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OPINIÓN | Morir de COVID – 19 en Nueva York

Por: Tlachinollan

En la zona del barrio de Manhattan, sobre la calle 117, en el quinto piso, vive Reyna. En un departamento con tres recámaras habitado por 9 personas. Desde hace 25 años se casó con Ángel y procrearon cuatro hijos. Durante más de dos décadas Reyna empezó a trabajar en labores de limpieza. Comenta que hay familias ricas de Brooklyn que son las que peor pagan, porque te dan 12 dólares por hora”. Ella, por ser hablante del tu’un savi y del castellano, tuvo la oportunidad de trabajar como perito intérprete en el consulado de México en Nueva York. Posteriormente una agencia privada la contrató por dos años. Con la experiencia que adquirió, desde el año 2000, es perito intérprete en las Cortes de los cinco condados de la ciudad de Nueva York.

Este domingo, con gran pesar nos comentó: Estoy muy triste porque se murió mi esposo Ángel. El lunes 23 de marzo, cuando regresó de trabajar se mojó mucho. Le dije que se quitara su ropa y que se sacara su pelo. Se quejó de que estaba muy cansado y luego se recostó. El martes amaneció con calentura y ya no fue a trabajar si no hasta el jueves. En la casa tomó Tylenol y mejoró un poco. El viernes cuando llegó a trabajar, su jefe le dijo que ya no iban a laborar por tres semanas. Fue en esos días en que anunciaron que se suspenderían las actividades de las empresas. El problema fue que la calentura no se le quitaba. Le dije que fuera al hospital, pero por miedo no se animó. Yo le insistí que tenía que ir para saber qué era lo que tenía.

El sábado fue al hospital y le dijeron que no tenía nada. El médico le indicó que estuviera en su casa por catorce días y que siguiera tomando Tylenol. Así estuvo el sábado y hasta el martes con calentura y dolor de pecho. Él mismo me decía que no se sentía bien y, además, empezaba a tener malestar en su pecho. Yo le puse agua con vapor y vaporub. También le di té y le quemé con un trapo caliente su cuello. Me empezó a preocupar porque ya no respiraba bien.

El martes llamé a una ambulancia para que se lo llevaran de urgencia al hospital. Lo recibieron en el Monte Sinaí. No me dejaron acompañarlo y solo me comentaron que se comunicarían más tarde. Me quedé sola con mis hijos esperando la llamada. El miércoles ninguna persona nos llamó. Por eso el jueves salí a buscarlo, pero para mi mala suerte, nadie me dio información. Más tarde hablé con mi cuñada. Ella es ciudadana americana y le dije lo que estaba pasando. Me consoló diciendo que ella se comunicaría al hospital. Así fue, el viernes por la mañana me dio un teléfono para que hablara con Ángel. Le llamé y le pregunté cómo se sentía. Al escucharlo me alegré porque me dijo que estaba un poco mejor. Solo me cuesta respirar, pero ya estoy bien. Me pidió que le llevara jugo y atole de granillo. Bien recuerdo que eran como las 10 de la mañana. Colgué y le comenté a mis hijos más chicos que su papá ya estaba bien, y que le iba a preparar su atole para llevárselo. También se lo compartí a los familiares de Ángel. Estábamos contentos porque el fin de semana estaríamos en casa juntos. Como a las 12 del día recibí una llamada de un número desconocido. La voz fue de una persona que hablaba inglés y que al mismo tiempo se apoyó de un perito intérprete. Me preguntaron primero si yo era Reyna, la esposa de Ángel. Les contesté afirmativamente y es cuando me dijeron que hablaban de parte del hospital para informarme que Ángel había fallecido. Fue como un golpe en el corazón. No supe que decir. Solo me puse a llorar y ya no pude seguir la comunicación. Al principio no creí en lo que me decían, porque había escuchado su voz y sentía que estaba bien. Es más, sus palabras fueron muy claras y por algo me había pedido lo que más le gustaba; su atole de granillo. No sé qué pasó en esas dos horas. Lo más trágico es que no hay alguien que conteste el teléfono para dar alguna información, que nos ayude a entender lo que pasó. Solo fue la noticia fría, de que Ángel estaba muerto.

Fueron momentos de mucho dolor y de mucha impotencia, porque no hay nadie que te preste auxilio y, además, no te permiten verlo. Solo la familia es la que por teléfono nos contestaba las llamadas y nos consolaba. No hay forma de saber dónde acudir para pedir informes. Lo único que pudo investigar mi cuñada es que buscáramos una funeraria, que tuviera algún espacio para poder cremarlo. Nunca creí que la mayoría de funerarias a las que hablé me dijeran que sus servicios estaban saturados y que no me podían programar una fecha para cremar a mi esposo. Gracias a Dios que encontramos un lugar esta semana.

Ahora viene lo más difícil, porque hay que conseguir el dinero. No hay esperanzas de que el gobierno nos ayude. Tampoco la empresa donde trabajaba Ángel, porque ahorita todo está cerrado y solo se puede hablar por teléfono. Como son oficinas nadie contesta. También hemos hablado al consulado de México y ni ahí nos contestan. Por eso, no hay a quién llamar ni a quién pedirle ayuda. Los familiares de Ángel son los que me van ayudar, porque tengo que pagar este lunes mil 700 dólares para el servicio de cremación. No sé cómo le voy a hacer para pagar ese dinero y para seguir comiendo con mis hijos. Hasta que pague me van a decir el día y la hora de la cremación. Solo espero que me entreguen sus cenizas, para que por lo menos podamos llorar y tener sus restos en una urna. Ojalá nos los puedan entregar, para sepultarlo como es nuestra costumbre. Ya que pase todo lo pensamos traer al pueblo, en Chimaltepec, municipio de Alcozauca, para que esté al lado de sus padres y abuelos.

