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Cenen con sus hijos

Por: Carina Farreras

Una discreta maestra de Texas ha encendido un sonoro debate en los medios de comunicación americanos con una sencilla carta enviada a los padres de sus nuevos alumnos. Televisiones y medios de comunicación la han entrevistado de costa a costa del país, y su misiva ha sido comentada por psicólogos, pedagogos y profesores. Samantha Gallagher, una madre de segundo de primaria del colegio de Godley (Texas), del que la mencionada maestra, Brandy Young, es tutora, colgó la carta en Facebook y en pocas horas había sido leída por 70.000 personas.

Young tiene el acierto de escribir de forma llana un mensaje de un par de párrafos que da en la diana en dos aspectos candentes en la crianza norteamericana (y de cualquier país del mundo, incluida España): los deberes y la vida fa­miliar.

«No habrá deberes este año”, anuncia la profesora a las familias de sus alumnos de 7 y 8 años. “Pero a ustedes les pido que pasen las tardes haciendo cosas con ellos porque eso sí que está demostrado que mejora el éxito escolar”, indica Young. Y añade: “Cenen como una familia, lean juntos, jueguen al aire libre y acuéstenlos pronto”, aconseja.
Carta a los padres de la profesora norteamericana Brandy Young
Carta a los padres de la profesora norteamericana Brandy Young (FACEBOOK)

La maestra argumenta que ha estado investigando y ha visto que “los estudios no han podido demostrar que los deberes mejoren el desempeño escolar”. Por tanto, se compromete a no poner tareas extras aunque los niños sí llevarán a casa los trabajos que no hayan terminado en el aula.

A cambio, pide a los padres más participación familiar. La dirección de la escuela apoya a Young, pero afirma que no se trata de una decisión de la escuela. Además de los medios de comunicación, el asunto ha sido muy comentado en las redes con opiniones muy polarizadas. Algunos padres celebran la carta. “Mi hija ya quiere a su nueva profesora”, señaló la madre que colgó la misiva en Facebook. Muchas familias se quejan de que los deberes tienen un impacto en el hogar y en las actividades de la familia. Otros creen que causa tensión en el hogar, lo que termina repercutiendo en una mala relación con el colegio.

Sin embargo, también hay detractores. “¡Otro profesor que apoya la banalización de EE.UU.!” o “Responsabilidad es una cualidad que se cultiva”, o “¿Y las rutinas y hábitos?”. Incluso se recomiendan el método de los 10 minutos diarios que aumentan con los cursos. Algunos de estos opinadores temen que los niños de culturas orientales estén mejor preparados pues sus padres sí se preocupan de su educación. Al respecto, la OCDE denunció las jornadas excesivas a las que los progenitores someten a los niños. El pasado martes, un preadolescente de 12 años moría apuñalado por su padre, que le recriminaba no haber estudiado suficiente en una prueba de acceso a un colegio privado que el niño suspendió.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20160825/404178657932/cenen-con-sus-hijos.html

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El precio de la Cultura.

Por: Jose Elizondo.

Dice Eduardo Galeano en su “Patas arriba, la escuela del mundo al revés” que el mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y a aceptar el futuro en lugar de imaginarlo (…) que su escuela es una escuela del crimen, en la que son obligatorias las clases de impotencia, amnesia y resignación. Sin embargo nos recuerda no hay desaliento que no busque su aliento y así tampoco hay escuela que no encuentre su contraescuela.

Y es que si como decía Sócrates el conocimiento nos hará libres, cada vez resulta más evidente que a  la libertad le han puesto precio y si aspiras alcanzarla, pasando antes por la universidad, deberás contratar un plan de pensiones y domiciliar tú nómina en el banco de turno. La esclavitud posmoderna se descarga como última aplicación para tu móvil en esta cooperativa de consumidores en la que se ha convertido la cultura, como ya advirtiera  el sociólogo francés Zygmund Bauman. Como metáfora explicativa quizás la cooperativa de consumidores nos lleva a entender esa eterna insatisfacción que conlleva el deseo de la Libertad con mayúsculas. Porque siempre necesitamos más libertad de la que tenemos y cuando la ponemos precio jamás tendremos dinero suficiente.  Y quizás de eso se trate, de seguir pagando por un deseo inalcanzable. O de pagarlo caro…

Siempre subyacerá el debate sobre el papel  de la Universidad, como paradigma de saber, dentro de nuestra sociedad. Pero, ¿saber qué y para qué? Si como herramienta emancipadora, algo a día de hoy quizás demasiado utópico y relegado a nostálgicas distopías sesentayochescas. O como fórmula de ascenso y promoción en el escalafón del estatus social. Algo que, a día de hoy,  quizás debiera de ir acompañada de vacunas que curen el conocido virus de la “titulitis”,  junto con manuales de autoayuda que te expliquen cómo gestionar la frustración de una promesa incumplida cuando tras años de estudios, cursos, becas etc…te encuentras en la cola del paro por estar sobre-cualificado. Por no haber cumplido sus expectativas que, sin saber cómo, se convirtieron en las tuyas.

