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Brigitte Vasallo: “Pensar que el burka es patriarcal y que las mujeres no tienen manera de redomarlo es una mirada colonial”

Brigitte Vasallo es una firme defensora de los derechos de la mujer, de todas las mujeres, en los unos y en los otros rincones del mundo. Hija de migrantes y migrante por cuenta propia ha vivido parte de su vida en Marruecos, país que considera una de sus muchas matrias.

Por Adrián Solana, colaborador de AraInfo

Brigitte Vasallo es una firme defensora de los derechos de la mujer, de todas las mujeres, en los unos y en los otros rincones del mundo. Hija de migrantes y migrante por cuenta propia ha vivido parte de su vida en Marruecos, país que considera una de sus muchas matrias. Es escritora y periodista especializada en la construcción de diálogos interculturales. Integra el grupo Red Musulmanas de feminismo islámico y desde hace años lucha contra la prohibición del burka en el Estado español. Imparte talleres sobre relaciones amorosas con el título #OccupyLove y ha escrito el libro PornoBurka con el que pretende explicar el mundo en un lenguaje esperpéntico desde una perspectiva disidente.

Quienes defienden la prohibición del burka y algunas feministas occidentales consideran que el velo integral es vejatorio para las mujeres que lo utilizan ¿Está de acuerdo?

Precisamente ese no tiene que ser el tema del debate porque lo que yo opine sobre una prenda que no uso no tiene ningún tipo de importancia. El debate debería estar en torno a si es legítimo obligar o prohibir a una mujer vestirse de una manera determinada y si realmente nuestras prohibiciones u obligaciones no atentan contra el derecho al propio cuerpo y la propia imagen.

Entonces, el tipo de ropa que usa una mujer ¿no la puede hacer más o menos libre?

Por supuesto que no. Yo creo en lo que cada mujer como persona adulta, racional e independiente es capaz de hacer con sus circunstancias materiales. Por ejemplo, hace poco una compañera me explicaba que en Afganistán hay grupos de mujeres que hacen teatro social y están amenazadas, por lo que el burka les sirve para que no les reconozcan en la calle. El velo les da privacidad, así que eso de pensar que esta prenda es patriarcal y que las mujeres no tienen manera de redomarla es una mirada totalmente colonial.

La prohibición del burka ¿fomenta la construcción del odio hacia minorías religiosas?

En todo. Yo no considero que haya mucho más detrás de esto que precisamente una construcción de alteridad que no nos lleva a ningún sitio positivo. Las leyes se hacen para responder a una necesidad social, pero la prohibición del burka no es una urgencia pública. Este mensaje se lanza para hacer una cortina de humo sobre temas que son mucho más importantes y para criminalizar a según qué culturas y librar de culpa a otras. Sin embargo, en el Estado español llevamos 88 mujeres asesinadas este mismo año, lo que tendría que ser un escándalo de dimensiones astronómicas y no lo es.

Desde las sociedades occidentales a menudo intentamos dar lecciones a otros países sobre la libertad y la tolerancia. Por ejemplo, fue muy polémica las acciones que Femen realizó en su particular ‘Día Internacional de la Yihad Topless’, exhibiéndose desnudas de cintura para arriba delante de mezquitas y embajadas de países árabes. ¿Qué le pareció esta acción?

No solamente de una gran ignorancia, porque hay muchos países árabes que ni siquiera son totalmente musulmanes y también hay gente de otras religiones, si no de una gran estupidez porque esas mujeres a las que quieren ‘liberar’ también son musulmanas y van a las mezquitas. Fue un insulto decirles que no saben ser tan libres como Femen porque no enseñan los pechos. A mí me parece estupendo que enseñen los pechos pero también me parece perfecto que haya mujeres que se quieran cubrir. Desde organizaciones musulmanas y desde el feminismo islámico llevan tiempo denunciando que este tipo de campañas están desprestigiando el trabajo que las feministas realizan día a día sobre el terreno.

¿Por qué desde algunos sectores del feminismo occidental se establece una diferenciación entre las mujeres occidentales y las mujeres musulmanas, ‘nosotras y ellas’?

Aquí hay dos líneas interesantes. Una es la concepción lineal de la historia que parte de un conflicto universal donde la historia de la humanidad va desde la barbarie hasta la civilización; y entiende que Occidente es la vanguardia y que el resto van más despacio pero acabarán llegando aquí. Sin embargo, la evolución no es lineal y cada civilización tiene un entorno y un conocimiento determinado, situado en su historia y en su momento.

Por otro lado, es una falsa construcción distinguir entre las europeas y las musulmanas porque hay muchísimas musulmanas europeas. Se les está obligando a decidir entre dos identidades que no están en absoluto enfrentadas. Tenemos que plantearnos por qué siempre las pensamos como exógenas y que intereses hay detrás de ello.

