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La importancia de defender la hegemonía de los pueblos

Autora: Concepción Cruz Rojo

Entre las inestimables contribuciones de Lenin a la revolución de los pueblos del mundo, hemos recordado su concepto de hegemonía. Solo una clase puede hacerse hegemónica sobre sus aliados si supera el estrecho interés economicista, corporativo, y se plantea tareas para el conjunto a través de alianzas con otros sectores. La hegemonía supone poder y fuerza social para luchar contra el enemigo; lleva implícito las luchas contra la explotación y las necesidades económicas, pero también el consenso y unión de los distintos sectores de la población. Alianzas que constituyen hilos simbólicos y culturales que los aúnan, como si de conexiones capilares se tratara. Una cultura que las comunidades van construyendo como fuerza propia, material e ideológica.

Y el caso de Nicaragua “viene al pelo”: ¿como es posible que un “régimen represor” como el que dicen de Daniel Ortega congregue a tanta gente celebrando la revolución sandinista? ¿Qué es eso que está metido en el cerebro de un pueblo que les hace ver cual es su enemigo principal? ¿Habrá sido la sanguinaria dictadura de Somoza aupada por el gobierno estadounidense y el terror de la contra? Las luchas populares son bienvenidas para una dura crítica constructiva, pero la violencia gratuita y terrorista -fascista- que quema a la gente y destruye escuelas, esas nunca deberían ser permitidas y tampoco debería haber duda de su origen. Hay que recordar que el gobierno de Nicaragua sigue siendo de los pocos en la región que apoya al gobierno de Venezuela, y que, por tanto, se enfrenta al imperio en un contexto político internacional con una Venezuela en el punto de mira del imperialismo de Estados Unidos. Un imperialismo gravemente herido, no solo por su profunda crisis económica y política, sino también por sus derrotas militares en el ámbito mundial (caso de Siria o Ucrania) y por su desprestigio moral tras las invasiones a Irak y Libia. Agresiones que siempre han recibido la ayuda de la Unión Europea. Analicemos brevemente las injerencias y ataques que el imperio y la extrema derecha venezolana están realizando sobre el pueblo soberano de Venezuela para volver con Nicaragua.

En Venezuela han intentado diversas estrategias de guerra, conocidas ahora como guerra híbrida. Todas ellas relacionadas con el fin de intentar destruir una nación; y según el momento y las condiciones se utilizan en mayor o menor proporción, una de ellas, o todas a la vez. Pensamos que el aspecto subjetivo para crear rechazo y animadversión de la gente, al menos de los países del ámbito occidental, sobre el gobierno de Venezuela es el motor que siempre está funcionando, la llamada guerra psicológica. Para ello ponen a funcionar a sus grandes medios de comunicación, atacando y desprestigiando a una nación soberana. Con ese panorama de fondo, aparecieron los grupos violentos, las llamadas “guarimbas” que quemaron vivos a gente de ideología chavista y otros ataques y atropellos de gran violencia. Esta agresión es presentada en esos medios de comunicación al servicio de la reacción mundial, como la represión del gobierno. Machaconamente en vez del presidente Nicolás Maduro, hablan de régimen o de dictador, para que de repetir las palabras la gente lo vaya procesando inconscientemente.

Cuando ese ataque violento de la derecha venezolana ayudada por el gobierno de Donald Trump no resultó, se potenció la intervención política. Pero las diferentes elecciones celebradas en Venezuela, las más limpias y transparentes, elogiadas por el nada sospechoso ex-presidente Jimmy Carter, como fue la Asamblea Nacional Constituyente o las elecciones municipales y nacionales, fue toda una demostración de apoyo de todo un pueblo a la revolución bolivariana. Sin embargo, fueron presentadas al mundo como sospechosas de fraude, abstencionistas y un largo etc. Pero tampoco resultó, Nicolás Maduro sale fortalecido de todas esas elecciones. En medio de tanta injerencia sobre Venezuela, la guerra económica que no ha cesado, lo cual ha hecho aumentar la creatividad con diferentes iniciativas: La emisión de la criptomoneda, el petro; la lucha contra el fraude y la corrupción mediante un mayor control sobre todos los elementos de las grandes empresas estatalizadas; las alianzas con países no injerencistas como China y Rusia; además de preservar la frontera con Colombia para evitar la fuga de capital financiero de forma tramposa.

El hecho claro es que, pese a todas estas dificultades, la fuerza hegemónica del pueblo venezolano ha resistido, y resiste, a estos embites, por lo que al imperio solo les queda la fuerza bruta, la violencia pura y dura. El gobierno de Donald Trump y sus aliados de la extrema derecha venezolana nunca han descartado la violencia militar para someter al pueblo venezolano, someterlo y apropiarse de sus enormes recursos (petróleo, oro, minerales raros o agua), es por ello que el territorio de Colombia se convierte en un enorme soporte de bases militares (nueve!) en la frontera con Venezuela, y ¡una base de la OTAN! Por lo que suponemos que la Unión Europea también quiere parte de ese “pastel”. Colombia, la mayor productora de cocaína del mundo, cede su territorio por tierra, mar y aire, a Estados Unidos, el mayor consumidor de cocaína del mundo, también cede la soberanía del cuerpo militar estadounidense, asiento de bases, maniobras y potenciales ataques militares. ¿Alguien duda para qué? ¿Alguien piensa que Estados Unidos se defiende así de no se sabe bien qué posibles enemigos?

