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Enseñar a aprender: el reto docente

Por: Joan Domingo y Juan Segura

La formación orientada a competencias es algo que se establece tanto por la normativa vigente como por el sentido común. Las competencias, en el sentido de la enseñanza, hacen referencia al conjunto de habilidades procedimentales, destrezas, conocimientos y actitudes que la persona debe poder adquirir y demostrar haber adquirido a lo largo de su período de formación. No obstante, una competencia no se adquiere estudiando ni enseñando sino que se aprende practicando. Por ello es frecuente en la formación profesional que se adquiera la práctica pero, llegados a la parte de, llamémosla teoría, los estudiantes lo consideren algo tedioso. Y es evidente que no lo es.

La normativa relativa a la Formación por Competencias relativo al Sistema Nacional de Cualificaciones Profesionales  está recogida en la Ley Orgánica 5/2002, de 19 de junio, de las Cualificaciones y de la Formación Profesional y en el catálogo de Certificados de Profesionalidad (Real Decreto 34/2008, de 18 de enero, por el que se regulan los Certificados de Profesionalidad). Ambas normas describen con claridad que las competencias deben tener «significación para el empleo», y que deben ser «adquiridas a través de un proceso formativo formal e incluso no formal». Es clave, entonces, disponer de profesorado con destrezas específicas para poder impartir este tipo de formación tanto formal como informal. Aunque la parte de contenidos profesionales específicos queda definida por los currículos, no es tan clara la parte de las competencias transversales. En ambos casos será del mayor interés utilizar un extenso abanico de posibilidades metodológicas que permitan trabajar sobre todo las competencias transversales, siendo estas las que quizás presenten mayor interés formativo.

En el ámbito de las tecnologías en general es importante considerar, ante todo, que el conocimiento es de rápida obsolescencia; esto es, lo que hoy forma parte de nuestro entorno tecnológico cotidiano, se verá reemplazado rápidamente por avances que influirán de forma decisiva y a un fuerte ritmo en nuestro comportamiento como sociedad. Con independencia de los estudios profesionales, hay aspectos como el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones que, con independencia del ámbito, no deben ser ajenos ni a docentes ni a discentes.

En esta idea y en este empeño es donde centramos nuestro esfuerzo en la formación del profesorado que debe encontrar las mejores formas de transmitir, por una parte, ideas clave sobre los fundamentos de cada especialidad y, sobre todo, perspectivas de futuro de la misma en base a revisiones históricas, no como una disciplina aislada, sino en relación con los hechos relevantes de cada momento para establecer las oportunas conexiones con hechos coetáneos relevantes y, por otra parte, encontrar instrumentos metodológicos variados que permitan una mayor y más óptima adquisición de las actitudes, como competencia.

La idea de que un trabajo no será para toda la vida y que cualquier trabajo, en sí mismo, cambiará con el paso de los años la forma de desempeñarlo es otro de los elementos clave de la formación profesional; para ello, los docentes deben contar con instrumentos que permitan que este concepto sea plenamente asumido por cualquier estudiante. No es suficiente con decirlo sino que, mediante actividades apropiadas, cada estudiante debe llegar a esta conclusión evidente. Algunas evidencias como esta, hay que recordarlo de forma continuada, no lo son hasta que se ponen de manifiesto y se toma conciencia de ellas.

En el caso de los docentes de la formación profesional es del mayor interés que dispongan de un variado espectro de elementos metodológicos y, para ello, es fundamental que estén instruidos para ello. Una gran parte de los formadores son profesionales del sector y, quizás en muchos casos, poseedores del antiguo título del Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP) que fue sustituido por el actual Máster en Formación Profesional, originado por el R.D. 860/2010, de 2 de julio. La formación recibida en los últimos años por los docentes que ya han cursado dichos estudios de máster va más allá de la que se impartía en el CAP y ello es esperanzador en cuanto a que, conocedores de muy variadas metodologías, puedan hacer su trabajo mirando al S. XXI y no al S. XX.

