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La elevada desigualdad y pobreza amenazan a Estados Unidos

Estados Unidos/23 junio 2016/Fuente: Alto Nivel

La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, dijo que la desigualdad está creciendo “más y más” en Estados Unidos, provocando una polarización en la distribución de los ingresos entre los habitantes norteamericanos.

Pese a que la situación económica de Estados Unidos presenta “una buena condición”, el país enfrenta cuatro retos que ponen en riesgo su crecimiento en el futuro, entre los que están los elevados niveles de desigualdad y pobreza en la economía más grande del mundo, alertó el Fondo Monetario Internacional.

En su discurso con motivo de la revisión de las perspectivas económicas de Estados Unidos, la directora gerente del organismo, Christine Lagarde, dijo que la desigualdad está creciendo “más y más”, provocando una polarización en la distribución de los ingresos entre los habitantes norteamericanos.

Desde el año 2000, el poder adquisitivo del 3 por ciento de la población de Estados Unidos ha caído por debajo del ingreso medio, degradando sus estándares de vida, dijo el FMI.

Por otro lado, 46.7 millones de estadounidenses viven en situación de pobreza, equivalente al 15 por ciento de la población en total. La pobreza se recrudece sobre todo en grupos minoritarios, madres solteras y personas con discapacidades.

“No sólo la pobreza crea tensiones sociales significativas, sino que ‘devora’ la participación de la fuerza laboral y socava la capacidad de invertir en educación y mejorar los resultados en la salud”, dijo Lagarde en su mensaje en Washington DC.

La directora gerente también dijo que las otras amenazas son el declive de la participación de la fuerza laboral en Estados Unidos, debido a que la población envejece, y que la productividad ha bajado 1.7 por ciento desde 2007 y a una tasa de -0.4 por ciento en los últimos cinco años.

El organismo también llamó a las autoridades a adoptar medidas para elevar la participación en la fuerza laboral, incluyendo la mejora en los servicios de cuidado de niños y otros beneficios que permitan que más mujeres puedan trabajar, a buscar reformas a la inmigración y revisar el programa de seguro por discapacidad para posibilitar empleos a tiempo parcial.

También llamó a Estados Unidos a elevar el salario mínimo mientras ofrece al mismo tiempo un crédito por ingresos más generoso y mejora la educación preescolar.

En su revisión anual a las políticas económicas de Estados Unidos, el FMI dijo que espera que la expansión en ese país alcance un 2.2 por ciento en 2016 y un 2.5 por ciento en 2017, en medio de un lento avance en la inflación hacia el objetivo de la Reserva Federal de un 2 por ciento.

Fuente: http://www.altonivel.com.mx/la-elevada-desigualdad-y-pobreza-amenazan-a-estados-unidos-56993.html

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Las trampas del lenguaje

Fernando Luengo

No estamos ante un asunto menor. En torno a el lenguaje se construye el discurso dominante; en realidad, todos los discursos, de ahí la importancia de ser cuidadosos y rigurosos.

¿Quién alzaría la voz en contra de la austeridad y del uso racional (razonable) de los recursos, tanto los privados como, sobre todo, los públicos? Ser austeros, evitar el despilfarro debería formar parte de nuestro código moral más íntimo, permanente e inexpugnable. Quizá por esa razón sea imposible encontrar un vocablo más usado (y también más desgastado) que el de “austeridad”.  Es en ese contexto, deliberadamente equívoco, donde se invocan, se proponen y se imponen las políticas de austeridad sobre las finanzas públicas.

El lenguaje del poder, usado y aceptado coloquial, política y mediáticamente, cargado de lógica intuitiva, nos traslada a un espacio conceptual y analítico donde la crisis económica es el resultado del despilfarro público, y donde, en justa correspondencia, la salida pasa por poner orden en las finanzas gubernamentales. No queda otra alternativa, en consecuencia, si se quiere retornar a la senda del crecimiento (icono sagrado de la economía dominante, y también de una parte de la heterodoxa), que recorrer el camino de la disciplina presupuestaria.

