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Estados Unidos: Marcha de mujeres en Washington defiende la diversidad y los derechos humanos

Estados Unidos/Enero de 2017/Fuente: Diario Las Américas

Centenares de miles de personas recorren este sábado las calles de Washington DC en la «Marcha de las Mujeres» con consignas en defensa de la diversidad y de los derechos humanos que ven amenazados por el Gobierno de Donald Trump.

La gran marea de manifestantes venidos de ciudades de todo el país ha superado las expectativas de los organizadores, que ahora calculan, igual que las autoridades de la capital, al menos medio millón de personas: el doble de lo esperado.

Uno de los datos que se usan para valorar el éxito de una convocatoria en Washington es la cifra de viajeros del metro: a las 11 de la mañana de este sábado habían tomado este transporte -el más recomendable con el centro urbano cortado al tráfico- 275.000 personas, frente a las 193.000 que habían viajado a la misma hora el viernes para la investidura de Trump.

Y eso, teniendo en cuenta que el viernes el metro abrió una hora antes, a las 4 de la mañana.

Los accesos al metro, que están abarrotados de personas desde primera hora de la mañana, y las entradas a la ciudad por carretera, con más tráfico que un lunes en hora punta, evidencian masas mucho mayores para esta marcha que las que se vieron para la investidura, según pudo constatar Efe.

Entre los que marchan pudo verse al exsecretario de Estado, el demócrata John Kerry, paseando con su perro y hablando con otros manifestantes.

La movilización comenzó esta mañana con una concentración en los alrededores del Capitolio que no tardó en desbordarse por las calles y parques aledaños.

Durante tres horas, se subieron al escenario para dar contundentes discursos en defensa de los derechos humanos y contra Trump actrices como Scarlett Johanson, Ashley Judd y América Ferrera, así como el cineasta Michael Moore, quien rompió una portada de periódico de este sábado con la noticia de la investidura de Trump.

La marcha continuará después por la explanada de jardines del National Mall para concluir en los alrededores de la Casa Blanca.

La ciudad entera es una marea de gorros rosas, los «pussy cat» (gatito), que son una respuesta al polémico comentario de Trump de que a las mujeres hay que agarrarlas por sus partes íntimas («pussy», en inglés).

Los carteles que portan los manifestantes muestran la amplia gama de causas progresistas que defiende la marcha: «Nosotros el pueblo somos más fuertes que el miedo», «En las mujeres confiamos», «La diversidad es estadounidense», «Los derechos de las mujeres son derechos humanos», «Respeto para todos».

La manifestación transcurre de manera pacífica, sin que haya trascendido ningún tipo de altercados, aunque Efe pudo ver algunos grupos pequeños de seguidores de Trump que se han acercado a la marcha para gritar «Es su presidente» con carteles misóginos que dicen que las mujeres «deben someterse» a sus maridos y que el feminismo «rompe familias».

Los manifestantes les han recibido con sonoros abucheos, algunos les han replicado y otros han preferido hacerse fotos de sorna con ellos, como una chica disfrazada de vagina.

Fuente: http://www.diariolasamericas.com/eeuu/marcha-mujeres-washington-defiende-la-diversidad-y-los-derechos-humanos-n4112985

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Profesor universitario hasta los 80

Por: Ignacio Mantilla

Para el caso de los docentes universitarios, la ley 344 de 1996 estableció que éstos pueden ocupar sus cargos hasta por diez años más de la edad que se establezca de retiro forzoso. Así las cosas, esto significa que ellos podrán hacerlo ahora hasta cumplir los 80 años de edad.

Es imposible dejar de relacionar la edad del retiro forzoso con la edad a la que se adquiere el derecho de jubilarse. Pero el hecho de contemplar un periodo adicional para el retiro forzoso de los profesores universitarios es también un indicador de la fuerza intelectual que pueden aportar los profesores mayores, con su madurez académica, su amplia experiencia investigativa y un reconocimiento de la importancia de su permanencia en las instituciones de educación superior por un tiempo mayor.

Por esta razón siempre me pereció paradójico que en la Universidad Nacional, hace unos años (más de 12), las directivas de ese momento tomaran la iniciativa de presionar la salida de todos sus profesores en edad de jubilación, con el argumento de llevar a cabo un urgente relevo generacional. Y no fue extraño entonces presenciar la actuación de algunos de los decanos de la época, que tuvieron la prepotente actitud de llamar a sus colegas, algunos de la misma edad de ellos, para recordarles su edad e indicarles que ya se debían pensionar y, por ende, retirar de la Universidad.

Por fortuna no todos atendieron tan irrespetuosa solicitud, para bien de la academia; pero hubo un buen grupo que con enorme molestia tomó entonces la decisión de renunciar. Como era de esperarse, muchos de ellos fueron llamados por universidades privadas que se han beneficiado de su capacidad, experiencia y trabajo.

Estoy seguro de que en el medio académico son muy valiosos los aportes de los profesores y los investigadores que alcanzan la edad que les da derecho a pensionarse. Es justamente cuando la experiencia y el conocimiento acumulados les otorga la autoridad para dirigir y consolidar los grupos de investigación en los que se han de formar los nuevos académicos, cuando su ganado reconocimiento facilita la divulgación y publicación de sus trabajos, es cuando deben ser llamados para aconsejar a los directivos en la toma de decisiones acertadas, y cuando se deben responsabilizar para llevar a cabo la transición en la formación de los nuevos profesores.

