Vallejo: «La violencia digital es tan grave como otros tipos de violencia contra la mujer»

Por: Matias Rojas

La ministra secretaria general de Gobierno, Camila Vallejo, participó en acto de ONU Mujeres sobre «innovación y tecnología para la igualdad de género», donde se explayó sobre cómo se reproducen las discriminaciones sistemáticas en el mundo virtual.

Enmarcado en las conmemoraciones por el Día Internacional de las Mujeres, la vocera de GobiernoCamila Vallejo asistió al panel «Por un mundo digital inclusivo: innovación y tecnología para la igualdad de género” organizado por ONU Mujeres.

La actividad se desarrollo en el Centro Cultural GAM, donde la ministra Vallejo afirmó que  la violencia digital contra las mujeres “es parte de la discriminación sistemática que hemos vivido en todos los ámbitos de nuestras vidas a lo largo de la historia, y se origina, de forma interconectada, con las desigualdades salariales, con las discriminaciones de clase o por el color de nuestra piel, con la división sexual del trabajo…».

Además, la secretaría de Estado señaló que el anonimato en el mundo digital también alimenta los ataques y la discriminación. “Este tipo de violencia es tan de grave como los otros tipos de violencia que existen hoy contra la mujer, y no podemos ni debemos bajarle el perfil”.

Siguiendo ese punto, la ministra Vallejo afirmó que como país “tenemos que caminar hacia un marco común que ayude a enfrentar de manera conjunta el problema de la violencia de género, haciendo valer las responsabilidades que tienen hoy en día las plataformas, en un esfuerzo mancomunado entre el Estado, la sociedad civil y el mundo privado”.

Otra asistente al panel fue la ministra de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Silvia Díaz, quien se refirió a los desafíos que traen consigo las nuevas plataformas.

«Los algoritmos que puntúan nuestra cotidianidad digital reproducen los patrones de discriminaciones del mundo físico, porque están alimentados y construidos con datos que reflejan las desigualdades de género actuales«, afirmó.

Fuente de la información e imagen: https://www.eldesconcierto.cl

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Las madres de niños con necesidades especiales se organizan contra la soledad de los cuidados

Por: Sarah Babiker

Los cuidados de la infancia con necesidades especiales son a menudo asumidos en solitario por las madres. Ante la no implicación de los padres, y la falta de acompañamiento institucional, muchas apuestan por la organización colectiva y el apoyo mutuo.

“Lo logré después de mucho pelear” es una expresión que se repite con cierta frecuencia conversando con madres de hijas e hijos con necesidades especiales. Las circunstancias, limitaciones, desafíos y recursos de estos menores son muy diversos pero sin embargo hay algo que les une: no lo tienen nada fácil. Tampoco es fácil para quienes asumen sus cuidados: la distancia entre lo que necesitan estas niñas y niños y lo que las administraciones ofrecen, la suplen, habitualmente, los esfuerzos y la dedicación de la familia. Y más que la familia, en muchas ocasiones, la madre.

Hace unas semanas nacía en Barcelona el Sindicat de Mares en la Diversitat Funcional. María Herrero, una de sus promotoras, apostaba de esta manera por el apoyo mutuo y la politización del colectivo para visibilizar el problema e influir sobre las políticas públicas con una perspectiva feminista. Tenía como referente la experiencia del Sindicato de Inquilinos, y la convicción de que eso que le pasaba a ella —verse sola ante los cuidados de su hijo autista, por la ausencia de implicación del padre— le tenía que pasar a más gente.

Con una amiga prepararon un mail, se trataba de un ejercicio de boca a oreja para encontrar madres de hijos e hijas con diversidad funcional en la misma situación, es decir, solas con los cuidados. De ahí salió un grupo de whatsapp en el que tramar juntas: “nos atraviesan cosas que tienen que ver con el machismo y tienen que ver con la discapacidad y con los cuidados, por ejemplo, la invisibilidad, que en nuestro caso es enorme, entre que somos pocas y no tenemos tiempo por el trabajo a destajo y la sobrecarga”.

“No hay una mirada social que penalice mínimamente a los padres por desentenderse de los cuidados, no digo que les condenen ni les den latigazos, pero sí ese control social de pensar: qué bestia, ha dejado a su hijo”

Cuando el ex compañero de María desapareció unos meses dejándola sola en el cuidado de su hijo, en su centro educativo le dijeron que de todas formas, el niño estaba claramente mejor con ella, que había mejorado mucho. Ese comentario, esa mirada, no era lo que ella necesitaba: “no hay una mirada social que penalice mínimamente a los padres por desentenderse de los cuidados, no digo que les condenen ni les den latigazos, pero sí ese control social de pensar: qué bestia, ha dejado a su hijo”, en definitiva, una mirada feminista que exija lo mismo a madres y padres.

Para visibilizar y hacer políticas públicas que aborden estas situaciones quieren datos. Datos que den cuenta de la situación en familias entre las que cada vez son más las monomarentales: “para ser monoparental en Catalunya el padre debe de aportar menos de 175€ al mes. Una de las reivindicaciones a nivel más práctico es que si hay hijas o hijos discapacitados y el padre no se ocupa, la familia es monomarental, da igual lo que pague o no pague, porque el dinero es importante pero mucho más importante es tener tiempo, tener horas, tener vida”, afirma rotunda.

Extrema división sexual del trabajo

La de Ana, otra de las integrantes del Sindicato, no es una familia monoparental. “Nosotros nos concebimos como un equipo, él es el cazador que tiene que salir a cazar, y yo me quedo en casa cuidando de los niños, pero es que es así, no lo podríamos hacer de otra manera”. Los niños son dos: uno de 11 y otra de 5. Es la pequeña. Martina, quien precisa cuidados continuos desde que a los dos años le diagnosticaron diabetes infantil. “Los niños con diabetes tienen una situación super variable”, explica Ana. Hay que estar pendientes de su nivel de glucosa, de noche y de día. “De entrada, yo dejé de trabajar y de dormir”.

