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Leyes secundarias

Por: Carlos Ornellas. 

 

No obstante que el presidente López Obrador lanzó la iniciativa de contrarreforma educativa –que luego devino en una reforma de la reforma– desde el 12 de diciembre, los nudos en el Congreso tardan en desatarse.

Las negociaciones con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) –también con las demás facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y otros actores, aunque menos intensas– coronaron la enmienda constitucional el 15 de mayo. La búsqueda de precisión en la abultada retórica en el artículo 3º pospone el entramado de las leyes para el Organismo para la Mejora Continua de la Educación, la del Sistema para la Carrera de los Maestros (que quién sabe cómo se llamará al final) y modificaciones a la Ley General de Educación. Además, las consignas que el Presidente lanza con frecuencia, como eliminar al Instituto Nacional de Infraestructura Física Educativa (Inifed), provocan aprensión en los legisladores.

Cierto, hubo foros de consulta organizados por diputados, senadores, la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies). Hubo ponencias en serie, presentadas por la facción que lidera Alfonso Cepeda Salas, reclamos ruidosos de grupos de maestros disidentes, apuntes de dirigentes de instituciones de educación superior públicas –preocupados al por mayor– y reflexiones de docentes de base y académicos. Pero la línea que tiraba –tira– el Presidente es la narrativa preponderante y tal vez prevalezca en las nuevas leyes, Morena y aliados hacen mayoría.

Observo dos conceptos en conflicto –en sentido estricto no deberían estar encontrados, pero la realidad es terca–: bienestar y excelencia. El primero incluye los símbolos preferidos del Presidente: equidad, igualdad, salud, fomento a la lectura, valores humanistas (recordar la Cartilla moral de Alfonso Reyes) y enfoques regionales en la enseñanza para zonas indígenas y rurales.

El segundo, comprende lo mismo que todas las reformas de orientación neoliberal que pululan por el mundo: calidad –aunque la palabra se haya proscrito del artículo 3º– eficacia, eficiencia y aprendizaje.

Estos dos preceptos no sólo tienen que empaquetarse en leyes, sino también en dispositivos pedagógicos para que los docentes se apliquen y los pongan en práctica. Y vamos otra vez al núcleo: el magisterio. Sobre este actor preponderante recaerá de nuevo la responsabilidad de llevar a puerto las iniciativas. Así fue en todas las reformas del pasado y seguirá siendo en la presente.

Tal fijación no es arbitraria. Las reformas que han tenido éxito –la más reciente en México fue la que impulsó Jaime Torres Bodet tras el derrumbe de la educación socialista– es porque llegaron al salón de clase y los maestros hicieron suyos sus postulados. Pero no fue de inmediato. Torres Bodet lanzó la señal de cambio en 1944 y tuvo que regresar a la jefatura de la Secretaría de Educación Pública 14 años después para consolidar los principios y ejecutar las obras sobresalientes.

Hoy la narrativa del Presidente y sus seguidores en la SEP y Morena privilegian al maestro y al normalismo, les echan flores. Pero al mismo tiempo le cargan la responsabilidad. Si no hay frutos en cinco años, de nuevo, de ser considerados héroes se les acusará del fracaso.

En Estados Unidos tienen un dicho para calificar a quienes cumplen: “pone su dinero donde puso sus palabras”. Las leyes secundarias que vienen dibujarán un panorama amable, hasta donde se pueda, elogiará la labor de los maestros y refrendará la retórica presidencial. Pero el corpus verdadero vendrá en la Ley de Coordinación Fiscal y los presupuestos anuales para la educación.

Una reforma triunfante cuesta mucho tiempo, esfuerzo y recursos. Me temo que el enemigo principal de la reforma del presidente López Obrador será la austeridad republicana, aunque al final, la culpa se les endorsará al neoliberalismo y a herencias del pasado. Los maestros serán de nuevo culpables y víctimas. Las leyes podrán cambiarse de nuevo.

Fuente del artículo: https://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/leyes-secundarias/1324963

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En Colombia la educación pública no está enfocada a la calidad

Por: Ángel Pérez Martínez. 

  • El reto más importante para el futuro de la educación oficial básica y media en Colombia es mejorar la calidad, este paso es imprescindible para que el país pueda avanzar en los indicadores de equidad, ciudadanía, cultura, productividad y para reducir las brechas regionales y territoriales.

La matrícula oficial, de la educación básica y media representa el 80% del total, según DANE, 8 millones de estudiantes. A la educación oficial asisten niños y adolescentes de las familias más pobres del país, más del 90% de ellos pertenecen a los estratos 1, 2 y 3. Luego, los primeros beneficiados de contar con un sistema educativo oficial de calidad serán los más pobres.

Existe evidencia de que la educación básica y media oficial en Colombia no es de buena calidad. Los actuales candidatos a gobernaciones, alcaldías y cuerpos colegiados territoriales deben tener claro que la calidad de la educación se decide en los colegios, en los entornos escolares y en las condiciones en las cuales estudiantes y maestros desarrollan el proceso educativo, por lo cual en sus programas de gobierno deben establecer compromisos pertinentes y viables para mejorar la calidad del sector educativo. El progreso de Colombia y de sus territorios está ligado a la calidad de la educación que reciban los niños y adolescentes en la educación oficial.

Las futuras administraciones territoriales disponen de cuatro años, tiempo suficiente para apoyar a los colegios oficiales y cambiar, entre todos, aquello que no funcione bien en la educación; por ejemplo, las prácticas educativas y las formas individuales y sin planeación colectiva como trabajan la mayorá de profesores. La salvación es el trabajo en equipo (con la comunidad educativa), con objetivos y metas consensuadas e instrumentos claros de medición y seguimiento (cualitativos y cuantitativos). En cada colegio oficial se requiere crear y establecer una cultura colectiva para la calidad de la educación.

Una primera condición para crear una cultura de calidad de la educación es reconocer que no puede existir un colegio que alcance una educación de calidad para sus estudiantes, si no cuenta con los recursos básicos para funcionar; además de cumplir con estándares básicos en infraestructura educativa y en las dotaciones para facilitar el proceso educativo; también, se requiere garantizar a los estudiantes las condiciones materiales para acceder y permanecer en la institución escolar (transporte, alimentación, útiles escolares y salud), componentes básicos del derecho a la educación que aún no se cumplen, especialmente  en las zonas rurales.

Una segunda condición para crear una cultura de calidad de la educación es fortalecer la actitud, el compromiso y el liderazgo de los directivos escolares para promover y gestionar los colegios hacia la calidad de la educación; así como lograr el involucramiento de los docentes, estudiantes, padres familia y de la sociedad para definir metas, evaluar, hacer seguimiento y planes de mejora. En este punto es clave incentivar a los padres de familia para que ellos motiven a los estudiantes al esfuerzo y al amor por los retos del colegio y de sus profesores.

Una tercera condición para crear una cultura de calidad de la educación es lograr que los directivos docentes y los profesores reconozcan que, aunque trabajan mucho, la mayoría con un gran esfuerzo personal, su labor no tiene gran impacto porque los resultados alcanzados por los estudiantes de los colegios oficiales, durante los últimos veinte años, no muestran mejoras significativas en la calidad de la educación de los niños y adolescentes. Es necesario innovar y cambiar las formas de trabajo con los estudiantes, en el aula y en el colegio.

La cuarta condición para crear una cultura de calidad de la educación es elaborar un diagnóstico informado de la institución escolar, en sus variables más importantes: calidad, deserción y destino de sus egresados. Recordemos que en las pruebas SABER 11, sólo el 20% de los estudiantes de los colegios oficiales se clasifican en las categorías A o A+, el resto de los estudiantes pertenecen a los grupos ubicados en B, C y D (destaco el caso de Bucaramanga donde el 52% de los estudiantes de colegios se ubican en estas dos categorías); así mismo, son conocidos los resultados que obtenemos en las pruebas internacionales como PISA, TERCE o en el Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana (ICCS), entre otros, donde no nos va bien como país.

