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Presentación: Ideas para un Clacso del Siglo XXI

Venezuela / 19 de agosto de 2018 / Autor: Luis Bonilla-Molina / Fuente: Luisbonillamolina.wordpress.com

A continuación comparto con ustedes mi presentación del foro que se realizo en Bogotá el 08 de agosto de 2018.

Encontraras mis ideas para el CLACSO del siglo XXI, ya que está institución se ha convertido en el más significativo laboratorio de ideas para la construcción de pensamiento crítico que fundamente el desarrollo de sociedades democráticas, de justicia social con perspectiva de encuentro humano.

 

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Fuente:

https://luisbonillamolina.wordpress.com/2018/08/14/presentacion-ideas-para-un-clacso-del-siglo-xxi/

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La Reforma Universitaria de 1918, un gran avance de la democracia

Autor: Carlos Mendoza

“El movimiento reformista de 1918 fue una extraordinaria avanzada democratizadora para las universidades argentinas, pero también un importante aporte en igual sentido para las universidades latinoamericanas y de todo el mundo, donde sus ideas se extendieron y aplicaron, incluso en Europa luego de las luchas iniciadas en el “Mayo Francés” de 1968.”

En mi paso por la Universidad Nacional de Córdoba, donde me gradué como ingeniero en 1967, tuve la ocasión de participar en instituciones universitarias (1) que fueron producto de la histórica gesta estudiantil de 1918 y de comprender con esa experiencia el profundo legado de aquellos eventos conocidos como “La Reforma Universitaria”, cuya justificación y contenido quedaron expresados en el Manifiesto Liminar (1) emitido por aquellos esclarecidos, valientes y luchadores dirigentes estudiantiles, entre los que se destacó Deodoro Roca.

El contexto nacional y mundial de aquellos años era de cambios revolucionarios. Se había producido la revolución rusa de 1917, estaba en pleno proceso la revolución mexicana (1910-1920) y en nuestro país ejercía la presidencia el gran líder popular Hipólito Yrigoyen que ganó la primera elección por voto universal de nuestra historia en 1916. No es de extrañar entonces que este contexto haya influenciado al movimiento reformista estudiantil de 1918, que viniera a remover en la muy tradicional y conservadora Universidad de Córdoba a los sectores oligárquicos anquilosados en las cátedras y en la dirección de la universidad y a sus métodos retrógrados, impulsando una revolucionaria democratización y modernización: autonomía universitaria; gobierno tripartito de profesores estudiantes y egresados; nombramiento y renovación por períodos limitados de profesores, por concursos de oposición y antecedentes; libertad de cátedras; extensión de la universidad hacia la sociedad; libertad de expresión, manifestación y organización en las universidades; gratuidad y libre ingreso; entre otras reivindicaciones progresistas.

El movimiento reformista de 1918 fue una extraordinaria avanzada democratizadora para las universidades argentinas, pero también un importante aporte en igual sentido para las universidades latinoamericanas y de todo el mundo, donde sus ideas se extendieron y aplicaron, incluso en Europa luego de las luchas iniciadas en el “Mayo Francés” de 1968.

La combinación de autonomía universitaria y gobierno tripartito, representaron un importante salto cualitativo de la democracia en las universidades públicas, porque permitieron que se gestionaran con un sistema participativo, permitiendo que estudiantes y egresados cogobernaran, conjuntamente con los profesores, algo inédito hasta ahí. En el largo camino histórico mundial de construir una sociedad con una institucionalidad de democracia participativa, superadora de la democracia liberal solamente representativa y delegataria, este aporte de la Reforma Universitaria en Argentina no deja de ser de gran significación. Podemos por ejemplo hacer el paralelo con la necesidad de impulsar la participación de los asalariados en la gestión de las empresas y en la administración pública, como vía para construir una sociedad más democrática, libre y justa.

Las ideas de extensión universitaria hacia la sociedad, impulsaron a su vez que las universidades públicas fueran, por un lado, caja de resonancia de los problemas de la sociedad, pero además que intervinieran externamente y de diversas formas en esa realidad, lo cual se verificó particularmente por parte del claustro estudiantil. Pude participar en eso y constatar su importancia cuando, en 1966, integrando la Coordinadora Estudiantil que dirigió la gran huelga y acciones estudiantiles contra la intervención universitaria impuesta por la dictadura militar de Onganía, la movilización estudiantil logró el importante apoyo de los trabajadores, entre ellos del inolvidable Agustín Tosco, así como de vastos sectores populares en Córdoba, lo cual creo fue a su vez preámbulo de los eventos que se produjeron en 1969 con el “Cordobazo”, que tuvieran gran importancia en que la dictadura militar se viera finalmente obligada a retroceder y llamar a elecciones en 1973. Los diversos sucesos históricos de unidad obrero-estudiantil han sido, en parte no menor, una de las consecuencias de las ideas de la Reforma Universitaria.