Vivir en Nueva York en estos momentos del coronavirus es un gran sufrimiento, porque no existes para nadie. No hay una persona que te atienda. Cada quién está encerrado como en una cápsula. Todo mundo busca cómo sobrevivir y protegerse de los demás. No sabemos qué vamos a hacer, porque las autoridades de salud no nos han visitado para informarnos qué medidas vamos a tomar y qué estudios nos tienen que realizar. Además del dolor por haber perdido a mi esposo, quien se vino a Nueva York para darles una mejor vida a sus hijos, ahora nos encontramos también en riesgo. No sabemos si somos portadores del COVID – 19. Nos preocupa porque mi hermano y mi sobrino, con quienes compartimos el departamento, también tuvieron los mismos síntomas, aunque ahora están recuperándose. Nadie nos informa sobre lo que tenemos que hacer, para que no se vaya a repetir la historia de mi esposo.

Apenas una amiga mía que vive en el Alto Manhattan y es de Ixcuinatoyac, municipio de Alcozauca, me habló por teléfono, porque supo de la muerte de Ángel. Me compartió llorando de que su primo también había muerto a finales de marzo. Jhonny, es otro paisano, originario de San José Lagunas que también murió el mismo viernes 3 de abril. A los tres días tuvimos noticia de la muerte de Juan, quién radicaba en el Bronx y que era originario de Lomazoyatl, del mismo municipio de Alcozauca. Por último, nos informaron nuestros familiares que viven en la región, que en el periódico salió que otro paisano de Tlapa de nombre Armando, residente en Queens, también falleció el 27 de marzo.

Por los testimonios que hemos registrado con los familiares de las personas que residen en Nueva York son cinco las que han fallecido por la pandemia del coronavirus. Lo más grave es que los consulados no están proporcionando información sobre estos decesos y mucho menos están documentando y estableciendo contacto con las autoridades sanitarias, para atender a las familias de las personas que han fallecido, para prevenir mayores contagios y proporcionarles la atención médica que requieren. El caso de Reyna es un ejemplo de la desatención y discriminación que enfrenta la población migrante en la gran urbe donde se han reportado 9,385, siendo en su mayoría población latina y afroamericana. Un reporte reciente registra que el 34% es población latina y el 28% población afro, es decir el 62% de las defunciones corresponden a poblaciones marginadas. Se estima que alrededor de un millón de los hispanos en Nueva York son inmigrantes indocumentados sin seguro médico, según estimaciones del gobierno municipal. El mismo alcalde de Nueva York expresó que se trata de una “disparidad flagrante». Es decir, de la profunda desigualdad social y racial que existe en la ciudad más poblada de Estados Unidos, donde la población indígena de la Montaña enfrenta los estragos del COVID – 19, sin el apoyo de las autoridades mexicanas. El sueño se ha transformado en pesadilla para centenas de familias cuya sobrevivencia depende de las remesas que envían los migrantes de Nueva York, que en sus hogares ronda la muerte, y que en su horizonte, pesa la incertidumbre de cómo sobrevivir después del COVID – 19.

Fuente e imagen: http://www.tlachinollan.org/opinion-morir-de-covid-19-en-nueva-york/

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Chile: Movilh advierte aumento en casos de discriminación contra disidencias sexo/género en hogares

Redacción: Theclinic

Los conflictos se han traducido en violencia psicológica (58,2%), verbal (40,6%) y física (1.2%).

El Movilh reportó que la medidas decretadas por el Gobierno para frenar el brote de coronavirus están afectando a las personas de la diversidad sexo/genéricas.

La organización realizó una encuesta cuyos resultados arrojaron un 38 % de incremento en casos de homofobia.

“La convivencia cercana hace que los ataques vean la luz producto del relacionamiento más estrecho. Las personas homofóbicas incluso transfóbicas manifiestan que solo les molesta cuando lo ven, ahora lo están viendo de forma más periódica dentro de los núcleos familiares“, explicó a Efe el portavoz del Movilh, Óscar Rementería.

Según un sondeo realizado por la plataforma, los ataques denunciados abarcan desde la violencia psicológica (58 %) a la violencia verbal (41 %) y la física (1 %).

Para el 44,3 %, “entre los efectos del coronavirus podría encontrarse un incremento de la discriminación a las personas”.

En tal sentido, el 9,2 % señaló que ha sido discriminado por su orientación o identidad de género desde la aparición del primer caso de coronavirus en Chile. De estos, el 2,2 % fue víctima de agresiones físicas; el 6 2% de ataques verbales y 35,8 % de violencia psicológica.

Además, el 78,4 % consideró que el coronavirus afectará, al menos durante 2020, el avance de los derechos LGBTI en materia de políticas públicas y leyes.

Pese a ello, el 92,6 % se mostró de acuerdo con “la suspensión durante todo el año 2020 de cualquier evento masivo pro derechos LGBTI (marchas, festivales, tocatas, picnic, etc) mientras el contacto social siga siendo un riesgo”.

Fuente: https://www.theclinic.cl/2020/04/15/movilh-advierte-aumento-en-casos-de-discriminacion-contra-disidencias-sexo-genero-en-hogares/

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Sierra Leona: Se levanta la prohibición discriminatoria de que las niñas embarazadas asistan a la escuela

Redacción: Amnistía Internacional

A raíz de la declaración ministerial de que a partir de hoy se levanta con efectos inmediatos la prohibición de que las niñas embarazadas asistan a la escuela, Marta Colomer, directora adjunta en funciones de Campañas para África Occidental y Central de Amnistía Internacional, ha declarado:

“Hoy en Sierra Leona tenemos algo que celebrar: miles de niñas embarazadas podrán volver a asistir a clase en todo el país cuando sus escuelas abran de nuevo tras la crisis de la COVID-19.

Esta prohibición intrínsecamente discriminatoria que se viene aplicando oficialmente desde hace casi cinco años ya ha privado a demasiadas jóvenes de su derecho a la educación y de la posibilidad de elegir el futuro que quieren para sí mismas, y ahora ha quedado justamente relegada a los libros de Historia.
Marta Colomer, directora regional adjunta en funciones de Amnistía Internacional para África Occidental y Central

“Esta prohibición intrínsecamente discriminatoria que se viene aplicando oficialmente desde hace casi cinco años ya ha privado a demasiadas jóvenes de su derecho a la educación y de la posibilidad de elegir el futuro que quieren para sí mismas, y ahora ha quedado justamente relegada a los libros de Historia.