Wassyla Tamzali, directora durante casi 20 años del Departamento de Igualdad de Género de la Unesco, rechaza el uso de todo tipo de velo y lo considera una práctica ideológica y social a combatir en el marco de la deconstrucción del patriarcado y sus atributos religiosos. Cómo dice Tamzali ¿considera que la deconstrucción del patriarcado pasa por la deconstrucción de atributos religiosos?

Estoy de acuerdo con que Wassyla Tamzali quiera combatir cosas, lo que no veo tan claro es que la prohibición sea la manera de combatirlas o trabajarlas. Además, me asusta mucho abrir la puerta a las prohibiciones de las decisiones de las mujeres sobre su propio cuerpo, como también ha ocurrido con el tema del aborto.

Las mujeres no podemos seguir retirándonos de los espacios patriarcales, porque no hay espacio que no sea patriarcal; si no que tenemos que ocuparlos y exigir nuestros derechos. Por ejemplo, la tan vitoreada democracia no nos permitió votar hasta hace cuatro días, pero no nos hemos retirado si no que la hemos ocupado. Entonces hay que despatriarcalizar y luchar todos los espacios, también los religiosos, y no creo que haya otra manera de acabar con esos atributos patriarcales.

¿Hay algún ejemplo de organización o empoderamiento protagonizado por mujeres musulmanas que considere referente?

Todas las luchas por el derecho a llevar el velo y el velo integral en Europa me parecen un ejemplo de los procesos emancipatorios propios de las mujeres musulmanas. El mensaje que trasmiten: “Decís que estoy sumisa a Dios por llevar velo y que queréis que me lo quite para estar sumisa al Estado”, me parece una reivindicación muy interesante sobre qué patrones queremos tener y qué patrones nos imponen. A mi esa me parece una reivindicación muy clara, que las mujeres musulmanas no necesitan que les digamos nada, sino que nos dejemos acompañar por ellas y nos acompañemos entre todas.

¿Cree que tanto la obligatoriedad de usar el burka en algunos países islámicos como su prohibición en Occidente tienen un propósito común que es la discriminación de la mujer?

Las dos ideas vienen de la misma concepción, que las mujeres no podemos decidir por nosotras mismas y que por lo tanto hay que hacer leyes que decidan sobre nuestro cuerpo y nuestra vestimenta, porque nuestro cuerpo y nuestra imagen siempre son una amenaza. Prohíben nuestra libertad y nos excluyen a través de leyes represivas.

¿Hasta qué punto las mujeres que usan el burka lo hacen obligadas?

Lo primero que se dice sobre el velo integral es que las mujeres lo llevan obligadas. Sin embargo, muchas mujeres dicen que lo llevan porque quieren e incluso en contra de la voluntad de su familia que no quiere ser estigmatizada. Otras en cambio afirman que lo llevan porque a su marido le gusta, pero que levante la mano la mujer que está libre de hacer cosas para gustarle más a su pareja. Lo que pasa es que estos procesos de violencia simbólica es más fácil verlos en los ojos de las demás que dentro del propio cuerpo y es más cómodo acusar a las demás al mismo tiempo que, por ejemplo, sometemos a nuestros cuerpos a procesos estéticos brutales.

¿Es el islam una religión que restringe especialmente las libertades de las mujeres, más que otras religiones como el cristianismo o el judaísmo?

En absoluto, ni más ni menos. Para empezar depende mucho de las interpretaciones que se hagan. Según las lecturas de las feministas islámicas el islam es una religión bastante igualitaria. Pero nosotros tenemos esa imagen del islam porque la islamofobia llega a lugares bastante insospechados. Por ejemplo, en las traducciones del Corán, la palabra ‘insan’ (persona) se traduce como ‘hombre’ genérico, entonces el machismo del lenguaje castellano pasa a incorporarse a un machismo en el Corán que en realidad no existe en el texto original.

El capitalismo puede fomentar medidas racistas para dividir a las clases populares y que pierdan de vista problemas de mayor magnitud ¿Cree que es el caso de la prohibición del burka?

Los procesos de lucha contra el burka siempre vienen promovidos por grupos políticos que nunca se han posicionada a favor de los derechos de las mujeres. Están creando una cortina de humo sobre problemas más importantes de urgencia social y consiguiendo apoyos de manera sorprendente desde los propios contextos feministas para aplicar violencia sobre algunas mujeres en nombre de las libertades de todas.

