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Premio nacional para un colegio de la comarca de Talavera por un proyecto de cuidado del medio ambiente

Por: La Voz de Talavera.

El proyecto ‘Reducir es posible’, realizado por el Colegio Rural Agrupado (CRA) Entrerríos de la localidad toledana de Los Cerralbos y dedicado a la reducción y gestión de residuos producidos en el centro escolar, ha sido uno de los proyectos ganadores del Premio Acción Magistral 2019, convocado a nivel nacional por FAD y BBVA y que será entregado el sábado 21 en Madrid por la ministra de Educación, Isabel Celaá.

Al premio optaban en diferentes categorías un total de seis centros educativos de Castilla-La Mancha: además del CRA de Los Cerralbos, también han participado en el concurso el Instituto ‘Princesa Galiana’, de Toledo capital; el CRA ‘Los Pinares’, de Campillo de Altobuey; el centro ‘Nuestra Señora de la Consolación’, de Villacañas (Toledo); el CEIP ‘Alcázar y Serrano’, de Caudete (Albacete); y el CEIP ‘Entre Culturas’, de Hellín (Albacete).

REDUCCIÓN DE LA HUELLA AMBIENTAL

El trabajo del CRA Entrerríos ha formado parte de una iniciativa que persigue la reducción de la huella ambiental, transformando el entorno escolar en un ambiente más sostenible, a través del fomento de la “R” de “Reducir” envases y residuos. “Este proyecto responde a la inquietud de los propios alumnos, que nos reclamaban actuar para encontrar una solución al problema de gestión de residuos”, explican desde el centro.

Entre las iniciativas planteadas en el curso 2018-2019, se ha implantado un sistema de pesaje de residuos de papel y plástico del que se ha ido haciendo seguimiento para comprobar el cumplimiento del objetivo.

EN LA RED NACIONAL DE ECOESCUELAS

Asimismo, se celebró el Día de Acción con la Comunidad, en el que bajo el lema “Compra responsable sin residuos plásticos” se ofrecieron charlas para concienciar a alumnos, profesores, establecimientos locales y gente del pueblo, de que reduzcan el uso de bolsas y envases de plásticos.

Gracias a esta iniciativa, que ha involucrado a la comunidad educativa y a gran parte de los habitantes de la zona, y a que forma parte de la red nacional de Ecoescuelas, el CRA Entrerríos de Los Cerralbos ha sido seleccionado este año para llevar a cabo el proyecto internacional sobre residuos “Litter Less Campaign”, junto a 27 ecoescuelas de España.

348 TRABAJOS DE TODA ESPAÑA

El Premio, que este año celebra su decimoquinta edición, forma parte de Acción Magistral, un proyecto educativo de la Fad y BBVA para potenciar y apoyar a los/as docentes españoles que trabajan día a día por intentar hacer de la escuela y la educación un lugar más creativo, innovador y generador de impacto social educativo.

En la edición de este año, se han presentado un total de 348 proyectos elaborados por docentes, alumnos y AMPA de distintos centros educativos de toda España que realizan proyectos educativos de innovación social educativa.

El trabajo ganador del CRA Entrerríos incluía un vídeo explicativo del mismo, que ofrecemos a continuación.

Fuente del documento: https://www.lavozdetalavera.com/noticia/52976/comarca/video-/-premio-nacional-para-un-colegio-de-la-comarca-de-talavera-por-un-proyecto-de-cuidado-del-medio-ambiente.html

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Mapas multimuldiales para soñar desde la escuela hacia el futuro

Por: Carmelo Marcén 

Los mapas siempre representan espacios vivos, multiformes y cambiantes, más o menos aislados o interactivos, posibles o no, para fantasear sobre el futuro global, tan necesario también para el profesorado, demasiado sujeto a los viejos mapas.

Los mapas tienen actualmente una existencia ambigua en la escuela; se ven bastante pero sitúan poco. Sin embargo, mapa es una palabra inequívoca; señala algo importante plasmado en una superficie de apoyo. Es algo universal, casi nadie podrá decir que no ha utilizado varios en su vida. La palabra que los marca viene del latín y designaba, más o menos, un pañuelo sobre el que se podía dibujar un plano. Seguro que en la escuela se sabe que los intentos de entender el mundo y de aprehenderlo mediante símbolos vienen de antiguo: los babilonios hace casi 4.000 años y los griegos posteriormente se ocuparon de plasmar en una lámina el mundo conocido. Sin embargo, sus dibujos tenían demasiada imaginación para lo que se lleva hoy; apenas utilizaban medidas cartográficas.

