Page 2 of 7
1 2 3 4 7

El sello postal de la Universidad Nacional

Por: Ignacio Mantilla

Los Servicios Postales Nacionales 4-72 han querido sumarse a la celebración del cumpleaños 150 de la Universidad Nacional de Colombia realizando una emisión conmemorativa de 12 sellos postales con motivos alusivos a la institución, los cuales representan los distintos campos del saber junto al escudo que lleva el lema que desde siempre ha guiado el quehacer de la universidad del Estado: “Busca la verdad en las aulas de la academia”. Complementan la emisión postal ocho bandeletas con imágenes de todas nuestras sedes.

Esta emisión, puesta a disposición de los colombianos desde la semana pasada, ofrece una cuidadosa presentación y calidad. Es uno de los primeros homenajes que recibe la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, en este mes de celebración de su sesquicentenario.

El hecho se convierte en una oportunidad para auscultar el origen de las estampillas en los sobres de correo y para hablar de la transformación del sistema de correos a través del tiempo, y sobre su incuestionable importancia (antes de la aparición de las formas electrónicas modernas de comunicación), cuando saber de nuestros seres queridos distantes era todo un rito y el correo marcaba la forma preferida de relacionarse. La literatura de los siglos XIX y XX está plagada de turbios, en otros casos apasionados y, en los casos más tristes, virginales relatos de amor que se conocieron y fortalecieron a través del intercambio epistolar.

Los historiadores y arqueólogos coinciden en que la consolidación de las civilizaciones y el establecimiento de las rutas de intercambio comercial posibilitaron la adopción del sistema de comunicaciones y la especialización en el desarrollo de las mismas, pasando de los atletas que podían durar meses enteros corriendo de un punto a otro para entregar un mensaje verbal o escrito, hasta un sofisticado sistema de comunicación, haciendo uso de la tecnología disponible.

Las tablillas más antiguas que se usaron para llevar un mensaje datan del año 4.000 a. C. y son provenientes de Babilonia. En Egipto, en los tiempos del matemático Ahmes, es donde los estudiosos han señalado que se consolidó un sistema de mensajería mediante el cual el gobernante podía saber qué estaba sucediendo en las tierras más lejanas de su territorio. Persas, griegos y romanos desarrollaron sus propios sistemas de comunicación, de la mano de la expansión militar.

La masificación de los correos trajo consigo la necesidad de identificación, y antes del surgimiento del sello postal algunas precarias marcas servían de referencia para reconocer la ruta de una carta. Aun así, se presentaban algunos inconvenientes relacionados con los pagos, ya que los debía hacer el destinatario. Fue por ello que el inglés sir Rowland Hill, originario de la ciudad de Kidderminster, puso en venta la primera estampilla en 1837, para asegurar que el correo llegara a su destino y que no se perdiera por falta de pago al recibirlo.

En 1843, Brasil fue el primer país latinoamericano en adoptar el sistema de sellos postales, y en 1859 apareció en circulación la primera estampilla en nuestro país.

Un sello postal es mucho más que un pequeño y colorido papel, un pasatiempo o una forma en que el servicio de correo puede obtener ingresos. Un sello postal es un espacio estratégico de comunicación que puede llegar a concentrar en un momento específico los valores más destacados de una sociedad o simplemente captar la realidad territorial de un país y congelarla en el tiempo.

Sin ser experto en filatelia, debo confesar que siempre me ha atraído el aporte artístico y el detalle con que las estampillas son producidas. Me llaman especialmente la atención aquellas que buscan salvaguardar la riqueza ambiental de nuestro país, como las que pertenecen a la serie “Biodiversidad endémica de Colombia en peligro de extinción”.

A nivel internacional se han hecho famosas las que reproducen los rostros de los padres fundadores de Estados Unidos, en especial George Washington, así como los héroes de la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), de la China de Mao y de la Segunda Guerra Mundial, entre otras. Conocí hace unos cinco años, a través de una revista alemana de divulgación científica, una enorme colección de sellos postales de diversos países dedicada a exaltar a ilustres matemáticos. Sobresalen, por ejemplo, el sello dedicado a los 400 años del natalicio de René Descartes, publicado en 1996, y la estampilla a todo color que aborda la vida y los desarrollos de Arquímedes, publicada en 2010. Hay una estampilla emitida en 1977 por la empresa alemana de correos para conmemorar los 200 años del nacimiento de Carl Friedrich Gauss, uno de los más grandes matemáticos que ha habido.