De ahí también la reflexión y el debate sobre si realmente se ha superado esa visión elitista y restringida en una sociedad que intenta entender e integrar a una generación denominada NI-NI. En un país con reformas educativas (LOMCE) donde son marginadas asignaturas como Filosofía. Terrible alegoría de la realidad. El pensamiento crítico convertido en una opción: Que el mero ejercicio de pensar-reflexionar-cuestionar acabe arrinconado hasta considerarlo como algo innecesario hace que el triunfe ese mantra repetido y aprendido: ¿Y “esto” para qué me servirá? Que traducido, podría ser algo así como: ¿De qué me  servirá pensar-reflexionar-cuestionar, el día de mañana? Un día de mañana que se convierte en un hoy impotente, amnésico y resignado.

Una simple elección donde un estudiante podrá cursar la educación obligatoria sin haber conocido a Platón, Marx, Kant o Sartre, entre otros pensadores claves para entender el pensamiento occidental, no deja de ser una buena forma de entender cómo el conocimiento se puede convertir en una fábrica de grilletes. Pues si de  la filosofía emana el pensamiento crítico, pilar fundamental de la democracia, quizás no sea siquiera necesario leer entrelíneas. Quizás, también por ello, debamos preguntarnos hasta qué punto se ha dado una verdadera democratización del conocimiento y hasta qué punto se rompen las desigualdades de origen en pos de la reiterada igualdad de oportunidades. ¿Igualdad de oportunidades para elegir pensar o no? ¿Igualdad de oportunidades para intentar comprar la ilusión de lo que no soy?

Tal vez por eso arremeta Galeano contra lo que él llama “Los modelos de éxito” y en los que las posibilidades de que un banquero que vacía un banco pueda disfrutar, en paz, del fruto de sus afanes son directamente proporcionales a las posibilidades de que un ladrón que roba un banco vaya a parar a la cárcel o al cementerio. Y en las que el mismo banco  te ofrece créditos para tu formación universitaria manipula sus cuentas para imponer recortes laborales. Lo que no dejan de ser relaciones de poder. Y como decía el filósofo francés Michael Foucault “el poder no opera en un solo lugar, sino en lugares múltiples: la familia, la vida sexual, la forma en que se trata a los locos, la exclusión de los homosexuales, las relaciones entre los hombres y las mujeres (…) relaciones todas ellas políticas. No podemos cambiar la sociedad, a no ser que cambiemos éstas relaciones“.

Así, la pregunta sobre la universidad, como en la vida misma, es cual es el objetivo derivado de acceder al conocimiento; si cambiar la sociedad, o apuntalar aquello que consideramos incuestionable (dogmatismo) dentro de un  espacio  más, donde competir y encajar,  en el que no es necesario pensar, sino acumular datos hasta convertirnos en la mejor y más descargada aplicación para móviles desmovilizados de La última generación. ¿A qué precio?

O quizás sea como escribía Jean Francois Lyotard y los seres humanos alcanzamos nuestra humanidad más plena y real en la niñez. Y a partir de ahí empezamos a deshumanizarnos, a olvidar, a pagarlo con la vida…

Fuente: http://www.elfaradio.com/2016/10/03/el-precio-de-la-cultura/

Imagen: http://www.elfaradio.com/wp-content/uploads/2016/10/el-conocimiento-nos-har%C3%A1-libres.jpg

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Venezuela Investigadores de África y Latinoamérica participarán en congreso de antropología en Mérida.

Investigadores de África y América del Sur participarán este lunes en el I Congreso Internacional de Antropología, que se llevará a cabo en la Universidad de Los Andes (ULA), ubicada en el estado Mérida.

El acto de inauguración será a las cuatro de la tarde en las instalaciones del Aula Magna de la ULA. La entrada es libre y se pueden consultar los horarios de los conversatorios en el portal web del evento,www.antropologiasdelsur.org.ve.

En las actividades, que se llevarán a cabo en diferentes instalaciones del campus universitarios, se contará con la presencia de investigadores como Esteban Krotz, doctor en Filosofía de la Universidad de Munich, Alemania, y profesor de la Universidad de Yucatán, México; Eduardo Restrepo, fundador de la Red de Antropología del Mundo y profesor de la Universidad de Carolina del Norte y en Colombia; Esteban  Mosonyi, doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Central de Venezuela así como Jacqueline Clarac, doctora en Antropología por la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París y profesora de la ULA, refiere una nota de prensa.

Además de los conversatorios, se realizarán proyecciones de materiales audiovisuales de cada uno de los 16 simposios del Congreso, distribuidos en ocho ejes temáticos, que finalizará el viernes 14 de octubre.

Se prevé que el miércoles, en conmemoración al Día de la Resistencia Indígenas, los investigadores realicen una visita al moján Valerio Gutierrez y a la laguna de Urao en Lagunilla, ubicado en la entidad andina, agrega la nota.