Cuando diagnosticaron a la pequeña estaba a punto de empezar el colegio. Sin embargo, no había noticias de que alguien iba a estar ahí, en el aula, para estar pendiente de que a Martina no le diese una subida peligrosa de azúcar: su madre se plantó un mes y medio en la puerta del colegio, subía cada hora y media para medir sus niveles de glucosa. A ella, que previamente trabajaba en un Centro de Educación Especial le dijeron en la mutua que lo de su hija no era para tanto, que casos mucho más duros habría visto en su trabajo. Mientras, Ana movía cielo y tierra para conseguir que se acompañara todo el tiempo a la niña. Lo consiguió.

Junto a un grupo de familias, esta madre reivindica las “necesidades sanitarias”, una figura que no existe y que lo que implica es un trabajo transversal entre las áreas de salud y las de asuntos sociales (en su caso, de la Generalitat), y que englobaría casos como los de su hija, que consideran, no deberían tramitarse por discapacidad o dependencia porque se tratan de una problemática distinta. También demandan que ante diagnósticos como el de Martina exista la figura de un acompañante de la familia para agilizar los trámites y que la familia pueda centrarse en los cuidados.

“Volvemos a dedicarnos a los cuidados de nuestros hijos porque las instituciones no nos dan una respuesta que nos ayude a poder conciliar y estamos aquí aparcadas. Y como estamos tristes y calladas pues tampoco hacemos mucho ruido. Y esto al sistema le va bien, tenernos calladas, ocupadas y tristes”, reflexiona Ana. Recuerda que esta vuelta, o radicalización de la división sexual del trabajo se cobra sus víctimas. “La ruptura de la relación, para muchas mujeres que han tenido que dejar de trabajar, las situa en una situación muy precaria económica y emocionalmente”. Y conservar el trabajo o los ingresos tampoco resulta fácil: Ana es interina, en estos días se abren los exámenes para entrar en la bolsa de trabajo, la sobrecarga ha hecho que se le pasara el plazo y se puede quedar sin su plaza, y por tanto sin prestación, con lo que esto supone para la economía familiar.

“Volvemos a dedicarnos a los cuidados de nuestros hijos porque las instituciones no nos dan una respuesta que nos ayude a poder conciliar y estamos aquí aparcadas. Y como estamos tristes y calladas pues tampoco hacemos mucho ruido. Y esto al sistema le va bien”

Políticas de trazo grueso

Por un lado pelear y pelear para conseguir cualquier cosa, por otro, miradas institucionales que no se adaptan a sus necesidades. “Mira María, lo que tengo ahora es un 38 y tú necesitas un 41, te va a doler” le dijo una trabajadora de la empresa que centraliza asistencia a domicilio a Herrero. La metáfora escondía una carencia: la de personal adecuado para trabajar con niños con trastornos de conducta, como es el caso del hijo de María. “Pues no lo cojo, pero entonces me quedo sin nada”, piensa. Aún recuerda cuando una de estas trabajadoras no especializadas acabó encerrada en la terraza del piso en pleno invierno.

A María le vuelve la angustia de ser imprescindible porque no se le provee ayuda que valga para ella y su hijo. Además, ha detectado cómo, cuando se le plantea ayuda, a través por ejemplo, de la ley de dependencia, se hace de tal modo que el agotamiento los cargan otras mujeres. Ante la recomendación de buscar un asistente personal para su hijo en el marco de la ley de dependencia averiguó en un par de empresas que si bien la prestación es de algo más de mil euros, el trabajador o trabajadora, ingresaría 570. “¿Perdona? Además las familias tendremos que pagar alguna cuota más. Es el modelo público privado de mercantilización. ¿Qué poder de cuidados puedes demandarle a alguien que está cobrando 7 euros la hora?”. Desde esa mirada crítica, una de las primeras cosas que ha hecho el sindicato ha sido reunirse con representantes del Servicio de Asistencia a Domicilio.

Herrero ha reflexionado sobre todo esto, entre sus lecturas, las críticas de Amaia Pérez Orzoco a la Ley de dependencia. Ante la nada previa, la economista feminista ofrece un balance general: “Mejor con la Ley de dependencia que sin la Ley de dependencia”. Lo dice con una cierta ironía antes de proceder a listar todas las deficiencias que entonces y ahora achaca a esta ley: la reprivatización de los cuidados, que vuelven al hogar, su mercantilización, y estar basada en salarios bajos y precarias condiciones laborales para trabajos feminizados y muchas veces racializados.

Pérez Orozco intuye que el foco de la ley se ha ido mucho hacia envejecimiento y se ha desdibujado en lo relativo a diversidad funcional. Además, “ha estado muy centrado en la dependencia y muy poco en la autonomía personal”, y por último, en términos de presupuesto “ha sido un brindis al sol”. En definitiva, para esta integrante de la colectiva XXK, la ley de dependencia fue resultado de las demandas feministas de abordar la cuestión de los cuidados, pero al final, si bien “como toda gran ley contribuyó a anclar el debate, también lo acotó”, limando su potencial transformador.

La cuidadora proveedora

Si la enfermedad de la hija de Ana es —al menos superficialmente— conocida, la de la hija de Sonia, una niña con el síndrome de Blount, es una enfermedad rara. Cuando a su hija le descubrieron esta afección, solo se conocían dos casos más en el Estado. Sus piernas no crecen bien, necesitan muchas intervenciones para ir enderezándolas, operaciones que le han hecho tener que ir en silla de ruedas, que generan dolores en espalda y cadera, que hacen complicada la vida. Un diagnóstico que a Sonia, vicepresidenta de la asociación leonesa Capacidad Positiva, le costó aceptar, y que el padre de la niña no supo asumir.

Llegó el divorcio y la monomarentalidad sobrevenida: y otra mujer dejando su trabajo y ocupándose netamente del cuidado de su hija. Del mismo modo que Ana tenía que subir cada rato a mirar el nivel de azúcar de su hija, Sonia tenía que poner a la suya al baño, y si había excursión, ahí estaba ella empujando su silla de ruedas. Ahora la niña tiene 17 años, y Sonia un trabajo donde no le ponen problemas con las horas que dedica a los cuidados. Pero no han faltado las peleas.