Aun cuando puede no ser lo general, abundan ejemplos que así lo indican; esta misma semana fue noticia el cumpleaños número 75 del famoso físico británico S. Hawking, quien está en la cúspide de su producción intelectual a pesar de sus limitaciones físicas, ampliamente conocidas. Otros ejemplos claros son los galardonados con el Premio Nobel, que en todos los casos se convierte en el máximo reconocimiento al trabajo fundamental de los académicos en distintas áreas. En 2016, hubo un buen grupo de profesores universitarios galardonados que tenían más de 70 años de edad. Así por ejemplo, el profesor David J. Thouless, de la Universidad de Washington, ganó el Premio Nobel de Física a sus 82 años y el otro galardonado en esta misma área fue el profesor Michael Kosterlitz de 74 años y académico activo de la Universidad Brown, en Estados Unidos. De la misma forma, el Premio Nobel de Química fue otorgado al profesor de la Northwestern University, Fraser Stoddart, que al momento de recibir el galardón contaba con 74 años.

Conscientes de lo señalado, en la Universidad Nacional, desde finales de 2013 se ha incorporado en el estatuto profesoral la figura de la “tenencia del cargo”, otorgada a aquellos profesores que después de muchos años de vinculación, alcanzan las mayores categorías que reconoce la Institución y que han sido evaluados satisfactoriamente. Profesores asociados con más de 25 años de vinculación y profesores titulares con más de 15 años en la carrera profesoral, pueden optar por pensionarse cuando cumplan los requisitos generales o por trabajar en la Universidad hasta la edad de retiro forzoso, si así lo deciden, que como ya se dijo, ahora será hasta los 80 años de edad.

No faltarán lectores que se pregunten si en efecto existen profesores que quieran trabajar hasta tan avanzada edad. La respuesta es sí. En el segundo semestre de 2016, por ejemplo, dos profesores de la Universidad Nacional que cumplieron 75 años de edad (o sea la edad de retiro forzoso vigente el año pasado) expresaron formalmente su deseo de seguir vinculados. Y ese deseo también lo comparte la comunidad académica de las facultades a las que pertenecen.

Creo que las universidades deben ofrecer unas condiciones especiales a profesores que quieran seguir vinculados después de cumplir la edad para jubilarse; principalmente una carga académica acorde, que les estimule para que enriquezcan la formación y la investigación, porque estoy convencido de que la edad de jubilación en los profesores universitarios no significa obsolescencia.

El año pasado en la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, fuimos testigos de un ejemplo que reafirma mi posición: en el marco de una cátedra nacional, el doctor José Félix Patiño Restrepo, quien está próximo a cumplir 90 años de edad, fue invitado a desarrollar una sesión de dos horas en el Auditorio León De Greiff, con más de 1000 estudiantes presentes y con transmisión a las demás sedes de la Universidad. Habló sin pausa y manejó en forma magistral una presentación de decenas de diapositivas que él mismo preparó, proyectó, comentó y explicó con una habilidad pedagógica envidiable. Esto solo lo da la experiencia y el conocimiento construido por décadas de esfuerzos académicos.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/profesor-universitario-hasta-los-80

Imagen de archivo

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Bahréin: Los derechos humanos al borde de la crisis

Bahréin/Enero de 2017/Fuente: Amnistía Internacional

Las autoridades de Bahréin deben conmutar inmediatamente las condenas a muerte impuestas a dos hombres que corren riesgo inminente de ejecución, ha declarado hoy Amnistía Internacional, advirtiendo de que la dura respuesta a las protestas contra tres ejecuciones llevadas a cabo mediante pelotón de fusilamiento el 15 de enero podría sumir al país en una crisis de derechos humanos.

Amnistía Internacional insta a las autoridades bahreiníes a que conmuten inmediatamente las condenas a muerte de Mohamad Ramadhan y Husain Ali Moosa, impuestas en diciembre de 2014 tras un atentado con explosivos cometido en febrero de ese año en el pueblo de Al Deir en el que murió un policía. Ninguno de los condenados tuvo acceso a un abogado durante su interrogatorio. Mohamed Ramadhan dijo que los interrogadores del Departamento de Investigación Criminal lo habían sometido a incomunicación y le habían infligido golpes y descargas eléctricas en un infructuoso intento de obtener una confesión forzada. Hussain Ali Moosa afirmó, por su parte, que su “confesión”, en la que incriminaba a Mohamed Ramadhan, fue obtenida tras colgarlo del techo por las extremidades y golpearlo reiteradamente durante varios días. La fiscalía general de Bahréin rechazó las denuncias de tortura sin ordenar una investigación, y la “confesión” de Hussain Ali Moosa se utilizó para declarar culpables a ambos hombres.

“Además de conmutar estas condenas a muerte, las autoridades de Bahréin deben decretar inmediatamente una moratoria oficial de las ejecuciones. La pena de muerte es el castigo cruel e inhumano por antonomasia, y no tiene cabida en un país que afirma estar comprometido con los derechos humanos”, declaró Lynn Maalouf, directora adjunta de Investigación en la oficina regional de Beirut de Amnistía Internacional.

Las autoridades de Bahréin deben asimismo adoptar medidas inmediatas para impedir que el país quede sumido en una crisis de derechos humanos después de las protestas desencadenadas por la ejecución de tres hombres mediante fusilamiento el 15 de enero. Las autoridades han respondido con el uso de fuerza excesiva y la imposición de restricciones arbitrarias crecientes a los medios de comunicación, ha declarado hoy Amnistía Internacional. La organización ha advertido también de que otros dos condenados a la pena capital,Mohamed Ramadhan Issa Ali Hussain y Hussain Ali Moosa Hussain Mohamed, corren asimismo riesgo inminente de ser ejecutados.

“Bahréin está en plena ebullición. Los centenares de bahreiníes que han salido a la calle a protestar por estas escandalosas ejecuciones, que se llevaron a cabo en medio de denuncias de tortura y después de juicios injustos, se han encontrado con el uso excesivo de la fuerza de las fuerzas de seguridad, así como con la escalada de las medidas de represión en curso contra la libertad de expresión”, prosiguió Lynn Maalouf.

