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La colombiana que ‘hackeó’ la toalla higiénica para cambiar la vida de las niñas en África.

(CNN Español)/ 12-05-2016/Por Paula Bravo Medina

Para millones de mujeres en el mundo la menstruación es algo normal –quizá molesto– con lo que deben lidiar cada mes. Para muchas más, especialmente cuando son niñas, sus periodos no sólo son incómodos, sino que por falta de recursos se convierten en una carga, una dificultad que se interpone en su vida normal y las excluye socialmente y –a futuro– económicamente.

Es el caso de muchas niñas africanas que no tienen acceso a productos de higiene femenina para manejar sus periodos mensuales y terminan usando lo que tienen a la mano: trapos, paja seca, y trozos de tela gruesos que les pueden causar llagas en las piernas puedes por lo general deben caminar varias horas para llegar a la escuela. Muchas veces, por temor a manchar sus uniformes, se quedan en casa y faltan 4 o 5 días a la escuela. Este drama se repite cada mes.

Diana Sierra, una diseñadora industrial colombiana, está decidida a cambiar eso, para que las niñas vivan con dignidad, se eduquen más y mejor y sean más productivas.

Según cifras de Unicef, 1 de cada 10 niñas africanas en edad escolar falta al colegio o se retira completamente de la escuela por asuntos relacionados con su menstruación.

Estas niñas no pueden darse el lujo de perder ni un día de educación. De acuerdo con la organización Girl Effect, «si una niña va al colegio por más de siete años, se casa más tarde en su vida y tiene menos hijos. También será más probable que posponga tener relaciones sexuales, que sea menos propensa a que la obliguen a tener sexo y, si es sexualmente activa, es más propensa a usar métodos anticonceptivos. Una niña educada aporta al Producto Interno Bruto de su país y es esencial para sacarla a ella, a su familia y a su comunidad de la pobreza»

Sierra conoce de primera mano el valor de la educación. Nació en Santuario, Risaralda, una pequeña población de 15.000 habitantes en el centro-occidente de Colombia. Cuando se graduó del colegio pudo acceder a una beca para niños de bajos recursos, lo que le permitió estudiar en la Universidad de los Andes en Bogotá.

«Todo lo que soy y todo lo que tengo, todo lo que forjé, se lo debo a mis estudios», dice Sierra conmovida, afirmando que la educación es una de sus pasiones, además del diseño.

Sierra llegó a diseñar productos para Panasonic, Nike, Hewlett Packard y más. «Sentí que había cogido el cielo con la manos. Yo vengo de un pueblo pequeñito, nosotros no tenemos semáforos, es muy rural, y no se me ocurrió jamás que iba a estar trabajando en un estudio en SoHo en Nueva York».

Pero un día cambió la tecnología por los calzones y las toallas higiénicas.

Durante su maestría en Columbia fue a hacer su pasantía en Uganda con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y allí, mientras trabajaba con campesinos caficultores, se dio cuenta de que había niñas en el grupo porque habían faltado tanto al colegio durante sus periodos que tuvieron que salirse y dedicarse a trabajar.

«Supe que tenía que hacer algo. Y me dije: ‘Bueno, yo no soy política, ni experta en salud, soy diseñadora’. Entonces cogí una toalla higiénica y dije: ‘La voy a hackear'».

Sierra creó así su primer prototipo con los materiales que tenía a la mano: un producto hecho de tela de mosquitero y el material del que fabrican las sombrillas.

En términos sencillos imita las características principales de un producto sanitario de este tipo: por una parte tiene un material impermeable, del otro una malla de tela. El producto tiene un espacio que las niñas pueden rellenar con el material que prefieran, y como una toalla higiénica, tiene alas, pero en lugar de adhesivo tienen botones que permiten ajustarlas a la ropa interior.

«Eso funcionaba muy bien, pero había lugares a donde llegábamos en los que las niñas nos decían que no tenían ni siquiera ropa interior para ponerse la toalla», recuerda Sierra.

Sierra creó un el segundo producto: panties con un bolsillo integrado y los mismos materiales impermeables.

«Las niñas pueden ir a la escuela, atender a clase, concentrarse, aprender y volver a casa sabiendo que no van a tener una mancha de sangre, van a estar seguras, limpias, tranquilas, les damos independencia y dignidad», afirma.

Así nació Be Girl, la empresa que fabrica estos productos y que comenzó como un proyecto personal de Sierra en 2011. De la mano de su socio, el ecuatoriano Pablo Freund, se convirtió en un emprendimiento en 2014 después de que un inversor quiso financiar su proyecto después de enterarse de lo que hacían a través de un artículo en el Huffington Post.

Actualmente los productos llegan a 12 países: Uganda, Malawi, Tanzania, Ruanda, Malí, Jordania, Marruecos, Islas Salomón, Georgia, Etiopía, Somalia y ahora en Estados Unidos.

Be Girl hace llegar las toallas sanitarias y la ropa interior a estos países, pero también los vende en línea. Por cada producto que se venda –hay también ropa interior para los hombres– se dona uno para las niñas en África, que también educación de salud reproductiva.

