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Libro: Descolonizando a Juana

© Fundación Editorial El perro y la rana, 2017 (digital)
Autora: Patricia de Souza

Reseña:

¿Por qué descolonizarnos intelectualmente? ¿Por qué abogar por la liberación femenina? ¿Y por qué pensar en la colonización a través del lenguaje? A estas y otras preguntas la respuesta es la misma: porque si no, no seremos realmente libres. Patricia de Souza nos lleva a reflexionar más allá de la dominación de fondo y a ver cómo se expresa a través de las formas en que pensamos hombres y mujeres. Nos invita a reconocernos entre iguales y a trascender las barreras de género, para al fin latir al unísono y construir, desde el amor y el respeto mutuo, otro mundo, otra forma de vida más sobria y feliz.

La intención de esta serie de textos es buscar apoyos teóricos, canales de reflexión. No es tanto la búsqueda de una verdad como el gesto de mirar a través de los intersticios para aligerar la carga pesada que llevamos sobre nuestras espaldas: la historia, esa historia escrita por hombres occidentales.
¿Hasta qué punto hemos participado en esa historia hombres y mujeres (las más desposeídas, las más pobres, las menos aventajadas en este mundo del mercado capitalista) que nos deseamos libres en ella?, ¿hasta qué punto somos conscientes y cómo hemos interpretado todo lo heredado? Se trata sobre todo de pensar con otros instrumentos lo que está considerado como dado, recurrir a las ideas más independientes, menos colonizadas, más audaces,
haciendo un paréntesis de nuestra propia historia.
Las mujeres hemos llegado a este punto de la historia sin saber cómo ni por qué. Los hombres dominan y lo saben, inventan dioses y nosotras las mujeres los adoramos. No se trata de “reformar” las cosas dadas, eso implica “maquillar” una realidad que se disfraza de “deseable” o “buena” para todos y todas, tenemos que inventarnos otro lenguaje, intentar nuevas representaciones asumiendo que el idioma es un instrumento interdependiente y colectivo.

La única puerta abierta que tenemos es nuestra imaginación y por eso es el terreno más fértil, más dado a este cambio de epistemología, para usar una palabra que significa conocer, pero conocer no desde lo que somos, sino desde lo que somos después de entrar en contacto con los demás. No aceptar que dependemos de los demás sería muy canalla y algo cobarde, nuestra  vida no es nada sola, no somos nada sin los demás. Ya un filósofo dijo una vez: “Para tolerar la soledad hay que ser un dios o un monstruo”. Como mujeres, tenemos que salir de esa dominación simbólica que castiga a aquellas que buscan su propio camino, aquellas que no toleran la servidumbre. En este tiempo en que no podemos imaginarnos un futuro, la amenaza climática no discrimina;
tenemos que proponer algo nuevo, y solo será posible si sabemos de dónde venimos y quiénes somos en esta historia mundial que puede convertirse en un desastre.

Por mucho tiempo he pensado que observando terminaría por ver más claro, y no es cierto; hay que agudizar aún más la mirada, afinar el oído, hacer prueba de humildad, para entender lo que está pasando y aceptar que por más que sepamos no sabemos nada. No podemos desperdiciar nuestra creatividad para ser, a nuestro turno, dominadoras, sino seres enteros, libres. La imitación implica una dimisión interna, un silencio y casi una ofensa a la parte creativa que tenemos todas y todos. Por eso, descolonizarse es también despojarse de esa carga para lanzarse en aguas nuevas y nadar. Siempre hemos tenido esa tarea, luchar, avanzar, es el momento de seguir labrando piedra por piedra nuestra propia ruta, a ver si un día llegamos hasta nuestra playa para mirar el mar de aguas claras.

Descargar: Descolonizando_a_Juana

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Theotonio dos Santos y la moda en los intelectuales

Por: Enrique Dussel

Se nos ha ido un gran intelectual latinoamericano, que con otros críticos en la década de 1960 lanzó uno de los grandes hallazgos de la cultura latinoamericana que se expandió globalmente, junto al boomliterario y la teología de la liberación, la denominada teoría de la dependencia. Theotonio dos Santos, quien hace todavía unos meses nos visitó en la universidad en Toluca, siguiendo los pasos, entre otros, de Mauro Marini, definió los términos de esa teoría que estuvo de modahasta 1975 aproximadamente, cuando en el importante congreso de Quito de sociología fue declarada no marxista, por no tener espacio teórico en el pensamiento marxista, opinión, por ejemplo, de Agustín Cueva.

Lo cierto es que en 2000 Theotonio volvió a exponer la teoría de la dependencia, mostrando su vigencia y el error de los que la descartaron de la interpretación de una de las causas de la pobreza latinoamericana, por la transferencia de plusvalor de los capitales globales nacionales de los países subdesarrollados hacia los más desarrollados (cuestión que hemos tratado largamente en nuestra obra 16 tesis de economía política, Siglo XXI, 2015). Theotonio no se manejaba por las modas, las creaba, las imponía, y por ello la teoría de la dependencia permanece debajo del tema de la globalización y la descolonización necesaria de la economía latinoamericana.

En efecto, los creadores, los innovadores no se atienen a las modas pasajeras, porque las modas desaparecen pronto. Los creadores no siguen las modas, sino que las imponen al descubrir nuevos aspectos esenciales de la realidad presente, que, de paso, se encuentra debajo de las modas futuras.

De la misma manera hay intelectuales que opinan que la descolonización epistemológica(que Nelson Maldonado-Torres llama giro descolonizador) es una modaque esperamos pase pronto. Aunque sean colegas amigos y críticos, queremos expresarles que ni la teoría de la dependencia ha pasado, ni tampoco la descolonización epistemológica es una moda pasajera. Los que así opinan son los que pueden o no adoptar una moda, pero no son los que descubren creadoramente hipótesis de trabajo que responden a aspectos reales de profundidad, debajo de las apariencias, y por ello no son modas y menos pasajeras, sino supuestos epistemológicos de largo plazo.

La teoría de la dependencia y la descolonización epistemológica, que están modificando las preguntas, el cuestionamiento, la currícula de las ciencias sociales y los campos de estudios de las universidades en todo el mundo, organizándose aun como secretarias o ministerios en los estados del sur global, que ponen en crisis el concepto de modernidad, de eurocentrismo, de capitalismo, lejos de ser una moda están recién dando sus primeros frutos crítico-teóricos. Quizá desde Europa el panorama es diferente, pero no desde América Latina. Y ambos presupuestos teóricos se ar­ticulan ­recíprocamente.

He dicho que la teoría de la dependencia estudió la transferencia de plusvalor de los capitales globales nacionales de los países subdesarrollados (es decir, en la terminología de K. Marx: con composición orgánica inferior) hacia capitales nacionales de los países más desarrollados. El concepto de desarrollo es estrictamente de Marx (inspirándose en Hegel) y no se trata de algo extraño al pensamiento de Marx de inspiración burguesa. Si la explotación vertical del capital sobre el trabajo fue expuesto largamente por Marx en el tema de la acumulación del plusvalor como capital, la explotación horizontal de un capital (más desarrollado) sobre otro (menos desarrollado) en la competencia del mercado mundial fue igualmente sugerida por Marx. Hoy México sufre una transferencia gigantesca del sur global al norte más desarrollado en las mal llamadas reformas estructurales. La teoría de la dependencia y la descolonización práctica y epistemológica muestran esa transferencia y están justificando gobiernos que se opongan al neoliberalismo que empobrece nuestras naciones. Pensar que son modas pasajeras es escuchar el canto de las sirenas que propalan los medios de comunicación, la mediocracia.

Hoy es necesario conocer y justificar teóricamente las explicaciones más coherentes que muestran las causas estructurales de la pobreza en México y América Latina, y no opinar que son meramente modas pasajeras que es bueno que desaparezcan en el corto plazo, por un falso prurito de no estar con las masas que siguen modas, y mantenerse en la caja de cristal con las manos limpias (que tanto criticaba J. P. Sartre de la izquierda de su tiempo). Y es ese miedo a las manos sucias el que paraliza a los intelectuales que intentan por todos los medios que no se piense que colaboran con proyectos ambiguos populistas (llamados bonapartistas por el partido de izquierda del pasado, confundiendo con E. Laclau lo popular con el populismo). Ellos están en proyectos de largo alcancelimpios de ambigüedades, aunque también lejanos a la historia empírica cotidiana y protegidos por la lejanía de situarse en los cielos puros de las ideologías revolucionarias imposibles fácticamente.

Theotonio perteneció a la izquierda que se ensuciaba las manos junto al pueblo brasileño, después del largo exilio en Chile y en México. Fue un auténtico intelectual orgánico en las luchas populares del gran país de América del Sur, que no le tocará ya ver nuevamente a Lula como presidente, para dar dos pasos adelante nuevamente, después del paso atrás que se está dado en la historia reciente de nuestra América.

Fuente del Artículo:

http://www.jornada.unam.mx/2018/03/05/politica/018a1pol?partner=rss

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El arte de escuchar

Por: Graziella Pogolotti

Más vigente que nunca, el pensamiento vivo de Fidel se orienta estratégicamente hacia un horizonte de emancipación, teniendo en cuenta siempre la percepción concreta de la realidad. Así, en sus Reflexiones, avizoró las grandes amenazas que penden sobre el destino de nuestra especie. Enraizada en el conocimiento de los procesos históricos que han conformado nuestro país, su visión no es localista. Tiene alcance universal.