Las personas que son docentes y que no disponen de este conjunto de elementos metodológicos, porque no tuvieron instrucción en su momento para ello, deberían acceder a cursos de formación, de posgrado, de actualización, subscribirse a revistas, ya sea electrónicas o de papel, estar al día en cuanto a propuestas metodológicas para poder valorar la conveniencia de incorporarlas a su docencia a fin de poder realizar mejor sus intenciones docentes, constituidas por un conjunto de competencias específicas de la materia y  transversales como puedan ser la capacidad de entenderse con otros, negociar soluciones a problemas, encontrar consensos en debates y discusiones, saber criticar sin herir, saber escuchar los argumentos de los demás y comprenderlos, saber defender puntos de vista sin extremismos, ser ecuánimes, ser socialmente razonables, ser conscientes de la situación socioeconómica de cada momento, saber cómo progresar laboralmente sin que ello suponga perjuicio para los demás, tener comportamientos éticos, conciencia medioambiental, anteponer cuestiones de sostenibilidad y otras a cuestiones económicas y, sobre todo, aprender a aprender de forma autónoma.

Este último punto es posiblemente el más importante de cuantos objetivos se pueda plantear un docente: enseñar cómo se aprende. Esta es una competencia clave que cualquier estudiante debe adquirir y no es algo que se pueda articular mediante unas sesiones expositivas de clases, charlas, conferencias, lecturas de texto o visionado de materiales audiovisuales. Es algo que los docentes deben preparar con sumo cuidado y, para ello, deben disponer del anteriormente citado abanico de metodologías.

Las metodologías que se manifiestan más útiles en el aprendizaje son las metodologías activas basadas en el trabajo en equipo. Para ello, el aprendizaje cooperativo/colaborativo, el aprendizaje basado en problemas, en proyectos, el método del caso, la clase invertida o flipped classroom, el método de expertos derivado del método Delphi, el análisis de objetos, junto con otras metodologías activas, crean un escenario óptimo para que los estudiantes aprendan de una forma donde el camino seguido para alcanzar el aprendizaje adquiere tanta o mayor relevancia que el aprendizaje en sí mismo. Insistimos en nuestra convicción de que aquello que se haya aprendido hoy va a ser obsoleto mañana, pero que la forma en que hayamos aprendido hoy seguirá siendo válida a lo largo de toda la vida.

Deben proponerse tareas que exijan al estudiante un camino de aprendizaje sobre la forma en que se puede aprender por cuenta propia, ya que el aprendizaje auditivo, que persiguen las clases de tipo expositivo, no alcanza a la totalidad de los estudiantes; asimismo, las capacidades oratorias del profesorado son otra clave. La propuesta de tareas para hacer en casa no siempre goza del entusiasmo de los estudiantes mientras que si estas tareas contienen un cierto componente lúdico, como es el caso del visionado de vídeos, el uso de simuladores u otros materiales de apoyo audiovisual, estos encargos son mejor recibidos y crean el efecto deseado, que es que el estudiante trabaje también en casa. En cambio, proponer de forma sistemática deberes en formatos clásicos, supondrá en muchos casos que, por acumulación de los mismos o por falta de motivación en realizarlos, queden por hacer y no sólo no produzcan el efecto deseado sino que pueden conllevar penalizaciones, algo que tiene connotaciones negativas. La tradicional cultura del esfuerzo debería superarse mediante fórmulas actualizadas que alcancen el mismo fin, pero por otros medios.

Una planificación en tres fases, a) aprendizaje dirigido, b) aprendizaje guiado y c) aprendizaje autónomo, es clave para conducir al estudiante a que sea el propio responsable de su aprendizaje. En la primera fase es adecuado el uso de guías de estudio pautadas y temporizadas, con instrucciones de qué ir haciendo en cada momento; en la siguiente fase ya no es un aprendizaje completamente dirigido sino que se eliminan algunos elementos de procedimiento y se deja margen de libertad al estudiante. En la tercera fase ya se deja autonomía en el estudio y en la forma de aprender que, en cada caso, y por la evidente diversidad de los estudiantes, será distinta.