La quinta condición es aceptar que medir la calidad de la educación no es fácil; sin embargo, propongo que los colegios, además de mirar los resultados en las pruebas SABER 11, elaboren su propio sistema de evaluación de la calidad. También recomiendo de manera especial, que se analicen, por cada entidad territorial, variables como desempleo y delincuencia juvenil; los colegios oficiales deben tener entre sus indicadores de calidad el seguimiento a los egresados y su vinculación a la educación superior o al trabajo. Sin olvidar resultados de contexto como la consulta anticorrupción y el referendo por la paz, ya que, de alguna manera, éstas son expresiones de ciudadanía, democracia, participación y de formación ciudadana.

Por último, a partir del diagnóstico del colegio y la participación de la comunidad educativa será posible diseñar y poner en funcionamiento la visión, la misión, el PEI y el currículo del colegio. Estas acciones deben responder a los sueños de la comunidad educativa y a la búsqueda de una mejor calidad de la educación. Como ejemplo sobre el currículo, propongo tener en cuenta que el Informe Latinoamericano del ICCS, 2009, sobre Actitudes y conocimientos cívicos de estudiantes de secundaria en seis países de América Latina señaló que el “contenido curricular se ocupa poco de las instituciones y que ni el bienestar común, ni la cohesión social reciben mucha atención”. Recordemos que no siempre el conocimiento se traduce en nuevas habilidades y competencias para la vida; los medios, la cultura y lo fácil terminan imponiéndose.

Fuente del artículo: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/en-colombia-la-educacion-publica-no-esta-enfocada-a-la-calidad-por-angel-perez-martinez/274866

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Colombia: Cali y su plan para convertir los centros educativos públicos en escuelas seguras

Redacción:  Caracol TV

La capital del Valle del Cauca está abriendo camino en materia educativa y, para ello, está contando con el apoyo del Banco Mundial.

No en vano, Cali es una de las 100 ciudades del mundo elegidas como resilientes, aquellas que impulsan su capacidad de sobrevivir y crecer a pesar de las dificultades. Esa fortaleza se reflejará también en el sistema de educación pública.

Con la asesoría del Banco Mundial, la ciudad hizo un plan para mejorar los procesos educativos: calidad en la pedagogía y en la infraestructura. No quería construir escuelas, sino escuelas seguras.

“Cali está en una zona con bastante riesgo sísmico, ahí tenemos que tener mucha responsabilidad en eso, no estamos improvisando en cuanto a la inversión y calidad, para no equivocarnos en nada”, dijo Maurice Armitage, Alcalde de Cali.

El mandatario de los caleños anotó que se les está “garantizando a todos los niños que van a tener estabilidad y seguridad física” en el colegio, pues no se puede seguir construyéndolos con problemas de sismorresistencia.

Por eso, la Administración municipal buscó al Banco Mundial, que ha asesorado a una veintena de países en el tema. Cali se convirtió en la primera ciudad de Colombia en buscar ese apoyo.

“Perú, Kirguistán, generalmente son intervenciones a nivel nacional, pocas intervenciones a nivel ciudad. En Turquía, también, hay como 20 países en los que hemos trabajado, Indonesia es otro”, señala Taimur Samad, gerente de Infraestructura del Banco Mundial para Colombia y Venezuela.

El diagnóstico revela que el 65 % de las escuelas no cumplen las normas de sismorresistencia.

“Tenemos el compromiso de reconstruir 370 escuelas. En el gobierno nuestro, estamos dejando 18 colegios nuevos y 150 colegios totalmente reconstruidos”, asegura el alcalde Armitage.

Por lo pronto, la entrega de 18 colegios nuevos garantizará 10.000 nuevos cupos, pero es un plan a 12 años que implicainvertir 2,6 billones de pesos y cuyos recursos quedan financiados en un 75 %.

La capital del Valle del Cauca le apuesta a que educar y construir tejido social alrededor de las escuelas es una de las formas más eficaces de combatir la violencia.

Fuente: https://noticias.caracoltv.com/valle/cali-y-su-plan-para-convertir-los-centros-educativos-publicos-en-escuelas-seguras

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Rusia: La educación en el país de los soviets

Ariel Iglesias

Eugenia Steininger

“La vida se convierte en creación solo cuando se libera definitivamente de las formas sociales que la deforman y mutilan. Los problemas de la educación se resolverán cuando se resuelvan los problemas de la vida” (Lev Vigotsky, {Psicología pedagógica}, 1926).

Los socialistas revolucionarios que en este sistema defendemos la educación pública gratuita, científica, para el pueblo laborioso, lo hacemos en la perspectiva de cambiar la sociedad de raíz. Por eso nos adentramos en esta nota en la educación en la Revolución rusa, donde los revolucionarios se distinguieron por ser abiertamente contrarios a la resignación y a las reformas cosméticas, experiencias muy importantes para pensar los problemas de la política educativa y las prácticas pedagógicas en la actualidad. A continuación, desarrollamos sus principales innovaciones.

Una vez realizada la revolución que tomó el poder político del Estado, los bolcheviques tuvieron que enfrentar el atraso, la miseria y el analfabetismo, en medio de una guerra civil, donde 14 ejércitos imperialistas invadieron el Estado obrero y trataron durante 4 años de reinstalar a la derrocada autocracia rusa. Al terminar la Guerra Civil, Rusia se encontraba exhausta y arruinada: el conflicto armado se había cobrado la vida de 10 millones de habitantes, y luego, las sequías de 1920 y 1921 y la hambruna de 1921 empeoraron la situación.

Así, el camino del comisariado de Educación no estuvo exento de dificultades; operaba sobre un inmenso territorio caracterizado por tremendas desigualdades y diferencias abismales en sus grados de desarrollo. Con lo cual, el intento de crear una escuela unificada del trabajo basada en niveles continuos y que se desarrollara como una comuna autónoma, en el sentido de la descentralización pedagógica y la autodeterminación de las comunidades para definir prácticas y contenidos de la enseñanza, centrada en el trabajo y abierta a la experimentación con diversos métodos, implicó un proceso arduo, con éxitos y fracasos.

Democratización de la educación

En este contexto se decidió impulsar soviets de enseñanza, elegidos por la población, que serían los encargados de la administración de la enseñanza y que serían controlados “en los aspectos políticos” por el soviet local. Krupskaia [1], que era miembro del Narkomprós, defendía el desarrollo de los soviets en educación, compuestos por maestros, representantes de la población trabajadora del distrito y alumnos mayores, junto con un representante del departamento local de educación.

Esta experiencia pionera tuvo muchas dificultades materiales, para llevarse adelante, pero la defensora de los soviets de educación sostenía que

No tuvimos miedo de organizar una revolución. No tengamos miedo del pueblo, no tengamos miedo de que se equivoque al elegir a los representantes, de que meta a los curas [en los soviets N. de R.]. Queremos que el pueblo dirija el país y sea su propio dueño… Nuestro trabajo consiste en ayudar realmente al pueblo a tomar su destino en sus manos [2].

Este impulso a la autoorganización educativa implicaba que la población pobre dirija el país. Para eso era fundamental la gratuidad de las funciones estatales, que debían ser asumidas como tarea militante. Para que esto pasara debía formarse desde la infancia, en la autonomía y no en la obediencia acrítica y el conformismo. Krupskaia propugnaba la autogestión de los niños desde la escuela y en la organización de pioneros [3].

La autoorganización de las masas impulsa la iniciativa y la creatividad para desarrollar una nueva organización del trabajo, y esto exige una formación educativa universal de las masas obreras. Esta organización de la sociedad genera “un efecto tanto mayor, con mejores resultados, cuanto mejor preparado esté el obrero en el sentido técnico, cuanto mejor comprende todos los procesos de producción, su relación, cuanto más amplio es su horizonte politécnico” [4].