Uno de los pulsos más importantes fue con el instituto, a la niña le correspondía uno de educación especial: pero ella no tenía dificultades para seguir en un instituto convencional, y además el centro estaba a 25 km que debía recorrer en taxi. Para Sonia no tenía sentido, la niña podía ir a un centro educativo, cerca de su casa, donde también estudiarían sus amigas del colegio, al final consiguió que se aceptara esta opción. Otra pelea tuvo que ver con la casa, después de comprar el piso, no fue fácil convencer a la propiedad de hacer el edificio accesible para su hija. Otra batalla por dar: solo tiene una pegatina de discapacidad para poder aparcar en los espacios habilitados. Una pegatina que solo sirve para su coche. Si la lleva otra persona, ya no sirve. Si esa persona tiene que aparcar lejos de su lugar de destino y hay que andar un tramo, la chica necesitará la silla de ruedas.

Sonia también cobra una prestación de dependencia, cuenta que usa el dinero para las cosas que su hija necesita, fisioterapia, apoyo en los estudios, etc. Cuando cumpla 18 años se le acabará esa ayuda, queda poco. Respecto al certificado de discapacidad, se lo dan y se lo quitan según las operaciones que lleve. La de los papeles es otra pelea: “cualquier trámite son cuatro trámites”, ella está asesorada por su prima que es trabajadora social y se entera por la asociación, pero cada vez que va al hospital Niño Jesús ve a familias que intuye que no saben nada de estas ayudas, que no consiguen arañar ni un poco de apoyo del estado. A Sonia le sorprende que un niño con cáncer no tenga minusvalía, le preocupan los malabarismon para conciliar que puedan hacer todas esas familias.

El último apocalipsis de los cuidados

A María Herrero la idea del Sindicato o algún tipo de organización le rondaba ya desde hace un año, en la recta final del gran confinamiento, cuando todo empezaba a abrir salvo los colegios.  A la hija de Sonia el confinamiento le costó un empeoramiento general de su salud. No podía salir y caminar, sus músculos se atrofiaban, el cuerpo le dolía. En realidad, sí podía salir, contaba con un certificado médico para ello, pero el clima de control social  le disuadió de hacerlo: una adolescente por ahí, ¿qué pintaba?. Acostumbradas a ser invisibles, de pronto eran demasiado visibles.

Capacidad Positiva agrupa a familias monomarentales con hijos e hijas con diversidad funcional. Trata de visibilizar una realidad muy difícil. En este momento, de hecho, realiza un pequeño estudio sobre las redes informales que se pusieron en marcha al principio de la pandemia, cuando muchas madres se veían privadas de su principal apoyo en la crianza: sus madres y padres.

“Si tenemos que reducir nuestra jornada laboral para conciliar reducimos también nuestros ingresos, entonces… ¿Cómo afrontamos el gasto extra para pagar esas horas de cuidados en el domicilio?”

Pero el confinamiento fue solo una especie de momento de intensificación descarnada de lo que viene siendo una rutina, no poder descansar. Desde el Sindicat, María Herrero refiere a un estudio del ayuntamiento de Barcelona que apuntaba que las cuidadoras eran el colectivo con el peor estado de salud. En la entidad leonesa valoran: “los cuidados que precisa [un hijo o hija] en el domicilio no se los puede prestar un auxiliar con formación general sino que necesitan cuidados especiales y esos cuidados hay que pagarlos; el precio por hora se puede llegar a duplicar. Si tenemos que reducir nuestra jornada laboral para conciliar reducimos también nuestros ingresos, entonces… ¿Cómo afrontamos el gasto extra para pagar esas horas de cuidados en el domicilio?”. Una incógnita que arrasa con la energía y el tiempo de muchas familias, sobre todo, de las que solo cuentan con un sueldo.

Fuente e imagen: https://www.elsaltodiario.com

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Libro (PDF) Economía del género : el valor simbólico y económico de las mujeres

Reseña: CLACSO

Estudios previos habían mostrado que las mujeres se incorporan con menor frecuencia al mercado laboral de la industria del software. La autora se pregunta, entonces, si esta será una consecuencia de que las niñas son socializadas más para la maternidad y el cuido, que para el desempeño profesional. De ser así, prosigue la autora, ¿se encuentran las mujeres, que efectivamente ingresan al mercado laboral, en ventaja o en desventaja? ¿Cómo son valoradas simbólicamente, sobre todo en un contexto en que la industria de alta tecnología prioriza cualidades asociadas a las mujeres? ¿En qué áreas de trabajo se desempeñan? ¿Cómo hacer para que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades y derechos? Para explorar empíricamente estas interrogantes, la autora consideró tres niveles de análisis, prácticas, representaciones e instituciones, presentes en la oferta y la demanda en tres empresas especializadas en tecnologías. La hipótesis que orienta el trabajo sugiere que las mujeres están en desventaja en el mercado laboral y ello condiciona las posibilidades de desempeño en un sector económico estratégico pese, incluso, a las políticas, públicas y privadas, que promueven la igualdad de género.

Autor/a:  Flórez Estrada, María  

Editorial/Editor:  Editorial UCR

Año de publicación: 2007

País (es): Costa Rica

Idioma: Español.

ISBN :   978-9968-46-054-5

 

Descarga:   Economía del género : el valor simbólico y económico de las mujeres

Fuente  e Imagen:   http://biblioteca.clacso.edu.ar/colecciones/saladelectura/index.php?a=q&r=1&hs=1&t=1&q=miedo&j=dl&c=general&fqf=TX&Submit=buscar+en+CLACSO

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Entrevista a María Jesús Izquierdo: Apunten contra el patriarcado

Por: Marta Dillon.

