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Estas son las claves de la educación y superación

Autora: Arminda García

La educación, se puede considerar como ese proceso que involucra muchos factores, el cual, facilita la transmisión de conocimientos, de valores y de cultura, con la finalidad de formar al individuo de manera integral. Esto, se logra a través de distintos medios como la palabra hablada, la lectura, la práctica, las acciones y actitudes,  provenientes de quienes tienen la responsabilidad de formarlos en la sociedad, como lo es la familia y los educadores.

 

Por otro lado, tiene como propósito, moldear personas íntegras, orientarlas en el camino hacia la superación, en base a, criterios éticos para que de esta manera, logren elevar su calidad de vida.

 

En este sentido, el aprendizaje  juega un papel muy importante para que exista un verdadero aprovechamiento. Por eso, esta capacidad de aprender, se debe dominar muy bien, demostrando siempre la mejor disposición, para encontrar la información y la preparación  adecuada.  Es un proceso dinámico, que sólo tiene efectividad,  cuando es  continuo en el tiempo, pues, las personas nunca deben dejar de aprender.

 

 

Siempre,  hay nuevos conocimientos que se pueden aprovechar. Así mismo,  es necesario  basarse en el análisis, en la reflexión y en la crítica constructiva, que  permita tomar de ese proceso, aquello que realmente se traduzca en aportes para el crecimiento y el desarrollo, tanto de forma personal como a nivel profesional.

 

Por esa razón, muchos jóvenes están dispuestos a estudiar continuamente, pues, en un mundo tan competitivo como el actual, eso permite  contar con información y adiestramiento vigente. Es una demostración, de su interés por la información actualizada, relacionada con su oficio o con su ocupación, para que así, puedan aspirar a mejores oportunidades y contar con mayores beneficios. Si la educación, no se plantea como una meta continúa, las nociones se hacen obsoletas y representaría una gran desventaja para ser exitosos.

 

 

Contar entonces con una base educativa, aleja a las personas de la ignorancia y las acerca al entendimiento.  Permite, inculcar valores positivos para formarse un criterio propio, que las lleve a actuar adecuadamente  y a establecer buenos hábitos en pro de la superación.

 

 

 

Gracias a la educación,  cuentan con herramientas para distinguirse, para desarrollar su potencial, para madurar, crear liderazgo, participar en la comunidad en distintas áreas, a la vez que, facilita a las personas disponer de mayores posibilidades  laborales que les ayude a progresar. Por eso, sin duda es tan importante para la sociedad, tener educación de calidad.

 

Fuente: https://www.panorama.com.ve/facetas/Estas-son-las-claves-de-la-educacion-y-superacion–20180730-0040.html

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Infiltraciones ideológicas colonizantes

Autor: Fernando Buen Abad Domínguez

Una ilusión manipuladora -no confesada- se desliza como si fuese el non plus ultra de toda Comunicación y Cultura. Se trata de un estereotipo ideológico que anhela controlar conciencias y conductas, al estilo nazi-fascista, como si se tratase de un logro táctico y estratégico para dirigir a las masas, milimétricamente , en lo objetivo y en lo subjetivo. Una especie de poder “iluminado” por el “Poder” para acarrear al “rebaño” por el camino de la subordinación placentera. Deseo perverso empeñado en comerciar con las conductas de los pueblos. Si lo saben, mal… si no lo saben peor.

Algunos anhelan que “una frase”, “una imagen”, “un mensaje”… tengan el poder, por sí, para de convencer a los destinatarios de ser y hacer lo que quieren los genios de la comunicación fabricantes de publicidad o propaganda, así se disfrace de periodismo, cine, televisión, radio o “ influencers ” en internet con sus “redes sociales”. El fetichismo de la comunicación individualista y mercantilizada.

Desde su perspectiva, la ideología de la clase dominante se las ingenia para imponer su reduccionismo satanizador contra la clase trabajadora como el enemigo del “bienestar”. En los trabajadores forjan un enemigo único. Contra los trabajadores se reúne a todas las fuerzas disponibles para constituirse en un sector acosado por la rebeldía de la clase subordinada. Entonces cargan sobre los pueblos los errores y defectos propios mientras se victiman y emprenden ataques inventando amenazas. Inventan su concepto de lo “popular” bajo el supuesto de que el pueblo no es inteligente y los mensajes han de ser ideados para no exigir esfuerzo intelectual y siempre sea fácil de olvidar. Tal como indicaba Goebbels: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.