“A las niñas embarazadas se les se ha devuelto la dignidad. Nos congratulamos de que el gobierno haya anunciado que levanta con efectos inmediatos la prohibición de que asistan a la escuela, una victoria para todas las personas que hicieron campaña incansablemente para que ese gran cambio se hiciera realidad.

“Esperamos que ahora las autoridades de Sierra Leona elaboren estrategias para abordar las actitudes sociales negativas y la estigmatización que las niñas embarazadas llevan años sufriendo. Además, la decisión da esperanzas a otras niñas embarazadas de África a quienes se ha estigmatizado, discriminado y, en algunos países, prohibido también asistir a la escuela.”

Información complementaria

Hoy, el ministro de Educación Básica y Secundaria emitió un comunicado anunciando que la decisión tomada por el gobierno en 2010 por la que se prohibía a las niñas embarazadas asistir a la escuela y examinarse quedaba revocada con efectos inmediatos. En su lugar habrá dos nuevas políticas centradas en la “inclusión radical” y la “seguridad total” de todas las niñas y niños en el sistema educativo. El presidente Julius Maada Bio dejó claro que su gobierno de “Nueva Orientación” toma las decisiones basándose en datos y en las normas constitucionales sobre proceso debido.

El 12 de diciembre de 2019, el Tribunal de Justicia de la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (CEDEAO) resolvió que la prohibición debía ser levantada. La demanda que impugnaba la prohibición había sido presentada por la ONG de Sierra Leona WAVES junto con la ONG Igualdad Ya y el Instituto de derechos humanos y Desarrollo en África. Amnistía Internacional intervino como amicus curiae.

La organización ha documentado previamente la amenaza que suponía la prohibición, impuesta oficialmente en abril de 2015, durante la crisis del Ébola, para los derechos de miles de niñas. Debido al Ébola se produjo un brusco aumento de embarazos de adolescentes. El gobierno debe adoptar medidas para garantizar que esto no ocurre con la COVID-19.

Fuente: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2020/03/sierra-leone-discriminatory-ban-on-pregnant-girls/

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OPINIÓN | La brisa rebelde de la Costa Chica

Por: Tlachinollan

El paisaje encantador de la Costa Chica contrasta con la pobreza y la discriminación acendrada por siglos en la zona limítrofe de Guerrero y Oaxaca. El Guerrero Afro sigue siendo ignorado por los gobiernos que han implementado políticas racistas y que han satanizado su cultura que resiste los embates de la cultura blanca. La Costa Chica en gran medida es la costa afro que se extiende de Acapulco a Cuajinicuilapa, una región sumamente rica por su mega diversidad y por la pluralidad de expresiones culturales que se han fundido a lo largo de los años entre los pueblos Na savi, Me’Phaa, Ñomndaa, Nahuas y Afros. Esta abigarrada mezcla de cosmovisiones le han dado un estilo propio que define el carácter bullanguero del guerrerense de la Costa. Sus danzas tradicionales que nos remiten a los famosos diablos hasta las chilenas que nos contagian con sus ritmos candenciosos, nos transmiten la alegría al disfrutar de su sol y de sus playas.

La lucha de compañeros y compañeras Afros ha sido descomunal porque han peleado contra el muro infranqueable del racismo y han tenido que dar una batalla desigual contra un aparato gubernamental que los cosifica y les ha pisoteado sus derechos como individuos y como pueblo. A pesar de su presencia mayoritaria y de sus rostros radiantes en el puerto de Acapulco y en las cabeceras municipales de la Costa Chica, no se les respeta como portadores de una cultura que ha forjado nuestra identidad como guerrerenses. Se utiliza el término costeño para distinguirlos de los sectores sociales acomodados ubicándolo como parte de la clase trabajadora, que es iletrada tildándolo como alguien que no trabaja.

Esta conciencia de lo afro que ha increpado al poder político ha logrado transcender en el ámbito legislativo al reconocer su presencia como parte de la riqueza cultural de México. En Guerrero su lucha es a pulso y por eso han entendido que se tienen que conjuntar los esfuerzos con los pueblos indígenas, porque el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas pasa necesariamente por el reconocimiento de los derechos del pueblo Afro. La esencia de sus demandas es ser tratados como sujetos de derecho público, como lo han demandado también los pueblos indígenas de México, para romper con el circulo de la discriminación y revertir las políticas clientelares y asistencialistas. A la población Afro se le ha confinado a vivir en bajareques y a soportar los maltratos sistemáticos de los patrones. Se les ha relegado de los cargos públicos y aún se mantiene esa idea nefasta cargada de racismo de que la gente afro esta destinada a padecer la explotación económica. Para poder escalar social y económicamente varios miembros de la comunidad afro han tenido que negar sus raíces para aculturarse, asumiéndose como mestizos para no ser victimas de mayor discriminación.

En nuestro estado, se gesta una lucha inédita donde convergen las poblaciones indígenas con la población Afro para impulsar una ley de reconocimiento sobre sus derechos donde sean considerados como actores políticos capaces de realizar transformaciones sociales, ocupando cargos públicos y ejerciendo a plenitud sus derechos. Recientemente, se realizaron 10 foros de consulta para elaborar una ley que plasme de manera integral los derechos de los pueblos indígenas y Afro. Por primera vez, se realizaron esos foros en territorios donde predomina esta población. Fue muy significativa su presencia en Marquelia y Acapulco, donde pudieron expresar sus reclamos, pero ante todo sus demandas para ser respetados y reconocidos. La lucha actual que están dando tanto representantes de pueblos indígenas como del pueblo Afro es ejemplar; porque están demandando al Congreso del estado la creación de nuevos municipios con esta perspectiva de pueblo indígena y de pueblo Afro, como los casos de Las Vigas y San Nicolás Tolentino, y Temalacatzingo con la comunidad Me’Phaa del Rincón. Los pueblos han comprendido que la lucha por nuevas municipalidades es estratégica para romper con el aislamiento político y la discriminación institucionalizada contra los pueblos asentados en zonas rurales. La disputa por el financiamiento público que se le niega a las comunidades indígenas solo cobra sentido cuando se busca una nueva configuración política a través de la creación de nuevos municipios.