Estos productos reutilizables también tienen un impacto ambiental, pues en promedio una mujer usa unos 150 productos sanitarios como tampones o toallas higiénicas al año, según cifras de Be Girl.

Las etiquetas de los productos de Be Girl que ahora reciben cientos de niñas dicen: “Diseñadas con amor para una niña poderosa como tú».

Según Sierra, esa es la esencia de lo que hacen, lograr que ellas tengan más oportunidades, que triunfen, y que se sientan orgullosas de ser niñas.

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Entrevista a Valeria Flores: “Una puede leer sobre género y poscolonialidad pero es fundamental intervenir en la práctica”

Buenos Aires, Argentina / Mayo 2016 /Autoras: Estefania Veronica Santoro y Andrea Beltramo./ Fuente: http://derrocandoaroca.com/

Valeria Flores es escritora, profesora y activista lesbiana feminista. A través de sus textos y su carrera docente supo visibilizar y cuestionar determinadas narrativas que reproducen la heteronorma en el ámbito educativo. Cree necesaria la emergencia de textos político-disruptivos, que desafíen los límites de los discursivos vigentes y permitan florecer otras formas de escritura y de nombrar la sexualidad, la cultura y la sociedad en su conjunto. Derrocando a Roca charló con ella para conocer qué prácticas hay que desnaturalizar en las aulas y cuáles son las “normas” que nos enseñaron y continuamos reproduciendo. Además nos adentramos en su nuevo libro “El sótano de San Telmo” y sus investigaciones sobre el activismo lésbico en Argentina.

_¿Actualmente estás dando clases?

_No, estoy dando talleres en centros culturales o en mi casa, no estoy en el ambiente de la escuela. Hoy en día, mi trabajo está relacionado con la educación desde el sindicato docente -UTE (Unión de los Trabajadores de la Educación), en la parte de formación con tutorías de escritura.

_¿De qué se trata?

_Desde el Instituto Cacho Carranza, instituto de formación e investigación, se convoca anualmente a un congreso pedagógico para estimular la escritura de las y los docentes, y se hace todo un proceso de acompañamiento de esa escritura, por eso se le llama tutoría. No es una corrección del texto ni una evaluación, sino que es como un diálogo, hacia una construcción más horizontal del conocimiento. La ponencia está pensada como un debate público que quieren dar los docentes: estimular el posicionamiento político-pedagógico y recuperar ese saber que se construye en la escuela, y que muchas veces queda ninguneado o impugnado o privatizado en el ámbito del aula. Estamos cerrando este congreso que se llama “Poéticas de la pedagogía del sur. Educación, emancipación, igualdad”.

_En tu etapa de docente de escuela primaria implementaste talleres de sexualidad. ¿Cuál era la dinámica de aquellas clases y cómo las preparabas para “correrte” de los textos escolares que imponen determinada sexualidad y que acompañan la heteronorma?

_Trabajé 15 años en escuelas primarias de la ciudad de Neuquén. La intervención dentro de mi propia práctica sobre sexualidad, géneros y deseos fue variando a lo largo de los años y tiene que ver con los cruces con el activismo y una formación bastante autodidacta desde el feminismo, la disidencia sexual, la teoría queer. Hubo todo un proceso. Desde un principio fue el de incorporar la temática dentro de algún área, en general el área de naturales. Le fui dando un espacio y tiempo propios al taller de sexualidad como tal, con actividades corporales, de debate, desplazando el guión escolar de la clase hacia otros formatos mucho más participativos y lúdicos. Tiene que ver con las bibliografías políticas y pedagógicas donde hay activistas y feministas. Esa confluencia de saberes permitió que el recorrido de ese tipo de intervención vaya cambiando: desde una postura más encuadrada en un feminismo, tal vez, más clásico a propuestas un poco más radicales y menos ortodoxas.

_En tu escrito “Alegorías del temblor” hablas de la necesidad de deshacerse del conservadurismo social y político que imponen los textos escolares y que inevitablemente coartan la formación de un adolescente. Como docente, ¿qué se podría hacer para elegir otro camino que no sea el impuesto? ¿Cómo lograste hacerlo desde tu experiencia?

_Usaba materiales que por ahí no tenían que ver con la escuela y los buscaba, o también los producía. Todo el tiempo tenía una mirada atenta sobre esa capilaridad de las prácticas que organiza el espacio escolar. Desde el material que les das a los chicos a cómo se dispone el espacio, las voces, las relaciones entre chicos y chicas, estar de algún modo interviniendo esas micro-situaciones donde se va produciendo el género. Por ejemplo, en el almuerzo, los varones repetían la comida porque eran los más rápidos en comer y las nenas no llegaban a repetir. Otra situación similar se daba en los recreos: tenía un alumno amanerado, los varones constantemente lo acosaban, le sacaban la pelota. Entonces, acudía a la maestra que estaba a cargo del sector para que preste atención a ese tipo de situaciones. Otro caso es el de los profesores de educación física, respecto a las ejercitaciones que establecían para chicos y chicas: saltar a la soga, los chicos lo hacian 20 veces y las chicas, 40.

