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Colombia debe tener una cultura de paz y una educación para la paz

América del Sur/ Colombia/ 19.08.2019/ Fuente: caracol.com.co.

 

Desde el Women Economic Forum en Cartagena, la Nobel Rigoberta Menchú hizo un llamado para que los acuerdos de paz se cumplan en nuestro país

“Y el tema de la paz en Colombia y el mensaje que podemos dar es en primer lugar fortalecer el cumplimiento de los acuerdos de paz, hacer visible los logros que se tengan, porque si no nos enseñan lo que se ha logrado no podríamos como hacer un balance.”

 

En el último día del Women Economic Forum, Rigoberta Menchú expresó que Colombia tiene que tener una educación en pro de la paz y así se pueden valorar mejor los acuerdos.

 

Pedir que haya mucha inversión en cuanto a una cultura de paz a una educación para la paz. Si esto es una política de paz, seguramente podemos todos los ciudadanos podremos valorar mejor no solo la importancia histórica de los acuerdos de paz, sino la importancia de la implementación de estos acuerdos.”

 

La guatemalteca nobel de paz en 1992 manifestó que mostrar esos logros en materia de paz mejoraran el desarrollo de nuestro país y la imagen ante el mundo.

Fuente de la noticia: https://caracol.com.co/emisora/2019/08/03/cartagena/1564854718_233398.html

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Entrevista a Óscar Sánchez: «»Cuando las comunidades se apropian de sus escuelas, la educación para la paz es más efectiva»

Entrevista/Autor y fuente: Semana Educación 

En la Cumbre Líderes por la Educación, que se realizará el próximo 18 y 19 de septiembre en Bogotá, uno de los temas centrales será la educación socioemocional en escenarios de posconflicto. Expertos nacionales e internacionales en el tema analizarán el caso de Colombia. Semana Educación habló con Óscar Sánchez, director de Educapaz, al respecto.

Semana Educación: ¿En qué consiste la educación para la paz?

Óscar Sánchez: La paz es un concepto muy general, pero en Colombia tiene unos matices muy concretos. El programa nacional de educación para la paz dice que hay dos dimensiones cruciales si no queremos que las cosas se conviertan en tratados políticos que se incumplen o que no conducen a la paz, sino que reinventan la guerra. La primera dimensión es la educación rural, sobre todo en las zonas afectadas por el conflicto armado, la ruralidad dispersa y los territorios étnicos. Los niños, niñas y jóvenes que viven en esos entornos no tienen muchas oportunidades.

Por ejemplo, en el sur del Tolima, en los municipios de Chaparral, Planadas, Ataco y Río Blanco, que es donde nacieron las Farc, la matrícula en grado quinto en 2018 era de 1530 niños; en grado noveno, un poco más de 800; y en grado once, 503. Estamos perdiendo a dos terceras partes de los chicos en los entornos escolares. Las oportunidades educativas tienen que mejorar en pertinencia, en cobertura, en nivel académico y formación integral. El país ha avanzado. La educación rural se ha vuelto un tema central en los últimos tres años, pero a la hora de la financiación sigue siendo pobre. El Gobierno nacional y los entes territoriales no destinan los recursos suficientes.

S.E.: ¿Y la segunda dimensión?

Ó.S.: El otro aspecto de educar para la paz, que es más comprendido en el debate mundial, es la desnaturalización de la violencia en la cultura. Desde la educación se puede contribuir a una cultura de la paz. Si aceptamos que somos parte de una cultura violenta, la pregunta es cómo podemos desde la educación contribuir a construir cultura de paz. Esto pasa por saber técnico y hay tres cosas que se deben lograr: educación socioemocional, educación para la ciudadanía y educación para la reconciliación.

S.E.: ¿En qué consiste cada una de esas educaciones?

Ó.S.: Lo socioemocional se construye desde la primera infancia e incluye el control de las emociones, empatía, capacidad de escucha, ponerse en los zapatos del otro, resiliencia, poder superar situaciones de dolor y trauma. Lo ciudadano es la construcción de un sujeto capaz de convivir con otros en condiciones de igualdad respetando la diferencia. Cada ser humano se forma una identidad teniendo en cuenta lo que hereda y lo que elige. Esa identidad nos da sentido y nos ayuda a crear proyectos de vida. En la medida en que todos tenemos una identidad distinta podemos entender la dignidad y la riqueza humana.