Para los Goebbels de gabinete no hay límite a la exageración y la desfiguración. Todo acontecimiento es susceptible de ser convertido en “amenaza grave”. Es el viejo negocio de asustar al burgués propio para que financie ciegamente toda represión. Se educa los mass media con la idea peregrina de que “…debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente”… “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”. Incluso de la repetición hasta la náusea, pretenden hacer su renovación. Para eso se empeñan en imponer “información” y silogismos efímeros dichos como si fuesen verdades eternas. Eso se logra sólo con el desarrollo de un modelo de indiferencia tozuda ante todo lo que los pueblos denuncian y repudian. Y todo eso a condición de que parezca verdad. No importa cuántas fuentes haya que silenciar o cuántas falacias haya que infiltrar para garantizar el reino del engaño. Cultura “fake”.

Tal filosofía de la manipulación sólo funciona al precio de silenciar a los pueblos. Cortarles toda posibilidad de comunicación independiente al discurso hegemónico a su lógica y su estética. Y, principalmente, tal filosofía de la comunicación hegemónica ha de operar sobre las bases de su propia tradición dominante y de la necesidad de trascender los planos de lo material para convertirlos en cultura y en arte que los pueblos subordinados deben aprender a disfrutar. Eso incluye amar a toda la parafernalia alienante, sus ídolos y sus héroes, sus fiestas y sus ritos como si fuesen propios. Gozar la subordinación, disfrutar la esclavitud y principalmente enseñar a los pueblos a agradecerla con aplausos y con raiting . Dicho de otro modo, consolidar una cultura de la subordinación que se divierte sumiso con cualquier chatarra material e ideológica que le imponga el aparato de comunicación y cultura dominante. Y convencerse de que es lo mejor que la humanidad ha conseguido, que debe defenderlo con su vida y ha de heredar a su descendencia.

Tal paradigma de la dominación cultural y mediática, con su ilusionismo de genios goebbelianos , es un un dispositivo ideológico amasado, larga y corporativamente, en la progresión, hasta hoy imparable que implica acumulación de las herramientas de producción de sentido y la dominación de los campos semánticos que reducen los contenidos de casi todo pensamiento a sofismas de mercado dogmatizados. Al servicio de esto compiten desaforadamente personas y empresas para convencernos (y convencer a sus clientes) de que sus “campañas” y sus “ideas” son la solución mágica a la crisis de sobreproducción que ahoga al capitalismo y a los focos de rebeldía y revolución que proliferan, por todo el planeta, como signos claros de hartazgo ante los estragos del capitalismo contra la humanidad y contra el planeta todo.

Pero el ilusionismo de los discípulos de Goebbels termina cuando la realidad toma la palabra. No pocos de sus feligreses desesperan si las fórmulas de la dominación no funcionan como dicen sus manuales. Y es que olvidan la inteligencia dinámica del pueblo trabajador que es infatigable en su resistencia simbólica aunque luche en condiciones asimétricas. Incluso las “victorias” comunicacionales hegemónicas se diluyen en lo efímero de sus intereses y sus fundamentos convertidas en fuente de creatividad para que los pueblos produzcan humor, sarcasmos, ironías, cancioneros, dramaturgias y todo tipo de guerrilla semiótica que, más temprano que tarde, ayudan a conjurar los efectos de las ofensivas hegemónicas a condición de que medie una lucha (o un conjunto de luchas) desde el campo laboral, el campo de las ciencias, el campo de las artes o de cualquier género desigual y combinadamente.

