Franklin González*
“El que quiera luchar hoy contra la mentira y la ignorancia difundiendo la verdad, tendrá que vencer al menos cinco dificultades. Deberá encarnar el valor de escribir la verdad aunque se la desfigure por doquier; la inteligencia necesaria para descubrirla; el arte de hacerla manejable como arma; saber a quién confiarla y tener la astucia indispensable para difundirla” (Bertolt Brecht).
Hoy se discute en el terreno de la disciplina de las relaciones internacionales sobre la vigencia y aplicación del conjunto de normas jerarquizadas y coordinadas que se aplican a las relaciones externas entre sujetos soberanos, es decir, entre Estados y otros sujetos de derecho internacional como las organizaciones internacionales o en otros términos, lo que se denomina Derecho Público Internacional (DPI), el cual ha atravesado por distintos momentos. Va desde la Paz de Westfalia de 1648, que puso fin a la Guerra de los 30 años en Alemania; pasando por la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1945, donde los Estados establecieron las “reglas de juego” en las relaciones internacionales; los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos adicionales, piedra angular del derecho internacional en cuestiones humanitarias; la declaración de París de 1856 sobre la guerra en el mar; la Convención de Viena de 1961, que regula las relaciones Diplomáticas y la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados que establece que todas las controversias internacionales deben resolverse por medios pacíficos y de conformidad como los principios de la justicia y el derecho internacional. Todos estos acuerdos han sido muy relevantes para sentar las bases de este corpus normativo en la actualidad.
Se parte del principio que el DIP está consagrado, en su máxima expresión, en la ONU, como garante de la igualdad jurídica entre los Estados en independencia de su ubicación, tamaño e importancia.
En estas reflexiones analizaremos las relaciones entre dos variables: el poder y el derecho público internacional y luego establecernos sus conexiones a propósito de las actuales circunstancias que se viven en el mundo.
Pactum societatis o pactum subiectionis
“Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” (Benito Juárez, 1867
Como sabemos en las relaciones internacionales existen muchas formas de resolver los conflictos entre los países y las naciones.
Una, la hobessiana (de Thomas Hobbes), que partiendo de su visión negativa del ser humano, asume que todo debe resolverse a través de la fuerza y de la imposición del “más fuerte”. Las únicas “reglas de juego” y de convivencia que se respeta es el de la “naturaleza” que vive de la guerra y de un juego de “suma cero”, donde unos ganas -los poderosos-, y otros pierden -los débiles-. Aquí se hablaría de enemigos. Ha existido y seguirá existiendo para siempre y es la que con frecuencia violenta las normas y/o leyes que deben regular el comportamiento de los Estados y gobiernos en el escenario internacional y levanta la máxima de que cada “Estado es libre de perseguir sus fines en relación con otros, sin restricciones morales o legales superiores a las que quiera imponerse el propio Estado” (Rodríguez Hernández, Leyde Ernesto Generalidades de teoría de las relaciones internacionales sobre seguridad internacional: 1).
Dos, existe otra forma de resolver los conflictos y las diferencias, fue la se dieron todos los Estados al firmar, el 26/06/1945, la Carta de las Naciones Unidas. Allí bajo la concepción liberal lockeana (de John Locke) o grociana (de Hugo Grocio), se establece el respeto a la soberanía, independencia y autodeterminación de las naciones y se contempla que las controversias deben resolverse de forma pacífica y en correspondencia con los estatutos establecidos para tales efectos. Es decir, se establecieron las “reglas de juego” en el comportamiento internacional bajo los principios del Derecho Público Internacional. Aquí se hablaría de rivales
También se encuentra la visión “idealista” o “universalista” representada por Immanuel Kant, que establece el desiderátum de lo que debería ser el comportamiento internacional entendido desde la cooperatividad y no desde la política del conflicto o del uso de la fuerza. En este sentido, se le dará importancia a los derechos y obligaciones legales internacionales (derecho internacional) y a la armonía natural del interés nacional como regulador de la paz internacional. Aquí se hablaría de amigos.