Afortunadamente hay personas en todo el mundo que cultivan la filatelia y nutren diariamente sus colecciones de estampillas, pues el registro de todas las emisiones permanecerá como un invento valioso de la humanidad.

Que sea esta entonces una oportunidad para que la experiencia, el conocimiento y la historia de la Universidad Nacional recorran los rincones del territorio nacional a través de las 89.856 estampillas puestas a disposición de los ciudadanos por los Servicios Postales Nacionales 4-72 desde la semana pasada.

Ojalá muchos lectores adquieran esta edición especial. Una apuesta de colección, que, al igual que la estampilla que se emitió hace 50 años para celebrar el primer centenario de la Universidad Nacional de Colombia en 1967, forme parte de los símbolos que enaltecen la institución.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/el-sello-postal-de-la-universidad-nacional-columna-712300

Comparte este contenido:

Entrevista a Delphine Grouès: «Las ciencias sociales también deben responder a los cambios digitales»

27 Agosto 2017/Fuente y Autor: Semana Educación

Delphine Grouès, experta en pedagogía, habló con Semana Educación sobre el papel de los maestros de las ciencias sociales en la búsqueda de la innovación. Las clases deben ser interdisciplinarias y activas para adaptarse a las nuevos modelos de enseñanza.

Como a la filosofía, a las ciencias sociales también se les ha cuestionado su relevancia en el mundo actual. Por un lado, se cree que esta ciencia no cuenta con grandes descubrimientos como sucede en las ciencias exactas, y por otro, cada vez es más fuerte la idea de que el concepto de innovación y la articulación con las tecnologías no se aplican en las ciencias sociales y políticas.

Por esta razón, en la Cumbre Líderes por la Educación 2017, el evento más importante del sector educativo,  se abordará a profundidad la relevancia de las ciencias sociales en la actualidad y su papel en la formación innovadora. En el contexto de este evento, varios expertos en esta materia compartirán su conocimiento el 20 y 21 de septiembre en el Cubo de Colsubsidio en Bogotá.

Una de las ponentes de la Cumbre es Delphine Grouès, la actual directora de Estudios e Innovación Pedagógica de Sciences Po (Instituto de Ciencias Políticas, París) una de las instituciones más prestigiosas en Ciencias Sociales y Políticas de Francia, en donde han estudiado presidentes de ese país como François Hollande y Nicolas Sarkozy. En esta institución, Grouès está a cargo de la implementación de políticas académicas y el desarrollo de metodologías y herramientas pedagógicas innovadoras.

Semana Educación la entrevistó para conocer cómo innovan los profesores de Sciences Po y cuál es la relación de las ciencias sociales con las nuevas tecnologías para mejorar la educación.

Semana Educación (S.E): ¿Cómo ha sido su trabajo como directora de Estudios e Innovación Pedagógica de Sciences Po y cuáles han sido sus más grandes retos?

Delphine Gróes (D.G): Sciences Po creció en término de número de estudiantes y de profesores en los últimos 20 años (hay 4.500 profesores). Frente a ese notable aumento, se decidió crear un laboratorio de pedagogía activa que tuviera  tres objetivos principales: valorizar todas las iniciativas pedagógicas innovadoras creadas por los profesores para compartir sus experiencias y así preparar un terreno fértil para nuevas ideas; apoyar esas ideas para que los docentes lancen sus proyectos pedagógicos en clase, y crear un lugar de evaluación de los proyectos realizados y de acompañamiento de la facultad. El reto más claro es cómo acompañar a los profesores que tienen especialidades o profesiones muy diversas, estudiantes de varios niveles, experiencias de enseñanza variadas. Nos propusimos responder a estos retos uniendo las fuerzas innovadoras de nuestra institución y partiendo de las experiencias más exitosas.

S.E.: De acuerdo con esa experiencia, ¿cómo enseñan los  profesores de Sciences Po?

D.G.: Los profesores en Sciences Po suelen proponer formatos de cursos que privilegian la interacción con los estudiantes. Esta pedagogía activa, que reemplaza la tradicional (un maestro que dicta conocimientos a estudiantes que toman apuntes) es el corazón de nuestro proyecto educativo.

S.E.: ¿Cómo pueden innovar las ciencias sociales?

D.G.: Se suele vincular la innovación al campo de las ciencias duras, de la tecnología. Lo que nosotros queríamos poner en tela de juicio, era que las ciencias sociales – a menudo asociadas a campos más tradicionales – no solo saben innovar, sino que es una obligación para preparar a los estudiantes lo mejor posible a los retos del mundo de hoy y mañana.