“Instamos a las autoridades de Bahréin a que respeten el derecho de reunión pacífica y a que ordenen a las fuerzas de seguridad que se abstengan del uso de fuerza excesiva contra los manifestantes. El uso arbitrario y abusivo de la fuerza por la policía y las medidas draconianas contra la libertad de expresión sólo agravarán un deterioro ya peligroso de la situación de los derechos humanos.”

Centenares de personas salieron a la calle para protestar por las ejecuciones el 15 de enero de Ali Abdulshaheed al Sankis, Sami Mirza Mshaima y Abbas Jamil Taher Mhammad al Samea, condenados en un juicio injusto en relación con la muerte en marzo de 2014 de tres policías.

Testigos presenciales de Bahréin dijeron a Amnistía Internacional que aunque algunas de las protestas habían sido pacíficas, otras se tornaron violentas. Las mayores protestas estallaron en Sanabis, localidad natal de los tres ejecutados, y fueron seguidas de grandes protestas en los pueblos de Duraz, Sitra y Al Daih, a las que respondieron las fuerzas de seguridad con el uso de gas lacrimógeno y escopetas de perdigones. Testigos presenciales dijeron a Amnistía Internacional que habían visto a agentes de seguridad en Sanabis lanzando gas lacrimógeno directamente a los manifestantes, causando heridos. En Duraz, numerosos manifestantes resultaron heridos por los perdigones de las fuerzas de seguridad.

Un testigo presencial dijo a Amnistía Internacional que los agentes amenazaron a los manifestantes con “ejecutarlos como a los tres hombres”. Al menos dos policías y decenas de manifestantes resultaron asimismo heridos en los enfrentamientos, y se incendió un edificio municipal de Shamalia, al sur de la capital, Manama.

Munir Mshaima, hermano de Sami Mshaima, uno de los tres ejecutados, fue detenido junto al cementerio de Al Mahouz inmediatamente después del funeral de su hermano e interrogado por “insultar al rey” durante la ceremonia. Quedó en libertad al día siguiente.

El 16 de enero, el Ministerio de Información ordenó la suspensión de la edición en Internet del periódico independiente Al Wasat debido a sus “reiteradas emisiones incitando a la discordia en la sociedad y al espíritu de sedición, perturbación de la unidad nacional que afecta a la paz pública.”

Información complementaria

Las autoridades de Bahréin intensificaron su represión de la libertad de expresión y de asociación en 2016. Encarcelaron al destacado defensor de los derechos humanos Nabeel Rajab y disolvieron el principal partido de oposición, Al Wefaq, cuyo secretario general, Sheikh Ali Salman fue condenado a nueve años de prisión y a cuyo líder espiritual Sheikh Issa Qassem le fue retirada arbitrariamente la nacionalidad.

El Tribunal de Casación de Bahréin confirmó el 9 de enero las condenas a muerte de Ali Abdulshaheed al Sankis, Sami Mirza Mshaima y Abbas Jamil Taher Mhammad al Samea. Asimismo, confirmó las condenas a cadena perpetua de otros siete hombres y la revocación de la nacionalidad de ocho de ellos. Los 10 habían sido declarados culpables, en un juicio injusto, del homicidio de tres policías acaecido en marzo de 2014.

Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en todos los casos sin excepción, con independencia del carácter o las circunstancias del delito, de las características y la culpabilidad o inocencia del acusado y del método utilizado por el Estado para llevar a cabo la ejecución. La pena de muerte es una violación del derecho a la vida.

Fuente: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2017/01/bahrain-human-rights-on-the-brink-of-crisis/

Imagen: https://www.protocolo.org/paises/asia/bahrein/

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Estados Unidos An American fault line: High school-only grads left behind

Estados Unidos/Enero de 2017/Fuente: Fox News

RESUMEN: Los estadounidenses que no tienen más que un diploma de escuela secundaria han caído tan lejos detrás de los graduados universitarios en su vida económica que la brecha de ganancias entre los graduados universitarios y todos los demás ha alcanzado su punto más amplio en el registro. La creciente disparidad se ha convertido en una fuente de frustración para millones de estadounidenses preocupados de que ellos -y sus hijos- estén perdiendo terreno económico. Los graduados universitarios, en promedio, ganaron un 56 por ciento más que los graduados de secundaria en 2015, según los datos compilados por el Instituto de Política Económica. Eso fue más del 51 por ciento en 1999 y es la brecha más grande en las cifras del EPI que data de 1973.

Americans with no more than a high school diploma have fallen so far behind college graduates in their economic lives that the earnings gap between college grads and everyone else has reached its widest point on record.

The growing disparity has become a source of frustration for millions of Americans worried that they — and their children — are losing economic ground.

College graduates, on average, earned 56 percent more than high school grads in 2015, according to data compiled by the Economic Policy Institute. That was up from 51 percent in 1999 and is the largest such gap in EPI’s figures dating to 1973.

Since the Great Recession ended in 2009, college-educated workers have captured most of the new jobs and enjoyed pay gains. Non-college grads, by contrast, have faced dwindling job opportunities and an overall 3 percent decline in income, EPI’s data shows.

«The post-Great Recession economy has divided the country along a fault line demarcated by college education,» Anthony Carnevale, director of Georgetown University’s Center on Education and the Workforce, said in a report last year.

College grads have long enjoyed economic advantages over Americans with less education. But as the disparity widens, it is doing so in ways that go beyond income, from homeownership to marriage to retirement. Education has become a dividing line that affects how Americans vote, the likelihood that they will own a home and their geographic mobility.

The dominance of college graduates in the economy is, if anything, accelerating. Last year, for the first time, a larger proportion of workers were college grads (36 percent) than high school-only grads (34 percent), Carnevale’s research found. The number of employed college grads has risen 21 percent since the recession began in December 2007, while the number of employed people with only a high school degree has dropped nearly 8 percent.

