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República Dominicana: UCE analiza aportes de neurociencia a educación

República Dominicana / 15 de julio de 2018 / Autor: María Teresa Morel / Fuente: El Caribe

La Universidad Central del Este (UCE) quiere convertirse en la primera academia del país que imparta el Doctorado en Neurociencia.

Así lo manifestó el licenciado Oom Blanco, director de la Escuela de Psicología del centro, durante el Primer Simposio Internacional de Neurociencia Cognitiva Aplicada, realizado por la UCE con la participación de expertos de República Dominicana, Argentina y Puerto Rico, en el cual se abordaron los aportes neurocientíficos al aprendizaje, la docencia, la organización, la ciencia forense, la ética y la neuroestimulación infantil en la educación, entre otros.
“La idea es que se vaya fortaleciendo, primero, todo el currículo, trabajar con el proceso de acreditación y, luego que todo eso se conforme, empezar a diseñar programas que apunten al doctorado. Es decir, especializaciones, maestrías y en último término el doctorado”, dijo.

Indicó, sin embargo, que para hacer doctorados hace falta formar profesionales capacitados que lo impartan “porque deben tener uno a dos grados por encima de la persona a la que se le imparte. Es decir, tener licenciatura, grado universitario, maestría, especializaciones y postgrado”.

“Es hacia donde apunta la universidad”, manifestó el académico tras informar que la UCE firmó un convenio para impulsar ese proyecto que involucra al Centro Internacional para la Formación de Autoridades y Líderes de la ONU (CIFAL-UNITAR) y el Buró Internacional de Neurociencia Cognitiva Aplicada (BINCA).

Fuente de la Noticia:

UCE analiza aportes de neurociencia a educación

ove/mahv

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España: Serotonina, el neurotransmisor que podría acelerar el aprendizaje

España / 8 de julio de 2018 / Autor: Pedro González / Fuente: OK Diario

Los neurotransmisores son muy importantes en nuestra vida, pues según la cantidad de ellos que segreguemos, podemos sentirnos más estresados, más felices, más eufóricos, etc. Pero ahora, un nuevo estudio indica que la serotonina, uno de los más importantes neurotransmisores de nuestro organismo, podría acelerar los procesos de aprendizaje.

El nuevo estudio ha sido llevado a cabo en ratones. Al parecer, esta sustancia química usada por las células nerviosas y las neuronas para su comunicación interna y que tiene gran poder sobre el comportamiento humano podría ser mucho más de lo que pensamos.

Hace décadas que el mundo científico está intentando desarrollar una teoría integral que explique todas las funciones de los neurotransmisores, en especial, la serotonina. Sin embargo, es complicado aislarla.

De todas formas  la comunidad científica no se rinde, y ahora un nuevo equipo internacional de científicos especifica que podría servir para entender qué papel juega en el aprendizaje.

Los datos se han obtenido gracias a un modelo matemático novedoso, a través del cual se ha descubierto que acelera la capacidad de aprendizaje en ratones. Los expertos han descubierto que, si se acelera de forma artificial aplicando luz, las neuronas de serotonina se activan, haciendo que el sujeto se vuelva más ágil asumiendo cambios flexibles.

Cómo afecta la serotonina al aprendizaje

Según los autores del estudio, los roedores daban más relevancia a la información nueva, cambiando de opinión a mayor velocidad cuando se activaban las neuronas específicas. Así que dedujeron que contribuía a la plasticidad cerebral, por lo que es mucho más que un potenciador anímico.

Ahora, la ciencia puede entender ciertos fenómenos, como la capacidad de losantidepresivos inhibidores de la recaptación de la serotonina son mucho más efectivos cuando se combinan con las terapias conductivas que refuerzan el aprendizaje partiendo de estrategias de comportamiento para reducir o eliminar los síntomas depresivos.

Estos resultados se han obtenido gracias al ingenio experimental de los científicos implicados en el estudio, que introdujeron a los ratones en una cámara en la que activaban un dispensador de agua a su derecha, mientras que a su izquierda había otro descargador de agua que solo funcionaba en función de ciertas posibilidades.

Los roedores fueron estudiados, observando cuánto tardaban en discernir que la forma de encontrar agua era variable, pues a veces lo hacían de manera inmediata y otras tras un rato de espera.

Esta fue la variable que indicó que la toma de decisiones y el aprendizaje también están relacionados con la segregación de serotonina.

