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Chile: Estudiantes de universidades privadas piden al Mineduc terminar con el CAE | Emol.com

Chile/04 agosto 2016/Fuente: Entorno Inteligente

Los estudiantes de las instituciones de educación superior privada, agrupados en Ofesup, entregaron una carta dirigida a la ministra de Educación, Adriana Delpiano, donde solicitan que se termine con el Crédito con Aval del Estado (CAE).

Esto ya que el proyecto de educación superior del Gobierno mantiene esa forma de financiamiento para los alumnos de las instituciones privadas que no tengan gratuidad.

«El CAE debe desaparecer de todo el sistema de educación superior, la banca privada no puede estar considerada dentro de la reforma», sostuvo uno de los voceros, Carlos Castillo.

Agregó que los estudiantes de universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica que no obtengan la gratuidad «merecen tener herramientas de financiamiento que no los obliguen a endeudarse con entidades bancarias». Los estudiantes también solicitaron que los recursos estatales vayan dirigidos a instituciones que efectivamente cumplan «un rol pública», señalando que «no podemos permitir que los dineros que le pertenecen a todos los chilenos se dirijan a planteles que no aseguran su compromiso con el desarrollo del país».

Afirmaron además que el proyecto de ley «se queda corto en términos de democracia estudiantil», ya que no contempla la participación de los distintos estamentos al interior de los planteles de educación superior. «Creemos que deben existir incentivos a la organización estudiantil, al menos exigir que existan federaciones de estudiantes en todas las casas de estudios de forma autónoma», sostuvo el vocero de Ofesup Luis Vargas.

Finalmente, señalaron que los estudiantes de universidades que cierren debiesen ser trasladados a universidades del Estado. «Las universidades estatales deben aumentar su matrícula en desmedro de aquellas instituciones que no aseguran calidad ni tampoco poseen una vocación pública», afirmó Luciano Gatica, secretario general de la Feuarcis. CHILE: Estudiantes de universidades privadas piden al Mineduc terminar con el CAE | Emol.com

Fuente noticia: http://www.entornointeligente.com/articulo/8755326/CHILE-Estudiantes-de-universidades-privadas-piden-al-Mineduc-terminar-con-el-CAE-%7C-Emolcom-03082016

Fuente imagen:http://www.portafolio.co/files/article_main/uploads/2016/02/06/56b65a75d841a.jpeg

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Venezuela: Unes-Zulia recibió 251 aspirantes a profesionales de la seguridad

Venezuela/04 agosto 2016/ Fuente: MPPEUCT

El evento se llevó a cabo simultáneamente en todas las sedes de la Unes del país, que recibieron a 2.856 nuevos aspirantes a nivel nacional, en los estados Anzoátegui, Aragua, Distrito Capital, Lara, Táchira, Trujillo, Zulia, Apure, Barinas, Bolívar, Carabobo, Falcón, Monagas, Mérida, Nueva Esparta y Portuguesa.

Este martes, la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad en Zulia (Unes) recibió 251 aspirantes para los Programas Nacional de Formación (PNF) en servicio policial e investigación penal.

Desde el patio central de la Unes, ubicada en el sector Sierra Maestra del municipio San Francisco del estado Zulia, las autoridades universitarias, encabezada por la vicerrectora académica de esta casa de estudios, comisionada agregada de la Policía Nacional Bolivariana, Daisy Rodríguez, dieron la bienvenida a los futuros profesionales de la seguridad.

«Queremos que ustedes se formen en valores, que tengan más compromiso institucional y obtengan todas las competencias y destrezas para las funciones que van a cumplir», les expresó en su discurso la vicerrectora, quien manifestó la importancia del compromiso y del respeto a las normas de convivencia por parte de los aspirantes, para el logro de la meta.

A los jóvenes les espera una formación de dos años, para egresar como Técnicos Superiores Universitarios en los Programas Nacionales de Formación Policial e Investigación Penal.

El evento se llevó a cabo simultáneamente en todas las sedes de la Unes del país,  que recibieron a 2.856 nuevos aspirantes a nivel nacional, en los estados Anzoátegui, Aragua, Distrito Capital, Lara, Táchira, Trujillo, Zulia, Apure, Barinas, Bolívar, Carabobo, Falcón, Monagas, Mérida, Nueva Esparta y Portuguesa.

Fuente noticia: http://www.mppeuct.gob.ve/actualidad/noticias/unes-zulia-recibio-251-aspirantes-profesionales-de-la-seguridad

Fuente imagen:http://minci.gob.ve/app/uploads/2013/07/unes.png

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España: El rescate de los emblemas olvidados de la Pablo de Olavide

La Pablo de Olavide (UPO) es la universidad pública más joven de España. Eso no quiere decir que no tenga un pasado. Lo tiene, de hecho, pero no por reciente es conocido. Su campus, en el que estudian cerca de 14.000 alumnos y trabajan unos 1.100 profesores, guarda, a la vista de todos, enormes secretos.