Por ejemplo, estudiar Historia o Sociología les debe ayudar para entender la sociedad en la que estamos y, sobre todo, cómo las ciencias sociales les pueden entregar una herramienta analítica sólida con la que ellos pueden tomar una distancia, evaluar una situación, llevar a cabo una acción y proponer alternativas.

S.E.: ¿Puede nombrar algunos ejemplos de cuándo las Ciencias Sociales innovan?

D.G.: Por ejemplo, en dos de mis clases, una de Historia y otra de Derecho, usamos formatos como la ilustración y una página web para subrayar el vínculo entre la teoría y la práctica. Se propuso que los estudiantes llevarán a cabo investigaciones profundas en pequeños grupos, con la intención de exponer esa investigación a un público que no conocía el tema. Eso los animó a pensar en el medio más conveniente para transmitir información densa. Al final, se creó una exposición de ilustraciones y una página web titulada Museo de la Justicia.

En término de cambio de currículo, diversos programas crearon clases interdisciplinarias de ciencias sociales y ciencias duras, como las humanidades y la cultura digital, o la política pública y la inteligencia artificial. Es determinante que los estudiantes se acostumbren a cambiar de maneras de proceder, a saber pensar por sí mismos y trabajar en grupo, que no paren de enriquecer sus esquemas de pensamientos para lograr responder a los retos de un mundo en evolución continua.

S.E.: En Colombia los profesores de Ciencias Sociales aseguran que no cuentan con mucho tiempo para hablar de historia, antropología, política, etc. ¿Se puede ser innovador con tan poco tiempo de clase y con tanto por enseñar?

D.G.: Esta pregunta es una pregunta omnipresente a la hora de hablar de currículo. La cuestión de las horas, de elección de temas y asignaturas, de la exhaustividad, está siempre al centro de los intercambios sobre el tema. Frente a las horas, que siempre serán limitadas, el reto es asociar el objetivo pedagógico, la asignatura y el formato para que logren tener la fusión más productiva. Y esto es sin hablar del perfil del profesor, ni a la variedad del público estudiantil a la que se debe adaptar. Por eso, la pedagogía es todo un arte; necesita su estructura, una base sólida, pero también necesita la flexibilidad necesaria a toda acción que involucre la interacción humana.

S.E.: ¿Existe una fórmula secreta para ser innovador en clase?

D.G.: Es difícil establecer una fórmula con un porcentaje. Creo más en la adaptación de los profesores al público suyo, dependiendo de las áreas en las que ellos estén más cómodos. Unos pueden manejar perfectamente un debate, ayudar una reflexión colectiva; otros preferirán pasar por otros métodos, como animar a que sus estudiantes creen, encuentren un análisis propio. Al final, la pedagogía es una alquimia, cuya fórmula puede variar según el contexto y los perfiles de sus actores principales.

 

Fuente de la entrevista:http://www.semana.com/educacion/articulo/las-ciencias-sociales-tambien-deben-responder-a-los-cambios-digitales/537285

Fuente de la imagen:https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2016/7/1/480048_1.jpg

Comparte este contenido:

La narración oral en el hecho educativo.

Por: La Gaceta.

Es una de las expresiones más antiguas del ser humano que tenía el objetivo de comunicar un suceso verdadero o fabuloso. Era el modo de contar la historia. Homero, el vate griego, recorría los pueblos contando la Ilíada y la Odisea. La narración oral ha sobrevivido a lo largo de los siglos y es una amiga frecuente en los hogares donde hay niños, cuando estos tienen la suerte de que sus padres o sus abuelos les cuentan historias. ¿A qué adulto no le gusta escuchar relatos?

Concluirá hoy la segunda edición del Encuentro Internacional de Narradores “Congresales de la Palabra”, organizado por Ente Cultural, que cuenta con la participación de 50 cuentacuentos de México, Uruguay, Colombia, Chile, Perú, Bolivia Buenos Aires, La Pampa, Chubut, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Rosario y Catamarca. Las jornadas están dirigidas a docentes, actores y narradores.

La chilena Carmen Laborde señala que en África, por ejemplo, la figura del narrador es reverenciada, es el sabio, el que tiene el don de la palabra. Sostiene que la narración oral exige un repertorio para todo público. “Trato de acercar los bienes de la cultura a sectores vulnerables y en escenarios poco usuales. Participé de un proyecto llamado ‘Cuentos en ausencia’ con madres privadas de libertad; en otro denominado ‘Cuentos para curar’, con niños internados en un hospital”, afirma.