La gran tarea de hurgar en su ideario, indispensable en medio de los desafíos de la contemporaneidad, exige seguir paso a paso, en su integralidad y en sus contextos, la secuencia de sus discursos, adheridos siempre a las demandas de la inmediatez e inscritos en un marco conceptual riguroso y asequible a todos, nunca aferrado a doctrinarismos abstractos. Su rasgo característico reside quizás en su naturaleza dialógica señalada por el Che al describir en El socialismo y el hombre en Cuba su intercambio productivo con las masas en el inmenso espacio de nuestra Plaza de la Revolución. Otra clave imprescindible se encuentra en la singular capacidad de escuchar, aun en esos multitudinarios encuentros, las interrogantes de sus interlocutores. De ese toma y daca dimana la organicidad de sus respuestas y la consiguiente autenticidad de su palabra, hecha de verdad y de convicción profunda.

Para los que no habían nacido entonces y para quienes vivimos esa etapa, vale la pena recordar el inicio de los noventa del pasado siglo. Fidel preparó al pueblo, cuando todavía no se había producido el acontecimiento, ante la posibilidad de que la Unión Soviética se desgajara. Aunque resulte dura, la verdad constituye cimiento de unidad, fuente de confianza y plataforma indispensable para el diálogo. A lo largo de los difíciles años del periodo especial, tuve el privilegio de participar en numerosos encuentros con el Comandante. Había que juntar voluntades para emprender el áspero ascenso hacia la resistencia por la salvaguarda de cada uno y de la patria conquistada. La precariedad económica tenía inevitable repercusión en la vida de la sociedad. En esa coyuntura, los escritores y artistas reunidos en el seno de la Uneac concedieron prioridad al análisis de los problemas que emergían en su entorno.

Dejaron de lado preocupaciones gremiales para volcarse hacia el ancho territorio del país. Abordaron temas relacionados con la preservación de la ciudad, con la existencia de jóvenes alejados del estudio y del trabajo, con el rebrote de manifestaciones de racismo. Respetuoso siempre, Fidel escuchaba con esa excepcional capacidad de concentración que le permitía taladrar el trasfondo de las palabras y los gestos, profundizar en el examen de cada asunto, percibir la dimensión concreta del presente, captar las referencias del pasado y proyectar la mirada hacia las repercusiones futuras de cada fenómeno. En esa intensidad del pensar se articulaban la observación del detalle, las interconexiones existentes entre las distintas esferas de la realidad y las indispensables definiciones conceptuales. Vendría luego el habitual bombardeo de preguntas. Muchas solicitaban mayor grado de precisión. Otras, totalmente imprevistas por el interlocutor, revelaban acercamientos a costados más profundos del tema, así como la rapidez y la intensidad de la reflexión creativa que acompañaba en Fidel el modo activo y crítico de escuchar al otro. Sus comentarios no clausuraban de manera definitiva el debate, aunque en ocasiones se impusiera la necesidad de tomar medidas o de investigar de forma más exhaustiva algunos asuntos.

Percibíamos todos el afán por conocer los matices de una realidad compleja, ninguna palabra caía en el  vacío. En esa transparencia del diálogo, todos nos sentíamos partícipes y, por lo tanto, entrañablemente comprometidos, sabíamos que nuestra visión podía resultar parcial, que contendría quizás alguna apreciación errónea. Pero el conglomerado allí reunido procedía de todos los rincones de la Isla, ejercía prácticas artísticas diversas  y sostenía vínculos de variada naturaleza con la comunidad y con sectores de un público más amplio. Conformábamos entre todos un rico mosaico que abocetaba el paisaje de un universo social en rápida evolución.

El arte de escuchar revela las verdades ocultas tras las apariencias. Constituye la base de un permanente aprendizaje, en términos concretos, de las realidades contradictorias y cambiantes de la vida y de la historia. Asienta el diálogo y el compromiso entre los interlocutores. De esa manera, sin perder de vista el esencial propósito emancipador, el pensamiento vivo de Fidel penetró con mirada visionaria el palpitar de la época. Vio desarrollarse la hierba que aún no había nacido. En las páginas de La historia me absolverá, más allá de la lucha inmediata contra la tiranía, en el reconocimiento de la enseñanza martiana se advierte el lastre de la condición colonial junto al subdesarrollo heredado de ella. Ahí está la clave de la emancipación proclamada entonces. El pueblo se define a partir de sus componentes concretos reveladores de la miseria de muchos y la dignidad lacerada de todos. Por eso afirmará, al llegar a La Habana en el enero triunfante del 59, que el verdadero combate estaba  comenzando. Ajeno a dogmas y sectarismos, edifica la unidad y vincula la Isla liberada al movimiento descolonizador de los sesenta. En términos apremiantes, insiste desde fecha temprana en que el carácter depredador del capitalismo habrá de precipitar el exterminio de la especie.

En el pensamiento vivo de Fidel, los hombres y las mujeres de hoy han de encontrar una guía para la acción. Educado en el colegio de Belén, el hijo de Birán hubiera podido transitar por una brillante carrera profesional, según las normas de la sociedad burguesa. El arte de escuchar lo llevó a descubrir, en su tierra de origen, la infinita tragedia que pesaba sobre los desamparados. De ese vínculo con las realidades concretas, nacieron vocación, pensamiento y destino. No tuvo reparos en arriesgar la vida. Al igual que Martí, confió en el mejoramiento humano. Esa entrega lúcida de vida y obra a la causa de la humanidad dan la medida de la inmensa estatura del revolucionario. Es la razón de su vigencia.

Fuente: http://www.granma.cu/opinion/2017-11-27/el-arte-de-escuchar-27-11-2017-01-11-44

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¿Desglobalización?

Por: Boaventura de Sousa Santos

En círculos académicos y en artículos de opinión en los grandes medios de comunicación se ha mencionado con frecuencia que estamos entrando en un período de reversión de los procesos de globalización que han dominado la economía, la política, la cultura y las relaciones internacionales en los últimos cincuenta años. Se entiende por globalización la intensificación de las interacciones transnacionales más allá de lo que siempre fueron las relaciones entre Estados nacionales, las relaciones internacionales, o las relaciones en el interior de los imperios, tanto antiguos como modernos. Son interacciones que no están, en general, protagonizadas por los Estados, sino por agentes económicos y sociales en los ámbitos más diversos. Cuando están protagonizadas por los Estados, pretenden cercenar la soberanía del Estado en la regulación social, sean los tratados de libre comercio, la integración regional, de la que la Unión Europea es un buen ejemplo, o la creación de agencias financieras multilaterales, como el Banco Mundial y el FMI.

Escribiendo hace más de veinte años[1], dediqué al tema muchas páginas y llamé la atención sobre la complejidad e incluso el carácter contradictorio de la realidad que se aglomeraba bajo el término “globalización”. En primer lugar, mucho de lo que se consideraba global había sido originalmente local o nacional, desde la hamburguesa tipo McDonald’s, que había nacido en una pequeña localidad del oeste de Estados Unidos, al estrellato cinematográfico, activamente producido al principio por Hollywood para rivalizar con las concepciones del cine francés e italiano que antes dominaban, o incluso la democracia como régimen político globalmente legítimo, ya que el tipo de democracia globalizada fue la democracia liberal de matriz europea y norteamericana en su versión neoliberal, más norteamericana que europea.

En segundo lugar, la globalización, al contrario de lo que el nombre sugería, no eliminaba las desigualdades sociales y las jerarquías entre los diferentes países o regiones del mundo. Por el contrario, tendía a fortalecerlas.

En tercer lugar, la globalización producía víctimas (normalmente ausentes en los discursos de los promotores de la globalización) que tendrían ahora menor protección del Estado, ya fueran trabajadores industriales, campesinos, culturas nacionales o locales, etc.

En cuarto lugar, a causa de la dinámica de la globalización, las víctimas quedaban más sujetas a sus localidades y en la mayoría de casos solo salían de ellas forzadas (refugiados, desplazados internos y transfronterizos) o falsamente ipor voluntad propia (emigrantes). Llamé a estos procesos contradictorios globalismos localizados y localismos globalizados.

En quinto lugar, la resistencia de las víctimas se beneficiaba a veces de las nuevas condiciones tecnológicas ofrecidas por la globalización hegemónica (transportes más baratos, facilidades de circulación, internet, repertorios de narrativas potencialmente emancipadoras, como, por ejemplo, los derechos humanos) y se organizaba en movimientos y organizaciones sociales transnacionales. Llamé a estos procesos globalización contrahegemónica y en ella distinguí el cosmopolitismo subalterno y el patrimonio común de la humanidad o ius humanitatis. La manifestación más visible de este tipo de globalización fue el Foro Social Mundial, que se reunió por primera vez en 2001 en Porto Alegre (Brasil) y del que fui un participante muy activo desde el inicio.

¿Qué hay de nuevo y por qué se diagnostica como desglobalización? Las manifestaciones referidas son dinámicas nacionales y subnacionales. En cuanto a las primeras, se subraya el Brexit, por el que el Reino Unido (¿?) decidió abandonar la UE, y las políticas proteccionistas del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, así como su defensa del principio de soberanía, oponiéndose a los tratados internacionales (sobre el libre comercio o el cambio climático), mandando erigir muros para proteger las fronteras, involucrándose en guerras comerciales, entre otras, con Canadá, China y México.

En lo que se refiere a las dinámicas subnacionales, estamos, en general, ante el cuestionamiento de las fronteras nacionales que resultaron en tiempos y circunstancias históricas muy distintas: las guerras europeas, desde la Guerra de los Treinta Años y el consecuente Tratado de Westfalia (1648) hasta las del siglo XX que, debido al colonialismo, se transformaron en mundiales (1914-18 y 1939-45); el primer (¿quizá segundo?) reparto de África en la Conferencia de Berlín (1884-85); las guerras de fronteras en los nuevos Estados independientes de América Latina a partir de principios del siglo XIX. Se asiste a la emergencia o reactivación de la afirmación de identidades nacionales o religiosas en lucha por la secesión o el autogobierno en el interior de Estados, de hecho, plurinacionales. Entre muchos ejemplos: las luchas de Cachemira, de Irlanda del Norte, de varias nacionalidades en el interior del Estado español, de Senegal, de Nigeria, de Somalia, de Eritrea, Etiopía y de los movimientos indígenas de América Latina. Está también el caso trágico del Estado ocupado de Palestina. Algunos de estos procesos parecen (¿provisionalmente?) terminados, por ejemplo, la fragmentación de los Balcanes o la división de Sudán. Otros se mantienen latentes o fuera de los medios de comunicación (Quebec, Escocia, Cachemira) y otros han explotado de forma dramática en las últimas semanas, sobre todo los referéndums en Cataluña, el Kurdistán iraquí y Camerún.