En cierta manera, todos los mapas, hasta los más científicos que podamos ver hoy, implican cierto grado de invención. Líneas y colores sirven a sus autores para dar forma a resúmenes y localizaciones del espacio; a los demás nos guían para encontrar lo buscado o descubrir lo recóndito, o simplemente nos dejan viajar con la imaginación. Por eso, la escuela -escenario de aventuras formativas en un mundo global- debe asignarles un protagonismo diario, ahora que Google Maps u otros sistemas cartográficos nos lo ponen más fácil.

Cuente al alumnado de su clase que la historia de los mapas nos dice que el griego Tolomeo fue su precursor en occidente. Sin embargo, sus anotaciones llevaban implícitos errores y así siguieron hasta que los delineantes renacentistas y las exploraciones marítimas –con el soporte de la brújula– ayudaron a reconocer un mundo que cada vez se hacía más grande. En realidad, los dibujos en plano son una manera de relatar o inventarse historias como aquella que nació cuando un sacerdote alemán llamado Martin Waldesemüller colocó en 1507 la palabra América por primera vez en una representación y así se quedó para siempre para designar a un continente que en realidad son dos pegados hace más de diez millones de años. Pero llegó Mercator hace unos 550 años y se empeñó en montar globos terráqueos; nacieron los planisferios, que siempre distorsionan el espacio pues es difícil poner en plano lo que contiene una superficie esférica. Será por eso que los mapas que todos hemos utilizado sobredimensionan el hemisferio norte –sorprende lo enorme que aparece Groenlandia– y reducen la superficie del sur; son una apariencia de la forma geoide de la Tierra y colocan casi siempre a Europa en el centro del mapa (sic).

Con el tiempo, llegó Internet y todo cambió: las dimensiones, la escala, el espacio, los símbolos, etc.; con los variados buscadores cartográficos aumentó la posibilidad de volar, conocer el mundo sin moverse de casa y fantasear sobre el futuro con variables distintas a la estrictamente geográfica. Solamente es necesario darse un paseo por los mapas de National Geographic, World Resources Institute (WRI) y su Aqueduct Global Flood Analyzer, los del IDMC (Internal Displacement Monitoring Centre, o el  Atlas of the Real World: Mapping the Way We Live, que utiliza como criterio de representación la población total por países.

Además de estos podemos utilizar mapas que hablan de espacios vivos: los desafíos norte-sur y la pobreza, los países más afectados por el cambio climático, las rutas migratorias y los desplazados en el mundo –ACNUR los proporciona en su informes anuales–, la distribución de la población mundial, las servidumbres económicas, la población anciana en el mundo y otros muchos escenarios que nos ayudan a pronosticar el futuro desde una perspectiva multimensional, social y ambiental en interacción. Hace unos meses nos impactó uno que vimos publicado en el último informe de la ONU sobre previsiones demográficas, The World Population Prospects: The 2017 Revision; es tan peculiar que si queremos nos lleva hasta 2090.

El continente negro, en conjunto, será el que más crezca, pues la alta tasa de fertilidad se mantendrá varias décadas. Sus proyecciones demográficas no son muy diferentes a las que avanza el Banco de España sobre las presiones migratorias para Europa en 2050. De ellas se deduce que si combinamos la población anciana de aquí –con incógnitas sobre sus pensiones y el sistema de salud– con las migraciones de allá –cada vez más numerosas y según se ve más necesarias para reponer nichos de actividad– no resulta atrevido pensar que las sociedades europeas van a cambiar mucho, que podemos aventurar un continente euroafricano. ¿Qué decir del mapa de futuro entre norte y Suramérica? Podríamos consultar con el alumnado “Worldometers”, el contador de la población mundial, y organizar algún debate sobre las futuras relaciones entre sociedades y el medio ambiente. ¿Quién se atreve a decir que de esto no hay que hablar en la escuela?

Durante el mes de enero de 2018 estuvo abierta en la Biblioteca Nacional de Madrid la magnífica exposición “Cartografías de lo desconocido”. Su comisario, Juan Pimentel, afirmaba que los mapas son artefactos cargados de poder pues todos tienen una intencionalidad, ocultan o descubren tesoros. Las imágenes, que conectan con la geografía de las emociones, deben incentivar la imaginación. Una simple analogía con lo ya conocido nos hace ver que son necesarias políticas globales que preparen el futuro, que se basará en la convivencia y en los intercambios entre demografía y bienestar (no desarrollo), sin olvidar que ambas tienen dimensión universal; de otra forma el mundo resultante no cabrá en un mapa. Quizás, la verdad sobre el futuro, o los sitios de verdad, no están marcados en ningún mapa, como nos parece que se deducía de Moby Dick, aquel cuento o historia de Herman Melville, allá por la mitad del siglo XIX.