Su colega porteña Claudia Macchi señala que no se lee un cuento. “Uno tiene que hacer propio el cuento, y en ese hacer propio están nuestras palabras, emociones, sentires, lo vestimos con un montón de cosas nuestras, que repercutirán en quien escucha”, explica.

Laborde asevera que por el vínculo que se genera, el cuento no se completa si no hay una oreja que escucha. “Es un vínculo de humanidad, fundamental en una sociedad de lo desechable”, sostiene.

Una experiencia parecida comenzó en febrero pasado, organizada por Jorge Montesino, escritor entrerriano radicado en esta ciudad. El ciclo de relatos orales de terror, auspiciado por la Dirección de Cultura capitalina, se viene realizando desde entonces en distintos escenarios; algunas de las presentaciones tuvieron lugar en cementerios, con una inusitada adhesión del público.

Desde todo punto de vista se trata de experiencias positivas que deberían profundizarse en el hecho educativo. Sería más que interesante promover la narración oral entre los chicos de la primaria y secundaria, especialmente en el interior de la provincia donde aún subsisten en el inconsciente colectivo leyendas y mitos que podrían revivirse con la doble finalidad del aprendizaje y de la difusión. Podrían organizarse luego concursos interescolares de narraciones orales y complementarlos con otros de dibujo, que ilustren las historias.

Hace unos años, la escritora tucumana Honoria Zelaya de Nader creó un espacio para que padres y abuelos se iniciaran en la narración oral y se recuperara el hábito de contarles cuentos a los chicos a la hora de dormir. En ese sentido, sería interesante que la experiencia fuera tomada, por ejemplo, por el PAMI con ese objetivo.

Nos parece que desde el Estado se deberían potenciar estas experiencias que buscan recobrar la sana costumbre de la lectura, así como afianzar el afecto y complicidad entre niños y adultos. Pero tal vez la mayor virtud de la narración oral radica en que genera una interacción entre el relator y el oyente, estimula la imaginación y recrea la comunicación que es el sustento de toda relación saludable.

Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/739750/opinion/narracion-oral-hecho-educativo.html

Imagen: http://2.bp.blogspot.com/-JSz1QvRR4x8/UliwrUTmjKI/AAAAAAAAAEo/Y11azVxr3GY/s1600/narracion.gif

Comparte este contenido:

Escuela de Medicina de la Universidad Nacional, historia y presente

Por: Ignacio Mantilla

En febrero de 1868, al iniciar labores académicas la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, se dio vida a uno de los proyectos educativos más profundos y de mayor alcance en la historia de nuestra nación. En su apertura, como lo he mencionado en ocasiones anteriores, seis escuelas de distintas áreas del conocimiento integraron la naciente institución.

En esta ocasión quiero referirme a una de aquellas escuelas primigenias, de la que aún no he compartido su interesante historia. Se trata de la gran Escuela de Medicina que empezó sus labores con 14 profesores y 36 estudiantes provenientes de todas las regiones de nuestro país. Entre los profesores fundadores de la escuela podemos mencionar a médicos de la importancia de Antonio Vargas Reyes, primer rector de la escuela, lo que hoy llamaríamos decano de facultad, y profesor de Patología; Nicolás Osorio, profesor de Terapéutica, cofundador de la Academia Nacional de Medicina; Manuel Plata Azuero, profesor de Anatomía y Cirugía, además uno de los congresistas que presentó la ley que creó la Universidad Nacional; Antonio Vargas Vega, profesor de Fisiología a quien se le reconoce el apoyo y trabajo arduo para lograr superar varias crisis como encargado de la Rectoría General de la universidad. Por décadas se le consideró como el académico más importante de la institución.

Dado que la gran mayoría de los docentes de los primeros años de la escuela habían estudiado en Francia, fue esa línea del pensamiento médico francés la que se impuso en el plan de estudios de la carrera de Medicina y que solo hasta la primera mitad del siglo XX se habría de reemplazar con una concepción norteamericana de las prácticas médicas. Así, las primeras materias de la escuela se concentraban en la anatomía clínica y la medicina hospitalaria. Recuérdese que en la Ley 66 del 22 de septiembre de 1867, ley de fundación de la universidad, se le entregó a esta institución para su administración el importante Hospital San Juan de Dios, que se convertirá en el mayor centro de servicios y de investigación de la Escuela de Medicina por más de 130 años.