El primero es su gran emblema: la torre, el elemento más visible de la Universidad incluso desde el exterior. Lleva años cerrada, aunque la UPO tiene un plan para ella. También lo tiene para la plaza Pablo de Olavide, que une y separa a un tiempo la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de la Universidad de Sevilla y el remozado edificio que acoge el Rectorado y el Paraninfo de la Olavide, en la actualidad un amplio trozo de cemento. Una plaza dura, que diría un urbanista moderno.

A un paso de la torre está el teatro, igualmente heredado de la Universidad Laboral. La flamante universidad, que nació en 1997, lo utilizó en sus primeros años. Hoy está inservible, además de tapiado. Quienes dirigen la institución han ideado un futuro mejor para este equipamiento, al que no es difícil adivinarle utilidades futuras, que podrían beneficiar no sólo a los miembros de la comunidad universitaria.

En el otro extremo del campus se sitúa la última gran infraestructura que la Universidad Laboral dejó en el terreno. Se trata de un notable ejemplo de arquitectura industrial: una sorprendente central térmica, que se construyó con la intención de que la Laboral fuera totalmente autosuficiente en materia energética. Nunca llegó a funcionar.

UN POCO DE HISTORIA

Sobre los terrenos que ocupa el campus de la UPO se proyectó la Universidad Laboral de Sevilla, que dependía del Ministerio de Trabajo. Su construcción comenzó en 1953, una vez que se compró el cortijo Fuentequintillo por cinco millones de pesetas. En el 56 se inauguró la Universidad Laboral con cuatro grupos escolares. Pensada para albergar hasta 5.000 estudiantes, nunca llegó a los 3.000. Con vaivenes y cambios, como su adscripción al Ministerio de Educación, cerró sus puertas en septiembre de 1989.

Desde el comienzo, la Universidad Laboral José Antonio Primo de Rivera tuvo la torre como elemento focal. A su alrededor se proyectó un centro cívico que incluía también una iglesia que no se levantó y el salón de actos, ese teatro –y sala de cine– que también se quiere recuperar. La plaza que queda delante recibió el nombre de Pablo de Olavide. Eso, y la presencia de la torre, hace fácil adivinar que la pretensión de la incipiente universidad era que fuera su plaza central. La realidad es que el núcleo de la actividad universitaria está en la plaza de América, enmarcada por el Rectorado y por la cafetería del campus universitario, con su concurrida terraza.

El deseo de la Universidad es que eso cambie. De entrada, devolviéndole la vida a la torre. Existe un proyecto desde 2008, que ganó un concurso. Llegaron luego años complicados desde un punto de vista presupuestario y todo se paró. Ese proyecto, que la universidad quiere retomar y cuyo presupuesto rondaba en la fecha de su redacción el millón de euros, incluye una pequeña zona de exposición en la planta baja y, en la parte superior, un mirador al que se accedería por un ascensor. Que nadie entre en la torre no quiere decir que esté en desuso. Es un aljibe en el que la universidad sigue almacenando agua. En tiempos de la Laboral era la depuradora: el agua subía, se ionizaba y se pasaba a la red de agua potable y a la de riego.

Que exista un proyecto concreto, individual para la torre quiere decir que su arreglo puede acometerse en cualquier momento. Cuando haya financiación. Pero, explica José Luis Pavón, director de Infraestructuras, Mantenimiento y Eficiencia Energética de la UPO, lo ideal sería conseguir una actuación integral quecontemplara la puesta en valor de la torre y de toda la plaza Pablo de Olavide. Pavón, que estudió en la Laboral, explica que la plaza se ideó con una estructura cerrada. «Era una letra u», recalca.

Ignacio Contreras, director general de Infraestructuras, coincide en el diagnóstico y en la solución. «La UPO empieza en el Rectorado. Y sin embargo, la imagen de la Universidad es la torre. Todo esto (y todo esto es la plaza) se ganaría si reformásemos la plaza: la universidad empezaría aquí, tendría vida». Trabajan en colaboración con la Universidad de Sevilla, su vecina en el edificio de Agrónomos, para convertir las zonas cubiertas en locales, tal vez con alguna zona comercial con productos para los estudiantes. Con eso y una planificación de la reforma de la plaza, que tendría que incluir alguna estructura que diera sombra, no necesariamente estable, la universidad ganaría un gran espacio que podría emplear en ocasiones en las que necesita un lugar con gran aforo. Por ejemplo, cuando realiza la ceremonia de bienvenida a los estudiantes extranjeros, en la que se reúnen casi 700 personas, o en ceremonias de egresados con cerca de 500.

La vuelta a la vida de la zona de la plaza Pablo de Olavide y la torre se completaría con el arreglo del teatro. Está muy deteriorado, pero el ojo experto de Pavón adivina una estructura en buen estado. Para este espacio no hay un proyecto, aunque sí un estudio de viabilidad con un presupuesto estimado de alrededor de 600.000 euros.

El aforo es ligeramente superior al actual paraninfo. «Es apunta Contreras al que mayor rendimiento podría sacarle la universidad. Y también podría ofrecerlo fuera». Destaca también que lo ideal sería disponer del teatro con una plaza remozada y una torre mirador visitable. Haría falta, eso sí, realizar cambios en el escenario y el patio de butacas obligados por la normativa de seguridad y accesibilidad, además de llevar las nuevas tecnologías a su interior.