 

La catalana María Jesús Izquierdo, doctora en Economía y profesora de Teoría Sociológica por la Universitat de Barcelona, reconoce que las tareas de cuidado que quedan sobre las espaldas de las mujeres sin ser reconocidas y tampoco remuneradas son una forma evidente de explotación. Pero plantea a la vez, estratégicamente, que esta división sexual del trabajo desprotege a todas las personas que necesitan ser cuidadas. “Aun cuando no les importen las vidas de las mujeres, sepan que la cuestión del cuidado no está resuelta y es una ilusión breve pensar en individuos autónomos, todos vamos a necesitar cuidados alguna vez”, dice y señala como responsables las democracias liberales de las que “el patriarcado es constitutivo”.

Hay una idea que María Jesús Izquierdo insiste en subrayar: “El patriarcado no es un residuo, un remanente de otras épocas, el patriarcado es constitutivo de las democracias liberales”, por lo que un replanteo de las condiciones de vida de las mujeres, la eliminación de la violencia de género y de las inequidades económicas, políticas y culturales que padecen (padecemos) no pueden pensarse sin hacer una crítica profunda a estas democracias, sin volver a fraguar un pacto democrático que vea a las personas en su fragilidad e interdependencia y no desde la ilusión de la autonomía y la libertad, paradigma sobre el que se paran los hombres -blancos y heterosexuales, agrega esta redactora- aprovechando de la fuerza de trabajo invisible que aportan las mujeres a través de las tareas de cuidado y domésticas. Pero, dice Izquierdo, para eso es necesario que las mujeres reconozcan el lugar de poder que les otorga el ser cuidadoras. Doctora en Economía y profesora de Teoría Sociológica en el Universitat de Barcelona, Izquierdo tiene un discurso provocador fundamentado en años de investigación sobre la división sexual del trabajo. Las12 la entrevistó en Buenos Aires gracias al Ministerio Público de Defensa de la CABA, que la invitó a participar del lanzamiento de la campaña “Cuidar y ser cuidado ¿Quién se hace cargo?”

-Usted habla de la necesidad de un nuevo pacto constituyente como única posibilidad para terminar con la división sexual del trabajo, ¿Podría explicar a qué se refiere?

– Porque el pacto actual se basa en el entendimiento de un individuo autónomo que pacta con otros individuos autónomos las reglas de juego para la vida en común. La idea es de libertad, no de la necesidad del otro, entonces lo que se pone en juego es interés, conveniencia respecto de la relación con el otro, en masculino, porque el pacto constituyente se hace entre varones, las mujeres en este esquema son un objeto de reparto. Pero la autonomía es un deseo, apenas se realiza, y la duración del estado de autonomía es breve, transitoria, en ocasiones somos autónomos, pero lo definitorio en los seres humanos es la interdependencia. Ahora estamos aquí sentadas cómodamente porque hay alguien que ha venido a limpiar, que hace café, tu llegaste aquí porque hay transporte… cualquier cosa que hacemos ocurre con la concurrencia de muchas personas que lo hacen posible; eso da cuenta de que estamos en permanente estado de necesidad. Sin olvidar formas precisas de necesidad, por la edad, por dificultades físicas, psíquicas. Entonces mi planteo es que requerimos un pacto constituyente basado no en la noción de autonomía si no de que somos dependientes, y esto significaría que se sitúa en el centro del escenario la dependencia y no la libertad necesariamente.

-Es un pacto, que como usted dice, se hace entre varones.

-¡Y es delirante! Yo no sé cómo ha podido funcionar tanto tiempo. Pero es que el truco ha consistido en que los fenómenos atribuidos a la dependencia se han enclaustrado en el hogar, de tal manera que ese ciudadano que pacta con otros ciudadanos es en realidad un cabeza de familia: lo vemos en la constitución española, cuando acudimos a los elementos que definirían a la persona que ocupa la posición de ciudadano, en las constituciones liberales se hace a cuenta de la posición respecto de un trabajo remunerado y la defensa del territorio nacional. Si nos vamos a la constitución española, el artículo que se refiere al trabajo dice lo siguiente: los españoles tienen el deber de trabajar, es un deber de ciudadanía, y derecho al trabajo; pero es secundario el derecho al trabajo en relación al deber de trabajar. Tu no puedes ser ciudadano si no produces, es el objeto de ciudadanía. Pero luego plantea elegir libremente ocupación u oficio, y este elemento es muy relevante, para cubrir ingresos suficientes para las propias necesidades y las de la familia.

-Estamos poniendo sobre la mesa el pacto heterosexual y patriarcal.

-No sé si heterosexual, lo que es seguro es que se pone en primer plano a un patriarca. Diríamos que el ciudadano es un patriarca, alguien que encabeza una familia de la cual se ocupa a través de sostener los recursos financieros que le permiten funcionar pero fíjate cómo cabe el artículo: sin que pueda prevalecer discriminacion por razón de sexo. Por lo tanto el pacto constitucional es un pacto que consagra la figura del patriarca, lo cual quiere decir que las democracias liberales no funcionan sin el patriarcado. El patriarcado no es un residuo, un remanente que queda de épocas anteriores si no que es constitutivo de las democracias liberales, no pueden funcionar sin la existencia de un patriarca porque hay que quitar de la escena pública el problema de la dependencia.

-O sea que la dependencia queda adentro de la casa junto las mujeres para que se arreglen ellas.

-Exacto. Pero además de manera perfecta, porque mientras la constitución es transparente en relación a la existencia del patriarca, cuando habla del cuidado de las personas no lo hace refiriéndose a las mujeres o de las amas de casa, lo define en función de la familia, como si la familia fuera una entidad viva. Lo que es llamativo de la Constitución en este artículo es que resulta que el patriarcado es constitutivo de la democracia liberal pero no el sexismo. Es decir que nos da igual que el patriarca sea una mujer o un hombre pero necesitamos establecer un vínculo patriarcal.

-Lo qué pasa es que cuando hay un hombre cabeza de familia cumple un rol pero cuando hay una mujer difícilmente le toque uno solo.