Behind the trend is a greater demand for educated workers, and the retirement of older Americans, who are more likely to be high school-only graduates.

The split is especially stark among white men. For middle-age white men with only high school degrees — the core of President-elect Donald Trump’s support — inflation-adjusted income fell 9 percent from 1996 through 2014, according to Sentier Research, an analytics firm. By contrast, income for white men in the same age bracket who are college graduates jumped 23 percent.

Long after the recession ended, many young college graduates struggled to find well-paying jobs in a slowly recovering economy, and stories about graduates working as coffee shop baristas abounded. But data collected by the New York Federal Reserve suggests that trend has faded as the economy has improved.

Yet few experts think the solution is simply to send more students to four-year colleges. Many young people either don’t want to spend more years in school or aren’t prepared to do so. Already, four in every 10 college students drop out before graduating — often with debt loads they will struggle to repay without a degree.

Rather, labor economists say, many high school grads would benefit from a more comprehensive approach to obtaining skills, especially involving technology, that are increasingly in demand.

«If the only path you offer them is a traditional college path, they’re not going to be successful,» says Harry Holzer, an economist at Georgetown University.

Helping lift high school graduates’ skill levels is critical, given the many ways they are lagging behind their college-educated peers:

— They’re less likely to have a job. Just two-thirds of high school-only grads ages 25 through 64 were employed in 2015, down sharply from 73 percent in 2007. For college graduates in the same age group, employment dipped only slightly from 84 percent to 83 percent.

— They’re less likely to be married. In 2008, marriage rates for college-educated 30-year olds surpassed those of high-school-only grads for the first time. And women with college diplomas enjoy an 8-in-10 chance of their first marriage lasting 20 years, according to the Center for Disease Control’s National Center for Health Statistics. That’s double the odds for women with just high school degrees.

— High school-only grads are less likely to own homes. Sixty-four percent are current homeowners, down from 70 percent in 2000. By contrast, three-quarters of bachelor’s degree holders are homeowners, down slightly from 77 percent in 2000, according to real estate data firm Zillow.

— A college-educated worker is now more likely to belong to a labor union than a high-school-only worker is, according to Pew Research Center. Unions have played a key role in raising pay for members. Yet just 6 percent of workers with only a high school degree now belong to one. Public employee unions, which often represent teachers and others with college educations, have generally maintained staying power while large industrial unions have deteriorated.

— College grads are more likely than high school-only graduates to contribute to a 401(k)-style retirement plan, according to research by Christopher Tamborini of the Social Security Administration and Changhwan Kim, a sociology professor at the University of Kansas. College grads contributed 26 percent more even when members of both groups had similar incomes and access to such plans, their research found.

Participation in 401(k)-style plans requires decisions — whether and how much to contribute and how to invest — that can become barriers for the less educated. That contrasts with traditional pensions, which automatically enrolled everyone eligible and provided defined benefits. But traditional pensions have been rapidly phased out.

— College graduates are more likely to move to find work than high-school-only workers are, says Enrico Moretti, an economist at the University of California, Berkeley. Companies tend to recruit more broadly for high-skilled jobs than for low-skilled work.

«College graduates are essentially in a nationwide labor market,» Moretti said.

All of this contributed to a sharp political split in the presidential election. College graduates favored Hillary Clinton by 9 percentage points. Non-college grads chose Donald Trump by 8 points, according to exit polls. That was the largest disparity between the two groups on record since 1980, according to the Pew Research Center.

«These are some of the largest (demographic) shifts in recent years,» said Jocelyn Kiley, an associate director at Pew.

The gap is most pronounced among whites: Nearly two-thirds of white non-college grads voted for Trump, compared with just 45 percent of whites with college degrees.

Some of these trends might eventually reverse themselves if more high school grads acquire the skills needed for higher-paying work. Though many middle-income jobs don’t require college, nearly all require some post-high school education or training.

What Holzer calls the «new middle» includes such health care jobs as X-ray technicians and phlebotomists, as well as computer-controlled manufacturing and some office occupations, like paralegals.

A typical X-ray technician, for example, earns nearly $60,000 a year and needs only a two-year degree, according to government data.

And these «new middle» positions are typically the same jobs for which employers have complained that they can’t find enough qualified people to fill. Labor experts say the U.S. educational system is failing to help young people acquire such skills.

If they know where to look, high school graduates can choose from among numerous options for vocational skills training — from two-year programs to online courses to for-profit schools. Yet many aren’t likely to get much help from high school guidance counselors.

Joseph Fuller, a professor at Harvard Business School, says counselors increasingly focus on things like substance abuse, discipline and standardized testing, rather than on career advice.

Nor do U.S. high schools funnel students into the kind of on-the-job apprenticeships that exist in some countries. Instead, Fuller says, U.S. apprentices are typically older workers upgrading their skills in areas like construction. The average age of an apprentice in Germany is 17, he notes; in the United States, it’s 27.

«We have a very limited vision of how to get people from their graduation in high school onto a path that’s going to lead them to have a successful, independent life,» Fuller said.

Asia Howard, 26, of Jacksonville, Florida, is navigating that path right now. She was stuck in mostly retail and fast-food jobs after graduating high school, unable to get a job in banking, a profession she prized for its steady hours. A friend told her about a nonprofit called Year Up, which teaches such career skills as resume writing, interview techniques and time management.

Year Up participants also typically receive internships, which Howard spent at Everbank. She also took classes to upgrade her computer skills. Early last year, she began a job in mortgage lending at PNC Financial that pays nearly twice what she earned in previous jobs. She saw many people lose homes during the financial crisis. Now, she helps people buy them.

«It gives me a chance to see what that side of life is like,» Howard said. And unlike in her previous jobs, «I can see a lot of room to grow.» She is also studying for an associate’s degree in business administration at Florida State College at Jacksonville.