El mito del genio goebbeliano en Comunicación y Cultura es una mercancía más que el sistema se vende a sí mismo -y a sus víctimas- para hacerse pasar por invencible. Eso no implica que sea inocuo ni implica que sus maquinarias sean fáciles de vencer. Lo que implica es que, además de mostrarnos muchas de nuestras debilidades, evidencia la urgencia de trabajar para desmontar todas sus parafernalias y dejar en claro que el único verdadero genio creador de las estrategias más efectivas, a largo plazo, es el pueblo en lucha emancipadora. De esa lucha emergen y han emergido siempre las estrategias y las herramientas más poderosas que, en todas sus variables, constituyen un patrimonio extraordinario al tiempo que un desafío permanente. Acaso, una de nuestras mayores derrotas y deudas, consiste en no haber sabido compendiar todas esas victorias en un mapa general que nos permita reconocernos victoriosos en semejante lucha. También nos han balcanizado en conocimiento sobre nuestras propias fortalezas y victorias. El colmo.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=243621

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A favor de la esperanza, contra la esperanza

Autor: Salvador López Arnal

Reseña de Filosofía y esperanza. Ernest Boch y Karl Löwith, intérpretes de Marx, de Diego Fusaro

Breve e interesante. Para aficionados al filosofar y a la filosofía especialmente. Marxistas o no marxistas.

Una breve noticia sobre el autor en la solapa interior. Un resumen: nacido en 1983, habitual colaborador de La Stampa Il Fatto quotidiano, Diego Fusaro [DF] enseña filosofía en un lugar más que singular, en el Instituto Alti Studi Strategici e Politici de Milán. Ignoro las características de ese “Instituto de altos estudios estratégicos y políticos”. El Viejo Topo publicó en 2017 su ensayo Todavía Marx: el espectro que retorna.

La estructura del libro: Introducción. 1. Karl Löwith; filosofía o esperanza. 2. Ernst Bloch: filosofía y esperanza. 3. Bloch y Löwith frente a Marx. 4. Conclusión. Ocaso del marxismo, ¿eclipse de la esperanza? Bibliografía.

El asunto discutido es este:

Junto a viejas cuestiones como las relaciones entre la infra y la supraestructura, el de la legitimidad de la esperanza es uno “de los principales problemas sin resolver que Marx ha dejado como legado a sus sucesores”. Surge el dilema cuando hace un diagnóstico, con rigor de científico, del inminente derrumbe del capitalismo a causa de sus propias contradicciones y, al mismo tiempo, incita a los trabajadores a movilizarse, a derrocarlo. Por tanto, desde el análisis del autor, hay en Marx una superposición problemática, no resuelta en su opinión, entre las dimensiones (no homogéneas) de la ciencia y la esperanza, del conocimiento y la utopía, de lo descriptivo y analizado y lo prescriptivo. La aporía señalada puede resumirse así: albergamos la esperanza de que algo ocurrirá necesariamente (la destrucción del capitalismo) o bien, por el contrario, le asignamos un valor científico a la esperanza. Esta tensión conceptual, sostiene DF, acompaña al pensamiento de Marx a lo largo de los años. ¿Cómo pueden combinarse los imperativos científicos con los morales?, se pregunta. Más aún: ¿qué sentido tiene esperar algo que ocurrirá inevitablemente? Esperanza, necesidad, ¿no es una clara contradicción?

Los autores comentados, Bloch y Löwith, leen a Marx a luz del paradigma interpretativo que se plantea como una auténtica hermenéutica de la esperanza. Pero sus soluciones, las conclusiones a las que llegan son radicalmente opuestas. “Para Bloch el marxismo es el heredero legítimo de las esperanzas que siempre han animado al hombre; por el contrario, para Löwith, no es más que una desviación indebida del camino de la filosofía, porque su núcleo más auténtico -la esperanza- se descarría de los senderos filosóficos” (p. 11). A favor de la esperanza, contra ella. Bloch interpreta la esperanza, la verdadera alma del marxismo, como su puente fuerte; Löwith, por el contrario, quien también coincide con esa interpretación sobre el marxismo y su alma esperanzada, sostiene que ese es precisamente su talón de Aquiles, su punto débil, su contradicción interna, su autodestrucción.

Si Bloch concibe el marxismo como la más alta filosofía por el decisivo papel de la esperanza en la teoría y en la praxis, Löwith liquida la esperanza porque su actitud es la menos filosófica de todas: “se relaciona más con la fe que con la razón” (p. 12). Nada menos. Fideísmo versus racionalismo. Para ambos, “Marx no solo es el filósofo con más esperanzas, sino también el que hizo soñar a todos aquellos que creyeron en el, ofreciendo un auténtico horizonte común a la esperanza de millones de personas que, hasta 1989 [hasta la caída del Muro de Berlín], albergaban un único sueño” (p. 13).