Fuente:

http://www.onlinenewspapers.com/spanish-index.htm

Fuente Imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/z8yChbV099d18WuCiJ9TGvh-LWjOz7V6Z3Ay5MJAREiT_Fd2C02FQpmkPqsMN8P6N_QJHA=s85

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10 de octubre: Día Mundial de la Salud Mental

Entrevista a:  a Marco Antonio Garavito

Niñez desaparecida en la guerra: una afrenta a la Salud Mental

Entrevista a Marco Antonio Garavito, de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental, con motivo de la inauguración de la Exposición fotográfica «Niñez desaparecida por el conflicto armado interno en Guatemala».

https://www.facebook.com/marcelo.colussi.33

La Salud Mental, a partir de ancestrales prejuicios que nos siguen dominando, es asociada a una visión psiquiátrica, siempre de la mano de la mal definida y atemorizante «locura». Pero es hora de romper esos mitos, esos tabúes estigmatizantes. La Salud Mental debemos entenderla como la capacidad de movernos productivamente en nuestro medio, encontrando los espacios de goce en el mismo, sin dañar a terceros ni a nosotros mismos. Ello abre interminables debates, que no intentaremos desarrollar aquí, pero que no podemos menos que decir que constituyen una agenda pendiente: la idea de «loco», «manicomio», «peligrosidad» y «exclusión» rondan todo esto. En el Día Mundial que la celebra (el 10 de octubre) parece oportuno presentar una visión alternativa: la Salud Mental no tiene que ver con la falta de delirio o alucinación ni con principios moralistas normativizantes, sino con construcciones histórico-sociales, por tanto: cambiantes. Ella está en la comunidad: romper el silencio, hablar de los problemas y buscar soluciones colectivamente consensuadas es un camino para planteárnosla, alejándonos de la estigmatización del «enfermo mental», del «loco».

Las recientes guerras internas que vivió buena parte de Latinoamérica (expresión de la nunca desaparecida lucha de clases, aunque de ella hoy día no se hable) tuvieron como una arista de capital importancia el ataque psicológico a las poblaciones. La desaparición forzada(http://www.narrativayensayoguatemaltecos.com/ensayos/ensayos-sociales/juzgar-y-castigar-los-crimenes-de-guerra-desapariciones-forzadas-e-impunidad-marcelo-colussi) de personas fue un mecanismo del horror que las definió en muy buena medida. Reparar las heridas que ello trajo aparejado es una fenomenal tarea que abona a la Salud Mental.

Guatemala, lamentablemente, tiene el mayor porcentaje de desapariciones forzadas en toda Latinoamérica (casi el 50% del total: 45,000 personas); muchas de ellas estuvieron dadas por niñas y niños, que corrieron suertes diversas: fueron dados en adopción, vendidos, llevados al extranjero, etc. Años después de producidos esos hechos, algunas organizaciones no gubernamentales se dieron al trabajo de fomentar los reencuentros entre esa niñez desaparecida y sus familias de origen. Ello, sin dudas, constituye un enorme elemento en favor de la Salud Mental.

La Liga Guatemalteca de Higiene Mental es una de estas organizaciones. De hecho, tiene un programa específico, llamado «Todos por el reencuentro», que a la fecha ha producido ya 437 reencuentros. Para adentrarnos más en el tema y ver cómo esas acciones son parte fundamental de una estrategia de Salud Mental, le damos la palabra a su director, el Psicólogo Marco Antonio Garavito.

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Pregunta: ¿Por qué la búsqueda de la niñez desaparecida en el conflicto armado interno puede ser parte de una estrategia de Salud Mental?

Marco Garavito: Desde que la institución nació, hace ya 64 años, su tema central fue siempre la Salud Mental. El tema que aquí nos ocupa, la desaparición forzada de personas, y para el caso: niñas y niños, es algo que toca directamente el campo de la Salud Mental, de la subjetividad, del dolor psicológico que ese hecho provoca. Como institución entramos al tema no solo porque esto tenga un lado político ni porque seamos específicamente una organización de derechos humanos -aunque todo eso está implícito- sino porque es algo que tiene que ver directamente con la Salud Mental. Nos interesa el tema porque entendemos que aquí hay una gran posibilidad para trabajar incidiendo en la reparación psicosocial de muchas familias que han perdido a sus hijos. La posibilidad de estos reencuentros, tanto para las familias como para los niños y niñas desaparecidos en su momento, ahora ya adultos, es una interesante vía de reparación psicológica para población que ha sufrido mucho durante años. Desde que comenzamos a trabajar en este campo sabíamos que no todas las familias iban a reencontrar a sus niños perdidos, pero el hecho de iniciar esas búsquedas constituye un poderoso mecanismo de reparación, que contribuye a su Salud Mental.

En la forma en que planteamos todo el proceso, entendemos que hacemos un aporte al campo de la Salud Mental, porque no se trata solo de denunciar el hecho de la desaparición -cosa que, por supuesto, también hemos hecho-. Lo importante a remarcar aquí, desde la Psicología, es que hemos desarrollado un modelo integral de intervención. Y eso es lo que queremos evidenciar ahora a través de esta exposición fotográfica, próxima a inaugurarse: «Niñez desaparecida por el conflicto armado interno en Guatemala».