La dignidad de lo humano es que cada ser puede tener una identidad totalmente diferente a la de los demás y, sin embargo, ser iguales en derechos. Esa formación ciudadana pasa por la sexualidad, por lo ambiental, la no violencia, la participación política, la conducta cívica, etc. Y, por último, la educación para la reconciliación es crítica en sociedades en posconflicto como la nuestra porque la guerra nos ha enseñado el odio, la venganza, la justicia punitiva, la negación del perdón. Desaprender eso y aprender la reconciliación es muy importante. Los docentes y escuelas deben contar con las herramientas para este tipo de educación.

S.E.: ¿Qué tipo de herramientas ayudan en ese proceso?

 

Ó.S.: Son herramientas pedagógicas. Es perfectamente posible comprender cómo aprendemos los seres humanos en cada una de las etapas del proceso evolutivo. El Ministerio de Educación, junto con Educapaz, tiene una plataforma de herramientas didácticas, que tiene más de mil materiales pedagógicos para todos los momentos del aprendizaje.

Los seres humanos no aprendemos los valores discursivamente, sino con experiencias. Hay situaciones especialmente propicias para el aprendizaje, ya sea positivo o negativo

S.E.: ¿Y cuando esas experiencias negativas sobrepasan la capacidad para controlar las emociones?

Ó.S.: Cuando son experiencias muy límite, con situaciones de riesgo serias, las escuelas deben contar con profesionales de orientación sicosocial que construyan rutas terapéuticas y les hagan seguimiento. Por ejemplo, para los niños que han tenido consumo de sustancias psicoactivas, han sido abusados o vivido la violencia en sus familias.

El asunto es que mientras en Bogotá hay un profesional de orientación escolar por cada 500 estudiantes en promedio, hace tres meses visité un colegio en Tierra Alta, Córdoba, un municipio en donde casi todos los habitantes han sido víctimas del conflicto armado, y el colegio no tenía un solo profesional de orientación escolar, aunque atendía a 1.600 estudiantes. Y ningún colegio público de este municipio ha tenido profesionales para esta atención.

S.E.: Usted mencionaba la necesidad de la resiliencia. ¿Cómo se relaciona esto con la necesidad de conocer la historia para sobreponernos a lo adverso?

Ó.S.: La resiliencia pasa por entender que hay algo más allá de lo que me ha sucedido. Que lo que he vivido no es lo único que puedo vivir. Y por supuesto hay que entender lo que he vivido, pero sobre todo entender las posibilidades para vivir otras cosas. La paz es paz positiva. No es entender los problemas de la violencia y dedicarse a recrearlos, pero necesita historia, verdad y reconciliación en función de ver que otro mundo es posible y dedicarse a transformar la realidad.

En la Cumbre Líderes por la Educación precisamente va a estar Neil Boothby, uno de los expertos mundiales más grandes en los temas de resiliencia en educación, y él dice que lograr la mirada positiva a pesar de la adversidad pasa por una transformación sistémica. Que así como fueron muchas las causas para el dolor, haya suficientes variables que confluyen para generar la paz positiva.

Fuente e imagen: https://www.semana.com/educacion/articulo/la-educacion-para-la-paz-es-mas-efectiva/626951

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Soka: irrumpe en España un modelo educativo basado en la felicidad

Redacción: The  Conversation

¿Eres feliz cuando vas a clase? Esta es la pregunta que solemos hacer al comienzo de nuestra asignatura Educación para la Felicidad.

Hace cuatro años detectamos un hueco importante en la formación inicial de los futuros profesores de Magisterio en Educación Infantil y Educación Primaria. No habíamos incluido un espacio de reflexión interdisciplinar acerca del sentido de la educación.

Para eso, creamos una asignatura que llamamos Educación para la Felicidad, y uno de nuestros pilares es lo que podemos denominar la Educación Soka.

¿De dónde viene la pedagogía Soka?

So-Ka significa en japonés “creación de valor”. El término fue utilizado por Tsunesaburo Makiguchi en su obra La pedagogía del sistema de creación de valor, publicada en 1930. Lo que se planteaba en dicha obra era generar un sistema de enseñanza que enfatizara como meta vital crear valor, siendo la felicidad el propósito principal de la educación.

Esta debía facilitar que los estudiantes tuvieran vidas felices contribuyendo a sus comunidades, manteniendo una relación armoniosa con otros en su entorno.

Makiguchi encontró en la filosofía budista de Nichiren Daishonin (1222-1282) una buena base para desarrollar su sistema educativo. Nichiren planteó un budismo ligado a los problemas cotidianos, no a una vida monacal separada de la sociedad. Afirmaba que cada persona tiene el potencial de afrontar los desafíos que se presentan de manera cotidiana de forma creativa, generando valor e influyendo positivamente en su comunidad.