Con un apoyo mediático sin precedentes, se repiten una y otra vez las mismas expresiones: “todos somos culpables y, en consecuencia, todos tenemos que arrimar el hombro”, “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora toca apretarnos el cinturón”, “el Estado es como una familia, no puede gastar más de lo que ingresa” “la austeridad es una virtud que, si la practicamos con convicción y firmeza, nos permitirá salir de la crisis”. Tan sólo son algunos ejemplos, de uso bastante frecuente, de un discurso simple (simplista), directo y, por qué no decirlo, muy efectivo; nos entrega palabras y conceptos fácilmente manejables, que proporcionan un diagnóstico de quiénes son, o mejor dicho somos, los culpables y cuáles son las soluciones.

Según ese mismo lenguaje, ampliamente aceptado, todos somos responsables y el mayor de todos el Estado, despilfarrador por naturaleza. Por esta razón toca adelgazarlo, y de esta manera liberar (literalmente) recursos atrapados y mal utilizados por el sector público, para que la iniciativa privada, paradigma de la eficiencia, los pueda utilizar. Continuamente se invoca la autoridad de los mercados, como si estuvieran gobernados por una racionalidad indiscutible y como justificación de que no hay alternativas. Los Estados son el problema y los mercados la solución. Este es otro de los grandes iconos de la economía convencional, al que se acude con más frecuencia, y que pretende ser tan obvio que no precisa mayores comentarios o explicaciones.

Pero el lenguaje nunca es inocuo, presenta una evidente intencionalidad. Por esa razón, es imprescindible cuestionarlo desde la raíz misma, pues su aceptación y utilización ha supuesto una gran victoria cultural de las políticas neoliberales y de las elites.

Estos razonamientos y su lógica, implacables e inexorables en apariencia, nos alejan de una reflexión sobre la complejidad, sobre las causas de fondo de la crisis; causas que apuntan a la desigualdad, al triunfo de las finanzas sobre la economía social y productiva, a las divergencias productivas, sociales y territoriales que atraviesan Europa, de norte a sur y de este a oeste.. y también a una unión monetaria mal diseñada y, lo más importante, atrapada entre los intereses de la industria financiera y las grandes corporaciones. Causas que apuntan, en definitiva, a las contradicciones, insuficiencias y límites de la dinámica económica capitalista,

El lenguaje del poder oculta que, en realidad, el término “los mercados” refleja los intereses de operadores financieros, inversores institucionales, fondos de alto riesgo, empresas transnacionales y grandes fortunas que, cada vez con más desparpajo, fijan la agenda de gobiernos e instituciones. Estas son las “las manos visibles” a las que nuestros dirigentes han entregado las riendas de la actividad económica. Ese mismo lenguaje omite una cuestión clave: la operativa de los mercados ha estado gobernada por el despilfarro. Hemos asistido a una asignación ineficiente de recursos (que, como la economía convencional nos recuerda continuamente, son escasos) que ha supuesto una enorme destrucción de riqueza; no solamente cuando la crisis hizo su aparición, sino mucho antes, al penalizar la inversión productiva y social y favorecer, de este modo, el bucle financiero.

Todos estos asuntos han quedado fuera de foco. Por esa razón, urge hacer valer otro lenguaje, en realidad, otro marco conceptual e interpretativo que nos capacite para transformar el actual estado de cosas al servicio de la mayoría social.

Tomado de: http://www.sinpermiso.info/textos/las-trampas-del-lenguaje

Fuente de la imagen: http://i1.mdzol.com/files/image/685/685610/5742e9c155f60_565_319!.jpg?s=10154967798a9781cde412eb9e9d8d5c&d=1464003890

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México:Infancia, ¿Sueño o pesadilla?

ElInformador/23 de abril de 2016/ESPECIAL / V. Arias

México ocupa el décimo cuarto lugar en mortalidad infantil absoluta

Los aspectos negativos del mundo impactan con especial crudeza en los niños, personas inexpertas e irreflexivas

La infancia puede ser una etapa asombrosa. Por definición de la ONU, un niño es un ser humano que tiene pocos años, inexperto e irreflexivo. Pensar en la niñez es remontarnos a los juegos, la imaginación, las risas y donde la única preocupación es no aburrirse. Pero solo pocos son los afortunados, o deberíamos decir que muchos son los afectados.