_Por otro lado, te nombraste lesbiana en la escuela; desde el lugar de la docencia, ¿qué reacciones notaste?

_El proceso de visibilidad siempre estuvo articulado no para pensar la visibilidad como un fin en sí mismo sino como una herramienta que permite politizar o (des)heterosexualizar la tarea docente, como siempre, en el marco de una propuesta de repensar la producción del conocimiento escolar. No fue solo “salir del closet” y como maestra decir “soy lesbiana”, sino que esa autoafirmación estuviera ligada a una problematización del conocimiento dentro de la escuela y por lo tanto, en la articulación de una propuesta que sea descolonizadora, antirracista, que tenga una perspectiva de clase porque sino quedamos entrampados en una cuestión meramente identitaria que no interpela la norma que rige el conocimiento escolar.

A nivel personal, creo que tuvo la posibilidad del empoderamiento, de plantarme y entrar más entera al aula y a su vez, dentro de las reacciones de los chicos y las chicas ante el proceso de visibilidad conjugada con una propuesta crítica, me tomaron como la maestra que siempre tenía algo para decir. Era una conjunción de cosas que a veces estallaba en los sentidos más instalados respecto de lo que debe ser la maestra, la práctica, la escuela en sí y generaba una incomodidad, un interrogante y también reacciones violentas. De parte de los chicos y las chicas, en general, las chicas tienen una recepción bastante amigable, genera un diálogo, inquietudes y curiosidad. En los varones, los que tienen una masculinidad más hegemónica, hay una resistencia que se muestra en repreguntar: “Seño, ¿usted tiene novio?”; lo repreguntan como una forma de negar.

_Con las madres y los padres, ¿qué reacciones hubo?

_Algunas madres me venían a consultar si yo había dicho “eso” en la escuela. “Eso”, nunca nombraban la palabra lesbiana ni lesbianismo. También hubo algunos padres varones que nunca venían a las reuniones, no los conocía, y aparecían de forma intimidatoria, enojados porque había comentado ante los chicos mi identidad sexual.

Cuando me corté el pelo, incrementó la violencia de los padres que pretendían que me adecuara a los parámetros de lo que debe ser una maestra. Pero hay que pensarlo en el contexto, porque cuando yo empiezo a trabajar sobre cuestiones de sexualidad y géneros en la escuela, en Neuquén ya había una ley provincial de educación sexual desde 1997, previa a la ley nacional que crea el programa de educación sexual integral. Es decir, que ya había un marco jurídico que habilitaba el tratamiento de este tema. Lo que no había era una decisión política de que esto se implementara en las escuelas. Por ejemplo, las escuelas privadas y católicas tienen programas de educación sexual, pero están orientados a fines reproductivos, a reforzar la heterosexualidad y los mandatos de la maternidad.

_Ante estas reacciones de la “comunidad educativa”, ¿tuviste que crear una pedagogía propia, o pudiste entablar relaciones con otras docentes como para tener una línea distinta que cuestione el discurso de la heteronorma?

_Eso variaba según la escuela. En una pude hacer articulación con mi compañera con la que daba clases en otras áreas. Y en la última escuela en la que estuve, en la zona este de la ciudad de Neuquén donde es una zona más empobrecida, titularizamos en un año varias maestras nuevas. La directora también era nueva y eso creó todo un proyecto pedagógico bastante singular y muy potente, de mucho trabajo grupal, mucho debate pedagógico y político. La escuela tuvo distintas líneas que tenían que ver con el trabajo en educación sexual, tal vez no todas las maestras implementando los talleres, pero sí mínimas reflexiones que tenían que ver con la cuestión de género, los chistes sexistas, heterosexistas, el trabajo sobre los actos escolares encarándolos siempre en vinculación con la comunidad. Para un acto del “Día de la Independencia”, hicimos preguntas sobre el presente y se llamaba “La toma”; la toma de la palabra por parte de las mujeres.

_¿Qué otras prácticas desnaturalizaste para que entren en tensión para su cuestionamiento entre lxs estudiantes?

_La propuesta de sexualidad tenía otros modos de escucha que hacía que fuera más permeable a repensar algunas prácticas, incluso en un momento pensamos cambiar las filas de chicos y chicas y eso generó discusiones porque era como que se derrumbaban los cimientos de una institución. Cuando yo lo planteé a la entrada generó muchísima resistencia por parte de las madres que planteaban cosas como: “Ah bueno, después van a ir al baño todos juntos”. Era un pánico moral y sexual porque justo lo planteaba una maestra lesbiana. Donde encontramos más resistencia en desbaratar la formación fue en los varones, para ellos pasarse a ese lugar simbólico que está instalado para las nenas implicaba un cambio de género que los feminizaba. En este sentido, algunas maestras no ponían mucho énfasis en tratar de modificar esa práctica pero sí ponían mucha energía en el tema de la gripe A, por ejemplo, en llevarlos al baño, lavarles las manos, volver… Como que esa práctica sí merecía tiempo y compromiso para hacerlo, ahora esto de cambiar las filas se intentó dos o tres veces y como no resultó se dejó.