Su obra fue continuada por Josei Toda, quien desarrolló la asociación Soka Gakkai, labor con la que prosiguió Daisaku Ikeda, actual presidente, quien aporta a la organización un marcado sentido internacional, muy implicado en facilitar diálogos en torno a la paz creando, además, lo que conocemos actualmente como el sistema educativo Soka.

Desde infantil hasta la universidad

Dicho sistema educativo da formación desde la Educación Infantil hasta la universitaria, en la Escuela Infantil de Sapporo, el campus de Kansai en Osaka y Kyoto (Educación Primaria y Secundaria) y dos universidades en Tokio y en Aliso Viejo, en California. Además de estos centros, existen actualmente escuelas infantiles en Singapur, Malasia, Hong Kong, Brasil y Corea del Sur.

Fomentar una cultura de paz

Los elementos definitorios de estos centros de formación consisten en facilitar el intercambio de experiencias por medio del diálogo, fomentar una cultura de paz y reflexión acerca de los derechos humanos; sensibilizar hacia la importancia de coexistir con la naturaleza; fomentar el aprendizaje de idiomas y la lectura; facilitar el desarrollo intelectual, siguiendo la idea de que el conocimiento por sí solo no puede generar valor si no está guiado por la sabiduría, añadiendo un sentido de propósito, responsabilidad y deseo de contribuir al bienestar de la humanidad. Por último, se busca generar relaciones de amistad significativas y duraderas.

En la Educación Soka cobra gran importancia el desarrollo de los profesores, con la idea de que si los estos no crecen, los alumnos tampoco lo harán. Una de las prácticas docentes habituales consiste en revisar diarios de profesores sobre su propia práctica en reuniones junto a compañeros, centrados en experiencias de fracaso. Para esto han creado una “red de aliento mutuo” en la que los profesores pueden apoyarse unos a otros para aprender a afrontar situaciones adversas.

Un buen ejemplo de su filosofía de trabajo es su idea de que los profesores están demasiado ocupados. En japonés esto se expresa con dos ideogramas que significan “corazón” y “olvidar”. Los maestros sin tiempo son los maestros que han olvidado su corazón.

Estar ocupado facilita olvidarse de lo más importante, enfatizar lo urgente y dejar a un lado lo importante. Los profesores más jóvenes sufren más porque no comparten su experiencia con otros docentes y no pueden beneficiarse de la experiencia de los profesores más experimentados. De ahí la importancia de esas reuniones mensuales de aliento mutuo, en las que también las familias están invitadas, favoreciendo el diálogo entre profesores y familias.

Por eso se fomenta la idea de que el profesor trabaja en dos escenarios: el aula y la comunidad. Así se completa su labor. No es suficiente con el trabajo en el aula.

El Instituto Soka en Madrid

En diciembre de 2018 se aprobó por el consejo de gobierno de la Universidad de Alcalá la creación del Instituto Mixto de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda. Su objetivo principal consiste en investigar esta metodología educativa, conectándola con las aportaciones de otras corrientes actuales como la Educación Positiva; el giro contemplativo, que se está extendiendo poco a poco en la educación superior, y el aprendizaje transformacional.

Los estudiantes se resisten normalmente a experimentar y ser creativos, acostumbrados como están a que se les proporcionen reglas y directrices claras. Como consecuencia, muchos de ellos están desorientados cuando se les plantea ser autónomos y afrontar las contradicciones típicas de todo proceso creativo.

Fomentar el diálogo de toda la clase

En nuestra asignatura de Educación para la Felicidad, posiblemente el único ejemplo de educación Soka que se pueda encontrar en España, tratamos de explorar este modo de entender la educación: fomentando el diálogo conjunto de toda la clase. Intentamos lograr que nuestros alumnos sean capaces de conversar entre ellos y con nosotros, en una dirección que va emergiendo progresivamente, reflexionando acerca de qué nos inspira diariamente y para ello generar espacios de inspiración invitando a profesionales que compartan con nosotros de qué manera dan sentido a su trabajo diario.

También contribuyendo a dejar un legado que vincule a los alumnos actuales con las generaciones previas y siguientes, siendo responsables de su contribución al contexto más amplio en el que se encuentran.

En esta cita una alumna reflexiona acerca de su experiencia en la asignatura, mencionando varios aspectos tratados hasta ahora:

“Qué bonito ver cómo mentes trabajando por un mismo objetivo pueden crear tantas cosas y tan grandes. Esto ha sido otra de las enseñanzas de la asignatura: para crear valor, para cambiar las cosas, tienes que empezar desde ti, pero si este empezar desde ti se realiza con otras personas, con un mismo objetivo se pueden conseguir cosas maravillosas. La evolución del grupo ha sido preciosa, ver cómo unos desconocidos se convierten en compañeros que desean trabajar con el otro. Cuando sea maestra, me gustaría ver esta misma evolución con mis propios ojos, ver cómo mis alumnos han descubierto que trabajar en conjunto tiene un potencial enorme y que, por eso mismo, ellos deseen trabajar en equipo, para hacer algo mejor, algo más grande”.

