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Historia de un abandono institucional

Por:  Sarah Babiker

Luis, Cristian y Naty, doce meses en busca del derecho a la existencia.

Muchos llevan clamando un año en el desierto, llamando a teléfonos donde nadie contesta, mirando cartas que no entienden, mandando preguntas que vuelven sin respuesta. Los casos son todos diversos, pero la sensación de desconcierto, de ansiedad y de incertidumbre se parecen. Luis, Cristian y Naty aportan su propio balance de estos doce meses en busca del derecho a la existencia.

1) Prólogo: junio de 2020

Luis: Estábamos al tanto a través de los medios de comunicación. Usted se acordará que fue muy polémica esta nueva prestación, llegaron a comentar que esto iba a incentivar a más personas a estar cobrando y no querer trabajar, a vagos… Es lo único que se piensa ante una situación como esta. No se piensa que hay personas que somos familias, al igual que otras muchas, que tenemos dificultades económicas y que necesitamos, lógicamente, un sustento. Nosotros sí quisiéramos tener una nómina y un trabajo, y que todos los meses pudiéramos tener un dinero seguro, eso ante todo. Pero hay dificultades que nos lo impiden. Mire, nos pisotean, nos humillan, nos maltratan. Esto es así, yo lo he vivido. Estábamos cobrando la prestación por hijo a cargo. Pensamos que cuando se aprobara la prestación tanto mi madre como nosotros tendríamos derecho, que nuestra situación iba a mejorar, pero nos dimos con un muro en toda la frente cuando vimos que a nosotros no nos lo habían dado.

“Nosotros sí quisiéramos tener una nómina y un trabajo, y que todos los meses pudiéramos tener un dinero seguro, eso ante todo. Pero hay dificultades que nos lo impiden. Mire, nos pisotean, nos humillan, nos maltratan. Esto es así, yo lo he vivido”

Naty: Solicité el IMV en junio, a través de la página. No me contestaban y después me mandaron una carta diciendo que tenía que volver a mandar toda la documentación de nuevo. Ahí me lo aprobaron: un importe de algo más de 240 euros. Me aprobaron eso porque yo estaba cobrando un subsidio de 172 euros.

Cristian: Yo soy perceptor de la Renta Mínima de Inserción. Estuve cobrando 400 euros desde noviembre de 2019 hasta el 2020, todo bien hasta que llega el coronavirus. Yo veía las noticias sobre el IMV en el confinamiento, pero no supe más hasta el 19 de diciembre.

2) Introducción: las dudas

Luis: Estamos viviendo bajo el mismo techo que mi madre porque no hay otra solución, no podemos permitirnos un alquiler a precio de mercado. Siempre hemos intentando mejorar pero claro, está la dificultad de que ante todo no tenemos que olvidar que somos de etnia gitana, y eso dificulta el acceso a un puesto de trabajo. Se hace muy difícil el mantenerse ahí, te tienes que esforzar mucho y, generalmente, en el 90% de los casos, optas a trabajos basura, ETT y demás. Nos dijeron que no iban a concedernos la IMV por ser dos unidades familiares conviviendo: “Usted tiene que pedirla colectivamente, toda su unidad familiar”, pero mire, que estamos conviviendo así porque no se puede de otra manera, pero mi madre tiene su vida, tiene sus hijos, y yo tengo los míos. Me puse yo de titular, nos ponemos todos los convivientes, no nos queda otra. Nos ayuda una persona que gracias a ella lo pude presentar porque nosotros no sabíamos cómo podíamos presentar eso, hacer 200.000 millones de fotocopias y 200.000 cosas que no teníamos ni puñetera idea. Porque no hay nadie que te ayude. Lo solicitamos y estábamos esperando. Era julio, ya calculamos que la contestación o la respuesta iba a venir entre diciembre o enero.

Naty: Yo tengo dudas, si consigo un trabajo por quince días en horario de mañana me puedo organizar de pagar 100 o 200 euros a alguien que me lleve al niño al cole y yo le recojo, al ser un trabajo de ETT, ¿cómo hago? ¿Me lo quitan al mes siguiente? ¿Recupero la ayuda? ¿Cuánto tardan en dármela? Eso tampoco lo han explicado. Llamas a la Seguridad Social y no te contestan nunca, en el teléfono que tiene de atención te puedes quedar horas, que me ha pasado.

Cristian: Yo solo bajo una vez a la semana, tengo un trastorno obsesivo compulsivo que me hace estar en casa por la ansiedad, pero bajo a tirar la basura. Veo un día el correo y me encuentro con una especie de acuse de recibo: yo en ese momento no me imaginaba nada. Me dicen que tengo siete días, así que fui a correos a recoger la carta.

3. Nudo: la carta

Cristian: Cuando vi la carta se me cayó el mundo encima. En ese momento casi me desmayo: me habían suspendido la renta mínima cautelarmente durante tres meses por no haber solicitado en junio el Ingreso Mínimo Vital, que es una obligación —yo no sabía nada— de los perceptores de RMI. No me comunicaron nada. El 21 o 22 de diciembre solicité el IMV con la ayuda de una trabajadora social. Tengo mucha ansiedad en ese momento. Me dicen los trabajadores sociales que tengo que mandar una carta certificada con la copia de que había solicitado el IMV. Eso dice. Pero aquí viene un poco la trampa: me requieren también la notificación de aprobado o denegado del IMV. Pues bien, tengo que esperar seis meses, por no decir diez, para mandarles este documento.

“Cuando vi la carta se me cayó el mundo encima. En ese momento casi me desmayo: me habían suspendido la renta mínima cautelarmente durante tres meses por no haber solicitado en junio el Ingreso Mínimo Vital, que es una obligación —yo no sabía nada— de los perceptores de RMI”

Luis: Estábamos esperando a que nos dieran una respuesta cuando un día nos llegó una carta al buzón, no vino certificada ni nada, me la dio mi madre. Me leí la carta, estábamos alucinados. En la carta decía que nos lo habían concedido de oficio el IMV. Esta no puede ser el que hemos cursado pero por otro lado cómo puede ser que esta carta diga que nos la han concedido de oficio cuando nos han dicho a bombo y platillo que no nos lo iban a conceder. Le digo a la persona que nos ayuda: tendremos que notificarlo a la Seguridad Social para que desestimen la otra solicitud que hemos cursado, y él me dice que no me preocupe que no pasa nada, que eso ya lo saben ellos. Fíjese usted, entró al final también la solicitud esta que habíamos cursado y la aprobaron. Esto nos ha causado millones de problemas.