Fue precisamente en el Hospital San Juan de Dios en el que la Escuela de Medicina se desarrolló con gran fuerza. La investigación generada en sus laboratorios y salas hizo de Colombia un estandarte de investigación médica en la región. Durante el periodo del San Juan de Dios y del Hospital Materno Infantil, la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional desarrolló métodos novedosos de tratamiento y atención, como el programa de Madre Canguro que mejora las posibilidades de vida de bebés nacidos prematuramente. Este modelo inventado por la Escuela de Medicina en 1978 ha sido reconocido por la Unicef y el último Congreso Mundial de Salud Pública como la contribución más importante de nuestro país a la salud pública del mundo.

De la misma forma, entre muchos otros avances en medicina, gracias al trabajo e investigación de la escuela se pudo desarrollar el marcapasos y la válvula de Hakim para el tratamiento de un tipo de hidrocefalia. En las instalaciones del San Juan de Dios nació el Instituto de Inmunología en donde se iniciaron los trabajos para desarrollar la primera vacuna sintética contra la malaria a cargo de uno de nuestros más reconocidos profesores, Manuel Elkin Patarroyo.

Después del lamentable cierre del Hospital San Juan de Dios por problemas financieros crónicos, la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional experimentó una fuerte prueba para su supervivencia, su mayor desafío de las últimas décadas. Por fortuna la comunidad de la Facultad de Medicina supo responder a estas dificultades con inteligencia, imaginación y compromiso en la formación de sus inquietos estudiantes y se preocuparon por mantener la calidad y reputación de la Escuela de Medicina. Hoy por hoy, han empezado a solucionarse los problemas ocasionados por la ausencia del San Juan de Dios, con la puesta en marcha de nuestro propio Hospital Universitario.

En efecto, la universidad, con esfuerzos importantes y el acompañamiento de los estudiantes, padres de familia, profesores y directivos, recibió el apoyo unánime del Congreso para la aprobación de una estampilla, gracias a la cual se consiguieron los recursos faltantes para la apertura del nuevo hospital. La firma de la ley correspondiente fue además la oportunidad para que el presidente de la República, Juan Manuel Santos, fuera al emblemático Auditorio León de Greiff de la Ciudad Universitaria.

Hace un año se dio al servicio el nuevo Hospital Universitario Nacional en los terrenos que la universidad había adquirido en el CAN. Actualmente se convierte en un centro universitario de referencia local y nacional en medicina, con estructura operativa de tipo ambulatorio, hospitalario y domiciliario que ha de constituirse en una institución hospitalaria de gran importancia para el país, con un amplio perfil de centro de investigación en medicina y de desarrollo tecnológico.

El hospital, además de contribuir a la formación de nuestros estudiantes de Medicina, se convierte en laboratorio para la práctica y la investigación de otros estudiantes del área de la salud, tales como Odontología, Enfermería o Farmacia. Actualmente la Universidad Nacional ofrece 73 programas curriculares en salud: siete pregrados, diez especializaciones, 53 maestrías y especialidades y tres doctorados.

Esa escuela sesquicentenaria, como la universidad, sigue creciendo. En el futuro cercano, como lo he anunciado recientemente, y por primera vez en 150 años, la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, creará una facultad del área de la salud fuera de Bogotá, en la nueva Sede de La Paz en el Cesar. De esta forma la universidad demuestra su compromiso con el país para asumir un nuevo reto y al mismo tiempo entregar el mejor regalo que se le puede dar al departamento del Cesar que, coincidencialmente, cumple en 2017 el quincuagésimo aniversario de su creación.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/escuela-de-medicina-de-la-universidad-nacional-historia-y-presente-columna-700908

Comparte este contenido:

Educación e historia

Fernando Ayala

Hace unos días acudí a unas Jornadas de Historia de la Educación. Allí, nos juntamos poetas, escritores, profesores de Universidad, maestros, historiadores, filósofos… Durante una amplia doble sesión, de mañana y tarde, estuvimos compartiendo reflexiones sobre el reciente pasado de la educación en nuestro país.

Hablamos de maestros, del papel de la enseñanza. De la necesidad de dignificar su figura y de cómo todo esto no se puede llevar a cabo sin la implicación de la política. Sí, la política.

A veces demandamos un Pacto de Estado y al mismo tiempo criticamos que el partidismo se inmiscuya en el mundo docente. Pero no somos conscientes de los inexorables puntos de unión entre la educación y la política.