No es impropio el uso de la clase expositiva en el aula, de prácticas de taller o laboratorio perfectamente pautadas y de ejercicios y deberes extraacadémicos, pero no es recomendable como menú único. Es mucho más productivo el uso de una buena variedad de técnicas de enseñanza y de aprendizaje y, para ello, el profesional de la docencia debe tener dominio de las más variadas técnicas para poder establecer un menú metodológicamente variado que le permitirá mucho mejor hacer competentes a sus estudiantes, ya no sólo en la materia profesional que les ocupe sino para que dicha profesión se pueda desarrollar con éxito.

Finalmente, señalar que una competencia no es algo que se aprenda sin entrenamiento; no por más enseñar teoría de la natación se aprenderá a nadar, al igual que no por más explicar una competencia se aprenderá, a no ser que se practique durante mucho tiempo hasta que, de alguna forma, cada estudiante la asuma como algo propio, algo que forma parte de su forma de ser, de proceder y de pensar. Y ello supone tomar conciencia del mundo en que vivimos y en cómo será el mundo que nos viene.

Fuente: http://www.educaweb.com/noticia/2017/04/06/ensenar-aprender-reto-docente-13869/

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Fiesta, educación y ciudad

Por: Jaume Martínez Bonafé

Una escuela implicada en la ciudad toma el curriculum como pre-texto para leer de un modo crítico las prácticas sociales en la ciudad. La ciudad no es sólo una estructura, es fundamentalmente una práctica cultural.

Acabo de sobrevivir a la última fiesta de las Fallas en la ciudad de Valencia. No diré que no sea formidable ocupar la calle, gozar de la música y la gastronomía, disfrutar del ingenio y la creatividad, y bailar alrededor de la hoguera la celebración del inicio de la primavera. La fiesta, toda fiesta, nos convoca a la desinhibición, y nos libera por un rato del tiempo regulado por la producción. Sin embargo, me despierto preocupado de mi última resaca fallera con la pregunta sobre la educación en la ciudad.

Sé que la masificación en la fiesta siempre complica las cosas, pero les cuento un primer escenario. En una gran plaza llena de gente se disfruta de los fuegos artificiales. Al finalizar, se vacía lentamente dejando el suelo repleto de basura. Botellines de plástico, latas de refrescos, bolsas de chucherías varias y, en fin, no me importaría seguir con el listado si sirviera para hacer la vergüenza un poco más vergonzosa todavía. Si quieren un poco de sonido pueden añadir el de las pisadas sobre una enorme alfombra de cortezas de pipas y cacahuetes. Me pregunto, entonces, cómo se vive la ciudad, de quién es la ciudad, cómo nos apropiamos de un espacio y una experiencia urbana y social y la hacemos nuestra. Porque si fuera así, si la ciudad fuera una ciudad vivida, a la que le hemos dado sentido e identidad la propia ciudadanía, entonces haríamos como en nuestra casa, guardar en el bolsillo lo que nos sobra para depositarlo donde corresponda según una educación ecológica y responsable.

Me atrevo a abrir esta reflexión porque no creo que las fallas de Valencia sean un caso aislado. Seguramente ustedes están pensando: “¡Uy! si vinieras a las fiestas de mi pueblo!”. Así que la cuestión a debate, si queremos hacerla un poco más compleja, es por un lado, si esa parte o fragmento del curriculum que en la escuela trata los asuntos de la sostenibilidad y el cuidado de lo común está realmente conectada con nuestras prácticas cotidianas. Y, por el otro lado, si la gestión de la ciudad se muestra como un recurso o servicio público o va más allá y, además de espacio urbano, la ciudad es una posibilidad de encuentro social y cultural del que todos y todas nos hacemos partícipes.