Naty: Se me ha terminado el subsidio que percibía cuando pedí el IMV. Cobro este mes que viene y no cobro más. He mandado una carta con un mes de antelación para avisar que el mes que viene es el último mes que cobro, he mandado el papel del paro donde dice que ya no tengo ningún tipo de ayuda por parte del SEPE, he mandado la declaración de la renta. La contestación ha sido que nada, que hasta el año que viene no se actualiza. Ahora el ingreso mío sería en total de 300 euros que tengo de manutención por el padre de mi hijo y algo más de 200 de IMV, que es lo que me han concedido. Con eso se supone que tengo que pagar 360 de alquiler, comprar la comida, cubrir los gastos del niño…

3. Desenlace: el laberinto

Luis: En enero dejamos de cobrar el IMV que nos habían dado de oficio porque nos habían aprobado la solicitud que habíamos cursado, por una cantidad inferior porque contaban los ingresos de mi madre. Primero cobrábamos 800 euros, pero con el cambio nos había bajado a 450 euros. Por teléfono nos dicen que la prestación que nos dieron de oficio fue una equivocación, que ahora tenemos lo que nos corresponde. En el mes de marzo cobramos los 450, pero en el mes de abril fuimos al banco y había 64 euros. Esto da miedo. Llamamos a la Seguridad Social y nos dicen que es que tenemos que devolver lo que nos habían concedido por error. En la carta no decían nada de ello. Según dice la señora por teléfono, podemos estar contentos, qué cosa tan absurda: este mes no hemos podido ni hacer compra ni hacer nada, nos hemos tenido que buscar la vida como hemos podido, ir sobreviviendo día a día. Yo no quiero eso para nadie.

Cristian: Desde diciembre estoy sin ingresos, vivo en un piso del IVIMA que heredé por parte de mi padre. Pago 60 euros, pero claro, mis hermanos tienen su vida, mi madre tiene una discapacidad del 85%, a mí hace poco me han diagnosticado un trastorno depresivo mayor, y esta situación me ha llevado incluso a plantearme el suicidio: con 35 años por 400 euros de mierda. Si no fuese por mis hermanos, estaría en la calle. Todo esto me creó una crisis fatal, una ansiedad impresionante. Han tenido que venir mis hermanos a amenazarme o dejarme el dinero en el portal para pagar las facturas. Yo prefería quitarme la vida a coger un euro siquiera. Me extendieron unos cheques gracias a servicios sociales para el Carrefour para poder por lo menos comprar comida, pero claro, si no llega a ser por mis hermanos, esa comida no la puedo tener ni en la nevera: me hubieran cortado la luz. Tú puedes tener comida, pero sin luz y sin agua, ya ves cómo cocinas o de qué te sirve esa comida.

Naty: Yo no tengo quien me ayude, el padre del niño trabaja, tiene dos fines de semana al mes que le toca con él, el resto del tiempo estoy yo sola con el niño, los trabajos que consigo son horarios muy complicados para combinarlos con un niño, el único trabajo que puedo encontrar es limpiando por horas en casas. En una fábrica entras a las 6, sales a las 14, tienes horarios que son rotativos, una semana de mañana, una semana de tarde, una semana de noche. Y claro, para mí es imposible, tampoco puedo pagar una persona, ganar 1.200 euros para pagar a una persona 600 y me cuide al niño. Me quedo igual.

 4. A modo de cierre

Naty: A mí me están ayudando y yo lo agradezco, me dan doscientos y pico o lo que me toque, me parece muy bien, pero claro, yo necesito trabajar, si no hay un sistema en el que haya empresas compatibles con horarios de los padres y madres, es el pez que se muerde la cola. Ahora mismo yo digo: me sale un trabajo, pero si a la semana me van a echar, me da miedo coger el trabajo, porque me quedo sin una cosa y sin la otra. Entonces, ¿qué voy a hacer? ¿Pasar hambre con mi hijo? Prefiero que cojan este dinero y me digan: vamos a hacer una empresa con un horario que las madres puedan compaginar con los horarios de sus hijos. Prefiero mil veces eso a que me den doscientos y pico euros y no tener una estabilidad económica, porque al final no la tengo, ¿entiendes? Solo sobrevivo.

“Ahora mismo yo digo: me sale un trabajo, pero si a la semana me van a echar, me da miedo coger el trabajo, porque me quedo sin una cosa y sin la otra. Entonces, ¿qué voy a hacer? ¿Pasar hambre con mi hijo?”

Cristian: Lo que miles de personas denunciamos en este aspecto es la trampa burocrática en la cual nos han metido, pasándose la pelota de unos a otros para ahorrarse unos euros con las rentas mínimas de inserción. Es una injusticia porque es un derecho. Yo cuando hablo con otras personas les digo, ¿qué harías tú en mi caso? Yo lo único que quiero es tener lo mínimo para pagar alquiler, luz, agua y comer, y ya está, aunque fuesen 300 euros. Espero que nunca nadie cometa una locura, pero esto es muy grave, estamos hablando de vidas humanas, de gente que se ve en la desesperación.

Luis: Yo a una persona no le puedo decir que le voy a dar algo que le va a hundir la vida, que le va a poner en una situación mucho más compleja de la que tenía. Se habla de las colas del hambre, todas esas personas están ahí por un objetivo. Lo que sucede es que, quizás, sí que tienen para comer ese día, pero tienen que estar utilizando el dinero para otras cosas, o para comer mañana, o para dárselo a sus hijos, o para comprarles unos zapatos, o un cuaderno. Las personas que no tenemos una nómina no tenemos un ingreso fijo porque no tenemos un trabajo, dependemos lógicamente de nuestros gobiernos y de nuestro país: el debate no es dar algo, lo damos y luego ya vemos cómo lo arreglamos. No se puede hacer eso, hay que hacerlo bien, para que las personas no se pierdan en una laguna en la que no hay forma de encontrar salida.