En México es difícil subsistir, las condiciones económicas, la desigualdad social, las violaciones a los derechos humanos, la violencia y la falta de educación, son factores que afectan de alguna u otra manera a todos los ciudadanos. Pero cuando se es niño, a su vez, se es vulnerable, inexperto y se está indefenso. Entonces México se vuelve un lugar hostil y aún más arbitrario para la infancia. A los niños, todos estos problemas les dan una doble bofetada en la cara.

Nuestro país ocupa el décimo cuarto lugar en mortalidad infantil absoluta. 1,759 niños mueren por cada 100 mil que nacen. Pero si el problema terminara ahí, sería menos trágico. Hay niños en las calles que viven en condiciones de pobreza, y abandonan los juegos y la recreación para irse a trabajar. Ellos se enfrentan todos los días a explotación laboral, con jornadas completas y con salarios muy por debajo del mínimo, o incluso sin remuneración alguna.

Hay niños y niñas que deben prostituirse, y por si fuera poco, a precios que son ínfimos. En las calles también hay niños que mueren de hambre, 2.6 millones están en condiciones de desnutrición. Y el 46% abandona la escuela y la recreación para enfrentarse al mundo real. Sí, estos niños dejan sus juegos, el desarrollo íntegro, tanto cognitivo como emocional, para enfrentarse a una sociedad cruel, que muchas veces los deja fuera, y ellos deben abrirse camino a cualquier precio.

http://www.informador.com.mx/mexico/2016/657436/6/infancia-sueno-o-pesadilla.htm

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Una economía al servicio del 1% Desigualdad y dignidad

El Salmón Contracorriente

El informe publicado por OXFAM: “Una economía al servicio del 1%” ha producido titulares tan llamativos como que “en 2015, sólo 62 personas poseen la misma riqueza que 3.600 millones” y que “no hace mucho, en 2010, eran 388 personas” o que “los 20 españoles más ricos tienen tanto como el 30% más pobre”.

El mismo día que OXFAM presentaba dicho documento escuché, no por error, sino por pura indiscreción, como el que se asoma al patio para escuchar los chismorreos de los vecinos con la intención de descubrir el edificio en que vive, la tertulia matinal del programa “Más de uno” de Onda 0.

Escuché con curiosidad a los distintos colaboradores de Carlos Alsina poniendo en cuestión y quitando importancia el demoledor documento publicado por la ONG.

Para nuestros vecinos de patio el problema no es tan grave. El argumento defendido, en definitiva, es algo así como que poner el foco en la desigualdad es erróneo porque, si la economía fuese un pastel y conseguimos que este crezca continuamente, ¿qué más dará que la porción de los más ricos sea más grande cada vez respecto a la de los más pobres si la parte que les corresponde a estos últimos también crece en términos absolutos y su pobreza, por tanto, disminuye?

Este argumento, tan “de sentido común” en la cabeza de muchos de nuestros vecinos, es cómo mínimo cuestionable.

Sin ir más lejos, para no salirnos demasiado del patio que nos ocupa, la evolución social y económica de España en los últimos años contradice esta sucesión de hechos. Aun en un teórico escenario de recuperación económica, amplios sectores de nuestra sociedad han visto empeorar sus condiciones laborales y se han visto afectados por el deterioro de servicios públicos básicos como la educación, la sanidad o la dependencia. Por no hablar de las personas que ha sufrido la infamia de los desahucios, los que se han quedado sin trabajo o los que, aun trabajando, se mantienen en la pobreza. Así pues, podríamos afirmar que en nuestro patio hay más pobreza hoy que cuando comenzó la llamada “recuperación económica” allá por 2014. En términos relativos pero también en términos absolutos.

Lo que deseaba gritar al patio mientras charlaban desenfadadamente (sin entrar en el debate del crecimiento económico y la distribución de la riqueza) es que la desigualdad de la que habla el documento que dio origen al debate, en sí misma, es un disparate y un gran problema. En primer lugar porque creo que es injusta y evitable. Y si es así, debemos intentar paliarla por puro sentido ético. En segundo lugar porque la desigualdad dificulta el propio desarrollo de la economía y puede generar situaciones de riesgo para el conjunto de la sociedad. Pero además, en tercer lugar, porque la desigualdad económica se traduce en último término en desigualad política y social.