_En estas prácticas descolonizadoras, en el desplazamiento del poder y la construcción de autoridad, que en principio genera obediencia inmediata, se genera tensión con las teorías que se leen. ¿Notaste esa tensión en vos como lectora o como estudiante?

_Tengo una relación con la teoría que no es la que se instituye en general en la academia. Entonces, para mí, producir teóricamente es poner la práctica en el centro de escena y construir desde ahí en términos de praxis política. Por un lado, es una disputa con ciertos modos de producción académicos y por otro lado, también dentro del activismo donde hay cierta impugnación de la producción teórica, porque la producción teórica está vista como una tarea que se hace por fuera de los contextos y desvinculada de las prácticas. En este sentido, creo que las maestras sí históricamente tienen un lugar de subordinación intelectual, así que para mí, pensar la práctica y producir teóricamente es una forma de disputar ese lugar de subordinación, de apostar a la autonomía intelectual y esto es intervenir también el dispositivo de feminización de las maestras. El sistema educativo es super jerárquico y produce esa feminización, donde las maestras de primaria o de inicial son el último orejón del tarro. Son aquellas que deberían bajar la teoría a su práctica. Esas concepciones no me resuenan. Sí me alimento de producciones académicas, obviamente, para mí es un gráfico constante sin dejar de estar atenta a que la academia impone determinados modos de construcción de conocimiento donde el cuerpo del investigador está soslayado o autoinvisibilizado para construir el criterio de objetividad. Pero no sé si me pondría a pensar tanto en que los que producen académicamente no tienen que ver con la práctica sino que hay algo más para problematizar que es el modo de producción de conocimiento. Es una práctica constante donde tenemos que descolonizar nuestros propios cuerpos en contextos particulares porque son disposiciones que hemos construido en relación a otros cuerpos. Es una práctica de vida constante.

_Volviendo a las aulas, considerando que la autoridad es la maestra y los demás son personas “sin luz” (alumnos), subordinadas a recibir información constante como una paralización de lo corporal y una construcción de obediencia…

_Una puede sentarse a leer cuestiones de género, poscolonialidad, pero es fundamental intervenir los modos de la práctica y los modos de hacer del cuerpo. En nuestras propias historias escolares, si uno se pone a pensar, ¿cuáles son las cuestiones que hicieron huella, de las cuales tenemos memoria? Siempre hay algo relacionado a la corporalidad que está presente. Nuestras propias historias nos están diciendo cómo construimos memoria, cómo construimos esos aprendizajes que muchas veces son mucho más significativos de eso que está pasando, de lo que está enseñando la maestra en ese momento. Esas miles de formas si no tienen una presencia dentro del aula a través de materiales gráficos, a través de audios donde se pueda también escuchar otros tonos de voz, hay algo de la cuestión perceptiva en la que tiene que intervenir la escuela. Siempre nos encontramos una lámina con un nene o una nena con una carita sonriente, con formas muy suaves porque están vinculadas a como debería ser la infancia y no hay otras experiencias visuales, sonoras, corporales, entonces no hay manera de transformar esos modos de hacer del cuerpo o darle vida o entidad a otras formas para ser niños y niñas.

Citando uno de tus textos, ¿de qué manera es posible desmontar la lengua del mandato de la que vos hablás y qué caminos podemos transitar para criar la lengua del desacato?

_Es un diálogo que mantuve con dos activistas chilenos. Fue una apuesta de Jorge Díaz – que pertenece a la Coordinadora Universitaria de la Disidencia Sexual (CUDS)- y Enrique Murga. Esa coordinadora en la Universidad de Santiago de Chile es un grupo con el cual dialogo dado que tienen una apuesta por la producción de otras ficciones feministas, entender el lenguaje como un campo político donde se puede intervenir. A partir de un diálogo virtual que mantuvimos se organizó el fanzine. La idea es pensar el lenguaje como aquel contrato fundamental que organiza al mundo y la necesidad de intervenirlo para desarmar esas categorías que resultan opresivas y son normativas que requieren ponerse a pensar en la lengua del desacato, en la posibilidad de construir una lengua que intervenga constantemente esas normativas.

_¿Qué importancia tiene para vos hablar de disidencia sexual en lugar de diversidad sexual?

_Para mí, diversidad sexual es una práctica política epistemológica y afectiva que tiene que ver con estar analizando permanentemente como funcionan las políticas sexuales en articulación con las políticas económicas, culturales, sociales y estar atenta a todos los procesos de normalización de la identidad sexual, genérica, racial, de clase o como se articulan entre ellas en función de las diversas coyunturas históricas. Y disidencia sexual no nombra una población específica, no es sinónimo de población LGTB, sino que la verdad es una operación política y de problematización permanente. La diversidad sexual es un término que viene de las políticas neoliberales y en el ámbito educativo se instaló como inclusión, tolerancia, integración; que lo que hace es organizar, pacificar y homogenizar el conflicto político que plantea las diferencias. Es decir, que vino a desnombrar las identidades, con suerte se dice sexual.

_Desde la docencia, ¿cómo lo tratas? ¿Cómo ves que lo hacen tus colegas?