Esas idealizaciones que suponen los mapas siempre representan espacios vivos, multiformes y cambiantes, más o menos aislados o interactivos, posibles o no pero siempre ilustrativos de las variables que influyen en el mundo interconectado, marcadamente social y relacionado con el medio ambiente; la forma de ver los mapas tiene consecuencias sociales políticas, de pasado mañana para quienes ahora pueblan nuestras aulas. Un buen tema para empezar a abrir la escuela al mundo con los más pequeños –invítenles a que tracen lazos con líneas y colores, con mensajes diversos, entre las escuelas de España y América, que imaginen que van y vienen de un lado a otro–, para las clases de Geografía aplicada en Secundaria y Bachillerato; también para la materia de Ciencias de la Tierra y del Medio. Pero sobre todo, para fantasear sobre el futuro global, tan necesario también para el profesorado, demasiado sujeto a los viejos mapas.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2018/11/30/mapas-multimuldiales-para-sonar-desde-la-escuela-hacia-el-futuro/

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Salvar la Amazonía debería ser un empeño de todas las escuelas del mundo

Por: Carmelo Marcén

¿Podría Amazon, ya que le ha copiado el nombre al gran río y a su cuenca, destinar un centimillo de euro por cada uno de los transportes que hace diariamente a salvar la Amazonía?

Hay muchos mitos sobre las Amazonas, aquellas mujeres que reinaban en las tierras mediterráneas en tiempo de los griegos y tenían un carácter guerrero muy fuerte que demostraron ante Heracles y Aquiles. Se cuenta que Francisco de Orellana, el conquistador español que se empeñó hacia 1541 en seguir la corriente de un gran río cuyo tamaño lo dejó impresionado, dio a ese el nombre de Amazonas, por creer que un ejército femenino lo había atacado con flechas desde la orilla. Aquel gran río sigue siendo un mito: pasa por ser el más largo del mundo y alberga en su sistema hídrico más agua que los otros tres grandes ríos del mundo juntos: Nilo,  Yangtsé y el Misisipi. Atraviesa Perú, Colombia y Brasil, como todos sabemos, pero quizás desconozcamos que su cuenca hidrográfica (con sus fuentes Marañón y Ucayali) guarda la quinta parte del caudal fluvial de planeta; algo que si los dioses griegos hubiesen conocido seguro que lo hubieran cobijado en su prolija teología. Así, mitológico, lo vería Pablo Neruda que le dedicó un poema en el que lo llamaba capital de las sílabas del agua, padre patriarca y eternidad eterna de las fecundaciones y decía de él que ni la luna lo puede vigilar ni medir. Recitémoslo en la escuela y desentrañemos los caudales del poema.

Pero nombrar Amazonas no es decir agua, es hablar de la Amazonía que comprende territorios de 9 países sudamericanos –unos 6,7 millones de km2, casi 12 veces la península Ibérica– y se identifica con la selva tropical por excelencia. Además de ser el hogar de casi el 10% de la biodiversidad conocida, entre otras unas 40.000 especies de plantas y 2.500 de peces fluviales, también de singulares invertebrados; seguro que guarda muchas especies desconocidas. Por otra parte, captura cientos de miles de millones de toneladas de óxido de carbono y libera parte de sus equivalentes de oxígeno. Es el gran pulmón del aire, de la vida global; la evapotranspiración de sus plantas es fundamental para la dinámica climática de todo el planeta. Es la casa de más de 30 millones de personas, además del refugio de más de 300 grupos indígenas –entre ellos los Yanomami y los Kayapó, nombrados en varios documentales por su oposición a las tropelías de los nuevos colonizadores de la selva–.