-Está claro. Tal vez no fui fina al decir “da igual”, pero parece que para la constitución no es incompatible la eliminación del sexismo con el mantenimiento de la democracia liberal por lo que acá hay que tener en cuenta que vale cualquier cosa con tal de conservar el patriarcado.

-Y de sostener la idea de familia nuclear, y el encierro doméstico para que allí se oculte la interdependencia.

Las democracias liberales se caracterizan por una falta de responsabilidad y desatención con respecto a la gente. Con todas las críticas que podemos formular a los regímenes feudales, ahí había un vínculo de responsabilidad con los siervos. En cambio en el capitalismo se prescinde del otro. Entonces la familia es un requisito indispensable porque cumple la función antes entendida como colectiva. Estamos hablando de sociedades modernas, y por eso mi insistencia: el patriarcado no es remanente si no que es base fundamental, mira por ejemplo la política tributaria. Ahí te encuentras que la pérdida de ingreso que supone la declaración conjunta de la renta de la típica familia nuclear es de 2.600.000 euros, monstruoso, y esto significa que de otro lado se está financiando a la familia nuclear y también a la figura del ama de casa. Porque tener en casa un hombre que declara y una mujer que no tiene ingresos propios hace que pagues mucho menos impuestos.

-Es una forma capitalista de preservar la división sexual del trabajo.

-Claramente.

-Sin embargo los temas de cuidado tienen visibilidad intermitente en el feminismo a lo largo de los años y ninguna salida parece ser buena: ¿Salario para amas de casa? ¿Socialización de las tareas de cuidado? ¿Usted qué piensa?

-A mí no me resulta satisfactoria la corriente general que considera que se ha de visibilizar, reconocer y valorizar la aportación de las mujeres. Porque el implícito de esa necesidad de valorización y reconocimiento es que las tareas de cuidado que realizan las mujeres las realizan bien, son deseables y deben ser tomadas como modelo.

-Eso se escucha muy esencialista: las mujeres somos buenas porque sabemos cuidar.

-Bueno, pero es muy dominante, no sé acá, pero en España te aseguro que es muy dominante. Entonces creo que hay que trabajar en el sentido opuesto: evidenciando que en condiciones de división sexual del trabajo no se puede cuidar bien. Voy a hablar no de personas empíricamente hablando si no de tipos mentales que nos ayudan a pensar la realidad. Las mujeres son como sean, pero cuando lo digo en singular me estoy refiriendo a un tipo de persona que hace posible el patriarcado y es suficientemente frecuente e intenso como para que sostenga el patriarcado.

-Un estereotipo normativo.

-Normativo, sí, no universal si no propia del patriarcado. Hecha esta aclaración deberíamos pensar que la posición mujer genera una configuración psíquica consistente en desear ser deseada. Mientras que la configuración hombre ejemplifica el deseo de poseer aquello que se desea. Luego habrá personas más cerca o más lejos pero es la disposición propia del patriarcado. Entonces a mi modo de ver, cuando alguien pone en el centro del escenario la necesidad de ser querida significa que instrumentaliza a los demás para conseguir eso. Y esto significa que cuando provee de cuidados lo hace para ser valorada, no para que la gente esté bien. No es lo mismo que un niño o una niña estén bien cuidados que que una persona sea una buena madre. Si aspiro a ser una buena madre es una posición narcisista que requiere de reconocimiento. Cuando me preocupo por las criaturas mi orientación es hacia el objeto de amor, no a mí misma. Si damos por bueno que la orientación de la mujer patriarcal es a ser querida, creo que podemos dar por válida la afirmación de que el cuidado es una actividad instrumental que no está al servicio de las personas dependientes si no al servicio del reconocimiento de ellas mismas. Y eso pondría en discusión, al margen del respeto que se pueda tener por los derechos de las mujeres, aún cuando no interese que sean explotadas, no se tiene suficiente conciencia de que el problema del cuidado, basado en la división sexual del trabajo, es dañina para ambas partes: porque ahoga la posibilidad de su desarrollo personal a quien está al servicio del cuidado -porque no puede plantear su proyecto de vida-  y para quien recibe los cuidados porque es objeto instrumental. Y esa relación es una relación de poder.

-Pero tenemos también en el universo de cuidados tareas de sostenimiento de la vida totalmente invisibles como las que reclama para sí el patriarca.

-Estoy hablando de las relaciones de dependencia. Hay que diferenciar cuidado de servicio, porque el cuidado es a cuando provees de atenciones a quienes no se las puede librar por sí mismas, si la persona puede atenderse a sí misma hablamos de servicio.

-Pero si cuidado y servidumbre quedan dentro de la casa no parece fácil separar las tareas…

-Es que hay que ver la posición narcisista del cuidado, en el sentido de que parece que tienes unas cualidades especiales que yo asocio a la omnipotencia, que las mujeres no quieren tampoco dejar.

-Es un poco complicado cargar las tintas sobre la posición de las mujeres, como decir que les gusta su propia cárcel…

-Yo creo que la pregunta es otra, es cómo se rompe la posición omnipotente. Y se rompe cuando se sale de la idea de qué hay dos posiciones excluyentes: la de quien cuida y la de quien recibe cuidados, señalando que toda persona cuida y toda persona recibe o recibirá cuidados.

-Es lo que sucede entre padres y madres con respecto a hijos e hijas, aunque siempre las que cuidan a todos son las mujeres.

-Bueno, pero por ejemplo, entre una madre que cuida a su hija cómo se rompe la omnipotencia. Pues ella se va al cine con las amigas, por ejemplo, evidenciando que tiene sus propias necesidades y la madre evidencia su posición no queriendo que vuelva antes si no al contrario, diciendo: “¿ya estás aquí? ¡Pero qué pesada! No me puedes dejar en paz un rato”. La dependencia genera hostilidad y da lugar a muchas microviolencias: por ejemplo, si a la persona cuidada le gusta la sopa caliente y se la llevas siempre fría, pues es un daño grande.