UNA CIUDAD AUTOSUFICIENTE

El enorme campus de la Olavide nació en los años 50 con la pretensión de ser autosuficiente. La Laboral disponía de campos de cultivo, realizaba su propio pan, tenía animales que sacrificaban para comer, disponía incluso de un pequeño hospital. La idea inicial fue que también fuera autosuficiente a nivel energético. Por eso construyeron una central térmica en la otra punta del campus, que hoy marca uno de los límites con los campos de cultivo. Es un edificio industrial con toda su tremenda maquinaria original, con salidas y entradas de agua caliente preparadas para dar servicio a todo el complejo y una marabunta de restos que se han ido acumulando alrededor. Aquí, tanto Pavón como Contreras son prudentes. Adivinan grandes posibilidades pero también un enorme gasto y otras prioridades.

Pero ambos apuntan, para el futuro, la opción de crear un museo, un archivo y el centro cultural de la Universidad. Sería una sorpresa para buena parte de sus integrantes. Lo confirma Pavón: «Estas instalaciones no las conoce nadie, ni estudiantes ni profesores. Están cerradas por seguridad». Queda todavía otra posibilidad, de momento poco más que una idea. «Aquí podría montarse una central de biomasa que abasteciera a la Universidad». No desentonaría en la Olavide, orgullosa de su Campus de Excelencia Internacional en Medio Ambiente, Biodiversidad y Cambio Global. Una apuesta de futuro con base en la historia de una universidad joven que, con los años, empieza a echar mano su pasado. La vida misma.

Fuente: http://elcorreoweb.es/sevilla/el-rescate-de-los-emblemas-olvidados-de-la-pablo-de-olavide-IE2042318

Fuente imagen: http://elcorreoweb.es/documents/10157/0/675×450/0c25/675d400/none/10703/PMIA/image_content_18188583_20160731204715.jpg

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Entre Maestros – La película – Una experiencia educativa sin precedentes

 

Sinopsis

Un grupo de adolescentes, desmotivados por la educación que han recibido en la escuela, asisten durante doce días a unas clases especiales. Un maestro intenta despertar en ellos la capacidad de conocerse, creando un ambiente que ayude a sus alumnos a descubrir los enormes potenciales que habitan en su interior. Un nuevo método de enseñanza que él llama “educar empoderando”.
Un documental sobre la experiencia real y directa de un profesor de matemáticas y física que persigue que once alumnos recuperen la motivación y la autoestima. Una experiencia basada en el respeto, la confianza y la provocación.

Entre maestros es un insólito ejercicio documental –al menos, dentro del cine español– que han llevado a cabo al alimón el realizador Pablo Usón, que tiene una amplia experiencia como productor de televisión, y el profesor de matemáticas y física, aunque sería mejor llamarlo “maestro”, Carlos González, autor del libro Veintitrés maestros, de corazón. Un salto cuántico en la enseñanza. El resultado es, desde luego, sorprendente, y permite situar a esta película dentro de una línea de documental de tema pedagógico que tendría como hitos fundamentales títulos como la ya mítica Ser y tener (Être et avoir, Nicolas Philibert, 2002) y la más reciente Solo es el principio (Ce n’est qu’un début, Pierre Barougier y Jean‑Pierre Pozzi, 2010).

Carlos González, que fue profesor de secundaria durante veinticuatro años, decidió un buen día abandonar un sistema en el que ya no creía y tratar de desempeñar su labor docente desde un prisma nuevo: enseñar a los alumnos a descubrir el mundo a través del autoconocimiento, dejar de ser profesor para convertirse en un maestro, al más puro estilo de la Institución Libre de Enseñanza. El resultado de aquella experiencia se plasmó en el libro arriba mencionado (que colgó de forma gratuita en Internet y solo después se publicó en papel). Gracias a Pablo Usón, lo que en principio iba a ser una película de ficción se ha convertido en un documental rodado a partir de un taller de doce días en el que González ponía a prueba su método con once alumnos especialmente seleccionados para la experiencia. Como afirma en un momento dado, “el fracaso sería no hacerlo, no intentarlo”.

Fotograma-entre-maestros01Pablo Usón ha puesto a su equipo técnico a disposición del taller impartido por Carlos González, que tuvo lugar en el Palau de les Heures o Casa Gallart, en la Sierra de Collserola, recinto integrado dentro del Campus de Mundet de la Universitat de Barcelona. En este sentido, los realizadores han logrado crear un espacio “lejos del mundo”, lejos de la ciudad, Barcelona, que solo en un par de ocasiones es entrevista a lo lejos desde las terrazas del palacio. El gran mérito de Usón es conseguir que la cámara prácticamente desaparezca, e incluso que se mantenga al margen en determinados momentos en los que los muchachos están realizando ciertas confesiones. Hay una escena magnífica, en los primeros días del taller, en que uno de los chicos, Pol Pérez, se enfada con sus compañeros porque no responden a sus provocaciones. Todos mantienen la calma y él sale del aula rebotado. Una de las chicas, Anna, se excusa, va en su busca y lo trae de vuelta. En otra ocasión, todos logran empatizar con lo que cuenta Lucy, que les relata una experiencia realmente traumática de su infancia.