A pesar de toda esta riqueza visible o no, los científicos aseguran que la Amazonía –la magnífica reserva de la biosfera– está en peligro. Interesaría plantear en la escuela un debate sobre a quién pertenece la Amazonía: a los gobiernos de los países que engloba, a los habitantes indígenas que viven dentro de ella o, por los beneficios que reporta, a todo el mundo, se podría decir que es un patrimonio global: por eso la Unesco la habrá nombrado Patrimonio Natural de la Humanidad. Esta figura de protección plantea una serie de beneficios pero a la vez conllevaría otros tantos compromisos o más para conservarla. Los periódicos de la zona se lo preguntan a menudo; para comprobarlo solamente hace falta realizar una búsqueda en internet. Si lo dejamos en manos de aquellos países, pueden hacer con ella lo que quieran; incluso talarla del todo, lo cual deja a la intemperie a sus habitantes y maltrechos a los pueblos indígenas. Nosotros lo notaremos enseguida: el clima y nuestras vidas cambiarán mucho. Si pensamos que es propiedad colectiva habremos de implicarnos en su protección. ¿Cómo podemos hacerlo desde la escuela?

En primer lugar hay que viajar allí vía internet. Enseguida encontraremos noticias del empeño de Greenpeace, que avisa que absorbe unas 1.000 millones de toneladas de CO2, la mitad que en 1990. Normal, la ONG asegura que desde 1970 se ha perdido una superficie mayor que la de España debido a las talas de árboles; para comprobarlo solamente es necesario buscar en las fotos de la NASA en las que compara varios años. Si queremos conocerla mejor abramos la puerta de National Geographic, que le dedica una amplia información

Ya hay por ahí centros escolares que han puesto en marcha iniciativas como “Salvar la Amazonía” o “Visión Amazonía” -implicada en la protección de la selva colombiana porque saben qué va detrás de la masiva deforestación-. El debate escolar debe continuar: es importante hablar en la escuela de lo que está lejos o cerca, debemos ocuparnos de qué y cómo mueve el mundo natural y social, etc. La escuela es el escenario adecuado para desarrollar el pensamiento crítico sobre qué es la vida. Quizás valdría para la reflexión el visionado de los capítulos de la serie La Amazonía: última llamada o la reciente Sob a pata do boi (Bajo la pata del buey. Cómo la Amazonia se convierte en pasto). Algunas personas de América del Sur están muy preocupadas por las posibles políticas de los nuevos dirigentes de Brasil, por ejemplo.

Desde aquí se nos ocurre lanzar una propuesta sencilla. ¿Podría Amazon, ya que le ha copiado el nombre al gran río y a su cuenca, destinar un centimillo de euro por cada uno de los transportes que hace diariamente a salvar la Amazonía? Según nuestros cálculos solo con los envíos de Amazon Prime en 2017, unos 5000 millones, serían 50 millones de euros al año. Hemos propuesto por cada producto, no por los millonazos de dólares que se cobran por los envíos; y además, falta el 37 % de recados de la compañía que no figuran en este servicio. ¿Se imaginan que fuese el 0,07 % de cada valor? En cierta manera resarciría un poco los enormes peajes ambientales que generan sus pedidos viajando de lado a lado por todo del mundo. Esta idea es la sugerencia de una alumna de 4 º de ESO, toda su clase la suscribió. ¡Qué lástima que el señor Jeffrey Preston Bezos no lea este blog! Por si alguna escuela se anima le podría enviar una carta cortésmente redactada diciéndole que considerase el asunto; su dirección –o la de su sede- será fácil encontrarla en internet. Mejor si le llegan muchas de muchos países en los que opera escritas en varios idiomas.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2018/11/16/salvar-la-amazonia-deberia-ser-un-empeno-de-todas-las-escuelas-del-mundo/

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Jóvenes consumistas estilosos desfilan en las pasarelas escolares

Por: Carmelo Marcén 

Los currículos nos dicen que el consumo es un contenido que se debe trabajar en clase, incluso nos dan pautas de objetivos y criterios de evaluación.

Desde hace unas décadas las múltiples televisiones privadas irrumpieron en nuestras vidas para, supuestamente, hacérnoslas más amenas. Entremezclados con los multiplicados programas e informaciones en los medios audiovisuales llegaron infinidad de mensajes consumistas. Nos decían que estaban destinados a prestar un servicio completo al ciudadano que le permitiese mejorar su vida; nos mentían. Hoy, nos pueden llegar diariamente unos 3.000 mensajes sin solicitarlos –un millón al año si echamos cuentas–, a poco que estemos enganchados a redes y a la televisión; con solo unos 100 impactos de esta tenemos condicionada la vida.