La primera parte de la cuestión interroga a la escuela. Quizá la fiesta sea también un modo de desconectar del aprendizaje escolar si este resulta poco significativo. Una escuela implicada en la ciudad y, por tanto en sus fiestas, toma el curriculum como pre-texto para leer de un modo crítico las prácticas sociales en la ciudad. Eso nos diría Freire, con su propuesta alfabetizadora: aprender a leer con ojos críticos aquello que nos afecta y nos provoca. El escenario que les acabo de narrar sería entonces un texto que interpretar.

La segunda parte interroga a la ciudad, a sus políticas y las pedagogías implícitas en sus políticas. No solamente a las políticas más formales o institucionales. Ciertamente, los ayuntamientos gestionan los servicios, pero también un discurso institucional sobre la ciudad. No es lo mismo decir que cuido la ciudad para ti que decir que cuidamos juntos la ciudad porque es nuestra y juntos la pensamos y decidimos. No es lo mismo saberme cliente en una concepción neoliberal de la ciudad que saberme sujeto protagonista de las decisiones que atañe a mi ciudad. En la primera lógica neoliberal no hace falta mucha educación, pago mis impuestos para que limpies lo que ensucio. En la lógica del sujeto político hace falta una pedagogía política que nos enseñe el valor de lo común, el sentido del cuidado de lo público, la capacidad de decidir sobre lo que a todas y todos nos atañe. El tejido social y asociativo que nutre la ciudad debe pensar igualmente sus pedagogías. Las ONG, asociaciones culturales y festivas, sindicales, etc., tienen en la ciudad una pizarra en la que escribir su didáctica crítica.

La ciudad no es sólo una estructura física, un espacio urbano. Es también y fundamentalmente una práctica cultural en la que se desarrolla nuestra experiencia de lo cotidiano conformando nuestra identidad. “… No hablo de la ciudad sino de aquello en lo que a través de ella nos hemos convertido” decía Rainer-María Rilke, en su Diario Florentino. Así, por una parte la escuela deberá incorporar una mirada algo menos cerrada e instrumental sobre la ciudad, para facilitar su analítica discursiva. Y la ciudad deberá pensarse como texto pedagógico pues cada práctica cultural entre sus calles y plazas produce un potente significado.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/03/28/fiesta-educacion-y-ciudad/

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Competencias, educación y elecciones.

Por: Juan Morales Ordoñez.

En los años noventa del siglo anterior, el mundo empresarial posicionó una de las acepciones del término competencias capacidades, utilizándolo en los procesos de contratación y evaluación del desempeño de sus colaboradores. Posteriormente, a inicios de los dos mil, en Europa, se empleó esta palabra en el campo de la educación superior para significar que la formación universitaria debía buscar que los estudiantes adquirieran determinadas capacidades en los ámbitos del conocimiento, las destrezas y los comportamientos éticos. De hecho, en esa región y en esos tiempos, la obligatoria convergencia europea definió en el escenario de la educación superior, como mecanismo para que pueda concretarse, que las universidades de los diferentes países asuman un modelo educativo basado en competencias comunes y otros elementos educativos como una pedagogía que armonice aprendizaje con enseñanza y un sistema que acredite formalmente la calidad de sus procesos. Ese gran proyecto se denominó proceso de Bolonia, porque en esa universidad, considerada la más antigua de Occidente, se firmó ese convenio. Poco tiempo después, esa iniciativa se replicó en nuestra región con el proyecto Alfa Tuning América Latina, en el cual participaron profesores universitarios de 19 países, integrando más de 240 equipos de trabajo, en 16 carreras universitarias, por el lapso de 8 años.

Si relacionamos la educación por competencias con las capacidades de quienes pretenden obtener el voto popular, encontramos que al igual que lo que sucede en las universidades con los estudiantes, el análisis del valor de los candidatos está dado, para un gran sector de la opinión pública, por los conocimientos concretos que poseen y la habilidad para expresarlos en presentaciones o debates. El sistema de educación superior también está centrado esencialmente en desarrollar competencias cognitivas e instrumentales, sin abordar con el mismo interés las relacionadas con conductas éticas. En el ámbito electoral, la campaña ha sido pintada por discursos más o menos coherentes sobre economía, educación, medio ambiente, salud y otros temas; y, por la imagen o popularidad, la fluidez de palabra y la vehemencia, que han llegado a ser las competencias exigidas a los candidatos. Así, en los dos escenarios, en el de la educación y en el electoral, como sociedad, tenemos las mismas prioridades: el conocimiento y las destrezas o las destrezas y el conocimiento, quedando las competencias éticas en un plano secundario.