Cubierta_23-maestros-de-corazonIndependientemente de que los métodos de Carlos González nos parezcan más o menos novedosos, más o menos acertados, si hay algo que consigue este maestro es conectar con sus alumnos, transmitir parte de la inquietud que él mismo tiene por aprender cosas nuevas y descubrir el mundo. Que un hombre tan alejado de esos once jóvenes consiga captar su atención, proponerles retos y hacerles reflexionar sobre los más variados temas es una auténtica iluminación, una inspiración para todo aquel que tenga que convivir con adolescentes. No creo que sea solo una película para docentes, sino para todos aquellos que quieran saber cómo son de verdad los jóvenes, qué hay debajo de su máscara, del personaje que se han construido para sobrevivir en una sociedad que nunca ha tenido demasiado que ofrecerles, y ahora menos que nunca (salvo bienes de consumo, claro).

Fotograma-entre-maestros02Como afirmaba el personaje de Erland Josephson en el monólogo final deNostalghia (Andrei Tarkovski, 1983), justo antes de inmolarse, “el verdadero mal de nuestro tiempo es que ya no quedan grandes maestros”. Ahora bien, un maestro no es nada si no tiene alumnos. Los alumnos son, sin duda, lo mejor de la educación (aunque los profesores nos quejemos mucho de ellos, continuamente nos enseñan, nos dan lecciones y suponen un soplo permanente de vida). En este caso, los protagonistas fueron Marta Llebaría, Lucy Ccencho, Pol Chiang, David Rodríguez, Eadem Herrera, Adrià Ríos, Pol Pérez, Ariadna Moreno, Andrea Servent, Yavila Rincón, Anna Baliarda y… Carlos González, un alumno más en su propio taller de autoconocimiento.

 Fuente:http://www.elespectadorimaginario.com/entre-maestros/

Fuente: http://i0.wp.com/otrasvoceseneducacion.org/wp-content/uploads/2016/08/entre-maestros-cartel.jpg?resize=300%2C143

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De la Educación Social a la Animación Teatral

José Antonio Caride y Manuel F. Vieites, coordinadores de la obra que presentamos, hace años que vienen reali zando distintas aportaciones al estudio de la Educación Social, la Animación Sociocultural y el Teatro, muchas de ellas editadas en Galicia y en Portugal. Ahora, lo hacen en castellano estableciendo una interesante transición entre sus respectivos ámbitos de discurso y prácticas, con la colaboración de otros autores – Víctor Ventosa, Xavier Úcar, Héctor Pose, Belén Caballo– que acreditan una dilatada experiencia en el mundo de la Pedagogía-Educación social, para desvelar – de fonna minuciosalos caminos de ida y vuelta existentes entre la Educación Social y la Animación Teatral. Observando la Animación Teatral en clave socioeducativa, el conjunto de sus argumentos adoptan distintos fonnatos: científico, histórico, metodológico, práxico, etc., en una estructura bien sistematizada, coherente y compacta. Para ello, la obra se desarrolla en tres actos, con escenarios y textos claramente diferenciados. El primer acto nos sitúa ante los aspectos teóricos de la Educación Social, la Animación Sociocultural y Teatral; lo que permite tener una visión crítica, analítica y prospectiva de la animación en su dimensión educativa, con un recorrido histórico al que se asoman algunas de sus viejas realidades y de sus nuevos desafios. El segundo acto aborda cuestiones metodológicas que salen al encuentro de distintas realidades, espacios, tiempos, profesionales y públicos; unas variables que perfilan y articulan los diferentes modos de proceder para diseñar, implementar y evaluar proyectos de acción-intervención social centrados en la Animación Teatral desde un enfoque sociocrítico; incidiendo en el razonamiento científico y en la urgencia de desarrollar modelos de acción y reflexión que faciliten la comprensión y la puesta en marcha de una adecuada práctica de la pedagogía teatral. Finalmente, en el último acto convergen una serie de propuestas, recursos y actividades que ayudan a comprender – con una lectura diacrónica- las líneas de actuación seguidas en los procesos de comunicación teatral, sustentadas en polí- ticas culturales que se fundamentan en un discurso pedagógico actualizado, innovador y, fundamentalmente, participativo. Digamos, para concluir, que es una obra dirigida a todas aquellas personas y profesionales que se interesan Publicaciones por la Animación Teatral como una práctica pedagógica abierta a nuevos horizontes en el campo de la acciónintervención social. Que sea así puede explicar la densidad y exhaustividad con la que se indagan sus contenidos, convirtiendo este libro en un excelente manual discursivo acerca de las teorías, metodologías y aplicaciones prácticas de la animación teatral. Una obra especialmente útil para educadores y animadores cuya labor cotidiana se centra en fomentar la participación de la ciudadanía, con discursos que invitan a una permanente construcción de las realidades sociales a través del quehacer educativo y cultural. Rita Gradaille

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San Luis es protagonista de la era de la robótica

Argentina/Agosto de 2016/Agencia de Noticias San Luis

El Gobierno de la provincia, a través del Programa Robótica de la Universidad de La Punta, dicta talleres gratuitos de alta competencia para adolescentes de 12 a 18 años en nivel secundario y desarrolla en ellos habilidades frente a las nuevas tecnologías de la información. De este modo, fue posible el logro de ocho sanluiseños que se destacaron en la Robocup 2016 que se realizó del 30 de junio al 4 de julio en Leipzig, Alemania y se consagraron subcampeones mundiales dejando a San Luis y a Argentina en lo más alto.