Es la sociedad la que está al servicio de la educación, y no al contrario. La educación no es un negocio, no debería cumplir con objetivos instrumentales, sino favorecer en la medida de lo posible una experiencia con sentido, donde uno mismo pueda desplegar su potencial, pero más allá de un sentido individual, fomentar su conexión con su comunidad.

La educación, tomada en serio, es el único medio que tenemos como sociedad de adaptarnos al cambio y a los desafíos que vamos generando. Y para ello, hacemos nuestra la misión de investigar cómo la Educación Soka puede contribuir a ello, en diálogo con otras disciplinas educativas actuales.

Fuente: http://theconversation.com/soka-irrumpe-en-espana-un-modelo-educativo-basado-en-la-felicidad-120373

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Libro: Innovaciones y Educación para la Paz

Varios Autores
ISBN 978-958-58932-3-8
Primera Edición, mayo de 2015
SELLO Editorial
Editorial REDIPE (95857440)
Coedición:Universidad de Cartagena

El presente libro, publicado bajo el sello Editorial Redipe en coedición con la Universidad de Cartagena, constituye las Memorias del Simposio Internacional de Educación y Pedagogía: Innovaciones y Educación para la paz, organizado por la Red Iberoamericana de Pedagogía (REDIPE), en alianza con la Universidad de Cartagena y el Cuerpo Académico de Innovación educativa de la Universidad Autónoma de Baja California – Mexicali, México, y desarrollado en las instalaciones de la Universidad de Cartagena, en Cartagena de Indias, los días 5, 6 y 7 de maryo de 2015.
Está estructurado en seis partes: conferencias, ponencias, resúmenes, reflexiones, taller y otras ponencias.
De este modo Redipe avanza en su compromiso de generar oportunidades y capacidades para promover la apropiación, generación, aplicación, transferencia y socialización del conocimiento con el que interactúan agentes
educativos de diversos países.

Descargar en: Innovaciones y educacion para la paz

Fuente: http://eleternoestudiante.com/pedagogia-libros-pdf-gratis/

 

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Sandra Pineda: Una cucuteña promueve la educación para la paz

Por La Opinión

Después de terminar  su bachillerato en la Normal María Auxiliadora de Cúcuta, Sandra Pineda viajó a Europa. Estudió en universidades de Inglaterra y Suiza y obtuvo títulos en Relaciones Internacionales, Comunicación y Resolución de conflictos, en lo cual se ha especializado. Visita su ciudad natal cada año y en su reciente viaje habló de sus proyectos.

¿Qué representan para usted sus últimos estudios realizados en la Universidad de Suiza?

Estos estudios de doctorado de la universidad de Zúrich son resultado de mi interés en contribuir desde una perspectiva pedagógica a la paz de Colombia.  Encuentro que la investigación pedagógica en el área de educación para la paz está aun en una etapa prematura que debe ampliarse y madurar hacia una forma integral e interdisciplinaria. Dado que nos acostumbramos a vivir violentamente y hemos perdido la nación del valor de la vida, desconocemos que significa convivir. Por ejemplo, el entendimiento de lo que es paz desde una perspectiva interior es fundamental, y mi pregunta es: ¿ha reflexionado cada colombiano sobre lo que es la paz para sí mismo en forma individual? ¿Qué es para mí vivir en paz? ¿Cómo mi percepción paz afecta al otro?  ¿Cómo construyo paz cada día? Estas preguntas son claves, pues las respuestas hacen parte de las interacciones interpersonales. Mi investigación es una mirada profunda que busca ir al fondo y explorar la forma cómo piensan y sienten las personas cuando tienen un conflicto y cómo se comportan al resolverlo. ¿Pues cómo vamos a construir y promover estrategias de paz si no investigamos y estamos informados sobre lo que las personas piensan y sienten cuando están encaradas en un conflicto? Los resultados de mi investigación realizada con niños y jóvenes colombianos muestran que contrario a la violencia la paz es una aspiración y un deseo profundo en las relaciones interpersonales, particularmente cuando se tiene un conflicto con un amigo. Sin embargo, en la práctica los estudiantes reconocen que en muchos casos han usado y usarán la agresión verbal y física cuando sea necesario como manera de solucionar el conflicto. Por tanto, los resultados descubren aquí una contrariedad o brecha entre lo que el estudiante piensa que es la conducta apropiada y lo que hace a la hora de resolver un conflicto. Observo que el niño y el joven saben cognitivamente qué hacer, pero no saben cómo conducirse en el momento de enfrentarse con un conflicto.