Es algo similar a lo que ocurre con el Pinkwashing (utilización de los derechos sexuales para lavar, ocultar, blanquear acciones o atropellos contra derechos humanos), cuyo paradigma es Israel, porque protege algunos derechos de la comunidad LGTBI, pero vulnera otros – por ejemplo la ocupación imposibilita la articulación de la comunidad LGTBI palestina -. Además, Israel, también presume de defender los derechos de las mujeres, pero según un estudio realizado entre el año 2000 y 2007, el 10% de las mujeres palestinas embarazadas fueron retenidas en checkpoints cuando iban a dar a luz. Pues eso mismo ocurre con la prohibición del burka, cuando con la excusa de defender los derechos y libertades de las mujeres se aplican violencias a unas mujeres en concreto.

Tomado de: http://arainfo.org/brigitte-vasallo-pensar-que-el-burka-es-patriarcal-y-que-las-mujeres-no-tienen-manera-de-redomarlo-es-una-mirada-colonial/#.V72EfXucPfA.facebook

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Las mujeres, la guerra y la paz

Rubín Morro

Las mujeres siempre han estado en la lucha política y en las victorias de los pueblos por la emancipación, la justicia y libertad. Su presencia ha sido permanente en el protagonismo social, político, cultural y económico, aunque su reconocimiento y visibilización en esa gran labor ha sido opacada, incluso excluída del disfrute de las conquistas, por patrones patriarcales existentes.

Por el contrario continúnan en su vida cotidiana con el doble rol, la doble jornada laboral. Constituye ésta una de las facetas más excluyentes e impositivas que han llevado a la mujer a la más horrible explotación y discriminación.

Es un odioso y profundo lastre que hemos llevado los humanos por miles de años arrastrando como una pesada carga, es una enfermedad terminal que debemos combatir con una nueva concepción de la vida y de las relaciones entre las personas, sin importar nuestra condición de clase, raza, credo, sexo y otras realidades diversas de identidad.

Como si fuera poco, se les ha asignado específicamente la reproducción, los oficios domésticos, y en la vida laboral si debenga un salario está por debajo de lo que le pagan a los hombres por cumplir el mismo trabajo. Sin embargo a pesar de la existencia de normas legales para vincularla al proceso productivo, luego de hacerlo, terminan en responsabilidades secundarias, imponiéndose el hombre por encima de ella, exclusivamente por su condición masculina.

Las guerras convencionales y los conflictos internos, han hecho de las mujeres sus principales víctimas, han sido asesinadas, desplazadas, amenazadas, son miles las viudas y huérfanas; millones las que han padecido violencias de todas las maneras y tipos posibles.

En medio de semejante adversidad, las mujeres continúan construyendo sus sueños y anhelos, a través de sus luchas por la igualdad de género y social, por la conquista plena de sus derechos, por el reconocimiento como sujetos sociales y políticos. De ahí su protagonismo en el proceso de paz que se desarrolla en La Habana.

Porque es claro que en Colombia no habrá paz sin el concurso creador y masivo de la mujer, sin su participación activa. La inclusión de las mujeres en todas las etapas de construcción de la paz es un requisito esencial para el sostenimiento de la misma.

Un informe de la ONU, señala que en procesos de paz desde 1992 a la fecha, la participación de las mujeres ha sido baja, sin embargo, en estos procesos, la violencia sexual contra ellas ha sido referenciada en el debate. En la década de 1990, en la República de El Salvador en la Mesa de Negociación con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) las mujeres propusieron un plan de reparación.

En Irlanda del Norte, las mujeres aseguraron la participación de una representante en la Mesa de paz creada en 1997, al constituir una agrupación política de mujeres de distintos partidos que participó en la reconciliación y la reintegración de los presos políticos. En la República de Sudáfrica, a mediados de la década de 1990, la Comisión Nacional de la Mujer pidió que la mitad de los multipartidistas fueran mujeres, y logró que uno de cada dos representantes de cada partido también fuera una mujer, participantes en el proceso de negociación.

En la república de Guatemala, las mujeres influyeron de manera significativa en las conversaciones que condujeron al acuerdo de paz de 1996. En Asha Hagi Elmi constituyó el Sexto Clan de mujeres en la República de Somalia en las conversaciones de paz donde se había excluido a las mujeres. En Burundi, Las mujeres presentaron su lista de recomendaciones al facilitador de las negociaciones, Nelson Mandela, y más de la mitad de dichas propuestas quedaron recogidas en el acuerdo de paz.

Es apenas una muestra de los esfuerzos que han hecho las mujeres por alcanzar su espacio en la sociedad, por ser activas constructoras de paz.

El 26 de agosto de 2012, el Gobierno y las FARC-EP, firmaron un «Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”. Cabe recordar acá que los recientes procesos de paz llevado acabo en Colombia, las mujeres no han sido incluidas como debiera ser, sin embargo, en la Delegación de Paz de las FARC-EP, casi la mitad son mujeres y a instancias de la Mesa de Conversaciones en La Habana, se creó la Subcomisión de Género para darle un enfoque de género a los acuerdos, para interlocutar con representantes de organizaciones de mujeres, de las cuales hicieron presenica 16 lideresas y 2 representantes de la comunidad LGBTI. Las conclusiones de las tres audiencias realizadas, serán recogidas y tenidas en cuenta en los acuerdos pactados desde la perspectiva de género.