La actitud filosófica de Löwith la resume DF en al disyuntiva excluyente: filosofía o esperanza (y no ambas a la vez). La de Bloch la resume en una conjunción: “filosofía y esperanza”, solo cuando hay esperanza hay filosofía en su sentido más verdadero, más auténtico. El principio esencial, esperanza. DF desarrolla ambas aproximaciones en los siguientes capítulos del libro.

Algunas de las tesis finales del autor: 1. Interpretar el ocaso del marxismo como el fin de la esperanza es, tal vez, una ecuación demasiado fácil e inexacta. 2. También lo es la fórmula löwithiana según la cual el nacimiento de la esperanza debería relacionarse con el fin del mundo de los griegos. 3. En la estela de Bloch, podemos preguntarnos: el futuro puede albergar alguna esperanza que no sea la marxista. ¿Puede llegar a ser, si la respuesta es afirmativa, igual de fuerte que lo fue la esperanza marxista, compartida por millones y millones de seres humanos? 4. Si ya resulta imposible creer en Marx (enterrado en su sueño, según DF, bajo el muro de Berlín), que esta nueva esperanza, propone DF, tome en cuenta al menos lo que Derrida llamó los espectros de Marx. 5. La expresión derridiana pone en evidencia, de manera sobresaliente en el pensar de DF, cómo hoy Marx aunque a menudo olvidado y renegado, es, por así decirlo invisible pero igualmente presente en todas partes: “cada vez que nos negamos a aceptar las ideologías que nos proponen, cada vez que no aceptamos el estado actual de las cosas, antes bien lo criticamos y superamos en vista de lo que aún no ha sido, convencidos de que un mundo mejor aún es posible” (p. 93).

Una de las consideraciones de las conclusiones: “En este nuevo contexto, el capitalismo se vuelve como el aire que respiramos, algo a lo que estamos acostumbrados y del cual ya no podemos prescindir; puesto que se presenta como el único modelo a escala mundial, resulta imposible someterlo a crítica en nombre de algo que se ha fracasado, absorbido por su antiguo rival. Se pierde la esperanza en el otro, porque el otro ya no existe” (p. 90). Otra no menos importante desde la perspectiva e interpretación de DF: “… haciendo de nuestra época, “la época de las pasiones tristes”, del miedo y el terror, del aburrimiento y la indiferencia, del grado cero de esperanza; una época que, tal vez, careciendo de esperanzas, le hubiera agradado a Löwith, pero que, sin duda, dejaría a Bloch en un estado de afasia” (p. 92).

Conviene leer (y reflexionar) las conclusiones con la mayor calma y concentración posibles.

DF abre el libro con una cita de Lenin, del ¿Qué hacer? nada menos. Es la siguiente: “Pregunto, ¿tiene un marxista algún derecho a soñar, sabiendo que, según Marx, la humanidad siempre se plantea tareas realizables?”. Posible respuesta tras la lectura FyE: no sólo tiene algún derecho, sino que tiene todos los derechos precisamente por eso, porque la Humanidad socialmente activa se plantea, en la mayor parte de las ocasiones, tareas realizables. Para conseguir esas tareas realizables hay que soñar… y hay que tener una esperanza temperada, razonable, no alocada. Francisco Fernández Buey nos habló de todo ello en uno de sus libros imprescindibles, muy hermosamente editado, Utopías e ilusiones naturales.

De hecho, la segunda cita del libro, la que abre la introducción nos da la clave de muchos pasajes: “Se verá entonces que desde hace mucho tiempo, el mundo posee el sueño de una cosa de la que tan sólo le falta tener la conciencia para poseerla realmente.” Es de Marx, del joven Marx de 25 años, de una carta a Arnold Ruge que escribió en septiembre de 1843. Probablemente demasiado confiado, pero, en cualquier caso, esperanzado. Aunque, ciertamente, la esperanza, como el ser o mil términos afines, se declina o se puede decir de muchas maneras.

