Abel Rodríguez (*)
La humanidad y todas las especies vivas de nuestro planeta enfrentan serios problemas de desequilibrio atmosférico, este flagelo es consecuencias del calentamiento global, esta alteración climática es derivada por la contaminación medio ambiental, y esta a su vez, es generada por el uso desmedido e irracional de los recursos naturales, poniendo en peligro el sostenimiento de la biodiversidad, y por ende, la extinción de la vida.
La actual praxis desarrollista ha producido serios problemas de inestabilidad en los ecosistemas, alterando su funcionamiento y ciclo regenerativo; esta problemática ambiental debe ser enfrentada con urgencia, en este sentido, la universidad debe ser considerada como un elemento de solución y cambio, por su eficacia en la transformación, que debe ir de la vigente cultura en las relaciones económicas que propician la depredación de los recursos naturales hacia una orientada a la promoción del desarrollo sostenible que garantice el cuidado medio ambiental; lograda a través de su función educadora y formadora de nuevas culturas, valores y ética en los futuros profesionales.
De acuerdo con el exdirector de la UNESCO, Federico Mayor (1997), para lograr el desarrollo sostenible, la educación es un factor fundamental, por su capacidad abarcadora e integradora de todos los miembros de la sociedad en un fin común, aplicando diversas estrategias de enseñanza y aprendizaje, haciendo uso de las innovaciones tecnológicas y modalidades emergentes, con el propósito de generar nuevas conductas que potencien la sostenibilidad al momento de establecer estrategias de desarrollo.
En este sentido, la universidad es un elemento indispensable para el logro del desarrollo sostenible, por ser la institución educativa capaz de generar influencia significativa en la sociedad; es decir, en el contexto de la sostenibilidad, su acción contribuirá a cambiar y superar la lógica de la explotación ilimitada de los recursos naturales, maximización de la producción y las conductas de consumismo de la sociedad.
En correspondencia a lo antes argumentado, la universidad es un elemento indispensable para que la sociedad materialice el desarrollo sostenible, de acuerdo a sus funciones de enseñanza, investigación y extensión, fundamentado en la visión filosófica; Mayor (1995) señala que “el desarrollo es un derecho humano y la adopción de medidas en busca de un desarrollo social sostenible es un imperativo ético… más que el crecimiento económico, es un motor y no un fin en sí mismo…”, de acuerdo a esto, es tarea fundamental de la universidad reestructurar la actual racionalidad teórica, práctica y ética de los procesos académicos, para generar el cambio de un modelo de desarrollo que habitualmente se ha fundamentado en lo económico, a un nuevo modelo de desarrollo humano y sostenible.
Para impulsar el desarrollo sostenible se han establecido algunos marcos internacionales en educación y sostenibilidad, entre estos, debemos resaltar los siguientes:
a) la declaración de Talloires (1990), Francia, fue el primer documento elaborado apoyado y firmado por 328 instituciones de educación superior -110 de la región Latinoamericana- que asumieron el compromiso con la sostenibilidad y el medio ambiente; entre los punto presentes en la declaración, resaltamos: 1)Promover la conciencia ambientalmente sustentable; 2) comprometerse en la educación, la investigación y la formación política para alcanzar un futuro sustentable; 3) desarrollar programas de investigación y planes para un futuro ambientalmente sustentable; y 4) ayudar a desarrollar la capacidad de los profesores para enseñar sobre el desarrollo sustentable.
b) Declaración de Halifax (1991), Canadá; según la cual, los rectores de 33 universidades y presidentes provenientes de 10 países de los 5 continentes, establecieron como objetivo del encuentro, definir el rol de las universidades hacia el medio ambiente y el desarrollo sostenible.
Además de las declaraciones anteriores, también debemos tener presente a la Declaración de Kyoto Japón, la Carta Cre-Copernicus en (1993), la declaración de Barbados (1994), el informe presentado a la UNESCO por la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XX (1996); la Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI: Visión y Acción (1998); la Declaración de UBUNTU en Educación, ciencia y Tecnología para el Desarrollo Sostenible (2002); y el Comunicado de la 34° reunión de la conferencia General de la UNESCO, mesa redonda ministerial sobre educación y desarrollo económico (2007).