Fuente e imagen: https://www.elsaltodiario.com/renta-basica/historia-de-un-abandono-institucional

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Colombia: Mujeres en el campo y el contraste entre población, desigualdad e inequidad

Piden garantías para los derechos de las mujeres rurales.

En los últimos años ha venido aumentando la participación de mujeres en labores relacionadas con el campo, ya que actualmente en el sector hay cerca de once millones de habitantes, de los cuales 5,8 millones son mujeres.

La consejera nacional de sistemas de innovación agropecuario y vocera de mujeres rurales, Piedad Guzmán, aseguró que, aunque el trabajo del campo es “magnífico” tiene un contraste de desigualdad e inequidad.

Es un trabajo pesado para las mujeres porque tienen triples roles. Tienen que estar pendientes de los hijos, si hay personas con discapacidad o con adultos mayores, y luego, el quehacer del campo que es tan pesado. Es un contraste de matices en donde se buscan garantías de los derechos para las mujeres rurales”, señaló.

Asimismo, dijo que «hoy tenemos un problema grande y es que tenemos productividad, pero no hay innovación. Una gran falencia es el canal comercial para nuestros productos, porque debería existir equidad tanto para el productor como para el consumidor final. Allí es donde se necesita una articulación para llegar a esos mercados emergentes”.

Guzmán manifestó que “se requieren más garantías, recursos, acceso a tecnologías e innovación y civilizar a las mujeres del campo colombiano”.

Al respecto Nancy Socha, cultivadora de hortalizas en la sabana de Bogotá, afirmó que la labor del campo es muy pesada. Sin embargo, por medio de capacitaciones y junto con un grupo de mujeres están en el proceso de crear una sociedad con el objetivo de dar a conocer los productos que realizan.

Toda mi vida es alrededor del campo y los animales. Mi trabajo día a día es realizar las labores de la finca en los cultivos para luego salir a comercializar mis productos”, aseguró Socha.

El presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, Jorge Bedoya, afirmó que se necesitan fortalecer todas las políticas orientadas a la mujer rural.  “Aquellas que detonen la capacidad emprendedora de los negocios que desarrollen esa capacidad y generen nuevos ingresos por parte de las mujeres rurales. También la educación virtual, la defensa y la garantía de los derechos que tienen las mujeres del campo”, agregó.

Del mismo modo, indicó que se debe luchar contra el machismo que caracteriza a gran parte de la sociedad colombiana y también de la ruralidad en el territorio nacional.

Bedoya concluyó diciendo que “para realizar estas tareas no solamente se necesita del concurso del Estado, sino del sector privado se puede llegar a generar un mayor desarrollo del campo como un todo, pero en particular fortaleciendo las capacidades emprendedoras de las mujeres rurales”.

Fuente: https://www.rcnradio.com/recomendado-del-editor/mujeres-en-el-campo-y-el-contraste-entre-poblacion-desigualdad-e-inequidad

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Mundo: La pandemia aumenta los trabajadores pobres y pone en riesgo la igualdad de género en el mundo, según la OIT

La Organización Internacional del Trabajo advierte en su informe anual de que «hemos perdido cinco años de avances hacia la erradicación de la pobreza laboral», con tasas que han vuelto a los índices de 2015, y señala que las mujeres han sufrido muchas más pérdidas de empleo, mientras ha aumentado su tiempo de los trabajos no remunerados

2022 aún no será el año de la recuperación del empleo perdido por la pandemia en el mundo, advierte la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe anual. «Al menos hasta 2023 el crecimiento del empleo no logrará compensar las pérdidas sufridas», apunta el organismo. Este no es el único daño que deja el coronavirus en el mercado de trabajo. La COVID ha engordado la desigualdad, en muchos de sus ámbitos. Entre países ricos y pobres, entre trabajadores de un mismo entorno, cebándose con los más precarios y haciendo retroceder «cinco años» en los niveles de trabajadores pobres, y también entre mujeres y hombres, siendo ellas las más perjudicadas por esta crisis.

«La crisis del mercado de trabajo provocada por la pandemia de COVID-19 dista mucho de haber terminado». Con esta contundente frase presenta la OIT su informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2021, que se difunde este miércoles en todo el mundo y donde el organismo detecta varios retos del mercado laboral debido a la pandemia.

La OIT calcula que el próximo año seguiremos hablando de pérdidas de empleo globales. El organismo habla del «déficit de puestos de trabajo» inducido por la pandemia, que tiene en cuenta no solo los empleos destruidos tras la irrupción del coronavirus, sino también aquellos que no se han creado en este contexto de crisis por la pandemia y que estaba previsto que se generasen.

En 2020 la entidad calcula que hubo un déficit de 144 millones de puestos de trabajo, teniendo en cuenta la reducción de 114 millones de trabajadores respecto a 2019 y los «30 millones de nuevos puestos de trabajo» que se estimaba que se iban a crear el año pasado en todo el mundo. La pérdida de 2021 se sitúa todavía en 75 millones de trabajadores y en 2022 aún estima un déficit de puestos de trabajo de 23 millones. En este último año, ya sin pérdidas de trabajadores respecto el escenario prepandemia, pero con una creación de empleo aún lastrada por la pandemia, como se puede observar en el siguiente gráfico.

La pandemia aumenta los trabajadores pobres y pone en riesgo la igualdad de género en el mundo, según la OIT
Déficit mundial de puestos de trabajo inducido por la pandemia, comparado con 2019

Ya no solo hablando de puestos de trabajo, sino también de horas de trabajo, la OIT indica «las olas recurrentes de la pandemia en todo el mundo han provocado que los índices de pérdidas» se mantengan en cifras altas en 2021. «América Latina y el Caribe, y Europa y Asia Central son las dos regiones más afectadas, con pérdidas estimadas de horas de trabajo en cada caso superiores al 8% en el primer trimestre y al 6% en el segundo trimestre de 2021 (frente a las medias mundiales de -4,8% y -4,4%, respectivamente).

