre pobres y ricos

No se trata de volver a estudiar doctrina religiosa como se hacía antes, dice Fernando Reimers, profesor de Educación Internacional en la Universidad de Harvard. Pero sí se trata, prosigue este especialista, figura de referencia en materia de equidad e integración escolar, «de alfabetizar a los jóvenes en asuntos religiosos«. «Porque la religión influye en los sistemas de valores de la mayoría de personas y porque sin comprender la diversidad religiosa, la integración se hace casi imposible», afirma.

Reimers, que esta semana ha paseado su voz rotunda y su amplio conocimiento por el recinto de la cumbre mundial de innovación educativa (WISE, en sus siglas en inglés) celebrada en Catar, constata, en una conversación con este diario, que una de las asignaturas pendientes en prácticamente todos los sistemas escolares de los países occidentales es la educación en valores cívicos, en ciudadanía global. Solo así se va a caminar hacia una integración real de los inmigrantes, insiste cuando se cumplen tres meses de los atentados de Barcelona y Cambrils.

«Considero que lo que ocurrió este verano en Catalunya fue algo puntual, un hecho aislado, pero eso no es contradictorio con el hecho de que en este momento estén pasando en el mundo cosas preocupantes y desconcertantes, como es el resurgimiento de los nacionalismos extremos, de los populismos, donde líderes irresponsables están fomentando la exclusión y la negación de quienes son diferentes». Habla Reimers de movimientos neonazis, de populismos como el que ha llevado la fractura a Venezuela (su país de origen) y habla también de la radicalización religiosa alimentada por el Estado Islámico. Y eso, advierte, es justo lo contrario de lo que se debería hacer.

«No se trata de enseñar una práctica confesional, ya que eso corresponde a las familias, sino de que conozcan la diversidad religiosa», afirma Reimers

«A todos nos va a tocar en algún momento de nuestras vidas entrar en interacción con personas distintas a nosotros, de diversos orígenes culturales», reflexiona el profesor. «Bien porque interactuamos con sus ideas a través de los medios de comunicación, bien porque el trabajo está cada vez más desterritorializado y nos conectamos por motivos laborales, bien porque a través del viaje, por la migración o por el turismo, nos encontramos con esas personas diferentes», señala. «Y hemos de enseñar a los niños a estar preparados para ello», defiende.

Una de las necesidades de esta sociedad cada vez más globalizada «es por ejemplo producir una alfabetización religiosa» ¿Y eso es compatible con una escuela laica y aconfesional? «Es que cuando hablo de alfabetizar sobre temas religiosos no hablo de enseñar religión como práctica confesional, porque eso corresponde a las familias y a los grupos religiosos», puntualiza el profesor de Harvard. «La alfabetización religiosa -precisa- es enseñar cuáles son las religiones que hay en el mundo, cómo se han encontrado en el tiempo esas religiones y qué contienen».

Niños más cosmopolitas para evitar el conflicto

«La escuela tiene la capacidad de hacer cosmopolitas a los niños, de hacerlos capaces de compartir con otros niños de diferentes religiones, de diferentes razas y de diferentes orígenes socioeconómicos», proclama el profesor, que es también investigador en políticas y programas de innovación educativa. «Evidentemente la integración no es solo labor de la escuela, porque hay otras instituciones que también educan a los niños, como las familias, los espacios de ocio y actividades extraescolares, pero estos no siempre defienden valores de ciudadanía global y la misión de la escuela es ser capaz de compensarlo», indica.

«Los atentados del verano en Barcelona fueron puntuales, pero hay que estar atentos», agrega

A esa escuela, que es un elemento muy pequeño dentro de la gran trama de actores sociales con la que convive el niño, «hay que ayudarla de manera especial», subraya Reimers. Con el aumento de las desigualdades que ha traído la globalización, hay que invertir más que nunca en la escuela, afirma. «Las personas con mayor capital social, económico e intelectual son – explica- las que mejor se aprovechan de la globalización, porque están más atentas al desarrollo de sus hijos, porque viajan y porque tienen un mayor acceso a la cultura».

«Estamos viendo que un niño de cuatro años cuyos padres son universitarios tiene un vocabulario mucho más rico que el niño pobre de su misma edad y esa brecha, con el paso del tiempo, se hace aún más profunda», señala. Y las posibilidades de que las escuelas lo contrarresten «son cada vez más difíciles». Los intentos hechos por algunos países para evitar que la brecha se amplíe han sido bastante infructuosos hasta ahora, lamenta Reimers. «Hay mecanismos como las becas que ayudan a los estudiantes con talento y sin recursos, pero por ejemplo en EEUU se está viendo que no son la solución, porque la realidad es que estos alumnos llegan en un porcentaje muy bajo a las universidades más prestigiosas», advierte.