La teoría es esencial, la necesidad de extraordinarios intelectuales que nos iluminen, también, la presencia de miles de vocaciones que la pongan en marcha, resulta crucial. Ahora bien, sin la presencia de la voluntad expresada en los Boletines Oficiales, en los Presupuesto, todo queda en el aire.

Así, nos pasó, hablamos de los impresionantes avances ocurridos durante parte del periodo republicano. En aquellos momentos se conjugaron todos los elementos que acabo de citar. Sin duda, lo que posibilitó pasar de la teoría a la acción fue el incremento brutal del Presupuesto dedicado a la educación. La dignificación de la figura del maestro al otorgarle un sueldo oficial y sobre todo al crearse un Plan de Estudios a través de las Escuelas Normales. A lo que se unió la creación de unas 27.000 escuelas. Todo junto posibilitó la lucha contra el cruel y elevadísimo porcentaje de analfabetismo. Además, habría que sumar todas estas condiciones a las penalidades que se pasaban en el mundo rural o en zonas periféricas, alejadas de los centros de decisión, como era Extremadura.

Y alguien preguntó, ¿de todo esto qué se puede proyectar para el futuro?: la memoria de nuestros maestros hace que mantengamos vivo su legado. El olor, el tacto, de lo que algunos denominan “tesoros”, los libros, posibilita su crecimiento. La actualización al mundo que nos rodea de lo que ellos llamaron Misiones, junto con las Bibliotecas escolares y el impacto que tuvo en aquellos lugares más alejados de la cultura posibilitarán el resto. En definitiva la Historia, la Educación, la Política.

Fuente del articulo:http://diario16.com/educacion-e-historia/

Fuente de la imagen: http://diario16.com/wp-content/uploads/2016/11/colegio-educacion-diferenciada-644×362-1.jg

Comparte este contenido:

Recuerdos, aprendizaje y música popular

Por: Gerson Gómez

El 28 de Abril de 1977 deja de existir Don Eleazar Agudo, excelente intérprete y tenor venezolano quien magistralmente interpretara al son del arpa, cuatro, maracas y bajo, temas como Angelitos Negros, Conticinio, Granada, Valencia y composiciones y melodías de gran complejidad cuyos autores fueron maestros de la música nuestra americana.

En lo particular, como músico  y cantante considero necesario, recordar la vida y obra de personajes cuyo legado es digno de admiración para las nuevas generaciones, y que su obra se mencione a la juventud, como tributo a su vida y obra.

La música popular en lo particular,  evoca muchos aspectos de la vida cotidiana que pueden convertirse, en situaciones de aprendizaje, por ejemplo, Reinaldo Armas que tiene en su haber, un sin número de composiciones, que le tributan a la naturaleza,” Mes de mayo en la llanura”, nos vislumbra sobre las características de la región llanera cuando se inicia el periodo de lluvias, como lo señala el poeta: “Olor a tierra mojada, llanero, caballo y soga, ríos, esteros y sabanas, los garceros se esparcieron porque llegaros las aguas y la llanura más aguas, cubren de pronto la orilla tan diminuta y sencilla vemos la flor devora, la paraulata cantora,  que la palma se agitaba, vuela en busca  de aguas claras al resplandor de la aurora”.

Estos elementos, característicos de nuestras latitudes, propio de la sabana tropical, que en nuestro caso, se ubica en la depresión central llanera,  corresponde a  la división política de Apure, Barinas, Cojedes, Guárico, y Portuguesa; y la parte sur de Anzoátegui y Monagas, llamado los llanos orientales, con ciertas variaciones, pero; con mucho en común, estos dos últimos los llanos orientales, con sus mesas.

En el caso de Venezuela, la cultura llanera, ha jugado un rol determinante en la proyección del venezolano en Latinoamérica, como negar la importancia, de los lanceros de Páez, en la guerra de independencia, y en particular en la Batalla de Carabobo, que marca la ruptura del régimen español y el inicio del Sistema Republicano, como forma de gobierno que se consolida a partir de 1830 con la figura del Centauro del Llano, como líder fundamental en los primeros años de la república.

Como negar que más de 30 ritmos que hoy representan parte de nuestro patrimonio cultural fueron creados por el Indio Ignacio Figueredo, quien vivió más de noventa años en su llano querido, ya a quien le dedico muchas de sus composiciones entre ellas ”María Laya”… salí para el bajo apure en una potranca valla… tan solo por conocer a la india María Laya”.