Estas tres concepciones consideran que los estados buscan el poder en un juego eterno y se inscriben dentro de lo que Robert Cox llamaría “teorías de resolución de problemas”, esto es, pretenden mantener el statu quo dominante. (Cox, Robert W. “Fuerzas sociales, estados y órdenes mundiales: más allá de la teoría de las relaciones internacionales”:150-159). Pero Robert Cox también habla de las concepciones que buscan el cambio y la transformación y en este sentido se encuentra la concepción marxista que plantea la superación de la tradicional concepción estatocéntrica existente en esta disciplina. A partir de la noción de clase social como actor transnacional, de la noción de la lucha de clases y de la existencia de las contradicciones, se introduce una nueva manera de enfocar los asuntos en la arena internacional. El Estado como producto de las relaciones antagónicas entre las clase sociales, juega papel en la política internacional pero como actor secundario. El nivel de análisis sería el de Sociedad Mundial, es decir, se parte del concepto de totalidad como unidad de los fenómenos de la realidad social considerada globalmente. El marxismo ve a la sociedad en perpetuo cambio, en constante transformación.
Finalmente, en el texto (2017: 17-19) Así se domina el mundo. Desvelando las claves del poder mundial, del Coronel del Ejército español Pedro Baños, se sostiene que el mundo de hoy es como un patio de colegio donde se encuentran los estudiantes que domina y los que son dominados.
Y ciertamente, al recordar los años de estudios en nuestras escuelas y liceos, viene a la mente los alumnos que eran líderes natos e impuestos, los que se aliaban por razones de conveniencias, los que pasaban inadvertidos, los que destacaban por tus talentos académicos, culturales o deportivos y los que gozaba de un respeto por todos sus compañeros.
Como conclusión de esta parte digamos que en la esfera internacional es fácil distinguir entre el pactum societatis (pacto de asociación) o pactum subiectionis (pacto de sumisión). De allí que sea importante conocer las singularidades de los sujetos de estos entornos para poder comprender ciertas actuaciones y escenarios.
El Poder
«Meter a alguien en la prisión, mantenerlo en prisión, privarle de alimento, de calor, impedirle salir, hacer el amor (…) ahí tenemos la manifestación de poder más delirante que uno pueda imaginar» (Michel Foucault).
Maquiavelo considera la política como la búsqueda del poder a cualquier costo, con total independencia de toda consideración moral, lo cual es en gran medida ajustado a la realidad. Es la virtú que en el lenguaje del florentino significa precisamente la voluntad de alcanzar el poder.
El principal aporte de Maquiavelo, para unos estudiosos, fue la separación contextual de la política -a la cual le dio una autonomía plena y total- frente a la moral, sembrando así unas bases sólidas de una ciencia del poder o al menos de una técnica del poder. Para otros, habría fundado una nueva ética social en concordancia con el individualismo moderno; que se pueden encontrar en las lecturas de El Príncipe y también en los Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio.
En todo caso, Maquiavelo abogaría por la preservación del poder político por encima de cualquier consideración de orden ético; sus reflexiones y análisis sobre la naturaleza del poder político y sobre las distintas maneras de conservarlo fueron el producto de su propia experiencia durante la época en que se desempeñó como canciller o diplomático de Florencia. Afirmaba que para que un gobierno sea efectivo, no interesa en modo alguno el Estado deseable, que debiera existir sino el que existe. Expresaba al mismo tiempo que había “que preocuparse de cómo viven los hombres y no de cómo deberían vivir; quien abandona el estudio de lo que se hace para indagar lo que debería hacerse está preparando su ruina más que su preservación”(https://labrecha.me/opinion/escritores-en-la-brecha/fernando-de-la-fuente/y-maquiavelo-que-dice-del-poder-y-la-autoridad/); además insistía en que la fuerza es el origen del poder y pasa por encima de las razones y de los pactos entre pares.
Para Michel Foucault el poder no es simplemente reprimir o prohibir. El poder es algo intrínseco de los vínculos sociales y, por tanto, es algo que está insertado en todas las relaciones sociales que establecemos: padres-hijos, profesor-alumno, médico-paciente, carcelero-preso, etc. De allí que para este autor el poder baja del pedestal del Estado y se establece a través de las relaciones que unas personas ejercen sobre otras en la vida cotidiana.
Así pues, el poder se ejerce y varía dependiendo del rol y la situación. En ocasiones, seremos sujetos que ejerzan poder. Por ejemplo, si somos profesores y lo ejercemos sobre los alumnos y alumnas. En otros casos, estaremos en la otra parte de la relación (como cuando vamos al médico en calidad de paciente y estamos sometidos a su autoridad, pues de ello depende nuestra salud).