-Micropolíticas de la crueldad.

-Sí, que tienen efecto acumulativo. O inversamente, si en lugar de concentrar todas tus demandas en un lapso de tiempo estás todo el tiempo demandando, eso también mina a la persona que cuida. La relación de cuidado puede ser una verdadera tortura. Y esto me hace pensar que las feministas deberíamos contemplar que una de las formas de la violencia de género es el maltrato a las personas dependientes.

-¿Por qué lo piensa como violencia de género?

-Porque se produce en una matriz de relaciones que se funda en la división sexual del trabajo. Es decir, es esperable que una persona encerrada en el lugar de cuidadora y si eso comporta que se la marginalice de la vida social o de sus planes de vida experimente sentimientos hostiles hacia quién cuida. Lo raro sería que no los experimentara. Por lo tanto es constitutivo de la división sexual del trabajo el maltrato a las personas dependientes. Yo pienso que las feministas deberíamos denunciarlo como violencia de género porque pienso que lo es y porque estratégicamente desde el punto de vista político nos conviene: pondría en cuestión la división sexual del trabajo, porque pueden pasar de las mujeres, pero si les preocupa la cuestión del cuidado, el cuidado no está resuelto.

-El tema que aparece aquí es la violencia de género que podrían ejercer las mismas mujeres. Que de hecho la ejercemos, cada vez que se encierra a las hijas para repartir con ellas las tareas domésticas o el cuidado de hermanos y hermanas más pequeñas, por ejemplo. Eso parece que es difícil de hablar..

-Eso tiene que ver con lo que planteo. Además de no reconocer las características del mundo que queremos cambiar, políticamente creo que es un error porque consolida la división sexual del trabajo, porque si no ponemos en cuestión que las mujeres también podemos cuidar mal, cristalizamos esa división.

-Sucede que se produce un encierro: ¿es necesario revisar si cuidamos bien o mal o evidenciar la explotación que significa dar por hecho que las tareas de cuidado son para las mujeres? ¿De dónde surge que cuidamos porque lo hacemos bien? A mí me parece más un destino impuesto que una habilidad.

-Bueno, ha habido todo un proceso de naturalización, de manera que se hace extensivo que si la mujer es fecunda y engendra criaturas hace extensivo el cuidado de las criaturas. Y además tiene una gratificación libidinal muy fuerte y entonces no hace falta forzar a las mujeres para que lo hagan. Donde se rompe la dinámica es cuando lo predominante no es cuidar criaturas si no de las personas viejas o enfermas. Porque claro, acompañar a estas personas es acompañar la decrepitud y acercarse a la muerte y hay una resistencia a asumir que somos mortales.

-Y por eso interdependientes y vulnerables.

-¡Claro! Tanta resistencia hay a pensar que somos vulnerables que cuando te pones enferma te sientes culpable de estar en la cama, te sientes más culpable que mal. Parece que la vulnerabilidad fuera un defecto moral. El componente culpa habla, justamente, de omnipotencia.

-Corriéndonos un poco de la cuestión subjetiva y volviendo a cómo salir del encierro, de si cuidamos bien o mal para ser relevadas de la tarea, este año en muchos países del mundo se hizo un paro, una huelga, que evidenció las tareas domésticas y de cuidado como trabajo. ¿Cómo lo viste vos?

-Creo que pensar en una huelga de mujeres es pensar en un paro en las tareas de cuidado que implicaría una valentía y un estómago muy fuerte. Dejar los niños en la puerta de la comisaría por ejemplo…

-Eso aquí, y supongo que en la mayor parte del mundo, no es una opción…

-Pero hay que encontrar un modo de denunciar la externalizacion de costes de producción de la vida humana a las mujeres. Porque es como lo que denuncian desde los grupos ecologistas, que las empresas externalizan costes al medio ambiente. Significa que sus actividades productivas son más costosas de lo que son para ellos porque son a costa del medio ambiente. Trasladado a las mujeres sería que el mundo funciona porque se carga sobre la espalda de las mujeres el cuidado de la vida humana y esto es una transferencia sistemática de los recursos. Cuando se produce una transferencia sistemática de recursos de quien los ha producido a quienes los han producido eso es una relación de explotación. O sea que las mujeres están en una posición de explotadas, por los hombres, por el Estado y por el mercado. Entonces, claro, esto significa que las relaciones de poder se dan porque el trabajo de las mujeres empodera a los hombres, al mercado y a las empresas.

-Por lo tanto, siendo explotadas, nos merecemos la huelga.

-¡Claro! Desde el punto de vista lógico es muy claro pero emocionalmente es muy complejo. Aunque en términos teóricos, analíticos es evidente: dejar de transferir recursos a los demás. Trabajar para una misma, no para los demás hasta que quede claro.

-Tal cómo está, si reconocemos la explotación que significa el cuidado, aunque es necesario pactar bienestar con quien se cuida y viceversa no parece suficiente; sería como dejar el problema en ese encierro privado.

-El punto de fuga es la eliminación de la división sexual del trabajo. El implícito de la división sexual del trabajo es la relación de complementariedad. Lo que venimos diciendo es el reconocimiento de relaciones de reciprocidad. La primera sería “tu aportas A, yo aporto B”, la segunda es “yo aporto lo que tú me das”, aunque no sea simultáneo. Dicho de otro modo: yo no te doy atención a la familia y tu me das dinero, yo te doy dinero y atención como tú me lo das a mí; relaciones de reciprocidad.

-¿Y qué posibilidades hay de pensar el cuidado por fuera de la familia? ¿Se puede pensar en salidas más comunitarias?

