Con la energía que caracteriza a los jóvenes de 18 años, Valeria Ferreira Moreira se despierta todos los días a las 5 de la mañana para ir al gimnasio y a las 8 llega a la oficina de la firma de bienes raíces donde consiguió su primer empleo. “¡Estoy súper contenta! Antes, hacía mi pasantía por la mañana, en la tarde iba al colegio y, en la noche, al curso de administración del Programa Aprendiz. Después de 12 meses, me promovieron a mi función actual, y firmé un contrato de trabajo que me dio acceso a un empleo formal y todos los derechos laborales”.
Ahora, Valeria se desempeña como encargada de obras y, junto con el supervisor, gestiona la ejecución de construcciones, medición de obras, planos de construcción y la coordinación de 20 trabajadores.
Lamentablemente, la historia de Valeria no se parece a la de muchos jóvenes de Latinoamérica. En la región, uno de los desafíos más importantes sigue siendo garantizar el acceso de los jóvenes a empleos de calidad. Según la Organización Internacional del Trabajo, los jóvenes latinoamericanos y caribeñosenfrentaban una tasa de desempleo urbano de 13,3% en 2014 (una proporción que triplica la de los adultos) y además, 6 de cada 10 jóvenes, que sí consiguen ocupación, se ven obligados a aceptar empleos en la economía informal. En total, se estima que unos 20 millones de jóvenes en la región no estudian ni trabajan, debido en gran parte a la frustración y el desaliento por la falta de oportunidades en el mercado laboral.
Valeria comprende que es un caso de excepción y es muy afortunada porque en su país, Brasil, la reciente crisis económica ha puesto a los jóvenes en una situación aún más vulnerable en el mercado laboral. Según los datos señalados por la Encuesta Nacional por Muestreo de Domicilios Continuo, la tasa de desempleo de 18 a 24 años alcanzó 18,6% en 2014. En el estado de Ceará, donde vive Valeria, la crisis ha afectado aún más: desde el último trimestre de 2014 la tasa de desocupación de los jóvenes ha subido más de 5 puntos, alcanzando 21,2% al final de 2015.
Más allá de las dinámicas propias de los mercados laborales, en una publicación reciente del BID se señala un aspecto específico que actúa en contra de la empleabilidad de esa población. Muestra que en Chile, Brasil y Argentina, empresarios reportan que las habilidades socioemocionales son las más difíciles de encontrar en la fuerza de trabajo juvenil. A pesar de que estas habilidades (autoestima, autocontrol, responsabilidad) son determinantes claves de los resultados laborales, no contamos con muchos modelos que las promuevan desde el sistema educativo.
El estado de Ceará ha sido pionero en la implementación de programas que desarrollan habilidades socioemocionales en secundaria. Su filosofía ha sido fomentar el “protagonismo estudiantil” durante los últimos 3 años de la escolaridad obligatoria a través de un currículo más personalizado. “Las clases del Núcleo eran mis favoritas. Nos permitían descubrirnos, entender quiénes somos, cómo somos, a establecer metas, darles alas a nuestros sueños y a identificar si nuestras acciones contribuyen o no para lograrlos”, comenta Valeria.
Ella se refiere al programa Núcleo de Trabalho, Pesquisa e Práticas Sociais(NTPPS), una iniciativa de la Secretaría de Educación del Estado de Ceará y de la ONG Instituto Aliança com Adolescente. Este programa innovador tiene como objetivo desarrollar habilidades socioemocionales a través de un curso adicional dentro de la malla curricular. Los profesores del NTPPS reciben capacitaciones mensuales y encuentros de intercambio de experiencias. El programa tiene materiales didácticos específicos y estructurados, una planificación de las clases y una trayectoria formativa que se centra en el individuo, la familia, la comunidad y el mundo del trabajo en base a una metodología de investigación, de aprendizaje por proyectos y multidisciplinaria. Hoy ya son casi 25% de las escuelas secundarias de Ceará que implantan este Programa.
La División de Educación del BID está realizando una evaluación experimentalde este programa en 72 escuelas en Ceará. Los resultados preliminares sugieren que el programa parece ser exitoso en la retención de los jóvenes con mayor riesgo de abandono: aquellos con mayor edad, con menor desempeño académico y menores niveles de autoestima. También encontramos efectos positivos en las aspiraciones ocupacionales de los estudiantes beneficiados del programa, quienes reportaron con más frecuencia aspirar a puestos gerenciales o de alta responsabilidad.
“Yo quiero conocer más de ingeniería antes de ingresar en un curso en educación superior. Es cansado trabajar y estudiar todos los días, pero es el empleo que me ha permitido seguir el curso técnico de edificaciones”. Valeria sueña en seguir una carrera como ingeniera – “las dos cosas más importantes que he aprendido en el NTPPS, en el Programa Aprendiz y ahora en el trabajo son: jamás desistir de mis sueños y nunca dejar de estudiar; quiero conocer más, aprender más; sé que hay obstáculos – ¿puedes imaginar una mujer de 18 años coordinando 20 trabajadores hombres? -, pero conozco mis fortalezas y estoy segura de que puedo superar los desafíos”.