Fuente de la entrevista: http://www.elperiodico.com/es/sociedad/20171117/fernando-reimers-universidad-harvard-escuela-tendria-alfabetizar-temas-religiosos-6432145

Fuente de la imagen: http://estaticos.elperiodico.com/resources/jpg/1/5/1510945064651.j

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Religión fuera de la escuela

Por: Enrique Díez

Necesitamos una escuela laica que eduque sin dogmas, en valores humanistas y universales, en la pluralidad y en el respeto a los derechos humanos, en la asunción de la diferencia y de la diversidad y en los valores éticos, no sexistas y democráticos.

Vaya por delante que, como católico practicante y cristiano convencido, defiendo una educación pública, inclusiva y laica, porque considero que la laicidad de las instituciones públicas es la mejor garantía para una convivencia plural en la que todas las personas sean acogidas en igualdad de condiciones, sin privilegios ni discriminaciones. Tanto las católicas como las musulmanas, las ateas, las agnósticas o las protestantes, etc.

La actitud laica tiene dos componentes: libertad de conciencia y neutralidad del Estado en materia religiosa. Cada persona es libre de ser o no religiosa y de abrazar la religión que quiera, mientras que el Estado debe abstenerse y mantenerse al margen de estas creencias y prácticas personales. En este sentido, el laicismo busca separar esferas (el saber de la fe, la política de la religión, el estado de las iglesias), para garantizar la libertad de conciencia y posibilitar la convivencia entre quienes no tienen los mismos credos.

Todas las religiones, incluida la católica, deben ocupar el lugar que les corresponde en democracia: la sociedad civil, no la escuela; que debe quedar libre de cualquier proselitismo religioso. El espacio adecuado para cultivar la fe en una sociedad en la que hay libertad religiosa son los lugares de culto: parroquias, mezquitas, sinagogas u otros.

Pero esta separación iglesia-estado no se resolvió adecuadamente durante la Transición. El paso de la escuela nacional-católica de la dictadura franquista a una escuela laica o aconfesional, como la que propicia la Constitución, se impidió manteniendo unos Acuerdos con el Vaticano, heredados de las postrimerías de esa dictadura franquista, que “obligan” a que se oferte la asignatura de religión en todos los colegios y facultades de formación del profesorado de todo el Estado. El PSOE perdió una oportunidad de oro para derogarlos cuando era posible y deseado por la mayor parte de la sociedad.

No obstante, actualmente, en un Estado aconfesional como el que hemos acordado en la Constitución española, con libertad de culto, se debería impulsar y fortalecer una escuela laica, como instrumento plural, defensor de los derechos humanos y libertades, inclusiva, no sexista.

Por eso, la Escuela Pública ha de ser laica para ser de todos y todas, para que en ella todas las personas nos reconozcamos, al margen de cuáles sean nuestras creencias. Creencias personales que son un asunto privado. Por eso, la religión no debe formar parte del currículo. No por motivos antirreligiosos, sino desde un planteamiento pedagógico y social beneficioso para el desarrollo de la racionalidad del menor de edad, de su independencia y autonomía personal, para la que debe ser educado libremente.

La finalidad de la escuela no puede ser inculcar dogmas, muchos de los cuales además entran en contradicción con la razón, la ciencia y los derechos humanos, como la subordinación de la mujer o el origen mágico de la vida y el universo. Ni la escuela es lugar de exclusión y discriminación en el que niños y niñas sean separados en función de las creencias o convicciones de sus familiares, lo cual es una afrenta a la libertad de conciencia y una grave vulneración de los Derechos de la Infancia, como recoge la Declaración de los Derechos del Niño y de la Niña de 1959 y la Convención de 1989, que rechazan el adoctrinamiento y el proselitismo religioso. Separar al alumnado que comparte toda la jornada escolar, a la hora de las clases de religión, dificulta su convivencia y entendimiento, que es de donde nace el afecto y la solidaridad.