The driving force for many of these changes was the recession, which reshaped the job market in ways that left far fewer opportunities for workers like Howard. Many routine jobs were replaced by computers or robots or were outsourced overseas.

There are nearly 1.5 million fewer office administrative and clerical jobs now than there were before the recession, according to an analysis by Georgetown’s Center on Education and the Workforce. That narrowed a long-time path to the middle class for high school graduates, particularly women.

Manufacturing employment is also 1.5 million lower than when the recession began in 2007. The construction industry had offered a lifeline to many high-school educated workers, particularly men, during the housing boom in the 2000s. Yet construction now employs 840,000 fewer people than it did nine years ago.

Since the recession, the fastest-growing industry for high school-only grads has been a mostly low-paying sector that includes restaurants, hotels, and amusement parks, according to Georgetown’s analysis.

Those are the types of jobs that Crystal Thompson, 35, of Seattle, has held since she finished high school. She has worked at Domino’s Pizza for seven years.

«The only jobs that are out there are pretty much minimum wage jobs — coffee shops, restaurants, things like that,» she said. «I’m pretty much stuck in fast food for now.»

Her raises have come from minimum wage increases. She went on strike twice during Seattle’s recent «Fight for $15» campaign, which led the City Council to approve a citywide $15 minimum wage.

Thompson, who has three children, wants to return to school to become a translator. She is mostly fluent in Spanish. Yet she has found it hard to do so in part because her work schedule can fluctuate and is typically distributed just a day in advance.

The closest community college lacks the classes in medical and legal translation she needs. Those classes are offered at another community college a half hour away, so she needs to buy a car to attend them.

«It’s definitely one of my goals, to get some kind of career going,» she says. «I want to be a productive member of society.»

Fuente: http://www.foxnews.com/us/2017/01/13/american-fault-line-high-school-only-grads-left-behind.html

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México: Proponen endurecer sanciones a agresores de DDHH

México/Enero de 2017/Autora: Yasmary Troconis/Fuente: Segundo Enfoque.com

La senadora Marcela Guerra planteó aumentar hasta en un tercio la pena, cuando se cometa un delito en contra algún periodista o defensor de los derechos humanos.

Ante los múltiples riesgos que enfrentan  los defensores de derechos humanos, la senadora propuso endurecer las sanciones a quienes atenten contra los luchadores y promotores de las garantías fundamentales en el país, debido a que según cifras de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en la última década, 29 defensores han sido asesinados y 13 son mujeres.

De esta manera, la legisladora planteó aumentar hasta en un tercio la pena, cuando se cometa un delito doloso en contra de algún periodista, persona o instalación con la intención de afectar, limitar o menoscabar el derecho a la información o las libertades de expresión o de imprenta, así como obstaculizar la labor de una persona defensora de los derechos humanos.

Según esta iniciativa,  la CNDH ha documentado que estos activistas son objeto de amenazas de muerte, desaparición forzada y hasta robo de equipo de cómputo. Algunas de las entidades que han tenido una mayor incidencia han sido Oaxaca, Guerrero, Chihuahua, Coahuila, Baja California, Chiapas, Ciudad de México y Puebla, señaló la legisladora por Nuevo León.

Asimismo, se ha informado que la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha constatado graves situaciones que amenazan sus garantías, ya que son víctimas de desapariciones y ataques contra la vida e integridad personal, tanto de agentes estatales como no estatales, prácticas de hostigamiento y amenazas, vigilancia e intervención de comunicaciones.

Dentro de la exposición de motivos de su iniciativa de reforma al artículo 51 del Código Penal Federal, la legisladora refiere también que la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos registró 104 casos de agresión a personas y organizaciones defensoras del tema, en las que se denunciaron un total de 409 agresiones y 27 asesinatos.

En ese sentido, se espera que la Cámara de Senadores tome en cuenta los planteamientos y de esta forma se puedan resguardar aún más los derechos fundamentales de las personas que cada día realizan un trabajo en pro de los derechos humanos.

Fuente: http://segundoenfoque.com/proponen-endurecer-sanciones-a-agresores-de-ddhh-20-309705/

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¿Cómo erradicaremos la violencia machista?

Por: Lidia Falcón

El 13 de diciembre pasado un hombre asesinó a su madre y a su hermana en un pueblo de la provincia de Sevilla. Con estas víctimas la fúnebre lista de la violencia machista alcanzó las 94 sólo para este siniestro 2016. Mientras el recuento oficial no alcanza más que a 44. Pero es que las últimas asesinadas no adquieren el rango de víctimas que exige la Ley de Violencia vigente porque no tenían relaciones sexuales, estables, con el asesino. Esta caprichosa condición que ha implantado la referida legislación para que se considere a las mujeres dignas de ser protegidas de un asesino. Y así, decenas de ellas cada año: el tío que mata a su sobrina, el hijo que ultima a su madre, el inquilino que acosa sexualmente a su vecina, el empresario que viola a su empleada, los desconocidos que drogan, violan y asesinan a una ingenua asistente a una fiesta.

Las personas no familiarizadas con los extraños vericuetos por los que discurre el articulado de esa ley, no comprenderán estas enormes diferencias en el recuento de las víctimas. Y tenderán a creer antes las cifras oficiales, por su buena fe. Pero les insto a que consulten la web feminicidio.net y encontrarán con todo detalle la macabra lista de las que han perdido la vida a manos de un criminal machista.

Por ellas, y por tantas otras, y por sus hijos e hijas, abusados, maltratados, asesinados, las compañeras y compañeros que representábamos el Frente Feminista nos personamos en el Congreso de los Diputados para pedirles a sus señorías que procedan a aprobar las modificaciones que deberían introducir en la dichosa Ley, según el estudio que habíamos elaborado. Nos entrevistamos con Alberto Garzón, de Izquierda Unida, y pudimos entregarle el documento a diputados del PP, de Podemos, de Ciudadanos y de Coalición Canaria.  En la calle, apoyándonos, se concentraron los activos compañeros de los Yayo-Flautas y otras camaradas, con las pancartas del Frente Feminista.