La preocupación del Consejo de Educación por la iniciativa y la autonomía local no excluía una política educativa centralizada, ocupaba el lugar de un organismo en la cima de la pirámide, pero negándose a sí mismo el derecho a actuar como un “poder dirigente central”. Así, el Estado brindaba un apoyo financiero y político, y las cuestiones pedagógicas específicas se resolvían descentralizadamente. Es decir, que las comunidades determinaban democráticamente los contenidos de la enseñanza. La descentralización permitía mayor libertad para la experimentación en términos de prácticas pedagógicas y también que se pudiera ligar a la realidad, lengua, costumbres según la zona.

El Narkomprós

Para transformar la educación, el gobierno de los soviets puso en pie el Narkomprós, Comisariado del Pueblo de Educación o Comisariado del Pueblo para la Instrucción Pública, y la tarea la asumió Anatoli Lunacharski [5]Tenían el desafío replantearse toda la política educativa del Estado, alfabetizando a una población mayoritariamente analfabeta, que los zares habían mantenido mayoritariamente al margen de este derecho. Y se hizo impulsando la iniciativa popular. Este desafío fue un proceso heterogéneo, con dificultades para llevarlo adelante a escala de todo el país. Lunacharski plantea en el decreto sobre la a educación popular del 11 de noviembre que:

Es preciso señalar la diferencia entre enseñanza y educación. Enseñanza es la transmisión de conocimientos ya definidos por el maestro al alumno. La educación es un proceso creador. Durante toda la vida la personalidad del hombre se «educa», se extiende, se enriquece, se afirma y se perfecciona [6].

En este sentido, Krupskaia plantea que

… el objetivo de esta escuela nueva debe ser asegurar el pleno desarrollo de los individuos para que tengan una visión global de las cosas, comprendan claramente la naturaleza y la sociedad que los rodea, aptos tanto en la práctica como en la teoría para ejercer cualquier trabajo físico o intelectual y capaces de forjar una vida en sociedad sensata, rica en contenidos, llena de alegría y de belleza [7].

El Narkomprós fue partidario del fomento de la creatividad e individualidad del niño, del desarrollo de sus instintos sociales, de las relaciones informales entre alumnos y maestros, de los métodos de enseñanza activa, de la ampliación del plan de estudios para que incluyera el estudio del medio ambiente, de la educación física y estética y de la preparación en las habilidades y los oficios manuales. Estos principios fueron más de una vez considerados por Lunacharski como motivo de legítimo orgullo ante Europa [8].

Entre las primeras reformas emprendidas estaban la abolición de los exámenes y el sistema de concesión de calificaciones y certificados. A esto siguió la introducción de la coeducación de los sexos. Después de casi un año de intenso debate, el 30 de septiembre de 1918, el Comisariado anunció su política y el programa para el futuro de la educación soviética conocida como “Declaración y Principios sobre la Escuela Unificada del Trabajo”. Esta se basaba en tres premisas: la red única de enseñanza, la escuela unificada y la relación de la escuela con la producción.

La alfabetización es el camino al comunismo (1920), El conocimiento rompe las cadenas de la esclavitud (1920), ¡Mujer! Aprende a leer y escribir (1923), Si no lees libros, te olvidarás de la gramática (1925), Campesina, consolida la unidad de los trabajadores y campesinos (1925).

La educación debía ser “libre, igual, obligatoria y universal” desde los 8 a los 17 años de edad. También debía unificarse en un sistema único de educación en lugar del sinnúmero de escuelas (parroquias, iglesias, escuelas agrícolas, escuelas de comercio, gimnasios para niños, escuelas secundarias completas, gimnasio para niñas, etc.). Habría una sección primaria de cinco años seguida por una educación secundaria de cuatro años. Esta iba a ser una “escalera única e ininterrumpida. Todos los niños deben entrar en el mismo tipo de escuela y comenzar su educación por igual y todos tienen igual derecho de subir la escalera a sus peldaños más altos”. De ahí en adelante, los niños que hubiesen completado un nivel serían automáticamente admitidos en el nivel superior. Esto rompió las barreras estructurales erigidas para impedir que los niños de las clases sociales más bajas y las niñas ingresaran en las instituciones de educación superior y creó la base de una escuela común para todos los niños.

La Declaración sobre la educación preescolar de noviembre de 1917 estableció que la educación pública de todos los niños debe comenzar en los primeros meses de vida. También indicó que la educación preescolar debía estar orgánicamente vinculada con toda la red de la estructura educativa, no solo para preparar a los niños para la educación primaria, sino como un instrumento para liberar a las mujeres de la pesada carga de los trabajos domésticos y socializar el cuidado infantil. La educación preescolar se implementó en gran escala y fue inaugurada en 1919.

Las escuelas debían funcionar todos los días de la semana durante nueve meses (con un mes adicional de instrucción al aire libre durante el verano). Cada semana se dedicaba un día y medio a clubes y excursiones y, en el marco de las difíciles condiciones de la guerra civil, se servía una comida todos los días y los niños también debían recibir ropa. El componente “trabajo” de esta política había sido muy debatido y se le dio un entendimiento práctico con un triple significado: el aprendizaje sería una actividad basada en la práctica y no simplemente escolástica o libresca; en segundo lugar, la enseñanza debía hacerse con y por medio de trabajo productivo y, por último, el trabajo productivo no se limitaría a un solo oficio o industria, sino que introduciría a los estudiantes en una amplia gama de procesos de producción y tecnología modernos (educación politécnica). Se trataría de una enseñanza activa [9], con actividades, con un uso mínimo de los libros de texto, sin tareas en el hogar, examen o castigo.

Los educadores del Comisariado prefirieron un proceso en las aulas que no dividiese muy estrictamente a los niños en clases basadas en la edad, sino en grupos mixtos que emprendían proyectos de trabajo, preferentemente basados en el trabajo productivo. También estaban en contra de un plan de estudios compartimentado en áreas disciplinarias como Historia, Geografía o Matemáticas. En su lugar, se visualizó un aprendizaje temático e integrado, centrado alrededor del trabajo productivo. La escuela iba a funcionar como un colectivo vivo, con un claro propósito y visión colectivas y tomando las decisiones en forma comunitaria.

Una experiencia educativa desbordante

La toma del poder por la clase obrera mostraba la superioridad de la teoría marxista también en el campo de la educación. Marx había escrito que “La teoría materialista de que todos los hombres son producto de las circunstancias y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado” [10]. Este principio dialéctico empezaba a hacerse realidad en la Rusia soviética, pero de forma caótica.

Todas estas transformaciones en la educación provocaron lo que James Bowen ha calificado como de “experimentación desbordante” [11]. Todas las escuelas quedaron bajo la órbita del estado revolucionario soviético y la educación religiosa fue eliminada del currículum. Asimismo, se habilitaba la enseñanza en la lengua materna de cada una de las repúblicas que, desde 1922, iban a conformar la URSS. Recordemos que el régimen zarista sometía a las nacionalidades del Imperio ruso a la más feroz opresión: según el censo de 1897, el último bajo el régimen imperial, de una población de 129 millones de habitantes solo 55,6 millones eran rusos, un 43 % del total. Sin embargo, la lengua rusa, la religión ortodoxa oficial y la administración zarista eran impuestas al 57 % restante, compuesto por decenas de nacionalidades y grupos étnicos: ucranianos, bielorrusos, polacos, finlandeses, lituanos, letones, judíos, los pueblos caucásicos, los pueblos turco-tártaros, moldavos, alemanes, etc. A menudo, los funcionarios, los maestros, los curas y los terratenientes, todos ligados al régimen zarista, ni siquiera hablaban o entendían la lengua nativa. Este proceso fue con sobresaltos, pasos adelantes y retrocesos, producto de la misma situación de la revolución y la guerra civil en curso.