La Costa Chica ha hecho sentir su presencia a través de esta demanda legítima y ha logrado visibilizar la raíz encantadora del Guerrero Afro. Se está revitalizando su identidad, la recuperación de su historia, el reavivamiento de sus expresiones culturales y además el potencial económico que se plasma en la belleza de sus paisajes. Hay un proceso de retroalimentación en este intercambio de saberes que se dieron en los parlamentos abiertos y los mismos foros de consulta, donde muchos asistentes tuvimos la oportunidad de escuchar sus opiniones y su manera de ver el mundo. Hay un gran acervo histórico del pueblo Afro que tiene que incorporarse como parte de la enseñanza pública, que robustezca las raíces de nuestra identidad.

El día sábado, el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo la oportunidad de conocer esa vitalidad que trasmiten los pueblos indígenas y afro de la costa, de sentir su calidez y su espíritu jocoso, su lenguaje sencillo y directo, su efusividad, pero también su reclamo y su exigencia de justicia. Fue un encuentro festivo que contrastó con esta situación de pobreza que tiene que ver con el olvido secular y con este desprecio a quienes acostumbran disfrutar del mar y de la hamaca. Sintieron la cercanía de un presidente voluntarioso que quiere romper con la telaraña de la corrupción y que predica en todo momento que los nuevos programas sociales vendrán a resolver los problemas de la pobreza ancestral. Últimamente, ha celebrado con bombo y platillo que estos programas adquieran rango constitucional, como un gran logro de su gobierno. Fue recurrente en sus cuatro encuentros este mensaje de que la inversión millonaria que se está asignando a los programas de Bienestar no solo está asegurada, sino que también se incrementará cada año. En el ambiente, se siente que la gente tiene puestas las esperanzas de que se podrá cruzar este umbral de la pobreza con el apoyo presidencial. Hay muchas expectativas que se nutren con la cercanía y el saludo efusivo de la gente que tiene la suerte de sacarse una selfie con AMLO.

Es increíble la popularidad del presidente que, de acuerdo a un sondeo del mes de febrero, es la más alta del país, alcanzando el primer lugar, por encima de su estado natal. A pesar de los problemas más sensibles que enfrentamos en el estado, como es la violencia creciente y la pobreza galopante, su popularidad no ha mermado. En estos dos días de su gira por cuatro municipios de la Costa Chica, se sintió ese contagio de la gente con su presencia y su discurso. Es muy importante resaltar las luchas emblemáticas que se han dado en esta región, sobresaliendo las que se han dado en el municipio de Ayutla, dónde el caso de Inés Fernández Ortega es paradigmático porque, con su denuncia, como sobreviviente de tortura, logró una sentencia a su favor en la Corte Interamericana de Derechos Humanos que ha incidido en cambios legislativos. Un caso sumamente trágico fue la masacre del Charco acaecida el 7 de junio de 1998, donde elementos del ejército mexicano abatieron a 10 campesinos indígenas y un estudiante de la UNAM, sin que a la fecha se haya investigado a los elementos castrenses. En el acto de este domingo as 4 de la tarde, estuvieron presentes en primera fila Inés Fernández y cuatro viudas de El Charco. No podemos dejar de mencionar que seis estudiantes de los 43 desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa son originarios de este municipio, y siete más del municipio de Tecuanapa. Es decir, que los hijos de los indígenas campesinos y Afros también están dando la batalla para que haya justicia en el país y educación para los niños del pueblo.

Fue trascendental que los representantes del Concejo Municipal de Ayutla compartieran con el Presidente de la República la misma tribuna y que la voz del ejecutivo expresaran claramente su respaldo a este nuevo sistema de gobierno indígena elegido a través de las asambleas comunitarias. Es un modelo que está abriendo brecha para garantizar a los pueblos indígenas un acceso efectivo a los cargos públicos a través de sus usos y costumbres. Sin embargo, los grupos políticos y económicos que han detentado el poder en este municipio se empeñan en denostar al nuevo gobierno comunitario. Ciertos sectores de la cabecera municipal de Ayutla han exacerbado sus fobias contra la población indígena y reproducido un racismo recalcitrante. La presencia masiva de hombres y mujeres de los pueblos Na Savi, Me’Phaa y Ñomnnda de los municipios de Ayutla y de Xochistlahuaca fue una expresión del espíritu combativo que mantienen a los hombres y mujeres de la Costa-Montaña en las principales batallas por la justicia, la democracia y la igualdad. La presencia de la población Afro en Cuajinicuilapa y Marquelia mostró la fuerza y la gran animosidad de este pueblo, que ha roto las cadenas de la esclavitud y del racismo para estar también construyendo una nueva sociedad que lucha contra la desigualdad y todo tipo de discriminación. La presencia de AMLO en Guerrero le permitió sentir la brisa rebelde de los pueblos de la Costa.

Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan

Fuente e imagen: http://www.tlachinollan.org/opinion-la-brisa-rebelde-de-la-costa/

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De la razón pura a la pura sin razón

Por: Javier Tolcachier

El avance de las corrientes retrógradas es evidente. Y alcanza, como casi todo en la actualidad, ribetes mundiales.

El autoritarismo, la discriminación, la persecución política, la censura periodística, la violencia económica, el terror religioso, el armamentismo, la represión, el golpismo, han recobrado impulso poniendo en peligro a la humanidad.

Más allá de la repugnancia que suscita y la amenaza que significa, el rebrote de fanatismo conservador constituye el claro indicador de una coyuntura de declive histórico.

Se trata de fenómenos híbridos que combinan distintas dosis de fundamentalismo confesional y nacionalismos supremacistas. Una combinación agresiva que rechaza el diálogo o la argumentación, esgrimiendo postulados irracionales.

Más allá de la conspiración y la imposición violenta, estas corrientes concitan la adhesión de amplios conjuntos humanos. ¿Son tendencias indetenibles o una señal de profundización de decadencia sistémica? ¿Hay modos de refutar el caos, la confrontación y destrucción a la que conducen?

Es indudable que esta manifestación no es monocausal y responde a diversos factores. ¿Cuáles son las claves para entender el fenómeno?