Asuntos menores: hubiera convenido un índice onomástico y conceptual, un breve glosario… e incluso ¡un índice!, el usual de todos los libros. Pecata minuta.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=244356

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Escuela, educación y cultura en Colombia

Por Oscar Sánchez

Definir la cultura es algo muy difícil. No pretendo pontificar en dos párrafos sobre lo que ha ocupado a las mentes más lúcidas de todas las civilizaciones durante milenios. Afirmemos solamente que ante todo somos cultura. Es decir que aprendemos (o apropiamos) la cultura todo el tiempo, de modo cotidiano, a veces intencional y generalmente no inintencionado. La lengua; la corporeidad; las costumbres; las creencias; los patrones de consumo, progreso y equidad y hasta las ideas de lo bello y lo bueno suelen formarse a través de relaciones familiares y comunitarias, de experiencias de amor y poder y de mensajes recibidos a través de los medios de comunicación. Se aprenden sin mayor esfuerzo y con pocas elecciones.

Lo que nos permite hacer una distinción: la educación, aunque parte de la cultura, es un esfuerzo deliberado orientado a fortalecerla o transformarla. Lucha con o junto a la cultura con objetivos, contenidos, métodos y jerarquías firmemente definidos. Fíjense que a la hora de aprender, la una es veloz y natural, y la otra, lenta y exigente. Por eso, si queremos que la educación tenga el poder de actuar sobre la cultura, hay que tomarse muy en serio su tarea. Lo que no pueden ser las escuelas es ni ajenas a la cultura ni pretendidamente libres de creencias o valores. En cambio, aunque sea más difícil y escaso, pueden convertirse en un ámbito que abre puertas a las personas, asumiendo un desafío ético liberador y un rol, sobre todo, facilitador.

Digo lo anterior porque las escuelas pueden ayudar a que las comunidades transmitan a sus niños su tradición y los formen para adaptar el conocimiento universal a sus necesidades locales. Pueden mezclar elementos vernáculos y cosmopolitas. O pueden sostener unida a la nación y próspera a la economía como pieza de un engranaje institucional al servicio de las creencias de élites religiosas, políticas o empresariales. Y esas élites pueden ser de muchos signos ideológicos, pero en Colombia son dominantemente conservadoras.

Las escuelas pueden ayudar a que las comunidades transmitan a sus niños su tradición y los formen para adaptar el conocimiento universal a sus necesidades locales.

La violencia y la injusticia social están naturalizadas en nuestro machismo, clasismo, frivolidad y urbanocentrismo. Y los medios de comunicación y demás formas de reproducción de las creencias a lo sumo son hipócritas, cuando no cínicas frente a esos desafíos culturales. Pero los proyectos escolares para integrar en la educación a las personas diversas en circunstancias igualitarias y para reflexionar sobre el poder y la inequidad en la sociedad suelen ser vistos con recelo, cuando no descalificados de modo agresivo. Y doy cuatro ejemplos:

1. Los programas especiales para ofrecer educación de excelencia y apropiada a su contexto para poblaciones campesinas, indígenas y afrodescendientes no se logran concretar; todos decimos que sí, que muy importante, pero nuestra manera de ver el mundo no reconoce el valor del ámbito rural.

2. Frente a la discriminación homofóbica en los colegios se imponen fundamentalismos religiosos que justifican la violencia.

3. El sistema cada vez está más dividido por capacidad de pago y origen social, y hoy hay unos diez tipos de educación segregada desde los muy ricos, pasando por los ricos, las clases medias altas, las clases medias populares, hasta varios tipos de divisiones entre colegios para personas pobres; pero cuando se expresa la necesidad de romper ese tipo de barreras juntando a los chicos en condición de pares para tener una verdadera sociedad de ciudadanos, los padres de familia y asociaciones de colegios se oponen con todas sus fuerzas.

4. Se habla de educación para la ciudadanía, pero los ejercicios genuinamente democráticos en las escuelas, que cuestionan el poder dentro de esas instituciones, son casos muy excepcionales.

Cuando han existido políticas educativas en Colombia que han querido aprender de escuelas alternativas, democráticas, incluyentes o que han apostado por la equidad para generalizar sus experiencias, esos esfuerzos han sido rápidamente neutralizados. Las ideologías moralmente retardatarias se han impuesto, y en el mejor de los casos se entiende que el papel de la educación pública llega hasta el mejoramiento de condiciones físicas o el fortalecimiento de las competencias laborales de los estudiantes pobres, dejando que las clases medias accedan a un mercado educativo a la medida de los padres consumidores. ¿Quién se atreve a proponer escuelas realmente nuevas para una educación que transforme los rasgos trágicos de nuestra cultura?