En esta sociedad, por momentos mutante, de comienzos del siglo XXI, el consumo hace de fuerza motriz. Lo mismo a escala personal, donde tiene una función ambivalente -vivimos porque consumimos y consumimos porque vivimos-, que a escala global, ya que es uno de los vectores que vertebran el funcionamiento de la sociedad y a la vez constituye una de las principales causas del drástico deterioro de las relaciones sociales y ecológicas. A pocas búsquedas inocentes que hagamos en Internet de un servicio privado, un hotel, por ejemplo, o cualquier producto, tenemos asegurada la machacona permanente del buzoneo sobre su calidad; incluso cuando entramos en la web de cualquier periódico. Quienes los cargan conocen que el valor que damos a lo que consumimos y la felicidad que nos procura tienen una dosis elevada de práctica social y una parte de experiencia individual, que no todos administramos de la misma manera.

Nuestros jóvenes son la diana publicitaria perfecta; los saben bien quienes gestionan las redes sociales. El consumo de los niños y jóvenes lo mueve hoy la mercadotecnia. Los eslóganes de las campañas explotan el hecho de que cuando se porta un estilo, en forma de ropa o complementos, lo que se desea es atraer con la imagen, al margen de sentirse cómodo o gratificarse personalmente.

En revistas juveniles se pueden leer mensajes como: cosmética de empollona, accesorios electrónicos para perder la cabeza, cremas prodigiosas que hacen adelgazar. En realidad, la moda es una paradoja, pues se busca la singularidad y al final se va uniformado. Los creativos de las marcas consiguen que los códigos del camuflaje igualen a nuestros jóvenes. Así, todos están enchufados a “los confesionarios electrónicos en forma de android o ipad”, a las series televisivas “multiafectivas o destructivas”, etc.

Puesto que en la adolescencia no es extraño que reine el claroscuro entre lo privado y el teatro social, el porvenir de los grandes focos comerciales está asegurado. Pero además nuestro consumo va ligado a la explotación laboral. Ahora se cumplen cinco años de la tragedia que en Dacca se llevó por delante la vida de más de mil personas que hacían camisetas para nosotros. Una semana después de la catástrofe del “Rana Plaza”, H&M, Inditex, El Corte Inglés, Benetton, etc., asdguraron que firmarían un compromiso que “complementara el sistema de auditorías que ya se desarrollaba en la industria textil”.

Parece que nadie en España (ni siquiera las familias o los gobiernos) se plantea de verdad que habría que educar de distinta manera a nuestros jóvenes para que eviten el papel cegador que las grandes marcas ejercen. Quizás debamos demostrar a nuestros hijos la responsabilidad de las grandes marcas en la explotación de los más pobres de los países pobres; sin duda habrá que explicarles con detalle en qué consiste el costo social de los artilugios electrónicos, de la ropa que ellos portan alegremente. Habrá que animarles a que encuentren significado al Día Mundial del Comercio Justo que se celebra en mayo.

Los currículos nos dicen que el consumo es un contenido que se debe trabajar en clase, incluso nos dan pautas de objetivos y criterios de evaluación; debe ser difícil resolver estos si no se compaginan con las costumbres y estilos de vestirse que observamos cada día en quienes damos clase. Para evitarlo habremos de educar(nos) de forma colectiva en las ventajas globales de un consumo sostenible, aunque sea menos estiloso.

Aquí va una propuesta para el debate escolar: “Dicen que una camiseta por la que pagamos 20 euros aquí, tiene unos costes laborales de unos céntimos en donde se fabrica; no digamos nada si lleva el número del ídolo futbolístico de moda”. El mensaje puede seguir con la invitación a que levanten la mano quienes poseen algunas camiseta con estas características, o varias. Con los más mayores se puede comentar lo que dice el informe Cambio Global en España 2020/50. Consumo y estilos de vida, en el que se plantea el uso social del consumo en relación con el bienestar para, desde esa advertencia, tratar de encontrar caminos (regulación e instrumentos económicos, vigilancia internacional, políticas culturales y educativas, iniciativas ciudadanas) hacia la modificación de los malos hábitos. Paciencia porque el camino será largo y la escuela tiene muchos contrarios en esta intención educativa.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2018/05/11/jovenes-consumistas-estilosos-desfilan-en-las-pasarelas-escolares/

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Un viaje a las Galápagos en busca de conocimiento y aventura tras los pasos de Darwin

Por: Carmelo Marcén Albero

Hacer un viaje virtual, vía Internet, a las Galápagos, puede ser un buen enganche para el alumnado, para hablar del currículo. También para tratar temas como el turismo y su impacto en el medio ambiente.