-Yo lo veo difícil porque no hay el nivel de confianza en lo social para que la gente se arriesgue a sacar la patita de la familia. Creo que hay que buscar alianzas con los trabajadores y trabajadoras asalariadas organizadas. Son cuestiones que tienen que ver con el cuidado, con sostener las jornadas de ocho horas, vacaciones pagadas y por enfermedad tiene que ver con el cuidado, cosas de cuidado propio. Lo que yo sugiero como posibilidad y no me parece delirante es que las personas reciban su paga cuando tienen que cuidar a personas dependientes, bueno, hay que generar fondos de reserva para quienes tienen que cuidar. Tiene que haber una elaboración colectiva, esto significa desprivatizar y socializar el cuidado, meterlo en el debate democrático.

-Entonces usted ve como estratégica la alianza entre las mujeres, los feminismos y los sindicatos.

-Es imprescindible, los dos colectivos sometidos a explotación se tienen que poner de acuerdo y estos dos colectivos son los asalariados y las mujeres. Y las mujeres asalariadas doblemente porque son explotadas por los varones asalariados. Los hombres traicionaron a las mujeres en su alianza con los empresarios para dejar a las mujeres en la casa. Es una alianza difícil.

-Resumiendo, podríamos decir que para eso hay que quitar al patriarcado de la base de la discusión democrática.

-¡Es lo que digo! No es residual si no la base de las democracias actuales y por eso no se piensa el cuidado, porque queda dentro de las familias. Fíjate que en Europa, con la sociedad envejecida, se han puesto a preguntar cuál sería la solución deseada para el problema del cuidado de adultos mayores y la respuesta es perversa: que se de recursos a los viejos y viejas para poder pagar a personas que se hagan cargo ellas. Es decir, buscan sostener la relación de poder a través de la posibilidad de pagar para que te atiendan. Pero no se escapa que es más importante tener poder que estar bien, pues es incompatible con estar bien, vamos.

-Esto que vos planteás no es solo sobre la división sexual del trabajo si no sobre los sujetos…

-¿Te imaginas la diferencia de pactos entre sujetos que se reconocen vulnerables, que reconocen la enfermedad y la muerte? ¡Cambia totalmente la noción de democracia!

-Mientras tanto, vamos a la huelga.

-(Se ríe) Y sí, pero ¿qué tipo de confianza social se tiene que generar para que las mujeres puedan poner en práctica una huelga de cuidados? La confianza de que comemos todos o no come nadie, la confianza de que detienen a todos o nadie. No vas a consentir que detengan a un compañero o compañera, no vas a consentir que mientras tú estás comiendo a alguien se le acabaron los recursos. Y esa confianza no se está dando en este momento. No estoy en delirium tremens pero soy consciente también de que solo a través de la huelga general indefinida se resuelve la relación de poder. Solo que emocional y prácticamente es muy difícil. Habría que prepararse con años de tiempo, con cajas de resistencia, mientras tanto es muy complicado porque no hay tejido social. Porque por ejemplo, lo primero que tendríamos que hacer las mujeres es dejar de tener hijos por lo menos por cinco años así ya no habrá bebes cuando empiece la huelga para dejar en la puerta de las comisarías.

Ella se ríe a carcajadas, y al instante siguiente, como se diría en el español ibérico, se la piensa.

Fuente de la entrevista: https://rebelion.org/apunten-contra-el-patriarcado/

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Sexismo negado, desigualdad persistente o la ceremonia de la confusión

Por: Elena Simón

La violencia contra las mujeres no acabará hasta que la sociedad no apueste por la penalización del sexismo, la misoginia y el machismo y así se destierren las eficaces herramientas patriarcales.

En la calle y las pantallas, en la escuela y en la casa, la desigualdad persiste y resiste. El sexismo no suele ser causa de alarma social y ni siquiera las violencias contra las mujeres suelen estar entre las primeras preocupaciones de la población española –mujeres y hombres–, según las encuestas periódicas del CIS. Esta es la columna vertebral que sostiene al machismo en sus manifestaciones más encubiertas y enmascaradas o en las más feroces, como son los asesinatos en vida o con resultado de muerte que acontecen todos los días en cualquier lugar de este planeta y, cómo no, en el territorio que aquí pisamos.

Hay una enorme contradicción entre los discursos de paz, democracia, igualdad, libertad, –bastante compartidos y generalizados– y las prácticas –también compartidas y generalizadas– de sexismo, misoginia y desigualdad. En realidad, esto produce un cortacircuito que a las personas jóvenes y pequeñas así como a las adultas sin mucho criterio al respecto les da a entender que las prácticas y realidades sexistas son como son, son naturales, serán siempre así, han sido siempre así, no se pueden cambiar, no importan tanto, no merece la pena oponerse a ellas y no son tan graves. Así es que invitan a seguir como siempre. Y como siempre quiere decir que los privilegios masculinos unilaterales a costa de las discriminaciones y mal trato hacia las mujeres son incluso deseables, porque mantienen el orden conocido y no hay que hacer nada diferente o extraordinario: así está bien.

Por eso, ni en las casas ni en las pantallas, ni en los centros educativos ni en la calle vemos los cambios fundamentales que enuncian nuestras leyes, reglamentos y normas, que sí se adaptan bastante a los discursos democráticos de Igualdad y no discriminación.

Nuestra población joven está aturdida y no es para menos.

Sin recibir educación sexual desde la familia ni desde la escuela, se empapan desde la pubertad de producciones pornográficas abiertas en la red, que normalizan relaciones donde el hacer masculino y violento impera y la mujer recibe entusiasmada; imágenes que las vuelven hacia la creencia del sometimiento sexual y la condición de objetos lúdicos. Sin recibir modelos de corresponsabilidad familiares ni de equidad laboral, ni orientación académica y laboral no sexista, se ven invitadas ellas a aceptar peores condiciones de trabajo y la inmersión en una maternidad intensiva, que transforma su ser en cuerpo reproductivo casi en exclusiva, dificultando en extremo el ejercicio de la la libertad en el proyecto vital.