En escenarios de empobrecimiento y crecimiento de la desigualdad, la participación pública y política de los más afectados, si no se combate activa y conscientemente, se reducirá drásticamente. Las legislaciones locales, nacionales e internacionales velarán entonces por los intereses de los agentes sociales más poderosos y organizados que serán quienes puedan participar de manera activa e influyente en las distintas instituciones más o menos formales que rigen las políticas públicas haciendo que sus expectativas sean satisfechas.

Esta situación podrá ser combatida activa y conscientemente y se deberá hacer desde distintos ámbitos. Por un lado desde las propias instituciones cuando sea posible y por otro desde la participación política a través de distintas formas de asociacionismo de base. Pero también, coherentemente, desde el terreno económico que ya lleva tiempo desarrollando modelos de trabajo, producción, distribución y consumo que representen modelos alternativos al paradigma dominante. Se debe democratizar la economía de igual manera que se debe profundizar en la democratización de la política.

Desde hace años, en algunos ámbitos del mundo de la Cooperación Internacional, se ha identificado que la manera más eficaz de cambiar las condiciones de vida de la población a medio y largo plazo, es acompañar y promocionar los procesos de empoderamiento político, social y económico de las poblaciones afectadas por las situaciones más desfavorables. Esta misma receta, traducida a nuestra realidad y nuestros códigos, se puede aplicar a nuestra situación en este “Primer Mundo” que habitamos. La hegemonía del modelo económico a nivel mundial hace que, salvando las distancias, las lógicas que suceden allí sean las mismas que suceden aquí.

En realidad, pese a lo que defienden nuestros vecinos de patio, como también señala de alguna manera el informe OXFAM, parece que la economía es algo más compleja que ese “crecer para repartir y enriquecernos todos en cascada”. Parece que el enriquecimiento de unos, tiene que ver con el empobrecimiento de otros. Parece difícil entender Europa sin pensar en la colonización de América, África y Asia. Parece complicado imaginar Estados Unidos sin Centro América, Asía y América del Sur. Parece complicado, de igual manera, pensar en Alemania y Francia sin los países del sur de Europa. Parece raro también pensar en el norte de España sin el sur y en los barrios céntricos de Madrid o Barcelona sin sus periferias.

Parece por tanto lógico pensar que en los centros pero también en las periferias, aquí y allí, comiencen a surgir lógicas de participación política, social y económica, no sólo como polos de resistencia a los cambios y abusos que se les vienen encima, sino con la convicción de poner en práctica una vida alternativa al modelo que intenta convertir su vida en una no vida.

No sé si estos experimentos político-económicos que se ponen en práctica en las esquinas de nuestro patio imaginando horizontes posibles y alternativos serán suficientemente profundos, estables y transformadores o serán cooptados por el conjunto del sistema económico y servirán para apuntalarlo más si cabe. No sé si formarán parte de la desconexión que defendía Samir Amin a finales de los años 80 o no conseguirán más que entrar precariamente en las lógicas de las que intentan escapar. No lo sé. Lo que es seguro es que son una dosis de dignidad necesaria en un mundo que parece empeñado en sumergirse en la indiferencia y la indignidad.

Fuente: http://www.elsalmoncontracorriente.es/?Desigualdad-y-dignidad

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El crecimiento de “la desigualdad se está acelerando”

Marco A. Gandásegui

Hace apenas seis años, en 2010, sólo 388 personas poseían la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial. La mitad más pobre representa más de 3.5 mil millones de habitantes. Lo que es aún más increíble es que el año pasado – 2015 – sólo 65 personas concentraban la mitad de todas las riquezas en el mundo. Vivimos en un sistema concentrador y excluyente.