Bajo mi criterio, estos fenómenos, lejos de configurar procesos de desglobalización, constituyen manifestaciones, como siempre contradictorias, de una nueva fase de la globalización más dramática, más excluyente y más peligrosa para la convivencia democrática, si es que no implican su fin. Algunos de ellos, contrariamente a las apariencias, son afirmaciones de la lógica hegemónica de la nueva fase, mientras otros constituyen una intensificación de la resistencia a esa lógica. Antes de referirme a unos y otros, es importante contextualizarlos a la luz de las características subyacentes a la nueva fase de globalización. Si analizamos los datos de la globalización de la economía, concluiremos que la liberalización y la privatización de la economía continúan intensificándose con la orgía de tratados de libre comercio actualmente en curso. La Unión Europea acaba de acordar con Canadá un vasto tratado de libre comercio, el cual, entre otras cosas, expondrá la alimentación de los europeos a productos tóxicos prohibidos en Europa pero permitidos en Canadá, un tratado cuyo principal objetivo es presionar a Estados Unidos para que forme parte. Fue ya aprobada la Alianza Transpacífica, liderada por Estados Unidos, para enfrentar a su principal rival: China. Y toda una nueva generación de tratados de libre comercio está en curso, negociados fuera de la Organización Mundial del Comercio, sobre la liberalización y la privatización de servicios que en muchos países hoy son públicos, como la salud y la educación. Si analizamos el sistema financiero, verificaremos que estamos ante el sector más globalizado del capital y más inmune a las regulaciones nacionales.[2]

Los datos que son de conocimiento público son alarmantes: 28 empresas del sector financiero controlan 50 trillones de dólares, esto es, tres cuartas partes de la riqueza mundial contabilizada (el PIB mundial es de 80 trillones y además habrá otros 20 trillones en paraísos fiscales). La gran mayoría de esas instituciones está registrada en América del Norte y en Europa. Su poder tiene también otra fuente: la rentabilidad de la inversión productiva (industrial) a nivel mundial es, como máximo, del 2,5 %, en tanto que la de la inversión financiera puede llegar al 7 %. Se trata de un sistema para el cual la soberanía de 200 potenciales reguladores nacionales es irrelevante.

Ante esto, no me parece que estemos en un momento de desglobalización. Estamos más bien delante de nuevas manifestaciones de la globalización, algunas de ellas muy peligrosas y patológicas. La apelación al principio de soberanía por parte del presidente de Estados Unidos es solo la huella de las desigualdades entre países que la globalización neoliberal ha venido a acentuar. Al mismo tiempo que defiende el principio de soberanía, Trump se reserva el derecho de invadir Irán y Corea del Norte. Tras haber destruido la relativa coherencia de la economía mexicana con el NAFTA y provocado la emigración, Estados Unidos manda construir un muro para frenarla y pide a los mexicanos que paguen su construcción. Ello, además de ordenar deportaciones en masa. En ninguno de estos casos es pensable una política igual, pero de sentido inverso. El principio de la soberanía dominante surgió antes en la Unión Europea con el modo como Alemania puso sus intereses soberanos (esto es, del Deutsche Bank) por encima de los intereses de los países del sur de Europa y de la UE. La soberanía dominante, combinada con la autorregulación global del capital financiero, da lugar a fenómenos tan diversos como el subfinanciamiento de los sistemas públicos de salud y educación, la precarización de las relaciones labores, la llamada crisis de los refugiados, los Estados fallidos, el descontrol del calentamiento global, los nacionalismos conservadores. Las resistencias tienen señales políticas diferentes, pero a veces asumen formas semejantes, lo que está en el origen de la llamada crisis de la distinción entre izquierda y derecha. De hecho, esta crisis es el resultado de que alguna izquierda haya aceptado la ortodoxia neoliberal dominada por el capital financiero y hasta se haya autoflagelado con la idea de que la defensa de los servicios públicos era populismo. El populismo es una política de derecha, particularmente cuando la derecha puede atribuirla con éxito a la izquierda. Residen aquí muchos de los problemas que enfrentan los Estados nacionales. Incapaces de garantizar la protección y el mínimo bienestar de los ciudadanos, responden con represión a la legítima resistencia de los ciudadanos.

Ocurre que la mayoría de esos Estados son, de hecho, plurinacionales. Incluyen pueblos de diferentes nacionalidades etnoculturales y lingüísticas. Fueron declarados nacionales por la imposición de una nacionalidad sobre las otras, a veces de modo muy violento. Las primeras víctimas de ese nacionalismo interno arrogante, que casi siempre se tradujo en colonialismo interno, fueron el pueblo andaluz después de la llamada Reconquista de Al-Ándalus, los pueblos indígenas de las Américas y los pueblos africanos después del reparto de África. Fueron también ellos los primeros en resistir. Hoy, la resistencia junta a las raíces históricas el aumento de la represión y la corrupción endémica de los Estados dominados por fuerzas conservadoras al servicio del neoliberalismo global. A ello se añade el hecho de que la paranoia de la vigilancia y la seguridad interna ha contribuido, bajo pretexto de la lucha contra el terrorismo, al debilitamiento de la globalización contrahegemónica de los movimientos sociales, dificultando sus movimientos transfronterizos. Por todo esto, la globalización hegemónica se profundiza usando, entre muchas otras máscaras, la de la soberanía dominante, que académicos desprevenidos y medios de comunicación cómplices toman por desglobalización.

NOTAS
[1] Toward a New Common Sense, Nueva York: Routledge, 1995, con traducción española: Sociología jurídica crítica. Para un nuevo sentido común en el derecho, Madrid, Trotta, 2009, págs. 290-453.
[2] Puede consultarse uno de los textos más recientes y más incisivos sobre el capital de autoría del economista brasileño Ladislau Dowbor, antiguo colega en la Facultad de Economía de la Universidad de Coímbra: La era del capital improductivo. La nueva arquitectura del poder: dominación financiera, secuestro de la democracia y destrucción del planeta, São Paulo: Outras Palavras & Autonomia Literária, 2017.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/11/12/desglobalizacion/#.WgjHTNLia00

 

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Entrevista a Boaventura de Souza Santos: «Los indignados del mundo, por una democracia radical, participativa, directa y comunitaria»

Entrevista a Boaventura de Souza Santos
Los indignados del mundo, por una democracia radical, participativa, directa y comunitaria
Jaime Quintana Guerrero, Isabel Sanginés
Desinformémonos

Los sociólogos son muy buenos para ver el pasado y muy malos para prever el futuro, así que no sé lo que va a pasar, pero lo que los ocupas y los indignados manifiestan es que esta institucionalidad está podrida, piden democracia verdadera y democracia real. Estamos vislumbrando lo que yo llamo una sociología de las emergencias, de nuevos movimientos que apuntan a otras formas de democracia más robustas y que puedan evitar lo que yo llamo el fascismo social.

Estoy seguro de que tendremos que mantener junto con estas formas más radicales la democracia representativa, pero nunca sola. Democracias participativas junto con democracias directas y democracias comunitarias.

Hoy las tecnologías de la información permiten una participación mucho más grande de los ciudadanos en la política y otra percepción de ella. Ahora mismo, por ejemplo, vengo de Bogotá donde la alcaldía es una alcaldía de izquierda, dirigida por Gustavo Petra, y están intentando trabajar con procesos como el presupuesto participativo y la intervención ciudadana.

Entonces, los movimientos de indignados nos dicen que es posible luchar. Nosotros no podemos quedarnos como estudiantes separados de las luchas, tenemos que estar dentro de ellas, es decir permanecer en la universidad y en la lucha simultáneamente, y ese a mi juicio es el aprendizaje.

Lo que es nuevo en relación al siglo XIX, es que a los jóvenes de entonces no les pasaba por la cabeza luchar por la democracia porque en esa época la democracia era elitista y totalmente oligárquica y hoy existen grandes diferencias. Tenemos que mantener este imaginario actual de una democracia radical participativa, directa y comunitaria, me parece que es lo que nos enseñan los movimientos de ahora.

Pero hay que ir más lejos, porque en la calle no se formulan políticas, la calle es un detonador muy importante para mostrar la resistencia, la inconformidad, la indignación, pero tenemos que seguir formulando políticas y para eso hay que tener formas de organización y movimiento.

Para la detonación llevar el movimiento al límite

Los límites, no. Si estamos en la práctica no podemos hacer preguntas teóricas sobre las restricciones del movimiento, porque en la práctica todo tiene límites. Es decir, todas las luchas están acotadas, el problema es llevar los límites al límite, o sea todas las oportunidades de lucha que tenemos debemos de radicalizarlas.

Los límites son decididos por la correlación de fuerzas. Sin correlación de fuerza no vas a ir a ningún lado, y tu trabajo es trascender las murallas, pero no las trasciendes de una manera romántica como si no existieran porque te desplomas, tienes que saber cuáles son estos límites y forzarlos más allá de sí mismos.

La guerra en México

Actualmente México vive un momento muy difícil en la medida en que hay una situación de criminalidad que nos recuerda la Colombia de los años noventa. Es una criminalidad que viene de diferentes ejes y direcciones, y a veces se confunde. Llega desde el propio Estado que colabora con los grupos de criminales, llega desde el narcotráfico y el crimen organizado.