El organismo internacional calcula que en 2022 el número de personas desempleadas en el mundo se situará en 205 millones, todavía «muy por encima de los 187 millones de 2019».

Los trabajadores pobres, en niveles de 2015

Como advirtió en otro estudio Oxfam Intermón, la OIT también llama la atención sobre que la COVID-19 ha incrementado la desigualdad en el mundo. Por varios motivos, como una vacunación que está dejando atrás a los países pobres frente a los ricos, así como la mayor vulnerabilidad de los llamados «trabajadores informales» que no han tenido acceso en la mayoría de casos a protección social y unas medidas que han amortiguado la crisis –como el teletrabajo– más accesibles para trabajos cualificados y para hogares con mejores recursos (por ejemplo en lo referido en el acceso a internet).

Una maraña de factores que deja un mundo más desigual, entre los diferentes países y dentro de estos. Más desigual y con más trabajadores pobres. En comparación con 2019, a nivel mundial, la categoría de trabajadores pobres o sumamente pobres (es decir, que viven en hogares con una suma inferior a 3,20 dólares de los Estados Unidos por persona al día) ha aumentado, en lugar de retroceder. «Ha engrosado en 108 millones de personas», indica la OIT hasta un total de unos 700 millones de personas trabajadoras en pobreza extrema o moderada. La pobreza extrema, en concreto, ha sumado 34 millones de trabajadores.

Las medidas para compensar la caída de los ingresos laborales han sido más frecuentes en los países de ingresos más altos y, en cualquier caso, estas «en su mayor parte, se aplican a los «trabajadores formales», recuerda la OIT, lo que ha dejado a personas en situación irregular o con trabajos vulnerables sin protección. «Hemos perdido cinco años de avances hacia la erradicación de la pobreza laboral, ya que esta ha alcanzado tasas equivalentes a las de 2015», resalta el organismo. Esto empaña el horizonte de erradicar la pobreza en 2030, comprometido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

Riesgo para la igualdad de género

La agencia de las Naciones Unidas para el mundo del trabajo subraya el riesgo que supone la pandemia para otra desigualdad: la de género. «Las mujeres se han visto excesivamente afectadas por la crisis» laboral de la COVID-19, advierte la OIT. En primer lugar, con una mayor pérdida de empleo: en 2020, la contracción del empleo femenino fue del 5% frente al 3,9% del empleo masculino. También es más elevada la cantidad de mujeres que dejaron el mercado laboral y pasaron a la inactividad, indica el estudio.

Pero además, como ha apuntado ya alguna investigación nacional, la pandemia que supuesto que las mujeres volvieran a asumir más los cuidados y el trabajo no remunerado en el hogar. «El aumento de las responsabilidades domésticas derivadas del confinamiento por la crisis ha planteado el riesgo de un ‘retorno a lo convencional’ con respecto a los roles de género», llama la atención la OIT.

Las mujeres ya soportan una carga desproporcionada del trabajo no remunerado en circunstancias normales y la crisis del coronavirus la ha incrementado. Entre otros motivos figuran el cierre de colegios y escuelas infantiles durante la pandemia, pero también por la mayor presencia de los trabajadores en casa por el teletrabajo. «En Canadá, por ejemplo, se ha descubierto que las madres solteras de niños menores de 6 años han sufrido una disminución del 28% de las horas de trabajo como consecuencia de la crisis», menciona el informe de la OIT.

Estas desigualdades de género durante la pandemia ya son preocupantes, pero lo serán más aún si no revierten con la recuperación y se confirma ese riesgo de volver al pasado en los avances entre mujeres y hombres. «Los retrocesos en la igualdad de género son especialmente preocupantes en aquellas regiones donde las brechas de género ya eran muy acusadas antes de la crisis», apunta el organismo.

Para contrarrestar este camino hacia la desigualdad en sus diferentes facetas, la OIT apuesta por una recuperación estructurada en torno a cuatro principios: promover el crecimiento económico de base amplia y crear empleo productivo; apoyar los ingresos de los hogares y la transición en el mercado de trabajo; apostar por un crecimiento y un desarrollo económicos inclusivos, sostenibles y resilientes; y utilizar el diálogo social para formular estrategias de recuperación centradas en las personas.

Fuente: https://rebelion.org/la-pandemia-aumenta-los-trabajadores-pobres-y-pone-en-riesgo-la-igualdad-de-genero-en-el-mundo-segun-la-oit/

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COLOMBIA: UN PUEBLO SECUESTRADO POR EL URIBISMO

Por: Carlos Munervar

Este 28 de mayo Colombia completó un mes de movilizaciones sociales que como nunca han estremecido las bases de un régimen que algunos no han dudado en catalogar como “dictadura civil”. Pero ¿Cómo entender lo que está ocurriendo? Empecemos a desenredar la madeja.

En primer lugar hay que tener en cuenta que esta movilización no es espontánea, por el contrario es producto del  cansancio, la indignación, la rabia y el descontento generalizado de gran parte de la población que se hastió de un régimen que desde hace mas de dos décadas se apoderó del Estado colombiano ofreciendo “seguridad democrática” en una cruzada contra el terrorismo y la guerrilla para así ganar “confianza inversionista” y según su modelo de país, superar la crisis económica e institucional. Toda una serie de eufemismos que ocultaban la intención manifiesta de “refundar la patria” de la mano de los paramilitares y narcotraficantes, para de esta manera pacificar a sangre y fuego el país, acabar de una vez por todas con la resistencia social y las luchas de sectores históricamente excluidos tras décadas del asesinato del caudillo Jorge Eliecer Gaitán y su proyecto político.

Las consecuencias son evidentes, el país es una fosa común. 6402 falsos positivos, miles de lideres sociales y sindicalistas asesinados, escándalo tras escándalo de corrupción, instituciones y entes de control débiles y al servicio del partido Centro Democrático y su único líder, quien a pesar de estar investigado con acusaciones serias por sus nexos con la mafia y el paramilitarismo, sigue impunemente  incendiando al país, gracias a tener el aparato estatal a su servicio, entre ellos presidente, fiscalía, mayorías en el congreso y entes de control, fuerzas armadas y medios de comunicación privados que pertenecen a sus socios,  en otras palabras el sistema de pesos y contrapesos no funciona, el país esta secuestrado por el uribismo.

