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Libro: A people’s history of the American revolution – Howard Zinn

América del Norte/Estados Unidos/04 de Julio de 2016/Autor: Steven/Fuente:Libcom.org

RESUMEN: Alrededor de 1776, ciertas personas importantes en las colonias inglesas hicieron un descubrimiento que resultaría de enorme utilidad para los siguientes doscientos años. Ellos encontraron que mediante la creación de una nación, un símbolo, una unidad legal llamada los Estados Unidos, podrían hacerse cargo de la tierra, las ganancias y el poder político de los favoritos del Imperio Británico. En el proceso, que podrían contener una serie de rebeliones potenciales y crear un consenso de apoyo popular para el gobierno de un nuevo liderazgo privilegiada.

Cuando nos fijamos en la revolución americana esta manera, se trataba de una obra de un genio, y los Padres Fundadores merece el homenaje impresionado que han recibido durante los siglos. Ellos crearon el sistema más eficaz de control nacional ideado en los tiempos modernos, y mostraron las futuras generaciones de líderes de las ventajas de combinar el paternalismo con el comando.

A partir de la Rebelión de Bacon en Virginia, por 1760, había habido dieciocho levantamientos contra gobiernos coloniales. También había habido seis rebeliones negras, desde Carolina del Sur a Nueva York, y cuarenta revueltas de diversos orígenes.

Por este tiempo también, surgió, según Jack Greene, «estable, coherente, eficaz y reconocido élites políticas y sociales locales.» Y por la década de 1760, este liderazgo local vio la posibilidad de dirigir la mayor parte de la energía rebelde contra Inglaterra y sus funcionarios locales. No fue una conspiración consciente, sino una acumulación de respuestas tácticas.

 

Around 1776, certain important people in the English colonies made a discovery that would prove enormously useful for the next two hundred years. They found that by creating a nation, a symbol, a legal unity called the United States, they could take over land, profits, and political power from favorites of the British Empire. In the process, they could hold back a number of potential rebellions and create a consensus of popular support for the rule of a new, privileged leadership.

When we look at the American Revolution this way, it was a work of genius, and the Founding Fathers deserve the awed tribute they have received over the centuries. They created the most effective system of national control devised in modern times, and showed future generations of leaders the advantages of combining paternalism with command.

Starting with Bacon’s Rebellion in Virginia, by 1760, there had been eighteen uprisings aimed at overthrowing colonial governments. There had also been six black rebellions, from South Carolina to New York, and forty riots of various origins.

By this time also, there emerged, according to Jack Greene, «stable, coherent, effective and acknowledged local political and social elites.» And by the 1760s, this local leadership saw the possibility of directing much of the rebellious energy against England and her local officials. It was not a conscious conspiracy, but an accumulation of tactical responses.

After 1763, with England victorious over France in the Seven Years’ War (known in America as the French and Indian War), expelling them from North America, ambitious colonial leaders were no longer threatened by the French. They now had only two rivals left: the English and the Indians. The British, wooing the Indians, had declared Indian lands beyond the Appalachians out of bounds to whites (the Proclamation of 1763). Perhaps once the British were out of the way, the Indians could be dealt with. Again, no conscious forethought strategy by the colonial elite, hut a growing awareness as events developed.

With the French defeated, the British government could turn its attention to tightening control over the colonies. It needed revenues to pay for the war, and looked to the colonies for that. Also, the colonial trade had become more and more important to the British economy, and more profitable: it had amounted to about 500,000 pounds in 1700 but by 1770 was worth 2,800,000 pounds.

So, the American leadership was less in need of English rule, the English more in need of the colonists’ wealth. The elements were there for conflict.

The war had brought glory for the generals, death to the privates, wealth for the merchants, unemployment for the poor. There were 25,000 people living in New York (there had been 7,000 in 1720) when the French and Indian War ended. A newspaper editor wrote about the growing «Number of Beggers and wandering Poor» in the streets of the city. Letters in the papers questioned the distribution of wealth: «How often have our Streets been covered with Thousands of Barrels of Flour for trade, while our near Neighbors can hardly procure enough to make a Dumplin to satisfy hunger?»

Para continuar con la lectura, visite: https://libcom.org/history/peoples-history-american-revolution

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Los estudiantes tienen la razón

Centroamérica/Honduras/Artículo/Autor:Armando Cerrato

En ningún periodo de la historia de los movimientos sociales, políticos, culturales y de otra índole en el desarrrollo del quehacer humano las mayorías, usualmente silenciosas, siempre han tenido la razón, aunque para demostrarla y hacerla valer, hayan de revelarse con gran escándalo contra el statu quo.