Se vive en una especie de anomia, es decir con los vínculos sociales rotos y debilitados. Hay un sentimiento de que no vale la pena respaldar a la ley ya que esta no castiga a quien debe; existe la sensación de que las normas no conducen nuestra vida y este imaginario de ilegalidad o de trivialización de la legalidad es quizás lo que existe hoy en México. Pero hay que distinguir entre diferentes tipos de criminalidad porque hay que los grupos afectados por estos no son los mismos.

Si se compara lo que pasa en el Distrito Federal con lo que pasa en Guerrero o en Chiapas, no estás en el mismo país, pues son estados con una desigualdad social brutal. En este sentido, podemos decir que el federalismo mexicano ha fracasado totalmente ya que el federalismo fue creado para generar una solidaridad nacional entre diferentes estados y ese fenómeno no existe. Aquí hay una fragmentación nacional y se da también bajo la forma de guerra civil o, como yo la llamo, de guerra incivil, porque parece que es sin ley. Es una guerra en la operan simultáneamente, en varias partes del país, grupos armados, ya sea para defenderse o para atacar.

En este momento el Estado ha perdido el control de la violencia legítima, que es su prerrogativa, y es la que mantiene el orden dentro de los Estados liberales. Ahora se practica una violencia ilegítima sobre la cual no tiene control el Estado, aunque él mismo la ejerce también, junto con otros poderes fácticos que están dominando este país y que se hayan creando una situación real de liberalización de la criminalidad.

Por ejemplo, el día de hoy, me encuentro muy impactado por el asesinato de un profesor del departamento de sociología, cinco minutos antes de que comenzara mi charla en la Universidad Autónoma Metropolitana, esto nos da una idea de cómo la violencia está próxima a nosotros. Hoy fue él, mañana puedes ser tú o puedo ser yo. La violencia tiene una presencia existencial, y esto genera que ya no te sientas protegido en ningún momento, ni de ninguna manera por nadie. El resultado es que la gente empiece a buscar formas alternativas de protección, las cuales pueden ser rondas campesinas, pero también comprar armas del crimen organizado.

Entonces, la primera parte de mi respuesta es que en este país tenemos una multitud de criminalidades, de anomias, y es muy difícil comprender todas sus articulaciones.

Ahora bien ¿hasta qué punto el Estado participa en esto por acción y hasta qué punto participa por omisión? Y por otro lado, ¿cómo podemos salir de esta situación? Yo pienso que lo primero es no desistir, y después encontrar formas de rebelión en contra de este Estado.

La lucha de las ideas y la acción política

Lo que necesitamos hoy, es una reforma, una refundación profunda del Estado, de la democracia y de la justicia. A través de los movimientos sociales constituidos en la alternativa a una política de Estado corrupta e ineficiente.

La batalla tiene que darse y no podemos desistir. Las personas que se encuentran permanentemente bajo amenaza de muerte, o del hambre por esta violencia desatada, no pueden pensar como nosotros, los que estamos en las universidades o relativamente más seguros. Ellos, los continuamente amenazados tiene que pensar en soluciones y nosotros por respeto a ellos debemos de encontrarlas junto con ellos, esa es la única dignidad de los intelectuales y de los activistas: trabajar directamente con la gente y mantener la esperanza, pero no una esperanza romántica.

La organización de la lucha social en México

Durante mi estancia en México hablé con personas de diferentes movimientos sociales y con gente que está involucrada en la lucha social y cada vez más me parece que, en la situación actual, la batalla por la paz podría ser una línea de articulación para todo el movimiento, una línea agregadora, no me parece que sea socialismo, no sé si es justicia social, tal vez. Eso sí, para los indígenas tienen que ser una justicia histórica, no basta con hacerles una justicia social, pero es la paz la que nos dará la posibilidad de hacer otras cosas. Y para esto hay que manejar algunos instrumentos jurídicos, instrumentos del derecho que el Estado creó en una tradición que viene desde lejos y que puede ser emancipadora. Pero no es sólo el derecho, lo que hace falta es la movilización política.

En México lo que falta es una movilización política fuerte, y creo que se puede generar ahora alrededor de la consigna por una paz ciudadana, pero no la paz de los vencedores, sino la paz de los vencidos. Es por lo que hay que luchar hoy.

¿Con qué instrumentos? Con instrumentos jurídicos, pero también con instrumentos ilegales. Mi frontera es la lucha armada, no estoy a favor de la lucha armada, pero luchas ilegales por supuesto que sí. Y es que se tienen que producir luchas ilegales porque desde el poder van a criminalizar la protesta, van a hacer todo para que ustedes no puedan salir a la calle, van a considerarlos terroristas, así lo hacen en Chile, así lo hacen en Perú, así lo han hecho ya en México.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=221467&titular=los-indignados-del-mundo-por-una-democracia-radical-participativa-directa-y-comunitaria-

Imagen: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=221467&titular=los-indignados-del-mundo-por-una-democracia-radical-participativa-directa-y-comunitaria-

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Otras estrellas nos miran: hacia la descolonización práctica de nuestras subjetividades y de nuestras prácticas educativas

Facundo Ferreirós

La propuesta de esta conversación es analizar nuestras matrices epistémicas y pedagógicas en torno a cómo juega, en nuestras subjetividades, la tensión colonización-descolonización y, en tanto estudiantes y/o educadores y educadoras, analizar cómo se articulan estas matrices en las prácticas educativas.

Entenderemos las matrices epistémicas y pedagógicas como un tejido más o menos articulado, compuesto por categorías, emociones, sensaciones, expresiones y movimientos corporales, memorias, olvidos, experiencias vividas y prácticas cotidianas cuyo entramado se compone de los “modos de conocer”[1] y las “relaciones de conocimiento”[2]que establecemos, y de la tarea de enseñar que constituye a educadores y educadoras en su estar siendo.

I.

Diremos, a grandes rasgos, que hemos internalizado, de forma más o menos violenta, matrices epistémicas y pedagógicas proveniente de “otros calendarios y otros territorios”, que condicionan fuertemente nuestros modos de conocer, tanto a nosotros mismos, como a los otros y al mundo. Y por lo tanto, nuestros procesos de formación (educación).

Huellas de una Modernidad nor-europea/norteamericana presentes en nuestros mundos de vida y, por lo tanto, en nuestras prácticas educativas.

Huellas productoras de múltiples reducciones: de la educación como escolarización, del conocimiento como conocimiento científico (ciencia nor-europea/norteamericana), conocimiento como algo “dado”, elaborado y validado por especialistas, reducido a información deshistorizada, neutralizada y esterilizada, transmitida de modo transferencial, generador de asimetrías en la relación “saber-poder”.

Huellas de la pérdida de sentido de la educación: divorcio entre cultura y educación, entre sujetos e historia, educación y epistemología, educación y política, etc.

Huellas productoras de múltiples fragmentaciones: subjetivas (dualismos jerarquizados alma/cuerpo, razón/emoción, mente/mano, teoría/práctica); sociales (división social, sexual, étnica, internacional del trabajo); y educativas (niveles, materias, unidades, hiperespecialización).

Huellas que deshistorizan y desterritorializan al sujeto reduciéndolo a “roles sociales”. Educación como proceso de institucionalización basado en el control social, la homogeneización y la normalización, productora de relaciones piramidales, patriarcales y altamente burocráticas.

II.

Para Silvia Rivera Cusicanqui, todos los latinoamericanos somos indios. ¿Por qué? Porque “otras estrellas nos miran”[3]. Porque todos somos colonizados. La apuesta es a “sacar al indio o india que todos llevamos dentro”.

Hace unos 10 años, viajaba en avión hacia Tierra del Fuego. Iba, como es costumbre encontrarme, tomando mate. Sentadas detrás de mí iban dos españolas, que luego de conversar un rato, me contaron que eran profesoras. Yo presentí en un momento que estaban cuchicheando sobre mí y, al mirar por la rendija que se abre entre los dos asientos, pude ver que efectivamente miraban con nerviosa curiosidad. Al rato, una de las dos se pone de pie e intempestivamente, como cuando una persona está decidida pero no sin una cuota de temor, me pregunta sin preámbulos si eso que tengo en la mano es un mate. Le respondo que sí, procurando expresar cierto malestar en mis gestos. Inmediatamente, su acompañante se pone de pie y arroja: “¿Pero eso no es droga?” Me acomodé en mi asiento y le expliqué pacientemente que no, le hablé de la costumbre ancestral del mate, de su tradición, y de todo el ritual alrededor de esta práctica. Siguieron algunas preguntas más: “¿Pero todos toman de la misma bombilla?” (no sin un gesto de asco), o “¿A qué sabe?” Frente a esta última pregunta, las invité amablemente a probarlo. Se miraron entre sí como si les estuviera proponiendo algo indecente, como si, para responderme, debieran deliberar primero entre ellas. Una de ellas aceptó. Tomó el mate con una mano y la bombilla con la otra, la acercó lentamente a su boca, chupó y, antes siquiera de tragar, me lo devolvió con un gesto de reprobación total. “¿Cómo pueden tomar eso?” Exclamó. Yo sentí un profundo resentimiento en ese momento. Una española estaba juzgando mis costumbres. Costumbre como el mate, que además es una práctica ritual profundamente comunitaria. Quizás fue a partir de ese momento en el que descubrí cuán intrincada estaba esta práctica a mi subjetividad, a mi “mundo de vida”, a mi estructura psíquica, mi campo emocional y mi corporalidad toda. Y me sentí como un indio, a quién le dicen que la hoja de coca es droga, reprobando la práctica de pijchar (mascar). Para esas españolas, no había una diferencia entre la coca y el mate. El indio y yo éramos lo mismo para ellas. Y fue a partir de esta anécdota que comprobé que para mí tampoco hay diferencia, ya que pude sentir, en mi propio cuerpo, la violencia del conquistador que provocó en mí una voluntad de rebelión ante la violencia civilizadora. 