Y en esta tremenda situación que vive Venezuela, su resistencia, valentía y organización popular, ¡su gran poder hegemónico! hacen muy díficil que sea presa fácil. Y, ¿qué países han apoyado al socialismo del siglo XXI?, la Argentina de Cristina Kirchner, que ya no está (tuvo un cáncer, ¿inducido?), el Brasil de Lula, que ya no está (tuvo un juicio ¿inducido?), el Ecuador del ex-presidente Correa (ahora procesado por la fiscalía ¿inducido?). Y, entre otros más, la Nicaragua de Daniel Ortega, la única nación de Centroamérica que no se ha plegado a los designios del imperio, ni a su narcotráfico, ni a su orgullo hegemónico. Nicaragua no es Venezuela, y señalando que tiene dos bases militares estadounidenses en su territorio, por lo que puede ser un eslabón necesario para acorralar aún más a Venezuela.

Pero, ¿qué ha pasado en Nicaragua en estos últimos meses? La chispa prendió tras el anuncio del presidente Daniel Ortega de reformar el sistema de seguridad social. Las propuestas del FMI y la dirigencia empresarial era elevar la edad de jubilación, duplicar el número de años cotizados, reducir los costos y la privatización del sistema. La propuesta del gobierno era reducir las jubilaciones en un 5%, aumentar levemente la cuota de las/los trabajadores y subir en mucha mayor proporción la cuota de las empresas; en vez de de subir la edad de jubilación o aumentar los años trabajados. Esto provocó la reacción de un sector de la población reforzada por la oposición, y suponemos del FMI. Sin embargo, las caras más visibles del movimiento anti Ortega no han sido los jubilados afectados por las reformas de la seguridad social, sino el estudiantado urbano, no afiliados políticamente pero que exigían el derrocamiento del presidente aliados con la derecha. Aparecen los grupos armados, hombres enmascarados con morteros y armas de fuego que provocan las barricadas, los asesinatos y los incendios; mercenarios que protagonizaron las “guarimbas” en Venezuela, son trasladados a Nicaragua aplicando las mismas recetas de violencia y muerte que se enseñan en los manuales de la CIA (1).

Así que un gobierno elegido democráticamente no precisamente amigo del gobierno de Donald Trump, se ve envuelto en una espiral violenta que “no se sabe de donde viene”, aunque las multinacionales de la comunicación repiten que es la represión del gobierno de Ortega. Por si acaso también hablan de “paramilitares” del gobierno, ¿no se habrán confundido con Colombia? Mientras los asesinatos a estudiantes, mujeres y dirigentes sociales es el pan nuestro de cada día en Colombia o México, los medios no plantean el derrocamiento de sus gobiernos y los adelantos de las elecciones. En una televisión alternativa del Estado español, hubo un coloquio de expertos en Nicaragua donde se dijeron cuestiones interesantes de este país, pero flotaba en el ambiente la ausencia del meollo de la cuestión. Quien es el enemigo fundamental de Nicaragua, y de todos los países de la región, el rico patio trasero del imperio estadounidense. ¿Por qué ese miedo a decir la verdad del núcleo esencial del problema?

Hace muchos años que en Nicaragua operan grupos financiados por organizaciones estadounidenses encargadas de la desestabilización de países no amigos, como la NED (National Endowment for Democracy) y la USAID (la Agencia Internacional para el Desarrollo), ésta última tiene una finalidad más integral de ayuda al “desarrollo” dirigido a cualquier lugar del planeta. Además de estas dos organizaciones, en Nicaragua operan otros grupos que están siendo bien pagados (hablamos de millones de dolares) por el imperio con fines de desestabilización, y que se especializan en diversas áreas: políticas, periodísticas o de inteligencia (2). Algunos dirigentes de estos grupos pagados por Estados Unidos, se han encontrado en Washington, en la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), denunciando al gobierno de Daniel Ortega. Uno de estos dirigentes ha sido acusado por la policía nicaragüense de supervisar una red criminal organizada que ha asesinado a varias personas en los violentos disturbios producidos en el país. El Departamento de Estado de EE.UU. le respaldó con una declaración de apoyo vehemente. Manifestantes de las protestas contra Daniel Ortega estaban en Washigton para presionar al gobierno de Trump en busca de ayuda para derrocar al presidente de su país (3).

El hecho es que, como nos dice Atilio Borón, la derecha imperial con sus amigos de Ámerica Latina y el Caribe han creado un clima de opinión que permita derrocar un gobierno elegido hace menos de dos años con el 72% de los sufragios. Pero lo que hay que llamar más la atención es con el entusiasmo que políticos e intelectuales de izquierda se han sumado a las críticas. Que Daniel Ortega haya cometido gravísimos errores, como pactar con enemigos históricos del Frente Sandinista de Liberación Nacional (liberales ex presidentes del período 1990-2006 y con la propia iglesia católica); realizar reformas sin consultar a las bases, ni a las mujeres, o sus actuaciones ante la crisis ecológica en la Reserva Biológica Indio-Maíz, no es óbice para que estos intelectuales, entre los que se encuentran Boaventura de Sousa Santos, el poeta Ernesto Cardenal o Carlos Mejía Godoy, exigan abierta o solapadamente la destitución del presidente nicaragüense sin reflexionar acerca de lo que vendría después (4).