Sabemos que esta acción, que es la enésima que realizamos en petición de la modificación de la Ley, puede no ser atendida como tantas otras veces, que de serlo quede en una respuesta educada, que si algún partido la toma en serio y procede a estudiar las modificaciones de la Ley que proponemos, incluso a elaborar el proyecto según las estrictas normas que rigen en el Congreso, no hay seguridad ninguna de que otras fuerzas políticas las apoyen. Por tanto, esta iniciativa del Frente Feminista puede acabar en la ineficacia. Pero las mujeres y los niños siguen siendo asesinados y violados, y los políticos no parecen realmente preocupados por parar esta masacre.

Estamos seguras de que únicamente eliminando las discriminaciones entre las víctimas, estableciendo un control riguroso sobre los maltratadores, imponiendo la carga de la prueba al acusado,  dictando órdenes de protección que realmente protejan y formando en feminismo a todos responsables de la policía y la judicatura, podremos tener resultados más satisfactorios en la prevención y la punición de los delitos.

Pero para avanzar hacia este propósito sería imprescindible que el Movimiento Feminista presionara con toda su fuerza en ese sentido, en vez de que cada grupo dirija sus esfuerzos a cobrar protagonismo a costa de los demás.

Desde que el Pacto Feminista se quedó en la inoperancia cuando las que propugnaron que perdiera su nombre y su personalidad lo abandonaron, para más tarde presentar un manifiesto en el que no se contemplaban las modificaciones necesarias de la Ley  ni la abolición de la prostitución ni la prohibición de los vientres de alquiler, las alternativas no tienen la misma fuerza.

El éxito de la Marcha contra todas las Violencias del 7 de noviembre de 2015 pareció impulsar una estrategia en la que la fuerza del MF empujara en el mismo sentido, pero a un año vista los resultados ya los hemos comprobado. En la Comisión de ese 7N, que quiere seguir viviendo de la gloria que le dio la Marcha, convertida hoy en respiración artificial, ni están representados todos los grupos feministas –las valencianas que fueron las que la idearon y la impulsaron se retiraron enseguida-, y muchas otras consideramos que esa bandera está periclitada, ni nos pondremos de acuerdo en los objetivos a alcanzar cuando las dirigentes de esa comisión (que son las de siempre del MF) se comportan como lo han hecho durante toda la historia de nuestro Movimiento: no asisten a las convocatorias de otros grupos, rechazan sistemáticamente las iniciativas de estos, nos escriben agresivamente negándonos representatividad, y cuando el Frente Feminista convoca una concentración, desde mucho tiempo atrás, se presentan el mismo día a la misma hora en el mismo sitio con otras consignas y plantan su pancarta delante de la del FF.

Lo que me causa más tristeza es que las feministas estén actuando como lo hacen los políticos cuando descubrieron que unos minutos de televisión –ahora Facebook les proporciona también imágenes que se difunden- les convertía en famosos.

La exigencia que plantea esa comisión del 7N de que se incorporen las asociaciones de mujeres a la subcomisión que se creará en el Congreso para llegar a un supuesto Pacto de Estado de todos los partidos, sobre la violencia machista, sigue siendo el brindis al Sol que fueron tantas otras iniciativas. Acomodarse a acudir a reuniones interminables, con participantes claramente enfrentados, en las que no se ha clarificado el objetivo, es meridianamente no solo perder el tiempo sino, lo que es peor, convertirnos en cómplices de la falacia de ese Pacto de Estado.

Porque lo fundamental es que sepamos qué vamos a solicitar a ese Congreso que tiene el poder de legislar, y hasta ahora he comprobado que la mayoría de los grupos y plataformas feministas no lo sabe. Ni tampoco quiere debatirlo con las que lo llevamos estudiando diez años. Por no contar con aquellas que están tan satisfechas de una ley que cuenta en su haber con 1.400 asesinadas, 2.500.000 de maltratadas, 15.000 violadas y un número indeterminado de  niños igualmente víctimas, desde que se aprobó.

Pero mientras el MF esté dividido y subdividido, y sus dirigentes –las de siempre, nos conocemos todas- sigan dando codazos a las que pretendemos impulsar una causa absolutamente justa, las mujeres y los niños seguirán cayendo en esta guerra silenciosa y no declarada. Y sigo preguntándome con impotencia, ¿cómo erradicaremos la violencia machista?

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2016/12/19/como-erradicaremos-la-violencia-machista/

Imagen de archivo

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Entrevista a Joaquim Sempere: La palabra clave es autocontención

Entrevista a Joaquim Sempere
«Tenemos que aprender a controlar nuestras expectativas a lo psíquicamente razonable y ecológicamente posible. La palabra clave es autocontención»

Nuria del Viso

Joaquim Sempere (Barcelona, 1941) es doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona y licenciado en Sociología por la Universidad de París-X. Ha trabajado como director de la revista Nous Horitzons y forma parte del consejo editorial de la revista Mientras tanto. Es profesor emérito de Sociología de la Universidad de Barcelona, especializado en temas de medio ambiente. Ha desarrollado su pensamiento en torno a las necesidades humanas, el papel de la ciencia y los conflictos socioecológicos. Entre sus libros más recientes figura Mejor con menos (Crítica, 2008) y, en coautoría con Jorge Riechmann, Sociología y medioambiente (Síntesis, 2014). En esta entrevista desgrana su visión sobre la calidad de vida.

Nuria del Viso (NV): Para abrir este boletín sobre calidad de vida, nos gustaría primeramente que nos ayudaras a acotar conceptos y relaciones entre calidad de vida y bienestar; y entre buena vida y su equivalente del buen vivir en América Latina.