Definitivamente debemos todos y todas sin excepción, desarrollar una campaña de visibilización, reconocimiento del papel y los derechos de las mujeres, con medidas afirmativas temporales, mientras sea necesario, que permitan alcanzar la igualdad de género. Debe ser un compromiso de los hombres junto a ellas, avanzar en este necesario y urgente objetivo de vida y de esperanza para el futuro de la sociedad.

Fuente del articulo: http://mujerfariana.org/vision/315-las-mujeres-la-guerra-y-la-paz.html

Fuente de la imagen: https://www.todopuebla.com/blog_medias/photos/Mujeresdenegro.399914408.jpg

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México: de 100 mujeres detenidas, 33 han sido violadas durante interrogatorios

Centro América / México / 03 de julio de 2016 / Por: Amnistía Internacional en Contagioradio.com

 

 

La organización de Derechos Humanos Amnistía Internacional, realizó una investigación en la que entrevistó a 100 mujeres detenidas en las prisiones federales de México, y encontró cifras alarmantes en cuanto a torturas sexuales contra ellas. De las 100 mujeres entrevistadas, 72 fueron víctimas de abusos sexuales y 33 denunciaron que fueron violadas durante los primeros interrogatorios a los que fueron sometidas.

Las denuncias van desde violaciones con los órganos sexuales, las manos e incluso con objetos, además las torturas también incluyen golpes y descargas eléctricas en los genitales de las mujeres. En el informe resaltan el caso de una mujer de 26 años que fue acusada de pertenecer a bandas criminales, sometida a tortura y obligada a ver la tortura de su esposo que murió en sus brazos mientras eran trasladados a prisión.

Según esa organización los abusos son cometidos durante las primeras horas de arresto o en los primeros días de interrogatorios y los responsables se encuentran vinculados a las fuerzas de policía y a las fuerzas militares que están desplegadas en todo el país desde hace cerca de 10 años al promulgarse la llamada “guerra contra el narcotráfico” en el gobierno de Felipe Calderón.

LA IMPUNIDAD PREVALECE

El alcance de la impunidad es otro factor preocupante en cuanto a las denuncias presentadas por las víctimas de tortura. Amnistía Internacional encontró que solamente en 2013 se presentaron más de 12000 denuncias por torturas, las cuales se duplicaron en 2014. De esas denuncias solamente 7048 llegaron a la Comisión Nacional de Derechos Humanos entre 2010 y 2015. Desde 1991 solamente 15 investigaciones han llegado a sanciones contra los organismos señalados por las víctimas.

Ante los tribunales la situación es mucho peor. Aunque la carga de la prueba presentada contra las víctimas recae sobre el ministerio público, en muchos de los casos, las víctimas, que han sido obligadas a firmar confesiones bajo situaciones de tortura, resultan siendo condenadas, puesto que los juzgados no tienen en cuenta las denuncias y dan toda la credibilidad a los testimonios firmados.

Sin embargo, a pesar de las alarmantes cifras, los casos podrían ser muchos más y puede haber un sub registro de las denuncias. Amnistía Internacional aseguró que los organismos de seguridad no accedieron a abrir sus expedientes a los delegados de esa organización.

Cuesta creer el afán con que México encubre su crisis nacional. En lugar de intentar encubrir miles de casos de tortura y otros malos tratos, las autoridades deberían centrar sus energías en garantizar la erradicación definitiva de la tortura garantizando el enjuiciamiento de los responsables y reparaciones adecuadas a las víctimas”, afirmó Erika Guevara-Rosas representante de AI para las Américas.

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Argentina: Violencia de género, un problema cultural que la educación no logra resolver.