¿Ese conocimiento cómo lo aplicará en Colombia?

Concretamente, mi investigación aporta elementos de base que son fundamentales para la promoción y desarrollo de conductas pro-sociales y pacíficas.  Confirmo la importancia de reconocer que siempre vamos a tener conflictos  interpersonales y la clave es ‘como’ decidimos resolverlos. Propongo tres componentes esenciales para la reducción de violencia en este modelo: la toma de perspectiva, las competencias de la negociación y la promoción de la educación para la paz. Estos componentes deben ser sostenidos por valores de verdad, justicia, respeto y perdón.

¿Cómo ve el acuerdo de paz con las Farc?

El acuerdo de paz es absolutamente un paso positivo. La ausencia de una pedagogía respetuosa, informativa y accesible para que todos los colombianos entendieran el proceso y el acuerdo no fue la más apropiada. La negociación y los convenios pactados ya es otra pregunta que aun continua y debe aclararse y que debe manejarse con un gran sentido de responsabilidad, respeto y justicia imparcial que de satisfacción a los diferentes actores, particularmente a aquellos que aún siguen sin vindicación. El perdón: un aspecto muy importante desde el punto de vista moral que aún se percibe es el hecho de que los colombianos aún no están convencidos del arrepentimiento genuino de las Farc y demás infractores. Hay manifestación de resentimiento de las víctimas y otros sectores. Esto conlleva a la continuidad de relaciones conflictivas. Como expresaron unos niños de 7 años que entrevisté para mi trabajo de investigación “ese es no es un perdón verdadero tiene que ser de corazón… no se puede pedir perdón y seguir peleando una y otra vez”. Así mismo El Premio Nobel de Paz Desmond Tuto afirma que sin “perdón no hay futuro”. Tutu aquí nos muestra cómo avanzar con honestidad y compasión tomando perspectiva del otro. Podemos aprender que para construir una nueva Colombia más humana recordemos que Dios valora absolutamente toda la vida humana y que el perdón es un correctivo necesario para la paz y la armonía social.  Pienso que Colombia como país debe incluir un proceso de perdón intencional y genuino que incluye arrepentimiento en forma de reparación, cambio de conducta,  compasión y hablar la verdad particularmente ahora que se inician los juicios buscando esclarecer lo sucedido y la veracidad de la violencia perpetrada durante estos 60 años de guerra.

¿Le interesa participar en la política colombiana?

Si tengo interés en servir para provocar transformación social.

¿En Europa cuál es la imagen de Colombia?

El  interés en Colombia crece,  pues es un país con muchas oportunidades para el turismo y a nivel de inversión. Claro,  va a tomar tiempo cambiar la mala fama asociada con la violencia, drogas y corrupción.

¿Cuál es su percepción de Cúcuta?

La criminalidad es muy alta, la infraestructura vial está muy deteriorada, la economía estancada y mucha inseguridad en general.  El problema migratorio afecta negativamente la estabilidad y tranquilidad de la ciudad. Quiero ver a Cúcuta próspera, autosuficiente económicamente, menos pobreza e injusticia  social, una ciudad segura, alegre y con paz en las calles. La cultura y mentalidad de mi ciudad requiere un profundo cambio de paradigmas negativos y empezar a explorar nuevos paradigmas positivos.

¿De los problemas que tiene Cúcuta, cuáles le preocupan más?

La violencia, la pobreza, la corrupción y la migración. Aun así, observo que la gente empieza a despertar por un cambio.

¿Qué extraña de su ciudad natal en Europa?

La familia, los amigos, mi herencia nortesantandereana. La comida. Somos privilegiados con tanta diversidad.

¿En qué nuevos proyectos trabaja?

