Digitalización
Digitalización total
Por Gustavo Duch/ Ctxt
La georreferenciación en países como Brasil contribuye a la privatización de las tierras comunales y la expansión de monocultivos. El almacenamiento digital de los datos agrícolas está en manos de grandes compañías tecnológicas.
Estaba leyendo acerca de las maravillas que impulsará el rescate europeo de 750.000 millones de euros, que si las energías verdes, que si la digitalización, cuando me ha llegado una nota de prensa esclarecedora. Como reza (nunca mejor dicho pues de fe es que hablamos) en el cuerpo del correo, “se trata de un ambicioso proyecto de innovación, financiado por la UE en el que participan organizaciones y centros de I+D de referencia de ocho países europeos, entre ellos España”. El proyecto en cuestión lo explica muy bien el adjunto:
“La solución WeLASER se enfoca en el manejo no químico de hierbas no deseadas basado en la aplicación de dosis letales de energía en sus meristemos, utilizando una fuente láser de alta potencia. Un sistema de visión de Inteligencia Artificial discrimina los cultivos de las hierbas adventicias y detecta la posición de sus meristemos para apuntar con el láser sobre ellos. Un controlador inteligente coordina estos sistemas y técnicas de computación en la nube para administrar el conocimiento agrícola. Un vehículo autónomo conduce de manera eficiente por la explotación para su correcta aplicación. Esta tecnología proporcionará una solución limpia al problema de la eliminación de malas hierbas y ayudará a reducir significativamente los productos químicos en el medio ambiente”.
El lenguaje militar que se utiliza para explicar su funcionamiento y el propósito de este nuevo chisme militar da para mucho: que si, como decía Victor Hugo, no hay malas hierbas, hay malos agricultores; que si se han preguntado por qué en la agricultura de los pesticidas las malas hierbas son un problema mientras en la agroecología no; que si el problema de la agricultura es el monocultivo para el que se diseña este artilugio; que justamente no necesitamos nada autónomo, sino personas con trabajo; que a la tierra se la cuida, no se la ataca; que la inteligencia artificial no es inteligencia; que cuánto costará todo esta nueva patrulla de robots, energéticamente hablando, y cada cuánto se tendrán que reemplazar; de que minas saldrán todos estos materiales y a qué coste ecológico y social… Pero la pregunta que quiero hacerme es ¿dónde nos llevan las supuestas bondades de la era digital que se han instalado en nuestro cerebro mediante lo que Gramsci llamó la “fabricación del consentimiento”?
Una pregunta a la que solo contribuiré aportando dos informaciones que encuentro en las páginas de la Fundación Grain.
1. Sabemos que los mercados agropecuarios están demandando cada vez más cosechas de soja, tanto para el engorde industrial de cerdos como para la producción de combustibles, lo que conlleva la necesidad de “abrir cada vez más tierras para su producción”. En el caso de Brasil, pero también en otros muchos países, conseguir más tierras fértiles pasa por expoliar aquellas que están en manos públicas, se consideran baldías o son comunales, propiedad colectiva de pueblos y comunidades locales. Y precisamente, el mecanismo que se ha encontrado para hacerlo posible viene de la mano de la digitalización. Con el apoyo económico del Banco Mundial y con el supuesto propósito de disponer de información ambiental, se están georreferenciando grandes extensiones de tierra en las provincias del Cerrado y Matopiba. Como la inscripción al catastro se está haciendo mediante autodeclaración de quienes proporcionan la información, Grain explica que “se han producido numerosos fraudes con el fin de lograr el acaparamiento de tierras”. Como además se prohíbe la inscripción colectiva, se está dando lugar a inscripciones individuales, la mejor manera de romper la fuerza del pueblo y de poder ir comprando de una en una esas fincas hasta lograr el control de todas sus tierras. Con estos mecanismo, y otras triquiñuelas del gobierno de Bolsonaro, en los diez últimos años Brasil ha extendido su frontera agraria en 16,5 millones de hectáreas para la cría de ganado y 12 millones de hectáreas más para el cultivo de soja (FAOSTAT, 2018), es decir una extensión similar a la mitad de la península Ibérica.