Guerras intrareligiosas y ciclo racional

Ante todo, debe consignarse el marco metahistórico. Los siglos XVI y XVII marcaron en Occidente el fin de más de un milenio de absolutismo imperial católico. Por una parte la apertura crítica a una nueva visión del mundo que significó el Humanismo del Renacimiento y por otra, la severa crítica formulada por Lutero y otros referentes del protestantismo, resquebrajaron la potestad de la Iglesia Católica sobre los asuntos eternos y terrenos.

Con la Reforma (1517-55) y el cisma anglicano (1534) la esfera de influencia del  imperio católico romano sufrió un nuevo quiebre, luego del propinado por la separación de la iglesia oriental, en adelante ortodoxa, ocurrido a mediados del siglo XI.

Ante esto y el avance de la corriente humanista que desembocó en el triunfo del racionalismo en el siglo XVI, la iglesia romana organizó como respuesta el Concilio de Trento, que sesionó durante casi veinte años (1545-63).

El objetivo del concilio fue la fijación de las normas de la ortodoxia y el disciplinamiento de la hueste cristiana, desestabilizada por su propia decadencia, la fuga de almas y la consecuente pérdida de influencia política y económica. De importancia es señalar en este contexto la creación de la Compañía de Jesús fundada por el capitán Ignacio de Loyola en 1540. Ésta, de férreo voto de lealtad al Papa, sirvió en adelante como una de las principales espadas de la Contrarreforma católica, ocupando espacios preeminentes en el Colegio Romano pero también en la pretensión de expandir la fe única e influir políticamente en las regiones colonizadas.

La formación de estas dos grandes sectas cristianas en Occidente y la redistribución del poder político en Europa fue todo menos pacífico. A partir de entonces se desató una mortífera guerra religiosa, cuyo armisticio formal ocurrió con la Paz de Westfalia (1648) pero cuya rivalidad dura hasta nuestros días. La elección del jesuita argentino Jorge Bergoglio como máxima autoridad de la iglesia católica, habla a las claras del intento de defender a la grey latinoamericana – que representa aproximadamente el 40% de los fieles del catolicismo en el mundo – del embate de las iglesias neopentecostales en la región.

Al mismo tiempo, el ciclo inaugurado por Descartes, Bacon, Copérnico, y tantos otros, los que erigieran a la Diosa Razón en el altar parece debilitarse luego de cuatro siglos de desarrollo. La consolidación de esquemas positivistas y materialistas que posibilitaron un salto científico y tecnológico exponencial, no ha logrado dar respuesta cabal a las necesidades espirituales y existenciales del ser humano, ni siquiera permitir una redistribución equitativa del bienestar, por lo que el clamor por un cambio de paradigmas se hace oír mundialmente. La pregunta por el Sentido de la Vida vuelve a reclamar su justo lugar.

Armamento para moldear conciencias

La Democracia Cristiana como corriente política fue impulsada en Europa y América para contrarrestar el avance de las ideas anarquistas y socialistas en la capa obrera. A la idea de revolución, la doctrina social de la iglesia opuso la idea de concertación. Luego de la segunda guerra mundial, muchos jóvenes cristianos, como parte de la rebelión generacional de los años 60’, conmovidos por la tremenda desigualdad y miseria reinante en el continente, alentados por el triunfo de la revolución cubana, y disconformes con la hipocresía de las clases dominantes en alianza con los sectores católicos conservadores, adhirieron a proclamas revolucionarias.

Al mismo tiempo, luego de la conformación, en la misma década, de Comunidades Eclesiales de Base, la realización del Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, tomó fuerza la corriente de la Teología de la Liberación, que promovía en su interpretación la opción preferencial por los pobres y la necesidad de liberación económica, social, política e ideológica como parte inescindible del concepto de salvación cristiana.

De este modo, una vertiente del catolicismo, más allá de su tradición conservadora, apareció por la época como posible fuente de rebeldía frente al injusto mundo establecido. El entonces vicepresidente de Estados Unidos, Nelson Rockefeller, calificó en el informe de 1969 a Richardo Nixon, a la iglesia mayoritaria de “aliado no seguro”, por ser un “centro peligroso de revolución potencial.”

Poco después, ya en la era Reagan, los Documentos de Santa Fé, concretaron propuestas para establecer una guerra cultural, teniendo como uno de los principales antagonistas a la Teología de la Liberación, “una doctrina política disfrazada como una creencia religiosa”.[1]

Desde ese momento, signado por la victoria de la Revolución Sandinista – con decisivo apoyo de destacados adherentes de la Teología de la Liberación – y los alzamientos insurgentes en Guatemala y El Salvador –entre muchos eventos concomitantes en otros puntos de la región- el gobierno estadounidense establecería una serie de programas destinados a financiar la expansión de los credos evangelistas en América Latina.

Con éxito, debe señalarse. Según el informe del Pew Research Center “Religión en América Latina, Cambio generalizado en una región históricamente católica” (2014) el 19% de la población de la región se declara adherente a la fé evangélica – en cualquiera de sus múltiples denominaciones, mientras que la pertenencia al catolicismo bajó de un 94% (1950) a un 69%. Como ejemplo significativo de la penetración religiosa, en los tres países centroamericanos mencionados antes  –El Salvador, Guatemala y Nicaragua–“aproximadamente cuatro de cada diez adultos se describen a sí mismos como protestantes.”

La quiebra social del capitalismo

El capitalismo ha fallado en su promesa principal. Lejos de generar un bienestar generalizado a partir de la propiedad privada y la libre competencia, la pobreza, el hambre, la desigualdad y la concentración monopólica se han agigantado a límites intolerables.

Miles de millones de personas se encuentran por debajo o apenas por encima de la línea de la indigencia. La práctica neoliberal ha cortado a su vez las débiles líneas de apoyo y sustentación social desde el Estado, haciendo de éste una maquinaria de endeudamiento, despojo y represión.

En este panorama de abandono y exclusión, las iglesias neopentecostales, difusoras de la “teología de la prosperidad”, han servido como fundamento teórico del cuentapropismo de subsistencia. El servicio brindado al individualismo con esta correntada de emprendedores de la pobreza es evidente.