En segundo lugar, la pandemia y el desgobierno de Iván Duque prepararon el camino para una mezcla explosiva. Duque se ha caracterizado por ser una marioneta de su mentor,  pasó de ser un funcionario desconocido y mediocre a ser presidente del país, en cuestión de 3 meses los medios de comunicación lo catapultaron como la “estrella política del momento”, un tipo bonachón que toca guitarra, se toma fotos con la farándula, juega con el balón de futbol y es amigo del “Ñeñe Hernández” reconocido narcotraficante que le financió parte de la campaña (Ver ñeñepolítica), sus objetivos como presidente fueron destrozar los acuerdos de paz de La Habana, proteger los intereses de la banca nacional e internacional y reencauchar el uribismo para otro posible periodo presidencial. Los resultados económicos saltan a la vista. 65% de trabajo informal, 20% de desempleo, (República, 2020) dejan al país como uno de los más desiguales del mundo, agravada esta crisis con el asesinato sistemático de líderes sindicales y sociales. La pandemia agudizó la situación y al contrario de buscar una renta básica para los mas vulnerables, el gobierno invirtió miles de millones en el aparato de represión y otro tanto en financiar al sector bancario. El ciudadano de a pie tuvo que escoger entre morir de hambre en su casa o salir a “rebuscar” el pan de cada día y contagiarse. Las cifras nuevamente no mienten, el país se encuentra entre los 4 peores en el manejo de la pandemia a nivel global, así como en el número de muertes absolutas. (Semana, 2021)

En tercer lugar, los últimos  años demuestran una reactivación de la movilización social en Colombia sin precedentes, estudiantes, paro agrario, paros de maestros, paros camioneros, minga indígena, pero desde el 21 de noviembre del 2019 existe un ingrediente especial, esas luchas gremiales y reivindicativas han empezado a encontrar confluencias, la pandemia contuvo un poco la movilización, hubo un paréntesis el 9 y 10 de septiembre de 2020 fechas en que la ciudadanía se movilizó en Bogotá contra la brutalidad policial al haberse perpetrado el asesinato del abogado Javier Ordoñez a mano de la POL NAL, esas dos noches se perpetró la “masacre de Bogotá”, entre 10 y 13 personas fueron asesinadas por el aparato represivo del Estado, sin contar la muerte de unos jóvenes en el municipio de Soacha, que fueron quemados vivos al parecer por acción criminal de agentes de la policía.

Ese descontento acumulado encontraría en el “paquetazo de Duque”, propuesta de reformas del gobierno cuyos pilares principales son cuatro  – tributaria, de la salud, laboral y pensional – la chispa del levantamiento social que se vive en el país, cada una de estos proyectos contiene iniciativas que lejos de solucionar la crisis social y económica de la población, apuntan a profundizar la pobreza, la explotación, la desigualdad, destruyendo uno a uno derechos adquiridos en décadas de lucha social, privilegiando los beneficios del sector financiero nacional y los compromisos con la banca internacional a costa de empobrecer aun más a la población, incluso gravando con impuestos los alimentos, entre otras barbaridades.

Como era de esperarse el polvorín social explotó y la respuesta del régimen uribista no podía ser otra, terrorismo de Estado crudo y puro. Militarización de las ciudades, brutalidad policial, complicidad con grupos paramilitares que, con el mayor descaro, vestidos de civil y en confabulación con agentes de la policía, disparan a la luz del día, desaparecen jóvenes, medios de comunicación criminalizan a las multitudes de manifestantes, tildándolos de vándalos, legitimando el genocidio.

Si bien los sindicatos y centrales obreras promovieron el paro en sus inicios, han sido las multitudes juveniles quienes protagonizan la movilización y la resistencia, en la barricada, en la expresión cultural, en la primera línea, día a día miles llenan las calles y han motivado a que miles más, de todas las edades y procedencia social se vinculen al levantamiento social. A pesar de los 43 homicidios presuntamente cometidos por parte de la policía y en especial del escuadrón ESMAD antidisturbios, las 47 agresiones oculares, las 22 víctimas de violencia sexual, las 1445 detenciones arbitrarias, muchas de ellas con evidencia audiovisual en redes sociales, (Temblores, 2021) Duque sigue negando que esté pasando algo, maquilla las cifras, niega la visita de la CIDH (Corte interamericana de derechos humanos) y continúa sin dar muestra de diálogo social, al contrario ante los bloqueos prolonga la crueldad  promoviendo la violencia estatal, mientras que Uribe Vélez emite las ordenes desde su Twitter.

Por el momento no se ve una salida a la situación, la presión internacional tiene al regimen como un paria, gracias al papel de las redes sociales, que sin censura han mostrado la barbarie de un modelo que agoniza, pero que está dispuesto a dejar destruido al país arrasando con el Estado social de derecho,  ya sea decretando el Estado de conmoción interior, aplazando elecciones , reencauchar  la “seguridad democrática”  con el vestido de la institucionalidad,  o programar el fracaso de un nuevo modelo de país promovido por la izquierda y el progresismo.

Al momento de terminar este artículo, Duque da la orden de militarizar la ciudad de Cali, epicentro de las manifestaciones e intensificar el pie de fuerza, otra noche de terror. Luego aparecerán los cuerpos de los jóvenes en el rio Cauca y nadie responderá.

 

Referencias

Republica, L. (2 de diciembre de 2020). Casi 60% de los trabajos a octubre son informales en las 13 principales ciudades.

Semana, R. (29 de enero de 2021). Colombia, México y Brasil, los peores países del mundo en el manejo de la pandemia.

Temblores, O. (28 de mayo de 2021). Informe violencia en el Paro Nacional. Obtenido de https://twitter.com/TembloresOng/status/1398441029595013124

Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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De la muerte de la política a la política de la muerte

Por: Emir Sader
Los orígenes de la catástrofe humanitaria que vive Brasil se pueden rastrear en nuestra historia. Podríamos buscarlos en la marca más profunda de nuestro tipo de sociedad: las desigualdades sociales, de las que somos campeones en América Latina, a su vez el continente más desigual del mundo.