Fuente del artículo: https://www.google.com/amp/www.eltiempo.com/amp/opinion/columnistas/oscar-sanchez/escuela-educacion-y-cultura-en-colombia-239322

 

 

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Pueblo nativo ka’apor crea su propio sistema educativo en Brasil

América del Sur/Brasil/23.07.18/Fuente: mundo.sputniknews.com.

 Los indígenas brasileños ka’apor están impulsando desde hace cinco años un sistema educativo propio para recuperar su cultura y no depender del «karaí» (hombre blanco), lo que desconcertó a las autoridades del Gobierno.

«Aquí ya no quedaba nada de la cultura ka’apor, solo la lengua, el resto se perdió, pero con mi generación está volviendo (…) Ahora todos los niños conocen los cánticos tradicionales, y hemos creado un sistema educativo propio, formando a nuestros propios maestros», explicó a esta agencia Itahú Ka’apor, uno de los líderes de esta comunidad de 1.700 integrantes.

Selva amazónica
© FOTO : JOAN ROYO GUAL

Los ka’apor viven distribuidos en 11 aldeas en el interior del estado de Maranhão (noreste de Brasil), en una zona de la selva amazónica muy deforestada y con intenso contacto con la cultura y el modo de vida de la población occidental, lo que según Itahú acabó perjudicándolos.Itahú asegura que pasaron muchos años soportando el choque con las instituciones del Estado brasileño, que mandaban a las aldeas a profesores que no hablaban su idioma y que no tenían interés en su cultura, o a técnicos que en lugar de ayudarlos a preservar su territorio se involucraban en esquemas corruptos con los madereros ilegales que talan sus bosques.

Grupo de niños indígenas ka'apor
© FOTO : JOAN ROYO GUAL
Grupo de niños indígenas ka’apor

Los ka’apor tienen fama de ser un pueblo combativo y en el pasado libraron varias «guerras» contra los colonos para no someterse al Estado; actualmente tan solo 20% de ellos tienen nociones de portugués.

El mal de los caciques

En la vida comunitaria siguen una jerarquía horizontal.

Sin embargo, cuando la estatal Fundación Nacional del Indio (Funai) empezó a trabajar con ellos impuso la figura del cacique para establecer interlocutores, algo ajeno a la cultura de este pueblo que empezó a dar problemas enseguida, relata Itahú.

El edificio de la Fundación Nacional del Indio
© FOTO : JOAN ROYO GUAL
El edificio de la Fundación Nacional del Indio

Algunos ancianos «traicionaron» a su comunidad permitiendo la entrada de colonos en la reserva, y con ellos llegaron no solo la deforestación ilegal, también el alcoholismo y enfermedades del «karaí» que hasta entonces eran prácticamente desconocidas, como la hipertensión o la diabetes.En 2013 los indígenas crearon el Consejo Ka’apor y expulsaron a todos los foráneos; se organizaron para luchar contra los madereros invasores, pero también entendieron que la educación es un puntal básico en su proceso hacia más autonomía, explica a Sputnik el antropólogo José Mendes, que trabaja con ellos desde hace años.

La esencia es la lengua

«El idioma es una de las pocas cosas que les quedan, así que decidieron que los niños no aprenderían portugués hasta los 10 años», comenta, recalcando que el nuevo sistema educativo ka’apor ha sido diseñado en función de sus necesidades; el programa académico, por ejemplo, está guiado por el ciclo productivo de la tierra.

La mayoría de los ka’apor son analfabetos y ninguno de ellos llegó siquiera a un instituto de educación secundaria; las barreras culturales son inmensas, así que su sistema propio ofrece conocimientos básicos y después la posibilidad de especializarse en cuatro profesiones: técnico agricultor, gestor político, enfermero o profesor.En un principio, el Gobierno de Maranhão (que ejerce las competencias del Estado en materia educativa) no vio con buenos ojos la propuesta, pero últimamente está dando pasos para homologar este sistema en la legislación brasileña, aunque los ka’apor desconfían y temen que las autoridades quieran, de nuevo, apropiarse de lo que es suyo para colgarse una medalla.