2. La digitalización siempre lleva asociado el manejo y tratamiento de todos esos datos, “en la nube”. Y, aunque hasta la fecha, las nubes no son de nadie, la Nube a la que nos referimos sí que tiene dueño, los gigantes tecnológicos que, centrados en este sector esperan ganar el dominio de muchos otros campos. En agricultura, por ejemplo, ya es notorio el papel de Microsoft, aunque empresas como Bayer, la compañía de semillas y pesticidas más grande del mundo, se defiende creando sus propios servicios de big data en alianza con Amazon Web Services, la plataforma de servicios en la nube más grande del mundo, por delante de Google y Microsoft.
He aparcado aquí estas reflexiones de mi supuesta “inteligencia no artificial” y estoy redactando un guion para Spielberg en el que unos vehículos autónomos se han desbocado y con sus sensores conectados a la Nube andan por ahí disparando láser de alta potencia a los meristemos de seres humanos adventicios o no deseados: ni ricos, ni blancos, ni adultos, ni varones, ni urbanos.
Pobreza global registrará mayor aumento en 20 años
Pobreza global registrará mayor aumento en 20 años mientras escalan precios de alimentos
La agricultura mundial se ha revalorizado en el último año, marcado por la pandemia, si bien el riesgo de inseguridad alimentaria ha crecido en los países pobres, han apuntado diversos analistas.
Los precios internacionales de alimentos básicos aumentaron el pasado febrero por noveno mes consecutivo, hasta alcanzar su nivel más alto desde julio de 2014, según la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Economistas del Banco Mundial consultados por EFE precisan que el reciente encarecimiento de esos productos se debe a una serie de factores, la mayoría de los cuales no están relacionados directamente con la covid-19.
La escasez de oferta, la fuerte demanda y el debilitamiento del dólar están detrás del aumento del precio de algunos alimentos básicos, según las fuentes, que matizan que la subida de los granos es mucho menor que la experimentada en otros momentos de auge como en 2007-2008 o 2010-2011.
Los expertos afirman que los precios más altos inquietan sobre todo a los países importadores de alimentos, pero por lo general los mercados globales están mejor abastecidos ahora, con inventarios como cuota de consumo cercanos al 30 %, frente al 20 % de hace una década.
Durante el último año, los confinamientos y sucesivas limitaciones afectaron a las cadenas de suministro en países de ingresos altos y bajos de forma temporal.
Sin embargo, el Banco Mundial destaca que los canales comerciales globales permanecieron abiertos, los alimentos siguieron fluyendo como productos básicos y sus precios se mantuvieron «resilientes».
La mayoría de los sectores agrícolas ha aguantado la crisis y solo algunos han tenido dificultades como el té -por las restricciones de movilidad que impedían a los trabajadores recogerlo- o las flores, por el colapso de la demanda mundial.
La amenaza del hambre
La crisis del coronavirus no ha afectado especialmente a los precios agrícolas, pero sí ha elevado el riesgo de hambre por la recesión global, según el último informe del Banco Mundial sobre las perspectivas de los mercados de materias primas.
Al organismo le preocupa la situación de los países más afectados por la inseguridad alimentaria, donde la inflación en los alimentos ha sido de más del 20 % en los últimos 12 meses.
Se estima que entre 143 y 163 millones de personas pasarán a ser pobres en el mundo por la pandemia, en lo que parece que será el primer aumento significativo de la pobreza en 20 años.
La vicepresidenta asociada del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Meike van Ginneken, asegura que los pequeños agricultores en los países en desarrollo hacen frente a unos riesgos «desproporcionados» por el impacto de la covid-19.
«Los pobres tienen menos capacidad de afrontar los choques, poseen menos activos y ahorros para lidiar con las interrupciones de ingresos. Los pequeños agricultores a menudo dependen de varias fuentes de ingresos, como la mano de obra o las remesas, pero ahora esos flujos están en peligro», afirma la responsable.
Van Ginneken detalla que las restricciones a la movilidad han afectado a las cadenas de suministro y, en muchos casos, los pequeños agricultores no han podido comercializar sus productos ni acceder a insumos agrícolas básicos como semillas.
