Argentina/ 29 de agosto de 2017/Fuente: http://www.unosantafe.com.ar
Los valores, la comunidad y los ambientes nutritivos, educar para la vida y la relación con los padres, fueron algunos de los tópicos abordados por los expositores que participaron de este encuentro que organizó la Universidad Católica de Santa Fe. Manu Velasco y Alejandro De Barbieri fueron los encargados de culminar esta octava edición.
En su discurso inicial, la decana de la Facultad de Humanidades, Anabel Gaitán, señaló: «Es preciso ahora salir de nuestras zonas de confort y animarnos a innovar, esta innovación no es tecnológica, es humana. Muy humana», subrayó. Además, hizo hincapié en la innovación: «Innovar la mirada, la escucha, el diálogo, la paciencia, el enojo, el hartazgo y esta vocación que no se fue, que no está perdida, que sigue estando ahí dentro nuestro y fue la que hoy sábado cuando sonó el despertador a las 7 nos trajo hasta aquí».
También remarcó la importancia que debe tener el VIII Congreso Internacional de Educación en todos los presentes: «Este congreso habrá sido un éxito, si con los mismos recursos que teníamos el viernes, el lunes cuando entremos a nuestras aulas nos encontramos con nuevas herramientas».
A continuación, afirmó que «el niño es niño, el adolescente es adolescente, el joven es joven y el adulto es adulto. Ayer, hoy y mañana el ser humano es el mismo. Su educabilidad no ha cambiado. Es el contexto, son las circunstancias las que nos hacen creer que ahora ya no se puede con ellos».
A su vez, indicó la dificultad que tiene el hecho de ser docente: «Es más difícil, seguro. Es más complejo, más que seguro. Por eso estamos aquí, para aprender. Porque somos profesionales y entendemos nuestra tarea como un saber con fundamentos que nunca se colma».
Dando fin a sus palabras, concluyó haciendo una reflexión personal: «Hace un tiempo mi madre hizo propias unas palabras públicas y me dijo: los docentes tienen el poder de tocar el futuro, porque educan. Hagamos que el futuro sea bueno. Hoy, aquí, ahora».
Presentes
El acto fue encabezado por la presidente del Directorio de la Universidad Católica de Santa Fe, Ruth Casabianca; el rector, Ricardo Rocchetti; y la decana, Anabel Gaitán. Asimismo, participaron la secretaria de educación de la Municipalidad de Santa Fe, Erika Figueroa; el vicario general de educación de la Arquidiócesis de Santa Fe, presbítero José Luis Ayala; y el decano de la facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral, Claudio Lizárraga.
También, estuvieron el vicerrector de Formación de la Universidad Católica de Santa Fe, Carlos Scatizza; el vicerrector Académico, Eugenio Martín de Palma; la decana de la facultad de Filosofía, Carmen González; el decano de Ciencias de la Salud, Guillermo Kerz; el director del Departamento de Filosofía y Teología, Mario Dángelo; secretarios de rectorado, secretarios académicos y de gestión de las distintas unidades académicas, docentes y personal de la casa.
Los valores y lo comunitario
El encargado de poner en marcha la segunda jornada de conferencias del VIII Congreso Internacional de Educación fue el español César Bona. El mismo tituló su exposición: Escuchar para educar, haciendo hincapié en la importancia de la escucha en el aprendizaje escolar. «Para que uno hable, otro debe callar y escuchar, juntos sumamos», señaló el maestro más destacado de España.
Siguiendo con su exposición, remarcó que «muchas veces esperamos el cambio fuera, pero la transformación educativa ha de empezar dentro de cada uno de nosotros». Además puntualizó: «Necesitamos tomar distancia y ver de lejos lo que hacemos, así vamos a mejorar».
Propuso durante toda su conferencia la participación activa de los asistentes para que reconstruyeran sus espacios áulicos. Los invitó a que transmitieran no solo conceptos, sino también valores. Planteó que los alumnos deben intercambiar aprendizajes, ya que no debe ser una relación docente-alumno.
A su vez, indicó que «cada uno tiene algo. El mejor talento de los maestros debería ser descubrir lo que tiene cada uno de los niños que están con nosotros». A lo largo de toda su disertación, Bona se refirió a varios tópicos, que tenían en común la transmisión de valores. Para concluir señaló: «La escuela es el reflejo de la sociedad. Muchísimos pensamos que desde la escuela se puede y se va a mejorar la sociedad».