_Las maestras pueden decir “Yo trabajo la diversidad sexual”, pero diversidad sexual es otra forma de nombrar lo que no es heteronormativo entonces lo que se termina haciendo es no poner en el centro de la escena la norma que organiza la sexualidad: la heteronormatividad . Se corre siempre la mirada hacia la existencia de lesbianas, gays, trans con narrativas bastante estereotipadas, homogéneas, desproblematizadas, o se presenta de manera armónica como lo hace siempre la escuela respecto del saber y termina teniendo cierto efecto político que  acalla ciertos debates. No repensar las relaciones de poder que construyen esas categorías, eso tiene que ver con las políticas estatales que imponen ciertos términos para hablar de ciertas poblaciones.

Una como maestra se encuentra atravesada por estas políticas públicas en la educación, donde por un lado tenés la ley de educación sexual, que plantea un marco jurídico, que habilita a trabajar ciertas temáticas, el tema es que como una no es funcionaria en términos de obediencia hacia el Estado sino que también puede intervenir esas narrativas y plantearlas en términos de disputa política con ciertos saberes que justamente lo que hacen es neutralizar la potencia política que tienen ciertas identidades de desbaratar la organización o ciertos régimen de poder. Muchas veces aparecen en las charlas esto de trabajar la diversidad sexual y con una pregunta muy sencilla que es, ¿vos dónde te pones respecto de la diversidad la sexual? La gente no lo ha pensado, damos cuenta que la diversidad sexual opera como un término para nombrar a otro que no es heterosexual. Las categorías de diversidad cultural que hay han sido problematizadas hasta por la propia antropología, por los propios pueblos originarios que vienen a (des)nombrar, a pacificar ciertos conflictos porque ahora adoptar el término de diversidad sexual.

_Por último, tu nuevo libro “El sótano de San Telmo”, ¿qué nos podés contar?

_Es parte de “Potencia tortillera”. “Potencia” es el archivo digitalizado del activismo lésbico en Argentina que desde el 2011 veníamos sosteniendo con Fabiana Tron, Gabriela Adelstein, María Luisa Peralta y yo. En este último tiempo, dentro del archivo me interesó instalar algunas líneas de investigación. Cuando volví a Buenos Aires en el 2014, me había quedado con esta inquietud que durante la presentación pública del archivo en el 2011 que hicimos en “Sembrando”, Adriana Carrasco había traído el dato de que en la parte del archivo que tenía menos documentación, la parte del período de la Dictadura, se hablaba de un sótano donde se juntaban lesbianas a hacer actividades. Me contacté con Adriana que reconstruyó la experiencia del sótano que fue motorizado por quien fue su compañera Marta Ferro, una periodista trotskista. Este sótano funcionaba como un centro de actividades culturales y políticas en la dictadura y terminaba siendo un lugar de sociabilidad lésbica. No era un lugar de activismo lésbico porque todavía el término lesbiana no constituía una identidad que agrupara políticamente sino que terminaba siendo un lugar donde la mayoría de los que concurrían eran lesbianas. Marta Ferro, por ejemplo, se decía a sí misma “karmática”. Había distintas maneras de nombrar que no son las de ahora. De algún modo en el sótano se articulaba la lucha de clases, la emancipación de las mujeres, la liberación de las mujeres como se denominaba en aquel momento y la posibilidad de vivir el deseo de otra manera. Lo que hace el libro, que en realidad es un artículo que se publica en Potencia tortillera a fines del 2014, es articular la experiencia de la izquierda, el activismo lésbico y resistencia política. El año pasado la Editorial Madreselva me propone publicarlo y adquiere la forma de libro, pero el artículo ya estaba en “Potencia tortillera”. Las memorias históricas del movimiento lésbico también son distintas porque las configuraciones han sido diferentes. En Córdoba se dan articulaciones que en Buenos Aires no: entre trabajadoras sexuales y el movimiento de la disidencia sexual. Córdoba esta a favor del reconocimiento del trabajo sexual y no necesariamente reglamentarista y acá es hegemónicamente abolicionista. Entonces, también eso marca distintas alianzas y posibilidades de diálogos o de no-diálogos. Lo interesante justamente del archivo es la propuesta de convocar a estas compañeras de los distintos lugares del país es que estén presentes todas esas configuraciones que se dan en los distintos lugares lo cual también es una práctica descolonizadora..

Fuente: http://derrocandoaroca.com/2016/05/03/valeria-flores-una-puede-leer-cuestiones-de-genero-poscolonialidad-pero-es-fundamental-intervenir-en-la-practica/

Fuente de la imagen: http://diarium.usal.es/frias/files/2014/07/valeria-flores.png

Autoras:  Estefania Veronica Santoro @fanusantoro y Andrea Beltramo @AnBeltramo

Fotografía: Nati Aue @NatiAue

Socializado por: Carlos A. Bracho León. Docente e Investigador del Centro Internacional Miranda (Venezuela), del Núcleo Académico “Investigación sobre Transformaciones Sociales” Universidad Bolivariana de Venezuela.