Fuente de la Noticia:

https://okdiario.com/ciencia/2018/07/01/serotonina-neurotransmisor-que-podria-acelerar-aprendizaje-2486935

ove/mahv

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Como cambia nuestro cerebro al aprender (Video)

España / 13 de mayo de 2018 / Fuente: Centro Escuela Claridad / Fuente: Vimeo

David Bueno explica cómo cambia nuestro cerebro al aprender.
David Bueno es un científico rodeado de preguntas: ¿Cómo aprendemos? ¿Cómo piensa un adolescente? ¿Cuál es la mejor edad para comenzar con un segundo idioma? No quiere dejar ninguna sin respuesta porque como anuncia en su último libro, su pasión es contar todo lo que siempre hemos querido saber sobre el cerebro de nuestros hijos y nunca nadie se atrevió a explicarnos. Profesor de genética en la Universidad de Barcelona, David Bueno explica que la neurociencia ofrece claves que modificarán nuestra forma de enseñar y aprender.

 

 

Fuente: https://vimeo.com/269060602

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Óptimo aprendizaje…¿con estilo?

México / 19 de noviembre de 2017 / Autor: Luis Javier Plata / Fuente: Revista ¿Cómo ves?

Los padres de Francisco estaban muy contentos: acababan de inscribir a su hijo en una escuela que maximizaría la capacidad de aprender de su retoño. » Su hijo no está usando ni el 50% de sus capacidades naturales», había dicho la directora del plantel, un centro educativo que antes que imponerle una sola forma de enseñanza a todos sus alumnos, mediante un simple cuestionario determinaba a través de qué sentido (vista, oído o tacto) Paco aprovecharía al 1»% el nuevo ciclo escolar. «¿Son tus hijos visuales, auditivos o cinestésicos? a) ¿Aprende más cuando lo ve? Enséñale con videos y palabras escritas en un pizarrón. Le conviene tomar notas; b) ¿Aprende mejor escuchando? Entenderá mejor si lee en voz alta o si mueve los labios al leer; c) ¿Su aprendizaje es óptimo cuando toca las cosas? Viajes y juegos de roles le ayudarán a recordar. Necesita descansos frecuentes». «¡Las aplicaciones de la ciencia del cerebro en la educación son impresionantes!», concluyó el papá de Panchito.

Uno de los mitos del cerebro (los también llamados neuromitos) más extendido en el ámbito de la educación es el de los estilos de aprendizaje, según el cual preferimos usar diferentes sentidos para procesar la información que recibimos, por lo que aprendemos de manera más eficiente cuando la lección es diseñada para cada tipo de persona tomando en cuenta la vía sensorial que prefiere. Algunos promotores de los estilos de aprendizaje (y uno que otro despistado en revistas de divulgación como Publicaciones Didácticas de octubre de 2016) llegan incluso a asegurar sin mayor cuestionamiento y sin explicación ni evidencia alguna de por medio, cosas tan absurdas como que «el primogénito de una familia elige ser visual o auditivo», o que  «la persona táctil es muy emocional», pues «lleva el corazón a flor de piel».

Escuelas de todos los niveles (de kinder a universidad) gastan cada año cantidades masivas de dinero en cursos y talleres de «actualización» para enseñar con los imaginarios estilos de aprendizaje, por no hablar de los incontables padres que están convencidos de que si su hijo no recita al derecho y al revés la tabla del siete, es culpa de sus profesores, quienes aún no se enteran de que el estilo de aprendizaje de Paquito o Lupita es táctil y necesitan «sentir las cifras» con sus manos en vez de escuchar 100 veces durante cada recreo el disco: ¡Multipliquemos con Pepa Puerquita!

Y a pesar de que no hay ninguna evidencia sólida que respalde la teoría de los estilos de aprendizaje, y sin importar que haya sido refutada desde hace más de cuatro décadas por numerosos estudios (varios de ellos enlistados, entre otras partes, en Theory and Research in Education, 2015), tan errónea idea sigue siendo ampliamente conocida y aceptada hasta hoy. Investigaciones recientes en diferentes partes del mundo muestran que para un alto porcentaje de maestros, está más que comprobado (no es verdad) por la ciencia moderna del cerebro que sus alumnos visuales se verán (perdonando la redundancia) beneficiados con lecciones preparadas para ese estilo de aprendizaje, y que lo mismo ocurrirá si se enseña a cada uno de los tipos de alumnos con el estilo que le corresponda.