Empatía y altruismo
Siguiendo con el cronograma de ponencias, Florencia Salvarezza tomó las riendas del VIII Congreso Internacional de Educación. La licenciada en letras, comentó que la empatía nos mueve a sentir compasión por el otro, a sentir por el otro, pero no necesariamente a actuar con el otro. «La mayoría de nosotros sentimos empatía, pero no siempre actuamos en consecuencia», manifestó. La falta de la misma es una característica de la conducta violenta, antisocial y psicopática.
Antes de cumplir el año, los niños sienten empatía, con gestos de apoyo y preocupación por el otro. «La empatía es la habilidad para experimentar las emociones de los otros», señaló Salvarezza, y agregó: «Trasladando la empatía al aula, para colaborar con el grupo tengo que entender y sentir lo que sienten los otros».
Del mismo modo, el altruismo es otro concepto importante ya que es la acción de actuar por el otro sin pensar en uno mismo. «Lo que promueve el altruismo de los padres es el ejemplo y la explicación no punitiva. Tenemos la capacidad de moldear nuestros cerebros para ser personas más altruistas».
Por último, concluyó afirmando que en la escuela debe haber un clima donde se incluyan estos conceptos, además de la solidaridad, el amor, la seguridad, la justicia, diversidad y la colaboración. Son conceptos que hacen al «clima escolar»; y esto no es el resultado del trabajo de un solo niño o de un solo director o profesor, sino de toda la comunidad educativa.
Generar comunidad
Cerrando la jornada matinal, Irene Kit expuso: «El grupo clase como comunidad: una responsabilidad de todos los adultos de la escuela». La disertante señaló que durante el año solo una pequeña proporción de alumnos vive en comunidad con otros estudiantes en el aula y definió: «Una comunidad comparte metas, un sentido de pertenencia y capacidad para resolver ciertos conflictos».
Argumentó, que «vale la pena construir comunidad en el aula, ya que un buen clima escolar mejora el aprendizaje». Irene Kit propone adoptar un compromiso activo y sugirió desarrollar comunidad en el aula a través de sencillas tareas como: «implementar una hora quincenal para intercambiar ideas en el aula, promover el buen trato, instaurar la meta de pasar de año juntos y trabajar las emociones». Finalmente, invitó a los docentes a «dejar su rol solitario y unirse al grupo como comunidad».
Saber quien soy
Continuando con el programa, Christian Plebst expuso su conferencia «Encuentro y desencuentro biopsicosocioespiritual: el desarrollo infantil en riesgo en la era de la conexión», donde señaló que «actualmente hay una crisis de percepción en la sociedad».
Es importante que exista un autoconocimiento personal que nos permita ser quienes somos: «cuando yo me siento bien por ser quien soy, intrínsecamente tomo otras decisiones, necesito otras cosas, necesito menos, disfruto más de las cosas simples», afirmó el doctor.
De esta manera, definió la metacognición como «darse cuenta, ver dónde estoy y qué necesito». Así, propuso buscar la autorrealización personal en una nueva forma de ser: comenzar a sentir la vida, en vez de simplemente vivirla: «Improvisar, animarse a vivir. Buscar la felicidad».
Concluyendo su disertación, en referencia al espacio áulico, Plebst sugirió a los docentes que la inteligencia emocional no es algo que se enseñe, sino algo que se modela con la práctica.
Ambiente nutritivo
A continuación, Ana Maria Aron, psicóloga proveniente de Chile, expuso diferencias entre un clima nutritivo y uno tóxico, presentando su ponencia titulada : «Clima social escolar, buen trato y bienestar docente». Allí desarrolló las características que definieron cada ámbito y de qué manera se oponían.
En un clima nutritivo la persona se siente inteligente, amable, agraciado y simpático. «Cuando la persona se siente de esa manera, también se comporta de esa manera», señaló Aron. En dicho ambiente predomina una percepción de justicia, y los niños saben lo que es justo y lo que no, incluso antes de aprender a hablar.