Este reconocimiento por los derechos de las nacionalidades oprimidas por el zarismo fue un hecho nunca antes hecho en la historia y bajo condiciones terribles provocadas por la guerra civil en curso. Pero los bolcheviques en este terreno también impulsaban una transformación radical de la relación entre los pueblos, dejando atrás el pasado y abriendo un presente y un futuro basado en la confianza y el respeto mutuo. En este sentido, la política educativa fue parte de garantizar consecuentemente este derecho que se guiaba por las palabras de Lenin, que decía “¿Puede acaso ser libre un pueblo que oprime a otros pueblos? No” [12].

La periodista norteamericada Anna Louise Strong, cuando conoció la URSS en 1920, expresó:

En la Rusia de la Revolución hay escuelas que se manejan en sesenta idiomas diferentes y con libros de texto impresos en todas ellas. Alrededor de diez o doce de estos idiomas primero debieron ser reducidos a la escritura. Este programa de enseñanza a los nuevos ciudadanos de los soviets está basado en un programa definido de igualdad de oportunidades para todas las razas [13].

Así también, Dewey decía: “Aparte de los inmediatos resultados educativos, uno se impresiona con la idea de que el escrupuloso respeto a la independencia cultural característico del régimen soviético es una de las principales causas de su estabilidad, dadas las creencias no comunistas de la mayor parte de estas poblaciones” [14].

La escuela politécnica

Para llevar adelante esta organización democrática, unas de las principales prioridades en Rusia fue acabar con el analfabetismo “organizando una red de escuelas que responda a las exigencias de la pedagogía moderna” [15] y al mismo tiempo crear una serie de escuelas normales para formar docentes acordes a estos propósitos. La instrucción debía tener un carácter politécnico; para esto se impulsó la Escuela Única del Trabajo y se le dio el presupuesto más grande de la historia de Rusia. Krupskaia fue muy firme en defender la educación politécnica:

La escuela elemental (7 a 12 años) provee conocimiento general, matemáticas y conocimiento gráfico, enseña a los alumnos cómo transformar los libros, las matemáticas y el dibujo en instrumentos de trabajo. Enseña cómo observar, hacer generalizaciones y verificarlas a través de la experimentación, mientras proporciona el conocimiento de los métodos básicos del autoeducación y el conocimiento elemental de la realidad (estudio de la naturaleza y la realidad). En la escuela elemental el conocimiento es adquirido a través del trabajo. Su característica es la participación colectiva en las formas elementales de trabajo social y proveer habilidades laborales elementales […] La escuela secundaria (13–17 años) está relacionada con la enseñanza de aspectos generales de la producción; y son estudiados en función de su relación entre teoría y práctica. Se estudia las ramas básicas de la producción y se hace especial énfasis en la explicación teórica y en actividades prácticas. Al mismo tiempo se estudia la historia del trabajo… [16].

Los estudiantes estarían preparados para la transmisión solamente después de completar la educación secundaria a los 16-17 años de edad. Para Krupskaia, la educación politécnica era una aproximación a la educación que incorporaba trabajo productivo en la enseñanza de todos los temas, que ayudó a los niños a desarrollar la comprensión teórica del proceso del trabajo. En esto se diferenciaba de la habilidad o la formación profesional que se centró en habilidades relacionadas a los oficios, también se diferenció de la educación académica convencional que divorció los estudios teóricos del trabajo productivo. El compromiso con el trabajo productivo debía hacerse tanto en los talleres de la escuela como en las granjas estatales.

El país de los soviets impulsaba una escuela politécnica porque en un país que se industrializa rápidamente (y que depende entonces del progreso tecnológico); se necesita que los aprendices tengan una idea de la producción en su conjunto, conozcan en qué dirección se desarrolla la técnica y sepan trabajar en cualquier máquina, es decir, que posean cultura general del trabajo y conozcan en general la materia. Los bolcheviques partían del siguiente programa “enseñanza gratuita, obligatoria, general y politécnica […] para todos los niños de ambos sexos hasta los 16 años, y estrecha relación de la enseñanza con el trabajo social productivo de los niños”. Y a su vez, “la prohibición para los patronos de utilizar el trabajo de menores de edad escolar (menores de 16 años) limitación a 4 horas de la jornada de trabajo de los adolescentes (desde los 16 a los 20) y prohibición de su utilización en trabajos nocturnos o en industrias insalubres y en las minas”.

El sentido de este programa pedagógico es que la escuela proporcione conocimientos de carácter politécnico orgánicamente vinculados al trabajo productivo social de los adolescentes, y que esté ligado enseñanza laboral y con el estudio multifacético de la técnica y la ciencia.

Los objetivos de la educación comunista

Partimos de que solo en una sociedad socialista, con la desaparición del sistema actual dominado por la propiedad privada, desaparecerán las oposiciones sociales entre los poseedores y los que no tienen nada, entre hombres y mujeres, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. En este sentido, la experiencia soviética permite resaltar la singularidad del modelo educativo. En palabras de una de sus impulsoras, que decía:

La burguesía educa de distinta manera a los hijos de los trabajadores y a los hijos de los capitalistas. De los primeros trata de hacer sumisos esclavos, y de los segundos, jefes. La educación soviética está orientada a desarrollar las aptitudes de todos los niños, a elevar su actividad, su conciencia y a robustecer su personalidad e individualidad. Por eso, nuestros métodos de educación son distintos que los de la escuela burguesa. Nosotros procuramos hacer de nuestros hijos personas multifacéticamente desarrolladas, consientes y sanas de cuerpo, que no sean individualistas, sino colectivistas, que no se contrapongan a la colectividad, sino que constituyen su fuerza y acrecienten su importancia [17].

Hoy, en pleno siglo XXI cuestionamos la educación existente, porque luchamos por la igualdad de oportunidades, por el ejercicio pleno del derecho de las jóvenes generaciones a apropiarse plenamente de la cultura acumulada de la humanidad. Estamos convencidas/os que la igualdad es una frase vacía si por ella no se entiende la supresión de las clases, el fin de la explotación del hombre por el hombre. Por eso peleamos por conquistar un gobierno de los trabajadores que expropie a la burguesía y avance en la planificación democrática de la economía [18].

La revolución rusa demostró que solo a través de la trasformación radical de la sociedad es posible cambiar el horizonte de la educación para que posibilite un desarrollo integral e igualitario de todas las personas. A su vez, dejó planteadas, con sus iniciativas en el terreno de la educación, experiencias muy importantes para pensar los problemas de la política educativa y las prácticas pedagógicas en la actualidad, frente a quienes defienden sin críticas la educación pública en general y frente a las políticas de vaciamiento que impulsa el FMI y el Banco Mundial en Argentina, y que aplican los distintos gobiernos de turno. La resolución integra y efectiva solo puede ser el resultado de la abolición de la propiedad privada, es decir, de una sociedad sin explotados ni explotadores, que termine con el trabajo asalariado y con él, la alineación y deshumanización que conlleva. La Revolución rusa inició este proceso, pero no lo concluyó.

Para terminar esta entrega, recuperamos las palabras de Blonsky:

La escuela del futuro debe identificarse con la vida social, es decir, la sociedad debe hacer desaparecer la escuela en cuanto institución del Estado y trasladarla a la vida del trabajo social. Este constituye el núcleo central de una pedagogía de la «escuela sin escuela» y la solución del problema de la enseñanza en el sentido estricto del término [19].

de la educación

En este contexto se decidió impulsar soviets de enseñanza, elegidos por la población, que serían los encargados de la administración de la enseñanza y que serían controlados “en los aspectos políticos” por el soviet local. Krupskaia [1], que era miembro del Narkomprós, defendía el desarrollo de los soviets en educación, compuestos por maestros, representantes de la población trabajadora del distrito y alumnos mayores, junto con un representante del departamento local de educación.

Esta experiencia pionera tuvo muchas dificultades materiales, para llevarse adelante, pero la defensora de los soviets de educación sostenía que

No tuvimos miedo de organizar una revolución. No tengamos miedo del pueblo, no tengamos miedo de que se equivoque al elegir a los representantes, de que meta a los curas [en los soviets N. de R.]. Queremos que el pueblo dirija el país y sea su propio dueño… Nuestro trabajo consiste en ayudar realmente al pueblo a tomar su destino en sus manos [2].

Este impulso a la autoorganización educativa implicaba que la población pobre dirija el país. Para eso era fundamental la gratuidad de las funciones estatales, que debían ser asumidas como tarea militante. Para que esto pasara debía formarse desde la infancia, en la autonomía y no en la obediencia acrítica y el conformismo. Krupskaia propugnaba la autogestión de los niños desde la escuela y en la organización de pioneros [3].

La autoorganización de las masas impulsa la iniciativa y la creatividad para desarrollar una nueva organización del trabajo, y esto exige una formación educativa universal de las masas obreras. Esta organización de la sociedad genera “un efecto tanto mayor, con mejores resultados, cuanto mejor preparado esté el obrero en el sentido técnico, cuanto mejor comprende todos los procesos de producción, su relación, cuanto más amplio es su horizonte politécnico” [4].

La preocupación del Consejo de Educación por la iniciativa y la autonomía local no excluía una política educativa centralizada, ocupaba el lugar de un organismo en la cima de la pirámide, pero negándose a sí mismo el derecho a actuar como un “poder dirigente central”. Así, el Estado brindaba un apoyo financiero y político, y las cuestiones pedagógicas específicas se resolvían descentralizadamente. Es decir, que las comunidades determinaban democráticamente los contenidos de la enseñanza. La descentralización permitía mayor libertad para la experimentación en términos de prácticas pedagógicas y también que se pudiera ligar a la realidad, lengua, costumbres según la zona.

El Narkomprós

Para transformar la educación, el gobierno de los soviets puso en pie el Narkomprós, Comisariado del Pueblo de Educación o Comisariado del Pueblo para la Instrucción Pública, y la tarea la asumió Anatoli Lunacharski [5]Tenían el desafío replantearse toda la política educativa del Estado, alfabetizando a una población mayoritariamente analfabeta, que los zares habían mantenido mayoritariamente al margen de este derecho. Y se hizo impulsando la iniciativa popular. Este desafío fue un proceso heterogéneo, con dificultades para llevarlo adelante a escala de todo el país. Lunacharski plantea en el decreto sobre la a educación popular del 11 de noviembre que:

Es preciso señalar la diferencia entre enseñanza y educación. Enseñanza es la transmisión de conocimientos ya definidos por el maestro al alumno. La educación es un proceso creador. Durante toda la vida la personalidad del hombre se «educa», se extiende, se enriquece, se afirma y se perfecciona [6].

En este sentido, Krupskaia plantea que

… el objetivo de esta escuela nueva debe ser asegurar el pleno desarrollo de los individuos para que tengan una visión global de las cosas, comprendan claramente la naturaleza y la sociedad que los rodea, aptos tanto en la práctica como en la teoría para ejercer cualquier trabajo físico o intelectual y capaces de forjar una vida en sociedad sensata, rica en contenidos, llena de alegría y de belleza [7].

El Narkomprós fue partidario del fomento de la creatividad e individualidad del niño, del desarrollo de sus instintos sociales, de las relaciones informales entre alumnos y maestros, de los métodos de enseñanza activa, de la ampliación del plan de estudios para que incluyera el estudio del medio ambiente, de la educación física y estética y de la preparación en las habilidades y los oficios manuales. Estos principios fueron más de una vez considerados por Lunacharski como motivo de legítimo orgullo ante Europa [8].

Entre las primeras reformas emprendidas estaban la abolición de los exámenes y el sistema de concesión de calificaciones y certificados. A esto siguió la introducción de la coeducación de los sexos. Después de casi un año de intenso debate, el 30 de septiembre de 1918, el Comisariado anunció su política y el programa para el futuro de la educación soviética conocida como “Declaración y Principios sobre la Escuela Unificada del Trabajo”. Esta se basaba en tres premisas: la red única de enseñanza, la escuela unificada y la relación de la escuela con la producción.

La alfabetización es el camino al comunismo (1920), El conocimiento rompe las cadenas de la esclavitud (1920), ¡Mujer! Aprende a leer y escribir (1923), Si no lees libros, te olvidarás de la gramática (1925), Campesina, consolida la unidad de los trabajadores y campesinos (1925).

La educación debía ser “libre, igual, obligatoria y universal” desde los 8 a los 17 años de edad. También debía unificarse en un sistema único de educación en lugar del sinnúmero de escuelas (parroquias, iglesias, escuelas agrícolas, escuelas de comercio, gimnasios para niños, escuelas secundarias completas, gimnasio para niñas, etc.). Habría una sección primaria de cinco años seguida por una educación secundaria de cuatro años. Esta iba a ser una “escalera única e ininterrumpida. Todos los niños deben entrar en el mismo tipo de escuela y comenzar su educación por igual y todos tienen igual derecho de subir la escalera a sus peldaños más altos”. De ahí en adelante, los niños que hubiesen completado un nivel serían automáticamente admitidos en el nivel superior. Esto rompió las barreras estructurales erigidas para impedir que los niños de las clases sociales más bajas y las niñas ingresaran en las instituciones de educación superior y creó la base de una escuela común para todos los niños.

La Declaración sobre la educación preescolar de noviembre de 1917 estableció que la educación pública de todos los niños debe comenzar en los primeros meses de vida. También indicó que la educación preescolar debía estar orgánicamente vinculada con toda la red de la estructura educativa, no solo para preparar a los niños para la educación primaria, sino como un instrumento para liberar a las mujeres de la pesada carga de los trabajos domésticos y socializar el cuidado infantil. La educación preescolar se implementó en gran escala y fue inaugurada en 1919.

Las escuelas debían funcionar todos los días de la semana durante nueve meses (con un mes adicional de instrucción al aire libre durante el verano). Cada semana se dedicaba un día y medio a clubes y excursiones y, en el marco de las difíciles condiciones de la guerra civil, se servía una comida todos los días y los niños también debían recibir ropa. El componente “trabajo” de esta política había sido muy debatido y se le dio un entendimiento práctico con un triple significado: el aprendizaje sería una actividad basada en la práctica y no simplemente escolástica o libresca; en segundo lugar, la enseñanza debía hacerse con y por medio de trabajo productivo y, por último, el trabajo productivo no se limitaría a un solo oficio o industria, sino que introduciría a los estudiantes en una amplia gama de procesos de producción y tecnología modernos (educación politécnica). Se trataría de una enseñanza activa [9], con actividades, con un uso mínimo de los libros de texto, sin tareas en el hogar, examen o castigo.

Los educadores del Comisariado prefirieron un proceso en las aulas que no dividiese muy estrictamente a los niños en clases basadas en la edad, sino en grupos mixtos que emprendían proyectos de trabajo, preferentemente basados en el trabajo productivo. También estaban en contra de un plan de estudios compartimentado en áreas disciplinarias como Historia, Geografía o Matemáticas. En su lugar, se visualizó un aprendizaje temático e integrado, centrado alrededor del trabajo productivo. La escuela iba a funcionar como un colectivo vivo, con un claro propósito y visión colectivas y tomando las decisiones en forma comunitaria.

Una experiencia educativa desbordante

La toma del poder por la clase obrera mostraba la superioridad de la teoría marxista también en el campo de la educación. Marx había escrito que “La teoría materialista de que todos los hombres son producto de las circunstancias y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado” [10]. Este principio dialéctico empezaba a hacerse realidad en la Rusia soviética, pero de forma caótica.

Todas estas transformaciones en la educación provocaron lo que James Bowen ha calificado como de “experimentación desbordante” [11]. Todas las escuelas quedaron bajo la órbita del estado revolucionario soviético y la educación religiosa fue eliminada del currículum. Asimismo, se habilitaba la enseñanza en la lengua materna de cada una de las repúblicas que, desde 1922, iban a conformar la URSS. Recordemos que el régimen zarista sometía a las nacionalidades del Imperio ruso a la más feroz opresión: según el censo de 1897, el último bajo el régimen imperial, de una población de 129 millones de habitantes solo 55,6 millones eran rusos, un 43 % del total. Sin embargo, la lengua rusa, la religión ortodoxa oficial y la administración zarista eran impuestas al 57 % restante, compuesto por decenas de nacionalidades y grupos étnicos: ucranianos, bielorrusos, polacos, finlandeses, lituanos, letones, judíos, los pueblos caucásicos, los pueblos turco-tártaros, moldavos, alemanes, etc. A menudo, los funcionarios, los maestros, los curas y los terratenientes, todos ligados al régimen zarista, ni siquiera hablaban o entendían la lengua nativa. Este proceso fue con sobresaltos, pasos adelantes y retrocesos, producto de la misma situación de la revolución y la guerra civil en curso.

Este reconocimiento por los derechos de las nacionalidades oprimidas por el zarismo fue un hecho nunca antes hecho en la historia y bajo condiciones terribles provocadas por la guerra civil en curso. Pero los bolcheviques en este terreno también impulsaban una transformación radical de la relación entre los pueblos, dejando atrás el pasado y abriendo un presente y un futuro basado en la confianza y el respeto mutuo. En este sentido, la política educativa fue parte de garantizar consecuentemente este derecho que se guiaba por las palabras de Lenin, que decía “¿Puede acaso ser libre un pueblo que oprime a otros pueblos? No” [12].

La periodista norteamericada Anna Louise Strong, cuando conoció la URSS en 1920, expresó:

En la Rusia de la Revolución hay escuelas que se manejan en sesenta idiomas diferentes y con libros de texto impresos en todas ellas. Alrededor de diez o doce de estos idiomas primero debieron ser reducidos a la escritura. Este programa de enseñanza a los nuevos ciudadanos de los soviets está basado en un programa definido de igualdad de oportunidades para todas las razas [13].

Así también, Dewey decía: “Aparte de los inmediatos resultados educativos, uno se impresiona con la idea de que el escrupuloso respeto a la independencia cultural característico del régimen soviético es una de las principales causas de su estabilidad, dadas las creencias no comunistas de la mayor parte de estas poblaciones” [14].

La escuela politécnica

Para llevar adelante esta organización democrática, unas de las principales prioridades en Rusia fue acabar con el analfabetismo “organizando una red de escuelas que responda a las exigencias de la pedagogía moderna” [15] y al mismo tiempo crear una serie de escuelas normales para formar docentes acordes a estos propósitos. La instrucción debía tener un carácter politécnico; para esto se impulsó la Escuela Única del Trabajo y se le dio el presupuesto más grande de la historia de Rusia. Krupskaia fue muy firme en defender la educación politécnica:

La escuela elemental (7 a 12 años) provee conocimiento general, matemáticas y conocimiento gráfico, enseña a los alumnos cómo transformar los libros, las matemáticas y el dibujo en instrumentos de trabajo. Enseña cómo observar, hacer generalizaciones y verificarlas a través de la experimentación, mientras proporciona el conocimiento de los métodos básicos del autoeducación y el conocimiento elemental de la realidad (estudio de la naturaleza y la realidad). En la escuela elemental el conocimiento es adquirido a través del trabajo. Su característica es la participación colectiva en las formas elementales de trabajo social y proveer habilidades laborales elementales […] La escuela secundaria (13–17 años) está relacionada con la enseñanza de aspectos generales de la producción; y son estudiados en función de su relación entre teoría y práctica. Se estudia las ramas básicas de la producción y se hace especial énfasis en la explicación teórica y en actividades prácticas. Al mismo tiempo se estudia la historia del trabajo… [16].

Los estudiantes estarían preparados para la transmisión solamente después de completar la educación secundaria a los 16-17 años de edad. Para Krupskaia, la educación politécnica era una aproximación a la educación que incorporaba trabajo productivo en la enseñanza de todos los temas, que ayudó a los niños a desarrollar la comprensión teórica del proceso del trabajo. En esto se diferenciaba de la habilidad o la formación profesional que se centró en habilidades relacionadas a los oficios, también se diferenció de la educación académica convencional que divorció los estudios teóricos del trabajo productivo. El compromiso con el trabajo productivo debía hacerse tanto en los talleres de la escuela como en las granjas estatales.

El país de los soviets impulsaba una escuela politécnica porque en un país que se industrializa rápidamente (y que depende entonces del progreso tecnológico); se necesita que los aprendices tengan una idea de la producción en su conjunto, conozcan en qué dirección se desarrolla la técnica y sepan trabajar en cualquier máquina, es decir, que posean cultura general del trabajo y conozcan en general la materia. Los bolcheviques partían del siguiente programa “enseñanza gratuita, obligatoria, general y politécnica […] para todos los niños de ambos sexos hasta los 16 años, y estrecha relación de la enseñanza con el trabajo social productivo de los niños”. Y a su vez, “la prohibición para los patronos de utilizar el trabajo de menores de edad escolar (menores de 16 años) limitación a 4 horas de la jornada de trabajo de los adolescentes (desde los 16 a los 20) y prohibición de su utilización en trabajos nocturnos o en industrias insalubres y en las minas”.

El sentido de este programa pedagógico es que la escuela proporcione conocimientos de carácter politécnico orgánicamente vinculados al trabajo productivo social de los adolescentes, y que esté ligado enseñanza laboral y con el estudio multifacético de la técnica y la ciencia.

Los objetivos de la educación comunista

Partimos de que solo en una sociedad socialista, con la desaparición del sistema actual dominado por la propiedad privada, desaparecerán las oposiciones sociales entre los poseedores y los que no tienen nada, entre hombres y mujeres, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. En este sentido, la experiencia soviética permite resaltar la singularidad del modelo educativo. En palabras de una de sus impulsoras, que decía:

La burguesía educa de distinta manera a los hijos de los trabajadores y a los hijos de los capitalistas. De los primeros trata de hacer sumisos esclavos, y de los segundos, jefes. La educación soviética está orientada a desarrollar las aptitudes de todos los niños, a elevar su actividad, su conciencia y a robustecer su personalidad e individualidad. Por eso, nuestros métodos de educación son distintos que los de la escuela burguesa. Nosotros procuramos hacer de nuestros hijos personas multifacéticamente desarrolladas, consientes y sanas de cuerpo, que no sean individualistas, sino colectivistas, que no se contrapongan a la colectividad, sino que constituyen su fuerza y acrecienten su importancia [17].

Hoy, en pleno siglo XXI cuestionamos la educación existente, porque luchamos por la igualdad de oportunidades, por el ejercicio pleno del derecho de las jóvenes generaciones a apropiarse plenamente de la cultura acumulada de la humanidad. Estamos convencidas/os que la igualdad es una frase vacía si por ella no se entiende la supresión de las clases, el fin de la explotación del hombre por el hombre. Por eso peleamos por conquistar un gobierno de los trabajadores que expropie a la burguesía y avance en la planificación democrática de la economía [18].

La revolución rusa demostró que solo a través de la trasformación radical de la sociedad es posible cambiar el horizonte de la educación para que posibilite un desarrollo integral e igualitario de todas las personas. A su vez, dejó planteadas, con sus iniciativas en el terreno de la educación, experiencias muy importantes para pensar los problemas de la política educativa y las prácticas pedagógicas en la actualidad, frente a quienes defienden sin críticas la educación pública en general y frente a las políticas de vaciamiento que impulsa el FMI y el Banco Mundial en Argentina, y que aplican los distintos gobiernos de turno. La resolución integra y efectiva solo puede ser el resultado de la abolición de la propiedad privada, es decir, de una sociedad sin explotados ni explotadores, que termine con el trabajo asalariado y con él, la alineación y deshumanización que conlleva. La Revolución rusa inició este proceso, pero no lo concluyó.

Para terminar esta entrega, recuperamos las palabras de Blonsky:

La escuela del futuro debe identificarse con la vida social, es decir, la sociedad debe hacer desaparecer la escuela en cuanto institución del Estado y trasladarla a la vida del trabajo social. Este constituye el núcleo central de una pedagogía de la «escuela sin escuela» y la solución del problema de la enseñanza en el sentido estricto del término [19].

NOTAS AL PIE
[1Nadia Krúpskaya fue una militante del Partido Bolchevique y una de las principales responsables de la creación del sistema educativo soviético y pionera del desarrollo de las bibliotecas rusas. En 1915 escribió su obra más larga, en la que expuso los puntos principales de su concepto de educación socialista: Educación pública y democracia. También escribió La educación comunista: Lenin y la juventudLa mujer trabajadoraMi vida con Lenin y Recuerdos de Lenin. Se mantuvo como vicecomisaria de Educación entre 1919 y 1939.
[2Citado en Fitzpatrick, S., Lunacharski y la organización soviética de la educación y de las artes (1917-1921), México, Siglo XXI, 1977.
[3Pioneros: diversos grupos scout acogieron las ideas revolucionarias, formando agrupaciones de talante scout afines al comunismo, o jóvenes comunistas.
[4Citado en Fitzpatrick, S., ob. cit.
[5A. V. Lunacharski, dirigente del partido bolchevique. Fue comisario de Instrucción para el Narkomprós, puesto que desempeñó desde 1917 hasta 1929.
[6Lunacharski, A. V., “Decreto sobre la educación popular”, 1917, disponible en https://www.marxists.org/espanol/lunacha/obras/1917-11-11.htm.
[7Kroupskaia, N., Instrucción Pública y democracia, 1917.
[8Fitzpatrick, S., ob. cit.
[9La Escuela Nueva o Activa, impulsada por Dewey, como tendencia pedagógica, enfatiza la importancia que tiene que el educando asuma un papel activo, consciente de lo que desea aprender, en consecuencia con sus posibilidades e intereses, lo que trae aparejado un cambio importante de las funciones que entonces debe realizar el profesor en el desarrollo del proceso enseñanza-aprendizaje que posibilite alcanzar realmente, de forma medible, los objetivos propuestos.
[10Marx, K., “Tesis sobre Feuerbach”, 1845.
[11Bowen, J., “El milenio socialista: La Unión Soviética. 1917 -1940”, en Historia de la educación occidental, Tomo III, Barcelona, Herder Editorial, 1985.
[12Lenin, V. I., “El derecho de las naciones a la autodeterminación”, 1914.
[14John Dewey, Impressions of soviet Russia and the revolutionary world. Mexico, China, Turkey, 1929.
[15Lunacharski, A. V., “Decreto sobre la educación popular”, ob. cit.
[16“Tesis sobre las escuelas politécnicas” en la 1920 Primera Conferencia del Partido sobre Educación Pública, 1920.
[17Krupskaia, “El movimiento de Pioneros como problema pedagógico”, en La educación de la Juventud, Madrid, Nuestra Cultura, 1978
[19Blonsky, P., en Dietrich, T., Pedagogía Socialista, Salamanca, Ed. Sígueme, 1976.Fuente de la Información

 

Fuente de la Información: https://www.laizquierdadiario.com/La-educacion-en-el-pais-de-los-soviets

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¿Es gratuita la educación pública?

Por: Manuel Clouthier. 

 

Pienso, luego insisto: la Constitución, en el artículo 3, luego de afirmar que la educación es un derecho, establece que el Estado «impartirá y garantizará la educación inicial, preescolar, primaria, secundaria, media superior y superior». Además, señala que la impartida por éste, además de obligatoria, «será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica». En ambos fragmentos se usa el verbo impartir para indicar los niveles educativos en que este derecho es tal y, segundo, al establecer sus características. Una de ellas —gratuita— no se lleva de manera cabal, por lo que para millones de mexicanos que asisten a las escuelas públicas, el derecho estipulado no es un hecho.

Esto sucede en la práctica y, en el colmo de la incoherencia, también en la Ley Reglamentaria más importante del tercero, la Ley General de Educación. En la versión vigente (Artículo 6) como en la iniciativa que se dio a conocer por parte de la administración actual (Fracción IV del Artículo 7).

Entre la Ley y la propuesta de cambio en curso, no hay diferencia más que en el orden de la presentación de las mismas disposiciones. Si atendemos a la segunda, luego de reiterar que la educación pública ha de ser gratuita (por ser un servicio público garantizado por el Estado), prosigue: a) «Se prohíbe el pago de cualquier contraprestación que impida o condicione la prestación del servicio…» b) «No se podrá condicionar la inscripción, acceso a los planteles, aplicación de exámenes, entrega de documentación al pago de contraprestación alguna, ni afectar la igualdad de trato a los educandos» y, c) «Las donaciones o aportaciones voluntarias destinadas a dicha educación en ningún caso se entenderán como contraprestación del servicio educativo. Las autoridades educativas definirán los mecanismos para «la regulación, destino, aplicación, transparencia y vigilancia de las donaciones o cuotas voluntarias».

De nuevo, escribo y persisto como hace años: la gratuidad no admite grados. Es o no es. Si se tiene que dar «voluntariamente» un peso, se desliza de gratuita a barata. En otras palabras: la educación que imparta el Estado puede, o no, ser gratuita. En caso de no serlo, las autoridades, por ley, definen cómo se administran los recursos que aportan los ciudadanos.

Con inusitada frecuencia se solicita a los padres de familia que cooperen, en pecuniario o en especie, porque lo que el Estado destina no alcanza. Hay escuelas que emiten formatos para pagar en bancos las cuotas «voluntarias» de inscripción, y no son pocas. Contribución para el desayuno, o dos cubetas de agua cada día para poder entrar: los baños no tienen ese servicio, cuando, en su caso, hay baños. Pintar los salones, incluido el costo de la pintura por supuesto. Llevar una silla o un banco, y la coperacha para el pizarrón. Cuanto más pobre es la comunidad, más cara —en proporción a sus ingresos— es la educación pública dizque gratuita.

Si se trata de un derecho, y la gratuidad no admite grados, es menester prohibir todo tipo de cuotas, eliminar estos vericuetos torcidos en la Ley, y aportar a las escuelas lo que requieren para ser dignos espacios en el ejercicio de una garantía constitucional incontrovertible. Es curioso: las autoridades prometen conseguir un fondo especial para cumplir con la gratuidad en la educación superior al final del sexenio. ¿No convendría contar, también, con el equivalente para la educación básica y la media superior? Es cierto, son miles de millones, y no abundan. Ya es hora que haya un gobierno que donde la constitución establece un derecho, ponga los recursos para que sea realidad en serio. Sería una transformación, con o sin número.

Fuente del artículo: https://pulsoslp.com.mx/opinion/es-gratuita-la-educacion-publica/970336

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Los hijos de la educación privada que administran la educación pública en Chile

Chile / 28 de julio de 2019 / Autor: Camila Higuera & Paula Huenchumil / Fuente: Interferencia

El paro de los profesores de la educación pública se extiende ya por seis semanas. Ayer el gremio decidió continuar con la movilización. Pero, ¿quiénes son su contraparte en el Mineduc? ¿De  dónde provienen y cuáles son sus vínculos con la educación?

Un aspecto que ha pasado desapercibido en el actual conflicto educacional es que, a la hora de sentarse en la mesa de negociación, se enfrentan dos mundos con un pasado muy distinto. Dos mundos cuya trayectoria educacional fue diametrlamente opuesta.

A continuación, INTERFERENCIA describe el historial educativo de las mujeres y hombres que se sientan en el lado del Ministerio de Educación a la hora de negociar con el Colegio de Profesores.

Marcela Cubillos

Marcela Cubillos Sigall estudió en La Maisonnette, un colegio privado ubicado en Vitacura. Luego ingresó a la Pontificia Universidad Católica como estudiante de derecho, donde fue alumna de Jaime Guzmán, fundador de la Unión Demócrata Independiente (UDI), en el Campus Oriente de esa casa de estudios.

Su experiencia con la educación comenzó con su cargo como docente de la Pontificia Universidad Católica, donde fue profesora de Derecho Constitucional entre 1997 y 2001, año en que dejó su cargo para presentarse como candidata a diputada por la UDI. Una vez electa, se mantuvo en la cámara baja hasta el 2010.

Durante su primer periodo como diputada participó de varias comisiones permanentes, entre estas la de Educación. Además, desde julio de 2005 integró la Comisión Especial encargada de generar propuestas para el mejoramiento de la educación.

En 2008 llegó su gran momento luego de que impulsara la interpelación a la entonces ministra de Educación, Yasna Provoste, quien fue destituida de la cartera con la prohibición de ejercer cargos públicos durante cinco años.

Luego de que diera por finalizada su carrera parlamentaria, Cubillos se desempeñó como vocera de la primera campaña presidencial de Sebastián Piñera. Poco antes de que esta terminara, renunció para asumir la jefatura del Centro de Evaluación de Políticas Públicas de la Universidad Mayor.

Durante el actual gobierno de Piñera, Cubillos estuvo brevemente como cabecera del ministerio de Medio Ambiente antes de ser nombrada ministra de Educación, lugar donde empezaron sus problemas. En las últimas semanas ha sido calificada de displicente y ha sido acusada de no poseer las herramientas ni el tacto político que se requiere para dirigir uno de las carteras históricamente más conflictivas.

Tras cuatro semanas de paralización del Colegio de Profesores, Cubillos se vio obligada a acceder al diálogo. Pero la forma en que los convocó demostró el poco tacto que posee al manejar las crisis políticas en las que se ve involucrada.

Raúl Figueroa

El actual subsecretario de Educación estudió en el colegio Tabancura, uno de los establecimientos más caros de Chile ligado a la congregación religiosa del Opus Dei. Según Emol, la matrícula cuesta más de 400.000 pesos y tiene una colegiatura que supera los $4.750.000 anuales. Hoy se ubica en los primeros puestos de los rankings nacionales de PSU y Simce.

Figueroa estudió Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y luego un máster en Derecho de la Empresa de la Universidad de Los Andes, esta última también relacionada al Opus Dei. Durante el primer gobierno de Sebastián Piñera trabajó en el Ministerio de Educación como jefe de la División Jurídica y jefe de asesores del ministerio.Tras su paso por la cartera, en 2014 fundó Acción Educar, centro de estudios donde se desempeñó como director ejecutivo (2014 al 2018).

Antes de asumir como subsecretario de Educación bajo el mando de Cubillos, realizó diversas declaraciones a El Dínamo, criticando abiertamente las reformas de Michelle Bachelet respecto a la gratuidad, Ley de Inclusión y la Reforma a la Educación Superior.

“La gratuidad universal es una política regresiva, ineficiente y que genera efectos contrarios a los deseados tanto en calidad como en equidad. Además, restringe la autonomía y la diversidad del sistema, lo que repercute directamente en la posibilidad de escoger de los estudiantes”, señaló Figueroa.

El subsecretario de Educación tiene experiencia en educación superior en el sector privado. Ejerció como profesor en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica y en la Universidad Andrés Bello, donde fue secretario académico y director de postgrados.

Raimundo Larraín Hurtado

En febrero de 2019 la ministra Cubillos nombró a Raimundo Larraín Hurtado, hijo del ex senador y presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín Peña, como jefe de la División de Educación General (DEG) del Mineduc, en reemplazo de José Palma Vega.

Raimundo Larraín egresó del Colegio Cumbres de San Carlos de Apoquindo, el primer colegio fundado por el movimiento ultra conservador católico Legionarios de Cristo.

Su contratación en un puesto clave del Mineduc generó inmediatamente cuestionamientos de la oposición. Ante las críticas, la ministra Cubillos lo defendió a través de su cuenta de Twitter: “¿Más exacto? Bioquímico UC, profesor de Educación Media mención Biología (distinción máxima), master Educación y Desarrollo Internacional mención Liderazgo Escolar, Columbia University. Experiencia laboral como profesor en Educación pública, Enseña Chile y cofundador de Impulso Docente. Y sí, nuevo jefe de la DEG”.

Pero Raimundo Larraín no ha dejado de estar en el centro de la polémica. Tal como reveló INTERFERENCIA, su hermano, Carlos Larraín Hurtado, representante de Data Conversion Service, firma de origen suizo, se adjudicó una compra con la Agencia de Calidad de la Educación por $68 millones.

María José Castro Rojas

El 15 de marzo 2018 asumió como subsecretaria de Educación Parvularia. Estudió en el Colegio Huelén de Vitacura, ligado al Opus Dei. El establecimiento contempla actualmente una cuota de incorporación para familias nuevas de 30 UF, es decir, unos 3,5 millones de pesos.

María José Castro estudió pedagogía general básica en la Pontificia Universidad Católica y un magíster en la Filosofía Aplicada en la misma casa de estudios.

En 2007  se incorporó a la Red de Colegios SIP, perteneciente al grupo económico Matte, y entre 2011 y 2018 ejerció como coordinadora general de la misma entidad. En 2015, durante el gobierno de Michelle Bachelet, fue nombrada integrante de la Mesa de Trabajo de Desarrollo Curricular, convocada por el Mineduc, y que dio como resultado el informe “Recomendaciones para una Política Nacional de Desarrollo Curricular”.

La encargada de la primera infancia tiene como meta que todos los jardines infantiles sean reconocidos por el Estado. En marzo de 2019, junto a la ministra Cubillos, anunció 10 medidas de calidad para la Educación Parvularia.

Alejandra Grebe

El 1 de julio de este año Alejandra Grebe se convirtió en la directora de la Dirección de Educación Pública (DEP), oficina encargada de aplicar la reforma a la educación pública, que busca desmunicipalizar las instituciones educacionales de todo Chile. Obtuvo el cargo tras ganar un concurso público de la Alta Dirección Pública.

La nueva directora –que llega a ocupar el cargo luego de que este estuviera vacante durante casi siete meses– estudió en el colegio Sagrado Corazón de las Monjas Inglesas de Apoquindo, y luego se licenció como profesora de Historia, Geografía y Educación Cívica de la PUC.

Grebe es una de las miembros del Mineduc con mayor trayectoria en educación. Realizó un Magíster en Gestión de la Calidad de la Educación y “tiene más de 30 años de experiencia en educación en aula y cargos directivos, y es experta en transformación organizacional e innovaciones pedagógicas para el mejoramiento de la calidad en el aula”, según indica su carta de presentación en el sitio web de Educación Pública. 

Históricamente ha estado ligada a colegios privados de Schöenstatt, movimiento religioso fundado en Alemania con un especial culto hacia la Virgen María, de corte conservador –José Antonio Kast está dentro de sus filas–, y que en Santiago tiene su base de operaciones en un exclusivo barrio de Las Condes.

Fuente de la Noticia:

https://interferencia.cl/articulos/los-hijos-de-la-educacion-privada-que-administran-la-educacion-publica-en-chile

ove/mahv

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Programación del Portal Otras Voces en Educación del Domingo 28 de julio de 2019: hora tras hora (24×24)

28 de julio de 2019 / Autor: Editores OVE

Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 28 de julio de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.

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España: La escuela más grande del mundo

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La mirada de una joven refugiada sobre la educación. Muzoon Almellehan, embajadora de Unicef (VIDEO)

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11 tendencias sobre dispositivos móviles en educación #infografia #infographic #education

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Libro: Practica y experiencia; Claves del saber pedagógico docente – PDF

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¡Gracias, Peter Tabichi!

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Infografía: éxitos y retos en el uso de las redes sociales en las universidades

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La Entrevista Educativa – Jaime Lavados -Neurociencia y educación

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Libro: Aprende como Einstein (Lectura online)

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Editorialmente Cuarta Temporada Programa No.3 : «Transgresión y educación siglo XVI-XIX» (Video)

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