En Microfísica del poder señala:
«El poder no es un fenómeno de dominación masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de un grupo sobre otros, de una clase sobre otras; el poder contemplado desde cerca no es algo dividido entre quienes lo poseen y los que no lo tienen y lo soportan. El poder tiene que ser analizado como algo que no funciona sino en cadena. No está nunca localizado aquí o allá, no está nunca en manos de algunos. El poder funciona, se ejercita a través de una organización reticular. Y en sus redes circulan los individuos quienes están siempre en situaciones de sufrir o ejercitar ese poder, no son nunca el blanco inerte o consistente del poder ni son siempre los elementos de conexión. El poder transita transversalmente, no está quieto en los individuos»(https://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=646).
Para este pensador la clave para descifrar y entender el poder debe buscarse no en el plano legal o de la autoridad, sino en sus hogares moleculares de una microfísica del poder. De allí que el poder debe ser interpretado como una especie de propiedad que puede ser adquirida, cedida o dividida y no bajo el argumento único utilizado por Maquiavelo, quien lo pensó en términos exclusivamente de relaciones de fuerza.
El poder no posee ninguna sustancialidad, tampoco es una entidad acumulable ni capitalizable sino que sólo existe en acto, en el tránsito de su ejercicio en la factibilidad de la concreción. En este sentido, Foucault postula que el poder tiene el don de la ubicuidad, es decir, está en todas partes, ya que se produce a cada instante en cualquier relación que venga de cualquier parte. Adiciona que “el poder no es una institución y no es una estructura, no es cierta potencia de la que algunos están dotados: Es el nombre que se presta a una situación estratégica compleja en una sociedad dada” (Foucault, 2002: 113).
El pensador francés distingue dos concepciones del poder en la historia: Una, la interpretación jurídica y liberal del poder político, que se encuentra en los filósofos del siglo XVIII y la otra, la concepción marxista, que denomina “economicismo” de la teoría del poder o funcionalidad económica del poder.
En definitiva, Foucault se dedicó prioritariamente a estudiar el poder desde el punto de vista de los “operadores de dominación” de las relaciones de poder. Estudió la relación de dominación en lo que tiene de fáctico, de efectivo y de ver cómo ella misma es la que determina los elementos sobre los cuales recae. Si se quiere captar los mecanismos de poder en su complejidad y en detalle, no se puede uno limitar al análisis de los aparatos de Estado.
Desde la concepción marxista, el poder vendría a ser un elemento o fuerza represiva que ayuda a mantener el sistema de producción de clase y en el caso concreto del capitalismo, se trata de un modo de producción que practica la explotación y dominio de los capitalistas sobre los trabajadores, comenzando por la clase obrera.
El poder en las relaciones internacionales
“Vosotros sabéis, como nosotros sabemos, que, tal como suceden las cosas en el mundo, el derecho es un tema del que tratan sólo los que son iguales entre sí por su poder, en tanto que los fuertes imponen su poder, tocándoles a los débiles padecer lo que deben padecer”. (Tucídides en la Historia de la Guerra del Peloponeso).
De la simple observación del escenario internacional se puede evidenciar que la igualdad jurídica de los estados no existe, es una ficción y la razón está en que unos estados tienen más poder que otros, lo cual conduce a decir que el derecho internacional, en palabras de Marcelo Gullo, sería una especie de teleraña que atrapa a la mosca más débil pero que deja pasar a la mosca más fuerte.
Ciertamente los estados existen como sujetos del sistema internacional, pero en tanto y en cuanto poseen poder y sólo aquello que poseen poder puede tener la capacidad de construir su propio destino.
Los estados no son iguales unos a otros, sencillamente, porque algunos tienen más poder que otros. Por la propia naturaleza del sistema internacional, donde rige, en cierta forma, una situación que se asemeja al estado de naturaleza, los estados con poder tienden a constituirse en estados líderes o a transformarse en estados subordinantes y, por lógica consecuencia, los estados desprovistos de los atributos del poder suficiente para mantener su autonomía tienden a devenir en Estados vasallos o estados subordinados, más allá de que logren conservar los aspectos formales de la soberanía.
En el escenario internacional existen señores y siervos. Estados subordinantes y estados subordinados. Y para el ejercicio de su dominio, los estados subordinantes utilizan tanto el poder militar, el económico, y también todo el poder cultural. Para un estado periférico, el querer decidir sobre su propio destino implica, siempre, una tensión dialéctica entre el temor a las sanciones que pueda recibir y el deseo de alcanzar la libertad o la máxima capacidad de autonomía posible que es capaz de conquistar.