Por Víctor Leopoldo Martínez
Las «mujeres” son como los «negros”, un mal social que los hombres blancos deben «soportar”. El hombre evita trabajar como «negro” porque es denigrante, pero ve como bueno y elogiable que una mujer lo haga porque para eso está, para trabajar como «negra” (la propia mujer también sostiene esto a la hora de «dar examen” al macho). Las mujeres «blancas” tienen mujeres pobres y «oscuritas” para que sean sus sirvientas. Las mujeres blancas disfrutan del sexo porque tienen recursos económicos para el aborto. Las «negritas” hacen el amor sabiendo que se juegan la vida si tienen que abortar; o por los planes sociales. El hombre tiene derechos porque trabaja fuera de casa y trae el «sustento”. Las labores hogareñas de la mujer no son parte de un trabajo sino un «deber” por gratitud hacia el hombre que trae el sustento. Hoy la mujer trabaja afuera porque «debe” ayudar al hombre; un «deber” sin muchos «derechos”, de ahí su sueldo diferente y en ocasiones inferior. La mujer es una «serpiente” y tan mala como la «bola negra” de billar cuando se trata de la diversión del macho.
Para vender cualquier producto, o para que un programa televisivo tenga audiencia tiene que «ofrecer” culos y tetas de mujeres revoloteando en la pantalla; no pocas mujeres se prestan al juego porque «paga bien” si esas tetas o culos se transforman en buena «merca” para un macho. Su creador fue Gerardo Sofovich, el continuador Marcelo Tinelli. El macho cuanto, más desnudo pueda aparecer, más macho es por ser más sexy. La mujer, cuanto más desnuda pueda aparecer, más permisiva para ser violada y/o violentada está diciendo ser porque lo hace para provocar. El hombre puede vestirse como se le canta; la mujer, si lo hace, «quiere guerra” (y en las guerras siempre hay muertes).
El hombre es violento con la mujer por cobardía, ya que jamás hablará de sus miedos. La sabe inferior en términos físicos y por ende indefensa y descarga sobre ella posibles traumas psicológicos infantiles irresueltos, cuando no reproduciendo modelos y costumbres familiares incorporados. La mayoría de las mujeres naturalizaron y justifican aún hoy esa violencia por aceptación cultural del sometimiento que supuestamente les cabe por una cuestión de género. Las madres educan a sus «nenas” para que sean futuras «señoritas decentes” (sometidas) a los dictámenes «machos”;  y de chiquitos justifican que los «nenes” fajen a sus hermanas. Las madres compran muñecas para que sus hijas mujeres sean futuras buenas madres y compran «autitos” para que sus nenes sean buenos conductores y ya grandes pueden gritar en la calle a una mujer que maneja un vehículo «anda a lavar los platos”. Maestras y profesoras (que son mayoría dentro del sistema educativo) exigen a las «niñas” comportamientos «de niñas” sin brindarles nunca un argumento sólido para tal exigencia. En cualquier establecimiento educativo la buena alumna se caracteriza por ser «obediente” a los dictados de una educación pensada por y para machos. La buena alumna lo es porque es buena y sumisa repetidora de lecciones, nunca por ser pensante, algo que no la prepara para ser una «buena mujer.
Las mujeres sólo se deben dedicar a lavar platos, la ropa, a cocinar y a cuidar chicos, y si son científicas es porque están al pedo y/o quieren competir con los hombres. Si un hijo sale «desviado” es culpa de la mala educación de esa madre. Un imbécil y energúmeno macho humano se arroga el don divino de poder golpear y hasta disponer de la vida de su –o una- mujer, y nunca falta en boca social el «por algo le pegó, algo habrá hecho esa mujerzuela”. Una «diva” televisiva –Mirta Legrand- pregunta a una de sus invitadas: «¿Qué hiciste para que te golpee?”. Muchas de sus seguidoras televidentes la acompañaron con sus comentarios hogareños justificatorios: «Seguro que algo anduvo haciendo, lo habrá gorreado” (infiel).
El hombre, cuanto más «gorreador”, más macho; la mujer, cuanto más prueba tratando de encontrar placer sexual ante tanto macho inútil y frustrador, más puta es. El hombre tiene derechos, la mujer tiene que agradecer los poquitos que los hombres le otorga. Sólo el 33% de las bancas parlamentarias (municipales, provinciales o nacionales) puede ser ocupado por mujeres … «y agradezcan”. Si una mujer es presidenta, hasta para sus pares de género es una «yegua que tiene que ir a la guillotina” y dejarle lugar a un macho misógino (Cristina vs. Macri) que, aunque sea un torpe e inútil, basta con que sea «macho”.
Las mayores enemigas de los derechos de la mujer lamentablemente están dentro de las propias mujeres. Por ahora, las defensoras de esos derechos son excepciones. Las propias mujeres hicieron suyo el calificativo «mina” para denigrarse entre ellas. Trazando paralelos, las «minas” son sólo «surcos” donde los machos pueden penetrar como quieren y cuando quieran y hacerlas saltar por el aire si se deciden explotarlas a cielo abierto.
¿Y la educación? La educación continúa acompañando de la mano de maestras, profesoras, licenciadas y doctoras a una sociedad para que esos desvalores nunca se pierdan. El viernes 3 de junio, la plaza 25 de Mayo de Catamarca, lugar del acto central para la convocatoria por «#NiUnaMenos”, se pudo haber transformado en el escenario propicio para una clase abierta sobre violencia de género, con presencia de funcionarias y hasta la propia Gobernadora, que son mujeres, y con una plaza colmada de maestras y profesoras con sus alumnos viendo y discutiendo el tema. No fue así. Sólo había no más de 100 mujeres recordando víctimas de atroces crímenes, mientras muchas y muchos pasaban por el lugar mirando a esas «locas” que piden justicia para unas locas a las que mataron seguramente porque algo hicieron como simples seres humanos de género femenino. Lamentable.
 