Esta anécdota me volvió permeable y sensible ante aquellos gestos que se resisten a ser colonizados por la razón instrumental, enfrentando no sin una cierta cuota de angustia, el profundamente provocador interrogante que deja planteado Silvia Rivera Cusicanqui: “¿Por qué no podemos admitir que tenemos una permanente lucha en nuestra subjetividad entre lo indio y lo europeo?”[4]

Ahora bien, ¿qué pasa en el plano subjetivo? ¿Qué pasó y qué pasa con lo que Silvia Rivera Cusicanqui denomina“colonización de la conciencia propia”? ¿Cómo provocar cambios en la subjetividad en torno a nuestras matrices epistémico-pedagógicas? ¿Qué pasa con nuestro estar siendo educadores y educadoras inmersos en la tensión colonización-descolonización?

Kusch al analizar la frase popular “me salió el indio”, que lo llevó a preguntarse: “¿y de dónde sale esta urgencia de salir con brusquedad para librar fuerzas, casi como si el agua rebasara un dique e inundara el valle? Porque el indio histórico, según parece, nunca tuvo que salir de sí mismo, sino que siempre se daba afuera. Ahí encontraba en algún árbol, en alguna piedra, o en alguna montaña, un vestigio de algún mundo sagrado que le servía para ganar la seguridad en sí mismo. Pero un árbol, una piedra o una montaña son para nosotros, simples objetos.” Y más adelante agrega: “Pero nos sale el indio. ¿Para qué? ¿Será para contrastar este siglo XX? ¿Será para restituir afuera en el mundo exterior nuestro propio recinto sagrado, solo para ver a los dioses columpiarse en los árboles?”[5]

Cusicanqui: “Lo indígena no es una identidad, no es una camiseta, no es un color de piel: lo podríamos resumir en una episteme, como una atmósfera cognitiva que te lleva, por ejemplo, a intentar reconocer sujetos en el mundo no humano. De hecho cualquiera que practica rituales con cierta regularidad y seriedad, habla con los achachilas, con los cerros, con los ríos, habla con el lago, habla con las piedras.”

No se trata de cambiarnos el color de piel ni de negar los más de 500 años de presencia occidental en el continente. No se trata de una apuesta “folklórica”, “étnicocultural”, una búsqueda de localismo comunitarista o un “retorno al pasado”. Se trata de sacarnos la culpa y la vergüenza introyectadas desde la conquista. Y de aprender a vivir en esa contradicción que supone estar constituido subjetivamente por mundos antagónicos. Pero no se trata de antagonismos destructivos, sino de “un antagonismo creador: fuerza explosiva de la contradicción. Contradicción como una energía vivida, vitalizante, que permite permanentemente este cabalgar entre dos mundos sin sentir que tienes el alma dividida, pa’chuyma, la subjetividad dividida. Hay mucha enseñanza de la lengua indígena en lo que son los modos de vivir en armonía con y en medio de contradicciones muy radicales.”[6] El principio de “relacionalidad” por sobre la lógica de los dualismos.

Este espacio de la subjetividad en el que se da este encuentro (tinku) entre opuestos complementarios y/o antagónicos, es una zona de contacto (taypi), que consiste en un “tercer espacio” en el que los mundos se interpenetran sin fusionarse. Una dialéctica sin síntesis. Esto es lo que Silvia Rivera Cusicanqui denomina lo “ch’ixi”. Y es allí donde nace su apuesta epistemológica, que consiste justamente en abrir y ensanchar ese “tercer espacio”. Esta propuesta nos lleva a romper los parámetros que nos imponen los falsos dualismos: cuerpo/razón, razón/emoción, pensar/hacer, teoría/práctica, etc. y a construir una episteme desde el principio de relacionalidad, que contenga y dinamice los antagonismos y las oposiciones complementarias que constituyen nuestra subjetividad.

Silvia Rivera Cusicanqui nos invita a descolonizar la conciencia propia a partir del ejercicio de prácticas descolonizadoras, tales como: recuperar la autonomía de nuestro pensamiento y nuestra memoria, superar la reticencia al trabajo manual, ejercer la performatividad del cuerpo, crear comunidad en términos de conformación espacios de experimentación micropolítica-, etc. “No puede haber un discurso de la descolonización, una teoría de la descolonización, sin una práctica descolonizadora (…) La posibilidad de una reforma cultural profunda en nuestra sociedad depende de la descolonización de nuestros gestos, de nuestros actos, y de la lengua con que nombramos el mundo.”[7]

Existen, en nuestras subjetividades, “espacios de lo no dicho, un conjunto de sonidos, gestos, movimientos que portan las huellas vivas del colonialismo y que se resisten a la racionalización, porque su racionalización incomoda, te hace bajar del sueño cómodo de la sociedad liberal”.[8]

 

Y también dirá: “tu propia vida es un condensado de experiencias que se te ha transmitido a través de una genealogía muy profunda, muy vasta, de la cual tu cuerpo tiene memoria, no tu precisamente, no necesitas tu tener conciencia de lo que han hecho tus tatarabuelos o de las lenguas que han hablado, o de las músicas que han bailado porque tú lo llevas en tus propias células. Y eso se puede despertar, desatar, mediante trabajos corporales. Eso es posible hacerlo: el ritual es uno de los caminos, la danza es otro, el trabajo con el cuerpo escénico es otro, el trabajo físico, el cosechar, el sembrar es otro. El buscar nexos con una lengua ancestral es otro”.

“Hacer conociendo, el conocer con el cuerpo, el autoconstruirnos a través de un diálogo con la materia -la madera, el cemento, la tierra- y de las conversaciones y akhullis de discusión y reflexión (…) una práctica basada en el silencio y no sólo en la palabra (…) en diálogo con y entre las creaciones de nuestras manos, de nuestros cuerpos”[9].

III.

En este apartado, se propondrán ejercicios para una descolonización práctica. Se trata de diferentes dispositivos didácticos para: descolonizar nuestra configuración espacio-temporal, considerar la memoria histórica como práctica descolonizadora,  descolonizar nuestras genealogías, la recuperación del trabajo manual,  y la concepción del cuerpo como performatividad micropolítica descolonizadora.

          

  1.           Descolonizar nuestra configuración espacio-temporal

¿Qué educación necesitamos para aprender a situarnos espacio-temporalmente en América Latina? ¿Cómo aprender a movernos en nuestro propio paisaje? ¿Cómo contribuir a una educación que desnude la cara oculta de la Modernidad europea desde lo más íntimo y arraigado que sujeta nuestra subjetividad?

En primer lugar, la apuesta es a cuestionar nuestro “puesto en el cosmos”. Hemos internalizado que Europa es occidente y que nosotros también los somos, y que vivimos en el sur, que está abajo. Ahora bien, no somos “occidentales” (porque “otras estrellas nos miran”), y porque lo que consideramos “occidente” no está hacia nuestro “poniente”. Nuestro occidente es China y Europa es nuestro oriente. A su vez, si observáramos el planeta situados, sin punto fijo, en el “espacio exterior”, tampoco habría norte ni sur.

Esto supone una nueva configuración del espacio: nuestros pies ya no pisan el mismo suelo ni nuestros movimientos se dirigen hacia los lugares que creíamos.

En segundo lugar, la historia no está dirigida hacia ninguna parte. La historia no se mueve de oriente a occidente como creía Hegel. En ese relato, tan creíble como el del surgimiento del pecado original, América estaba afuera de la historia por su “novedad”, Asia por su “antigüedad” y África por su “animalidad”. Pero Europa no es el fundamento y el fin de la historia como creemos. Hemos internalizado la línea de tiempo que hemos observado en los pizarrones desde nuestros primeros días en las escuelas y así construimos nuestra noción del tiempo como lineal y progresivo.

Es en nuestra memoria histórica y corporal que podemos experimentar las diferentes capas que componen el horizonte colonial manifiesto en nuestro constante presente.

Como un niño pequeño que se irgue y comienza a caminar y, junto con el aprender a caminar, debe reconfigurar su noción de espacio y tiempo, así debemos reaprender a movernos en un mundo con unas otras coordenadas espacio-temporales.

Así, desde nuestras subjetividades, aludiendo a las heridas narcisistas planteadas por Freud, diremos que tres son las heridas que podemos provocarle al narcisismo norteamericano/nor-europeo:

1) Herida geopolítica: sin desconocer su poder imperial capitalista, Europa y Estados Unidos son dos aldeas.

2) Herida historiográfica: Europa y Estados Unidos, no son el principio ni el fundamento de la Historia.

3) Herida epistemológica: la razón moderna-colonial/norteamericananoreurocéntrica/capitalista/patriarcal no es la única episteme.

   

  1. Memoria histórica como práctica descolonizadora

Trazar nuestra propia biografía, donde lo singular de la memoria corta de nuestra experiencia cotidiana se va tejiendo junto a condicionamientos políticos, históricos, sociales y culturales que se trasladan espaciotemporalmente en la memoria larga de los pueblos, conformando así una trama abigarrada que articula aspectos macro, meso, y micropolíticos en un horizonte histórico que articule la simultánea coexistencia de ciclos cortos y largos -a modo de “placas tectónicas”- que pueden emerger en el presente, reelaborando las estructuras coloniales internalizadas desde la conquista para acá. Así, la narración de nuestra biografía deviene “didactobiografía”.