Al mismo tiempo, las iglesias en sí representan una enorme oportunidad de negocios. Los pastores que encabezan algunas de las principales agrupaciones son propietarios o principales accionistas de fuertes grupos económicos con amplia incidencia mediática y creciente influencia política.

El vértigo de la incertidumbre

Los cambios suscitados en las últimas décadas por la aceleración tecnológica han mudado el paisaje externo por completo. Usos, costumbres y dinámicas de la vida social han sufrido variaciones prácticamente totales. Esto ha producido en vastos conjuntos una poderosa sensación de extrañeza. La incerteza acerca del futuro es hoy la única certeza, lo que produce una fuerte sensación interna de inseguridad.

En este mar embravecido, los credos salvacionistas aparecen con su fijeza y su inmovilismo como mástiles firmes. La ilusión de “volver atrás”, a atuendos, rituales y reglas perimidas, ofrecen el atractivo de reavivar viejos paisajes conocidos. En sentido figurado, es como introducirse en un escenario cinematográfico armado para revivir décadas anteriores.

Algo similar sucede con la inestabilidad que genera la espectacular posibilidad de la conexión entre las distintas culturas que habitan el planeta. Donde los espíritus humanistas ven la riqueza de la diversidad, el temor ancestral de algunas culturas – fomentado intencionalmente por figuras inescrupulosas de la derecha – hace ver acechanzas y peligros. En ese pantano de exclusión, incertidumbre y diferencias abrevan los nacionalismos a ultranza.

La ruptura del tejido social

Como consecuencia del individualismo impulsado por el neoliberalismo y la progresiva pérdida de cohesión por el desgaste de antiguos valores, se ha producido una ruptura severa del tejido social. Como ya señalara Silo hace ya más de dos décadas “los compañeros de trabajo, de estudio, de deporte, y las amistades de otras épocas toman el carácter de competidores; los miembros de la pareja luchan por el dominio, calculando desde el comienzo de esa relación cómo será la cuota de beneficio al mantenerse unidos, o cómo será la cuota al separarse. Nunca antes el mundo estuvo tan comunicado, sin embargo los individuos padecen cada día más una angustiosa incomunicación. Nunca los centros urbanos estuvieron más poblados, sin embargo la gente habla de “soledad”. [2]

En este clima de abandono y fracaso viven millones de personas, clamando por ámbitos amables que los acojan y ayuden a sentirse reconocidos y parte de una comunidad. Queda a las claras cómo la oferta evangélica conecta directamente con esa necesidad, mitigando el desamparo y el aislamiento.

La degradación ética o la propagación sin ética

Los medios hegemónicos de difusión muestran por doquier muerte, violencia, corrupción. En una proyección de su propio vacío moral, estos propagadores de sinsentido, producen desaliento colectivo, opacando, ocultando o tergiversando las acciones humanas solidarias, el afecto y empeño que millones de seres humanos ponen en sus quehaceres de construcción cotidiana.

Por supuesto que existe el delito, la defraudación, la malevolencia. Sólo que la proporción no es la que muestran las cadenas monopólicas. La sensación generalizada por esta propagación sin ética, es que se vive un caos moral de dimensiones apocalípticas. De este malestar se aprovechan predicadores entrenados para amonestar el estado social pecaminoso y anunciar su camino de supuesta redención. El mito de Sodoma y Gomorra cobra vida en encendidos discursos y, como en feria de pueblo, se vende la panacea bíblica como poción eficaz para la restitución moral.

La reacción a la imposición cultural

Después de la guerra de mediados de siglo XX, los pueblos lograron producir una importante oleada de autodeterminación. Como había ocurrido en América en el siglo anterior, despertaron a la independencia numerosas naciones de Asia y África hasta entonces sojuzgadas por el yugo colonial.

Al mismo tiempo, el bloque socialista y el Movimiento de los No Alineados presentaron una barrera efectiva a las pretensiones de dominación unipolar de la alianza atlántica de Estados Unidos y las ex potencias imperiales europeas.

El bloque occidental respondió a aquel brote emancipador, con la estrategia de recolonización mundial denominada “globalización”, que intentó implantar cánones civilizatorios, valoraciones y hábitos de consumo adaptados a las necesidades de dominio económico y cultural del imperialismo.

En reacción a esta imposición brutal, los pueblos buscan refugio en el nacionalismo. Nacionalismo que, al igual que ya sucedió en la anterior crisis económica mundial, es manipulado por las oligarquías establecidas, para culpar al extranjero y no al poder imperial de la situación.

De este modo, la xenofobia se expande como vía catártica a un sistema sin salida, derivando hacia racismos explícitos o encubiertos, dividiendo a los sectores que padecen circunstancias similares, en base a orígenes culturales diferentes.

Al mismo tiempo, la autoafirmación étnica provee un sentido de identificación y comunidad que también actúa como placebo ante la disolución de lazos interpersonales y colectivos. El acendrado resurgir nacionalista es una justificada rebelión contra la irracionalidad de pretender un mundo al antojo y medida del poder imperial, como también el intento de recuperar identidad propia y sentidos cohesores en un mundo crecientemente mixto y plural, vertiginoso y sin rumbo manifiesto.

Con la proa al futuro 

Como ya ha sucedido antes en la historia, las antesalas de un nuevo tiempo traen consigo  reflujos de tiempos perdidos. El Renacimiento Humanista, por ejemplo, que logró una verdadera revolución del espíritu humano, comenzó revalorizando motivos griegos y romanos que habían sido sepultados o apropiados por el nuevo imperio católico.

Sin embargo, ningún mundo nuevo se ha construido sobre la base de valores desgastados. Las mujeres y los jóvenes protagonistas de las actuales revoluciones serán también los gestores de los paradigmas que ya asoman en una renovada sensibilidad cargada de horizontalidad, autonomía, irreverencia, alegría, desparpajo y creatividad.

Ante esta revolución mundial, las anticuadas estructuras crujen y los pregones del retroceso emiten su chillido gutural.

¿Cuál será el modo de neutralizar la obcecación de la barbarie? Comprender el fenómeno en su raíz es, sin duda, el primer paso.

[1] Extraido de “Recolonización o Dependencia”, Calloni, S. y Ducrot V. E.