Sin embargo, también encontramos análisis más históricos y dialécticos que no se dejan engañar por la propaganda mediática, ni por la simplicidad de las explicaciones y causas que están ocurriendo en Nicaragua. Y es que los acontecimientos históricos en la región son básicos para entender quienes son los enemigos de los pueblos de Latinoamérica. Los golpes de estado y desestabilizaciones en República Dominicana o Guatemala [o Granada] en la segunda mitad del siglo XX, en el marco del intervencionismo militar de la Doctrina Monroe. Esto es, la política imperialista de Estados Unidos para el control de los recursos y materias primas de Ámerica Latina. No era solo una dominación por la fuerza y por el cambio de régimen a través del envío de tropas, sino también una dominación cultural bajo la llamada “ayuda al desarrollo” (4). Los sangrientos golpes militares de Chile, Uruguay y Argentina en los años 70 del siglo XX. Y más recientemente los baños de sangre que soportó Honduras tras la destitución de Zelaya; los que sufrió Paraguay tras el derrocamiento “expres” de Fernando Lugo en 2012. Los centenares de mil es de asesinatos que hizo la derecha durante sus dos gobiernos alternantes en México, o los nuevos golpes judiciales de Brasil, por nombrar solo los casos más conocidos.

En Nicaragua, la guerra de guerrillas de Sandino resistió heroicamente la intervención estadounidense de 1927 a 1933. Posteriormente, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) derroca, tras una larga y dolorosa lucha, a la dictadura somocista, el 19 de Julio de 1979. Tras esta gran victoria, el FSLN comienza una nueva etapa de avances sociales en el país, pero el entonces presidente Ronald Reagan organiza una operación mafiosa de tráfico ilegal de drogas y armas para financiar, saltándose las autorizaciones del Congreso de Estados Unidos, a la “contra” nicaraguënse (4). Una nueva etapa de lucha frente a la “contra” y una nueva lección de resistencia y dignidad del pueblo nicaragüense durante la década de los 80. Con este panorama histórico el texto de Atilio Borón se pregunta: ¿Alguien en su sano juicio puede suponer que la destitución del gobierno de Daniel Ortega instauraría en Nicaragua una democracia escandinava? (4). A lo que nosotras añadimos, ¿realmente se puede obviar la historia de resistencia de todo un pueblo, su potencial hegemónico frente a su enemigo principal?

Hay que resaltar que México y Centroamérica, no solo son el patio trasero del imperio, por el cual adquieren recursos naturales y mano de obra muy barata para sus empresas trasnacionales, es una zona de suma importancia estratégica, es su frontera sur natural, lo cual hace que sean continuos los ataques a esta región para que sean apéndices de sus intereses imperiales. Nicaragua, además, ha planeado construir un canal interoceánico con financiación china que competiría con el de Panamá, controlado de hecho por Estados Unidos. También ha establecido acuerdos con Rusia en materia de seguridad. Además de estas circunstancias geopolíticas, hay que resaltar como comentábamos antes que la caída del sandinismo facilitaría un entorno geopolítico para una agresión de mayores consecuencias para Venezuela.

Por eso lo que está ocurriendo en Nicaragua debe ser analizado en su globalidad histórica, y hay que decirlo claro y fuerte, el ataque violento y criminal viene de la derecha y otras fuerzas externas del vecino del Norte. En momentos de crisis, como la situación actual de Nicaragua, las gentes más humildes del pueblo abren los ojos y su memoria colectiva intuye lo que se puede avecinar. Pero el aprendizaje debería ser, sobre todo, del gobierno de Daniel Ortega, de autocrítica y reflexión de las contradicciones internas ya mencionadas. Con todo el respeto de quienes están en el problema, de la sabiduría que implica ajustar los tiempos y ritmos de las acciones que se deben realizar, pero sabiendo que el futuro es seguir avanzando en la revolución, siempre con el pueblo, escuchando sus necesidades.

Solo podemos desearle lo mejor al pueblo nicaragüense y a su gobierno. Tienen de ejemplo y apoyo a sus naciones amigas, especialmente Cuba y Venezuela, que muestran la importancia de agudizar la vista y el oído frente a los grupos o movimientos que atenten contra sus intereses internos y profundizando en la soberanía e independencia frente a la injerencia imperialista. Lo bueno de las crisis es que nos hacen ver los problemas con más claridad, son los momentos más difíciles los que nos muestran quienes son nuestros verdaderos amigos y enemigos, que ganamos o perdemos según que cosas hacemos. Se puede aprovechar esos periodos de crisis como un toque de atención para seguir mejorando en una sociedad más democrática, más antipatriarcal, más socialista; y por lo mismo, más preparada y enfrentada a sus potenciales enemigos.