Sin una decidida y activa apuesta por la Igualdad real y la Libertad sin mensajes y modelos comerciales sexualizados e hiperfeminizados, seguiremos aceptando que el sexismo no es tan molesto como algunas feministas nos muestran. Hasta se nos presenta a veces como divertido e interesante. Y, sobre todo, no está en absoluto ausente de las modas y de las imágenes y opiniones virales. El sexismo es casi imperceptible para quienes no han entrenado sus mentes y sus sentimientos para rechazarlo como una injusticia fastidiosa para una gran parte de la mitad de la humanidad, e incluso para una menor parte de la otra mitad de la humanidad.

Las industrias no paran de lanzar mensajes sexistas a través de las empresas de creación publicitaria. Con lo cual hay muchas chicas que llegan a creer –en el colmo de la contradicción– que ser feminista es simplemente desafiar al patriarcado con actitudes provocadoras y violentas individuales. Así no acaban de ver que el feminismo fue, es y será un conjunto de acciones colectivas que van desembocando en la mejora de las condiciones de vida de las mujeres, de cualquier clase, origen y condición.

En las casas persiste la división sexual del trabajo –modernizada, eso sí–. En la calle las mujeres estamos muy presentes en todo lugar y horario, pero estando menos cómodas y seguras que los varones; en las pantallas estamos a toda hora y momento, pero con un sesgo hacia la heterosexualización como éxito, que nos va apartando de una vida autónoma y plena. En los centros educativos estamos en los mismos lugares, tiempos y enseñanzas que los varones, pero tratadas en los currícula como sombra de lo masculino y a veces castigadas por nuestras actitudes de protesta ante alguno que se pasa con nosotras. Los espacios comunes de patios, aulas y escaleras o pasillos son manejados por los chicos, a veces de forma invasiva y excluyente, como bien sabemos.

Así es que volvemos a reiterar que la violencia contra las mujeres (que este mes se ha cobrado más matanzas de lo habitual) no acabará hasta que la sociedad entera no apueste por la penalización del sexismo, la misoginia y el machismo y así se vayan desterrando estas eficaces herramientas patriarcales.

Para ello hay muchas estrategias, pero la de romper el silencio y la invisibilización y ninguneo está en manos de las instituciones, desde luego, pero también de cada persona que suscriba que está de acuerdo con la igualdad y que desee la dignidad y la seguridad para todas.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/10/10/sexismo-negado-desigualdad-persistente-o-la-ceremonia-de-la-confusion/

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México: Coloquio Feminismo-Marxismo prorroga fecha para recepción de ponencias

México/25 de Septiembre de 2017/

La recepción de propuestas se encuentra abierta y se amplió hasta el próximo 25 de septiembre.

La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, a través de sus facultades de Filosofía y Psicología, anuncia la prórroga para la recepción de ponencias del Coloquio Internacional “Feminismo y marxismo: ¿un matrimonio mal avenido?”.

El evento busca crear un espacio de reflexión y debate sobre las relaciones, problemáticas o no, entre feminismo y marxismo, con una reflexión basada en una autocrítica tanto por el lado del feminismo como del marxismo.

Se llevará a cabo del 8 al 10 de noviembre del 2017 en las instalaciones de la Facultad de Filosofía de Nuestra Máxima Casa de Estudios; la recepción de propuestas se encuentra abierta y se amplió hasta el próximo 25 de septiembre, los resultados de las ponencias aceptadas se darán a conocer el 16 de octubre.

Las líneas temáticas sobre las cuales se desarrollará el coloquio son: límites de los feminismos corporativos; relaciones entre raza, clase y género; la división sexual del trabajo; producción y reproducción: el papel del sistema a sexo/género; patriarcado y capitalismo; maternidad: ¿enaltecimiento o subordinación de las mujeres?; la sexualidad como resistencia política; la función del estado a la problemática del aborto; el género como una estructura ideológica; la participación de las mujeres en los movimientos revolucionarios; la intersección de género y clase en los problemas ambientales; así como la pedagogía crítica frente a las temáticas de género.

Los interesados en participar deberán enviar sus propuestas al correo electrónico siguiente: feminismomarxismo2017@gmail.com, en formato word, letra Times New Roman a 12 puntos, a espacio interlineado anexando los siguientes datos: nombre completo y grado académico, correo electrónico, número telefónico, institución a la que pertenece, título de la ponencia, línea temática en la que se inscribe, currículum vitae, así como un resumen de máximo 300 palabras.

Cabe señalar que no se aceptarán propuestas que no se apeguen a las líneas temáticas o que no muestren un conocimiento auténtico tanto de las posturas feministas como de las marxistas.
Mayores informes en la Facultad de Filosofía a los teléfonos (443) 322 3500 extensión 4148 así como al correo electrónico: feminismomarxismo2017@gmail.com.

Fuente: http://sistemamichoacano.tv/noticias/76-educacion/22105-coloquio-feminismo-marxismo-prorroga-fecha-para-recepcion-de-ponencias

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División sexual del trabajo ayer y hoy

Autora: Kandel Ester

A;o: 2006

Pais: Argentina

Editorial: Dunken

Paginas: 134

ISBN:  987-02-1978-0

Sinopsis: La reciente elaboración de mi Tesis1 sobre las relaciones de género en una empresa de la industria de la alimentación, me convoca a reflexionar sobre varios temas que giran alrededor de la fijación de la mujer en un rol prescripto. Estas prescripciones se dan tanto en el ámbito privado, a través de la función materna y las tareas domésticas, como en el laboral, habitualmente ubicada en tareas de poca calificación y con dificultades para acceder a puestos de mayor jerarquía. Cuando hablamos de fijación, hacemos referencia a una cultura en la que predomina esta ideología que se agudiza en los períodos de crisis. Es sabido que siempre al realizar un abordaje conceptual actúan fundamentos motivacionales que motorizan el proceso de conocimiento. Es así como en la elección de este tema influyeron aspectos personales, el hecho de ser una trabajadora proveniente de una familia obrera, cuyos ideales han sido luchar contra la opresión del hombre por el hombre. Mi conexión con este tema, me permitió comprobar que existe una doble opresión que es la que padece la mujer trabajadora.

http://lhblog.nuevaradio.org/b2-img/kandel_division.pdf

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