En cuanto al aspecto académico, la designación de profesores por períodos de tiempo limitado y su designación y eventual renovación mediante concursos de oposición y antecedentes, la autonomía y el gobierno tripartito, han contribuido a que las universidades públicas en Argentina tengan un reconocido nivel de calidad, a pesar de las permanentes restricciones presupuestarias y las lamentables irrupciones que sufrieron durante las dictaduras militares.

Otros logros como la gratuidad y el ingreso libre han permitido que muchos estudiantes de origen económico humilde hayan podido estudiar en las universidades públicas, aun cuando muchas veces hayan tenido simultáneamente que trabajar, aportando así algo de justicia social en la sociedad capitalista injusta en que vivimos.

La Reforma Universitaria impulsó a que tuviéramos más libertad, justicia, democracia y nivel académico en las universidades y a que quienes pasan por su seno tengan asimismo la oportunidad de elevar su conciencia social y de comprometerse en consecuencia en la sociedad en que viven, para ser así “sujetos activos de la Historia y no objetos pasivos”.

Nota:

(1) Manifiesto Liminar: http://www.tesis11.org.ar/wp-content/uploads/2018/06/Manifiesto-Liminar-3.doc

Carlos Mendoza es el seudónimo utilizado por Carlos Domingo Alonso durante la dictadura militar iniciada en 1976 y actualmente como escritor. Es ingeniero, escritor, especializado en temas políticos y económicos. Fue miembro del Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba en representación del claustro estudiantil entre 1965 y 1966 y presidente del Centro de Estudiantes de Ingeniería en esa universidad entre 1964 y 1965. Integró la Mesa Coordinadora Estudiantil que dirigió la huelga general en la Universidad de Córdoba en 1966, contra la intervención de las universidades impuesta por la dictadura de Onganía. Es cofundador y miembro de la dirección de Tesis 11.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=243979

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Esperanza a partir de lo que tenemos en América Latina: educación popular y teología de la liberación

Por: Oscar Soto

Y serás tú, por fin, la Patria Grande,

India, negra, criolla, libre, nuestra, un Continente de fraternos Pueblos, del Río Bravo hasta la Patagonia.  

Que Dios, la paz, el mar, el sol, la vida…

Serás un parto de utopías ciertas y el canto de tus bocas hermanadas enseñará la dignidad al Mundo.

Pedro Casaldáliga

Nuestra América, levantada entre las masas mudas de indios, llena de pueblos apresurados por conocerse para pelear juntos, tal las intenciones de José Martí; tiene un manantial de recursos materiales y simbólicos que la describen, entre defectos y virtudes. Sobresalen, sin embargo, dos grandes características que se enredan en el retrato de nuestra particularidad: tributamos la peor de las desigualdades y poseemos el encanto de las mayores esperanzas.

Somos pobres, dominados y excluidos; pero persistentes, luchadores y esforzados. Fuimos colonizados, despojados y desposeídos pero supimos re-inventarnos en movimientos, abrazos, solidaridades y revueltas. Esta es una de las razones por las cuales nuestro continente es un territorio de esperanza: la comprensión del mundo, en nuestro sur, fue y es mucho más grande de lo que nos propone la crueldad del día a día.

¿De qué realidad hablamos?… Hace más de 500 años desde la llegada del colonizador, los pueblos amerindios se transformaron en materia prima para un fenómeno relativamente moderno en la época: la racialización de los cuerpos en tanto jerarquías sociales, físicas y políticas. Esa división tajante entre opresores y oprimidos constituye parte del peor legado de la colonia en nuestras corporalidades y geografías, vigente hasta hoy.

De la religión, la política y la sociedad colonial que nos impusieron, poco podemos rescatar, salvo el recuerdo de que fuimos “bárbaros” y ahora tenemos “civilización”, dicen todavía. Hablar de educación y creencias en un territorio despojado y “evangelizado” aun debería causar escozor entre “los vencedores”. Las espiritualidades ancestrales que se intentaron -y se intentan- despoblar de Nuestra América, son el grito permanente contra el relato del dominador, son la descolonización y la libertad por la que se lucha aquí. No obstante esto, con el tiempo América Latina se ha re-inventado. Aquellos oprimidos y negados también se rearmaron; la educación popular y la teología de la liberación latinoamericanas son un punto pequeño que dan cuenta de ello.

Pedagogía y fe para la Patria Grande.

La acumulación de experiencias de la Educación Popular -desde Paulo Freire en adelante- ha intentado oponer a la cultura capitalista hegemónica, la cultura popular y sus formas de solidaridades ancestrales, como el mejor camino para la educación política de base; como una dinámica nueva que busca vincular las carencias diarias con los proyectos utópicos. A diferencia de la política heredada de los dominadores, presente en muchos partidos tradicionales en la actualidad, la educación popular propone re-educarnos en los 

movimientos sociales de base, acumular poder popular y construir alternativas desde abajo, potentes al punto de mover a los de arriba también.