Notas

1) Trucchi, G. Nicaragua: Cuando las mentiras ganan y se convierten en realidad “aceptada”. Crónica de una masacre on-line. 31-05-2018. En:https://www.alainet.org/es/articulo/193219

2) Reportero Max Blummenthal destapa el financiamiento del NED-USAID para ejecutar el golpe en Nicaragua. 28-06-2018. En:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=243429

3) Emanuelsson, D. Nicaragua: Las y los trabajadores se organizan y expulsan a los golpistas de sus fábricas. 10-06-2018 En: https://diario-octubre.com/2018/06/10/nicaragua-los-trabajadores-se-organizan-y-expulsan-los-golpistas-de-sus-fabricas-ante-el-terror-fascista/

4) Borón, A. Nicaragua, la revolución y la niña en el bote. 17-07-2018. En: https://www.telesurtv.net/bloggers/Nicaragua-la-revolucion-y-la-nina-en-el-bote-20180717-0002.html

5) Anfruns, A. Nicaragua: ¿La operación “Contra bis” está fracasando? 16-=7-2018. En: https://www.alainet.org/es/articulo/194144

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=245130

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Identidades masculinas y femicidios

Por: Constantino Urcuyo

Es impostergable construir nuevas masculinidades, enseñarle a los niños que las mujeres son nuestras iguales, no siervas.

Las identidades masculinas están en crisis y esta se refleja en el creciente número de mujeres asesinadas.

Hombres inseguros que no aceptan la separación de pareja y matan al no admitir la autonomía de las mujeres.

El recurso a la violencia para enfrentar las frustraciones se origina en la cosificación de la mujer, es por ello que cuando ellas no aceptan la imposición de sus compañeros son eliminadas por quienes persiguen dominación absoluta.

«Los varones debemos alejarnos del culto a la fuerza y a la agresión como elementos definitorios de nuestra hombría, los hombres también lloramos y sentimos, no nacimos condenados a la competencia salvaje, la pelea y la guerra».

Las transformaciones culturales han subvertido los roles tradicionales, con lo que el machismo ha sido el gran perdedor.

El hombre jefe de familia, proveedor único se ve cuestionado por mujeres que trabajan fuera del hogar, por el ejercicio compartido de la educación de los hijos y por un desarrollo dialogado de la convivencia familiar.

Hombrías deformadas

El surgimiento de una mentalidad que postula la igualdad de la mujer tanto en el ejercicio de la sexualidad como en la educación y en el trabajo, se transforma en amenaza severa para hombrías deformadas por el autoritarismo y ajenas al manejo equilibrado de las emociones.

Ante esta epidemia surge la respuesta simplista de solucionarlo todo con el recurso al derecho penal.

El femicidio exige la aplicación de penas, desde luego, pero más allá de estas debemos actuar en el terreno educativo.

Es impostergable construir nuevas masculinidades, enseñarle a los niños que las mujeres son nuestras iguales, nuestras compañeras, no siervas, en el camino de la vida.

Los varones debemos alejarnos del culto a la fuerza y a la agresión como elementos definitorios de nuestra hombría, los hombres también lloramos y sentimos, no nacimos condenados a la competencia salvaje, la pelea y la guerra.

La sociedad actual exige el predominio de la neurona sobre la testosterona.

Fuente: https://www.elfinancierocr.com/opinion/identidades-masculinas-y-femicidios/LDAB4NBTFJBT7B5Y6PZH7FXC2A/story/

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Libro: Cronometrados. Cómo el mundo se obsesionó con el tiempo

Reseña: Cronometrados es una brillante exploración de las formas en que hemos percibido, contenido y ahorrado el tiempo a lo largo de los últimos 250 años, narrado en el estilo ingenioso y entretenido del maravilloso Simon Garfield. No hace mucho medíamos nuestras vidas por el movimiento del sol. Hoy la hora nos llega de todas partes con insistencia, y lo que impulsa nuestras vidas es la idea de que nunca vamos a tener suficiente de lo que más anhelamos: el tiempo. ¿Cómo hemos llegado a ser dominados por algo tan arbitrario?

Este es un libro sobre nuestra obsesión por el tiempo y por medirlo, controlarlo, venderlo, filmarlo, inmortalizarlo y darle sentido. A lo largo de los últimos 250 años, el tiempo se ha convertido en una fuerza dominante y omnipresente en nuestras vidas.

¿Por qué, tras miles de años orientándonos vagamente mirando el cielo, hemos pasado a necesitar continua y compulsivamente las señales de nuestros ordenadores y móviles, de una precisión milimétrica?A medida que la gestión del tiempo se convierte en nuestro mayor desafío, esta historia contada en varias capas nos ayuda a hacer frente a él con una luz nueva y brillante.

La crítica ha dicho…«Simon Garfield es aquel profesor de escuela que lograba que el tiempo volara.»The Observer«Todo un manjar. Garfield es adictivo, y Cronometrados rebosa de material fascinante.

Un libro de lo más divertido e iluminador.»Robin McKie, The Guardian«Cuando se trata de encontrar anécdotas deliciosas y recónditas, Simon Garfield es un verdadero sabueso.»The Sunday Times«Cronometrados es de lo mejor en historia divulgativa.»Express«Una colección ecléctica de reflexiones sobre nuestra relación con el tiempo.»The Times«Una delicia.