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Caso “Matatena”, reflejo de pocas acciones de educación sexual y políticas públicas: experta

www.educacionfutura.org/05-05-2016/ Por:  Erick Juárez Pineda

Las autoridades educativas no solo deben actuar con firmeza contra los casos de abuso infantil, sino que deben establecer políticas y programas urgentes de educación sexual para niños, maestros y padres, así como tener una mayor vigilancia en los centros escolares, señaló Eugenia Flores.

Flores, reconocida educadora sexual, en entrevista para Educación Futura, advirtió que la Secretaría de Educación Pública (SEP) se ha tardado en establecer medidas de confianza y control en escuelas públicas y privadas, a fin de prevenir casos como el del Jardín de Niños Montessori-Matatena.

Explicó que los niños menores de 6 años son los más vulnerables a abusos sexuales, pues son las personas más indefensas y existe un mayor riesgo porque están siendo educados para obedecer a sus mayores.

“Unos de los principales riesgos es que en las escuelas y los hogares a los niños se les enseña a obedecer a todos los adultos, sin cuestionar nada de lo que se les dice”.

En este sentido, dijo que es fundamental instruir de manera adecuada a los niños, para reportar o evitar abusos a su persona. Para lograr esto, agregó, es necesario un acompañamiento psicológico, pedagógico y jurídico, todo desde un marco de enseñanza y aprendizaje.

Señaló que si se ha detectado un caso de abuso sexual como el caso del Jardín de Niños Montessori-Matatena, es fundamental, primero, ver si los niños son conscientes de que han sido agredidos y, a partir de ahí, comenzar a actuar.

“Suena polémico, pero muchas veces los niños no se han percatado del todo que han sufrido un ataque, y por lo tanto, aunque se sienten confundidos, no se les ha generado algún tipo de trauma. No es necesario hacerlo”.

manifestacion-montessori3Puntualizó que en primer lugar, se debe hablar con el menor para saber qué tanto daño tiene, y si se percibe que no ha sido vulnerado psicologicamente, la tarea siguiente es orientarlo para evitar que sea una nueva víctima de abuso.

Sin embargo, indicó que si el niño presenta diversas anomalías en su comportamiento, es fundamental que sea atendido por diversos expertos, para que eviten que el daño sea mayor y pueda el niño sentir confianza en los centros educativos.

Autoridades poco capacitadas

Ante el caso de abuso de la escuela, la sexóloga señaló que las autoridades aún no cuentan con mecanismos eficientes de atención, prevención y difusión de medidas al respecto.

“Considero que a las autoridades educativas, de procuración de justicia y administrativas no tienen la suficiente capacidad para atender este tipo de casos, pues, como vemos, se siguen presentando en diversas partes de la República”.

Finalmente, consideró que a partir de ahora, non basta con que se despida a los funcionarios que no atendieron oportunamente esta situación, pues “con ello no se arregla nada”; por lo que es necesario establecer medidas jurídicas y legislativas al respecto, donde exista la participación de toda la sociedad civil y gobiernos de los tres niveles.

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EE.UU: Padres cuestionan educación gay

EE.UU/ 4 de mayo de 2015/ Fuente: Noticia cristiana

Creo que, a esta edad, ellos no saben lo que es el prejuicio … ¿cómo se puede tener esta conversación en la escuela?”, cuestionó la señora Sinclair. “No hubo ninguna consideración por la cultura y la fe que tenemos en mi familia”, ha asegurado

EE.UU.- Una niña de cuatro años de edad, cuyo nombre no fue revelado, generó un intenso debate sobre el tema de la educación sexual en las escuelas estadounidenses. Ella estudiaba en el Jardín de Infancia Montview Community, en la ciudad de Denver, Colorado.

El mes pasado, los padres de ella cuestionaron la enseñanza dada por la escuela privada sobre la homosexualidad y transgénero. La razón fue que la hija había vuelto a casa diciendo que su padre podría no gustarle más las mujeres.

Incomodados, ellos decidieron averiguar de dónde había venido esa idea. Pronto descubrieron que el maestro le estaba fomentando con libros el estilo de vida gay e intentando promover “debates” sobre el tema en clase. Esto era una iniciativa de “antidiscriminación” en Montview.

Obviamente, el hecho no fue del agrado de los padres de la niña, quienes son cristianos. R. B. Sinclair, la madre de la niña, buscó Al consejo escolar y pidió que su hija no participara en las clases donde se discutía el tema gay. Para la madre, la niña era demasiado joven para entender lo que se enseñaba. Dos días más tarde, recibió una advertencia del preescolar Montview, indicando que la niña “no encajaba” en la escuela por lo que no podrían volverla a recibir.

“Creo que, a esta edad, ellos no saben lo que es el prejuicio … ¿cómo se puede tener esta conversación en la escuela?”, cuestionó la señora Sinclair. “No hubo ninguna consideración por la cultura y la fe que tenemos en mi familia”, ha asegurado.

Kim Bloeman, director de educación de la primera infancia en la región, sostiene que los materiales utilizados en la habitación eran adecuados para los niños.

“El prejuicio comienza cuando los niños crecen y comienzan a ver las diferencias como algo negativo. Cuando son jóvenes, los niños exploran todo. Queremos proporcionarles todas estas experiencias”, explicó Bloeman para explicar lo que sería la iniciativa “contra la discriminación “.