Fuente: 
http://www.elesquiu.com/policiales/2016/6/13/violencia-genero-problema-cultural-educacion-logra-resolver-217173.htm
Imagen: http://www.elesquiu.com/u/fotografias/m/2016/6/12/f620x0-197714_197732_15.jpg
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Ni un lugar en el mundo

 Por Roxana Sandá

Una joven en situación de extrema pobreza, que pelea por salvar su vida y la de sus tres hijxs de la violencia sistemática que su ex les dedica pese a la medida perimetral impuesta, sobrevive en una casilla en la provincia de Buenos Aires mientras implora a los organismos estatales y a la Justicia que le solucionen su problema habitacional. Sin embargo, el vínculo entre violencia doméstica, tierra y vivienda sigue siendo un derecho periférico ignorado y hasta negado por operadorxs estatales y judiciales que discriminan con prejuicio misógino.

Una mujer que sufre violencia doméstica desde hace años, desempleada, madre a cargo de dos niños y una niña, esta última con una discapacidad grave, no debería ser ignorada por las agencias públicas cada vez que ruega por ayuda de materiales para apuntalar la casilla de madera en un terreno de la provincia de Buenos Aires que su madre le cedió, en amparo de la persecución y el hostigamiento de su ex, que ya no la deja respirar pese a la medida perimetral que le impusieron. Sin embargo, las trabajadoras de la Dirección de Políticas de Género (DPG) del municipio de La Plata, que desde 2014 acompañan a S.O., de 28 años, en la tramitación de la denuncia y solicitud de medidas de protección ante el Juzgado de Familia N° 4 de La Plata, se encontraron con que un pedido de materiales o la procura de soluciones habitacionales para víctimas en situación de pobreza y sus familias pueden convertirse en una búsqueda frustrante y, lo que es demoledor, sin respuestas. De nada valió hasta el momento el empeño que las operadoras pusieron al detalle del caso, las gestiones en diferentes organismos que se ocupan de la problemática, y tampoco en informar al Juzgado de Familia interviniente de la situación dramática de lo que con piadosa sutileza siguen denominando “vivienda”. Ni el último de los pedidos, elevado al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, obtuvo respuesta. A la fecha, el Observatorio de Violencia de Género (OVG) de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires es el único organismo que tomó la consulta y solicitud de intervención de las trabajadoras de la DPG.

Según informaron desde el Observatorio, “la joven no puede trabajar debido a los cuidados constantes que requiere su hija mayor, con parálisis cerebral, y a raíz de las secuelas en la propia salud por tanta violencia sufrida. Por eso no cuenta con ingreso alguno, lo que deja a la familia en un estado de suma pobreza”. Su única red vincular está compuesta por su madre, jubilada de enfermería, su padrastro y una hermana menor, todos en situación de pobreza y vulnerabilidad, y con varios niñxs a su cuidado. Desde la Defensoría del Pueblo se realizaron gestiones en el ámbito de la provincia para presentar el caso, con las dilaciones y dificultades que produjo el recambio de gobierno. El último contacto del OVG con S.O. fue a mediados de marzo y telefónico. Relató que en el vecindario la estaban ayudando a mitigar el hostigamiento de su ex pareja, que se sentía más tranquila y que intentaría acercarles documentación por medio de su mamá para tramitar un pedido en relación a la vivienda, porque ella permanecía en reposo por una operación.

“A las mujeres víctimas de violencia familiar en la provincia de Buenos Aires se les dificulta la posibilidad de acceder a vivienda digna por una serie de indefiniciones de políticas públicas integrales”, explica la coordinadora del OVG, Laurana Malacalza. “El Poder Ejecutivo nacional y provincial concentran los recursos existentes en dispositivos que atienden las denuncias y efectúan el acompañamiento de las víctimas al inicio del proceso judicial, pero no contemplan mecanismos indispensables para la atención y asistencia de mujeres que sufren situaciones de violencias, que aborden de manera conjunta e integral otras dimensiones interrelacionadas”.