Podrían buscarse más recientemente, cuando el Partido de los Trabajadores (PT) emergió en la política brasileña y, más específicamente, cuando las candidaturas de Luiz Inácio Lula da Silva comenzaron a acechar a las élites brasileñas. O, cuando el PT realizó los mejores gobiernos de la historia de Brasil, atacando, por primera vez de manera frontal y prioritaria, las desigualdades sociales en nuestro país.

O, incluso más recientemente, en la reacción de la derecha al éxito de estos gobiernos. Sin poder condenar al PT y a sus gobiernos, aclamados por la mayoría de los brasileños por sucesivas victorias electorales, tendría que atacar furtivamente al PT, tratando de vincularlo a la corrupción y atacar la política, la misma que, a través de la democracia, había permitido que Brasil tuviera los mejores gobiernos de su historia.

Precisamente los vinculados a la peor política –medios de comunicación, grandes empresarios, partidos tradicionales, líderes autoritarios como Jair Bolsonaro, entre otros– se enfocaron en descalificar la política. Un tema que siempre atrae a los más despolitizados, entre ellos, a los jóvenes de clase media, recién llegados a la política, incluso al condenar el aumento de los boletos de autobús.

¿Qué manera más fácil que decir que todos los políticos y todos los partidos son iguales? Quienes protagonizaron esta pantomima fueron los mejores ejemplos de la peor política y los más corruptos. Baste decir que el paso de Bolsonaro de un político despreciable, a líder de esta ola, se hizo a través del mejor ejemplo del peor político y la familia más corrupta.

Esta supuesta sentencia de muerte de la política terminó, por este sinuoso mecanismo, desembocando en un gobierno que practica la política de muerte. La política no sólo no murió, también se desdobló en el peor tipo de política: la que niega la democracia, la que atenta contra los derechos de todos, la que predica la violencia como forma de enfrentar los conflictos, la que hace la apología de la dictadura militar y la tortura, que pide la desaparición de los enemigos.

Se instaló un gobierno que, de diferentes maneras, es un gobierno de política de muerte. Muerte por la absoluta despreocupación por proteger la vida de las personas frente a la pandemia, con su negatividad en relación con el propio virus. Que, por el contrario, se burla de las formas de aislamiento, el uso de máscaras, la restricción del movimiento de personas.

A quien no le importa ni tiene ningún tipo de solidaridad con las víctimas de la violencia policial, a la que alienta, descalificando a las víctimas ensalzando la heroicidad de los verdugos. Predicar el uso de la policía y, si pudiera, de las propias fuerzas armadas, de todos los órganos que basan su acción en la violencia y la falta de respeto a los derechos de las personas.

Un gobierno que personifica la muerte, la lucha contra la vida, fue el resultado de la lucha contra la política, por la muerte de la política. De tal manera que la lucha por la vida es la lucha contra el gobierno de Bolsonaro. Y la lucha contra el gobierno de Bolsonaro es la lucha por la vida.

La democracia requiere el rescate de la política, como actividad de defensa de los intereses públicos, desde la convivencia de diferentes posiciones y puntos de vista. El final de la política es la dictadura, es la victoria del pensamiento único, es la ausencia total de la diversidad, del debate, de la convivencia de todos. La lucha contra la política resultó en la catástrofe que vivimos hoy en Brasil.

https://www.jornada.com.mx/2021/05/26/opinion/020a2pol

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Esta pandemia llega a América Latina y el Caribe en una alta desigualdad, vulnerabilidad y debilitamiento social”

Por: Karina Batthyány

Había quedado pendiente, a partir de una pregunta tuya en la última columna, el tema de la protección social en América Latina en estos tiempos de COVID-19 y a propósito por supuesto de informes que han salido en estas últimas semanas sobre el tema.

Abordemos este tema entonces antes situando -como ya hemos mencionado en otras columnas- que esta pandemia del COVID-19 está teniendo unos efectos muy fuertes en el ámbito de la salud y en los temas vinculados al crecimiento económico y al desarrollo social en nuestra región. Justamente la pandemia llega a América Latina y el Caribe además en un contexto de bajo crecimiento, como hemos dicho de alta desigualdad y de vulnerabilidad en la que se observaban ya tendencias crecientes en la pobreza (y en la pobreza extrema) que por supuesto se han acrecentado en este año y medio que llevamos de pandemia. Además de un debilitamiento en lo que se refiere a la cuestión social. Y recordemos, antes de la pandemia, importantes manifestaciones de descontento popular que han seguido, aunque con menor intensidad, en este año y medio producto de las medidas de confinamiento y no aglomeración.



América Latina y el Caribe como sabemos es la región que registró en este tiempo la mayor reducción de las horas de trabajo en todo el mundo. Solo para dar un dato: aproximadamente esta reducción es del 20%. Eso quiere decir 55 millones de puestos de trabajo a tiempo completo en nuestra región que han desaparecido; informe de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) del año 2020 que nos da esta cifra. Además, en 2019 el 77% de la población de la región, que son 470 millones de personas, pertenecía a los estratos de ingresos bajos o de ingresos medios bajos. Es decir que tienen cierta inseguridad  económica y que sus ingresos per cápita son de hasta tres veces la línea de pobreza. Y por lo tanto no tenían un respaldo, en términos de ahorro, como para enfrentar una crisis como la que estamos viviendo.

Estos impactos desde el punto de vista social y económico nos vuelven a mostrar la matriz de la desigualdad social en nuestra región. Hemos abordado este tema en otras columnas, pero recordemos que las dimensiones estructurantes de esta matriz de la desigualdad social son justamente el pertenecer a distintos estratos socioeconómicos o clases sociales, el género, la etapa del ciclo vital, la condición étnica racial, la dimensión territorial, a los que podemos sumar otras dimensiones también como son la situación o el estatus migratorio, el encontrarse en situación de calle, la discapacidad, etc.