A través de todas nuestras intervenciones hemos podido ver que lo que más daña la Salud Mental de las familias donde se produjeron las desapariciones de niñas y niños es el silencio que han mantenido por años. Ese era el efecto buscado con la estrategia: a través de la desaparición se anula psicosocialmente a una persona, a una familia, o a toda una comunidad. La angustia por el desaparecido neutraliza, quita el control de la propia vida. Los familiares del desaparecido se anulan, se aíslan, son estigmatizados. Por eso, a través de las búsquedas, y eventualmente a través de los reencuentros que se puedan dar, la población dañada encuentra una forma de reparación.

En otros términos: recupera el control de su vida. Y eso es una importantísima contribución a su Salud Mental. Por eso nuestro trabajo busca darles protagonismo a las familias, a los sujetos, para que sean activos, recuperando así su salud psicológica dañada. Después de la búsqueda emprendida, cada familia verá si enjuicia, denuncia, qué hace con esa recuperación de su protagonismo activo. Con todo nuestro modelo de intervención buscamos que el sufrimiento de cada quien deje de ser un dolor individual, en soledad; de ahí que se promueve socializar eso en asambleas, en grupos con otros familiares, socializando el proceso que llevan, apareciendo su caso en una radio comunitaria. Ese proceso de hacer público y compartir el sufrimiento vemos que es un gran mecanismo reparador.

Pregunta: ¿Por qué ahora una exposición fotográfica sobre la niñez desaparecida en los años de la guerra como parte de una estrategia militar? ¿De qué manera eso es un aporte a la Salud Mental?

Marco Garavito: Poder salir del silencio, de la soledad, compartir toda esa carga de dolor con otro, en un pequeño grupo, compartir ese sufrimiento y la lucha que se está llevando a cabo para repararlo, ya sea con toda la aldea donde se dio la desaparición, o haciéndolo público en un programa de una radio local, o compartirlo, en definitiva, con toda la sociedad -a través de medios masivos como la televisión, por ejemplo-, o a través de una exposición fotográfica, es un mecanismo que repara enormemente, que sirve para procesar el dolor psicológico acumulado.

Esta exposición que ahora presentamos, recopilando información de los 17 años en que venimos desarrollando el programa de búsqueda, cumple ese propósito reparador. Lo que la exposición busca no es presentar una queja, digámoslo así: victimosa, de eterna víctima dolida, pasiva, donde se hace una sensacionalista muestra de la tragedia sufrida. Por el contrario, lo que se intenta hacer público es un esfuerzo muy activo de búsqueda y lucha de los familiares. Esto es un enorme aporte a la Salud Mental, pues dignifica a las familias que ya reencontraron a sus niñas/niños perdidos, que ya suman 437, al mismo tiempo que da ánimos y alienta a quienes siguen buscando. Eso es muy importante porque rompe el silencio, que es lo que ha venido dominando estos años, durante la guerra y terminada la misma. Hacer público este esfuerzo rompe esa lógica.

La exposición se va a inaugurar en estos días en la ciudad de Guatemala, pero no está diseñada básicamente para ser una tradicional muestra urbana, sino que se llevará al interior del país, que es donde se dieron las desapariciones de niñas y niños, y donde están las familias que han promovido la búsqueda y que dan razón de ser a nuestro programa de trabajo. Está pensado que sean los mismos familiares quienes atiendan la exposición, que expliquen, que den cuenta del trabajo realizado que se recoge en esas fotografías. Ellos son los verdaderos protagonistas de todo el esfuerzo. Eso ayuda a devolverles su salud mental, sintiéndose parte del proceso, dueños de su vida, recuperándose después del golpe sufrido con la desaparición. Es una forma de mantener la memoria viva, desde los propios actores.

Mantenerse activos, volver a tener la iniciativa, sentirse partes de este proceso, es muy importante para la gente. Por eso están compenetrados con el programa de búsqueda, y hace 17 años que el esfuerzo se mantiene y se solidifica. La población tiene derecho a hablar y decir lo que pasó, y este espacio se los posibilita. Poder mostrarlo a través de una exposición fotográfica les permite más aún ese proceso.

Al principio, cuando iniciamos el programa años atrás, había mucho temor y la gente casi no se atrevía a hablar. Pero paulatinamente los familiares lo fueron perdiendo, y después de dos años de programa ya hicimos una primera aparición pública, cuando los familiares ya sintieron que tenían el ánimo y la fuerza. Hoy día, bastantes años después, eso es común: la gente ha ido perdiendo el miedo y se siente con total derecho a hablar, a contar su historia. La exposición es una oportunidad para mostrar sanamente, saliendo del papel de víctimas eternas, toda su lucha y sus logros.

Pregunta: Romper el silencio es un camino para lograr la Salud Mental en las poblaciones. Esto es importantísimo, y se está haciendo en muchos lugares donde las guerras internas provocaron sufrimiento y miedo. En Guatemala, preciso es decirlo, se pudieron reencontrar niñas y niños desaparecidos en la guerra como en ninguna otra parte del mundo: 437 casos alcanzados por la Liga de Higiene Mental, más otros -muchos menos- llevados adelante por otras organizaciones no gubernamentales. De todos modos, el Estado no encara esto como parte de una política pública de reparación, de Salud Mental. ¿Por qué?