Joaquim Sempere (JS): “Bienestar” y “calidad de vida” se usan a menudo como sinónimos, aunque con acentos distintos. Bienestar alude más bien a los elementos “objetivos” o utilitarios, como la satisfacción de necesidades básicas objetivables: alimentación adecuada y suficiente, buen estado de salud, acceso a vivienda digna, vestido, protección ante los imprevistos de la vida, etc. Calidad de vida alude a aspectos más cualitativos y subjetivos, es decir, a los niveles de satisfacción experimentados, que incluyen presupuestos culturales distintos para las distintas sociedades consideradas, así como la adecuación a los tipos y niveles de expectativas de las personas consideradas. De todos modos, las diferencias son pequeñas y los dos términos a menudo se usan indistintamente para designar lo mismo.

Entiendo que el “buen vivir” de las comunidades autóctonas de América Latina es más que lo que nosotros consideramos “vida buena” porque incluye una relación armónica con el medio natural que supone también armonía social, esto es, justicia, reciprocidad en los derechos y deberes, vida humana adaptada a ritmos menos artificiales que los de las ciudades modernas. Es obvio que se trata de un planteamiento de vida del que tenemos mucho que aprender.

Quiero insistir en el tema de las expectativas. La sociedad productivista-consumista genera incesantemente expectativas materiales cada vez más altas, lubricando así la tendencia al crecimiento, pero con efectos psicológicos y morales devastadores porque reproducen sin cesar la insatisfacción (que a su vez realimenta el deseo de más cosas). Tenemos que aprender a controlar la formación de nuestras propias expectativas, a adaptarlas a lo que es psíquicamente razonable y ecológicamente posible. La palabra clave en esto es autocontención.

NV: Desde tu óptica, ¿cuáles son los ejes principales de la calidad de vida?

JS: En la calidad de vida creo que debe incluirse la satisfacción suficiente y adecuada de las necesidades básicas materiales (alimentación, vivienda, vestido, salud) junto con ciertos parámetros que dan a la vida humana una densidad de significación satisfactoria. Comer, vestirse y cuidar la salud son, en definitiva, bienes instrumentales: necesarios para “estar bien” pero no suficientes para una vida buena. Se dice, con razón, que estamos físicamente bien cuando no sentimos el cuerpo, porque funciona como debe: es al enfermar o sufrir dolor cuando nos apercibimos de que “tenemos” cuerpo. Con las necesidades materiales pasa algo parecido: si están bien satisfechas no las sentimos y podemos dedicar nuestras energías a construir nuestra vida, nuestra persona, nuestras relaciones con los demás. “Calidad de vida” viene a ser esta conjunción de unas necesidades básicas adecuadamente satisfechas con una panoplia de actividades y relaciones humanas que dan sentido e interés a nuestra existencia.

Conviene precisar que “necesidades materiales” es un término que a veces se usa de manera restrictiva, olvidando que en su satisfacción propiamente humana se juega una gran variedad de aspectos. La comida no es mero metabolismo animal, sino arte, gastronomía, cultivo de la riqueza sensorial, búsqueda y experimentación, y comer es también un acto social donde juegan elementos de reciprocidad, compañía, intercambio de dones y de afectos, etc. Algo parecido puede decirse del alojamiento: la vivienda no sólo nos protege de la intemperie, sino que es el espacio que organizamos a nuestra manera, proyectando nuestra personalidad en la decoración y en la búsqueda de algún confort vital, etc. Y lo mismo de otras necesidades materiales.

Pero la calidad de vida no se detiene ahí. Incluye todo lo que da a nuestra vida sentido, relieve, riqueza emocional, artística e intelectual, incluyendo las experiencias relacionales de amor, amistad y otras interacciones, como las comunitarias, políticas, recreativas, ceremoniales, deportivas…

NV: Todas estas actividades implican tiempo. Precisamente, una de las percepciones más repetidas actualmente es la sensación de falta de tiempo con la aceleración de los ritmos de vida. En este contexto, ¿qué significa la aparición del movimiento slow? Y en el ámbito laboral, ¿cómo incidir para una mejora de la calidad de vida?

JS: El movimiento slow es una rebeldía contra la prisa que invade la vida moderna en casi todas sus facetas. La sensación de falta de tiempo y la prisa que se deriva de ella proceden de la lucha fáustica contra la finitud de la vida humana, la reacción desesperada para lograr este imposible que es detener el tiempo, otra manera de experimentar la ilusión de la eternidad imposible. Naturalmente, se refuerza con la dinámica capitalista de la acumulación indefinida de capital que requiere una ampliación permanente de la demanda de mercancías; el resultado de esta dinámica es la demanda incesante de más bienes y servicios para consumir, que se disputan entre sí el tiempo de que disponemos, que es limitado. No puedo trabajar mis ocho horas al día, preparar la comida, comer, aprender idiomas, jugar al tenis, ir al cine, ver televisión, usar mi teléfono móvil para mil y un usos, y así al infinito en las 24 horas que dura un día. El mensaje del movimiento slow lo interpreto así: el tiempo que nos es asignado es, en cualquier caso, limitado; como no nos permite abarcarlo todo, tenemos que autolimitarnos; es mejor hacer menos cosas y dedicar más tiempo a cada una de ellas, experimentándolas con la máxima intensidad posible, en lugar de mariposear superficialmente sobre un montón excesivo de actividades y estímulos, para descubrir, al final, la vaciedad y la frustración de tantas experiencias veloces, acumulativas, abundantes y superficiales. Más vale saborear con detenimiento y atención pocas experiencias que nos dejen huella.

NV: Nos hallamos inmersos en una profunda crisis ecológica y social. Sin embargo, las políticas económicas al uso continúan situando la meta del bienestar en el crecimiento (para “tener más cosas”), lo que implica no sólo mantener, sino aumentar, el ritmo de extracción de energía y materiales, alimentando estilos de vida que no son generalizables. ¿En qué consiste la calidad de vida en este contexto?