En momentos como los actuales, en los cuales las grandes potencias se encuentran en disputa por la hegemonía mundial, se presentan condiciones favorables para que un estado ubicado en la periferia del sistema intente consolidar su poder nacional y alcanzar el máximo de autonomía posible. (“Apuntes para una teoría de las Relaciones Internacionales” de Marcelo Gullo).
Los hechos hablan por sí solo.
“(…) cada gobernante de los Estados Unidos tiene una frase retórica para América Latina o para el mundo: uno habló del buen vecino, otro de la Alianza para el Progreso; ahora la consigna son los derechos humanos. Nada cambió en su política hacia el hemisferio y el mundo, todo quedó igual; siempre prevaleció la diplomacia de las cañoneras y el dólar, la ley del más fuerte. Las frases son tan efímeras como las administraciones. Lo único perdurable en la política yanqui es la mentira” (Fidel Castro en 1978).
Si el poder es la medida de todas las cosas, entonces el Derecho Internacional es, y lo será por un largo período histórico, una hermosa utopía inalcanzable. Como lo demuestran numerosos ejemplos históricos, cuando están en juego los intereses vitales de las grandes potencias el principio de la igualdad jurídica de los estados se transforma en una ficción que apenas sirve a fines decorativos. La política internacional comporta siempre un choque de voluntades –voluntad para imponer o para no dejarse imponer la voluntad del otro- porque está constituida por Estados que pretenden determinarse libremente.
En los últimos años, el Gobierno de EE.UU. ha recurrido a una variedad de medidas coercitivas, incluidas sanciones unilaterales, para presionar a los países que son incompatibles con sus políticas. Incluso, en medio del brote del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19, varios países sufren las sanciones unilaterales de Washington, que complican la lucha contra la pandemia.
Es indudable que en las actuales circunstancias internacionales está imperando la política de la fuerza, sobre todo por parte del “estado profundo” de EEUU… No hay país del mundo, incluso de los llamados “aliados”, como los que conforman la Unión Europea, que no hayan sido objeto de amenaza por su política supremacista.
EUU se está comportando como lo que en nuestro país llamaríamos un “guapetón de barrio” y este tipo de personaje no cree en normas, reglamentos ni en leyes, y tampoco respeta la opinión del otro. El derecho público internacional sólo se respeta si favorece su interés
Esa visión es parte de una política hegemónica que no respecta a nada ni a nadie en el campo internacional. Ahora los gobiernos no deben ser electos por sus pueblos. Es el todo poderoso que decide cómo y cuándo cambiar o colocar gobiernos. Sólo necesita que un gobierno no le agrade, lo acusan de dictadura y violador de los derechos humanos y ello justificar cualquier acción negadora del derecho público internacional.
Con Venezuela esa política ha llegado a su máxima expresión y mencionemos sólo dos casos.
Alex Saab
Estuvo en la palestra de noticias la decisión tomada por el gobierno saliente del país africano Cabo Verde, presidido por Jorge Carlos de Almeida Fonseca, quien en una acto de sumisión, permitió que un avión de EEUU, cual pirata, secuestrara al diplomático venezolano Alex Saab y lo trasladara a ese país.
Este empresario fue “sancionado” por el Departamento del Tesoro de EE.UU. en julio de 2019, por supuestamente tener «contratos sobrevalorados» para la construcción de viviendas de interés social en Venezuela, y por permitir que Maduro se «beneficiara significativamente» de la importación y distribución de alimentos, a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Casi un año más tarde, fue detenido cuando hacía una parada técnica en Cabo Verde, a pesar de su condición diplomática como enviado especial de Venezuela.
El gobierno saliente de Cabo Verde hizo caso omiso del llamado por parte de la ONU de liberar al diplomático, y a rendir cuenta sobre «las causas objetivas y la base jurídica de la detención, el arresto y la posible extradición del embajador Alex Saab Morán a EE.UU»
Desde el punto de vista del Derecho Internacional Público se ratifica una vez más que este se convierte en una ficción en tanto el Tribunal Conjunto de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) había declarado, en dos oportunidades, que Alex Saab, era inocente, debía ser puesto en libertad y prohibía su extradición a Estados Unidos.
Organismos de carácter multilateral y regional como las Naciones Unidas y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao), además de los gobiernos de Rusia, Irán, China y países africanos, han alzado su voz en denunciar al peligroso precedente que deja para el mundo ésta inédita agresión contra las relaciones diplomáticas.