Marco Garavito: Ante todo creo que, como institución, debemos sentirnos muy contentos de todo el esfuerzo realizado. No queremos compararnos con nadie, pero no podemos dejar de tomar ciertos parámetros, y ver lo que están haciendo en otras latitudes con el caso de la niñez desaparecida durante las guerras. Y es real que el caso de Guatemala, y en particular nuestro trabajo, es el que cuantitativamente ha reportado la mayor cantidad de reencuentros. Como decíamos: ya van 437. Lamentablemente, por muchas razones, esto no es valorado en el país. Más aún: a veces somos bastante invisibilizados.

A veces, creo, se da eso porque nuestro discurso es bastante moderado, porque no somos especialmente cuestionadores. Por eso, en el marco de las organizaciones de derechos humanos que levantan mucho más la voz con la denuncia, no somos quizá tan reconocidos, no recibimos muestras de solidaridad. De ahí que no recibimos tanta prensa, como sí, por ejemplo, las Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina. Cuando Estela de Carlotto, su presidenta, encontró su nieto -y ese era el reencuentro ciento y tanto que realizaba la organización- recibió muestras de cariño y solidaridad de todo el mundo, incluida Guatemala. Pero a nosotros nunca nos felicitan aquí, nunca recibimos una congratulación. ¿Por qué sucede esto? Porque allí se juegan imágenes políticas: las Abuelas de Plaza de Mayo ofrecen vinculaciones políticas, son una organización con un perfil internacional. La Liga Guatemalteca de Higiene Mental, sin dudas no.

Pero queremos recalcar que nuestro objetivo básico, el fundamental, es la atención de las víctimas. Son ellas quienes realmente necesitan el acompañamiento, el apoyo en sus momentos críticos, ante la angustia que significa seguir penando después de años. Eso puede olvidarse circunstancialmente, quizá en aras de un trabajo político, pero el centro específico del trabajo está en fomentar los reencuentros, porque ese es el sentido de nuestro esfuerzo, en tanto trabajadores de Salud Mental. Lo quiero resaltar, porque muchas veces sentimos que no se valora, no se aprecia todo lo que hacemos dentro del país, en tanto muchas veces nos llegan reconocimientos desde fuera. Por ejemplo: la Federación Asiática, que nuclea 11 países del Asia que también tienen el problema de desapariciones forzadas, nos aprecia mucho, y de hecho nos han invitado a Indonesia, a Timor, a Filipinas, a Corea, a conversar y compartir sobre el tema.

Hay que entender que no es fácil reencontrar un desaparecido 30 años después. Eso es un trabajo arduo, muy complejo. Y el Estado no tiene ningún interés en hacerlo. Según la Recomendación N° 34 de los Acuerdos de Paz, el Estado debe formar una Comisión de Búsqueda de Niñez Desaparecida. Pero como desde el año 1999 algunas instituciones no gubernamentales nos dedicamos a esa tarea, el Estado se desligó completamente. Pero además es evidente que no hay ninguna voluntad política de impulsar esas búsquedas. Muchas veces la gente que ocupó cargos de gobierno de alguna manera vinculada a este tema en estos últimos gobiernos, tiene que ver directamente con las desapariciones. Por eso no se hace nada al respecto, se deja morir el asunto. Creo que si no se hizo nada hasta ahora, en este momento, a 20 años de firmada la paz, me parece ya imposible que el Estado entre realmente al tema. Para muestra, veamos lo que ha sucedido con las condenas que recibió el Estado de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA: ahí, pese a una sentencia, jamás cumplió con lo que se le exigía. Y todo indica que cada vez más el ámbito de niñez desaparecida va saliendo de agenda. Justamente por eso, porque la coyuntura va llevando hacia otras cosas, se hace cada vez más difícil encontrar recursos de la cooperación internacional para trabajar todo esto, visto que el Estado se desentiende por completo.

Pregunta: ¿Queda mucho por hacer en esa búsqueda? ¿Cuánto se encontró y cuánto falta?

Marco Garavito: Falta muchísimo. En realidad apenas si hemos encontrado un tercio de todos los niños y niñas desaparecidos, de acuerdo a las denuncias de que se dispone. En nuestra base de datos tenemos alrededor de 1.300 casos, y de eso encontramos 437, es decir: más o menos una tercera parte, por lo que queda mucho por hacer, naturalmente. Ahora ya no documentamos casos nuevos, sino que nos dedicamos a buscar a los que ya tenemos, a no ser que aparezca un pedido explícito de algún nuevo caso. En estos momentos estamos teniendo entre 20 y 25 reencuentros anuales. En otros tiempos podíamos hacer más, porque disponíamos de más recursos. Eso está mermando ahora, y la tendencia es que siga mermando, porque la cooperación internacional tiene otras prioridades en la actualidad.

Pregunta: Dicho claramente para alguien que nunca conoció del tema: ¿en qué medida el reencuentro con un niño o niña desaparecida 30 años atrás por motivo de la guerra interna puede ser una contribución a la Salud Mental?

Marco Garavito: Como decíamos anteriormente: el hecho que una familia se movilice, rompa el silencio y el miedo y se ponga a buscar a su familiar desaparecido, independientemente que lo encuentre o no, eso ya constituye un avance en su subjetividad. Es un reforzamiento a su Salud Mental, porque le devuelve protagonismo, se comienza a sentir actor de su vida y sale de la pasividad, de la resignación.