Sucede que el mismo cristianismo que se impuso a capa y espada, también gestó su orillo contestatario en rechazo a la religión opresora, reivindicando para sí un evangelio anti-imperial y un Jesús hermano y compañero. La Semana Santa por la cual transitamos recordando muerte y resurrección, no es otra cosa que el retorno de los vencidos a la escena de la historia. Las formalidades de creencias o adscripciones de fe pasan a un segundo plano. En un continente empobrecido todo es relativo, salvo el hambre y la exclusión de los últimos de la hilera.

Aunque parezcan ya pasadas de moda en un siglo nuevo, las enseñanzas de la educación popular y la teología de la liberación latinoamericanas, se mantienen por fuerza de los tiempos que nos tocan vivir: ni la fe en un futuro mejor, ni la organización popular pueden quedar fuera de las batallas que damos contra el capitalismo, el colonialismo y la sociedad patriarcal en las que habitamos. Este tiempo de reflexión para quienes creen y quienes no, es el espacio para mediar las estrategias que se opongan a aquello que es más fuerte aun que el sistema económico que padecemos: el modelo cultural e ideológico que reproduce la dominación a la que, por otro lado, nos resistimos.

José Martí diría que no hay proa que taje una nube de ideas, sin embargo hace unos cuarenta años cuando las ideas libertarias ocuparon los espacios políticos, pedagógicos y religiosos, los dominadores fueron obligados a hablar de distribución económica, de justicia social y de reformas agrarias; hoy parece que las fuerzas sociales-populares y las izquierdas latinoamericanas asumieron el lenguaje del mercado, las restricciones económicas y los planes de gobernabilidad “democrática”.

Así, como cada vez que los pueblos buscan su educación política para ser libres, los que oprimen optan por la represión y golpes militares, en este tiempo también enfrentamos a aquellos que ajustan, reprimen y hambrean, con la diferencia escasa de que, todo parece indicar, hemos dejado de lado la mayor enseñanza de esta Semana Santa (en clave libertaria): la salvación no es un acto heroico de un individuo iluminado, es en todo caso un ejercicio colectivo de amor y entrega por el prójimo y el que sufre día a día la pobreza, el hambre y la expulsión de sus tierras sagradas. La esperanza es un acto político que se construye a partir de lo que tenemos.

Fuente: http://www.radiolaprimerisima.com/articulos/7607/

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En busca de la igualdad nunca alcanzada

Cuba/28 de Abril de 2018/Rebelión/Reseña de Investigación-

La experiencia internacional muestra que la desigualdad acentuada se convierte en un obstáculo para el crecimiento y para abatir la pobreza

La presentación que haré a continuación, la había titulado originalmente: «En busca de la igualdad perdida» a manera de homenaje a Marcel Proust. Sin embargo, decidí que probablemente la igualdad no la perdimos como tal y que tal vez, en nuestra conciencia como especie humana, nunca la hemos tenido. Por ello decidí invocar la aspiración y denominar este modesto ensayo: «En busca de la igualdad nunca alcanzada».

La desigualdad suele entenderse en sus términos más simples, como disparidad o diferencia negativa. Con frecuencia se refiere a los niveles de ingreso o de riqueza, pero eso es solo parte de ella, ya que pueden registrarse muchas otras dimensiones de la desigualdad social.

Entre ellas están las de orden cultural o político; las que tienen que ver con el género o el grupo étnico; las que derivan de la pertenencia a un grupo de edad, las condiciones de salud o los niveles de educación; e incluso aquellas determinadas por la organización de la sociedad. Cuando hay pobreza, la desigualdad suele agravarse y juntas generan un circuito que tiende a reproducirse.

La experiencia internacional muestra que la desigualdad acentuada se convierte en un obstáculo para el crecimiento y para abatir la pobreza, además de que debilita la vida democrática, de que genera irritación colectiva y de que amenaza la cohesión social. Es por ello que en la actualidad, todavía más allá de los imperativos éticos esenciales que plantea el combate a la desigualdad, se hace indispensable impulsar acciones que aseguren un crecimiento más incluyente.

Los problemas que plantean la desigualdad social y la económica en nuestras sociedades, han adquirido una dimensión vista pocas veces en la historia de la humanidad. En este sentido, el debate de las últimas décadas en materia de crecimiento económico y desarrollo humano ha girado en torno a los papeles e importancia que se conceden al Estado o al mercado, en los procesos de la economía y la puesta en práctica de las políticas públicas.

Si algo ha quedado en claro para algunos, entre los que me incluyo después de la discusión, es que el mercado por sí solo no es capaz de solucionar los problemas de la sociedad y que incluso puede agudizarlos cuando los más desprotegidos quedan a merced de las poco sensibles, pero muy poderosas fuerzas del mercado. Al mismo tiempo, nos resulta evidente que la intervención del Estado llevada al extremo puede provocar verdaderas catástrofes humanas, derivadas principalmente de la quiebra de las finanzas públicas, de la anulación de las iniciativas de la propia sociedad y en especial, de un autoritarismo que necesariamente queda interconstruido en un modelo de esa naturaleza.