La robótica en San Luis se plantea entre sus principales objetivos introducir un elemento motivador en la enseñanza, donde los alumnos puedan enfocarse en aspectos de diseño, lógica y programación. Asimismo, busca desarrollar en ellos habilidades frente a la sociedad del conocimiento, fomentar el trabajo en equipo, la resolución de problemas y la creatividad.

En este 2016 los protagonistas fueron de la ciudad de San Luis, Villa Mercedes y Merlo: Ezequiel Córdoba (17), Lucas Orozco (18), Federico Cravero (17), Agustín Mazza (17), Juan Fernández (16), Guido Queiroz (17), Maximiliano Guerrido Otín (17) y Lihué Cabrera (17).

Los ocho jóvenes formaban parte de los equipos “ULP Robotics” y “Iron Fénix Team”. Compitieron en dos categorías dentro del nivel Junior: Rescue Line (Rescate en Línea) y Rescue Maze (Rescate Laberinto), en ambos casos, los robots debían atravesar una zona de catástrofe plagada de obstáculos, en busca de una o varias víctimas representadas por distintos elementos. El objetivo era trasladarlas hasta un punto de evacuación seguro. A lo largo de varias rondas superaron pruebas cada vez más difíciles y sumaron el puntaje determinante para ubicarse entre los ganadores.

A los 17 años, Ezequiel Córdoba se encuentra terminando su secundaria en la Colegio Nº 4 “Fray Luis Beltrán” de la capital puntana y desde los 12 comenzó en los talleres de la ULP. A más de un mes de su vuelta recuerda el Mundial de Robótica en Alemania como una gran experiencia: “Cuando nos enteramos que éramos subcampeones fue una mezcla de sentimientos porque tuvimos algunos obstáculos y los pudimos superar. Se dio el resultado de todo el trabajo que veníamos haciendo y eso nos puso más que contentos”.

En referencia a los chicos que se encuentran comenzando los talleres , Ezequiel los alentó a que se animen y se inscriban: “Pueden empezar como yo, que no tenía conocimientos y en un par de meses les aseguro que van a aprender un montón de cosas que ni siquiera se lo imaginan, si lo hacen con esfuerzo todo es posible”.

El puntano Lucas Orozco es otro de los jóvenes que se destacaron a Robocup 2016. Con 18 años comenzó a cursar la carrera de Ingeniería Electrónica en la Universidad Nacional de San Luis y aseguró que su decisión fue tomada luego de introducirse al mundo de la robótica: “Representar a Argentina siempre es un orgullo, nos esforzamos y dimos lo mejor de nosotros para poder salir en el podio. Empecé a los 14 años sin tener conocimientos y mientras más iba más me gustaba, te das cuenta que poniéndole esfuerzo, empeño y dedicación te puede llevar a tener muchas experiencias. A los 18 años conocí tres países, China, Brasil y Alemania”.

En el caso del merlino Guido Queiroz, de 17 años, el descubrimiento y predilección por la robótica comenzó hace 4 años por medio del incentivo de un compañero del Centro Educativo Nº 27 “Santiago Besso”.

“La robótica tiene mucho futuro porque todo se está empezando a automatizarse, para mí hay mucha salida laboral, además es muy creativa”, destacó el joven y agradeció el apoyo constante de los profesores de los talleres de la ULP: “Sin ellos no hubiese sido posible”.

Federico Cravero tiene 17 años y cursa sus estudios en el Instituto “Santo Tomás de Aquino”. Inició en los talleres de robótica en el 2013, sin tener conocimientos previos en programación y poco a poco fue insertándose y aprendiendo a trabajar en equipo.

Para la preparación del robot que llevaron a Alemania se demoraron aproximadamente 6 meses: “Trabajamos desde principio de año, viernes a la tarde, sábado completo y domingo a la mañana”, contó Federico y recordó que en el mundial “cuando vimos en las tablas que estábamos segundos empezamos a saltar de la alegría”.

A su vez remarcó que fue muy importante los lazos que se generaron entre compañeros: “Nos llevamos muy bien y reforzamos lo que quiere la Robocup que es el compañerismo y el ser cooperativo entre los distintos equipos”.

El puntano afirmó también que la robótica ocupa un lugar importante en su vida ya que lo guió a elegir la carrera: Ingeniería Electrónica orientada a Sistemas Digitales en la Universidad Nacional de San Luis.

“A los chicos que están comenzando les diría que se acerquen, tienen muchas oportunidades de ingresar, están las inscripciones abiertas en todas las escuelas, hay kits con los que van introduciendo poco a poco en la robótica. Todos empezamos desde cero y en el futuro es muy amplio también al campo al que se pueden dedicar”, aseguró Federico.