La idea es crear un programa Integral de Educación para la Paz para reducir violencia y promover conductas pro-sociales. Un programa transformador,  eje central del sistema educativo colombiano. Diseñado por nosotros y para nosotros comprendiendo una clara fundamentación y filosofía que explique el por qué de la educación para la paz en Colombia, que tiene claro el ‘qué’ de los contenidos que se van a enseñar, el ‘cómo’ se va a hacer. ¿Cuáles resultados esperamos obtener? ¿Quiénes lo van a hacer? ¿Los maestros y expertos que preparación académica tienen sobre lo que van a modelar y enseñar y como lo van a hacer? ¿Moralmente qué tanto creen y que tan convencidos están con la causa de encumbrar un nuevo legado de colombianos comprometidos con la bandera de la paz?. Propongo una educación para la paz con fundamentos cruciales de diálogo, respeto y empoderamiento de profesores, estudiantes y padres de familia para reducción de violencia escolar y transformación del carácter, expresado en interacciones pro-sociales que promueven paz en las escuelas y colegios y familias y comunidades. Estas interacciones se centran en una estrategia de negociación de los conflictos donde los estudiantes se hacen responsables de sus acciones al crear el conflicto y para solucionarlo. Así mismo ellos son empoderados para encontrar estrategias apropiadas en el manejo de la negociación del conflicto y remediarlo en una forma donde idealmente los actores involucrados quedan satisfechos con la solución, es decir,  esto es una estrategia de “gana-gana”.

Opuesto a un modelo reactivo que trabaja la violencia escolar punitivamente este es un modelo proactivo y constructivo que va al fondo del individuo para ayudarle a conocerse a través de un proceso de reflexión en la forma cómo piensa y siente cuando entra en un desacuerdo. Para ello uso la metodología socrática  de hacer preguntas  con resultados notables y asumo la perspectiva de dialogo Buberiano donde abordamos las conversaciones desde una posición de iguales. Por ejemplo, maestros y estudiantes, padres e hijos, adultos y niños somos iguales en esencia, en esto todos están de acuerdo pero son raros los que lo ponen en práctica pues es desafiante.

Fuente de la entrevista: https://www.laopinion.com.co/cucuta/una-cucutena-promueve-la-educacion-para-la-paz-161653#OP

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¡Llevar la fiesta en paz! Educación y conflicto

Por: Carlos Aldana

Como educadores, ¿cuál es nuestra relación con los conflictos?, ¿cómo conectamos a nuestros estudiantes con ellos?

Es innegable que para “llevar la fiesta en paz”, muchísimos hombres y mujeres dedicadas a educar a otros, prefieren evitar lo más posible que se pueda el surgimiento y vivencia de conflictos. Principalmente, si esos conflictos ocurren en el interior de la institución escolar. No saben, o no quieren aceptar, que cuando aparece el conflicto es porque el conflicto ya estaba incubado.

Para “llevar la fiesta en paz”, la relación entre educación y conflicto ha sido de invisibilización. Es decir, se oculta la existencia de problemas o contradicciones que pueden pesar seriamente en la construcción de relaciones entre quienes se educan. Se niega la conflictividad, con lo cual se sume al aula y la institución escolares como lugares asépticos. Pero también se niega el conflicto cuando no hay disposición para los diálogos difíciles pero necesarios. O cuando se prefieren las soluciones falsas y superficiales.

Cuando en el aula se prefiere callar, o “pasar rápidamente la página”, entonces niños, niñas y jóvenes van interpretando al conflicto como algo que no debe existir o que debe evitarse de manera automática. Peor todavía, van aprendiendo que con el silencio se superan más fácilmente las cosas. Enfrentar situaciones difíciles no es asumido, entonces, como un importante y potente aprendizaje que vale la pena potenciar.

La pedagogía ha caminado de la invisibilización a la negación del conflicto en la construcción social. De la ausencia de postulados y posiciones conscientes y profundas sobre cómo educar desde y para el conflicto, la pedagogía ha llegado al punto de pretender que los conflictos dañan las relaciones, que son destructivos en todo sentido y, por tanto, se necesita vivir sin ellos. Por eso, es muy poco la propuesta para crear espacios de auténtico diálogo y escucha, espacios para la expresión libre y personal; para dejar a un lado las apariencias y alcanzar las esencias desde las que se construyen las relaciones al interior de la comunidad educativa.

El miedo a la voz de la autoridad, el ejercicio autoritario de la docencia, la verticalidad en la toma de decisiones, el desprecio a la diversidad, son elementos de invisibilización y negación de la conflictividad humana, con lo cual se impide que la educación transforme la vida planetaria. Por eso, aunque a veces parezca una actitud ingenua y bien intencionada, rehuir a los conflictos en el entorno educativo es una útil herramienta política para el adormecimiento y la acriticidad que alimentan el ejercicio de poder en el mundo de hoy. ¿Cómo formar ciudadanos críticos y comprometidos en luchas reales, si desde la niñez negamos y destruimos capacidades para encarar y enfrentar conflictos? ¿Cómo podemos educar para transformar el mundo, negando la conflictividad como uno de sus motores de cambio?

Se trata de que reconozcamos -y aceptemos plenamente- que el conflicto no solo es parte de nuestra vida, sino que nos permite avanzar hacia la plenitud. Esto nos debe llevar al esfuerzo pedagógico de educar desde y para el conflicto.