Siempre me han atraído esas islas, desde chico; será por el nombre tan llamativo que tienen, porque no es normal llamar a una isla como un animal. Por eso en mis años de escuela me entretenía en buscar las de este estilo en los topónimos. Así encontré las caribeñas Caimán, Anguila, Alcatraz y Tortuga –después he sabido que hay otra Tortuga costarricense en el Pacífico–, y así otras más.

La maestra decía que el archipiélago de las Galápagos estaba situado en las proximidades del Ecuador; otro misterio para los primerizos estudiantes de la geografía. Nuestra comprensión se limitaba a imaginar una línea (o algo) tan grande que dividía el Planeta en dos mitades similares, que luego comprobábamos que no se parecían del todo. Buscábamos su ubicación en el Atlas universal –ese compendio de mapas al que habría que haber hecho un reconocimiento universal por su aportación a la cultura– pues Internet tardó muchos años en llegar a nuestras vidas. En los mapas esas islas quedaban todas muy lejos, casi imperceptibles, incluso algunas no estaban recogidas, lo cual nos hacía dudar de la relevancia que daba la maestra a las Galápagos.

El nombre de las islas sugería que estarían llenas de los animales de esas especies; pero descubrimos que no todas, pues alguna se identificaba por su forma. Sí que lo debían ser las que se apellidaban tortugas (esos seres graciosos y a la vez feos, que marchan tan despacio que dieron nombre a la gente lenta y nos servían de mofa comparativa tanto en los deportes como en las tareas escolares). Siempre he visto a las tortugas como habitantes de épocas remotas, esos en los que el tiempo se mide por miles de años. No resulta fácil entender cómo han podido sobrevivir tras los avatares que el planeta ha sufrido, con desplazamientos de los continentes incluidos; palabras casi textuales de la maestra. Seguramente ella estaría hechizada, como nos sucedió a nosotros, por los viajes de Darwin a bordo del Beagle.

Su llegada en 1835 al archipiélago de las Galápagos –quedó muy impresionado de su fauna y flora a pesar de que había descubierto nuevos mundos naturales pasando por Montevideo, la Patagonia, la Tierra de Fuego o Valparaíso, además de Callao– supuso un vuelco en el estudio de la evolución de la vida en el planeta. Se quedó asombrado de los pinzones, que en todas las islas visitadas eran muy similares y a la vez en cada una tenían un pico diferente, lo que parecía una adaptación evolutiva. Unos años más tarde, 1859, vendría la publicación de El origen de las especies. De mayor, ya en la universidad, me enteré de que había una isla volcánica del archipiélago que se llamaba Darwin y de que lo que Darwin intuyó en los pinzones era cosa de los genes –en este caso el ALX1– y de que si había emprendido semejante viaje se debía a los libros que había leído de Alexander von Humboldt, el gran naturalista hasta ahora poco reconocido.

Foto: Pixabay

La llegada de las nuevas tecnologías a los centros escolares ha abierto el mundo de lo lejano, de lo desconocido y diferente. Hemos sabido por National Geographic –sus documentales enseñan mucho– que puede haber por allí alguna tortuga que se movía lentamente cuando estuvo Darwin; llegan a vivir 100 años y se sabe de una que resistió hasta los 152. Normal que algunas alcancen los 250 kilos. Ahora deben quedar en el archipiélago unas 15.000, dicen que unas 100.000 serían diezmadas por piratas, balleneros y mercaderes en los siglos pasados. También han sufrido la presión de animales foráneos que se las comen, o a sus huevos y pastos. Además, el entorno de las islas no solo es rico en galápagos sino que cuenta con unas 900 especies vegetales –unas 250 son endémicas– entre las que caben resaltar los manglares y las halofitas; también llaman la atención las iguanas y focas, los cormoranes y piqueros.

Apetece ver esa expresión de diversidad, generada por la despensa que procuran las aguas frías de la corriente de Humboldt. Los maestros sabemos que a poco que motivemos a los alumnos estos se lanzan a conocer espacios y seres diferentes, lo cual tanto ayuda en los recorridos escolares; la aventura es uno de los ingredientes básicos del desarrollo de niños y adolescentes, como le sucedió a Robinson Crusoe no muy lejos de allí.

Nunca hemos visitado realmente las islas, que fueron declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1978. Leo en las noticias de Ecuador que hay mucha gente que sí lo hace, tanta –la web del parque se dice que tuvo unos 225.000 visitantes en 2015, casi un 70% extranjeros, de ellos un 1% españoles, con un ritmo de crecimiento sostenido– que a la vez que beneficia a la economía local y está poniendo en peligro la supervivencia de la biodiversidad por la presión que ejerce, por la generación de basuras, por el impacto de las aguas residuales en la variada vida del entorno acuático. Además, el área del pre parque o ciudades como Puerto Ayora crecen tanto que son un riesgo para el conjunto del ecosistema tierra-agua-aire de las Galápagos.