Otro de los ocho puntanos que viajó a Alemania fue Lihué Cabrera de 17 años. Motivado por Ezequiel, quien también es su compañero de aula, ingresó  a los talleres de robótica cuando estaba en 3º año de la secundaria: “Ezequiel me había contado sobre los talleres, me dijo que estaban las inscripciones abiertas, fui y me terminó gustando, pasé por varios equipos que me dejaron cada uno una enseñanza, hoy estoy acá gracias a ellos”.

En Alemania, los jóvenes afirman que en la competencia hubo que equilibrar entre todos los equipos: “Estaba bastante parejo pero hubo detalles que hicieron que nos ubicáramos en el podio”.

Lihué además sostiene con convicción que en la actualidad la robótica ocupa un lugar fundamental y lo hará en el futuro por eso es importante tener conocimientos para saber lo que vendrá.

Para el mercedino Maximiliano Guerrido, de 18 años, la competencia fue compleja, había muy buen nivel, pero el esfuerzo se vio en el logro del segundo puesto: “Fue una felicidad enorme porque todo el esfuerzo nos dio frutos. Fue un orgullo representar a mi provincia, a mi país y demostrar que tenemos potencial frente a las nuevas tecnologías y que podemos competir frente a potencias mundiales”. A los 15 años comenzó con la robótica y hace dos años que ingresó en las competencias de nivel nacional y luego de nivel mundial.

En sus inicios, Maximiliano comentó que no tenía una visión de su futuro, no sabía qué estudiar, iba a una escuela técnica por lo que sabía que iba a estudiar una ingeniería pero no tenía definido que rama y gracias a la robótica descubrió que quería seguir en ese mundo y optó por Ingeniería Mecatrónica.

Juan Fernández tiene 16 años y es oriundo de la Villa de Merlo. El adolescente contó que empezó robótica en el 2014 y en 2016 calificó para llegar a la instancia internacional al Mundial de Robótica en Alemania.

“Cuando comencé en los talleres no sabía de programación y armado de robótica, me lo habían sugerido al pasar y no estaba seguro si iba a durar mucho, apenas empecé me entusiasmé porque son cosas nuevas útiles y va a ayudarme a seguir una carrera”, dijo Juan y adelantó que en la Universidad está seguro de que se inclinará por el diseño o desarrollo de software.

“Las experiencias de llegar a otro país son totalmente posibles y todo lo que se aprende estoy seguro que es lo que ya se está necesitando y que sin duda alguna se van a tener que usar en el futuro”, sentenció el merlino.

Agustín Mazza tiene 16 años y realiza sus estudios en el Colegio “Don Bosco”. Para él, la robótica estuvo presente desde el primer momento en su vida. Recuerda que desde chiquito cuando le compraban juguetes le daban curiosidad, los desarmaba y buscaba cómo funcionaban.

“Nuestro robot, con el que viajamos a Alemania, se dedicaba al rescate en el laberinto, tenía que ubicarse, detectar las víctimas en el rescate de laberintos, notificarlas, llegar hasta el final del laberinto y volver”, explicó Agustín. Asimismo, consideró que el trabajo en equipo es esencial: “Cuando clasificamos nos hicimos más amigos aun y nos juntamos habitualmente”.

Los subcampeones coinciden en que la robótica es el futuro, por eso es importante estar a la vanguardia como lo hace la provincia brindando los talleres. Fueron noticia en el país por el logro que obtuvieron y recientemente el Concejo Deliberante de la ciudad de San Luis les realizó un homenaje especial.

Sin dudas, los ocho puntanos consagrados dejaron su huella en el mundo y son los protagonistas de la nueva era de la robótica que se vive en San Luis y los que generarán efectos multiplicadores en los adolescentes que están comenzando a insertarse en los talleres, para en un futuro buscar el mismo lugar en el podio.

Fuente: http://agenciasanluis.com/notas/2016/07/30/san-luis-es-protagonista-de-la-era-de-la-robotica/

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Higher Education in Africa: Who is Going to Pay?

Africa/31 de Julio de 2016/Autor: /Fuente: All Africa

RESUMEN: Los últimos 18 meses han sido turbulentos para muchas universidades de todo el continente africano. De Ciudad del Cabo a Ibadan a Nairobi, los campus se han convertido en sitios de protesta y debate acerca de las tarifas, la igualdad de acceso a la educación, el carácter colonial de los planes de estudios, la desigualdad social, y muchos otros temas. El centro de atención ha sido la cuestión de cómo hacer la educación accesible a millones de jóvenes estudiantes, en un continente con el más rápido crecimiento de la población juvenil en el mundo. Al mismo tiempo, las universidades e institutos de investigación de África tienen el mandato de producir una investigación independiente, socialmente relevante dentro de un sector de la educación superior en forma global cada vez más por la privatización, la competencia, la comercialización de la investigación académica y la inseguridad laboral. La cuestión de cómo garantizar el acceso de estudiantes a la educación e invertir en investigación, en un contexto de estancamiento económico, el aumento de los costos de vida, y la amenaza de recesión mundial, es una controvertida.

The past 18 months have been turbulent for many universities across the African continent. From Cape Town to Ibadan to Nairobi, campuses have become sites of protest and debate about fees, equal access to education, the colonial character of curriculums, social inequality, and many other issues.