Debemos trabajar más, tanto en educación como en política en esas capacidades relegadas y que tienen que ver con la real búsqueda de la honradez, la probidad y la trascendencia moral. En la práctica educativa y en la justa electoral valoramos más el saber y el saber hacer, sin que ponderemos adecuadamente la importancia de la virtud y el mejoramiento moral que son características del saber ser personas y ciudadanos correctos. Esto pasa a nivel planetario, regional, nacional, grupal, personal y es un grave error para la sostenibilidad de la humanidad, pues el conocimiento y las destrezas, sin sustento moral, son instrumentos de la veleidad y el oprobio que afloran como rasgos distintivos de las débiles personalidades que sucumben fácilmente frente al dinero, el poder y la pompa insustancial de la posesión de bienes materiales.

Fuente: http://www.eluniverso.com/opinion/2017/02/16/nota/6049300/competencias-educacion-elecciones

Imagen: http://4www.ecestaticos.com/image/clipping/992/558/c44f9118a2f35e4df874314579dd419f/imagen-sin-titulo.jpg

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Cuba:Retos y perspectivas de las organizaciones de los educadores

Centro América/Cuba/Febrero 2017/Noticias/http://www.trabajadores.cu/

Los retos y las perspectivas de las organizaciones de educadores fueron abordados este jueves en un panel que tuvo lugar como parte del encuentro internacional Pedagogía 2017, el cual ha sesionado durante toda la semana en el Palacio de Convenciones de La Habana.

Coordinado por Ismael Drullet Pérez, secretario general del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte, y Gilberto García Batista, presidente de la Asociación de Pedagogos de Cuba (APC), en el encuentro se escucharon las experiencias de varios dirigentes de la región, entre ellos México, Panamá, República Dominicana, y Colombia, entre otros.

Foto: César A. Rodríguez

Varios fueron los trabajos presentados por los delegados cubanos, como por ejemplo el expuesto por Dalgis Rodríguez Gala, relacionado con la importancia de incorporar a los jóvenes al trabajo sindical, y las estrategias para lograr tal propósito, y el de Antonia Meneses Borroto, presidenta de la APC en la provincia de Ciego de Ávila, al centro del país.

Este último abordó el rol de esta organización en cuanto a influir en las motivaciones de los docentes, elevar su autoestima, incidir en la formación vocacional y orientación profesional dirigida hacia las carreras pedagógicas, y enaltecer la figura de los educadores, pilares importantes para el desarrollo de cualquier sociedad.

Por su parte, los participantes foráneos señalaron las dificultades de las organizaciones gremiales en diversos países, donde cada vez más se lucha por privatizar la educación.

Julián Cruz Díaz, de Michoacán, señaló que la reforma educativa que se lleva a cabo en México pretende  —verdaderamente— modificar el estatus laboral de los trabajadores, al hacerlos  renunciar a sus plazas fijas para que luego laboren por contratos de trabajo, es decir por horas, días u años.

Egresado de la escuela sindical Lázaro Peña, de nuestro país, señaló el sueño de contar en su tierra con centros como este, que sin duda le aportaron conocimientos básicos para defender a los afiliados.

Por su parte, la dominicana Bélgica Ramírez, Presidenta de Honor de la Asociación de Educadores de Latinoamérica y el Caribe (AELAC) explicó que esta organización ha venido laborando por la  unidad de todos los educadores.

Subrayó que hoy la educación en muchos países neoliberales tiene el propósito de formar a jóvenes competitivos, carentes de ética, de moral.

