Por Esteve Giralt
La necesidad de promover los buenos modales en la comunicación digital pone de moda la ‘netiqueta’.
Se ha sentido incómodo al abandonar un grupo de WhatsApp al que alguien añadió sin preguntarle? ¿Ha sufrido comentarios irrespetuosos en Twitter? ¿Recibe constantemente spam de amigos y conocidos, sean fotos, vídeos o memes que no le interesan e incluso fastidian? ¿Le acechan constantes dudas al comunicarse en las redes sociales o en el entorno digital? ¿Considera que hay demasiados chistes y comentarios groseros? ¿Ha abandonado Facebook harto de excesos? ¿Siente amenazada su privacidad por la difusión de imágenes o contenidos sin su consentimiento? ¿Se siente perdido entre tanto ruido? ¿Le molestan las constantes faltas de ortografía o el alud de emoticonos?
Si ha respondido sí a alguna o la mayoría de estas preguntas, no se sienta ni un marciano ni un carca digital. Desde la propia red se están promoviendo cada vez más los buenos modales on line y hay expertos que incluso aseguran que se están poniendo de moda. No está todo perdido. Es lo que ya se ha bautizado como la netiqueta, que engloba los códigos sociales para una conducta respetuosa y educada en la red. Un concepto que surgió en Estados Unidos ( netiquette) hace casi un lustro y que se ha ido extendiendo, con incluso la aparición de guías y manuales para usuarios respetuosos.
“Son una serie de reglas para comportarse adecuadamente en línea”, resume Virginia Shea, autora de The core rules of netiquette. Se trata de códigos básicos de conducta, difundidos cada vez más en artículos, blogs o tutoriales de YouTube, y con obras ya de referencia en un campo aún por explorar ( Los buenos modales de Emily Post en un mundo digital: vivir bien en internet o más recientemente Los principios de la netiqueta).
Los consejos están impregnados de mucho sentido común e intentan poner un poco de orden en un escenario abonado tantas veces al exceso, al insulto o a los comentarios faltones, gracias sobretodo a la falta de contacto físico entre emisor y receptor y a la sensación de impunidad que produce el anonimato o los perfiles falsos. “Si en tu vida diaria das las gracias, saludas y te comportas como una persona normal, en las redes sociales tendría que ser igual. Pero la gente se desata, falta mucho sentido común”, destaca Laura Díaz, experta en social media y community manager.
Sin que emisor y receptor puedan mirarse, surgen habitualmente confusiones o mal interpretaciones, en ocasiones sólo por un matiz, por el tono del mensaje, por la dificultad de diferenciar entre la broma, la ironía o la burla. “Internet ha generado nuevas formas de comunicación emocional, nuevas posibilidades de inmediatez, pero evidentemente puede llevar a una pérdida de la relación cara a cara. Permite más fácilmente la ocultación, el disfraz o la apariencia, que también forma parte de nosotros”, sostiene Francesc Núñez, profesor en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), experto en sociología y comunicación.
“He tenido la mala experiencia, en mi faceta política, no en la personal, de haber recibido insultos. De forma directa, a mí misma, o genéricamente cuando se despotrica contra cargos electos desde casa, desde el sofá, detrás de la pantalla que protege y que alienta a decir cualquiera barbaridad. No lo llevo bien, y pienso que fuera de las redes no sería así”, explica Marina Escribano, concejal en el Ayuntamiento de Mollet del Vallès (Vallès Oriental). “Algunas personas se piensan que en la red no se las ve, tienen
la sensación de impunidad porque están con su móvil, en casa. Pero las ve mucha más gente que si estuvieran hablando frente a la puerta de casa”, dice la antropóloga Trina Milan, experta en nuevas tecnologías.
Aunque parece que las redes sociales y la comunicación on line siempre han existido, la generalización de esta nueva dimensión relacional tiene aún poco recorrido, de apenas una década. “Son recientes. En las escuelas hay que trabajar más los contenidos e incluirlos en el currículo, como se está haciendo con la tecnología”, destaca Milan. “El gran reto del sistema educativo es enseñar la creación de contenidos”, añade.