«Tenemos que ayudar más a los que no pueden servirse de sí mismos. La covid-19 sigue con nosotros y la distribución equitativa de las vacunas será crucial para que los países pobres no tarden muchos años en superar la crisis», remarca la vicepresidenta, para quien la pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de los sistemas alimentarios.
Para el periodo 2022-2024, esta agencia de la ONU ha recibido promesas de financiación por valor de 1.100 millones de dólares (933 millones de euros), su nivel más alto de contribuciones, para seguir invirtiendo en la población rural, que constituye el 75 % de los más pobres del planeta.
América Latina
En América Latina y el Caribe, el FIDA acaba de anunciar una donación de 2,3 millones de dólares (1,95 millones de euros) para que más de 10.000 agricultores familiares accedan a mercados y servicios bancarios mediante soluciones digitales.
Para el director de Cooperación Técnica del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Federico Villarreal, en 2020 hubo una «clara revalorización de la agricultura», sector que se vio menos afectado que otros y permitió mantener la provisión de alimentos, ganándose el «reconocimiento social».
«No es casualidad que los agricultores hayan sido considerados trabajadores esenciales y que tuvieran licencia para circular pese a las restricciones», añade.
A su juicio, la circulación de la producción agraria «no se frenó de manera dramática» y hubo un mayor consumo de alimentos en los hogares, que impactó en los canales de distribución.
Villarreal considera que se aceleró el proceso de digitalización en el campo, lo que ayudó a muchos productores a comercializar sus productos.
Y para el futuro, confía en que la agricultura pueda ser «parte de la solución» a00 algunos problemas de la crisis por su capacidad para contribuir a la reactivación económica.
Fuente: https://versionfinal.com.ve/mundo/pobreza-global-registrara-mayor-aumento-en-20-anos-mientras-escalan-precios-de-alimentos/
Stefania Giannini: “La pandemia nos ha enseñado que la educación debe servir a una visión ética y no solo económica”
La directora general adjunta de Educación de la UNESCO subraya que la educación y la sanidad no son derechos que compiten entre sí: «Son complementarios e igualmente prioritarios»
Pasar de las aulas a las pantallas ha sido sido un reto que ha revelado todas las debilidades del sistema educativo, pero también las oportunidades para un futuro con más y mejor educación. A Stefania Giannini, directora general adjunta de Educación de la UNESCO, los 1.5 billones de estudiantes de 190 países que han sido afectados a raíz de la pandemia le han recordado que “la educación es un derecho”. “Educar y aprender tiene una dimensión social y humana que debe ser prioritaria. La pandemia nos ha enseñado que la educación también debe servir a una visión ética y no solo una visión económica”, reitera durante el evento Retina Reset, impulsado por Santander y Telefónica, y patrocinado por Accenture, Novartis, Philip Morris, Renfe, Unir y Red Eléctrica de España.
Si la fragilidad del sistema, la brecha de desigualdad y la incapacidad para innovar han sido, según Giannini, el talón de Aquiles de la educación, entonces la inclusión, la tecnología y el apoyo estatal son la armadura para contrarrestar la crisis y evitar un nuevo flechazo. “Los Gobiernos deben pensar y actuar diferente y para ello deben priorizar la educación con paquetes de recuperación incluidos dentro de los presupuestos de cada nación”, sugiere Giannini y explica que solo la inclusión y el reconocimiento de la diversidad eliminan la desigualdad social y que la tecnología en las escuelas “no debe ser un extra, si no un recurso indispensable porque se ha convertido en una necesidad vital”.
En todas partes, los gobiernos han reaccionado para proveer soluciones y herramientas tecnológicas para poder sacar adelante el ciclo educativo. Sin embargo, Giannini considera que además de “una inversión masiva en equipo tecnológico” es necesario instruir a los profesores para que puedan utilizarla. “Los profesores en esta crisis educativa son como los médicos en los hospitales que necesitan entrenamiento para satisfacer las necesidades profesionales y tecnológicas en las aulas”.