Amar lo nuestro, significa ganar también adeptos en pro de la conservación y proyección de nuestra cultura, que nuestros hijos tengan conocimiento de quienes, han contribuido a enriquecer el patrimonio Artístico Cultural Venezolano, involucrar afectivamente, a la nueva generación en la preservación de lo nuestro, en mi experiencia personal, desde el Grupo Estable: Cuatro y Música Popular, trato de inculcar el conocimiento, de algún repertorio entre los cuales pudiera nombrar: La Vaca Mariposa, La Fundadora, Viejo Soguero, Acidito,  El norte es una Quimera, Brisas del Torbes, De improviso, Quien como yo, entre otros.

La idea es también, a través de la música identificar habilidades y destrezas y contribuir al desarrollo de la inteligencia, y el estímulo de la actividad cerebral, desde lo nuestro.

Por ultimo quiero destacar la influencia que en los últimos años, logra el comandante Hugo Chaves Frías, en la proyección y difusión de lo nuestro, con un apasionamiento único, fomentando la poesía y la música como estandarte cultural, recordando por ejemplo a Alberto Arvelo Torrealba, extraordinario poeta Venezolano y Político de renombre en el Estado Barinas, entre sus poemas por  mencionar “Florentino y el Diablo, Ojos Color de los Posos” entre otros tantos.

 

Comparte este contenido:

Revolución Francesa y Educación

Por: Eduardo Montagut

Las cuestiones educativas no comenzaron a ser tratadas como un asunto prioritario en los principios de la Revolución francesa. En la Asamblea Nacional Constituyente no se abordó de forma exhaustiva. A lo sumo, se encargó de la instrucción pública a un comité o comisión, que debía preparar un informe. El autor del mismo fue Talleyrand. En el Título Primero de la Constitución de 1791 sobre las disposiciones fundamentales garantizadas por el texto constitucional se aludía a que se crearía y organizaría la instrucción pública, común a todos los ciudadanos. También se establecía la necesidad de la creación de festividades nacionales con el fin de mantener la fraternidad entre los ciudadanos, vinculándoles a la patria y a las leyes, es decir, se estaba apostando por la educación cívica de los nuevos valores revolucionarios. Esta sería una de las primeras características del nuevo sistema educativo francés. En materia religiosa, la Revolución Francesa fue neutral. Lo que se pretendía era formar ciudadanos.

«En materia religiosa, la Revolución Francesa fue neutral. Lo que se pretendía era formar ciudadanos».

Ya en la Asamblea Nacional Legislativa, el Comité de Instrucción Pública no planteó un plan de reforma de la enseñanza en Francia. Pero era necesario, y no tanto por las carencias heredadas del Antiguo Régimen, sino porque el 18 de agosto de 1792 se decidió que ninguno de los niveles de la enseñanza fuera confiado a las órdenes religiosas, que habían sido suprimidas. Todas las niñas y jóvenes recibían educación de congregaciones femeninas, y la mayoría de los chicos en las congregaciones masculinas.

La educación fue elevada a derecho en la Declaración de los Derechos del Hombre, incluida como preámbulo de la Constitución de 1793 o del Año I, la primera republicana de la historia francesa. En el artículo 22 se manifestaba que la instrucción era una necesidad común. La instrucción debía estar al alcance de todos los ciudadanos. Fue un principio fundamental que aportó la Revolución Francesa. Posteriormente, la Constitución de 1795, o del Año III, dedicó el Título X a la instrucción pública. En Francia debía haber escuelas primarias donde los alumnos aprendieran a leer, escribir, “elementos de cálculo y de moral”. La República mantendría a los profesores alojados en las escuelas. Además, debían existir escuelas superiores por todo el territorio, al menos una cada dos departamentos. Se reconocía la existencia de la enseñanza privada, ya que cualquier ciudadano tendría derecho a crear establecimientos educativos. También se incluyó la cuestión de las fiestas patrióticas. Así pues, se establecía la escuela pública pero se permitía la existencia de la privada, otro rasgo del nuevo sistema educativo que se estaba configurando.

Una vez establecida que la educación sería una prioridad para la Convención, como hemos visto en el Título X, el nuevo Comité de Instrucción Pública se puso a trabajar. Muchos de sus componentes habían pertenecido al Comité de la Asamblea Nacional. Por fin, en diciembre de 1793 la Convención aprobó una ley para desarrollar y garantizar lo dispuesto en el artículo 22 de la Constitución. Se estableció la instrucción obligatoria y gratuita para todos los niños de 6 a 8 años. Los padres que no mandasen a sus hijos a la escuela podrían perder sus derechos cívicos. Sería responsabilidad municipal la selección, retribución y control de los maestros. En cambio, los libros de texto serían competencia nacional.