Gloriosamente divertido.»Daily Express«Simon Garfield es el mejor guía para acompañarnos en este viaje por el tiempo.»Daniel Pink, autor de Drive«Garfield es un gran contador de historias.»Independent on Sunday«Garfield tiene un gran talento para deleitar a sus lectores y contagiarlos con su entusiasmo por las cuestiones más misteriosas de la vida.»The Times«Simon Garfield, uno de los más exitosos autores de este tipo de libros divertidos, curiosos, disparatados y a la vez eruditos, que pretenden agotar un tema sin renunciar a hacernos reír ni a explorar el lado jocoso de la realidad.

Link de descarga: http://find-files.com/?lp=2&cid=ryr0_kmk3_ky81_hr5ikvbwqn&pub_account_id=BxGNMC98q05xHiFW315nKj1Z9fplILnZtPS-CDCNAmqHuFwrxdM6V-jlkhgTM0Ly1kKFOj8ykoM___&h=96f735874cc09d17a8b4a83c9393e153&t=MzM3MDE1NDA___&pass[filename]=Cronometrados&us=1

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Es hora de personalizar la educación

Por Martín Mathus Gómez Sandoval*

Si entras a un salón de clases en cualquier parte del país —o del mundo— te encontrarás una configuración muy similar: un maestro con plumón en mano y pizarrón a su espalda frente a un grupo de estudiantes de prácticamente la misma edad sentados en pupitres alineados. Será obvio intuir que esta configuración está basada en que todos los estudiantes aprendan el mismo contenido, al mismo tiempo, al mismo ritmo y de la misma manera.

La razón por la cual se instaló tal configuración en las escuelas es lógica y simple: cuando se sistematizó la educación pública en Prusia en el Siglo XVIII, al mismo tiempo cuando se acercaba la Revolución Industrial en Europa, se requería de un modelo eficiente que pudiera enseñarle por primera vez a toda la población los conocimientos básicos para la industria de esa época. El sistema más eficiente que se pensó fue agrupar a los estudiantes por año de nacimiento y tratar de maximizar el tamaño del grupo que un maestro podía enseñar. En un mundo donde todavía no existían los sistemas educativos públicos, dar este salto por primera vez debió haber sido aterrador para la hacienda pública.

En los últimos 200 años, los modelos educativos han evolucionado, pero no han dejado atrás este modelo base de ‘fábrica’. En este modelo algunos estudiantes en cada clase logran sobresalir, pero la mayoría simplemente aprueba los cursos sin dominar los conceptos y aprehender los conocimientos. Pongamos un ejemplo: supongamos que un estudiante obtiene una calificación de 8 en un examen final de matemáticas. Basado en la típica curva de distribución de calificaciones, este estudiante quizá estará por encima del promedio del grupo y por lo tanto su rendimiento escolar se determinará como ‘alto’. Sin embargo, el obtener un 8 de 10 implica que hay un 20% del contenido de ese examen que el estudiante no conoce. Esto quiere decir que un estudiante catalogado como ‘exitoso’ bajo este esquema desconoce por completo el 20% de los conocimientos impartidos en dicha etapa, los cuales podrían ser los cimientos de temas más avanzados y por lo tanto el estudiante está destinado a lidiar con la materia en el futuro. Esta realidad simplemente ha sido aceptada durante siglos.

Aprobar vs. Dominar

Por otro lado, la alternativa es basar la enseñanza en el dominio de los temas y en la aprehensión de éstos. Esto implica los siguientes ajustes: 1) basar la aprobación de un curso a otro en la competencia en vez de un simple cumplimiento de horas; 2) adaptar los métodos de enseñanza a cada estudiante; 3) destinar el tiempo que sea necesario en cada tema para que cada estudiante lo domine; 4) el estudiante no se puede rendir (esto último supone una educación emocional personalizada y adaptable).

Como se puede leer, todos los ajustes pertinentes están relacionados con la personalización y adaptabilidad de la enseñanza. Es fácil intuir que la mejor forma de implementar esta alternativa sería por medio de tutorías uno a uno, con cada tutor entendiendo las fortalezas, debilidades y entorno del estudiante. No es coincidencia, por lo tanto, que el nivel educativo de los padres, o el tiempo que éstos invierten asistiendo a sus hijos con labores escolares sean dos de los principales determinantes del rendimiento escolar de los estudiantes. Tampoco es coincidencia que familias pudientes contraten tutores privados para proveer una instrucción a la medida para sus hijos, se viene haciendo desde antes que Filipo II contratara al mismo Aristóteles para educar a su hijo Alejandro Magno. Los tutores personales, por lo tanto, son naturalmente considerados la opción ideal. Sin embargo, la inversión en educación tiene restricciones presupuestarias naturales que limitan que cada estudiante tenga un tutor personal. He aquí una gran disparidad en el acceso a la educación.

 

Entra la tecnología

Lo emocionante de nuestro tiempo es que a través de la tecnología estas experiencias de aprendizaje a la medida están al alcance de ser escalables y sistematizables. Existen ya múltiples plataformas para el aprendizaje adaptativo que pueden ofrecer los beneficios de una tutoría uno a uno, proveyendo a cada estudiante con su propia ruta personalizada, que se ajusta en tiempo real y reacciona a la actividad y el interés del estudiante.