¿Qué es lo que ocurre? Estas desigualdades obviamente se acumulan, se potencian, interactúan entre sí causando diferencias en términos del ejercicio de los derechos de las personas en América Latina y el Caribe. ¿Qué ha pasado entonces con las medidas de protección social tanto de corto, de mediano o de largo plazo para poder enfrentar los efectos de esta pandemia que nos encontró en esta situación? Lo primero decir es que esa protección social tiene que incorporar la idea del bienestar para toda la población (para todos y para todas) y especialmente para estos grupos que sufren esta acumulación de desigualdades o que experimentan distintas formas de exclusión, de discriminación y sufren por lo tanto de manera más aguda los impactos de esta crisis.

Nuestros países latinoamericanos y caribeños han respondido de manera diferente desde el punto de vista de la protección social. De acuerdo a los datos que tenemos disponible por parte de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y OIT (Organización Internacional del Trabajo), encontramos que hasta agosto-septiembre del 2020 de los países de América Latina y el Caribe se habían anunciado aproximadamente unas 400 medidas de protección social en respuesta a la crisis de la pandemia. En la mayoría de estas medidas implicaban nuevos programas o más bien nuevas prestaciones (más de la mitad, el 56% de hecho eran nuevas prestaciones), seguida en un 24% por ajustes a programas o prestaciones ya existentes de la protección social, y luego ajustes en el gasto social aproximadamente un 11%. Como dije, casi la mitad de estas medidas se explican por nuevos beneficios o nuevas ayudas en prestaciones, sobre todo términos de alimentación, de nutrición, de salud y en algunos casos también medidas de protección al empleo. Este tipo de medidas también se ha complementado, en algunos casos, con la suspensión del pago de lo que llamamos servicios básicos o servicios esenciales como agua, luz, pero también la conectividad a internet ­–recordemos la importancia de este punto, por ejemplo, en los momentos de teletrabajo y teleeducación–, así como el aumento en el monto de las transferencias monetarias que ya existían pero que aumentaron su monto.

Entonces, tenemos nuevas transferencias monetarias que es lo más frecuente en la región (23 países de América Latina y el Caribe lo han hecho), aumento del monto de las transferencias que ya existían (11 países que lo han hecho), anticipo en algunos casos de la entrega de transferencias existentes (las adelantaron en el tiempo) y aumento de la cobertura poblacional de esas transferencias. Es decir, transferencias que ya existían pero se aumenta la cantidad de gente que recibe esas transferencias. Si lo vamos a medir en números, ahí es donde encontramos nuevamente una gran desigualdad o una gran disparidad entre nuestros países de América Latina y el Caribe, ya que la cobertura de estos paquetes (digámosle así de protección social) tiene una amplia variación en todos nuestros países entre un 0.7% a más del 10% del PBI dependiendo el país que miremos. Por ejemplo, en los extremos, encontramos a República Dominicana y a Uruguay –mi país– con 0.7% del PBI destinado a la protección social en el marco de la pandemia. Y en el otro extremo encontramos a El Salvador con el 11% del PBI;  a Chile con el 6%; a Perú, Brasil, Paraguay, todos en el entorno del 4%; Argentina con también casi un 4%. En promedio globalmente si miramos toda la región, América Latina y el Caribe destinó un 3.2% del Producto Bruto Interno para apoyar a la población en esta situación.

También decir (porque importan las magnitudes en todo esto) que estas medidas extraordinarias que mencionaba o medidas que ampliaron las prestaciones tienen también una desigualdad muy importante en cuanto al monto concreto que se entrega y varía desde 40 a 345 dólares en los distintos países de América Latina para los hogares, las personas. Y dejar para el final, quizás lo podemos analizar en alguna otra columna, que también estamos observando una tendencia muy reciente de las últimas semanas en algunos de nuestros países de América Latina sobre la necesidad de pedir contraprestaciones a la población por este tipo de medidas. ¿A qué me refiero? Pongo nuevamente el caso de Uruguay, donde se habla de pedirle a la gente “algo a cambio” –digámoslo en el lenguaje sencillo– por estas prestaciones que el gobierno está otorgando. Y yo me pregunto allí: ¿Se hizo la pregunta el presidente de Uruguay sobre las contraprestaciones en casos de mujeres (también de varones pero sabemos que la mayoría son mujeres) que están en sus casas intentando teletrabajar o desempleadas, pero cuidando hijos pequeños que no están asistiendo a la escuela o a la educación inicial porque están cerradas las formas presenciales por la pandemia? Cuando discute esta medida de la contraprestación, ¿cómo sería posible para una mujer con dos hijos -pensemos- en su casa sin escuela, sin educación y obviamente en situación de vulnerabilidad desde el punto de vista socioeconómico, tener nada más que tiempo para poder cumplir con esas contraprestaciones? Prestemos atención a eso también porque es una discusión que empieza a estar presente en todos nuestros países a raíz de este aumento supuesto de la ayuda o de las prestaciones para la protección social.

-Lo que hace muy valioso tu columna de hoy es que nos planteas un panorama regional de lo que sucede en los diferentes lugares tratando de entender… Pero me quedo con la sensación de que todo esto no está generando modificaciones de bases, parecen parches sobre parches para tratar de atravesar la situación. Inclusive si en estos casos no se transforman casi en un sostén en las mismas lógicas capitalistas…

-Efectivamente en ninguno de nuestros países hubo una discusión desde el punto de vista estructural. Es decir, cuáles son aquellos elementos estructurales que tenemos que modificar para evitar llegar a esta situación, no por la pandemia sino por las desigualdades anteriores que mencionaba al inicio de la columna, que se incrementaron, se exacerbaron en la pandemia pero que ya existían. Esa es la discusión estructural de fondo que remite una vez más a la discusión de cuáles son los modelos de bienestar y desarrollo que queremos para nuestros países. Esa discusión evidentemente está ausente en la reflexión y por eso también mi comentario sobre el final: justamente como no hay un cambio de lógica en el planteo, se puede llegar a absurdos de pretender que a una mujer, por otorgarle una prestación, exigirle una contraprestación de algún tipo de trabajo comunitario, de “devolución”, por esa ayuda que está recibiendo cuando está en una situación insostenible con sus hijos, en su casa, sin escuelas, sin educación inicial y sin ningún otro tipo de apoyo. Evidentemente la discusión estructural no está presente en estas situaciones.