Es evidente que Venezuela y el diplomático venezolano Alex Saab están siendo víctimas de una guerra jurídica por parte de Estados Unidos (EE.UU.) y sus gobiernos aliados incondicionales.
El robo de gasolina
Con el mayor descaro, el Departamento de Justicia de Estados Unidos reveló que por un monto de $26.681.397,67 vendió los 1,116 millones de barriles de gasolina que robó a Venezuela en agosto de 2020 al interceptar en el Mar Arábigo cuatro tanqueros, Bella, Bering, Pandi y Luna, que se dirigían a Venezuela con el producto comprado a Irán. Ese “decomiso” se vendería para alimentar un fondo inventado por EDEUU para la lucha contra el terrorismo, argumentando que los negocios de Irán permiten financiar a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, también calificados unilateralmente como terroristas por los mismos Estados Unidos en medio de su enfrentamiento con ese país.
Ese acto de piratería afectó directamente a Venezuela, que ya había pagado ese envío de gasolina para subsanar las fallas en la producción local, originadas en gran parte por el bloqueo que el mismo Estados Unidos ha impuesto al país como medida unilateral.
El bloqueo de EEUU es político, económico-financiero y busca sabotear cualquier comercio de insumos vitales para Venezuela, en su afán de debilitar al Gobierno bolivariano, tarea en la que lo han acompañado sus satélites externos e internos.
Ambos casos evidencian lo que el jurista italiano, Danilo Zolo (2007), en el texto La justicia de los vencedores. De Nuremberg a Bagdad, sostiene en el sentido que la justicia internacional responde a los intereses de los victoriosos, generalmente las grandes potencias.
Zolo afirma que “Estados Unidos posee un poder imperial en un sentido complejo, tanto estratégico como normativo. Un poder imperial por fuera y encima del derecho internacional, público y privado. Es así como la potencia imperial se ha cristalizado en un “policía internacional que justifica su acción con argumentos teológicos y éticos” (142,143).
El derecho a la rebelión
“Si las sociedades se mantienen y viven, es decir, si los poderes no son “absolutamente absolutos”, es que, detrás de todas las aceptaciones y las coerciones, más allá de las amenazas, de las violencias y de las persuasiones, hay la posibilidad de ese momento en el cual la vida no se canjea más, en el cual los poderes no pueden ya nada y en el cual, ante los cadalsos y las metralletas, los hombres se sublevan”(Michel Foucault en ¿Inútil sublevarse?)
Entender lo que pasa en el mundo de hoy pasa por conocer la historia, la cultura de sus pueblos y su posición geográfica, es decir, entender la geopolítica en pleno desarrollo.
Irán
El Ayatolá Jameneí, dijo el 27/03/2021, lo siguiente: “Para hacer frente al bloqueo hay dos vías. Una, pedir al que bloquea que levante los embargos, que él ponga sobre la mesa sus exigencias arrogantes y que diga que si hacemos esas cosas él reducirá el bloqueo. Esa es una vía: la de la humillación. La otra vía es producir nosotros los bienes sancionados. La parte contraria, al ver que esos bienes se producen, no sabrá qué hacer, porque ella misma se beneficia de ese intercambio de mercancías. Eso hará que las sanciones se vuelvan ineficaces. Irán ha elegido la segunda vía”
Allí, en esas palabras, se resume la posición en relación al derecho a la rebelión del pueblo persa, “hueso duro” de roer para la política imperial. Hoy por hoy Irán es un actor internacional de peso.
La República Islámica anunció el sábado 08/01/2022 sanciones contra 52 funcionarios estadounidenses, entre los cuales se encuentran el presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Mark Milley (uno de los responsables en la muerte de Qassem Soleimani; líder de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria iraní, quien fuera asesinado por un ataque con drones estadounidenses en Bagdad el 03/01/2020), el asesor de seguridad nacional de la era Trump, Robert O’Brien, y a Nikki Haley, quien se desempeñó como enviada de Estados Unidos ante las Naciones Unidas.
Ante esas sanciones, el “poderoso” reaccionó y sus voceros manifestaron de inmediato que se negaba a ser amenazado por Irán y advirtió que Teherán enfrentaría “graves consecuencias” si atacaba a los ciudadanos de su país.
El asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, dijo: “No se equivoquen: Estados Unidos protegerá y defenderá a sus ciudadanos” y que “si Irán ataca a cualquiera de nuestros ciudadanos, incluidas a las 52 personas nombradas, enfrentará graves consecuencias”.