Madre con su niño
© FOTO : JOAN ROYO GUAL
Madre con su niño

Desde la creación del Consejo Ka’apor hace cinco años se han recuperado tradiciones y rituales que estaban en desuso, pero los propios indígenas saben que su realidad es interdependiente de la de la población occidental.Muchos de sus alimentos ya no provienen de la caza, sino de los supermercados de Santa Luzia de Paruá, a 40 kilómetros de distancia.

Muchos visten camisetas de algodón y algunos usan celulares y motocicletas, pero la intención de los ka’apor no es renunciar a eso para volver al aislamiento de la selva, resalta Itahú, sino aprovechar las herramientas de la civilización occidental para defender sus intereses.

«Ante todo somos indígenas, pero luego muchas veces tenemos que luchar contra el Gobierno, y eso se hace con papel, con documentos, y esas cosas tenemos que aprenderlas con el hombre blanco», explica.

Por ello, dentro de su programa pedagógico hay un módulo dedicado a «la cultura de contacto».

«Me pinto la cara como ellos»

Si en el ámbito educativo se produjeron algunos avances, la situación es más crítica en lo que respecta a la salud: los indígenas se quejan de que en los hospitales de la región no hay traductores ni personal especializado en medicina indígena, por lo que muchos temen salir de la aldea y acaban muriendo.

Indígena peruano vestido como rey inca
© AP PHOTO / SEBASTIAN CASTAÑEDA

En apenas dos años 38 indígenas murieron por enfermedades como leishmaniasis, neumonía y tuberculosis, infección que se ceba especialmente con los niños, según explica Odete Oliveira, quien trabaja en la aldea de Ximborendá como técnica de enfermería y tiene que lidiar cada día con la falta de medicamentos.»Aquí entramos como enfermeros y nos convertimos en defensores de su causa (…) cada vez que salgo de la aldea y voy a la ciudad me pinto la cara como ellos, así cuando entro en un órgano público me preguntan ¿ah, eres india?, y pasó por lo que ellos tienen que pasar cada día», dice Oliveira, remarcando que son víctimas de muchos prejuicios.

Los Ka’apor mantienen algunos saberes tradicionales y usan raíces y plantas medicinales para tratar algunas dolencias, pero después de años de contacto con el mundo occidental se volvieron dependientes y necesitan el apoyo del Estado del que tanto desconfían.

Fuente de la noticia: https://mundo.sputniknews.com/americalatina/201807181080502881-pueblo-nativo-kaapor-crea-su-propio-sistema-educativo-brasil/

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Paraguay vota por una educación inclusiva

Redacción: Prensa Latina

El Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) de Paraguay presentará hoy los lineamientos para un Sistema Educativo Inclusivo, un ambicioso proyecto que pretende darle un vuelco a la enseñanza en el país, argumentaron fuentes de esa cartera.

El plan busca aumentar mediante las prácticas educativas, culturales y políticas, el acceso y el aprendizaje de todas las personas sin discriminación.

Los lineamientos -aseguran las fuentes-, condensan conceptos, normativas, procedimientos y estrategias que facilitan la implementación efectiva de la Ley Nº 5136/13 de Educación Inclusiva.

El documento aborda tres ejes fundamentales: política, cultura y prácticas educativas, bases de la realidad social de toda la comunidad educativa.

Esas tendencias son el resultado de un proceso de creación en el que se acoplaron maestros, directores, alumnos, supervisores y técnicos de diferentes dependencias del MEC; referentes de organizaciones relacionadas a personas con discapacidad, educación y niñez, entre otros.

Con los lineamientos las autoridades de Educación se proponen echar abajo el mito de que la inclusión es solo garantizar la participación y aprendizaje de las personas con discapacidad.

Reafirman además, que la inclusión supone transformar el sistema educativo, eliminando barreras y brindando los apoyos necesarios para facilitar el acceso y el aprendizaje de todas las personas sin discriminación.

Es importante destacar -recalcan desde el MEC-, que el material fue elabortado en el marco de la implementación de experiencias piloto, iniciadas en octubre del 2016 y que finalizan en diciembre del 2018.

Fuente: http://prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=193073&SEO=paraguay-vota-por-una-educacion-inclusiva
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