“Esta pandemia llega a América Latina y el Caribe en una alta desigualdad, vulnerabilidad y debilitamiento social”

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La covidianidad educativa en rincones de la República Dominicana

Por: Mariela Mejía/diariolibre.com

Esta historia es parte del especial “Estudiar en pandemia” de Diario Libre.

Un equipo de Diario Libre se movió por Santo Domingo y pueblos del interior del país para conocer las experiencias de los niños, adolescentes, padres y maestros sobre la educación a distancia y semipresencial en esta pandemia. El viaje llegó hasta las primeras comunidades haitianas al otro lado de la frontera.

Las historias encontradas son un reflejo de la desigualdad que ha traído la pandemia del COVID-19 en el sistema educativo. También, de la deserción, el rezago y de los retos de los maestros para nivelar a esos alumnos que por desmotivación o falta de equipos se han alejado de lo académico.

Del recorrido, Diario Libre compiló en un video las experiencias más reveladoras sobre la situación en muchos hogares. Y las fotografías que se comparten a continuación también reflejan esa covidianidad educativa.

Un niño repasa en su hogar en Villa Mella las clases contenidas en un cuadernillo confeccionado por el Ministerio de Educación para la educación a distancia por la pandemia, en abril de 2021.
Un niño repasa en su hogar en Villa Mella las clases contenidas en un cuadernillo confeccionado por el Ministerio de Educación para la educación a distancia por la pandemia, en abril de 2021. ( )
Una niña residente en La Guázara, Barahona, observa los cuadernillos que le entregaron en la escuela para estudiar a distancia, el 13 de abril de 2021. Al fondo está el televisor del hogar en el que, por asuntos técnicos, no puede sintonizar las clases que imparte el Gobierno para su grado.
Una niña residente en La Guázara, Barahona, observa los cuadernillos que le entregaron en la escuela para estudiar a distancia, el 13 de abril de 2021. Al fondo está el televisor del hogar en el que, por asuntos técnicos, no puede sintonizar las clases que imparte el Gobierno para su grado. ( )
Un adolescente, residente en Las Salinas, Barahona, mira el televisor del hogar en el que, por fallas técnicas, no puede sintonizar las clases que imparte el Gobierno para su grado, el 13 de abril de 2021.
Un adolescente, residente en Las Salinas, Barahona, mira el televisor del hogar en el que, por fallas técnicas, no puede sintonizar las clases que imparte el Gobierno para su grado, el 13 de abril de 2021. ( )
Un adolescente con la laptop que recibió del Gobierno dentro del programa República Digital, el 13 de abril de 2021.
Un adolescente con la laptop que recibió del Gobierno dentro del programa República Digital, el 13 de abril de 2021. ( )
Hermanos se distraen con el celular de su madre una mañana de abril de 2021.
Hermanos se distraen con el celular de su madre una mañana de abril de 2021. ( )
Una adolescente residente en Pedernales ayuda a su madre a lavar la ropa como parte de sus ocupaciones diarias tras desconectarse de las clases a distancia en la pandemia, el 14 de abril de 2021.
Una adolescente residente en Pedernales ayuda a su madre a lavar la ropa como parte de sus ocupaciones diarias tras desconectarse de las clases a distancia en la pandemia, el 14 de abril de 2021. ( )
Un niño juega frente a su casa en El Limón, Jimaní, en horas en que el Ministerio de Educación transmite clases a distancia por televisión, el 15 de abril de 2021.
Un niño juega frente a su casa en El Limón, Jimaní, en horas en que el Ministerio de Educación transmite clases a distancia por televisión, el 15 de abril de 2021. ( )
Una escuela cerrada en Los Tres Charcos, Oviedo, por la pandemia, el 14 de abril de 2021.
Una escuela cerrada en Los Tres Charcos, Oviedo, por la pandemia, el 14 de abril de 2021. ( )
Alumnos llegan a una escuela en Pedernales para recibir clases semipresenciales, el 14 de abril de 2021.
Alumnos llegan a una escuela en Pedernales para recibir clases semipresenciales, el 14 de abril de 2021. ( )
Niños reciben clases semipresenciales de su maestra en una escuela de Pedernales, el 14 de abril de 2021.
Niños reciben clases semipresenciales de su maestra en una escuela de Pedernales, el 14 de abril de 2021. ( )
Un niño descansa mientras toma clases semipresenciales en una escuela de Pedernales, el 14 de abril de 2021.
Un niño descansa mientras toma clases semipresenciales en una escuela de Pedernales, el 14 de abril de 2021. ( )
El portero de una escuela en Jimaní esparce alcohol en las manos de una visitante al centro como parte de las medidas protocolares de higiene para el retorno seguro a la escuela durante la pandemia, el 15 de abril de 2021.
El portero de una escuela en Jimaní esparce alcohol en las manos de una visitante al centro como parte de las medidas protocolares de higiene para el retorno seguro a la escuela durante la pandemia, el 15 de abril de 2021. ( )
Una madre lleva a su hijo a la escuela a tomar clases semipresenciales, en El Limón, Jimaní, el 15 de abril de 2021.
Una madre lleva a su hijo a la escuela a tomar clases semipresenciales, en El Limón, Jimaní, el 15 de abril de 2021. ( )
El portero de la escuela de la comunidad haitiana Los Algodones camina hacia el recinto educativo de color azul y amarillo, el 29 de abril de 2021.
El portero de la escuela de la comunidad haitiana Los Algodones camina hacia el recinto educativo de color azul y amarillo, el 29 de abril de 2021. ( )
En la pizarra de un aula de la escuela de la comunidad haitiana Los Algodones queda parte de las clases presenciales dadas el 29 de abril de 2021.
En la pizarra de un aula de la escuela de la comunidad haitiana Los Algodones queda parte de las clases presenciales dadas el 29 de abril de 2021. ( )
$!Dos alumnas de una escuela de la comunidad haitiana Tilory conversan mientras esperan que lleguen los demás estudiantes al aula, el 29 de abril de 2021.
Dos alumnas de una escuela de la comunidad haitiana Tilory conversan mientras esperan que lleguen los demás estudiantes al aula, el 29 de abril de 2021. (
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