(…) “En este sentido, la didactobiografía es un dispositivo didáctico que coloca al sujeto en la exigencia epistémica de reflexionar desde su historia de vida; historia que se objetiva en una narración que da cuenta del desafío de leer y sistematizar el conocimiento de la realidad, a partir del análisis del presente en perspectiva histórica”.[10]

  1. Descolonizar nuestras genealogías

Trazar nuestras propias genealogías. No se trata de diseñar un complejo árbol que recoja los nombres y fechas de nuestros antepasados sino de rastrear en sus vidas, en los relatos que las reconstruyen, y en los olvidos que se produjeron, tanto las marcas de la memoria de la dominación, como así también de resistencia creativa y de “densidad” cultural que residen inscriptas en nuestra subjetividad. Así estaremos liberando a la cultura de su reducción a “bien de consumo” o “mercancía fetichizada”, y propiciando un ejercicio descolonizador que restituya nuestra identidad colectiva. Reconstruir nuestras genealogías como ejercicio de memoria histórica no implica sumirnos en una mirada nostálgica. Todo proceso de memoria histórica es fundamentalmente un hecho político. Es un ejercicio de prefiguración. El pasado está entonces adelante, es lo “por descubrir”. “Qhip nayr uñtasis sarnaqapxañani” (“mirando al futuro como al pasado hay que caminar por el presente”, frase ritual aymara).

 
d. Trabajo manual

¿Qué papel juega el trabajo manual en la educación? ¿Cómo podemos vincular la mano a la mente y al corazón, sin jerarquizar uno sobre otro? ¿Cómo superamos el logocentrismo reinante en la pedagogía oficial? ¿Qué prácticas textuales otras habitan las pedagogías latinoamericanas?

Recuperar el trabajo manual de la alienación que supuso la reducción del hacer con las manos a “mano de obra” implicará volver a reunir el pensar y el hacer como gesto epistémico y como rearticulación de nuestra subjetividad fragmentada.

No existe la separación entre teoría y práctica: pensamos y sentimos, y mientras pensamos y sentimos, hacemos. Hacemos, y mientras hacemos, pensamos y sentimos. La mano sabe. En el hacer, creamos.

En el hacer, nos hacemos. En el hacer, nos hacemos con otros. Construimos un método único y personal para entrar en relación con nosotros mismos, con los otros, y con el mundo.

El hacer conforma una otra textualidad.

El hacer es un modo de la comunicación. Comunicación no necesariamente mediada por la palabra oral o escrita. De este modo, nos sumergimos en una práctica que subvierte el aparato colonial dominado por el “logos”.

Una “pedagogía del hacer” supondrá reunir el pensar y el hacer, el gesto y la palabra, el corazón, con la mano y con la mente.

Aprender de los que hacen: de las clases magistrales de un albañil a un aprendiz, de una madre tejedora a su hija, de un maestro panadero a un aficionado.

Albañil, tejedora y panadero, todos ellos enseñan en el hacer. Aprendiz, hija y aficionado, aprenden no sólo a saber hacer, sino que, en ese hacer, aprenden también a sentir y a pensar desde el cuerpo en conversación silenciosa con la materia.

  1. El cuerpo como performatividad micropolítica descolonizadora

Se tratará de explorar la capacidad performática del cuerpo que nos permita enfrentar la racionalización asfixiante del colonialismo: “el cuerpo es también el reducto profundo del que nace la ética interpersonal, la empatía colectiva, el llanto y la solidaridad. Amar, luchar, caminar, resistir o bailar pueden llegar a ser experiencias políticas, formas de decir que tejen un sentido sin apelar a la palabra”. Se tratará, junto con esta micropolítica corporal, de ensayar “acciones colectivas centradas en el cuerpo” (Cusicanqui): “la caminata como práctica política, los recursos y puestas en escena de las movilizaciones, que hacen uso de la música, la teatralidad, los mensajes kinestésicos (…) Estos fenómenos históricos no siempre son reconocidos como parte del presente, son una memoria inconsciente que se reedita (…) Hay en ellos una especie de memoria del cuerpo, el indio que llevamos adentro se levanta, nos baila, nos impele a caminar, a asediar. El discurso verbal resulta un código empobrecido frente a estas prácticas significantes, que atraviesan la acción colectiva, y también la subjetividad de las personas”[11].

Desempupitrar los cuerpos. No se trata únicamente de aprender saberes sobre el cuerpo, sino de posibilitar que el cuerpo conozca. La apuesta es atravesar por experiencias corporales, sentir (con) el cuerpo y no sólo pensar y hablar acerca del cuerpo. El cuerpo se transforma así en toda una sistematización de nuestros conocimientos y los comunica de manera fehaciente.

El cuerpo es expresión: práctica textual.

El cuerpo es vivencia del presente: habitamos corporalmente este tiempo y este espacio, somos el movimiento y los desplazamientos de este presente.

Es memoria histórica: todo tipo de huellas están inscriptas en nuestro cuerpo: las prácticas ancestrales, la herida colonial, la explotación capitalista, el patriarcado. Todo nuestro pasado está cuidadosamente presente: el cuerpo revive la memoria larga de la Historia y la corta de nuestras propias experiencias.

Es cuerpo de posibilidades: prefiguración de nuevas realidades, nuevos tiempos y espacios -nuevos movimientos-. Inédito viable.

El cuerpo es cartografía y constelación.

El cuerpo horizontaliza las relaciones, nos dispone al conocer de otros y otras. Es apertura a las sensibilidades, estremecimientos, a las afectaciones mutuas.

Es territorio de encuentro: con nosotras y nosotros mismos, con los otros y otras, y con el mundo. El cuerpo es diferencia e igualdad.

El cuerpo es territorio de luchas por la descolonización: es performance política. Es movimiento descolonizador: desvela la teoría cuando es mera farsa. Nos dice qué posturas, qué alimentos, qué sustancias, nos habitan desde siempre, y cuáles nos son extrañas. Nos alerta de los tiempos y los espacios coloniales que someten nuestros calendarios, nuestros relojes, nuestros desplazamientos. Se rebela contra el sedentarismo, contra la mera intelectualidad, se levanta contra la alienación producto de la disociación entre la fuerza de trabajo y la alegría.

Una pedagogía que jerarquice el cuerpo o, mejor dicho, que no jerarquice entre la mente, el cuerpo y las emociones, es una pedagogía que se levanta contra el logocentrismo parametralizante.

Una otra pedagogía y una otra episteme que entienden lo educativo como una práctica poblada de palabras, emociones, sensaciones, movimiento, contra aquellas pedagogías y epistemologías que suponen que “el silencio es salud”, que “el cuerpo es la cárcel del alma” y que las emociones “entorpecen el camino al conocimiento”, y que por lo tanto, “es necesario aprender a controlarlas”.

IV.

Toda descolonización de la subjetividad se produce en el dominio de la inter-subjetividad. La educación como espacio-tiempo colectivo para la experimentación de prácticas descolonizadoras. Los movimientos y organizaciones (campesinos, urbanos, afrodescendientes, indígenas, de mujeres, etc.) como como espacios inter-subjetivos productores de experiencias educativas populares, críticas, descolonizadoras. Hacia la conformación de un gran movimiento pedagógico y cultural desde unas “otras” pedagogías.

Sin intención de caracterizarlos ni de restringir su potencia transoformadora, diremos que los movimientos y organizaciones:

  •  Luchan contra formas de desposesión, explotación y ponen en práctica alternativas sociales, políticas y económicas.
  • Generan prácticas sociales prefigurativas de carácter horizontal y democrático. Ponen en práctica hoy el modelo de sociedad al que aspiran en el futuro: economía social desde la autogestión, justa y solidaria, comunicación popular, alternativa, comunitaria, producción de alimentos desde un modelo agroecológico, construcciones alternativas, salud comunitaria, médicos tradicionales (indígenas), etc.
  • Producen, recuperan y recrean cultura y conocimiento. Apuestan a la potenciación de los sujetos contextualizados histórica y socialmente.
  • Consideran lo educativo en términos amplios: “la lucha es formativa”, “la escuela es el movimiento”.
  • Creación de espacios de formación sistemática: escuelas, universidades, talleres, seminarios, encuentros, etc. con metodologías participativas de análisis y producción de conocimiento.
  • Crean instancias de sistematización de experiencias, recuperación de memoria histórica, investigación-acción participativa (IAP), desde una concepción que supere la herencia positivista de la investigación, hacia espacios propios de diálogo y reconocimiento.

Se trata, con Patricia Medina Melgarejo, de “vislumbrar la definición de que  ‘otro mundo es posible’ como Acontecimiento (con mayúscula) político-histórico, en donde la revuelta y la rebelión, la insumisión y la indignación florecen en múltiples y complejas posibilidades de transformación de sujetos en el ejercicio intra e inter epistémico, y por lo tanto político en la búsqueda del acceso al otro y a lo otro”.[12]

[1] No hablamos de “teorías del conocimiento” sino de “modos de conocer”, porque los modos suponen las teorías, pero también las emociones, las sensaciones, las prácticas, etc. y hablamos del “conocer”, por sobre “el conocimiento”, para hacer énfasis en la participación del sujeto que conoce por sobre el conocimiento como objeto producido. A estos “modos de conocer”, los llamaremos “postura epistémica”, que es por lo tanto ético-política, porque implica un desde dónde estamos parados para establecer relaciones de conocimiento con el mundo, con nosotros mismos y con los otros.

[2] Con “relaciones de conocimiento”, nos referimos a lo que Hugo Zemelman define como la capacidad que tiene cada individuo de colocarse en su mundo, colocarse entendido no como capacidad de explicarlo, sino como posibilidad de reconocerlo. Estas “relaciones de conocimiento”, dirá Zemelman, son dinámicas, se van construyendo con el paso del tiempo, no se dan de una vez y para siempre.)

[3] https://www.youtube.com/watch?v=AC_ySMO5-P0

[4] “Conversa del mundo – Boaventura de Sousa Santos y Silvia Rivera Cusicanqui”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=xjgHfSrLnpU

[5] Kusck, R. “América Profunda”. Editorial Biblos, Buenos Aires, 1999. Pp. 23-29.

[6] Entrevista a Silvia Rivera Cusicanqui disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=7pGlCIJpcc4&list=PLgyhcKT8SQziEQQxOcY7G5qgV08YHfiBC

[7] Cusicanqui, S. Ch’ixinakax Utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores. Tinta Limón Ediciones. Buenos Aires, 2010. Pág. 70.