Nosotros tenemos que conquistar a América otra vez (al referirse a la posesión de algunos gobiernos de la derecha) a través de la educación —dijo—, mediante una brújula que retome la historia, nuestras raíces culturales, y así no perder nuestro camino.

Palabras sinceras y emotivas fueron pronunciadas por Billians Asprilla Sánchez, quien explicó las diferencias que existen entre el trabajo sindical de Cuba y el de Colombia. Aquí este gremio funciona como un subsistema del Ministerio de Educación, no hay antagonismos, y ambos tienen iguales objetivos.

Señaló que en Colombia la educación varía en dependencia de los gobiernos, y que cada vez más se lucha por privatizarla, en beneficio de unos pocos y no de las grandes mayorías.

Varias han sido las actividades realizadas por los sindicalistas como parte del programa científico de Pedagogía 2017, entre ellas vale resaltar el encuentro que sostuvieron en la sede de la Central de Trabajadores de Cuba con el miembro del Secretariado Nacional, Raimundo Navarro Fernández, quien les explicó la situación económica del país y otros aspectos del movimiento sindical.

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Los docentes como autores de saber pedagógico

Por: Fernando Hernández

Cuando el grupo de docentes pone en juego su quehacer en el aula, también se pone en disposición de generar saber pedagógico sobre su propia práctica.

En la escuela de la que les he comenzado a hablar al final de mi escrito del mes pasado, la aventura de pensar sobre los sentidos del aprender comenzó poniendo en común, por comunidades de pequeños, medianos y mayores, cómo piensan que los niños y las niñas aprenden. Fue una tarea que las maestras -son mayoría- tomaron con la seriedad de un juego. Pasaron de los espacios de conversación a ir anotando y dejando sobre las paredes de la sala que nos acogía, las palabras clave que evocaban los modos de aprender que observan y promueven en las aulas. Luego, entrelazando cuerpos y palabras, los integrantes de cada comunidad compartieron con el resto del grupo lo que era algo más que una síntesis y se transformaba en una declaración de principios. Reflexionamos sobre lo que las palabras y los gestos evocan sobre el papel del aprender en su escuela.

Había un hilo conductor que sobresalía: un sentido humanista del aprender, en el que destaca el papel que dan al desarrollo personal de cada niño, de cada niña. Además, el valor que otorgan a la conciencia de aprender, la importancia de la implicación en lo que se aprende, el papel de las emociones y el generar complicidades. Sobre estas y otras aproximaciones al aprender tejimos otros hilos de sentido: la necesidad de tiempo para pensar y compartir sobre los modos de aprender que se proyectan en la escuela, la importancia de aprender a partir de establecer relaciones (también entre el dentro y el fuera del centro), el papel de los retos y desafíos… De regreso a Barcelona, pensé que el grupo se había puesto en juego y con ello se había dispuesto a generar saber pedagógico sobre su propia práctica. Además, al dejar que les acompañara alguien que no trata de valorar lo que hacen sino de pensar a partir de lo que narran, cada cual podría llevar aquello a lo que se vinculara a la vida del aula y de la escuela.

La noción de saber pedagógico la llevo conmigo desde que hace ya unos cuantos años, en una escuela, me regalaron la pregunta ¿estamos enseñando a nuestros alumnos a globalizar? Responderla nos llevó cinco años. En ese tiempo compartimos dudas, exploramos las ideas que guiaban el quehacer diario, plasmamos -desde la práctica y la reflexión sobre y desde ella- aquello que se trataba que los alumnos aprendieran. Al mismo tiempo pusimos en cuestión las normativas que homogeneizan lo que sucede en el aula y la organización de la escuela. Nos abrimos hacia un curriculum experimental que emergía y se vinculaba a la vida, donde aprender era ponerse en disposición para cambiar de lugar y de mirada. De todo ello salió una manera de concebir la relación pedagógica a la que dimos el nombre de ‘proyectos de trabajo’.

Con algunas compañeras de esa escuela y con otras que a lo largo de los años se han ido vinculando a los encuentros que tenemos cada mes, hemos ido ampliando el sentido de lo que puede significar generar saber pedagógico. Este saber emerge cuando nos autorizamos, no solo a narrarnos en los relatos del acontecer del aula, en la formación, en el pensar sobre lo que leemos, sino cuando ponemos nombres y establecemos relaciones con lo que de todo ello nos resuena. Durante estos años hemos aprendido a compartir, a escucharnos de manera atenta, a ponernos en juego en situaciones en las que tienen lugar experiencias de aprender y de ser. Con ello, además de pensar en compañía, conseguimos un antídoto ante lo que Massimo Recalcati, en su libro La hora de clase. La erótica de la enseñanza, señala como “el vacío entre cuyos límites se ve obligado -el maestro- a medir su propia palabra”. De esta manera contrarrestamos también los ecos de quienes ofrecen soluciones salvadoras a las necesidades y problemas de la educación.

Este es el viaje al que invité a las maestras de la escuela del principio de esta historia. En cada encuentro, algunas de ellas han ido desgranando escenas de la vida del aula. Son escenas que tienen algo que les sorprende, que les confirma en su modo de mediar en el aprender o que les plantea dudas y tensiones. Sobre lo que va apareciendo pensamos juntos. De algunos de esos retazos de vida y del saber pedagógico que se teje en torno a ellos les contaré en este espacio que me brinda El diario de la educación.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/01/18/los-docentes-como-autores-de-saber-pedagogico/
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«Las pruebas PISA son el concurso de belleza de la pedagogía» Entrevista a Pablo Gentili

América del Sur/10 Diciembre 2016/Autor: Sputnik/Fuente: Sputniknews

El resultado de las pruebas PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) se refleja en un ranking de quién hizo «mejor» y «peor» las cosas, como un concurso de belleza de la pedagogía, dijo a Sputnik el secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Pablo Gentili.

«El PISA construye un mecanismo artificial, lo impone y nadie lo cuestiona, y luego compara, porque en realidad es un complejo mecanismo de evaluación, pero al final hace un ranking, es como un concurso de belleza de la pedagogía para ver quién salió primero y quién salió último», dijo Gentili.

El 6 de diciembre se difundieron los últimos resultados de las pruebas PISA, un sistema estandarizado para evaluar los conocimientos de estudiantes de 15 años aplicado por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y se reactualizaron las polémicas.

Entre los 72 países participantes se encuentran nueve latinoamericanos: Brasil, Chile, Costa Rica, Colombia, República Dominicana, México, Perú, Uruguay y Puerto Rico.

Varios investigadores llevan años cuestionando los procedimientos y varios de los fundamentos que dieron origen a estas pruebas.

«La OCDE parte de un principio equivocado, de que hay una forma de pensar el desarrollo y el mundo, que es universal, de Shanghái hasta República Dominicana, todos los jóvenes con 15 años tienen que saber un conjunto de cosas que son fundamentales para sobrevivir y progresar en la vida», arguyó Gentili.

El fundamento se basa en lo que piensan «un conjunto de burócratas» de una organización dedicada a la economía mundial «de los países más poderosos del mundo» y que se impuso como la visión dominante «a partir de la cual es posible pensar y presentar los objetivos de la educación», criticó Gentili, profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.

«Esto no es nada menos que una evaluación de los sistemas educativos nacionales a la luz de estos principios y estas competencias que nunca se ponen en duda y que establece un horizonte, un modelo educativo colonial, dominante y para nada universal ni científico», añadió el especialista en ciencias de la educación.

Para Gentili, a pesar de que las pruebas PISA son «un verdadero desastre», se imponen por la fuerza que ejerce la organización poderosa que las realiza en los medios de comunicación.

«A muchos medios les resulta fantástico porque simplifica algo que es muy complejo presentando un ranking, (lo cual) es patético», criticó.

Calidad de la educación

Hablar de educación en la región requiere tener en cuenta que los países tienen experiencias educativas diferentes, según Gentili.

En Argentina o Brasil «el problema de la igualdad es central, porque vivimos en la región más desigual del planeta», afirmó.

«Calidad es inversión en América Latina, inversión pública, trabajo decente de los docentes; en cada región hay una lógica para pensar la calidad y no creo que PISA refleje esto para nada», añadió el politólogo.

Gentili expresó asimismo preocupación por el desprestigio al que es sometida la escuela pública por gobiernos conservadores de América Latina.

«Cada vez que tienen que exponer algo que funciona mal en nuestros países lo explican atribuyéndoselo a la educación y a los docentes (lo cual) ha alejado a muchísima gente de la escuela pública», señaló.

En el caso de Chile, que presenta el mejor desarrollo educativo de América Latina en las pruebas PISA, se trata de un «excelente promedio» resultado de una «profunda desigualdad, hay escuelas de élite que tienen muy buenos resultados, pero hay un montón que tienen pésimos resultados», observó.

En la evaluación divulgada el martes participaron alrededor de 540.000 estudiantes de 15 años de 72 países.

La prueba de dos horas de duración evalúa los conocimientos y habilidades en ciencia, matemáticas, lectura, solución colaborativa de problemas y alfabetización financiera.

Fuente:  https://mundo.sputniknews.com/mundo/201612081065425883-pisa-america-latina-educacion/

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En Argentina: La tarea colectiva de transmitir saberes

América del Sur/Argentina/La Capital.com.ar

«Sobre la pedagogía de la transmisión: experiencias y sentidos inician la escritura» es el libro compilado por Laura Arocena y Carina Venanzetti. Tal como detallas las docentes universitarias se trata de una producción colectiva de aportes teóricos y prácticos de profesores y estudiantes. El libro es de Laborde Editor y se presentó el viernes 12 de noviembre pasado en la Facultad de Humanidades y Artes, en el marco de unas Jornadas de Educación Superior.

Las lecturas incluidas en el nuevo libro de la editorial local pertenecen a docentes y alumnos de la cátedra del Area de Sujeto de la carrera de ciencias de la educación de la Facultad de Humanidades y Artes y de la cátedra de Psicología Educativa de la Facultad de Psicología, unidades académicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). En la presentación tanto las compiladoras como los diferentes autores y autoras que son parte de «Sobre la pedagogía de la transmisión…» rescataron el trabajo colectivo, la pluralidad de voces, la participación por igual de docentes y estudiantes a la hora de la escritura, y en especial el intercambio entre espacios de aprendizaje de cátedras universitarias que dependen de distintas facultades.

Laura Arocena es psicóloga y profesora en las dos facultades involucradas en este proyecto colectivo; y Carina Venanzetti es docente en Humanidades y Artes. Una y otra afirman que el título del libro se propone «recuperar el concepto de transmisión como palabra clave a la hora de pensar la constitución de las sociedades, las instituciones y los sujetos». Explican así que «la cuestión de la transmisión está presente en cada una de las contribuciones y en cada una de las experiencias educativas no como un pasaje lineal y mecánico, sino como un modo de establecer lazos con los otros —escuelas, estudiantes, docentes— para traspasar/legar una experiencia, en el sentido de posibilitar la inscripción de una generación que filia a la cultura y, a su vez, de introducir variación, la diferencia y la discontinuidad como carácter, características propias de la condición humana».

También las educadoras ponen el acento en definir este aporte bibliográfico como una oportunidad de formación colectiva, solidaria, abierta a nuevas resignificaciones de las iniciativas desarrolladas.

Cuatro capítulos centrales reúnen en el libro los aportes de conceptos y experiencias de los autores y las autoras de «Sobre la pedagogía de la transmisión…». Uno es en torno al ejercicio y construcción de la memoria en educación; otro sobre la enseñanza y las interacciones en la Zona de Desarrollo Potencial; también uno sobre el taller como dispositivo de intervención en educación y un cuarto sobre la educación popular: una dialéctica ubicada en el terreno de la práctica.

Fuente: http://www.lacapital.com.ar/la-tarea-colectiva-transmitir-saberes-n1289844.html

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