 Según Winnie Byanyima, de Oxfam Internacional, “no podemos aceptar que la mitad más pobre de la población mundial posea la misma riqueza que un puñado de personas ricas que cabrían sin problemas en un autobús”. Señala que “la tendencia ascendente de la desigualdad se está acelerando. No podemos seguir permitiendo que cientos de millones de personas padezcan hambre mientras que las élites económicas absorben los recursos que podrían ayudar a estas personas”.

 En el caso de Panamá, la situación es igual o peor. Según cifras gubernamentales, desde la invasión militar norteamericana de 1989, las remuneraciones de los trabajadores, profesionales y asalariados, en general, se duplicaron. En cambio, las ganancias de los empresarios se multiplicaron quince veces. Si un trabajador tenía un salario de 250 dólares al mes en 1990, era probable que en 2015 su salario podía ser era igual a 500 dólares. En cambio, si un empresario mediano tenía ganancias de 50 mil dólares al año en 1990, su ingreso sería 750 mil dólares en 2015.

 Si incorporamos la inflación al cálculo, el trabajador estaría recibiendo, en la actualidad, un salario inferior al que tenía en 1989. Lo que las cifras no dicen en forma clara es que gracias a las políticas neoliberales (flexibilización, desregulación y tratados comerciales), el número de trabajadores ha disminuido significativamente. Mientras que en 1989 sólo el 10 por ciento de los trabajadores asalariados (incluyendo profesionales) eran informales (sin seguridad social o contrato de trabajo), en 2015 la cifra superaba el 40 por ciento. Es decir, conseguir un empleo formal remunerado en Panamá es muy difícil. Especialmente, si el que busca el empleo es un joven… y mujer

 La situación afecta también a los pequeños y medianos empresarios. Según cifras gubernamentales, cada vez hay menos panameños que incursionan en el mundo de la producción u otras actividades empresariales. Muchos emprendedores son expulsados del mercado por falta de crédito o por leyes que los desfavorecen. Sólo teniendo en cuenta el sector agropecuario, son miles de pequeños y medianos agricultores panameños que han tenido que abandonar sus fincas – incluyendo tierras, máquinas e infraestructura – por competencia desleal promovida por los gobiernos de turno.

 El actual gobierno neoliberal cree, al igual que los anteriores, que con paliativos como “120 para 65” reducirá la pobreza y la creciente desigualdad. El equipo que trabaja con el presidente Varela conoce muy bien las cifras de la pauperización pero continúa aplicando medidas que sólo favorecen a los inversionistas más ricos del país y extranjeros. Ahora anuncia que pretende aumentar nuevamente la edad de jubilación, reducir el número de beneficiarios por asegurado y reducir los beneficios de los programas de salud. Obviamente los incrementos de las cuotas del Seguro y las medidas de austeridad beneficiarán directamente al 1 por ciento de los más ricos que ya se apropian sin trabajar del 30 por ciento de las riquezas del país.

 La solución para estos problemas es técnicamente sencilla. Sin embargo, hay una estructura social que impide que se tomen las medidas políticas necesarias. Los más ricos son quienes controlan los resortes gubernamentales, son también quienes hacen y ejecutan las leyes. La primera medida consiste en que el 1 por ciento más rico, pague sus impuestos. En la actualidad, no pagan impuestos sobre la renta, sobre las ganancias, sobre las propiedades que poseen ni sobre el patrimonio que declaran.

 En segundo lugar, los miles de millones de dólares que recibe el fisco panameño en concepto de rentas que el mundo paga por el uso de nuestra posición geográfica tiene que invertirse en actividades productivas, tanto en la industria como en el agro. El modelo de desarrollo productivo generaría un desarrollo generalizado a lo largo del país. El crecimiento económico tendría un impacto sobre todas las regiones.

 Por último, lo más importante, se crearía una fuerza de trabajo (‘capital humano’) altamente calificada que sería empleada formalmente, produciendo enormes riquezas, y consolidando familias y comunidades, capaces de aplastar el crimen organizado (corrupción) y el ‘pandillerismo’ (clientelismo).

 31 de marzo de 2016.

 Fuente del Artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/176416

– Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA.

Fuente de la Imagen:

http://www.ugt.es/SitePages/NoticiaDetalle.aspx?idElemento=769

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