Maestros de míticos estilos

Dos estudios son ilustrativos de la adopción de los estilos de aprendizaje por los maestros: en el primero, en el que participaron 283 maestros de la parte francesa de Suiza, prácticamente todos (o para ser rigurosos 95% de ellos) estuvieron de acuerdo con la afirmación de que algunas personas eran visuales, mientras que otras eran auditivas, y casi todos los maestros (85%) creían que las investigaciones del cerebro apoyaban esto y que un enfoque pedagógico que tomase en cuenta las pregonadas diferencias favorecería el aprendizaje de sus alumnos (Mind, Brain and Education, 2015). En el segundo estudio, para casi el total (95%) de los 573 futuros maestros inscritos en el Departamento de Educación de la Universidad de Atenas, los estilos de aprendizaje fueron, entre varios neuromitos, el más conocido y aceptado. Por ello sería bastante deseable -tanto para los profesores como para sus alumnos- que quienes impartan clases algún día, griegos o de la nacionalidad que sean, incluyan en su currículo universitario un curso de neurociencias con el fin, no ya de convertirse en investigadores en esta área ni en neurocirujanos, sino tan solo de desechar mitos sobre el cerebro tan o más perniciosos que el que aquí nos compete.

La idea de clasificar a las personas por su supuesto estilo de aprender data de los años 40, cuando surgieron propuestas bastante discutidas y discutibles en psicología, como el test de personalidad de Myers-Briggs, aunque este llamado «modelo visual-auditivo-cinestésico» es fruto setentero de la pesudocientífica programación neurolingüística (la misma que cuenta, entre sus descubrimientos «científicos», que si los ojos de nuestra madre miran hacia la izquierda mientras nos dice que somos su hijo consentido, nos está diciendo una mentira piadosa).

Habilidades o hábitos

Como acertadamente señalan los psicólogos Doug Rohrer y Harold Pashler, aun suponiendo que en verdad existieran diferentes estilos de aprendizaje, una asignatura pendiente sería probar que los beneficios serían suficientes para considerar el gasto de dinero y tiempo en preparar múltiples versiones de cada curso dirigidas a estudiantes visuales/auditivos/táctiles (Medical Education, 2012). Y con «suficientes» se refieren a que estos beneficios por lo menos sean iguales o mayores que los de otras alternativas pedagógicas, como reducir el tamaño de los grupos de estudiantes o introducir y promover las tutorías personalizadas.

Si tuviesen razón los defensores de los estilos de aprendizaje (que no la tienen), sería interesante ver su propuesta de, digamos, una clase de música para estudiantes visuales, que supuestamente sacarían más jugo de ella viendo un piano en lugar de escucharlo o tocarlo. Rohrer y Pashler sugieren también que la popularidad de este neuromito puede deberse a una confusión entre estilos y habilidades de aprendizaje, ya que es verdad que, por ejemplo, las habilidades visual y verbal varían de una persona a otra, sin que esto signifique que alguien con gran habilidad verbal aprenda mejor oyendo un audiolibro que leyéndolo.

En definitiva, lo que Paco, sus padres y el resto de nosotros requerimos para aprovechar al máximo las lecciones de nuestros maestros no son estilos, sino hábitos de aprendizaje.

Fuente:

Tomado de la Edición Impresa de la Revista ¿cómo ves?, Revista de Divulgación de la Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México, Año 19, No. 228, Páginas 28 y 29.

Más información en:

http://www.comoves.unam.mx/

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“En la educación tradicional, hasta los niños que sacan buenas notas desconectan, pierden la curiosidad”

Por: Carolina García

El cerebro es potente y está diseñado para aprender sin esfuerzo, no necesita lecciones formales para hacerlo

Son muchos los expertos que están evidenciando la pérdida de talento en los centros educativos, una pérdida de talento que muchos achacan a la educación tradicional, basada en la obtención de objetivos por cursos, iguales para todos y no valorando a cada alumno como individuo. “Hasta ahora, nuestro sistema educativo ha sido pensado de forma ideológica —a partir de ideas, tradiciones, valores—, pero no lo hemos pensado de forma científica a partir de los grandes principios biológicos que gobiernan el pleno desarrollo de la inteligencia humana”, explica Céline Alvarez, pedagoga y autora de Las leyes naturales del niño. “Desde hace décadas”, prosigue, “imponemos a nuestros hijos clases donde tienen que aprender cosas que no les interesan, y tienen que hacerlo de forma pasiva, siguiendo instrucciones, sin realmente poder equivocarse, rodeados de niños de la misma edad de los cuales no pueden aprenden mucho”.