El artículo 10 de la Ley 26.485 establece que es obligación del Estado nacional promover y facilitar la creación de servicios integrales de asistencia a las víctimas, debiendo garantizar “instancias de tránsito para la atención y albergue de las mujeres que padecen violencia en los casos en los que la permanencia en su domicilio o residencia implique una amenaza inminente a su integridad física, psicológica o sexual, o del grupo familiar, debiendo estar orientado a la integración inmediata con su medio familiar, social y laboral”. Pero los refugios y albergues sólo asumen soluciones provisionales, y Malacalza advierte que ni el Consejo Nacional ni el Consejo Provincial de las Mujeres definen políticas y programas dedicados a mejorar el acceso de las mujeres a la propiedad y a las viviendas. “No desarrollaron acciones que incorporen la perspectiva de género en los programas de vivienda, que entiendan la necesidad de establecer condiciones de equidad en el acceso para las mujeres.” Brillan por su ausencia las áreas gubernamentales específicas que aborden el acceso a la vivienda y la violencia de género o diseñen pautas especiales bajo una misma cuerda. Sólo algunos municipios u organizaciones sociales en el territorio intentan articular con otras áreas, y con suertes diversas.

El caso de S.O. es doblemente grave por el desamparo judicial: en el Juzgado de Familia donde tramitan sus medidas de protección nunca se le brindó asistencia o asesoramiento para hallar la manera de acceder a un techo propio. Como ella, y en su mayoría pobres, habitantes de barrios informales y carentes de medios económicos independientes, se cuentan por miles las mujeres que denuncian violencia familiar y son excluidas del hogar al verse imposibilitadas de acreditar que son propietarias o copropietarias de la vivienda que compartían con su agresor, o que contribuyeron a construirla o mejorarla. Frente a estos tipos de denuncias, las decisiones judiciales instan casi siempre a que sea la mujer quien se retire del hogar. “Las decisiones judiciales que propician estas alternativas, requiriendo a las mujeres requisitos de imposible cumplimiento y acreditación para poder permanecer en el hogar familiar, establecen un agravamiento de su vulnerabilidad”, lamenta Malacalza. “Es el mismo Estado que define un mecanismo expulsivo y que luego se muestra imposibilitado de proporcionarles alternativas para desarrollar un proyecto de vida sostenible.” Cada reclamo iniciado por las mujeres frente a las medidas judiciales que las excluyeron de la vivienda que compartían con el agresor no se resuelve con la misma prioridad con que se obtiene una medida de protección por violencia familiar. Todo esto las empuja a que opten por seguir conviviendo con el agresor, aún cuando tienen la firme voluntad de romper con esa realidad, o a huir con sus hijxs en situaciones de riesgo extremo al no tener un lugar seguro adonde ir. Además, es común que los agresores excluidos del hogar a partir de una medida judicial inicien causas penales por usurpación contra las mujeres que residen en la vivienda, y en esos casos, muchas veces con la mirada descontextualizada y discriminadora de lxs operadorxs judiciales que intervienen, la mujer queda imputada en una causa penal con desconocimiento de las denuncias previas y del historial de violencia de género que padeció.

En el informe “Un lugar en el mundo. El derecho a una vivienda adecuada como elemento esencial de una vida libre de violencia doméstica. Los casos de Argentina, Brasil y Colombia”, que publicó el Centro por el Derecho a la Vivienda y Contra los Desalojos (COHRE, en inglés), una de sus autoras, la abogada María Victoria Ricciardi, advierte que para las víctimas de la violencia doméstica, la vivienda no es un asunto periférico, ni una cuestión que se puede posponer para resolución en el futuro. “Al contrario: la falta de una solución para esa situación puede ser determinante para decidir continuar en una relación violenta o no. Para muchas mujeres, sólo cuando están frente a una enorme crisis o frente a violencia extrema, con riesgo de vida, hace que salgan de los lugares que habitan sin ninguna alternativa presente. La situación actual, en donde las mujeres tienen que elegir entre una vida en la calle o una vida con un maltratador violento, es completamente inaceptable e intolerable. Es una situación que va en contra de las normas internacionales de derechos humanos, y que debe ser abordada y corregida por los gobiernos como una cuestión prioritaria.” En una gran mayoría, de vida o muerte.

Fuente de la imagen: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/3b/20081123120727-violencia-de-genero.jpg

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Tanzania: Inspiration for Students to Fight Child Marriages

Resumen: Alrededor de 60 jóvenes  de Tanzania se han comprometido a luchar contra el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina (MGF) en cinco salas de Tarime Distrito en la región de Mara. Los estudiantes y adolescentes participaron en un entrenamiento intensivo sobre salud reproductiva, organizado por el Foro de la dignidad de los niños (CDF) en colaboración con el Plan Internacional de Tanzania recientemente.

About 60 youths have vowed to combat child marriage, female genital mutilation (FGM) in five wards of Tarime District in Mara Region.

The students and out -of-school teenagers made the promise shortly after attending an intensive training on reproductive health, organized by Children’s Dignity Forum (CDF) in collaboration with Plan International Tanzania recently.

They hailed the training, expressing hope that it will help to save many girls from FGM and child marriage, thanks to the European Union (EU) for funding the initiative under an ambitious project designed to end child marriage and FGM in the region.