Hoy debiera ser ampliamente aceptado que, como han argumentado muchos, no es verdad que exista una mano invisible que generosa e imparcialmente regula los mercados y que, en cambio, resulta indispensable que funcione la decisión regulada y contundente del Estado, para ayudar a quienes menos tienen y que, por diversas razones, se encuentran en desventaja social. El secreto radica en encontrar el equilibrio entre los dos elementos y tal vez la virtud sería tener más y mejor Estado y más y mejor mercado. Un Estado con clara vocación social, pero igualmente eficiente. Un mercado de igual forma competente, pero también comprometido con las causas centrales de la colectividad.

La desigualdad social no se resolverá sin políticas públicas integrales en favor de los más desprotegidos y tampoco sin crecimiento económico sostenido. El bienestar y el progreso de un país no se dan en la pobreza, pero la riqueza por sí sola no garantiza niveles pertinentes de vida o bienestar y tampoco niveles convenientes de justicia social.

En el proceso de combate a la desigualdad se requiere de la puesta en práctica de acciones de educación y de salud, dos de los igualadores sociales por excelencia; pero también de políticas de impulso al empleo, la ciencia y la innovación; de cambios en la conducta de la población: mayor tolerancia y comportamiento cívico, respeto a las diferencias, uso apropiado de las libertades, al igual que del cumplimiento de los deberes ciudadanos y del fortalecimiento de los valores laicos ampliamente aceptados.

La prioridad de cualquier sistema político y social debe radicar en la búsqueda del bienestar colectivo y de la propia estabilidad social, de la generación de los mayores espacios de libertad y democracia y de la construcción de un entramado que promueva el desarrollo armónico de las potencialidades individuales y colectivas, y de asegurar que en todas las situaciones se respetan los derechos y se favorece la dignidad del ser humano.

Por lo anterior, el objetivo no debe radicar solo en el mantenimiento de los equilibrios macroeconómicos y por el contrario, los esfuerzos deben dirigirse a encontrar la combinación virtuosa de tres elementos esenciales: la libertad individual, la justicia social y la eficiencia económica. Todos ellos armonizados por un entorno democrático. Ese parece ser uno de los grandes retos para nuestras generaciones.

A continuación me planteo la posibilidad de construir frente a ustedes cuatro aforismos respecto del tema que nos ocupa. El primero señala que, y digo: «La desigualdad es un mal de ayer y hoy, pero no debe ser para siempre». Existe consenso entre académicos, expertos, jefes de Estado y de Gobierno, al igual que entre directivos de organismos multinacionales, respecto a que el problema de la desigualdad social y económica tiende a crecer y que puede tener consecuencias que socaven las bases de la paz social y del desarrollo.

Por ello conviene tener presente que el ingreso nacional bruto per cápita de los países desarrollados es cercano a los 40 mil dólares, en tanto que el de los países pobres no llega a los tres mil dólares. Esto implica que hay un ingreso catorce veces inferior. De igual manera, es oportuno recordar que solo veintitrés países concentran el 80 por ciento de la producción mundial de bienes y servicios y que 170 producen el 20 por ciento restante.

Un segundo aforismo nos podría recordar que: «La economía y la política deben servir para cerrar las brechas entre poseedores y desposeídos». La construcción de sociedades más equitativas, donde se cierren las diferencias que existen entre quienes disponen de todo y los que carecen de lo fundamental, constituye el objetivo último de las acciones de gobierno. Todo modelo económico, sistema político o estructura jurídica, deben aspirar a promover el cumplimiento de los derechos humanos, la igualdad de oportunidades y el progreso de individuos y colectividades.

De acuerdo con el Informe sobre el Desarrollo Humano más reciente, de 193 países considerados, casi la mitad tiene un desarrollo humano medio o bajo, en tanto que el 23 por ciento del valor del índice del mundo, se pierde a causa de la desigualdad. Es por ello que el tercero de los señalamientos que se propone reza así: «El modelo de desarrollo que se ha seguido debe reformarse, los aportes que podía hacer se han agotado».

Por último, propongo un cuarto aforismo en el sentido de que «La democracia verdadera sólo prospera entre sociedades sanas y preparadas». La democracia es un sistema de vida que procura que todos vivamos mejor, en armonía, con los mejores medios para alcanzar el progreso material y espiritual que se desea, sin exclusiones ni discriminaciones. No puede haber un sistema democrático donde prevalecen la ignorancia, el fanatismo, el atraso, la desigualdad, la pobreza, o la marginación.

La salud es una de las condiciones indispensables del progreso y el desarrollo de una persona, pero también de una colectividad. Se trata de un requisito imprescindible para conseguir la expresión completa de las capacidades y potencialidades de individuos y de grupos. Su fomento, cuidado y recuperación conforman ahora uno de los derechos fundamentales del ser humano. La salud actúa como elemento de inclusión, de productividad y de desarrollo humano. Con frecuencia sostengo en mi país, y ahora lo reitero, que si bien es cierto que la salud no es todo, sin salud no hay nada. Además tiene que ver con prácticamente todos los campos de la existencia.