Pero “sancionados” se quedaron.
Y pese a las amenazas del “todo poderoso del norte”, en su propio “patrio trasero o delantero”, ha continuado el envío de barriles del hidrocarburo utilizado para diluir el crudo extrapesado venezolano, por parte de Irán. Son cinco tanqueros del país persa que llevan a Venezuela “combustible de resistencia” para hacer frente a las medidas coercitivas unilaterales e ilegales de Estados Unidos.
El año pasado, las dos empresas estatales, ambas “sancionadas por EEUU, intercambiaron unos 4,82 millones de barriles de condensado iraní por 5,55 millones de barriles de crudo pesado venezolano, en su mayoría transportados en buques con bandera del país persa.
Nicaragua
El 07/11/2021, en las elecciones presidenciales realizadas en Nicaragua, salió electo por cuarto mandato consecutivo el líder sandinista Daniel Ortega.
Como reacción a la decisión soberana de ese pueblo centroamericano, EE.UU. de inmediato, con el “garrote en la mano”, procede a realizar lo que hace contra otros pueblos que se resisten a seguir bajo su tutela. Es así como prohíbe la entrada a todos los funcionarios del gobierno sandinista, incluyendo alcaldes, vicealcaldes, ministros y familiares del presidente Ortega y su esposa.
Según una declaración firmada por Joe Biden, el 17/11/2021, se sostiene que las acciones de la pareja, así como las de otros funcionarios nicaragüenses, «socavan o lesionan las instituciones democráticas o impiden el retorno a la democracia» en el país centroamericano.
La medida afecta también a cónyuges, hijos e hijas de las personas descritas.
El texto detalla que las medidas se toman en vista de lo importante que es para EE.UU. «fomentar los procesos e instituciones democráticas en Nicaragua» y «dada la supresión de los derechos humanos y la democracia» en esa nación.
Según la declaración no podrán ingresar a EEUU como inmigrantes o no inmigrantes, todos los miembros del gobierno de Nicaragua, incluidos funcionarios electos, alcaldes, vicealcaldes y secretarios políticos (del partido sandinista) que participaron en «graves abusos o violaciones de los derechos humanos”.
Igualmente, la medida aplica para funcionarios de los servicios de seguridad, militares, miembros de la Policía Nacional y del sistema penitenciario.
Tampoco podrán ingresar a Estados Unidos los funcionarios de alto nivel del Poder Judicial, del Ministerio Público y del Ministerio de Gobernación; así como los miembros de los ministerios, de agencias reguladoras y empresas paraestatales.
La respuesta nicaragüense no se hizo esperar y la dignidad floreció con mucha intensidad.
El gobierno de ese país dijo que quedara constancia que “Nicaragua es cien veces menos poderoso militarmente que EE.UU., sin embargo nosotros somos infinitamente más poderosos en DIGNIDAD, PATRIOTISMO Y MORAL que los gobernantes de ese país podrido y nefasto para la humanidad entera. Así que nos reservamos el derecho de tomar las mismas medidas diplomáticas, políticas y sociales con los ciudadanos estadounidenses Y con todos los malos nicaragüenses y familiares de Nicaragüenses que se hayan involucrados de una manera directa o indirecta, así como aquellos que hayan renunciado a su nacionalidad Nicaragüense y estén coludidos de cualquier forma o pasen cualquier tipo de información sensible, de Nicaragüenses patriotas a los agentes, personal o vendepatrias que apoyan cualquier tipo de agresión a nuestra patria, sea económica, social, política o militar!!. Aplicar sin contemplaciones la ley patriótica contra los traidores”.
Luego, en un acto de soberanía y como respuesta a esas sanciones, el gobierno de Daniel Ortega anunció su decisión de romper sus lazos diplomáticos de larga data con Taiwán para asegurar su lealtad a Pekín y se dijo que: «La República Popular de China es el único gobierno legítimo que representa a toda China y Taiwán es parte inalienable de todo el territorio chino» y agrega que “Nicaragua rompe a partir de hoy las relaciones diplomáticas con Taiwán y deja de tener cualquier contacto o relación oficial».
Cuba
Aprovechándose de la situación interna actual de Cuba, que ha estado pasando por una grave escasez de alimentos y medicinas, los “poderes facticos” de EEUU han puesto en funcionamiento una poderosa maquinaria comunicacional para recrear un escenario inexistente de inestabilidad y violencia, y forzar así un cambio de régimen, al mostrar a Cuba como un estado fallido.