[2] Silo. Cartas a mis amigos. http://silo.net/es/collected_works/letters_to_my_friends

Fuente e imagen:  https://rebelion.org/de-la-razon-pura-a-la-pura-sinrazon/

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El coronavirus que «justifica» la sinofobia

Por: Paloma Chen

En diversos países, el coronavirus ha sido utilizado para discriminar y estigmatizar a la población china. ¿Es la sinofobia algo nuevo o el coronavirus es una buena excusa para quienes ya la promovían?

El coronavirus o COVID-19 fue detectado por primera vez en la ciudad china de Wuhan en diciembre de 2019 y, desde entonces, ha acabado con las vidas de más de 2000 personas en territorio chino. Más de 74.000 están infectadas y todos los ciudadanos chinos han visto sus rutinas diarias alteradas. Fotografías de las calles desiertas de algunas de las ciudades más pobladas del mundo, como Beijing o Shanghái, se comparten en redes sociales a toda velocidad. Las universidades y escuelas empiezan a implantar plataformas online para que los alumnos reciban las clases en sus casas. Chinos y extranjeros que han viajado por China durante los últimos meses, al regresar a Europa y Latinoamérica, hacen cuarentena voluntaria en sus casas. Por todas partes, se mira con recelo a personas con rasgos asiáticos, incluyendo japoneses, coreanos, tailandeses o chinos de segunda o tercera generación.

Activistas de origen asiático de Europa y América han puesto en marcha diversas campañas de concientización y denuncia, como la de #NoSoyUnVirus, frente a la proliferación de casos de discriminación racial y xenofobia: se refieren, según explican, a apelaciones en la calle, miradas ofensivas, marginación en las escuelas, oficinas de trabajo y transporte público, y preguntas indiscretas. Los «Chinatowns» de todo el mundo tienen más de la mitad de sus establecimientos cerrados; los clientes no se atreven a ir. Niñas y niños sufren burlas crueles y palabras, injustificables de ninguna manera, de desprecio y miedo. «A nuestros propios hijos, en el colegio, les llaman coronavirus», declaraba el 4 de febrero el encargado de Negocios de la Embajada China en España, Yao Fei, y añadía, «pero lo tomamos como bromas de niños». Apuntaba a que eran «casos aislados».

Efectivamente, muchas personas, tanto blancas y nativas de los países europeos, como chinas, asiáticas y de origen extranjero o migrante, descartan el racismo como la causa del acoso verbal y físico. Consideran que son incidentes puntuales provocados por la histeria de la hipocondría. Olvidan que la prevención es comprensible; las manifestaciones xenófobas, no. Los prejuicios raciales son problemáticos, pero todos los tenemos, por razones biológicas y por la cultura que nos han inculcado. El coronavirus no ha disparado la xenofobia, sino que ha ayudado a que esta se exprese más virulentamente. El conflicto deviene cuando los prejuicios raciales interiorizados son expresados explícitamente por parte de quien también sustenta el poder: en ese momento se comete un abuso que debe ser denunciado.

Desafortunadamente, la xenofobia es un monstruo que todas las sociedades esconden, pero la verdadera tragedia es que sea legitimada por las instituciones de poder, que detenta una elite («blanca» no solo de color de piel, sino de pensamiento y de producción del discurso), que margina al colectivo chino y al resto de colectivos racializados y de origen migrante. Muchos ciudadanos europeos y estadounidenses blancos siguen viendo a la población china como un ente extraño, extravagante, extranjero (a pesar de su integración pacífica y sus aportaciones económicas y culturales a las sociedades de acogida) e inferior.

En las dinámicas cotidianas, la sociedad dominante aún interactúa con el colectivo chino con un temor que impide conocer. La ignorancia bloquea la empatía, la capacidad de sentir o entender que los otros somos nosotros, y que se traducen en burlas y molestas apelaciones repetidas cotidianamente. En las dinámicas colectivas, el poder blanco cristaliza en el racismo institucional; un sistema capitalista que se mantiene gracias a que las sociedades del centro se alimentan de las sociedades de la periferia, y que promueve un discurso de otredad que descarta las políticas del antirracismo activo o la interculturalidad en beneficio de la supuesta multiculturalidad (la convivencia de distintos colectivos que se toleran pero no se mezclan; la negación de la identidad múltiple o fronteriza), o que es directamente irrespetuoso con los derechos humanos (la negación de la regularización o de la nacionalidad).

Frente a la mayoría privilegiada, los colectivos migrantes y racializados se desvían de la norma y son penalizados con la señal permanente del estigma. En una sociedad occidental, ser chino no es normal: ser chino es ser una persona racializada, es ser una persona marcada, porque si bien ciertas actitudes o comportamientos se pueden disimular o esconder (los gestos amanerados de los hombres, o los masculinos, de las mujeres, por ejemplo, que son también desviación del estándar normativo), la raza es una piel de la que uno no se puede deshacer.

La campaña #NoSoyUnVirus ha ayudado a muchas personas anónimas a que cuenten abiertamente sus experiencias de discriminación y a que reciban apoyo. Portavoces de la campaña aseguraron sentirse orgullosos de haberlas hecho entender que tenían derecho a quejarse y a defenderse, y que los comentarios y ataques racistas no son normales, o no deberían estar así de normalizados.

Antonio Liu Yang o Yong Li, participantes de la campaña, explicaron que pretenden crear una plataforma antirracista con continuidad, que no trabaje solo los brotes más explícitos de xenofobia, como el impulsado por el coronavirus, sino que abogue, en un primer paso, en la dirección de la normalización de ser una persona asiática en una sociedad occidental, y más adelante, en el alcance de representación política y poder institucional, pasando por la educación y la promoción del diálogo entre las minorías y las mayorías.

Es en esta dinámica de poder establecida entre la sociedad mayoritaria occidental y el colectivo chino racializado y de origen migrante donde se enmarcan los «repentinos» ataques a la comunidad china.En realidad, este no es un discurso nuevo: la enfermedad ha sido una de las variables que las élites y mayorías de todo el mundo (no mayoría, tampoco, en el sentido numérico, sino en el de detentar el poder institucional) han utilizado para aislar a los colectivos vulnerables. De esta manera, se justifica la marginación aludiendo no a que sean de otra raza (rasgo esencialista que, al no poderse cambiar de acuerdo a los deseos del individuo, permanece como una característica que no está bien vista, o es políticamente incorrecta, atacar) sino a la higiene.