Somos seres sociales y para favorecer el pleno desarrollo de nuestros potenciales, lo que más nos hace falta es la presencia, la benevolencia y la ayuda del otro. “Cuando nos falta esta conexión, cuando nos sentimos solos, o juzgados, o aislados, o no queridos, nuestro organismo sufre un gran estrés que genera la secreción del cortisol, que estropea estructuras tan fundamentales como las de la memoria o de las competencias cognitivas superiores. Al revés, la relación empática y cálida favorece una increíble floración de las conexiones neuronales en estas regiones. Así que el amor no es una opción. Este vínculo representa un catalizador de inteligencia y de salud”.

“Para fomentar esto, y gracias a la ciencia, sabemos que los niños están muy predispuestos a memorizar lo que les interesa, siendo activos y comprometidos, equivocándose y repitiendo todas las veces que les haga falta, y siendo rodeados de niños de distintas edades para aprender de los mayores y consolidar sus conocimientos compartiéndolos con los más pequeños”. Pero no llega, a pesar de la pasión y del compromiso extraordinario de nuestros profesores, este sistema inadaptado interfiere con el desarrollo de los potenciales individuales, “con los potenciales humanos que todos tenemos al nacer – orales, sociales, lingüísticos, matemáticos, emocionales, cognitivos, creativos- y agota a los profesores que desprenden una energía colosal por un resultado que no es satisfactorio”, añade. Es importante entenderlo: este sistema lo sufrimos todos.

Los profesores se agotan de transmitir de forma colectiva conocimiento fundamental, cuando están predispuestos a hacerlo de forma individualizada.

Por ejemplo, en Francia el 40% de los niños salen de primaria con dificultades en lenguaje y en matemáticas. Por su parte, España tiene pocos alumnos brillantes. El Ministerio de Educación lo considera “la pequeña asignatura pendiente”. En el extremo opuesto, también tiene un 3% menos de alumnos rezagados (10,3%), aquellos con un nivel inferior al que se considera adecuado al terminar la enseñanza obligatoria, así quedó retratado en el último informe PISA con datos de 2015. La muestra incluye más de 37.000 alumnos de 980 centros españoles y participaron por primera vez todas las comunidades autónomas con datos propios.

 La comunidad educativa debe saber que el cerebro es potente y está diseñado para aprender sin esfuerzo, no necesita lecciones formales para hacerlo. “En esta educación tradicional, hasta los niños que sacan buenas notas desconectan”, agrega Alvarez. “Se desenganchan de lo que son verdaderamente, dejan de buscar el sentido de las cosas, pierden la curiosidad porque se tienen que pasar los días respondiendo a instrucciones exteriores, intentando satisfacer al adulto. Pero cuando toda esa vida interior tan creativa y luminosa se calla, no solamente pierden los niños; perdemos todos”, continúa.

El sistema de educación tradicional afecta a los niños y a los profesores también. “No solo afecta a la hora de aprender, sino también de transmitir”, añade. Los profesores se agotan de transmitir de forma colectiva conocimiento fundamental, cuando están predispuestos a hacerlo de forma individualizada. “Así que tienen que trabajar en un sistema que va en contra de sus necesidades y, además, lo tienen que hacer con más de 25 niños que también se defienden de un sistema que no les conviene. Es normal que emerjan tensiones, conflictos y que cada uno termine el día exhausto”. Para la experta, necesitamos ya un sistema que pare de interferir y que respete los mecanismos biológicos de todos. Y aquí es donde entra la neurociencia.

“Sabemos que replicar o implementar un sistema fijado sin tener en cuenta las condiciones de cada uno nos lleva al fracaso”

Para Alvarez, hoy las neurociencias confirman muchas de las intuiciones que han tenido grandes pedagogos e invalidan otras, pero aportan – por primera vez en la historia de los sistemas educativos – informaciones objetivas para pensar la educación de manera «fisiológica» y no dogmática, “invitándonos, más o menos, a hacer exactamente lo contrario de lo que estamos haciendo ahora”. “Pero aunque nos de grandes indicaciones que delinean los contornos de un marco pedagógico fisiológico, no pueden dictarnos un método fijado. En este ámbito, cada uno tiene que experimentar las respuestas pedagógicas, las más adecuadas, tomando en cuenta su propia personalidad y la de los niños”. “Sabemos que replicar o implementar un sistema fijado”, prosigue, “sin tener en cuenta las condiciones de cada uno nos lleva al fracaso. Así que estoy convencida de que lo más eficaz sería justamente no tener método, sino conocimiento, buen sentido y flexibilidad”.