En la búsqueda de los niños y niñas desaparecidos hay tres actores: por un lado, la familia que busca a su niño desaparecido. O, caso que se da menos, el joven que sabe que es adoptado y quiere buscar a su familia de origen. Esto lo vemos fundamentalmente con los niños desaparecidos que fueron adoptados en Europa. Por otro lado, tenemos al niño desaparecido, que ahora ya es un adulto, pues han transcurrido no menos de 30 años. Y por otro lado, tenemos la familia adoptiva. Son tres actores implicados, y cada caso tiene sus particularidades propias. A tal punto que a veces, por diferentes motivos, no conviene hacer el reencuentro después de todo ese tiempo. Y eso hay que decírselo a la familia que está buscando. A veces, cuando un niño/joven está muy bien ubicado con la familia adoptiva, no es sano desarmar eso para hacerlo volver con su familia de origen. Pensando en la Salud Mental, hay que ver cada caso en particular y trabajar con los tres actores implicados.

No hay dudas que los reencuentros movilizan mucho a nivel subjetivo, se reviven dolores, o se sanan esos dolores. Fundamentalmente, sirven para terminar con la incertidumbre, pues dan una respuesta concreta a la familia que está buscando, que sigue angustiada después de años por no saber del paradero del niño desaparecido. Luego hay que considerar qué pasa después del reencuentro, pues el ser que se reencuentra después de décadas ya no es el niño que se perdió: ahora ya es un adulto con una vida hecha, muchas veces con hijos. Hay varios elementos para analizar: también los nietos se reencuentran con los abuelos. Es todo un proceso complejo. Tenemos un documental que hizo Guatevisión (http://www.guatevision.com/playeryt.php?dedonde=yt_api3_afondogtv.php&plid=PLBT-8LEzyRmDv8gDppJ4vUd5LEG5f08bk) donde se puede ver esto con claridad: el reencuentro es un hecho puntual, muy emotivo, pero lo más difícil es lo que sigue después, el proceso de reintegración. Ese es el verdadero reto de todo el proceso.

Pregunta: Hablabas de tres actores implicados, pero ¿no es la comunidad en su conjunto también, la sociedad guatemalteca en su conjunto, un beneficiario de estos esfuerzos? ¿No podría pensarse que esto también contribuye a un clima de reparación de las heridas de la guerra, en definitiva útil para todo el mundo, incluso aquellos que no vivieron directamente la guerra? ¿No podríamos entender que hay también un aporte a la Salud Mental colectiva?

Marco Garavito: Sí, por supuesto. Lo que mencioné son los actores directos, pero muchas veces es la comunidad, la aldea donde pertenece la familia que realiza la búsqueda, la que apoya el reencuentro, y de hecho participa en su totalidad. A veces los procesos de búsqueda y reencuentro son algo muy íntimo, pero otras veces no: son procesos enteramente colectivos, de toda una comunidad que sufre el caso. Por eso mismo el programa lleva por nombre «Todos por el reencuentro», porque el problema no es algo solamente de la familia: es un problema de todos, social. Es un problema nacional, del Estado, de los medios de comunicación, de la historia del país. Ponerle ese nombre al programa es una forma de decir que esto es algo que nos toca a todos como sociedad. Por eso un evento como la exposición fotográfica que ahora vamos a presentar es una forma de hacer público este tema, para que no quede en el silencio, para que todos lo puedan sentir como algo que también les toca. Mucha gente no sabe nada de esto porque hay toda una política malintencionada que silencia la historia, que desinforma, que oculta.

En ese sentido, la Salud Mental no es solo una cuestión de las familias afectadas, sino que es un problema que atraviesa toda la sociedad. Y el Estado por supuesto que debería estar presente. Y aunque no tenga toda una estrategia al respecto por medio de una política pública definida, al menos podría hacer apoyos puntuales en el asunto, como por ejemplo apoyar esta exposición fotográfica. Pero siempre, y esto es fundamental, dándole protagonismo a la población, dejando que ella sea el verdadero actor. Lo que la exposición busca, por medio de estas 30 fotos a todo color de 50 cm. x 50 cm. en que consiste, es mostrar una verdad poco conocida para que, por medio de su presentación, ello pueda servir como elemento reparador, de verdadera Salud Mental de la población.

Fuente: http://www.aporrea.org/ddhh/a235262.html

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México: Arranca 4° año de «Acercando la educación y la cultura a escuelas vulnerables»

América del Norte/México/09 Octubre 2016/Fuente y  Autor: Elpueblo

Casa Chihuahua, en alianza con la Fundación del Empresariado Chihuahuense A.C., Servicios Educativos del Estado de Chihuahua y Promotora de la Cultura Mexicana A.C. implementará por cuarto año consecutivo el programa «Acercando la educación y la cultura a escuelas vulnerables», brindando a más de 10 mil estudiantes de 39 escuelas de nivel básico, ubicadas en zonas marginadas de Chihuahua, Aldama y Aquiles Serdán, la entrada gratuita a las instalaciones de Casa Chihuahua Centro de Patrimonio Cultural, así como el servicio de transporte redondo sin costo.