La asociación del coronavirus con el consumo de animales salvajes ha promovido desde Occidente un discurso culpabilizador hacia las víctimas, que son estigmatizadas por desviarse de la norma: del estándar marcado por la civilización blanca respecto a las costumbres alimenticias y los niveles de salubridad, y ha vinculado la enfermedad con una nacionalidad y raza concretas.

El periódico francés Le Courrier Picard presentaba el 26 de enero de 2020 en portada a una mujer asiática con una mascarilla y el titular «Alerta amarilla». El editorial, incidía: «Un nuevo peligro amarillo». El «peligro chino» ha sido una de las grandes pesadillas del mundo occidental durante los siglos XIX y XX; a pesar de que Occidente era el dueño del sistema colonizador e imperialista, sufrió de un terrible pánico irracional a, más que a una nación específica, a una raza específica: la amarilla, una raza sucia, sexualmente desviada, impura, mafiosa, taimada.

Las respuestas al por qué de los brotes de xenofobia y racismo en todo el mundo contra las personas chinas no están en la peligrosidad del coronavirus y en la necesaria prevención, sino en la imposición de cierta narrativa: un relato monopolizado desde el saber eurocéntrico, que nos ha convertido en individuos ignorantes y perezosos, sin capacidad de discernir quién, cómo y de qué manera se producen los discursos. Nuestra limitada mirada está poniendo barreras a nuestra comprensión, y nos abandona a los riesgos del relato único del que hablaba Chimamanda Ngozi Adichie.

Deberíamos sustituir nuestro pavor al coronavirus por terror a no escuchar las voces que disienten del discurso racista, y que se mantienen ocultas tras las configuradas desde el poder blanco (las que tienen «piel negra, máscaras blancas»), y utilizadas frecuentemente como ejemplos positivos de una supuesta «integración» frente a la «no integración» o «integración problemática» de otras comunidades migrantes o racializadas.

Teniendo en cuenta, además, que la norma siempre es homogénea (aunque con diferentes niveles de legitimidad), son peligrosas las desuniones de las diversas comunidades minorizadas en base a sus diferencias, dado que las desviaciones de la norma son siempre múltiples, diversas y se refieren a necesidades varias.

Tanto las elites y mayorías, como las minorías y los colectivos vulnerables, deberían ser conscientes de que lo son y de en qué campo se mueven en el juego del poder: por mucho que digan que el equilibrio es imposible, será la consciencia histórica y de comunidad, el saber de desde dónde partimos y de dónde venimos, la que nos ayudará a llegar a un lugar mejor, donde el poder institucional esté repartido de manera más igualitaria.

Fuente e imagen: https://nuso.org/articulo/coronavirus-sinofobia-China-discriminacion/

Imagen: https://pixabay.com/illustrations/outbreak-coronavirus-sars-cov-2-4883464/

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¿Qué dice el Ministerio de Educación por la discriminación en los planteles?

América del Sur/ Ecuador/ 24.02.2020/ Fuente: www.elcomercio.com.

Este viernes 21 de febrero del 2020, el Ministerio de Educación recordó a las autoridades y docentes de escuelas y colegios de Ecuador que deben rechazar y reportar cualquier acto discriminatorio que atente contra las y los estudiantes del sistema educativo, siguiendo las rutas y protocolos.

Educación señaló que «es responsabilidad de las autoridades educativas precautelar la permanencia en el Sistema Nacional de Educación de las niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos de todas las nacionalidades, por lo que se debe dar el seguimiento y acompañamiento adecuado».

A través de un comunicado, el Ministerio recordó que estas y otras directrices son parte del memorando MINEDUCSIEBV-2019-00065-M del 21 de enero de 2019. Entre otros puntos, desde la Cartera se enfatizó que no se tolerará ningún acto de discriminación hacia los estudiantes del sistema educativo ecuatoriano.

El Ministerio ordenó evitar generar incertidumbre y/o desinformación. Por lo que -dijo- no se debe compartir información que promueva imágenes, discursos y actitudes de odio en ninguna red social, sea personal o institucional.

Asimismo, señaló la institución, se deberán seguir las recomendaciones que informa el Ministerio de Educación en sus cuentas oficiales. La Secretaría señaló que se debe garantizar la aplicación de otro Acuerdo Ministerial, el Nro. MINEDUC-MINEDUC-2018-00030-A, en donde se establecen medidas para garantizar la seguridad e integridad de los estudiantes durante la entrada y salida y el control de ingreso de personas externas a la institución educativa.

Este acuerdo fue emitido el 27 de marzo del 2018 en el período de Fander Falconí como ministro de Educación. En él se establece que el traslado de los estudiantes desde su domicilio hasta las instituciones educativas, estará bajo responsabilidad de las madres, padres o representantes legales, excepto en los casos en que los estudiantes utilicen el servicio de transporte escolar debidamente contratado, observando para el efecto la normativa emitida por la Autoridad Educativa Nacional.

En estos casos, la responsabilidad del traslado de los estudiantes será compartida entre la máxima autoridad del establecimiento educativo, el transportista, la madre, padre o representante legal del estudiante, y el docente responsable de garantizar el uso del servicio.

Este acuerdo también indica que: -El transporte escolar deberá garantizar la accesibilidad de estudiantes con discapacidad, de conformidad a lo establecido en la normativa vigente. -Los estudiantes de educación inicial hasta tercer año de Educación General Básica deberán trasladarse a la institución educativa, sin excepción, acompañados de su madre, padre y/o representante legal o de una persona debidamente autorizada y registrada ante las máximas autoridades de la institución educativa. -Antes del inicio de cada año escolar, los padres y madres deberán notificar a la máxima autoridad del plantel la modalidad de traslado; los datos del responsable del traslado, número de celular de representantes, entre otros.

Fuente de la noticia: https://www.elcomercio.com/actualidad/ministerio-educacion-discriminacion-estudiantes-ecuador.html

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