Por ello preocupa que desde muy diversos ámbitos de los sectores público, privado y social, la salud no reciba el apoyo que requiere. Por ello llama la atención que no se valoren a cabalidad la importancia y los logros de países como Cuba en la materia. En la actualidad hay en el mundo decenas de millones de personas que sufren y mueren en razón de la precariedad de los servicios y programas de salud, de la debilidad de las políticas públicas puestas en práctica, de los recursos financieros limitados que se destinan a su cuidado, de la falta de recursos humanos debidamente preparados. Mucha gente muere en el mundo a causa de padecimientos de los que sabemos casi todo y para los que contamos con medidas preventivas, diagnósticas y terapéuticas probadas y efectivas.

En el mundo, uno de cada cuatro niños nace sin atención profesional y más de 90 millones de menores de cinco años crecen con deficiencias de peso y nutrición insuficiente, en tanto que más del seis por ciento está en el otro extremo y vive con sobrepeso u obesidad. El de la nutrición es uno de los temas que genera vergüenza en la sociedad. Cerca de 795 millones de seres humanos no tienen cubiertos los mínimos de nutrición y la inmensa mayoría, más del 97 por ciento, vive en los países pobres.

Es increíble que mientras el ser humano organiza brigadas de muerte con guerras absurdas; que edifica torres y construcciones impresionantes; que lleva sus actividades al límite e incluso afecta cotidianamente la cadena de la vida; que derrocha recursos a diestra y siniestra; que impulsa el sorprendente y maravilloso mundo de la ciencia y la tecnología; que es capaz de escudriñar el espacio exterior, el centro de la Tierra y el propio cuerpo humano; es inverosímil que ese ser humano no haya resuelto los graves problemas de la subsistencia de cientos de millones de personas. Hago la paráfrasis de un argumento de Shakespeare y digo que «Algo debe estar podrido en nuestro mundo».

El tamaño de la desigualdad en salud es tal, que hace apenas tres años la razón de muerte materna en los países desarrollados era de doce por cien mil, en tanto que en los no desarrollados era veinte veces más alta. Lo mismo pasa con la mortalidad infantil, la neonatal o la de menores de cinco años, por no recordar la cobertura de servicios y el acceso real a los mismos o la propia forma de enfermar y morir de las personas que muestra un cuadro lleno de contrastes.

Contar con niveles adecuados de salud es uno de los requisitos indispensables para mejorar en materia de igualdad. Sin salud, esta última es solo una ilusión o en el mejor de los casos una esperanza. Desde nuestro sector, es mucho lo que las generaciones previas aportaron a la sociedad. Ahora toca a las nuestras avanzar y profundizar en la tarea. A los trabajadores de la salud pública nos mueven las causas. Tenemos una por la que vale la pena comprometerse.

Gracias a Cuba, a sus autoridades y a su gente, por darnos el foro y el ánimo para pronunciarnos al respecto.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=240890

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Educación para la democracia

Por Carlos Ornelas.

Es tiempo de campañas políticas; mucha gente quiere hacerle llegar sus propuestas a los aspirantes a la Presidencia y, si no se puede, a los postulantes a puestos menores. Estoy convencido de que la mayoría de los proyectos que personas y organizaciones presentan a los candidatos son ejercicios en optimismo. No los van a leer, menos a tomar en cuenta. Hoy hago una maniobra de otra índole. Me pregunto cómo pudiera ponerse en práctica —a partir de lo existente— un gobierno democrático de las escuelas.

La educación para la democracia transita por el gobierno democrático de las escuelas (Dewey dixit). Complemento: el gobierno es política, no nada más administración. Con todo y que repruebo el uso de la palabra gobernanza, ciertos de los razonamientos expuestos en el Capítulo V del Modelo educativo para la educación obligatoria que propone la SEP abren la puerta —o al menos ofrecen la oportunidad— para ampliar la deliberación democrática en la base del sistema, en cada escuela. El Modelo asienta una estrategia de arriba hacia abajo.

Sin embargo, casi de inmediato despliega la posibilidad de franquear ese trazado al destacar que: “El nuevo esquema que coloca la escuela al centro del sistema educativo no sólo supone un cambio en la gestión y en la pedagogía, sino que implica una transformación cultural de la mayor relevancia, en la cual se subordina todo ejercicio de la autoridad al aprendizaje de los estudiantes”. De acuerdo, es oferta, no realidad.

En lugar de nada más criticar esta propuesta, pienso que vale la pena tomar en serio la idea de colocar la escuela al centro de la política educativa. Veo una coyuntura para poner en práctica la estrategia que propuso Jacques Delors, en su célebre, La educación encierra un tesoro: “La participación de la comunidad local en valorar necesidades por medio del diálogo con las autoridades y grupos interesados en la sociedad es una primera, esencial, etapa para ensanchar el acceso y mejora de la educación”. El desafío consiste en cómo involucrar al mayor número de maestros que conciban a la democracia como un ejercicio de la crítica y la acción libre.