Educamos desde el conflicto cuando las situaciones difíciles que vivimos son fuente de aprendizajes relacionales y de todo tipo. Educamos para el conflicto cuando desarrollamos, desde una intencionalidad muy clara, aprendizajes para saber qué hacer, cómo vivir, cómo afrontar las situaciones difíciles en la vida.

En países que hemos vivido conflictos internos cargados de miles de violaciones de derechos humanos (¿cuáles no?), es más que urgente una pedagogía de la denuncia, de la voz alzada, de las contradicciones, porque el silenciamiento y el miedo se han instalado con más fuerza. Y pueden ser parte de una siguiente fase perversa del mismo conflicto estructural que causó el enfrentamiento.

Para que la educación sea una auténtica fiesta (y no solo una falsa “fiesta en paz”), necesitamos de los ratos colorados cuando asumimos y enfrentamos conflictos. Para crecer y desarrollarnos, eso es mucho más útil que los cientos de ratos grises de una vida escolar que rehúye a la conflictividad. Esas que nos hace humanos y en la que aprendemos a ser sujetos políticos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/05/24/llevar-la-fiesta-en-paz-educacion-y-conflicto/

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De la justicia punitiva a la justicia restaurativa

Trabajemos, de manera positiva, por el desarrollo y aprendizaje de una justicia restaurativa en todo nuestro alumnado, la mejor garantía para otro tipo de sociedad en el futuro.

Todavía estamos impresionados por la muerte violenta del niño Gabriel en Almería. Y estamos aún más impresionados por las reacciones que ha habido a este asesinato. Descubierta la identidad de quien lo llevó a cabo, se han sucedido numerosos comentarios contra ella, señalando su condición de mujer, negra e inmigrante. A la vez, hemos asistido al espectáculo, difícil de adjetivar, de la discusión en el Congreso sobre la ampliación de supuestos en los que aplicar la pena de prisión permanente revisable, con el fondo de éste y otros sucesos graves sucedidos recientemente.

Son muchas las ideas que, pensando desde la convivencia, acuden a nuestra mente. La permanencia soterrada de actitudes racistas que, a la menor ocasión, salen a la luz y se manifiestan abiertamente. El predominio de la justicia punitiva, “el que la hace la paga”, con el intento de linchamiento de la supuesta culpable. El oportunismo de determinados políticos, aprovechando el dolor de las víctimas para sus propios intereses electorales… Sólo la actitud de la madre de Gabriel, pidiendo calma y cordura y demandando la desaparición de actitudes de odio y venganza nos ha abierto una cierta esperanza.

Es necesario, por supuesto, respetar y solidarizarse con el dolor de los familiares de las víctimas, que merecen todo nuestro cariño y apoyo. Y, a la vez, desde esta actitud, es necesario denunciar otras actitudes que aparecen de manera colateral, señalando el predominio del razonamiento puramente emocional, con olvido de determinados valores éticos imprescindibles para la buena convivencia. ¿Cómo actuar de una manera justa? ¿Cómo proteger y apoyar a las víctimas y conseguir la reparación del daño causado y, a la vez, no dejar de lado a quien ha cometido ese daño y mal a esas personas y a la sociedad en su conjunto?

Muchas personas que nos hemos dedicado a la educación y al trabajo y desarrollo de valores éticos en nuestras niñas y niños y adolescentes nos hemos vuelto a plantear, una y otra vez en estos días, las preguntas acerca del sentido que tiene la reeducación de aquellas conductas que son contrarias a la convivencia, la orientación que damos a las medidas sancionadoras que aplicamos cotidianamente en nuestros centros, los principios que están detrás de nuestras acciones de corrección de las conductas.

Un aprendizaje básico de nuestros alumnos y alumnas es saber que toda conducta contraria a la convivencia tiene consecuencias y que debe ser corregida. Nadie quiere ni defiende la permisividad, que nada suceda después de determinados comportamientos, ya que eso sería nefasto para la convivencia. Las diferencias surgen cuando se trata de concretar las acciones consecuentes, cómo abordar la corrección de estas conductas.

Puede decirse que existen dos modelos de actuación, desde la justicia punitiva y desde la justicia restaurativa. Aunque ambos defienden y comparten la preocupación por el buen clima de convivencia, las diferencias en cuanto al modo de actuación a seguir son importantes. Y, si analizamos y seguimos lo publicado estos días en relación con los sucesos antes señalados, veremos que ambos siguen presentes más allá del centro escolar, conformando actitudes duraderas a lo largo de la vida. De ahí su importancia y la necesidad de abordarlo de una manera reflexiva en nuestras prácticas educativas diarias de la escuela.