Sin embargo, esta iniciativa de educación gay, incluye historias de gusanos que no saben lo que es el sexo, también muestra claramente a parejas del mismo sexo.

Tras la polémica, la dirección de Montview envió una carta a todos los padres, animándoles a promover una “cultura inclusiva” en sus hogares. “Comience a abrazar lo desconocido”, sugiere el documento., que considera que es importante que todas las familias a “hablen del tema”.

Según el Denver Post, los profesores de Montview y otros 2.500 educadores del estado de Colorado recibieron entrenamiento de la ONG, Queer Endeavor, que lucha por los derechos LGBT.

La organización convenció a la dirección del distrito escolar de que “los tiempos están cambiando” y en los últimos tres años han ofrecido talleres sobre el tema, con el fin de preparar a los maestros de preescolar para hacerle frente a la cuestión.

Fuente: http://www.noticiacristiana.com/educacion/educacion-publica/2016/05/expulsan-nina-cuestionan-educacion-gay.html

Imagen: http://hibult-static.websplanetdemo.com/var/m_9/9d/9df/12116/472246-educacions.jpg

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Un domingo de poder púrpura

Mexico/04 mayo 2016/Blanca Heredia/Educacion Futura

El domingo antepasado tuvo lugar una marcha multitudinaria contra las violencias machistas en la capital del país. Una manifestación inédita en la que salieron a las calles miles de mujeres y de hombres dispuestos a hablar en voz alta de todas esas violencias cotidianas que lastiman a las mujeres y que suelen permanecer en silencio o mencionarse sólo en susurros compungidos.

Me llenó de ánimo, de energía y de esperanza convivir con tantas mujeres reunidas, uniendo sus voces, su creatividad y su fuerza en contra de la violencia de tantos tipos de la que somos objeto las mujeres en México. Violencia que mata, violencia que deja lastimaduras profundas, violencia pertinaz que no cesa.

Sucesión interminable de muertas y desaparecidas cuyos perpetradores permanecen impunes y en la sombra. Violencia inacabable en los discursos de todos los días, en las frases hechas, en los miles de gestos rutinarios que nos socavan y nos achican, en la multitud de sillas vacías de mujeres en las mesas del poder, y en las prácticas grandes y chiquitas que discriminan de una y mil formas a las mujeres mexicanas todos los días.

Contra la frase hecha de que “las peores enemigas de las mujeres son las propias mujeres”, muchas mujeres salimos a la calle aquel domingo en la Ciudad de México y muchas otras ciudades del país y, juntas, marchamos, cantamos e hicimos patente nuestra decisión de dejar de callar. Participaron también en esas marchas muchos hombres de edades variadas, quienes con su presencia manifestaron elocuentemente que la seguridad de las mujeres no es sólo cosa de mujeres.

Con poquísimas excepciones, la marcha de #nosqueremosvivas en el DF fue una algarabía de morados y púrpuras llena de exigencias fuertes, de indignación, pero también de risas, de propuestas, de creatividad y de luz. Me impresionó lo bien organizado que estaba todo. Me impresionó también la amplísima diversidad de edades, colores y sabores de las mujeres que participaron en la marcha, así como la originalidad y agudeza de muchos de los carteles y las consignas que le dieron voz y colorido.

Con todo, lo que más me impresionó fue la ausencia casi total de ánimos, humores o disposiciones victimistas. El registro básico y el punto de partida eran muy otros. No se trataba de portar o habitar la condición de víctimas y, desde ahí, culpar, gemir, tirarnos al piso, despotricar, movilizar la furia o darnos un cheque en blanco para convertirnos en victimarias. No se trataba ni se trató, en suma, de hablar o actuar desde la debilidad de la víctima, desde la ausencia de poder típica de la víctima, desde esa impotencia que suele –con excesiva frecuencia– transmutarse en permiso para tomar venganza y en “derecho” para volver víctimas de nuestra rabia “justiciera” a otros.

Haber roto esa lógica tan estrecha, tan violenta y tan poco posibilitadora me parece la mayor virtud y el logro más importante de la manifestación en contra de la violencia machista que tuvo lugar el domingo 24 de mayo, así como de las diversas iniciativas que la acompañaron. Entre estas últimas cabe destacar muy particularmente la campaña en redes sociales invitando a las mujeres a narrar y compartir sus primeras experiencias de acoso.

Apenas puede exagerarse la importancia de que las mujeres empiecen a hacer públicas sus experiencias como objeto de violencia. Por ahí hay que empezar: nombrando, hablando, desterrando la oscuridad de esas cavernas infames en las que la mujer violentada no se atreve siquiera a hablar del tema, pues vive en un mundo en el que esa violencia es parte del “orden natural de las cosas”.

Al respecto, me resultó especialmente poderoso y conmovedor el siguiente fragmento del texto que publicó en el periódico El Universal Estefanía Vela relatando su primera experiencia de acoso.