«I am now going to take the responsibility of educating my colleagues on the effects of FGM, child marriage and teenage pregnancies», said Elizabeth Daniel (16). Elizabeth, a Form three student at Bomani Secondary School where she is the head girl says she will take the advantage of her position to advance anti-FGM and child marriage campaign at the public school and beyond.

The school which is located in Tarime Town Council, has about 800 students most of them girls hailing from communities prone to FGM and child marriage. «I will make good use of my position as the head girl to provide reproductive health education.

Since our school has a large number of girls, I believe I will save many of them,» Elizabeth told the ‘Daily News’ shortly after successfully attending the training held at a hotel in Tarime town last week.

Elizabeth says her dream is to become a doctor after her studies and that the training had added value on her life. She further stressed the importance of every child to be assisted in achieving her or his educational dreams instead of allowing such dreams to be cut short by harmful cultural practices.

«I would like to become a nurse or doctor and the training I have got here will enable me to realise my dream» Elizabeth pointed. Tatu Tatu( 17) another beneficiary of the training shared with this reporter a sad story about her young sister who was made pregnant at the age of 13 and promised to dedicate part of her time in fighting child marriage and teenage pregnancies.

«I have a young sister who was married at the age 14 after she become pregnant when she was only 13. She was studying at a primary school in neighbouring Kenya.

Thanks God that I have attended this training for the first time and I will now go around providing education to many young girls», Tatu who lives in the small town of Sirari, said.

On his side Joseph Mwita (16) says the training had made them understand that child marriage and FGM are illegal acts, thus he will now join the battle against the practices in the area.

«I will provide education to my family and neighbouring homes and that is what Iam going to do» Joseph who completed his ordinary secondary education (Form IV) in 2014 at Inchugu Secondary School said.

Facilitators of the training were medical and social welfare government experts from Tarime District Council. Mr Abel Gichaine, a Social Welfare Officer of Tarime District said the target was to train 60 peer educators on adolescent and health reproductive as part of fresh strategies aimed at curbing FGM and child marriage in the area under the EU funded project.

The project is jointly implemented by Plan International Tanzania and CDF, a local non-government organization currently leading anti- FGM campaign in Mara Region with Tarime District being the most targeted area.

«FGM has close effects on health reproductive and we are expecting the number of girls line up to undergo FGM in December this year to go down. After FGM many girls have been practicing unsafe sex and others becoming victims of child marriage.

These are other things that we want to end «, Mr Gichaine told the ‘Daily News’. The trained peer educators are expected to reach nearly 2,000 teenagers between May and November something which is expected to reduce the number of girls line up to undergo FGM in the five targeted wards in December .

The wards are; Sirari, Sabasaba, Susuni, Matongo and Nyamwaga, according to the official. » We are going to make close monitoring and evaluation in order to ensure that the set target is achieved «, he said.

Mr Gichaine said the government takes the EU, CDF and Plan International Tanzania as important partners supporting on-going efforts made to end FGM and child marriage in Tarime.

The Project Officer from CDF, Ms Kambibi Kamugisha said adolescent and sexual reproductive health education is keenly designed to reduce child marriage, teenager pregnancies and FGM cases in the area.

Fuente de la noticia: http://allafrica.com/stories/201605061141.html

Fuente de la imagen: https://plan-international.org/sites/files/plan/styles/xl__original/public/field/field_image_listing/201210-moz-16.jpg?itok=maFxuhJy

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En el día Internacional de las Parteras: primer eslabón del cuidado de la mujer y su bebé

Xalapa, Ver., 05 de mayo de 2016.-

La partera es un personaje comunitario vinculado con la salud en el embarazo, parto y puerperio, lo que la constituye en uno de los primeros eslabones de las redes sociales para el cuidado de la mujer y su bebé, por lo que la Secretaría de Salud (SS) y los Servicios de Salud de Veracruz (SESVER) reconocen el trabajo de quienes realizan esta práctica en el marco del Día Internacional de la Partera.

Esta conmemoración, instituida el 05 de mayo de cada año, es el resultado conjunto de la labor entre el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Confederación Internacional de Parteras (ICP).

Debido al número significativo de parteras en Veracruz, quienes atienden el siete por ciento de nacimientos, equivalentes a nueve de 10 partos por día, se implementó la actualización de mil 600 parteras, logrando a la fecha la certificación nacional de 988, la formación de 510 proveedores locales competentes en Reanimación Neonatal Ayudando a los Bebés a Respirar (PARAB) y 295 capacitadas en el taller de Toma y Registro de Signos Vitales.

El reto para la SS y SESVER es continuar durante el presente año con los procesos de capacitación y evaluación, avalando a 200 parteras más, instruyendo a 150 en PARAB y mil 200 en Toma de Registro de Signos Vitales, además de la supervisión, seguimiento y reforzamiento en campo de Parteras Certificadas.

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