Impugno la idea de que hacer huelgas, marchar por las calles y sitiar a las autoridades son acciones democráticas. La defensa de la educación pública —no de intereses de grupo o salvaguarda de privilegios— es más eficaz con un trabajo profesional. Los maestros la deben practicar —lo hacen ya en cierta medida— con su acción en la escuela y en las relaciones cotidianas con sus pares, alumnos y padres de familia; también con las autoridades inmediatas, pero no con un talante de subordinación, sino de respeto. La jerarquía, en las relaciones democráticas, no desaparece, pero se basa en la deliberación.

Ésa es una aspiración para el plazo largo. No obstante, ese vencimiento se compone de términos breves. El requisito previo es desmantelar la hegemonía del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, acabar con su temple vertical y autoritario que se funda en su estructura nacional. En lugar de la afiliación obligatoria, implantar sindicatos libres donde los maestros funcionen en libertad sustancial para elegir a sus representantes y actuar en su profesión. El gobierno, cualquier gobierno, no atentará contra el SNTE, liberarse del yugo corporativo es una tarea de los maestros mismos.

No me hago ilusiones, abogo por un proyecto democrático para la educación nacional, pero conozco las barreras que impone el corporativismo. El sindicalismo libre es el antídoto contra el autoritarismo y un instrumento clave del gobierno democrático de las escuelas. No me engaño con la idea de que el cambio democrático venga de arriba, por eso no me preocupa si los candidatos a cualquier puesto de elección popular no leen mi pieza.

Fuente del artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/opinion-del-experto-nacional/educacion-para-la-democracia/1232555.

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México: El magisterio disidente tendrá un papel determinante en las elecciones: CNTE

21 Enero 2018/Fuente: La Jornada /Autora:Laura Poy Solano

Dirigentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) afirmaron que, ante un posible cambio de régimen en el país, el magisterio disidente tendrá un papel determinante. Por ello, llamaron a consolidar la vinculación con otras organizaciones sociales para que gane quien gane (la elección presidencial) sepa que hay un movimiento social que buscará una verdadera transformación del proyecto de nación.

Afirmaron que la coordinadora no renunciará a sus principios apartidistas, pero recordaron que no somos una organización apolítica. Vamos a hacer política y a construir una propuesta que va más allá de la coyuntura electoral, por lo que anunciaron que hoy convocarán a su Asamblea Nacional Representativa, a la que acudirán los dirigentes estatales, a fin de definir las fechas de su Congreso Nacional Político, donde se aprobarán las acciones de su jornada de lucha en 2018.

En conferencia de prensa, Enrique Enríquez Ibarra, secretario general de la sección 9 de la Ciudad de México, quien llamó a todos los maestros de educación especial, prescolar y primaria de la capital del país, a participar en las asambleas en las que se elegirán delegados al VII Congreso Nacional Extraordinario del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), para ganar la mayor representatividad posible y exigir la renovación de nuestra dirigencia seccional en un congreso democrático, afirmó que garantizar un cambio de régimen va más allá de un candidato o partido político.

Aseguró que no se trata de ver qué nos ofrecen, sino qué vamos a exigir nosotros, como sociedad, no sólo los maestros, para tener mejores condiciones de vida, lo que incluye a quienes viven en el campo hasta las zonas urbanas más olvidadas del país. Vamos a construir una estrategia de acercamiento y de movilización, que no sólo son marchas y plantones, sino a establecer una comunicación continúa con las comunidades.

Roberto Gabriel Gómez, integrante del magisterio disidente, afirmó que no estamos de acuerdo en que la estructura sindical y las cuotas de los profesores sirvan nuevamente para generar la mejor maquinaria electoral. Queremos que se rompa este corporativismo. Los maestros tienen derecho a la libre militancia, a decidir si votan o no. El gran reto es, sin romper los principios de la CNTE de no depender de ningún partido político, participar activamente en la caída del régimen.

Pedro Hernández, integrante de la dirección política de la CNTE, recordó que el magisterio disidente ha enfrentado, en sus 38 años de existencia, a gobiernos del PRI y PAN. Superamos seis sexenios, por lo que planteamos un proyecto de nación que va más allá de la coyuntura electoral, porque lo que está de fondo es hacia dónde va este país. Por eso vamos a dar la batalla y no dejaremos de insistir en la abrogación de la reforma educativa.

Francisco Bravo, ex secretario general de la sección 9, afirmó que estamos en momentos de análisis y propuestas, pues será en el Congreso Nacional Político de la CNTE, máximo órgano de decisión, donde se tomarán las resoluciones definitivas en esta coyuntura electoral, pero también en la construcción de una estrategia para consolidar otro proyecto de país.