El uso intensivo de estas tecnologías va en ascenso y sería una pesadumbre atestiguar una vez más cómo el uso de la tecnología abre y profundiza brechas en nuestra sociedad en vez de cerrarlas. Es por eso que el diseño e implementación de un modelo con aprendizaje adaptativo al centro es imperativo en el sistema educativo público mexicano.

Es importante mencionar que hablar sobre tecnología en educación de ninguna manera implica subestimar la labor de los maestros. La tecnología no está volviendo a los maestros obsoletos, los está volviendo más importantes. Diversos estudios demuestran que los mejores resultados de uso de estas tecnologías provienen de una implementación ‘blended’, en los cuales las plataformas digitales fungen como poderosas herramientas para los maestros. Por lo tanto, el éxito del diseño e implementación de un modelo para México se logrará únicamente si los maestros se involucran completamente en éste.

Éste no es un artículo de cómo está la educación en México; eso ya lo sabemos. Tampoco es un artículo argumentando que la educación en México debe mejorar; en eso estamos todos de acuerdo. Vamos a poner en el debate público la sistematización de tecnologías e innovaciones educativas para cerrar brechas y vencer desigualdades estructurales en nuestro país.

*Cofundador de Nextia y de Inviértete.

 

Contacto:

Twitter: @mmths

Instagram: mathus.oax

Mail: mmathusgs@gmail.com

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Es hora de personalizar la educación

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Libro: De los saberes de la emancipación y de la dominación

Ana Esther Ceceña. [Coordinadora]

Ana Esther Ceceña. Carlos Walter Porto Gonçalves. Guillermo Castro Herrera. Raúl Zibechi. Luis Tapia. Jaime Estay Reyno. Raúl Ornelas. Claudia Korol. Juan Guillermo Ferro M.. Jaime Caycedo. Jaime Zuluaga Nieto. Manuel Guerrero Antequera. [Autores de Capítulo]

Colección Grupos de Trabajo.
ISBN 978-987-1543-09-0
CLACSO.
Buenos Aires.
Diciembre de 2008

No hay dominante sin dominado, ni proceso de dominación sin resistencias. A las estrategias, modalidades y mecanismos diseñados por los dominadores de todos los tiempos corresponde una plétora de expresiones, acciones, estrategias y proyectos políticos de quienes se resisten a ser dominados. Las relaciones de poder que condensan el proceso de expansión planetaria del capitalismo, cuyo último gran triunfo fue la caída del socialismo real, han ido abarcando todas las dimensiones de construcción de societalidad. El poder no se impone sólo –y a veces ni principalmente– por medios brutales de coacción física: transita significativamente por la construcción simbólica de las interpretaciones del mundo. Se instala en las mentes colectivas y las individualiza; en los imaginarios sociales desbaratándolos y produciendo imágenes que ocuparán su lugar; invade los cuerpos internalizando una visión del mundo producida, extranjera, presentándose a la vez como biopoder y cosmopoder. La idea de un mundo sin tanques o sin cuerpos de seguridad se va volviendo disparatada. Las cosmovisiones del poder se imponen por bombardeo sistemático a través de los medios y de la producción de sentidos comunes. Las formas de control y disciplinamiento se van sofisticando hasta volverse tan sutiles que aparecen como autoconciencia. Penetrar esa sofisticación para aprehender los mecanismos y las lógicas del poder, para construir un mundo sin imposiciones, sin discriminaciones, sin explotación y sin otredades forma parte del proceso emancipatorio. Todo proceso se construye acumulando saberes. Y la sabiduría de los pueblos lleva al conocimiento de los límites, de los riesgos, de los daños, de las maneras de superar obstáculos o peligros. No hay emancipación posible sin conocimiento.

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Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?id_libro=16&campo=titulo&texto=dominacion

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Espejos Extraños Contra la Dominación

Por: Boaventura de Sousa Santos

La dominación social, política y cultural siempre es el resultado de una distribución desigual del poder en cuyos términos quien no tiene poder o tiene menos poder ve sus expectativas de vida limitadas o destruidas por quien tiene más poder. Esta limitación o destrucción se manifiesta de diferentes maneras: desde la discriminación hasta la exclusión, desde la marginación hasta la liquidación física, psíquica o cultural, desde la demonización hasta la invisibilización. Todas estas formas pueden reducirse a una sola: la opresión. Cuanto más desigual es la distribución del poder, mayor es la opresión. Las sociedades con formas duraderas de poder desigual son sociedades divididas entre opresores y oprimidos. La contradicción entre estas dos categorías no es lógica, sino más bien dialéctica, ya que ambas forman parte de la misma unidad contradictoria.

Los factores que están en la base de la dominación varían de época a época. En la época moderna, digamos, desde el siglo XVI, los tres factores principales han sido: el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. El primero es originario de la modernidad occidental, mientras que los otros dos existían antes pero fueron reconfigurados por el capitalismo. La dominación capitalista se basa en la explotación del trabajo asalariado por medio de relaciones entre seres humanos formalmente iguales. La dominación colonial se basa en la relación jerárquica entre grupos humanos por una razón supuestamente natural, ya sea la raza, la casta, la religión o la etnia. La dominación patriarcal implica otro tipo de relación de poder pero igualmente basada en la inferioridad natural de un sexo o de una orientación sexual.