Pero es más grave aún si analizamos la normativa que establece el currículum de la enseñanza de la religión católica en la educación primaria y secundaria actualmente. Ésta convierte la clase de religión en catequesis, pese a que explícitamente afirme que huye de “la finalidad catequética o del adoctrinamiento”. La jerarquía católica, que es quien decide los contenidos de la materia de religión, no acepta la realidad de los nuevos modelos familiares y se empecina en su retrógrada concepción de la sexualidad humana, negando la diversidad sexual reconocida ya por la legislación, el derecho al propio cuerpo, a la libertad sexual y a la anticoncepción. La concepción y la práctica del catolicismo, en donde la mujer es subordinada, que mantiene y justifica un modelo sociedad patriarcal, no es compatible con la educación en igualdad que es un principio pedagógico básico. Hasta el teólogo Juan José Tamayo afirma que “los contenidos son en su totalidad catequéticos con tendencia al fundamentalismo; el pensamiento que se transmite es androcéntrico; el lenguaje, patriarcal; la concepción del cristianismo, mítica; el planteamiento de la fe, dogmático; la exposición, anacrónica”.

La religión católica actualmente tiene una carga horaria superior a la de contenidos tan importantes como la educación física o la educación artística. Es más, las clases de religión restan muchísimas horas lectivas a las demás asignaturas, que sí son importantes y acordadas por toda la comunidad educativa y social. Pero es que la religión católica ya se imparte en la mayor parte de las materias que se estudian a lo largo de la escolaridad. Para analizar el estilo arquitectónico de un templo, para explicar el Camino de Santiago o un cuadro de Velázquez o una partitura de Bach, para adentrarse en la literatura del siglo de oro o el origen de la lengua castellana y, sobre todo, para comprender la mayor parte de la historia de este país, se acude y se explica en clase la religión católica. Es incomprensible, por tanto, este empeño de la jerarquía católica, en exigir, además de los púlpitos los domingos en misa, una asignatura específica en todas las escuelas dedicada a catequesis.

Sumemos a todo ello que, el acuerdo con el Vaticano, heredado del franquismo, impone que en la Escuela Pública haya “profesores y profesoras de religión” pagados por el Estado (es decir, con los impuestos de todos y todas) pero nombrados a dedo por los obispos, que los seleccionan en función de sus creencias, de su fe, sin haber pasado, como todos los demás docentes, por una oposición en igualdad, mérito y capacidad. Más de quince mil de estos verdaderos “delegados diocesanos” figuran como personal laboral (debido a la ley educativa LOE aprobada por el PSOE) en los centros escolares de titularidad pública. Además, los obispos pueden despedirles sin tener que explicar el cese (cosa que suelen hacer en función de avatares de la vida privada de esas personas). De hecho, mientras en las demás asignaturas fomentamos el respeto a todas las personas al margen de su estado civil, la jerarquía católica despide a profesoras de religión porque se divorcian.

En definitiva, la Escuela debe ser lugar para educar en conocimientos científicos universales, en valores cívicos, no para el proselitismo o el adoctrinamiento. La Escuela debe ser neutral en el respeto a la pluralidad de opciones morales e ideológicas. La religión, que es una creencia entre otras muchas, debe difundirse en el ámbito privado de la familia y los lugares de culto.

Por eso debemos negarnos a que con el dinero público se financie ningún tipo de adoctrinamiento religioso. El art. 27.3 de nuestra Constitución recoge el derecho de las familias a que sus hijas e hijos «reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones». Pero no a que ésta formación sea impartida en los centros educativos, y menos financiada por el Estado. Las familias que quieran que sus hijas e hijos reciban formación de religiosa son muy libres de hacerlo, pero evidentemente al margen del sistema educativo.

No podemos seguir anclados en un nacional catolicismo rancio y obsoleto. Ni seguir educando con dogmas y creencias del siglo XIX a una ciudadanía del siglo XXI. Hasta un país como Irlanda, marcado por una secular tradición católica, va a sacar la religión del horario escolar. Necesitamos una escuela laica que eduque sin dogmas, en valores humanistas y universales, en la pluralidad y en el respeto a los derechos humanos, en la asunción de la diferencia y de la diversidad y en los valores éticos, no sexistas y democráticos. Queremos una escuela donde se sientan cómodos tanto las personas no creyentes, como las creyentes. La escuela un lugar para razonar y no para creer. Debemos abandonar ya la época de la superstición y avanzar definitivamente hacia la racionalidad y la ciencia. Por justicia, por convivencia en igualdad y por respeto a los derechos humanos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/09/29/religion-fuera-de-la-escuela/

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Religion in Australian schools: an historical and contemporary debate

Australia/Agosto de 2017/Fuente: The Conversation

Resumen: Australia mantiene una de las más altas concentraciones de escuelas religiosas en comparación con otros países de la OCDE. Esta proporción encaja con la mayor proporción de estudiantes que están matriculados en escuelas privadas en Australia. Aproximadamente el 30% de todas las escuelas en Australia están afiliadas a una religión, o el 94% de las escuelas privadas. La investigación del Centro de Estudios Independientes comparó esta proporción de escuelas religiosas en Australia con países como Suecia (el 2% de las escuelas son religiosas), los Estados Unidos (10% de todas las escuelas) y los Países Bajos (60% de todas las escuelas).