Las situaciones comunicativas y los mensajes son casi infinitos en un entorno en ebullición en el que casi a diario aparecen nuevos formatos de comunicación on line, sobretodo a través de las redes sociales, pero también en canales más privados cada vez más generalizados, como el WhatsApp, los grupos de debate o los foros más restringidos. La expresión de emociones vividas se repite en las redes sociales, donde ya se da el pésame o se comunica la muerte de un ser querido. Entre las quejas habituales de parte de los usuarios, precisamente, el exceso de comunicaciones por intranscendentes o inadecuadas. “Internet ha potenciado la expresión de las emociones, al individuo se lo conoce más ahora por lo que siente que por lo que hace. ¿Nos vemos todos forzados o necesitamos comunicar emociones. En realidad la gente se identifica en la red a partir de sus gustos y hábitos de consumo”, expone el profesor Núñez.
Los administradores de grupos de discusión o debate, como sucede en Facebook, tienen la potestad de eliminar un determinado comentario si se considera ofensivo o restringir el acceso a un usuario de acuerdo precisamente con la buena educación y los modales. Pero no es nada fácil encontrar el equilibrio y preservar un ambiente digital respetuoso sin ser acusado de censura. “Se producen a veces salidas masivas en un grupo porque has eliminado un comentario, especialmente si era de uno de los líderes de opinión”, corrobora Díaz, adminis-tradora de varios grupos.
Facebook está intensificando precisamente el control de los perfiles falsos para evitar los comportamientos agresivos impunes. En otros canales la regulación queda en manos de los usuarios. “Me siento cómodo en los grupos de WhatsApp, son muy prácticos, son una manera eficiente de trabajar en grupo. Pero, ¿y la educación? ¿Y los buenos modales? ¿Y las fórmulas de saludo y despedida? Se están perdiendo y me sabe mal”, dice Jordi Salvadó, profesor de primaria, activo en las redes.
Falta mucho aprendizaje y concienciación. “Ni redes sociales ni móviles actúan solos, es la gente. Es clave enseñar a las personas a utilizar estrategias de comunicación en la red. Es súper importante que no se obvie la importancia de la educación y la cultura en el mundo tecnológico; falta que los humanos nos adecuemos a lo que significa actuar en estos entornos, necesitamos tiempo de adaptación”, apostilla Milan.
NO ‘SPAMEAR’. El envío excesivo de mensajes o contenidos se considera de mala educación, digital. Sobretodo si son vídeos, fotomontajes o memes faltones. “Si publicas veinte veces tu último post en Twitter la gente se cansará de ti y lo mismo si te pasas el día anunciando tus contenidos en la fanpage de Facebook”, advierte Laura Díaz, community manager.
LO VIRTUAL ES REAL. No decir o hacer en la red lo que no se haría o diría en la calle o mirando cara a cara a alguien. “Hay algo en relación al ciberespacio que hace muy fácil olvidar que se está interactuando con otras personas que son reales, que no con caracteres en una pantalla, sino con seres humanos”, dice Virgina Shea, autora de referencia de la netiqueta.
MÁS HUMANIDAD. “No debes olvidar que la persona que lee tu publicación tiene sentimientos y puede verse afectado por lo que tú compartas. No es agradable herir a otras personas, aunque sea virtualmente”, destaca Shea en una “de las diez reglas básicas de buen comportamiento online”.
SABER ESTAR. Las redes sociales tienen sus propios códigos de comportamiento. No es lo mismo comunicarse en Facebook, con un tono mucho más distendido, que los expertos comparan con el de una fiesta o un acto social desenfadado, que hacerlo en LinkedIn, donde se potencian las relaciones profesionales.
SIN FALTAS.Los errores ortográficos o de sintaxis dan muy mala imagen. El uso de las mayúsculas, que se interpreta como estar gritando, está mal visto y deber quedar muy restringido.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20160803/403651487086/buena-educacion-redes-sociales-comunicacion-digital-netiqueta.html