Las relaciones entre los tres modos de dominación han variado a lo largo del tiempo y del espacio, pero el hecho de que la dominación moderna se asiente en los tres es una constante. Al contrario de lo que vulgarmente se piensa, la independencia política de las antiguas colonias europeas no significó el fin del colonialismo, significó la sustitución de un tipo de colonialismo (el colonialismo de ocupación territorial efectiva por una potencia extranjera) por otros tipos (colonialismo interno, neocolonialismo, imperialismo, racismo, xenofobia, etc.).

Vivimos en sociedades capitalistas, colonialistas y patriarcales. Para tener éxito, la resistencia contra la dominación moderna tiene que basarse en luchas simultáneamente anticapitalistas, anticoloniales y antipatriarcales. Todas las luchas tienen que tener como objetivo los tres factores de dominación, y no solo uno, aunque las coyunturas puedan aconsejar que incidan más en un factor que en otro.

El siglo XX fue de los siglos más violentos de la historia, pero también se caracterizó por muchas conquistas positivas: desde los derechos sociales y económicos de los trabajadores hasta la liberación e independencia de las colonias, desde los movimientos de los derechos colectivos de las poblaciones afrodescendientes en las Américas y de los pueblos indígenas hasta las luchas de las mujeres contra la discriminación sexual. Sin embargo, a pesar de los éxitos, los resultados no son brillantes. En las primeras décadas del siglo XXI atravesamos incluso un período de reflujo generalizado de muchas de las conquistas de esas luchas. El capitalismo concentra la riqueza más que nunca y agrava la desigualdad entre países y dentro de ellos; el racismo, el neocolonialismo y las guerras imperiales asumen formas particularmente excluyentes y violentas; el sexismo, a pesar de todos los éxitos de los movimientos feministas, sigue ejerciendo violencia contra las mujeres con una persistencia inquebrantable.

Un diagnóstico correcto es condición necesaria para salir de esta aparente estasis histórica. Sugiero varios componentes principales del diagnóstico. El primero reside en que, mientras que la dominación moderna articula siempre capitalismo con colonialismo y patriarcado, las organizaciones y movimientos que vienen luchando contra ella siempre han estado divididas, cada una privilegiando uno de los modos de dominación y descuidando, o incluso ignorando, el resto, y cada una defendiendo que su lucha y su forma de lucha es más importante. No sorprende, así, que muchos partidos socialistas y comunistas, que lucharon (cuando lucharon) contra la dominación capitalista, hayan sido durante mucho tiempo colonialistas, racistas y sexistas. Del mismo modo, no sorprende que movimientos nacionalistas, anticoloniales y antirracistas hayan sido capitalistas, procapitalistas y sexistas, y que movimientos feministas hayan sido conniventes con el racismo, el colonialismo y el capitalismo. De este hecho histórico resulta claro que los avances serán escasos si la dominación continúa unida y la oposición desunida.

El segundo componente tiene que ver con el modo en que se organizaron las resistencias anticapitalistas, anticolonialistas y antipatriarcales. Trabajadores, campesinos, mujeres, personas esclavizadas, pueblos colonizados, pueblos indígenas, pueblos afrodescendientes, poblaciones discriminadas por la discapacidad o por la condición u orientación sexual recurrieron a muchas formas de lucha, unas violentas, otras pacíficas, unas institucionales, otras extrainstitucionales. A lo largo del siglo pasado, esas múltiples formas se fueron condensando en partidos políticos, movimientos de liberación y movimientos sociales, y, salvo algunas excepciones, fueron dando preferencia a la lucha institucional y no violenta. El régimen político que se impuso como la mejor respuesta a estas opciones fue la democracia de origen liberal, la democracia actualmente existente. Ocurre que la potencialidad de este tipo de democracia para responder a las aspiraciones de las poblaciones oprimidas siempre fue muy limitada y las limitaciones se fueron agravando en tiempos más recientes. El modelo que más desarrolló esa potencialidad fue la socialdemocracia europea, y su mejor momento (conseguido, en buena medida, a costa del colonialismo y el neocolonialismo, o sea, de las relaciones económicas desiguales con las colonias y las excolonias), está hoy bajo ataque, no solo en Europa, sino también en todos los países que buscaron imitar su espíritu moderadamente redistributivo para reducir las enormes desigualdades sociales (Argentina, Brasil, Venezuela).