Giannini reconoce que hace falta evidencia que corrobore la efectividad que está teniendo y tendrá la educación en línea, pero que al menos ha sino una medida efectiva para salvaguardar la salud en tiempos de coronavirus. «La pandemia también nos ha recordado de la importancia que tiene la salud para poder aprender y que la educación y la sanidad no son derechos que compiten entre sí, sino derechos complementarios e igualmente prioritarios”, concluye Giannini.
Efectos de la pandemia
Durante la pandemia, se ha puesto a prueba a los universidades, a los profesores y también al alumnado. «Los centros han tenido pocos recursos para adaptarse a este cambio repentino, el profesorado está envejecido y su esfuerzo para digitalizarse ha tenido que ser mayor; y los estudiantes son más nativos digitales en sus relaciones sociales que en la educación: siguen teniendo una idea muy clásica de lo que es formarse», resume Mercedes Cabrera, catedrática de la UCM y exministra de educación y ciencia. «También hemos descubierto las posibilidades de la educación online y lo imprescindible que es la presencialidad. No podemos perder la puesta en escena de la enseñanza, el contacto directo».
En estos últimos meses, con este paso abrupto a la educación online, también se han podido percibir ciertas consecuencias de la educación que, en opinión de Rafael Puyol, presidente de UNIR y exrector de la UCM, debemos «evitar a toda costa». «Por ejemplo, que produzca discriminacion entre los estudiantes o que se obvien los problemas de formación de los profesores, porque enseñar online no es solo ponerse delante de una cámara y reproducir lo mismo que haces desde un aula».
«La covid ha puesto de manifiesto nuestras carencias, ha abierto muchas fisuras y no podemos salir adelante haciendo lo mismo que antes pero de forma digital, eso implica quedarnos atrasados», añade José Antonio Marina, filósofo, escritor y catedrático de bachillerato. Marina advierte de que es necesario ir mucho más allá: el futuro de la educación no lo están liderando ni los sistemas educativos ni las facultades de pedagogía, sino «las grandes compañías tecnológicas que quieren ser los educadores del mundo, como Google, Microsoft, IBM o Facebook».
Más allá de la pandemia
Algunos de los retos principales de la educación superior siguen siendo los mismos que antes del coronavirus. Uno de ellos es el aumento de la demanda que está previsto para los próximos años: según la UNESCO pasaremos de los 214 millones de estudiantes actuales a 594 en 2040. Este reto viene de la mano de otro: la necesidad de seguir formándose continuamente a lo largo de la vida. «Ya no nos vale pensar que al acabar la carrera hemos aprendido todo lo que necesitábamos para trabajar el resto de nuestra vida», advierte José Antonio Marina, filósofo, escritor y catedrático de bachillerato.
Los tres expertos coinciden en que la formación continua es imprescindible para adaptarse a un entorno cada vez más cambiante. «España perdió el tren de la ilustración y el de la industrialización, si pierde también el del aprendizaje corremos el peligro de convertirnos en el bar de copas de Europa», sentencia Marina.
Fuente: https://retina.elpais.com/retina/2020/11/19/tendencias/1605768473_378708.html
Universidad: digitalizar o retroceder
Considerada tradicionalmente como una modalidad menor, la enseñanza en línea ya había alcanzado carta de naturaleza y marchamo de calidad antes de la pandemia. Sus cifras, sin embargo, eran (son) todavía pequeñas: de los 251 millones de estudiantes universitarios solo un 2% recibe formación exclusivamente on line (poco más de 5 millones). En España los datos son algo mejores, pero igualmente bajos frente a la enseñanza presencial con el 85% de los alumnos de grado y el 76% de los de máster.
Y de repente, como un cisne negro, tan inesperado como demoledor, aparece la COVID-19, que está actuando como catalizador de un cambio educativo esencial. Ante la dificultad de mantener las clases presenciales, las universidades han vuelto sus ojos a la enseñanza en línea y la semipresencial que han adquirido carta de ciudadanía y van a experimentar un aumento exponencial de la demanda.