Agregó que el magisterio disidente en la capital del país participará en todos los espacios posible para exigir al charrismo sindical que emita las convocatorias estatutarias para la elección democrática de nuestros representantes, pues desde hace 19 años no se ha convocado a una asamblea delegacional, y desde 2008 estamos a la espera que el SNTE reponga el congreso seccional que nos permita una elección libre de nuestros líderes sindicales.

Fuente  de la noticia: http://www.jornada.unam.mx/2018/01/21/politica/011n1pol
Fuente de la imagen: http://www.jornada.unam.mx/2018/01/21/fotos/011n1pol-1.
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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán: “La igualdad es un valor fundamental de la tradición republicana democrática”

Entrevista a Entrevista a Joaquín Miras Albarrán

Por: Salvador López Arnal

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano.

Cojo de nuevo el hilo central. En tus críticas a ese tercer republicanismo hablas de igualdad y libertad. A bocajarro: ¿Qué es para ti la igualdad ¿Cómo la definirías? ¿Es, debe ser valor central de una tradición republicana y democrática?

Te respondo. Para la tradición republicana, que parte de la comunidad y de la prioridad ontológica de la sociedad sobre el individuo, cuya suerte depende de la totalidad organizada, libertad e igualdad son inseparables. Trato con todo de diferenciar analíticamente, porque la tradición diferencia y tiene palabras distintas para hablar de ambas nociones

La Igualdad es un principio fundamental de la tradición republicana. Por ello, por ser inherente a una tradición y a una tradición de lucha organizada por los de abajo, es un principio que solo puede ser elaborado por la teoría ex post, no es la teoría la que puede dirimir sobre su cómo y hasta dónde. No puede ser definido ni delimitado a priori por la academia. Precisamente esto queda claro en la Política de Aristóteles. A él no le gusta la noción de justicia que defienden los pobres: la igualdad sustantiva, a comenzar por la de los bienes, y no la de la proporcionalidad. Pero a pesar de que le indigna –exclama ¡Por Zeus!- que los pobres mayoritarios definan la justicia como la igualdad irrestricta y no como la proporcionalidad de bienes entre pobres y ricos, él, que sabe que la política es frónesis, elaboración práxica, no tiene argumento teorético para negar este proyecto igualitario que es el fundamento de la praxis del movimiento de masas democrático.

Por tanto, desde la tradición demo republicana, igualdad es el principio que garantiza que todo individuo dispone por igual de los mismos recursos, materiales e intelectuales, que le permiten el mismo grado de dominio o control sobre la actividad generada por la comunidad en la que vive y en consecuencia sobre su propia praxis y su propia vida. Y que por tanto le permite ser igual a los demás, no ser ni superior ni inferior a todos los demás en todas y cada una de las comunidades de vida y praxis en las que participa y que constituyen el entramado de su comunidad política. Para el logro de la igualdad, la tradición práxica siempre ha considerado que la igualdad material es una condición fundamental, evidente. Puede haber correcciones en el sentido de que, puede haber individuos que por sus problemas requieran una mayor disponibilidad de recursos que los demás. O, según otras correcciones, propias de otros movimientos plebeyos, puede haber individuos que como consecuencia de su actividad individual posean más. Nunca se aceptará, sin embargo, la acumulación de riquezas a partir de la posesión del producto creado por el esfuerzo ajeno –contra la asalarización de otros y contra la herencia, a la par-.

Por lo demás, en la tradición demo republicana el ciudadano que dedique todo su tiempo a trabajar para enriquecerse está mal considerado. Incluso para Aristóteles, ese tipo de sujeto desasiste sus obligaciones directas, inmediatas para con la polis, no participa en la actividad política mediante la que se preserva la libertad de la comunidad.

Es un mal ciudadano…

Es un mal ciudadano. Y, reitero, la igualdad sí es un valor fundamental de la tradición republicana democrática; las democracias clásicas surgen como resultado de la creación de movimientos de masas que luchaban por la igualdad de los habitantes de aquellas comunidades. Contra la esclavitud por deudas, contra las hipotecas, etc., contra la desigualdad impuesta por el poder de los oligoi. También para las repúblicas reaccionarias, aristocráticas, la igualdad entre los ciudadanos era un principio, solo que en ellas mandaban los ricos y se excluía de la ciudadanía a los pobres. Era solo la igualdad entre los ricos iguales.

Lo mismo que antes te pregunto ahora en el caso de la libertad.

Ya he adelantado que en la tradición republicana igualdad y libertad son principios unidos, como es sensato y lógico para el sentido común; y que, en todo caso, y para las repúblicas aristocráticas, lo que sucede es que los desiguales-pobres son excluidos de la ciudadanía.

La libertad es no estar sometido a nadie, a voluntad ajena de ningún otro individuo, en el bien entendido de que esto no significa creer –muy implícitamente pettitiano- que vivimos –individualismo antropológico/robinsonada liberal, a la que ya me he referido- en mundos aislados, sino que todos dependemos de todos, porque la praxis social, que nos permite existir, es producto superior la suma de la de las individualidades. Precisamente la libertad republicana nos garantiza que poseemos igual poder que los demás en la deliberación y control sobre la actividad de todas las comunidades de las que formamos parte y en las que actuamos con nuestra praxis. Y por ello somos libres, podemos autodeterminarnos voluntariamente y realmente.