En todas partes, la democracia de baja intensidad está siendo cercada por fuerzas antidemocráticas y, en algunos países, va transitando hacia dictaduras atípicas, muchas veces basadas en la destrucción de la separación de poderes (desde Brasil a Polonia y Turquía) o en la manipulación de los sistemas mayoritarios (fraude electoral sistemático, como en México, sistemas electorales que no garantizan la victoria del candidato más votado, como Hillary Clinton en Estados Unidos). Sabíamos que la democracia se defiende mal de los antidemócratas pues, de otro modo, Hitler no habría ascendido al poder por vía de las elecciones. Y nótese que, si bien de modo fraudulento, su partido ostentaba la palabra «socialismo» en su nombre. Hoy, la democracia está siendo secuestrada por fuerzas económicas poderosas (bancos centrales, Fondo Monetario Internacional, agencias de calificación de crédito) no sujetas a ninguna deliberación democrática. Y las imposiciones pueden ser legales (¿y legítimas?): intereses de deuda pública, imposición de tratados de libre comercio, políticas de austeridad, rules of engagement de las multinacionales, control corporativo de los grandes medios de comunicación; e ilegales: corrupción, tráfico de influencias, abuso de poder, infiltración en las organizaciones democráticas, incitación a la violencia.

La democracia es hoy servidora de los intereses imperiales, cuando no directamente uno de sus instrumentos. Para imponerla se destruyen países enteros, sean ellos Irak, Libia, Siria o Yemen. Está bien documentada la intervención imperialista para desestabilizar procesos democráticos dotados de algún ánimo redistributivo y animados por algún posicionamiento nacionalista para protegerse del mercado internacional depredador de recursos estratégicos, sean ellos petróleo, minerales o, de modo creciente, tierra o agua. Esta desestabilización se nutre siempre de los errores, a veces graves, de los gobiernos nacionales (algunos considerados progresistas) y cuenta con la activa complicidad de las oligarquías que dominaron estos países. La descaracterización de la democracia es tal que ya se habla hoy de posdemocracia, un nuevo régimen político basado en la conversión de los conflictos políticos en conflictos mediáticos minuciosamente gestionados por técnicos de publicidad y comunicación, y últimamente apoyados por la posverdad mediática de las fake news.

El tercer componente del diagnóstico tiene que ver precisamente con los errores de los gobiernos nacionales. ¿Por qué se equivocan con tanta frecuencia, sobre todo cuando son considerados gobiernos progresistas? Son muchos los factores: no hay alternativas anticapitalistas creíbles y las conquistas contra el colonialismo, el racismo o el sexismo parecen depender de que no interfieran con la dominación capitalista; una vez obtenido el poder de gobierno, las fuerzas progresistas se comportan como si tuviesen, además de aquel, el poder económico, social y cultural que se reproduce en la sociedad en general, y con eso deja de reconocerse la gravedad o incluso la existencia de antagonismo de clases, razas y sexos; las luchas contra el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado son siempre concebidas como si se buscara eliminar los «excesos» de estos modos de dominación, y no su fuente. De tal «autocontención», voluntaria o impuesta, devienen dos consecuencias fatales.

La primera es tolerar o incluso promover un sistema de educación que fomenta los valores y las subjetividades que sustentan el capitalismo y las relaciones coloniales, racistas y sexistas. La segunda es negarse a imaginar (o ignorar cuando ocurren) formas alternativas de organizar la economía, concebir la democracia, organizar el Estado, practicar la dignidad humana, dignificar la naturaleza, promover formas de sentir y de ser solidarias, sustituir cantidades y gustos infinitos por la proporcionalidad, dejar de lado euforias desarrollistas en beneficio de límites justos y fruiciones comedidas, promover la diferencia y la diversidad con la misma intensidad con la que se promueve la horizontalidad. Al presentarse como fatales, estas dos consecuencias son inhumanas. Por la simple razón de que ser humano es no ser plenamente humano. Es no tener que ser para siempre lo que se es en un determinado contexto, tiempo o lugar.

(*) Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez

Fuente del Artículo:

https://www.aporrea.org/ideologia/a250852.html

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Imaginar un país .

América Latina, procesos constituyentes y proyecto de nación en México.

Francisco José Cantamutto. Antonio Hernández. Daniel Vázquez. [Autores]

ISBN 978-607-97498-4-2
Fundación para la Democracia, Alternativa y Debate A.C.. CLACSO.
Ciudad de México.
Mayo de 2017

Hace años que México atraviesa por una crisis de largo aliento, combinada con sucesivos estallidos de indignación y reclamos populares. Este texto propone ubicar y pensar la crisis de México a nivel específico del estado, considerándolo en su doble faz de instrumento de dominación y promesa no inocua de bienestar y evitando salidas sencillas. Este tipo de crisis no es nuevo en la región latinoamericana, por lo que recurrimos a otras experiencias (Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela) con ánimos de analizar qué podemos recuperar. El factor que nos permite la comparación con estos casos es la instancia de renovación constituyente: la convocatoria a renovar los acuerdos más básicos que nos ligan como pueblo. Pensamos la renovación constituyente no como simple recambio legal o técnico, sino como la convocatoria amplia a re-construir la nación a partir de acuerdos sociales básicos. ¿La figura del Congreso Constituyente es útil para estos fines? ¿cuál ha sido la experiencia al respecto en América Latina en el último movimiento constituyente? ¿Cómo se ven las perspectivas de México a la luz de esas experiencias? Estas son las preguntas que guían el texto.

Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=1230&pageNum_rs_libros=1&totalRows_rs_libros=1177
Imagen: http://www.clacso.org.ar/clacso/novedades_editoriales/img_tapas/1230_Tapa.jpg
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