El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, ante anuncios de manifestaciones a principios de diciembre de 2021, afirmó ante el cuerpo diplomático acreditado en Cuba, que para ese momento se había producido más de 29 declaraciones de funcionarios y políticos estadounidenses desde el 22 de septiembre, dirigidas a alentar, orientar e instigar acciones de desestabilización en Cuba, y que ante tales actitudes, Cuba no iba a permitir la agresión persistente de Washington.
El canciller calificó esas acciones de “operación fallida” y afirmó: “Algunos de mis colegas en Washington parece que se quedaron vestidos para nada, para la fiesta suya que no ha ocurrido” y agregó: “El guion no ha sido bueno y la puesta en escena ha sido peor”.
El bloqueo económico, comercial y financiero de EEUU contra Cuba ya cumplió 60 años, pese a que la Asamblea General de la ONU se ha pronunciado en 29 ocasiones consecutivas en contra de estas políticas. Y lo peor es que siguen renovándose y extendiéndose hasta la actualidad. De hecho, más de 240 medidas fueron adoptadas contra Cuba por el Gobierno estadounidense entre 2017 y enero de 2021, de las cuales 55 fueron aplicadas durante la pandemia del coronavirus.
Ahora, lo real y cierto, es que Cuba sigue allí, erguida ante esa arremetida imperial y dejando huella imborrable para la historia.
Venezuela
Ante las sanciones de todo tipo contra la República Bolivariana de Venezuela por parte de quienes mandan en EEUU, el gobierno bolivariano no se ha quedado de “brazos cruzados”. Es así como en el marco de la resistencia e insurgencia, interpuso, el 13/02/2020, ante la Corte Penal Internacional de La Haya una denuncia contra las autoridades de EE.UU. por «crímenes de lesa humanidad contra el pueblo venezolano» y emprendió una campaña que busca darle visibilidad a esa realidad, puertas adentro, con el lema «las sanciones son un crimen”.
Pero también la República Bolivariana de Venezuela convocó en septiembre del año 2021, en el marco del 76° Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la ONU y en su sede diplomática ante el máximo organismo internacional en Nueva York, a la primera Reunión Ministerial del Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas, en la que los 18 países miembros adoptaron una declaración política a favor del respeto al instrumento fundacional de la máxima instancia del multilateralismo mundial.
A este encuentro fueron invitados los ministros y representantes de Argelia, Angola, Belarús, Bolivia, Camboya, China, Corea del Norte, Cuba, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Irán, Laos, Nicaragua, Palestina, Rusia, San Vicente y las Granadinas, y Siria.
En la declaración adoptada, los Estados firmantes ratifican que la Carta de la ONU y sus propósitos y principios permanecen atemporales, universales, y que todos son indispensables, no solo para preservar y promover la paz y la seguridad internacionales, el Estado de derecho, el desarrollo económico y el progreso social, sino también los derechos humanos y para lograr una mundo más pacífico, próspero, justo y equitativo.
Asimismo, expresan la determinación de expandir el trabajo del Grupo de Amigos más allá de la sede central de la ONU en Nueva York, particularmente a sus Oficinas en Ginebra, Nairobi y Viena, así como en la sede de otras agencias especializadas de la Organización.
Los Estados miembros además manifiestan su seria preocupación por la creciente tendencia a recurrir al unilateralismo, en detrimento de no sólo el multilateralismo, sino también de la cooperación y la solidaridad internacionales, las cuales deben profundizarse más que nunca a fin de forjar soluciones colectivas, inclusivas y efectivas a los desafíos y amenazas comunes del siglo XXI, incluida la pandemia de COVID-19.
En la declaración, renuevan el firme compromiso con un multilateralismo revitalizado y transmiten el apoyo a las naciones y pueblos sometidos a enfoques unilaterales y arbitrarios, a la vez que invitan a otros países a que consideren unirse al Grupo de Amigos o respalden esta Declaración lo antes posible.
Debe recordarse que el Grupo de Amigos de la Carta es una iniciativa venezolana, en el marco de la Organización de las Naciones Unidas, trabajada de manera estrecha, desde el año 2020, con las delegaciones de Bolivia, China, Cuba, Irán, Nicaragua, Siria y Rusia, a la que se han ido sumando Estados de distintas regiones del mundo. El 6 de julio de ese año se celebró la Reunión de Representantes Permanentes ante la ONU de los Estados Miembros del Grupo de Amigos de la Carta, preparatoria de su lanzamiento por parte de los Ministros de Relaciones Exteriores, en la que se aprobó la Declaración Conjunta de la iniciativa multilateral.