En 1794, el Comité de Instrucción Pública presentó el balance sobre lo realizado en el curso 1793-1794. Aunque la investigación ordenada obligaba a todos los distritos a enviar la información a París, no llegaron muchos; pero lo más importante fue la constatación del fracaso de la política establecida, ya que solamente una minoría había abierto la escuela que se había previsto. En noviembre de ese mismo año se elevó un informe que planteaba una alternativa para la enseñanza primaria. Se suprimía la obligatoriedad; ya no era obligatorio abrir escuelas en todos los municipios, solamente una por cada mil habitantes. Se estipulaba también la remuneración para los maestros y las maestras, siendo menor para éstas. La enseñanza sería segregada. En octubre de 1795 se suprimía la gratuidad de la enseñanza primaria. Los padres deberían sostener a los maestros. Parece evidente el giro conservador en materia educativa en el nivel de primaria. Imaginamos que la supresión de la obligatoriedad y la gratuidad pudieron incidir en los índices de escolaridad, aunque no tenemos datos para afirmar lo que exponemos. Presumimos que los niños eran necesarios en las tareas agrícolas, domésticas y en los talleres. Si no era obligatorio y, además, había que pagar la enseñanza, muchos no debieron ir a la escuela.

En la época del Directorio se dio otra disposición muy importante con relación a la enseñanza, que podríamos definir como secundaria o media. El 25 de febrero de 1795 se aprobaba la creación de escuelas centrales en cada departamento. Se pretendía unificar la enseñanza en Francia. Si se había apostado por la unidad de la República, solamente podía haber unidad en la enseñanza, otro rasgo de la educación que nace de la Revolución francesa, y que se relaciona con la anterior cuestión relativa a los libros de texto. En octubre se publicó el plan de enseñanza de las escuelas centrales. Cada escuela tendría trece profesores que se encargarían de asignaturas específicas: matemáticas, física y química, historia natural (ciencias naturales), lógica, “análisis de las sensaciones y de las ideas”, economía política (el nuevo saber promocionado por la Ilustración), higiene, artes y oficios, artes y dibujo, gramática, literatura, lenguas vivas y antiguas. Los profesores serían seleccionados, examinados y fiscalizados por un Jurado Central de Instrucción, nombrado por el Comité de Instrucción Pública de la Convención.

Las escuelas tendrían tres secciones en función de la edad de los alumnos. La primera comprendería a los alumnos entre 12 y 14 años. En esta sección se cursaría dibujo, historia natural y las lenguas. Entre 14 y 16 años la formación se basaría en las matemáticas, física y química y lógica. Por fin, la tercera sección abarcaría a los alumnos entre 16 y 18 años, que estudiarían literatura, historia y legislación.

En relación con la enseñanza superior, la Convención estableció una serie de grandes escuelas. La Escuela de Central de Trabajos Públicos se creó en septiembre de 1795, aunque cambió su nombre por Escuela Politécnica, para la formación de ingenieros. El Conservatorio de Artes y Oficios estaba destinado para la formación de técnicos. Se creó también en septiembre de 1795. La Escuela Normal de París se creó para formar a los maestros.

Las Universidades fueron suprimidas por un decreto de 16 de septiembre de 1793. Al año siguiente se crearon, como alternativa en el área sanitaria y científica, tres escuelas de sanidad, en París, Montpellier y Estrasburgo. Estas escuelas contaban con laboratorios, colecciones de ciencias naturales y un hospital. Por su parte, la enseñanza de las humanidades se repartía entre la Biblioteca Nacional, el Museo Arqueológico, el Louvre y el Conservatorio de Música.

Por su parte, el Colegio Real no fue abolido, sino que fue transformado en Colegio de Francia. Las Academias creadas por la Monarquía en distintas épocas fueron reemplazadas por el Instituto Nacional de las Ciencias y Artes, con tres secciones: ciencias físicas y matemáticas, ciencias morales y políticas, y literatura y bellas artes. También estaría el Museo de Historia Natural, heredero del Jardín del rey, y se encargaba de impartir enseñanza superior en ciencias naturales.

Fuente: http://www.nuevatribuna.es/articulo/historia/revolucion-francesa-educacion/20170322102557137911.html

Comparte este contenido:
Page 2 of 7
1 2 3 4 7