De acuerdo a las anteriores declaraciones e informes referidos, la universidad se constituye como el elemento indispensable para el logro del desarrollo sostenible, y su intervención debe ser urgente para dirimir los problemas climáticos, que derivan de la dinámica del desarrollo económico y social, que ha traído consigo el proceso de industrialización, y que han originando cambios desfavorables en los ecosistemas por el uso masivo e irracional de los recursos naturales, ocasionado contaminación al medio ambiente, lo que viene afectando a las especies vivas en el planeta. A modo de ejemplo, se estima que en el año 2012 fallecieron 7 millones de personas por la exposición a la contaminación atmosférica (OMS 2016).
Así mismo, en el año 2014 el promedio de la temperatura global superó 0,5 grados centígrados; las lluvias casi alcanzaron el máximo histórico ocasionando inundaciones en la India, Sri Lanca, Pakistán, península Balcánica, Bangladesh, Mozambique, Marruecos, Tanzania, Kenya, Argentina, Paraguay y Brasil ( 1 ONU 2016).
El desequilibrio climático ha provocado la disminución considerable de la producción agrícola y pecuaria, y si miramos las consecuencias del cambio climático, en el corto plazo estaríamos frente a un planeta insostenible, aumentando el riego de extinción de la vida.
El modelo de desarrollo que ha imperado en Latinoamérica está fundamentado en la explotación de materias primas, utilización desmedida de los recursos naturales y producción de alimentos; aun cuando, este modelo ha generado crecimiento económico, no obstante, su praxis ha provocado desequilibrio ambiental. ( 2 ONU 2016).
Hasta este punto, debemos preguntarnos ¿qué medidas son necesarias tomar para evitar que el actual modelo de desarrollo continúe deteriorando el medio ambiente? De acuerdo a lo expuesto, es necesario replantearnos las actuales pautas en materia de desarrollo vienen siendo aplicadas en la región; dada la urgencia en resolver la problemática ambiental, la humanidad requiere nuevas formas de crecimiento económico que supere la lógica de la explotación ilimitada de los recursos naturales y las conductas de consumismo de la sociedad, que sea capaz de garantizar el desarrollo sostenible.
Es indispensable que la sociedad logre concienciar que nuestro planeta posee recursos limitados y es imposible que continúe respondiendo a los actuales patrones de consumos; bajo esta perspectiva, algunos autores a principios de la década de los sesenta, propusieron una visión de desarrollo contraria al modelo que actualmente impera, en este sentido, la Comisión Mundial sobre Ambiente y Desarrollo elaboró un informe denominado “Nuestro Futuro común”, en donde se redefine el término de “desarrollo” a “desarrollo sostenible”, señalando que “Está en manos de la humanidad hacer que el desarrollo sea sostenible, duradero, a saber, asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las futuras generaciones para que satisfagan las propias…” (ONU, 1987:23).
Esta nueva visión de desarrollo muestra la urgente necesidad que tiene la humanidad de cambiar la forma de explotar los recursos naturales, hacia una con criterio de racionalidad, solo bajo esta perspectiva lograremos la sostenibilidad y la existencia de la vida en el planeta, ahora bien, nos preguntamos, qué estrategias aplicar para el estudio, comprensión y difusión de este modelo de desarrollo para que la sociedad lo alcance en su totalidad; sin lugar a dudas, la educación es una de las facultades humanas efectivas para esta pretensión.
En este sentido, es un reto para la educación latinoamericana, en particular para la universitaria, cumplir con las siguientes tareas; “la conservación, progreso y difusión del saber a través de la investigación, la creación intelectual, la enseñanza y la difusión de conocimiento…” (UNESCO, 1998). Es por ello, que las universidades latinoamericanas deben avocarse a la búsqueda a la solución del problema de contaminación medio ambiental, y a la promoción de la cultura, valores y ética orientada al desarrollo sostenible, fundamentada en el aprovechamiento adecuado de los recursos naturales, que de acuerdo con Aznar (2006), se debe hacer a través de los diferentes tipos de racionalidades: racionalidad teórica (Saber), racionalidad práctica (Saber Hacer) y racionalidad ética (Saber Ser y Valorar).