JS: La calidad de vida que se nos vende en estas circunstancias es una estafa. No digo que no se pueda vivir bien teniendo más cosas, pero cuando se descubre la profundidad de la crisis ecosocial, cuando se le cae a uno la venda de los ojos, ya no se puede ser feliz sin tratar de detener esta carrera hacia el desastre. La respuesta tiene dos vertientes, a mi juicio. Por un lado, la lucha política (en sentido amplio) para detener la carrera hacia el abismo, tratando de influir en la cultura, en la vida pública, en la política, para encaminar nuestras sociedades hacia la sostenibilidad. Por otro lado, adoptar personalmente, y con la gente que te rodea, estilos de vida congruentes con la consciencia de la crisis, tratando de reducir el impacto ecológico propio: andar, ir en bicicleta, viajar poco o nada en avión, prescindir del coche particular, instalar fotovoltaicas, vigilar lo que comes y lo que consumes en lo que atañe al despilfarro de recursos y energía, etc. El cambio personal de estilo de vida no resuelve el problema, que es de dimensiones colectivas inmensas, pero determina la ejemplaridad de la conducta adoptada como conducta deseable: en este sentido tiene que articularse con la acción política contribuyendo a señalar el camino correcto. Y a la vez, es una manera de avanzar en calidad de vida congruentemente con la toma de conciencia del desastre ambiental.

NV: En un artículo anterior para Boletín ECOS, relacionado con tu libro Mejor con menos (Crítica, 2008), apuntabas que “hace falta una reconsideración de muchos parámetros de la vida social”. ¿En qué consistiría este cambio de paradigma?

JS: Consistiría en no superar la biocapacidad de la biosfera para que podamos vivir dignamente en ella todos los seres humanos y el máximo número posible de especímenes de otras especies animales. En otras palabras: no superar la huella ecológica media por habitante que la biosfera puede soportar sin degradarse. ¿Cómo se arbitra esto? Ahí radica la dificultad, dado que hemos construido un mundo no sólo insostenible ecológicamente, sino encadenado por unas dinámicas incontrolables. Las interdependencias son tan densas y tan fuertes que no se puede intervenir en un lugar sin que tengan lugar efectos en otros lugares. Y como la oligarquía mundial del dinero controla los mecanismos esenciales, procura que ninguna comunidad, ningún país, escape a la lógica dominante, y puede conseguirlo. El ahogo de Grecia por la UE es un ejemplo. Para que la ciudadanía recupere capacidad de autogobierno, tendrá que producirse, a mi entender, un desmontaje de estas interdependencias, una transición a comunidades más autárquicas (permitidme esta palabra maldita) o más autosuficientes. No pienso en autarquía plena, sino en reorganizar el metabolismo entre sociedades humanas y medio natural cercano para lograr un aprovechamiento eficaz y no destructivo de los recursos que proporciona la naturaleza. Así sería más fácil ajustar las necesidades humanas al entorno ecológico cercano, materializando una cierta armonía entre ser humano y naturaleza.

Lo ideal sería conservar los adelantos de la tecnociencia que pueden enriquecer la vida humana, y para ello la autarquía propuesta debería combinarse con una “mundialización espiritual” que permitiera compartir los saberes y las otras expresiones espirituales sin limitación. Las técnicas de comunicación de que disponemos hoy hacen posible esta mundialización. Pero esto requeriría también una estructura industrial muy sofisticada: ¿cómo hacerla compatible con un metabolismo simplificado? Esta compatibilidad es uno de los retos importantes para “salvar” el progreso tecnocientífico sin sacrificar la biosfera.

NV: ¿Alguna pista sobre las medidas necesarias para implantar ese cambio de paradigma?

JS: El capitalismo desregulado que impera en el mundo es, en las actuales circunstancias, lo peor que nos podía suceder, pues las tareas necesarias para salvar la civilización humana requieren dosis importantes de intervención deliberada en la vida pública, regulación y planificación (con todos los correctivos que se desprenden de los fracasos del siglo XX en materia de planificación). Pero no se ve cómo introducir cuñas en un sistema tan compactamente interdependiente para introducir regulaciones conscientes. A mí, este sistema capitalista, asociado a una megamáquina, como decía Mumford, se me aparece como invencible. Sin embargo, se me aparece tan invencible como inviable: creo que camina hacia su autodestrucción. Si esto es así, tras la autodestrucción del capitalismo tecnológico desregulado surgiría la oportunidad de reconstruir una sociedad nueva desde las ruinas de la vieja. Pero esto sólo sería posible si hubiese una masa crítica de personas con la suficiente consciencia ecosocial (y la suficiente mochila de experiencias alternativas previas, aunque fueran modestas y locales) para tomar el relevo y marcar la dirección a seguir. Si en el momento oportuno no existe esa masa crítica, la ruina de la megamáquina puede desembocar en el caos más espantoso, en una “nueva Edad Media” dominada por grupos armados y mafias que impongan la ley del más fuerte en un planeta devastado. Por eso creo en las pequeñas acciones, en las intervenciones modestas para construir desde hoy embriones de futuro en los intersticios de la sociedad existente. Estas experiencias pueden parecer insignificantes hoy, pero pueden ser decisivas mañana. El futuro no está escrito en ninguna parte: dependerá de lo que hagamos desde hoy mismo. Y no debemos despreciar ningún ámbito de acción: ni esta construcción de experiencias locales que sean embriones de futuro, ni la acción política, ni la acción cultural, ni el desarrollo del saber, ni la transformación personal.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=220492&titular=%22tenemos-que-aprender-a-controlar-nuestras-expectativas-a-lo-ps%EDquicamente-razonable-y-ecol%F3gicamente-posible.-la-

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