La noción republicana de libertad garantiza que no somos instrumentos inmediatos dominados en manos de otros, a través de los cuales, estos aumentan su poder y su dominio mediato sobre la totalidad social. Garantiza que existe una organización social tal que posibilita que todos tengamos acceso a los recursos que permiten la independencia de nuestro vivir dentro de la comunidad, de forma que seamos libres, esto es, podamos ejercer de veras la autodeterminación y la codeterminación de los destinos de nuestra comunidad. igualmente libres que todos los demás Para el republicanismo la libertad, -la igualdad- es sustantiva: o es un hecho o no existe. Su existencia depende, no de la declaración de la ley, sino del acceso material a los medios que la garantizan.

Hablas también en algún momento de virtud, de amistad republicana. ¿Qué es eso, qué virtud es esa?

Esta virtud republicana es difícil de entender desde la ideología liberal. Pasa algo semejante a lo que sucede con las otras dos nociones sobre las que me has preguntado. Para la ideología liberal, la amistad es asunto «privado»; además, y sé que me reitero, la sociedad es la denominación «flatus vocis», vacía de sentido, que se aplica a la totalidad de individualidades aisladas que compiten y comercian entre sí en un lugar. Por supuesto, este dislate hubiera hecho reír a cualquier republicano clásico. Todos ellos partían de la consciencia clara de que la sociedad es una totalidad o entramado humano, que genera actividad coordinada, superior a la suma de las actividades individuales aisladas. Que la organización social es lo que nos permite vivir bien, como seres humanos.

Por tanto, la comunidad social es un bien fundamental a preservar, y, para ello, todos debemos concernirnos activamente en la generación y la preservación de la concordia social, de la solidaridad; todos debemos obrar para que todos se sientan incluidos, atendidos por la comunidad, el daño infligido a un ciudadano debe ser sentido como el daño infligido a todos por cada ciudadano. Esta actitud hacia los formantes de la propia comunidad es lo que propicia la filia o amistad. Una virtud a promover en la polis a todos los niveles de la realidad social, en el microgrupo social inmediato, en la unidad militar a la que se pertenece y en la polis como totalidad social a la que se pertenece, etcétera. A ese tener activamente presente a los demás ciudadanos y sus necesidades y problemas para solidificar la comunidad como un todo es a lo que se le denomina Filia o amistad.

A todos ellos, y a sus (nuestras) diversas necesidades y problemas. Es esencial básico.

Y por eso la amistad es virtud política de los ciudadanos de la polis. Porque sin creación de un bloque social organizado –mayoritario y de pobres, cuando la polis es una democracia- que asuma el reconocimiento de las necesidades y demandas de sus miembros, y los considere propios, los haga efectivos, luche por preservarlos sin la creación de un bloque social solidario, sin solidaridad –le llamaríamos ahora- sin concernimiento activo en el vivir de los demás, no existe fuerza social que luche, imponga y preserve una república democrática. No existe sujeto que elabore un nuevo ethos, un vivir nuevo verdaderamente digno de ser denominado vivir libre, asunto fundamental, sin el cual no existe comunidad. Porque la res publica, esto es, lo que se crea y se elabora en la comunidad res publicana, aquello en lo que consiste la polis, es el vivir en común, la praxis de la comunidad. Y lo que el bloque de subalternos organizados, el movimiento denominado la Democracia, lucha por generar es esto. Sin amistad, sin comunidad solidaria, no existe res publica, ni existe posibilidad de existencia de la res publica en caso de que esta no exista.

Es magnífica tu exposición: sin amistad no existe res publica ni se posibilita su existencia.

La amistad republicana es denominada Filia por Aristóteles. Como ya he adelantado, Antonio Gramsci la denomina Bloque Social, Bloque histórico, proyecto no económico corporativo, no inmediatamente fundado en las inmediatas necesidades particulares de cada uno, respetables sin duda, sino bloque altruista, abierto a tener en cuenta las necesidades de la mayoría, y en lucha por construir un proyecto de cultura y vida alternativo que tenga en cuenta a la mayoría. La Filia es la denominación de la actividad de todos para constituir la comunidad. Sin mayoría activa que se ocupe de la Cosa o Res, no hay Res publica. La Res publica no es una noción abstracta, ni un ente de razón –un papel, una ley constitucional-. La democracia, la res publica, no es abstracta: o es un movimiento organizado de masas, que se autoprotagonice y delibere e imponga su hacer y genere un vivir nuevo, o no es nada.

O, para matizar, solo lo es en la medida en que eso otro se vaya dando.

¿Por qué ese tercer republicanismo al que criticas, hemos hablado de él, es tan «políticamente inane»? Te pregunto ahora sobre ello. 

Cuando quieras.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=232844

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