La cantidad de alumnos de educación terciaria pasará de 100 millones en el año 2000 a 377 en 2030 y 594 en 2040. El continente asiatico, América Latina o el África subsahariana experimentarán aumentos espectaculares de una formación que no podrá ser atendida por los proveedores tradicionales de enseñanza. Es posible que dentro de 20 años tengamos más de 100 millones de estudiantes en línea y una cifra superior cursando enseñanzas híbridas.
Y algo parecido va a pasar en España en un contexto de crecimiento general del alumnado hasta 2030-35 debido al desembarco de las generaciones nacidas en la etapa de recuperación de la natalidad (1998-2008).
El imparable proceso de digitalización
Según una proyección reciente, las universidades no presenciales van a ganar alrededor de 50.000 alumnos que probablemente serán más si el número de estas instituciones aumenta. A este factor se sumará el imparable proceso de digitalización.
Toda la cadena de valor de la actividad educativa necesita ser digitalizada. Las instituciones que lo consigan sobrevivirán; las que no lo hagan estarán condenadas a la irrelevancia.
El aumento de la demanda, la revolución tecnológica y también la posibilidad de atender aspiraciones que no cubre la formación presencial: las de aquellas personas que por razones de tiempo, localización geográfica, motivos laborales o compromisos familiares no pueden acudir cada día a las aulas.
Competencias de amplio espectro
Todas las enseñanzas son susceptibles de una formación en línea: grados, máster, programas cortos y formación continua. Ciertamente algunas materias y formaciones concretas se prestan más que otras a la formación virtual, pero todas, en su totalidad o en parte, se pueden beneficiar de esta forma de trasmitir conocimientos, competencias y destrezas.
Ya hay programas para casi todo. Muchas de las empresas listadas en Hiring 20.com ofrecen prácticas virtuales. Prestigiosos aprenticeships o bootcamps tienen versiones on line. Para realizar exámenes no presenciales hay tecnologías de reconocimiento facial como la Proctor U. Y podrían multiplicarse los ejemplos.
Es preciso reconocer que algunos títulos, particularmente de ciencias de la salud, demandan para ciertas formaciones una mayor presencialidad. Para ellas (y para otras) existen las modalidades híbridas o semipresenciales por las que van a discurrir muchos de los caminos formativos del futuro.
Como reza el lema obaniano (“Yes. We can”), la formación on line puede con todo y con la misma calidad y eficacia que el formato presencial. La vieja acusación de ser un instrumento educativo menor, de alcance limitado y resultados insatisfactorios, ya no se sostiene. Así lo prueban los resultados y así lo reconoce el mercado.
Retos del paso de lo presencial a lo virtual
El paso de lo presencial a lo virtual plantea algunos desafíos importantes. Cito tres:
- Evitar desigualdades entre los estudiantes por las dificultades que algunos puedan tener en el acceso (por recursos o conectividad) a la formación digital. Así lo recordaba un comunicado del comité de los objetivos para el desarrollo sostenible 2030 en el que se hace un llamamiento a todos los gobiernos “para no dejar a ningún alumno atrás”.
- Dificultades para afrontar las fuertes inversiones que exige la digitalización y el acceso a recursos esenciales como, por ejemplo, la Inteligencia Artificial. La transformación requerida exigirá más financiación pública, alianzas entre instituciones para abaratar los costes de adquisición o el recurso a proveedores externos.
- Formación adecuada de los profesores para desarrollar con eficacia las nuevas modalidades de enseñanza virtual. Es un proceso que no solo exige el aprendizaje de nuevas tecnologías y el uso de recursos pedagógicos, sino un verdadero cambio de mentalidad que no todos están en condiciones de asumir, sobre todo aquellos que “no hacen pie” en modalidades de enseñanza que nunca han tenido que utilizar.
La transición digital, un mandato de la UE
No es discutible la importancia que tiene la enseñanza presencial. Las universidades españolas, particularmente las públicas, siguen apostando decididamente por esta modalidad de enseñanza, aunque ya ofrecen algunos títulos virtuales. No obstante, solo las nativas digitales alcanzan el nivel de digitalización que exigen los tiempos.