En este mismo orden de ideas, Leff (2008:24) establece “Plantear algunas ideas desde una visión crítica de la racionalidad económica dominante, y avanzar una propuesta para construir otra economía fundada en una racionalidad ambiental”. Asimismo plantea, La racionalidad ambiental fundamenta la construcción de una economía sustentable racionalmente productiva con ética y pensamiento creativo que apertura un futuro sostenible. La racionalidad ambiental permite construir un mundo sostenible y abrir un futuro viable para la humanidad (Leff 2008).
De acuerdo a lo anterior, la racionalidad ambiental desconstruye la forma tradicional de círculo cerrado, unitario y universal del mercado y lo apertura a una relación infinita de cultura y naturaleza (Leff, 2004).
CONCLUSIONES
1. La educación universitaria latinoamericana se constituye en un elemento indispensable para lograr el desarrollo sostenible en la región, fundamentada en la racionalidad ambiental, a través de los diferentes tipos de racionalidades:
Racionalidad teórica (Saber), racionalidad práctica (Saber Hacer) y racionalidad ética (Saber Ser y Valorar), nos permitirá reorientar los conocimientos imperantes que rigen las actuales pautas en materia de desarrollo de las naciones regionales, es decir, repensará el saber existente para propiciar un cambio hacia la sostenibilidad.
2. La educación universitaria latinoamericana, al desarrollar un pensamiento racional ambiental en los profesores y estudiantes universitarios de la región, nos permitirá entender e interiorizar la necesidad urgente del desarrollo sostenible.
3. La educación en las instituciones universitarias latinoamericana, fundamentada en la racionalidad ambiental, generará cambios en el pensamiento humano de la región, en promoción al desarrollo sostenible.
BIBLIOGRAFÍAS
Aznar Minguet, P. (2006). El reto educativo de la sostenibilidad en el marco del espacio europeo de la educación superior. En A. Escolano Benito, Educación superior y desarrollo sostenible. Madrid: Biblioteca Nueva.
Leff, E. (2008), Discursos sustentable. Ambiente y democracia, México, Siglo XXI Editores.
Leff, E. (2004), Racionalidad ambiental. La reapropiación social de la naturaleza, México, Siglo XXI Editores.
Mayor, F. (2009) Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (1995), La problemática de la sostenibilidad en un mundo globalizado. Revista de Educación. Educar para el desarrollo sostenible, número extraordinario 2009, pp. 25-52
Mayor, F. (1997) Conferencia general de la UNESCO “Educación para un futuro sostenible”.
OMS. (2016). [Página Web en Línea]. Disponible: http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2014/air-pollution/es/ [Consulta: 2016, agosto 19]
( 1 ONU) (2016) [Página Web en Línea]. Disponible:http://www.un.org/spanish/News/story.asp?NewsID=31960#.Vo0h2rbhBdg [Consulta: 2016, agosto 19]
( 2 ONU) (2016) [Página Web en Línea]. Disponible: http://www.cinu.org.mx/prensa/comunicados/2010/PR10163UNEPPoliticasAmbientales.htm [Consulta: 2016, agosto 19]
ONU. (1987). Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y elDesarrollo (Comisión Brundtland): Nuestro Futuro Común.
Picón, G. (1994) El proceso de convertirse en universidad. Aprendizajeorganizacional. Caracas: FEDUPEL.
UNESCO. (1998) Hacia un programa 21 para la Educación Superior, y Declaración Mundial Sobre Educación Superior en el siglo XXI. Paris.
(*)Abel Rodríguez
contacto: abelantonioo@gmail.com
El autor forma parte del Doctorado Latinoamericano en Educación Políticas Públicas y Profesión Docente.
El presente es un artículo inedito, publicado con el consentimiento del autor.
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