Durante la ceremonia de arranque del programa, María Isabel Sen, directora de Casa Chihuahua, expresó la intención de seguir acercando a más niños chihuahuenses a este espacio cultural, en el que no solamente conocen un sitio histórico como lo es el calabozo de Hidalgo, sino que tienen la oportunidad de conocer toda la riqueza cultural del estado para hacer conciencia en su cuidado y preservación.

Por su parte, Ana Isabel Portilla, Consejera de Fechac en la región de Chihuahua, comentó que el empresariado chihuahuense invierte en programas como este, que fortalecen la identidad colectiva e impulsan el reconocimiento del individuo dentro de su comunidad, permitiéndole reflexionar sobre su participación y fortalecer su compromiso con la misma.

Por último, Portilla destacó que Fechac tiene más de 20 años de experiencia en impulsar proyectos que atienden las necesidades sociales de los chihuahuenses, con la misión de crear mejores oportunidades de desarrollo humano y social para quienes viven en estado de vulnerabilidad.

Todos los proyectos impulsados por Fechac son posibles gracias a un modelo de responsabilidad compartida que suma los esfuerzos de los empresarios chihuahuenses, quienes aportan recursos económicos y el trabajo voluntario de 130 consejeros provenientes de organismos empresariales; el Gobierno del estado, que recauda solidariamente las aportaciones a través de su secretaría de Hacienda; el Congreso del Estado, que emite un decreto que permite este mecanismo; y las organizaciones de la sociedad civil, que coinvierten con la Fundación y operan proyectos enfocados en formar una mejor comunidad.

Fuente de la noticia: http://www.elpueblo.com/notas/Arranca-4-ano-de-Acercando-la-educaci

Fuente de la imagen: http://www.elpueblo.com/img/thumbnails_l/CasaFEchac.jpg

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¿Qué es la alfabetización?

Por: UNESCO

Alfabetizar es más que enseñar a leer y escribir. Desde hace 50 años, cuando se instauró el Día Internacional de la Alfabetización, que se conmemora hoy 8 de septiembre, los términos alfabetizar y analfabeta han pasado a abarcar otro tipo de capacidades y habilidades que son necesarias para participar en una sociedad democrática y del conocimiento.

Para comprender la alfabetización “es fundamental reconocer que el analfabetismo está asociado a las condiciones estructurales de la sociedad: su reproducción está vinculada a las condiciones de pobreza y a la negación de acceso a la educación de calidad para toda la población”, indica el documento Alfabetización y Educación. Lecciones desde la práctica innovadora en América Latina y el Caribe de la UNESCO.

“La definición del término mismo de alfabetización ha sido un campo de batalla en la historia de la investigación y de la práctica educativa”, explica Gregorio Hernández Zamora del Centro para las Américas de la Universidad de Vandervilt, en el artículo “Alfabetización: teoría y práctica”. Desde que comenzó a celebrarse el Día Internacional de la Alfabetización, las investigaciones tanto de instituciones educativas como de centros de estudio han introducido distintas aproximaciones al término alfabetización, entre las que se encuentran:

¿Qué es la alfabetización lectoescritora y funcional?

La alfabetización lecto-escritora y funcional es la capacidad para utilizar las herramientas necesarias para el aprendizaje, como la escritura, la lectura, la expresión oral, el cálculo y la resolución de problemas; el contenido mismo del aprendizaje, como los conocimientos teóricos y prácticos, valores y actitudes, necesarios para que los seres humanos “puedan sobrevivir, desarrollar plenamente sus capacidades, vivir y trabajar con dignidad, participar plenamente en el desarrollo, mejorar la calidad de su vida, tomar decisiones fundamentadas y continuar aprendiendo”, indica el documento de la UNESCO “Aprovechar el poder y el potencial del aprendizaje y la educación de adultos para un futuro viable”.

¿Qué es la alfabetización cultural?

La posesión de conocimiento relevante para convertirse en un miembro competente del grupo cultural al que uno pertenece es lo que define a la alfabetización cultural. Este tipo de alfabetización introduce aspectos como el conocimiento de la variante dialectal de la lengua que uno habla y del contexto que lo circunda. Un ejemplo de este tipo de alfabetización sería el conocimiento en la Ciudad de México del español chilango, sus particularidades, expresiones y cada uno de los contextos en los que éste puede ser utilizado.

¿Qué es la alfabetización crítica?

Adquirir la capacidad de elaborar un análisis del discurso sobre cualquier tipo de expresión, sea oral o escrita, es la herramienta que define a la alfabetización crítica. Introducido en la segunda mitad del siglo XX por el educador brasileño Paulo Freire, el concepto de alfabetización crítica implica que “la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra”, como explica el propio Freire en su famoso libro La educación como práctica de la libertad, es decir que, de acuerdo con esta aproximación, ser alguien alfabetizado críticamente es contar con “la posibilidad, la capacidad y la voluntad de usar lo que se lee en los textos para interpretar su propia vida y el mundo en el que vive”, explica Hernández Zamora en el documento.

¿Qué es la alfabetización mediática e informacional?