“¿Quién es el culpable?”, es la pregunta básica que da origen a la respuesta punitiva. Es necesario identificarlo y, una vez conseguido, aplicarle las sanciones previstas en la normativa y legislación correspondiente. Es a través de los castigos como una persona aprende acerca de la maldad e incorrección de su conducta. Y el resto de las personas aprende también qué conductas debe evitar, ejerciendo así el castigo un efecto preventivo para la erradicación de este tipo de conductas. Las sanciones deben ser proporcionales a la gravedad de las conductas y, recogidas en un buen reglamento o legislación, ser difundidas para su conocimiento y eficacia.

Sin embargo, no siempre es así y este planteamiento puramente punitivo, basado en el carácter preventivo y ejemplificante de las sanciones, no siempre resulta eficaz. Pocas veces quien no respeta las normas tiene en cuenta lo que le va a suceder ya que, por lo general, son personas que apenas han desarrollado el pensamiento consecuencial respecto de sus acciones. La emoción del miedo, supuestamente básica para evitar estas conductas, es ampliamente anulada por otras emociones, que sirven de apoyo a otros pensamientos y conductas muy diferentes a las inicialmente buscadas. Además, las sanciones nos muestran sólo qué conductas hay que evitar, pero no nos señalan qué conductas hay que promover y poner en práctica, mostrando así su insuficiencia para la promoción de las conductas adecuadas.

Desde un planteamiento restaurativo la pregunta fundamental se centra en el daño causado y en cómo proporcionar una respuesta adecuada a la nueva situación que ha aparecido en la sociedad. ¿Cuál fue el daño causado, cuáles son las necesidades que hay que atender en el conjunto del grupo social? Son las preguntas básicas que orientan este planteamiento restaurativo, muy diferente al puramente punitivo y sancionador.

En la respuesta a esta nueva situación, y siguiendo a Galtung, se busca, en primer lugar, la reparación del daño causado. Si, como suele suceder con frecuencia en un centro educativo, ha habido una falta de respeto a una persona o un acto de vandalismo hacia los bienes comunes del centro, lo primero será pedir disculpas, de la forma más adecuada, a la persona que ha sido agredida o reparar y hacerse cargo del gasto económico que tenga la restitución de ese daño causado.

En segundo lugar, desde el modelo restaurativo, se tratará de buscar la reconciliación entre las personas, ya que la relación entre las mismas habrá quedado dañada por lo sucedido y es necesario adoptar medidas para recuperar la buena relación entre ellas. No es suficiente, para ello, la aplicación sin más de una sanción, Es necesario diseñar y aplicar otras medidas específicas, algo que, lamentablemente, en pocas ocasiones tiene lugar en los problemas de convivencia que surgen en los centros educativos.

Por último, desde el planteamiento restaurativo se aborda la resolución del conflicto concreto, abordando las causas y los factores que han originado el mismo. Así, por ejemplo, difícilmente se podrá abordar un problema de disciplina sin abordar la situación académica de un determinado alumno/a que, muy probablemente, tiene una serie de necesidades académicas básicas y que presenta lagunas importantes de determinados conocimientos en distintas asignaturas y materias. Y es que, sólo abordando este nivel de actuación, podremos tener seguridad respecto de la no repetición de esa situación de quiebra de la convivencia que queremos erradicar.

La adopción de este modelo restaurativo en los centros educativos sólo es posible si se hace desde la propia comunidad, fomentando y fortaleciendo la participación de todas las personas vinculadas con el centro (profesorado, alumnado, familias y personal no docente), y creando las estructuras necesarias para su aplicación y gestión. La manera como se abordan los conflictos en los centros, las prácticas de mediación o la implantación de las prácticas restaurativas son buenos ejemplos de ello.

No vale sólo con quejarse y lamentarse de determinadas reacciones que tienen lugar ante sucesos concretos, trágicos e inexplicables, que aparecen en nuestra sociedad. Analicemos cómo estamos educando a nuestros chicos y chicas, qué concepto de justicia estamos desarrollando en ellos y ellas, cómo les enseñamos a responder ante situaciones, menos graves pero muy similares en determinados aspectos, en las que la convivencia queda seriamente dañada. Y trabajemos, de manera positiva, por el desarrollo y aprendizaje de una justicia restaurativa en todo nuestro alumnado, la mejor garantía para otro tipo de sociedad en el futuro.

Pedro Mª Uruñuela. Asociación CONVIVES

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/convivenciayeducacionenvalores/2018/04/03/de-la-justicia-punitiva-a-la-justicia-restaurativa/

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