[Los efectos de aquel acoso repetido desde niña por parte de ese psiquiatra infantil] Permearon mi vida –mi cuerpo, mis relaciones, mis sueños, mis actos– por años. Porque –y esto es lo que me tomó tiempo entender: el problema no es solo el acto violento en sí, sino la reacción del mundo frente a él. O, más bien: cómo nadie reacciona. Cómo nadie hace nada. Cómo nadie lo reconoce. Cómo todo está diseñado para que te quedes sola.

#nosqueremosvivas le abrió un boquete al cerco del silencio.

#nosqueremosvivas fue el comienzo de un abrazo desde la fuerza para que ninguna mujer en México tenga que quedarse sola y callada frente a la violencia.

Fuente:

http://www.educacionfutura.org/un-domingo-de-poder-purp

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República Dominicana: Karen Ricardo aboga por una ley que implemente educación sexual en las escuelas.

Repùblica Dominicana/04 de Mayo del 2016 /Entorno inteligente

La diputada por el Partido de la Liberación Dominicana –PLD-, Karen Ricardo se mostró preocupada por la gran cantidad de adolescentes que se convierten en padres de familia, traumatizando sus sueños y abogó por una ley que implemente la educación sexual en las escuelas.

“Es obligatorio que en la República Dominicana, por ley, haya una educación sexual basada en valores. No es simplemente dar preservativos en todas las esquinas, o pastillas anticonceptivas. El estado está siendo “padre” de muchos hijos y eso no es justo, porque eso es parte de los impuestos del pueblo, entonces así nunca vamos a avanzar”, consideró la también aspirante a diputada.

Al comparecer en el espacio el espacio semanal En Jaque Radio, que conducen Iohan Fuertes, Mandy En Gajos y Robert Llaverías, la dirigete política destacó además, que actualmente la sociedad vive erotizada, debido a desde las 6:00 de la mañana hasta las 2:00 de la madrugada, la televisión dominicana promueve la sexualidad de manera directa, indirecta y subliminal.

La también abogada, dijo continuará trabajando para que la población entienda cual es el verdadero rol de un legislador, así como educar a la juventud sobre la importancia de participar en la política u organizaciones que permitan el desarrollo de la comunidad.

Prometió que velará por el medio ambiente en Santo Domingo Este y darle más valor a los monumentos de ese municipio.

Ricardo apuntó además que uno de sus objetivos es que desarrollar el deporte en SDE, el cual ayudará a contrarrestar la delincuencia y los vicios.

“Ha sido una debilidad de nuestro Estado no fortalecer, lo que son los atletas y usar como símbolos esos jóvenes que se han destacado y que han traído la medalla a la República Dominicana. Pero con dos primeras planas en los periódicos y algunos programas de televisión, esa figura murió. Después lo vemos en su barrio pasando más trabajo que un ´forro de catre´. Mientras que el delincuente es famoso de por vida. Aquí se le hacen hasta películas”, dijo.

Indicó que continuará batallando en su gestión para que se apruebe el proyecto de ley sobre Pasantía Juvenil que favorecerá a miles de jóvenes sin experiencia en el campo laboral.

Llamó a los jóvenes a votar el próximo 15 de mayo y a elegir a las nuevas autoridades con juiciosamente.

Fuente de la noticia:

http://www.entornointeligente.com/articulo/8346144/REPUBLICA-DOMINICANA-Karen-Ricardo-aboga-por-una-ley-que-implemente-educacion-sexual-en-las-escuelas-04052016

Fuente de la imagen:

http://www.prevenirconeducacion.org/index.php/noticias/1092-educacion-sexual-una-de-las-piedras-en-el-zapato-de-mexico

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Libro. Educando en la diversidad: Orientación sexual e identidad de género en las aulas

 

Educar en la diversidad es generar los espacios y debates necesarios para que las personas conozcan su entorno y respeten los derechos humanos de todas y todos, sin discriminaciones de ningún tipo, aspectos esenciales para contribuir a la igualdad y al desarrollo integral de las sociedades.
Los procesos de enseñanza-aprendizaje requieren así de una mirada holística del ser humano y de las sociedades donde éste se desenvuelve, pues ello permite reflexionar, analizar y resolver críticamente los infinitos conflictos enfrentados por las personas en su relación con las variadas realidades que va sintiendo o conociendo a lo largo de su vida.
Este manual viene a contribuir a ello poniendo el acento en una educación en sexualidad y afectividad donde la promoción de derechos humanos básicos, como la igualdad y la no discriminación, cruzan cada una de sus páginas.

A continuación «Educando en la diversidad»,  el manual pedagógico para aminorar la discriminación por orientación sexual e identidad de género en los establecimientos educacionales.

Estrategias y contenidos para una educación en la diversidad … Educación para América Latina defiende los derechos humanos y educativos …

Autoría: Producción: Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) Diseño:Gonzalo Velásquez Subvenciona: Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo ( Aexcid ). Colaboran: Fundación Triángulo Extremadura Brigada Escolar Movilh
Patrocinan:Internacional de la Educación Colegio de Profesores de Chile Facultad de Educación – Universidad Diego Portales

Abrir el siguiente enlace:

Educación en la diversidad: Orientación sexual e identidad de género en las aulas

 

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