La COVID-19 ha planteado un problema de adaptación, pero también ha generado una posible solución para resolverlo. Me refiero a la oportunidad que ofrecen los fondos europeos de reconstrucción que han centrado el tiro en tres tipos de sectores: el pacto verde, la reindustrialización y precisamente la transición digital.
Existe una ocasión única para que, con cargo a esos fondos, se lleve a cabo una transformación digital integral en las universidades españolas para modernizar sus estructuras y funcionamiento y para convertirlas en referente internacional de la integración de tecnologías emergentes y en ejemplo de buenas prácticas para otros sistemas educativos, especialmente de América latina.
Esa transformación podría incluir cuatro grandes actuaciones: una digitalización de la infraestructura administrativa; una digitalización de la docencia (profesores y alumnos); el desarrollo de entornos de investigación digitalizados; y la digitalización de la transferencia del conocimiento.
El impulso inicial debe corresponder al Ministerio de Universidades. Los beneficiados prioritarios serán las universidades públicas presenciales. Y como elementos coadyuvantes estarían las universidades nativas digitales que podrían jugar un papel esencial en la formación de los recursos humanos de las no digitales. Algunas ya lo vienen haciendo así. Es el caso de UNIR, que está llevando a cabo múltiples acciones formativas en España y Latinoamérica.
Y es que estamos convencidos, como he escuchado a diferentes líderes políticos y académicos, que no vivimos en una era de cambios, sino en un cambio de era definido por la digitalización de todo lo que nos rodea.
Fuente: https://theconversation.com/universidad-digitalizar-o-retroceder-147579
CLADE: Relatora de la ONU expresa que ninguna medida temporal responderá al fracaso en la construcción de sistemas educativos fuertes
Por: CLADE.
En su informe, Koumbou Boly Barry destaca preocupaciones, desafíos y oportunidades sobre el derecho a la educación durante la crisis de COVID-19
“El fracaso anterior en la construcción de sistemas educativos fuertes y resistentes y en la lucha contra las desigualdades arraigadas ha abierto la puerta a un impacto dramático en los y las más vulnerables y marginados/as, a lo que ninguna medida temporal adoptada a toda prisa podría haber respondido completamente”, afirma la relatora especial sobre el Derecho a la Educación de la ONU, Koumbou Boly Barry, en su informe “Right to education: impact of the COVID-19 crisis on the right to education; concerns, challenges and opportunities” (Impacto de la crisis de COVID-19 en el derecho a la educación; preocupaciones, desafíos y oportunidades).
En este informe, la relatora especial analiza los temas que considera más urgentes desde una perspectiva de derechos humanos. “Actuar dentro de un marco de derechos humanos es crucial para garantizar que las medidas adoptadas en respuesta a la pandemia no pongan en peligro el derecho a la educación y no aumenten el sufrimiento de los y las más marginados/as”, afirma.
Boly Barry también presenta en su informe una serie de recomendaciones para mitigar los impactos de la pandemia en la educación. En particular, se debe realizar una evaluación exhaustiva para determinar, en cada contexto local, la dinámica que condujo a una mayor discriminación en el disfrute del derecho a la educación durante la crisis. Se debe incluir un análisis de las crecientes desigualdades debido a las medidas adoptadas para enfrentar la pandemia; una investigación sobre la sostenibilidad de los modelos económicos y financieros detrás de los sistemas educativos, incluida la consecuencia del escaso financiamiento de las instituciones educativas públicas; un análisis del papel de los actores privados en la educación; una evaluación de la adecuación de la protección social brindada a los y las trabajadores/as de la educación, incluso en el sector privado; y una revisión de la falta de cooperación entre las administraciones de los Estados, las instituciones educativas, los y las docentes, los y las estudiantes, los padres, las madres y las comunidades.