Eso me da pie para trabajar con mis alumnos lo del turismo sostenible, que hablemos sobre los turistas que aterrizan en otros enclaves frágiles como el Parque Nacional de Ordesa en España, en el Parque Nacional de Tortuguero en Costa Rica –hice una visita científica hace unos 15 años y el turismo todavía lo respetaba–. Los parques nacionales o naturales de Centro y Sudamérica son cofres que hay que guardar: atesoran naturaleza, protegen el medio ambiente global como ningún otro enclave y pueden aportar riqueza económica; son un buen destino en busca de aventura y conocimiento. Esta experiencia virtual nos ha enseñado que los beneficios de los parques nacionales americanos llegan a todo el mundo, también a España; por eso hemos quedado en informarnos –escribiremos a una escuela de allíc antes de viajar un sitio de estos, y si se confirma que lo hace mucha gente, no iremos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2018/04/05/un-viaje-a-las-galapagos-en-busca-de-conocimiento-y-aventura-tras-los-pasos-de-darwin/

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España: Un total de 26 centros de la provincia se suma a la Red de Ecoescuelas dentro del programa Aldea

España/16 de enero de 2018/Por: Europa Press/Fuente: www.20minutos.es

«El Programa Aldea, con más de 25 años de vida, sigue promoviendo el desarrollo de la conservación de los recursos naturales y fomenta la sostenibilidad contribuyendo a una sociedad proambiental y justa», ha destacado Caballero en un acto al que también ha asistido la alcaldesa ubetense, Antonia Olivares.

Esos objetivos, según ha añadido la delegada, los persigue «a través de una amplia variedad de actuaciones de educación medioambiental, clave para avanzar hacia el desarrollo sostenible»

Asimismo, Aldea se enmarca en el Programa de Acción Mundial de Educación para el Desarrollo Sostenible que lanzó la Unesco en el 2015 con el objetivo de proporcionar información y formación que contribuya al desarrollo sostenible. En este sentido, ha señalado que las Ecoescuelas son centros comprometidos con el medio ambiente en materia de gestión de residuos, gasto energético, uso del agua y calidad del entorno y de las relaciones humanas.

«Son esenciales porque desarrollan un proyecto de investigación y, posteriormente, un plan de acción que intenta resolver problemas medioambientales. En ese afán, también atraen a toda la comunidad ya que implican a la gente e instituciones que transcienden el ámbito escolar como son las familias, los barrios, el ayuntamiento y diversas asociaciones», ha dicho.

Caballero ha puesto de relieve el colegio Virgen de Guadalupe de Úbeda, que ha acogido este encuentro de coordinación, «como centro que destaca por su implicación en la educación medioambiental».

Por otro lado, ha explicado que dentro de la Red Provincial de Ecoescuelas, hay 26 centros participantes en diferentes modalidades. La modalidad Aldea A de ‘Educación Ambiental e investigación participativa’ Red de Ecoescuelas promueve una investigación activa de alumnado y profesorado.

La modalidad B de Aldea ‘Educación Ambiental para la conservación de la biodiversidad’ fomenta, en su primera línea de actuación, el desarrollo de un proyecto sobre sostenibilidad y cambio global; en su segunda y tercera línea, se trabaja la conservación de la biodiversidad y la educación ambiental en los espacios naturales.

En ambas modalidades -Red Ecoescuelas y Conservación de la Biodiversidad- participan 88 centros jiennenses en los que más de 20.000 escolares y cerca de 2.000 profesores persiguen proteger el medioambiente con proyectos como Recapacicla, Terral, Semilla, Ecohuerto, etcétera.

«Son proyectos que nutren la esperanza de un futuro más sostenible en un momento en el que parece ser que el cambio climático no es un asunto tan serio y grave para algunos», ha expresado la delegada territorial de Educación.

Para finalizar, ha destacado positivamente que la provincia de Jaén cuenta con cinco Banderas Verdes Ecoescuelas, galardón que se concede a los centros a nivel regional reconociendo las buenas prácticas medioambientales que desarrollan.