La razón ha sido, es y será la causa principal de todo cambio que por leve que sea siempre resulta groseramente traumático, pues las minorías dominantes hacen uso de todos los recursos represivos creados inicialmente para garantizar la convivencia social en paz y armonía con seguridad individual y colectiva de los ciudadanos y sus bienes, pero finalmente dedicados al control equilibrante del interés del o los dirigentes.

Usualmente todo el que busca el poder y llega a obtenerlo lo usa indiscriminadamente para conseguir los objetivos que según su propio criterio es lo mejor que puede parir la humanidad para subsistir no importando si su proyección es positiva o no, porque la impone a sangre y fuego.

Pero como toda acción produce una reacción y toda causa produce un efecto, las mayorías usualmente dispersas y aguantadoras, finalmente encuentran un horizonte señalado por uno o más líderes visionarios, futuristas y parados en la realidad concreta, no conformistas y mucho menos tolerantes ante la crueldad desmedida de quienes gobiernan no administrando sino imponiendo unilateralmente normativas alejadas de la realidad nacional al ser vil copia de otras sociedades usualmente más avanzadas.

Las copias de los avances sociales no son malas si las condiciones para aplicarlas están dadas para su asimilación pues el desarrollo obedece a un proceso cuyos parámetros y ejes transversales se basan en normas universales estandarizadas que condicionan el éxito de cualquier intento de cambio entendiendo el mismo como un salto dialéctico hacia delante y no hacia atrás.

Es por ello que el hombre creó el Estado que se define como la nación políticamente organizada lo que le atribuye tres elementos indispensables: territorio, población y gobierno, de los cuales, solo el gobierno es temporal y por lo tanto cambiante en su representación que no es su fin que en todo tiempo y circunstancia debe ser la búsqueda del bien común el cual solo se alcanza si existe consenso social sobre su existencia y necesidad de adquisición y aplicación en nuestro sistema de convivencia.

A medida que el hombre fue construyendo y acumulando el conocimiento, el mismo terminó por rebasarlo, así en la historia, Aristóteles es el último de los seres humanos poseedor de un conocimiento total, luego hubo de diversificarse la administración del mismo y surgieron las especializaciones académicas hasta llegarse en la Edad Media a la fundación de las universidades como centros educativos superiores masificadores y desarrollistas del conocimiento humano como patrimonio universal.

Las universidades llegan a ser comunidades compuestas por autoridades académicas y administrativas, trabajadores docentes y de servicio y la gran masa estudiantil, agregándose los egresados graduados que usualmente se agrupan en colegios profesionales que terminan por ver con indiferencia la vida palpitante del Alma Máter.

Durante siglos los estudiantes se mantuvieron como mayoría silenciosa y obediente de las normas académicas inventadas e impuestas por las autoridades, pero la verticalidad se pierde con la inconformidad estudiantil que da una lucha frontal mundial por la autonomía académico-administrativa universitaria y la paridad estudiantil en los sistemas de gobierno de las instituciones de educación superior.

En 1847 la denominada Sociedad del Genio Emprendedor y del Buen Gusto, fundada por el presbítero mercedario, José Trinidad Reyes, se convierte en Universidad Nacional, al frente de la misma su fundador junto a otros intelectuales emprendedores y futuristas de mente abierta.

En 1954 la Universidad obtiene su autonomía pero sigue siendo pública al depender del presupuesto nacional para su subsistencia. La autonomía trajo consigo la organización sindical, la docente y la estudiantil, y con ello la paridad en las decisiones de toda índole, pero también se abrió la puerta para una lucha por el poder en todos los sectores y un cierto libertinaje alentado por los sectores políticos vernáculos que siempre se han cuidado de mantener hegemonía o al menos presencia importante en el quehacer universitario.

Usualmente las autoridades universitarias son reflejo de los grupos políticos en el poder de la nación, por lo que partidos opositores dedican sus esfuerzos a mantenerse vigentes a través de las diversas organizaciones docentes, sindicales y estudiantiles usualmente para utilizarlas como elementos de oposición.

La oposición es la que con sus señalamientos constantes resalta los errores fatales de la administración que se vuelve impositiva en la medida de su penetración política y en defensa de intereses que van más allá de lo académico, tal sucede hoy en la Universidad Nacional Autónoma, donde los estudiantes se han cansado de ser objetos y luchan por ser sujetos del trabajo educativo sin imposiciones de ninguna especie y tienen la razón.

Fuente: http://www.latribuna.hn/2016/06/29/los-estudiantes-tienen-la-razon/

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