[8] Cusicanqui, S. Sociología de la Imagen. Miradas ch’ixi desde la historia andina. Tinta Limón Ediciones. Buenos Aires, 2015. Pág. 312.

[9] Cusicanqui, S. Ibidem. 2015. Pág. 302-303

[10] Quintar, E. “La enseñanza como puente a la vida”. Instituto Pensamiento y Cultura en América Latina, México DF, 2006.

 [11] Cusicanqui, S. Op. Cit. 2015. Pág. 312.

[12] Medina Melgarejo, P. (Coord). Pedagogías Insumisas. Movimientos político-pedagógicos y memorias colectivas de educaciones otras en América Latina. Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica/Educación para las Ciencias en Chiapas A.C./Juan Pablos Editor México DF, 2015. Pág. 38.

Fuente del articulo: http://descolonizarlapedagogia.blogspot.com/2016/10/otras-estrellas-nos-miran-hacia-la.html

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Apreciación Biológica Cultural de las Relaciones de Poder/Saber/Hacer un Trabajo de Investigación

Por: Jesús Contreras

“Las Cadenas ya no Están en los Pies, sino en las Mentes”

Manuel Zapata.

“Libres son quienes crean, no quienes copian, y libres son quienes piensan, y no quienes obedecen”

Eduardo Galeano.

Presentación:

             Las apreciaciones que a continuación propongo condesan ideas quizás insurgentes y subversivas a los conservadurismos desmedidos e intencionales que todavía imperan en escenarios académicos institucionales donde se producen trabajos de investigación científica y de extensión tecnológica en el campo de la educación y en particular planteamientos  relacionados con aspectos  de la enseñanza y el aprendizaje de la investigación. Se trata de un ejercicio hermenéutico, crítico  y deconstructivo de planteamientos que todavía están enquistados en la educación universitaria y que se muestran cada día negativos, incomodos y hasta perversos como lo diría  Becerra hace más de una década, en su trabajo Síndromes Perversos en los Estudios de Postgrado, inspirado en esta idea me he propuesto la revisión sustantiva del texto Interculturalidad, Descolonización del Estado y del Conocimiento de Chatherine Walsh, Álvaro García y Walter Mignolo y articular ontológicamente la tesis que actualmente estoy proponiendo en el trabajo denominado Aprendizaje Estratégico de la Investigación Educativa. Una comprensión desde la biología cultural de investigadores expertos y novatos.

Origen del Entendido:

             Nuestra ciencia y tecnología hasta el día de hoy tienen su origen en las prescripciones propias de la agenda griega del mundo grecorromano, al menos eso es lo nos han querido hacer ver, entender y vender desde las academias y universidades y es que hasta estos términos (academia/universidad) fueron concebidos por Plantón y el Renacimiento, tendríamos que preguntarle a un indio, chino,  japonés o árabe cuán influyente  fue este excepcional  personaje de la filosofía occidental. Pero el problema no radica si somos occidentales o no, a mi manera de ver el asunto consiste en  SER lo suficientemente consciente de que  la ciencia, la tecnología y el conocimiento son categorías importantes estructural y funcionalmente del sistema mundo-capitalista representado principalmente por el eurocentrismo como la configuración más radical  y  dominante del conocimiento, con la advertencia de otras expresiones dominantes e imperiales que  actualmente  son emergentes en nuestro país como los grandes del oriente en sus diversas manifestaciones. Fernández y Guevara (2016) señalan que Los griegos  establecieron colonias comerciales en todo el mundo, pero no sólo eso, sino también el modo de pensar y de analizar los hechos y fenómenos a su conveniencia que por lo general fue altiva, soberbia, autoritaria y tirana.

            Volviendo al punto inicial, la cultura grecorromana apostólica, tiene un ingrediente que se torna perjudicial cuando se trata la temática de comprensión y entendimiento humano como la forma expedita de conservar la vida que hablaremos más adelante, y es que a esta cultura le corre en la sangre todo lo que se llame imperio, dominación, coloniaje y subyugación del otro. Cada uno de nosotros nos creemos emperadores y hasta dictadores en nuestros hogares, sitios de trabajo y lugares de convivencia, basta con observar  a un hombre o una mujer y nos damos cuenta de esta aseveración; aunque estén solos, hasta un animal buscan para tenerlo, poseerlo, y dominarlo, en todas las relaciones del hombre hay una manifestación de PODER, pero a mi juicio muy mal interpretado y para hacer el mal. En este sentido Foucault (1980) nos advierte que “el poder no debe ser entendido como un sistema opresivo que somete desde la altura a los individuos castigándolos con prohibiciones sobre esto o aquello”, el poder sin duda no debe desconocerse en una sociedad, más bien se le debe poner la mayor atención y preponderancia sobre todo cuando su orientación desvirtúe los signos del bien común y del buen vivir.

            La colonización del conocimiento, de la ciencia y tecnología como expresión genuina de poder se inicia en América Latina y del Caribe con un programa de intervención premeditado de países, primero de Europa, y actualmente Estados Unidos y China que aún no clarifica su agenda, probablemente en ésta esté en el endeudamiento financiero y tecnológico que actualmente adquirimos con este país que del todo no es socialista como al principio nos lo hicieron saber. Para Vargas (2007), la colonización del PODER  “es la forma en que unos se miran superiores que otros generando discriminación racial; unos destinados a manejar el poder y otros a ser destinatarios del mando, unos destinados a conocer y otros destinados a ese conocimiento”, esta relación de poder ha prexistido por mucho tiempo en nuestras civilizaciones pero se insiste en el error histórico y teórico que se le ha dado sobre todo para someter y subyugar al semejante, apreciación que no solamente se evidencia en el desarrollo de las ciencias sino que también en la racionalidad y en lenguaje originario de las regiones andinas y caribeñas.

            La colonización como categoría del sistema mundo capitalista se sostiene fundamentalmente en (4) ejes o espectros de acción. Primero: se manifiesta un sistema de clasificación basado en una jerarquía, esto supone distinciones, razas, sexo, estatus, roles y funciones propias de los seres humanos. Segundo: Invasión con alevosía y premeditación del SABER, esto supone el posicionamiento eurocentrista como perspectiva única y válida de conocimientos, conceptos y teorías exógenas impuestas que son poco afines y coherentes a nuestra región y las especificidades autóctonas y genuinas de nuestros países. Tercero: Apropiación del SER, entendido como la fuerza y tensión ejercida por la “inferioridad”, subalternalización y deshumanización y Cuarto: la colonización de la naturaleza y la vida misma. Estos ejes de la colonialidad son manifestaciones generales/universales del sistema mundo capitalista que no solamente se muestran en Latinoamérica sino también en todo el mundo, determinan, condicionan y dirigen nuestras mentes, discursos, acciones y todas las expresiones del hombre.

PODER/SABER/HACER un Trabajo de Investigación:

 Como se planteó en el origen del entendido del presente ensayo las relaciones de poder/saber/hacer están presente de manera consciente e inconscientemente en nuestras vidas, profesiones, oficios u ocupaciones, pero muchas de la veces no somos lo suficientemente atentos a estos vínculos e implicaciones. En el campo de la educación las cadenas curriculares muchas veces expresan una reproducción de los sistemas y estructuras dominantes que nos dicen el modo de SER, SABER y HACER las cosas.

La elaboración de un trabajo de investigación es un aprendizaje complejo donde intervienen factores biológicos y culturales que lo condicionan y lo determinan, generalmente este aprendizaje se produce en un currículo, bien de pregrado o muchas de las veces en estudios de postgrado, este aprendizaje como sistema-fenómeno-circunstancia está impregnado en mayor o menor medida con los (3) primeros ejes de colonización que se enumeraron anteriormente, Primero: se observa clasificaciones de clases y roles, docentes que dictan (dictar viene de dictador) los cursos y administran la gestión de las unidades curriculares del postgrado, los estudiantes razón de ser de este nivel de estudio y piezas fundamentales  en las cuales recae principalmente la responsabilidad de la elaboración de un trabajo de investigación, los tutores; actores acompañantes del proceso de formación científica e instrumental del estudiante para lograr la tarea, los tribunales o comisiones técnicas para valorar y evaluar los trabajo de investigación, los coordinadores de distintos programas de estudios y el contexto organizacional de la investigación que se instituye. Segundo: Colonialidad del saber y aprendizaje de la investigación, manifestada principalmente por tradiciones, prácticas y paradigmas de investigación que rigen estrictamente la manera de hacer los trabajos de ciencias y las formas de validar y legitimar su realización, nos señalan cuál teoría o método debemos seguir o no que por lo general son importados y si son en inglés mejor es la opresión y  Tercero; la apropiación del ser, de la cognición e ideas del estudiante oprimido producto mismo de la colonialidad del saber y el aprendizaje mismo.