«Las Banderas Verdes representan el excelente trabajo en materia medioambiental que se está realizando en la provincia. Contamos con cinco centros educativos que lo demuestran: el colegio José Plata de Mengíbar, el IES Los Cerros de Úbeda, el colegio Antonio Machado de Peal de Becerro, el colegio Nuestra Señora de los Remedios de Canena y el IES Iulia Salaria de Sabiote», ha concluido.

Fuente de la Noticia:

http://www.20minutos.es/noticia/3235097/0/educacion-total-26-centros-provincia-se-suma-red-ecoescuelas-dentro-programa-aldea/#xtor=AD-15&xts=467263

 

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España: Casi 16.800 alumnos participan en el programa Aldea de educación ambiental

España/Agosto de 2017/Fuente: 20 Minuto

Hasta 16.798 alumnos de Huelva de 85 centros docentes sostenidos con fondos públicos han participado durante el pasado curso 2016/17 en las actividades del programa educativo ‘Educación Ambiental para la Comunidad Educativa’ (Aldea), que tiene como objetivo promover en las aulas iniciativas para la conservación de los recursos naturales y el desarrollo sostenible desde una perspectiva integral y con enfoques didácticos innovadores, un programa que ha contado además con la implicación de 1.562 docentes.

La consejera de Educación, Sonia Gaya, ha destacado los buenos resultados de participación en el programa y ha agradecido la implicación de los centros, de las familias y del profesorado, ha informado la Junta en una nota. El renovado programa Aldea, que desarrolla Educación con la colaboración de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, se estructura en cuatro líneas de intervención que incluyen diversos proyectos y actuaciones: Educación Ambiental e investigación participativa; Educación Ambiental sobre sostenibilidad y cambio global; Educación Ambiental para la conservación de la biodiversidad y Educación Ambiental en los Espacios Naturales. Dentro de la primera línea dedicada a la investigación participativa, se incluye el programa de la Red Andaluza de Ecoescuelas, que forma parte de una red internacional que se extiende por 59 países y en la que están implicados más de 49.000 centros de todo el mundo. En España hay actualmente 529 ecoescuelas, de las que el 58 por ciento están en Andalucía.

Una ecoescuela es un centro educativo que desarrolla un proceso de mejora ambiental, mediante la investigación a través de una auditoría y posterior corrección de las deficiencias detectadas, que supone asimismo un progreso en la práctica educativa. De las 23 ecoescuelas de Huelva, 6 están además galardonadas con la Bandera Verde que las reconoce como modelo de buenas prácticas ambientales. Así, el pasado curso participaron en esta iniciativa más de 5.000 alumnos y alumnas y un total de 457 docentes.

El segundo ámbito de trabajo, dedicado a la sostenibilidad y el cambio global, tiene como objetivo implicar a la ciudadanía en la defensa del entorno desde la educación. Dentro de este apartado se desarrollan los proyectos Terral, de educación ambiental frente al cambio climático; Recapacicla, de residuos y reciclaje, y Ecohuerto, sobre la utilización de huertos escolares ecológicos como recurso educativo. En la línea de la Educación Ambiental para la conservación de la biodiversidad, que busca promover actitudes como la curiosidad, el respeto y la valoración del patrimonio natural, se llevan a cabo los proyectos Semilla, sobre los ecosistemas forestales y la flora silvestre; Pleamar, sobre el medio litoral, y Educaves, dedicado a la conservación de las aves y sus hábitats. Por último, se aborda el conocimiento y búsqueda de soluciones a los problemas socio-ambientales de los espacios naturales a través de los proyectos Doñana, Sierra Nevada, La Naturaleza y tú y actuaciones de educación ambiental en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía.

En esta modalidad de proyectos temáticos el pasado curso participaron en Huelva 11.794 estudiantes de 62 centros y se contó con la implicación de más de 1.100 docentes. El programa Aldea se configura como una herramienta para favorecer el desarrollo de las competencias clave del alumnado, el intercambio de experiencias educativas, el trabajo en equipo, la creación de redes profesionales, el trabajo por proyectos u otra metodologías que propicien, en definitiva, un cambio en las conductas ambientales con el entorno y que incida en la práctica educativa diaria.

Todo ello conlleva, el desarrollo en el Proyecto Educativo de Centro de prácticas escolares que fortalezcan la educación ambiental, el fomento de la participación de la comunidad educativa en la sostenibilidad ambiental y la creación de un contexto de apoyo a los contenidos curriculares, promoviendo entornos de aprendizaje más sostenibles.

Fuente: http://www.20minutos.es/noticia/3109763/0/medioambiente-casi-16-800-alumnos-participan-programa-aldea-educacion-ambiental/

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