La tecnología ha conducido la alfabetización comprenda formas de comunicación mucho más complejas que la oral y escrita. Según la UNESCO, en su página de Internet, “la alfabetización mediática e informacional reconoce el papel fundamental de la información y los medios de comunicación en nuestra vida diaria, (…); faculta a los ciudadanos a comprender las funciones de los medios de comunicación y de información, a evaluar críticamente los contenidos y a tomar decisiones fundadas como usuarios y productores de información y contenido mediático”.

Fuente: http://eleconomista.com.mx/internacional/2016/09/08/que-alfabetizacion

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La hegemonía del utilitarismo

Por: Natalia Fernández

Acabo de leer un amplio debate sobre si ser culto sirve para algo, si nos hace mejores. Aunque ambos extremos aparecen como sinónimos, lo cierto es que no tienen nada que ver. La cultura sí sirve para algo. Lo que no está tan claro es que necesariamente nos haga mejores -a menos que la posibilidad de ser más lúcido la encuadremos ahí-. Por lo tanto, no me voy a ocupar de lo segundo, que atañe más a la ética. Y sí voy a tratar de reflexionar acerca de lo primero, porque ahí se entrevé el rostro duro del pragmatismo al que nos aboca la sociedad del eterno beneficio.

Creo haber agotado mis reservas de perplejidad, que suponía amplias; no así las de la indignación. Que en este debate acerca de la utilidad de la cultura gente presuntamente de izquierdas aparezca insistiendo en el carácter elitista de la cultura -cuando beben y viven de ella- me parece un rasgo de cinismo que, justamente, vendría a demostrar que la cultura no nos hace necesariamente mejores…Pero volvamos al eje de la discusión: una vez reventadas las humanidades -para qué leer algo más que las facturas y los exiguos contratos que nos lleguen a las manos-, dinamitada la filosofía y el espíritu crítico -tampoco nos hace mucha falta en un mundo homogeneizado por la obediencia al pensamiento único y rendido a los únicos dioses que cuentan, el capital y el fútbol, y tal vez no en ese orden-, solo falta derribar el edificio de la cultura, tan débilmente apuntalado -en el debate que menciono hay teóricos de la ignorancia y la mediocridad que sostienen que la cultura general se subsana acudiendo al oráculo de internet, olvidando una vez más que información y cultura no son lo mismo…entretanto, por si acaso, ellos siguen enviando a sus retoños a Harvard y no a Atapuerca-.

Hace algo más de dos décadas, antes de que la globalización monetario- digitalizada viniera a vendernos sus bondades de democracia auténtica y de horizontalidad jerárquica, como otrora los conquistadores engañaron con espejitos, la clase trabajadora seguía moviéndose por un impulso sano de prosperar. Y digo trabajadora en la conciencia plena de que hablo de  una clase obrera extinguida como tal y una clase media quebrada. Pero ambas con un sueño legítimo e incluso realizable una vez que se había superado la maldición determinista de que si naces en el fango estás destinado a permanecer en él. Por lo tanto, esa clase trabajadora podía acceder a eso que se llama cultura, sin connotaciones ilustradas. Y si no ellos, al menos sí sus hijos. Sus aspiraciones económicas se limitaban a vivir con unos mínimos que garantizaban la dignidad y algunas comodidades que no hubieran llamado la atención por ambiciosas. Todo ello, claro está, dentro de los parámetros del esfuerzo y el sacrificio.

Pero todo cambia, como decía la canción de Mercedes Sosa. El culto a la inmediatez no deja tiempo para el disfrute de aquello que no da rédito, llámese espíritu crítico o belleza. La cultura como tal ha pedido perdón para retirarse haciendo mutis por el foro, y, reemplazándola, ha aparecido un ejército nada desdeñable de todo lo que ha ido usurpando su lugar, desde los supuestos pensamientos o estilos de vida -cultura del dinero, cultura del fútbol, cultura de la comida rápida- hasta aquello tan nimio que, de no apodarlo “cultura”, estaría condenado a extinguirse en nuestra memoria  -cultura de McDonalds, cultura de la violencia, cultura de lo fashion, cultura del reality-show- Llamo la atención sobre este hecho. Porque unir la palabra “cultura” a según qué complemento constituye un ejemplo de oxímoron en toda regla. En el fondo se trata de poner la palabra “cultura” en alguna parte, porque queda muy “cool”, aunque la cultura en mayúsculas se desdeñe porque es para “élites” que gustan de excentricidades como ver una obra de teatro, visitar a un museo o leer un libro.

Ahora domina la cultura de oído. Lo que se cuenta. Lo que se falsifica una y mil veces. El mantra repetido hasta convertirse en consigna para decir todos lo mismo y a ser posible con idénticos gestos. Por si fuera poco, el sector educativo no sabe qué cartas jugar: ¿hay que preparar a la gente para que piense o para que encuentre su hueco en un mercado que cada vez más es un híbrido de la madrastra de Blancanieves y una versión casera de “Aterriza como puedas”?.

Al final eso que llamamos la hegemonía del utilitarismo no es otra cosa que la penosa gesta de la cultura y su derrota.

Tomado de: http://radio.uchile.cl/2016/10/03/la-hegemonia-del-utilitarismo/
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