Quienes no se doblegan, sino que más bien se resiste y, sobre todo, se revelan ante el poder de los «fuertes», son los que han acordado desarrollar este grupo de amigo de los principios que dieron lugar a la ONU.
Y para rematar, el 06/12/2021, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), aprobó con el voto mayoritario de los países miembros, el reconocimiento de las credenciales del presidente Nicolás Maduro Moros, como único representante legítimo de la República Bolivariana de Venezuela.
Los países que no votaron a favor de esta decisión fueron: Australia, Brasil, Canadá, Costa Rica, Colombia, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Georgia, Guatemala, Islas Marshall, Israel, Paraguay, Reino Unido, Corea del Sur y Hondura.
De ello debe desprenderse no sólo el conocimiento de los países que son incondicionales a la política intervencionista gringa, que cada vez son menos, sino también la necesidad de seguir luchando por el respeto al Derecho Internacional Público y en la profundizando de la “Diplomacia de Paz” que, tarde o temprano, terminan dando buenos resultados.
En definitiva, el gobierno bolivariano es el principal obstáculo para que Estados Unidos logre su verdadero objetivo: apoderarse de Venezuela por lo que ella significa, geoeconómica y geopolíticamente y recuerda mucho lo dicho por el General Norman Schwarzkopf de EEUU, al mando de la coalición durante la Primera Guerra del Golfo (1990-1991), que habla por sí mismo: «Si todo Kuwait hubiese tenido zanahorias en lugar de petróleo, nunca me habrían enviado aquí»(https://www.nodo50.org/redoesteparia/CitasLa%20ganader%C3%ADa%20Elegida-3-Imperio,%20primac%C3%ADa%20y%20gobierno%20global.html).
Parece claro que a ninguna administración estadounidenses -ni demócrata ni republicana-, le conviene la existencia de un Estado que desafíe su statu quo, ya sea que lo hagan directamente, como en los casos de China y Rusia, o lo hagan enarbolado una idea alternativas a su hegemonía, respeto por la soberanía y autodeterminación y la defensa de un multilateralismo en plena construcción.
Por eso, Venezuela es un tema difícil de ignorar para los EE.UU y todo indica que continúa y continuará la estrategia de desestabilización.
Sin embargo, Venezuela como país “débil”, sigue en pie de lucha, en resistencia activa, insubordinado y sublevado, porque escogió el camino de no seguir siendo objeto de una historia hecha por otros, sino más bien ser sujeto de la misma
Conclusión
- Hoy más que nunca se necesita de soluciones comunes y no unilaterales, en un nuevo orden mundial más equilibrado y más equitativo. Con menos injusticia y diferencias entre los pueblos, donde se respeten las diferencias ideológicas, políticas y culturales. Donde la tolerancia sea base de los acuerdos y las conversaciones y las imposiciones sean cosa del pasado. Sin embargo, como sabemos todas las administraciones gubernamentales de EEUU han hecho todo lo contrario; han actuado al margen del Derecho Internacional Público, violentado el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y desconocido cualquier principio de respeto a las reglas de juego internacional. Esa visión es parte de una política hegemónica que no respecta a nada ni a nadie en el campo internacional.
- En el pluralismo jurídico transnacional, representado por EEUU, se considera que los gobiernos no deben ser electos por sus pueblos. Es el “todo poderoso” que decide cómo y cuándo cambiar o colocar gobiernos. Sólo necesita que un gobierno no le agrade, lo acusan de dictadura y violador de los derechos humanos y ello justifica cualquier acción negadora del derecho público e incluso privado internacional.
- Pero los pueblos, cuando son dignos, no sólo se resisten sino que se sublevan.
Referencias bibliográficas
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*Franklin González es Sociólogo, Profesor Titular, Jubilado. Ex Director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Doctor en Ciencias Sociales. Con dos Postdoctorados. Profesor de Postgrado en la UCV, la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, en el Instituto de Altos Estudios “Pedro Gual” del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores y en el Instituto de Investigación y Postgrado de la Escuela Nacional de la Magistratura. Fue Decano de Postgrado de la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (UNERG) y embajador en Polonia, Uruguay y Grecia. framongonzalez@gmail.com
Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación