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Propuestas para una educación rural de calidad desde una dimensión territorial: el caso de Chile

Autor: Guillermo Williamson/Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia

La educación rural en Chile incluye a las escuelas básicas multigrado y con primaria completa, educación secundaria de carácter técnico-profesional, educación de jóvenes y adultos en zonas rurales, educación comunitaria y educomunicación, y es parte inherente y activa de los territorios en que se emplazan. La escuela rural no tiene “entorno”, no tiene “contexto”, no tiene “medio”: ella es parte de ese mismo territorio en un entrelazado de vínculos y relaciones de mutua dependencia que no permite discriminar límites fijos o nítidos.

¿Podemos decir que un árbol tiene contexto, entorno, medio? Pensamos que no: no hay ambiente sin árboles. Haciendo un símil que evidentemente tiene diferencias de cualidades entre el árbol y la escuela, entre la naturaleza y la cultura, el ejemplo ilustra adecuadamente lo que queremos analizar de forma breve en este artículo. El territorio es el espacio donde una gran variedad de seres vivos conviven o coexisten en relaciones de biodiversidad y diversidad cultural en un mismo movimiento natural, cultural e histórico.

Con el objetivo de contribuir a definir lo que se entiende por una escuela rural de calidad, en este caso desde la perspectiva del territorial local, nos apoyamos en una investigación que estudia la experiencia de desarrollo educacional en una escuela rural del municipio de Carahue, en la Región de La Araucanía, ubicada en el sur de Chile, donde se aborda esta relación escuela-territorio[1].

Una escuela rural de calidad es aquella que se vincula de diversas formas contributivas al desarrollo del territorio local del cual forma parte. Es aquí donde se constituye, desarrolla, instala y trasmite la memoria identitaria personal y colectiva del territorio. En la medida en que cada escuela sea un factor de dinamización del desarrollo endógeno local, se puede pensar que por una condición acumulativa y extensiva, los territorios regionales alcanzan un nivel y cualidad de desarrollo superior, aunque, esta condición no se puede generalizar y depende de las condiciones estructurales de las comunidades (pobreza, economía, relaciones políticas, interculturalidad).

A partir del estudio de caso, se han planteado al menos cuatro propuestas que contribuyen a la calidad de las escuelas rurales, desde una perspectiva del desarrollo del territorio local.

  1. Contextualización del curriculum y la pedagogía. Se refiere a contenidos culturales que conforman campos de disciplinas y saberes propios, paradigmas de comprensión del mundo, estructuras cognitivas y mentales, lenguajes y metalenguajes sobre la propia lengua y la del otro diferente. Implica definir en la gestión participativa el modo de selección y decisión de los saberes que deben ser enseñados y aprendidos. Esta es una cuestión clave por sus incidencias en los programas de estudio, en los materiales y textos de estudio y en la definición del papel de diversos educadores del curriculum, entendiendo a la didáctica como el proceso de relación social de aprendizaje. En la búsqueda de convergencia con el territorio local, no se trata de sumar con piedras o palitos o semillas desde una mirada estrictamente empírica, sino preguntarse, por ejemplo, acerca de las concepciones teóricas de suma (adición, agregación) que se usan popularmente en el territorio. Tampoco se trata de recolectar epew (narraciones tradicionales indígenas mapuche) en la comunidad, sino entender el sentido profundo y de enseñanza de ellos; mucho menos de beber hierbas medicinales sino entender la química (combinar especies diferentes) y el sentido de generar sanación física y espiritual en el mismo acto.
  2. Los espacios educativos. El mundo indígena y rural organiza el universo en diversos espacios donde todos los sujetos viven interrelacionados sin posibilidad de aislarse de los otros. Planteamos orientaciones arquitectónicas para la construcción de nuevos espacios que recuperen el vínculo de la tierra y los campos con el agua, como el caso del río Imperial en la región de La Araucanía, que corre próximo a la escuela: no darle la espalda al río sino extender su identidad desde el campo hacia él, con el objetivo de reintegrar el cielo, el suelo y el subsuelo, el agua y la tierra, lo material y lo espiritual, la cultura y la naturaleza, propio de las culturas campesinas e indígenas. Hay espacios que deben ser creados, otros rejuvenecidos, otros enterrados y otros sanados: si todo es vida, los espacios también lo son. Terrazas con identidades propias pueden articular espacios de escolarización formal, de convivencia social, de diversión grupal y familiar y manifestación religiosa. En el caso de nuestro proyecto sugerimos considerar las orientaciones propuestas por la Dirección de Arquitectura-Ministerio de Obras Públicas, (2003)[2] referidas a criterios a ser considerados en la construcción de edificios escolares en zonas con amplia población indígena, para integrar elementos de interculturalidad arquitectónica en el espacio, de modo que el contenido de las formas, colores, espacios abiertos y cerrados se integren al paisaje local y más aún, se reconozcan y valoren.
  3. La integración al desarrollo local. ¿Es posible entender la escuela como una institución dinamizadora del desarrollo endógeno y local? Es una cuestión a ser debatida, hay opiniones diferentes entre académicos y educadores; unos plantean que lo central es el aprendizaje de los contenidos obligatorios del contenido oficial y no la preocupación por otras cuestiones, nosotros consideramos, por el contrario, que ello no es contradictorio con una educación de calidad, pues ésta incluye el desarrollo del territorio que es uno de los determinantes de las posibilidades efectivas de mejores aprendizajes, más aun si tiene en cuenta que, a territorio más pobre, resultados escolares más pobres. La escuela de nuestro estudio está en una intersección caminera con una posición estratégica que vincula las ciudades de Carahue, Puerto Saavedra y Tirúa (en el litoral marítimo del Océano Pacífico) generando un nuevo espacio de contacto entre diversos territorios indígenas mapuche-lafquenche. El villorrio y su escuela pueden contribuir, por ejemplo, al turismo, una prioridad comunal estratégica.

Un estudio complementario[3] al proyecto sobre su potencial turístico y posibles impactos en la escuela mostró que el curriculum con sus objetivos y diseños de aprendizaje, articulados con saberes prácticos necesarios para generar una formación para la producción, pueden ayudar a formar personas de diversa edad, género y especializaciones. Además, puede apoyar, desde diversas expresiones, al desarrollo económico local, a la mejor productividad del trabajo y a la identidad de la localidad que pueda dar una incipiente marca de origen de sus productos (gastronomía, papa, hortalizas, artesanía, pesca deportiva).

La pedagogía intenta descubrir nichos de aprendizaje del curriculum oficial asociado a la formación de oficios –modernos y tradicionales- tanto en los estudiantes como en miembros de sus familias y comunidades. En el turismo y desarrollo comunitario hay una oportunidad para el desarrollo cognitivo y psicomotriz, el aprendizaje de contenidos, la formación ciudadana, el pensamiento lógico matemático, la comunicación y la recuperación de lenguas originarias. La experiencia nacional e internacional muestra que muchos territorios se han potenciado con el apoyo de la escuela rural. El cambio y desarrollo implica establecer procesos formales de educación, ejemplos de ello son los procesos de reforma agraria en Chile en los años 60, los movimientos campesinos como el de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil, las escuelas rebeldes autónomas del movimiento zapatista y el movimiento de la escuela Ayllú de Bolivia, entre otros. Ello implica asociarse a proyectos de desarrollo costero de cuencas, comunidades y comunas y, en tanto la escuela es una presencia estable del estado en las localidades, puede ser un soporte para el ejercicio y aseguramiento de derechos comunitarios, principalmente en lo que refiere al acceso a la información y al desarrollo de la conciencia social y política de transformación de la comunidad y de la sociedad.

  1. La formación del territorio y el aporte de la escuela. Finalmente, la escuela es parte de las agencias y, los profesores, actores de educación de las comunidades en la formación en derechos sociales, que permite a los vecinos acceder a la información y al ejercicio de sus derechos ciudadanos ante el estado, empresas privadas y sociedad civil. Las comunidades reconocen y valoran a la institucionalidad escolar como parte de su territorio, en específico al sector magisterial. En un contexto social donde abunda la desconfianza en el estado, en aquellos que son parte de instancias de poder, la valoración de un sujeto social, en este caso, el papel del profesor como autoridad y formador de conciencias, competencias, conocimientos y valores en territorios sometidos a la exclusión y pobreza, sin duda alguna constituye un potencial de transformación y desarrollo. En Chile, estudios sobre el cierre de escuelas rurales[4], muestran que éste tiene como causa el desfinanciamiento ante la disminución de los niños y niñas en las comunidades, la baja de matrícula rural y la modernización del territorio. Esto demuestra que las comunidades son afectadas fuertemente en su condición de desarrollo, y aun así resisten con el máximo de fuerza que le es posible.

Es pertinente reconocer el importante aporte de la educación rural a la recuperación lingüística y cosmovisional de las culturas indígenas ya que, en los territorios donde hay comunidades indígenas, las escuelas rurales son la única opción escolar para el proceso de recuperación del derecho a la lengua y cultura materna; en Chile no hay escuelas indígenas, hay escuelas rurales que, donde hay comunidades originarias, integran la educación intercultural bilingüe, como programa o asignatura. También debe reconocerse el aporte de las escuelas rurales para recoger, promover y difundir las tradiciones comunitarias, saberes locales, competencias laborales y valores propios de campesinos, pescadores, pequeños mineros, medianos agricultores, microempresarios agroindustriales y cooperativistas. De hecho, cuando hablamos de territorios entendemos que en éstos los pueblos originarios y los grupos pobres de la ruralidad, las comunidades y sus organizaciones luchan y resisten contra las fuerzas exógenas dominantes en la economía y la política que presionan sus territorios por el control de los recursos naturales, del poder, de la cultura y de la ideología de la educación local. En este sentido, la educación rural contribuye a la recuperación cultural de los territorios, a  la memoria constitutiva de su identidad, a la manifestación de sus sueños y esperanzas lo que genera una visión y práctica colectiva, compartida y cooperativa del desarrollo local.

En síntesis, planteamos que un territorio que aprende es un territorio que se desarrollay que en esta tarea la educación rural tiene una responsabilidad y representa una contribución significativa, tanto para el país en general como para los espacios de construcción de comunidades locales; debe ser reconocida, valorada, promovida y apoyada por el estado, la sociedad civil, las organizaciones indígenas, sociales campesinas y rurales, las universidades y las empresas privadas, siempre y cuando se posicionen desde un paradigma ético y sustentable. La evaluación de lo que es una escuela y educación de calidad debe considerar esta dimensión territorial de la educación rural, sin ella, no puede definirse ni llegar a ser de calidad real.

[1] Relaciones entre educación rural y territorios locales: el estudio de un caso en Carahue, Región de la Araucanía. Concurso de Proyecto de Desempeño Regional UNETE, Universidad es Territorio de la Universidad de La Frontera. Proyecto UNT15-0022.

[2] Dirección de Arquitectura-Ministerio de Obras Públicas (2003). “Guía de Diseño Arquitectónico Mapuche para edificios y espacios públicos.” Temuco: Ministerio de Obras Públicas.

[3] Rojas, Sebastián (2014) “Identificación del potencial turístico de la localidad de Tranapuente, comuna de Carahue, IX región de La Araucanía.” Universidad de La Frontera; Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades; Departamento de Ciencias Sociales; Carrera de Sociología. Practicante en el Proyecto.

[4] Núñez, Carmen Gloria (2013) El Cierre de Escuelas Rurales en Chile: ¿Una política de Estado?   http://www.opech.cl/comunicaciones/2013/08/index_17_08_13_cierre_escuelas_rurales.pdf

Fuente. http://www.educacionfutura.org/propuestas-para-una-educacion-rural-de-calidad-desde-una-dimension-territorial-el-caso-de-chile/
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Cómo eliminar la brecha en educación rural y urbana

Colombia / 1 de julio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Semana

En Colombia, solo el 10 por ciento de la población rural son bachilleres y el 2 por ciento logra llegar a la universidad.

Las malas condiciones de infraestructura y las largas travesías para llegar a clase, son algunos de los ejemplos de las inequidades de la educación colombiana en el mundo rural campesino. Por años las organizaciones sociales han alzado su voz para concretar estrategias que garanticen una buena cobertura, calidad y pertinencia de la educación desde la primera infancia hasta la educación superior en el campo. Colombia tiene 8.704 sedes de instituciones escolares en zonas urbanas mientras que en zonas rurales permanecen 35,329, según cifras del Ministerio de Educación.

La geografía difícil, la población dispersa y el conflicto armado han incidido sobre el devenir educativo del sector rural y para el Ministerio, estas condiciones no han permitido que el sistema educativo responda con suficiencia en las necesidades de la región, dando como resultado “una baja tasa de cobertura y de calidad en todos los niveles de educación, así como una desarticulación con el sistema productivo regional”, aseguran.

La brecha entre la educación rural y urbana se hace evidente con los indicadores que demuestran que en el 2017 los años promedio de educación para la población mayor de 15 años en zonas rurales fue de 6, mientras que en las zonas urbanas fue de casi 10. Además, cerca del 50% de los establecimientos educativos tienen un desempeño educativo inferior o bajo en las pruebas estandarizadas. Solo el 2,3 por ciento de las personas que viven en la Colombia rural han realizado estudios universitarios, el 10 por ciento son bachilleres y el alfabetismo solo alcanza el 12,13 por ciento en mayores de 15 años.

Para Luis Emiro Ramírez, docente de la Institución Educativa Rural Avenida el Caraño, en Florencia, Caquetá, “la educación rural de calidad solo se logra con trabajo en equipo, los niños rurales tienen muchos sueños, mucha creatividad pero chocan contra el muro de la imposibilidad es hora de articular estado, educación y  entorno, hay que invertir en los jóvenes hay que entregarles capital semilla, hay darles el derecho fundamental como debe ser”.

La eliminación de la brecha entre estos dos sectores se ha trabajado por años, el gobierno saliente exalta que le dejará al nuevo mandato, entre otras cosas, el documento del Plan Especial de Educación Rural (PEER), estrategia que no se logró poner en marcha a pesar de haberse planeado desde la firma del acuerdo de paz, creado con el  propósito “establecer las líneas de acción que se deben desarrollar y se identifican las brechas urbano-rurales, así como las estrategias mediante las cuales se va a promover el acceso, cobertura, permanencia y calidad de la educación en las zonas rurales”.

Sin embargo, existen otras alternativas que se han puesto en marcha y que tienen como plan principal ayudar a la eliminación de la brecha en las escuelas rurales. Una de ellas es Comunidades de Aprendizaje, un programa impulsado por la multinacional brasileña Natura Cosméticos.

Se ha implementado en 105 escuelas ubicadas en los departamentos de Cundinamarca, Antioquia, Santander, Putumayo, Valle de Cauca, Caquetá y Atlántico, beneficiando a más de 25 mil niños y cerca de mil docentes.  Llevando al aula las Actuaciones Educativas de Éxito, que son métodos de formación como tertulias literarias o grupos interactivos, en los que además de la participación de profesores, estudiantes, directivos de instituciones, se fomenta el involucramiento de todos los  miembros de la comunidad como padres de familia y otros voluntarios.

El mexicano Mauricio García, formador encargado del proyecto en Guasca, Cundinamarca, aseguró que su misión es potenciar lo que las escuelas tienen como comunidad y mostrarles que para que haya una transformación no pueden seguir haciendo lo que han hecho por años. “No los vamos a cambiar, vamos a transformarlos y esa transformación implica que el docente cambie su paradigma de cómo ha dado las clases siempre. Que piense: “invierto demasiado en disciplina ahora tengo que invertirlo en aprendizaje””.

El profesor Ramírez explica que “la diferencia entre un docente rural y urbano es  el de trabajo, las condiciones y su material de apoyo, que nos toca volvernos recursivos, que nos toca situar los saberes y nos toca compartir lo poco que tenemos con nuestros alumnos”.

Este tipo de iniciativas busca un cambio del paradigma en la forma de enseñar en la ruralidad y para Katherine Rocha, docente de la Institución Educativa el Carmen en Guasca, una de las escuelas donde se aplica Comunidades de Aprendizaje, “la mejor manera de apropiarse de la iniciativa es comprendiendo que esta propuesta también nos modifica a nosotros, es un cambio que no le corresponde solo a la comunidad y los estudiantes”, y agrega que las posibilidades de que el proyecto logre cambios están en la medida en que cada profesor trabaja con su currículo para cambiar el panorama desde las mismas aulas de clase.

Fuente del Artículo:

https://www.semana.com/educacion/articulo/diferencias-entre-la-educacion-rural-y-urbana/572411

ove/mahv

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Guatemala: Microsoft premia en Singapur a cuatro maestros guatemaltecos

Centro América/Guatemala/26.06.18/Fuente: www.soy502.com.

La educación es su pasión y la tecnología les ha servido para buscar maneras alternativas para que sus estudiantes disfruten del aprendizaje. Por ello, cuatro maestros guatemaltecos lograron ser reconocidos a nivel internacional.

Guillermo GonzálezMartín CastroCésar Gabriel Godínez y Norma Karina Yeé recibieron un reconocimiento en el Microsoft Educator Exchangeque tuvo lugar en Singapur.

Durante el evento, los docentes mostraron los proyectos que llevan a cabo en sus respectivos centros educativos.

Martín Castro, maestro de inglés en la Universidad Rural de Nebaj, presentó la iniciativa: “Conectando estudiantes en el área rural al mundo desarrollado por medio de las aplicaciones”. Según el educador, las apps facilitan el aprendizaje y la enseñanza porque ofrecen nuevas formas de realizar tareas.

Por su lado, Gabriel Godínez, quien trabaja en el Colegio Panamericano, busca incentivar a los estudiantes a aprender de una manera más dinámica y para ello utiliza el programa Minecraft Education, con lo que motiva a los alumnos a crear un juego educativo.

Guillermo González, del colegio Sagrado Corazón, presentó su proyecto basado en introducir la tecnología en las clases de matemáticas, lo que ha contribuido a mejorar las habilidades de los estudiantes a resolver problemas.

Mientas que Norma Karina Yeé, docente y directora del colegio Centroamericano de Retalhuleu, expuso un proyecto basado en la importancia de las aulas tecnológicas, temáticas, ecológicas e interactivas en beneficio de los estudiantes y los maestros.

Los docentes desean inspirar a sus colegas para encontrar nuevos métodos de enseñanza que atraigan a las nuevas generaciones; y que los maestros se preparen constantemente en el área de la tecnología para la educación.

Fuente de la noticia: https://www.soy502.com/articulo/maestros-guatemaltecos-destacan-microsoft-educator-exchange-24039

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La transformación de las guarderías en la China rural

Asia/China/26.06.18/Por Cheng Lu/Fuente: spanish.people.com.cn.

La hora de juegos de 24 alumnos de preescolar de la guardería de la aldea de Yelang es diferente a la de la mayoría. A diferencia de los profesores tradicionales, que tienden a controlar la clase, Liu Fen da más libertad a los niños y permite que hagan lo que prefieran, los observa y registra sus comportamientos.

Esta maestra de 28 años de edad es la única de la guardería, que se encuentra en la ciudad de Tongren, en la provincia suroccidental china de Guizhou.

Ella nació en una aldea remota de Guizhou y no fue a la guardería. «No había guardería en mi aldea. Había que caminar dos horas por la montaña para llegar a la escuela de primaria más próxima. Para divertirnos jugábamos al escondite y hacíamos figuras de barro», recordó.

Llegar a ser profesora de guardería era para ella un gran reto, pero en 2016 el Ministerio de Educación de China y UNICEF pusieron en marcha un plan de cinco años para mejorar la calidad de los centros de preescolar rurales en Guizhou.

El proyecto se fija como objetivo beneficiar a cerca de 10.000 preescolares de 100 guarderías en Guiyang, Zunyi y Tongren, además de en la prefectura autónoma miao-dong de Qiandongnan.

Dentro del proyecto los profesores rurales acceden a formación y apoyo de expertos en educación infantil temprana de forma regular, indicó Chen Xuefeng, especialista de UNICEF para el desarrollo y la educación infantil.

Además, se han creado centros de recursos educativos en Tongren, de forma que las guarderías pueden compartir libros y material didáctico.

El centro de la aldea de Yelang se abrió en 2014 y está entre los 25 proyectos piloto de Tongren. Con la guía de los expertos se ha creado un entorno amable para los niños, en el que hay espacios para diferentes actividades, como la lectura, los juegos con bloques o el arte, y en donde se exponen trabajos artísticos de los menores. También hay una pared con neumáticos para que los niños trepen.

La profesora no sigue los antiguos métodos de enseñanza y considera que su trabajo «no es solo transmitir conocimientos, sino fomentar los intereses de los niños y contribuir a su desarrollo general y su bienestar».

«Les cuento historias recopiladas por los expertos del ministerio y de UNICEF para mejorar su competencia lingüística y matemática y sus habilidades sociales, y ayudo a los de más edad a que se preparen para la escuela primaria», indicó Liu.

La clase no está dominada solo por ella y la mayor parte del tiempo los alumnos pueden elegir un espacio y aprender por sí mismos. «Solo intervengo cuando hay un riesgo o me piden que juegue con ellos», explicó.

Tongren puso en marcha en 2013 un programa para habilitar guarderías, dentro del que, en lugar de construir nuevos edificios, se aprovecharon aulas de escuelas de primaria y secundaria y oficinas de los comités de asuntos de los aldeanos. Al cierre de 2017 había más de 1.600 de estos centros en la ciudad, siete de cuyos 10 distritos están clasificados como áreas afectadas por la pobreza.

Antes de que se crease la guardería de Yelang los residentes del entorno debían desplazarse en motos para llevar a los niños a la guardería central o pagar 200 yuanes (31 dólares) al mes por un bus especial. Los menores cuyos padres habían migrado a una ciudad para trabajar se quedaban en general en casa con los abuelos.

Las guarderías de aldea han llegado a unos 50.000 niños en las zonas rurales de Tongren y las estadísticas muestran que más del 87 por ciento de los que tienen entre tres y seis años van a uno de estos centros en la actualidad, frente al 45 por ciento que lo hacía en 2013.

«La calidad de la educación no está determinada solo por las instalaciones, sino también por los profesores», afirmó Zhang Chunhua, responsable de la oficina de educación preescolar de Tongren, que destacó que el programa con UNICEF ayuda a mejorar la calidad de la educación en las áreas rurales porque proporciona formación específica a los profesores.

Los cambios educativos se notan en el rendimiento de los niños. Liu Taoxiu, una abuela que se quedó a cargo de su nieto, Zhou Yucheng, después de que los padres del menor se trasladasen a trabajar en Wenzhou, destacó el cambio que ha visto en él. «Antes rara vez saludaba a las visitas, pero ahora es más extrovertido y educado», indicó.

Liu Fen asiste a actividades de enseñanza e investigación en el centro de Gaolouping dos días al mes, en los que debate sobre su interacción con los alumnos, analiza los problemas de desarrollo que ha detectado y prepara actividades. También recibe ayuda de los expertos a través de llamadas telefónicas y las redes sociales.

Aunque su salario es de apenas 2.000 yuanes al mes y solo va a su casa una vez a la semana por la distancia, la profesora disfruta de su trabajo. «Me gustan los niños y me esfuerzo continuamente para darles a los niños del rural una educación similar o incluso mejor que la de los de la ciudad», afirmó.

Fuente de la noticia: http://spanish.people.com.cn/n3/2018/0625/c31614-9474252.html

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La educación rural requiere poner a los estudiantes como el foco de atención

Por Santiago Cueto Caballero

Estudio tras estudio muestran que los estudiantes en zonas rurales alcanzan aprendizajes considerablemente menores que sus pares en zonas urbanas. Los motivos estarían en una combinación de factores socioeconómicos de los estudiantes y sus familias, y de otros vinculados al sistema educativo. Entre los primeros tenemos que los estudiantes rurales suelen ser más pobres, con padres menos educados y a menudo con una lengua materna indígena. Esto trae dificultades educativas pues las escuelas están pensadas principalmente para educar en castellano a estudiantes en grupos homogéneos. Adicionalmente, los estudiantes rurales generalmente no tienen los recursos educativos compensatorios de sus familias y comunidades que sus pares urbanos sí tienen.

Asimismo, informes como el de la Defensoría del Pueblo y varios estudios demuestran que los estudiantes rurales en general asisten a escuelas donde tienen menores recursos y oportunidades para aprender que sus pares urbanos. Por ejemplo, con frecuencia se agrupa a estudiantes rurales de varias edades y grados en un solo ambiente, a cargo de un docente, que por lo general no cuenta con preparación específica, ni materiales ni metodologías para escuelas multigrado. En las zonas rurales también suele haber menor infraestructura escolar (por ejemplo, provisión de baños, agua, telefonía, internet y laboratorios). Así, el sistema educativo, sin proponérselo, refuerza y perpetúa las condiciones de inequidad socioeconómica que se observa entre los estudiantes desde el inicio de su escolaridad.

Frente a este panorama se requiere un nuevo enfoque de políticas educativas, que junto a la calidad (aprendizajes) ponga la equidad de oportunidades como prioridad. Esto tendría que iniciarse con una concepción de las escuelas y del sistema educativo al servicio de los estudiantes. En términos generales, podríamos decir que el sistema educativo actual está organizado a la inversa, con la institución educativa como el centro, requiriendo que los estudiantes se adapten a esta o fracasen lenta y paulatinamente. Esta concepción implicaría seguramente aceptar que educar a estudiantes en zonas rurales resulta más costoso que hacerlo en zonas urbanas; la mayor provisión de recursos financieros tendría que estar atada a un sistema flexible que permita diagnosticar necesidades y potencialidades localmente, respondiendo con intervenciones múltiples y coordinadas (no solo educativas, sino también de salud, nutrición y lucha contra la pobreza) para favorecer el aprendizaje de todos los estudiantes. Eliminar las brechas de aprendizaje entre estudiantes urbanos y rurales: tal debería ser una de las metas urgentes de la política educativa.

 

Fuente del artículo: http://www.defensoria.gob.pe/educacion-rural/articulo-03.html

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Colegios rurales, la injusta asignatura pendiente de Colombia

Colombia/16 de Junio de 2018/Notimérica

El acceso a los servicios en las zonas rurales de un país siempre es más complicado. Este es el caso de Colombia, un país en el que la educación pública en las zonas urbanas cosecha mejores resultados que en las zonas rurales.

Según datos del Índice Sintético de Calidad Educativa (ISCE), llevado a cabo por el Ministerio de Educación del país, en el que se evalúa el progreso, el desempeño, la eficiencia y el ambiente de los centros escolares, en determinadas zonas rurales se encuentran los colegios con peores resultados.

 Las diferencias en acceso y calidad educativo siguen siendo inmensas en Colombia si comparamos las zonas más urbanizadas con aquellas más rurales. Según el documento ‘Reflexiones innegociables en educación básica y media para 2018-2022’, publicado por la Fundación Empresarios por la Educación, en 2015 había más de 5 millones de menores fuera del sistema educativo nacional, lo que se corresponde con un tercio de los menores del país.

De estos cinco millones de niños, niñas y adolescentes que no acudían al colegio, el 40 por ciento vivían en zonas rurales –dato preocupante teniendo en cuenta que están menos pobladas–, la mayor parte de ellas afectadas por el conflicto armado. A pesar del Acuerdo de Paz, las consecuencias de décadas de guerra se mantienen.

Las diferencias educativas dentro del mismo territorio son preocupantes. El ISCE revela datos como la media de años que los menores permanecen dentro del sistema educativo colombiano, una media de 9,6 años en el caso de las zonas urbanas y de 5,5 años en las zonas rurales. El documento detalla que «un niño de la ciudad está recibiendo más de un 50 por ciento adicional de educación que uno del campo».

Las cifras de abandono escolar también son preocupantes: el doble de menores en primaria y secundaria abandonan el colegio. De hecho, el informe recoge que el 13,8 por ciento de los menores entre 12 y 15 años que viven en zonas de campo no van al colegio.

Las diferencias en las cifras se reflejan también en los servicios básicos con los que cuentan los centros educativos, incomprensibles dentro del mismo estado. Ejemplo perfecto de esto es el hecho de que solo el 37 por ciento de los colegios rurales cuentan con agua potable, mientras que en las ciudades la cifra es del 100 por cien.

Si se pone el foco en otros servicios, como el acceso a internet, ocurre lo mismo: el 91 por ciento de los centros en áreas urbanas cuentan con él mientras que en el caso de colegios rurales solo son el 53 por ciento. Lo mismo ocurre con la electricidad o la línea telefónica, factores que aumentan la brecha entre el campo y la ciudad.

 El mayor índice de pobreza en las zonas rurales, el inmenso impacto que ha tenido el conflicto armado y cierta dejadez por parte de los diferentes gobierno ha supuesto que la brecha entre ricos y pobres se asocie a rural-urbano, una brecha que no deja de crecer. «Se estima que de seguir al mismo ritmo de los últimos años, Colombia pasará a ser el país con mayores brechas entre ricos y pobres para finales del próximo gobierno», incluye este documento.

Estas diferencias repercuten en que los resultados de los estudiantes en las zonas urbanas y en las rurales disten mucho de estar cerca. La subdirectadora de la Fundación ExE, Luz Emith Castro, ha declarado que este es el reflejo de la desigualdad que sufre el país: «Tenemos una deuda histórica con la ruralidad. Las condiciones educativas de las zonas abandonadas por el Estado y afectadas por el conflicto armado son críticas.  Estamos profundizando iniquidades y condenando a generaciones completas a condiciones de pobreza estructural, y eso tiene que cambiar».

 La situación de la educación en el campo es precaria, lo que produce una brecha social y económica que no ha hecho más que crecer. La promoción de políticas de desarrollo integral se hacen fundamentales para la mejora de la situación del campo, una deuda que el estado arrastra desde hace décadas y la que, con la entrada de un nuevo presidente en La Casa Nariño este domingo 17 de junio, podría tener solución.

Fuente: http://www.notimerica.com/sociedad/noticia-colegios-rurales-injusta-asignatura-pendiente-colombia-20180616003446.html

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Etiopía busca reforzar educación en zonas rurales

Etiopía/02 de Junio de 2018/Prensa Latina

Etiopía evalúa nuevos mecanismos para reforzar la educación en las zonas rurales, sobre todo en las tierras altas de pastoreo, donde es más difícil el acceso.
Los estados de Afar, Somalia, Benishangul Gumuz, Gambela y Oromia son aquellos en los que se pondrán en marcha las iniciativas previstas, que incluyen escuelas móviles, una alternativa para llevar el conocimiento a aquellos que viven una vida casi nómada, como resultado de las labores de cría, guía y cuidado del ganado al aire libre.

A su vez, se redactaron nuevos folletos para el aprendizaje, incluidos los Manuales de Educación Básica Alternativa, implementados para ofrecer clases a los niños de entre 7 y 14 años en los grados del primero al octavo.

Los centros móviles tienen un claro potencial para abordar los problemas de acceso y retención, en opinión de la jefa de la Dirección de Enseñanza Especial, Fekade Negash.

‘Aprenderán si les traes una escuela que tiene pies, que puede caminar junto con ellos’, concluyó Negash.

Para el Gobierno, aún es un reto disminuir los índices de analfabetismo recurrentes en este país del denominado cuerno africano, que asciende al 42,72 por ciento en hombres y al 59,03 por ciento en mujeres.

Esos indicadores se acentúan, según especialistas, en las regiones más remotas de la nación.

Fuente: http://prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=181948&SEO=etiopia-busca-reforzar-educacion-en-zonas-rurales
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