Under the spotlight has been the question of how to make education accessible to millions of young students, in a continent with the fastest growing youth population in the world. At the same time, Africa’s universities and research institutes are mandated to produce independent, socially relevant research within a global higher education sector increasingly shaped by privatisation, competition, the commercialisation of research and academic job insecurity. The question of how to ensure student access to education and invest in research, against a backdrop of economic stagnation, rising living costs, and the threat of global recession, is a vexed one.

Today, SciDev.Net is holding an online debate to discuss these issues with academics, students and education specialists from across Africa and its diaspora. In this feature, we set out some of the main issues and what to do about them.

What are the challenges?

Universities face myriad funding problems. In a continent of 54 countries, with different economic policies, political structures and histories, it’s obviously problematic to generalise. But there are some features more widely found.

Often, the histories of universities have loosely mirrored those of the state: the university as site of anticolonial struggle; the idealism and intellectual exuberance of the post-independence years; the growing poverty and damage of 1970s and 1980s structural adjustment policies; and the lingering effect of underinvestment and neglect.

Many universities are still reeling from the effects of the policies imposed by the World Bank and International Monetary Fund from the 1970s in return for loans. These institutions framed Africa’s universities not as the backbone of development, but as a misuse of resources. [1] Money for education was channelled away from universities and into primary and secondary schools. «To this day, many countries have not been able to recover from that onslaught on African higher education,» wrote Ann Therese Ndong-Jatta in 2002, when she was Gambia’s education minister. [1]

Underinvestment in infrastructure, staff salaries that have failed to keep pace with inflation and living costs, and inadequate research funding have poleaxed many universities. Universities that were once beacons of intellectual vigour and research excellence are struggling. Faced with economic stagnation and poor tax revenues, many governments claim their tax base is too small to prop up a free higher education system, while their critics argue that corruption and bulging public sector salaries must be rapidly reined in and the money raised directed towards education.

All this means that in many places, the dream of free higher education is fading fast. Rather than improving accessibility, education is instead growing increasingly elitist.

Students in the firing line

For students, the situation can be dire. In South Africa, the average annual cost of fees and board exceeds the average household income. While the poorest students are supposed to get government assistance, «there are a group of people caught in between» who neither qualify for assistance nor can afford to pay fees, explains Lesley Le Grange, higher education professor at Stellenbosch University. This means universities not only perpetuate, but also actively widen South Africa’s social inequalities, say both Le Grange and Kealeboga Mase Ramaru of campaigning organisation Equal Education.

For those students who do get in, university can involve a struggle to balance studying with paying the bills. Underinvestment in labs, teaching and basic infrastructure also undermines learning. Poor salaries among staff mean strikes are frequent in many African countries, which can extend the time it takes to complete a degree by years. And then many graduates who can afford to leave do so, worsening Africa’s infamous ‘brain drain’ problem.

Things can be particularly acute for female students. In many countries, female students find it harder than men to gain access to university, or can encounter serious issues once there, from teaching methods that favour men, to sexism, discrimination and rape.

Staff struggles

For staff, academic careers are increasingly becoming the preserve of those who can afford them. Salaries can fail to match rising living costs. Many in the state tertiary sector now top up low salaries with consultancy fees or jobs at the many private colleges proliferating in countries such as Uganda.

Academics often find themselves struggling to meet the demands of unreasonable teaching loads, including vast undergraduate classes, unwieldy responsibilities for PhD supervision and enormous amounts of administration. This can harm research, says Goolam Mohamedbhai, former secretary-general of the Association of African Universities.

Impact on research

Heavy work burdens and underinvestment in research also starves many African countries of the knowledge they need to meet certain twenty-first century challenges.

On paper, the continent’s 54 countries have noble research goals. Spurred on by the African Union, many governments have said they intend to spend one per cent of GDP (gross domestic product) on research, as laid out in the Lagos Plan of 1980 and reaffirmed in the Science, technology and innovation strategy for Africa. This ambitious strategy aims to put science «at the epicentre of Africa’s socio-economic development».

But few countries look close to meeting this target, and the strategy has been criticised for failing to match rhetoric with action or to commit governments to spending targets. Furthermore, funding and research policy experts decry the lack of efficiency in grant management systems – one they say hampers science across the continent.

Clearly something has to change if African countries are to fund the kind of research they need. The Ebola crisis in West Africa is just one example of a poor research landscape preventing local researchers from taking the lead on vaccine research or the public health response.

Education is also considered a buffer against extremism – both because it can bring jobs and because it opens students to the value of cultural diversity and bridges divides in an increasingly fractured world, and a continent plagued by militant groups from Boko Haram in Nigeria and Chad to Al-Shabaab in Kenya and Somalia.

Other challenges include the growing pressure neoliberalism places on universities. Universities are increasingly expected to compete with each other for students, monetise research and audit research outputs, within a highly competitive, global higher education sector. The growing power of league tables to compare and rate universities, not just on research but also on other assessments such as ‘student experience’, adds to the pressure.

What are the solutions?

Many of those in government and university management claim that introducing fees is now the best way to fund universities. But others argue that fees will always be inadequate and that a diversified funding structure is required.