Australia maintains one of the highest concentrations of religious schools compared to other OECD countries. This proportion fits with the higher proportion of students who are enrolled in private schools in Australia.

Approximately 30% of all schools in Australia are affiliated with a religion, or 94% of private schools.

Research from the Centre For Independent Studies compared this proportion of religious schools in Australia to countries such as Sweden (2% of schools are religious), the US (10% of all schools), and the Netherlands (60% of all schools).

Religious schools in Australia predominantly consist of Anglican and Christian. But there are numerous religious affiliations represented in schools, and also diverse ways of practising religion.

Contextually, our population is shifting (and increasing). We have a rising population of minority religious groups; a sharp increase of people identifying with “no religion” on the census (29.6%); and a declining population of individuals identifying with Christianity. However, Christianity continues to be the dominant religion (57.7%).

But how an individual identifies on the Census does not readily translate to choosing a religious or non-religious school.

A brief history of religious schools in Australia

Historically speaking, religion in schools has always been contentious. This is a contentious issue in many parts of the world. The question of whether to include religion in schools is conflated with our views around the purpose of education.

In other words, what is the social purpose of education? What kind of views, ideologies and values do we want our children to learn in school? The topic of sex education and abstinence education is often paired with this debate.

As a democratic society, we will all have various responses to these questions.

The fact that religion is contentious, and not a unified consensus, was a motivation for the original foundation of our state or public schooling system.

In the state of Victoria, the Education Act founded our schools on the principle of “free, secular and compulsory”.

It was argued that secular education would remove religious discrimination and unite the community. Leading campaigners arguedthat religion should be taught in church and at home, rather than in schools.

Even though state schools were founded on secular principles, they were far from equitable or accessible for all.

The education acts were established in the context of the Stolen Generations, genocide and endemic racism towards Indigenous children. Indigenous people did not gain the right to vote until much later, in 1965.

Historians claim that our earlier schools were largely influenced by arguments around biological determinism and eugenics. Reportedly, leading commentators argued that you could measure a child’s head to determine their ability for academic work. Biological determinism disadvantaged poor children and Indigenous children.

Religious schools in contemporary times

Historically speaking, and also constitutionally, Australia is a secularcountry. Following this, each state and territory maintains slightly different policies around the inclusion or exclusion of religion in schools.

In Victoria, for example, the state department follows the Education and Training Reform Act. This act stipulates that public school education must be secular. Schools are not permitted to promote “any particular religious practice, denomination or sect, and must be open to adherents of any philosophy, religion or faith”.

Some groups, such as the Australian Secular Lobby, argue that the policy commitment to secularism in state schools is being eroded.

They have identified four key areas of concern:

  • the National School Chaplaincy Program, which provides funding for schools to employ a chaplain (government funding for this program has recently increased);
  • religious instruction classes conducted during school hours, predominantly by evangelical religious groups (this can be an “opt-out” or “opt-in” arrangement. In the state of Victoria, this is now held at lunchtime or out of school hours);
  • state funding for religious schools; and
  • the teaching of creationism in schools.

On the other hand, lobbyist groups such as the Australian Christian Lobby are highly active in campaigning for greater inclusion of religion in schools.

The Australian Christian Lobby has been very proactive in lobbying against the Safe Schools program. This is an example of how sex education, and sexuality, becomes conflated with religion.

A commitment to secularism?

Constitutionally, Australia is committed to secularism. However, the way in which this translates to schools, and the inclusion or exclusion of religion in schools, is slippery.

Religion and religious instruction is taken up differently across states and territories. This is influenced by the state political party, and fluctuates across voting periods. This often results in rapid changes to policy, and volatility.

It is fair to argue, then, that religion in schools is an ongoing contentious issue. This is strongly indicated by the ongoing debates and controversies surrounding government funding for religious schools.

While we may be secular on paper, government policy takes a largely empathetic approach to religion in schools, with a stronger preference for Christianity.

Fuente: http://theconversation.com/religion-in-australian-schools-an-historical-and-contemporary-debate-82439

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