Ahora bien en la actualidad se reconoce que el 75% del conocimiento actual de las ciencias se ha producido y renovado en los últimos 30 años de la existencia humana y que también, el 70 % de la información existente en este preciso momento para hacer ciencia y tecnología se ha generado en los 2 últimos años (UNESCO,2014). En materia de educación y aprendizaje, se demandan aprendizajes permanentes, masivos, complejos y multideterminados, se reclama casi una independencia académica e intelectual generada principalmente por la multiplicación de contextos de aprendizaje y la ubicuidad propiciada por el uso las TICS, en consecuencia, no sólo se tiene que aprender muchas cosas, sino un complejo de cosas diferentes, la enseñanza de contenidos se encuentra  supeditada y adyacente al concepto de aprendizaje. Cada día se observa notablemente  una transición del aprendizaje  centrado y ejercido por el docente hacia una tendencia del aprendizaje focalizada en el estudiante propio de la sociedad de la información y del conocimiento

Las relaciones de PODER/SABER/HACER un trabajo de investigación desde la óptica del sistema-mundo-capitalista ha propiciado un paradigma que admite esta tarea intelectual como un proceso/producto, este modelo supone una relación causal y tautológica entre la enseñanza y aprendizaje de la investigación, en otras palabras, el aprendizaje de la investigación es un producto sistemático de una enseñanza, dicho de otro modo; la enseñanza de la investigación causa directamente el aprendizaje de la misma, esta concepción reduccionista ha de ser desplazada y sustituida por una compresión que involucre no sólo la enseñanza entendida como una mediación de  la investigación educativa, basada en los procesos socio-cognitivos-contextuales del aprendiz, sino más bien, proporcione  un análisis y explicación profunda que  dé cuenta sustantiva de todas las partes y dimensiones asociadas al aprendizaje  de la investigación y en particular de la investigación educativa(contexto curricular-académico y contexto socioemocional), e indudablemente visibilice la autonomía y autodeterminación del  sujeto investigador como eje primario de donde emerge el ser y hacer de la investigación educativa.

 Este paradigma desencadena un estado de dependencia y dominación de los factores y componentes de cómo hacer la investigación educativa, esto supone primero, un proceso que se centra en pocas manos (Docentes, expertos, seminarios, cursos) para luego ser transferido a las mayorías (Estudiantes) que tienen intenciones, intereses y motivaciones para hacer investigación,  bien por acción deliberada o bien por coacción de compromisos  a per se(pero con pocas o ningunas competencias para hacer trabajos de investigación).

No cabe duda que vivimos en un mundo líquido, de relaciones y aprendizajes líquidos como dice Zygmunt Bauman (2005) donde la velocidad de la experiencia vivida es más importante de la duración de la misma, esta época se caracteriza por una mega-hiper-estimulación del SER que desencadena estados de divagancia y desinterés por la autonomía y autoregulación de los procesos socio-cognitivos y éticos-morales del aprendizaje de la investigación. Para Zambrano (1996), en este orden social y característico de cambios e incertidumbres nos dice que:

El tipo de sociedad o cambio por venir, intentando adivinar el futuro, el verdadero problema de la formación consiste en preparar a los jóvenes para el cambio, cualquiera que éste sea, mediante el desarrollo de competencias y actitudes interconectadas desde el dominio cognitivo, metacognitivo e interpersonal, a fin de enfrentar un futuro de cambios permanentes…Debe tenerse conciencia que la formación docente debe preocuparse por que el alumno aprenda por sí mismo y el interés está más en el aprendizaje de cada alumno y no de la enseñanza” (p.p. 238-239).

En este autor se deja claro que  la formación docente en investigación debe estar direccionada a cómo aprender  que enseñar y más aún desentenderse de una vez por toda de la mera transmisión despedida de la información, clásica y desproporcionada que hace y promueve una cultura de la dependencia, opresión y  control cognitivo de otros, fundamentados en la progresiva dominación del aprendiz, sobre esta afirmación Ribeiro(1994) en su trabajo sobre la comunicación eficaz de los seres humanos apunta que “la comunicación unidirectiva promueve dependencia e incomunicación de los seres humanos” esto supone que en la medida que la comunicación en la educación sea una voz exclusiva del que enseña menos comunicativos serán los que aprenden , en este sentido, se reflexiona sospechosamente que la comunicación excesiva en una sola dirección del que enseñanza procesos de investigación, consciente o no, estará propiciando en el que aprende; dependencia e incomunicación, incomunicación que se traduce en la imposibilidad de expresar qué hizo y cómo fue el proceso de aprendizaje, en el caso de este ensayo el aprendizaje de la investigación, consecuentemente se genera un obstáculo en el estudiante investigador para aprender con autonomía, por sí mismo y con autodeterminación.

Otro trabajo interesante es el de Pozo (1996), en él considera que los aprendices investigadores deben disponer “no sólo de recursos alternativos, sino también, de la capacidad estratégica de saber cuándo y cómo deben ser utilizados. El aprendizaje estratégico de contenidos debe ser un tema de interés y fundamental de la educación en la sociedades presentes y futuras” (p.34). Se evidencia que la  apropiación de estrategias y toma de decisiones inteligentes para el aprendizaje del contenido de las ciencias, son aspectos de mucho interés e importancia  que deben tomar los sistemas de educación y radicalmente consciente a la hora de proporcionar arreglos de aprendizaje, donde la mediación estratégica y el aprendizaje sean por una parte promovidos y desarrollados en el aprendiz y por la otra, este aprendizaje procedimental sea andamiaje para interactuar en los contextos que tengan lugar y desarrollo.

En esta misma línea de planteamientos las neurociencias han demostrado que es más fácil aprender que enseñar  y que la verdadera y auténtica enseñanza consiste en enseñar a cómo aprender, esto supone que la enseñanza de los contenidos de las ciencias debe apuntar a modelos que propicien la autonomía, autorregulación y autodeterminación del SER y el HACER del aprendiz. Tal como lo refiere Monereo (2006), al asumir que la autonomía no debe ser entendida como independencia, sino como la facultad de tomar decisiones que permitan regular el propio aprendizaje de la persona para aproximarlo a una determinada meta en el seno de unas condiciones específicas del contexto de aprendizaje.

Por otra parte, Valarino (2015) señala que:

Las responsabilidades éticas de los estudiantes deben contemplarse como características necesarias para llevar a cabo una tesis con éxito: autonomía intelectual, sensibilidad humana, justicia y fidelidad y explican que los estudiantes deben cumplir roles según estas responsabilidades; con respecto al principio de autonomía, se señalan dos grades responsabilidades: el desarrollo de sus propia independencia y el reconocimiento de la autonomía  de su asesor y los demás, se debe evitar la dependencia excesiva (p.45).

            La lectura de los planteamientos anteriores,  indica que el éxito de los trabajos de investigación (tesis-trabajos de grado) está asociado entre otras cosas a la autonomía intelectual del aprendiz o estudiante y a su responsabilidad moral de desarrollar su propia autodeterminación, reconociendo la autonomía del asesor y evitar la excesiva dependencia hacia él. Estos aspectos son de suma importancia en la elaboración de un trabajo de investigación como la expresión de aprendizaje, pero en el plano práctico y real no se hace visible, principalmente porque casi todos  los procesos se focalizan en la enseñanza de la investigación y no en el aprendizaje de la misma, menos aún en el aprendizaje estratégico que lleva implícito estos procesos.

Otro aspecto relacionado con lo problematizado anteriormente es que el aprendizaje de la investigación presupone un proceso consciente orientado a metas específicas que debe ser promovido en el sujeto activo que tiene motivaciones y  altas cargas emocionales para hacer tareas intelectuales. Este proceso debe  llevar implícito aspectos que en la mayoría de los casos no son consciente en el  aprendiz o persona que se inicie en los procesos de investigación, el asunto que se deja parcialmente claro en este momento es que en el hacer de un trabajo de investigación(PODER/SABER/HACER)  y decir cómo se hace (PODER/SABER/DECIR) hay una brecha importante que se debe trabajar con compresiones sustanciales que inviten al compromiso del sujeto investigador como entidad única y autonómica de ese hacer -proceder en su contexto, Schambari (2016), desde la biología cultural de la existencia humana está planteando que  “Las emociones y motivos constituyen el fundamento de todo hacer, y que  las ideologías, teorías y prescripciones de la vida son razones que justifican o niegan nuestra emoción”. Vinculante a lo anterior, el mundo Occidental como lo afirma Goleman (1998) ha cultivado muy bien la razón, sobre todo quien la dice y no del que la hace  y razona, todo a expensa de las emociones, la frase el corazón tiene razones que la mente no pude entender, es una muestra profunda y radical  que determina el éxito de un trabajo de investigación, pero también  es una afirmación incompleta que se debe asumir con mucho interés.

Comentarios Finales:

          En el mundo actual se hace muy difícil y cuesta arriba para el educador aprehender rápidamente las voluminosas cantidades de información en el seno de las ciencias para luego enseñar a sus estudiantes, esto involucra muchos esfuerzos que pudieran ser  invertidos en una mediación que promueva la autonomía y la cognición estratégica para que los aprendices sean inteligentes y eficaces en el aprendizaje de la investigación, se trata de propiciar situaciones que favorezcan la autonomía socio-cognitiva  y que en palabras de Monereo (op.cit) esta autonomía “no debe ser entendida como independencia sino como facultad de tomar decisiones que permitan regular el propio aprendizaje de la persona y de esta manera aproximarlo a una determinada meta de la educación en unas condiciones específicas y generales donde tiene lugar el aprendizaje”.

          Esta posición llama la atención y al entendimiento de que el aprendizaje estratégico desde el punto de vista sistémico puede ser una vía interesante para lograr impulsar e instituir esta autonomía en los estudiantes, en la educación y en la elaboración de trabajos de investigación. La cual por un lado, integre los propósitos de formación de los estudiantes con las políticas y planes de desarrollo de país, región y localidad, pero al mismo tiempo, tenga punto de inicio-partida el contexto emocional-afectivo del aprendiz, que el aprendizaje de contenidos de cómo se hace un trabajo de investigación se produzca a partir de los gustos y preferencias de los estudiantes y donde lo socio-cognitivo se explique  apegado a lo ético-moral y espiritual metafísico.

          Lograr esta proposición en teoría significa un esfuerzo importante que primeramente deben dar los educadores, y debe ser promovido por un planteamiento político radical para  resignificar una forma alternativa de aprender y enseñar en la educación y los procesos propios e ineherentes para hacer un trabajo de investigación, que involucre la cognición estratégica de los estudiantes desde lo intrapsicológico que ocurre en su mente pasando por la mediación docente que se produce en las instituciones y en la comunidad, hasta lo más general influyente que ocurra en su contexto global cultural.

  Lista Referencias:

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