Además, la relatora subraya que el despliegue de la enseñanza a distancia en línea (junto con la radio y la televisión) solo debe considerarse una solución temporal destinada a abordar una crisis. “La digitalización de la educación nunca debería reemplazar la escolarización en el lugar de trabajo con los y las docentes, y la llegada masiva de actores privados a través de la tecnología digital debería considerarse como un peligro importante para los sistemas educativos y el derecho a la educación para todos y todas a largo plazo”, afirma. Para Boly Barry, es necesario que se realice un debate exhaustivo sobre el lugar que se debe dar al aprendizaje en el futuro, teniendo en cuenta no solo las posibles oportunidades sino también el efecto nocivo que las pantallas tienen sobre los niños, las niñas y los jóvenes, incluido su derecho a la salud y la educación.
Mira la grabación de la presentación de Boly Barry en la sesión de la ONU sobre el informe, con subtítulos en portugués:
Fuente de la reseña: https://redclade.org/noticias/relatora-de-la-onu-ninguna-medida-temporal-respondera-al-fracaso-en-la-construccion-de-sistemas-educativos-fuertes/
España: La importancia de la transformación digital en la universidad para ofrecer una educación híbrida de calidad durante el curso 2020-2021
Europa/ España/ 28.07.2020/ Fuente: www.eleconomista.es.
Tras un fin de curso diferente, el sistema educativo se enfrenta al reto de planificar un nuevo año académico en el que las medidas sanitarias son una prioridad. El Ministerio de Universidades ha publicado unas recomendaciones que deben servir como orientación; entre ellas: un aforo limitado gracias a un sistema semipresencial que no obligue a desdoblar los grupos, medidas de higiene y seguridad como el uso de mascarillas, digitalización del sistema para una conectividad adecuada así como un plan de contingencia por si fuera necesario un nuevo periodo de confinamiento.
Con estas recomendaciones presentes, la universidad española prepara un curso escolar donde la tendencia será una educación híbrida o semipresencial en la que las herramientas online jugarán un papel clave para el éxito. La presencialidad adaptada insta a la digitalización y a una capacitación del profesorado en el uso de la comunicación digital, asimismo a ofrecer ayudas a la conectividad para que ningún estudiante sea discriminado por la brecha digital.
«El confinamiento total sorprendió al sistema educativo sin estar preparado para continuar con su actividad habitual de una forma totalmente digital. Ahora es el momento de poner las bases, no solo para hacer frente a una emergencia sino, para el futuro. La digitalización se ha adelantado y los plazos son inminentes. No se trata de hacer clases magistrales a través de videollamadas, el objetivo de la universidad debe ser ofrecer una enseñanza híbrida donde se aprovechen todas las ventajas que ofrece la tecnología actual», defiende Israel Rosales, Director Regional para España de D2L, plataforma de aprendizaje.
Un curso de transición
El curso 2020-2021 va a ser para muchas universidades la transición de las clases presenciales a la digitalización del sistema. La educación híbrida recomendada por el Ministerio para el nuevo año escolar va a poner a prueba la capacidad de transformación de las universidades españolas. El soporte tecnológico implantado por las distintas facultades va a ser un punto clave en el que convivan educadores, alumnos y contenido educativo. Poder ofrecer a todas las partes una buena experiencia virtual es la base del éxito.
«Los efectos de la digitalización en la educación serán mínimos e incluso positivos si se cuenta con el sistema adecuado y se le saca el máximo partido a la enseñanza activa online. El uso de plataformas y aplicaciones para videollamadas, como se han utilizado en los últimos meses, no es una enseñanza online. La digitalización es contar con una plataforma creada para el aprendizaje donde todas las partes activas en la educación puedan disfrutar de una verdadera experiencia virtual», asegura el Director Regional para España de D2L.
En la enseñanza híbrida, el docente sigue siendo clave en la educación. Los profesores y catedráticos cambiarán sus herramientas de trabajo pero mantienen un papel activo en la nueva aula virtual. La digitalización no es una réplica de lo presencial sino que dotará a los educadores de nuevas e innovadoras herramientas con las que desarrollar su trabajo.
Fuente de la noticia: https://www.eleconomista.es/ecoaula/noticias/10692081/07/20/La-importancia-de-la-transformacion-digital-en-la-universidad-para-ofrecer-una-educacion-hibrida-de-calidad-durante-el-curso-20202021.html