Beyond fees, there are many examples of universities cutting costs while ensuring quality research. Collaboration is one option. In Ghana, the Kwame Nkrumah University of Science and Technology has opened a US$6.5 million ‘superlab’ that is available for use by students across West Africa. The idea is to reduce costs by sharing equipment.

Cross-disciplinarity is another route. This aims to bring together different disciplines and sectors to tackle the complex, intertwined challenges of modern life. But it can have economic benefits too. Rather than duplicating research in different labs and departments, academics can pool resources and streamline research.

Another route includes South-South partnerships, or North-South partnerships. The latter have underpinned scientific research in Africa for decades. But here again the charge of postcolonial legacies and unequal power balances are hard to shake off. African researchers complain of being treated as secondary partners, the poor cousins to the wealthy research institutes of the North. Others complain Africa is seen as a ‘petri dish’ where Northern scientists test out new ideas.

These criticisms also extend to the many aid programmes focused on higher education partnerships. Many are of value, from the British Council’s long history of investing in education, to the new SPHEIR programme launched by the UK Department for International Development and partners. But these also need interrogation. What model of higher education are rich nations exporting? Where does power reside and who designs courses and management structures? How are privatised models for education reshaping universities across the world?

Centres of excellence

Academics across Africa and its diaspora often advocate turning certain institutions into centres of excellence for particular science and innovation subjects, rather than spreading resources thinly across many universities. For example, Calestous Juma debates the merits of innovation universities, a new kind of institute that combines research, teaching, community service and commercialisation.

Digital futures

Digital technology also offers rich opportunities for delivering better education at a fraction of the cost of conventional teaching. The internet and mobile tech can link academics, students and staff as never before, building pan-African networks, while also bringing education to those in volatile or war-torn regions. One example is online training programmes for Somali medics. Digital tech enables MOOCs (massive open online courses), distance learning and blended courses that combine classroom and online learning. Tunisian digital education expert Houda Bouslama describes this as a powerful force for change in Tunisia: through information and communications technologies, universities can support far more students, far more cheaply.

Growing university-industry links

The call for closer links between industry and universities is getting louder. Higher education specialist Beatrice Muganda argues that universities need to position themselves far more clearly as part and parcel of the societies they supposedly serve, and to nurture research landscapes where innovations can thrive and reap dividends for universities. Ghanaian-British politician Paul Boateng says that intellectual property systems must drastically improve if African countries are ever to become knowledge economies – a view echoed by Nigerian intellectual property specialist Umar Bindir among others.

There is also a growing call for universities to team up with local innovation sectors, such as the tech hubs flourishing in towns and cities across the continent. Technology businesswoman Mariéme Jamme has long campaigned for better regulatory frameworks and government investment to help pioneering African technologists and coders turn creative projects into viable, sustainable businesses.

Many also call for closer links between African universities and big business. Mauritian President Ameenah Gurib-Fakim argues that African universities must work more closely with industry – whether local businesses or multinationals – and that this should include industry directly funding courses.

This obviously poses a risk. Industry-sponsored PhDs for specific research outcomes are one thing, but what happens when industry funds an institute: what might the compromises be then? UCT engineering student, activist and writer Brian Kamanzi says «one of the hugest battles that we have is to protect our public institutions from interference» from industry, particularly when so many businesses in South Africa, as in other African countries, are foreign owned or controlled.

Meanwhile many other avenues for funding higher education in Africa are opening up – not least the growth of Chinese investment in the continent’s universities.

Taxing the wealthy

The small tax base of many African countries is often held up as a reason why governments can’t invest enough in education and in other services. «Someone has to pay,» says Le Grange. «But we have a responsibility to students who are unable to afford higher education, but have the ability to study and perform.» One route to bridging the impasse is a wealth tax, he says. «I think a lot of people would agree to that as long as that money is ring-fenced and channelled to higher education, because people are concerned about corruption within the government.»

Others suggest a graduate tax could be the best way forward, while still others say the tax base is already overburdened, and that the focus instead should be on higher corporation tax, reining in corruption and reducing the salaries of senior ministers.

The future

Worldwide, the higher education sector is undergoing radical change. Globalisation and privatisation are reshaping universities, while mechanisation and the internet are altering industry and employment in ways that we are only just beginning to grasp. While access to university in Africa and across the world remains beset by challenges, having a degree no longer guarantees work.

In a continent where over 200 million people are under 24 years old, wider changes are needed to provide jobs. Shaking up how universities are funded, and laying the foundations for a more robust public and higher education funding landscape, are good steps to making universities accessible and sustainable. But there are enormous challenges ahead.

These need scrutiny and debate – something we hope today’s online discussion, from 1-3pm BST (GMT+1) will provide. Do join us.

References

[1] Joel Samoff and Bidemi Carrol Conditions, coalitions, and influence: the World Bank and higher education in Africa (Annual Conference of the Comparative and International Education Society Salt Lake City, 7 February 2004)

Fuente: http://allafrica.com/stories/201607300146.html

Fuente de la imagen: http://blogs.elpais.com/africa-no-es-un-pais/2013/08/volver.html

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