«Un ambiente tóxico aprisiona al ser humano, saca la peor parte de cada uno y predomina un ambiente de percepción de injusticia», manifestó. De la misma manera, es necesario reconocer explícitamente los logros y valorar de un modo positivo a los alumnos para que se genere una atmósfera nutritiva, en oposición a una tóxica donde prevalece la crítica y la ausencia de reconocimiento.
«No hay que generar una sobrefocalización en los errores, sino tratar de tolerarlos, porque el que no comete errores es porque no hace nada», agregó Ana María. El ser humano es un ser social, un ser que viene en «manada» y por eso en todo momento quiere pertenecer, siente el deseo de «ser parte de». Un ambiente tóxico produce sensación de marginalidad, de no pertenencia.
Por último, la disertante destacó la importancia de sentirse respetado en la individualidad y en las diferencias, y poder aceptarse igual, sin discriminación.
Educar para la vida
El penúltimo expositor fue el español Manu Velasco. ¿Cómo educar para el futuro» fue el título de su conferencia, a partir de la cual llamó a los docentes a soñar junto a los alumnos. El planteó que lo primero es tener en cuenta que «sin un rumbo definido en educación no se anda, se deambula. Y en educación no se puede deambular».
En este sentido, resaltó que «educar para el futuro tiene un rumbo muy claro que debe tener en cuenta tres aspectos fundamentales. Ayudar al alumno a que sea lo que es capaz de ser» estando «atentos a sus intereses». Asimismo, no llenarlos de contenidos estériles y nocivos y mucho menos llenarlos de leyendas urbanas; y «tanto los docentes como los alumnos tenemos que ser conscientes de lo que no sabemos. Porque solo la experiencia de la carencia nos mueve a satisfacer el deseo y provoca la curiosidad que nos permite aprender».
A partir de estos tres puntos, Velazco señaló que se estará cumpliendo con uno de los objetivos fundamentales de la educación que «no es otro que formar personas capaces de autogobernarse a sí mismos» brindándoles al niño aquello que necesidad «para que mejore el mundo en que le ha tocado vivir, para que consiga impactar y mejorar la sociedad que lo rodea».
En este marco, planteó la necesidad de educar en la competencia digital, algo «que no se está enseñando en ningún colegio, debería estar desde jardín hasta la universidad, más que la competencia matemática, o la linguística. Hoy en día es la más importante. Pero como decimos que son nativos digitales los dejamos y no
asumimos nuestra función. Los lanzamos al mar de internet, donde hay sirenas, pero también tiburones y piratas», sostuvo Manu Velasco.
Ya sobre el final, resaltó que «educar es un acto de amor, y los docentes somos sembradores en el corazón de los alumnos de amor, ternura, alegría y responsabilidad», al tiempo que para llevarlo a cabo esta tarea hay que hacerlo «en equipo, en grupo. Familia y escuela deben compartir, no competir».
Junto a los padres
El uruguayo Alejandro De Barbieri terminó con las ponencias exhibidas el día sábado. «De la pedagogía compasiva a la pedagogía de la esperanza: Claves para educar sin culpa» así se tituló su charla donde cautivó al público con su carisma, anécdotas familiares y experiencias educativas.
Planteó que el entusiasmo es inspirar, contagiar ganas de vivir, «tenemos la gran responsabilidad de educar con alegría». Remarcó la importancia de la autoridad, destacando que esto no es autoritarismo y que decirle no a los niños debe ser no. «Eso es educar con amor, sin culpa». La sobreprotección es otro tema que estuvo presente al igual que la motivación y la paciencia.
Por último Barbieri destacó que la clave para la innovación se logra con amor y humor, fue su profesor quien lo inspiró para educar con alegría y afecto. Además extendió un pedido de agradecimiento para los padres entre los presentes, ya que ellos han educado y hecho todo lo posible con las herramientas que en ese momento tenían.
«Que bonito que tengamos la chance de ser nuevos y generar nuevas comunidades educativas con creatividad»; con esta frase cerró su exposición y dio fin al VIII Congreso Internacional de Educación, que organizado por la Facultad de Humanidades reunión durante dos jornadas a 19 expositores y más de 450 participantes.
Fuente:
http://www.unosantafe.com.ar/santa-fe/con-una-intensa-segunda-jornada-cerro-el-viii-congreso-internacional-educacion-n1459162.html