Para demostrar su teoría, Alvarez realizó un experimento en 2011 en París con niños de tres, cuatro y cinco años. “El objetivo era demostrar que aunque los pequeños vivan en un barrio desfavorecido -como es el caso de Gennevilliers en la capital francesa- cuando se respeta la manera natural de aprender y de transmitir, no solo aprenden sino que van más allá de lo que creíamos que eran capaces”. También la experta descubrió que aprender de forma natural tenía consecuencias positivas en su personalidad y en cómo se comportan con los demás, mejorando sus habilidades sociales y morales. “Son más generosos, benevolentes, empáticos, autodisciplinados”, explica. Pero este experimento solo es un punto de partida. “Creo que es importante ir más allá, por ejemplo mezclando niños de edades todavía más distintas, ofreciendo más vínculo con la naturaleza, y permitiendo más tiempo de juego libre”, argumenta.

El entorno es la clave en el desarrollo de la inteligencia humana. «El cerebro del recién nacido es muy inmaduro, irá estructurando las experiencias sociales, físicas, lingüísticas, sensoriales, que le ofrece el entorno. Esta plasticidad cerebral representa a la vez una gran oportunidad y una gran vulnerabilidad: el impacto del entorno puede ser muy favorable si nutre y sostiene; pero también puede ser muy desfavorable si interfiere, impide, si es violento o estresante», explica la explica la experta. “Lo que hay que hacer es parar de interferir con las motivaciones endógenas que empujan a nuestros niños a explorar el mundo. Nuestra única tarea, sencilla pero extremadamente difícil, es permitir que el niño se ponga en contacto -tanto tiempo que la haga falta- con esas situaciones que van a nutrir sus circuitos neuronales en pleno desarrollo”, concluye Alvarez.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/11/06/mamas_papas/1509968976_292740.html

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Las Neurociencias en la Educación

Argentina / 1 de octubre de 2017 / Autor: 

Publicado el 25 sep. 2017
Nos acompaña el Dr. Roberto Rosler, médico Neurocirujano, especialista en neurociencia. Egresado con Diploma de Honor de la Universidad de Buenos Aires y actualmente ocupa el cargo de Director Académico de la Asociación Educar para el Desarrollo Humano.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=XJeAfTYvOcE
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Los atajos de la neurociencia para eludir problemas de la enseñanza

Argentina / 17 de septiembre de 2017 / Autor: Redacción / Fuente: Conversaciones Necesarias

Entrevista a Patricia Sadovsky, investigadora en Didáctica de la Matemática, profesora de la Universidad Pedagógica, integrante de la Secretaría de Cultura del SUTEBA

Conversaciones Necesarias: ¿Cómo interpretás este avance de las neurociencias en la política educativa? ¿Qué efectos tiene en el campo educativo?

Patricia Sadovsky:  Pareciera que desde las políticas oficiales se ofrece el atajo de las Neurociencias Educativas, a través de una relación mecánica entre diagnóstico e intervención docente. Te cuento una anécdota con la que tomé contacto en estos días que puede ser útil para reflexionar un poco sobre esta relación. A través de una amiga me llama una mamá desesperada porque su hija, que está en sexto grado, “no puede aprender las cuentas y en la escuela la mandaron a hacer un diagnóstico”. Buceo un poco en la conversación y, en realidad, pareciera que olvida sistemáticamente los mecanismos convencionales de las cuentas. Le pregunto si puede resolver problemas y me dice que sí, que con eso no tiene dificultad, que reconoce bien cuándo tiene que sumar, restar, etc. Pero ahora viene lo interesante: para que en la escuela le permitan usar la calculadora a la alumna, le dicen, necesitan un diagnóstico de discalculia!; la mandan a un instituto de neurociencias para obtenerlo y le trasmiten que lo pide el Ministerio y que “sería injusto sino mediara el diagnóstico que use calculadora si los otros chicos no la usan”. El diagnóstico cumpliría la función de justificar el uso de la calculadora! Quedo perpleja. Me sorprende la posición reactiva frente al uso de la calculadora en sexto grado pero más me sorprende que algo que es claramente del ámbito de la decisión de los docentes, de la institución, se transfiera a un diagnóstico que se realiza fuera de la escuela por personas que no tienen que ver con la enseñanza. Dejo de lado la discusión sobre calculadora sí, calculadora no, muy transitada por otra parte,  para resaltar otra cuestión: la embestida a favor de las neurociencias le arrebata a la escuela algo que es inherente a su responsabilidad. Esa es la operación extractiva que hay que analizar con cuidado: la ajenidad que se les propone a los docentes respecto del contenido de su propio trabajo. Esto vacía la escuela.

Vemos en general, que se despliegan por todos lados acciones de carácter propagandístico por parte de instituciones dedicadas al estudio del funcionamiento cerebral en las que sin ningún respaldo se ofrecen cifras exageradas sobre la extensión de la población escolar que padece déficits de tipo atencional, discalculia o dislexia debido a problemas biológicos en el funcionamiento cerebral. Asimismo pareciera que los estudios que dan cuenta de las activaciones cerebrales que se producen a raíz de ciertos estímulos resultan suficientes para prescribir actividades en la escuela que estimulen las zonas cerebrales que comprometerían tal o cual adquisición. Aún en el caso de que algunos de esos estudios detectaran problemas reales, proponer soluciones que actúen en el nivel funcional no dice nada respecto de la enseñanza que favorecería los aprendizajes.

No es la primera vez que se intenta desde afuera del sistema educativo aplicar resultados de una disciplina que se producen en contextos que están completamente alejados de los propósitos de la institución escolar para ofrecer soluciones a los problemas de enseñanza. Creo que hay dos efectos graves: por una parte la patologización de los estudiantes y, por otra, al retirar desde las políticas públicas condiciones para que se produzcan respuestas por parte de los propios actores de las instituciones, se desconoce el lugar de los docentes como productores de conocimiento sobre la enseñanza a partir del análisis crítico de sus prácticas. Creo que los docentes quedan en una posición de mucha soledad, de mucha desprotección.

Conversaciones Necesarias: Hay mucho escrito sobre la relación entre las neurociencias y las matemáticas (por ej. la edición en Argentina del libro de Stanislas Dehaene, El cerebro matemático). ¿Qué opinás sobre esa asociación entre el avance de la investigación sobre las operaciones cerebrales vinculadas con la matemática y la enseñanza de las matemáticas en las aulas?

Patricia Sadovsky: Me detengo en esta idea de operaciones cerebrales vinculadas con la matemática. Dehaene habla de algo que denomina sentido numérico. ¿Qué es? Se trata de la capacidad humana de percibir tempranamente cantidades aproximadas de objetos de modo tal que un niño puede registrar “a simple vista” en una pequeña colección de objetos que algo ha cambiado si se retiran o se agregan elementos. Las diferentes experiencias de laboratorio que relata dan cuenta de  las zonas del cerebro que se activan frente a tareas de percepción, a veces de comparación de números o de sumas elementales. ¿Por qué se afirma que estos datos demuestran que el cerebro es el órgano que nos permite crear la matemática? ¿Es que se aprendió a operar por la activación de una determinada zona cerebral o por participar de manera activa de un grupo social en el que se movilizan ciertas herramientas para enfrentar determinados problemas? Entendemos, en cambio, que lo que nos permite crear matemática es la posibilidad de integrar una comunidad –científica, escolar- en la que se trabaja con las ideas matemáticas ya producidas para resolver problemas, es la búsqueda de coherencia entre lo que dicen unos y lo que argumentan otros, son los mecanismos de generalización, extensión, abstracción, deducción que se van poniendo en juego cuando se examinan colectivamente las relaciones utilizadas en una cierta situación, es la posibilidad de apelar a diferentes formas de representación en función de los aspectos que se quieren hacer visibles. O sea, la matemática es una producción cultural y social y en tanto tal, se desarrolla en interacción con otros y con lo ya producido.

Al pensar la enseñanza es importante revisar algunas de las ideas que se transmiten en El cerebromatemático. Se sostiene, por ejemplo, que para algunos niños las fracciones “son muy difíciles de aprender porque su maquinaria cortical resiste a un concepto que va en contra del sentido común”. Se trata de una opinión. No hay como fundamentar semejante argumento. Pero aun aceptándolo, ¿qué herramientas aporta para la acción docente? Cuando los niños entran en contacto con las fracciones en la escuela, llevan años viéndoselas con los números naturales. Han construido en su vida escolar unas cuantas certezas que la introducción de las fracciones viene a romper. Conocer cuáles son esas rupturas, analizarlas, tomar conciencia de ellas permite a los docentes elaborar estrategias de intervención a través de las cuales podrán discutir con sus alumnos las diferencias entre números naturales y números fraccionarios. Es el análisis de las exigencias que el nuevo concepto supone para el alumno lo que podrá constituir una ayuda para los maestros. La circulación de “diagnósticos” no fundamentados sobre las dificultades infantiles no orienta el accionar docente. El ejemplo apunta a subrayar que ciertas explicaciones basadas en la arquitectura cerebral, aun aceptándolas, están lejos de contribuir al trabajo de enseñanza.

Otro aspecto que me preocupa mucho se refiere a las interpretaciones que se hacen sobre la base del modo en que niños de nivel inicial resuelven ciertas tareas aritméticas básicas. Efectivamente, se concluye que si los chicos responden correctamente ciertos ejercicios es porque tienen intuición temprana de las magnitudes lo cual a su vez permite predecir éxito escolar futuro. Esta posición atribuye a algo llamado “intuición temprana” lo que en realidad es resultado de las experiencias de interacción social con lo numérico que los niños tienen oportunidad de vivir. Nuevamente el diagnóstico que predetermina se antepone a la propuesta de ofrecer un encuentro con lo numérico que enriquecería la experiencia infantil y generaría buenas condiciones para el aprendizaje.

Conversaciones Necesarias: Cuando sostenés que la matemática es más que un jueguito de ingenio ¿Con quién estás discutiendo? ¿Con qué concepción de la enseñanza de las matemáticas?

Patricia Sadovsky: Estoy discutiendo con quienes piensan que una colección de acertijos que podrían resultar atractivos o divertidos para los estudiantes es un buen sustituto para descartar prácticas muy fragmentadas o mecánicas que todavía suelen ser predominantes en muchas aulas de matemática. Como si se pudiera de un modo casi mágico, retirar un producto del escritorio de los alumnos –la enseñanza mecánica- y reemplazarlo por otro –los juegos de ingenio-. Sin embargo, una sucesión de actividades no permite entablar un vínculo potente con una cierta disciplina. Para ello es necesario reflexionar con los estudiantes sobre las ideas que se van poniendo en juego, relacionar unas con otras, analizar qué mecanismos están detrás de su utilización, considerar su alcance, encontrar sus límites, y sobre todo, ir construyendo una historia en la que las ideas se utilicen, se reutilicen, se resignifiquen, se revisen, se retomen a lo largo del tiempo. La escena de una actividad tras otra, aunque sea más entretenida que la de una cuenta tras otra, (que por supuesto quisiéramos superar) sigue produciendo una gran fragmentación del conocimiento.

Conversaciones Necesarias: En algunos casos la divulgación de las neurociencias oscila entre las propuestas mágicas de aplicación o la resonancia selectiva (hay cerebros mejor dotados que otros, según la situación social,  la nutrición, el entrenamiento mental, etc.) ¿Cómo intervenir frente a esos enfoques?

Patricia Sadovsky: Claro, la aplicación de soluciones mágicas o la clasificación de la población escolar. Pastilla o expulsión. Creo que una clave es restituirles a los docentes su derecho a repensar la enseñanza que desarrollan tomando en cuenta el contexto en el que se desenvuelve. La convicción de que todos los chicos pueden aprender en función de las condiciones institucionales, pedagógicas y didácticas que se generen no se puede imponer, tampoco se puede asumir acríticamente como un dogma. Se puede ir elaborando en una trayectoria en la que la exploración de posibilidades, la discusión colectiva, el análisis de lo que se va intentando, el apoyo de los directivos, la discusión con otros la vayan fortaleciendo. En este clima de trabajo institucional y colectivo se puede apelar a las producciones de diferentes campos de conocimiento que contribuyan a repensar los problemas desde adentro de la institución escolar.

Fuente de la Entrevista:

Los atajos de la neurociencia para eludir problemas de la enseñanza

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